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1 EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNA, DE MACEDONIO FERNÁNDEZ DRAMATIZACIÓN POR LUIS CARLOS H. DELGADO

EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNA, DE MACEDONIO …...lo conocí al volver con mi familia, de Europa, en el muelle, donde esperaba a mi padre ... Macedonio - Viniendo de mí, estimado

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    EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNA, DE

    MACEDONIO FERNÁNDEZ

    DRAMATIZACIÓN POR LUIS CARLOS H. DELGADO

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    EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNA,

    DE MACEDONIO FERNÁNDEZ

    DRAMATIZACIÓN POR LUIS CARLOS H. DELGADO

    Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.

    http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/

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    EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNA,

    DE MACEDONIO FERNÁNDEZ

    DRAMATIZACIÓN POR LUIS CARLOS H. DELGADO

    Primer acto

    Introito

    Macedonio y la Muerte

    Macedonio sentado en un lecho vacío y la figura de la Muerte como interlocutora

    Macedonio - Lo último que vi en ella fue su sonrisa.

    Me dijo antes: “Amado esposo, que tal vez no llegaste a amarme, no lo lamentes que

    hay tiempo todavía; no tomes en cuenta mi aspecto enfermo y agónico, sino mi sonrisa.

    No sufras, no hay muerte en una novela buena... ahora déjame llamarla aunque no

    partiré con ella, no le temas cuando te lo cuestione. La muerte no existe, la Muerte es

    siempre una muerta... no es como el amor, que no muere.”

    La muerte – Pero entonces: ¡Ella me llamó! ¡Quiso poner fin a su sufrimiento!

    Macedonio – Sí. Te llamó pero ha partido sin ti, y me dejó contigo, sin tener miedo por

    mí.

    La Muerte – ¿Cómo se ha atrevido a hacerlo? Yo soy la muerte y nadie puede contra mi

    poder.

    Macedonio – Lo hizo posando sin sombras sobre tu pálido rostro su mirada de niña,

    con gallardía, con todo el amor bravío a su vivir.

    La Muerte – Yo sé de muerte, de ese partir ¡no!

    Macedonio - Sonríe, como ella ¿no sabes acaso de la eternidad del alma?

    La Muerte – ¡Yo soy la muerte! Soy el final ¿Qué pretendes?

    Macedonio - No eres Muerte, quien por nombre de misterio pueda a mi mente hacer

    pálida cual a los cuerpos haces. Sí, Yo he visto cómo echaste 1a caída de tu vuelo, tan

    frío a posarse en el corazón de la amorosa; y cuál lo alzaste al pronto, de tanta dulzura,

    en cortesía, porque amor la regía, porque amor la defendía allí de la muerte. Muerte es

    beldad, que al seguro y ternura de madre jugó por extremar el juego de niña de amor y

    certeza, y me quedó prendida que al sonreírte echó atrás la cabeza inventora, por

    ingenios de amor bregando.

    La Muerte - Por empeño de amor no puede forzarme.

    Macedonio – Con todo, tu copa de muerte no bebió la Eterna del alma y sólo me mirará

    a mí, a quién hoy sólo soy el ser de la Espera.

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    La Muerte - No tolero la engañifa de niña y en castigo me anclaré en ti aunque no me

    teman.

    Macedonio – No desespero, yo viviré contigo muerte sonreída...

    ¡Oh! Cuál juego de niña lo lograste, Elena, niña vencedora! Arriba de Dios fingidora en

    hora última de mujer.

    La Muerte - De todas maneras sufrirás su partida.

    Macedonio - Y yo, todo lo que iré diciendo y haciendo, será para matar la muerte que

    deseas de Ella.

    La escena entra en penumbras y se troca en...

    La Perla del Once

    Un elemento distintivo de aquél bar ubica el lugar de la acción y poetas muy jóvenes

    en una de sus mesas.

    Primera escena

    Jorge Luis Borges (22 años) -La amistad es una pasión tanto más lúcida que el amor.

    Raúl Scalabrini Ortíz (21 años) -Pero es posible que la amistad no baste

    Jorge Luis - Después de la muerte de su esposa, Macedonio ha querido hacer de la

    amistad el asunto de su vida venidera.

    Raúl- ¿Sólo por esto estamos aquí?

    Jorge Luis– Yo soy realmente su amigo, y si los invité a venir no fue por darle a él más

    amigos, sino para sorprenderlos a ustedes con su genio.

    Carlos Mastronardi (20 años) – Tú qué sabes de él. Cuéntanos...

    Jorge Luis - Macedonio Fernández es tal vez el único genio entre nosotros. Metafísico,

    negador del yo. . . crisol de paradojas, caballero justo y sutil, jugador de ajedrez

    invencible y polémico, Don Quijote meditabundo y sonriente. . .un ermitaño marchito

    vive su vida en plenitud... un hombre que prefiere esparcir su alma en una conversación

    en lugar de definirse en la escritura, capturar su creatividad y publicarla. Silenciado y

    mal conocido por convicción propia

    Raúl – Yo sé de él que a la muerte de su esposa, hace un par de años, abandonó su

    profesión de abogado, su hogar e hijos para vivir la bohemia como escritor y filósofo

    por inclinación, nómade a través de pensiones e iglesias en las cuales deja escritos

    perdidos y continúa su vida errátil.

    Jorge Luis – A sus hijos los dejó a cargo de sus familiares; es cierto, abandonó la

    profesión y vive como un paria, sin quejas, hasta con humor, paradójico y cerebral. Yo

    lo conocí al volver con mi familia, de Europa, en el muelle, donde esperaba a mi padre

    que era su colega y amigo, y heredé la amistad de él desde ese momento. Las librerías

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    de Ginebra y cierto generoso estilo de vida oral que yo había descubierto en Madrid me

    hacían mucha falta al principio. Olvidé esa nostalgia cuando conocí a Macedonio.

    Carlos– Un genio desconocido, según parece. Pero silencio, que aquí llega

    Macedonio (46 años) - Buenas noches señores. Me dicen que faltaron tantos a la

    reunión que si falta uno más, no cabe.

    (Risas)

    Jorge Luis - Ponte cómodo, dame tu abrigo.

    Macedonio- No gracias, soy terriblemente friolento y morir para mí es sacarme el

    sobretodo.

    (Risas menos confiadas)

    Macedonio se ubica entre los jóvenes asistentes. Es un hombre desaliñado pero

    agradable. Su charla es informal

    Macedonio - Estaba preparado como nunca para una improvisación, pero aparte de que

    mi voz siempre habló mal de ella misma, sus encantos han empeorado. Me tenía

    molesto una ronquera que no sé dónde me empezó y justamente hoy se me ha corrido a

    la garganta”. Perdonen: El principio del discurso es su parte más difícil y desconfío

    comenzar por él.

    (Sonríen pero hay confusión al querer interpretar la paradoja)

    Macedonio - Yendo a mi charla, estimados señores espero que reconozcáis que también

    es la de uno de tantos que no tienen el mérito de llenar un vacío con otro, como lo hacen

    todos los libros que vienen a colmar ese gran vacío que han cubierto todas las

    solemnidades escritas, habladas, versificadas, desde miles de años; tanto vacío que no se

    entiende cómo ha podido caber en el mundo.

    Carlos – (Por lo bajo) Eso no es simpático.

    Macedonio - “El Idiota de Buenos Aires” advierte al mundo sobre los hechos “reales”:

    un día de lluvia, corre detrás de las personas para avisarles que sus paraguas se están

    mojando.

    Jorge Luis– No nos es simpático, lo que dices, porque todos nosotros pretendemos

    escribir. Lo acepto, En tu humor hay mucho de mal humor esta noche. No poco me ha

    costado traerte aquí, que al fin estamos invadiendo tu morada silenciosa.

    Macedonio - Viniendo de mí, estimado amigo, estoy haciendo referencia no a vosotros

    sino a mi personal falta de interés por publicar y mi rechazo a la escritura realista. A

    partir de los 20 años verán que la vida deja de ser buena, mis chistes son conceptuales:

    es mi aversión por la literatura que llamo mala por realista, creo que debiera ser

    reemplazada por formas nuevas, ficcionales, y digo esto sin intención de ofender a

    nadie.

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    Raúl- Los “chistes dudosos” no se limitan al humor sino que ponen la risa en duda.

    Macedonio – La duda es un buen comienzo contra la realidad. El humorismo es una

    respuesta ética hacia la vida, una actitud, un antídoto que libera del acontecer trágico

    que puede desencadenar la cotidianidad: «el humorismo es por donde cojea todo”. Está

    dirigido al desvanecimiento del yo, cautivo y dolorido. Provoca una restructuración

    mental creando lo ilógico y generando felicidad.

    Jorge Luis – En mis largas charlas con Macedonio he llegado a compartir su humor en

    el avance continuo de su arte que consiste en dislocar la palabra impuesta, quebrarla,

    disolver el lenguaje mismo, disolver el límite entre los sueños y la realidad.

    Macedonio – Gracias, Jorge por tu comprensión. En el principio tuve como Ustedes el

    deseo de expresarme, también estudiar la vida psicológica, comprometerme en un

    estudio general de estética, también mejorar económicamente. Todo esto se borró tras el

    conocimiento inesperado de cierta persona que se me confunde con un sueño; no sé si

    sólo la he soñado o si es real. El conocimiento inesperado de esta persona indefinible

    rompió todo pacto con la realidad. Comprendí que vivimos tanto como soñamos y se

    pierde el límite y la diferencia entre el sueño y la vigilia.

    Para serle grato a esa persona o para seguir soñándola, inicié un manuscrito a partir de

    ese encuentro que no sé a dónde me conduzca.

    Carlos - ¿Cómo es eso?

    Macedonio - ¿Qué puede importar que el ensueño carezca del atributo o una

    esencialidad llamada realidad si los sueños han existido siempre y son tan frecuentes

    como la vigilia? Y en el orden de los sentimientos que los acompañan son una vía que

    transcurre el Ser, de igual contenido que la vigilia.

    Leopoldo- ¿Y en cuanto a su embestida contra la literatura?

    Macedonio - Abomino de la realidad en la literatura; me inclino por el agramatismo

    antes que una escritura coherente. Mi tentativa estética es una provocación a la escuela

    realista, un programa total de desacreditamiento de la verdad o realidad de lo que pueda

    contar una novela, y sólo deseo sujetarme a la verdad del Arte, intrínseca,

    incondicionada, auto autenticada.

    ...por lo que invito al lector a no detenerse a desenredar absurdos, cohonestar

    contradicciones, sino que siga el cauce de arrastre emocional que la lectura vaya

    promoviendo, así sea minúsculamente en él.

    ...Yo quiero que el lector sepa siempre que está leyendo una novela y no viendo un

    vivir, no presenciando una vida. Explotar las palabas en sus elementos aceptivos,

    desdibujados, en sus asociaciones irregulares. Hacer actuar o utilizar cosas o núcleos de

    asociaciones...

    Leopoldo – ¿Por ejemplo?...

    Macedonio – El tictac de un reloj velador, el silbido del viento, el guante – un pequeño

    peine, un trueno muy lejano, la racha fresca, la cedente patita abollada de un gato, el

    primer intento de silbar de la pavita al fuego, la ira de rosa, el piano que se cierra,

    desafío del clavel, el represor de perfiles, la mirada que vuelve otra vez a los ojos.

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    Segunda escena

    Ahora La Perla está más concurrida por la juventud, lo que da la idea del paso del

    tiempo y que existe adhesión a sus palabras.

    Un recién llegado – Me han recomendado que me integre al grupo. ¿Cómo es el

    Maestro?

    Raúl - Un hombre llamativo, generalmente envuelto en un poncho, lleva una guitarra

    consigo pero no suele rasgarla; más bien permanece en silencio y medita las palabras de

    nosotros sólo para salir de su absorción con algún brillante giro de frase.

    Si falseas el asunto o te salís de foco, suele orientar tu pensamiento con una

    interrogación socrática, como al pasar, que te invita a reflexionar.

    ¿Qué están tratando?

    Raúl- Cuestiones metafísicas, sobre el estado místico

    ¿Qué es eso?

    Raúl - Tal como lo vengo interpretando es cierto grado de disolución de la conciencia

    de sí mismo. Un vivir sin noción de comienzo de cesación, sin noción de historia

    individual, ni identidad personal, Sin noción de subordinación a un Creador. El estado

    místico es vivir como un existente increado; es almismo, como bautiza su metafísica.

    - ¿No es muy loco?

    Raúl - Es metafísica: El verdadero misterio es la espontaneidad continua. La conciencia

    conserva la memoria del tiempo corporal, pero no es mera memoria, es actualidad;

    Macedonio, con su doctrina, desacredita la narrativa de sucesos y sólo sostiene las

    tristezas de la vida, es decir el continuo emocional que constituye su existencia. Sin

    tigres nos sentimos heridos y ahorcados por un tigre; sin cosmos podemos sentir lo que

    sentirnos, colores, sonidos, olores; Son estados de consciencia, que no pertenecen al

    mundo, pero aun así pueden ser imaginados o percibidos.

    - Entiendo que él es viudo.

    Raúl – El hecho no vale a favor de la muerte. La mujer habría partido sin la Muerte,

    dice. Sólo un nuevo suceso podría introducir el olvido en su vida, y con él provocaría la

    muerte real de su mujer: así que no es posible retener su eternidad si pasamos a otra

    cosa, o a un nuevo suceso o pasión.

    Nos dijo: “La muerte no es la policialidad que conocemos, sino una mesa eternamente

    concurrida y de la que se levanta uno y dice, yo me voy a dormir: eso es la muerte”

    Jorge Luis - Yo nunca he oído a una persona cuyo diálogo impresionara más, y a la vez

    un hombre más lacónico que él. Casi mudo, casi silencioso. Nos reunimos para

    escucharlo, como hoy, todos los sábados, alrededor de medianoche, y nos quedamos

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    hasta el alba oyéndolo, pero Macedonio habla sólo cuatro o cinco veces cada noche, y

    cada cosa que dice la atribuye por cortesía al otro. Me basta saber que el sábado llega esta reunión para justificar el resto de la semana.

    Entra Macedonio, las voces se apagan y cuando él se ubica en su asiento reservado, se

    silencian. Un contertulio rompe con la actitud pasiva que ha adoptado Macedonio al

    incorporarse al grupo.

    -Maestro, sus meditaciones me traen el recuerdo de las prácticas budistas. ¿Se trata de

    eso?

    Macedonio - ¿Te parece que cuando estoy en silencio no pienso?

    -No, supongo que nos escucha con atención y amabilidad.

    Macedonio – Puede haber algo parecido al ensimismamiento budista en mi actitud, la

    palabra no es necesaria al pensamiento, puede cesar u ocurrir, hasta puede uno estar

    escribiendo vanamente, sólo para sí mismo... pero mi actitud es contemporánea a

    escucharlos.

    - El budista ¿Se desprende del mundo?

    Macedonio – Lo que dices se acerca a mi idea metafísica de vivir sin identidad, la a-

    yoicidad, ausencia del Yo; pero en la inmediatez sensible estoy con vosotros. He aquí

    una diferencia.

    En ciertos momentos de plenitud mental te olvidas de tu yo, tu cuerpo, tus

    vinculaciones, recuerdos, el pasado, todas las impresiones y actos que motivaron mi

    alejamiento y todo el largo trayecto de evasión y distanciamiento. Paréceme que acabas

    de iniciar tu existencia. El Ser se identifica con la sensibilidad. La Realidad no es otra

    cosa que realidad sentida. Fuera de ello nada acontece.

    - ¿Y el Mundo, la Vida?

    Macedonio – La cosa en sí, el mundo, la vida, no existen. La sensibilidad es el Ser, la

    única, continua, eterna, absoluta, plena en todos sus estados.

    - ¿Y la Nada, la muerte?

    -Macedonio - Hay un solo hombre que se preguntó ¿puedo no Ser?: Es el hombre que

    existía. Cuando alguien se va, cuando otro se oculta, es el hombre que existe el que se

    demanda ¿hay la muerte? Es quien existe el que cree o se pregunta ¿he nacido hoy,

    antes no era? Cuando quiero pensar la Nada ¿surge en mi mente alguna imagen sobre la

    cual recaiga ese pensar?

    En el Ser la Nada no tiene cabida. De la Nada, nada podemos decir. El Ser no se rige

    por el tiempo, porque el tiempo nada es. Y como el tiempo carece de existencia el Ser es

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    eterno, in-temporal. Me dais la eternidad y en ella la total posibilidad y mi identidad

    invariable. El tiempo individual eterno es para todo Posible.

    La Muerte es una costumbre que suele tener la gente: La Muerte ocurre, pero nunca

    mata.

    Tercera escena

    Macedonio se ha retirado y con él la mayoría de sus contertulios; en la escena

    permanecen Jorge Luis, Raúl y otro sujeto

    Raúl – “No todo es vigilia la de los ojos abiertos” Qué título intenso y pomposo. Debe

    publicarlo. Intento convencerlo pero se resiste. Me pone como excusa que debo escribir

    una página en la que me presente como su inspirador.

    “Debe decir algo aquí”, me dice, e insiste en que yo intervenga en este libro aduciendo méritos

    de instigador. Inútilmente he pretendido negarme.

    Jorge Luis -¿Y por qué no?

    Raúl- Prefiero escribir un libro sobre él antes que asumir ese papel en el suyo.

    Aún cediendo, rechaza todo lo que podría afirmar allí sobre su persona. Todo lo bueno que le

    propongo no lo quiere.

    Jorge Luis - ¿Y qué es lo que quiere que escribas?

    Raúl –Al fin me dice que diga que sabe silbar, y que es entendido en procedimientos de belleza

    femenina, y que ante los astrónomos, aunque sean cordobeses, con toda la ventajita de sus

    ingentes aparatos, no tienen rival como guitarrista.

    El otro: ¡Es terrible! Buena idea para fracasar.

    Raúl – Es lo que le dije

    Jorge Luis – Así es Macedonio. Prefiere en lugar de publicar que cualquier tarde ,en el rincón

    más apacible de una biblioteca, ya sólo sombras y recuerdos, mantener una charla reflexiva para

    resolver desde otro punto de vista la verdad de la vida que tuvimos.

    Raúl – Sí. Pero no cederé. No deberá privarnos de su ingenio y ser reconocido como un

    auténtico filósofo...

    Jorge Luis – Así lo espero. Pero ya es hora de volver a casa.

    Confitería el Molino

    Caracterizada por alguna decoración de aquél tiempo

    Un grupo numeroso de intelectuales comparten con Macedonio. Han transcurrido un

    par de años.

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    Leopoldo - No se sabe si fue en broma o en serio, en 1920 se postuló como candidato a

    Presidente y ahora parece que tras la caída de Irigoyen y toda esta atmósfera de

    despolitización nos ha convocado para una locura semejante. Su pariente Marcelo del

    Mazo nos confió el contenido de una carta personal en la cual más o menos

    argumentaba que si el 95% de los votantes del país no tienen convicción ni compromiso

    se podría apalabrar adhesiones y conformar una plataforma. De entonces viene

    reuniéndonos todos los días por la tarde y los sábados por la mañana en esta Confitería

    del Molino. A Jorge Luis le ha explicado que en la Argentina "muchas personas se

    proponen abrir una cigarrería y casi nadie ser presidente; de ese rasgo estadístico deduce

    que es más fácil llegar a ser presidente que a ser dueño de una cigarrería".

    Carlos- Fue por aquella época que falleció su esposa y todo quedó en la nada

    Leopoldo ¿Recuerdan que en la Perla del Once proyectamos escribir una novela a varias

    manos? Cada uno debía escribir un capítulo. La novela se titularía “El hombre que será

    Presidente: Narraba la conspiración de un grupo de hombres dispuestos a difundir entre

    la población un malestar general que provocara el ansia por la llegada de un salvador.

    Jorge Luis – El libro no se escribió nunca. Hubiera podido ser el nacimiento del

    surrealismo argentino.

    – Ya está aquí, vamos a escuchar que broma nos prepara.

    Macedonio- Buenas noches. Hoy repasaremos nuestras estrategias para la Conquista de

    Buenos Aires. Los escucharé de a uno.

    1. Atestar la ciudad de objetos que hagan la vida incómoda 2. Circulación subvencionadas de gordos y sordos que discutan en el tranvía 3. Lapiceras con una pluma en cada punta 4. Escalones distintos en las escaleras 5. Escaleras empinadas 6. Peines navajas 7. Cucharas de papel plateado 8. Espejos fijos y delgados que no permitan ver la cara entera 9. Velas que no se pueden apagar soplando ni soltarlas

    Macedonio- Muy bien Señores, y no nos olvidemos de dejar en todos lados anuncios

    que digan “Macedonio, restaurador de agrados y placeres” y “Macedonio, un misterio

    político de la próxima presidencia”

    Cuando ganemos las elecciones embelleceremos la ciudad, dotándola del misterio que

    nunca tuvo, cambiaremos el nombre de las calles, de las plazas y los parques: se

    llamarán calles de la Novia, el Recuerdo, la Esperanza. El Retiro, el Silencio de la Paz,

    la Vida y la Muerte, Los Milagros, Las horas, las Noches, el Pensamiento, Juventud,

    Rumor, Pechos, Alegría, Sombra, Ojos, Paciencia, Amor, Misterio, Maternidad, Alma.

    Se deportaran todas las estatuas que enlutan las plazas, sólo se sustituirá la de San

    Martín por una simbolización del “Dar e irse”

    Y muchas pequeñas cosas más.

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    La Richmond

    Caracterizada por alguna decoración propia. Comensales varios. En poco tiempo se

    incorpora en el local un grupo de jóvenes. En una mesa dos hombres conversan. Corre

    el año de 1927 en que se gesta la segunda elección de Hipólito Yrigoyen.

    1. Esos jóvenes son los martínfierristas. Aquellos son Borges, Mallea, Scalabrini Ortíz, Conrado Nalé Roxlo, Macedonio, un tipo raro que vuelve con la

    humorada de ser Presidente. De su edad se han agregado Leopoldo Lugones y

    Horacio Quiroga, notables. Tienen su sede cerca, en Tucumán y Florida, pero

    celebran todos los días, aquí en la Richmond, a las siete de la tarde, sus sesiones

    literarias, de las que participan todos.

    2. Lo de ser Presidente, ¿es una humorada crítica? Lo parece en tanto si se refiere al absurdo del poder, la desmesura de la

    publicidad, la improvisación de los partidos Quien ha vivido los cambios

    socioeconómicos de fin de siglo es consciente que los hombres carecen de toda

    solidez y unicidad.

    2 - Y ahora ¿por qué se agrupan de esa manera?

    1 - Para cantar su himno antes de iniciar la reunión. Es una graciosa manera. El grupo se ha reunido en coro y comienzan a cantar con la melodía de la Donna e

    móbile del Rigoletto de Verdi, con euforia y desprejuicio:

    El grupo canta:

    “¡Un automóvile, dos automóviles, tres automóviles, cuatro automóviles! ¡Cinco

    automóviles, seis automóviles, siete automóviles, un autobús!”.

    Entre aplausos y risas el grupo se desarma y ocupan las mesas.

    - FIN DEL PRIMER ACTO -

  • 12

    SEGUNDO ACTO

    Macedonio en el centro del escenario, se dirige al público

    - Tú, espectador, pues que tienes tanto valor para quedarte real o creerte real, tú, podrías

    ahora entrarte en mi novela, perder el ser y librarte de la realidad y sus problemas,

    Confiesa: cuánto quisieras colarte de noche en nuestras conversaciones y tener siquiera

    una hora para ser personaje. La vida de la Estancia de la Novela ¿quién no la suspira?

    Yo busco que cada espectador entre y se pierda a sí mismo en mi novela; que ella lo

    vaya asilando, encantando, desterrando de la realidad. Hay espectador que lo desea pero

    no se atreve a renunciar por siempre a la vida por el arte. Unos quieren la vida, otros

    quieren el arte.

    - Aparece un personaje y cuestiona

    - Quiénes van a compartir la novela conmigo, ¿acaso un espectador? Yo he tenido

    papeles importantes en otras novelas y deseo conservar mi prestigio.

    Macedonio – En la Eterna, para que sepas y no te ufanes, ya han actuado de otras obras

    célebres en el papel de Leonora, de Poe, Mignon, de Goethe, Beatriz, del Dante, la

    Amada Inmnóvil, de Amado Nervo, Rebecca, de Ivanhoe, Leonor, de Antonio Machado

    así que quédate tranquilo; y tú, espectador no te preocupes por quien habla, continúa

    prestando atención que vamos a ingresar a la Novela de la estancia. Está situada sobre el

    Río de la Plata y la habitan el Presidente y sus amigos conspiradores, precisamente a

    veinte cuadras y tres minutos de Constitución. La propiedad está en litigio eterno, de la

    cual por derecho el Presidente ha obtenido la aquiescencia para domiciliarse en ella, a

    cambio de vigilarla y solventar sus cargas.

    Voy a nombrarles ahora al Vigilante, que ve entrar y salir a los personajes y se asegura

    que todos sepan que esto es ficción, que es alucinación creer que lo narrado acontece.

    Reparad en la leyenda del portal: “Aquí dejad vuestros pasados, transponedme y vuestro

    pasado no os seguirá.”

    Y ahora conocerán al personaje del Presidente y la Eterna, personajes efectivos, y a

    Dulce Persona y Quizagenio, personajes frágiles por vocación de vida.

    El resto está de maniobras, ensayándo la firmeza de su afición al artístico no – ser.

    Escena En El interior de la casa: La casa, blanca, antigua, modesta de la estancia. ¿Qué dice la casa, el camino?

    -Por mí pasan los hombres, los inmortales hombres pasan pero inmortales.

    Cuatro son las ventanas de la casa de la Novela: el Tiempo en las arrugas de sus

    revoques; las palabritas del viento en la chimenea de la cocina; el palpitar siempre

    presente de la agüita costera del Plata; y la llamita del triángulo de una vela erguida,

    parada lejos que toda mirada encuentra en todo mar, trasladándose junto al horizonte

    donde cualquier leve velamen toca el cielo.

    Dulce persona - Eterna llegó después de nosotros en la noche, y ante la demanda del

    Presidente por la pasión, le respondió “Aún no. Hay tiempo.”

    Quizágenio –Por ansias de esa negación el Presidente deberá aprender a amar.

  • 13

    Dulce Persona- El Presidente no tiene una respuesta suficiente para la demora de

    ella, sólo ausencia. Tras la ocultación de la amada, en esa opacidad que dejó su

    partida, el Presidente fabrica otra realidad; intenta crear en la pura ensoñación

    imaginaria lo que podría darle un hogar a la Eterna. Construye así un ser de goce

    pero no puede evitar la angustia por la falta de pasión y sentirse triste.

    Quizagenio- Esta inexistencia a la cual nos obliga es un intento de recuperar a la Eterna,

    perpetuar su deseo por ella más allá de la muerte, una especie de inmortalidad del

    recuerdo que nunca muere

    .

    Dulce Persona - Lo comparto: La escritura que nos envuelve es su trabajo de duelo, que

    da un marco al vacío por su amor perdido. Así que su recurso, mediante las palabras,

    configura esta inexistencia que nos implica. Yo quisiera salirme de la Novela y ser

    persona.

    Quizagenio – ¿Qué sientes por él Dulce Persona?

    Dulce Persona - Que podría llegar a amarlo y hacerle olvidar a la Eterna. ¿Y tú?

    Quizágenio - Que podría amarte a ti.

    Dulce Persona – Cambiemos de tema

    Retoma la escena narrada:

    La Eterna – Aún no, hay tiempo.

    El Presidente- “Me dices “aún no”, ¿pero qué quieres de mí?". “¿qué soy para el

    deseo tuyo? En lo que dices Eterna hay un deseo enigmático, quizá una frustración

    en tu vida de la cual soy responsable...

    He olvidado súbitamente el por qué de no haber obtenido tu amor ni el de mí mismo.

    Me falta el don de absorberme del todo en una pasión que sólo de ti podría venirme y

    hubiera sido mi dicha absoluta.

    La Eterna – No se conmueva ni se dañe. Después de la acción que tiene planeada para

    sus personajes hablaremos otra vez, posiblemente bajo otro sentimiento.

    El Presidente – Está bien; decidamos para el momento lo más triste: la acción sin

    propósito, sin amor, sin objeto; ansío en ella mi curación, es decir saber amar a Usted y

    satisfacer su deseo

    La Eterna – La acción debiera ser realizada lozana y graciosamente, como una curación

    de tus depresiones y desorientación.

    El Presidente – Te confieso, mi incrédula compañía, que falseando las posibilidades de

    la acción no hay más que un autor en agotamiento que no da más.

    Con todo pondré a prueba a mis personajes a ver si son capaces de responder a la

    ficción en la que voy a implicarlos. Voy a darle un cometido a cada uno de ellos.

  • 14

    La Eterna - No he venido sólo para verlo a Usted, sino que debo asociarme a todas las

    alternativas de su empresa y estar cerca suyo para cuidar su espíritu.

    Escena. Macedonio frente al público

    - Escribo y escribo, corrijo, corrijo, y así mantengo mi existencia. Me ha impresionado

    el suicidio de Leopoldo Lugones. El suicidio no se corrige, así que sigo escribiendo y

    corrigiendo para no ceder a esa tentación; escribir y corregir es una estrategia mágica

    para sostener la propia vida y la de mis personajes como personas. Nada saben de mí

    pero me sienten vagamente como un alma sin rumbo, quizá un desdichado. He

    comprobado la ineficacia de la acción y aún de la amistad, frente a la pasión no lograda

    y fallida por mi amada; (aunque decir esto de la amistad resulta injusto) La acción, la

    conquista de Buenos Aires para la belleza ha sido una aventura imposible.

    Con todo, en un día de 1938 y dentro de un período de mero vivir, de frivolidad, al

    ocurrir que el cuerpo de Alfonsina Storni tocó las aguas de la muerte, la ciudad se

    desplazó sobre su eje. Ocurrieron un clamante “No mueras” y una, aunque dolorida,

    aprobación, de una temida y triste declinación de vivir; Al instante de la muerte de un

    alma soñadora, Buenos Aires entró en el Misterio. A la misma hora de la mañana

    siguiente, nos dábamos los buenos días así como así.

    Me dijo Dulce Persona al sentir mi descontento y el desacomodo de todo mi ser: “Te

    quiero triste amigo y has todo lo que quieras clamar o decir.”

    Escuchándola, cualquier atisbo de cambio en mí, me amenaza el olvido de la Eterna.

    Sin nuevos sucesos no hay olvido, porque no es el Tiempo - que nada es- sino los

    nuevos sucesos los que debilitan las imágenes del pasado. Podría ser una fórmula para

    inolvidar sustraerse a nuevos sucesos importantes cuando se nos obliga de dejar de ver a

    la Eterna.

    El Presidente y Dulce Persona

    El Presidente – He escogido hacer de la amistad el asunto de mi vida venidera. De mis

    excursiones fuera de casa, a las personas que se me hacen simpáticas las invito a vivir

    conmigo. Ser personaje es soñar ser real, y lo mágico de ello es que no son el sueño

    mío, sino el sueño de ser en el que ávidamente se pone,

    Dulce Persona – De cuantos son en la novela todos estaban cuando arribé yo. Desde la

    ciudad te traje un ramo de flores.

    El Presidente – Que suavidad fue verte tan en sí, trayendo flores de la ciudad y el

    encanto de caminar cruzando con las flores a través del jardín.

    Dulce Persona-. Quizagenio fue quien me abrió la puerta y me llevó a la cocina de

    campo, tibia, de abundante fogón que en invierno se ama, con aquel constante silbar del

    viento por las rendijas.

    El Presidente - Nosotros también lo oímos desde el comienza de la Novela, con el

    mismo timbre que en los campos. Estoy agradecido por el tiempo que me tuviste como

    huésped en tu casa. Tu Padre en este día no está, no es regular residente, viene y se

    queda de tiempo en tiempo

  • 15

    Dulce Persona - Sabía de esa costumbre y quise saludarte. Sentí pena cuando te fuiste a

    la estancia.

    El Presidente – El estar aquí me dio oportunidad para reunir los personajes de mi

    Novela y de volver a tener contacto con mi hijo Alfonso.

    DulcePersona .¿Qué fue de él?

    El Presidente – Ahora me acompaña más con un afecto dulce y paciente, compartiendo

    sus penetrantes hallazgos en arte, en sociología, en psicología. Preocupado por mí viene

    recorriendo las pensiones por donde he pasado recuperando mis escritos abandonados y

    también él, incitándome a publicar.

    Tu visita me da la ocasión de solicitarte que me los transcribas.

    Dulce Persona – Lo haré con mucho gusto.

    El Presidente- Los reuniré y te los entregaré en tu próxima visita.

    Escena La luna

    Dulce Persona- Quizagenio, necesito tu aliento sobre esta página de desaliento. Porque

    todo sentir es triste. Sé que me prestarías tu vida pero ya es bastante que uno a otro nos

    pensemos.

    Yo me enamoré de él desde conocerlo, cuando en su incierta vida fijó por un tiempo su

    domicilio en mi casa. No supo de este amor, fue un amor no sabido.

    Y ahora he visto pasar por la ventana a una mujer vestida de negro que debe estar con

    él. Ojos negros, tenían que ser los de ella.

    Quizagenio – Yo predigo que tus ojos azules son los mejores y más negros que quieras.

    Dulce Persona - Te equivocas del todo, ella le interesa mucho.

    Quizagenio – Dile al señor Autor que quedemos sólo escritos cuando nos tenga

    sufriendo.

    Dulce Persona – Todos tristes pero te diré que es la primera vez que me haces

    cumplidos.

    Quizagenio – Siento amor y por eso quisiera vida ahora, que es cuando en las novelas

    debieran darnos vida.

    Dulce Persona - Hace siete años que perdió a su esposa. Siento amor por él y quisiera

    una vida ahora y que ese amor lo hiciera feliz.

    Dulce Persona se acerca al Presidente que está contemplando la noche.

  • 16

    El Presidente - Puede amarse a la luna, es más cielo que el cielo aunque parece

    pobrecita frente a tantas estrellas, pero si lo sientes bien es la única que nos mira, quizá

    entiende mi dolor y me acompaña.

    Dulce Persona- Pero también desaparece rodando a lo largo del horizonte, gustándolo y

    pensando en sí sola.

    -Tal vez en su ausencia no deja de pensar en mí, o también luce para otro; pero retorna

    creciendo o decreciendo, como un visitante distinto en cada noche; amor alternante que

    a ti te pone en sospecha, pero en cuanto a mí, hombre de continuo amor, no dudo del

    suyo.

    - Sin embargo no es más que luz del sol lo que recibe y sin amor y por fuerza lo refleja a

    la tierra.

    -¿Te parece no estar renunciando a una explicación?

    -Tú dices que no hay acontecer libre

    - Cierto ¿No oyes algo que nos quiere decir?

    -¡Todo lo conciertas con el misterio!

    El Presidente - La noche que elige sus preciosos atavíos, parcos, delicados, invariables;

    la palidez lunar de tu faz que se azula en los negros ojos y cabellos. La que tiene voz

    cercana que nos zozobra y ancho rumor...la noche que nos roza y nos hace temblar

    como sus luces distantes...

    Dulce Persona – La noche, con sus latidos de un esperar, con que te das toda la belleza

    que defienda tu eternidad y el elegido deseo de con quién quieres vivirla.

    - El Presidente - Beldad y tristeza quiso ser la luna y apareciste. Bella hasta el dolor en

    mí, de igualarte en el ser imposible, de sumirte en el arte también.

    Cuando me trajiste aquel ramo ¿lo recuerdas? Al irte entresacaste dos rosas, de desigual

    tamaño, una blanca y otra roja, pasando de una a otra la mirada, comparando:

    anudándolas luego las colocaste en un vaso para mí; luego yo las desaté y dejé sólo la

    blanca.

    Duce Persona se aleja al reencuentro con Quizagenio

    Quizagenio - ¿Sabes que el Presidente, a hurtadillas de la novela, tiene coloquios

    telefónicos a oscuras con la Eterna?

    Dulce Persona – Lo sé. Hablan largamente y siempre la Eterna concluye con un cantito

    lloroso y rebelde de niño a quien algo se le niega.

    Quizagenio – Quiere hacer lo que quiera y que le den muchos mimos antes de dormirse,

    y soñar cuanto le guste, que piensen en ella y que alguien la ame y la sueñe.

  • 17

    Dulce Persona – Hay esperanzas de eternidad cuando los días de amor perfecto son más

    que los de torpeza, olvido, languidez y aprendizaje de amor. De lo contrario el pasado

    cae en la nada.

    Quizagenio – El amor perfecto es opción definitiva por una eternidad.

    Dulce Persona – Siento, a su lado, que el pasado no es irreversible, me lo dice siempre y

    no es por piedad. Lucha entre su pasión actual, mi imagen, y el recuerdo de la persona

    muerta.

    Quizagenio – Prueba de arte en el novelista, trasuntar los estados emocionales de un

    boxeador a quien se cuentan los diez segundos.

    Dulce Persona - Es falso el amor que amparos nos pide. El amor es igualdad. Queremos

    distintamente, a veces encendemos, a veces apagamos la luz; ver y no ver: que se nos

    vea o que no. Culminación en novela, Poder de una situación y escena igual sobre

    sentimientos que hayan cambiado, como tiranía y confusión

    Macedonio dirigiéndose al público:

    Macedonio – Ha pasado un tiempo y lo ridículo de revestir de amistad esta nueva pasión

    nacida imprevistamente se agrava por nuestra diferencia de edades: Tengo 72 años y

    ella sólo 19. Pero aunque sea por dos horas quisiera intentarlo. La he resguardado en

    mis escritos simulada bajo la imagen de Dulce Persona y he delegado a Quizagenio

    alguna expresión de amor, pero si la volviera a la vida tan sólo me llamaría “Maestro” y

    si se tratara de éste, vuelto también a la vida, tendría más derecho que yo de ser su

    amante.

    Al entregarle mis papeles para que me los transcriba no he dejado de borronearle con

    intención: “Escribes el manuscrito de esta novela en la que te doy mi espíritu como el

    tuyo me diste.

    Escena Dulce-Persona y el Presidente

    Dulce Persona- Maestro, me emocionó releer su dedicatoria en el manuscrito y lo

    relacioné con el título de la obra “Niña del dolor, la Dulce Persona de un amor que no

    fue conocido”. Yo lo cambiaría por “La Persona de amor de la dulce niña de dolor de un

    amor que aunque imposible, ahora al menos es sabido.

    El Presidente - Y difícil de ocultar.

    Dulce Persona -. Desdichada por las amonestaciones de mi padre y que yo combatía.

    ¿Se acuerda de aquel incidente que pasó en nuestra mesa el día que se enojó tanto

    conmigo y que usted me defendió para aplacarnos? Yo comprendí después que él estaba

    abrumado por problemas económicos, y yo le conté a Usted que me consideraba

    neurótica y me castigaba e injuriaba también con tristes sospechas que nunca merecí.

  • 18

    El Presidente – Por esa razón me fui de tu casa. Tu padre es un hombre buenísimo que

    quiere a toda su familia abnegadamente pero la carga creciente de su bancarrota se

    añade a un trazo de histerismo que se ha acentuado en ti.

    Dulce Persona – Es cierto, eso pensé ¡Pobre Presidente que tuvo que zanjar la situación

    con su retiro!

    El Presidente – En cuanto a tu ser, por desdicha quizá y al mismo tiempo por tus formas

    incitantes e inocentes de sensualidad, por tu rostro agradable y tu voz hermosa,

    desairada en el andar, con tus cabellos rubios, muy dócil al cariño, te confieso que

    indudablemente me enamoré aunque quise evitarlo y seguir siendo tu amigo.

    Dulce Persona – Pero yo lo amo también

    El Presidente – Hay dos hablillas que he descubierto entre los habitantes de la Novela,

    son la Muerte y la Vejez o el Proceso de los Años. La fatalidad de morir y del progresar

    de la edad como acaecimiento y cambio por sola virtud del tiempo. Son dos engaños: la

    muerte ya he explicado que nada es, y la más intensa vejez, en un mayor número de

    casos, es la vejez joven, la que ocurre de veinte a veinticinco años, como a tu edad,

    cuando se descarga sobre uno la responsabilidad y exigencias de la vida, saliendo del

    vivir providenciado por padre y madre, de que se ha gozado y que se agota. La vejez es

    simplemente no los años sino toda la relación de excesiva carga de la vida con respecto

    a la reactividad personal psicológica. Aunque también miro el ridículo de mi vida que

    desde hace treinta años estudio al mismo tiempo biología, es decir como no morir, y

    metafísica, es decir como Nadie muere.

    Dulce Persona - ¿Por qué no podríamos seguir así toda la vida, sin pasar el tiempo, sin

    apreciarnos menos, todos juntos, en La Novela?

    Presidente - ¿Por qué no?

    Dulce Persona - Porque es exploración inventada, no impuesta, tan severa en aspectos

    como fresco tu corazón para la entusiasta ficción.

    El Presidente - ¡No! Que no haya visto el crecer de tu cariño, nacido tan pronto en las

    lozanías de tu sensibilidad, me avergüenza. Comprenderás porque no tuve esperanza

    alguna cuando sonó el primer aviso, cuando luchando contigo misma se determinó

    penosamente a despertarme de mi ilusión. Y no era engreimiento sino encantamiento y

    fe en las fortunas de la Pasión.

    Dulce Persona - ¡Que silenciosa está la casa! Como si nadie hubiese.

    El Presidente – Y nosotros llevamos conversando dos horas en un coloquio feliz de

    hablar cada uno más que el otro.

    Dulce Persona – Pienso que en esta conversación, sin que supiéramos de ello, la amistad

    y el amor ¿no están comenzando desde siempre en nuestras almas?

    El Presidente - Estas dos horas de felicidad se hicieron absurdas por la composición del

    encuentro del amor y la amistad.

  • 19

    Dulce Persona - Por las rendijas el viento parece decirnos que la convivencia de la

    amistad y el amor, en nuestras pobres almas, hacen nacer el dolor y nos obliga a

    cambiar el diálogo.

    Escena Introducción de la Eterna en la Novela

    El Presidente – Eterna, me he olvidado de ti por dos horas. Yo viví dos horas de tu

    olvido; tuve el Olvido de la Eterna, vuelto hacia otra persona, al contemplar en su

    semblante alegría de amor, pura y exaltada simpatía dichosa, operando de su encanto mi

    pasado desdichado por otro de dignidad y gracia.

    Eterna - Presidente; no más por hoy. Nada en mi vida fue más atroz que leer estas

    líneas. Adiós. Me voy creo sin esperanzas ya. No me detenga. No puedo imaginarme

    que me comprenda nunca.

    Esta mortificación insufrible se mitigará un poco con mis rezos...

    Pero Usted, sin plegarias, sufrirá ahora más que yo. Quiero que rece, infelices de este

    siniestro vivir. Ansiáramos escapar de la vida a un capítulo de Relato ¿Quién me

    mostrará que Ud. nunca existió, que sólo lo leí, que yo misma no soy sino una sombra,

    una silueta en páginas.

    ...Si al menos deseara posar su cabeza en mi seno para ampararlo...

    El Presidente – No deseo caer en ese declive maternal que en el amor es un error

    Amparar... y cuando esquivo esa imagen de maternalización de la relación de amor se

    alza tu rostro triste, descontento y tan suave y sólo concibo en su contra la identificación

    de iguales en la pasión.

    Adiós Eterna, sé que las ansias y mi olvido desvanecen tu Eternidad

    Deunamor – Cada uno de los personajes intenta hacer algo para dar vida a la Eterna:

    Uno habla de buscar un rayo de luna en una rosa, otro de hallar un ala de golondrina

    dibujándose sobre la faz de la gran luna.

    Uno interrumpe Cómo vamos a darle vida que no tenemos. Pero lo que necesitáis no es

    tener vida; lo que falta es saber si la Eterna la quiere. Hasta ahora no hemos pensado en

    esto. Sólo el Presidente podría decirlo. ¿Eterna, quiere la vida?

    El Presidente – No podéis atormentarme más con tal pregunta. Querría la vida si alguien

    que anda en el mundo valiera lo que vale el amor de ella. Pero así no sucede y antes

    bien su único motivo de contento es saberse personaje.

    El pedido del pasado

    El Presidente- Dulce Persona, todo este tiempo ha sido un tiempo de dolor y de culpa.

    Volvió a mí el recuerdo de mi pasado, aquellas noches de hogar que transcurrían para

    mí en la contemplación y cuidados por la respiración de los cinco seres del hogar filial,

    unidos bajo aquel techo, con las expectativas de mi habitual ansiedad por la salud y

    subsistencia de todos.

    Sabrás Dulce Persona que a eso de las once cuando todos dormían, dejaba el escritorio y

    hacía un recorrido de todas aquellas figuras amadas, los cuerpos denunciando por la

    ropa de las camas, las cabezas, las manos. ¿Ese pasado no puedo tenerlo más?

  • 20

    Duce Persona – Yo he visto pasar desde la ventana a tu extraña visitante, ojos negros,

    hermosos, tristes; seria y atractiva. Sentí el desmayo de sólo ser la niña del dolor que no

    podía aspirar a tu amor.

    El Presidente - Me reprocho de esta alucinación del pasado y el poner en escena

    confusión y sentimientos tiránicos que te dañan a pesar de mi amor.

    Dulce Persona – El amor es uno solo, yo comprendo que a las dos nos amas, que

    podríamos ser sólo una y la misma para detener todo el dolor y la culposa pregunta por

    ¿a quién has amado más? La sustancia del amor es en verdad única, aunque parezca

    varia o heterogénea.

    El Presidente – Te agradezco, hay belleza para darnos toda la intelección del misterio...

    para detener todo el dolor,

    ... pero llaman, ¡verdad que llaman? : Es la Eterna. Es un sueño en lo real. Un secreto

    entre los dos, la fantasía de un acompañamiento.

    En todas partes llama para que nada del amor quede sin intentar y nada duerma en él,

    cual si muerte pudiera haber.

    Duce Persona – En tu melancolía hay sólo agonía de renacer. Trocará tu dolor en sed de

    delicia.

    El Presidente – ¡Nueva a mí fresca de muerte, y otra vez demandándome amarla, no

    resucitada sino renacida, que fue la espera Deunamor, de un soñar sin límites.

    Dulce Persona – En tus ardientes ficciones, verla transmutada, siempre hermosa.

    Presintiendo lo que ha de ser y querer ser cada mañana. Sólo aprendiz soy aún del

    misterio del amor, infiel de haberte amado ¿No es así una muerte, la única acontecible

    al amor pleno, amarte con olvido de que ya te amaba? Admito que yo sé que no soy

    para tí aunque crea que puedas fusionarme con la Eterna

    El Presidente – Esta atracción de amor por ti me ha sobresaltado. A pesar de poder

    gozar de tu voz, amor triste por imposible, a punto de humillación para mí e impotencia,

    Dulce Persona- Sufro tristezas, aspiraciones, descontento, un llorar. Lo quiero, triste

    amigo, en esta hora lo amo

    El Presidente – Yo no soy el Presidente aunque lo haya creado tan parecido a mí, estoy

    por saber quién soy ahora. Tras una lucha de conciencia me atrevo al

    desenmascaramiento de mi pasión y la de la identidad real de mis personajes frágiles

    como tú, Dulce-Persona y mi doble enamorado, Quizagenio. He vacilado en el

    reconocerte por las hechicerías y mutaciones en que transfigura la avidez de

    renovaciones de tu beldad eterna

    Dulce Persona – Todos estos personajes enmarañados son reales. Cualquier imagen en

    la mente es realidad y vive en el mundo la realidad: toda mera imagen en una mente

    conlleva un afecto: placer, dolor; en el deseo de ser el ser existe, aunque escamotee el

    vivir en el mundo.

  • 21

    El Presidente - Todo lo hay en lo eterno y así puede acaecerme amargura de haber

    dejado de amarte siendo siempre la que amo, puedo otra amar en ti, si cambias tanto que

    mi memoria no te alcance y reconozca.

    Dulce Persona – Déjame aprender y luego adivinar.

    El Presidente - ¿Cómo llenar la ausencia de seis años y mis dudas? ¿Hay belleza para

    detener todo el Dolor. Para darnos la intelección del Misterio? ¿Dónde está la belleza

    aclaradora de “ser” e hipnotizadora del Dolor? La he buscado en Cervantes, en

    Beethoven, en Wagner o en algo del delirio mayor, en entonación adorante,

    deslumbrada del Hombre de Walt Whitman. Es la Eterna aquella sola en quien el

    secreto halló el seguro de no poder encontrarlo, nadie lo descubriera ni cómo es ni si es

    secreto en un sueño o no real.

    Dulce Persona (como para sí) – Si de tan tremenda cosa se trata opino que el relato se

    desencamina. La ciencia es pedante y estéril y el arte tiene mucho de chiquillería y de

    receta como para darte una respuesta.

    El Presidente: No me ofendéis tomándolo a resignación. Piadosa como fuiste conmigo

    forja tu misma el beso de la fatalidad de lo imposible y separémonos de cuando más

    cerca estuvimos. De la única caricia que nos dimos, de lo más cerca que nos tuvo

    nuestros sometidos destinos.

    Fenece muchacha, no te escribo más.

    Dulce Persona – Espera no me extingas, he sido tu apasionada ilusión durante más de

    dos horas. Sólo convencerás al espectador si no se habla más de mí en todo lo que falta

    en la novela.

    Se incluye la eterna en la escena e interfiere

    La Eterna al Presidente - Tómese del pliego de mi vestido y sígame a su penitencia.

    El Presidente – Enfurruñado, dominado, embriagado de verla siempre más bella,

    cariñosa, enérgica, clarividente, acepto por fin que me trate como un niño a quien la

    madre corrige Básteme que toda belleza haya en ti; ¿qué importa lo que soy yo?

    La Eterna- Un niño a quien puedo acariciar, y así tengo lo que también podrías tener,

    convidar y codiciar tú: todo lo que puede acaecernos por el causalismo novelístico, de

    cuánto escribes a medida que escribes y lees, sin pensar cuánto me lacera, quizá, y me

    arrebata de lo que mayor bien mío era lo que iba a darse para mí.

    El Presidente – Es cierto, Eterna, por ello me torné en un instante y para siempre niño,

    pero la verdadera situación es la tortura de no poder recibir ni aceptar caricias, la

    desventura mayor y menos aparente y más sola e irreconocida que cabe a lo humano.

    Lo problemático

    Macedonio escribiendo y compartiendo con el público

  • 22

    -Exiliada mi metafísica de la inexistencia material e independiente de la conciencia de

    la vida en sí. Falseada la eterna ausencia de un yo, nunca comenzado, sin causa, vario e

    sinustancial, donde la Nada no tiene cabida; ya no hay juego con la muerte que ocurre y

    mata. La Novela está en tinieblas.

    Comprendo que el espectador anhela la resurrección de Dulce Persona y la continuación

    de sucesos de la vida en la Novela. Posiblemente el dolor de la Eterna tiene tal halo de

    grandeza que el espectador o lector no tiene alientos para seguir siendo lector de la

    Eterna y por ningún modo desearía ir adelante sabiendo de ese sublime y transido

    destino.

    Macedonio recita mientras escribe: “Apasionada joven dormida, amada inmóvil, qué

    latido del alma trágica de las cosas hace, inocente maestra de tentación, para que todo lo

    miserable que he juntado en mí mientras quemaba mis dolores y de la vida me ahogue,

    para que temblando en crimen y miseria me alce sudoroso y sollozando, pálido en la luz

    pálida del amanecer... Cualquier cosa que yo haga contigo Adriana, aquí y ahora será lo

    único no imposible, mandato de la Tragedia. No sé porque me levanto de mi lugar

    oscuro y me veo trémulo ante la luz del trémulo amanecer parado frente a mi puerta,

    inclinado hacia tu lecho que es el mío. La soledad me empuja las espaldas en este rincón

    de la dormida casa, el pasado y el porvenir los piso con rabia. Todo es una sola mancha

    en el mundo.” Busco tu boca, Elena, besémonos.

    Dulce Persona – Me apena el Presidente, quisiera la vida para él, Mas no lo veo en buen

    camino. Lo consume la inteligencia, vacila entre la pasión y el Misterio del ser. Le falta

    una palabra, una, no más, una sola percepción que lo salvara.

    Quizágenio – La suya no es verdadera memoria, es actualidad, el verdadero misterio es

    la espontaneidad continua. Sólo sostiene las tristezas de la vida, es decir el continuo

    emocional de su existencia.

    Dulce Persona. Un nuevo suceso en la vida puede introducir el olvido, así que una

    nueva pasión significaría la muerte real de la Eterna. ¿Pero cuál es la angustia

    metafísica personal del Presidente. Él no cree en la Muerte y no puede amar lo que se

    cree mortal, lo que él no sabe que sea inmortal. No puede amar a quien espera morir. He

    aquí la desdicha del inmortalista del Presidente, no poder amar lo que puede llegar a

    morir.

    Macedonio frente al público

    En este punto Eterna niega la Eternidad y acepta ese despido de amor que es la muerte;

    pero la muerte nada es sin la liquidación del Olvido a los que amamos.

    No pudimos embellecer la ciudad. Es de una fealdad irremediable de la cual nada puede

    entreverse del misterio.

    Eterna ahora, por mi olvido, es como las casas que quieren vivir para el presente, vivir

    para morirse.

    Dijo Deunamor, siempre será triste el Presidente, o si no dadle otro pasado, y ese

    pasado ya lo cambió la Eterna; ella tiene el poder de cambiar el pasado de los otros,

    pero no el suyo.

    No es así. El pasado lo gesté yo por defección culposa de mi amor, por no haberme

    elevado la vida a la gracia y ternura de la Eterna.

  • 23

    Ella tiene el poder ahora para tolerar el pasado de amor fallido y el desconocimiento de

    ella por su amante.

    Ella puede desprenderse del Olvidador, olvida su presencia y su ausencia Y el olvidador

    se desespera cada vez que Ellanomujer lo mira sin recordarlo.

    Sí, es genial el sí de matar, con su no, con su olvido, con su avergonzar. Más siempre es

    doloroso su pasado en mí, no dimitible, no desasible.

    Mi fallo entre los dos fue desarrollar mi pensamiento, sediento de noción, de

    conocimiento, como pasión, porque el Amor es el ser, lo más de ser, aunque el

    Pensamiento si bien puede ser también pasión, es menor que la Pasión del Amor. Así

    que trabajaré en mi novela sin mundo, quizá para mi propia liberación, pero hasta ahora

    desdichado, aún enamorado de quien si la olvido no me puede recordarme ni por un

    cuarto de hora.

    El dolor del pasado es una joya sentimental que la Eterna sembró en mi pecho, amor de

    un imposible sutilísimo solo en el alma de la Eterna engendrado, que por un olvido

    puede turbar su futuro de amor. Sus lágrimas, si las tuviera, son la Lágrima del pavor y

    afán de una existencia sin fin, de imposible cesación. Así que vengo pasando de pena en

    pena a la de sospechar que, no está cierta más que de su pleno amor y no del mío, y que

    por esto está dolorida.

    La Eterna no quiso ser la únicamente amada por el hombre de más amor. El mayor

    amante no llegó a la mayor amante, tuvo el amor pero no el todo amor del mayor

    amante. La realidad todavía no puede detenerse: el absurdo y la torpeza de la Pluralidad

    de amar continúa, no se ha deshecho.

    El deseo de dos personajes por vivir

    Dulce Persona –El dolor de la Eterna tiene tal halo de grandeza que ya no tengo alientos

    para seguir siendo su lector y de ningún modo desearía ir adelante sabiendo de este

    sublime y transido destino del autor. No tardará Quizagenio en husmearlo y

    reaparecerse en pos mío. El sabe de cuentos y diálogos insuperables y el espectador o

    lector tendrá también el pícaro placer de no seguir viendo a un autor que se ha

    empeñado en infortunios trastocados en una felicidad irrompible, esclavo de su instinto

    pesimista. A mí, el autor me duele más que nadie, nadie tuvo más aptitudes que yo para

    una cálida sociedad de afectos. Terminado el espectáculo algunos se quedarán junto a

    él. Yo me exceptúo, no contará que como a un infante le decomer en la boca. El poder

    de la Eterna ha sido saborizar una taza de té de un modo justo a su gusto. Sigamos

    Quizagenio, ¿es la vida que nos está naciendo?

    Quizagenio – Anoche, como estaba desvelado, me puse a leer una novela. Se llama:

    Adriana Buenos Aires ¿Te gusta? Quiero leerte un capítulo.

    Me parece que en el momento en que un personaje aparece en una página de novela

    contando otra novela, él y todos los personajes que aparecen escuchándole asumen la

    realidad y sólo se les siente personajes a los de la novela narrada: quiéralo o no el lector.

    Con ello he hallado un método mágico para que tú y yo tengamos vida, seamos

    personas. Ojalá nuestro autor nos esté escuchando ahora, lo aprenda y lo use, apiadado

    por nosotros. Los autores de novelas no han de ser indiferentes a las ansias de sus

    personajes. Hay personajes ingratos que aprovecharían al instante la que les da y se irían

    a vivirla sin quedarse una línea más en la novela.

    Dulce Persona –Yo no sé si haría lo mismo, aunque me inspira simpatía nuestro pobre

    autor.

  • 24

    Quizagenio – Confieso que no lo veo dispuesto a publicar esta novela.

    Dulce Persona – Si fuese la Eterna la que le implorara tener vida ¿Que podría

    contestarle? Quizá por magia de palabras de artista pudiera hacerla viviente...

    A Deunamor no le interesa ser, tener sentido: a partir del deceso de su esposa a quien

    parecía amar intensamente, se siente con derecho a rogarme creer en su retorno, como

    un milagro de su novela, y ha perdido su sensibilidad, hasta quedar reducido a un

    cuerpo sin conciencia en actitud de espera, sin sufrir o sentir la espera de volverse a

    reunir con la amada y ser feliz. Su insensibilidad es como una perspectiva de poder

    llegar a ser una sensibilidad.

    Quizagenio – Todo esto es muy misterioso. Quizá Lo nuestro, en cambio sea una agonía

    de nacer; hemos podido vivir en sus páginas sin conciencia de vivir. Quizá sea mejor no

    saber nunca lo que es la vida.

    Dulce Persona - No desesperes tan pronto. Así que preséntame el cuento que me

    prometiste.

    Quizagenio - Perdóname mi tardanza, hasta ahora he vivido sin esperanzas, lo único que

    le importaba a mi alma era estar hablando contigo, aun cuando me escuchabas distraída

    Dulce Persona –Léeme la historia ya...

    Quizagenio - ...” No sé porque me levanto de mi lugar oscuro y me veo trémulo ante la

    luz del trémulo amanecer, parado frente a mi puerta, inclinado hacia tu lecho que es el

    mío; pero la soledad me empuja las espaldas en este rincón de la dormida casa...

    Dulce Persona – Que triste es todo esto

    Quizagenio – Lo patético es que la pobre muchacha que está dormida cree que la

    persona que le habla es su amado, mientras que se trata de un amigo común enamorado

    de ella. Y él no sabe si besarla o no.

    Dulce persona - Vuelve a leerme esa página; nuestro dolor acompañe el dolor de esos

    personajes. Pasiones de los vivientes, quién las sintiera.

    Quiagenio - ¿No es mejor ser como nosotros, suave Dulce Pasión. Digo Dulce Persona?

    ¿Qué piensas de lo que le acaece a esos seres?

    Duce Persona - ¿No son como nosotros? ¿Más felices que nosotros? ¿Somos como el

    espectador y el autor?

    Quizagenio –Yo quisiera y no sé explicarte que son: a que reino pertenecen; cuál es su

    creencia y su destino. Considera que he aceptado vivir sin esperanzas.

    Dulce Persona – Pero yo prefiero que me cuentes la historia de ese beso.

    Quizagenio – Pues he aquí que titubea una vez más y la besa. “No te besaré Adriana en

    la boca, por que busco el beso de amor y me lo respondas.”

  • 25

    Dulce Persona – ¿Sabes que por momentos, ante la vehemencia con que lees, me siento

    como alzada por la vida.

    ¿Y cómo concluye la escena?

    Quizagenio -Pues al inclinarme a besarla susurrándole: “Busco tu boca, Adriana,

    besémonos”. Una sombra se movió en la estrechez de la puerta.

    Dulce Persona -¿Qué sombra es esa? ¡Es terrible la vida., pero ya no tiemblo ni me

    asusta ¡ Hoy acepto sobresaltos y tinieblas ¡ yo quiero la vida!

    Quizagenio .Nuestro amor no tiene por qué callarse.

    (Volviéndose al público) Aprended vosotros, por si alguna vez la vida os hace

    personajes, como a nosotros y os amáis.

    EPILOGO

    Macedonio sentado en un sillón frente al público.

    El personaje a un costado también frente al público

    Macedonio – Dejo mi novela abierta autorizando al lector o espectador, siempre ricos en

    sugestiones, supriman, enmienden, cambien, la editen libremente, con o sin intención de

    mi obra y nombre, pero si acaso ocurre que algo quede.

    Alfonso, mi hijo, hará lo suyo cuando yo haya partido, pero ahora, al despedirme de

    Ustedes , le he pedido a mi personaje prestigioso, que me acompañe en este epílogo con

    un poema mío del cual yo, esta vez seré un eco.

    Personaje (recita)

    “Suspensa has quedado, plácido el respiro que murmura el quiero existir,

    Plácido un mirar a lo lejos, y un pensar descansando sin agitación y demandas de vida,

    Influencia la blanca mano del cariño que sobre la mía posaste, como por una brisa

    Y así voy sabiendo los pasos nuevos de tu pensar.

    Macedonio – Oh Eterna, en tu boca ya no se diga más soy pasajera.

    Personaje (continúa) - Conociendo en la tibia opresión de tu palma los andares de tu

    alma.

    Bebiendo contigo el aire que respiro, que recién latió con la voz en que decías

    Soy pasajera.

    Macedonio – Lo que dijiste, y el callar sin mirarme ahora, tan precioso de una espera

    Graciosa y segura de la respuesta que sabes...

    Personaje – Mi mente quedó buscando enamorada con todas sus fuerzas

    Macedonio - por dártela inmensa, Eterna

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    Personaje – Ese callar. Eterna, en la boca que fiada de amor sutilmente sonríe,

    ese callar gentil como es clara la luz de tu sonreír que sólo yo descubro, quisiera

    guardarlo

    Macedonio – Y en mi eterna memoria he de tenerlo eterno como el muy rico decir que

    tuvo nuestro amor

    Personaje – A los enojos de amante que en mí hay contra lo efímero

    Y en todo mi pensar, contra las muertes.

    Macedonio .- Quita ese callar con que en el segundo de amor juegas y finges

    la no esperanza mientras cierta esperas la respuesta que sabes tengo inocultable para

    todas las ficciones del cesar, del partir, que llamamos morir

    Personaje – la magnificencia de una creación de Vida me diste

    Él comienzo más real de la mía

    Macedonio – más prístino, más inaugural de un nacer en tus palabras “Sí, yo también te

    amo

    Personaje refiriéndose a Macedonio con un expresivo movimiento corporal)

    - ”...Sí, está trémulo, como quien tiembla feliz de un sueño hermoso y dolorido del

    despertar que se lo quite; está trémulo sin creer en la ofrenda de amor, sin creer todavía,

    sin segura alegría, sin darle su fe al presente de amor de ella que con tantos ruegos

    llamó antes. Ese amor que tantas veces los ensueños le dieron y el despertar le

    despojaron.

    Macedonio – Aunque pudiera que hoy lo real sea más venturoso para mí que todo

    ensueño, que seas tú quien me lo diga otra vez, me llame, me despierte, porque aún

    fáltame denuedo arrojo, valor, para correr yo la cortina de la mañana, al despertar.

    (Mientras se van desvaneciendo las sombras y por la ventana va entrando la luz e

    ilumina una figura:

    -Te hablo lector, soy la Eterna. Deja que se alce mi figura y a ti mi acento y te diga

    mirándote de cerca: ¿Sientes mi hálito? ¿Tengo una voz que tú oyes? Quizá me ha

    acontecido que alguna vez fui real y un artista extraño en designios, con avidez, tesón,

    atormentado, me tornó un sueño en páginas que su mano cubría de palabras. Soy una

    mujer quizá noble, quizás hermosa y fuerte en el pensar, de sentimiento generoso y de

    grave destino, quizá altiva y de majestuosas maneras, quizá de suntuosa casa, con un

    pasado límpido y severo, quizá no dichosa pero capaz de una ventura cuya risa

    exquisita, estremecida, rebosante, resonando sin estrépito que quizá borrara del mundo

    la idea de la Muerte. Más allá de esta página nada sabré de mí, o si habrán de olvidarme,

    pero aquí retorno para reencontrar un lugar en sus corazones. ¿No es una tristeza lector

    que los vivientes venturosos de la estancia de la Novela erren lejos, dispersos, quitados

    de volver a aquella existencia inocente? ¿Qué dejen sin salvar de la humillación a la

    Eterna o a Dulce Persona por una brusquedad de cambio de tono involuntario del

    Presidente?

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    Con todo, ningún autor, salvo éste, tuvo la visión de la tortura del lector o espectador

    después de la palabra fin o la caída del telón, por contemplar las espaldas curvas del

    dolor sin muerte de los personajes desvanecerse en la distancia. Fue real la dicha de

    amistad que brindó a una generación sin hacerse sentir, delicadamente, influyendo en

    sus obras: Jorge Luis Borges, Raúl Scalabrini Ortíz, Eduardo Mallea, Julio Cortázar,

    Carlos Mastronardi, Olivero Girondo, Conrado Malé Roxlo, Xul Solar, Adolfo Boy

    Casares, y tantos más a través de los cuales podemos continuar gozando de su maestría.

    Telón

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