El Matadragones que tenía el corazón pesaroso

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EL MATADRAGONES QUE TENA EL CORAZN PESAROSO

MARCIA GRAD POWERS

EL MATADRAGONES QUE TENA EL CORAZN PESAROSOUna conmovedora historia sobre cmo encontrar la felicidad y la serenidad... . . . aunque no consigamos las cosas que de verdad, DE VERDAD, deseamos

EDICIONES OBELISCOSi este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de nuestras publicaciones, escrbanos indicndonos qu temas son de su inters (Astrologa, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradicin...) y gustosamente le complaceremos. Puede consultar nuestro catlogo en www.edicionesobelisco.com

Coleccin Narrativa

EL MATADRAGONES QUE TENA EL CORAZN PESAROSO Murcia Powers1a edicin: Diciembre de 2004 2a edicin: Enero de 2005 Ttulo original: The Dragn Slayer with a Heavy Heart Traduccin: Antonio Cutanda Maquetacin: Nathlia Campillo Ilustracin y diseo de cubierta: Armando Gaviglia 2003 by Marcia Powers (Reservados todos los derechos) 2004 by Ediciones Obelisco, S.L. (Reservados los derechos para la presente edicin) Publicado por acuerdo con Melvin Powers Wilshire Book Company 12015 Sherman Road, No. Hollywood, California 91605-3781, USA Edita: Ediciones Obelisco S.L. Per IV, 78 (Edif. Pedro IV) 3a planta 5a puerta. 08005 Barcelona-Espafia Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23 E-mail: [email protected] ISBN: 84-9777-146-X Depsito Legal: B-2.732-2005 Printed in Spain Impreso en Espaa en los talleres grficos de Romany/Valls S.A. Verdaguer, 1 - 08076 Capellades (Barcelona) Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacin, incluso el diseo de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningn medio, ya sea electrnico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o electrogrfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Mi ms profundo agradecimiento a Carole Foley, por su dedicacin y su disposicin durante la preparacin de este libro para su publicacin. Mis ms encarecidas gracias a Melvin Powers, por su apoyo y su entusiasmo por mis cuentos, que transmiten principios de desarrollo psicolgico.

Al doctor Albert Ellis, mi maestro y amigo, cuya filosofa y tcnicas, reconocidas internacionalmente, han transformado para siempre el rostro de la psicologa y han iluminado los corazones de personas de todo el mundo. En recuerdo del doctor Reinhold Niebuhr, cuya famosa e inspirada Oracin de la Serenidad ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en luz y gua de millones de personas.

Captulo Uno

La Grave Situacin del MatadragonesHace mucho tiempo, en una tierra lejana, vivi un famoso matadragones llamado Duke. Era tan rpido como un rayo, tan poderoso como un tornado, y era capaz de matar a su presa con una simple estocada. No es de extraar que fuera el matadragones nmero uno en todo el pas, al igual que lo haban sido su padre y el padre de su padre. Duke constitua una imagen familiar, corriendo por las adoquinadas calles con su carro dragn rojo brillante, tirado por unos majestuosos corceles blancos. Su fiel compinche canino, Prince, se sentaba a su vera, y ladraba nervioso a los viandantes para que se hicieran a un lado. La gente saludaba y aclamaba a su indmito hroe cuando le vean pasar. Aunque no estuviera en plena misin, Duke siempre se desplazaba con su carro dragn, listo para acudir de inmediato dondequiera que hubiese una emergencia. Era verdaderamente un hroe hecho y derecho, un hombre en todos los sentidos, y el sueo de cualquier mujer. Al menos, eso era lo que las damas decan siempre... cuando le conocan. Fuera de servicio, su pasatiempo favorito era relajarse en la Tienda del Hroe, echando un vistazo a lo ltimo en herramientas de hroes, o pasando el rato en el Bar de Jugos y Zumos de la tienda, intercambiando historias con sus heroicos colegas. A veces, los fines de semana, llevaba a su hijo a la tienda. Un sbado por la tarde, se sentaron en el bar de jugos para tomarse su habitual Megafrutas Especial y picar unos Macho Mochas, mientras los amigotes de Duke contaban historias verdicas sobre los dragones a los que haban dado muerte, los aldeanos a los que haban protegido, los fuegos que haban combatido y los cuidados de urgencias que haban administrado. Duke se inclin sobre Jonathan. Cada vez que te traigo aqu, Johnny, me acuerdo de lo mucho que me emocionaba venir a este mismo bar con mi padre y mi abuelo, para escuchar grandes aventuras, como las que t ests escuchando ahora. Lo s, padre dijo Jonathan, sonriendo incmodo-,

pero tengo deberes que hacer. Me puedo ir ya? Hum, bueno, supongo que s respondi Duke, decepcionado por la falta de entusiasmo de Jonathan. Al salir, Duke seal a un espacio vaco que haba junto a su propio retrato, el de su padre y el de su abuelo, que destacaban en el Muro de la Fama de los Hroes. Recuerda, Johnny, ah es donde colgar tu retrato algn da -dijo con orgullo. Jonathan afirm con la cabeza y sigui caminando hacia la salida sin mirar los cuadros. Duke suspir y se volvi una vez ms a mirar los retratos, recordando el entusiasmo que haba sentido l cuando su propio padre le haba sealado al mismo muro y le haba dicho las mismas palabreas. La profeca de mi padre se hizo realidad, pens Duke, y la ma tambin se har realidad! A la maana siguiente, Duke se sent a desayunar con su esposa, leyendo el Kingdom Times. Al sentir que ella le miraba, Duke levant los ojos y sse encontr con su anhelante mirada. Qu ocurre, Allie? -pregunt. Slo me preguntaba... -dijo ella en voz baja. l volvi al peridico. Qu te preguntabas? Me preguntaba cmo puedo quererte tanto y, sin embargo, saber tan poco de ti -dijo con un ligero temblor en la voz. Oh, Allie, no empieces de nuevo, por favor. Pero es que nunca me hablas. Cmo puedes decir eso? -dijo l, dejando a un lado el peridico-. Te hablo a todas horas. Ahora mismo te estoy hablando. Ya te lo dije. No me hablas de lo que realmente importa. En la mitad de las ocasiones en las que intento contarte lo que est ocurriendo por aqu, tu cabeza est en otro mundo. Qu quieres decir? -pregunt consternado-. T eres mi mundo, Allie; t y Johnny. Lo sabes. A veces, no lo parece. Me gustara que estuviramos ms cerca. Me gustara saber del Duke verdadero, del hombre que se esconde dentro de ese disfraz de matadragones. T sabes que nunca se me ha dado bien todo eso -dijo l. Y flexionando sus bceps en tono burln, aadi: Vamos, Allie, toca estos msculos como solas hacer. Pero ella baj la cabeza para ocultar las lgrimas, que rebosaban en sus ojos. l se le acerc para tomarla entre sus brazos, pero ella le apart. No tienes por qu ser fuerte siempre -murmur. Eso es lo que se supone que yo tena que ser. Soy un hroe matadragones duro y fuerte, recuerdas? Ella suspir. Eres igual que tu padre, creyendo saber siempre cmo deben ser las cosas. Y qu tiene eso de malo? Nunca o a mi madre quejarse. Adems, yo no he cambiado. Soy el mismo de siempre.

Aqul del que te enamoraste. Vamos, Allie, sabes que no te gustara que fuera de otra manera. Allie levant las manos en seal de frustracin. Simplemente, no has conseguido ser de otra manera! -grit. Y, levantndose, se fue corriendo a su habitacin. Duke se levant y fue tras ella. No, no lo he conseguido, Allie! Soy como soy, y t no deberas forzarme a ser quien no soy. No est bien! Pues, si no est bien, por qu ests forzando siempre a Jonathan para que sea lo que no es? -grit ella, cerrando el dormitorio de un portazo. Duke se hundi en la silla ms cercana. Mujeres! -dijo exasperado. Su padre tena razn: es ms fcil matar a un dragn que entender a una mujer. El distanciamiento entre Duke y Allie fue en aumento hasta que, finalmente, un da, Allie dijo: Estoy tan sola cuando ests aqu como cuando no ests. No estoy dispuesta a seguir as. Le dijo que tomara sus herramientas de hroe, sus trofeos y sus premios, y en especial sus ideas de cmo deberan y no deberan ser las cosas, que tomara a su perro, que se subiera en su carro dragn y que se las apaara en la vida sin ella. Duke estaba indignado. Pero, si somos la pareja perfecta, Allie protest-. T sabes que somos la pareja perfecta. Todo el mundo lo cree as! Pero Allie se mantuvo firme. El dolor se le clav a Duke como un cuchillo. Enfurecido, recogi sus pertenencias y las meti en varios cofres, que introdujo uno a uno a empellones en el carro dragn. Se subi al asiento, llam a Prince con un silbido y parti. Esto no debera ser as! mascull entre dientes. No es justo! Es tremendo!Terrible!'No me puede hacer esto a m! Sobre las adoquinadas calles y una vez pasada la plaza del pueblo, mascull, call y volvi a mascullar, a lo largo del camino que llevaba a un castillo de soltero amueblado, de alquiler, que se encontraba en las afueras de la ciudad. Mientras Prince iba detrs de l entrando y saliendo del castillo, Duke descarg el carro con desgana, sin dejar de pensar en el modo en que Allie haba echado a perder su vida. Por qu haba sucedido esto? Se haba pasado los aos protegindola del peligro y del miedo que formaban parte de su vida cotidiana, y as era como se lo agradeca! Cuando termin, se qued mirando la antesala, llena de cofres con las buenas herramientas de hroe, con sus trofeos y premios esforzadamente conquistados, y con el resto de pertenencias, todo en el suelo de un castillo que no le perteneca. Sacudi la cabeza. En bonito lo me has metido, Allie -se quej, incapaz de recordar dnde habra escuchado aquello antes. Despus, comenz a desembalar, mientras Prince se precipitaba de habitacin en habitacin, olisqueando aqu y all, familiarizndose con su nueva casa. Irritado por no haber tenido tiempo para etiquetar los

cofres, Duke levant la tapa del cofre ms cercano y mir en su interior. Arriba del todo haba una bolsa de terciopelo prpura; en ella guardaba una espada especial, que haba hecho forjar para regalrsela a su hijo en su decimotercer cumpleaos. Tom la bolsa y sac la espada. Llevaba grabadas las iniciales de Jonathan justo debajo de la empuadura de marfil tallado, junto al blasn de la familia. Duke admir la espada. Era un arma de la que se sentira orgulloso cualquier matadragones. Pero, pensando en su hijo, su furia se torn tristeza. Ya echaba de menos a Jonathan, an habiendo sido tan frustrante estar con l en los ltimos das. Se le estaba haciendo difcil conseguir que fuera a las clases de esgrima y lanzamiento de jabalina. Y tampoco le entusiasmaba demasiado pasar el rato en la Tienda del Hroe. Por qu?, se preguntaba Duke. Cualquier muchacho se habra entusiasmado haciendo estas cosas! Con el estmago como nata agitndose en una mantequera, Duke dej la espada y se puso a pasear arriba y abajo, hablando consigo mismo y haciendo crujir los nudillos. Intentaba exprimir su pensamiento, mientras caminaba y haca crujir los nudillos. Siempre a punto para cualquier ejercicio extra, Prince le segua, delante y detrs. Claro est que no poda caminar demasiado bien, porque tena que ir esquivando demasiados cofres. Yo debera estar en mi casa -refunfu Duke-, ensendole a mi hijo cmo cumplir con su destino! Cmo voy a llevarle por el buen camino si ni siquiera vivimos en el mismo castillo? Empez a caminar ms rpido, levantando la voz. Alguien tiene que hacer que ese remoln matadragones en formacin vaya a sus clases y practique! Qu voy a hacer? De repente, Duke se percat de que senta un extrao peso en su pecho. Pens en ignorarlo, suponiendo que se le pasara. Pero a lo largo de la noche, mientras desembalaba (parando de vez en cuando para pasear, crujir nudillos y refunfuar un poco ms), la pesadumbre fue a ms. Cuando se despert, al amanecer, senta tanto peso en el pecho, que pens que Prince se haba echado encima de l; pero su mejor amigo estaba tumbado a un lado. Lo que faltaba! -dijo Duke-. Slo me faltaba ponerme enfermo ahora. Y toda la culpa la tiene Allie! En primer lugar, me echa de mi propio castillo; y, ahora, esto. Pero result que el matadragones no enferm, a pesar de que la pesadez que senta no se le iba. Echaba de menos ver a su hijo al levantarse por la maana, o cuando se iba a la cama por las noches. Y, por mucho que se enfadara con Allie, tambin la echaba de menos a ella, as como a su castillo y la vida que llevaban juntos. Recomponer su vida no iba a ser fcil, pero pasado un tiempo decidi que hara bien en intentarlo. No pas mucho tiempo antes de que Duke empezara a quedar con Cindy, una de las explosivas rubias que servan en el Bar de Jugos, y el nuevo romance alivi en parte la

pesadumbre de su pecho. Creyendo que todo iba bien, a Duke le pill desprevenido cuando, despus de varios meses vindose, Cindy empez a quejarse de que l no hablaba con ella de verdad, y que se estaba empezando a cansar de tanto esfuerzo por comunicarse con l. Una tibia noche de verano, la pareja asisti a una interpretacin musical de los Trovadores Ambulantes en el Viejo Teatro de Calle, en la plaza del pueblo. En el entreacto, Duke se dirigi a Cindy: No has dicho una palabra desde que te recog, y cada vez que intento tomarte de la mano la apartas. Qu es lo que ocurre? Un gesto de dolor cruz el rostro de Cindy. No es nada. Vamos, Cindy la inst. Dmelo. No es buen momento, ni lugar dijo ella en voz baja-. Estaba pensando en decrtelo despus. No me pienso pasar toda la noche as. Dmelo ahora. Las palabras que Cindy haba estado reteniendo durante un tiempo salieron ahora a borbotones. No puedo seguir as. Bebo yo ms jugo del que sirvo a los clientes. Quiero algo ms que un superhroe que admirar. Crea que te gustaban los hroes grandes, fuertes, duros y recios respondi Duke, mientras exhiba sus bceps juguetonamente. S, me gustan, pero no es suficiente. l intent pasarle el brazo alrededor, pero ella suspir y lo rechaz. No lo entiendes. Algo incmodo, vago y familiar, apareci dentro de l. Escucha, Cindy, soy como soy. No deberas forzarme a que sea lo que no soy. No est bien. Bueno, tampoco est bien para m estar tan sola cuando estoy contigo como cuando no ests. Eso es lo que hay, Duke el Matadragones. Hemos terminado. Pero... Nada de lo que digas me va a hacer cambiar de opinin dijo ella con rotundidad. Y ya no vengas ms a buscarme a la Tienda del Hroe. Necesito un cambio de paisaje. Me voy a la Playa del Msculo. Me han dicho que es el mejor sitio para que una chica supere la depre. Cindy se levant, se puso el bolso bajo el brazo y, apartndose el cabello con un movimiento de cabeza, sali de su vida. Cuando Duke volvi a casa, a su castillo alquilado, se puso a dar vueltas como un len enjaulado, haciendo crujir sus nudillos, dndole vueltas a las palabras de Cindy. No me lo puedo creer! gimi. No es justo! Cmo me puede volver a ocurrir esto? Debera haberlo imaginado, antes que confiar en otra mujer. Fui un estpido por dejarme embaucar! De repente, oy en su cabeza la voz de Allie tambin, con tanta claridad como si hubiera estado all mismo. Se tap los

odos, intentando no escuchar las voces de las mujeres. Pero eso no funcion, de modo que prob a hablar por encima de ellas, pero las voces se hicieron ms fuertes. Y no tardaron en terminar vociferando los tres. Eso es! bram. Eso es lo que pasa con las mujeres! Caen sobre ti y, despus, bam!, intentan cambiarte. Primero, te quieren de una manera y, luego, te quieren de otra. Uno no puede vencer! Nunca ms volver a pasar por ah! Despotric y dijo barbaridades sin fin de Cindy y de Allie, hasta que qued exhausto. Cuando cay en la cama, el pecho le pesaba como nunca antes le haba pesado. Con el paso de los das, la pesadumbre del corazn de Duke fue en aumento, y su energa decreci. Y con el paso de los das, su dolencia se le hizo ms y ms fastidiosa. Prob a ordenar que se le fuera aquel peso, pero ste se negaba a dejarse intimidar. El malestar que senta en su pecho lleg a despertarle por la noche, pasndose las horas en la cama preguntndose por qu ocurra aquello y preocupndose por ello. No tard mucho en necesitar dormir la siesta por la tarde para poder pasar el da, algo que resultaba de lo ms problemtico cuando tena que salir en una misin de matadragones. Decidi irse a la cama ms pronto, pero lo nico que consigui con eso fue pasarse ms horas dndole vueltas a la cabeza. Al final, el matadragones pens que sera conveniente buscar ayuda, de manera que fue en busca del mdico real. Ya no puedo soportarlo! -le dijo Duke-. Tiene usted que averiguar qu es lo que anda mal en m y darme uno de sus tnicos para liberarme de ello! El mdico le hizo un concienzudo examen. Est usted perfectamente le anunci. Usted le llama a esto perfecto? -salt Duke, llevndose el puo al pecho. Me gustara poder ayudarle -respondi el mdico comprensivamente-, pero no conozco ningn tnico que cure la pesadumbre de su corazn. Mi corazn? El mdico afirm con la cabeza. Lo siento, pero este tipo de problema se halla fuera de mis competencias. El pnico se aferr a la garganta de Duke. Usted es el mejor mdico del reino! Si usted no puede ayudarme, quin lo va a hacer? El mdico lo pens por un instante. Quizs un especialista. He odo hablar de un Sabio que puede resolver hasta los problemas ms difciles y desconcertantes. Quizs l pueda darle una respuesta. A Duke se le ilumin el rostro. Un especialista! Eso es! Dnde puedo encontrarlo? Pero por desgracia, el mdico no tena ni la ms remota idea. Duke estuvo preguntando en la Tienda del Hroe y, aunque muchas personas haban odo hablar del Sabio, algunos comentaron que no era ms que un mito y nadie saba dnde encontrarlo. Poco despus lleg el cumpleaos de Jonathan y, aunque

Duke no haba estado para fiestas en todo aquel tiempo, invit a algunos de los amigos de su hijo y a los asiduos de la Tienda del Hroe para darle una sorpresa al muchacho. Haba encargado el pastel de cumpleaos favorito de Jonathan, doble de chocolate con relleno de manteca de cacahuete. Tras la cena, trajeron el pastel y lo mantuvieron en alto para que todo el mundo lo viera. Duke ley en voz alta, con orgullo, lo que pona encima con glaseado rojo: Feliz 13 Cumpleaos, Johnny, Futuro Matadragones n 1. Los invitados levantaron las copas. Por Johnny -clam un coro de voces. El muchacho se movi inquieto en su asiento, jugando nervioso con la servilleta en su regazo. Duke puso sobre la mesa, delante de su hijo, un largo y estrecho paquete, pulcramente envuelto. Jonathan lo abri metdicamente, apareciendo una bolsa de terciopelo prpura. Desanud el cordn y sac la espada que Duke haba reservado para aquel da. Era una copia exacta de la famosa espada de Duke, espada que le hiciera y regalara su padre mucho tiempo atrs, cuando cumpli los trece aos; espada que, a su vez, era una copia de las que usaran su padre y su abuelo; las cuales, estaban convencidos, les haban sido de gran ayuda para llevarles a la cima del negocio de matar dragones. Por toda la habitacin resonaron los ohs y los ahs, y la cabeza de Duke se aneg en el recuerdo de lo orgulloso y emocionado que se haba sentido cuando le regalaron a l su espada. Johnny comenz a hablar, ste es, ciertamente, un gran momento en tu... No puedo aceptarla, padre le interrumpi Jonathan devolvindole la espada-. Ya no puedo aceptar nada de todo esto! El chico dej la espada en las manos de su padre. Duke estaba atnito. Todos los asistentes se movieron incmodos en sus asientos. Estoy cansado de ir adonde no quiero ir y de hacer lo que no me gusta hacer -le espet Jonathan. Odio las clases de lanzamiento de jabalina. No soy bueno en esgrima. Siempre me estoy lastimando. Me gusta ms el ajedrez que las justas, y prefiero las conferencias de la Academia Real a las historias de la Tienda del Hroe. No puedo ser lo que t quieres que sea, padre. Nunca ser un matadragones. Y soy Jonathan, no Johnny. El labio inferior empez a temblarle. Lo siento. Lo siento, padre, pero no puedo ser t. Y, luego, sali apresuradamente de la habitacin. Los invitados desfilaron como si estuvieran saliendo de un funeral. Algunos se detuvieron para estrechar comprensivamente la temblorosa mano de Duke; otros le dieron unas palmaditas en la espalda. Casi todos evitaron encontrarse con su mirada. Duke encontr a Jonathan sentado en el carro dragn. Puso la espada en la parte trasera y llev a su hijo a casa. Los nicos sonidos que se escuchaban eran el rechinar de las ruedas

del carro y el golpeteo hueco de los cascos de los caballos sobre los adoquines de las calles. La cabeza de Duke no paraba. Es horrendo! Terrible! Que nunca llegue a ser un matadragones! Mi hijo deba ser lo que se supona que tena que ser, aquello para lo que naci. Tendr que cambiar!Faltara ms! Pero Duke estaba demasiado disgustado y tena demasiado miedo de lo que podra decir de lo que podran decirse ambos, como para hablar en aquel momento con Jonathan. Despus de lo que se le antoj un viaje interminable, Duke detuvo el carro dragn delante de su antiguo castillo. Jonathan mir a su padre con tristeza. Por qu no te gusto como soy, como hace Edward? Quin es Edward? -pregunt Duke, sintiendo como si alguien le estuviera apualando el estmago. Es el amigo fuerte de mam. Le conoc una noche, cuando estaba dando una conferencia en la Academia Real. Bueno, no importa. No debera haberlo mencionado. Mientras Duke intentaba responder, Jonathan baj del carro. Buenas noches, padre dijo con delicadeza, bajando la cabeza. Lo siento. No pretenda arruinarte la sorpresa. Despus, se dio la vuelta y se dirigi, con los hombros cados, hacia la puerta del castillo. Tras ver entrar a su hijo, Duke alarg la mano y acarici a Prince. Qu voy a hacer, eh, amigo? Aquella noche, la pesadumbre del pecho de Duke se agrav an ms. Era como si tuviera un guijarro en el corazn. Es culpa tuya, Johnny dijo, golpendose con el puo en el pecho. Y eres Johnny, no Jonathan! T nunca sers Jonathan, si tengo algo que ver en ello, no importa lo que el tal Edward diga. Me oyes? Cmo me has podido hacer esto, despus de todo lo que he hecho por ti? No est bien! No es justo! No me merezco esto! No te voy a dejar en paz hasta el da que me muera! A partir de entonces, Duke empez a mirarse todos los das en el espejo para ver si pareca tan pesado como se senta. Da a da, se iba viendo ms y ms triste, y ms cansado, pero no ms gordo. Con el paso de los das, el corazn se le hizo ms y ms pesaroso, con la carga de todo lo que debera ser y todo lo que no debera ser, con todo lo que tendra que ser y todo lo que no tendra que ser, con todo lo que se supone que habra de ser o no, con todo lo terrible y lo horrible, y con todo lo que no poda soportar. Y a medida que aumentaba la pesadumbre, la velocidad de rayo de la que Duke haca gala comenz a desvanecerse. Ya no poda correr hasta el carro dragn y saltar sobre el asiento cuando se le llamaba a una misin. Su elaborado y saltarn juego de piernas, que sola utilizar para fascinar a los dragones antes de lanzarse a matar, pareca ahora ms bien un vals. Afortunadamente, nadie excepto Prince haba tenido ocasin de presenciar esto, y siempre podra contar con l para que le guardara sus secretos de matadragones. Pero

Duke saba que, si su lentitud segua avanzando, sera cuestin de tiempo el que sus misiones comenzaran a conllevar riesgos y que empezaran a circular rumores. Y no poda permitir que eso sucediera. Tena que hacer algo, y rpido. Prob a ponerse compresas de hielo en el pecho, pensando que, quizs as, encogiera su pesaroso corazn. Pero fue una prdida de tiempo total, y era una lata tener que limpiar los charcos que haca el hielo al fundirse. Despus, Duke fue a la Tienda del Hroe y se compr un pectoral ligero, un escudo facial y un par de botas ultraligeras. Pero eso tampoco funcion, de modo que se decidi a llevar una dieta estricta. Quizs pueda perder peso con ms rapidez de lo que lo gana mi corazn, pens. Pero tampoco hubo suerte. Duke se estaba quedando sin opciones. Intent ahogar sus penas una noche, enjugndose en la Tienda del Hroe, pero lo nico que consigui fue ponerse en tan lamentable estado, que al volver a casa se meti en su antiguo castillo y lo echaron de nuevo. Con el tiempo, el corazn lleg a pesarle tanto, que tena que apoyarse de espaldas para no caer de bruces. Esto le supona un gran problema, en especial cuando estaba cargando contra un dragn. En dos ocasiones estuvo a punto de irse de narices al suelo. Prob a ponerse en la espalda un macuto cargado de piedras para equilibrar el peso, pero era algo tan voluminoso que difcilmente se poda dar la vuelta. Duke saba demasiado bien que, en su negocio, ser lento o no tener equilibrio poda significar un desastre, pero no saba que ms poda hacer. Haba intentado todo lo que se le haba ocurrido. Pensar en sus problemas le desconcentraba cada vez ms y, con frecuencia, no se daba cuenta de que haba dejado de prestar atencin a lo que estaba haciendo hasta que era demasiado tarde. Se iba topando con todo, y se estaba haciendo olvidadizo. Tambin empez a temer perder la presa de mano cuando se le escurri una jarra de sidra de manzana de entre los dedos, estrellndose en el suelo de piedra y hacindose aicos. Prince lleg corriendo y derrapando, parando justo a tiempo, antes de meter las patas en aquel desastre. Qudate ah, chico! le grit. Se inclin, apoyando la mano en la pierna, para poder soportar el peso del corazn, y se puso a recoger los trozos ms grandes de la jarra. Pero, de repente, se cort con uno de los pedazos. Maldicin! gru. Se ech algo de licor sobre la herida y se puso una venda limpia, intentando no pensar en qu ms podra salirle mal. Aunque, en realidad, no importaba. Nada importaba ya demasiado.

Captulo Dos

Una Misin InolvidableA la maana siguiente, Duke paseaba de aqu para all preocupado, haciendo crujir los nudillos y quejndose ante Prince. He odo hablar de gente que tena pesadumbre de corazn, pero esto es ridculo! Allie, Cindy y Johnny estn arruinando mi vida! Estaba furioso con ellos por haberle provocado aquella pesadumbre de corazn, y estaba enfadado consigo mismo por no ser capaz de liberarse de ella. A veces, incluso, se enfadaba consigo mismo por estar enfadado. Est mal! Todo mal! Todo est mal! -deca-. Las cosas no deberan ser as. Deberan ser como se supone que tienen que ser, como tendran que ser, como suelen ser. No lo puedo soportar! Cansado al parecer de tanto ir de aqu para all al lado de Duke en los ltimos tiempos, Prince dej el paseo por esta vez. Sin embargo, no estuvo mucho tiempo sentado, pues un ruido de picoteo le llev hasta la ventana. Duke sonri al ver al palomo mensajero del Servicio de Mensajera de Urgencias. Abri la ventana. Hola! Hola, Sebastin! (en espaol en el original) El palomo, enamorado de la msica latina, bailaba sobre una pata a ritmo de chachach hop, hop, hop-hop-hop-, mientras tenda la otra pata hacia Duke. En ella, tena una banda elstica con una nota enrollada. Evidentemente, el matadragones ya saba que cada vez que vena Sebastin era para entregar un mensaje, pero Sebastin no sera Sebastin sin su baile. Gracias dijo Duke. Tom la nota, intranquilo al pensar en la inminente misin, y despidi al palomo con la mano mientras se iba. Ley el mensaje y suspir. De acuerdo, chico. Hay un dragn que matar. Vamos. Prince sali corriendo hacia la puerta trasera, ladrando una y otra vez, hasta que Duke le dio alcance. Luego, sali corriendo en direccin al granero, mientras el matadragones le segua con el paso cansino. El perro no dejaba de dar saltos impacientemente, mientras Duke forcejeaba para ponerse su atuendo retardante del fuego sobre la ropa. Se cambi las botas y enganch los caballos. Mientras Prince y l cruzaban las calles en el carro dragn, senta tanto pesar en el corazn que ya no lata excitado como sola hacerlo. Tampoco le excitaban los saludos y los vtores de los aldeanos al pasar. Era como si todo aquello le aburriera. El cielo, al igual que su humor, se encapot con unas oscuras y siniestras nubes. Un humor gris puede hacer un da gris?, se pregunt. Se alegr de llevar su equipo de inclemencias del tiempo en el portaequipajes de herramientas de hroe que llevaba en su carro. Uno nunca saba cuando iba a necesitar su supertraje de matadragones de todo tiempo, con botas antideslizantes, guanteletes de firme agarre y escudo facial con desviador de lluvia. Para cuando Prince y l llegaron a la cueva donde se

haba avistado al dragn, comenz a caer una lluvia fina. Su presa no estaba a la vista. Lstima que no llueva con ms fuerza, pens Duke, recordando cuntas veces se haba aprovechado del mal tiempo. Prince se puso a olfatear al dragn, y Duke, saltando con rapidez, fue tras l. Los truenos, el viento y el ruido de la lluvia al caer sobre las rocas engulleron el sonido de sus pasos y el de la espada al desenfundarla. Normalmente, en pocos minutos estara todo resuelto. Aunque emboscar a un dragn por detrs era la tcnica ms segura, Duke sola preferir el desafo cara a cara, hombre y dragn, y empleaba sus movimientos de experto para imponerse con soltura y rapidez. Era una cuestin de honor, y de emocin en la contienda. Pero esta vez fue diferente. Esta vez, Duke se estremeci al pensar en un combate cara a cara con una poderosa y gigantesca fiera que escupa fuego. Evalu la situacin con detenimiento, como hubiera hecho cualquier matadragones. En su actual estado, no poda moverse mucho ms rpido que un lento y torpe dragn, y tena mucha menos firmeza en sus pies. Si hubo alguna vez un da en que fuera buena idea confiar en el elemento sorpresa, ese da era aqul. Pero no era probable pillar al dragn desprevenido, a menos que la tormenta empeorara pronto; y con eso no poda contar. Adems, sospechaba que el dragn estara dentro de la cueva, y le iba a resultar muy difcil ponerse detrs de l sin que lo detectara. Duke saba que tendra que buscar otra forma mejor para hacer su trabajo. Entonces, tuvo una idea. Le hizo seales a Prince para que entrara en la cueva e hiciera salir al dragn. Mientras tanto, trep a unas rocas que haba por encima de la entrada de la cueva y se puso a esperar. Cuando Prince sali corriendo de la cueva, vio salir tambin al dragn, movindose pesadamente tras l. Duke esper en silencio hasta que la bestia pas por debajo y, entonces, salt al suelo unos metros por detrs del dragn. Pero en el momento en que toc el suelo sinti un dolor agudo en el tobillo, y dio con todo su cuerpo en la tierra sucia y hmeda. ...dito sea este exceso de peso! El dragn de detuvo, se dio la vuelta y se qued mirndole. Duke nunca haba visto un dragn desde el suelo. Era enorme. Y estaba tan cerca que poda ver cmo resbalaban las gotas de lluvia sobre sus brillantes escamas. La bestia dej escapar un ruido sordo, el que hacen los dragones inquietos cuando disparan sus chorros de fuego amenazadores en el aire. Suponiendo que no le dara tiempo para ponerse en pie, e inseguro de si podra sostenerse sobre su tobillo lesionado, Duke levant su valiosa espada y apunt con ella amenazadoramente al dragn. Ni impresionado ni asustado, el dragn continu disparando chorros de fuego, esta vez hacia el suelo, a pocas pulgadas del matadragones. Duke agradeci que su traje de matadragones fuera retardante

del fuego, pero su espada se puso tan caliente, que le quem la mano derecha a travs del guantelete de firme agarre, y dej caer la espada al suelo. El miedo hizo presa en l. Un miedo como no haba sentido jams. Un miedo tan grande y tan fuerte que le paraliz. Tena miedo de que el dragn pusiera fin a su vida, y tena miedo de lo que podra terminar siendo su vida si el dragn no le pona fin. La bestia llevaba las de ganar, y ambos lo saban. De hecho, lo saban los tres, pues Prince, siendo como era un experto acompaante de matadragones, intentaba desviar la atencin de su presa introducindose entre ella y su seor, ladrando salvajemente, corriendo de aqu para all y saltando para morderle las patas. Mientras el dragn vea dnde meta las manos (o, ms bien, las patas) ante los ataques de Prince, Duke se las apa para ponerse en pie y agarrar la espada de nuevo, pero an estaba demasiado caliente para sujetarla; de manera que, sabiendo que no tena otra opcin que la retirada, se alej cojeando tan rpidamente corno pudo en direccin al carro, mirando hacia atrs por encima del hombro, para ver si Prince se hallaba bien y para asegurarse de que el dragn no iba tras l. Pero la bestia no tard en perder el inters por el latoso perro y se fue detrs de Duke, pasando exactamente por encima de su valiosa espada, que se hallaba en el camino del dragn. Cuando Duke lleg al carro estaba exhausto, el tobillo le palpitaba, la mano le escoca y el dragn estaba justo detrs de l. Se lanz por un costado del carro y cay en su interior, agarr frenticamente las riendas y le dio un silbido a Prince, que segua pugnando por retener al dragn. En cuanto Prince salt dentro del carro, los corceles partieron al galope. El carro se tambale y rebot sobre rocas y hoyos, inclinndose peligrosamente, primero a un lado, y luego a otro. La lluvia arreci, pero Duke mantuvo a los caballos a pleno galope, intentando poner tanta distancia como fuera posible entre ellos y el dragn. Una vez que perdieron de vista al dragn, Duke ech un rpido vistazo a Prince, que estaba sentado a su lado. Qu bien que nadie haya podido ver a tan inmejorable equipo! Eh, chico? le grit, elevando la voz sobre el ruido de los cascos de los caballos y de las ruedas del carro-. No ha sido culpa tuya. T hiciste tu parte. De repente, el carro dio con un gran agujero y, ladendose, se puso sobre dos ruedas, lanzando a Duke por el aire hasta chocar, con el trasero, contra el tronco de un gran roble. El carro continu solo, tambalendose y rebotando sobre el suelo, mientras los corceles seguan a toda velocidad y Prince ladraba enloquecido desde el asiento delantero. Duke saba que estaba herido, pero lo nico que sinti fue pnico, al pensar en su leal compaero, llevado por unos caballos desbocados. Prince poda resultar herido, incluso muerto. Y qu decir de los hermosos corceles de

Duke, y de su carro de diseo exclusivo, con todas sus herramientas de hroe? No haba nada que pudiera hacer. Hubo un tiempo en que hubiera sido capaz de salir corriendo detrs del carro; pero eso era cuando l era tan rpido como el rayo, tan poderoso como el tornado, y capaz de matar a su presa con una nica estocada. Pensando en esto, su cabeza volvi atrs; atrs, hasta aquel lugar, a los pies del dragn; el primer dragn que le hubiera derrotado jams. El miedo se aferr de nuevo a su garganta; miedo al dragn y miedo a una vida sin la excitacin de las galopadas en el carro, sin recorrer las adoquinadas calles con los vtores de los aldeanos, sin deslumhrar a los dragones con su fascinante juego de piernas. Una vida sin todo aquello que amaba, sin todo lo que l era. No! -grit Duke-. Soy el matadragones nmero uno! se soy yo! Y as debe ser! Debe! Debe! Duke gritaba ante el ahora furioso viento. Mi vida est arruinada! Es tremendo! Es terrible! Ya no puedo ms! Un trueno retumb, y un rayo restall en el cielo oscuro. Gruesas gotas de lluvia cayeron alrededor del rbol, mientras ste protega al matadragones, sentado en el suelo, con su gigantesco paraguas de follaje. Ahora viene la tormenta -murmur tristemente-, aunque da lo mismo. No estoy en forma para luchar con dragones, aunque el tiempo est de mi parte. Se quit el escudo facial y se mir el despedazado y empapado traje de matadragones. Suspir y se desat la coraza, se quit la bota y sac la mano del chamuscado guantelete. El tobillo se le estaba hinchando, la mano se le estaba convirtiendo en una ampolla, y tena el trasero tan dolorido que apenas poda estar sentado -algo que le habra resultado divertido de no estar tan deprimido. Esto debe ser lo que significa ir de culo, literalmente -dijo, mientras se frotaba el dolorido trasero. Ahora, ms que nunca, necesitaba pensar con claridad; pero, en su situacin, ni siquiera poda darse paseos mientras haca crujir los nudillos. Mi carro no es lo nico que est fuera de control, pens. Toda mi vida est desquiciada. Unas cuantas gotitas saladas resbalaron por sus mejillas. Con el corazn ms pesado que nunca, Duke elev las manos hacia el cielo y mir, ms all de las ramas, a la lluvia que caa. Que alguien me ayude -grit-. No s qu hacer. Si hay alguien o algo ah... por favor, que me ayude.

Captulo Tres

Un Encuentro con el SabioDuke grit una y otra vez en el gran ms all, intentando vaciar de dolor su corazn. De repente, una voz se abri paso en su desesperacin. Cuando alguien pide ayuda sinceramente, ni el trueno, ni el rayo, ni el ms fuerte aguacero puede impedir que se le d. Duke se estir y mir alrededor. Quin ha dicho eso? Quin? Quin? Fui yo! -lleg la respuesta. Pareca venir del rbol contra el cual haba chocado Duke. Dnde est? grit Duke. En el rbol? Qu est haciendo ah arriba? Adems de empaparse con la lluvia, claro. Bueno, estaba durmiendo la siesta... o sea, hasta que el clamor de los caballos y de las ruedas del carro me han despertado, justo a tiempo para verle volar por el aire y estrellarse contra el tronco del rbol. Estaba durmiendo la siesta en un rbol? Le pasa algo? A m no me pasa nada. La pregunta es, qu le pasa a usted? inquiri la voz. Es usted el que ha pedido ayuda. En aquel momento, descendi un gran buho con una bolsa negra en el pico. Puso la bolsa en el suelo, dio una palmada con las alas y se puso recto el estetoscopio que le colgaba del cuello. Permtame que me presente -dijo el buho con un aire digno-. Henry Herbert Hoot, M. C., a su servicio.2 Mis amigos me llaman Doc. Como M. C. indica, soy mdico del corazn. Estoy especializado en corazones rotos, doloridos y apesadumbrados. Duke se haba quedado mudo de estupor. Un buho que hablaba? No poda ser verdad. Habra perdido el conocimiento al chocar contra el rbol? Pens en pellizcarse a s mismo, por ver si estaba soando, pero decidi que ya tena demasiados dolores como para obsequiarse con uno ms. Doc haba visto aquella mirada de incredulidad en muchas ocasiones. Todos reaccionan igual dijo. Tengo algo aqu que le ayudar a disipar sus dudas. El buho meti el ala en el bolsillo delantero de la bolsa negra y, con asombrosa precisin, sac unos pergaminos enrollados y sujetos con cintas doradas, y se los dio a Duke. stas son mis credenciales -explic-. Las llevo conmigo desde que dej de tener una pared de despacho donde ponerlas. Mientras lea un pergamino tras otro, Duke estaba con la boca abierta. Pe... pero... aqu se certifica que es usted mdico con todas las de la ley, que se licenci como primero de su clase en la Escuela de Medicina Imperial del Reino, y que satisfizo

todos los requisitos para la especialidad en cuestiones del corazn. S, y tambin tengo muchas cartas de agradecimiento de pacientes que sufran problemas sumamente difciles y desconcertantes aadi orgullosamente Doc. Duke estaba tan asombrado que le llev unos instantes tomar conciencia de lo que el buho haba dicho. Problemas difciles y desconcertantes... Mmm... He odo de alguien que puede resolver los problemas ms difciles y desconcertantes. La gente le llama el Sabio. He estado mucho tiempo esperando encontrarle, pero no tena ni idea de dnde buscar. Lo conoce usted, por casualidad? Bueno, bueno. Hoy es su da de suerte dijo Doc. Duke estaba perplejo. Primero, casi me mata un dragn. Despus, casi me vuelvo a matar al estrellarme contra un rbol. Mis magnficos corceles andan desbocados con mi carro de diseo exclusivo, con mi insustituible colega, Prince, y con mis mejores herramientas de hroe, y usted dice que es mi da de suerte? No me gustara saber cul es su versin de un mal da! Muchas experiencias que parecen desafortunadas al principio resultan ser sumamente afortunadas al final -dijo Doc. Simplemente, dse cuenta de que, si no hubiera tenido que huir del dragn, no habra llegado hasta aqu en su enloquecida carrera. Y si no hubiera llegado hasta aqu en su enloquecida carrera, no se habra estrellado exactamente contra este rbol en el momento exacto en que yo estaba durmiendo la siesta, y no se habra puesto a pedir ayuda, con lo cual an no me habra encontrado. Usted cree que mereca la pena pasar por todo eso slo para encontrarle a usted? Por qu? Porque usted sabe dnde puedo encontrar al Sabio? pregunt Duke esperanzado. No. Porque yo soy el Sabio -respondi Doc, estirndose y levantando su plumosa cabeza. Usted no puede ser el Sabio! -dijo Duke indignado-. Para eso, debera ser usted un mdico de aspecto normal, slo que con una larga barba gris y poderes especiales. Pero si ni siquiera es una persona! Todo el mundo sabe que los buhos son sabios. De hecho, ms sabios que algunas personas. Suele ocurrir que los maestros de uno tengan un aspecto diferente del esperado, y es fcil que se nos pasen inadvertidos sin que aprendamos todo lo que ellos nos pueden ensear. Los maestros pueden presentarse de muchas formas; algunos, incluso, con formas tan poco habituales como la de un buho parlanchn. En circunstancias normales, Duke habra pensado que le estaban tomando la peluca, algo que habra resultado un tanto difcil, dado que nunca haba tenido peluca. Pero stas no eran circunstancias normales. Aquel buho era real, y a fe suya que era mdico. Tambin estaba reputado de ser Sabio, de que poda resolver casi cualquier problema, y tena un montn de cartas de agradecimiento para demostrarlo. Adems, Duke estaba desesperado y, a caballo regalado o buho regalado-, no le mires el diente.

Bien, veamos la razn por la que usted ha aparecido volando en mi vida dijo Doc con una sonrisita, divertido con su propia ocurrencia-. Es toda una novedad que alguien aparezca volando en mi vida, para cambiar. Hablando de cambiar... bueno, lo primero es lo primero. Ya hablaremos de eso ms tarde. Duke no quera hablar de cambiar ni de nada parecido, salvo de cmo liberarse de la pesadumbre de su corazn. De acuerdo, Seor Sabio... hum, Doc. De verdad necesito su ayuda. Nada est siendo como debera ser. Es todo tan tremendo! Estoy desesperado! Tengo el corazn tan pesado que est arruinando mi vida! La que fue mi esposa me ech de mi castillo, mi hijo me dijo que no quera ser matadragones y mi amiga me dej plantado. Empec a venirme abajo y empez a salirme todo mal... no, primero empez a pesarme el corazn, y yo me hice ms lento y... y despus empez a salirme todo mal... bueno, no importa, eso ya lo haba dicho antes. Ms tarde, mi fascinante juego de piernas se volvi... Oh, no le he dicho quin soy. Quizs haya odo hablar de m. Soy Duke, el matadragones nmero uno del pas... al menos, lo era hasta hoy. Bueno, supongo que sigo sindolo, ms o menos. Quiero decir que nadie sabe an lo que ha ocurrido, quizs, no lo s! No lo s! No puedo perder mi ttulo! Es mi vida! Tendra que ser as. No puedo vivir sin eso! Y pobre Prince. Perderlo as. Duke jadeo en busca de aire. Espere. Lo estoy mezclando todo y me estoy dejando cosas importantes. Ni siquiera soy capaz de explicarme. Ya no puedo hacer nada bien. Debo volver a empezar? No es necesario dijo Doc amablemente-. Lo s todo de usted. Como ya he mencionado, soy un experto en corazones pesarosos. Ese es el motivo por el cual fui yo el que respondi a su peticin de ayuda. La verdad es que le estaba esperando. Lo nico es que no estaba seguro de dnde o cundo nos encontraramos. No s cmo puede saberlo todo de m pero, en ese caso, no s cmo puede usted hablar como un mdico o ser mdico. No me sorprende que le llamen el Sabio. Bueno, si lo sabe todo de m, entonces sabr que yo hara cualquier cosa para liberarme de la pesadumbre de corazn -dijo Duke agarrndose el pecho. Est seguro de lo que dice? Est dispuesto a hacer cualquier cosa? S! S! Cualquier cosa. Incluso dejar que me cure el corazn un mdico que es un buho. Es mi nica esperanza. Es estupendo que est dispuesto a poner de su parte porque, simplemente, yo no puedo curar ese corazn por usted. Slo usted puede hacerlo. Duke se qued atnito. Yo? Si yo pudiera hacerlo, no cree que lo habra hecho ya? -respondi-. Acaso estara aqu, con toda mi vida vuelta del revs? Me siento como un barco sacudido por un mar tempestuoso, de aqu para all, de all para aqu. No tengo paz alguna. Y no la tendr hasta que usted me libere de esta pesadumbre en el corazn y me vuelva a hacer fuerte

y rpido de nuevo y sea capaz de luchar con los dragones como sola hacerlo, y hasta que usted resuelva mis problemas con Allie, con Cindy y con Johnny. El buho se puso el ala en la barbilla. Exactamente, a qu problemas se refiere? Bueno, el problema con Allie y con Cindy es que siguen pensando pestes de m, y que me culpan de todo. No es que quiera que vuelvan conmigo ni nada de eso. Es slo que quiero que comprendan que la culpa de todo es de ellas, no ma. Y tengo un montn de problemas con Johnny. Johnny se niega a convertirse en un matadragones, y Allie no est ayudando en nada. Se da cuenta de cunto le necesito a usted? Mmm dijo Doc moviendo la cabeza reflexivamente. Vamos! -implor Duke-. Usted puede resolver cualquier tipo de problema. Puede utilizar algn tipo de magia que haga que las cosas sean como tienen que ser? Y tambin podra darme alguna medicina especial que me aligere el corazn. Un barco en un mar tempestuoso... Mmm... de aqu para all. Mmm... un corazn pesaroso -murmur Doc-. S, tal como pensaba. Esto confirma mi diagnstico. Usted tiene los sntomas tpicos de un mal-estar de corazn, que se manifiesta como pesadumbre de corazn. No entiendo dijo Duke-. Qu es un mal-estar de corazn: En general, se podra decir que es lo opuesto del bienestar de corazn. Tcnicamente, su trastorno es una reaccin ante las adversidades (decepciones, prdidas y dems) en el cual el corazn se llena de emociones negativas. En el malestar de corazn Tipo I, la reaccin es adecuada y manejable. La tristeza o el enfado, as como los distintos sntomas, aunque son molestos, tienden a remitir con el tiempo. Pero no han remitido. Van a peor y peor, y mi vida es un desastre. Eso, normalmente, es un indicio del Tipo II. Tipo II? Qu es eso? En el Tipo II, uno reacciona ante las adversidades llenando el corazn con ms emociones negativas extremas que en el Tipo I: angustia, gran ansiedad, ira y, frecuentemente, una frustracin, un miedo y un dolor excesivos. A medida que se acumulan estos potentes sentimientos, el corazn se va haciendo cada vez ms pesado. Cuando el trastorno se hace severo, puede traer multitud de sntomas, entre los que se encuentran (pero no se limitan slo a eso) una notable reduccin de energa, fuerza, velocidad, resistencia, concentracin y motivacin. Duke pens en ello por un momento. Bueno, me ha estado pasando todo eso. S, y algunos pacientes incurren potencialmente tambin en graves complicaciones secundarias, como trastornos de equilibrio, que vienen como consecuencia del incremento significativo del peso concentrado en el cuadrante frontal izquierdo del pecho, algo que usted tambin ha experimentado. Son habituales las cadas y otras lesiones. Es ste un

trastorno tan difcil de manejar por parte de los pacientes que terminan recurriendo a medidas extremas, que pueden complicar an ms su trastorno y su vida, como sabe usted tambin de primera mano. S, claro refunfu Duke indignado. Pero Doc prosigui. Aunque el Tipo I y el Tipo II parecen diferir slo en grado, y ninguno de los dos muestran una patologa demostrable, existen diferencias importantes tanto en su etiologa como en su pronstico. Podra repetir eso otra vez, ms despacio? -pregunt Duke, a quien le daba vueltas la cabeza-. Aunque, pensndolo mejor, no. No creo que pueda captarlo. Doc esper pacientemente, sabiendo que escuchar el diagnstico de uno mismo puede ser abrumador al principio. Poco despus, Duke dijo: Eso lo demuestra. Yo saba que la pesadumbre de corazn era todo culpa de ellos suspir. Si las cosas dejaran de ir mal y fueran como deberan ser, si algunas personas hicieran lo que deben hacer y dejaran de hacer lo que no deben, otras personas no estaramos en un estado de mal-estar, o noestar, o in-estar, o lo que sea, no? Entonces, estas personas no terminaramos con pesadumbre de corazn, no es as? Doc inclin la cabeza a un lado. Esa es una forma de verlo. Sin embargo, hay un montn de cosas que usted an no entiende. Entenderlo no va a cambiar nada. Al contrario, entenderlo lo cambia todo le corrigi Doc. Quiere eso decir que no va a hacer usted nada respecto a Allie, a Cindy y a Johnny? El buho agit las alas y estir su gran cuerpo. Los problemas que tiene usted con ellos se resolvern con el tiempo. Sin embargo, aqu no hablamos de ellos. Aqu hablamos de usted.

Captulo Cuatro

Prescripcin para un Corazn PesarosoDuke se senta frustrado. Pareca todo tan absurdo. Quin hubiera credo que Duke, el matadragones nmero uno, estuviera atascado bajo un rbol, con un malestar de corazn Tipo II, su vida patas arriba, pegando la hebra con un buho especialista del corazn? Pero, absurdo o no, ese buho era su nica esperanza por el momento. Le observ con curiosidad, mientras Doc alcanzaba su bolsa negra. Trato tantos casos como el suyo, que tengo la prescripcin impresa -dijo, arrancando la pgina de arriba de su libreta de recetas y dndosela a Duke. Deca: HENRY HERBERT HOOT, M. C. NOMBRE: Duke el Matadragones

DIRECCIN:

DPSDOSIS:

Castillo de Alquiler para Solteros SERENIDAD Tome tanta como pueda, tan a menudo como pueda.

REPOSICIONES: IlimitadasFIRMA: Henry Herbert Hoot, M. C.

Una medicina llamada serenidad? pregunt Duke-. Nunca haba odo hablar de ella. Es un tnico que se bebe? Ya s, es algo que me tengo que frotar en el pecho, sobre el corazn. Apuesto a que es eso. No es nada de eso. Es, simplemente, la vieja y cotidiana serenidad. Esa especie de paz mental. Me est tomando el pelo? -salt Duke, meneando la receta en el aire-. Cmo se supone que voy a hacer esto? A menos que usted sepa de un farmacutico que venda serenidad por prescripcin mdica! La verdad es que s de un sitio mejor que la farmacia donde puede usted encontrar la serenidad que necesita -dijo Doc. Duke mene la cabeza. No estoy muy seguro de todo esto. Cmo sabe usted siquiera que va a funcionar, suponiendo que la consiga? Quiero decir que ni siquiera es una medicina de verdad. Oh, la serenidad es una medicina bajo cualquier punto de vista -dijo el buho pacientemente. Segn investigaciones realizadas a lo largo de muchos aos por parte de las mejores mentes cientficas del pas, se ha demostrado de forma consistente que la serenidad es el mejor tratamiento para la mayora de casos de mal-estar de corazn. De hecho, es el nico tratamiento eficaz y duradero disponible. Hasta la fecha, un tratamiento completo de serenidad puede proporcionar una ligereza de corazn imposible de alcanzar por medio de otros tratamientos. Tengo algunos extractos mdicos de las ltimas investigaciones en mi bolsa. Le invito a que les eche un vistazo. A Duke se le ilumin la mirada. Ligereza de corazn? De verdad? Oh, qu no dara yo por tener el corazn ligero! -dijo, pensando en lo que supondra liberarse de aquella molesta pesadez. Si fuera verdad eso, l volvera a ser tan rpido como un rayo, tan poderoso como un tornado, y capaz de matar a su presa con una nica estocada. Podra conservar su ttulo de matadragones nmero uno del pas. Y ya no se vendra abajo, ni le saldra todo mal, ni se olvidara de las cosas, ni... Entonces, crecindose, llegaron los y si: Y si Doc, el Sabio, siguiera insistiendo en tratarle a l, en vez de a ellos. Y si pudiera convencer a Doc para que obrara su magia con ellos pero, en lugar de esto, terminara creyendo que los que tenan razn eran ellos? Y si, a pesar de todo, no mejorara? Y si hubiera perdido ya su ttulo ante un joven y advenedizo matadragones al que hubiera ayudado a formar?

Sera una desgracia humana, una indigna gloria del pasado, un don nadie. Y si le hubiera ocurrido algo a Prince? Estara completamente solo. La voz de Doc interrumpi sus ensueos. Sus problemas ms difciles y desconcertantes se resolvern de un modo que ni siquiera se imagina. Confe en su tratamiento. Confe, pues otros muchos como usted se han curado con l. Si quiere que funcione con usted, convendr que crea que puede hacerlo. Lo intentar dijo Duke poco convencido. Volvi a mirar su prescripcin. Eh! Cmo supo antes de tiempo mi nombre y mi direccin? Se lo dije. Lo saba todo acerca de usted desde mucho antes de conocernos dijo Doc moviendo las alas. Ahora, Duke, le sugiero que se ponga en marcha. Un instante desperdiciado es un instante perdido para siempre. Que me ponga en marcha? Quiere decir que me ponga en camino a ese sitio que dice que es mejor que una farmacia? Y, por favor, no me diga que es algo as como un monasterio con gente sentada a tu alrededor contemplndose el ombligo. Ya sabe, meditando y diciendo Ommmmmm. Odio todas esas tonteras! Ya vuelve otra vez con sus ideas preconcebidas. En primer lugar, con los maestros; luego, con la naturaleza de la medicina; ahora, con cmo y dnde obtendr la serenidad que necesita. Pronto comprender que hay muchos ms caminos a la serenidad, adems del de meditar en un monasterio, aunque esto le haya podido ser de lo ms til a algunas personas. Mentes cerradas, puertas cerradas. Recuerde eso, Duke. Bueno, sea cual sea ese sitio, espero que est cerca. O sea, no podra ir usted (o mejor, volar) hasta all en mi lugar y traerme lo que yo vaya a necesitar? No se puede recibir la serenidad de nadie, ni se puede comprar, ni se puede conseguir exigindola, ni suplicndola. La serenidad es un estado del ser. Es algo que uno tiene que aprender cmo tener -dijo Doc con resolucin. Aprender? Oh, no! -gru Duke-. Yo crea que la gente consegua la paz y la serenidad de forma automtica cuando, simplemente, todo iba bien. Eso no siempre es as. E, incluso, cuando es as, no se trata de la serenidad duradera que uno conserva a travs de los altibajos de la vida. Quiere decir que se puede tener serenidad incluso cuando uno est hundido, como yo, y su vida es un completo y enloquecedor desastre? pregunt Duke. Eso es exactamente lo que quiero decir. Alguna de las personas a las que ha ayudado lo ha conseguido, es decir, lo ha aprendido por s misma? Doc afirm con la cabeza. S. Todas. Yo prescribo serenidad de forma rutinaria. No solo le va a curar su mal-estar de corazn; tambin resolver el resto de sus difciles y desconcertantes problemas. Y Doc prosigui: Escuche con atencin estas instrucciones. Tiene usted

que recorrer el Sendero de la Serenidad y mantener una mentalidad abierta. El sendero atraviesa dos pases. El primero es el Pas de la Serenidad. El segundo, el Pas del Coraje. Ambos tienen unas estrictas leyes, que tiene usted que aprender y con las cuales tiene que vivir. Entonces, la serenidad sustituir la pesadumbre que tiene ahora en el corazn, permitiendo que se haga ms y ms ligero, hasta que se libere de ella. SI! grit Duke entusiasmado, lanzando su puo al viento. El corazn se me har ms y ms ligero, hasta que me libere para siempre de esta pesadumbre! -Sin embargo prosigui Doc, si usted se sale del sendero o no finaliza su viaje, le volver la pesadumbre al corazn. Un tratamiento parcial no es duradero. No hay curaciones rpidas para un corazn pesaroso. A medida que Duke iba pensando en todo lo que tena que hacer, su entusiasmo se fue desvaneciendo. Cuando usted me dijo que saba de un lugar mejor que una farmacia para conseguir la serenidad que necesito, pens que se tratara slo de ir a algn lugar. Ahora me est diciendo que es todo un sendero el que tengo que recorrer, a travs de dos pases nada menos dijo Duke fatigosamente. Hasta qu punto es difcil aprender esas leyes y vivir con ellas? Aprenderlas es fcil. Vivir con ellas, no. Pero existe un secreto para vivirlas, un secreto muy importante, que puede garantizarle el xito. El rostro de Duke se ilumin. Dgamelo, Doc, dgamelo! Cul es? Todo a su tiempo, Duke. Por qu no me lo puede decir ahora? Se me da bien el guardar secretos, y de verdad que necesito conocer ste. Es un secreto que lleva tiempo explicar, y no es ste el momento de hacerlo. Duke suspir. De acuerdo dijo mirndose el tobillo hinchado y la ampolla de la mano; senta tirantez en los hombros, y le dola todo-. La verdad es que no importa. No puedo ir a ninguna parte. Mreme. Ni siquiera me puedo ir a casa. Crea que haba dicho que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para liberarse de la pesadumbre de su corazn. Y lo estoy! respondi Duke molesto- Acaso no me puse compresas de hielo en el pecho e hice dieta hasta que me debilit? O qu? S, s. Ya s todo lo que ha intentado usted. Fue innovador, pero no fue eficaz. La pregunta es: est usted dispuesto a intentar algo diferente que es seguro que funciona, si usted se esfuerza en ello? Supongo que no tengo eleccin -dijo Duke. Uno siempre tiene elecciones. Usted tiene dos ahora. Puede optar por seguir haciendo lo que ha estado haciendo, en cuyo caso seguir obteniendo lo que ha estado obteniendo y sintiendo lo que ha estado sintiendo; o puede optar por hacer algo diferente que cure su pesadumbre de corazn y resuelva tambin el resto de sus problemas. La decisin es

completamente suya. De acuerdo, de acuerdo. Ir. Partira ya pero, como puede ver, no puedo hacerlo. No con el tobillo hinchado y la mano hecha una ampolla, por no mencionar mi trasero. Si se le curaran, ira? S, pero seguira estando dbil y dolorido. Si estuviera ms fuerte y menos dolorido, ira entonces? S, pero primero tendra que encontrar a Prince, a mis caballos, mi carro y mis herramientas de hroe para llevarlos conmigo. No voy a ninguna parte sin ellos. Con todo lo que usted sabe de m, debera saber eso. Doc mir a Duke con una mirada de reprobacin. Me parece que, adems de todos sus otros logros en la vida, es usted un consumado spero-tero. Qu es eso? Es el que dice, S, yo hara esto... pero. S, yo hara aquello... pero. Excusas, excusas! Dnde est su espritu de matadragones nmero uno? Jams habra conseguido ser el nmero uno si no hubiera encontrado vas para sortear los peros. S, pero eso no eran excusas! -dijo Duke, cada vez ms exasperado Son razones, razones verdaderas. Entonces, se acord de los peros. Lo siento, pero no pude evitar decir pero esta vez. Oh, no! Otra vez! Cuando alguien tiene un motivo verdadero que le resulta difcil superar, siempre puede pedir ayuda explic Doc, del mismo modo que hizo cuando me llam a m. Para algunos, pedir ayuda precisa de prctica. Duke se estaba cansando de tanta chachara arriba y abajo. No quera decir ms peros, y no saba cmo pasar por encima de ellos. Despus de pensrselo unos instantes, dijo: Ya lo tengo. Usted quiere que yo pida ayuda para superar mis motivos. De acuerdo, la estoy pidiendo. Me puede ayudar, Doc? Pens que nunca la iba a pedir respondi divertido Doc, mientras abra el bolsillo trasero de la bolsa y sacaba un ungento para-todo y una botella de tnico energtico. Tome, Duke. Pngase este ungento en el tobillo y en la mano; y en el trasero, si no es demasiado vergonzoso; y tmese dos tapones de este tnico. Con esto, resolver sus tres primeros peros. Mientras Duke se frotaba el ungento y se tomaba el tnico, Doc le dijo que resolver el cuarto pero no sera problema. No tiene usted por qu encontrar a Prince, ni a sus caballos, ni el carro dragn antes de partir, porque no los va a llevar consigo de todos modos. Y aunque tuviera que combatir con un dragn, aunque fuera el abuelo de todos los dragones, sus viejas herramientas de hroe no le iban a servir. Duke sinti pnico. No diga nada de dragones! Ya sabe lo que ocurri la ltima vez! Y convendra que ese abuelo de los dragones fuera de verdad viejo. An as, no creo que pudiera hacerlo. No podra utilizar usted algn truco para matarlo por m? Estoy hablando de un tipo diferente de dragn, un

tipo diferente de valenta y un tipo diferente de lucha. Su batalla en el Sendero de la Serenidad no ser una batalla de espadas. Ser una batalla de palabras. Cmo demonios se puede matar a un dragn con palabras? Esto se parece cada vez ms a un suicidio! Duke estaba demasiado afectado para pensar con claridad. Cunto echaba de menos el poder pasearse y hacer crujir los nudillos! Intntelo! dijo Doc. El matadragones se detuvo. Intentar qu? Pasearse y hacer crujir los nudillos, evidentemente respondi Doc con picarda. Duke abri los ojos de par en par. Cmo ha sabido lo que estaba pensando? Oh, bueno... no importa -dijo, recordndose que tena que recordar que no deba subestimar a Doc. De verdad espera que pueda darme paseos as? dijo Duke con sarcasmo, sealndose el tobillo. Pero, para su asombro, la hinchazn haba desaparecido! Rpidamente, se mir la mano abrasada. La ampolla que le cubra la mano haba desaparecido tambin. Y ni el tobillo, ni la mano, ni el trasero le dolan ya; y tampoco se senta exhausto. Si mi corazn pudiera mejorar tan fcilmente, pens. Ahora, le voy a dar algo que le va a resultar muy til en su viaje -anunci Doc. El buho se remont volando hasta las ramas del rbol y, un momento ms tarde, baj con una cartera que llevaba las iniciales de Duke y su escudo de familia. Aqu estn sus nuevas herramientas de hroe dijo Doc entregndole la cartera. Yo no puedo matar a su dragn en su lugar, pero le puedo dar las herramientas para que lo mate usted mismo. Unas herramientas de hroe! grit Duke-. Qu alivio! No me resultaba demasiado atractivo el confiar en las palabras para matar a ese dragn. El matadragones levant la cartera para admirarla. Mira! Mis iniciales y mi escudo herldico! Ha pensado usted en todo, Doc. Incluso tiene el mismo color que la funda en la que llevo... en la que sola llevar mi espada. No creo que me haya hecho usted una espada nueva, no? Una misin diferente, con un dragn diferente, requiere unas herramientas diferentes -respondi Doc-. La misin que va a emprender para liberarse de la pesadumbre de corazn es completamente distinta a cualquiera que haya llevado a cabo en el pasado. Y el dragn con el que se va a enfrentar no se parece en nada a cualquier dragn con el que haya combatido. Es de una especie antigua y testaruda, bien conocida por amenazar la paz mental y la felicidad de la gente, de manera que todo el mundo tiene que ser un poco matadragones. Duke estaba tan distrado, que casi no se enter de lo que estaba diciendo el buho. Es estupendo. No puedo esperar a ver lo que hay aqu! Puedo echar un vistazo? -pregunt abriendo la cartera.

S respondi Doc-, aunque quizs no valore lo que tiene hasta que est a punto de usarlo. No bromee -dijo Duke, revolviendo el contenido de la cartera y con un tono de decepcin en la voz-. Una cantimplora vaca... gafas... cinta mtrica... manoplas... Son todo cosas corrientes. No son herramientas de hroe corrientes. Tienen cualidades especiales, casi mgicas, que le ayudarn cuando tenga necesidad de ellas. No hay nada ms que hablar sobre eso por ahora. Mmm... cualidades mgicas. Ah! Eso me recuerda una cancin -exclam Doc, batiendo las alas divertido-. Evidentemente, son muchas las cosas que me recuerdan alguna cancin. Y, entonces, ech mano de su bolsa negra y sac un banjo en miniatura y un sombrero de paja, que se puso con garbo en la cabeza. Y luego, se puso a tocar y a cantar: Es algo que llena de magia tu existencia, por difciles que sean tus vivencias, aunque pesen como penitencias, es la SERENIDAD, SERENIDAD. Un corazn adolorido, una vida enloquecida, no pueden competir con su poder, es la SERENIDAD, SERENIDAD. Cuando la senda de la vida se hace dura de llevar, y lo nico que puedes hacer es sentarte y llorar, cul es la magia que muchos van a buscar? Es la SERENIDAD, SERENIDAD. De pronto, la lluvia par, y Duke pudo escuchar el canto de otra voz. Poco despus, un azulejo se pos junto a Doc, cantando con l en perfecta armona. Duke puso los ojos en blanco. Nadie se va a creer esto!, pens. Cuando termin la cancin, Duke pregunt: Cmo se sabe ese pjaro la letra de su cancin, Doc? En realidad, ese es esa. Es un placer para m presentarle a Maxine, mi famosa protegida. Y por qu es famosa? -pregunt Duke-. Por sus armonas? S, en cierto modo. Ella es la Azulejo de la Felicidad. Tiene un gran talento para crear armonas de todo tipo. Su mayor don, no obstante, es generar felicidad. Quiere decir que ella es el Azulejo de la Felicidad? No pens que fuera real. Por algn motivo, mucha gente piensa eso dijo Maxine, bajando recatadamente la cabeza. An as, me he granjeado una buena reputacin, gracias a la excelente tutela de Doc. Har todo lo que pueda para ayudarle en su viaje. Duke mir a Doc con preocupacin. Es que ella va a venir conmigo? Pens que vendra usted. Con todos mis respetos por Maxine aqu presente, no necesito que ella me muestre cmo ser feliz. Yo s cmo ser feliz. Yo antes era feliz. Usted era feliz cuando todo era como usted quera que fuera le corrigi Doc. Y soy un desdichado ahora porque nada es como yo

quiero que sea. Ni siquiera me puedo imaginar ser feliz de nuevo... a menos que todo lo que va mal empiece a ir bien. Maxine se adelant. La felicidad no depende enteramente de lo que sucede en su vida. Oh, no! gru Duke. No me diga que ella es una de esas de levanta la barbilla, sonre y s feliz. Mire, seorita Azulejo de la Felicidad, es un honor para m el haberla conocido, y usted debe ser muy buena con todo eso de la felicidad, s que es famosa por ello; pero lo ltimo que necesito en este momento es tener a alguien piando a mi alrededor, intentando animarme a todas horas. No se preocupe, Duke -dijo Doc, metiendo de nuevo el banjo y el sombrero dentro de la bolsa. Est en muy buenas manos; o, para ser ms precisos, en muy buenas alas, con Maxine. Ella ha acompaado a mucha gente en este viaje. Ella sabe cmo aligerar los corazones pesarosos. Recuerde lo que le he dicho de mantener una mentalidad abierta. Bueno... de acuerdo, pero adonde va usted? Y si le necesito? Como mdico en cuestiones del corazn, mi tiempo est muy limitado. Hay otras personas que diagnosticar y proponer un plan de tratamiento, y tengo muchos casos en diversos niveles de recuperacin. Sigo muy de cerca cada caso, al igual que har con el suyo. De vez en cuando revisar su caso, y cada vez que me llame vendr tan pronto como pueda. Despus, tom su bolsa negra y ech a volar antes de que Duke pudiera decir nada ms. Maxine se acerc a Duke dando saltitos. Est preparado para partir? Puede quitarse esa ropa hmeda y dejarla aqu. No la va a necesitar. Est segura? pregunt Duke, reacio a dejar atrs su traje de matadragones. Estoy segura respondi Maxine convencida. Duke se encogi de hombros. Se sac la otra bota, se quit el traje, arregl la ropa, se volvi a sentar y se puso las botas de nuevo. Estoy listo dijo resuelto-. Hara cualquier cosa para liberarme de la pesadumbre de corazn. Incluso hacer este viaje... aunque sea al vuelo.

Captulo Cinco

El Sendero de la SerenidadA Duke le costaba caminar. Tena el corazn tan pesado como siempre. Se colg del hombro la cartera en la que llevaba sus nuevas herramientas de hroe y sali de debajo del rbol con paso cansino para recibir los rayos del sol, que asomaba entre las nubes plateadas. La lluvia par justo a tiempo, pens.

Bien, dnde est ese Sendero de la Serenidad? pregunt volvindose a Maxine. Maxine sonri como slo un azulejo puede hacerlo. Ya est en l. Quiere decir que el sendero comienza aqu mismo? pregunt Duke. No lo veo. Pero, de pronto, lo vio justo delante. Duke se qued sorprendido. -De dnde... de dnde ha salido? Los senderos nuevos se abren cuando uno est dispuesto a recorrerlos le explic Maxine. No esperaba que tuviera este aspecto -dijo Duke, decepcionado, cuando contempl el terreno, escabroso y accidentado. El Sendero de la Serenidad debera tener flores y mariposas, no rocas y agujeros. Es como es. Le sera de gran ayuda si se ejercitara en aceptar, ms que en esperar. Cmo voy a aceptar lo que no es como debera ser? Reconociendo que las cosas son como son, y que seguirn siendo como son por mucho que usted insista en que deberan ser de otra manera. Pero este sendero sube y baja, y est lleno de arbustos y piedras que lo hacen difcil de recorrer. Me puedo volver a lesionar el tobillo, o puedo tropezar y caerme. El Sendero de la Serenidad es as. Disgustado an, Duke ech un vistazo alrededor para ver qu otros obstculos podra tener que enfrentar. Mire! dijo, sealando un montn de huellas de pisadas en la tierra. Por este sendero debe haber viajado mucha gente; pero, por qu hay huellas que vienen de vuelta, hacia nosotros? Porque algunas personas no hicieron lo suficiente para conseguir la serenidad que buscaban respondi Maxine. Quiere usted decir que abandonaron y se volvieron? S, con los mismos problemas y ms dolor del que tenan cuando partieron. Ya le dije que el sendero es demasiado difcil dijo l pagado de s mismo. Hacer lo que parece fcil al principio es ms difcil a la larga. Maxine se elev y dijo: Venga, Duke. Vamos. Se introdujeron por el sendero. Duke se esforzaba por dar un paso detrs de otro, con cuidado, para que la pesadumbre de corazn no le derribara. Maxine alternaba los vuelos con los saltitos por el suelo, para no alejarse demasiado. No pas mucho tiempo antes de que los arbustos se hicieran tan densos que Duke tena que apartarlos para poder pasar. Por qu no hay alguien que limpie este sendero? se quej-. No puedo ver por dnde voy. Lo s. Ese es el motivo por el que usted est aqu dijo Maxine desde arriba. Para evitar respuestas de ese tipo, Duke decidi que a partir de entonces hara slo preguntas sencillas, como: cunto ms tendremos que recorrer para llegar al Pas de la Serenidad?. Pero Maxine no dejaba de decir: A su debido

tiempo, lo cual tampoco era de gran ayuda. A medida que avanzaba, escuchando el susurro del viento entre los arbustos, a Duke se le llen la cabeza de pensamientos; pensamientos de liberarse de la pesadumbre de corazn, de volver a ser fuerte y poderoso, de seguir siendo el matadragones nmero uno, y de resolver los problemas con Allie, Johnny y Cindy. Estaba decidido y esperanzado. Ms tarde, sus pensamientos volvieron a aquellas extraas tierras y a sus extraas leyes, a los dragones que no podan ser muertos por la espada, al sendero que estaba recorriendo y que poda estar plagado de peligros desconocidos... No saba dnde ni cundo terminara el viaje, ni tampoco cmo. Incluso, podra no terminarlo siquiera. Conforme le asaltaban las dudas, empez a pensar en cunta gente se habra dado por vencida en el Sendero de la Serenidad. Y cuanto ms pensaba en ello, ms inseguro se senta de s mismo. Al final, se detuvo y mir a Maxine, que iba ahora dando saltos junto a l. Te importa si te llamo Max? le pregunt. Hacer este viaje con una tal Maxine no me hace sentirme seguro de que no termine dando marcha atrs sobre mis propios pasos. Esa actitud debe hacerte muy popular entre las damas dijo Maxine dndolo por hecho. Duke no quera pensar en su popularidad con las damas, especialmente con Allie y Cindy. Era demasiado exasperante. Ellas no deberan haberme tratado como lo hicieron. Fue injusto. Inexcusable. Fue... La voz de Maxine interrumpi el discurso de su pensamiento. Si eso hace que te sientas mejor, llmame Max. Mucha gente busca fuerzas en los dems durante algn tiempo, cuando las suyas escasean. Ciertamente, sus fuerzas andaban escasas, pero depender de una hembra le pona nervioso. Hasta aquel momento, el historial que ellas haban dejado en su vida no era demasiado bueno. Las mujeres eran impredecibles, y se molestaban con l sin que hiciera nada malo. Si las mujeres pudieran ser un poco ms como los hombres..., pens, preguntndose dnde habra odo aquello antes. Le hubiera gustado que Prince estuviera con l. El le hubiera entendido. Oh, cunto dara por escuchar sus tranquilizadores ladridos! Al cabo, Duke se dio cuenta de que, bueno, tendra que confiar en alguien, y Maxine era la nica que estaba all. En cualquier caso, ella lo saba todo acerca del Sendero de la Serenidad; y ella era, despus de todo, una experta en felicidad, y haba orientado a muchsima gente que tena pesadumbre de corazn... y, adems, el Sabio se la haba recomendado encarecidamente. De acuerdo, decidi, la llamara Max, intentara no pensar en ella como hembra, y esperara lo mejor. Poco despus, el sendero se hizo empinado. La tendencia de Duke de irse hacia delante trabaj a su favor por un tiempo, pero el peso de sobra le haca andar con dificultad, y tena que sostener la cartera para que no se le deslizara del hombro. Haca tiempo que no caminaba por un sendero, y ya empezaba a estar cansado.

Recurdame por qu estoy haciendo esto refunfu. T sabes por qu. Porque este sendero lleva hacia la serenidad. No quieres arrastrar para siempre un corazn pesaroso. Y, justo en ese momento, se levant una rfaga de viento que trajo el sonido de una campana en la distancia. Por quin dobla esa campana? -coment Duke, sobreponiendo su ingenio a su mal humor. Dobla por ti respondi Maxine sin vacilar. Por m? Por qu? Ya lo vers. Por qu tendr la sensacin de que no me va a gustar verlo? -gru Duke. Poco despus, llegaron a una pequea construccin de ladrillos rojos rodeada de hierba, rboles y rodales de flores silvestres. Tambin haba una torre, en la que colgaba una antigua campana plateada. Una espesa hiedra, que haba trepado por el muro frontal, daba sombra a un porche elevado, que se reclua tras la celosa de la entrada. Dnde estamos? -pregunt Duke. Ves el cartel sobre la puerta de entrada? -dijo Maxine, sealando con un ala-. Es la Escuela Hogar de la Nueva Visin. Qu sitio ms raro para una escuela! Est en medio del sendero. Vamos -dijo Duke impaciente-, sortemosla. No podemos sortearla. Doc dijo que no te podas salir del sendero, recuerdas? Pero es que est bloqueando el sendero -insisti Duke. No est bloqueando el sendero. Es parte del sendero. Duke no estaba dispuesto a perder el tiempo. Ya fui a la escuela. Fui un excelente estudiante. Me aprend todos mis ABC. Esto dijo enfadado, golpeando con un dedo en la estructura no debera estar aqu! Cmo demonios vamos a atravesar dos pases, si nos demoran cosas como sta? Es exasperante! Maxine se elev y se pos sobre una rama de un rbol cercano. No conoces los ABC que se ensean en esta escuela, o de lo contrario no estaras metido en el embrollo en el que ests metido dijo Maxine con las alas en jarras. Primero, Doc y ahora, t -gimi Duke-. Los dos pensis que soy yo el causante de mi propia pesadumbre de corazn, no? No es culpa tuya que no pudieras evitarla o que no pudieras liberarte de ella. Sin saber los ABC que se ensean aqu, las emociones de las personas son como plumas incorregibles, que la ms leve brisa mueve de aqu para all. Muchas de ellas terminan con el corazn roto, dolorido o pesaroso, y con otros muchos problemas. A Duke no le convenca aquello. Mralo de otro modo -dijo Maxine rindose entre picos-. Vas a estudiar en la Liga de la Hiedra. Lo has pillado? Ves lo de la hiedra? No tiene ninguna gracia, Max. Esto me est volviendo loco! gru Duke, asiendo el pasamanos de hierro e impulsndose hacia arriba por los escalones de la puerta delantera.

Una vez dentro, Duke inspeccion la sala. Pareca un aula. Ias paredes eran de cristal, con lo cual pareca que la hierba, los rboles y las flores silvestres formaran parte de la sala. Habia un nico pupitre de madera frente a una gran pizarra con un taburete alto delante. En el rincn ms apartado haba, aunque parezca mentira, una mecedora y un cubo. A travs de los cristales, Duke pudo ver a un hombre de aspecto nervudo que llevaba una camisa a cuadros en tonos holgona. Estaba arrodillado, quitando malas hierbas. Me gustara descansar un minuto, mientras tenga ocasin -dijo Duke. Se encamin hacia el pupitre de madera y se dej caer en el, poniendo la cartera en el suelo, a su lado. Maxine vol hasta el taburete. Por qu son de cristal? -dijo Duke sealando a las paredes. Para que los alumnos puedan tener una visin clara de lo que ocurre a su alrededor -dijo la azulejo moviendo la cola. Lo has pillado? Una visin clara. Vers que es de lo ms adecuado para una escuela como sta. Doc y t hacis una buena pareja, con esos comntanos que se supone que son divertidos. Cuando la gente est molesta, les resulta difcil alegrarse por pequeeces. -Hablando de alegrarse, me gustara continuar. Y, como si de una seal se tratara, la puerta se abri y se oy un silbido en la sala. El hombre nervudo haba entrado, con los faldones de la camisa por fuera y las rodilleras de sus tjanos manchadas de hierba. Hola, qu tal? -dijo con entusiasmo-. Soy Willie Borgoa. Le tendi la mano a Duke, pero la retir de inmediato cuando se dio cuenta de que la tena sucia de tierra. Lo siento, pero no estaba seguro de que aparecieran y me entretuve un poco. Han visto el letrero sobre la puerta de entrada? Est tallado a mano. Lo hice yo. Luego, se volvi a la azulejo, que estaba observando las reacciones de Duke. Cmo va eso, Maxine? Duke esperaba que lo que pensaba que era cierto, no fuera cierto. Podra excusarnos un minuto? -le dijo a Willie. Willie se encogi de hombros y se fue hasta la mecedora. Se sent y, sacando un pequeo trozo de madera y una navaja del bolsillo delantero, se puso a silbar, mientras abra la navaja y tallaba la madera sobre el cubo. Ven aqu, Max -dijo Duke con urgencia-. Tenemos que hablar! Maxine vol hasta el pupitre, con cuidado de no aterrizar sobre la pluma que sobresala del tintero. Duke se inclin hacia ella y susurr: Dime que no es se el profesor, Max, por favor. Maxine respondi tambin entre susurros: Es un magnfico profesor. Tienes suerte de que te haya tocado l.

Pero si es un destripaterrones. Y, adems, silba y talla maderitas -bisbise Duke, esforzndose por hablar bajito-. Mralo. Se supone que los profesores no son as. Deben tener un aspecto digno y acadmico. Esto es peor que perder el tiempo. Es terrible... y, francamente, insultante! Comprendo que ests disgustado, Duke -dijo Maxine comprensivamente-, pero Doc te advirti de que tus ideas preconcebidas te pueden meter en... Duke gimi por lo bajo. No me puedo creer que esto me est sucediendo a m. Doc debera habrmelo dicho. No es justo que se me suelte todo esto en el ltimo momento. Tengo ya mucho que hacer en este viaje, y no s cunto tiempo ms podr arrastrar en pie el peso de mi corazn. Willie se levant de la mecedora y se dirigi hacia Duke, cerrando la navaja y guardndola junto con el trozo de madera en el bolsillo. Perdneme. No he podido evitar percatarme de lo fuera de quicio que est usted... Duke no quiso escuchar una palabra. Se puso en pie y empez a pasearse y a hacerse crujir los nudillos, con la mente desbocada con pensamientos sobre lo terrible y lo injusto que era todo aquello, que no debera ser as y que no iba a poder soportarlo. Maxine y Willie intentaron calmarlo, pero l les dijo que le dejaran en paz, que ya haban hecho suficiente. De repente, Duke se agarr el pecho con las manos. El corazn! Se est haciendo ms pesado! Haz algo, Max! Willie dijo tranquilamente: Yo le puedo decir por qu el corazn se le est haciendo ms pesado. Ya lo s dijo Duke de malas maneras, hundindose de nuevo en la silla. Es porque esta escuela me ha enfadado tanto, que el corazn se me est cargando con ms malos sentimientos de los que ya tena. Usted tambin me est disgustando. Es decir, usted exactamente no ha hecho nada. Bueno, es difcil de explicar. De todas formas, Doc dijo que yo tendra que cruzar dos pases para encontrar la serenidad que necesitaba. se es mi tratamiento. Ese es el motivo por el cual no me puedo permitir el lujo de estar aqu plantado, aprendiendo unos estpidos ABC de los que nunca he odo hablar. No lo entiende? Tengo que liberarme de esta pesadumbre. Ya no la puedo soportar. Pero Willie se mantuvo firme. S, lo entiendo. Pero sacndose usted mismo de quicio lo nico que hace es alejarse de lo que quiere conseguir. Todo esto forma parte de su tratamiento. Vamos a respirar juntos, lenta y profundamente. Inspire, uno... dos... Duke estaba furioso. El supuesto profesor le haba acusado de sacarse de quicio l mismo, cuando era el profesor el que le haba sacado de quicio; o sea, l, su escuela y sus ABC. Y Duke no quera que aquel paleto le dijera cmo respirar, ni ninguna otra cosa. El quera a Doc. Doc! Doc! Aydeme! -grit- Le necesito. Venga

rpido! Dse prisa, Doc! Es una emergencia! Y, de repente, la msica de un banjo llen la sala. Asustado, Duke se volvi en redondo. All estaba Doc, con su sombrero de paja, rasgando su banjo, con la bolsa negra junto a l. Ah, Duke. Me ha llamado usted antes de que tuviera lista mi nueva cancin. Suelo reescribir las letras, porque me encanta jugar con los sonidos de las palabras. S que me transporto, rimando aqu y all. Pero es tan divertido... Bueno, ah va.Willie es bien conocido aqu y all como profesor, lo mejor de la nacin. Le eleg a l antes que a otros, y lo convoqu aqu, para ayudarle a usted en su intrpida exploracin.

Todos los versos riman. Me encanta! -dijo Doc sin dejar de rasgar el banjo-. Evidentemente, la poesa se podra haber trabajado ms. Pero, bueno, al menos, habr pillado la idea. Y se puso a cantar de nuevo:Tiene un montn de ttulos, su curricula no se puede mejorar, y sus conocimientos estn a tu disposicin. Si usted decide no aprender, no har ms que empeorar, estar cometiendo una grave equivocacin.

Mmm, est mejor -dijo Doc-. Todava hay que refinarla. Duke se estruj el rostro con las manos. S, claro, hay que refinarla, pens. Sin embargo, Maxine y Willie haban disfrutado enormemente de la interpretacin. Doc cant:Se me acabaron las palabras; esta cancin es para pjaros...

Despus, se detuvo. No pretenda ofender, Maxine -dijo de repente, metiendo el banjo y el sombrero en la bolsa-. De todas formas, eso es todo. Parece que esta cancin an no est lista para ser cantada. Tan bueno es? -pregunt Duke, mirando tmidamente a su profesor. Mejor! -respondi Doc-. Durante aos, Willie llev el famoso Campamento de Viajeros Perdidos, del que quizs haya odo usted hablar. S, s. Lo siento, Willie. No tena ni idea. Slo era que usted pareca, bueno, su ropa... y eso de silbar y de tallar maderitas... Yo pensaba que un profesor... bueno, se supone que ha de ser... bien, usted sabe, diferente. Duke mir a Doc y, luego, volvi a mirar a Willie. As pues, tengo un montn de ideas preconcebidas. Es una especie de hbito. No pasa nada -dijo Willie. La mayora de las personas que vienen por aqu tienen algunos hbitos que haran bien en cambiar. Contento de ver que la clase preparatoria de Duke estuviera progresando adecuadamente, Doc explic: Es en la escuela donde aprender el secreto del que le habl. El secreto? El secreto de vivir segn las leyes de los pases? Por qu no me lo dijeron antes? Habra estado encantado de estar aqu, en vez de molesto por el retraso en mi viaje. Doc afirm con la cabeza.

Buena observacin. Est empezando a reconocer que est usted aqu para aprender. Y, como si alguien le hubiera dado a un interruptor dentro de l, Duke sinti que el enfado y la frustracin le soltaban y se iban. Yo no s de lo que estn hablando, pero s que s que mi corazn ya no est tan pesado. Yo no lo hice. Cmo lo han hecho? Maxine extendi un ala e hizo un gesto, diciendo con su voz ms teatral: Todo tuyo, Willie. Luego, se volvi a Duke. Nos encontraremos al otro lado de la escuela hogar, cuando hayas terminado aqu. Yo tambin me voy -anunci Doc-. Willie y usted tienen mucho que hacer hoy. Oh, vaya, no pretenda hacer una rima. En cuanto me pongo a hacer rimas, ya no hay quien me pare. Luego, levant las alas y dijo: Ahora, recuerde, Duke: del mismo modo que una mente cerrada se cierra puertas, una mente abierta abre puertas, incluida la que hay al fondo de esta sala, que le permitir continuar por el Sendero de la Serenidad. Y con sendos aleteos, las dos aves despegaron. Ni siquiera he tenido tiempo de decirles adis pens Duke-. Se han ido en un abrir y cerrar de ojos, los dos. Y de repente se dio cuenta de que estaba pensando en rimas tambin. Oh, no! Ahora esto! gru.

Captulo Seis

Lecciones para el CoraznDe acuerdo. Sintese y comencemos -le dijo Willie a Duke, indicndole el pupitre con la mano. l, por su parte, se acerc el taburete y se sent en el borde. Dgame -comenz, inclinndose hacia delante y apoyando las manos en las rodillas, cuando vio la escuela hogar y oy hablar de los ABC, cmo se sinti? Duke se ech atrs en la silla. Me enfurec y me impacient, me senta verdaderamente frustrado e irritado respondi. Me di cuenta de que no estaba entusiasmado siquiera con la idea de que yo fuera su profesor. Bueno, hmmm... No se preocupe por no herir mis sentimientos. Todo lo que suceda aqu tiene algo que ensearle. Duke vacil y, luego, dijo: Me enfad an ms, y me senta an ms frustrado. Me pareca un insulto que una persona con su aspecto y con su manera de comportarse, y perdone que le hable as, fuera

a ensearle nada a un famoso matadragones como yo. A m no me sorprende. Y qu pas justo despus de que el corazn empezara a pesarle ms? Cmo se sinti entonces? Veamos... me puse a dar vueltas y a crujirme los nudillos. Eso es lo que usted hizo. Yo le pregunto cmo se sinti. Oh, hmm... yo estaba furioso, y tan frustrado que pens que iba a reventar. Y se siente as todava? No, ya no. Me siento mejor. De hecho, me siento mejor con todo esto, y estoy impaciente por averiguar el secreto. Qu es lo que cambi sus sentimientos? Fue Doc. l cambi mi manera de verlo todo: la escuela hogar, los ABC, y tambin a usted. Cuando dijo que iba a averiguar el secreto aqu, que no slo iba a aprender unos estpidos ABC, y que le haba elegido a usted en especial para que me lo contara porque usted era el mejor profesor, bueno... me calm de inmediato, y me hizo sentirme mejor. Entonces, cosas como la escuela hogar y los ABC, y gente como yo o, incluso, los buhos como Doc, le hacen pensar lo que piensa y sentir lo que siente? Claro! se es el motivo por el cual tengo pesadumbre de corazn y soy incapaz de hacer nada con ello. Willie, afirmando con la cabeza, se sujet la barbilla con la mano. Entonces, quiere decir que Doc cambi su manera de pensar en todo esto pero, fue l? O fue usted el que cambi su propia manera de pensar a causa de lo que l le dijo? Eso son nimiedades. Por qu tenemos que hablar de esto? pregunt Duke con un punto de exasperacin. Porque usted quiere liberarse de la pesadumbre de corazn respondi Willie. Duke se encogi de hombros. Bueno, nunca lo haba visto de esa manera, pero supongo que fui yo el que cambi mi manera de pensar. Y cuando usted cambi su manera de pensar y asumi una forma nueva de ver las cosas, qu ms cambi? Duke lo pens por unos instantes. Dej de estar tan enfadado, y el corazn dej de pesar tanto. Acaso cambi la escuela hogar o los ABC o, incluso, yo? Duke frunci el entrecejo. Bueno... no dijo desconcertado. Ahora que lo menciona, no cambi nada de todo lo que me molestaba. sta es su primera leccin dijo Willie levantndose, yendo hacia la pizarra y escribiendo en ella:

LECCIN 1A las personas no les molestan las cosas, sino los puntos de vista que tienen acerca de ellas. Y, luego, tom un puntero de madera de la bandeja de tiza y, golpeando en la pizarra, dijo:

sta es una de las verdades ms importantes que aprender nunca. Es una conocida cita de Epcteto, un filsofo que vivi en el siglo I d.C. l deca que es tu propia opinin o lo que piensas de algo, y no ese algo en s mismo, lo que te altera. En cuanto comprendes esto, todo lo dems se pone en su sitio. Los pensamientos se amontonaban en la cabeza de Duke. Lo que Willie y el tal Epcteto decan tena sentido. Los sentimientos de Duke haban cambiado cuando l haba cambiado su manera de ver las cosas y haba adoptado un punto de vista diferente acerca de la escuela hogar, los ABC y Willie. Pero Willie hara bien en no esperar de l que cambiara su manera de pensar y adoptara un nuevo punto de vista acerca de Allie, de Johnny y de Cindy. Eso era inimaginable. Duke mir ansiosamente a su profesor. No es tan difcil cambiar la manera de pensar respecto a cosas que slo parecen malas. Pero es diferente con los que fueron mi mujer y mi hijo, o con la que fue mi amiga. Lo que hicieron estuvo mal. No, peor que mal. Y se es el motivo por el cual me disgust tanto y termin con esta pesadumbre de corazn, no? Puede que parezca as. Le dieron a usted muchas razones para disgustarse, pero lo que en realidad le hizo sacarse a usted mismo de quicio fueron los pensamientos que tuvo usted acerca de lo que haban hecho. Pero si yo pensaba lo que pensaba fue por culpa de ellos! protest Duke. S, ellos desencadenaron los pensamientos, pero no le obligaron a pensar en ellos. Usted tiene cierto grado de eleccin. Cada da, usted elige qu pensamientos tener, tanto si se da cuenta de ello como si no. Usted poda haber optado por un punto de vista diferente, menos perturbador, y podra haberse dicho cosas menos perturbadoras, aunque lo que sucediera pudiera parecer verdaderamente malo. Usted no se habra sentido feliz, pero no se habra sentido tan desdichado como se lleg a sentir. Confundido, Duke sacudi la cabeza. No s. Hay algo en todo esto que suena a cierto. Apoye la espalda y reljese un minuto, Duke. Le voy a contar una historia -dijo Willie, dejando el puntero y volviendo al taburete. Haba una vez tres eruditos que queran que sus hijos siguieran sus pasos -comenz, pero sus hijos queran ser guerreros. E1 primero de los padres decidi que la felicidad de su hijo era ms importante que el que se convirtiera en otro erudito. A este hombre no le pes el corazn. Trat a su hijo con respeto y aceptacin, y sus relaciones florecieron. E1 segundo padre se sinti decepcionado, pero se dio cuenta de que su hijo tena derecho a elegir el tipo de vida que quera. Este hombre obtuvo una pesadumbre de corazn del Tipo I, pero pronto lo super. Las relaciones con el hijo sobrevivieron a la decepcin, y tambin florecieron. E1 tercer padre pens que aquello era impensable, que era lo peor del mundo que su hijo quisiera ser un guerrero

en vez de un erudito. Este hombre se sinti desolado y desarroll una pesadumbre de corazn del Tipo II. Trat a su hijo con ira y con resentimiento, y recibi a cambio ira y resentimiento. Willie se inclin hacia atrs y mir atentamente a Duke. Estos tres padres vieron la misma situacin de un modo muy diferente, y pensaron de forma diferente acerca de ella. Pensamientos diferentes llevaron a sentimientos y acciones diferentes. Los dos primeros padres preferan que sus hijos fueran eruditos. Dejaron un margen para llegar a acuerdos, para dar alternativas, cuando los hijos decidieron que queran ser guerreros. Los padres seguan queriendo que las cosas fueran de determinada manera, pero se