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SANTIAGO REGO. Fotos: MANUEL ÁLVAREZ Las Fábricas de Artillería de La Cavada y Liérganes contribuyeron, durante más de 200 años, a hacer más fuerte el Imperio español, obligado a dominar los mares con centenares de barcos bien armados. Fueron, además, exponente de la primera industria siderúrgica de España, y cambiaron la tecnología artillera de la época. El Museo de la Real Fábrica de Ar- tillería de La Cavada, que el pasado 27 de julio cumplió un año desde su apertura al públi- co, alberga en su interior toda la información sobre lo que supuso la instalación de estas factorías en los municipios de Riotuerto y de Liérganes. 22— , Julio-Septiembre, 2007 [ ] En defensa Vista nocturna del Museo de Artillería de La Cavada.

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SANTIAGO REGO. Fotos: MANUEL ÁLVAREZ

Las Fábricas de Artillería de La Cavada y Liérganes contribuyeron, durante más de 200

años, a hacer más fuerte el Imperio español, obligado a dominar los mares con centenares

de barcos bien armados. Fueron, además, exponente de la primera industria siderúrgica de

España, y cambiaron la tecnología artillera de la época. El Museo de la Real Fábrica de Ar-

tillería de La Cavada, que el pasado 27 de julio cumplió un año desde su apertura al públi-

co, alberga en su interior toda la información sobre lo que supuso la instalación de estas

factorías en los municipios de Riotuerto y de Liérganes.

22— , Julio-Septiembre, 2007

[ ]

En defensa

�Vista nocturna del Museo de Artillería de La Cavada.

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La idea largamente pensada por el que hoyes director del museo, José Manuel Maza–un físico atrapado por la historia de su pue-blo natal– es ya un proyecto consolidado,

que cada vez cuenta con más público, a pesar deque no figura todavía en las grades guías turísticas.

El discurso expositivo, de sencilla comprensióny muy bien ilustrado, sorprende gratamente al visi-tante, pues a través de paneles explicativos, ma-quetas de la maquinaria utilizada, piezas de caño-nes y balas fabricadas en la factoría, el espectadorconsigue una idea clara y global de esta industria yde su significado en esta comarca bañada por el ríoMiera. Más de 80.000 euros ha supuesto la inver-sión realizada, que ha contado con los fondos de laConsejería de Cultura, el Ayuntamiento y el progra-ma comunitario Proder.

Con todo, el director admite que el museo debemucho de su existencia al impulso y a la ayuda re-cibida de Fernando Riaño, un almirante de la Ar-mada ya retirado, natural de Liérganes y ex directordel Museo Naval de Madrid, que ha colaborado pa-

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de un imperioEl Museo de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada evoca la actividad,durante más de 200 años, de la primera industria siderúrgica de España

��Maqueta del navío “San Juan Nepomuceno” (siglo XVIII); y, arriba, reproducciónparcial de su segunda batería.

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ra conseguir el préstamo indefinido de algunos delos cañones más notables que salieron de La Ca-vada, y que son propiedad de la Armada. Tambiénha sido significativa la cesión de cañones que elAyuntamiento de Santoña tenía instalados en lasfortificaciones que protegían a esta villa marinera.

En el museo, ubicado en las antiguas escue-las, se muestra de manera didáctica y pedagógicala historia de la antigua fábrica de artillería de LaCavada, instalada en 1637. En el exterior se ex-pone un cañón estándar del siglo XVIII de 18 li-bras, cedido por el Museo Naval de Madrid, así co-mo otra pieza de 48 libras, también del siglo XVIII,cuyo peso supera las 3 toneladas. Se trata, estaúltima, de uno de los escasos ejemplares que que-dan de su clase.

En el interior hay una maqueta de grandes di-mensiones que representa el recinto amurallado ylas dependencias de esta instalación en su estadooriginal, algunos de cuyos elementos se conservanactualmente distribuidos por el pueblo de La Cava-da. También se muestran, igualmente, los procesospara la obtención del carbón vegetal y del hierro, ac-tividad que implicó la tala masiva de árboles en to-da la zona, principalmente robledales, que fueronesquilmados además para construir barcos en elcercano Real Astillero de Guarnizo.

El centro expositivo ya se plantea su ampliacióna un local inmediato, en donde la Asociación deAmigos del Museo –más de un centenar de perso-nas que pagan una cuota anual– tiene ambiciososproyectos de crecimiento. José Manuel Maza, que

Escudo de hierro coladoque la fábrica realregaló a Gaspar

Melchor de Jovellanos.

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acaba de publicar el libro titulado “La Real Fábricade Artillería de La Cavada”, admite que las depen-dencias actuales se han quedado peque-ñas, y que el número de personas intere-sadas por visitarlas crece mes a mes.

LAS PRIMERAS FACTORÍASLos historiadores destacan que el

complejo siderúrgico Liérganes-La Cava-da, que comenzó a ser operativo para laCorona española en 1627, anotó en suslibros de producción unos 26.000 cañonesy centenares de miles de balas de distin-to calibre, además de otras piezas desti-nadas a usos comerciales, industriales –las tuberí-as de hierro de las fuentes de los jardines del Real

Sitio de San Ildefonso y Aranjuez, por ejemplo– ydomésticos. Se calcula que fueron talados 10 millo-

nes de árboles, lo que provocó la defo-restación de 150.000 hectáreas.

El ingeniero Ignacio González Tas-cón, en su libro “Fábricas Hidráulicas Es-pañolas”, editado en 1987 por el Servi-cio de Publicaciones del MOPU (ahoraMinisterio de Fomento), señalaba que elcomplejo fabril Liérganes-La Cavada fuela primera industria siderúrgica que hu-bo en España como tal, hasta que seinstala, cerca de Ronda, la Fábrica deHojalata de San Miguel. Hasta su cierre,

en 1834, muchos años después de que la fábricafuera nacionalizada por Carlos III, este estudioso

��Vista interior del nuevo museo, en La Cavada, con lamaqueta del antiguo recinto de la fábrica real. Abajo,cañón de batería de costa del calibre 24.

Balas de cañóndel calibre 8 y 24.

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calcula que se trataron en sus hornos 300.000 tone-ladas de mineral, de las que se extrajeron 100.000de hierro colado.

Las fuentes escritas de la época aseguran quedio empleo a un millar de trabajadores. Además delas piezas de artillería, los altos hornos, hornos dereverbero y fraguas produjeron un gran número deobjetos de carácter exclusivamente civil, como las-tres para buques, tuberías, escudos o herramientas.

Todo comenzó en 1622 con la llegada a Liér-ganes, procedente de Lieja, de un belga llamadoJuan Curcio, que previamente había fracasado ensu intento por asentarse como empresario en Viz-caya. A su muerte, en 1628, le sucedió el luxem-burgués Jorge de Bande, quien amplió las instala-ciones a La Cavada. Hoy sólo queda en pie el arcode Carlos III, en esta última localidad, que servíade entrada a la fábrica, y que fue construido en1784 bajo el reinado de ese monarca; la casona delos Cuesta, en la Plaza de los Cañones de Liérga-nes, el lugar junto al río en donde estuvo asentadaen su momento la fábrica; y una presa en este últi-mo pueblo, dentro de la gran infraestructura que su-puso el resbaladero del Miera para hacer llegar lamadera hasta las fábricas.

El declive de la Marina española, con la derrotade la batalla de Trafalgar, afectó negativamente a lafactoría, que entró en una seria crisis de producción,y desde los últimos años del siglo XVIII inició unacaída que sería definitiva por tres factores: la faltade demanda de la Marina Real y la escasez de di-nero y de carbón. Asimismo, la Corona llegó a alar-marse por la deforestación producida, dado que, taly como Maza recoge en su trabajo de investigación,un barco del siglo XVIII implicaba la tala de 25 hec-táreas de bosque.

PUBLICACIONES Y ESTUDIOSSegún cuenta el historiador José Alcalá-Zamo-

ra, en su obra “Historia de una empresa siderúrgica

española: los Altos Hornos de Liérganes y La Ca-vada”, la Marina de guerra española experimentóuna fuerte reducción de sus buques, debido a loshundimientos en confrontaciones con el imperio in-glés. El investigador asegura que en 1796 contabacon 76 navíos de línea; 66 en 1800; 39 en 1806; 21en 1814, y tan solo 3 en 1830.

El pasado invierno el libro clásico de Alcalá-Za-mora era complementado por Juan Antonio Díez

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� Maqueta de una máquina para barrenar el ánima de los cañones. � Cañón recamarado, del calibre 48, de finales del s

Medallones con las efigies

del luxemburgués Jorge de Vande,

promotor de la fábricade La Cavada (arriba),

y del belga Juan Curcio, fundador

de la fábrica de Liérganes,

que fue la primera en funcionar.

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Aja –“La fundición del hierro y las fábricas de Liér-ganes y La Cavada”–, un químico ya jubilado deEquipos Nucleares, que veraneó, hasta los 20 años,en la primera localidad. Díez Aja afirma que “no hayconciencia de la importancia que tuvieron durantedos siglos estas factorías, que permitieron a Can-tabria ostentar el liderazgo indiscutible en lo side-rúrgico”, al tiempo que recuerda, a propósito de ladeforestación causada en la comarca, que “para te-

ner industria siempre hay que pagar algún preciopor ello”.

Casi 175 años después del cierre de este com-plejo fabril, el flamante Museo efectúa un inte-resante recorrido histórico por uno de los más importantes activos económicos que la región tu-vo durante dos largos siglos, el siderúrgico, li-derazgo que luego ostentaría Asturias y el PaísVasco. ■

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del siglo XVIII. � Clavazón y herramientas fabricadas en los hornos de reverbero.

��Maqueta del barco británico “Soberano de los Mares”, que participó en la batallade Trafalgar; y, a la izquierda, detalle de la ornamentación de la popa y de lasbaterías de cañones.