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El más bello jardín

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Poemario monográfico sobre el desierto por Antonio Gómez Hueso.

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ANTONIO GÓMEZ HUESO

EL MÁS BELLO JARDÍN

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Publicado en España 2008. Copyright © 2008 Antonio Gómez Hueso. www.gomezhueso.com Cubierta e ilustraciones interiores: Hans Goober. Depósito Legal: PO ISBN 978-84-92410-30-9 Edita e imprime: EL TALLER DEL POETA Francisco Luis Pérez Poza. CL Joaquín Costa, 2 36001 PONTEVEDRA www.eltallerdelpoeta.com [email protected] Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, por ningún medio, sin el previo permiso escrito del autor. Todos los derechos reservados.

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“El desierto es el jardín de Alá" PROVERBIO ÁRABE

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el más bello jardín Donde bailan las moscas verdes y se deshace la esencia humana. Un manantial de arena en celo suspirando por un beso de cristal. El más bello jardín de Alá: el desierto.

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la creación Alá creó cuatro vacíos: El primero, el universo, que mantiene todas las cosas. El segundo, el mar, que retiene todas las aguas. El tercero, el hombre, que sostiene todos los sueños. El cuarto, el desierto, que contiene todos los infiernos.

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milagro cotidiano La caravana retoma el horizonte. Despunta la luz legendaria, roseando huellas de la noche, recreando la tierra yerma. Despierta la brisa susurrando nanas al niño beduino (que mama sueños de camello), desperezando palmeras del oasis quieto. Una voz lejana impone silencio. Es ya inminente el desierto. No hay límites que dobleguen mis intenciones, ni tengo sed en este teatro incierto y llamo a rebato a todos los indefensos. Juntos seremos océano, aquí en el desierto. No hay magia para este mágico momento, ni arena que se estremezca bajo tu lamento. Las estrellas duermen acunadas, albor que bendice de sangre el firmamento.

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Despierta el padre protector, fuego celestial, transportando esperanza, paz y algo de infierno. Es ya evidente el desierto. Hay que colmar odres, ordeñar cabras, hilar la caravana. El peregrino debe postrarse bajo la palmera y el estanque. Los indígenas pasan sonámbulos camino de ninguna parte. Despierta el desierto.

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elogio de mi camello Mi camello, relámpago de oro y seda, el más bello presente que Alá me hiciera, no pregunta, pues nada sabe, no protesta, pues nada espera; sólo tiene corazón de viejo amigo alado, confidente único de penas y quimeras. Mi camello, latido de voluntad, avanza con su alma liviana, destrozando espejismos satánicos, pisando a los espíritus malvados que huyen por angostas grietas, alertando a los escorpiones dorados, esperanza de esta confusa tierra. Si te monta el pirata infiel, revuélvete y lánzalo contra las mimosas; si te hiere el mercader traidor, piérdelo detrás del horizonte; si te maltrata el arpío guerrero, balancéalo en batalla hasta que lo mueran.

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Material del viento, tiene vuelo, y no es ave, compasión, y no es hombre, y una cierta felicidad al llegar la tarde. Mi camello, pozo de paz y sal, sufriremos extraviados por los remolinos, descansaremos juntos en medio del oasis, moriremos encontrados en cualquier camino. Yo quiero su compañía también en el jardín eterno de Alá.

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avanza la caravana I ¡No perturbéis el sueño de la caravana! Porque rompe los muros de la tierra, abre veredas en los precipicios y se cuela en la tormenta de arena. No perturbéis el sueño de la caravana porque trae savia nueva a la hiena que llora. Mas si la caravana se detiene, invocad al escorpión divino para que, dorando la umbría senda, indique los giros del planeta. ¿Adónde iremos si ya hemos llegado? ¿Adónde iremos con tanta pena? Y si de verdad somos agua, ¿qué es el desierto?

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II Avanza la caravana. Incansablemente, invariablemente, inevitablemente, insobornablemente, avanza la caravana. Y si el abismo asoma a su paso, y si la roca la desafía delante, y si la arena hunde sus pies, y si la caja de sal cruje, y si los animales sucumben ante la carga, y si el guía es reclamado por el Altísimo... avanza la caravana. Necesariamente, obstinadamente, vehementemente, verdaderamente, avanza la caravana.

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III Rauda es nuestra marcha y azul nuestra vestidura y Amenokal Ajamuk nuestro caudillo, defensor de errantes en estos yermos de Alá, (bendito sea su nombre, por añadidura). Embozamos nuestros rostros por no encarar el gran enigma, sujetamos nuestra ropa en medio de la gran vorágine aprestamos nuestra caravana para no naufragar de sed, porque cuando el desierto condena, Alá siempre confirma. Y no es que la caravana se pierda, es que no sabe bien hacia dónde camina. No perturbéis el sueño de la caravana, porque engendra paz, esperanza y tal vez otro mañana.

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¿dónde está la verdad? ¿Dónde está la verdad? – preguntan los sabios de la Tierra. ¿Es que, acaso, no han visto el firmamento estrellado? ¿Es que, acaso, no han oído este silencio dorado? Preguntan dónde está la verdad y no oyen responder a la inmensidad; deben de andar muy ocupados.

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tristeza del agua Porque soy anhelo y sueño, no tengo camino ni albedrío, aquí, en esta tumba de lágrimas, donde es papel la mar, sin dueño. ¡Qué noche tan larga, qué día tan aciago, sin beber de tu boca amarga! Tengo sed y soy agua.

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la sombra de los ausentes Mis ancestros palpitan en el aire, vagan trashumantes por el espacio. Orgullosos, exhiben su orgullo en el sopor, pero ocultan semblante y luces glaucas. Llevan amuletos coránicos, son guiados por el Altísimo. Mis ancestros forman un clan celestial y sus destellos rompen espejismos, hacen brotar fuentes perennes y marcan nuevos surcos. Los soldados eluden el enfrentamiento, las víboras se hunden al reconocerlos. Fortalecen a los famélicos, entierran a sus muertos, los intrusos se espantan al verlos.

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Pierden nombres, pierden suelo, pierden agua, pierden sueños, pero mantienen su aliento, cogorza grande del siroco bello. Unirme a ellos es mi único anhelo.

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añoranza en ruta Llévote tatuada en el alma, despejando estelas de cristal. Tu imagen refulge entre candiles, al abrigo de la luna, mientras los espejos palpitan y las espingardas acechan. Avanzamos rompiendo días por estos yermales soporíferos, a la búsqueda de aquel jardín de Abqar legendario, sin saber si sigue allí donde un día lo dejamos.

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beduina Beduina, tu hospitalidad me turba, tu abandono me desconcierta. ¿Cómo podría yo corresponderte sin deshonrar mi lealtad al Altísimo? Déjame descorrer tu velo y tocar tu tez terruña. Sólo así hallaré consuelo.

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devoción a ras de suelo No siempre ha sido como es. No siempre este incendio petrificado ardió, ni el sílex de los chaabas en la sal brilló, al amparo de sílices y bronces. No siempre es como ha sido. No siempre hay escarpaduras en el cielo, ni se arremolina el polvo en el llano, ni el incienso palpitan entre los enebros. Este endémico escenario grita un sarcasmo secular con el vagabundo que en la búsqueda se busca. Probablemente se degradan los sueños y difícil es encontrar sentido en este enrevesado universo.

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Pero nada saben los botánicos, y menos aún los antropólogos, pivoteando entre el sopor y la arena, del gran secreto que guarda el desierto. Los escarabajos alzarán la cabeza, escupirán sangre, fósforo y sal, beberán de la ancha niebla, intentarán recomponer su senda. Pero nada sé, no me preguntes cuándo, sólo levanto acta de este teatro desaforado. Avisa al chamán, encierra el rebaño. La noche pasa ligera, alguien nos está observando.

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elogio del desierto Naturaleza rotunda, emulsión divina, iconografía del ser eterno, rescate sígnico de la única Historia, que llena capilares y arterias por alguna causa que nadie descubre. Rotundidad de la vida, palpitación cósmica, conmoción de la vigilia inconsciente, origen remoto del único Universo, que oculta horizonte y empeños por alguna causa que Dios encubre.

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panorámica del erial Eterno romance piedra viento, fantasías cinceladas de besos, corazones rotos por la descamación, suspiros de granulada presencia. Eterno romance viento piedra, guardando caliche, caricias y yeso, entre esperanzas y anhelos, exfoliando rumores, odios, tiernos abrazos, cuna, suelo. Y nunca casi el agua, y siempre entero el cielo.

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todo cambia No siempre es pacífica la paz, no siempre está quieta la quietud, porque es aún más y todavía eso, todo cambia, incluso el cielo. Y es jardín, aun desierto, y es agua, aun sediento, y es vida, aun muerto. No siempre es, pero, entonces, es eterno.

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así me hizo El desierto me hizo hosco, sabio, recio, me infundió una piel volcánica y me dio sed de agua. El desierto modeló mis instintos, guióme los pasos hasta ti, mujer, y me convirtió en alguien distinto. Y un día arena de él seré.

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impresión Poblado berebere, cementerio preludial, aprisionado por sombras y sopor, espectros de piedra y cal. Algún aleteo infantil quiebra, de vez en cuando, esta disecada realidad.

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ciertos indicios de muerte Cementerio primigenio de fosfato cálcico, molécula a molécula, átomo a átomo, mar; poderosa tumba, osamentas metálicas, costillares bailando en la tormenta, vértebras seducidas por la arena y unos cráneos en la sepultura. En ti descansan el camello milenario, y el tuareg azul indómito, todas las micrografías liberadas. Sepultureros vocacionales, escarabajos denegridos, hormigas veloces, chacales desposeídos, con presteza, sabiduría y mucho oficio, certifican, en pan de arena, lo vivido. Mientras, el mar reposa, duerme el cocodrilo, la brisa pasa. Queda tiempo para repoblar lo perdido.

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isla rememorada En Tombuctú suenan los clarines de Satán cada vez que el horizonte engendra luz, y me he encontrado allí cuando no había posibilidad de huir. En Tombuctú los elegidos pueden hablar y el blanco azul de su cielo nos recupera de ese ayer que inventamos para avanzar. Somos los únicos nómadas del planeta. Volveré y me cubriré con el velo de tu leche tibia. Es hora de abrir la alforja y de chillar; de beber en presencia de los suegros, de esbozarse en la oscuridad.

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materia de mi codicia Pertinaz se me figura mi devoción hacia ti, en horas en que tu desnudez me sacia, en días en los que ayuno tus formas, domando mi pasión demoníaca, apretando mi expresión desencajada. Voraz se me antoja el ansia de poseerte, como alimento vital de mis entrañas, como fluido que sacia una sed milenaria, desmenuzando tu serenidad dorada, moldeando tu dúctil sensualidad. Eres deseo personificado en mi caótica intimidad.

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momentos y movimientos El mutismo omnipresente ahoga el canto del muecín, el frescor de la brisa vigoriza a los elegidos y una estela rosada persigue a la luna. Los perros se unen a la ceremonia, arañando con sus sueños y cansancios, asoma el hormigueo por los ventanucos y el cielo da un cenit diáfano y bermejo. El alacrán se apresura en su huida y la sirena repta inquieta, la tórrida canícula impone su presencia, hundida la noche en el alba, abierta todas las veredas. Vuelve el misterio a las calles, repartiendo por rincones la belleza, embriagando la piel de los peregrinos que vagan y vagan con sus temores a cuesta, que buscan y buscan y nada encuentran. Reparten esencias en esta feroz selva, figuras y colores, señales que son quejas ante el estrangulamiento de sol y arena.

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el retorno del beduino Quítate la burca, mujer, ante el Clemente, el Misericordioso; en su nombre la arena te sostiene, te abraza el viento y sonríe el camello. Quítate la burca, mujer, porque he llegado al varasti después de estar en La Meca. Me postré sólo ante Él, nadie me doblegó en mi senda. Quítate la burca, mujer, el paraíso nos espera.

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elogio de las palmeras Bienvenida. Le dan la bienvenida al exhausto caminante las palmeras. Que pastan en el remanso, llevan de la mano a la sombra, sonríen ante la luz devoradora. Las palmeras. Hijas de la inmensidad incandescente, madres de la esperanza tierra, del sopor infinito, hechiceras. Las palmeras. Añoranzas cósmicas del más allá. Cuando estés bajo su cobijo, déjate por sus suspiros acariciar.

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canto de paz de los tuaregs Alá bendiga a tu madre, caminante, porque rebanó una senda por las dunas y te embozó con amor cuando la tormenta. Somos viajeros de la luz celestial, escrutando los desfiladeros del tiempo, desvirgando el laberinto más difícil: sin paredes, sin pasillos, sin puertas ni puentes, sin escaleras, sin galerías, sin salidas, ni entradas. Defenderemos a los buscadores de estrellas, que sustentan sesgadas vidas de poetas. Aniquilaremos a los ladrones de leche que sacian las ubres de nuestras camellas.

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No reconocemos la fatiga ni el desaliento, nuestra alma callosa es columna de piedra, ganadora de penas sedientas y de horas, abre vereda por los dominios del viento. Llevamos el misterio como arma compañera y unos ojos de mercurio para escrutar el firmamento. Alá nos bendiga, caminante, y, al amanecer un nuevo sol, nos dé otro destino, itinerante.

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lascivamente tuyo Evocación viviente de la noche, desparramando una belleza sibilina, mirada impávida, penetrante, dos lunas oscuras y cristalinas; nariz recta y aguda, labio yaciente y ampuloso, que invita a arcanos placeres, a poderoso éxtasis vital. Desnuda tu faz tostada, tu sensualidad térrea preludia delicias, intenciones proscritas y evidentes. Preso de la mirada, doblegado ante tu presencia, aturdido por la belleza, esperando una improbable señal de Alá, para quemar esta cruel impaciencia.

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semblante del jardín universal Con tu abrigo dorado vas sembrando angustias, tu alma, desgranándose en el viento, reparte confusión a los escuálidos errantes que te surcan, bifurcan y pierdes. Truncas ilusiones a los ilusos que ilusionas y tu respiración ahoga a bífidos y niños. Reino de un único y eterno secreto, centinela de Satán, agazapado en las penumbras de piedra, inquisidor de secretos que el mar no pudo arrancar a los sabios que cantan canciones para otro cielo. Y también, ¡cómo no!, amante celestial, que narra cuentos a los duendes huérfanos, antes de ser llamados a juicio, antes de ser enviados al infierno. Tu destino, desierto, es tu pasado y tu vida, la revelación más nítida de la existencia del Universo.

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visión desde lo incierto La crueldad de la máscara, sudario con miles de rostros emergiendo, iconos de la subterraneidad de los siglos, desgarramiento de la existencia (impuesta por quien no sabemos). Postulado de carne desollada, muescas de mudez pluriforme, tremendidad de la dimensión animal, desafío de la muchedumbre microscópica. Escruta la calma de los que nada esperan, expande el ansia de los que aún confían.

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el reposo del infame Turbias aparecen las intenciones del desierto en medio de la vorágine de ideas que otrora moldeara metalurgias urbanas. Sometidas estas intenciones satánicas, reposa complacido, con la sensación del deber cumplido. ¡Oh, las dunas oscuras e iluminadas, latidos de la respiración del gran oso! Ahora vamos a encontrarnos perdidos en las latentes rutas de arena. ¿De qué están hechas? De materias que moldean las ilusiones: vacío y pena. Pena que engendra una flor pétrea, vacío que dibuja una aurora yerma. Nos perdemos para encontrarnos aquí. En el desierto.

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En esta atmósfera se volatilizan risas y llantos y la usura de los que trafican con la palabra. En esta atmósfera los sueños se instalan definitivamente y las intenciones son sólo modas instantáneas. Llevo diecinueve horas sin beber y en la próxima recibiré el deslumbrante impacto del conocimiento supremo. Será el principio de todo.

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retrato de mujer Tu piel, naranja ardiente, multiplica luceros, evoca ríos de oro, purifica rayos de luz. Tu desnudez, recatada y recogida, poblada de estrellas terruñas, de cándidas dunas de néctar, de tenue trigo silvestre. Los pliegues de tu cadera me reconducen al territorio inexplorado del pubis, mientras tus senos palpitan nerviosos, bajo una seda cristalina, inoportuna. Doblada tu figura, salvada por el pudor, tus cabellos, como torrente, son tu más clara expresión.

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Ojos impertérritos, labios entreabiertos, lengua acechante, dientes aprestos... ¿Por qué, mujer, me das en el rostro lo que me negaste en tu cuerpo?

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el silencio Secreto tesoro, veta interior de luz, motor de sabiduría, los ignorantes te ignoran, los eruditos te eluden; sólo el hombre libre te acoge, reconoce y en ti confía. Alma fecunda, creaste crepúsculo y arena, alimentaste luceros y tú solo te enfrentaste a la tierra. Severo sincero, torrente de fulgor interno, alimentas ciénagas y hogueras, para que un día, uno cualquiera de tu agenda, reavivas con tu grito de guerra. Eres medida de lo inconmensurable, tiempo domado, vitalidad encendida.

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Quien no te tiene, te teme, quien te sabe, te ansía. quien te reconoce, te reconduce. Puerta que al interior nos guía, llave de la atención perdida, eres, silencio, la clave de la vida.

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bajo el sopor del sol El escarabajo escarba bajo el humus ardiente atravesando el cráneo de un pastor remoto y apagado. La serpiente serpentea por el subsuelo olfateando gusanos, abriendo túneles y agujeros, cerrándolos. Las hormigas hormiguean grietas, con su obstinación legendaria de rebusca vital. En el glorioso mediodía, el cadí, reinando sobre una duna, desgrana sus cuentas de ébano, recita su plegaria diurna, garabatea arabescos al aire, todo por la gloria de Alá (bendito sea por añadidura).

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Abrasadora niebla de fuego y cristal, asperones multicolores bajo mis pies. Flamea el paisaje como un latido de alma sedienta, bajo el aire explosivo, bajo las nubes púrpuras, bajo el sol abrasivo. Hasta las sombras huyen de este desatinado destino.

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plegaria del tuareg errante Alá, mi dios, permíteme que viva hasta que las lluvias sacien mi hambre, desemboque mi sino en el océano y en los vergeles canten los rebaños. Alá, mi dios, permíteme que tenga saliva y umbría a mi medida, añoranzas compañeras de mi ruta y seque mis ojos la arena. Y permíteme también, mi dios, Alá, antes de que yo muera, errar solitario, sin senda, con mi violín oxidado y el viejo camello que me legas, sin prisas, pues nadie me espera, sin caravanas, pues la soledad es mi seña. Y yacer al abrigo de tu cuidado, y dormir con una fuente a mi vera, yo, mi camello y el recuerdo de ella. Permíteme, Alá, mi dios, morir en esta tierra.

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acaso, tal vez... Si somos una pequeñez en lo inconmensurable, un desatino en el cosmos perfecto, una nada en el vacío insondable, ¿por qué buscamos? Si no nos alimentan las glorias del pasado y nos perdemos en el laberinto de la vida, como marionetas lumínicas, sonámbulos, ¿por qué preguntamos? Si sabemos que dioses nunca seremos, que se acaba nuestro breve plazo, que sólo repetimos de otras voces el eco ¿por qué desesperamos? Tal vez volviendo a ser lo que se es, cerrando los ojos a lo ensoñado, cesemos de inquirir, nos dejemos llevar, y la felicidad nos encuentre, acaso, tal vez, entre tanto.

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el eco de su presencia Ella era tan frágil que sus alas se desprendían, a menudo refulgía su dulzura a lo lejos y solía verla perderse tras el horizonte de arena. Ella era tan sutil que a las brumas atraía, a veces endurecía su mirada y se disipaba, y solía sentirla como si a mi lado se hallara. Era ella tan volátil que se fue cuando más la quería.

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sombra que ilumina Sombra sin dueño, sin identidad, sin suelo, presencia en los páramos de la historia, bamboleándote en mis pesadillas infantiles, eterna compañera de un viaje sin destino, sin pasaje ni equipaje, pertinaz desatino. Aconséjame como antes, señálame, en la encrucijada, el camino, apégate a mi espalda y no dudes en empujarme si en ti me asilo, Centinela del viento, avísame si desvarío, a contraluna del momento, reptando mientras te evito. No hay fronteras en tu transitar ni luz que te haga huir o abandonar. Espejismo de mis titubeos, en ti me manifiesto, oigo y veo, equilibras mi existencia modificando mi errático devenir, reconduciéndome con paciencia.

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¿Qué significo sin ti? ¿Quién me justifica por ti? Eres un trozo de noche que da sentido a mis días.

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entre las estrellas y la arena Te recorro, aterido y funámbulo, explorándote, dulce e inmaculada, lamiendo tu vientre argivo, reptando por tu piel dorada, por tu humedad dulce y acompasada. No nos dejan dormir los recuerdos, nos atropellan en esta noche estrellada. Somos dos memorables formas, vigilia de un lecho desordenado. Hablo de los dos en cómplice composición, hablo de los que somos en este barboteo, cuando el erial es sacudido por la emoción.

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la mano en el alma No somos nadie en estos páramos nebulosos, sin ningún atisbo de dirección, imposible trazar ruta de salida, menos aún un retorno providencial. Naufragamos en un vacío de penumbras, espacio que tal vez sea ilusión, desprovistos de recuerdos y de edad, privados de cualquier identificación. Acaso sea el preámbulo de una otra vida, o tal vez estemos llamados a lo peor; de cualquier modo, nos está negada la maniobra, estamos a merced de un nuevo dios. Pero tengo el convencimiento de que, a eso de cualquier momento, se disiparán tinieblas y espectros y volverá a alumbrar el persistente sol.

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omnipresencia de la momia Centinela de sombras, está sola, muy sola, sola, sola, tremendamente sola. Su nariz huele recuerdos de incienso, sus ojos escrutan fantasmas de piedra, su boca espera un resucitador beso. Ningún espejo nególa, ninguna hoguera quemóla, ningún dios salvóla y todavía vida atesora. Horizonte de los siglos, reloj que canta extrañas horas, dueña del aire alado, su mutismo todo lo devora. La momia, guardiana del tiempo, parece que nos guiña, nos increpa, se mofa. Y, al final, una sonrisa esboza.

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anábasis Reúno en la voluntad un tiempo viajero, pues si algo ha cambiado en mí, ha sido mi paisaje eterno. Las personas habitamos lugares, recorremos caminos, desvelamos misterios, pero sólo nuestros sentidos dan fe de ello. Somos una mera réplica de la luz, la reverberación de una huella. Nuestros confines están por delimitar y hay un penetrante vacío en este infierno. Me identifico con mi propia confusión y sigo siendo lo que fui: un caótico y desatinado empeño.

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visión desde la última duna

"Quizás la muerte sea la culminación de un ideal:

llegar a estar a una distancia infinita de sí mismo." CINTIO VINTIER

Seremos los últimos en filtrarnos por las grietas. Briznas de arterias secas se nos amontonarán. Despojados de raíces, enmudecerán nuestras petrificadas muecas. Fauces cadáveres, momias hurañas, marañas de muerte, imposible resurrección. irremediable suerte.

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espejismos del alma (epigramas) El hombre domó la tierra e hizo el ladrillo. Alá contuvo sus lágrimas e hizo el desierto.

**** Tu vestido huele a incienso (y lo huelo). ¿Qué hay en ti que sabe a dátil y no lo pruebo?

*** El sol quiebra el horizonte y repinta la arena. Hamid se postra sobre la alfombra y reza. Mientras, recojo las sombras de las dunas y se las ofrezco, volteándolas, al Altísimo.

***

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Frotamos las narices y dije: "Alá sea loado"; pero no me respondiste. Me tomaste de la mano y me llevaste a tu alcoba de piel de cabra. Ahora sé que fue un sueño vano.

*** Las sombras caídas revelan la llegada de la noche. Tus labios entreabiertos invitan al nómada al hogar.

*** Ni el sol ni el viento doblegaron tu piel azafrán. Serán las horas quienes lo harán.

*** Dicen que es cruel e impía, pero no han visto asomar el alba en sus ojos brumos, ni yacer las estrellas en su dulce melancolía.

***

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Esos muros de adobe ocultan tu intimidad, pero no pueden impedir que yo te sueñe, ni que te lleve asida en mi túnica negra. Y, si Alá así lo dispone, un día te haré mía, devorando en la arena tu ardor de serpiente.

*** El agua tiene su ley y la sigue, tiene su devenir y fluye, escorrentía furiosa, enemiga vital, ansia de arena, suspiro en vendaval.

*** Semblanza de volcán, tu tez hembruna; la mía, con tinte índigo y azulado. ¿No será nuestra unión reflejo de un litoral apasionado?

*** El marabut me alertó un día: -Hay un espíritu maléfico en el árbol. Desde entonces desprecio su sombra, duermo contigo al raso.

***

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Los muros de Timimonn, el color de tu carne; los necabitas, hijos de un sol desalmado; la tumba del marabut, corazón de cal al aire; las sombras, retazos de un cielo estrellado.

*** La soledad del que mira hiere la inmensidad de la mirada. El pasajero gira con el sol, pero nadie se percata, otea el horizonte antes de la alborada.

*** Sacio mi sed bebiendo el dulce té que me da tu cuerpo.

*** ¡Oh, Alá, socórreme, tengo sed! ¡Oh, Alá, guíame, estoy perdido! ¡Oh, Alá, sálvame, he pecado! (¿Por qué a la víbora el viento le lame su rastro?)

***

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Ocurre que no puedo adivinar tu cielo, ni surcar tambaleante tus mares; pero tal vez pueda descorrer tu velo y besar tu dulce semblante.

*** Nosotros, peregrinos natos, buscamos una salida del Edén legendario. Somos hijos del desierto y ser arena es cuanto ansiamos.

*** Como un gigantesco manto de oleaje, que atravesara playa y fuera adentro tierra, así invade el desierto a la maleza, devorando hierbas, arbustos, arboleda, imponiendo una ley de grandeza. Mientras, el búho, quieto, no cesa de mirar tal belleza.

*** Porque un día fui arena, y ella lo sabe, conservará mi cuerpo cuando yo muera.

***

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El peregrino desatinado desertiza el desierto. El pertinaz viajero, con su obstinación legendaria, con sus descabellados señuelos, roba la savia al campo yermo. El caminante camina en caravana, secando los oasis que halla en su marcha.

*** Sal y viento, cal y sol, oscuros alimentos para este pan cósmico, que en el remoto comienzo despreciaron los dioses más maléficos de todo el universo.

*** Tengo una vívida memoria de los caminos sepultados por las dunas, pero mi vista se oscurece en el día y de la ruta a seguir tengo dudas.

***

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Me despojaron de mi suelo, me expusieron a Satán y a su infierno, mas yo me hice gota de lluvia y me colé en lo más profundo, adentro.

*** Como agua de escorrentía, así es mi consuelo, porque tú no me dejaste, no, sólo que nos perdimos en el encuentro.

*** Todavía reverbera tu poderío en la brisa, aunque yazcas en tumba abierta durante la noche o te acurruques en los rayos mortecinos del atardecer, ruinas de Dougga, dos mil años después.

*** Una inundación repentina ahogó la mata soledumbrada. Un relámpago divino encenderá mi pasión aletargada.

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*** El viajero atraviesa el vacío con tesón, intuye cuál es la senda oculta. El viento esconde el rastro que dejó.

*** El desierto: el mayor recuerdo del mar.

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Antonio Gómez Hueso Bibliografía

EL VACÍO AL DESNUDO 1986. Poesía. El Paisaje. Bilbao.

ANTONIO 1986. Teatro. Edición del autor. Jaén.

CIEN PÁJAROS CORTEJANDO AL FÉNIX 1990. Poesía. Patronato de Cultura. Torredonjimeno.

PIEDRA Y AGUA EN EL COITO DE LOS SIGLOS 1996. Poesía. Alcance. Andújar.

NEGROCARBÓN Y LAS SIETE GIGANTAS 1996. Relato. Junta de Extremadura. Mérida.

JAZZ QUE DISIPA LAS NUBES 2003. Poesía. Centro de Estudios Históricos de Andalucía. Málaga.

EL MÁS BELLO JARDÍN 2008. Poesía. El Taller del Poeta. Pontevedra.

PLAQUETES:

Ultratextual 2004. Torredonjimeno. Antología poética.

Iznájar, 1983 2003. Torredonjimeno. Teatro.

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ANTOLOGÍAS Y LIBROS COLECTIVOS

International Poetry Yearbook 1989. Moorhead State University, IWA. USA Antología de Poesía Contemporánea 1990. Livros Universo. Lisboa.

Desde Jaén, nunca más 1991.Área de Cultura de IU. Jaén.

En torno a la Educación 1992. Ayuntamiento de Torredonjimeno.

Antonio Gómez Hueso / Soledad Zurera 1996."Poetas en el Aula". Junta de Andalucía. Sevilla.

Cien Relatos Geniales 1999. Ed. Jamais. Sevilla.

Relatos Cortos 1999. Ayuntamiento de Vélez - Málaga.

Penumbra y amanecer 2003. Centro de Estudios Poéticos. Madrid.

Palabras para la paz 2003. Universidad de Jaén.

S. F. Aragüez 2004. Universidad de Málaga.

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Un velero de libertad 2006. Diario Jaén, S.A.

S. F. Aragüez 2006. Ayuntamiento de Frigiliana.

Los diedros del sol 2006. Ediciones Inesperadas. El Liñuelo. Torredonjimeno.

Històries de la Historia 2006. Ajuntament de Constantí / Silva Editorial. Tarragona.

El libro y su autor 2007. Lulu Editorial. Morrisville. USA.

V Encuentro Nacional de Escritores 2007. El Taller del Poeta. Pontevedra.

XIII Premio de Cuentos Carmen Báez 2007. Colectivo Artístico. Moreila. México.

A contrarreloj 2007. Editorial Hipálage. Osuna, Sevilla.

Poemas para un minuto 2007. Editorial Hipálage. Osuna, Sevilla.

VI Encuentro Nacional de Escritores 2008. El Taller del Poeta. Pontevedra.

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índice el más bello jardín ..............................................5 la creación ..........................................................6 milagro cotidiano ...............................................7 elogio de mi camello ..........................................9 avanza la caravana............................................11 ¿dónde está la verdad? .....................................14 tristeza del agua................................................15 la sombra de los ausentes .................................17 añoranza en ruta ...............................................19 beduina .............................................................20 devoción a ras de suelo ....................................21 elogio del desierto ............................................23 panorámica del erial .........................................24 todo cambia ......................................................25 así me hizo........................................................26 impresión..........................................................27 ciertos indicios de muerte.................................28 isla rememorada ...............................................29 materia de mi codicia .......................................31 momentos y movimientos ................................32 el retorno del beduino.......................................33 elogio de las palmeras ......................................34 canto de paz de los tuaregs...............................35 lascivamente tuyo.............................................37

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semblante del jardín universal..........................38 visión desde lo incierto.....................................39 el reposo del infame .........................................40 retrato de mujer ................................................42 el silencio..........................................................44 bajo el sopor del sol..........................................47 plegaria del tuareg errante................................49 acaso, tal vez... .................................................50 el eco de su presencia.......................................51 sombra que ilumina ..........................................52 entre las estrellas y la arena..............................54 la mano en el alma............................................55 omnipresencia de la momia..............................56 anábasis ............................................................57 visión desde la última duna..............................58 espejismos del alma (epigramas) .....................61 Antonio Gómez Hueso. Bibliografía ...............70 índice ................................................................73

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