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El muelle de «Viniegra – Valdés» En el año 1871, tras efectuar un viaje por los principales puertos de España y Portugal, don Salvador Viniegra Valdés, y comprobar que, pese a la privilegiada situación de Cádiz, las operaciones de carga y descarga de mercancías y embarque y desembarque de viajeros se venían efectuando en nuestro puerto de una forma rudimentaria debido a la falta absoluta de elementos para ello, concibió la idea de que sin gastar sumas muy considerables no sería posible construir un puerto artificial delante de las murallas de Cádiz y que, sin embargo, si se quería hacer algo importante sin tener que invertir grandes sumas, forzoso era acudir al puerto natural a que da entrada el “paso de Puntales”. Recurrió a su primo hermano don Juan Viniegra Valdés, entonces Capitán de Fragata y Subdirector del Observatorio Astronómico de San Fernando (Cádiz) para que comenzara los estudios de emplazamiento de un muelle en Puntales, de construcción ligera y económica y que atendiera de forma adecuada a las necesidades de entonces. Como el lugar designado para el emplazamiento del muelle –que fue muy discutido— se encontraba dentro de zona

El Muelle de Viniegra-Valdés

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Muelle ya desaparecido en Cádiz

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El muelle de «Viniegra – Valdés»

En el año 1871, tras efectuar un viaje por los principales puertos de España y Portugal, don Salvador Viniegra Valdés, y comprobar que, pese a la privilegiada situación de Cádiz, las opera-ciones de carga y descarga de mercancías y embarque y desembarque de viajeros se venían efectuando en nuestro puerto de una forma rudimentaria debido a la falta absoluta de ele -mentos para ello, concibió la idea de que sin gastar sumas muy considerables no sería posible construir un puerto artificial delante de las murallas de Cádiz y que, sin embargo, si se quería hacer algo importante sin tener que invertir grandes sumas, forzoso era acudir al puerto natu-ral a que da entrada el “paso de Puntales”.

Recurrió a su primo hermano don Juan Viniegra Valdés, entonces Capitán de Fragata y Subdi -rector del Observatorio Astronómico de San Fernando (Cádiz) para que comenzara los estudios de emplazamiento de un muelle en Puntales, de construcción ligera y económica y que aten-diera de forma adecuada a las necesidades de entonces. Como el lugar designado para el em-plazamiento del muelle –que fue muy discutido— se encontraba dentro de zona militar, le solicitó la oportuna autorización, que fue concedida con la pequeña salvedad de un ligero cam-bio de su primitivo trazado.

Para financiar esta obra realizó las oportunas gestiones don Salvador Viniegra, con el fin de que la testamentaría de Don Diego Fernando Montañés y Álvarez, sufragara dicha construc-ción.

Los planos y proyectos del citado muelle se enviaron a diversas fábricas españolas y extranje-ras para que presentaran proposiciones y reunidos todos los antecedentes don Salvador Vinie-gra solicitó autorización para su construcción, la que en corto espacio de tiempo le fue conce -dida, por Real Orden de 24 de marzo de 1881.

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Entre las distintas proposiciones presentadas, se estimó como la mejor y más económica, la formulada por la Sociedad “John Cockerill”, de Seraing (Bélgica), la que por estimarse solvente encontrarse el presupuesto presentado dentro de la cantidad destinada al efecto, fue acepta-da por la Testamentaría, firmándose el correspondiente contrato en Madrid, el 29 de julio de 1881.

Para el emplazamiento del Muelle, se expropió en Puntales una parcela de terreno de forma rectangular, con una superficie de 1.372 m2, ubicada en el mismo lugar que antes ocupó el Astillero Naval del Estado, hasta el año 1769.

De acuerdo con el contrato suscrito se comenzó la construcción del muelle de Puntales, en el mes de mayo de 1882, situándose en la punta de tierra más avanzada de este lugar, concluyén-dose las obras dentro del plazo estipulado, de algo más de diez meses .

De acuerdo con los planos trazados —los que se estimaron tan perfectos que no se hizo nece-sario introducir modificación alguna en los mismos— todas la piezas fueron traídas de Bélgica, ya fabricadas y la Casa constructora desplazó a Cádiz seis montadores que trabajaron a las órdenes de un jefe montador. Para armar este muelle, la Casa construyó un aparato montador especial, por primera vez empleado en esta clase de obras hidráulicas, el cual ayudado por seis obreros montadores solamente, fue suficiente para comenzar y terminar la obra proyectada.

Cuando se terminó de construir el muelle de Puntales, cuyo costo ascendió a 1.388.899,56 pesetas, su concesionario, don Salvador Viniegra, decidió arrendarlo a la Compañía de los Fe-rrocarriles Andaluces y cuando ya estaba redactado el contrato y estipuladas sus condiciones e iba a firmarse dicho documento, la Testamentaría de Montañés estimó conveniente entregarlo

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incondicionalmente al Estado, debiendo pasar algún tiempo después a la Junta de Obras del Puerto de Cádiz. El Gobierno arrendó el muelle a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces y el día 1 de diciembre de 1884 fue abierto al servicio, público, siendo el vapor «Dacia», el pri-mero que atravesó el mismo. Un año antes, la citada compañía de Ferrocarriles, expropió una amplia superficie de terreno en Puntales, para el tendido de la vía férrea que habría de unir dicho lugar con la Estación de la Segunda Aguada.

El muelle, que era todo de hierro, de excelente calidad, se encontraba elevado sobre sólidos pilotes del mismo metal. A ambos lados, disponía de una defensa de madera, para protegerlo del contacto de los buques. Para las operaciones de carga y descarga, se hallaba provisto de una grúa fija, en la cabeza del muelle, la que podía elevar pesos de hasta veinte toneladas y de otras cuatro giratorias de a ocho toneladas, todas las cuales estaban movidas a vapor. A todo Lo largo del viaducto había situada una cañería de hierro que surtía de agua a las diversas ins -talaciones del muelle, entre las que figuraban las grúas y locomotoras, para Lo cual existían numerosos grifos convenientemente situados, los que incluso podían ser utilizados en caso de incendios.

Para contener las amarras de los buques que habían de atracar a los costados, en los que había abiertas cómodas escalas, existían grandes boyas de hierro fijas en la superficie del agua con un tornillo a hélice y una cadena, asegurados al fondo a conveniente profundidad.

La unión de la playa con el muelle se hacía por medio de un viaducto en curva parabólica, for -ma que se adoptó por considerarse la más adecuada, siendo su longitud de quinientos metros y a su final se encontraba el muelle que tenía una extensión de doscientos diez metros. Lo surcaban cinco vías férreas: las tres centrales se destinaban para el material de transporte y las otras dos exteriores estaban destinadas a las grúas, quedando todas ellas en perfecta comuni -cación mediante cambios de vías perfectamente situados. El muelle tenía muy buena cimenta-ción y en él, bien dispuestos, podían maniobrar hasta sesenta vagones. Una de las vías férreas cortaba la carretera y ponía este muelle en magnifica comunicación con la Estación de Ferroca-rril de la Segunda Aguada, en cuyo lugar había establecidas en aquella época numerosas indus-trias.

La Testamentaría de Montañés, además de haber sufragado íntegramente el importe de este muelle, adquirió un magnifico y moderno “tren de limpia” para la conservación del mismo. Hacia mediados del mes de mayo de 1884 los periódicos de la ciudad se hicieron eco con vivo interés de los temores de la opinión pública que mostraba su preocupación por la pretensión formulada por el Ayuntamiento de Málaga que deseaba se trasladase a aquel puerto dicho “tren de limpia”. Las autoridades provinciales y locales y la Junta del Puerto enviaron diversas comunicaciones al ministro de Fomento y al director general de Obras Públicas, obteniéndose seguridades de que dicho material no saldría de Cádiz.

En este mismo año de 1884, a los pocos días de terminarse a construcción del muelle de Pun-tales, D. Salvador Viniegra Valdés publicó un libro de 96 páginas, titulado “Antecedentes acerca de varios asuntos de interés para Cádiz”, en el que se dan muy curiosas noticias sobre la cons-trucción de este muelle, consignándose incluso el número de kilos de madera, acero, hierro y hasta el número de tornillos empleados en esta obra.

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Quince años después de abrirse al tráfico comercial este muelle, tuvo lugar en el mismo una lamentable catástrofe en la que hubieron de lamentarse la pérdida de dos vidas humanas y abundantes daños materiales. Fue en la noche del 23 de noviembre de 1899, cuando una loco-motora y las ocho vagonetas que arrastraba debido a una falsa maniobra, cayeron al mar, rom-piendo por efectos del golpe un trozo de estructura metálica de más de dieciocho metros de longitud del citado viaducto. Por causas de tan importantes averías, el muelle fue cerrado al servicio, encargándose de su reparación el Estado. Tras ser reconocido por una Comisión de Técnicos del Ministerio de Fomento y emitir éstos informe favorable, fue nuevamente puesto en servicio a fines del mes de mayo de 1900, en cuya época estaba principalmente dedicado a la recepción de fardos de tabaco para su traslado por vía férrea a los Depósitos de Puntales.

Con motivo del fallecimiento de Don Salvador Viniegra Valdés, acaecido el día 3 de febrero de 1912, entre los diversos acuerdos encaminados a honrar su memoria, la Junta de Obras del Puerto, en la sesión celebrada el día 29 de abril del mismo año, acordó dar su nombre a este muelle.

Para la explotación del «Muelle Viniegra – Valdés», había establecidas unas tarifas generales y otras especiales. Entre las primeras figuraban por servicio de atraque al muelle por día, de buques de vela y vapor; por servicio de carga y descarga, por tonelada de peso; por servicio de toma de agua, a razón de metro cúbico de agua tomada en una de las bocas del muelle y entre las segundas: por las maniobras de los vagones cargados de tabacos sobre el muelle y su arras -tre hasta los Depósitos; por el transporte de lastres desde el muelle a la Segunda Aguada o viceversa; por el transporte de duelas desde el muelle a la Segunda Aguada y por el embarque de sal común.

Con la cada vez más creciente modernización del muelle de la Ciudad, el de Puntales fue per -diendo con el paso de los años gran parte de la actividad e importancia que lo caracteriza en su primera época, lo que indudablemente influyó notablemente en su estado de conservación. En la sesión municipal del 26 de septiembre de 1924, se trató del mal estado en que se encontra -ba este muelle, que se consideraba tan útil para la carga y descarga de tabaco con destino al Depósito de Tabacos, situado en lugar cercano al mismo. Un año después el «Muelle Viniegra – Valdés» se encontraba en estado ruinoso necesitando una importante reparación en todo su utillaje. En 1927 esta instalación quedó casi exclusivamente dedicada para el movimiento de mercancías de los Depósitos de Tabacos. Por aquel tiempo la Compañía Arrendataria de Taba-cos solicitó, en el caso de que el Estado no pudiese atender a su reparación, que le fuese cedi -do dicho muelle, para ella emprender las obras de restauración del mismo, por su cuenta. El muelle se encontraba en tal mal estado en aquel tiempo, que pudiendo atracar al mismo hasta siete barcos, sólo lo podía hacer uno.

Merced a las gestiones emprendidas por el Alcalde D. Ramón de Carranza, así como a las nego-ciaciones realizadas por la Compañía Arrendataria de Tabacos y Junta de Obras del Puerto, para llegar a un acuerdo en lo que era esencial, en no dejar que el muelle se destruyera, se publicó la Real Orden del 31 de octubre de 1928, por la que dicho muelle fue cedido a la Renta de Tabacos, propietaria de los Depósitos de Tabacos.

El día 14 de enero de 1935, a las once menos cuarto de la mañana, el buque «Río Segre», de la Compañía Transmediterránea, derribó unos quince metros del extremo de dicho muelle, en

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donde estaba situada une grúa , de veinte toneladas . Y diez meses después, el día 2 de octu -bre del mismo año, el buque holandés «Helder», consignado por la casa Joaquín del Cuvillo y Compañía, produjo una grave avería en dicho muelle, partiéndolo en dos partes, con un claro entre ellas de veinticuatro metros.

Así terminó el muelle de Puntales, que fue considerado como una importante obra hidráulica en aquel tiempo, obra de dos ilustres gaditanos: el que lo concibió y el que supo plasmarlo en maravillosa realidad.

Bibliografía Ricardo Moreno Criado: El muelle “Viniegra – Valdés”. En “Rincones Gaditanos”. Hoja

del Lunes, 10 y 17 de noviembre de 1975. Cádiz. 1975.