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CONGREGACIN PARA LOS OBISPOS
EL OBISPO EMRITO
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A los obispos emritos en seal de afectuosacercana espiritual y
de vivo reconocimiento por el servicio pastoral desarrollado, con
la esperanza de que vivan con fe y con alegra la nueva temporada de
su ministerio de obispos de la Iglesia de Cristo
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ndice
Introduccin
.....................................................................
9
El perfi l del obispo emrito
........................................... 15
El obispo emrito
............................................................. 17 El
episcopado como servicio
........................................... 19 El obispo emrito y
la Iglesia universal ........................... 21La contribucin
del obispo emrito en la edifi cacin de la Iglesia mediante el
ejercicio de los tria munera ......... 24 Quin est invitado a
presentar la renuncia ..................... 28La aceptacin de la
renuncia ............................................ 29El ttulo de
emrito ...........................................................
30Los derechos y los deberes del obispo emrito ................
34El obispo emrito en relacin a la Iglesia particular
.....................................................................
34El obispo emrito con relacin a los organismos supradiocesanos
.......................................................... 39La
relacin fraterna con el obispo diocesano ................... 41La
relacin del obispo emrito con su propio Instituto religioso o
Sociedad de vida apostlica ...................... 43
Testimonios de algunos obispos emritos .....................
47
Nuevas formas de paternidad y de ministerio episcopal en el
testimonio de algunos obispos emritos ............... 49
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Apndice Documentos acerca de los obispos emritos .............
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Concilio Ecumnico Vaticano II: Decreto sobre la misin pastoral
de los obispos en la Iglesia, Christus Dominus, 28 de octubre de
1965 .................... 59Pablo VI: Carta apostlica Motu Proprio,
Ecclesiae Sanctae, 6 de agosto de 1966
........................................ 61Congregacin para los
Obispos: De Titulo Tribuendo Episcopis Offi cio Renuntiantibus, 7
de noviembre de 1970
..........................................................................
63Cdigo de Derecho Cannico, cann. 401, 402, 1242, 25 de enero de
1983 ...................................................... 65
Pontifi cium Consilium de Legum Textibus Interpretandis: Responsio
ad Propositum Dubium, 2 de julio de 1991
..........................................................
67Congregacin para los Obispos: Normae in Vita Ecclesiae de
Episcopis ab offi cio cessantibus, 31 de octubre de 1988
................................................... 69Juan Pablo
II: Carta apostlica Motu Proprio Apostolos Suos, 21 de mayo de 1998
............................ 73Congregacin para los Obispos: Carta
circular a los presidentes de las Conferencias Episcopales, 7 de
junio de 2003
.................................................................
75Juan Pablo II: Exhortacin apostlica postsinodal Pastores Gregis,
16 de octubre de 2003 ........................ 79Congregacin para
los Obispos: Directorio para el ministerio pastoral de los obispos
Apostolorum Successores, 22 de febrero de 2004
.............................. 81
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9Introduccin
En la ya dos veces milenaria historia de la Iglesia, los
obis-pos emritos son una novedad que tiene un poco ms de 40 aos y
que representa una innovacin en la vida de la Iglesia catlica.
El Decreto del Concilio Vaticano II Christus Dominus, promulgado
el 28 de octubre de 1965, con la conocida ex-presin enixe rogantur
extenda una invitacin a los obispos diocesanos y a los equiparados
a presentar la renuncia a su cargo debido a su edad, aduciendo como
razn la necesidad de asegurar una efi caz conduccin pastoral de las
dicesis en vista del bien de las almas, considerando la importancia
del ministerio pastoral de los obispos y las graves
respon-sabilidades que semejante ministerio implica, por cuanto que
la edad nos hace menos efi cientes. As, a partir del ao siguiente,
con el Motu proprio del Papa Pablo VI Ecclesiae Sanctae, los
obispos presentan, al cumplir los 75 aos de edad, la renuncia que
se hace efectiva luego de la aceptacin del Sumo Pontfi ce, tal como
est previsto en el can. 401 1 del Cdigo de Derecho Cannico.
El nmero total de los obispos emritos ha ido aumen-tando en
estos ltimos aos. Hoy la cifra de los Obispos emritos en el mundo
ha alcanzado alrededor de los 1150.
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El obispo emrito
La Exhortacin apostlica postsinodal Pastores gregis, (n. 54),
expresa un gran respeto hacia los obispos emri-tos y los califi ca
como miembros importantes del Colegio Episcopal; cada uno de ellos
aporta su propio patrimonio espiritual personal que debe ser
valorado.
Sobre este tema, importante por s mismo y de actuali-dad, hasta
ahora no ha habido, por parte de los telogos, una refl exin
doctrinal profunda.
Durante los ltimos aos han sido publicados muchos es-tudios y
artculos sobre los obispos, pero no sobre los obis-pos emritos.
El obispo emrito ya no tiene ningn poder jurisdiccional sobre la
Iglesia particular que le fuera confi ada, sin embar-go, conserva
la potestad del orden, permaneciendo en l la gracia y el carcter
sacramental del Orden episcopal, sobre el que recaen correctamente
posibles tareas y misiones es-pecfi cas que todava se le pueden
confi ar. Como es bien sabido, el obispo emrito es miembro del
Colegio Episcopal (can. 336) y est obligado a ser solcito por toda
la Iglesia (Lumen Gentium, no. 23), ofreciendo todava su
colabora-cin; tiene el derecho y el deber, salvo algn impedimen-to,
de participar en los Concilios ecumnicos; y puede ser convocado a
los consejos particulares con derecho pleno de voto deliberativo
(cc. 339 1; 443 2).
En otras palabras, el obispo siempre sigue siendo obis-po y no
es como un funcionario que deja el trabajo a cierta edad. Respecto
a la Iglesia particular de la que ha sido obis-po, el emrito
contina su servicio de oracin y en las otras tareas previstas por
el derecho. Si, en cambio, es religioso o apostlicamente asociado,
no es que retorne a casa como
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Introduccin
hijo prdigo y mendigue ser acogido, sino que es un pas-tor que
regresa a su propia familia revestido de la plenitud del
sacerdocio. Ms tarde, la oracin lo mantiene ligado con la Iglesia
particular de la que ha sido pastor con un vnculo espiritual que
tiene una dimensin apostlica: Nosotros nos dedicaremos a la oracin
y al ministerio de la Palabra (Hech 6, 4).
Desde el punto de vista teolgico, el obispo, an siendo emrito,
conserva por siempre la responsabilidad y la sagra-da potestad
recibida en la ordenacin episcopal de acuerdo a los tria munera, de
ensear, de santifi car y de guiar espi-ritualmente y continuar
preocupndose como buen pastor de todas las Iglesias (cfr. 2 Cor 11,
28).
Sin embargo, con la renuncia, aceptada por el Papa, l pierde la
posibilidad de ejercer legtimamente las sagradas potestades de la
Ordenacin episcopal como pastor de esa dicesis.
Desde el punto de vista jurdico, en los ltimos aos han surgido
ciertas precisiones acerca de los derechos y obliga-ciones de los
emritos, as como tambin ha habido algunas pequeas tentativas para
buscar los modos ms idneos para que los obispos emritos puedan
sentirse tiles en el servicio de la Iglesia y de la sociedad y
ejercer nuevas formas de pa-ternidad espiritual y de proximidad a
los fi eles. Los obispos emritos religiosos o apostlicamente
asociados se benefi -cian de los apoyos espirituales y de la
fraternidad ofrecida por sus propios Institutos, de los cuales, a
su vez, son valio-sos miembros.
Tales precisiones estn contenidas principalmente en al-gunos
pasajes de los Documentos del Concilio Ecumnico Vaticano II, en el
Cdigo de Derecho Cannico, publicado
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El obispo emrito
en 1983, en las normas de la Congregacin para los Obispos
emanadas de la circular In vita Ecclesiae del 31 de octubre de
1988, y en el Directorio para el ministerio pastoral de los obispos
del 22 de febrero de 2004, que dedica un breve captulo, (el
noveno), al obispo emrito.
Se trata de dos aspectos, el teolgico y el jurdico, que hay que
tomar con la debida consideracin, pero que un es-tudio ms cuidadoso
podra seguir profundizando a la luz de lo que emana de la
experiencia concreta, dada la importan-cia que para la Iglesia
tiene el nmero creciente de obispos emritos.
Las normas existentes hasta ahora sobre los obispos em-ritos
buscan atender dos preocupaciones distintas:
a) El fomentar una verdadera fraternidad entre el nuevo obispo
diocesano y su emrito y, sobre todo, asegurarse de que el obispo
emrito contine teniendo la posibi-lidad de hacer el bien con algn
servicio pastoral y de sentirse buen pastor y miembro del Colegio
Episcopal bajo la direccin del sucesor de Pedro;
b) Al mismo tiempo, el asegurar que el obispo emrito no interfi
era en la conduccin de la dicesis y no haga sombra o dae la unidad
de la comunidad pastoral dio-cesana. Deben evitarse los riesgos
similares entre los emritos religiosos o asociados apostlicos con
respec-to a las propias comunidades a las que pertenecen.
Ante todas las miradas se encuentran los brillantes ejemplos de
los obispos emritos que no slo edifi can con su vida de oracin,
sino que continan desvelndose activamente en el servicio de Dios y
de la Iglesia, anunciando la Palabra de
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Introduccin
Dios, cumpliendo tiles y generosos ministerios y sembran-do
tanto bien.
Muchos obispos emritos aceptan asumir un compromi-so pastoral en
forma permanente, ya sea como encargado de una parroquia o
colaborador del sacerdote, asistente espiri-tual de un hospital,
profesor de las disciplinas sagradas, juez, defensor del vnculo en
el tribunal eclesistico, capelln de hogares para ancianos y
discapacitados, de las comunidades religiosas o asistente
eclesistico de una asociacin. Algu-nos tambin hacen otros servicios
que son pastoralmente muy tiles.
En resumen, desde el punto de vista prctico, para el obis-po
emrito hay numerosos casos realmente edifi cantes y ri-cos en
frutos espirituales, ms all de las alegras humanas y pastorales.
Sin embargo, las situaciones son muy variadas.
Despus, cuando la salud disminuye y las fuerzas se de-bilitan
enormemente, resulta edifi cante el ejemplo de los obispos emritos
que continan su misin de orar y amar, y completando en mi propio
cuerpo, lo que falta a los sufri-mientos de Cristo para bien de su
cuerpo que es la Iglesia (Col 1, 24).
Este breve estudio realizado por la Congregacin para los Obispos
no pretende dar la ltima palabra sobre los aspectos teolgicos en
los que todava se requiere ahondar; ms bien desea que, por parte de
los telogos, los estudios respecto al estatus teolgico del obispo
emrito sean continuados. Esta publicacin simplemente busca
recopilar en forma or-gnica, en la medida de lo posible, las
disposiciones vigen-tes junto con algunas refl exiones basadas en
la experiencia que pretenden ayudar a vivir intensamente el afecto
colegial
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El obispo emrito
y el ministerio que los obispos emritos todava pueden y deben
ejercer en benefi cio de la Iglesia universal y particular y, en el
caso de los obispos emritos religiosos, tambin en benefi cio de las
Instituciones a las que pertenecen.
GIOVANNI BATTISTA Cardenal REPrefecto
FRANCESCO MONTERISIArzobispo titular de Alba Marittima
Secretario
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EL PERFIL DEL OBISPO EMRITO
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