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1 El microtaller Un verano de escritura creativa a través de las ondas La Bella Varsovia

El microtaller - María José Pedraza...Georges Perec (traducción de Yolanda Morató) 6 Ho y H e v u e l t o a v e r M e la postilla. La culpa la tiene el verano, tiempo de biquinis

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El microtallerUn verano de escritura creativa a través de las ondas

La

Bella

Var

sovi

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El microtallerUn verano de escritura creativa a través de las ondas

La Bella Varsovia

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Grandes relatos pequeños

«Contar un cuento», asegura Andrés Neuman, «es saber guardar un secreto». Escribir es no saber callarse, unir las piezas del puzzle para descubrir lo que desconocemos. Y eso es, justo, lo que hemos intentado conseguir en este taller: dividir en piezas los elementos de un relato, dedicar cada sesión a uno de ellos, experimentar con esos ingredientes fundamentales y con un género, el del microrrelato, entre la fluidez de la narrativa y el chispazo de la poesía. Por-que, de nuevo según Neuman, «un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minu-to». Muchas gracias por acompañarnos a través de las ondas, en nuestra página de Facebook, con vuestras voces escritas.

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Eltema.Cuén-tanosturecuerdo.

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Me acuerdo (fraGMentos)

297. Me acuerdo de las canicas de barro que se rompían en dos en cuanto el golpe era un poco fuerte, y de las de ágata, y de los bolindres de cristal en los que algunas veces había burbujas.

393. Me acuerdo de cuando me rompí el brazo e hice que toda la clase me escribiera dedica-torias en la escayola.

471. Me acuerdo de los coches americanos: los De Sotos, los studebakers, los pontiacs, los oldsmobiles, los chevrolets, los packards, y los V8, a los que llamábamos así porque tenían «ocho cilindros en v».

Georges Perec(traducción de Yolanda Morató)

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Hoy He vuelto a verMe la postilla. La culpa la tiene el verano, tiempo de biquinis y ca-chetes al aire. A mi rodilla a los cinco años no le importaba el sol, construía casas con chapas oxidadas y se subía a remolques abandonados. Caerse no era difícil, tampoco levantarse y solo lloraba si había sangre. El rojo siempre me pareció un color muy dramático. En la piscina nadie más se ha dado cuenta, a pesar de ser un recuerdo a voces.

Vero

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recuerdo con nostalGia aquellas tardes de escuela. El sudor se escurría por nuestras en-cendidas mejillas. El aire se inundaba de aquel característico olor a kikos, que Marquitos nos pasaba entre las bancas, mientras don Luis hacía la vista gorda para no aumentar su sofoco. Y las miradas iban y venían del reloj que, en breve, daría la hora de salida.

«Mamá, ¿en qué piensas?», pregunta mi hijo; yo junto mis manos y él me entrega, generoso, un buen puñado de maíz tostado.

María José Pedraza

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de niña a Mujer (versión queer)

Todavía recuerdo como un eco terrorífico a Julio Iglesias cantando De niña a mujer mientras mi madre planchaba en la cocina. Su estribillo sacudió mi adolescencia en la que nadie cantaba al sufrimiento que suponía convertirse en un hombre de verdad. Así fue como yo, un niño de largos silencios, empecé a descubrir que si quería triunfar en la vida debía ser mitad truhan mitad señor. Al tiempo que Chabeli se convertía en una pesadilla que resucita cada vez que traiciono mi virilidad.

Durán Durán

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el cerro

Calle Medea, El Cerro. Niños que jugábamos a las estampas en la calle de atrás, peleas, fútbol en la Cruz, zapatillas La Tórtola. Domingos por la mañana, el Tuerto nos despertaba con su tocadiscos. A las doce a misa, a las cuatro al Córdoba Cinema. Ollas chiflando, olor a guiso. Íbamos creciendo, todo cambiaba, las casas crecían hacia arriba, noches de verano, los vecinos sentados con sus sillas en la calle mientas nosotros, en la graílla de una casa vacía, escuchába-mos al Lobo cantarnos Te recuerdo Amanda. Luego llegó la droga, se comió al barrio, el miedo fue cerrando las puertas, empezamos a marcharnos. Todo ha cambiado.

Mi barrio ya solo es un recuerdo.

Francisco Jiménez

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Me acuerdo de cuando tenía memoria. Era estupendo. Creo.

Antihéroe

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Me acuerdo del día en que mi amiga Samantha y yo nos encontramos un lagarto muerto en el recreo, y conseguimos no chillar para que no vinieran las monjas, y lo escondimos, y a la hora del almuerzo robamos un cuchillo del comedor para hacerle la autopsia. Que no hubo manera, porque tenía la barriga blindada. Al final se lo comieron las hormigas. El pobre.

M.

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a veces Me escapaba de la siesta saliendo a hurtadillas de casa con mi goma elástica en la mano. La ataba a dos columnas y empezaba a saltar sigilosamente para no despertar a los vecinos. Recuerdo la quietud, la soledad, la luz intensa, las chicharras... y a la niña que fui re-tirándose el pelo de la cara mientras saltaba y cantaba para sus adentros. Mi cuerpo menudo se desdibujaba con el sol y posaba, sin saberlo, para una foto sobreexpuesta donde reside mi infancia.

Inma Marín

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priMer rencor

Mi primer recuerdo es de rencor: no llego a tres años, me he caído, lloro ante mi madre, que ríe por mi torpeza. Como aún desconozco la ley de la gravedad y estoy encabronado, la em-prendo a golpes contra el suelo. Impotente, quiero que el planeta entero pague por mi caída. Y eso que no sabía aún de subprimes, primas de riesgo, cajas de curas, ladrillazos, concejales corruptos, colas del paro. Sigo encabronado. Prepárate, planeta, que ya soy grande.

Gitanoner

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recuerdo cuando vivía el presente, cuando no tenía noción del futuro ni añoraba el pa-sado.

Cordobés en Córdoba

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recuerdo naufraGios de Galletas maría deslizándose por mi garganta para desayunar. Los besos húmedos de la abuela antes de salir por la puerta. Los diez minutos de traqueteo en autobús camino de la escuela con la leche aún caliente intentando huir por mi boca. Después: ceras de colores, recortables, canciones autómatas, mentiras piadosas de catequesis como vitriolos de amor verdadero que nos salvaguardasen del veneno de manzanas ajenas. Y el frío, el frío siempre metiéndose dentro del abrigo.

Ismael Ramos

Primer premio

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Lembro naufraxios de gaLLetas maría esvarando pola miña gorxa para almorzar. Os bicos húmidos da avoa antes de saír pola porta. Os dez minutos de traqueteo en autobús camiño da escola co leite quente tentando fuxirme pola boca. Despois: ceras de cores, recortables, cancións autómatas, mentiras piadosas de catequese coma vitríolos de amor verdadeiro que nos salvagardasen do veleno de mazás alleas. E o frío, o frío sempre meténdose dentro do abrigo.

Ismael Ramos

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Mi recuerdo

Recuerdo que cuando se me caía un diente, mi abuela siempre decía: «Busca un agujero y escóndelo para cuando te mueras». Y eso hacía yo, ir a esconderlo asustado; poco a poco fui llenando de dientes todos los agujeros que encontré en casa: el de detrás del armario, el que había bajo la lavadora, el del comedor… Tantos dientes de leche, muelas rotas y colmillos que-brados guardé que cuando crecí, tuve la sensación de que la casa comenzaba a morderme. No tuve más remedio que marcharme de allí.

Rafael Calmaestra

Segundo premio

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sieMpre recordaré el Modo en que nos odiábamos.La exquisitez de nuestras dentelladas fueron desapareciendo a medida que mudábamos

los dientes de leche y tornábamos nuestra sana Yihad en una aburrida sucesión de insultos con palabras que ni tú ni yo inventamos. Aún añoro cómo nos arrancábamos el plumón a picotazos bajo la mesa durante el almuerzo, ajenos al vértigo de abandonar el nido y simular que volamos.

Francisco Javier Serrano de la Vega

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Elpersonaje.¿Qué haceSandokánen unsitio como este?

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el HoMbre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

Gabriel Jiménez Emán

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sandokán, veinte años pensando ser el dedo de Dios.El mundo le necesita. El amor le necesita. Las mujeres le necesitan. Los jóvenes le necesi-

tan.Él no sabe. Solo sufre. Él tiene que hacer lo que le dicta su corazón blanco.Blanco de fe en el ser humano. Blanco de apoyo al necesitado. Blanco de sinceridad entre-

gada. Blanco de pureza y transparencia.Pero le espera la cárcel. Las multas. Los programas de televisión. Los devaneos con insulsas

y lloronas cantantes. Y la indiferencia con la que él no podría vivir.

Mariángeles Pedrera Pedrera

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el invitado

Nápoles, torre del Maschio Angioino, frente por frente del Vesubio, volcán de volcanes. Fran-cesco Schiavone, Sandokán, jefe de jefes de la Camorra. Reunión de camorristas, machos de machos. Hay acuerdo: huelga de recogida de basura. La alcaldesa, que es amiga, aceptará al final y podrán seguir repartiéndose el negocio de la construcción y de los vertidos. Prebendas a los políticos igual a regalos a los poderosos. El invitado, lo spagnolo, toma nota.

Andreotti

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Mi novio Habla solo en la habitación de al lado. Pongo la tele e intento no escuchar sus conversaciones, insólitas y algo espectrales; me cago de miedo cuando hace dos voces a la vez respondiendose mutuamente dentro de una conversación sin sentido. En mi brazo derecho noto un leve cosquilleo, de reojo observo unos pocos pelillos blancos que me acarician, giro la cabeza y veo a Sandokán. Me pregunto: ¿qué hace este tío en mi salón?

Jesús, María y José (JMJ)

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en el tieMpo de Mis vacaciones me dedico a hacer una limpieza general en casa de mi madre. Este año, después de limpiar la cocina, el cuarto de aseo y las bajeras de las paredes, me sobraron un par de días y decidí dar una vuelta a los armarios. Empecé por el armario empo-trado grande, en el que se guardan recuerdos de una vida. Había en él una caja de esas de carne de membrillo con la cara de la Virgen, que aún brilla a pesar del tiempo. Contenía recuerdos: postales, trozos de telas, trenzas de pelo y recordatorios de comuniones. Había una pequeña postal de Sandokán, y me dije: ¿Sandokán, que haces tú aquí?

Ángeles Dávila

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la verGa la tenía muy dura. Casi como la cara. La mal llamada “erótica del poder” parece que le removía las entrañas y era lo único que no podía comprar con su dinero. Ahora sí. Lo había conseguido. Nunca pudo imaginar ese inefable sentir, que ni el sexo en su vertiente más oscura le podía proporcionar.

Matías, el gordinflón celador del hospital psiquiátrico, saludó como todas las mañanas a su más querido huésped: «Buenos días, Sandokán, ¿cómo has pasado la noche?»

Escíbalo

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a sandokán no le Gustan los espejos

Sandokan prefería no moverse. Su extremada catoptrofobia le había obligado a vivir en la jungla, alejado de cualquier núcleo urbano mínimamente civilizado. Allí se enfrentaba a dia-rio con tigres de Bengala a los que abría el vientre con magistral técnica. Ahora, sin embargo, hubiera preferido cualquiera de aquellos felinos a ese espejo que colgaba amenazante a su espalda. Así le sería imposible confesar que él era el padre de la criatura.

Francisco Sebastián García Román

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la Guerra de las parcelas

En el hangar, los soldados se cuadraron en el acto. Ante ellos, aquel hombre extraño, enfun-dado en una capa negrísima, comenzó a pasar revista. Como siempre. Pero esta vez sucedió algo. Todos lo vieron detenerse de pronto y girarse lentamente. «Siento una perturbación en la fuerza», jadeó. En ese preciso instante surgió de entre las naves su cabeza de largos cabellos blancos. Activó el sable láser y, a grito pelao, pronunció la frase que haría tambalearse a todo un imperio: «Tú no tienes huevos de echarme a mí abajo Alderaán».

Rafael Calmaestra

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duerMo en un Hotel de las afueras. Todo está enmoquetado de azul y los edredones son rosas. Las paredes guardan manchas resecas. Las acallan.

¿Cuantas strippers sin vida habrán flotado boca abajo en la piscina? Duermo en un hotel de las afueras. Todo incluido.

Cuando entro en la habitación, enciendo la luz y me desnudo. Cojo unas toallas y entro en el baño. Azulejos blancos. Dentro de la bañera Sandokán juega con un patito de goma. Duermo en un hotel de las afueras. Todo incluido.

Ismael Ramos

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durmo nun hoteL das aforas. Todo está emoquetado de azul e os edredóns son rosas. As paredes gardan manchas resecas. Cálanas.

Cantas stripers sen vida flotarían boca abaixo na piscina? Durmo nun hotel das aforas. Todo incluído.

Cando entro na habitación prendo a luz e íspome. Collo unhas toallas e entro no baño. Azulexos brancos. Den-tro da bañeira Sandokán xoga cun patiño de goma. Durmo nun hotel das aforas. Todo incluído.

Ismael Ramos

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sandokán poppins

Super-cali-fragi-listi-coespi-alido-so,pelo cano, muy malayo y cara de mafioso,concejar curto y machote, joyero con bigoooote,Super-cali-fragi-listi-coespi-a-SIPOTEEE!!

Fran de Munchausen

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Laatmós-fera.Adivinaadivi-nanzacordo-besa.

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el corazón delator (fraGMento)

(...) --¿Quién está ahí?Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y

en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte. Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había

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tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: «No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez». Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir --aunque no podía verla ni oírla--, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostar-se, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice --no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado--, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

(...)

Edgar Allan Poe(traducción de Julio Cortázar)

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cabeza de reptil

cuerpo militarchorros por delantechorros por detrásquiere una caña en el Correopero no puede llegar.

Rafael Vera

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en el sojo

¿No te acuerdas que la vimos en el Sojo? Parecía la favorita de todos los sultanes. Bailaba cim-breándose, como haciéndole la cobra hasta a la música. Ojos tan negros que rapeaban, pesta-ñas como alas de cóndor. Me acerqué y despilfarré toda mi pirotecnia dialéctica. La agasajé con funambulismos verbales, con las ganas que se me salían de las cuencas de los ojos. To pa ná: «farfollas», farfulló, con las vocales más abiertas que el final de Perdidos. Y te dije: «Adivina, adivinanza. Cordosiesa».

Le roi des gitanes

Segundo premio

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de repente, vuelven a resonar en su cabeza las malditas palabras, los consejos reci-bidos: «estás loco, ¡sabes que no existe!, ¡no lo hagas!, ¡es una leyenda!» Goterones de sudor cayendo cejas abajo nublan su vista, dañando unos ojos ya vencidos por horas de oscuridad. El calor, la humedad y el ensordecedor ruido del agua estaban consiguiendo que su mente tampoco quedara indemne, sintiéndose como el jamón del flamenquín recién sumergido en aceite hirviendo. Apenas guiado por el único sentido que aún le funcionaba, el tacto, la en-contró, palpándola con éxtasis. Tiró de una oxidada y vetusta anilla metálica, vaciando las pocas fuerzas que le quedaban, y subió por el umbral que quedó ante él. Tras unos segundos de adaptación a la luz, sonrió. No estaba loco. Existe. La escultura de bronce con cabeza de piedra, parecía sonreírle, mientras varios turistas japoneses, dos mendigos y una mujer que paseaba con su hijo, miraban atónitos la escena.

Pedro Hidalgo

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eMpty

A mis amigos y a mí nos gustaba aquel sitio porque podíamos observar en la oscuridad; vi más de un muerto allí, persecuciones, peleas. También sentí, quizá, la punzada del deseo al ver hacer el amor por primera vez. Aquella gente no sólo sabía amar y morir, también reían, e incluso filosofaban si era necesario. Y yo crecí, pero no dejaba de mirarles. Hasta que un día todo se desmoronó. Ya no quedan fantasmas; aquello es ahora un espacio pulcro de pasillos largos bajo el perenne hilo musical. Tanta luz acabó con la rosa, pero dejó las espinas.

Rafael Calmaestra

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Meterse en un jardín

Yo, que venía a rendir pleitesía a mi Dios por quinta vez y a pasear a Toby por tercera, ¿cómo he acabado bajo este eucalipto --carne de cerdo en mi boca, césped en las entretelas-- pecan-do?

Sara Toro

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los Miércoles era Mejor. ¡Era el Día! Dos por el precio de una y allí que íbamos, en grupo, escindidos de la tribu: de caza. Por cierto, les recuerdo que lo mejor de la caza no es cobrar la pieza, sino disfrutar de la jornada. Uno de nosotros llevaba el radiocasette al hombro, agarrado como el butanero a su bombona. Sanyo o Sony, bien grande, compacto, pilas gordas nuevas. No eran tiempos de iPod ni smartphone ni cascos ni gaitas. Socializábamos la rumba: «dame veneno que quiero morir, dame veneno...» Y el meyba chorreando. Olía a cloro y a hormonas. Hoy, sólo escombros. No hay agua ni en la parte-de-los-tres-metros.

Bartolomé Mata

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lo del apolo 11 fue una trola. Ya se sabe que bajo presión y con prisas las cosas no salen bien y como Nixon se puso muy cansino e impaciente con lo de ganar a los rusos, a la NASA se le atravesó el proyecto y decidió dejar el verdadero viaje para más adelante. De momento, contrataría a unos actores y montaría una nave de cartón piedra y chapa para contentar al personal. Cuando solo les faltaba elegir el escenario idóneo, entró en juego Sierrita, una ve-cina de mi abuela que se hizo las Américas y trabajaba «limpiando la NASA». Sierrita tenía la costumbre de darle besos cada dos por tres a una foto de la patrona de su pueblo. Era una fotografía tomada en las puertas de su Ermita, donde salía la sierra al fondo, con su paisaje desnudo, peladito, solo salpicado por alguna piedra. Los de la NASA, viendo la foto, debieron pensar que aquello le daba un aire muy grande al Mar de la Tranquilidad porque el día 21 de

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julio, allí que se plantaron a rodar el alunizaje. Si se miran bien las imágenes, a la derecha de Armstrong se puede ver el rabo de una cabra, porque el cabrero de la sierra dijo que de allí él no se movía y los del equipo no pudieron evitar que una cabra curiosa se les metiera en el plano.

Inma Marín

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anocHe ardió el bosque por donde nos llevaron. Y con el fuego se fue el odio, la soledad y el miedo.

Y aunque él mire desafiante ya no me importa. Ya no deseo su muerte. Cuando lo veo, se que nunca lo conseguirá.

El agua apagó mis lágrimas y trajo la paz.Esos chicos con sus chalecos amarillos vigilan que no se agite de nuevo.

Mariángeles Pedrera Pedrera

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te dará la bienvenida una inusual columna parecida a aquellas que sostienen el Olimpo. Pero, en vez de a un lugar sagrado, este lugar símil de peligroso desfiladero que llevó a gran-des ejércitos a la muerte nos conduce a un cálido rincón de esta bella ciudad. Un rincón que parece invitarte a decidir. El calor y la claustrofobia arreciarán, pero al final del empedrado una fuente custodiada por un arco de vida te devolverá la hidratación que necesitas para ima-ginar qué hay detrás de cada una de esas puertas que culminan este corto pero imaginativo paseíto.

Rakelakela

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Mi luGar en córdoba no existe. Apenas si es tan solo una evocación sutil e imaginativa de cosas vistas en otro sitio, quizás en la tele, en las noticias. Mi lugar en Córdoba no guarda formas precisas, es como una caja de oscuridad que me entra por los oídos y se instala en mi cerebro. Una caja llena de voces dulces. De dulces. Una caja que ríe, que enciende versos para que yo los admire, que me lee y me ruboriza.

Ismael Ramos

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o meu Lugar en Córdoba non existe. Apenas se é unha evocación sutil e imaxinativa de cousas vistas noutro sitio, quizais na tele, nos noticiarios. O meu lugar en Córdoba non garda formas precisas, é como unha caixa de escuridade que me entra polos oídos e se instala no cerebro. Unha caixa chea de voces doces. De doces. Unha caixa que ri, que encende versos que admiro, que me le e me fai tornar rubio de vergoña. Hai poetas na miña caixa, e risas, e poetas. Pero o máis importante é que no meu lugar en Córdoba, por moi lonxe que estea, “hoy por hoy”, eu tamén son un “chico moderno”.

Ismael Ramos

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Lasorpresa.Nadaesloqueparece.

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El señor Ga había sido tan asiduo, tan dócil y prolongado paciente del doctor Terapéutica que ahora ya era solo un pie. Extirpados sucesivamente los dientes, las amígdalas, el estómago, un riñón, un pulmón, el bazo, el colon, ahora llegaba el valet del señor Ga a llamar al doctor Terapéutica para que atendiera el pie del señor Ga, que lo mandaba llamar.

El doctor Terapéutica examinó detenidamente el pie y meneando con grave modo la cabeza resolvió:--Hay demasiado pie, con razón se siente mal: le trazaré el corte necesario, a un cirujano.

Macedonio Fernández

un paciente en disMinución

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dulce

Me muevo sobre mis propias geometrías. Camino rápido, aunque esta ascensión no parezca acabar nunca --quizá todo sea realmente circular, como decían los eleáticos--. Pero continúo, sin pausa, porque sé que ella me espera arriba, en mi celda, atada. Su voz temblorosa me atrae sin remedio. Y su olor. Amo ese temblar y ese olor tanto como pueda amarla a ella. Al fin llego. Estás aquí. Oh, mi pequeño, pequeño corazón, no sufras más. Me has esperado tanto… ¿cómo puede saber tan dulce una carne que palpita?

Rafael Calmaestra

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llevaban Horas Hablando sin parar en el bar. «Vámonos a mi casa», dijo ella. Se besaron por primera vez, desde el segundo hasta el quinto. Aquella casa era preciosa, era la que él siempre quiso tener. Cada palabra, beso o movimiento que sucedieron en la cama fueron per-fectos. Ella seguía durmiendo cuando él despertó. Fue al baño y allí se encontró en el espejo una fotografía de ellos dos más jóvenes abrazados y una nota que decía: «Tranquilo, cariño, dentro de unas horas no te acordarás de nada. Algunas veces me gustaría ser yo la que padez-ca amnesia».

Javier J. G.

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Mi refuGio secreto

Mi familia todos los veranos veraneaba en la misma isla. Una maravilla en medio del Atlánti-co.

Yo cada mañana iba a la misma playita, era mi refugio secreto.Allí pasaba las horas corriendo, jugando y bañándome. En aquellos tiempos era fácil imagi-

nar que toda aquella extensión de arena desierta de turistas, en parte me pertenecía.Según fui creciendo y perdiendo la inocencia, cambié la arena por las rocas y ahora con el

paso de los años aprendí que es cierto aquello de que el agua del mar cicatriza las heridas.

Ricardo Bra

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¿el Mañana efíMero?

Se despertó desorientado. A duras penas, desentumeció sus músculos y sus sentidos y se encaminó hacia las luces de la ciudad. Encontró poco tráfico a su paso. Le desasosegó la ves-timenta de un grupo de extranjeros, sus cabezas despeinadas, la profusión de pendientes, auriculares y walkie talkies. ¿Dónde estaba? Un escaparate mostraba televisores que proyecta-ban un Madrid-Barça, una corrida de toros y una misa del Papa. Tropezó con un cartel que anunciaba un concierto de Raphael y otro de Julio Iglesias. El viejo dictador se serenó. Todo en orden. Comprendió que la siesta le había jugado una mala pasada.

Nano

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su sonrisa es clara como la de un niño. Será porque se mira en el espejo de aquel que co-rretea tras las palomas en medio de la plaza. Lleva un sombrero raído para protegerse del sol y nada para protegerse el corazón, curtido por tantas batallas.

Apuro mi último cigarro y dejo caer la colilla en esa plaza, la plaza donde un niño juega y un viejo sonríe, mientras pienso que no tuve pasado ni tendré futuro. Y acelero mis pasos, que me conducirán hasta el motel donde todo está preparado.

María José Pedraza

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rafalete 2036

Tras su criogenización, sintió un hambre atroz. Llevaba un milenio sin comer. Salió a una pla-za infestada de luces, como si los chinos de la feria estuvieran al mando. La cruzó y descendió una calle. Le sorprendieron unas columnas romanas rodeadas de neones. Entró al primer local que encontró. Pidió dos de estos y dos de aquellos. Ingirió moléculas de flamenquín, bolas de pinchitos en hidrógeno líquido y gelatina de salmorejo. Salió a la calle y en una pantalla del bar pudo leer: Happy trisausan disisai. Córdoba cultural sity. Welcomidos a Rafalete Deluxe.

Cyborg Gitano

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tenía MucHa HaMbre y un cartón con un número en la mano con el que aguardaba su tur-no. El comedor era como un polideportivo de refugiados después de un terremoto. El suelo, las paredes, las sillas; todo estaba pegajoso. Los niños te gritaban al oído. Algunos lloraban, otros se peleaban. Los padres intentaban colarse. Alzaban las manos. Se empujaban. Con ojos pálidos miraban a la cocina. Tenían un vacío en el estómago implacable. Más gritos, más llantos, más colas.

Triple A

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secreto de faMilia

Después de comer friega los platos. El delantal ceñido a la cintura. Luego: cose botones y zur-cidos varios, plancha, escucha su programa en la radio, pasa la aspiradora, amasa, machaca chocolate y tiene las galletas lista para cuando él llegue. Fuera ya se ha hecho de noche. A las ocho y media en punto, como cada día, la puerta se abre. Es él. Ella sale al recibidor y lo besa en la boca. Un beso largo. Cuando termina le da de comer galletas. Nadie diría nunca que es un camaleón.

Ismael Ramos

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seGredos de faMilia

Despois de comer frega os pratos. O mandil cinguido ó van. Logo: cose botóns e zurcidos varios, pasa o ferro, escoita o seu programa na radio, pasa a aspiradora, amasa, machuca chocolate e ten as galletas listas para cando el chegue. Fóra, xa se fixo de noite. Ás oito e media en punto, como cada día, a porta ábrese. É el. Ela sae ó recibidor e bícao na boca. Un bico longo. Cando remata dálle de comer galletas. Ninguén diría nunca que é un camaleón.

Ismael Ramos

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nada es lo que parece

Mi mano nerviosa buscaba entre las papeletas la que yo deseaba introducir en la urna. De-mocráticamente emocionado encontré al fin la que encabezaba Rosa Aguilar. La toqué, la olí, la miré una y otra vez. Sentí algo próximo a un orgasmo electoral. Sin embargo, mi coitus fue interruptus. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al descubrir que Carmen Calvo aparecía en segundo lugar.

Durán Durán

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índice

Grandes relatos pequeños 3

El tema. Cuéntanos tu recuerdoMe acuerdo (fragmentos), Georges Perec 5Hoy he vuelto a verme..., Vero 6Recuerdo con nostalgia..., María José Pedraza 7De niña a mujer (versión queer), Durán Durán 8El Cerro, Francisco Jiménez 9Me acuerdo de cuando..., Antihéroe 10Me acuerdo del día..., M. 11A veces me escapaba de la siesta..., Inma Marín 12Primer rencor, Gitanoner 13Recuerdo cuando vivía..., Cordobés en Córdoba 14

59

Recuerdo naufragios de galletas..., Ismael Ramos 15Lembro naufraxios de galletas..., Ismael Ramos 16Mi recuerdo, Rafael Calmaestra 17Siempre recordaré el modo..., Francisco Javier Serrano de la Vega 18

El personaje. ¿Qué hace Sandokán en un sitio como este?El hombre invisible, Gabriel Jiménez Emán 20Sandokán..., Mariángeles Pedrera Pedrera 21El invitado, Andreotti 22Mi novio habla solo..., Jesús, María y José (JMJ) 23En el tiempo de mis vacaciones..., Ángeles Dávila 24La verga la tenía..., Escíbalo 25A Sandokán no le gustan los espejos, Francisco Sebastián García Román 26La guerra de las parcelas, Rafael Calmaestra 27Duermo en un hotel..., Ismael Ramos 28Durmo nun hotel..., Ismael Ramos 29

60

Sandokán Poppins, Fran de Munchausen 30

La atmósfera. Adivina adivinanza cordobesaEl corazón delator (fragmento), Edgar Allan Poe 32Cabeza de reptil..., Rafael Vera 34En el Sojo, Le roi des gitanes 35De repente, vuelven a resonar..., Pedro Hidalgo 36Empty, Rafael Calmaestra 37Meterse en un jardín, Sara Toro 38Los miércoles era mejor, Bartolomé Mata 39Lo del Apolo 11..., Inma Marín 40Anoche ardió el bosque..., Mariángeles Pedrera Pedrera 42Te dará la bienvenida..., Rakelakela 43Mi lugar en Córdoba..., Ismael Ramos 44O meu lugar en Córdoba..., Ismael Ramos 45

61

La sorpresa. Nada es lo que pareceUn paciente en disminución, Macedonio Fernández 47Dulce, Rafael Calmaestra 48Llevaban horas hablando..., Javier J. G. 49Mi refugio secreto, Ricardo Bra 50¿El mañana efímero?, Nano 51Su sonrisa es clara..., María José Pedraza 52Rafalete 3016, Cyborg Gitano 53Tenía mucha hambre..., Triple A 54Secreto de familia, Ismael Ramos 55Segredos de familia, Ismael Ramos 56Nada es lo que parece, Durán Durán 57

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Esta primera edición de El microtaller transcurrió en los martes de agosto de 2011,

(des)coordinada por Alejandra Vanessa y Elena Medel,bajo el mando radiofónico de Marta Jiménez.

La fotografía de portada y portadilla se titula Järvsö, Hälsingland, Sweden,

es obra de Fredrik Bruno, pertenece al Swedish National Heritage Board y está libre de derechos.

http://www.facebook.com/pages/El-microtaller/228017787239820

La Bella Varsoviahttp://www.labellavarsovia.com

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