El Mundo y Las Cosas Del Mundo

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  • 7/25/2019 El Mundo y Las Cosas Del Mundo

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    Os he escrito a vosotros, jvenes, porque sois fuertes, y lapalabra de Dios permanece en vosotros, y habis vencido almaligno. No amis al mundo, ni las cosas que estn en elmundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esten l. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la

    carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, noproviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y susdeseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanecepara siempre (1. Juan 2:14-17)

    EL MUNDO

    El secreto de estos jvenes radicaba en su fuerza, queno era la energa natural, la cual nada tiene que ver con lagracia, sino que estaban caracterizados por el vigor y elpoder espiritual. Y lo que mantena y controlaba esta fuerzaera la Palabra de Dios que permaneca en ellos.

    Ahora bien, estos mismos jvenes son exhortados a noamar al mundo: No amis al mundo.Por qu estaadvertencia se dirige particularmente a ellos? No se dice lomismo acerca de los padres ni de los hijitos. Msadelante se dir mucho ms respecto de los hijitos, pero

    Qu es el mundo

    y qu son las cosas que estnen el mundo?

    Meditaciones sobre 1. Juan 2:14-17

    W. Kelly

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    a los padres no se les dice nada ms aparte derepetrseles lo que ya se les dijo al principio. El carcterparticular de estos ltimos es como el de Mara cuando sesentaba a los pies del Seor, y oa su Palabra (Lucas

    10:39). No era esto estar lleno de Cristo? La Palabra deCristo moraba en abundancia en ellos en toda sabidura yentendimiento espiritual (Colosenses 3:16). Y no slo eso,pues Cristo mismo, tal como era aqu manifestado, estabahabitualmente ante ellos como el objeto primario de gozo yde comunin con el Padre.

    Pero estos jvenes fuertes, reciben una advertencia:Noamis al mundo. Puede parecer extrao que el apstol

    Juan haya tenido que hacer esta advertencia a personas desemejante fuerza espiritual. Pero esta misma fuerza, pormuy espiritual que fuere, crea un peligro.

    Haban salido con un vigoroso deseo de esparcir la verdad yde dar testimonio de Cristo, sin temor, por la Palabra quepermaneca en ellos, y por el poder del Espritu Santo queobraba a travs de ellos. Ahora bien, las mismas victoriasobtenidas demuestran la existencia de un peligro, y losnegocios con los hombres exponen al creyente a amar al

    mundo antes de saber hasta donde llegar su influenciasobre nosotros. Pues no debemos suponer que el amor almundo es solamente una inclinacin por las apariencias o elplacer, la msica o el teatro, la caza, las carreras decaballos, el juego o tal vez cosas peores.

    El mundo es una trampa, mucho ms sutil que la carne. Porceder a los deseos de la carne, un hombre se desprecia a smismo, y otros que estn intensamente dedicados al

    mundo, pueden sentir la vergenza de esos caminos. Perolos deseos mundanos son otra cosa; se presentan comoalgo eminentemente respetable, pues no es acaso lo quehace todo el mundo de cierto rango social?. Es apeteceraquello que agrada a la sociedad; desear lo que aquellosque son considerados luz, guas y personas carismticas,piensan que es lo conveniente para los hombres y para lasmujeres.

    Este agradable atractivoejerce una poderosa influencia,especialmente en los jvenes, y en los jvenes fuertes que

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    conocen al Seor y que tienen el sincero deseo de hacerconocer la verdad. Por el hecho de haber recibido esasbuenas nuevas para proclamar, ellos piensan que pueden ira cualquier parte, pero adondequiera que vayan con este

    entusiasmo, el riesgo se hace presente. Conocen al menosa un Salvador desconocido por el mundo; y adnde nopodran ir? En este celo, ellos son particularmenteadvertidos en cuanto al mundo.

    Pero Dios no haba hecho al mundo en ese sentido. Ques, pues, el mundo?. El mundo, en el sentido moral,es lo que el diablo elabor despus de la cada del hombre.El mundo comienza con Can y su descendencia. Qu

    vemos en Can? Condenado a ser errante y fugitivo en latierra, luch para borrar esta sentencia, y construy unaciudad; no contentos con vivir el uno por un lado y el otropor otro, l y sus descendientes sintieron la necesidad deunirse. La unin hace la fuerza, dicen los hombres. Porotra parte, un hombre hbil maneja fcil y rpidamente lascosas para llegar hasta lo ms alto; y muchos albergan laesperanza de subir estos escalones para llegar tambinalgn da, de la manera que fuere o a cualquier costo. Dios

    y el pecado son rpidamente olvidados en estos esfuerzos.As tambin, Can construy una ciudad y la llam conformeal nombre de su hijo. Se manifestaron el orgullo y labsqueda de la satisfaccin personal, como as tambin eldeseo de agradar a los dems, sin tener ningnpensamiento respecto de Dios. De esta familia nacieron lasgrandes invenciones (Gnesis 4). Un hombre de un esprituque no se hall en Abel, y ni siquiera en Set, quien essustituido por Abel, pero que se manifest abundantementeen Can y su progenie.

    Aqu comenz la poesa de la sociedad, cuando Lamecescribi de forma agradable para sus mujeres; pues fue lmismo quien introdujo la poligamia, y justific el homicidioen caso de defensa propia, lo que podramos llamar unpoema dedicado a los objetos de sus propios afectos. Noera Dios sino sus mujeres lo que ocupaban suspensamientos en relacin con los acontecimientos que ms

    bien deban de haberlo afligido. Lamec no slo hizo unaapologa de la historia de Can, sino que hall en ella un

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    pretexto para justificar su propio caso. All encontramostambin el origen de la orgullosa vida de los nmades, y delos ms civilizados deleites de los instrumentos de viento yde cuerda. De modo que, desde temprano, el mundo ya

    estaba en plena actividad. No es ste el carcter delmundo? Sin duda que muchas cosas convenientes que sehallan en el mundo pueden ser utilizadas por un cristiano.Pero esta sola mancha negra tie al mundo: la ausenciade un Cristo que, despreciado por el mundo, es tanto msamado por los suyos. Cteme una sola cosa del mundosobre la cual Cristo ponga su sello de aprobacin. Dndese encuentra todo lo que Cristo apreciaba? Dnde estaquello en lo que l viva y lo que l amaba?

    Todo lo que est fuera de Cristo es capaz de ser un objetopara el corazn del hombre cado; y eso es el mundo.Algunos emprenden el estudio de Ciencias, otros prefierenLiteratura; otros se sienten inclinados por la poltica.Desgraciadamente, hasta es posible dedicarse a religin, ala obra y a la adoracin del Seor, en un espritu mundano,y de una manera egosta, buscando o bien algn provechopara s o fama con ello! y de cuntas maneras los hombres

    buscan popularidad con estas cosas! Esto tambin es elmundo. El nombre del Seor tomado aparte de Suvoluntad y de Su gloria no es ninguna salvaguardia.Algunos autores lo emplearon de esta manera: escribieronsobre asuntos relacionados con las Escrituras, pero quganaron con ello? ya que an permanecieroncompletamente sin Dios, y a menudo como enemigosdeclarados de Cristo.

    Por lo tanto, el mundo se volvera un serio peligro para losespiritualmente jvenes por ms fuertes que pudiesenser, si no mantuviesen un sentimiento siempre crecientede su relacin con el Padre; pues hasta los hijitos tenaneste conocimiento, los cuales se caracterizaban por elsentido de esa bendita relacin, y se gozaban en ella. Ellos,como todos, tenan la seguridad del perdn. Si bien eranhijitos, aadan a este gozo el conocimiento del Padre, lo

    cual es un precioso privilegio. Pero vemos tambin que haymuchos cristianos que son avanzados en pensamiento, o

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    que se consideran as, pero que, sin embargo, no seatreven a tomar ese camino. Pues stos no tienen unaseguridad total; y la mayora de ellos invocan a Dios, perono como Padre en el ms pleno sentido, sino como el

    Todopoderoso, como Jehov, como el Dios deAbraham, etc., como si fueran judos. Todos deberamosver que se es el estado de la Cristiandad hoy en da,especialmente de aquellos que se jactan en la antigedadde la religiny en los grandes nmerosdentro de ella. LaCristiandad tiene un carcter judaico. Pero Cristo, en elCristianismo, lo saca a uno fuera de todo aquello que esterrenal, tanto de lo judaico como de lo gentil, y estampaSu nombre en l desde el principio de su nueva vida y a lo

    largo de toda su marcha peregrina. Como l mismo dijo deaquellos que el Padre le dio: No son del mundo, comotampoco yo soy del mundo (Juan 17:16). Los queespiritualmente eran jvenes fuertes son los queparticularmente deban guardarse del mundo, porque, ensu celo, ste poda convertirse en un objeto de valor a susojos. Podran decir que su deseo era slo el de ganar elmundo para Cristo, que su objetivo era hacer que el mundoconociese a Cristo y su Evangelio.

    Sin embargo, es necesario que seamos dependientes de ly guiados por su Espritu para saber cundo, adnde ycmoir. No basta que nuestro propsito y nuestras metassean buenos. El peligro principal del cual debemoscuidarnos es la manerade hacer las cosas. Siemprepodemos fallar en cmo lo hacemos. El fin puede serbueno, pero los mediosdeben estar tambin de acuerdocon la voluntady con la Palabra de Dios. Quin puede

    guiarnos y guardarnos en los medios que debemosadoptar? nicamente Aquel a quien pertenecemos, quienobra en nosotros por su Palabra y su Espritu.

    LAS COSAS QUE ESTN EN EL MUNDO

    Ahora bien, vemos que los jvenes son advertidos no slo

    de un modo general, sino que se les hace a continuacinotra advertenciaparticular: se les exhorta a no amar las

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    cosas que estn en el mundo.Esto puede ser an msinsidioso y sutil que el mundo mismo. Tmese por ejemplola religin del mundo, de las multitudes, de los grandes, delos nobles, de los sabios, de los eruditos. Qu hombre

    natural se libra de caer en esta trampa, a menos que seatotalmente profano? Hasta el propio Can tena su adoraciny su mundo en medio de las tinieblas y a la distancia deDios. Y no es sta una muy seductora trampa paramuchos creyentes, y una fuerte invitacin a que pongan sufuerza en ello? Porque muchos cristianos diran: Yo nooso amar al mundo; pero aqu se me ofrece una apetecibleoportunidad por medio de la cual se me permite hacermuchas ms y mejores cosas que en cualquier otra parte, y

    hasta se me permite hablar, sin importar cules puedan serlas circunstancias o las asociaciones. Pero esto implicacompromiso de la verdad. Es, pues, una de las tantas cosasque estn en el mundo, y que no debemos amar. Lo digode nuevo: qu puede ser ms comn que el error de tenerun objeto particular que nos atrae, un hobby u ocupacinpredilecta, de la naturaleza que fuere, que no tiene ningunavinculacin autntica con Cristo? Todas estas cosas seconvierten en dolos, porque, junto con nuestros conocidosdeberes y relaciones, es Cristo quien tiene el derecho alamor supremo. Cristo es el objeto que nuestro Padre ponedelante de nosotros, y, si nuestro ojo es sencillo respectode l, podemos estar seguros de que todo nuestro cuerpoestar lleno de luz (Mateo 6:22-23). Es imposible que unalma sea fiel a Cristo si tiene sus ojos puestos en Cristo yhace de Cristo el objeto de su trabajo y de su caminodiario, pero toma aquello que l no aprueba. Es menester

    que la Palabra de Dios permanezca en el creyente. Si unose contenta slo con emprender lo que le agrada a Cristo,l seguramente le ayudar. Pero la enceguecedorainfluencia del mundo no falta, y el celo en el servicio puedetransformarse en presuncin y dar lugar al predominio de lapropia voluntad.

    Todo verdadero celo nos expone al peligro, y por eso se lesformula la advertencia: No amis al mundo, ni las cosasque estn en el mundo, seguida por esta otra muysolemne: Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no

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    est en l. Juan a menudo presenta una cosa segn suprincipio absoluto, sin hacer notar ninguna circunstanciaque pueda alterarla. Cuando establece: Si alguno ama almundo, no introduce ningn paliativo. Deja el principio

    intacto. Y si tus principios y tu camino prctico consisten enamar al mundo, el amor al Padre difcilmente pueda ser unarealidad en ti. Pero cuando consideramos a los cristianos ensu marcha prctica, vemos a menudo una triste mezcla. Losmotivos que operan pueden ser buenos y malos, pero enesta Epstola no se nos presenta ese cuadro. Otras partesde la Palabra de Dios pueden encarar estos aspectos; perola misin especfica que aqu se halla asignada es la depresentar el principio correcto de una manera absoluta, as

    como tambin el principio errneo. Por eso se estableceque si uno ama al mundo, el amor del Padre no est en l.Esto es sano y verdadero, por cuanto supone uno u otroprincipio llevado a cabo.

    El apstol a continuacin trata las diferencias particularesde los deseos respecto del mundo: Porque todo lo que hayen el mundo, los deseos de la carne (la actividad propiadel hombre interior)los deseos de los ojos (lo que me

    atrae fuera de m),junto con la tercera trampa: y lavanagloria [el orgullo, la jactancia] de la vida. Lo cualpuede ser tratar de mantener una posicin social en elmundo, costumbres y sentimientos que pertenecen almundo. Tmese, por ejemplo, a un hombre de la nobleza, aun caballero, o a alguien de un rango social mucho mayorque le agradara ser as. Cuando se aman estas cosas,dnde est Cristo? Es posible asumir que Cristo apruebeen sus discpulos el rango natural que uno haya podido

    adquirir de la manera que fuera? Qu quiso decir el Seorcuando afirm: No son del mundo, como tampoco yo soydel mundo (Juan 17:14)? Es el mundo aquello que elcristiano ha de conservar como una ofrenda agradable aCristo?

    Muchos cristianos mantienen as su dignidad, y laofrecen, como dicen, a Cristo, como si l fuese a valorarla!Es esto lo que el Seor expres en las palabras que

    acabamos de leer, o es acaso la manera en que secondujeron los apstoles u otros fieles creyentes? Para un

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    corazn sencillo, purificado por la fe, qu es lo que mscala hondo en su vida prctica que la separacin del SeorJesucristo respecto del mundo para el Padre? Y que enmuchos cristianos se vea justamente lo contrario, es un

    hecho demasiado consabido; y esto ha significado siempreun profundo dolor y una pesada carga para aquellos quesienten profunda reverencia por el Nombre y la Palabra delSeor. La vanagloria de la vida, en un cristiano, es algoque lo vuelve insensible hacia los dems, y algo aborreciblepara el Padre. Qu busc Cristo? No busc vanagloria paras, sino pecadores culpables de toda clase. l buschombres de posicin social tanto baja como alta, los cualeseran todos igualmente culpables de sus pecados e

    insensateces, de su orgullo y de su vanidad, y de tantascosas vanas que rigen el corazn del hombre. TampocoCristo nos conoci sobre la base de estas miserias, sino conel fin de arrancar de raz toda nuestra vanidad, poniendosobre ella la sentencia de muerte. Acaso fue alguna deestas cosas del mundo pasada por alto en la cruz? Poreso Juan, Su siervo, afirma aqu que ninguna de estascosas en particular, y menos todas en su conjunto, son delPadre, sino que pertenecen al mundo que le aborreci a ly a su Hijo. Qu placer puede tener el Padre encualesquiera de las cosas en las que tanto piensan loshombres, y a las que tan tenazmente se aferran, ya sea porenvidia de los dems o procurndolas para s mismos? Enpocas palabras: la vanagloria o el orgullo de la vida, noproviene del Padre, sino de lo que es an peor, provienede Su enemigo mismo: el mundo.

    Pues, qu es el mundo?El mundo es el sistema queSatans implant en medio del hombre cado con el fin deborrar la memoria de un paraso perdido. Y desde entoncesha ido creciendo, embellecindose y progresando, a pesarde la terrible catstrofe del diluvio, hasta que se alz enrebelin contra el Hijo de Dios y lo crucific. Esto es lo quehizo finalmente el mundo, con sus artes y letras, con sureligin y su filosofa. El mundo de entonces estabaconformado por judos y gentiles. Ambos amaban almundo, y ambos se unieron para rechazar con la mayor

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    ignominia al Seor de la gloria. Puede ser entonces elmundo un objeto de amor para el cristiano? Puede serloacaso alguna cosa que sea parte integrante de este mundo?Puede serlo acaso alguna cosa de la cual el mundo se

    jacte y en la cual se complazca? No sera esto traicincontra el Padre y el Hijo?

    Pero aqu se insiste en otra caracterstica ms que tiene elmundo. El mundo es evanescente,y tiene la sentencia demuerte que Dios puso sobre l. Ha de pasar por completo.El mundo pasa y sus deseos, pues quin podrconservarlo? No importa si se trata de ricos, de posicin

    social elevada, de placeres, de poder o de cualquier otracosa que le pertenezca; el asunto es que se reduce a nada(y su orgullo a veces, incluso en la poca presente, puedeaparecer en un asilo de pobres). No obstante eso, loshombres son devorados por el deseo de ser algo msgrande que lo que son, de modo que bajo la superficie yaceuna infelicidad que el placer no puede desvanecer.

    Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la

    voluntad de Dios permanece para siempre (v. 17). No slola Palabra permanece para siempre, sino el que hace lavoluntad de Dios. Esto es de mucho mayor importancia quecualquier doctrina deducida por los hombres, que cualquierartculo de fe, como se lo llama. Es sin duda necesariooponerse a lo que es falso y al mal, y nosotros tenemos laobligacin de someternos a la Palabra de Dios revelada y asu voluntad. Pero el error se desliza con facilidad en lasdoctrinas que formulan los mejores hombres, a favor de lascuales muchos hombres contienden, mientras que otros seoponen. Pero aqu se nos dice que el que hace la voluntadde Dios permanece para siempre. Y esto nadie es capaz dehacerlo sin aferrarse a Cristo y sin amar al Padre.Seguramente el Hijo permanece para siempre. El cristianopuede dormir, pero l permanece para siempre. El Seorviene para despertarlo del sueo de la muerte, o paratransformarlo si entonces sobrevive conforme a Su

    gloriosa semejanza, la que se manifestar entonces y parasiempre. Pero el cristiano es llamado a reconocer esto como

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    una realidad presente, y para actuar conforme a estaverdad cada da, a fin de no ser arrastrado hacia loscontaminantes caminos del mundo, que son consideradosmuy placenteros, pero que, cada uno de ellos y todos en

    general, estn, por el contrario, cubiertos y llenos de mal yde impiedad.

    W. Kelly,An Exposition of The Epistles of John The Apostle,pag. 136-143