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EL MINISTRO Y YO. La necesidad de una formación integral (histórica y artística)

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1 El Ministro y yo. La necesidad de una formación integral

EL MINISTRO Y YO1:

La necesidad de una formación integral (histórica y artística)

Datos de la película:

Nombre: El Ministro y yo.

Categoría: Comedia.

Lugar: Santo Domingo.

Año de estreno: 1975.

Protagonista principal: Mateo Melgarejo (Mario Moreno “Cantinflas”).

1 Esta película fue hecha por el Sindicato de trabajadores, técnicos y manuales de Estudios y Laboratorios de la

Producción Cinematográfica (S.T.P.C.) de la República Mexicana. Sindicato de apoyo a la producción que ejerce como

materia principal la representación de personal altamente calificado y dedicado por completo a la industria audiovisual

en todas sus aplicaciones. Es reconocido a nivel internacional por su participación en todo tipo de proyectos.

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2 El Ministro y yo. La necesidad de una formación integral

Resumen:

Trata sobre un sencillo mecanógrafo (escribano) que, usualmente es llamado

por las personas como “evangélico” –no se sabe si es por la labor social que realiza al

ayudar a las personas, o quizás por la idea en que se han multiplicado y buscan su

interés–, pasa todos los días trabajando en la atención de personas que no saben leer

y/o escribir, ya que vive en una población caracterizada por el analfabetismo. Este

humilde y buen hombre, llamado Mateo Melgarejo, es querido por muchas personas.

En el lugar donde vive hay un señor que requiere ayuda sobre la venta de su

terreno. Don Mateo le ayuda a averiguar el verdadero costo del metro cuadrado; para

ello, se dirigen al Ministerio. Estando en ese lugar, don Mateo y su amigo no son bien

atendidos por los trabajadores del lugar (funcionarios y empleados públicos) ya que

éstos muestran mucho desinterés en proporcionar ayuda al público. Por esa desidia de

los empleados de aquella institución, don Mateo escribe una carta dirigida al Ministro

en donde expresa su queja frente al mal trato; el Ministro leyó la carta y quedó

admirado por la “originalidad” de este buen hombre, es por eso que lo cita a don Mateo

a una reunión. En dicha reunión, don Mateo se percata que el Ministro le gusta la

filatelia, es ahí donde ambas personas comienzan una buena amistad. Como

retribución a la ayuda de don Mateo, el Ministro le brinda la oportunidad de trabajar

en el Ministerio.

Una vez en el Ministerio, por ser nuevo y sugerido por el Ministro, don Mateo

es reasignado al Archivo –lugar que nadie desea estar, es así que lo llaman «la

ratonera». Entonces, inicia su labor dirigido por un buen jefe del Archivo –un anciano

que le enseña todo respecto al cuidado de los documentos. Al cabo de 15 días de trabajo

recibe su cheque, pero solo recibe 800 pesos que resultó después de cobrarle muchos

seguros.

El jefe de la oficina y los otros empleados al notar que don Marco es buen amigo

del Ministro, comienzan a tratarlo bien y hacer de «chupamedias». Como resultado, le

asignan el cargo de Subdirector del Personal. En ese puesto, don Mateo tiene un buen

desempeño al exigir a los empleados que se dediquen a trabajar, que sirvan al público.

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3 El Ministro y yo. La necesidad de una formación integral

Poco después, es amigo de la familia del Ministro y también de la nieta del jefe

del Archivo. Dos ejemplos de su amistad con esas personas es haber participado en

una carrera de coches antiguos a pedido de la hija del Ministro, también la ayuda

económica que brindo para la operación de María (nieta del jefe de Archivo). Esto

muestra el gran hombre que es don Mateo.

Al cabo de un tiempo, el Ministro es designado como embajador; por tanto, tiene

que viajar y despedirse de don Mateo. Al enterarse varios de los empleados del

Ministerio ya no lo tratan bien y lo envían como ayudante al Archivo. Tanta es la

incomodidad que le proporcionan esas personas que don Mateo renuncia y critica a

todos. Su crítica lanzada por él explica la situación de la atención de las instituciones

públicas, éstas se caracterizan por la desidia y el mal trato al público; en donde estos

funcionarios no son conscientes del poder que tienen –por algo don Mateo explica lo

que es BUROCRACIA–, en fin, parafraseando a este hombre, dijo: “Las fallas en la

administración, expresada en el desinterés y mal trato, detienen el desarrollo del

progreso y la democracia, en donde ya no hay libertad de exponer sus quejas justas...”.

Para terminar, el relato culmina con la renuncia de don Mateo; pero regresa a

su antiguo oficio de “evangélico”. En uno de esos días que está al servicio de las

personas, es sorprendido por la visita del exjefe de Archivo y su nieta. María se acerca

a saludar a don Mateo, éste nota que no le habla –un detalle que olvide contar es que

la operación a María era por haber quedado, después de un accidente automovilístico,

sordomuda–, pero al cabo de unos segundos la niña le dice: “tío te quiero mucho, te

quiero mucho”. Como verán, la película tuvo un final feliz.

Comentario respecto a la labor dentro de un Archivo:

En esta película resalta la importancia del cuidado de los documentos para su

preservación –por ejemplo, cuando cosen los expedientes para luego archivarlo–, como

también a la falta de consciencia en la importancia como patrimonio histórico de los

documentos, ya que no cuentan con una comisión evaluadora para saber si tiene valor

histórico o no, no les queda mas que quemar los “documentos inservibles y pasados”

exigidas por la normas burocráticas. Pero resulta que varios de esos documentos, aún,

no ha terminado su proceso administrativo. Es ahí donde se pierde información de la

marcha del país en su historia.

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4 El Ministro y yo. La necesidad de una formación integral

La película nos expresa la situación de una población, en donde los pobladores,

en su mayoría, no saben leer y/o escribir. Esto, aún, persiste en nuestras sociedades –

por ejemplo, las zonas alto andinas del Perú–; aunque se diga que se está logrando

“vencer” el analfabetismo, pues, en el fondo, solo es una “solución” superficial a

nuestro problema. Aunque las personas aprendan a leer y escribir, eso no justifica el

conformismo y desidia de nuestras autoridades sobre la, tan necesaria, formación

integral –que ya un conocido nuestro, José María Arguedas, lo demostró en su praxis

en una escuela de Sicuani– de los peruanos. Y dentro de esta formación integral, será

necesaria la formación histórica y artística –en sus formas culturales–; con ellas se

logrará incentivar y concientizar a las personas, en especial a los niños, sobre nuestra

humanidad, o sea, ¿cómo expresamos nuestra humanidad? Una de las formas es la

expresión mediante la creación de las obras de arte, como también la expectación de

éstas. El arte permite, parafraseando las palabras del crítico del arte Juan Acha,

formar a los hombres en tres niveles: sensorialidad, sensibilidad y la razón. En otras

palabras, al observar una obra de arte: primero, nos generará una impresión que

alertaran nuestras sensaciones; luego, formaremos un juicio de valor –el cual se

sustentará en nuestros gustos, sentimientos– y, por último, trataremos de explicar el

motivo que tuvo el artista al crear su obra –o sea, ¿por qué pintó eso, o esculpió

aquello?

Concluyendo. El arte es una construcción de las sociedades; por tanto, debe ser

cercana a nosotros –sin que influya el status social–, para que logremos avanzar por el

camino del conocimiento en toda su amplitud.