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El mundo del lied, y en concreto el del lied romántico, como estamos viendo en las interesantes entradas de este blog, está lleno de simbologías. La Naturaleza, la Muerte, El Amor (casi siempre no correspondido), el Nacionalismo, la Melancolía, son temas que aparecen una y otra vez el los poemas que musican nuestros compositores. Símbolos que aparecen en los versos o incluso a los que se dedican poemas completos. Vamos a hablar en esta entrada de un símbolo y de un compositor que lo toma como suyo. Vamos a hablar del tilo y de Schubert. El tilo es un árbol con gran simbología en la cultura occidental. En la mitología griega ya aparecía la historia de una gran benefactora de la humanidad, Fílira que en griego quiere decir Tilo. En cierta ocasión Cronos yació con ella, pero la diosa Rea les sorprendió juntos, por lo que él se transformó en caballo y huyó al galope, el hijo que nació fue medio equino y medio humano, el famoso centauro sabio Quirón. Pero a Fílira le repugnaba el monstruo que había engendrado, por lo que rogó a los dioses que lo transformasen. A su manera, los dioses atendieron la súplica de la madre, transformándola a ella en Tilo. Pero para nuestro tema lo que nos interesa más es sus raíces en la mitología germánica, donde ya era un árbol sagrado para los pueblos indoeuropeos. Alrededor del tilo (árbol frondoso y robusto que puede llegar a vivir 500 años) se reunían las comunidades locales para las celebraciones y bailes pero también para impartir justicia. Por tanto se convirtió en las sociedades germánicas en símbolo de comunidad y amistad. También como lugar de encuentro de los enamorados, y, quizá debido al olor, sabor y propiedades de sus flores, en señal de que todo va bien, de tranquilidad y reposo. Además la recolección de estas flores va unida a la noche mágica de San Juan de la que se piensa que emanan sus virtudes. Todo ello ha hecho que a lo largo de la historia poética alemana veamos en un considerable número de poemas la aparición de este árbol tan especial Berlín, en 1881, sigue siendo una urbe grandiosa y militar, con un exceso de disciplina y de imperio y muy poco de lujo burgués dy de modernidad. a ella llega el poeta ácrata y disidente Jules Laforgue y en ella reside como lector francés de la emperatriz Augusta. La estancia no le será especialmente grata: el alemán medio le resulta incomprensible, la mujer desproporcionada, el vestuario intolerable,

El Mundo Del Lied

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El mundo del lied, y en concreto el del lied romntico, como estamos viendo en las interesantes entradas de este blog, est lleno de simbologas. La Naturaleza, la Muerte, El Amor (casi siempre no correspondido), el Nacionalismo, la Melancola, son temas que aparecen una y otra vez el los poemas que musican nuestros compositores. Smbolos que aparecen en los versos o incluso a los que se dedican poemas completos. Vamos a hablar en esta entrada de un smbolo y de un compositor que lo toma como suyo. Vamos a hablar del tilo y de Schubert.

El tilo es un rbol con gran simbologa en la cultura occidental. En la mitologa griega ya apareca la historia de una gran benefactora de la humanidad, Flira que en griego quiere decir Tilo. En cierta ocasin Cronos yaci con ella, pero la diosa Rea les sorprendi juntos, por lo que l se transform en caballo y huy al galope, el hijo que naci fue medio equino y medio humano, el famoso centauro sabio Quirn. Pero a Flira le repugnaba el monstruo que haba engendrado, por lo que rog a los dioses que lo transformasen. A su manera, los dioses atendieron la splica de la madre, transformndola a ella en Tilo.

Pero para nuestro tema lo que nos interesa ms es sus races en la mitologa germnica, donde ya era un rbol sagrado para los pueblos indoeuropeos. Alrededor del tilo (rbol frondoso y robusto que puede llegar a vivir 500 aos) se reunan las comunidades locales para las celebraciones y bailes pero tambin para impartir justicia. Por tanto se convirti en las sociedades germnicas en smbolo de comunidad y amistad. Tambin como lugar de encuentro de los enamorados, y, quiz debido al olor, sabor y propiedades de sus flores, en seal de que todo va bien, de tranquilidad y reposo. Adems la recoleccin de estas flores va unida a la noche mgica de San Juan de la que se piensa que emanan sus virtudes.

Todo ello ha hecho que a lo largo de la historia potica alemana veamos en un considerable nmero de poemas la aparicin de este rbol tan especial

Berln, en 1881, sigue siendo una urbe grandiosa y militar, con un exceso de disciplina y de imperio y muy poco de lujo burgus dy de modernidad. a ella llega el poeta crata y disidente Jules Laforgue y en ella reside como lector francs de la emperatriz Augusta. La estancia no le ser especialmente grata: el alemn mediole resulta incomprensible, la mujer desproporcionada, el vestuario intolerable, la esttica inexistente, la vida y los espectculos tediosos, el mal gusto irritante. Incluso la falta de modales en la mesa a Laforgue le parecer imperdonable. La guerra franco-prusiana alimenta todava un desprecio mutuo y una desconfianza que no quebrarn ni cinco aos de permanencia, hasta 1886, ao en que Laforgue escapa, a slo uno de su muerte

El poeta Jules Laforgue retrata la capital alemana de finales del XIX en este libro de estampas sobre Berln, teido de su visin francesa de la cultura y del mundo.

Todos tenemos la veraz idea de Jules Laforgue (1860-1887) como uno de los poetas precoces del simbolismo, que dej una obra de refinada irona lunar(Imitacin de Nuestra Seora la Luna,1886) que slo despus de su muerte sera comprendida, y que hoy es quiz, junto con Rimbaud, el poeta que sigue pareciendo ms moderno y original dentro de la rica plyade simbolista. Sabemos tambin que dej algunas obras en prosa (entre ellasCrnicas parisinas)que slo aparecieron pstumas. Entre ese grupo tambin, este libro sobre Berln, lo ms singular y crtico del autor.Jules Laforgue lleg a la capital de Alemania en 1881 para ser lector de francs de la emperatriz Augusta y en ese puesto, que debi a su amistad con Paul Bourget, permaneci cinco aos -hasta uno antes de su muerte- que por lo que leemos no debieron serle muy gratos. Ideado como un libro de estampas (que pens publicar con seudnimo por respeto a la emperatriz), Laforgue va pintando escenas y circunstancias, en cuadros cortos, del Berln que conoci. Cierto que diez aos antes Alemania haba derrotado a Francia en Sedan, y el Reich alemn bajo Guillermo I, el marido de Augusta, se haba constituido en Versalles.En realidad, lo nico que de verdad le gusta de Berln a Laforgue (no esperemos aqu al poeta sino al crtico, que se reviste de un aura de serenidad) son los rasgos afrancesados de la lite berlinesa, y la propia emperatriz Augusta -de origen ruso- francfila declarada, que lea siempre en francs (menos a Renan, autor al que detestaba por suVida de Jess)e incluso tena como una de sus favoritas la peraCarmende Bizet. Pero hay ms; a fuer de francfila, Augusta (ya mayor) se dejaba ver muy poco, al contrario que el Kaiser, y pareca tener una disimulada actitud desdeosa hacia los alemanes, todo lo que poda desear el joven Laforgue, que se siente como un dandi perdido en una sociedad militarista y llena de uniformes (muy cursi por lo dems) y donde lo nico potico parece ser el nombre de la principal avenida de Berln:Bajo los tilos(Unter den Linden). Todo lo dems podemos dejrselo a la propia pluma de Laforgue, en un popurr sacado de las diferentes crnicas o estampas, pero cuyo tomo -como se ver- desdice poco."Encontrar un traje bien cortado" (habla de un baile en la pera) "se convierte en una rareza memorable". En el mismo baile: "La leyenda del mal gusto germano en lo referente al atuendo femenino, no es un invento". En la avenida de los Tilos (que, como he dicho, con todo, le gusta): "La mayora de las nieras provienen del valle del Spree y son grotescas". Ms: "Los soldados y los capitanes lo dominan todo y la calle no es sino un inmenso saludo militar multiplicado de una punta a otra". Un gran edificio berlins: "Las Galeras del Emperador, la construccin megapretenciosa y dorada". La cantante de un caf-concierto (que, obviamente, no ha pasado por Pars): "Su vestido es canallescamente barato". Un ballet en el Teatro de la Victoria: "El espectculo es repugnante". La cerveza es pasin nacional, "pero la emperatriz la aborrece". En un restaurante: "La cocina alemana es clebre por ser la peor de todas". Ms adelante: "Es intil aadir que el alemn come muchsimo". Y dos pinceladas para acabar. Hablando sobre la raza: "De inmediato se aprecia que el lujo no ha conseguido refinarla". Y sobre la vida familiar alemana: "Los entretenimientos en familia pueden alcanzar un grado increble de imbecilidad". Hablamos de la amistad franco-alemana? Decimos que los poetas lricos no suelen ser agresivos? Germanfilos abstenerse.

NARRATIVALaforgue en BerlnEl poeta plasma su choque con una ciudad emergente, que intenta acomodarse a su nueva posicin como centro poltico y cultural en los ltimos aos del siglo XIXANTONIO GARRIDO/A lo largo de su breve vida el autor slo public dos libros de poemas, varios cuentos y unos excelentes ensayos sobre Baudelaire y Corbire. Haba pensado reunir toda su poesa con el ttulo 'El sollozo de la tierra'. Pese a la brevedad de su obra, ha tenido notable influencia en Apollinaire y T. S. Eliot.

'Berln, villa y corte' es una mirada y un desencuentro. El poeta llega a la ciudad imperial, una ciudad organizada a la prusiana; poco gusto, mucho mando y muchos soldados. No hay que olvidar que, en ese momento, Alemania estaba en un momento dulce de su historia y su emperador fue proclamado en el mismo palacio de Versalles, con lo que la humillacin a los franceses result total, ya llegara la revancha; pero, por el contrario, la gran cultura del momento es Francia y todo lo que de ella procede. El poeta llega con su mundo de valores que tena que chocar forzosamente con lo que ve, con 'el otro' que en este caso es la ciudad y sus smbolos; el divorcio estaba servido y el libro es la concrecin textual de esta mirada.

La referencia clave del mundo berlins es el anciano emperador en torno al que gira la corte y hasta el horario. Nada se parece a Pars; ni hay alegra en los colores de las casas, ni la gente llena los paseos, ni se viste bien, hasta la ropa del emperador parece algo usada. En este cuadro de grises destaca la emperatriz con sus trajes de colores chocantes para la severidad de la corte; la anciana paraltica es la nica figura que es apreciada, a la que se valora, en parte por su admiracin por lo francs.

En las tiendas de la ciudad es omnipresente el retrato del emperador, como sucede hoy en Marruecos con su rey, tambin es muy frecuente y sintomtica la presencia del retrato de un beb, biznieto del monarca, con un pequeo can a sus pies y un casco sobre una silla. 'Militaria' es el nombre que da el autor a esta ciudad castrense. Al medioda se realiza el relevo de la guardia. Los soldados se detienen delante de la ventana de palacio por la que aparecer el emperador, saludar y el pblico le aplaudir. El poder verdadero lo ostenta un gigante que viste el ajustado traje de coralero, el canciller Bismarck, artfice del nuevo orden europeo. El personaje es desabrido, imponente; se pasea a caballo por los bosques y entra en palacio con una carpeta roja en la que se encierran los secretos de estado.

Berln es la capital de unos nuevos ricos y las tiendas, los restaurantes, los servicios en general se van adaptando a su nueva posicin de centralidad poltica y cultural. Laforgue nos ensea los lugares y las costumbres. El berlins es un gran bebedor de cerveza y un gran fumador; se lo fuma todo. Una costumbre de Navidad era regalar puros que llegaban de todo el mundo a los comercios de la ciudad.

El libro es ms que interesante, nos ofrece instantneas de un mundo que no existe, nos plantea choques culturales que son intensos, nos narra situaciones que hoy parecen curiosas como la de anunciar en los programas de la pera y de la Comedia las piezas que han sido programadas por orden del emperador. Nos adentramos en costumbres como la de comer con el cuchillo y usar el tenedor solamente para el pur. Los comensales se tapan la boca con la mano en un movimiento bastante ridculo. Una observacin curiosa es la de la suciedad de los camareros y la de los trajes de la gente que son deplorables en general. Laforgue, como corresponde, hace coincidir lo mejor con lo francs; ya se sabe que Francia no tiene problemas de identidad.