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El Necesario Viaje Del Príncipe Yamil Página 1 El Necesario Viaje Del Príncipe Yamil Javier Sánchez Martínez 6 A

El necesario viaje del Príncipe Yamil

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El necesario viaje del Príncipe Yamil

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El Necesario Viaje Del Príncipe Yamil  Página 1 

El Necesario

Viaje Del

Príncipe Yamil

Javier Sánchez Martínez 6 A

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2013

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El Necesario Viaje Del Príncipe Yamil Erase una vez un príncipe llamado Yamil, príncipe del asombroso y festivo mundo de Ozono. Yamil era alto, moreno, con ojos azules, y se le veía en forma, ni muy fuerte ni muy esquelético. Este príncipe no era como los otros. Era simpático, agradable, curioso, pacífico y muy comprensivo con su pueblo. Saciaba sus necesidades, comentaba con ellos su situación... vamos que era buenísimo, un “tío grande” y por eso todo el pueblo le quería. Pero había algo que no tenía. Le faltaba felicidad, ilusión, alegría,…. Tenia mucho dinero vale, pero como no era feliz, estaba aburrido, desanimado, cansado y sobre todo se sentía solo. Conocía a mucha gente pero no tenía lo que se dice “un amigo de verdad”. Pero todo esto cambio un día, y este día empezó así: Yamil se levantó con el alegre canto de su loro Jack, como solía hacer. -¡Crua! Hola Yamil.¿Qué tal estas hoy?- preguntó el loro -Hola Jack. Yo estoy bien, ¿y tú?- le preguntó Yamil. -¡Crua! ¡Crua! Bien. Vamos a desayunar- sugirió el loro. -Vale, vamos, el desayuno ya estará preparado. Los dos amigos se dirigieron al gran salón por un pasillo adornado con mosaicos de su familia, de grandes batallas de sus antepasados, de las actividades de su pueblo, y todos los países de Ozono con sus tradiciones.

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Al final llegaron al gran salón donde se servía el desayuno. Estaba adornado con espejos por todas las grandes paredes y con una gran bóveda de cristal en el techo por donde se veía pasar el fantástico sol mañanero acompañado del agradable canto de los ruiseñores. Allí, en el centro de aquel lujoso salón, estaba esperándoles la anciana abuela de Yamil. -Hola abuela, ¿qué tal estás?-preguntó Yamil. -Bien hijo, te he hecho estas migas para desayunar-intentó alegrarle un poquito. -Gracias abuela- respondió Yamil sin inmutarse. Mientras se comían las migas, el loro comentó: -Yamil, hoy me voy a ir a ver a un pariente que está enfermo, y claro soy su única familia y cuando voy a verle se siente muy feliz. -Vale, ya sabes que puedes ir cuando quieras a ver a tu pariente para darle un poquito de felicidad-dijo Yamil mientras le caían dos lágrimas por las mejillas. Se hizo un largo silencio hasta que se acabaron el desayuno y al finalizar Jack dijo: -¡Adiós Yamil!, regresaré pronto para hacerte compañía. Y justo cuando el loro Jack salió por la ventana, Yamil se sentó en el regazo de su abuela y se derrumbó. -¡Ay abuela que me siento muy solo!-dijo llorando Yamil. -Ya, ya hijo te comprendo. Yo a tú edad, cuando era la princesa de Ozono, también me pasaba lo mismo. Mi padre estaba siempre liado con los quehaceres del reino, y no tenía tiempo para estar conmigo. Hasta que un día la hija de una sirvienta vino a trabajar con su madre y cuando estaba sentada en el jardín nos vimos, nos saludamos y empezamos a jugar. Desde aquel día la niña vino a jugar

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todos los días conmigo y también desde aquel día no volví a sentirme sola. Oye, ahora que lo pienso, mi amiga tiene un nieto que a lo mejor puede ser tu amigo. Mira, les voy a llamar para saber cómo están. Tras una larga conversación telefónica, la abuela llamó a Yamil llena de alegría: -Yamil, me han dicho que puedes ir cuando quieras. Toma, en este papel tienes la dirección de Javier, el nieto de mi amiga. -Muchísimas gracias abuela me voy a preparar y ya voy “payá”. Yamil fue a su habitación, se quitó la vestimenta de príncipe para ponerse las zapatillas azules y amarillas fosforito, su camiseta de manga larga de un dinosaurio-skater, su sudadera negra con la flor de tres pétalos roja y un pantalón negro. Después se fue a la pista de aterrizaje de palacio, se montó en su flamante moto verde y negra y salió pitando hacia el planeta 440 gritando: -¡Adiós abuela, gracias por todo!, volveré pronto Se podría decir que aquel planeta adonde se dirigía el príncipe era diferente; estaba formado por cinco pequeños países rarísimos, pero todo lo que tenían de raro lo tenían de genial. Bueno pues estos eran los siguientes países:

La Republica de Tecnóloga, con lo último en tecnología. Los Países Comibles Árticos, con todo tipo de deliciosa comida.

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Chucherilandia, con chuches desde la más pequeña a la mas grande. El Campiño, con todo tipo de vida agrícola, apicultora y ganadera. Y por último el inigualable Deporte, donde vivía Javier.

Cuando Yamil llegó a la casa de Javier, sus padres estaban dando clases de yoga a un grupo de turistas. Javier recibió a Yamil. -Hola Yamil, yo soy Javier. Me habían dicho que ibas a venir a visitarnos. ¿Qué tal estás? -Estoy bien, ¿qué tal si vamos a dar una vuelta por tu planeta y me enseñas tus sitios preferidos?-propuso Yamil. -Vale se lo voy a decir a mis padres.-dijo Javier. Javier se lo comunicó a sus padres y después se fueron a recorrer el país. Primero fueron a Chucherilandia donde compraron medio kilo de lenguas de fresa y otro medio de chicles en forma de frutas, unas bolsas de pipas sabor barbacoa, unos chupa-chups de mora y como las dos primeras tarrinas de helado te salían a mitad de precio, cogieron la oferta y pidieron al responsable de la tienda que por favor les diese una tarrina de fresa y otra de limón. El trabajador de la tienda se las dio encantado y además por habérselo pedido por favor, las chuches, que en teoría tendrían que pagar, se las dio gratis. Salieron de la tienda encantados y se sentaron en la fuente con la forma del planeta para comerse el helado. Cuando acabaron, habían pensado en ir a Los Países Comibles Árticos para visitar la pescadería de un familiar de Javier.

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Quisieron hablar con él, pero como el salmón estaba a un euro el kilo y todas las mamás del planeta (con excepción de algunos padres) habían ido a comprar salmón, aquello parecía el metro en hora punta. Al final no pudieron hablar con el tío de Javier. Con tanta gente en la pescadería, decidieron ir a ver un concierto de una banda que tocaba todo tipo de música: reguetón, pop, rock, flamenco... Como estuvieron tanto tiempo esperando en la pescadería, se quedaron sin entradas. Por eso pasaron directamente al punto 3, ir a la República de Tecnóloga a ver a Nacho y a Julio, los hermanos Poké, que eran amigos de Javier. Primero entraron por una gran avenida, se metieron en un callejón alumbrado por billones de bits, giraron a la derecha y llegaron a la casa de los hermanos Poké. Salió a recibirles el señor Poké y les dijo: -Hola chicos, ¿qué tal? -Bien, ¿pueden salir Nacho y Julio?- preguntó Javier. -Lo siento chicos pero Nacho y Julio se han ido a cenar a casa de su tía y ya de paso se quedaban allí a dormir- dijo el señor Poké. -De todas formas, por la atención que habéis tenido, os obsequiaré con unos packs de entretenimiento especiales únicos en mi tienda. -¡Gracias!-exclamó Yamil que no había hablado en toda la conversación. -Adiós señor Poké-se despidieron al unísono. Los packs eran geniales porque eran de última generación y además contenían una videoconsola, una Tablet totalmente

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equipada y un portátil con todos los programas necesarios para el diseño de videojuegos Los amigos cogieron el autobús de La Continental para regresar a Deporte. Cuando llegaron a casa de Javier ya había anochecido y Yamil se quedó a dormir con él, pero antes tuvo que llamar a su abuela para que no se preocupara y le diese permiso para quedarse a dormir allí. Primero Javier le enseño a Yamil su grandísima casa que contenía: • El sótano –2 con una grandísima cancha de baloncesto,

que si le dabas la vuelta se convertía en un campo de fútbol

• El sótano –1 con un gimnasio entero para que entrenara la familia; aunque había veces que lo alquilaban para sacarse un dinerillo.

• El garaje donde cabían tres coches y donde el “manitas” del padre de Javier se entretenía en su tiempo libre.

• La primera planta con un baño mediano, una cocina abierta y un comedor de veinte metros de largo por quince de ancho.

• La segunda planta con tres habitaciones pequeñas, una de matrimonio y otros dos baños.

• La buhardilla con unas ventanas impresionantes para poder acampar allí y una salita de estar donde pusieron lo que les había regalado el señor Poké.

• Y por último, el jardín con una piscina olímpica y climatizada en la que se podían bañar todo el año, tres olivos perfectamente podados y dos palmeras altísimas que formaban un arco a la entrada de la piscina.

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Después de ver la casa, les entró un hambre que “daba calambre” y se fueron a la pizzería. Compraron una pizza hawaiana y otra barbacoa que se comieron en un santiamén. Después se fueron de nuevo a casa, y el príncipe Yamil, al final se durmió en la lujosa habitación de invitados digna de un rey. Al día siguiente, como solía hacer Yamil se levantó con el alegre canto de su loro. Jack había ido a casa de Javier a despertarle. Esperaron quietos a ver si se levantaba alguien. Estuvieron dos horas así, al final se hartaron y decidieron bajar a desayunar. Cuando llegaron al comedor, Yamil se dio cuenta de que ya habían preparado el desayuno y claro no les habían oído porque las paredes de la casa tenían un metro de grosor y vamos, que si allí echaban una bomba atómica, se enteran por las noticias. -Hola chico ¿qué tal has dormido?-preguntó el padre de Javier. -Bien, gracias, por cierto este es mi loro Jack que ha venido a despertarme-contestó Yamil. -Es un loro graciosísimo-dijo el padre. -Pero déjale al chico, no ves que es joven y estará hambriento-sugirió la madre. Desayunaron un zumo de naranja, un vaso de leche con galletas y por último un poco de helado que había hecho la madre. -Riquísimo-dijo Yamil -¡Excelente mamá!-exclamó Javier.

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Después Yamil y Javier se fueron a dar una vuelta por el jardín, y Yamil cayó en la cuenta de que había sido uno de los días más felices de su vida y que le gustaría repetirlo, así que quedaron que todos los fines de semana se verían una vez en la casa de Javier y otra, en el palacio de Yamil. Yamil se despidió de Javier, se montó en su moto y se fue rumbo a palacio diciendo: -¡Adiós Javier, espero verte pronto! Desde aquel día Yamil nunca volvió a estar triste. ESTE CUENTO NOS ENSEÑA QUE AUNQUE TENGAS

MUCHAS COSAS, MUCHO DINERO O MUCHO PODER, SI NO TIENES NI AMOR NI FELICIDAD, TÚ

NO ERES NADA DE NADA

FIN