El Mercado Del Cuero Vaquerias Banda Oriental Siglo 18

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  • 7/26/2019 El Mercado Del Cuero Vaquerias Banda Oriental Siglo 18

    1/24

    EL MERCADO DEL CUERO Y SU ROL

    COMO FUENTE ALTERNATIVA

    DE EMPLEO. EL CASO DEL TRABAJO

    A DESTAJO EN LAS VAQUERAS

    DE LA BANDA ORIENTAL DURANTE

    EL SIGLO XVIII*

    EDUARDO R. SAGUIER

    UBA-CONICET

    ltimamente, tanto para Mayo (1984, 1987) como para Salvatore y

    Brown (1987, 1989) -quienes analizan la campma del Rio de la Plata en el

    s i X x v i I I - la dave del d il ema de la formacin de l mercado de mano de

    t i p a'i:;:ncia ^ i ^ ^ : s - ; : : ^ j r : u . ^ : ^

    tambin del lado de la oferta . Esto ocurri ra segn ^a y o , Brow n y Sd v

    tore deb ido al fcil acceso que dicha mano de obra tu vo a otra s alter nati-

    lu ic , ucu iuu ai L ? j jp tabaco abigeato, faenas clandestinas de

    vas de subsistenc ia (cont rabando f b a c ^ produccin y sub-

    cueros e tc

    )

    v, en consecu encia, a dit ere nte s m cuius uv. ^ 7

    sistmela (caballos gan ado s, tierra y pro visio nes co m o tabaco , sal y yer ba) ,

    sistencia ^caDallos, g^iMuv. , t.^u,] : relat va, y a la consecuente

    lo cual gener una suerte de superpoblacin rean

    >

    y ,-^,^^ t,ara

    i r re l ev a n d a o in efic ac ia q u e lo s m e ca m sm o s ' f ^ ^ ^ d t o f e v

    re te ner y d is dp li nar d icha m ano de obra^ En la P f / ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

    B row n ( U , i V ) , esta i ^ ^ - - - ^ f a ^ l L ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

    : s l S S S r r S ^ ^ a K S n a a ' X r a l a ca irelar el estilo

    ae suDSistencia, M U U i i ^^nnV ncia de la noc in del tiem po y de

    de vida, los hbi tos de t rabajo y la '^ ^^^ f/J ^ ^ / ' l 6 1 , .giracin de

    la naturaleza del o d o . lt im am ente A nco (1987) aiego q g

    la cuestin campesina, tal como

    ^^o^^^^^^^^Z ^ ^ ^ ^ ^ ^

    ms que la proyeccin al pasado

    ' 1 ^ ; ^

    P / ^ ^ ^ ' ^ ^ ^ P ^ , campes ina que

    apelar a dases y fue rzas soc ia le s X / . f / j ^ ^ ^ ^ ^ f e m L g o , para Sa lva to re y

    nunca habran existid o en e R io ^c a Plata S^n e m . g p J

    B row n, d p ro ble ma f ' . d - - ) ; - ^ ^ ^ a r e r d e m edios de p ro du cd n y

    Clonarlo subs istan aun ) - ^^^^^^^^^^ .d em s , la llamada burg uesa

    aparcero s y m ediero s preca pitastas y en q , . ^ totalm en te de

    agraria no confrontaba an una clase obrera rural despoja

    j I c .V Tornadas Nacionales de Historia Econmica, organiza-

    * Ponencia presentada en las IXJ ^ ^ Econmica, en octubre de 1988.

    das por la Asociacin Argentina de Historia

    E C O

    103

    Revista de Hisloria F.conmica

    A o IX N 1 - 19V1

  • 7/26/2019 El Mercado Del Cuero Vaquerias Banda Oriental Siglo 18

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    EDUARDO R SAGUIER

    la propiedad de los medios de produccin. La aparcera o mcdiera era

    visualizada por Marx como una etapa intermedia o de transicin entre la

    renta feudal y la renta c apita lista . Para los repre sen tan tes d e las concepcio

    nes dualistas, com o Pr ado J ni or (1961), el trabajo a destajo era una rela

    cin capitalista disfrazada o encubierta, pues los aparceros no pasaran de

    ser meros asalariados que reciban salarios de manera indirecta, normalizan

    do la p roduccin dh cctn per capia Sin embargo, para Dos Santos (1972),

    un representante de la tendencia estructuralista, la aparcera sera visualiza

    da no como una transicin, sino como una relacin de produccin precapi-

    talista y semiservil; la cual, por apoyarse en una divisin del trabajo entre

    pro du cto res familiares que producan p ara el auto con sum o, y no ex propia

    ban al trabajador el fruto total de su trabajo, no generaba plusvala.

    Por ello, para Dos Santos (1972), la produccin capitalista slo surge con

    la gestacin de plusvala y con la existencia del trabajador libre, esto es, el

    trabajador que vende su fuerza de trabajo al propietario de los medios de

    produccin, percibiendo un salario por el alquiler de la misma^. Para el

    caso colombiano, Kalmanovitz (1983) sostiene que las nuevas aparceras

    que surgieron [en la Nueva Granada] podan uti l izar parcialmente trabajo

    asalariado, lo que aproximaba al aparcero .. . a la figura del burgus agra

    rio al co ntra tar trabajo asalariado libre y abon ar una ren ta al terr ate nie n-

    tc^ El trabajo a destajo y la aparcera o mediera en el nivel de la produc

    cin rural se habra desarrollado entonces como alternativa ms extendida

    para m axim izar bene ficios y minim izar riesgo s. En cu an to a su calificacin,

    si bien diversos autores reconocen que en la mayor parte de los casos los

    acopiadorcs o contrat istas que implementaban estas relaciones sociales de

    produccin eran empresarios no encomenderos, slo los dependentistas se

    atreveran a aseverar que estos l t imo s fueran a rrenda tar ios capitalistas.

    De igual manera, en lo que hace a la calificacin del salario, si bien es indu

    dable que la relacin social que prevaleca en la produccin de bienes

    exportables (cueros) era el t rabajo a destajo, slo los dependentistas se

    animaran a asegurar que la naturaleza de sta fuera la de un salario capita-

    sta.

    La dificultad de esta polmica residira, a mi juicio, en la distinta natu

    raleza del tipo de tareas discutido. A diferencia de lo que sostiene Sala de

    Tourn (1967), creo que hay una distincin sustancial entre la condicin

    del pen contratado para una corambre y la del pen de estancia, pues si

    bien el tipo de remuneracin era similar (en dinero o en especie), lo que se

    remuneraba era no tor iamente d is t in to . Mientras que a un puestero de

    Karl MARX,

    El Capital

    Libro I, Scc. VI, cap. XXI,

    2 Dos Santos (1972), 146.

    Kalmanovitz (1983), 74.

    104

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    EL MERCADO DEL CUEROY SUROL COM O FUEN TE ALTERNATIVA DEEMPLEO

    estancia selocontratabaenforma perman enteyselepagabaunsalario po r

    n e m p o (unp romed io de 8dlares pormes) ,a unpen changador se lo

    con t ra t aba t ranskonamen te

    y se le

    pagaba segn

    la

    p ro pu Sala

    1967)

    reconoce,unsa lanoojornal p or pieza faenada; conelcua, ^omo vermos

    a veces doblaba el sueldo mensual de unpen ypoda llegar a d o b k rel

    sueldo mensual de uncapataz deestancia, quien nunca ganab a m asde 12

    P ^ i r c o t m b r e s

    o

    vaqueras,

    el

    comerciante

    o

    acoplador

    de

    pieles

    o

    cuerossev e . o - g a d ^ ^ a r e n ^ ^ ^ K , donde P ^ ^ - ^ ^ n q . .

    ioa destajo o porpiezasy unaincipiente divisin deltrabajo^ En lo que

    Lace

    a

    k T a t u r l e z a ' d e l m e rc ad o

    del

    cuero ,

    los

    P - ^ - ^ / ' J ^ ^ J ^ f f ^ t

    men te poradelantado me diante escri tura publica. Tanto lafijacin de los

    mente poraaeania exclusividad dur ante el t e rmino del plazo

    precios como la c h u s aa de e ^ ^ ^ ^ habil it aci ones , co nfe ra a las relacio-

    cont ra idoenlos cr ditosdecom pr ^^^^^ ^^ naturaleza

    nes sociales y econmicas en

    ^^P'^^^ ^^

    ^^^,ba, parafrasean do a

    oligopsnica^.

    De

    esta forma,

    la

    especulacin

    ere , f.

    ^ Sala de T o u r n l al (1967) , 156_ omcdiadas med iante elm t o d ode los

    ' Las d i ferentes sene s

    de

    p rec ios h^^ ^ ^ y w Levene (1962) ca l cu la ron sus nme ros-

    nmeros- nd ice

    o

    me dia nte tasas. H= . ^ P^'- 'u [uear Broid e (1951) uti l iz

    el

    p r o m e d i o

    ndiceat ravsde las im p le ^ ^ . a a r it m t ic a Ensu^ ^ ^ ^ ^ ^ (

    J^^^ , ^^

    ^J^ ^^^^^^

    g e o m t r i c o por serme nos sensible a los^^f' j ^^. nt o fijo inicial, sinoalos

    L p l e medlTs m v ile s , d on de ' - - ^ ^ m ^ . ^ or e S ^ s im ples dan laevolucin

    per odos p r eceden tesen cada caso,

    LOS

    '= dividido porelvalor c or resp ond iente

    enelt iem po del cocien tede 's^ ' ^ ^ = X ' ' j ^ los ndices habremos de toma r los valo-

    aunper odo quesetoma com o base. ' ' ^1 prom ediode laserie. Los c ri terio s

    res que

    no

    ofrezcan alterac iones brus cas con

    J

    , ^ j / j , ^ 3 ^ , s e g n

    el

    inters perse-

    metodo lg icosa ins t rumen ta r en la^e'^ccn

    y

    ^^^^

    ^^

    1^ p^^^^ co r r espon-

    g u i d o por el invest igador . Para Levene

    (^ ^ ^''J^^

    comparac in con lospreciosde los

    d ien tes a losper odos de paz que

    s'''^=

    J; , factoraje ylas facturas in corp orad asen

    aosdeg ue rra . Las g ^ ' ' ' , ^ ^ invalorable .Deaqu que,a los efectosde

    l os l it ig io s j ud ic ia le s n o s b r i nd a n ^ ' f * ^ ^ u d i o

    de las

    crisis cclicas,

    sea

    preciso

    poder se leccionar el per o do base mas ' H^ 2 ) m a n t e n i e n d oelao calendar io co mola

    volveralm t o d o i n s t r u m e n t a d o p o r r e v e n e y '' ^^^ calcularelmo vim iento estacional

    unidad

    de

    a n lis is c ro n ol g ic o m s P f ' ~ ^ e n s u a l e s m e di os . L os p ri m er os tr at an

    de

    m e d i r e m o s

    los

    desvo s estacionales

    y los

    acsvio n,cnsual ms alta,

    y los

    segundos

    los desvos ent re

    la

    media mensual

    ' ^^ . ' ' = ' 1^ 1

    respecto

    de las

    med ias an uales. R es-

    consis ten en lasdesviaciones de las' = '^ '^ ; ' j m tod o ms convenien te para est i-

    pec to a laponderac in , los c rite rio s P * f = ' ' ' , m eto do l gic os decada investiga-

    mar ser ies incompletas var an deacuerao a ' ,

    ^

    1^ estadstica d el com ercio exte -

    cin

    en

    par t icular .

    En

    v i r tud

    de la

    ' . ^ ' ^ - / c o n j e t u r a l

    de

    t ipo di recto ,

    aue

    consiste

    r io r po r t e o , Bro ide (1951) e l ig i una P O ^ ^ 94^. ^elos cueros form aban aproxi-

    en suponer , fundndose en losclculos ' ^^ .^ ' S J ' ^ - j ^^^^ ^ , d ent re astas , cerdas,

    m a d a m e n t e lami taddelos env osalexter ior ,m ^ ^ j ^ ^ ^ ^^

    ^^

    lanas, sebo

    y

    tasajo. Respecto

    a la

    composicin

    de

    los c ueros ,

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    EDUARDO R SAGUIER

    Hilfe rding (1910), un prec io para cada pesada del cue ro y para cada

    momento del ao, a l ex tremo de conver t i r se en un mercado a termino que

    le daba al acopiador la posibilidad de beneficiarse de las consecuencias

    eventuales del m ovi m ien to d e los precios , y de cargar a la especulacin el

    riesgo por los cambios de precio' ' .

    Para la determinacin del precio de los cueros existan en la segunda

    mitad del siglo XVIII dos tipos de mercados, el de contado, o de ajuste rpi-

    do , y el mercado de futuros o a termino, o de ajuste lento. En el primero,

    las partes acordaban la entrega de una cantidad de cueros a un precio, reali-

    zando la entrega en forma inmediata o efectiva. En el segundo, las partes

    acordaban entregar o recibir una cantidad de cueros en un momento

    especfico del futuro^.

    Las frecuencias de las corambres fluctuaban slo dentro de la estacin

    invernal. Los nicos que no respetaban esta restr iccin estacional y vaquea-

    ban en verano eran los que faenaban cueros clandestinamente, ya que poco

    les importaba que en las disparadas de la hacienda se murieran los terneros

    recin paridos. Ya en el siglo XVII se empiezan a observar las primeras

    experiencias de mercado a trmino en la produccin pecuaria. Gonslez

    (1957) relata cm o se com ienza a com ercializar el cue ro a ent reg a futura,

    es decir , antes de la corambre, colocando la produccin a los dueos de los

    navios de regis tro. Esto es aceptado por los capitanes de los barcos, puesto

    que se aseguraban la pun tualid ad de la entre ga y el con ocim iento del costo

    de sus insumos.

    Los precios de futuros tendan a ser ms elevados que los de con tado

    debido a gastos extras en intereses y almacenamiento. Por ejemplo, s i bien

    ce de precios del cuero integrado por las subseries de los cueros de buey, yeguarizo y vaca,

    que los promedi con e l t rmino medio de los ndices de los ot ros productos . En su lugar ,

    en nues t ra ser ie de prec ios de l cuero la informacin se encuent ra desagregada en cueros de

    toro y novi l lo . Cada una de las mismas se encuent ra , a su vez , desagregada a comienzos de l

    siglo XVIIl a tenor de la dimensin de cada unidad (largo por ancho) en varas y, a part i r de

    mediados del mismo siglo, a tenor del peso en l ibras castel lanas. De un total de 604 cueros

    vacunos obtenidos en una vaquera prac t icada en la Banda Orienta l se obtuvieron, a f ines

    del siglo xvil l , 247 cueros de 40 l ibras, o el 41 por 100; 169 de }5 l ibras, o el 28 por 100; 94

    de } 0 l ibras, o el 16 po r 100, y 94 de m en os d e 30 l ibras, o el 16 po r 100 (A G N , Sala IX ,

    Hacienda, leg. 6, exp. 120). Para prolongar la l nea que i lustra la tendencia de este fenme-

    no pa r t i cu l a r , debemos adopt a r en t onces como supues t o l a s p roporc i ones menc i onadas , aun-

    que estn apoyadas en una fuente que atae a una sola parte de la regin rioplatense.

    En efec to, ext rapolando para e l res to de la es tads t ica anual de cueros exportados la di s t r i -

    buc in de cueros por esca la de peso hechos en una corambre espec f ica de un ao en par-

    t icular , es ta remos en condic iones de jus t iprec ia r e l va lor verdadero de las exportac iones de

    cueros hasta hoy conocidas. La tabla i lustra estos mismos valores.

    Hilferding (1985), 164.

    ' Ignoram os si e s t e emb r i ona r i o mercado a t rmi no e ra i mpl em cnt ado com o seguro o

    cobertura cont ra las osc i lac iones de l prec io de l cuero.

    1 6

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    EL ME RC DO DEL CUERO Y SU ROL COM O FUEN TE LTERN TIV DE EMPLEO

    los cueros de 25 a 40 libras tomados en marzo de 1772 para dentro de seis

    y doce meses de plazo costaban a razn de 4 y 11 reales, aquellos tom ado s

    un mes antes para dentro de diez y veintin meses costaban a razn de 6 y

    15 reales, respectivam ente. El prem io o diferencia en tre el precio actual en

    efectivo y el precio de los futuros obedeca a oscilaciones en: 1) la oferta y

    la demanda del cuero; 2) la provisin de carretas y lanchones, y 3) la oferta

    y demanda de bodega mar t ima. En el e jemplo mencionado, la prima o pre

    mio entre ambas contrataciones alcanzaba a dos reales por cuatro y diez

    meses de diferencia que haba entre una y otra compra a termino. Al acer

    carse la fecha termino, ambos precios se iban igualando por cuanto los cos

    tos de almacenam iento y la tasa de inters iban per dien do impo rtancia.

    Si los precios de los meses ms lejanos se cotizaban mas alto que los cerca

    nos, se podra decir que exista un mercado normal, por reflejar este los

    costos de almacenamiento c inters. En cambio, s i ocurra lo contrario , se

    podra decir que exista un mercado invertido. Esto ocurra solo en casos

    de fuerte presin de la demanda en el corto plazo.

    Observando detenidamente la tabla I , descubrimos que, a diferencia de

    estancam iento sostenido por R om ano 1963), se prod uce a mediados del

    siglo XVIII un soste nido a um en to del prec io del cuero pa rtie nd o en 1745

    de un pre cio de 15 reales para el cuero de t or o y 12 reales para e de n ovi

    llo am bos de 3 varas de longitu d po r 2 varas de ancho ), hasta alcanzar en

    TABLA I

    Mercurial del

    precio

    del cuero, 1745-1759

    M edid o en varas y valuado en reales)

    - , , ^

    ueros

    de novillo

    ueros detoro

    , TT. 2 V4 3 varas 2 V 6 2 5/4

    Aos 5 varas 2 >/b

    :>/ *

    .

    17 12 11

    1745 15 2 ^^

    1748 16 4 10 ^ ^2

    1750 18 16 j ^

    1752 19 17 . , 14 12

    1753 20 18 16 16

    1759 21

    - , , 74 s f 6 3v

    R 4, 1748, f. 2 2; R. 4, 1750, f. 1 55;

    F U E N T E : ^G N .^Proc oco lo s , Reg .sc ro^2,^ ^

    ^^^^ , ^^^^

    ~ V ^ , Sc ca 6n Tribun ales, Pro toc olo s. Re gistro 5, 1772. fs. 96, 112v.. 109v., 152v..

    I66v. y 180.

    JO 7

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    EDUARDO R SAGUIER

    1753 los de 20 y 16 reales, respectivamente, o el 33 por 100 de aumento.

    Estos precios tienen la virtud de mantenerse hasta la entrada de Espaa en

    la Gu er ra de los Siete Ao s, a fines de 1761, fecha en que sufren una cada

    vertiginosa.

    Con la Paz de Pars, declarada en 1763, el pre cio del cue ro exp erim enta

    un oom que supera los precios alcanzados en la preguerra. Efectivamente,

    segn la tabla II, el cuero de toro de 40 libras, equivalente al que mide

    3 varas por 2 varas, alcanza el precio de 23 reales, mientras que el de

    30 libras, equivalente al de novillo de 3 por 2 varas, alcanza el precio de

    20 reales. Estos precios, a medida que la intensa demanda de posguerra se

    fue cubriendo, en lugar de mantener su nivel, sufren un progresivo descen

    so ,

    hasta tocar en 1769 el piso ms bajo, con 9 reales el cuero de 40 libras y

    3 1/4 reales el cuero de 25 libras, es decir, una baja del orden del 61 y 86

    por 100, respectivamente. Ai ao siguiente, en 1770, el precio del cuero

    sube a 5 1/2 reales el de 25 libras y 14 reales el de 40 libras, es decir, un

    alza con relacin al ao precedente del orden del 50 por 100. A partir de

    dicho ao y hasta la particip acin de Espaa en la gue rra con tra Ingla terra

    o de la independencia de Estados Unidos, en 1779, el precio del cuero se

    m antu vo estancado debid o, apar entem ente, a la intervencin del mercado

    de futuros. Con la participacin de Espaa en la guerra de la independencia

    de Estados Unidos, el precio del cuero cay a 8 reales el de mayor calidad.

    Finalmente, durante las guerras napolenicas, debido al permiso real de

    com ercio con colonias extranjeras y en buqu es ne utrales , su valor se

    m an tuv o en los 12 reales po r un ida d'.

    En el precio de exportacin del cuero deben computarse los costos de

    transaccin incurridos por los acopladores, pues los fletes terrestres y flu

    viales (un real o el 12 po r 100 en co nc ep to de flete para aq uellos cue ros

    transportados en lancha desde Buenos Aires hasta Montevideo) incluan

    aquellos gastos necesarios para poder acondicionar los cueros en los puer

    tos de salida. Cada carretero que transportaba los cueros hasta los puertos

    de cabotaje deba llevar guas del nmero de cueros que condujere cada

    carreta, precaviendo de ese modo que se extrajese ilegalmente ningn cue

    ro por el camino de trnsito. Ms an, a fines de siglo se estableci por

    bando que las guas deban llevar consignadas las marcas de los cueros res

    pectivos. En el caso de los cueros puestos en Montevideo, el acoplador

    deba pagar, amn del flete mencionado, dos reales en concepto del dere

    cho del Ramo Municipal de Guerra, el cual supona un 25 por 100 del

    valor del cuero, aforado a un peso cada unidad (que no se cobr en Monte

    video hasta 1779), y un 4 por 100 en co nce pto del Ram o de Alcabala' .

    ' A G N , Sala IX, H aciend a, leg. 97 , cx p. 2521, f. 87.

    ' A G N , Sala IX , Trib unale s, leg. T-6, ex p. 5.

    1 8

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    7/24

    EL MERCADO DEL CUERO Y SU ROL COMO FUENTE ALTERNATIVA DE EMPLEO

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    209

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    EDUARDO

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    SAGUIER

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    EL ME RCA DO DEL CUERO Y SU ROL CO MO FU ENT E ALTERNATIVA DE EM PLEO

    Juntas, las tres partidas constituan un 41,5 por 100 del va or del cuero a su

    salida de America. En el caso de los cueros remitidos desde Buenos Aires a

    Montevideo, era preciso que antes de embarcarlos en las lanchas del no se

    reconociera si estaban de recibo y se practicara, adems, su pesaje y roma-

    neaie. Para esta tarea se requera que al menos hubiesen pasado tres das

    desde la ltima lluvia, de modo que los cueros presentaran menos del 10

    por 100 de humedadi. por cueros a est i lo de embarque se entenda aque

    llos de 40, 50 y hasta 7 0 libras, pues nu nca ... se ha te nid o po r cu ero

    comerciable los de becerro, respecto a ser chicos, y no tener peso regu-

    lar'^

    Si,

    a su vez, estos cueros deban ser exportados a Espaa, el comercian

    te exportador, y no ya el acoplador, deba pagar los gastos por los estibado

    res que hacan el arrumaje y acomodo de los cueros en la bodega de los

    barcos, el flete R o de la Plata-Cdiz, el dere cho de e ntrad a en Espaa la

    comisin y el seguro'^. Teniendo en cuenta que el flete del Ro de la Plata

    a Cdiz oscilaba entr e 4 reales plata por pesada de 35 hbra s en tiem pos de

    paz, que corresponde al 50 por 100 aforado a un peso (8 reales) cada cuero,

    y 2^ ^reales plata en tiem pos de gue rra , que e dere cho de en trad a en Espa

    a a l canzaban 2 1/5 re aks po r pesada de 35 hb ras 4 ^ ^ - ^ l e s de ve lln

    por libra, o 140 maravedes, o 4 reales y 4 maravedes de velln por pesada

    de 35 hbras), que corresponde a algo ms del 25 por 100 aforado a peso

    cada cuer o; que la com isin respectiva se estilaba en el 4 PO^ 100 - b - su

    precio en d puerto de sahda (l6 reales plata) o 3/4 de real por cada uni-

    5 d o e l V p r OO; que el seguro alcanzaba al 3 ,50 por 100 sobre un aforo

    de 8 reales% rovinc iales o 14 1/2 reales plata igual a 1/2 '^^1 e p k ^ o

    6 25 por 100, siempre con referencia a la umdad, concluimos que los gastos

    7 P ./ rA.r^rhc^ de entrada ms com isin y seguro ) de un

    de comerciahzacion (derechos ae cnu*u* ^J^A^^ r -o

    cuero de 35 hbras que cost 12 reales plata alcanzaba promedio entre 8 rea-

    e s " kta o el 90 po'r 100, en tiempos de paz, y

    2 ^ ; - / "

    P ^ " J " " 7 ? ^ ^

    guerra" Asim ismo si se quera re ex por tar dicha m ercanc a a reinos

    gu erra . Asim ismo, si 4 ^ ^^ ^^^ ^ ^^^^^ ^ 9 rea-

    extr anje ros se deba paga r el de rec ho d^ sa P ^^^^^^ ^^

    les de velln por cuero, o el 15 por 100 soorc

    bueno para pesar y embarcar en l' has ur

  • 7/26/2019 El Mercado Del Cuero Vaquerias Banda Oriental Siglo 18

    10/24

    EDUARDO R SAGUIER

    velln po r cu ero, y el f lete de Cdiz al pu er to extran jero, que, sum ado a

    los derechos de entrada, comisin y seguro, alcanzaba al 97 por 100.

    Sumando al costo del cuero sus gastos de comercializacin, que oscilaban

    en tre 13 y 17 reales plata, y co nsid eran do que el pre cio d el mism o en E spa

    a fluctuaba alrededor de los 30 reales plata, debemos concluir que la

    exportacin legal de frutos del pas slo era lucrativa en tiempos de paz'^.

    Por cierto, considerando estos altos costos de comercializacin, slo en

    tiempos de guerra, mediante faenas clandestinas o exportando i legalmente

    a los reinos extranjeros , es decir , con operaciones donde se salvaban todos

    los gravmenes fiscales, poda alcanzarse una tasa de ganancia razonable.

    En un documento de poca se aclara que los cueros extrados por los

    por tug ueses y fraudulentam ente conducidos has ta Ro de Jane iro , y de ah a

    Lisboa, pagaban el 4 por 100 por un derecho que l lamaban de

    baldeacin

    y

    luego el quinto por el derecho de los gcneeros que se embarcaban, que

    correspo nda al 20 po r 100:

    . . . con que importando las dos partidas 24 por 100, es vis to que

    los extra njero s ah orr an po r aquella va [fraud ulen ta], un 15 o

    16 po r 100, y qu e el Real Er ario y los ram os parti cula res se

    privan de un 39 40 por 100 que se dejan de contribuir por

    prohibir tan estrechamente estas faenas '*.

    Como consecuencia directa de la vigencia de un mercado a trmino

    para la fijacin del precio del cuero, los empresarios de vaqueras o coram

    bres se vieron obligados a maximizar la rentabil idad de sus empresas divi

    diendo la fuerza de trabajo a su cargo segn las diversas tareas que las

    comprendan; componindose esencia lmente de baqueanos , des jar re tadores ,

    desoUadores , barra que ros, bo m ber os y achu radora s . El personaje cen tral en

    esta empresa era, indudablemente, el vaquero, desjarretador o faenis ta,

    habiendo por vaquer a un promedio de dos o t res vaqueros acompaados

    por un solo pen caballerizo y en tre tr es y diez peo nes d esoUa dores '^.

    La retr ibucin de cada una de dichas tareas variaba por cuanto el t iempo y

    la habil idad requeridas para desempear cada una eran tambin dis t intas .

    La desigual inve rsin en tie m po y habilidad p ara cada tarea haca nece

    saria entonces una primitiva diferenciacin salarial; aquellas tareas ms ries

    gosas y que re queran de mayor vaqua (calif icacin), c om o la del vaq uero

    que desja rretaba y acodillaba el anim al, deba n ser mejor p agadas qu e las de

    menor r iesgo, como, por ejemplo, la del pen que slo cuereaba al vacuno

    G clm an (19 ), 114-115.

    1' ' AGN, Sala IX, Tribunales, leg. T-6, exp. 5.

    Arc hivo G ene ral de la Na cin (A G N ), Sala IX, Haciend a, leg. 4, exp . 61, f. 329.

    112

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    EL MERCADO DEL CUERO Y SU ROL COMO FUENTE ALTERNATIVA DE EMPLEO

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    EDU ARIX R. SAGUIER

    y estaqueaba y marcaba al cuero, o la del barraquero que simplemente

    recoga, desga rrab a, limpiaba, clasificaba, apilaba y pre nsa ba los cuer os '^.

    Si bien, aparentemente, el vaquero reciba por unidad de cuero producida

    menor jornal (1/2 real por cuero) que el pen o el barraquero, quienes

    cobraban entre un real y medio y dos reales por cuero construido, en la

    totalidad de la jornada el vaquero doblaba o triplicaba los ingresos del

    pen. Los sueldos de los barraqueros se pagaron siempre por las papeletas

    que los vaqueros les daban por el t iempo de sus servicios, expresando en

    ellas lo que haban invertido, a razn de cunto por mes o por cuero, y qu

    nmero de cueros haban tenido a su cargo' ' . Por ejemplo, en la estancia

    La Calera, cada pe n dcsoU ador recau daba en tre 8 y 18 peso s po r m es,

    mientras que el vaquero Mart n Cuel lo, el que menos toros haba desjarre

    tado, recaud $19 y 3 reales, y Toms Daz, quien haba alcanzado el

    rcord, recaud $33 y 3 reales por mes.

    La diferencia entre pen y vaquero obedeca al hecho de que la canti

    dad de animales que cada vaquero desjarretaba en una jornada de labor

    doblaba o triplicaba la cantidad de animales que un pen poda alcanzar a

    cuerear o api lar en el mismo t iempo. Como promedio, cada vaquero desja

    rret en 1769, en la estancia mencionada de los jesutas expulsos, entre 200

    y 600 toros por mes. El rcord fue alcanzado por el vaquero Toms Daz,

    quien desjarret 1.069 toros en tres meses; seguido por Pascual Moroti ,

    con 894 toros , y po r quien m enos cueros hizo, el vaq uer o M artn Cue llo,

    con 620 tor os , todo s en igual perodo^ .

    Como a los peones se les pagaba por cuero, ya fuese de toro o novillo y

    chico o grande, es muy probable que los vaqueros prefirieran reducir sus

    riesgos y acelerar la faena aprovechando los das o semanas de buen tiempo,

    desjarretado aquellos vacunos que les ofrecan mayor resistencia y esfuerzo;

    en otras palabras, la velocidad de la faena dependa de la consistencia del

    suelo y de la edad y go rd ur a de los vacuno s. Es sabido qu e lluvias excesivas

    provocaban tal humedad en el suelo que impedan que los vaqueros manio

    braran con soltura sus cabalgaduras. Por otro lado, el ganado joven y gordo

    le exiga al vaquero mayor velocidad y destreza.

    Por supuesto, los acopladores preferan aminorar sus costos, haciendo

    recaer el peso del trabajo en ncleos o reservorios de mano de obra scmies-

    clava, conchabando en forma colectiva partidas de indios Tapes o Minuanes

    o, cuendo el acoplador era un militar, recurriendo al auxilio de soldados y

    ' Segn Con i (1930), el Real As iento de Ingla terra declaraba com o gas to el salario de

    un vaquero, el cual desjarretaba a razn de $50 (400 reales) cada mil toros, o 2/5 de real

    cada cuero.

    '* A G N , Sala IX , Ha cien da, leg . 73, cx p. 1945, f. 2.

    2

    AGN, Sala IX, Hacienda, leg. 4, exp. 61, f . 329.

    4

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    EL ME RC DO DEL CUER O Y SU ROL CO MO FUENT E LTERN TIV DE EMPLEO

    oficiales en lugar de changadores mestizos, a los que haba que pagar con

    jornales individuales^'. As, por ejemplo, en 1730 el capitn Luis de Sosa

    Mascareas, alcalde de la Santa Hermandad, declaro ante el Cabildo de

    Montevideo que las ranchadas de los changadores atraan hacia ellos a

    muchos de los indios reducidos en Santo Domingo Soriano, con sus muje

    res e hijos, para peones de a pie y cocineras y lavanderas; y al no faltar los

    cielitos (bailes) y los beberajes, em pezaban las mu jeres a des omponerse con

    los troperos^^. ., , L- i

    Revelando indirectamente la discriminacin de que eran objeto los

    indios, en el monto de la paga, por parte de los faeneros, Juan Bautista

    Dargain pide en 1792 hcencia para vaquear en la otra banda bajo la excep-

    cional condicin de

    ... que en estas faenas he de emplear para peones... a los indios

    del Pueblo de Yapey que con permiso de su Corregidor Cabil

    do y Administrador se me presentasen a conchavo a los cuales

    he de pagar en igual forma que^a los peones Espaoles que

    conchaba se para el mism o efecto .

    Se sabe tambin cmo las vaqueras o corambres, donde se retribua

    con u n jornal, a destajo, c ontr ibuy ero n en gran m edida a la disolucin de las

    escasas reducciones indgenas existentes an en el siglo XVIII. Ya a comien

    zo de siglo, el procurador general l lamaba la atencin del Cabildo de Bue

    nos A irfs sobr e una estancia poblad a po r po rtug ue ses ; y declaraba que os

    mismos, con ser inhbiles para vaquear, se vahan de l ^ y ' ^ ^ ^ ^ ^ ; - /

    de los peones de Santa Fe, l legando incluso a valerse de peones tucuma-

    nos^^

    Al entre gars e a la matanza de ganados para servir a los ^ te re se s d e

    los acopiadores^de cueros y obten er en retribucin toda suerte de abalo

    rios,

    los indios de las misiones jesuticas

    no ate ndi ero n ya sus telares, siembras, y otr os trabajos esta

    blecidos y tod o lo que antes se llevaba y gob ernab a, po r unas

    muv escrupulosas reglas, se redujo a confusin y trastorno y

    r / s e a c S t q i e ^ n l os ai^os d e 1768 y 1769 n o e n vi ar on

    aun se acr eaito , qu trib uto s y dems indispensables

    efectos alguno s para el pago de triDutos y ^^ ri j ,j2 5

    ui^c V stos en muy corta can tiaaa .

    gastos, sino once pueblos, y estos cu i^u;-

    2' Porto (1943), 207-215.

    Assu ncao (1978), 392. .

    A G N , Sala IX , Hacien da, leg. 66, exp . 1769, t . 1-

    25 Assu ncao (1978) 392. ^ ^ 1945), pp . 112-113, citado

    Mem ona de los Virreyes del Rio ae la riaiu y

    por B arrios P into (1967), 71.

    V

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    EDUARDO R SAGUIER

    Amn de los indios, a los acopladores (empresarios exporradores de

    frutos) les convena, para am inorar sus costos y maxim izar sus ganancias,

    entrar en tratos con oficiales a cargo de guarniciones militares, aprovechan

    do as a la soldadesca ociosa. En la Guardia del Paso del Rey (Banda Orien

    tal),

    A ndrs Fernn dez, na tural de la Villa Rica y vecino del Camacu,

    mayor de treinta aos, de oficio labrador, que lo prendi la gente de la par

    tida de don Antonio Pereira ms all del Fraile Muerto, dijo

    ... que siem pre han v isto qu e las mayores cogidas de gana do

    que se hacen y introducen en aquellos dominios, son por los

    capitanes, coroneles, y dems personas de distincin, constn-

    dole asimismo que muchas ocasiones salen las tropas cogedoras

    de ganado, auxiliadas con soldados y oficiales, como de ordina

    rio suele hacerlo el Capitn Francisco Alvarez con su gente^''.

    En su lugar, las vaqueras y recogidas de ganado alzado de la banda

    occidental del Ro de la Plata se frustraban cuando existan rumores de

    malones indgenas o escasez de caballos; y en esos casos se extraa siempre

    el ganado de las estancias, aunque sus dueos se quejaran de que contaban

    con escaso gana do y que era flaco el poc o que tenan La extrac cin la prac

    ticaban los matanzeros o compradores de reses formando cinco partidas

    para cada uno de los cinco partidos (jurisdicciones) de la campaa, comen

    zando con el pago ms prximo y, a medida que los pagos ms cercanos

    eran trajinados, les seguan los dems pagos ms lejanos, de modo que, una

    vez abastecida la ciudad con reses del prim er pag o, ... das ante s que se

    experimentase el clamor del pueblo estuviese proveda con las del segundo

    pago, y as hasta el ltimo^^.

    Por otro lado, la relacin que mantenan el personal de las vaqueras o

    corambres con los medios de produccin era desigual, por cuanto cada uno

    de ellos posea con intensidad diversa algn medio de produccin. En las

    corambres o faenas de hacer pieles, los vaqueros eran provistos por el

    empresario acoplador con

    medias lunas

    para desjarretar los animales, con

    caas tacuaras para calzar las

    medias lunas

    y con espadines para acodillarlos,

    pero no de los caballos, que eran de su propiedad. Las caas tacuaras en

    que se engarzaban las medias lunas era producidas en Corrientes, donde la

    Mayordoma de la Iglesia Catedral se encargaba de su distribucin,

    vendindose a 3 reales cada una. Mas no siempre era ste el precio normal.

    En los reparos puestos por el Cabildo de Corrientes a la rendicin de cuen

    tas que hiciera en 1781 el m ay or do m o de la Iglesia Cate dra l, doc tor do n

    " A G N , Sala IX , Haciend a, leg. 24, cxp . 569, f. 14.

    " dem.

    116

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    EL MERCADO DEL CUERO Y SU ROL COMO FUENTE ALTERNATIVA DE EMPLEO

    Antonio Martnez, los cabildantes le reprochaban que en tiempos pasados

    se vendan las tacuaras

    ...

    cua ndo ms caras, a 20 pesos o 160 reales cada

    carretada de a 50 tacuaras, o 3 reales cada una. Dicho prroco, segn los

    cabildantes,

    no slo carga a 4 reales cada tacuara, sino tamb in carga el

    cos to de peon es, gastos de yerba, tabaco alquileres de bueyes,

    caballos, y erramientas, de manera que cada tacuara sale cuando

    menos a dos pesos, siendo constante que el vecindario acarre a

    su costa d ichas tacuaras hasta la cercana ^ ^ . y ^ f f , ^ -

    exceso en el valor de las tacuaras es tan perjudicial a la Ig esia

    que se conoce palpablemente el artificio con que fund d cha

    Cuentas, esparciendo en diferentes P t e s e costo de dichas

    tacuaras, para no ser conocid o esta maldad .

    Los caballos eran su principal inst rum en to de trabajo al cual adiestra-

    LOS caDaiios ^ J ^ / l ^f^rea de faenar, enlazar y pechar, en

    ban y ensea ban especialm ente para w i-t i _ j ^ ^ ^ -n -cn-nV (ver-

    la cual ganaban a razn de medio real por cuero pagaderos en especie (ycr

    la cual ganaoa n a razuu r pro du cid o estaba la reposicin

    ha fabaco In clu ido en el salario po r cu er o piuuuv-iu. u i

    Da, taoa coj . int iu iuu ci ^ffn do oor su ns trum cn to de t rabajo: la

    Z r ^ r e S n ^ e caballos p to ^ o s^ y o P ^ a z f d t d ^ ; r ^

    do de las cabalgaduras f.^J^/^^^/^^J/eS^^^^^^^^^^ apilaban, sacudan y

    cuero deso l lado , aqu el los peones que es q / j ^ ^ ^^^^^Z9_

    prensaban los cueros tambin ganaban a razn ac f

    ^ AGN, Sala IX, Tribunales, ^%^J'^^lJjo,^y^c AG N, Sala IX, Hacienda,

    Respecto a los )ornales Pg' f .f^' l R ^ O de las Temporalidades, por cargos

    Icg. 6, exp. 120. En las satisfacciones dadas al JUmo^ ^^^^ ^ ^ . r ^ ,^^^ ^^^^^^^ ^ ^^

    suspendidos a las cuentas S ^/^ 'V^ '*' ' da de Melchor de Viana, administrador que

    a nombre de Mara Antonia de Achucarro, viu , , . e ga r al Baqucro dos medias

    fue de dicho Ramo, que: Es del ^gf , : '^ ,Hinis t radof hojas d^ espadn con las

    lunas para que desgarrete el animal: i sn ,^ j ^ mu erte: consiguientemen-

    que forman igual nm ero de chusas P ^ ^ . ^ l f ' baflerizos para el cuidado de las cabalgadu-

    tc se le pasan uno o dos peones

    f ' * ^ ' ^

    ^u da n alternativamente pues no cual-

    ras de los baqueros que stos traben ' V P ' r ' / ensenada a l, por ser contingente y

    quiera sirve a ese efecto, y es urgen te este ,^ ' ^^^tadorcs y mu erto el animal, envan

    peligrosa esta operacin : conseguida la a io n j iH necesarios, siendo de la oblga

    los peones a sacar la piel de l, = l ' ' | ' 'H'Lueeo entra el individuo o individuos de

    cin de este individuo el estaquearla y t' g * ^ reconocimiento de las pieles, si estn bien

    idoneidad que se titulan Barraqueros, al '^'^^ y [ ^ . na al pen, hacindole conducir

    acondicionadas y enjutas, y de recibo, y tanao ^.^ j^^je tambin los barraqueros

    de cuenta del dueo de la faena

    ' ^ j ' ^ *

    _esto es indispensable y urgente, y de prcti-

    aprensan las pieles y acondicionan , lo do lo cxp ^^^^^^ ^^ ^^^^ . ^ ^ ^^ ^ease los

    ca, y pata dichas f f . 7 r r 7 7 que sonTos contratos. (AGN, Sala IX, Hacienda,

    documentos referidos de ts. 4/o y ' .

    M

    leg. 44, exp. 1159, f- 22).

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    EDUARDO R SAGUIER

    En cambio, los caballerizos, y a veces los barraqueros, ganaban un salario

    po r tiem po en tre 8 y 10 pesos cada mes. Las achu rado ras eran casi siempre

    las mujeres y los nios qu e acom paaba n a los peones en las carretas de

    cada expedicin montada al efecto, las que asimismo operaban como coci-

    neras y lavanderas.

    Si bien el caballo era un instrumento de trabajo para vaquear, recoger,

    apartar, enlazar, bolear, arriar, pezcar, pisar ladrillo, vender al menudeo o

    moler t r igo, cuya prop iedad convert a a su poseed or en un pro pieta rio de

    medio de produccin, tambin es cierto que el caballo tambin era un

    medio de t ransporte individual que le permit a a su propietario gozar de

    una mayor m ovilidad para ven der, ocas ionalm ente, su fuerza de trabajo^ .

    Posea, a su vez, el caballo la ventaja de poder reproducir su fuerza de tra-

    bajo en forma natural sin requerir de gasto alguno, salvo el fondo de repo-

    sicin por la brevedad de su ciclo de vida til.

    Como es sabido, el acoplador o capitalista pagaba por la fuerza de tra-

    bajo contratada mucho menos que el valor producido por dicho t rabajo.

    En nuestro caso de la corambre, por cada cuero producido y api lado en la

    barraca, el acoplad or o bten a e ntr e 10 y 23 reales, segn su peso o tam ao ,

    y desembolsaba por l una suma de costos fijos y variables. Los costos fijos

    estaban const i tuidos por los medios de produccin (desjarretadores, espa-

    dines,

    cuchillos y estacas), los cuales se prorrateaban entre la totalidad de

    las unidades producidas. Por ejemplo, en la hechura o construccin de

    2.350 cueros se insumieron, en 1769, tres carros completos de estacas y, en

    1784,

    para la con struc cin de 1.031 cuer os se insu m iero n 4 1/2 docenas de

    cuchillos y solamente una

    inedia luna

    a un costo entre 12 y 21 reales cada

    docena de cuchillos^'. El costo variable estaba constituido por la fuerza de

    trabajo incorporada al producto, consistente en los vaqueros, los peones y

    los barraqueros, trabajando a razn de medio real por cada cuero los

    primeros y dos reales por unidad los otros, ms el costo de las vituallas

    ' En las recogidas de ganado o rodeo s prevaleca tambin una primitiva divisin del

    trabajo, segn que se marcara, apartara, castrara, sealara, curara o simplemente revisara o

    contara. El caballo para trabajar en rodeo tambin deba ser adiestrado en enlazar, echar al

    medio y pechar. Cada paisano llevaba su remuda, pues el continuo correr a toda rienda,

    pararse, tornear, pechar, aguantar cimbrones de lazo, cansaban mucho al animal. Termino

    medio, cada yeguarizo aguantaba dos o tres horas, segn fuera la edad de los vacunos a tra-

    bajar, el estado de gordura y la consistencia del suelo. Tengamos en cuenta que, como bien

    lo explica Terrera (1970), apartar un ternero era una cosa y apartar novillos gordos otra, y

    que el cansancio del caballo aumentar o disminuir segn la hacienda y el mismo terreno.

    A animales gordos y jvenes, mayores corridas; a hacienda flaca y vieja, menor esfuerzo.

    Lo propio ocurre con el terreno: si est blando ser ms pesado, y si seco, menor esfuerzo

    para el caballo que trabaja [Terrera (1970), 342].

    ^' AGN, Sala IX , Hacienda , leg. 4, exp. 61, f. 329; leg. 29, exp . 747, f. 17; leg. 42,

    exp.

    1075.

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    17/24

    EL MERCADO DEL CUERO Y SU ROL COMO FUENTE ALTERNATIVA DE EMPLEO

    vcrba

    V

    tabaco) que oscilaba con el n m ero de peones em pleados y el cos-

    ^ d e L t e f luctuando es te l t imo con la mayot o me nor distanc ia a los

    "mbarcadcr 'os mrcercanos3^. Los costos variables estaban const i tuidos por

    el alquiler de las car retas o flete".

    A.

    rnpro nroducido, que e l acoplador vende a 12

    " Si tene mo s en cuenta que por ^ f f

    J ^

    ^.^st^s variables y 1 1/2 reales en

    reales , tuv o que desem bolsar 8 1 /2 f '^ '" =" ^ . j / p lusvalor del ord en de los 2 reales ,

    concep to de cos tos fij os , hab r =" f " " ^ . ^ ' " ,3 j " exp lo tac in o p roporc in de l va lor

    De aqu entonces que s i quis iramos medir la

    ^'^^ P

    iber ia de medirse la re lacin

    generado por e l t rabajo que es

    ^PP%^l/'^

    las calificaciones laborales son he tero gc -

    cn tre el plusv alor y el capital variable, fc ro cu* ^^^^^_^^ ^^ medirse en tonc es divid iend o el

    neas las tasas de explotacin son

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    18/24

    EDUARDO R. SAGUIER

    Las provisiones mediante las cuales se avituallaba al personal de las

    vaqueras promediaba a razn de una l ibra de yerba de palos y dos l ibras y

    media de tabaco colorado por mes por pen, por un precio que en 1769

    estaba a 20 reales cada arroba de yerba y $4 1/2 cada arroba de tabaco^ .

    Los volmenes de tabaco y yerba consumidos por la poblacin de la campa

    a se pueden estudiar en forma indirecta a travs de la estadstica anual de

    los cueros producidos y/o expor tados . S i tenemos en cuenta que e l precio

    de la yerba fluctuaba entre 5 reales por arroba, o $4 1/2 cada tercio, en

    1757,

    y 20 reales por arroba en 1765, o $16 cada tercio en 1773, y que el

    pre cio del tabac o fluctuaba en tre 16 y 32 reales la arro ba , y que en tre

    todos ,

    vaque ros, caballerizos y peo nes barr aqu eros (habra 2.000 hom bres

    en la Banda Oriental en 1784), alcanzaban a recibir cerca de $40.000 anua

    les en retr ibucin de su trabajo en las corambres, que se consuman en un

    60 por 100 en yerba de palos y en un 40 por 100 en tabaco colorado, po

    dr amos decir que las regiones r ioplatenses productoras de cuero demanda

    ban anualmente entre 100.000 y 200.000 arrobas de yerba y entre 40.000 y

    80.000 arrobas de tabaco^ ' . Esta primitiva estimacin no resultara antoja

    diza s i observamos que el mismo Azara menciona un promedio de 196.000

    Tambin en este mismo per odo se regist r una in tensa especulacin en t ic t ras de pan l le

    var, al ext remo de incrementarse su renta ms del c ien por c ien en menos de una dcada.

    Lamentablemente , los archivos notar ia les guardan muy pocos e jemplares de estos contratos.

    La mayor a de estos contratos se regist raban en la Alcalda de Hermandad 0ust ic ia de Paz) .

    Por ejemplo, en 1630, una chacra fue arrendada en $20 anuales por el trmino de cuatro

    aos (AGN, Sala IX, Escribanas Antiguas, v. 16, f . 252). Diez aos ms tarde, en 1640,

    Isidro Cebr in de los Co bos a r rend una chacra ms chica en Mo nte Gra nde , a Jua n de

    Pintos, en $50 por e l trmino de un ao. Supuestamente , aquel los ter ra tenientes que no

    eran capaces de operar sus chacras por s mismo elegan arrendarlas o darlas en aparcera

    antes que vender las . Pero estos ar rendatar ios tampoco sol an ser los productores di rectos,

    pues ,

    por lo general , se t ra taba de comerciantes que a los efectos de la produccin agr cola

    contrataban mano de obra asalar iada. Por e jemplo, Diego de Roxas Br iones, e l ar rendatar io

    citado, no trabajaba su t ierra con su propia fuerza de trabajo familiar . En cambio, Roxas tra

    baj su chacra empleando, entre 1635 y 1638, seis trabajadores indgenas [Saguier (1986),

    tabla 3] . N o ob sta nte esta apar ent e relacin social-capitalista, Roxa s Brione s fracas en vol

    verse un autnt ico ar rendatar io capi ta l i s ta . Este f racaso era debido a la imposibi l idad de dis

    minuir la renta fundiar ia y en superexplotar e l t rabajo indgena. Ms an, cuando los precios

    del tr igo y la harina cayeron debido a la quiebra de relaciones con Portugal y sus colonias,

    las ganancias tambin cayeron. Como la tasa de ganancia media disminuy drst icamente , los

    ar rendatar ios no pudieron pagar ni la renta ni los salar ios de los indgenas. Consecuente

    mente , los ter ra tenientes debieron comenzar a t rabajar las t ier ras por s mismos. [Acerca de

    las razones del fracaso de una t pica clase arrendataria en el Buenos Aires colonial , vase

    M a n s o et al (1983), 33.]

    J A G N , Sala IX , Ha cienda , leg. 4, ex p. 61, f 329.

    En su corre spo nde ncia con el virrey Lore to del 12-IX-1781, Ju an ngel Lazcano ase

    gura que en la faena que se haca de ganados misioneros en la Banda Oriental . . . pasaban de

    mil hombres los que empleaba en hacer faenas de cueros [Pereda (1938), 188-218; citado

    por Pivcl Devoto (1957)] .

    120

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    EL MER C DO DEL CUERO Y SU ROL COM O FUENTE LTERN TIV DE EMPLEO

    arrobas que salen de Asuncin en el qmnquemo 1788-1792^^ Considerando

    que cada pen acondicionaba entre 50 y 100 cueros por mes, segn la

    ?ntensl lad^de la vaquera , consumiendo en vveres en dicho penodo una

    ta de yerba de pak>s y 2 1/2 libras de tabac o en ram a y qu e una libra de

    verba coLaba cn.fe 1/5 y 4/5 de real y que 2 1/2 libras de tabaco costaban

    entr e 5 / 2 y 3 reale , concluiremos que el acoplador insuma com o gasto

    var abe para manutencin de cada pen mientras durara la vaquera entre

    W / 1 0 re^al y ^ 4 / 5 real cada 50 100 cuero s. La prov isin de vituallas era

    i X s c n d i b l e , al ex t remo que lo p r imero que hac a un hacendado pa ra

    imprescinaiDic, a ^ cora m bre, era

    arracionar

    miciar una tarea, ya se

    ^f^/^

    ^^ J 1 , o , , i o no ha llaba jorna leros.

    ^ ^ T n r r c a ; : s T o a f c X L a m p L se hallaba en 178^ con m uy

    p o c ^ S ^ c u r s e n . d e e s ; ; ^ ^ S ^ ^ ^ ' ^ ^ ~ :

    ba: 1) la escasez de m ano ^ b ^ ^ y ^ f) , ^ de no hal larse peone s q u e ^ e

    mera, que es la principal, se 'Icbc al hecho

    ^^ ^

    conchaban

    quisieran conchabar por ' J / ^ f /^ ' f ^ ' ^^ , i do alzado . Esto

    cuando los conductores del abasto van a conc v. g

    ocurra por cuanto los hacendados

    los abrigan dnd oles de come r te nien do 4 5, y 6 en su casa,

    sin dest ino alguno, mantenindose estos dichos peones de

    robos de ganados y cabal los '^

    Careciendo los hacendados de mano de obra fija,

    para entregar los novillos se ven en la precisin de pagarles a

    ... para cnircg^^' ^l^\^^

    U o v , l l o , \ s s u de salir puestos e ' ; ^ ^ n 1

    43 se man if ie st a lo s P ) ' 1 ^ T ' ; , e conchaven

    que abrigan dichos peones y son causa de que no

    por aos o temporadas ' .

    La vaquera o corambre era un trabado P - ^ - ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

    m atanza s se pra ctica ban al igual que ^^^^^^^^^^^ ^ a b a n libres de car-

    Ios meses de mayo, junio y julio, cuando los campos

    >* Garivaglia (1983), 84 f 55

    AG N , Sala IX, Hacienda, leg. 23, exp. 5 ,

    * hidem

    Ihidem

    121

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    EDUARDO R SAGUIER

    dos y no haba r iesgo en maltratar tern ero s recin nacidos po r estar estos

    meses fuera del t iempo de la paricin. En los meses de verano no se poda

    herrar por la corrupcin o r iesgo de agusanarse que le entra a los animales

    por el calor del yerro. Tampoco en esta estacin se poda vaquear, o apar-

    tar ganado para el pago del diezmo de cuatropea, por la abundancia de

    cardales y, adems, por ser tiempo de cra o de paricin, en que cualquier

    movimiento del ganado pona en peligro de muerte a las cras , las que,

    debido a su endeblez fsica, no estaban en condiciones de seguir a sus

    madres en las disparadas provocadas por los vaqueros. Como hemos aclara-

    do antes, los faeneros clandestinos carecan de tales escrpulos. Pero no

    slo los faeneros clan destinos faltaban el resp et a la naturaleza. Tam bin

    los indios se com portab an inescrupulosam ente . En la propue s ta c i tada, Juan

    Bautis ta Dargain expresaba que

    . . . se impedir el destrozo del ganado hembraje, que sin consi-

    deracin hacen los faeneros changadores con el f in de aprove-

    charse del cebo y grasa, par ticu larm en te los indios que no

    habiendo quien lo impida matan las bacas preadas slo con el

    f in de comer el ternero a que son apasionadsimos,

    en lugar de matar los toros crecidos, .. . que no sirven para otra cosa que

    para con sum ir los pasto s, y an im pe dir los procreos **.

    El problema se presentaba cuando las corambres eran pract icadas por

    los hacendados con hacienda alzada, ya sea en campos propios o realengos.

    El resultado de estas corambres era, para cada hacendado que la practicaba,

    inmensas pilas de cueros s in marcar y, lo que era peor, herradas con marcas

    heterogneas. En la estancia de La Marscala, la hacienda no se herraba y los

    cueros hechos se admitan por orejanos por sobreentenderse la imposibil i-

    dad de herra rlos dad o el inm enso n m ero d e los ganad os alzados y la enor-

    midad de las distancias a recorrer. Por otro lado, en tiempos de seca y falta

    de pastos, aun en las estancias ms prximas a los pueblos, los ganados se

    alzaban y se marchaban a las serranas, donde abundaban los pastoreos y

    aguadas y do nd e era imposible la yerra. De m od o qu e las auto ridad es civi-

    les admitan la posibidad de otorgar guas a los cueros orejanos cuando

    stos procedan de ganados alzados. Pero ste no era el caso cuando, al

    cuestionarse la naturaleza alzada o realenga del ganado, los cueros resultan-

    tes podan considerarse mostrencos y no orejanos. Los primeros, a diferen-

    cia de estos lt imos, deban ser comisados y rematados al mejor postor en

    almoneda pblica. En estos casos se estaba al diezmo que cada uno pagara,

    AGN, Sala IX, Hacienda, leg. 66, cxp. 1769, f . 1.

    22

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    EL ME RC DO DEL CUER O Y SU ROL COM O FUE NTE LTERN TIV DE EMPLEO

    por lo que se nombraba por parte del juez personas inteligentes en la mate-

    En el caso de coram bres con hacienda de m^arcas h c ro n e a s, ^ a l ^sera

    En e l caso de coramores - ; ; ; ; ^ ' ; ^^ban a ser denunciados por

    vendidos los cueros a los

    f^P'^^XlcSTc^^^^^^

    los mismos J or

    los due os de las marcas al ^^ re m o de

    f ^ ^ ^^

    ^ ^ ^ 3 ^^

    la autoridad respect iva. Por ^ ^ ' . '^ '^^ ^. o .d ina ria s eran los faeneros

    marcas distintas,

    ^-^^f^'^^'^'^'jZZoTsTlrpnios^

    que reducan

    c landest inos , los gauder ios J 1^ f ^ P ^ / ^ ^ ' j i r es te^e la jo , las au tor ida-

    cuanto cuero les l legaba = ^ ^ ^ / ' -J '^ ^ ' ^ fo s compradores de cueros la

    des d ic taron en 1792 - ^ - d o x g endo a ^ lo s . - ^ P^^^^ ^^^ ^ . ^^ . ,^ ^ ,^ ^

    cont ramarca ^ P^^ .^^^^l '^^d im pos ib le de remontar . Ind ignado por los

    los com erciantes una difcukad impos ^^^^.^^^^

    ^^l^^^ba

    en 1792

    perjuicios que le irrogaba este Danao, uu

    que

    j 1 ^.rr, salarios rurales experimentaron un

    25 po r 100. Q uinc e aos despu s, o Francisco Sandoval

    nuevo repunte an ms considerable. Fehpe Hores y

    4' AGN, Sala IX, Tribunales

    ^^S-f^'^^%

    -

    ^ ^

    AG N, Sala IX, Hacienda, Icg. 64, cxp. I7iu.

    Levcnc (1962), 328.

    Coni (1930).

    123

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    EDUARDO R SAGUIER

    (alias Chumingo), socios de ejercicio banqueros, faenaron por orden de

    Antonio Pereyra a favor de la Administracin de los Pueblos de Misiones,

    y en el paraje El Daymn, 6.285 cueros cotizados a 3 reales cada uno, en los

    cuales trajinaron tres barraqueros a $10 mensuales cada uno, insumiendo

    $888 que, deducidos de los $2.357 que importaron los cueros, s ignif icaron

    $739 para cada uno de los dos vaqueros, o el equivalente a $225 cada mil

    cueros, ms del tr iple de lo devengado por un baquero quince aos atrs ' .

    Si bien hemos comprobado en la campaa de la Banda Oriental la exis-

    tencia de una inflacin del salario a destajo o por piezas, no lo hemos

    comprobado an con respecto a los salarios fijos. De todos modos, la infla-

    cin del salario a destajo fue funcin del oom del cuero y , tan pronto como

    se poblaron las t ierras realengas y se reglament la marca y la contramarca,

    esta inflacin del salario fue desapareciendo. Aquellos acopladores de cue-

    ros que supieron valerse de los reservorios de mano de obra indgena o

    mihciana tambin supieron acumular grandes diferencias, con las cuales

    engrosaron las filas de la nueva burguesa naciente.

    ' A G N , Sala IX, H aciend a, Icg. 38, exp . 97 3, f. 5.

    24

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