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ANÁLISIS INTERNACIONAL C O M U N I C A C I O N E S 2 0 1 2 I N T E R N A C I O N A L I Z A C I Ó N U no o dos días subsiste la noticia. La gente comenta: “¡Cuándo acabará esta ola de violencia, Dios mío!” Los medios de comunicación siguen publicando al respecto. De repente, aparecen nuevos muertos que reemplazan a los anteriores. La gente vuelve a comentar sobre las noticias. Y al final, todo sigue igual: millones de dólares en juego, crimen organizado, corrupción en las instituciones del Estado, llegada y traslado de droga, muertos y más muertos. Bienvenidos al problema del NARCOTRÁFICO EN MÉXICO, un problema que no es posible cuantificar en función del número de caídos o de narcotraficantes encarcelados. Y es que la situación actual de México no es culpa de un sexenio, sino es resultado de lo que se dejó de hacer o se hizo mal en los gobiernos anteriores. En este caso, se hace referencia a los tres gobiernos antepuestos al actual: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. Antes de empezar el análisis, es importante tener claro que el narcotráfico o Tráfico Ilícito de Drogas (TID) es una industria criminal de escala mundial que consiste en el cultivo, fabricación, distribución y comercialización de drogas ilegales. Dentro de esta red, México es considerado un país de acopio y traslado de la droga (principalmente, de la cocaína y la marihuana). El tránsito de las mismas es controlado El narcotráfico en México, más que plomo es una herencia POR ISABEL LÓPEZ MEZA 24 de noviembre del 2011: Masacres registradas en los estados de Sinaloa y Jalisco dejan al menos 46 muertos 12 de enero del 2012: Más de 45 mil muertos y 10 mil desaparecidos es el balance de cinco años de lucha frontal contra los cárteles de la droga en México 22 de abril del 2012: Hombres armados matan a seis jóvenes en Monterrey

El narcotráfico en México, más que plomo es una herencia

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Trabajo desarrollado por Isabel López en el curso Análisis Internacional de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).

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Uno o dos días subsiste la noticia. La gente comenta: “¡Cuándo acabará esta ola de violencia, Dios mío!” Los medios de comunicación siguen publicando al respecto. De repente, aparecen nuevos muertos que reemplazan a los anteriores. La gente vuelve a comentar sobre las noticias. Y al final, todo sigue igual: millones de dólares en juego, crimen organizado, corrupción en las instituciones del Estado, llegada y traslado de droga, muertos y más muertos. Bienvenidos al problema del NARCOTRÁFICO EN MÉXICO, un problema que no es posible cuantificar en función del número de caídos o de narcotraficantes encarcelados. Y es que la situación actual de México no es culpa de un sexenio, sino es resultado de lo que se dejó de hacer o se hizo mal en los gobiernos anteriores. En este caso, se hace referencia a los tres gobiernos antepuestos al actual: Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox.

Antes de empezar el análisis, es importante tener claro que el narcotráfico o Tráfico Ilícito de Drogas (TID) es una industria criminal de escala mundial que consiste en el cultivo, fabricación, distribución y comercialización de drogas ilegales. Dentro de esta red, México es considerado un país de acopio y traslado de la droga (principalmente, de la cocaína y la marihuana). El tránsito de las mismas es controlado

El narcotráfico en México, más que plomo es una herencia

Por Isabel lóPez Meza

24 de noviembre del 2011: Masacres registradas en los estados de Sinaloa y Jalisco dejan al menos 46 muertos

12 de enero del 2012: Más de 45 mil muertos y 10 mil desaparecidos es el balance de cinco años de lucha frontal contra los cárteles de la droga en México

22 de abril del 2012: Hombres armados matan a seis jóvenes en Monterrey

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Entonces, con el fin de asegurar el desarrollo de sus actividades, los cárteles empezaron a infiltrarse en las instituciones del Estado para defender sus intereses y garantizarse protección. Por ejemplo, bajo el mando del capo Amado Carrillo Fuentes, el cártel de Juárez representa la organización ilícita que mejor supo penetrar el sistema político de México (durante el gobierno de Ernesto Zedillo-1994).

por los cárteles u organizaciones ilícitas que establecen acuerdos de autoprotección, colaboración y reparto de territorios para llevar a cabo sus actividades. Es así como los cárteles mexicanos permiten el ingreso del 90% de la cocaína que se consume en Los Estados Unidos.

Entonces, con el fin de asegurar el desarrollo de sus actividades, los cárteles empezaron a infiltrarse en las instituciones del Estado para defender sus intereses y garantizarse protección. Por ejemplo, bajo el mando del capo Amado Carrillo Fuentes, el cártel de Juárez representa la organización ilícita que mejor supo penetrar el sistema político de México (durante el gobierno de Ernesto Zedillo-1994). Asimismo, éstos comenzaron a ejercer la violencia para operar, mantener la disciplina dentro de la organización y “ajustar cuentas” con los narcos que querían pasarse de vivos: invadían sus territorios y rutas.

El uso de la violencia y la corrupción se articuló bien en las instituciones del Estado, pues existe un sistema político cuyo funcionamiento depende de la corrupción y que empezó a empeorar desde mediados de los años 90. Y aunque el ex presidente Fox (2000-2006) le declaró la guerra al narcotráfico, su régimen terminó hundido por la corrupción y el narcotráfico consiguió penetrar en las estructuras de la policía federal y estatal. Efectivamente, los funcionarios públicos son sobornados e intimidados por estas organizaciones criminales de tal modo que el promedio mensual de extorsiones es de cuatro mil intentos. Les ofrecen dos opciones: ser ricos o ser asesinados. Resistirse no sirve porque el Estado no ha sabido establecer un principio de autoridad que fortalezca el tejido institucional, pues representa un alto costo de vidas humanas y de recursos financieros incomparables con los ingresos que ofrece el tráfico de drogas: el narcotráfico en México genera 40 mil millones de dólares anuales.

Consecuentemente, al presidente Calderón (2006-2012), le tocó gobernar con el enemigo instalado en casa. Y es por ello que su tarea fue organizar y fortalecer la autoridad del Estado en medio de un contexto en el que el poder del narcotráfico está en el aparato del Estado y, también, en el tejido social del país. Fue así como Calderón sacó cerca de setenta mil militares para emprender la lucha: ellos, a partir de ahora, realizarían funciones policiacas. La consecuencia fue que antes de los 4 meses de su mandato, la violencia detonó por todo el territorio mexicano. Entonces, como símbolo de respuesta, el presidente decidió extraditar a los principales capos del narcotráfico a Los Estados Unidos. La contra-respuesta de los cárteles fue que, a las

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pocas semanas, empezaron los asesinatos en todo México. Según la Procuraduría General de la República, hasta setiembre del año pasado (2011), se ha registrado 47,515 muertes producto de la guerra desatada entre las fuerzas de seguridad y el narcotráfico (incluyendo disputas entre los cárteles). Dicha cifra ascendió a 12.903 en comparación con las 11.583 registradas en el mismo periodo del 2010 (enero-setiembre).

En medio de ello, el gobierno de Calderón resolvió ir tras las cabezas de los cárteles, pues pensaba que sin ellas el cuerpo dejaría de funcionar. Lamentablemente, no fue así. Al contrario, se ha generado un aumento en la ola de violencia, una multiplicación en el número de organizaciones criminales y la extensión de las mismas a nuevas zonas del territorio mexicano. Así pues, los triunfos del gobierno en esta guerra obedecen, en parte, a las estrategias que están desplegando los cárteles entre sí. Y es que la mayor parte de las detenciones de capos y los decomisos de droga se han hecho por información suministrada por los cárteles rivales. En ese caso, habría que preguntarse si existe un verdadero trabajo de inteligencia y de investigación por parte del gobierno, pues si hay más decomisos y más capturas es porque hay una mayor producción, una mayor diversificación del mercado y, por lo tanto, una mayor cantidad de personas en el negocio.

Frente a ello, al gobierno le toca eliminar la corrupción de sus instituciones, luchar contra el narcotráfico y, a la par, combatir la violencia que se genera por las disputas de los cárteles para obtener mayores ganancias. ¿Es eso posible? Las cifras dicen que actualmente más de 1200 municipios, de los 2441 existentes, son afectados por la lucha contra y entre los cárteles de la droga.

La corrupción y la violencia desencadenadas están originando el resquebrajamiento sistemático del Estado y éste es visto como un protector incompetente: no hay una estrategia conjunta y, por lo tanto, eficaz. Evidentemente, aún se mantiene la idea de que el narcotráfico es más un problema de seguridad que un problema social, institucional y de salud. Por ello, se hace necesario dejar de medir el éxito o fracaso de la lucha contra el narcotráfico en función de la droga decomisada y el número de narcotraficantes muertos o extraditados.

Hasta cierto punto, las reglas establecidas para este partido han sido dadas por el gobierno. El problema está en que cada seis años se vuelve a empezar la guerra porque no ha existido una política de Estado que vea la solución al problema como un proyecto a largo plazo. Muestra

La corrupción y la violencia desencadenadas están originando el resquebrajamiento sistemático del Estado y éste es visto como un protector incompetente: no hay una estrategia conjunta y, por lo tanto, eficaz. Evidentemente, aún se mantiene la idea de que el narcotráfico es más un problema de seguridad que un problema social, institucional y de salud.

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de ello es que el presupuesto para la Seguridad Pública es de más de 11 206 millones de dólares para el 2012 (aumentó en 10.7%), mientras que el presupuesto para el desarrollo social, aproximadamente, es de 6 mil 403 millones de dólares para el 2012 (solo aumentó en 2.1 %). Consecuentemente, se prefiere destinar más fondos en el despliegue de operativos que en el desarrollo de vías de comunicación y de servicios sociales (como puestos de salud, escuelas, centros de recreación) sin tomar en cuenta que la falta de presencia del Estado se traduce en aislamiento. Y ello, a su vez, convierte esas zonas en lugares propicios para el desarrollo del narcotráfico.

Por lo tanto, es necesario un plan que contemple acciones de corto, mediano y largo plazo. Y es que no basta con atacar a los cárteles con enfrentamientos directos. Es indispensable centrarse en la educación, en el desarrollo de una cultura de la legalidad, en la formación de un Sistema de Seguridad Inteligente, en el fortalecimiento de las instituciones del Estado, en el establecimiento del principio de autoridad del mismo para recuperar el control de los lugares afectados por el narcotráfico y en la presencia del Estado en todo el territorio mexicano por medio de proyectos de inclusión social que fomenten la restauración del tejido social.

Por lo tanto, es necesario un plan que contemple acciones de corto, mediano y largo plazo. Y es que no basta con atacar a los cárteles con enfrentamientos directos.