48
Materia: Pensamiento Argentino y Latinoamericano Cátedra: Prislei Teórico: N° 10– 9 de Octubre de 2012. Tema: El nacionalismo en Argentina. Lugones. Los hermanos Irazusta. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Profesor Daniel Sazbón: Buenas tardes, me presento: mi nombre es Daniel Sazbón, y tendré a mi cargo dos teóricos: este y el que viene. En términos cronológicos, que no es siempre un criterio para ordenar los temas en esta materia, vamos a hablar de temas que se desarrollan en los años 30 y 40. Sin embargo, verán que en la clase de hoy vamos a ir un poco para atrás para presentar estos temas. Pero, como dije antes, no es un buen criterio el cronológico, ya que hemos visto unidades en las cuales se superponían las fechas entre unas y otras. Yo diría que, para presentarlo en forma más o menos sintética, lo que vamos a ver acá fundamentalmente tiene que ver con la aparición de una serie de intervenciones políticas, culturales e intelectuales que por primera vez en el transcurso de nuestro programa van a significar una impugnación directa y frontal -no solamente parcial- a uno o a todos los postulados más fuertes sobre los cuales descansaba el modelo cultural, simbólico histórico, político y económico que venimos viendo desplegarse desde el comienzo de la primera unidad de nuestro programa: para ponerlo en una sola palabra eso –lo cual tiene todas las ventajas y desventajas de la síntesis-, es la aparición de la impugnación fuerte y frontal del modelo liberal. Nosotros venimos viendo que el programa de desarrollo histórico del sistema político y del modelo de inserción económica en el escenario internacional del cual se supone que tiene que desarrollar el nuevo país que surgió de la Revolución de Mayo y resurgió de la reorganización posterior a Rosas, puede ser sintetizado en la palabra “liberalismo”, teniendo en cuenta todos los matices del caso. Con esto nos referimos a un modelo a la vez de relación económica, de concepción del sujeto de soberanía, una forma de concebir la relación entre poder público y las libertades y autonomías individuales, etc. Todo eso que hemos visto desde el comienzo de la materia sufre a lo largo del tiempo una serie de cuestionamientos, interrogaciones y puestas en paréntesis. Se elevan algunas dudas sobre la vitalidad del proceso; se hacen notar ciertos puntos de fuga o ciertas situaciones problemáticas. Pero hasta la unidad que vamos a ver nosotros sobre los años ’30 (aunque insisto que vamos a ir para atrás para ver que ya estaban estas cuestiones) no podríamos hablar de un rechazo o una impugnación del modelo, sino, en todo caso, de la presencia de algunos elementos preocupantes que merecían un llamado de atención. Esto era fácil de ver 1

El Nacionalismo en Argentina. Lugones. Los Hermanos Irazusta

Embed Size (px)

Citation preview

Materia: Pensamiento Argentino y Latinoamericano

Cátedra: Prislei

Teórico: N° 10– 9 de Octubre de 2012.

Tema: El nacionalismo en Argentina. Lugones. Los hermanos Irazusta.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Profesor Daniel Sazbón: Buenas tardes, me presento: mi nombre es Daniel Sazbón, y tendré a mi

cargo dos teóricos: este y el que viene. En términos cronológicos, que no es siempre un criterio para

ordenar los temas en esta materia, vamos a hablar de temas que se desarrollan en los años 30 y 40. Sin

embargo, verán que en la clase de hoy vamos a ir un poco para atrás para presentar estos temas. Pero,

como dije antes, no es un buen criterio el cronológico, ya que hemos visto unidades en las cuales se

superponían las fechas entre unas y otras. Yo diría que, para presentarlo en forma más o menos sintética,

lo que vamos a ver acá fundamentalmente tiene que ver con la aparición de una serie de intervenciones

políticas, culturales e intelectuales que por primera vez en el transcurso de nuestro programa van a

significar una impugnación directa y frontal -no solamente parcial- a uno o a todos los postulados más

fuertes sobre los cuales descansaba el modelo cultural, simbólico histórico, político y económico que

venimos viendo desplegarse desde el comienzo de la primera unidad de nuestro programa: para ponerlo en

una sola palabra eso –lo cual tiene todas las ventajas y desventajas de la síntesis-, es la aparición de la

impugnación fuerte y frontal del modelo liberal.

Nosotros venimos viendo que el programa de desarrollo histórico del sistema político y del modelo

de inserción económica en el escenario internacional del cual se supone que tiene que desarrollar el nuevo

país que surgió de la Revolución de Mayo y resurgió de la reorganización posterior a Rosas, puede ser

sintetizado en la palabra “liberalismo”, teniendo en cuenta todos los matices del caso. Con esto nos

referimos a un modelo a la vez de relación económica, de concepción del sujeto de soberanía, una forma

de concebir la relación entre poder público y las libertades y autonomías individuales, etc. Todo eso que

hemos visto desde el comienzo de la materia sufre a lo largo del tiempo una serie de cuestionamientos,

interrogaciones y puestas en paréntesis. Se elevan algunas dudas sobre la vitalidad del proceso; se hacen

notar ciertos puntos de fuga o ciertas situaciones problemáticas. Pero hasta la unidad que vamos a ver

nosotros sobre los años ’30 (aunque insisto que vamos a ir para atrás para ver que ya estaban estas

cuestiones) no podríamos hablar de un rechazo o una impugnación del modelo, sino, en todo caso, de la

presencia de algunos elementos preocupantes que merecían un llamado de atención. Esto era fácil de ver

1

en textos como los de Ramos Mejía, donde se nos presentaba un llamado de atención a aquello que él

llamaba un excesivo cosmopolitismo de la ciudad de Buenos Aires; también la presencia de la inmigración

en los años del Centenario con respecto a las intervenciones de Lugones y de Rojas.

Todas esas cosas nos hacían notar que, si bien el modelo funcionaba, ese funcionamiento también

tenía adosadas algunas situaciones problemáticas, conflictivas; pero, en general, se suponían que podían

ser resueltas dentro del mismo sistema. En todo caso, con alguna caución, alguna puesta en paréntesis de

alguna de sus variables. A su vez, sabemos que el modelo lo llamamos “liberal”, pero suponía una

aplicación muy particular del término: la diferencia entre república posible y república verdadera era

bastante explícita sobre hasta qué punto se trataba de un modelo liberal pleno. Pero, aún así, ese modelo

parecía gozar de cierto consenso y aceptación general que va caer, de cierta manera abrupta para algunos

y para otros más bien como consecuencia de algo ya visto, para los años 30.

Entonces, si tenemos que darle una unidad temática a este segmento del desarrollo del Programa,

tendríamos que hablar de la aparición, por primera vez, de un rechazo pleno de algunos o todos los

elementos sobres los cuales venimos trabajando hasta ahora.

Nosotros vamos a ver la aparición de estas impugnaciones a través de ciertas intervenciones

particulares, además de un pantallazo más general sobre rasgos compartidos. En términos de figuras

concretas, vamos a hablar de un autor que ustedes acaban de ver en los prácticos: Leopoldo Lugones.

Nosotros vamos a ver aquí otras intervenciones de Lugones, para lo cual, tendremos que remontarnos a

períodos anteriores. Ustedes en el teórico pasado llegaron a los años ’30 con Martínez Estrada; con

Lugones, vamos a poder ver cómo algunas de las variables y las cuerdas que terminan conformando el

panorama de los ’30 ya estaban presentes de algún modo, en algún caso más sumergidas, en otros con

cierta visibilidad, pero en tensión con otros elementos que todavía parecían que permitían suponer la

vitalidad del modelo. La obra de Lugones de la que hablaremos ahora se va a hacer pública en los años

’20 y en algunos casos antes en los ’10 como continuidad de las conferencias El payador, que ustedes

vieron antes.

También veremos otras figuras que nos permitirán reflejar a través de su intervención estos

problemas. No va a ser simplemente un listado de defectos del modelo vigente, cosa que se puede ver en

parte en la intervención lugoniana, sino también la alternativa presuntamente superadora de esos defectos.

Vamos a hablar de un conjunto de autores que van a publicar en la revista La Nueva República a fines

de los años ’20; en particular, en los’30 dos de ellos van a publicar una obra importante para nosotros y

para la historiografía argentina, que es la obra de los hermanos Irazusta, La Argentina y el imperialismo

británico. Digo que es una obra importante para la historiografía argentina, porque, según algunas

2

lecturas, uno podría encontrar en ella la aparición por primera vez de un texto que supone la necesidad de

una revisión de la historiografía argentina, llamémosla, “oficial”, que es lo que se sintetiza con el nombre

“revisionismo histórico”. Como parte de estas impugnaciones y ataques al modelo dominante, va a

aparecer también, en particular con los hermanos Irazusta, esta intervención revisionista. Insisto que

vamos a ver luego que otras lecturas podrán rastrear este tipo de intervenciones ya antes, incluso para

fines del s. XIX. Pero la obra de los Irazusta es particularmente gráfica sobre la conexión de un tipo de

recorrido histórico, de concepción de la historia, y un tipo de sistema político. Esto va a ser para nosotros

importante, porque nuestro objetivo en esta materia no es tanto hacer una lectura de esta obra o del

revisionismo desde el punto de vista historiográfico, sino desde el punto de vista de una intervención

político-cultural. Eso es lo que vamos a tratar de explicar: por qué algunos autores a partir de cierto

momento van a plantear, no simplemente el agotamiento del modelo liberal, sino también un rastreo que va

a tratar de encontrar en el pasado las causas del presente, para algunos, decadente o ruinoso de los años

’30. La Argentina y el imperialismo británico es del mismo año que Radiografía de la Pampa: son de

1933: esa coincidencia vamos a tratar de notarla, porque ambas suponen desde perspectivas bastantes

distintas dos impugnaciones y la clara señal de que existen elementos que requieren una revisión completa

de la forma que hasta eso momento veníamos entendiendo nuestro pasado, nuestro presente y nuestro

futuro.

Si ustedes recuerdan la clase anterior, el final de Radiografía de la Pampa era una apuesta al

futuro para vivir en salud, pero justamente eso requería una revisión psicoanalítica… Tengo entendido que

ustedes vieron Radiografía en los teóricos anteriores, ¿no? ¿Vieron esta última parte?

Estudiante: Sí.

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: De Lugones entiendo que no vieron en los teóricos más que El payador. De Lugones

vamos a hablar hoy.

Por último, una tercera intervención, que aclararemos más la clase que viene, que, en verdad, está

conectada con esto, es la de un autor que también podríamos retrotraer hacia épocas anteriores: se trata

de Manuel Gálvez. Podríamos retrotraerla, porque es una figura con bastante importancia en la historia de

la literatura argentina y una figura de referencia política. Una de sus obras más importantes es del año ’09:

El diario de Gabriel Quiroga. Quizás hablaron de eso, cuando vieron a Rojas y Blasón de Plata;

3

porque tiene que ver con las intervenciones en la época del Centenario. De esa figura vamos a hablar la

clase que viene con un texto que compila artículos publicados en el diario La Nación, que va a salir

también en los años 30, que se llama Este pueblo necesita. Es el nombre de la sección donde aparecen

esta serie de artículos; en cada artículo agregaba una necesidad que “este pueblo necesita”. Lo dejo para

la clase que viene, porque hay una especificidad, que, en verdad, vamos a rozarla hoy.

Por otro lado, hay un tópico común que va a conectar a Gálvez con las intervenciones que

veremos hoy: el tópico común es el del nacionalismo. Las intervenciones que veremos de los hermanos

Irazusta, de Lugones y de Gálvez, y también de otros autores que comentaremos al pasar, se tratan de

puntos de vista que, para usar una mala síntesis, se suelen simplificar diciendo que son figuras

nacionalistas. Vamos a ver por qué hace falta profundizar un poco más sobre esto. También ocurre con

Gálvez. ¿Por qué hablé de especificidad? Porque el caso de Gálvez lo vamos a tratar de ver en conexión

con la recepción que tiene Argentina del fascismo italiano (una deriva posible de las impugnaciones

nacionalistas al modelo liberal). Verán que la obra de Gálvez es explícitamente admirativa y receptiva de

ese modelo del fascismo italiano. También veremos algunas cosas en Lugones de esto, pero es más

evidente en Gálvez.

Entonces he preferido distinguir ambas clases: la de hoy concentrándome un poco en el

nacionalismo en general y puntualizando ciertos tipos de nacionalismo; y dejar para la clase que viene una

presentación de qué es el fascismo italiano (hay toda una discusión sobre si se puede hablar de fascismo

en general o es solamente un término que refiere a una situación histórica concreta). Veremos de qué

manera Gálvez recupera ese fascismo; o sea, qué del fascismo le interesa a Gálvez. Además, como última

parte de la clase y para preparar el terrero de la unidad que sigue, ver el impacto que tienen en Argentina

el fascismo, pero, sobre todo, también el antifascismo. Es importante retener esto, porque en los años ’30,

y más todavía en los ’40, una vez que se desate la Segunda Guerra Mundial, el panorama

político-intelectual argentino va a sufrir un impacto muy marcado de la coyuntura internacional. Esto

ustedes lo vienen viendo a lo largo de toda la materia, pero va a ser particularmente marcado en los años

’30. Esto permite conectar con la unidad que viene, la unidad 5, porque es importante que vean que hay un

conjunto de trincheras y posiciones que van a preceder la aparición del fenómeno político más importante

que veremos luego en la materia, que es el peronismo. Es interesante ver en qué ámbito se va a recoger la

recepción al peronismo antes que exista. Esta cuestión va a tener con el fenómeno histórico de la

Revolución de Junio del ’43. Pero previamente trataremos la contraposición de las posiciones políticas más

amables o afines al fascismo italiano y aquellas que van a colocarse en pie de guerra a ese fascismo que

4

verán como una amenaza internacional, lo cual los va a hacer percibir el peronismo y otros fenómenos

políticos similares como la cara Argentina de ese fenómeno universal Acá me refiero al antifascismo

como una identidad política de un conjunto de autores, y no como los rasgos particulares de algunas

figuras. Es un conjunto de equivalencias que va a hacer que una serie de autores y partidos políticos

compartan un espacio común como trinchera contra el fascismo europeo o internacional. Ese antifascismo

va a preceder, como dije, a la recepción del peronismo y, de hecho, va a generar una lectura determinada

de este fenómeno. Esto lo veremos en la clase que viene como preludio a la unidad del peronismo.

Para empezar, tengamos algunos elementos en claro sobre qué quiere decir una posición

nacionalista y, a su vez, de qué perspectivas van a aparecer las impugnaciones al modelo liberal. Lo voy a

decir un poco en general, y después va a quedar más claro a medida que avancemos con la lectura de los

textos. Yo pienso presentar la clase de hoy a través de la lectura comentada de algunos fragmentos de

una selección de obras de Lugones que ustedes tienen a disposición. Es una selección de varios artículos

de Lugones publicados en los años ’20 e incluso antes. Pero, antes de ello, es importante que tengamos

una puesta en común de qué entendemos con posiciones nacionalistas y en qué sentido esas posiciones

pueden suponer algún rechazo o tensión del modelo político liberal que venimos viendo desde mediados del

XIX. Esa tensión no es inherente al concepto de nacionalismo, sino más bien a cierta forma de entender

este modelo.

El concepto de nación lo venimos viendo en la materia como hilo que conecta diferentes unidades.

De hecho, hemos visto que en la Generación del 37 la idea de completar la Revolución de Mayo y dotar a

la nueva nación de un pensamiento propio y una revolución del espíritu que continúe la revolución política

era parte inherente de ese programa común. Hemos visto también que, si había un rasgo que compartían

varios de estos autores (Sarmiento, Alberdi y Echeverría), era el de una atención particularmente alerta a

las características singulares de lo local frente a lo que veían como una perspectiva demasiado dispuesta a

trasladar mecánicamente algunos valores universales en el terreno argentino sin percatarse de las

características específicas de nuestro medio. Con esto quiero decir que el problema de la nación es un

problema que está en toda nuestra materia, es decir que aparece a través de todo el pensamiento

argentino.

Lo que ocurre es que no es lo mismo plantearse la cuestión de la nación que asumir una posición

nacionalista. Sería difícil decir que Alberdi o Sarmiento eran o se sentían nacionalistas a partir del hecho

de que tenían esta tensión marcada sobre la especificidad del terreno local y la imposibilidad de

mecánicamente aplicarle recetas o instituciones que provienen de otro lado. En general, convivía la

conciencia de lo específico del medio con la aceptación de que había ciertos valores universales que se

5

desplegaban a lo largo de la historia. Si bien Argentina tenía especificidades locales, igual que los demás

países, esas especificidades no la hacían refractaria a esos valores, sino que, por el contrario, había que

ver cuál era la manera apropiada a este terreno para que puedan germinar ese tipo de elementos que

formaban parte del ideario de estos pensadores. Esto es muy fácil de ver, cuando uno nota la importancia

que tienen la lectura de bibliografía extranjera y los viajes. La utilización de las experiencias de viaje de

Sarmiento a los Estados Unidos le permite tratar de incorporar esos elementos para el caso argentino. En

el caso de Alberdi, tenemos la referencia a Inglaterra. Con esto quiero decir que, si bien hay una

conciencia de que Argentina no es Estados Unidos, por ejemplo, por otro lado, se admite la posibilidad de

que ese tipo de elementos se puedan desarrollar en nuestro país. En ese sentido hablo de cierta idea

universal.

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: Digo “universal” en la medida en que se pueden concebir ciertos rasgos o atributos de

desarrollo civilizatorio dentro de los cuales Argentina tiene que estar incorporada. Argentina sería parte de

una civilización, igual que otros países. Esto requiere que, para que se despliegue completamente en

nuestro terreno, se tenga conciencia de cuáles son los obstáculos propios del terreno. Pero el modelo es

universal.

Estudiante: Hay un determinismo que los va a llevar a ese fin.

Profesor: Puede ser. Pero también hay una intervención política. No es mecánicamente que se

llega allí. Toda la idea de la Generación del 37 es lograr que Argentina pueda desarrollarse como nación.

¿Qué quiere decir “desarrollarse como nación”? ¿Cuál es el modelo de nación que se tiene en mente?

Para Sarmiento, está vinculado con el modelo de la polis griega; para Alberdi, algo más conectado con el

liberalismo anglosajón. No es argentino todo esto. El modelo que se toma es leído, experimentado y

concebido a partir de una referencia empírica o textual. Argentina debería estar en proceso de llegar a eso

a partir de la estrategia gubernamental que se aplique. El gobierno debe generar las generaciones

necesarias, desmalezar las cosas que impiden esto, traer la inmigración, etc. Pero la idea es que la

Argentina se desarrolle como el resto de las naciones civilizadas. A eso me refiero con “concepto

universalista”. Hay un concepto de civilización universal que se aplica al caso argentino, igual que a todas

las demás naciones. Esto no dejaba de lado la importancia al rasgo específico en la Generación del 37.

6

Esto se sintetizaba con esa famosa fórmula un poco ambigua de Alberini, que ustedes habrán visto en los

teóricos y los prácticos: “Iluminismo en los fines y romanticismo en los medios”.

Lo que quiero decir con esto es que, si uno llama nacional a las características específicas de lo

local, la atención puesta en lo idiosincrático, entonces esto ya estaba desde la Generación del 37. Pero

ocurría que esa atención puesta no suponía que no hubiera un desarrollo común, una idea de camino a

seguir común compartido, dentro del cual estaba nuestro país.

La tensión entre nación y modelo liberal, entre nación y modelo económico, entre nación y modelo

político, va a parecer con más fuerza, cuando nos tenemos que enfrentar no ya a una tarea para

desarrollar ese modelo civilizatorio, como ocurría con la Generación del ’37, sino más con los efectos de

ese mismo proceso. El más evidente de esos efectos es el efecto inmigratorio. Eso lo vieron ustedes en las

unidades anteriores. La inmigración nos presenta por primera vez lo que para algunos será un efecto no

deseado del camino a seguir para el desarrollo civilizatorio. Ahí la preocupación por lo nacional va a tomar

un carril distinto, todavía -esto lo quiero resaltar- dentro del modelo liberal, sin suponer una crítica o un

rechazo o un abandono de estos elementos. En cambio, sí es un llamado de atención. Ejemplos muy claros

tienen ustedes en los textos de Rojas, de Lugones con El payador y de Ramos Mejía con Las multitudes

argentinas. En todas estas obras vemos que la presencia de contingentes inmigratorios de un número (y

de una calidad, dirán algunos) tan llamativas, va a suponer un llamado de alerta y una preocupación. Sin

embargo, en estos autores, en general, la preocupación por la presencia de estos efectos no va a implicar

un abandono del modelo. No se va a decir que de lo que se trata es de cerrar las fronteras o abandonar el

modelo de integración con el mundo agroexportador.

A su vez también en el texto de Ramos Mejía podemos notar un elemento que estaba dando

vueltas un poco en tensión, que va a desplegarse más concretamente en El payador y en las

intervenciones culturales de algunos autores posteriores al Centenario de la segunda mitad de los años 10,

y sobre todo en los 20. Esto que ya aparecía en Ramos Mejía era el problema de hasta dónde se podría

mantener un elemento que no era inherente al modelo neoliberal, pero sí a la forma en que el modelo

liberal se había aplicado a la argentina: es la idea de una libertad civil en tensión con la libertad política.

Había una libertad civil, entendida como progreso económico y ascenso social; al mismo tiempo, una

libertad política reducida a un grupo que se considera apto para gobernar, y se supone que el modelo

liberal va a permitir eventualmente el desarrollo del país donde se llegue a un futuro en el cual se darán las

condiciones para que pueda darse una participación política plena. Esto es el traspaso de la república

posible a la república verdadera. Mientras tanto había que mantener cierto sometimiento del conjunto de la

población de parte de esa elite.

7

Esto ya aparecía en Ramos como un elemento de preocupación. Recuerden esta idea del ascenso

al Capitolio de los nuevos miembros de la sociedad resultante del ascenso social de la inmigración, que

aparentemente se querían mimetizar con el nosotros del cual habla Ramos: nosotros los críticos, los que

leemos y mirábamos al otro, etc. Se mimetizaban por la educación y por el poder económico. Pero, en

realidad, si uno rascaba un poco, veía que en definitiva era imposible no notar le contraste, ya que jamás

la instrucción podría compararse con la educación. Por lo tanto, la conclusión de Ramos era más bien

tranquilizadora. En la misma época, autores como Cané van a estar mucho más alerta y preocupados por

esta idea de invasión de este conjunto. Sobre todo, es en el Lugones de El payador cuando uno puede

empezar a notar que esta idea de que el ascenso social supone la aparición de un actor que pone en

entredicho la hegemonía político-cultural de un sector, y más bien supone la idea de ampliar esas fronteras

políticas de participación para formar parte de ella: esto empieza a ser un problema más evidente. En la

segunda mitad de los años ’10, hay hitos notables, como la Ley Sáenz Peña y el surgimiento y

consolidación del radicalismo, que estaba ya en Ramos Mejía como una amenaza de fondo (recuerden la

oposición entre Aristóbulo del Valle y Pellegrini). En el Lugones de El payador, ya estaba directamente

ahí presente y se notaba, por ejemplo, en el prólogo de la edición del libro: esa “plebe ultramarina que

alborotaba el zaguán”. Es la idea de un conjunto de personas que quieren por la fuerza entrar en el lugar

en el que no tienen que entrar.

Con esta situación de la segunda mitad de los años ’10 en mente, vamos a empezar a analizar la

obra de Lugones y, sobre todo, podemos empezar a ver en qué medida una concepción nacional,

entendiéndola como la vamos a entender en Lugones, puede suponer una crítica que eventualmente

suponga la necesidad de abandonar este modelo. Digamos algunos elementos genéricos, antes de verlos

desarrollados en la obra lugoniana. La obra de Lugones, si bien va a ser bastante apta para encontrar

algunos elementos de esta tensión, también va a presentar algunos problemas; porque algunos elementos

muy fuertes del nacionalismo de los años ’20, ’30 y ’40, no van a estar en Lugones, sino que va a haber

una contraposición. Por ejemplo, el tema de la religión católica.

El nacionalismo va a empezar a convertirse en una identidad política, y no simplemente una

preocupación político-cultural, cuando se empiece a construir la certidumbre de que existe algo como

nación que está en peligro y amenazada por ciertos rasgos del modelo reinante. No va a ser casualidad

que uno de los artículos más importantes de Lugones en esta deriva se llame “Ante la doble amenaza”.

Esa palabra (“amenaza”) va a penetrar muy fuertemente en el discurso de varias figuras que van a

aparecer en la época, del lado de Lugones, pero también enfrentadas a él. Sobre todo, comparten este

rechazo a algunos o a todos los rasgos que constituyen el modelo liberal.

8

La idea de la amenaza se puede presentar desde diferentes perspectivas. Una, que sería la

económica social, está vinculada con la amenaza de subversión del orden social. Esto se puede encontrar

también en Ramos Mejía. Recuerden la amenaza de la muchedumbre socialista o anarquista. En verdad,

va a estar muy fuerte a partir de principios del s. XX, puntualmente a partir de la aparición de un actor que

se va constituyendo desde fines del s. XIX y que toma fuerza y visibilidad mayor en el comienzo del XX: el

movimiento obrero. Este movimiento obrero es en una gran proporción producto de la inmigración. Acá ya

se nota cómo aparece la conexión “obrero = extranjero”, a la cual hay que agregarle un tercer elemento:

“obrero = extranjero = revolucionario”. Es decir, este obrero extranjero puede atentar contra el orden. Los

conflictos gremiales, la aparición del movimiento obrero a partir de sindicatos, gremios, movimientos (como

en anarquismo) y partidos (el Partido Socialista se forma en 1896) y el impacto que tiene el anarquismo en

los principales sindicatos de trabajadores, como la FORA. A su vez, el rasgo doblemente extranjero de los

trabajadores anarquistas, y posteriormente bolcheviques, por su origen y por su internacionalismo. Tienen

una explícita adhesión a posiciones internacionales. Recuerden el símbolo del 1ro de Mayo, los mártires de

Chicago. La conmemoración del caso argentino de fechas referidas a hitos del movimiento obrero

internacional. Este tipo de cosas son las que van a construir para algunas figuras de la época la

equivalencia de la subversión social como equivalente de la amenaza extranjera. En estos casos, lo que

aparece en peligro es lo “nacional”.

Noten que acá lo nacional supone por contraste, por un lado, lo que tiene que ver con lo argentino

en el sentido de lo territorial, de origen biológico (o sea, nacido en el país); pero, sobre todo, un modelo

social basado en una idea de orden y estructura social que se veía amenazada por la revolución. Quiero

que vean que son dos cosas distintas que aparecen conectadas. La nación es, no simplemente el conjunto

de personas que nacieron en el país, sino también una sociedad con determinado conjunto de normas y

orden, a la cual el movimiento obrero, la subversión y la amenaza roja pondrían en peligro.

En términos cronológicos, la fuerza del movimiento obrero a principios del s. XX, y sobre todo del

anarquismo, va a suponer de parte del orden político gobernante, del partido conservador, una serie de

medidas represivas y una serie de medidas de preocupación por la cuestión obrera. Por un lado, la

aparición de la Dirección de Trabajo, para tratar de preocuparse un poco más sobre la cuestión laboral.

Pero, sobre todo, medidas represivas, de las que la más conocida, que tiene que ver con nuestro tema de

hoy, es la Ley de Residencia. Supone por definición la puesta en paréntesis de la sociedad liberal. Si el

modelo liberal se reflejaba en una de sus formas más claras en la Constitución del 53 y la referencia

alberdiana al “gobernar es poblar” (o sea, que vengan todos los que quieran al país), la Ley de Residencia

plantea un límite: al conjunto de personas que no se comporten como el gobernante determina, se lo puede

9

expulsar. Esto de por sí supone la puesta en suspenso de algunos de los elementos típicos del liberalismo,

que a su vez eran producto de una forma de concebir el desarrollo nacional: se suponía que el desarrollo

nacional requería y dependía de esa llegada de extranjeros. Ahora esa llegada de extranjeros aparece

como eventualmente problemática. Es importante notar que la Ley de Residencia continuará en vigencia,

aunque no se aplique tanto, durante mucho más tiempo. Generalmente se la asocia a comienzo de los años

del s. XX, desde 1904, pero, en rigor, durará casi hasta los años 60. Va a ser aplicadas durante el

peronismo a algunos trabajadores, por ejemplo.

Por otro lado, como forma de demostrar la equivalencia entre ambos peligros, la doble amenaza

(como dije, veremos a Lugones directamente alertando contra esa doble amenaza), pensemos en el

impacto de la Revolución Bolchevique: inmediatamente, como correlato de este evento, se forma la Liga

Patriótica en 1919, en el contexto específico de la llamada Semana Trágica (la huelga de los trabajadores

de los Talleres Vasena). Pero más que el contexto de esa huelga y esa represión, con muchos muertes

(doblemente reprimidos, ya que lo fueron en el contexto de la ocupación de los talleres y después en el

sepelio de las víctimas de esta primer represión), por el hecho de que gobernaba desde el año ’16 el

radicalismo. Y la existencia de la Liga Patriótica ya es reveladora no solamente de la preocupación de un

conjunto de la elite (se supone que la Liga está formada por los miembros más prominentes de esta elite),

sino con la idea de la incapacidad del gobierno percibida por este sector por hacerse cargo del problema

por su cuenta. Es decir, la Liga Patriótica existe, porque no se le tiene confianza al gobierno para enfrentar

este problema. Recuerden que uno de los actos del grupo que posteriormente se hará llamar la Liga

Patriótica en enero de 1919 es ir a cazar extranjeros, particularmente judíos, en la zona de Once. Se

identificaba así al judío con extranjero y con el ruso, es decir, el revolucionario, el “maximalista”, o sea,

comunista.

Esa acción directa por parte de la elite básicamente lo que está demostrando es que para cierto

sector de este grupo anteriormente gobernante, pero todavía dominante económicamente, el gobierno de

Yrigoyen no tenía ni la voluntad ni la capacidad para hacerse cargo del problema por su cuenta. Acá

aparece otra deriva del mismo problema: la idea de que el modelo liberal es en sí, o, en todo caso, bajo la

forma democrática populista de Yrigoyen, débil frente a esta situación de amenaza. Acá no se estaría

diciendo: “Yrigoyen es comunista”. Pero sí: “Yrigoyen es débil frente al comunismo”. Luego se va a

avanzar un paso más: no es Yrigoyen el problema; es el sistema liberal. Son las libertades políticas que

supone el sistema liberal o el tipo de relación que estable el modelo imperante entre grupo gobernante y

base política: lo que se va a llamar el “demoliberalismo”. Así se impugna al mismo tiempo el modelo liberal

y la democracia política.

10

Desde esta perspectiva, lo nacional aparece referido a una unidad amenazada y en peligro por la

doble amenaza de la invasión de inmigrantes extranjeros y, sobre todo, de la subversión del orden político.

Frente a eso, será necesario un tipo de gobierno que logre mantener las jerarquías establecidas inherentes

al sistema. Con esta deriva rápida que hicimos, vemos cómo lo nacional aparece en esta línea -que no es

la única- identificado como un sistema que logre poner límites a la amenaza extranjera socialista,

comunista y anarquista.

Desde otra perspectiva de lo nacional, pero conectada con la anterior, más allá del problema del

inmigrante y el trabajador, el problema liberal tiene que ver con este mismo tópico que acabamos de decir,

pero extendido más allá de lo económico-social: la subversión de valores. Acá también rozamos un tópico

común, porque lo hemos visto ya en la Generación del 37: la idea de la correcta jerarquía entre lo espiritual

y lo material. Este tipo de lecturas van a aparecer con mucha fuerza del lado de las impugnaciones al

liberalismo político que vienen de la mano de la Iglesia y ciertas figuras conectadas con el pensamiento

católico. Para ellas, el liberalismo supone una atención demasiado marcada hacia el individuo: es decir, un

individualismo exacerbado. Recuerden que, desde la perspectiva de la soberanía política y del sujeto de la

soberanía, el liberalismo supone necesariamente el acento en lo individual.

Para la perspectiva católica, por ejemplo, la idea de nación supone la idea de cuerpo, de

organismo. Esto lo vieron ustedes en otras lecturas: la idea del conjunto social entendido como un

organismo vivo, dentro del cual cada individuo es una parte que no tiene autonomía, sino que es

dependiente de la estructura. El individualismo invertiría este tipo de relaciones, colocando a la célula por

encima del organismo; asume la peregrina idea de la autonomía individual y, al hacerlo, fomenta la

disgregación del conjunto. El liberalismo es así rechazado e impugnado por su potencial de debilitamiento

del conjunto y de disgregación del organismo social, en una crítica que en algunas intervenciones del

pensamiento católico se retrotrae en una genealogía a la Edad Media como modelo armónico de

funcionamiento colectivo y una ruptura que de acuerdo a las figuras puede retrotraerse al pensamiento

ilustrado, a la Reforma, a la Revolución Francesa, etc., y en algunos casos se concatenan estos elementos

para llegar a la Revolución Comunista. Pero esto sucede, no por su potencial disruptivo social-económico,

sino como coronación de una genealogía que viene desde el momento en que se cayó el orden establecido

tradicional y jerárquico. Supuestamente, habría habido un organismo social con funcionamiento armónico

hasta la Edad Media, y eso se rompió con el desarrollo del mundo moderno, cuando el individuo se creyó a

sí mismo independiente y autónomo del conjunto del cual formaba parte.

Este tipo de lecturas van a tener un eco importante en algunas figuras en el caso argentino. Pero

no hay que confundirlas con las intervenciones de Lugones, donde justamente hay un rechazo muy

11

marcado al catolicismo y a la Iglesia cristiana. Si ustedes han leído El payador, habrán visto las

numerosas ocasiones en las cuales se critica y se rechaza a esa “religión de esclavos”, como la llama él.

Digamos al pasar que para los años ’30 Lugones se terminará convirtiendo al catolicismo.

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: Creo que tiene más que ver por un gusto por la provocación en Lugones.

Estudiante: Le queda de sus años socialistas.

Profesor: Más que de su socialismo, casi de su anarquismo. Él forma parte del Partido Socialista,

pero rompe por izquierda; se va con Ingenieros con una lectura muy crítica de la forma en que el Partido

Socialista se integra al sistema político argentino. Para Lugones hace falta una acción mucho más fuerte

de ruptura.

Es evidente notar cómo algunas cosas se van anunciando y, al mismo tiempo, ver hasta qué punto

uno puede encontrar que lo que va diciendo forma parte del ideario liberal y cuándo ya directamente no.

Llega un momento en el que va a decir que está todo mal, que hay que cambiar directamente la

Constitución. No es ya simplemente tal o cual elemento; por ejemplo, la Ley de Residencia, es claramente

una llamada de atención respecto a un elemento del liberalismo, pero, por otro lado, seguimos teniendo un

modelo de libertades individuales y civiles, de democracia, aunque bastante sui generis hasta la Ley Sáenz

Peña. Vamos a ver que Lugones en un momento dado va a decir que eso hay que abandonarlo por

completo: todo ese sistema debe ser abandonado. Va a considerarlo como un tipo de experimento que

funcionó mal.

Estábamos viendo diferentes formas de entender por qué lo nacional puede suponer un rechazo o

un abandono de elementos liberales. La línea católica que acabo de comentar va a ser muy fuerte en los

años ’20, cosa que a su vez hay que conectarla con algunos rasgos del pensamiento europeo. Aunque

suene paradójico, el nacionalismo en general es también importado. Tiene muchos elementos del

pensamiento francés en particular en el caso argentino, aunque también de autores hispánicos. Hay varias

vías de aproximación e influencias que se pueden encontrar en el nacionalismo argentino de la segunda

mitad de los ’20 y en los ’30. Una de ellas tiene que ver con el cristianismo católico hispanista. Hay varias

figuras que después podemos comentar particularmente. Una de ellas, que además estuvo en Argentina

como representante diplomático de su país, es Ramiro de Maeztu, una figura bastante notable, con cierto

12

paralelo con el Lugones de los ’30. Otra de las influencias importantes va a ser el nacionalismo francés

antidemocrático, en algunos casos monárquico, en otros no, pero sí antipopular. Esta figura se encarniza en

el grupo que se forma en Francia con el nombre de Acción Francesa (Action française), con figuras

como Charles Maurras y Maurice Barrès. Para ellos aparece esta conexión que mencionábamos antes: el

sistema político liberal supone tendencialmente la amenaza de la integridad nacional, o bien porque

subvierte los valores, o bien porque es demasiado permeable al ataque de enemigos extranjeros, o bien

porque coloca demasiada importancia a las libertades y a los apetitos individuales, o bien porque supone un

materialismo exacerbado. Ahí es donde se le coloca valores superiores. Responde a esta idea de jerarquía

de valores. Por encima de las apetencias individuales de desarrollo económico, tiene que estar el interés de

la nación. El liberalismo supondría una inversión de eso, ypor eso pondría en peligro lo nacional.

No hay que tomar a este nacionalismo, entonces, como un programa organizado y armónico de

intervención política, sino que más bien incluye un conjunto de identificaciones que suponen el rechazo a

uno o a todos los elementos del sistema liberal. Ese rechazo se puede basar en dogmas de la Iglesia

católica, en la preocupación por la amenaza extranjera, etc. En general, más allá del acento donde se

coloque, coinciden en que frente a esas amenazas el modelo en contraposición debe ser uno que

simétricamente pueda enfrentar lo que no puede enfrentar el modelo liberal. Si el modelo liberal es

demasiado permeable y blando ante algunas amenazas, el modelo que se le contrapone tiene que ser

autoritario y fuerte y tiene que poner límite a determinadas libertades. Si el modelo liberal es impugnado

por la subversión de determinados valores y jerarquías, el modelo que se le contrapone debe ser por el

contrario jerárquico y delimitador de las posibilidades de movimiento de las capas de la sociedad. En ese

sentido, van a aparecer, en algunos casos como derivas lógicas, y en otros como una especie de amalgama

un poco indigesta, equivalencias entre tradicionalismo, autoritarismo, énfasis en lo jerárquico, espiritualismo

entendido como antimaterialismo, etc. Todos estos son rasgos de este tipo de intervenciones nacionalistas

que podemos encontrar en nuestro país, ya anunciándose en los 20, pero sobre todo en los 30.

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: Todavía no usemos la palabra “fascismo”. Después vamos a ver bien qué quiere decir el

término “fascismo”, con todas las precauciones del caso, porque no es esto algo saldado. Ninguna de las

discusiones en la historia intelectual está saldada, claro, pero este es un término bastante problemático.

Más allá de ello, efectivamente hay algunos elementos del nacionalismo que se vinculan con el fascismo;

otros, no.

13

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: Algunas de estas intervenciones van a plantear la idea de una sociedad ordenada

jerárquicamente. Gálvez va a ser muy claro en ese sentido. El Lugones de los años ’30 va a decir que la

verdadera democracia es la democracia donde gobiernan los idóneos. Los idóneos son un grupo, no todos.

Es la idea de que las diferencias naturales se tienen que traducir en diferencias sociales y políticas. Ese es

un tipo de nacionalismo que va a estar muy fuerte ahí.

Estudiante: Se abandona la pretensión igualitarista del modelo liberal.

Profesor: Exactamente.

Estudiante: ¿Y qué sucede con el nacionalismo de Scalabrini Ortiz y del peronismo?

Profesor: Ese sería el nacionalismo de tipo popular. Yo del que estoy hablando ahora es de un tipo

de nacionalismo antiliberal que algunos lo llaman “restaurador”. No todos los autores van a compartir esto,

por eso digo que es muy difícil hablar en general, porque son intervenciones más particulares, aunque

pueden conectarse políticamente. Algunos lo llaman “restaurador” porque suponen que había una especie

de mundo ordenado previamente al cual el liberalismo ha desordenado, y hay que volver a tratar de

establecerlo en el país. No todos van a plantear esto, de hecho, uno de los elementos que veremos luego

sobre el fascismo es que hay una tensión entre algunas lecturas nostálgicas de un mundo pasado perdido,

pero, por otro lado, apunta más bien a un futurismo, a una idea más revolucionaria y transformadora, está

más preocupado por la transformación y el avance que por mirar hacia atrás.

Todo lo que estoy diciendo hasta ahora es un tipo de nacionalismo que supone estas

impugnaciones políticas, digamos, “por derecha”, más bien del tipo reaccionario, contrario al desarrollo de

la modernidad, anti-igualitario, anti-democrático, etc. Van a haber intervenciones nacionalistas en la misma

época y posteriores en los ’30 y los ’40. La vez que viene comentaremos algo sobre el grupo FORJA,

donde están Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche, que van a rechazar algunos elementos del modelo liberal,

pero, sobre todo, desde la perspectiva desigual entre la economía argentina y la economía mundial

(particularmente la norteamericana y la británica). Esto también aparece en los Irazusta, pero desde otro

lugar. A diferencia de estos autores que acabo de mencionar, no van a concebir al modelo democrático

14

como algo que ponga en peligro el país, sino que, por el contrario, van a partir de que la soberanía nacional

es la soberanía del pueblo. Van a constituir esto que se llama en general nacionalismo popular o populista.

Ese es otro tipo distinto de intervención nacionalista, así como también es distinto el nacionalismo más

culturalista de Ricardo Rojas, del cual ustedes ya hablaron en su momento, que también pone un acento en

lo específico de la cultura argentina, incluso retrotrayéndose al fondo indígena. Pero ese énfasis en la

cultura autóctona no supone tampoco un abandono del modelo liberal.

Del nacionalismo que estoy hablando ahora es particularmente de uno que supone esta

impugnación completa de elementos de la política, la economía y la estructura social liberal que se

condensa en los tres autores que dije. Efectivamente es muy distinto el nacionalismo de Jauretche o de

Scalabrini Ortiz, por decir algunos. Sin embargo, después los vamos a ver conectados un poco bajo la

perspectiva del revisionismo histórico. Sería interesante ver cómo hay conexiones a pesar de las

diferencias.

Estudiante: ¿El nacionalismo restaurador quiere restaurar eso que había antes de la aparición del

liberalismo?

Profesor: Sí, pero no todos van a ir hacia atrás, aunque algunos sí. Por ejemplo, los hermanos

Irazusta, que veremos luego. También va a depender de cómo entiendan el liberalismo y cuál es el “atrás”

o el “antes”.

Estudiante: A eso iba. Uno de los “atrás” es el sistema feudal.

Profesor: Sí para ciertas concepciones católicas, por ejemplo.

Estudiante: Pero esta nación va en contra entre otras cosas de la Iglesia católica.

Profesor: Al contrario. La nación es lo que la Iglesia católica pretende recuperar o restaurar,

porque está en peligro por las ideas liberales.

Estudiante: ¿Es un corporativismo?

Profesor: Sí, exactamente. No sé si vieron con Ingenieros el tema de la democracia funcional. Lo

15

vamos a ver en Lugones y en Gálvez también. Es un modelo corporativo donde…

Estudiante: Pero Lugones en El payador no desea recuperar el orden católico.

Profesor: Claro, como decía antes, el catolicismo no es un rasgo de todos los nacionalistas.

Justamente Lugones es un autor que no va a entrar en este grupo. Estamos viendo una familia de

intervenciones, donde la católica es una de esas. Lugones no va a plantear una época dorada en el pasado

a la cual hay que volver; pero sí va a aparecer esto en otras figuras, como los Irazusta. ¿Cuál es ese

pasado perdido a restaurar? En todo caso, está en la Edad Media. Lo que hay que hacer acá es recrearlo,

naturalmente. En los hermanos Irazusta el ejemplo va a ser Rosas: un gobierno donde se defendía a la

soberanía nacional, donde se colocaba por encima de los intereses económicos el interés del país, frente a

lo que fue la oligarquía liberal, en la cual Rivadavia, Mitre y Sarmiento van a entregar el país al capitalismo

y al sometimiento internacional. Ahí tenemos un ejemplo muy fácil de ver de una mirada decadentista.

Éramos nación, pero cayó Rosas, y la perdimos. Eso lo dejo para después, porque tiene que ver con el

revisionismo histórico. Como acaban de ver, eso implica una revisión de la historia: supone colocar al

panteón nacional casi en forma asimétrica: los antiguos héroes pasan a ser villanos, y viceversa.

Estábamos hablando antes de las lecturas europeas y francesas, que implican esta idea de la

amenaza que supone para los intereses del país el excesivo peso que tienen algunos valores liberales. Por

ejemplo, la idea de igualdad. Es profundamente anti-igualitario este nacionalismo. ¿Por qué? Porque la

igualdad supone inventar entre los políticos lo que naturalmente es desigual.

Estudiante: ¿Es racista?

Profesor: En algunos casos, sí; en otros, no. No hay un rasgo común a todos ellos. Y otra cuestión

conectada: no todos los racistas son antisemitas, cosa que sí va a estar muy fuerte en algunos. Y quiero

dejar esto para después, porque va a tener que ver con la recepción que tienen el fascismo y el nazismo en

Argentina. Algunos de estos nacionalistas de los ’20 y ’30, ante el ejemplo del modelo alemán, van a

compartir algunos elementos y van a tener un prisma racista y antisemita en Argentina. Van a ver los

problemas del país como responsabilidad de los judíos, los extranjeros y los comunistas. Otros, no. Gálvez,

no. Lugones y Gálvez van a ser muy firmes ante la crítica al antisemitismo. De hecho, Lugones va a

prologar un texto que denuncia la falsedad de Los protocolos de los sabios de Sión. Por eso, no se

pueden hacer asociaciones mecánicas entre nacionalista, reaccionario, antisemita…

16

Estudiante: Pero por el hecho de que son anti-igualitaristas.

Profesor: No son igualitaristas, pero no necesariamente las desigualdades son biológicas. En

algunos casos, sí. De hecho, en muchos casos son racistas pero respecto a indígenas y pueblos inferiores.

Lugones en un momento dice: “No importa la raza con tal que sea blanca”. Lugones también tiene ese

elemento, pero no es antisemita.

Estudiante: (Inaudible).

Profesor: Ellos están en desacuerdo con la igualdad democrática o liberal, la igualdad abstracta.

Lo que van a impugnar Lugones, Gálvez e incluso el nacionalismo católico es la libertad abstracta del

liberalismo. El liberalismo abstrae las características particulares y dice “un obrero es igual a un

presidente”.

Estudiante: ¿Por qué es igual un obrero a un presidente?

Profesor: Esto es claro dentro del modelo liberal: votan igual, ante la justicia son iguales, tienen los

mismos derechos, etc. Esa igualdad va a ser rechazada por muchas de esas figuras como una abstracción

que lo que hace es subvertir las diferencias naturales. “No, no somos iguales. Hay algunos con

características mejores que otro”. Igualar es desordenar, para ellos. Esto va a estar más claro en Gálvez,

aunque Lugones lo sostenga también.

Arranquemos con el texto de Lugones, así esto va ganando en claridad. Después veremos algunas

intervenciones de figuras de la Iglesia católica. No voy a presentar quién es Lugones. Ya lo conocen por

las clases anteriores. Me voy a detener en algunas intervenciones de los años ’10 y ’20. Del contexto

histórico, ya comenté algo: el impacto del Centenario, luego la Ley Sáenz Peña, el ascenso del radicalismo

al poder y la Revolución Bolchevique. Son toda una serie de elementos que hay que tener en cuenta para

entender por qué una figura como Lugones que va a empezar como les voy a leer va a terminar como

veremos. Estamos viendo a Lugones como representante de un grupo. Es un individuo, hay rasgos

particulares en su pensamiento, pero es un buen barómetro de algunos cambios: cómo una figura tan

importante en las letras y en la política argentina va variando de esta manera su pensamiento.

El primer texto que les voy a presentar es del año ’10. Yo creo que ya han visto que para la

17

década del Centenario Lugones escribe por encargo del gobierno para celebrar tal evento. Acá hay varias

cosas que podríamos decir sobre el lugar del intelectual y del escritor en relación con el mercado y con el

Estado, sobre la necesidad de tener algún sustento material para su producción, etc. Lugones escribe las

famosos Odas seculares, donde está la idea de “Argentina=campo”. Eso es importante. La oda a los 100

años de Argentina es una oda al campo y a las vacas argentinas. No casualmente Lugones a partir del año

1911 es columnista estable del diario La Nación. Pero, en la misma época, escribe una obra que se llama

Didáctica. Acá ya podemos encontrar algunos elementos que después vamos a encontrar en El

Payador. La Didáctica es la educación para formar argentinos.

Tengo muchas cosas, pero voy a leer solamente un par, porque no hay tiempo. Va a aparecer la

idea de patria, pero va a aparecer contrapuesta a la idea antigua de patria, que es la vinculada a conquistas

militares. Dice Lugones: “El progreso de la civilización ha modificado el concepto de patria.

[…] Es un organismo evolutivo: tiene que evolucionar”. Más adelante dice:

La vasta extensión de nuestros dominios coincide con la posibilidad del

aprovechamiento intensivo. Su disfrute por medio de la ciencia es más barato que su

aumento por medio de la guerra.

Profesor: A partir de acá, hace toda una serie de intervenciones donde rechaza la equivalencia

“patria=conquista territorial”. Dice luego: “Vale más para la patria la adquisición de un progreso en

su libertad o en su justicia que la de un vasto territorio”. Es interesante, porque ahora van a ver como

cambia. Patria es equivalente a progreso; esta idea está muy vinculada con el modelo de desarrollo de la

civilización a partir del avance de la economía, la técnica y la felicidad. Es un modelo optimista que uno

podría simplificar diciendo “liberal”.

Dice él: “La conquista es un concepto militarista de hacer la patria”. Este es el concepto que

rechaza. Y luego dice: “El militarismo es una forma de pesimismo patrio: estriba en la creencia

común de que el estado de guerra es natural y permanente en las sociedades. Supone que la

civilización guerra es constantemente necesaria”. Hacia el final dice: “el progreso consiste en la

sustitución de la violencia por el ingenio”. Esto es una referencia que pueden encontrar en otros

autores del s. XIX, como Spencer. Spencer es el ejemplo más claro de un autor liberal británico. Es la idea

de que en el pasado los estados dependían para su progreso de la guerra, y por eso tenían que tener un

peso muy marcado dentro de su estructura para poder defender al territorio y avanzar; mientras que ahora

es el comercio el que ha suplantado a la guerra, y por eso los Estados deben ir desapareciendo. Esto

18

también es liberal: un Estado cada vez más chico. Noten qué cosas ha quedado de este texto de 1910: la

guerra como algo más bien característico del pasado. Salteo las partes donde dice que la guerra fue muy

importante al comienzo, pero ya no; el progreso como algo que propende al desarrollo de la patria.

A continuación aparece el tema de la inmigración. Recuerden que el texto se llama Didáctica y

tiene que ver con la formación de argentinos a través de la escuela. También notarán las referencias a

Sarmiento, que aparecen varias veces. Sarmiento para nosotros va a ser un indicador muy importante: la

manera en que aparezca nos va a mostrar de qué forma la intervención se coloca frente a la tradición

anterior: si la rechaza o si la toma por partes. Recuerden, por ejemplo, en Martínez Estrada: Sarmiento, el

culpable de todo. Vamos a verlo de vuelta hoy. Dice Lugones: “¿Cuál es el mejor tipo de argentino que

la escuela debe formar? Sencillamente, el del mejor hombre civilizado”. Noten que esto de “el mejor

hombre civilizado” también plantea qué era la universalidad. “No hay en esto ningún secreto especial,

puesto que, si los argentinos desean civilizarse, es para parecerse a los demás hombres

civilizados”. ¿Se dan cuenta de esta idea de civilización como un conjunto universal? “Todavía no tienen

raza, ni esto importa mucho con tal que sea blanca y esté formada en los principios de la libertad y

la justicia. En cambio, existe un hecho ventajoso entre todos: la democracia”. ¿Se dan cuenta que el

Lugones que estoy leyendo es el Lugones que está “dentro del sistema”? El progreso, la universalidad de

la civilización, la democracia.

Estudiante: Perdón. No entendí lo último.

Profesor: ¿Lo último que leí? Dice algo así como que no importan las formas civilizatorias, que

cualquier raza es buena (con tal que sea blanca) y luego dice: “Hay un hecho ventajoso entre todos: la

democracia, que es por el momento el desiderátum social de la civilización”.

Después aparece Sarmiento. Lamenta haber escuchado algo. “No hace mucho he escuchado

con asombro en la tierra de Sarmiento grupos de mozos que alternaban sus vitores a la patria con

gritos de “¡Mueran los gringos!” ”. Esto lo indigna: cómo puede ser que alguien diga querer a la patria

y pensar que eso supone estar en contra de los extranjeros. El Lugones que estoy leyendo es el Lugones

que servirá para contrastar con el que sigue; es un buen indicador del pensamiento de la elite liberal del

momento. No tenemos mucho tiempo para leerlo todo, pero cada tanto aparecen algunas precauciones

respecto del modelo. Voy a leer una llamada de atención que aparece, que ustedes podrán conectar para

atrás con Las multitudes argentinas y para adelante con El payador. Es cuando le da mucha

importancia al idioma. Esto lo pueden recordar en cuanto a referencias al modernismo: para el poeta el

19

idioma es un elemento central, porque ahí se expresa la raza en sentido nación, no en sentido biológico.

Entonces dice que el idioma es muy importante, que es esencial para la construcción de la patria. “La

patria es ante todo una cuestión de espíritu, y este se manifiesta por medio del idioma, por lo que

la integridad de ese órgano representa la integridad de la patria.”

Termina diciendo:

La inmigración cosmopolita tiende a deformarnos el idioma con aportes

generalmente perniciosos dada la condición inferior de aquello -la inmigración. Esto

es muy grave, porque por ahí empieza la desintegración de la patria. La Leyenda de

la Torre de Babel es significativa al respecto. La dispersión de los hombres comenzó

con la anarquía del lenguaje.

Profesor: Salvo esto, tenemos un así un modelo bastante oprimiste de integración de todos, que la

escuela los va a formar en la democracia. Pero, ¡ojo con el idioma!: se tienen que argentinizar, alternarnos

el idioma, sería anarquía. No es nada menor el uso del término “anarquía”. Ahí se ve la idea de peligro.

Pero todavía esto no aparece en el texto como algo que implique la necesidad de que no entren más

inmigrante, basta de democracia, basta de liberalismo. Todavía esto está dentro de las coordenadas del

sistema.

Un conjunto posteriores de intervenciones son las que hace Lugones para la época de la I Guerra

Mundial. Lugones está en Francia en este momento, donde también escribe El payador. Escribe una serie

de artículos para La Nación alertando contra la neutralidad de Argentina y la necesidad de que Argentina

tiene que entrar en la guerra. Esos artículos se llaman, por ejemplo, “Neutralidad imposible”. Estos

artículos luego serán compilados bajo el nombre Mi beligerancia. Básicamente lo que va a sostener es

que la civilización está amenazada por Alemania. Alemania es la gran causante de la guerra y la gran

amenaza del orden mundial. Por lo tanto, hace falta defender los valores civilizatorios con las armas.

Noten que acá ya hay un pequeño corrimiento, en el sentido de que ya la guerra no se encuentra como

algo contrapuesto al progreso, como algo del pasado, sino como algo que eventualmente es necesario. Voy

a leerles algunas frases solas. Fíjense cómo se conecta con la dicotomía de nuestro primer autor de la

materia. Dice que se enfrentan dos modelos en esta materia:

El concepto grecolatino ante el cual afirma una inmoralidad el fundamento de la

patria germánica. Esto es lo que desde el fondo de la historia llaman los hombres

20

idealidad y materialismo, civilización y barbarie.

Civilización y barbarie, el viejo esquema sarmientino, lo conecta con idealidad y materialismo (o

sea, espiritualidad y materia) y, a su vez, con dos modelos civilizatorios: el grecolatino y el germánico. Si

ustedes recuerdan El payador, Argentina está en el modelo grecolatino. Frente a la amenaza del

germánico, hay que actuar. Es una guerra en que, como dice el otro artículo, la neutralidad es imposible.

No se puede mantener esa neutralidad, porque lo que está en juego es la supervivencia de estos valores.

“La guerra está en casa”, dice Lugones.

Estudiante: ¿No se vuelve para Argentina, para la casa?

Profesor: Se vuelve a Argentina efectivamente.

Una identificación que va a hacer en esta época y luego va a continuar en los textos siguientes es

la del socialismo con Alemania. El socialismo es un invento alemán, dice. Lo cual para nosotros va a ser

interesante, porque quiere decir que es extranjero. No extranjero, solamente por el hecho de que los

trabajadores vienen de otro país, sino que el modelo socialista que se quiere imponer en la Argentina es de

origen civilizatoriamente distinto. Esto lo vamos a ver después y va a aparecer más claro en los últimos

textos. Pero ya acá aparecen elementos o rasgos del modelo civilizatorio alemán contra el cual el

grecolatino, en el cual Francia, Inglaterra, Argentina e Italia tienen que participar. Uno de esos elementos

civilizatorios impugnados es el socialismo.

Salto a los artículos que saca después de la Guerra. Después de la Guerra, claro, va a ser también

después de la Revolución Bolchevique y además, en el caso argentino, después de la Semana Trágica y la

formación de la Liga Patriótica. Estos artículos van a ser compilados en el libro La torre de Casandra.

Esta referencia mitológica es una figura bastante importante de nuestra materia, que de alguna manera se

puede conectar con Martínez Estrada: es la figura individual que alerta, y nadie escucha, y que cuenta

determinados rasgos de la realidad, porque él solo puede verlas. Ustedes conocen el mito de Casandra en

la mitología griega: la que presagiaba los males, pero que tenía como condena no poder ser nunca

escuchada, ni sus recomendaciones transformarse en algo práctico. Estaba condenada a ver lo que iba a

pasar, pero al mismo tiempo no lograr que nadie pudiera evitarlo. Lugones escribe estos artículos

compilados como La torre de Casandra. Lo que me interesa es ver cómo aparece acá una deriva con

respecto a lo anterior, que para los que vieron El payador ya es conocida. Acá aparece con más fuerza

que antes el anti-democratísimo. Recuerden que en el texto de 1910 la democracia aparecía como algo

21

valioso. Ya en el ’16, cuando publica El payador en forma de libro, esto estaba rechazado, y hablaba de

“la plebe ultramarina”. Acá de nuevo aparece diciendo: “Nadie me escuchó. Yo dije que era importante la

Guerra. Nuestros políticos…”. Esto también es un tópico que ustedes ya han visto en El payador y va a

explicar la deriva posterior de Lugones en los 20: la crítica a la política también.

Los políticos se equivocaron dando por seguro el triunfo alemán. El pueblo, como es

natural, se equivocó junto con ellos, siendo menos culpable por su gran ignorancia.

Pero esto no lo exime de responsabilidad, pues fuera necio además de vil separarlo

a tal efecto del gobierno que libremente se diera. El pueblo estaba envilecido por el

lucro y ebrio de esa triste libertad electoral que goza en el cuarto oscuro, como un

simulacro de mancebía.

Profesor: Acá hay muchas cosas ya vistas en El payador. Esta idea de la falsedad de la

democracia, porque no es más que libertad para elegir las cadenas. Acá aparece como “el simulacro de

mancebía”, como si uno ya estuviese amancebado por votar, cuando en verdad, se sigue sometido, porque

la verdadera libertad nunca puede ser la libertad de someterse a las leyes. Aparecía en el texto El

payador una perspectiva muy aristocrática de libertad: estar por encima de toda regla. En este texto,

respecto al texto Didáctica, tiene un gran corrimiento. La democracia ya no es un elemento valioso. El

pueblo por definición es bruto, ignorante y sometido. Habla del “lucro”, tópico claro antimaterialista. El

pueblo está envilecido por el lucro.

Dice luego:

Creo otras cosas, a mi vez, de las paradojas democráticas. Las dádivas del soberano

poco y nada me tientan; me inspira profunda compasión su triste suerte. Siendo él la

mole y yo la partícula, tengo la pretensión insólita de ser yo quien ha de dar. Así,

cuando veo que lo engañan con esas paradojas, no puedo callarme, aunque sé

también cuánto le agrada la ilusión mentirosa de su soberanía.

Es claro este punto, me parece. Esto es para el ’18, para el final de la guerra: un artículo donde,

aún dentro de todo este corrimiento que está experimentando Lugones, todavía se mantiene un tópico del

pasado –que vamos a ver luego cómo cambia- que es que, criticando a Alemania –la Alemania que está

en este momento a punto de firmar el armisticio, de quedar derrotada- se critica lo que él llama el

“materialismo militarista”. El materialismo militarista es contrario al honor. Insisto, porque la crítica al

22

materialismo aparece también conectada con la crítica al militarismo, y enseguida –año 23- estamos en

presencia del artículo donde aparece claramente el despliegue que comentábamos antes. En el año’ 23,

Lugones va a dar otra serie de conferencias. Así como están las conferencias del Teatro Odeón, que son

las de El payador, están estas conferencias del Teatro Coliseo, que luego compilará Lugones bajo el

nombre Acción. Acá van a empezar a aparecer una serie de términos –la vez que viene lo podemos

comentar mejor- que van a utilizarse como términos para nombrar movimientos o fracciones políticas:

“acción”, por ejemplo –que es el que va a utilizar acá Lugones-, “fuerza, “poder”, “potencia”; que también

tienen que ver con ciertas lecturas que se hacen del modelo liberal. El modelo liberal va a aparecer

asociado, desde esta perspectiva, con lo blando, lo débil, lo cómodo, la comodidad burguesa; y, frente a

eso, algunas intervenciones contrarias a este modelo van a enfatizar estos tópicos: acción, por ejemplo;

energía, movimiento, fuerza. Esto lo voy a desarrollar el martes que viene, pero, para los que conozcan,

reconocerán que estos son elementos típicos de la terminología del fascismo italiano: el énfasis en la

energía, en la acción, en la fuerza, y la correspondiente crítica o rechazo a lo que tiene que ver con la

blanda molicie del burgués.

Acción se llaman estas conferencias. Dentro de estas conferencias del año ’23, la primera, la más

importante, se llama “Ante la doble amenaza”. Año 1923, comienzos del gobierno de Alvear en Argentina,

pero sobre todo final del gobierno de Yrigoyen; Lugones va a escribir este artículo, donde aparecen estos

tópicos. Tengan en mente lo que leí antes sobre la inmigración, sobre el extranjero y sobre la patria como

progreso. Dice Lugones:

Nuestra indiferencia ha dejado correr la afirmación de que no hay paz armada en

América. Voces argentinas han llegado a sostener lo propio, declarando que nos

basta con un ejército defensivo. Ese es el resultado de la ideología sectaria,

cristalizada en dogma; funesta doctrina que ya costó a Francia mares de sangre…

Y a partir de ahí empieza a hablar de la guerra europea, para luego decir:

Si semejante realidad no influye sobre el criterio de quienes lo formamos con la

experiencia y la razón, es porque nos hayamos en estado de fe, bajo el imperio

dogmático de postulados o de sistemas ideológicos, o porque un mal entendido

orgullo nos lleva a confundir con la inmovilidad la firmeza del carácter, que ella no

consiste en sostener lo que una vez se dijo sólo por haberlo dicho, sino en hacerlo

con la convicción adquirida, sea o no contradictoria con la convicción anterior.

Está diciendo claramente que va a cambiar de parecer respecto a lo que postulaba antes. Dos

cosas: primero, lo que se critica es la idea de que alcanza con un ejército defensivo, la idea de paz armada.

23

Acá hay una continuidad con respecto a los artículos de la guerra europea: la idea de que es necesaria la

acción concreta, y, si se quiere, una clara contraposición con los de Didáctica, en los que se hablaba de la

guerra como algo del pasado. Acá directamente se habla de la necesidad de las armas; no para gobernar,

todavía. Al año siguiente ya lo va a decir, en el ‘24; todavía no se está diciendo “tiene que gobernar el

Ejército”. Sí se está diciendo que hace falta un Ejército no solamente defensivo. ¿Para qué? Ahora lo

veremos, pero, antes de ver para qué, en el párrafo que les leí, noten que él dice que vivimos en una

especie de estado de fe, “bajo el imperio dogmático de postulados o sistemas ideológicos”. ¿Qué está

queriendo decir? Que estamos atrapados en un dogma del pasado, que ya no corresponde seguir. Noten

que lo que quiere decir es que hay que revisar los elementos del modelo anterior, uno de los cuales es el

que justamente se basaba en el culto a la paz y a las libertades individuales, frente a la importancia de la

fuerza de la guerra. Enseguida aparece cuál es el problema:

La república [es] pacifista hasta el exceso (…) Estamos en una situación que impone

a todos los ciudadanos una actitud militante, parecida a la militar.

Este juego de palabras ya directamente nos pone en el centro el problema. Estamos en peligro, y

ese peligro exige de nosotros una actitud militante que lleva a lo militar.

El país hállase invadido por una masa extranjera, disconforme y hostil que sirve en

gran parte de elemento al electoralismo desenfrenado.

Ven cómo combinó al mismo tiempo varias cosas: el país invadido, por lo tanto lo que está en

riesgo es la unidad nacional, la soberanía de la nación. ¿Invadido por quién? Por los inmigrantes. El

inmigrante deja de ser visto como abono del país del futuro, como era visto por el modelo anterior; deja de

ser visto como una necesaria herramienta para desarrollar el país, y pasa a ser visto, por el contrario,

como algo que lo pone en peligro, como un invasor. Pero, al mismo tiempo, noten cómo esto se conecta

con la impugnación política: el invasor extranjero es utilizado como base del electoralismo desenfrenado. O

sea que ahí de lo que se está hablando es de la democracia electoral radical. ¿Se dan cuenta cómo en el

mismo párrafo conectó varios elementos del modelo imperante? Más claro todavía lo dice luego.

Enseguida va a hacer un rodeo, diciendo: “no se crean que yo estoy en contra de los extranjeros”, y ahí

empieza a hablar de cómo le gustan los extranjeros que están en el país, hace una referencia a una vez

que vio a un ruso –o sea, un judío- con un chico en el brazo, y le dijo “ese rusito”, “no –dijo el otro- ese es

argentino”, con lágrimas en los ojos. O sea, todo un canto a la receptividad a los extranjeros, a la idea de

que está muy bien que vengan acá; pero, después de presentar todo eso (hay artículos de esta época que

se llaman “Ni xenofobia ni xenofilia”) dice luego:

Nosotros hemos querido cumplir el mandato de nuestros padres…

24

Noten que “mandato de nuestros padres”, ¿qué quiere decir? La generación anterior: Alberdi, el

modelo.

…haciendo de esta patria lo que debe ser: una gran concordia. A la discordia nos la

han traído de afuera.

Esta es una frase muy conocida de Lugones, que es como una continuidad con la Ley de

Residencia: Argentina, como país, les ha abierto las puertas para que entraran, y han traído conflictos que

no había acá.

Necio el que por mal entendida hospitalidad siguiera mulléndole la cueva a la víbora

clandestina que se metió en su huerto.

Es claro: una cosa es ser hospitalario, y otra es permitir que el país se venga abajo por ser

demasiado receptivo. Y a partir de ahí viene la distinción, y dice: hay huelgas que están bien, y huelgas que

son revolucionarias, que lo que quieren es generar el conflicto, el maximalismo de los rusos, etc.

La guerra que nos traen los extranjeros rebeldes es un ataque exterior, mucho más

peligroso que la guerra militar, porque maniobra a traición desde adentro. No hay

guerra civil con extranjeros; toda guerra con extranjeros es una guerra nacional.

Fíjense cómo aparece, entonces, el lenguaje de la guerra, para enfrentar el problema social; la

identificación del trabajador sindicalizado, el trabajador militante de izquierda, como el extranjero enemigo.

¿Se dan cuenta el corrimiento que hubo desde Didáctica en el 10, hasta este texto en el 23?

Enseguida aparece una diferencia que uno podría decir que es entre el extranjero que dejamos que

venga acá, y el “nosotros” nacionales, que somos –dice él-”los verdaderos dueños del país”; con lo cual, lo

que está en discusión es el lugar que le corresponde a esas personas, y la amenaza que suponen para ello.

Dice:

La condición de ciudadano comporta dominio y privilegio para administrar el país,

porque éste pertenece exclusivamente a los ciudadanos en absoluta plenitud de

soberanía. Nosotros ejercemos el gobierno y el mando, somos los dueños de la

Constitución. Nosotros somos quienes aceptamos al extranjero, no el extranjero

quien nos acepta a nosotros. Somos los dueños del país; y de tal modo que, si sólo

quedáramos mil argentinos entre diez millones de extranjeros residentes, seríamoslo

sin duda, porque cuando esto dejara de suceder, el hecho revelaría que el pueblo

argentino había también dejado de existir bajo una dominación extranjera.

Se observa cómo se ha dado una marcada inversión, ya no con respecto a lo que Lugones decía,

sino con respecto al modelo del que veníamos hablando: un modelo que plantea la receptividad extranjera,

25

de inmigrantes, como forma de progreso y desarrollo, ahora los pasa a ver como amenaza, como invasión,

como guerra de conquista; frente a lo cual hace falta una guerra de defensa. Se dan cuenta que, con todas

estas referencias a la palabra “guerra”, la consecuencia inmediata que sigue, ¿cuál es? La ubicación de un

sector dentro de la sociedad argentina como el único posibilitado de ejercer la adecuada defensa de los

intereses nacionales. Antes de pasar a eso, termino con este artículo. Dice Lugones:

Tenemos que afrontar virilmente la tarea de limpiar al país.

No creo que haga falta que les diga mucho.

Estudiante: (inaudible)

Profesor: Sí, efectivamente. La cuestión es que lo que dice que lo perjudica es ese prisma con el

que se mira. La identidad argentina aparece como colocada en peligro por la incorporación de las masas

migratorias. La teoría de la multitud aparecía en Ramos Mejía, pero eso no parecía poner en peligro la

soberanía nacional. En todo caso, le molestaba un poco el excesivo cosmopolitismo, y prefería el interior

tranquilo a la ciudad de Buenos Aires; pero no se decía “hay que limpiar el país”. Por eso digo, acá hay

que tener en cuenta una serie de derivas que están conectadas con lo local, pero también –algo que no

comenté, lo veremos luego- el año 23 ya es el año en el cual el fascismo está en el poder en Italia. En el

párrafo que sigue, Lugones muestra, diciendo que esto que él quiere hacer acá –o sea, que se ponga

límites a la posibilidad de llegada de extranjeros, y que haya una actitud más firme para defender al país- lo

hacen en otros países: en Francia, en Inglaterra, y luego dice:

Italia acaba de enseñarnos cómo se restaura el sentimiento nacional, bajo la heroica

reacción fascista, encabezada por el admirable Mussolini.

Acá, como ven, tiene una referencia concreta, laudatoria del fascismo italiano de Mussolini. Igual,

tengamos cuidado con esto, porque una cosa es que le guste Mussolini como referencia, y otra cosa es

que el modelo a implementar en el país sea fascista. De hecho, en parte lo será, pero por ahora lo que

tiene es que Mussolini le gusta –además fíjense que esto todavía es muy temprano, es en el 23- pero

Mussolini es uno más: Francia, Italia, Mussolini. De hecho, también aparece muy marcado Estados Unidos

como modelo de ponerle límites claros a la acción disolvente del extranjero.

Voy a terminar con esto, antes de hacer la pausa. La del año siguiente es la más conocida de las

intervenciones de Lugones. Lo que quiero que vean es que es como una especie de deriva lógica. Si se

entiende lo que acabo de decir, es claro que Argentina está en peligro. La nación argentina está

amenazada por el extranjero. El modelo político evidentemente no puede enfrentarlo y, al contrario, es casi

cómplice de eso. Recuerden esta idea del electoralismo. ¿Qué aparece luego? Año 1924, el famoso

“Discurso de Ayacucho”. Digamos al pasar que es pronunciado por Lugones en Perú, en conmemoración

26

de la Batalla de Ayacucho, como enviado oficial del país. Lugones forma parte de la comitiva argentina

que va con el general Justo, que para ese momento es Ministro de Guerra de Alvear. Y, como parte de

esa comitiva, da el discurso famoso, donde, después de presentar una recordación de la batalla, termina

diciendo:

Señores: dejadme procurar que esta hora de emoción no sea inútil. Yo quiero

arriesgar también algo que cuesta mucho decir…

Este es un lugar en el que se pone siempre Lugones: voy a decir algo que nadie quiere decir, pero

yo lo puedo decir porque soy Lugones.

…en estos tiempos de paradoja libertaria y de fracasada, bien que audaz, ideología.

Dos cosas: la paradoja libertaria –o sea, el exceso de libertades que son paradójicas, de hecho van

a ser contraproducentes para lo que quiere hacer- y sobre todo la idea de “fracasada ideología”. Lo

interesante ahí es lo de “fracasada”. ¿Y cuál es la fracasada ideología (aunque no lo diga acá)? El

liberalismo. Y es interesante que lo identifiquen por los dos términos: por “fracasado” y por “ideología”.

Esto va a aparecer muy marcado en los hermanos Irazusta.

¿Qué es lo que quiere decir? ¿Qué es lo que arriesga?

Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada.

Esa es la famosa frase lugoniana de 1924: para bien del mundo, ha sonado la hora de la espada.

¿Eso qué quiere decir? Ha llegado la hora donde el Ejército, donde la fuerza, se ponga en el lugar donde

tiene que estar.

Así como esta –la espada- hizo lo único enteramente logrado que tenemos hasta

ahora, y es la independencia, hará el orden necesario –retengan: “orden”-,

implantará la jerarquía indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy,

fatalmente derivada, porque esa es su consecuencia natural, hacia la demagogia o el

socialismo.

O la espada –o sea, la fuerza- logra mantener un sistema ordenado, autoritario, con la jerarquía

que corresponde, o bien un modelo como el que tenemos que deriva necesariamente al socialismo.

Demagogia o socialismo, que son casi equivalentes. ¿Todo eso qué supone? Excesivo peso de las

mayorías con respecto a las minorías, subversión del orden natural, jerarquías no reconocidas. Acá está la

idea de restauración: no hay una época concreta, pero sí hay un modelo que se debe recuperar.

¿Se acuerdan el Lugones de Didáctica, el que decía “basta de la guerra, que es algo del pasado,

el progreso es la patria”?

El pacifismo no es más que el culto del miedo, o una añagaza de la conquista roja,

27

que a su vez lo define con prejuicio burgués. La gloria y la dignidad son hijas

gemelas del riesgo, y en el propio descanso del verdadero barón yergue su oreja el

león dormido.

Esto, sin decirlo del todo, es, en cierta manera, una lectura muy receptiva del fascismo italiano, o

de algunos elementos que van a conformar el fascismo italiano.: este culto al riesgo, al vivir

peligrosamente, que es un término típico del fascismo italiano, y este rechazo al pacifismo, a la comodidad,

que en definitiva es de cobardes, de miedosos; este énfasis en la guerra, en lo militar, en la fuerza, frente a

la idea de el igualitarismo burgués liberal.

(Receso)

Profesor: Estamos en 1924. Fíjense qué palabras no han aparecido hasta ahora. Ustedes saben

cómo funciona esto en general en la historia intelectual o incluso en cualquier discusión política: cuando se

es parte de un entramado cultural, ideológico-político, no se lo suele nombrar; el nombrarlo ya supone

cierto distanciamiento. El momento en el cual empieza a aparecer en el discurso palabras como

“liberalismo” o “demo-liberalismo”, ya esto claramente va a suponer un colocarse por fuera. Acá todavía

Lugones supone escribir desde adentro, aunque ya con “la hora de la espada”, la importancia del Ejército,

de la guerra, el limpiar extranjeros perniciosos, claramente ya estamos en presencia de un elemento

bastante contradictorio con los elementos básicos del modelo liberal. Digamos, por otro lado –esto es

interesante retenerlo- el eco que tuvo esa conferencia en Argentina; un eco bastante negativo. El Lugones

de 1924 es una figura bastante relevante; y sus conferencias no dejan de tener impacto en Argentina, son

editadas por La Nación pero no completamente, le han sacado algunas partes. Por ejemplo, “Los humos

de don Leopoldo” es un artículo crítico del diario La Vanguardia, que era socialista (no se olviden que

Lugones venía de ahí, de La Vanguardia y del socialismo); el diario Crítica, el diario de Botana –que

después va a ser muy importante para nosotros, porque es uno de los más activos en el golpe de Estado

del ’30 contra Yrigoyen- publica una nota que dice: “El representante de la Universidad de La Plata,

Consejo nacional de Educación, pidió ayer en Lima la dictadura militar para su país.” Esa es la forma en

que lo rechazan, y no está mal como lectura. Otra nota del mismo diario: “Lugones ha ofendido la dignidad

del pueblo argentino”; o también: “Pidiendo la dictadura”, nuevamente del diario La Vanguardia. En el

Congreso se hace un pedido de informes sobre lo que ha hecho Lugones, porque, insisto, Lugones hablaba

en nombre del país; es un representante nacional.

Lo que quiero que vean, entonces, es que estamos hablando de Lugones; no de Argentina o de la

elite argentina. Es una figura particularmente representativa, cuya deriva da que pensar, pero al mismo

28

tiempo todavía ese molde del cual viene Lugones y del cual venimos hablando desde el comienzo, tiene la

suficiente fuerza, el suficiente consenso, como para que la intervención de Lugones genere un rechazo.

Por eso, no creamos que el hecho de que Lugones diga esto implica que esas palabras reflejan una

aceptación universal.

Pasamos al año ’30, cuando Lugones va a publicar otro conjunto de artículos. El año ’30 va a ser

particularmente importante para nosotros, primero porque es el que comienza la década de la que

queremos hablar, pero la comienza de una manera doblemente traumática; por empezar, por el impacto de

la crisis económica mundial, el famoso crack de la bolsa de Nueva York de febrero del 29; cosa que para

nosotros es relevante porque supone una señal de alarma sobre la vitalidad del modelo liberal, no ya para

Argentina con sus rasgos específicos (el radicalismo, los inmigrantes, etc.), sino para el liberalismo a nivel

mundial. Digamos que, así como en la Argentina vamos a ver fuertes rechazos e impugnaciones –ya

estamos viendo algunas, pero las vamos a ver todavía más marcadas- hacia el modelo liberal, en años ’30,

en todo el mundo occidental –Europa, Norteamérica y en este continente- vamos a encontrar también

intervenciones de ese estilo, y por supuesto intervenciones que van a implicar, en algunos casos,

movimientos políticos como ya el fascismo, que venía funcionando desde los años 20, el franquismo, la

Guerra Civil española, por supuesto el nacionalsocialismo alemán, y otras situaciones que no llegan a

prosperar, pero que sí son amenazantes del modelo liberal en países como Francia o Inglaterra. Un

movimiento fascista importante, por ejemplo, aparece en el caso inglés; una amenaza equivalente hay en

Francia del año 34, donde está la posibilidad, incluso, de ruptura del orden constitucional por parte de un

movimiento que tiene el intento de replicar el movimiento italiano. Y, por supuesto, los años 30 terminan

–no cronológicamente, sino en términos de desenlace histórico- con la Segunda Guerra Mundial. En ese

sentido, el año ’30 implica, por un lado, esa situación de la coyuntura internacional que no deja de

repercutir en el caso argentino. Ya vimos como Lugones acá, ya en el ’23, estaba hablando de Italia y

Mussolini. Por otro lado, en lo específico del caso argentino, el golpe de Estado de Uriburu contra Hipólito

Yrigoyen, el primer golpe de Estado en nuestra historia; golpe de estado en el cual Lugones tiene una

participación activa (Lugones, pero también los hermanos Irazusta, y otros autores nucleados en la revista

La Nueva República). Es decir, si en los 20 encontramos que hay varias figuras que ya vienen diciendo

que el modelo no funciona, que el liberalismo debilita, que hace falta una autoridad fuerte, en el ’30 eso ya

se transforma en acto; y un acto en el cual hay una participación fuerte de intelectuales, de figuras del

mundo de la cultura, como por ejemplo Lugones.

Entonces, antes del golpe Lugones va a publicar un par de textos. Después va a publicar algunas

cosas más, pero va a participar en el golpe, y le va a ocurrir lo mismo que a los hermanos Irazusta; va a

29

tener un desencanto bastante fuerte, bastante rápido, con los resultados del golpe de Estado. Es notable

que, como ven ustedes, desde el ’10 más o menos, ya un poco antes, Lugones viene interviniendo

activamente en la arena política, porque no son simplemente textos de un escritor, de un poeta, sino que

son textos de una intervención marcadamente política. Bueno, las intervenciones políticas de Lugones van

a terminar rápido, en el ’32 más o menos; su última obra importante en este sentido será del ’32, va a

haber otras cosas menores para el ’33-’34, pero enseguida se va a apartar, y después se va a suicidar. Por

si no lo conocen, Lugones se suicida en el año ’38, en el Tigre. No podríamos decir que el suicidio se debe

a razones políticas; se supone que tiene que ver más con cuestiones individuales, pero lo que sí es cierto es

que hay una intervención política mucho menor después del golpe que antes. Antes tenemos, aparte de

esos artículos, dos libros, de los cuales el primero es La patria fuerte, que es también una compilación de

conferencias, dadas en el Círculo Militar, en torno a diferentes tópicos, pero voy a comentar solamente un

par, que son las que ustedes tienen; un poco del “Prefacio”, donde se compilan las conferencias y los

artículos publicados en este libro, y un par de esos textos; porque ahí va a ser interesante como ya

diríamos que ahora Lugones, ya en el 30, no se limita a un rechazo y una impugnación del sistema actual,

sino que directamente empieza a tener una mirada más programática, de presentar algunos elementos para

un modelo alternativo. Esto va a ser más evidente en el caso de Gálvez, que veremos luego.

Veamos el “Prefacio” de La patria fuerte , texto, insisto, editado por el Círculo Militar; recuerden

que este texto aparece todavía antes del golpe; de hecho el texto de alguna manera es un insumo para los

oficiales que van a formar este golpe; insumo en el sentido de que les da, de alguna manera, un lugar, así

como en la Conferencia de Ayacucho, la está presentando como la institución que tiene que tener una

centralidad mayor en la vida política; Lugones está, casi diríamos, identificando al Ejército con el actor

que tiene que hacerse cargo del país en una situación de emergencia nacional: la amenaza que habíamos

dicho antes, la invasión extranjera. Dice Lugones en el Prefacio de la compilación:

Hogar y escuela, oficina y taller, hállanse contaminados por la propaganda

disolvente que enseña la negación del deber y el menosprecio de la patria. El

restablecimiento de la disciplina, perturbada en los fundamentos de la existencia

colectiva, familia y educación, administración y trabajo, viene a plantear un caso de

verdadera defensa nacional.

Otra vez, conectemos todos estos elementos: defensa nacional, quiere decir que estamos

amenazados por algo que pone en peligro la supervivencia de conjunto, algo que viene de afuera. Frente a

esa defensa, ¿qué hace falta? Disciplina. Y quienes van en contra de la disciplina son quienes están

directamente pagados por el enemigo, la subvención directa de estos agentes de disolución.

30

El odio al Ejército es pasión de todos los demagogos.

En este momento recuerden que está gobernando todavía Yrigoyen.

La disciplina militar es la sistematización del espíritu de sacrificio; y bajo este

concepto, la religión de la patria.

Patria, religión, Ejército. ¿Se va entendiendo la concatenación? Vean qué lejos que estamos, no

sólo de Didáctica sino de las bases en las que se ancla el modelo liberal. En vez de libertad y autonomía

individual, disciplina, sometimiento a un orden; en vez de un país abierto para recibir a cualquiera, un país

que se defienda de la amenaza del exterior. En vez de un modelo basado –como decía en Didáctica- en

que el progreso genera civilización, o que la civilización es fruto de progreso, un país que se concibe desde

la perspectiva de la guerra.

Estudiante: ¿Ese Ejército solamente surge en la emergencia, como reparador de un orden?

Profesor: Vas a ver que no tanto. Dice:

Nada hay más alto que las armas de la nación, y por esto les concierne la custodia

de la bandera. El ciudadano completo se define por el soldado.

Enseguida uno puede identificar esto con algunos de los rasgos del fascismo italiano, o, si ustedes

quieren, el modelo espartano –por lo menos en su forma más caricaturesca-: se es verdaderamente

ciudadano si se está dispuesto a entregarse por el conjunto.

Acá hace referencia a los textos que comentamos antes, donde se mostraba el impacto negativo

que tuvo la conferencia de Ayacucho. Lugones va a reproducir en el libro el discurso de Ayacucho, y dice:

…aquella pieza, por ser lo que debía, una glorificación de la espada, provocó la

diatriba del liberalismo continental.

Acá aparece el liberalismo como un sujeto; lo cual quiere decir que ya se está por fuera. O sea:

por el hecho de que yo dije lo que dije, que es glorificar la espada, me atacó el liberalismo continental.

Contra el Ejército y contra mí, la demagogia enfurecida tiró la máscara.

Otra vez aparece la demagogia. Fíjense cómo enseguida hay una deriva de liberalismo a

demagogia. Y enseguida el tercer elemento:

Su concubinato socialista se destapó en el mismo escándalo que los armaba, por

haber sostenido yo que la independencia fue fruto de la victoria. Inútil añadir que

me ratifico en ello: la patria argentina no es hija de la política, sino de la espada.

Esto pone todavía con más fuerza que antes algo que va a continuar en los textos que siguen. La

crítica al modelo liberal implica ahora una crítica a la política. Los que recuerden, aparecía esto mismo ya

en El payador: la política como azote nacional, decía ahí. La política como algo que era verdaderamente

31

lo que afectaba al gaucho. Ahora hay que pensarlo acá –vamos a verlo después con Gálvez- como la

crítica a los políticos como grupo específico de la sociedad. Y esto va a aparecer reflejado en una forma

específica de ordenamiento político, donde deje de existir el político profesional y se pase a lo que puede

llamarse la democracia funcional, una democracia de corporaciones.

Este elemento de antipolítica está vinculado al antiliberalismo. Antipolítica implica directamente la

crítica a los políticos que son vistos, de alguna forma –Gálvez lo va a decir más claro- como parasitarios

del conjunto.

Recuerden que el nombre de la compilación de artículos es La patria fuerte, y lo que va a haber

en ellos es una conexión entre ambos términos: patria y fortaleza. Algo así como: la verdadera patria

necesita ser fuerte; y ya no solamente ser fuerte en el sentido de defenderse, sino también de

desarrollarse. Esta es la idea de la potencia. Uno de los artículos se llama “El deber de potencia”, y hay

otros que también incluyen ese nombre, “potencia”. Y la idea de potencia implica un desarrollo que se va a

conectar con otras formas de nacionalismo totalmente contrarias a las de Lugones: nacionalismo más

popular, como dijimos, pero que van a estar de acuerdo con algunos elementos, que son la idea, por

ejemplo, de que Argentina no va a ser una nación completa, acabada, si no se desarrolla industrialmente.

El nacionalismo industrialista, que por ejemplo vamos a encontrar en los años ’30 en algunas figuras como

los miembros del grupo FORJA, y que si queremos podemos rastrear en el radicalismo de Yrigoyen, que

va a tener una posición muy marcada, no tanto de industrialismo, pero sí de independencia económica

(recuerden por ejemplo la importancia que le da Yrigoyen y el radicalismo a YPF, creación del gobierno

radical; la idea de que el Estado tiene que tener una autonomía con respecto al mercado y a las potencias

extranjeras sobre recursos económicos vitales). Esta idea también está en Lugones. Es interesante, porque

le da a todas estas críticas que vimos, de tipo más bien cultural-ideológico, un costado

económico-productivo interesante, bajo el nombre de “potencia” o de “grandeza”- en el libro que sigue,

que es La grande Argentina aparece lo mismo.

En “El deber de potencia”, Lugones va a contraponer a Argentina con Estados Unidos, pero más

que contraponerla va a poner a Estados Unidos como modelo a seguir. Y Estados Unidos es un modelo a

seguir porque es potencia, porque efectivamente ha logrado desarrollarse como deberíamos desarrollarnos

nosotros, porque pone los límites que no ponemos nosotros a determinadas figuras y determinadas

libertades, pero además porque Lugones va a plantear, en diferentes ocasiones, algo que en verdad es un

tópico anterior, que a lo mejor ustedes habrán visto en figuras como Bunge, o figuras de cierto

psicologicismo biologicista del XIX, que es la contraposición entre la América Latina y la América sajona.

Lo que ocurre acá es que esta contraposición no aparece como inferioridad –como sí aparece en Bunge-

32

sino como equivalencia entre cada uno de los tópicos de un tipo específico de desarrollo

político-institucional. Muestra a Estados Unidos como “el ejemplo más útil para nosotros, nación donde se

ha alcanzado mejor que en otras el deber de potencia”. Lugones lo plantea como un deber, ser potencia.

Pero, dice:

…sólo que, siendo latinos, el método conducente tiene que conformarse a dicha

índole. Esta última es ejecutiva y no deliberativa; dictatorial y no democrática.

¿Qué quiere decir esto? Que la democracia funciona en Estados Unidos porque es un pueblo

sajón, un pueblo al cual ese modelo político corresponde; y no funciona para el caso nuestro, porque

nuestra naturaleza latina es, por esencia, ejecutiva y dictatorial. De dónde saca esta naturaleza latina, no

importa; pero tengan en cuenta que, ¿quién más es latino en esos momentos? Italia, es decir, Mussolini.

Entonces, se está planteando la idea de dos modelos de civilización distintos: el latino y el sajón. Distintos

pero equivalentes, no inferior y superior; sólo que con atributos propios. El sajón, el norteamericano,

deliberativo; por eso, democracia. El latino, ejecutivo, dictatorial. Vamos a ver que más adelante va a decir

que el problema argentino es haber traído una constitución que viene de afuera, que no tiene que ver con

nuestros hábitos.

Entonces, va a dar una serie de deberes de potencia. No voy a detenerme demasiado en esto. Es

interesante que el primer deber de potencia sea el bienestar general. El segundo deber es la libertad de

trabajo, que va en contra de la legislación socialista, que en verdad depone límites a la libertad (ahí es más

liberal que otra cosa). Acá también, en contra del modelo socialista, retoma la idea que estaba antes en los

artículos sobre la guerra europea: el socialismo es alemán, no tiene que ver con nuestras tradiciones. La

idea de clase viene de afuera, no tiene que ver con nosotros. En Estados Unidos, como en la República

Argentina, no hay clases. Todos somos pueblo. ¿Por qué es interesante esto? Porque va de la mano de

una de las formas de entender la idea de nación, como una comunidad ordenada, jerarquizada pero única,

a la cual la idea de clase lo que termina de hacer es desordenar, y poner un elemento de disrupción. Traer

la idea de clase a la sociedad es romper lo que debe ser único, lo que debe ser unido, lo que debe ser

armónico. Somos pueblo, somos unidad.

Aparecen otra serie de deberes de potencia, que no voy a desarrollar porque no son importantes

para nuestra clase. Otra vez aparece la idea de patriotismo, por el hecho de ser argentinos somos mejores

que los extranjeros. Esa es como la definición de ser patriota: un patriota tiene que querer más al país que

a lo que viene de afuera. Y luego dice: “como resultado del deber patriótico, hay que armarse”. Aparece

nuevamente la idea de la fuerza, la idea de la guerra. Pero nosotros no estamos verdaderamente armados.

¿Por qué? Porque acá se ha dado una inversión. Recuerden que todavía estamos en momentos de

33

gobierno radical, y Lugones afirma:

El cálculo de la fuerza suficiente corresponde a los técnicos de la fuerza, que son los

militares y los marinos, y no una representación parlamentaria mestiza de demagogo

criollo y gentualla extranjera…

O sea, como el Ejército no tiene los atributos que debería tener y no puede regularse a sí mismo,

está en manos de los políticos; los políticos son así referidos como demagogia, por el lado interno, y

extranjerización por el externo: gentualla extranjera, afiliada a un partido sin patria, etc. Y muestra la

debilidad del país, y habla de esa debilidad diciendo:

Este solo hecho basta para comprobar el fracaso del régimen demo-liberal entre

nosotros.

Noten cómo cada vez está más clara la distancia que hay entre Lugones y el modelo que ahora

llama demo-liberal, la conexión entre democracia y liberalismo. Ese modelo nos ha debilitado como nación,

ha desprovisto al Ejército de las armas que tiene que tener para defendernos, ha entregado el país a la

invasión extranjera. Fíjense cómo continúa. Dice: “esto demuestra el fracaso del modelo, y la abolición que

se impone”. O sea, no solamente está fracasado el modelo, sino que hay que declararlo abolido. Esto es

muy marcado, muy fuerte. Acá Lugones está directamente diciendo: hay que terminar no sólo con el

gobierno de Yrigoyen, no sólo con el radicalismo, sino con el modelo liberal. Vamos a ver enseguida que

este mismo tópico es el que aparece, con otros términos, conectado con ideas de la tradición católica, que

no está para nada en Lugones, en otros pensadores que van a converger con Lugones en el golpe que va a

ser pocos meses después de esto. Este libro aparece en 1930, es leído y repartido en el Círculo Militar, que

es el que lo edita, y en septiembre del 30 se hace el golpe de Estado. Se afirma que Lugones escribe la

proclama de Uriburu para leer después del golpe, para dar a conocer la naturaleza de ese movimiento

(proclama que no es leída por Uriburu, Uriburu lee otra, porque la de Lugones era demasiado urticante).

Como ven, Lugones no parece una figura que pueda permitir generar mucha adhesión.

Lo que me parece interesante es que vean hasta dónde llega el ataque. Acaba de decirnos que

hay que tirar el sistema demo-liberal. Luego dice:

El propio Congreso, con su abandono, su esterilidad y sus escándalos, excede la

prueba de su inutilidad notoria. Es un cadáver en descomposición, y por ello

contamina todo lo que toca. La putrefacción alcanza al núcleo del régimen.

Hago notar que esto salió publicado anteriormente en el diario La Nación. O sea, no estamos

hablando de una figura marginal que habla en las plazas y nadie le hace caso; estamos hablando de alguien

que tiene una centralidad bastante importante en la política argentina, tan es así que después va a formar

34

parte del elenco del golpe.

Viene diciendo entonces que el Congreso no es más importante, ya no es necesario, porque no

tiene más sentido un régimen federal. Recuerden que el Congreso es la representación de las provincias.

Dice que ya no tiene más sentido eso. En el pasado podía ser, ahora ya no.

La simplificación del gobierno, mediante su reducción a la unidad, es asunto de

salud pública. La era demoliberal se ha cerrado. Ante la democracia ideológica y

siempre falaz de los derechos del hombre se alza ahora la realidad de la nación…

¿Se dan cuenta hasta dónde llega? La propia idea de derechos humanos, los derechos del hombre,

los derechos universales de la Revolución Francesa, también cae. Repito al pasar que esta misma crítica la

va a tener otra tradición diferente, que es la católica, que también va a criticar a la tradición de los

derechos del hombre, pero por otro lugar; porque va a entender que va en contra de los principios divinos,

y que en verdad los derechos son dados por Dios y no naturales, y que en realidad esta idea de individuos

que nacen con igualdad va en contra del modelo de organismo colectivo. Pero noten que, sin entrar en el

terreno católico, en Lugones ya aparece con fuerza esta idea de los derechos del hombre como prejuicio

ideológico. Es decir: tenemos que revisar todos los valores que tenemos en la cabeza. Y lo interesante de

esto, que va a estar muy fuerte después del ’30, por el impacto que tiene el golpe y la caída de la bolsa de

Nueva York, ya está antes en Lugones y en otras figuras. Dice Lugones:

Ante la democracia ideológica y siempre falaz de los derechos del hombre se alza

ahora la realidad de la nación; ante el gobierno consentido, el mando…

La autoridad en vez de la delegación democrática.

…ante el racionalismo, la disciplina. Porque libre y justo sólo puede serlo el sano y

el fuerte.

Estudiante: ¿Es como una especie de darwinismo social?

Profesor: Sí, efectivamente, tiene bastantes elementos de darwinismo social, porque hay una idea

de que la libertad es algo que se gana, no es natural, no está dada. Esto va a estar muy presente en La

grande argentina: la libertad no es natural; la paz no es más que siempre provisoria, porque siempre debe

ser resultado de una conquista periódica. Y los que no estén en condiciones, quedan afuera.

Efectivamente, hay una idea darwinista, vitalista, por otro lado, porque hay una idea de fuerzas vitales que

se tienen que desarrollar. Ustedes ya habrán visto en los prácticos, con El payador, que Nietzsche está

dando vueltas también todo el tiempo; esta idea de combate, de guerra, de igualdad de los superiores;

igualdad en el sentido de no admitir nada por encima de ellos. Democracia de la espada, va a decir luego.

Me interesa que nuevamente aparece esta idea de que lo que llamó demo-liberal, o derechos de hombre,

35

aparece referido a “ideología”. Y me parece interesante porque, por supuesto que no les está dando el

sentido de ideología que puede aparecer en algunas tradiciones como el marxismo, pero sí en el sentido de

falsedad. ¿Qué es el liberalismo? Una ideología. ¿Qué quiere decir esto? Que es un conjunto de ideas que

no refieren a la realidad, que tenemos en la cabeza y que tenemos que desterrar; porque no refieren al

mundo como es. Y, justamente, para poder reconciliarnos con esa realidad, tenemos que abandonarlas y

recuperar esa realidad perdida. Va a aparecer lo mismo con los hermanos Irazusta, la identificación del

liberalismo con ideología, aunque en un sentido un poco más pedestre del término. Termina diciendo el

artículo:

Qué insignificante resulta la ideología ante la grandeza de este panorama histórico.

La paz no es el desistimiento de la compasión inerme, sino un acto de voluntad

armada; comporta un éxito militar, el fruto mismo de la victoria.

La paz es la paz que se gana en las armas, y hay que defenderla con las armas, y hay que

constantemente luchar. Hacia esta fechas, los años ’30, podemos pensar en otra figura con ideas

semejantes, como Carl Schmitt; hay un fondo común en ambos.

Voy al artículo que sigue, “La patria inmortal”, donde se habla un poco de la idea de que la patria

es eterna, y lo que cambia son los principios; la idea de patria o de nación va más allá de las formas que

adopte. Y me concentro en La grande Argentina, otro libro salido en el mismo año ’30, pero que no son

artículos sino que es una obra programática. Les leo rápidamente el índice, que ya nos da un poco

referencia de algunos tópicos que toma la obra. Esto salió en junio del ’30, un par de meses antes del

golpe. La primera parte de llama “El estado geórgico” –acá tiene que ver con el mundo rural, refiere a las

Geórgicas de Virgilio-, “El espíritu nacional”, “El bienestar corporal”, “El mercado interno”. Fíjense qué

interesante, hay un capítulo referido al mercado interno; esto tiene que ver con lo que les decía antes sobre

la importancia de lo económico también, para el desarrollo de la nación. Y noten también que esto supone

una crítica al modelo liberal, por otro lado; pero es una crítica que puede conectarse más con un

nacionalismo popular, porque esta crítica lo que quiere decir es que es más importante desarrollar el

mercado interno que vender para afuera. Esa crítica se puede escindir de todo el aspecto más

reaccionario o filo-fascista que aparecía en las obras anteriores. Esto va a estar en Lugones; ahora les leo

un segmento. Otros capítulos serán “La formación nacional”, “La política del plata” y “El gobierno de la

nación”.

Para no extenderme demasiado, me voy al capítulo “El período industrial”, donde justamente

Lugones dice esto. Fíjense que lo interesante es que la frase que voy a leer ahora podría no ser de

Lugones, y cabría perfectamente dentro de un tipo de lectura nacionalista, como dijimos, que busque el

36

desarrollo de la economía argentina y se independice de la sujeción a los mercados mundiales, sobre todo a

las potencias del mercado mundial. Dice Lugones:

La república rural que hasta hoy somos constituye, de hecho, un estado colonial

respecto de las naciones que, habiendo alcanzado la civilización completa,

mantienen su industria con los productos primarios administrados por aquella.

Acá no se critica al modelo por su escasa fortaleza para enfrentar los peligros del comunismo o

del extranjero invasor por la subversión de valores, sino que se lo critica por su aspecto económico. Y esta

crítica interpreta la asimetría en el mercado mundial desde la perspectiva nacional. Como no somos

equivalentes a quien nos vende, somos su colonia. Para los que conozcan, en el año 35 aparece el grupo

FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), que justamente va a desarrollar una serie

de intervenciones por este lado. Figuras como Raúl Scalabrini Ortiz, con obras sobre los ferrocarriles

ingleses en Argentina, o Arturo Jauretche, que van a hacer uso de este tipo de referencias: la idea de

Argentina como “factoría” del mercado exterior, donde no producimos, sino que simplemente somos una

especie de boca de expendio para las manufacturas que se necesitan vender, pero no tenemos desarrollo

propio. Este tópico está en el Lugones de La grande Argentina; la idea de que necesitamos un desarrollo

que supere el aspecto rural y logre la industria. Dice:

El secreto de la prosperidad nacional no está en el comercio exterior, sino en el

mercado interno.

Dice luego que una nación tiene que tener industrias vitales: alimentación, vestido, electricidad,

higiene, transporte. Más adelante va a hablar del petróleo, también.

Nuestra subordinación de meros productores se limita primero a Gran Bretaña y

ahora también a Estados Unidos.

Insisto: noten cómo aparece este elemento, que tampoco aparecía en el modelo liberal tradicional;

sí, quizás, con cierta presencia en el discurso radical de Yrigoyen (sobre todo a partir de YPF), pero en

general no aparecía nunca como algo que fuera en contra del desarrollo nacional, su ubicación en el

mercado mundial. Al contrario, se suponía que, por nuestra ubicación privilegiada, se lograría, con el

tiempo, acceder a la posición de nación desarrollada, civilizada, eventualmente potencia (aunque no era

una palabra que se usaba en esa tradición). Ahora, con Lugones –y con otros autores después- ya

aparece esta idea de que ese mercado mundial, esa forma de relación de Argentina con el mundo,

inevitablemente tiende a perpetuar una situación de sometimiento. Y esto es leído con el prisma de lo

nacional: sometimiento igual colonia. Insisto que acá la crítica es distinta a la de las páginas anteriores.

Siguen apareciendo elementos de crítica al demo-liberalismo y a la entrega del país a los extranjeros, por

37

ejemplo en el artículo llamado “La inmigración”, que también está en el texto, donde se dice que hace falta

una selección de elementos de los que van a venir, y dice:

No se trata de poblar por poblar.

Fíjense que es casi como el reverso de la frase famosa de Alberdi, “gobernar es poblar”. Acá se

dice: “No se trata de poblar por poblar. Esto no es política”.

Toda inmigración en masa es un movimiento colonizador.

Eso ya hemos visto lo que quería decir.

En el capítulo llamado “Disciplina y libertad” –reténganlo, porque lo vamos a ver la vez que viene

con Gálvez, con el que habrán muchos elementos en común- está la idea muy fuerte de lo que hemos visto

como una de las impugnaciones al modelo liberal, que es que suponía una especie de igualitarismo

abstracto, donde se disolvían las diferencias bajo la perspectiva de una figura vacía como el ciudadano, en

vez de reconocer que los miembros del conjunto tenían que reconocer una determinada jerarquía, y un

determinado sometimiento, fruto del cual se podía convivir. Sin ese orden, sin esa autoridad, la convivencia

era imposible y lo que había era anarquía. El liberalismo es conducente a la anarquía, habíamos visto. En

este artículo empieza diciendo (tiene todos los elementos que hemos dicho casi, en un par de párrafos; es

interesante cómo van apareciendo uno atrás del otro, como si fuera una deriva necesaria de tópicos que

son distintos):

La incapacidad del conjunto político llamado pueblo para comprender y realizar la

tarea que dejo expuesta…

(o sea, de entrada el pueblo es incapaz. Ese elitismo ya lo hemos visto varias veces en Lugones)

…es evidente. Fáltale la competencia técnica, la voluntad coherente para seguirlo, y

la elevación patriótica de subordinar al bien común todo interés egoísta.

Acá hay otra vez un tópico que ya hemos visto, hasta en Sarmiento, si se quiere, y en Ramos

Mejía, esta idea del interés individual exacerbado como contrario al interés común (esa era la república de

la virtud en Sarmiento) pero que ahora es visto desde una perspectiva mucho más fuerte como la

perspectiva elitista que hace imposible que el pueblo se transforme en sujeto político. Acá directamente:

La masa es siempre ignorante, anárquica y concupiscente…

(también hay una cuestión de moralismo en juego)

…por la sencilla razón de que el hombre no nace culto, equitativo ni virtuoso. La

falacia del ente político creado por la ideología liberal bajo el nombre de ciudadano

proviene de esa condición.

Otra vez, de la ideología liberal nacen falacias. ¿Qué falacia? El ciudadano. Insisto, se dan cuenta

38

a qué punto nos ha llevado la crítica de Lugones. Dice:

La formación de la conciencia es un resultado experimental. La sociedad la dirige,

educa, mediante la triple acción de escuela, familia y autoridad. Esta imposición del

deber tiene por objeto adecuar al hombre a su función social, y se llama disciplina.

Ahí aparece la palabra que vamos a ver también en Gálvez. Educar, ¿qué supone? Imponerle a

una persona determinados valores, determinados atributos. Solo no llega. Y, por lo tanto, como hay que

imponerle, la educación supone siempre disciplina. Esto ya aparecía en artículos anteriores. Dice luego:

El objetivo del gobierno es asegurar el bienestar adquirido. Este requiere cuatro

condiciones: orden, libertad, igualdad y defensa. Estas cuatro obligaciones

determinan funciones técnicas: la judicial, la política, la docente y la militar. En la

cooperación de todas las capacidades consiste la democracia.

Fíjense que acá hay una democracia, como decíamos, de tipo funcional; la democracia que supone

que hay cuatro tareas: la judicial, política, docente y militar. Y termina diciendo:

Ese es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, pero formado por los

idóneos…

Es decir, una democracia verdadera supone clara supeditación de conjunto a la idoneidad de los

pocos.

…no por la voluntad igual de incompetentes y de incapaces…

Así, entonces, el modelo liberal iguala lo que es por naturaleza desigual, y por eso subvierte el

orden, y es imposible gobernar de esta manera. Un verdadero gobierno democrático supone reconocer que

haya capaces que gobiernan e incapaces que aceptan.

Bajo este concepto, el orden es la imposición de la equidad. Orden inicuo quiere

decir “tiranía”.

O sea, la tiranía de la mayoría sobre la minoría; la tiranía del conjunto, donde hay más incapaces

–la masa- sobre los menos, que son los capaces –somos, dirá Lugones-. Fíjense cómo dice luego:

Más, ¿quién –se dirá- va a designar a los idóneos? Pues, los idóneos.

Recuerden el comienzo con Didáctica, donde se hablaba de la civilización, del progreso contra la

guerra. Y después de una serie de partes que no voy a leer ahora, sobre que en verdad el siervo no quiere

la libertad, lo que quiere es ser amo (otra vez acá uno puede ver a Nietzsche, si ustedes quieren: que la

igualación en verdad es abstracta y absurda, porque nadie quiere ser igual a otro, lo que quiere es

dominar), después de eso dice que eso es una ideología, otra vez la ideología liberal, es una creación

dogmática. Fíjense qué interesante que coloca al liberalismo en el lugar donde el liberalismo colocaba a la

39

religión. Si ustedes se acuerdan, por ejemplo, Sarmiento, pero en general toda la Generación del 37,

contraria al modelo hispánico tradicionalista, criticaba el dogmatismo y hablaba del progreso. Él va a decir:

eso es un dogma, la libertad, los derechos del hombre; todo eso es un dogma. La ideología liberal es un

dogma.

…puesto que afirma principios indemostrables, sigue prefiriendo su sistema a la

realidad.

En definitiva, es como si Lugones se colocara en el lugar de la Generación del 37 y colocara a sus

miembros y al liberalismo en el lugar de los unitarios; recuerden que la crítica planteaba que los unitarios

no conocían el mundo tal cual era, sino que tenían una especie de mirada un poco dogmática, un poco

mecánica, de aplicar a la realidad los principios que ya habían leído. Dice Lugones:

Esta creación dogmática, puesto que afirma principios indemostrables, sigue

prefiriendo su sistema a la realidad, el criterio lógico al empírico. He aquí por qué

fueron matemáticos los principales autores de la Revolución Francesa…

Fíjense que ya hasta la Revolución Francesa está cayendo con esto. Digo al pasar que esta idea

de que la Revolución Francesa es fruto de matemáticos está muy fuerte en algunos autores del comienzo

del siglo XX en Francia, y también de finales del XIX; en autores como Georges Sorel, por ejemplo,

porque tiene que ver con la idea del racionalismo abstracto. Es decir, esta idea de que, aplicando la lógica,

partiendo del progreso indefinido, concebido como línea recta, de esa manera transformamos el mundo

para que sea lo que tiene que ser. En vez de reconocer la realidad, la queremos modificar utilizando las

herramientas de la razón.

Esta noción de progreso indefinido en que se basa la ideología liberal es la misma

de la recta infinita; una abstracción insostenible y arbitraria.

Aquí, en primer lugar, se critica uno de los pisos más fuertes del modelo liberal: la idea de

progreso. Fíjense todas las cosas que van cayendo: la idea de individuo, la idea de igualdad, la idea de

libertad, la idea de progreso. ¿Se dan cuenta que no nos queda nada? La idea de progreso, cuando

recuerden que veníamos de Didáctica, donde nos decía: “esa es la civilización, el progreso, esa es la

verdadera patria”. Ahora se nos dice: “eso es una abstracción, el progreso indefinido no existe”.

Al mismo tiempo que vemos todo lo que lo aparta, vean cómo el modelo dialógico, en cuanto a

cómo se coloca a él y a los otros, se parece mucho al de Sarmiento, Alberdi o Echeverría frente a

Rivadavia y los unitarios. Se acuerdan cuando Sarmiento o Alberdi presentaban a los unitarios como

figuras que creían que por escribir algo en un papel ya se hacía realidad. Dice Lugones:

El ideólogo carece de concepto experimental. Es un señor que, instalado en su

40

bufete, pónese a idear un sistema de organización humana; un teólogo laico. Dicho

sistema hállase subordinado a su lógica, que es el elemento constructor; y la vida

humana debe amoldarse a él, como el líquido al vaso.

Esto está muy conectado, como decíamos, con cierta tradición que pueden encontrar en autores

como Sorel, fuertemente antiintelectualista frente a las pretensiones del conocimiento abstracto del

iluminismo que supone que todo el mundo es pasible de ser conocido. Acá el intelectual, el ideólogo, el

liberal, es como el unitario de Sarmiento.

Estudiante: Esta idea está en Martínez Estrada.

Profesor: Totalmente. Martínez Estrada va a hacer exactamente esa crítica: que, en vez de

reconocer el mundo como es, le quieren poner moldes que no corresponden a ese objeto. Es el mismo tipo

de impugnación. Ahí va a decir que quedan pseudoestructuras, o figuras que en verdad no están

adaptadas. Va a dar varios ejemplos, de máquinas llenas de óxido porque no tienen que ver con el espacio.

Y, por supuesto, ¿la realidad cómo es? La realidad es lo que acaba de decir antes: jerarquías, diferencias,

necesidad de la disciplina. No hay seres iguales, no hay libertad. Guerra en vez de paz.

Hablando de la Constitución argentina –insisto que todo esto es antes del golpe, en épocas de la

democracia de Yrigoyen- frente a una situación de crisis constitucional, dice: el problema es la

Constitución. Hay que cambiar toda la Constitución, ¿por qué? Porque dice que nuestra Constitución es un

modelo importado, con afán patriótico y con esta afición extranjerista. ¿Por qué? Porque la Constitución

está hecha, como saben, con el modelo de la Constitución norteamericana. Dice Lugones:

Al pueblo no le interesa la Constitución, máquina anglosajona que nunca ha

entendido.

Y termina:

La grande Argentina no es un sueño, sino una magnífica posibilidad. Basta un

programa de diez años para dejarla plena y asegurada. Y, puesto que la política es

el obstáculo, deberá empezarse por aportar un decenio de vacaciones políticas.

¿Qué quiere decir? Diez años sin política. La política es lo que afecta al país. Básicamente, ¿qué

quiere decir diez años sin política? Diez años en los cuales gobierne la fuerza, los idóneos, donde no haya

lucha política; donde no haya políticos profesionales. Digo al pasar, porque esto no va a formar parte de

las clases que veamos nosotros, que esta es una crítica, muy compartida por la época, la idea de que la

política es lo que afecta al país, que la economía o las personas o la cultura del país permitirían otro

desarrollo pero la política se introduce y afecta…

Estudiante: Eso decía Roca.

41

Profesor: Efectivamente, pero Roca lo decía respecto a la lucha de facciones. Pero es cierto, está

bien lo que decís, porque ya en la época roquista aparecía la idea de “basta de discutir modelos de país”.

“Administración y progreso”, ese es el lema del roquismo. Pero acá es directamente la vida política lo que

está en discusión, Si ustedes quieren una referencia posterior en la historia del país, la pueden encontrar,

por ejemplo, en la época de Onganía, que también se puede conectar con esto en el sentido de que, como

ustedes saben, hay varios golpes de Estado en la historia argentina.

Estudiante: Y esos tópicos están.

Profesor: Pero no en todos. Es interesante, porque muchos de los golpes de Estado se hacen más

bien con la pretensión o con la excusa de la restauración democrática. Bueno, como tal gobierno es

corrupto e ineficaz; hay que sacarlo, pero para que después pueda volver a la democracia. Pero hay otros

casos de golpes de Estado –el del ’30 de Uriburu, el de Onganía del ’66 y el golpe del ’76- que tienen una

pretensión mucho más fundacional, si se quiere, de llegar y quedarse aunque sea por un tiempo. Para dar

un contraejemplo, la Revolución Libertadora del ’55, tenía la pretendida finalidad de que como la

democracia estaba alterada por un caudillo demagógico y corrupto; había que sacarlo para después volver

a la democracia. Por supuesto, se buscaba sacar al peronismo; pero el objetivo no era el de eliminar la

política, lo mismo que el golpe de Estado posterior contra Frondizi, por ejemplo. Pero el golpe de Estado de

Onganía contra Illia va a compartir con el de Uriburu esta idea de que la política interfiere con el

desarrollo del país. La política es un elemento de disturbio, un elemento que introduce conflicto donde no lo

debería haber, un elemento –particularmente lo va a decir acá Lugones, y también estará en el ’66- de

gasto innecesario de plata, en la parte del texto donde va a decir: “todo el dinero que no se va a gastar en

la política va a ir a la instrucción pública y va a mejorar todo”. Es interesante encontrar estos tópicos de un

discurso antipolítico, pero sobre todo de necesidad programática de un período largo, ’10 años, sin

discusión política. Sin discusión política obviamente implica aceptar un orden establecido, porque la política

es, entre otras cosas, no solamente, discusión por el poder. Que no haya discusión política implica que ese

poder no admite discusión.

El estado actual de cosas no tiene remedio en el comicio. Corrompida ya la masa

electoral por los demagogos, toda propaganda para conquistar su mayoría es una

sobrepuja de ofertas, conducente a la degradación y el desorden. Para salir del

obrerismo gubernista, hay que caer en el socialismo, lo cual es mucho peor.

O sea, no hay alternativa; por eso, dice, lo único que se puede hacer es eliminar la política.

Los elementos que aparecen en juego ahora son odio al Ejército, extranjerismo,

feminismo, elementos de indisciplina y perturbación social; el único remedio, acabar

42

con la política.

Termina diciendo algo así como que todo el período de todo lo anterior es un “experimento

agotado”.

La nación está sacrificando su prosperidad y su porvenir a la vanidad de los

ideólogos y al provecho de los políticos. Su democracia de importación –porque no

corresponde a nuestro modelo, es algo anglosajón, norteamericano, que no tiene que ver

con nuestra naturaleza latina- ha fracasado precisamente por ser extranjera, desde el

texto hasta el espíritu.

Con esto terminamos con la sección de Lugones. Estamos en el ’30, exactamente. En el poco

tiempo que queda, les voy a dar un par de elementos para terminar al comienzo de la clase que viene

viendo a los hermanos Irazusta.

Los hermanos Irazusta y Lugones tienen una serie de convergencias, no solamente temáticas sino

también personales. Hay un vínculo directo de Lugones con algunos de los miembros del grupo que van a

formar Julio y Rodolfo Irazusta, que a su vez son dos figuras que son interesantes desde el punto de vista

biográfico. Lugones y Gálvez nos van a permitir encontrar figuras del mundo de la política pero al mismo

tiempo del mundo de las letras, con una fuerza en sus palabras y con una importancia simbólica en sus

obras muy distinta de la que podemos encontrar en los Irazusta, que son comparativamente figuras

menores, son periodistas, ensayistas, historiadores, se podría decir –sobre todo Julio- que provienen del

radicalismo, en términos políticos, del radicalismo antiyrigoyenista. Son, a su vez, en términos económicos,

propietarios de tierras en Entre Ríos. Es una región importante, porque Entre Ríos es la periferia del

centro, en términos económicos. ¿A qué me refiero? Desde el punto de vista de la inserción económica

-con los hermanos Irazusta vamos a estar tocando más el aspecto económico-político, y no tanto el

ideológico, como en Lugones, de las impugnaciones nacionalistas- desde el punto de vista económico, la

inserción de Argentina en el mundo le daba una particular importancia a la campiña de la zona pampeana.

Dentro de esa zona pampeana, la provincia de Buenos Aires y el sur de Santa Fe y de Córdoba tienen una

particular importancia, y Entre Ríos es relativamente marginal. Esa marginalidad se puede ver en una

división que ustedes probablemente conozcan, en términos de historia económica, entre criadores e

invernadores, esto es, productores de ganado destinado al consumo local o destinado al mercado

internacional. En Entre Ríos en general no son tan buenas las tierras, y la carne está destinada al mercado

local; mientras que en otros sectores era destinada para afuera. Esto lo digo porque esto va a implicar una

determinada perspectiva con respecto a la inserción de la Argentina en el mundo. Fíjense que ya Lugones

nos ha dicho que ese tipo de vínculos que tenemos con el mundo nos somete a una relación asimétrica de

43

colonización o de colonialismo. No va a ser exactamente así como lo digan los Irazusta, pero sí van a ser

particularmente sensibles a los aspectos económicos del vínculo. El libro que tenemos que analizar, que lo

vamos a ver la vez que viene, La Argentina y el imperialismo británico, tiene que ver con este aspecto,

pero sobre todo con un detonante. Me detengo en el detonante, para poder explicar esto.

En el ’33, año en el que aparece La Argentina y el imperialismo británico pero también la obra

de Martínez Estrada es, al mismo tiempo, para la historia del país, el año del Tratado Roca-Runciman.

Para los que no lo conozcan, tenemos que tener esto en mente. Producto de la crisis económica llamada

Gran Depresión, la situación derivada de la caída de la bolsa de Nueva York, el intercambio comercial en

todo el mundo se retrotrae. Inglaterra particularmente estaba en una situación desventajosa -ya había

terminado la Primera Guerra Mundial- con respecto al desarrollo de la potencia rival, que es Estados

Unidos, y, frente a esta situación, lo que va a hacer es privilegiar el comercio con algunas partes del

mercado mundial, fundamentalmente sus colonias (todavía son colonias; recién dejarán de serlo para

después de la guerra), o sea, el espacio del Commonwealth: Australia, Canadá, etc.; y va a comerciar con

ellas, porque con ellas tendrá el monopolio de la venta de materias primas. Es decir que Inglaterra va a

hacer una especie de cerrar su comercio internacional a aquellos lugares que le garanticen la compra de

sus productos: comprará carne de países que, a su vez, usan el dinero ganado para comprar sus productos.

Es de alguna manera una especie de medida proteccionista, en cierto sentido.

Estudiante: ¿Y el liberalismo?

Profesor: Justamente, es interesante. Por eso les decía antes que la crisis del mercado mundial

afecta en todo el escenario mundial al modelo liberal. Claramente esta reacción inglesa no condice con el

espíritu liberal. Es una marca de que el modelo liberal está más bien en discusión, casi diría, en descrédito.

A su vez hay muchas otras cosas de las que no hablamos acá, como el mayor peso que pasan a tener los

estados en las economías; el caso norteamericano es el más claro, con el New Deal de Roosevelt, cosa

que también se reproduce en el caso argentino (después, si queda tiempo, podemos verlo la vez que viene,

porque se va a vincular con la importancia del movimiento obrero, cosa que va a ser importante para tener

en cuenta para preparar el camino para el peronismo de los ’40-’50). Efectivamente, eso también implica

un límite al modelo liberal, porque el Estado va a tener un papel más importante, regulando, limitando,

fomentando ciertas actividades. Por ejemplo, en la época de Justo se crean las Juntas de Granos, Juntas

de Vinos, Juntas de Carne; o sea, organismos estatales que tienen a su cargo la producción o limitación de

la producción de determinados bienes. Anteriormente, hasta ese momento, era el mercado el que disponía.

Ahora, a lo que voy es que los hermanos Irazusta en los ’20 han sido activos militantes contra el

gobierno de Yrigoyen, y en particular compartiendo muchos de los elementos que dijimos hoy, de las

44

críticas nacionalistas contra el demo-liberalismo. Como no hay tiempo, lo voy a dejar para la vez que viene,

pero les digo al pasar que estos elementos, esta idea de que el liberalismo supone una inversión del orden

de las jerarquías, una puesta en peligro de la autoridad nacional, de que la democracia no garantiza la

defensa de la soberanía nacional en la realidad actual, todas esas cosas van a aparecer reflejadas en el

pensamiento de los hermanos Irazusta, en particular a través de la publicación que ellos van a dirigir y

compartir con otras figuras, que también comentaremos luego, aunque sea al pasar, porque algunas de

ellas son muy importantes dentro de la línea del revisionismo histórico. La publicación se va a llamar La

nueva república, va a empezar a salir en el año 1927, o sea, fines de la época de Alvear y, cuando ya era

de alguna manera inminente, lo que va a terminar pasando en el ’28, que es el triunfo de Hipólito Yrigoyen

y su segundo gobierno. Como les dije, los hermanos Irazusta vienen del radicalismo, pero son

profundamente antiyrigoyenistas. Es la rama que se da en llamar antipersonalismo en el radicalismo de los

’20. Entonces, es interesante porque en sus textos van a disociar república de democracia. Esa va a ser la

idea de La nueva república. Lugones nos permitió presentar el desarrollo de este tipo de impugnaciones,

y los elementos últimos que leímos de Lugones, no tanto el aspecto del Estado fuerte, pero sí la crítica a la

demagogia democrática y a la subversión de las jerarquías, van a aparecer en los hermanos Irazusta y en

otras figuras.

Esta revista, La nueva república, va a reunir, además de a Rodolfo y Julio Irazusta, a figuras

provenientes del mundo católico, algunas de las cuales en el mismo momento van a estar interviniendo en

la vida política en otra publicación muy importante que es la revista Criterio, la revista que sale en el año

’28, y es una revista del pensamiento católico, que a su vez –también para que vean los cruces- es una

revista en la cual publica, por ejemplo, Borges. Esto lo vamos a comentar mejor la vez que viene, porque

también quisiera darles algunas ideas del mundo cultural de los ’30, que es un mundo bastante más

sofisticado de lo que a veces se presenta.

La revista La nueva república reúne un conjunto de intervenciones que tienen en común estas

críticas nacionalistas contra el modelo liberal-democrático; críticas que van a venir, en algunos casos, por

el lado de la Iglesia. Tomás Casares es una figura importante de la revista Criterio que publica acá; César

Pico también. Son intelectuales formados en el tomismo aristotélico, que también es importante que

retengan porque en un par de semanas, cuando vean la situación del campo cultural argentino en la época

peronista, van a ver que se va a dar un enfrentamiento entre una tradición vinculada con la filosofía

aristotélica tomista eclesiástica, y otra rama, que también va a ser en muchos casos receptiva del

fenómeno peronista, pero desde otro lugar, vinculada con el existencialismo filosófico alemán, reflejada en

términos individuales con el filósofo Carlos Astrada. Sería interesante que ya retengan la presencia de

45

estos tópicos de la filosofía tomista y de las cercanías y diferencias con el nacionalismo, ya en los años 20.

Del nacionalismo clerical, del nacionalismo católico, van a venir algunas de las plumas más

virulentamente antiliberales, que van a criticar al liberalismo por aspectos diferenciados, aunque en algunos

casos comunes con los que acabamos de decir. Una figura muy llamativa en los años ’30 es Ignacio

Anzoátegui, que escribirá las llamadas Vidas ilustres, donde va a ironizar sobre algunas figuras, y ya se

podrán imaginar quién va a ser el enemigo número 1 para el catolicismo antiliberal: Sarmiento. Sarmiento

el masón, Sarmiento el anti católico, Sarmiento el mujeriego. Son todos textos donde se va a ir

conformando esta idea de revisar la historia. Algunas de estas figuras van a converger con lo que vimos

hoy de Lugones, a partir de su participación en la revista La nueva república.

La nueva república va a acompañar esta impugnación al régimen de Yrigoyen que planteamos

recién con Lugones, y va a ser activa participante del golpe de Uriburu. Justamente, el libro La argentina

y el imperialismo británico tienen que registrarlo desde el lugar del desencanto. ¿El desencanto con qué?

Con los resultados del golpe. Insisto, la vez que viene vamos a dedicar la primera parte a esto y después

hablaremos de Gálvez y del fascismo, pero digamos al pasar que si, al igual que Lugones, La nueva

república va a encontrar que la Argentina no tiene salida bajo la forma del modelo demo-liberal, y va a

reclamar y encontrar en Uriburu al hombre fuerte que va a poner límites a los excesos del liberalismo, y

pretendidamente romper con esa ideología –como decía Lugones-, esa falsedad del liberalismo, lo que van

a encontrar 3 años después es que el resultado de esa irrupción, de ese corte con el pasado que fue el

golpe de estado, el resultado no supuso un verdadero desarrollo nacional, porque en el año ’33 se firma el

Tratado Roca-Runciman,

El Tratado, recordemos, básicamente implica que Argentina quiere ubicarse en relación

económica con Gran Bretaña en el status que tienen los países colonizados por Inglaterra, en el mismo

lugar que tienen Australia y Canadá; de hecho va a ser la famosa fase que diga uno de los representantes

de la Argentina en esa negociación: “la Argentina, desde el punto de vista económico, es una joya más en

la corona de Su Majestad”. Esa frase va a ser leída, no sólo por los hermanos Irazusta, sino también por

muchas figuras, por ejemplo del nacionalismo popular, como los mencionados del grupo FORJA, como la

explícita sumisión de nuestro país a una potencia extranjera. Por lo tanto, para los hermanos Irazusta esto

va a revelar que, en definitiva, el golpe del ’30 no cambió nada; porque sacamos el modelo liberal,

sacamos a Yrigoyen, sacamos la demagogia política, y sin embargo sigue reproduciéndose un esquema de

entreguismo.

Justamente por eso veremos que La Argentina y el imperialismo británico es un texto en el cual

se intenta mostrar que este episodio del ’33 es resultado de una cadena de actos de entrega. El subtítulo

46

del libro es “Los eslabones de una cadena”. Y en esa cadena se van a encontrar ciertos hitos; y en esos

hitos se van a identificar ciertas figuras históricas. Dense cuenta, entonces, que ya acá aparece lo que dije

antes: la idea de bucear en el pasado para encontrar las causas del presente.

Otra vez podríamos decir que este es un mecanismo ya conocido en nuestra materia. Sarmiento lo

hace: para explicar a Facundo, va a la Revolución de Mayo. Ramos Mejía lo hace: para explicar el

presente, habla de las multitudes en el pasado. Lugones también lo hace con el gaucho. Y acá los

hermanos Irazusta lo harán también, aunque con un signo ideológico contrario. Y justamente, como el

signo ideológico es el contrario, lo que va a hacer es una revisión de la historia. ¿Qué se van a encontrar?

¿Dónde empezó la entrega del país? ¿Quiénes son los primeros culpables? Y esta va a ser la tónica de las

intervenciones de acá en más: son, más que investigaciones históricas, enjuiciamientos a los responsables

de la entrega del país.

Esto es muy parecido, en algunas cosas, a Lugones; pero también hay algunos matices que

tenemos que tener en cuenta, y sobre todo hay, a diferencia de Lugones, una preocupación mayor por la

historia. En esa preocupación mayor va a aparecer algo que comentaba antes: un momento perdido, una

época dorada de la cual caemos. Esa época dorada es Rosas. Al mismo tiempo, y a partir de Rosas, una

inversión del panteón. Si en el modelo hasta ese momento dominante, hegemónico, establecido, existía un

recorrido histórico que partía de Mayo, seguía con Caseros –identificándolos como hitos del país-; Mayo

contra los españoles, Caseros contra la tiranía, y continuaba con Sarmiento, la Generación del 80, etc.,

ahora esas figuras van a ser todas vistas como los responsables de nuestra entrega, y en realidad la única

época en la cual se puede encontrar que hay un gobierno interesado en la defensa de la soberanía nacional

va a ser la época de Rosas.

Al mismo tiempo, se va a mostrar que la reproducción de ese mecanismo de sometimiento es una

reproducción, como decía Lugones, ideológica. ¿Eso qué quiere decir? Que se mantiene a partir de una

forma de presentar el pasado y una forma de presentar los valores que oculta la realidad. En Lugones era

más bien una ideología casi por error, casi por el dogmatismo del intelectual. Acá, en los hermanos

Irazusta, va a ser más bien por una especie de mecanismo de ocultamiento deliberado para mantener el

poder. Acá está el gobernante que va a engañar a los demás, mostrándoles una realidad falsa. Y la tarea

política es la de develar la verdad oculta debajo de la falsificación de la historia. Noten que, una vez más,

esto supone el abandono de determinados valores, no solamente el abandono de los valores liberales, sino

también el panteón liberal. De hecho, va una cosa de la mano de la otra.

47

48