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INTRODUCCIÓN Uno de los libros más aceptados en referencia al período del golpe militar de 1955, el de julio Godio "La caída de Perón" 1 destaca brevemente la política desmovilizadora que mantuvo la CGT en aquel suceso. El libro hace hincapié en la defección militar -fundamentalmente- y en la incapacidad política del gobierno -o su "error de cálculo" como le llama-, que determinaron que el gobierno peronista, que concitaba aún el apoyo de las más amplias masas, se hundiera de pronto sin lucha frente a un reducido número de golpistas 2 . Godio parece acertar en lo decisivo que estos frentes fueron, en el ajedrez fatal que determinara entonces, la suerte del gobierno pe- ronista. Hay sin embargo una laguna inexplicable, y ella atañe a la actuación del movimiento obrero . Si éste era su único apoyo verdadero y poderoso aún en agosto de aquel año 3 , cómo ex- plica su deserción en aquellas decisivas jornadas de mediados de setiembre. Recuérdese que en aquellas terribles jornadas, ninguna huelga fue declarada por ninguna organización obrera oficial para oponerse al ilegítimo golpe militar. No suelen caer los gobiernos populares sin el apoyo efectivo del movimiento obrero; la CUT chilena resistió al golpe de Pinochet y has- ta la CNT uruguaya defendió una institucionalidad que no le era en ningún modo satisfac- toria frente a la asesina dictadura que se avecinaba, con una extensa huelga general que duró más de quince días. Ciertamente la historia posterior de la CGT no avala anteceden- tes prestigiosos, en el año 1966 toleró pasivamente la caída del presidente constitucional Illia, cuando no la propició, y no tuvo una actuación más destacada en 1976 cuando por se- gunda vez un golpe militar acababa con el sueño peronista; su secretario General don Ca- sildo Herreras declaraba a la prensa de Montevideo, ansiosa por obtener testimonios de lo que ocurría en esa mañana del 24 de marzo: “No sé, yo me borré…” Cómo puede ocupar tan poco espacio la actitud de la dirigencia cegetista en esos días. Creemos que la actuación del movimiento obrero en aquellos años no se encuentra suficiente- mente explicada en la bibliografía que memora este período. Se ha tendido a ver al sindicalismo peronista como un fenómeno de pérdida de autonomía de la clase obrera en favor de un partido político. Concretamente se tiende a inscribir a su central obrera como correa de transmisión de los intereses partidarios y sujeta a sus decisiones. Esto no explica entonces, la desmovilización de sus cuadros cuando es éste partido el que juega la suerte 1 Julio Godio "La caída de Perón -de julio a setiembre de 1955-". Granica Editor 1973. 2 No por obvio y conocido debe dejar de destacarse este hecho tan curioso que marca las inquietudes de toda inves- tigación sobre el período De cómo, este heterogéneo, desbandado y reducido número de opositores tenaces, logró cohesionarse en tan poco tiempo -¿un año, tal vez?- para asaltar exitosamente el poder con un proyecto consensua- do, aunque excluyente. 3 Recuérdese -aunque se lo considere más adelante con amplitud- el marco popular en la concentración de Plaza de Mayo del 31 de agosto del '55.

El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

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Page 1: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

INTRODUCCIÓN

Uno de los libros más aceptados en referencia al período del golpe militar de 1955, el de

julio Godio "La caída de Perón"1 destaca brevemente la política desmovilizadora que mantuvo la

CGT en aquel suceso. El libro hace hincapié en la defección militar -fundamentalmente- y en la

incapacidad política del gobierno -o su "error de cálculo" como le llama-, que determinaron que

el gobierno peronista, que concitaba aún el apoyo de las más amplias masas, se hundiera de

pronto sin lucha frente a un reducido número de golpistas2. Godio parece acertar en lo decisivo

que estos frentes fueron, en el ajedrez fatal que determinara entonces, la suerte del gobierno pe-

ronista. Hay sin embargo una laguna inexplicable, y ella atañe a la actuación del movimiento

obrero . Si éste era su único apoyo verdadero y poderoso aún en agosto de aquel año3, cómo ex-

plica su deserción en aquellas decisivas jornadas de mediados de setiembre. Recuérdese que en

aquellas terribles jornadas, ninguna huelga fue declarada por ninguna organización obrera

oficial para oponerse al ilegítimo golpe militar. No suelen caer los gobiernos populares sin

el apoyo efectivo del movimiento obrero; la CUT chilena resistió al golpe de Pinochet y has-

ta la CNT uruguaya defendió una institucionalidad que no le era en ningún modo satisfac-

toria frente a la asesina dictadura que se avecinaba, con una extensa huelga general que

duró más de quince días. Ciertamente la historia posterior de la CGT no avala anteceden-

tes prestigiosos, en el año 1966 toleró pasivamente la caída del presidente constitucional

Illia, cuando no la propició, y no tuvo una actuación más destacada en 1976 cuando por se-

gunda vez un golpe militar acababa con el sueño peronista; su secretario General don Ca-

sildo Herreras declaraba a la prensa de Montevideo, ansiosa por obtener testimonios de lo

que ocurría en esa mañana del 24 de marzo: “No sé, yo me borré…”

Cómo puede ocupar tan poco espacio la actitud de la dirigencia cegetista en esos días.

Creemos que la actuación del movimiento obrero en aquellos años no se encuentra suficiente-

mente explicada en la bibliografía que memora este período.

Se ha tendido a ver al sindicalismo peronista como un fenómeno de pérdida de autonomía

de la clase obrera en favor de un partido político. Concretamente se tiende a inscribir a su central

obrera como correa de transmisión de los intereses partidarios y sujeta a sus decisiones. Esto no

explica entonces, la desmovilización de sus cuadros cuando es éste partido el que juega la suerte

1 Julio Godio "La caída de Perón -de julio a setiembre de 1955-". Granica Editor 1973.

2 No por obvio y conocido debe dejar de destacarse este hecho tan curioso que marca las inquietudes de toda inves-

tigación sobre el período De cómo, este heterogéneo, desbandado y reducido número de opositores tenaces, logró

cohesionarse en tan poco tiempo -¿un año, tal vez?- para asaltar exitosamente el poder con un proyecto consensua-

do, aunque excluyente. 3 Recuérdese -aunque se lo considere más adelante con amplitud- el marco popular en la concentración de Plaza de

Mayo del 31 de agosto del '55.

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de su gobierno. O bien entonces, se ha de partir de la hipótesis de que el tal partido se encuentra

idem y con facciones pasándose al golpismo. Idea que no carece de interés.

Louise Doyon refiere "...la intervención del Estado, fue en cambio más decisiva en lo re-

ferente a la implantación del sindicato único por actividad, ya sea que abarcara toda una indus-

tria o se circunscribiera a una rama de ésta..."4 A tal fin manipuló las personerías gremiales de

manera de asegurarse un movimiento sindical complaciente y adscrito de algún modo al funcio-

namiento regular del Estado.

Resultaría probado suficientemente tal adscripción al Estado, pero no al Partido. No va-

mos a hacer la historia de esta relación Clase Obrera-Estado. Pero sí queremos destacar que este

proceso no se llevó a cabo sin resistencia. Todavía a mes y medio del golpe en un discurso frente

a tres organizaciones sindicales, Perón hace una encendida defensa de la Ley de Asociaciones

Profesionales, y su consecuente mecanismo de intervenciones, que demuestra palmariamente que

el tema aún no estaba cerrado5. Si se destacan estas contradicciones es porque se verá más ade-

lante que no es tan idílica la relación de Perón con el movimiento obrero. Y que en ésta no se

encuentran ausentes las desavenencias.

En suma, no queda diáfanamente establecida la actuación del movimiento obrero, sino

que por el contrario aquella posee sombras dispersas y a veces parcelas totalmente oscuras.

Y es llegados a este punto cuando se hace necesario puntualizar el objeto de esta investi-

gación, esto es: conocer qué ocurrió en los cuerpos orgánicos del sindicalismo argentino en los

últimos quince días del gobierno peronista. Las explicaciones sobre su pasividad no han sido aún

satisfactorias. La referencia a los conatos aislados de levantamientos de masas, y su inorganici-

dad, no hacen más que reforzar aquella impresión de deserción.

La investigación adopta como límites temporales los veinte días posteriores al discurso

de Perón del 31/8/55 porque creemos que fue definitorio tanto en lo que hace a resolver las dudas

del golpismo como a desatar definiciones en la dirección del movimiento obrero. La convocato-

ria realizada por Perón ese 31 de agosto exigía al movimiento obrero respuestas. En un sentido u

otro -adhesión y compromiso o defección- esas respuestas son el objeto de nuestro trabajo. La

forma de exposición elegida -una cronología diaria- fue la que creímos más adecuada para un

período tan breve.

Tal vez haya sido ya chequeada toda la prensa del período. No hay pretensión de origina-

lidad en el análisis de ésta, es importante destacar que sólo cumple la función de remitirnos al

4 Louise Doyon "La Organización del Movimiento Sindical Peronista 1946-1955" ; en "La formación del Sindica-

lismo Peronista" Juan Carlos Torre, Compilador - Editorial Legasa, BsAs, 1988 - pag.215. 5 Diario DEMOCRACIA 11/8/55.

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desarrollo regular de los acontecimientos. A veces, es posible también obtener una nueva lectura

de esos mismos materiales. Pero seguramente será decisivo en nuestro argumento el testimonio

de Andrés Framini, Miguel Gazzera y Juan F. Guevara6. Parecería innecesario referir que Miguel

Gazzera era secretario general del gremio fideero y miembro del Concejo Directivo de la CGT.

Andrés Framini7 fue designado cosecretario de la central obrera junto a Natalini en setiembre del

`55 y la dirigió durante todo el período represivo hasta su intervención. De Juan F. Guevara ha-

brá que decir que como miembro del Estado Mayor a ordenes del coronel Señorans (luego gene-

ral) tomó parte en todos los preparativos revolucionarios, luego, como ayudante de Lonardi, fue

un protagonista privilegiado de los primeros meses del gobierno revolucionario.

Aquellos testimonios están seguramente influídos por el paso de estos años, que han mo-

dificado apreciaciones y quizá recuerdos. Creo que no los invalida, sino que por el contrario les

agrega riqueza. De todos modos no se quiere entrar en una discusión sobre los valores y presu-

puestos de la historia oral. No hay intención -se descuenta- de dar una explicación completa, sí

de aportar a la construcción social de aquella memoria, aquella explicación del por qué fue para

aquel grupo tan fácil imponerse, en las decisivas jornadas de setiembre de 1955.

6 Los cassettes con las entrevistas y sus desgrabaciones se encuentran en mi poder.

7 No haremos siquiera un resumen sucinto de su actuación pública, porque incluso hoy ésta no ha terminado y resul-

taría extensísima.

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"De junio a setiembre"

No es posible comprender el período sin introducir el conflictivo panorama que vivía la

república entonces. A mediados del '55 la alianza política que diera por resultado el gobierno pe-

ronista, comienza a resquebrajarse.

La iglesia que participó en forma casi militante desde el origen del movimiento, ahora lo

abandonaba. A partir de 1952 una fuerte corriente con origen en el Vaticano impulsaba la consti-

tución en los países occidentales de partidos demócrata-cristianos anticomunistas, alineados en el

conflicto Este-Oeste. A esta corriente no escapó la jerarquía eclesiástica de nuestro país, alentada

por las dificultades crecientes del partido gobernante, que no deseaban compartir. Para el pero-

nismo tal opción era asimilable a una forma de traición; sobre todo si se piensa que aquel movi-

miento, se consideraba a si mismo la democracia-cristiana en la Argentina. Ocurre entonces, que

este gobierno que había sido ferviente clericalista, al punto de imponer la educación religiosa en

los colegios del Estado, pasó a la ofensiva deviniendo laico. La ley de divorcio fue un capítulo

importante en esta ofensiva. Mientras tanto la CGT con Vuletich a la cabeza combatía a las inci-

pientes organizaciones obreras católicas. En el año '54 la educación religiosa –que fuera implan-

tada por el peronismo en los colegios del Estado- fue reemplazada por la llamada “Doctrina Na-

cional”, un corpus ideológico elaborado por el partido Peronista. Pero el colmo de atrevimiento

que la iglesia argentina no pudo tolerar fue la convocatoria a Constituyentes para sancionar la

separación de Iglesia y Estado. Aún cuando tal iniciativa fue postergada sistemáticamente, el he-

cho ayudo a la iglesia a romper amarras con el gobierno y pasarse al campo del golpismo.

Por otro lado, esa burguesía-pequeña de afán industrialista que se nucleara alrededor del

gobierno peronista, y que creciera al calor de la transferencia de ingresos del agro al mercado

urbano que el peronismo había posibilitado también, defeccionaba ahora cuando era necesaria

una mayor inversión, consecuentemente un mayor ingreso de divisas, (se requería aumentar la

renta agraria para impulsar un mayor excedente exportable) todo lo cual obligaba a recomponer

las relaciones con la denostada "oligarquía terrateniente " que había sido postergada en su rol

hegemónico durante más de diez años.

Si bien la relación del Peronismo con las capas medias de asalariados y profesionales,

nunca fue excelente, de todos modos habrá que incluir entre sus partidarios a miles de empleados

públicos que conservaron un buen status económico e incluso accedieron a la vivienda propia

con este gobierno. Y aun cuando cientos de intelectuales lo rechazaron desde un principio por el

olor "confesional" y retrógrado que aquél estableció en el ámbito cultural, tal defección no al-

canzaba a la mayoría del grupo social. El conflicto con la iglesia, sí le restará apoyos aquí, pero

debe tenerse en cuenta que con el inicio de la crisis son los sectores medios los más perjudicados

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en sus remuneraciones. El discurso liberal de exigencia de libertades democráticas hallará enton-

ces un terreno más abonado.

Este discurso de las libertades democráticas, sumado a la reivindicación nacional frente a

lo que era visto como una capitulación ante los dictados del Imperialismo Norteamericano -

hablamos del contrato petrolero con la California- eran los puntos que cohesionaban a la oposi-

ción liberal y de izquierda. Raquitizados los unos por el nivel de alianzas burguesas y pequeño-

burguesas que concitara el peronismo, y los otros por la deserción de la clase obrera de sus filas,

recibían ahora algo de aire en la creciente fragmentación del bloque de apoyos sociales que con-

formara al Peronismo.

Nótese que evitamos el uso de la categoría "alianza de clases". Por dos razones, creemos

que esta categoría debe aplicarse al plano de la estructura y no de la superestructura política. Y,

si bien se la puede usar para definir el análisis de conformación del Bloque Dominante, tal análi-

sis no es pertinente en la Argentina de la época; entre otras causas, porque el Peronismo es fruto

de la crisis del Bloque Dominante que atravesaría la "década infame", y no nos parece que tal

bloque se hubiera recompuesto de ninguna manera durante los años cincuenta.

La otra pata del frente político-social que sustentaba al peronismo en el poder lo consti-

tuían las FFAA, pero fundamentalmente el ejército. No se puede olvidar que si bien este go-

bierno surge de las primeras elecciones genuinamente democráticas de los últimos quince años,

plebiscitariamente confirmado por una mayoría abrumadora en el '52, encuentra su origen en el

golpe del '43 y en aquel grupo de militares nacionalistas que formara el GOU (muchos de los

cuales acompañarán a Perón en el gobierno, compartiendo sus aciertos y errores). Hay en este

aspecto varias líneas de análisis porque las FFAA no eran un bloque indiferenciable, ni mucho

menos. Por el contrario diversas líneas internas recorren la institución horizontal y verticalmente.

Un neto corte horizontal se produce con la suboficialidad8, entusiasta del peronismo al

que debía su reivindicación salarial y escalafonaria. Por otra parte no puede olvidarse que sus

cuadros se reclutan entre los mismos sectores sociales que constituían la base de apoyo del régi-

men.

Entre la oficialidad la lealtad al régimen es más tibia y las afinidades y posiciones mucho

más variadas. A la tradicional rivalidad entre marina y ejército, debe sumarse la divisoria política

que encarnaba en las categorías de “profesionales” (prescindentes políticamente), peronistas y

antiperonistas -la mayoría de los últimos asilados en la Armada-. Por el contrario, la Fuerza Aé-

8 Un Suboficial Mayor jamás podrá ascender al escalón inmediato superior de Subteniente. El "abismo" instaurado

convierte a la oficialidad en una casta cerrada con códigos y privilegios distintos a los concedidos a la "tropa" de la

cual la suboficialidad forma parte.

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rea, era vista como mayoritariamente leal. Una de las causas que abonaban esta expectativa era el

hecho de haber sido este gobierno el que le diera un status completo de fuerza armada a la altura

de sus pares de marina y ejército.9

Las disensiones internas en esta colectividad de uniforme tienen diversos orígenes. Algu-

nas son producto de las purgas necesarias a la cohesión subordinada al régimen, como las que

produjo el frustrado golpe del '51. Debe sumarse a la influencia tradicional en el seno de esta

corporación de los publicistas liberal-oligárquicos, la exasperación agregada por el “nacionalis-

mo católico”, un "cruzado" en la lucha contra el "materialismo ateo" -que se decía entonces- pro-

fesaba el gobierno. Habrá que incluir la decepción producida por el retroceso político internacio-

nal que mostraba ahora un gobierno obligado a negociar con las multinacionales en el tema pe-

trolero, en esos foros internacionales intoxicados de anticomunismo. Pero no olvidemos que la

crisis económica comenzaba a adelgazar aquellos presupuestos militares fastuosos de fines de la.

década del '40 achicando bolsillos, prebendas y perspectivas de modernización de la infraestruc-

tura.

Todos estos temas provocaban gruesas fisuras en el frente militar empujando a buena par-

te de sus cuadros a la pasividad en la disputa política, y a una preocupación mayor por substraer

a la institución de los avatares que sufriera el régimen, preservando su unidad interna y su cohe-

sión. El fantasma de la guerra civil española -¡Quince años después!- recorre permanentemente

la cabeza de los mandos militares -leales o golpistas- acrecentando la necesidad de mantener

unidas a las Fuerzas para tal eventualidad. Por lo que vigilarán cada vez más alarmados, la capa-

cidad de Perón para controlar la efervescencia de las masas.

El testimonio de Juan Francisco Guevara es concluyente respecto a estas circunstancias:

“De no producirse la revolución [la rebelión militar], Perón podría intentar en un momento de-

terminado producir un reemplazo, progresivo o no, de las fuerzas militares clásicas por un nue-

vo ejército popular, digamos. Esa era una perspectiva, uno de los tantos aspectos que llevaron a

considerar crucial la decisión de la revolución. Porque las milicias obreras no eran solamente

una respuesta ante una revolución posible sino que era una previsión que estaba en el ánimo de

Perón realizarla, sobre todo después de los sucesos del 16 de junio.”

Guevara habla al final del párrafo citado del bombardeo militar de la Plaza de Mayo que

causara centenares de muertos entre inofensivos transeúntes. Los rebeldes de entonces, pertene-

cientes en su mayoría a la marina, se asilaron en el Uruguay con sus aviones tras dejar caer las

bombas que portaban sobre una azorada multitud de porteños que no alcanzaban a comprender la

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magnitud de odio que se descargaba sobre ellos. Haya estado o no en la mente de Perón la alter-

nativa señalada por Guevara, lo cierto es que jugó un importante papel entre los motivos que de-

cidieron a los conjurados

No hay un visceral antiperonismo entre los conjurados en el Ejército. Este antiperonismo

es por supuesto más habitual entre los hombres de mar; por lo mismo, sorprende la conducta del

Almirante Rojas en los meses anteriores al golpe en los que aparece como un marino simpático a

las organizaciones obreras.10 Gazzera, en el reportaje que forma apéndice de este trabajo, nos

aclara que estas actitudes del sindicalismo hacia los mandos militares respondían a sugerencias o

guiños de Perón11, y a partir de ello se puede suponer que Inteligencia ya contaba a Rojas en sus

listas de indecisos acreedores a homenajes y regalos. Hay incluso otros furibundos golpistas de

setiembre que no parecen tener las cosas en claro un mes antes. Es el caso de los generales Lagos

y Bengoa que pasan a retiro a su solicitud, esto es: abandonan voluntariamente el comando de

tropas, con todas las consecuencias estratégicas y tácticas del hecho, cuando el golpe ya está en

marcha.12 No es por supuesto el caso de Aramburu que asume a fines de agosto de ese año como

director de la Escuela Nacional de Guerra.13

Tras la intentona golpista del 16 de junio -que pone en marcha definitivamente el disposi-

tivo sedicioso- todas estas tendencias agudizaran su conflicto y los mismos acontecimientos vol-

carían a los indecisos a la acción subversiva.

En este examen de fuerzas políticas y sociales, adquiere relevancia fundamental el papel

del movimiento obrero, ya que es el único miembro de la coalición que no aparece netamente

atravesado por esta suerte de contradicción de la coyuntura: Peronismo - Antiperonismo. Cierta-

mente otras corrientes más tradicionales del movimiento obrero como el anarquismo, el socia-

lismo y el comunismo ofrecieron una resistencia tenaz a la hegemonía peronista en las organiza-

ciones obreras, pero la transformación que este movimiento obrero sufrirá a fines de la década

del ’40 e inicios del ’50 por efecto de la acción del Estado, será de tal magnitud que borrará

aquellas influencias hasta casi proscribirlas de la organización obrera. De la bibliografía del pe-

ríodo surge con nitidez una abrumadora hegemonía del peronismo leal al gobierno en este mo-

vimiento obrero. Embargo, del análisis de los hechos y de los testimonios, puede emerger una

visión más matizada de este “consenso” oficialista.

9 La Fuerza Aérea nació como una dependencia del Ejército. La Armada aún posee un grupo aéreo dependiente, la

Aviación Naval, que tiene una magnitud considerable. 10

Visita de la CGT a la Base Naval de Puerto Belgrano y condecoración entregada por Di Pietro a Rojas. La Prensa,

11/5 1952. 11

"Estos eran los guiños que Perón le hacía a la CGT. Nos sugería...'sería bueno, que les parece muchachos...".

Gazzera en entrevista con el autor. 12

La Nación 23/8 y 27/8 de 1955. 13

La Nación 30/8/55.

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Los últimos veinte días del gobierno peronista

El 31 de agosto de 1955 en las primeras horas de la mañana, el secretario general de la

CGT Hugo Di Pietro recibe una nota del Gral. Perón donde éste le comunica su renuncia a la

Presidencia de la Nación. El mismo destinatario de la renuncia -el Sec. Gral. de la CGT y no el

presidente de la Cámara de Diputados como sería usual- hacen pensar en una jugada política de

Perón que le permita a su gobierno recuperar la iniciativa.

¿Qué antecedentes existen para esta maniobra aparentemente extemporánea?. La Prensa

del 29/8 trae la noticia del descubrimiento de un verdadero arsenal clandestino en un departa-

mento. del Barrio Norte14. Al día siguiente el gobierno ya cuenta con información respecto a un

vasto plan subversivo y muy probablemente con nombres de importantes miembros de las fuer-

zas armadas implicados, aparte de los detenidos que no se dan a conocer. ¿Sería tal vez la jerar-

quía de los implicados la que lleva al Gral. Perón a fraguar este golpe de efecto en la realidad

política?

Lo cierto es que en la misma mañana del 31 en el local central de la CGT se reúne el ple-

nario de Secretarios Generales y el Consejo Directivo con la presidencia de Di Pietro, y resuel-

ven rechazar la nota de Perón y convocar a un Paro Nacional y concentración en la Plaza de Ma-

yo. Así reza el comunicado de la CGT: "...esta central obrera, interpretando el sentir unánime

de los trabajadores argentinos […] dispone a partir de este momento un paro general de activi-

dades en toda la república... Nuestra única consigna es: Perón se debe quedar".15

Durante toda la tarde hablaron desde el balcón distintos dirigentes del movimiento pero-

nista: El sec. gral. de la CGT Hugo Di Pietro, el presidente del partido Peronista Leloir, la diri-

gente de la rama femenina Sra. Delia de Parodi, el interventor del peronismo de la capital

J.W.Cooke, etc. Todos destacan la necesidad de defender al gobierno, y de que éste aplique la

ley severamente contra los golpistas. La aparición de Perón alrededor de las seis de la tarde pro-

voca el estallido de una plaza colmada. Al grito de "Perón, Perón" la multitud exige que el líder

se abrace con el Ministro de Ejército Gral. Franklin Lucero que se encontraba a su espalda. He-

cho esto la plaza vuelve a estallar en una ovación. El detalle -destacado por el cronista del diario

La Prensa- muestra que sus partidarios temían una amenaza al gobierno de parte de sus militares

más cercanos, o bien que la propaganda gubernamental de homenaje a la lealtad militar -que ha-

bía sido decisiva en junio- era eficiente. No transcribiremos aquí el discurso -que de todos modos

14

"Efectos del Resentimiento Social" La Prensa 29/8/55 15

Exceptúan del paro los servicios públicos indispensables, que lo harían simbólicamente de 17 a 17.15 hs. (La

Prensa 1/9/55). Qué curioso que apenas quince días después, cuando una resolución como ésta era requerida con

más celeridad y decisión aún que ahora, por ese gobierno al que declaraban su lealtad, estos mismos secretarios y

secretariados se abstendrían de tomarla.

Page 9: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

hacemos constar en un apéndice junto con el texto de la renuncia- pero si queremos destacar al-

gunos de los elementos que lo constituyen en un punto de inflexión de la coyuntura política que

justifica parte de los sucesos posteriores. En este discurso Perón convoca a sus partidarios y al

movimiento obrero en particular a defender su gobierno. Les suministra una consigna: "...aquel

que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas, o en

contra de la ley o de la constitución, puede ser muerto por cualquier argentino (...) Y cuando

uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos." El razonamiento es explícito: "...o lu-

chamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas, o la oligarquía las va a destro-

zar al final".16

A pesar de la magnitud de las amenazas proferidas a través de un discurso público, tanto

Gazzera como Framini coinciden en que el discurso no tenía consecuencias prácticas más allá de

exponerle a la derecha militar el espantajo de la guerra social, de modo de hacer retroceder los

aprestos subversivos. Si esta fue la intención, tuvo sin embargo, consecuencias diametralmente

opuestas, parece que incluso –y esto surge del testimonio de Guevara- decidió a muchos indeci-

sos a volcarse al golpismo frente a la posibilidad de que se recreara en la Argentina los tres años

de guerra civil española que aterrorizaban a los cuadros militares.

Aún cuando se considerara una maniobra política, puro arte retórico, el discurso contenía

elementos de una convocatoria concreta que el Partido Peronista y el movimiento obrero, no po-

dían desconocer. El primero de setiembre el Congreso Nacional sanciona la ley de Estado de Si-

tio en el territorio de la Capital Federal. En horas de la mañana -más precisamente a las 9.00 hs. -

como hace constar Gazzera- se reúne el consejo directivo de la CGT con el Gral. Perón en la ca-

sa de gobierno. Perón les adelanta que el conflicto es irreversible y su estallido inminente, decide

levantar las habituales reuniones de los jueves por la mañana y les propone al Mayor Cialchietta

-persona de su confianza según Gazzera- como nexo permanente con él de modo que reciban in-

formación y directivas. Por la tarde se reunirán con los comandantes en jefe.17

Mientras tanto Di Pietro da dos charlas a alumnos de la Escuela de capacitación Sindical

de la UOM (en Avellaneda) y en la propia Escuela de Capacitación Sindical de la CGT en su lo-

cal central. Exhortó a defender incluso con la vida las conquistas sociales "...el destino y la feli-

16

Discurso de Perón 31/8/55 ver Godio J. Op. cit. 17

"Todos los jueves nos reuníamos [con Perón] de las nueve a las once de la mañana ... la última vez que nos

reunimos con el gral. Perón nos dijo '...Bueno muchachos, esto es una cuestión entre militares, suspendemos las

reuniones .... el contacto mío con la CGT es el mayor Cialcchietta', creo que tenía un parentesco con él, no recuer-

do bien. Y el mayor Cialcchietta nos traía las informaciones no sólo diariamente, sino a cada rato." Testimonio de

M. Gazzera.

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cidad de los trabajadores, depende pura y exclusivamente de la capacidad de defensa que ten-

gan los propios trabajadores".18

Nada que hiciera prever alguna defección final, por el contrario el consejo directivo co-

mienza a discutir la posibilidad de creación de milicias obreras que colaborarían en la represión.

"Se había iniciado ya la recepción de voluntarios para tomar las armas cada gremio estaba or-

ganizando a los que se habían presentado...el objetivo era organizar a tres mil civiles arma-

dos...” nos dice Gazzera.19

Del lado opuesto, el Capitán de Navío Rial ya ha comenzado sus contactos con personal

disidente del ejército en función de sus preparativos golpistas; cuenta con Aramburu y el Gral.

Bengoa que le propone estudiar "..la instrumentación de la masa política peronista e insinuado

la necesidad de una entrevista con el ex canciller de Perón Juan Atilio Bramuglia.20 Rial aún no

cuenta con el apoyo de Lonardi, y los preparativos se ven momentáneamente abortados cuando

el Gral. Videla Balaguer se insurrecciona aisladamente en una guarnición cordobesa el 12 de se-

tiembre. La Prensa -diario en manos de la CGT- no consigna informaciones de importancia, por

ejemplo, Perón se reúne con una delegación de la Prov. Presidente Perón (Chaco)en la que les

expresa su opinión sobre la coyuntura, “...no tememos a nadie [...] los venceremos como en el

'45.”21

Continúan los congresos de UTA, textiles, Luz y Fuerza y el SUTIAGA (aguas gaseo-

sas). Como se podrá observar en los próximos quince días La Prensa, concedida a la CGT, man-

tiene un estilo lavado que no condice con la situación de peligro que vivía el movimiento obrero

y la responsabilidad que a su órgano de prensa correspondía. ¿Por qué razón?. Framini dice: "La

Prensa... no sacaba nada, porque precisamente la CGT ya estaba un poco... inclinada hacia el

abandono de la posición en el supuesto de que ocurriera cualquier cosa".22 Esta “cualquier co-

sa”, representa la eventualidad del golpe militar del que evidentemente algunos poseían más in-

formación que la volcada en la prensa pública.

Gazzera convalida esta sensación de peligro y guarda un juicio contundente para quienes

dirigían el periódico entonces. En un libro crítico que publicara junto a Norberto Cerésole a prin-

cipios de la década del ’70 diría cosas como esta: "Entre los múltiples actos tendientes a cambiar

el uso del poder que produjo Perón se encuentra la expropiación del diario La Prensa que luego

entregó a la Confederación General del Trabajo. Si no hubiera sido por el público conocimiento

de este hecho, de la sola lectura del diario hubiera sido dificultoso advertir el cambio de dueño.

18

La Prensa 2/9/55.

19 Entrevista citada.

20 Revista Atlántida, año 48, No. 1183. Setiembre de 1965. 2sLa Prensa 3/9/55.

21 La Prensa, 3/9/55.

Page 11: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

Con un poquito más de flexibilidad política, Gainza Paz lo hubiera hecho mejor, porque los

'muchachos peronistas' decían que no había que hacer 'olas' y procedían con el diario de mane-

ra que armonizara las intereses en pugna...Nos estaban serruchando el piso debajo de los pies y

nosotros creíamos que la gentil oligarquía nos había obsequiado un pájaro carpintero.23

El lunes 5 de setiembre el diario La Prensa24 transcribe el proyecto de convertir en Ley el

Acuerdo sobre Productividad logrado entre la CGT y la CGE. Como testimonio de la resistencia

que el mismo tenía entre los trabajadores, no podrá ser aplicada ni siquiera con la fuerza de la

dictadura militar del '55-'58. Framini y Di Pietro hablan en el congreso de la AOT; Natalini en el

de Luz y Fuerza, se refiere a la posición que en los momentos actuales deben adoptar los trabaja-

dores en defensa de las conquistas sociales logradas. Se aprueba una moción para denominar "31

de agosto" al congreso en adhesión a la posición y conceptos vertidos por Perón en dicha fecha.25

Mientras tanto el capitán de navío Rial y el mayor Juan Guevara realizan consultas con

varios complotados a bordo de automóviles que se agregan a los cortejos fúnebres en las inme-

diaciones de la Chacarita como modo de no ser detectados por la policía.26 El diario La Prensa

del 7/9 nos informa de que el día anterior -por el martes- se había reunido el secretariado y el

consejo directivo de la CGT. No hay memoria de lo tratado pero sabemos por Gazzera de que en

esos días se discutía la constitución de milicias obreras para colaborar en la represión de un pro-

bable alzamiento militar. Se instruyó a las organizaciones adheridas para que efectuaran listados

de voluntarios, de los que llegan a reclutarse 3.000.27

El miércoles 7 de setiembre el Ministro de Ejército Franklin Lucero recibe una nota de la

CGT donde ésta le ofrece "reservas voluntarias populares para colaborar en defensa de la cons-

titución".28 La resolución fue aprobada en la reunión ya mencionada de la que también participa-

ron los secretarios generales de las organizaciones adheridas, respondiendo a una propuesta de

varias organizaciones gremiales. Di Pietro recordó que esta iniciativa tenía su origen en los he-

chos desgraciados del 16 de junio, “cuando el pueblo indefenso fue víctima de la agresión brutal

de los elementos que están al servicio de los intereses antinacionales”.

Acerca de la infraestructura para armar esas milicias, parece ser que el plan preveía que

las armas serían provistas por el propio ejército mediante el licenciamiento adelantado de los

22

Framini en entrevista con el autor. 23

Miguel Gazzera y Norberto Ceresole, Peronismo, autocritica y perspectivas, Buenos Aires, Editorial Descartes,

1970. 24

0bviamente se eligió este medio de prensa por su ligazón formal con el movimiento obrero, no por la calidad de su

información. 25

La Prensa 6/9/55. 26

Revista Atlántida, Año 48, n°1183, setiembre de 1965. 27

Testimonio de M. Gazzera. 28

La Prensa 8/9/55.

Page 12: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

conscriptos. El acuerdo habría sido hecho con el nombrado mayor Cialchietta, y a pesar de la

negativa que los mandos militares hicieron posteriormente de este proyecto29, no serían ajenos al

mismo. Dice Gazzera: "Las armas estaban comprometidas, usted no puede poner tres mil armas

en la CGT, primero los recursos después las armas, sino podrían haber ido a parar a cualquier

lado. Mucho tiempo después esas armas fueron a parar a la Pampa, se vendían para caza ma-

yo... ¿de donde salían las armas para dárselas a la CGT?, del licenciamiento de conscriptos".30

Por la mañana del mismo miércoles Perón recibía a las conducciones de la UTA, la AOT

-que desarrollaban sus congresos anuales- y la Sociedad Argentina de Locutores. Pronunció en-

tonces un largo discurso del que citamos algunos párrafos: "Defenderemos al pueblo con la ra-

zón, con la ley y las armas, si es preciso [...] la masa que se movilizó espontáneamente e1 3I de

agosto es invencible. Si antes recomendé tranquilidad y prudencia ahora recomiendo acción, en

razón directa a la que habrá de reprimirse.”31

En este juego de ofrecimientos y rechazos que parecían tener una finalidad puramente

propagandística, el Ministro de Ejército Franklin Lucero se tomó dos días para contestar la nota

de la CGT. Con fecha 9 de setiembre y tras aclarar que las milicias propuestas no están fuera de

la ley como calificó alguna prensa, se congratula del ofrecimiento desinteresado y augura que tal

oportunidad será considerada por el Poder Ejecutivo en la oportunidad que estime necesario ejer-

cer “...la facultad exclusiva que le confiere la constitución y la Ley 12.913 para la convocatoria

de las reservas de la patria.”32

El lunes 12 de setiembre Hugo Di Pietro habla frente a dirigentes gremiales de Bahía

Blanca, de visita en la CGT; dice entonces: “...en la emergencia debemos poner en ejecución to-

do el valor de nuestra organización para defender celosamente todo lo que durante diez años ha

sido concretado para felicidad de los trabajadores argentinos [...] los trabajadores no podemos

por un solo momento de indecisión perder lo que tanto ha costado y estamos seguros de que en

ningún integrante de un gremio organizado puede existir la menor debilidad, sino que por el

contrario se halla dispuesto con todas sus energías a luchar por la consolidación de las con-

quistas logradas [...] que todos aglutinados en la CGT, conformemos una masa solidaria, dis-

puesta a defender sus conquistas, y dispuesta a defender su futuro, cuyo ser o no ser depende de

la decisión de los propios trabajadores.”33

29

Ver Franklin Lucero, El Precio de la Lealtad, Buenos Aires, Propulsión, 1959. 30

Gazzera en entrevista citada. Por otra parte Gazzera manifiesta que habría cierto entendimiento entre los bandos

militares en pugna, de apartar del conflicto a los conscriptos. Por ello se esperaba el golpe para diciembre, época en

que se producía el licenciamiento de los mismos. 31

La Prensa 8/9/55. 32

La Prensa, 10/9/55. 33

La Prensa, 13/9/55.

Page 13: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

Rescatamos este discurso porque tras estas palabras es imposible alegar -como lo hizo Di

Pietro más tarde34- que carecía de ordenes de Perón para decretar un paro. Por el contrario parece

muy claro que Di Pietro tenía conciencia de que nadie iba a defender las conquistas obreras por

encima de los trabajadores mismos, que esa era su responsabilidad imposible de compartir.

El 12 de setiembre el ejército comienza un período de maniobras militares en Córdoba. El

Gral. Lucero viaja hacia allí, mientras el Gral. Sosa Molina viaja a San Luis a asumir el comando

vacante. También se encuentra de "ejercicios" la Flota de Mar, rumbo a Golfo Nuevo. Al día si-

guiente -martes- mientras Ejército y Marina continúan sus aparentemente rutinarios ejercicios

anuales, el Gral. Julio Lagos -ya comprometido con el golpe- se entrevista en su casa de Martí-

nez con el emisario de Lonardi, el mayor Juan Guevara.35 Lagos -otro católico ferviente como la

mayoría de los seguidores de Lonardi- se ha retirado del ejército luego de la quema de templos

del 16 de junio, hasta entonces había sido comandante del Segundo Ejército. Su segundo, el ex

jefe de Estado Mayor Gral. Eugenio Arandía también se encuentra comprometido con la conspi-

ración, y aseguran que el 90% de los cuadros de aquel cuerpo estaban listos para la acción revo-

lucionaria.

Las tapas de La Prensa de los días 14 y 15 de setiembre contienen casi los mismos titula-

res "continúan en Córdoba maniobras militares" 14/9 y "Continúan en todo el país maniobras

militares" 15/9. Un día antes del golpe y mientras Lonardi se dirigía a Córdoba y Aramburu a

Curuzú Cuatiá,36 éstos eran los titulares del diario de la CGT.

Pero no puede achacársele torpeza a La Prensa, y sí, en cambio, a la inteligencia del Po-

der Ejecutivo que el 30 de agosto -un Día antes del célebre discurso de Perón en Plaza de Mayo-

confirmaba a Aramburu como Director de la Escuela Superior de Guerra37, quién fue jefe de la

rebelión hasta que asumió ese lugar Lonardi, lugar que reasumiría en diciembre con el apoyo de

la Armada.

El tema surge nítido del testimonio de Juan Francisco Guevara, protagonista decisivo de

aquellos días. "...no existió para la preparación de la revolución un comando estable , digamos,

y con trabajo permanente y amplio [pero] se había trabajado aceptando el presupuesto de que el

jefe de la revolución sería Aramburu, y el Gral. Aramburu nunca hizo una reunión de Estado

Mayor de ningún tipo, para estas cosas, los contactos que se han ido teniendo han sido de per-

sona a persona y nosotros, los que hemos trabajado más cerca en ese nivel, como ha sido el co-

ronel -desde hace mucho tiempo general- Señorans, que era coronel, y a órdenes directas de Se-

34

"Entonces cualquier conversación personal con él terminaba en que no tenía autorización de Perón. Y hasta se

arriesgaban algunos a decir que Perón les había dicho que no hicieran nada". Framini en entrevista citada. 35

Revista ATLÁNTIDA ya citada. 36

Revista ATLÁNTIDA ya citada.

Page 14: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

ñorans yo mismo." Y agrga más adelante: “La conspiración o la revolución futura de marina la

encabezaba virtualmente el capitán de navío Rial. Tendría contacto con el Estado Mayor de

Aramburu, que vendría a ser el Estado Mayor superior, el comando superior, a través de una

relación que vendría directamente desde Rial por medio del capitán Pujol conmigo [...] en el

momento en que la situación se puso álgida, sobre todo a partir de los últimos días de agosto,

ante lo poco que hasta ese momento se había logrado en el ámbito del ejército para hacer la re-

volución, Aramburu consideró que no se habían reunido la cantidad de comprometidos suficien-

tes como para hacer esta revolución en ese momento; y el tomó la decisión de postergarla sin

fecha. Y ante el empuje nuestro y de marina -que creíamos que no se podía postergar la revolu-

ción- se produjo una acefalía de mando y Aramburu que estaba reconocido por todos como

quien debía conducir la revolución cuando estallara, él se aparta al tomar una resolución que

no compartimos. Entonces esto ocurre quince días antes de la fecha que finalmente se define,

que es el 16 de setiembre. Al ocurrir esto es cuando Lonardi, enterándose de que había quedado

acéfala la revolución posible, y sin perspectivas de ejecutarse, el decide asumir la responsabili-

dad." 38

El mismo 15 de setiembre se reunían en la sede de la CGT delegados regionales de todo

el país. Frente a ellos expusieron los responsables de los distintos departamentos de la organiza-

ción. Incluso el Departamento Político que informó sobre la cantidad de senadores y diputados

que la CGT tenía en todo el país. Perón tenía planeado recibirlos a las 10.00 hs. del día siguiente

en el Salón Blanco de la Casa Rosada, su palabra debía ser difundida por LRA Radio Nacional y

la Red Argentina de radiodifusión.

No fue posible, los aprestos golpistas aguaron la ceremonia. La red de información mon-

tada por la CGT mediante sus organizaciones adheridas en todo el país dio a las cuatro de la ma-

ñana el primer informe del levantamiento desde Córdoba. Durante el día se sucederán los comu-

nicados ya que el gobierno nacional ha puesto en vigencia el plan para el Estado de Conmoción

Interna, que prevé el Estado de Sitio y el toque de queda entre las 20.00hs y las 6.00 de la maña-

na.

Se sindica a Dalmiro Videla Balaguer como quien encabeza la rebelión militar en Córdo-

ba.39 También se han insurreccionado Entre Ríos y Corrientes, y se incluyen las Bases navales de

Río Santiago (La Plata) y Puerto Belgrano. Como veremos la Conspiración es algo más vasta. En

las primera horas de la Mañana un cable llega a la nave capitana anclada en Pto.Madryn. Su jefe

37

Diario La NACIÓN 30/8/55. 38

Juan Francisco Guevara en entrevista con el autor.

Page 15: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

el Almirante Basso recibe la notificación de que la armada se ha sublevado a las ordenes del al-

mirante Isaac Rojas. Inmediatamente Basso es arrestado y asume el capitán de navío Recaredo

Vázquez. El buque insignia "17 de octubre" es rebautizado Gral. Belgrano y emite un cable "Sr.

Almirante Rojas, la Flota de Mar a sus órdenes.40

El Comando Represivo (la voz oficial), sin embargo, comunica que: "La escuadra de mar

se encuentra fondeada en Pto. Madryn y es totalmente leal a la Constitución y a las autoridades

legítimamente constituidas"41 El 17 de setiembre un comunicado del comando de represión

anuncia que Córdoba ha sido liberada y que cesó toda resistencia. Los informes son falsos pero

no se alejan del todo de la verdad, lo cierto es que la situación de Lonardi en Córdoba es deses-

perada y solicita el apoyo de Lagos que se ha hecho fuerte en Mendoza. Los comunicados se su-

ceden y es inútil destacar su falsedad, hecho ya suficientemente conocido y discutido. Pero nos

interesa saber como se dispone la CGT frente a estos hechos, que aparentemente ya estaban pre-

vistos (discursos de Di Pietro, milicias, etc.).

El 18 de setiembre el secretario general de la CGT insta a los trabajadores a actuar sobre

los focos rebeldes, es un mensaje por la red de radiodifusión. ¿Con qué armas? Framini relata

que durante todos esos días los trabajadores se agolpaban frente a la CGT pidiendo armas e ins-

trucciones.42 Y es notorio que los 3.000 voluntarios jamás fueron movilizados. Por otra parte los

comunicados del Comando de Represión tendían a la confusión, no sólo asegurando la rendición

de los sediciosos, sino pidiendo calma a la población y cuando no la represión lisa y llana de los

más exaltados.

Tampoco recibieron ninguna instrucción en ese sentido las organizaciones adheridas del

interior del país. ¿Cómo se puede interpretar entonces este discurso de Di Pietro?: “...la acción

contra cualquier foco insurrecto debe ser enérgica y decidida, sin contemplaciones de ninguna

especie. Todo trabajador luchará con las armas y medios que tenga a su alcance para aniquilar

definitivamente a los traidores de la causa del pueblo que se han levantado contra el gobierno

[...] todos las trabajadores se mantendrán en contacto con sus respectivos sindicatos y delega-

ciones regionales de esta central obrera para la acción conjunta o individual que corresponda.

Compañeros: Nuestro destino en la defensa de nuestra dignidad y de las conquistas logradas

39

La Prensa 17/9/55. 40

Revista ATLANTIDA ya citada. 41

La Prensa, 17/9/55. 42

"Entonces cuando sucede el golpe, el discurso de Di Pietro es el que para la acción, porque toda la gente iba a la

CGT, e inclusive pedía armas también -armas no había en la CGT, por lo menos yo no las había visto- y ahí,... de

ahí mismo de la CGT habla Di Pietro, la gente alrededor de la C.G.T.- y habla de la pacificación... Pero que la

gente quería salir, yo te puedo asegurar que la gente iba alrededor de la CGT a pedir armas y para salir a pelear."

Framini en entrevista citada.

Page 16: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

nos impone no escatimar ningún esfuerzo, ni aún la propia vida.”43 En el mismo diario La Pren-

sa, se transcribe un comunicado de la CGT en apoyo de las fuerzas leales, y se informa que han

dado instrucciones precisas en ese sentido a las delegaciones regionales. ¿Cuáles fueron éstas

instrucciones?, es una incógnita que se develará quizá, el día que nuevos testimonios lo esclarez-

can. Por ahora el testimonio de Framini y Gazzera lo niegan. No hubo tales “instrucciones” y la

CGT permaneció en la inacción absoluta hasta el día 21 en que su Secretario General y todo su

Consejo Directivo deciden renunciar.

Pero aún hay más, el día 19 el Presidente Perón encarga a una Junta Militar las tratativas

con los insurrectos que se avengan a parlamentar. Esta Junta Militar interpreta la nota de Perón

como una renuncia y le da curso convocando al diálogo al Almirante Isaac Rojas y al Gral. Juan

José Uranga. La junta militar -que ha designado a tres de sus pares para que asuman las tratati-

vas- esta formada por los Generales de División Ángel J. Manni44, Emilio Forcher, José D. Moli-

na, Audelino Bergallo, Juan J. Polero, Carlos A. Wirth, H. Torres, José Sanchez Toranzo, Gui-

llermo Streich, Raúl D. Tanto, José L. Solís, Juan José Valle, Adolfo Botti y Carlos A. Levene.

En un comunicado a los sublevados les hacen saber lo siguiente: "...ante la renuncia del Sr. Pre-

sidente y la decisión de acompañarlo, de los demás poderes constituidos, el Ejército se ha hecho

cargo" Firma José Domingo Molina Presidente de Ia Junta Militar.45

Es evidente que ya no quedaba tiempo para seguir demorando una decisión que la CGT

había estirado al límite. El 20 de setiembre Armando Cabo (metalúrgico) y José Espejo concu-

rren a la CGT a exigir a Di Pietro que saque la gente a la calle. La Huelga General era probable-

mente la única acción para la cual los sublevados no tenían respuesta. Se explica entonces el

primer plan del Gral. Bengoa que integraba la constitución de una base social en los sindicatos y

el propio partido peronista, como le participara al mayor Guevara en una de las primeras reunio-

nes conspirativas.46 Sin embargo el paro no se decreta. Por el contrario -y luego de una reunión

con la junta militar donde ésta le comunica que no existe peligro de bombardeo a la destilería de

YPF- Di Pietro emite un comunicado donde exhorta a los trabajadores a mantenerse en orden,

serenidad y siguiendo exclusivamente las indicaciones de la Central Obrera. Al mismo tiempo

comunica que los trabajadores de la destilería pueden reanudar sus tareas.

43

La Prensa, 19/9/55. 44

Que parece ser el que convenció a Perón de renunciar y marchar al exilio. Al menos eso manifiestan algunos de

sus pares. 45

La Prensa, 20/9/55. 46

El dato surge de la entrevista de la revista Atlántida ya citada, pero no fue confirmado por Guevara en entrevista

con el autor.

Page 17: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

Es día laborable La Prensa alerta respecto a grupos de civiles armados con intención de

provocación y desorden (¿los peronistas?).47 Al mismo tiempo se informa de la toma policial del

local central de la Alianza Libertadora Nacionalista donde hubo resistencia armada. En el cuarto

de página que dedica el diario a noticias gremiales consta que hubo un gran número de dirigentes

sindicales que concurrieron a la central de la CGT a informarse con el Consejo Directivo.48

Gazzera resume esos días de otra manera: “Así es que mientras los Lonardistas recibían

un triunfo que no creían alcanzar, 'Los muchachos peronistas' en la CGT habían encontrado la

solución para desentenderse de la situación: 'Retirarse con dignidad'. Hasta entonces habíamos

exhibido, a falta de mejores atributos, una soberbia digna de Ios gladiadores romanos, pero a la

hora de los tiros, los que seguíamos tartamudeando sindicalismo, nos expusimos al ridículo

cuando planteamos la necesidad de un paro general. Ni siquiera a un minuto de paro accedie-

ron. ¿Para qué? Perón había renunciado y allí quedó demostrado que, él era nuestro principio y

nuestro fin. Pero aclaremos que cuando Perón todavía no había renunciado y la lucha prose-

guía, la CGT tampoco convocó al pueblo ni dispuso el paro.”49

El 21 de setiembre todo había terminado. A las demandas de paro la CGT contesta por

boca de su secretario general Héctor Hugo Di Pietro en cadena nacional: “...cada trabajador en

su puesto, por el camino de la armonía, para mostrar al mundo que hay en los argentinos un

pueblo de hombres de bien; pues sólo en la paz de los espíritus es posible promover la grandeza

de la nación, que es el modo de afirmar las conquistas sociales.”50

El Gral. Bengoa es designado Jefe de Policía. Al día siguiente asumirá Eduardo Lonardi

y será feriado nacional. La CGT entretanto buscando "la paz de los espíritus" resuelve renunciar

en pleno para evitar una posible intervención. Tanto Gazzera como Framini coinciden en carac-

terizar este paso como exclusivo producto del miedo. Si bien es posible que tal haya afectado a

un buen número de miembros del Consejo Directivo, no alcanza a explicar las resistencias pre-

vias a lanzar el paro general.51

Pero además, ¿quiénes son estos que se niegan a movilizar a los trabajadores contra el

golpismo militar? El accionar posterior de un buen número de sindicalistas que siguió al Gral.

47

La Prensa, 21/9/55. 48

La Prensa, 21/9/55. 49

Miguel Gazzera y Norberto Ceresole, Peronismo, autocrítica y perspectivas, Op. cit. 50

La Prensa,22/9/55. 51

"Sí, no hay duda de que había una infiltración allí, de gente que estaba al tanto de lo que iba a pasar, de gente

que había estado acercada a Bengoa [Framini dará luego algunos nombres]. Estaba infiltrada adentro de la CGT, y

tenían argumentos como para asustar demasiado, diciendo 'hay tal fuerza, tal...' entonces ante esa duda, o ante lo

que ellos creen que era una realidad, decidieron abandonar la CGT, y dejar que queden dos representantes, cual-

quiera porque hasta ese entonces nosotros no eramos más que vocales para que quedáramos a cargo de eso..." "Yo

me doy cuenta que la CGT tenía contactos ya con Bengoa y estaba buscando la forma de salvar su ropa". Framini

en entrevista con el autor.

Page 18: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

Bengoa y al Coronel Raimúndez en el intento de la llamada “CGT-negra” hacen pensar que tal

intento tenía antiguos antecedentes dentro de la CGT -hecho en el que coincide Framini que de-

bió hacerse cargo de la central obrera ante la defección de sus compañeros-; y que ellos deben

haber accionado consecuentemente saboteando la posibilidad del paro general, acercando a algu-

nos indecisos con la promesa de que la CGT y sus conquistas no serían tocadas por el nuevo go-

bierno que tenía como único objetivo derrocar a Perón y asustando a los más timoratos con el

"baño de sangre" que los "libertadores" prometían para los remisos a aceptar el nuevo orden.

Estos proclives al cambio de escenario aparecen diáfanamente en el testimonio de

Gazzera. No reproduce un rumor, él mismo ha sido entrevistado por los futuros alzados, el aserto

surge nítido de su testimonio: “...con Bengoa, con Uranga y con Lonardi había una fluida rela-

ción... siempre existió esa comunicación. Y estando Perón dice: Yo voy a negociar la entrega del

gobierno, y a nosotros vienen y nos dicen miren Perón quiere negociar la entrega del gobierno y

nosotros les aseguramos que vamos a seguir la línea social del gobierno de Perón"52

Lo cierto es que si Lonardi y los suyos tenían propuesto no tocar ni la legislación social

peronista, ni a los sindicatos, otras eran las intenciones de los marinos, verdadero poder detrás

del trono. En el comunicado de asunción del día 22 de setiembre, Lonardi comunica a los traba-

jadores que sus conquistas no serán cercenadas, sino por el contrario ampliadas, etc., etc., etc.

“El que mandaba era Rojas" acota Gazzera: “en la primera entrevista que tenemos con

Lonardi, después de haberse hecho cargo del gobierno (fue el mismo día de la asunción, unas

cuatro horas después en la casa de gobierno) estábamos esperando en la antesala y pasa de

pronto un marino, y nos dice 'Perdón señores, ¿que hacen ustedes, a quien esperan?' -era el re-

cién ascendido contralmirante Rial- somos de la CGT y esperamos al presidente Lonardi, 'sepa

señor que esta revolución se ha hecho contra los peronistas, y para borrar todo vestigio de so-

cial peronismo', así nomás. También me lo dijeron en el Bahía Buen Suceso cuando estaba pre-

so.”53

52

Y a la pregunta ¿Lonardi les asegura eso? Agrega: “La gente que está en contacto, Bengoa, Uranga, no direc-

tamente Lonardi, él estaba entre el traje civil y el traje militar.” Gazzera en entrevista citada. 53

Gazzera en entrevistra citada. Así lo transcribía en el libro ya citado "...sepan ustedes que la revolución libertado-

ra se hizo para que en este país, el hijo de barrendero, muera barrendero." Una muestra cabal del temperamento

didáctico de los marinos. Gazzera y Cerésole, op. Cit.

Page 19: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

El movimiento obrero después de la derrota

Es aquella imagen de derrota, la que se subtiende por detrás de la escena en la que los

miembros del Consejo Directivo de la CGT con su Secretario General incluido deciden presentar

su renuncia colectiva. En la misma reunión resuelven designar a tres compañeros para que asu-

man la responsabilidad por los bienes e intereses de la organización. Ellos son: Luis Natalini,

Andrés Framini y Dante Viel. A este último resuelven finalmente postergarlo porque corren ru-

mores de su “íntima ideología comunista”54. Cosa que por otra parte no tiene por qué desagradar

a los libertadores que han incluido al PC entre sus comandos civiles. Aunque -pensamos ahora-

que no debían de ser del gusto de Bengoa, Guevara, Lagos y Lonardi, fervorosos católicos tradi-

cionales, y -probablemente- los únicos interlocutores de la dirección sindical hasta ese momento

y aún después.55

Entre los bienes abandonados se cuenta el cadáver de Eva Perón, lo que permitirá que al-

gunos "secretos" agentes del gobierno paseen luego su tradicional necrofilia por media Europa.

De ésto se dolerá Gazzera y también de la lista con los 3.000 voluntarios que fueran a constituir

las famosas milicias, ¿olvidada negligentemente en algún escritorio?.56

Libres ya de las formalidades que la existencia del gobierno peronista suponía, quienes

ya mantenían contacto con el Coronel Bengoa se lanzan ahora a la creación de un elemento no-

vedoso, una CGT Lonardista, que los trabajadores peronistas bautizaron la “CGT-negra”. Parece

que realizó su primera reunión orgánica en Temperley a poco del golpe.57 En su segunda reunión

-en la Capital Federal- ya lograron convocar a muchos secretarios generales, presidía el Sr. Va-

lentín Suárez, funcionario del Ministerio de Trabajo.

Cuenta Framini que "...cuando Valentín Suárez hace la reunión del Bengoísmo, de parte

de Bengoa, ahí participan una cantidad, casi todos los dirigentes gremiales y recuerdo que en

esa oportunidad el único que levantó la voz y dijo: Estamos firmando el acta de defunción del

peronismo fue Valerga que era del gremio de FONIVA.” En su testimonio menciona también

algunos partícipes de la reunión que recuerda, entre otros el secretario general de la Unión Fe-

54

M. Gazzera en entrevista con el autor. 55

"No hay duda de que estaba previsto [buscar un sector adicto en el mov. Obrero] que venían actuando algunos

dirigentes con Bengoa. Es una cosa que después nos enteramos. Al principio nosotros no... es decir no demostraron

nunca así abiertamente que estaban en contra del peronismo. Todos, inclusive los dirigentes gremiales complotados

con Bengoa. Pero después aparece y de acuerdo a como se van alineando uno se da cuenta de que se habían volca-

do directamente contra el peronismo, en favor del Bengoísmo. Y de ahí que usaban las palabras que usaba Lonardi,

era que ellos iban a respetar todo el peronismo y la clase trabajadora, menos respetar a Perón. Discusión que te-

níamos todos los días con Natalini y con el gral. Lonardi cada vez que íbamos allá, discusión que nos planteaba el

asunto este. Y nosotros siempre le dijimos: peronismo sin Perón no hay." Framini en entrevista citada. 56

"...Nosotros no teníamos nada que ocultar, sí, pero las tres mil listas que teníamos ahí arriba las tendríamos que

haber destruido". Gazzera en entrevista citada. 57

La Historia del Peronismo, fasciculo 16, noviembre de 1982.

Page 20: El Movimiento Obrero y El Golpe Militar de 1955

rroviaria Mandrioni, el textil Adelino Romero, el metalúrgico Colace, Guillermo Soto y Ague-

rrebere del SOEVA.58

Informados de esta asamblea Framini y Pedro Agostini59 concurren con el objetivo de

quebrarla. Apoyados finalmente por la mayoría, logran desordenar el paciente trabajo de Seve-

rino Romualdi y los suyos, que se decía entonces que tenían detrás "al Departamento de Estado

Yanqui"60. Esa lucha no estará de todos modos terminada hasta que en el congreso de reorga-

nización de la CGT en noviembre de 1957 el peronismo en alianza con los comunistas del MUS

quiebre el Plan de Patrón Laplacete.

Con miles de presos, el movimiento sindical se apresta al paro general, estamos en no-

viembre de 1955; el dos de ese mes Framini y Natalini lanzan el paro nacional. Inmediatamente

son conducidos en un jeep a presencia de Bengoa, Uranga, Raimúndez, Cerruti Costa (Ministro

de Trabajo) e Isaac Rojas. Amenazados con el fusilamiento acceden a hablar por Radio Nacional

para levantar el paro.61 El paro se lanza nuevamente el 11 de noviembre y dura tres días con un

importante acatamiento; fallan los ferroviarios62 y la UTA, lo cual debilita la medida63.

En la marina, los pasos ensayados por Lonardi y sus colaboradores en relación con el

movimiento obrero, no causan satisfacción, Aramburu vuelve a ser el candidato y la intervención

a la CGT inevitable. El 22 de diciembre se desatan las redadas sobre la dirigencia obrera. Más de

9.000 presos, la mayoría del ex-concejo directivo de la CGT -con notables excepciones- irá a pa-

rar al barco Bahía Buen Suceso. Gazzera, por ejemplo, pasará dos años visitando todas las cárce-

les del país.

Entre tanto, ¿Qué fue de Héctor Hugo Di Pietro, de Politti, de Cabistain?. Este último -ex

tesorero de la central- huyó al Uruguay al otro día de producido el golpe. Por lo que se sabe, Di

Pietro no fue molestado en sus pagos de Punta Alta -cerca de Bahía Blanca- adonde se retiró al

abandonar la CGT.

58

Entrevista con Framini ya citada.. 59

Asesor legal de la central obrera. Debió acompañar a Framini en el lugar de Amado Olmos que faltó por motivos

personales. En entrevista con Framini ya citada. 60

Miguel Gazzera y Norberto Cerésole, op.cit. 61

Diario SUR, 3/12/89 entrevista a Andrés Framini. 62

"Mandrioni, ferroviario, era el que estaba... ese se supone que estaba conectado con Bengoa desde mucho tiempo

antes del golpe. Mandrioni estaba agregado [al concejo directivo], porque cuando nos nombran a nosotros dos,

nosotros elegimos diez dirigentes gremiales para que nos acompañaran y entre ellos estaba Mandrioni. Porque

Mandrioni había pasado a ser secretario general por la renuncia del secretario general de la Unión Ferroviaria.

Porque cuando renuncia el secretario gral. pasa a ocupar el puesto el primer vocal. Y así es como Mandrioni apa-

rece como secretario general de la Unión Ferroviaria." Framini en entrevista con el autor. 63

La Historia del Peronismo, fasciculo 16, noviembre de 1982.

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CONCLUSIONES

No puede entenderse que aquel vigoroso movimiento sindical se haya rendido al golpe

sin presentar batalla. Al menos, esto no es comprensible si se parte de la idea de adscripción polí-

tico-partidaria del movimiento obrero. Porque repasando la prensa de la época y las declaracio-

nes de los testigos, se tiene la tentación de pensar que el peronismo convirtió al movimiento

obrero en correa de transmisión de sus intereses político-partidarios. El golpe del '55 según nues-

tra hipótesis prueba justamente lo contrario. El movimiento obrero organizado se resiste a sufrir

la suerte del gobierno depuesto, y se sienta a esperar mansamente el cambio institucional, en la

seguridad del derecho adquirido que le confiere ser un grupo más de la burocracia de Estado.

No fue ésta la hipótesis de la que partimos en nuestra investigación, el origen de la misma

fue más bien la ignorancia. La sospecha de que las cosas hubieran ocurrido de este modo nos la

dio la entrevista con Miguel Gazzera Secretario General de la Federación de su gremio -el fidee-

ro- y miembro del Concejo Directivo de la central obrera en setiembre de 1955. Pero fue la en-

trevista con Andrés Framini -quién se hará cargo de la dirección de la Central Obrera tras el gol-

pe- el que confirmará nuestra sospecha. Su testimonio fue de gran valor para ordenar finalmente

tantos datos dispersos. Incluso, en la Bibliografía específica del período, es común que se men-

cione al movimiento sindical peronista como un caso de pérdida de autonomía del movimiento

obrero en beneficio de un partido político -para el caso, burgués-. No parece ser el caso de la di-

rección del movimiento obrero en setiembre del '55 que actuó políticamente en función de desli-

garse de la suerte que correrá el partido.64

Debiera más bien hablarse del éxito del gobierno peronista al insertar a la organización

fundamental del movimiento obrero en la estructura funcional del Estado. Al punto en que la

ruptura del orden constitucional -como resultado de la crisis política en la cual el propio partido

peronista estaba inserto- resuelve a una gran parte de la dirección del movimiento obrero a ple-

garse al cambio institucional como cualquier otra dependencia del Estado que de esa manera ga-

rantiza y justifica- su continuidad.65 Como reconoce amargamente Framini: “...Perón buscó tam-

bién, la forma de que estuviéramos cerca del gobierno, entonces, ahí, para mi se cometió un

error, porque yo opino ahora, por ejemplo, que la CGT debiera ser un movimiento independien-

64

'Intento de la "CGT negra" y la negociación con los golpistas antes de setiembre.

65

Existe la tentación de elaborar con los datos que se tienen una historia del peronismo sin Perón. Tal propuesta se

encuentra justificada por los testimonios de Framini sobre la CGT negra y los aprestos pregolpistas del Bengoísmo;

y no resulta irracional pensar que Vandor y sus seguidores habrían podido tener el poder gremial mucho antes, si

como menciona Guevara, Bengoa no se hubiera visto obligado a renunciar al ministerio de defensa debido a las pre-

siones de la marina, unos días antes de que tal renuncia le cupiera al mismo Lonardi. Como afirma Guevara, Lonardi

dependía de este apoyo para realizar su proyecto de peronismo sin Perón, la caída de Bengoa -como le asegurara

Guevara en aquellos días- arrastró la suya propia. Datos sobre este tema en entrevista con Guevara.

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te. No estar directamente como apéndice del gobierno. Independiente, ¿por qué?. Porque mien-

tras estuvo Perón, claro, andábamos muy bien, entonces servía, inclusive el acercamiento direc-

tamente al gobierno. Pero después que se fue Perón seguíamos enganchados de acuerdo a la

Ley de Asociaciones Profesionales, seguíamos enganchados con los gobiernos que vinieron...”66

Creemos que el golpe de Estado de 1955 se vio facilitado no sólo por la actitud prescin-

dente de la gran mayoría del ejército (aparato de Estado) , sino por la misma actitud prescindente

de la dirección del movimiento obrero. E incluso, que sin la aceptación del cambio institucional

por éste último el golpe no hubiera sido posible en esa fecha, cuando el frente golpista era aún

débil.

De esta manera se cerraba un período de la historia del movimiento obrero en la Argenti-

na. Muchos de sus protagonistas sobreviven aún y esto debiera redoblar el interés en esclarecer

este pedazo de la historia. Aún sigue en pie la pregunta que originara esta Investigación ¿Qué

pasó en los cuerpos directivos del movimiento obrero en setiembre del '55?, ¿Qué motivó su pa-

rálisis?, ¿Cuáles fueron esas instrucciones a las organizaciones adheridas que la CGT comunica-

ba haber expedido? La entrevista a protagonistas de aquellas jornadas puede acercar un valioso

testimonio a estas preguntas. ¿Qué habrá sido del mayor Cialchietta?. El ámbito militar aún no

ha sido investigado con intensidad a la búsqueda de testimonios sobre la vinculación de gremia-

listas y militares alzados, antes del golpe. ¿Cuál fue la relación entre la CGT negra y los 32 gre-

mios democráticos? También, aquí, hay un extremo de la madeja a desenredar. Viven aquellos

protagonistas, a quienes es posible recurrir en la búsqueda de testimonio y documentación.

Lo cierto es que tras la debacle vivida por el movimiento obrero en 1955, esta CGT se re-

cuperará renovándose por la base. Los protagonistas como dice Framini “...serán los hombres de

la "segunda línea.”67 Otro proceso habrá comenzado. No ocurren las cosas de un mismo modo

dos veces en la historia -alguien decía que sólo dos, y una como tragedia y la otra como farsa-

pero a nosotros nos toca encontrar las líneas generales que no han cambiando en un largo proce-

so. Son las que diseñan la estructura de lo que llamamos un régimen de acumulación. En el cual

a determinadas formas de acumulación corresponden determinadas formas de las instituciones

sociales. Una de ellas, la CGT está buscando transformarse frente a la realidad de un régimen de

acumulación en proceso de transformación. Y aún es difícil pensar, qué lugar tiene asignado el

movimiento obrero en la nueva sociedad. La novedosa situación creada por el menemismo ha

desestructurado las antiguas nociones de 'peronismo' haciendo que buena parte de los testimonios

que hace cinco años se consideraban de actualidad política pueda ser hoy considerado sólo histo-

66

Entrevista de Framini con el autor. 67

"Los que dieron la gran batalla fueron los de segunda línea". Diario Sur 3/12/89.

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ria. Lo que puede tornar más locuaces a sus protagonistas. Tal vez sea el momento de invertir

esfuerzo en alguna de estas direcciones.

Fernando López Trujillo 17/8/92