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El ofertismo limitado: una aproximación al sistema nacional de

innovación venezolanoAlexis Mercado, Pablo Testa 1

Raquel Rengifo, Nakary Gómez, Thanaly Patruyo 2

RESUMEN

Los recientes cambios institucionales en el ámbito del desarrollo científico y tecnológico constituyen un nuevo episodio en el proceso de promoción y orientación de esta actividad en Venezuela. El presente estudio, analiza la evolución socioinstitucional del Sistema Nacional de Innovación venezolano, identificando como aspectos positivos la consolidación de una interesante estructura de formación e investigación científica con alcance nacional. La misma es producto de políticas ofertistas aplicadas especialmente durante la década de los sesenta y setenta. Sin embargo, estas políticas fueron duramente criticadas en el ámbito latinoamericano por su bajo impacto en el resto de la estructura social. En nuestra opinión, si de algo careció este modo de intervención, fue su capacidad de incentivar la generación de «bienes tecnológicos «. En otras palabras, debió promover mucho más que la oferta de conocimiento científico. Esto constituye un factor importante en la explicación de la baja capacidad de generar tecnología presente en nuestra sociedad. La efectividad de intervención política de este tipo se evidencia al analizar la evolución institucional de desarrollo tecnológico de Corea.

Introducción

La reciente creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y la adscripción del CONICIT e importantes organismos de investigación científica y tecnológica, como el INTEVEP, el IVIC y la Fundación Instituto de Ingeniería a su estructura, surge como un nuevo episodio en el variable proceso de promoción y orientación de la actividad científica y tecnológica en el seno de la sociedad venezolana que se inició en la década de los cincuenta3.

Esta decisión, producto de modos particulares de entender e interpretar el proceso de desarrollo científico y tecnológico traerá, sin duda, muchas controversias. En algunos círculos académicos surgen interrogantes con relación a si estos cambios están tomando en cuenta las grandes diferencias existentes en las dinámicas de la actividad científica y la tecnológica, tanto en la lógica de sus desarrollos internos como de los mecanismos e instrumentos de apoyo y estímulo, como condición esencial para la definición de programas de política efectivos para impulsar el

1 Profesores Investigadores del Area de Ciencia y Tecnología del CENDES, Universidad Central de Venezuela.2 Auxiliares de Investigación (CENDES).3 El punto de partida se ubica en 1950 con la creación de la ASOVAC. No obstante, se identifica el inicio de la acción rectora del Estado en 1968 con la creación del CONICIT.

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desarrollo de estos sectores. En contraposición a esta perspectiva, puede argumentarse la necesidad de introducir urgentes cambios porque la estructura que hasta ahora prevaleció, no parece haber sido la más idónea para el logro de estos objetivos.

Avanzar en la consolidación de las capacidades de estímulo a la investigación y el desarrollo tecnológico pasa por adelantar una seria discusión acerca de los enfoques adoptados hasta ahora. En nuestra opinión, pensamos que el ámbito socioinstitucional fue ciertamente efectivo en el desarrollo de capacidades científicas, no así de las tecnológicas. He aquí un aspecto clave de la discusión: el modelo ofertista fue ciertamente exitoso, pero cumplió su función a medias. Sin duda ha debido ser más amplio y considerar lo relativo a la creación de espacios institucionales que garantizaran la oferta de productos y servicios tecnológicos.

Un rápido repaso a la realidad científica y tecnológica venezolana revela procesos contrastantes en el desarrollo de sus estructuras científicas, tecnológicas e industriales. La investigación científica y tecnológica se ha abierto paso en ambientes poco propicios; bastaría dar una ojeada al situado constitucional para ciencia y tecnología, históricamente bajo, de paso muy inferior a los estándares recomendados por los organismos internacionales, para darse cuenta de esta situación.

Sin embargo, un aspecto positivo es que, a pesar de la crisis generalizada que se ha confrontado durante los últimos quince años, a partir de 1993 el país incrementó la base de recursos para ciencia y tecnología. En ese sentido parece haber, por un lado, una creciente capacidad de negociación de los encargados de llevar adelante la política científica y tecnológica y una aceptación, por lo menos implícita, de la importancia que tiene esta actividad para el desarrollo, por parte de actores tradicionales de la realidad política venezolana.

Prosiguiendo con los contrastes, se puede señalar que la comunidad de practicantes de ciencia y tecnología es ostensiblemente baja. Un indicador de ello es el número de personas adscritas al Sistema de Promoción al investigador, (SPI) del CONICIT, pues no supera las mil novecientas personas, cantidad similar, por ejemplo, al número de investigadores que laboran en un laboratorio de cualquier gran empresa transnacional4. No obstante, se observa en esta comunidad la estructuración de islas de excelencia en diversas disciplinas científicas y tecnológicas.

Existe también un escenario donde han habido costosos fracasos, en particular desde el punto de vista industrial. Desde la creación de la Corporación Venezolana de Fomento (CVF) en la década del cuarenta, se trató de crear una estructura productiva apoyada en la masiva transferencia de recursos petroleros,

4 Este programa ha sido, también, objeto de muchas controversias, pues es muy difícil establecer criterios homogéneos para los estándares de evaluación. Esto determina que un grupo de investigadores se abstengan de participar en el mismo. En ese sentido, puede señalarse que el universo de personas que trabajan en investigación es algo mayor al considerado en el sistema.

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tanto a una estructura de empresas básicas públicas como al sector de capital privado. Enormes inversiones directas, créditos y subsidios no fueron capaces de crear una estructura productiva competitiva, quizás por la ausencia de políticas acertadas. Hay que señalar que en este proceso se generaron algunas empresas de extraordinaria calidad, que son competitivas en el nivel internacional. Existen también pequeñas empresas donde se ha generado cierta cultura tecnológica que, sin lugar a dudas, es un acervo muy importante.

Por otra parte, se han realizado esfuerzos por modernizar las estructuras de política científica y tecnológica. Con anterioridad a la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, se vienen introduciendo algunos cambios en política industrial. La creación del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), recientemente fusionado con el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) en el Ministerio de Producción y Comercio, y el mejoramiento de la estructura de propiedad intelectual e industrial están creando un marco de política más claro para el desarrollo competitivo5.

Objetivo

El presente artículo aborda aspectos relativos a la conformación del sistema nacional de innovación venezolano, tratando de identificar puntos importantes dentro de su evolución, así como las principales fortalezas y debilidades. El mismo es parte de un estudio realizado para el CONICIT en el año de 1998 que implicó un levantamiento de información (inventario) de centros de investigación y un análisis de los sistemas de indicadores de ciencia y tecnología. Para fines de ordenamiento y análisis de la información, se abordó el sistema nacional de innovación desde la noción de una red de instituciones públicas y privadas cuyas acciones pueden ser orientadas al desarrollo de conocimiento y el logro de innovaciones que permitan aumentar la competitividad de la estructura productiva y puedan propiciar un mayor desarrollo y bienestar de la estructura social.

En los acápites siguientes se presenta, en primer lugar, un breve análisis de los factores que limitan el desarrollo del sistema. Posteriormente, se presenta una descripción de la evolución de algunos componentes claves del sistema nacional de innovación venezolano y, a través de algunas comparaciones con la evolución de las instituciones de desarrollo tecnológico de la experiencia de Corea, se discuten las principales deficiencias que caracterizaron al proceso de promoción de la ciencia y la tecnología en Venezuela6. Finalmente, se discuten aspectos relativos a la crisis experimentada por el sector desde la década de los ochenta y

5 Este es quizás un ejemplo de la inconsistencia de las instituciones en Venezuela, pues los continuos cambios no permiten la consolidación de una cultura de las instituciones.6 La segunda parte del estudio, presentada en otro artículo en esta misma revista, presenta un inventario sobre los centros de investigación y desarrollo tecnológico del país, a partir del cual se establecen las principales actividades desarrollan en ellos, algunas orientaciones sobre las vinculaciones con sus clientes (sector productivo, y otros sectores sociales) e información con relación a sus fuentes de financiamiento.

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algunos tipos de respuestas institucionales intentadas desde el seno de las instituciones de educación superior.

Algunos factores limitantes

Los años que siguieron a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez presenciaron una vertiginosa ampliación de la educación superior. Esta expansión estuvo acompañada con el desarrollo de una importante capacidad de investigación académica. Este dinamismo comenzó a disminuir a finales de los setenta y entró en una severa crisis a comienzos de los ochenta. Diversos fueron los esfuerzos para promover la consolidación de esta capacidad. Sin embargo, surgen dudas con relación a la eficacia que tuvieron las acciones emprendidas para tal fin. Aventurarse en la identificación de los factores que determinaron estos resultados pasa por analizar y evaluar los instrumentos desarrollados, pero también, por analizar algunos aspectos de carácter estructural que, sin duda, pueden haberse erigido en serios obstáculos para su desarrollo.

Sin detenernos a analizar aspectos de carácter cultural y conductual, apuntamos una serie de condiciones que vienen limitado de manera importante el éxito de las iniciativas adelantadas en estos campos:

Desarticulación: Uno de los principales problemas que se identifican al analizar la estructura de generación de conocimiento científico y tecnológico del país, es el alto grado de desarticulación existente entre los diferentes componentes del Sistema Nacional de Innovación. Las concepciones recientes de la organización de la investigación y desarrollo, que la conciben como un universo de instituciones u organismos diversos estructurados en redes, han carecido de abono fértil en la realidad venezolana.

Descapitalización de recursos humanos: Buena parte de esta capacidad, desarrollada activamente a partir de 1958, mermó durante la década de los ochenta. La crisis económica afectó a las instituciones de educación superior, justo en el momento en que las primeras generaciones de investigadores, formados a principios de los sesenta, se jubilaban. Por otra parte, la abrupta caída de la remuneración de los profesionales dedicados a la investigación y docencia desestimula la carrera profesional en estas áreas y propicia la fuga de cerebros.

Ausencia de una política clara de formación de generación de relevo para los investigadores.

Limitada cultura tecnológica en el sector de la demanda, es decir la industria venezolana. La expresión más característica de esto, es la poca confianza en las capacidades propias. Esto ha limitado severamente las posibilidades de participación nacional en el desarrollo tecnológico.

Falta de continuidad de los programas de política en ciencia y tecnología: cada administración al frente de los organismos de política, generalmente se ha caracterizado por introducir nuevos instrumentos de gestión y/o

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estímulo a las diferentes actividades. Esto impide la prosecución de los programas, la reprogramación continua y en algunos casos se genera redundancia.

Limitada capacidad de evaluación de los programas de ciencia y tecnología. La falta de seguimiento de los programas incide en una baja estimación de rendimiento de la inversión, así como dificulta una mejor distribución del financiamiento.

A pesar de esta situación, en algunas áreas se avanzó de forma significativa. Una revisión de los centros de generación de conocimientos, revela la existencia de una cantidad encomiable de esfuerzos, que desde el punto de vista cualitativo, y en cierto modo cuantitativo, constituyen un substrato importante de generación de conocimientos y activos científicos y tecnológicos. Por su parte, en el sector de la demanda, si bien se reconoce que esta no se ha caracterizado por tener un perfil innovador, desde su implantación bajo el esquema de sustitución de importaciones, se conformó un parque industrial aceptablemente moderno en algunos sectores. En este, se han identificado importantes esfuerzos de aprendizaje tecnológico, lo cual indica la existencia de un substrato capaz de precisar y demandar conocimientos tecnológicos, de generar innovación e, inclusive, desarrollo tecnológico. No obstante, este potencial tiene que ser estimulado y dirigido. Acciones eficientes de política pública, podrían ayudar a algunos sectores industriales a convertirse en puntos nodales claves de la red innovativa venezolana.

Por esta razón, una caracterización del Sistema Nacional de Innovación adquiere especial relevancia en estos momentos. La determinación de sus principales deficiencias y sus aspectos más destacados es una tarea prioritaria. Por esta razón, la noción de Sistema al que hacemos referencia, toma en cuenta la mayor cantidad de factores y de actores, además de considerar las articulaciones en nivel local y/o regional y las incidencias que las mismas tienen en la creación de espacios de desarrollo tecnológico.

El Sistema Nacional de Innovación

Freeman7 define originalmente el concepto de Sistema Nacional de Innovación como la red de instituciones públicas y privadas cuyas actividades e interacciones generan, modifican y difunden nuevas tecnologías. Esto deriva en un sistema complejo, caracterizado por la existencia de una diversidad de elementos culturales, institucionales y regionales y/o locales, que pueden propiciar, o no, el desarrollo de aptitudes específicas que conduzcan al desarrollo de capacidades de creación de conocimiento y a la consolidación de estructuras competitivas.

Si existe una fuerte interacción entre los diferentes actores, y esta es positiva, se propicia la “coevolución” de los mismos8. Una suerte de sinergia donde se mejoran

7 Freeman, C. [1987].8 Anderson, P. W., Arrows, K. J., Pines, D. [1988].

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constantemente las estructuras productivas, las estructuras de investigación y desarrollo, los mercados y otras instituciones.

En el caso del Sistema Nacional de Innovación venezolano, este tipo de interacciones son más bien escasas. Así es difícil el desarrollo de un claro proceso de coevolución. Por el contrario, si algo ha caracterizado nuestro sistema es la baja incorporación de actores locales dentro del proceso de generación y transferencia de conocimiento científico y tecnológico. Esto es un aspecto singular de nuestra realidad; mucho más si se considera que durante tanto tiempo, la economía ha dependido de una industria que demanda capacidades de I&D en sectores tan complejos y diversos como lo es la petrolera.

Si bien en Venezuela la actividad petrolera se extiende ya por un período de más de setenta años, hasta hace muy poco, no se tuvo la capacidad de difundir una cultura tecnológica y empresarial capaz de desarrollar en forma amplia la participación de actores locales dentro del proceso de manejo y desarrollo de esta industria. La visión rentística, determinaba que lo importante fuera la obtención de recursos. Durante cincuenta años la explotación del recurso quedó en manos de las empresas transnacionales, mientras la participación nacional se resumía a establecer los dividendos a obtener por el fisco y el aporte de mano de obra de menor calificación.

Diversos países demuestran que, apoyándose en sus ventajas comparativas, lograron el desarrollo de importantes capacidades tecnológicas. Otros, inclusive, sin contar siquiera con stock de recursos han desarrollado extraordinarios sistemas de innovación. En el caso de países que contaban con el recurso petróleo y lograron rápidamente desarrollar capacidades locales podríamos citar el caso de Noruega y, sin ir muy lejos, Brasil que, a pesar de contar en forma ínfima con este recurso, fue capaz de generar participación nacional. Este país incorporó tempranamente actores locales, sobre todo en áreas técnicas y en el sector de bienes de capital. Para 1950 crea su empresa nacional (PETROBRAS) y al poco tiempo su centro de desarrollo tecnológico (el CENPES). En este proceso se generaron capacidades de investigación y desarrollo, demandas en las universidades y capacidad industrial. Hoy día, este país es capaz de suplir el cincuenta por ciento de sus necesidades de petróleo en yacimientos aguas afuera. Paradójicamente, en Venezuela, el centro de desarrollo tecnológico de la industria (el INTEVEP) no fue creado sino unos cuantos lustros más tarde, a mediados de la década de los 70.

Este resulta un aspecto que ha constituido una de las más graves deficiencias del sistema nacional de innovación venezolano. La ostensible incapacidad de estimular y estructurar centros de desarrollo tecnológico. Una muy tardía preocupación por impulsar capacidades de generación de tecnologías necesarias para el desarrollo de su principal industria.

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La promesa básica: la conformación de un sistema nacional de investigación

La institucionalización de las disciplinas científicas y tecnológicas en Venezuela, es un proceso reciente, si se le compara, por ejemplo, con la experiencia de otros países latinoamericanos como Argentina, México o Brasil. Sin embargo, hay que señalar que otras sociedades que comenzaron su proceso de institucionalización de la ciencia y la tecnología en forma simultánea, y hasta un poco más tarde, lograron conformar y madurar sistemas de producción de ciencia y tecnología mucho más eficientes, inclusive sin contar con la extraordinaria base de recursos con que contó, y cuenta, Venezuela.

Una rápida revisión al proceso de consolidación de estructuras de creación y generación de conocimientos científicos y tecnológicos, revela diferencias significativas en la evolución de estos dos esfuerzos. En el caso de la infraestructura científica, se observa que desde la década de los cincuenta, hasta principios de los ochenta, se experimentó una significativa consolidación y expansión del tramado de instituciones cuyos objetivos eran la instauración y desarrollo de esta actividad. Si bien hay que reconocer que los esfuerzos, sobre todo desde el punto de vista de inversión, distaban mucho de los “estándares” considerados aceptables por los organismos internacionales, se fueron generando los espacios de legitimación social e intelectual.

Observando el mapa de creación de instituciones de formación e investigación en ciencias básicas y/o experimentales (Figura 1), podemos percibir el rápido crecimiento que experimentó durante este período la actividad científica. Teniendo su germen en la Universidad Central de Venezuela,9 institución que desempeñó un papel clave en la formación de muchos profesionales que llevaron adelante labores pioneras, se fueron estructurando diversas facultades y escuelas de ciencias e institutos de investigación en diferentes regiones del país, especialmente durante los sesenta y setenta. Uno de los grandes logros de este proceso fue el de expandir la formación de profesionales, en prácticamente todas las disciplinas científicas, a un amplio espacio de la geografía nacional.

9 Más específicamente, el origen se ubica en la Facultad de Medicina de la Universidad a partir de la década de los treinta de este siglo.

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Figura 1Mapa de creación de Instituciones de formación e investigación en ciencias

básicas y/o experimentales

Hasta la década de los cincuenta, el desarrollo de la poca capacidad de investigación estuvo ligada al área biomédica, y serán justamente algunos profesionales de estas áreas los que comenzaron a luchar por la creación de un espacio de legitimación social de la actividad de investigación. En el caso de las disciplinas científicas básicas, si bien para inicios de los cincuenta ya se habían creado algunas escuelas, la consolidación con un perfil moderno, comenzará a finales de los cincuenta, con la creación de la Facultad de Ciencias de la UCV. En el caso de la ingeniería, si bien la experiencia de formación era de larga data, no será sino hasta inicio de los sesenta cuando surjan nuevas carreras bajo la figura de ciencias de la ingeniería (química y eléctrica) [Licha, 1987].10

Por otra parte, Una revisión de la evolución de la matricula de educación superior entre 1955 y 1975, revela el crecimiento meteórico que estas disciplinas experimentaron las áreas de Ciencias e ingeniería (2.458 %). Hay que destacar que, dentro de estas, la química creció dos veces más rápido que el resto de las disciplinas [Vessuri y Díaz, 1984].

De lo anterior se desprende que durante esta etapa, el país, y más específicamente las universidades, acogieron de manera amplia y apropiada las recomendaciones provenientes de la UNESCO que propugnaban la formación y consolidación de una masa critica en ciencias básicas, capaz de crear matrices

10 La mayor tradición se concentraba en la ingeniería civil, cuya actividad se inicia en el siglo XIX, asociada a las academias militares.

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disciplinarias de la actividad científica, como prerrequisito fundamental del desarrollo.11

Sin embargo, como en el resto de los países latinoamericanos, hubo un cuestionamiento de la efectividad de la promoción de la actividad científica. Sobre todo cuando esta se analizaba, erróneamente, bajo el prisma de la necesidad de resolver los innumerables problemas nacionales. Los postulados ofertistas fueron criticados en función del bajo impacto que tuvo el desarrollo de la actividad científica en la resolución de problemas concretos de la sociedad.

Tecnología: pocos bienes que ofertar

Una ojeada al mapa de creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico (Figura 2) demuestra una situación bastante más precaria en este ámbito. Como se puede apreciar, la cantidad de centros creados para este fin ha sido exigua si se le compara con la creación de organismos para la investigación científica. Desde 1958 cuando se crea el INVESTI, hasta 1990 fueron creados no más de una decena de centros cuya misión fundamental era el desarrollo tecnológico.

Figura 2Mapa de creación de instituciones de desarrollo tecnológico

Una revisión de las áreas de actuación de los centros que se crearon durante los primeros años, revela la inexistencia de alguna vinculación directa con las necesidades de las industrias estratégicas que comenzaban a desarrollarse en ese momento (petróleo, petroquímica, hierro). Más aun, estos centros se fundaban, en la generalidad de los casos, más como producto de decisiones y

11 Aquí es necesario destacar el papel de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (ASOVAC), creada en 1950 por algunos de los primeros investigadores del país. La misma contribuyó a la difusión del discurso acerca de la necesidad de desarrollar la actividad científica y órganos de presión ante el estado.

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esfuerzos particulares de algunos investigadores. En otras palabras: no eran creadas a partir de decisiones derivadas de necesidades identificadas por una política del Estado e, inclusive, de las propias instituciones académicas que, en la mayoría de los casos, las albergaban.

Esto generó una dinámica de funcionamiento muy peculiar. Estas instituciones debían luchar, ante todo, por un espacio de legitimación. Por esta razón, buena parte de sus esfuerzos se orientaban a garantizar la sobrevivencia, lo que se traducía en una procura y consecución de recursos que, en general, no les permitía desarrollar una actividad constante y expansiva. Esto determinó que en la casi totalidad de los casos, estos centros fueran incipientes, tanto desde el punto de vista de los recursos humanos, como de infraestructura.12

Esto llevaría a cuestionar la capacidad para desarrollar efectivamente tecnología; actividad que, como se sabe, demanda cuantiosos recursos. Siendo aventurados, podría señalarse que más que verdaderos espacios para desarrollo tecnológico, la mayoría de estos organismos consiguió alcanzar, simplemente, cierta capacidad de asistencia técnica y la prestación de algunos servicios.

No se pretende minusvalorar la importancia de estas dos últimas actividades dentro del desarrollo tecnológico. No obstante, la poca capacidad de generación de tecnología que históricamente demostró el sector industrial venezolano, demandaba acciones de política más enérgicas en ese sentido. La experiencia de formulación de políticas en algunos países que propiciaron explícitamente el desarrollo tecnológico e industrial, fue una carencia importante del sistema de innovación venezolano.13

Así, si en algo pudo haber fallado el enfoque ofertista fue en la insuficiente creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico; en el desarrollo de mecanismos efectivos que posibilitaran un proceso «technological push» que estimulara capacidades en la estructura productiva. En otras palabras: se falló en la creación de instancias que pudieran garantizar un soporte al desarrollo industrial y generar una alternativa de fuentes de tecnología, al menos parcial y complementaria, al muy difundido modelo basado en la adquisición masiva de tecnología foránea.

Podría señalarse que el único centro verdaderamente concebido y apoyado para adelantar actividades de investigación aplicada y promover el desarrollo

12 Aquí surge otra de las ideas erróneas en torno al tipo de actividad de estos organismos y los retornos que de ella puedan derivar. Pues los responsables de apoyar estas experiencias, casi siempre han pensado que estas deben ser capaces de autofinanciarse casi desde su puesta en marcha.13 En América Latina, el caso más resaltante fue el de Brasil. La implantación de programas de política tecnológica e industrial permitió el desarrollo tecnológico de diversos sectores. No obstante, muchas de estas iniciativas se vieron seriamente afectadas por la inconsistencia de los programas de política y el caos en el ámbito macroeconómico.

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tecnológico, surgirá apenas en 1975. Nos referimos al Instituto Venezolano de Investigaciones del Petróleo (INTEVEP). Este organismo, surgido a raíz de la nacionalización petrolera, ha contado, hasta ahora, con amplio apoyo económico y con las líneas estratégicas de la industria petrolera, logrando consolidar una extraordinaria planta de recursos humanos provenientes de las universidades y otros centros de investigación.14

Esta institución, de hecho, es la única capaz de patentar en forma sistemática sus desarrollos tecnológicos, tanto en Venezuela como en el exterior, y en apenas veinte años, fue capaz de desarrollar un producto novedoso de nivel mundial (el combustible ORIMULSION ®).

En un sector conexo a la industria petrolera, el petroquímico, se identifica otra experiencia de apoyo al desarrollo tecnológico, de menor envergadura pero ciertamente interesante: Investigación y Desarrollo C.A. (INDESCA). Más ubicado en el lado de la oferta, este es un organismo perteneciente a las firmas del Complejo Petroquímico del Tablazo (por lo tanto su composición de capital es Mixto) dedicada especialmente a suplir las necesidades de I&D adaptativo de estas empresas y la asistencia técnica a sus clientes. Puede decirse que este organismo constituye el centro de investigación industrial más importante del país en el área de procesos.15

La necesidad de articular las actividades de desarrollo al sector de la demanda

Conocido es que en el ámbito privado local, pocas son las empresas que poseen instancias formales para la ejecución de actividades de investigación y desarrollo. Estas pocas unidades, no obstante, han generado bienes tecnológicos de significación. En algunas otras empresas se consiguen algunas experiencias exitosas de innovaciones y sostenidos procesos de aprendizaje. Sin embargo, estas experiencias no han contado, o han contado con muy poco respaldo de conocimiento tecnológico proveniente de las universidades y/o centros de investigación.

Centros de investigación como el INTEVEP o INDESCA, más en el ámbito del Estado, o del Centro de Biotecnología de Empresas Polar, en el privado, son más bien excepción en el ámbito tecnoproductivo venezolano. La realidad de la industria se caracteriza por una baja capacidad de involucrarse en actividades de desarrollo tecnológico, entendiendo esto último en una perspectiva amplia de aprendizaje que debe considerar desde los esfuerzos de asimilación que deben

14 Otra experiencia importante es la de la Fundación Instituto de Ingeniería. Sin embargo, una revisión de sus actividades demuestra que no ha logrado consolidar una verdadera capacidad de desarrollo tecnológico, que sus esfuerzos se orientan principalmente a la prestación de servicios a la industria.15 Algunas empresas públicas lograron estructurar grupos de I&D de cierta importancia, que generaron bienes tecnológicos significativos. Sin embargo el deterioro de su patrimonio, y el mal manejo administrativo, atentaron contra el impacto económico que estos desarrollos podían generar.

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acompañar al proceso de transferencia de tecnología, hasta el intento de desarrollar soluciones tecnológicas propias.

La menguada oferta: el peso del sesgo profesional

Detrás de esta baja capacidad de generar tecnología que caracteriza al Sistema Nacional de Innovación venezolano, subyace otro problema estructural importante: la debilidad de las estructuras de formación e investigación para envolverse actividades de diseño y desarrollo. Esto se relaciona de alguna manera con las especificidades que fueron tomando las disciplinas de ingeniería en el país. En un trabajo anterior, a partir de una revisión de los pensa de las principales escuelas en nivel nacional, se constató que, en líneas generales, las funciones formativas han tendido a privilegiar el entrenamiento en actividades de operación, dejando al entrenamiento para actividades de diseño y desarrollo en un segundo plano.16

Esta estructura curricular se fue conformando para responder a la necesidad de formar personal idóneo para encargarse del manejo de las plantas industriales que, en la generalidad de los casos, era de origen foráneo, mas no para su diseño. Esta debilidad es evidente en los postgrados, pues sus espacios, reconocidos como un lugar privilegiado para el desarrollo de la investigación, se fueron conformando como un hecho prácticamente separado de esta actividad, para dar respuesta, casi exclusivamente, a demandas externas de entrenamiento.17

Llegado a este punto de la controversia, pudiera cuestionarse la eficacia que tuvo una visión ofertista para encarar el problema del desarrollo tecnológico en nuestros países, sobre todo si se toma en cuenta que el espacio tradicional para el desarrollo de esta actividad es la empresa, es decir el sector de la demanda. Contra la opinión de la mayoría, pensamos que políticas de esta naturaleza pueden tener gran efectividad en este ámbito. Experiencias de países emergentes y algunos países desarrollados corroboran esta apreciación de manera casi taxativa.

La eficacia de una intervención ofertista amplia

Veamos el emblemático caso de Corea. En la figura 3 (mapa de creación de instituciones de desarrollo tecnológico en ese país), se puede apreciar, la cantidad de espacios institucionales que se fundaron en ese país para impulsar la creación de tecnología, (obsérvese que la primera experiencia data de 1966 con la creación del Instituto Coreano de Ciencia y Tecnología: KIST, por cierto algunos años después de los primeros intentos en Venezuela). Como se aprecia, proliferaron a ritmo muy superior al caso que nos ocupa. Por otra parte, una revisión de la orientación de los mismos, revela los esfuerzos por involucrarse en sectores que, en los respectivos momentos, se estaban consolidando en la frontera tecnológica.

16 Esto se percibe inclusive en los programas de cuarto nivel.17 Mercado, A; Testa, P. [1998].

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Tenemos así que en la década de los sesenta, se crearon instituciones de investigación y desarrollo capaces de apoyar el proceso de implantación de diversos sectores de la industria pesada (en el KIST se desarrollaban investigaciones en materiales, petroquímica etc.). Ya en los años setenta, se comienza a impulsar la creación de espacios institucionales para la investigación y desarrollo en la electrónica, demostrando la conciencia que se tenía del cambio que se comenzaba a verificar en el paradigma tecnoeconómico. Finalmente, en los ochenta prolifera la creación de espacios institucionales para el desarrollo de diversas tecnologías avanzadas.

De esta forma, se garantizaba, desde el sector de la oferta, un soporte de conocimiento tecnológico para el desarrollo industrial, el cual, dicho sea de paso, estuvo delineado bajo orientaciones de política del Estado muy claras, las cuales consideraban la definición de los sectores prioritarios y una continua incorporación de actores locales a su desarrollo (industriales, técnicos etc.).

Figura 3Mapa de creación de instituciones de desarrollo tecnológico (Corea)

Este esfuerzo posibilitó crear la base de conocimientos para un sostenido desarrollo tecnológico, representada por una extraordinaria base de recursos humanos en estas instituciones, la cual para 1990, estaba compuesta por aproximadamente 11.000 tecnólogos.18

18 Lim, Y. [1995].

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Otro buen ejemplo que podemos considerar un producto de postulados ofertistas es el de algunos sectores de alta tecnología en Canadá. Algunos estudios han analizado el papel de apoyo que, históricamente a prodigado el Estado al desarrollo tecnológico. De hecho, el apoyo directo a las relaciones entre los centros de investigación y la estructura productiva, se inicia tempranamente en 1914. Pero más recientemente, estudios sobre las industrias de microelectrónica y biotecnología han demostrado que aproximadamente el 90 % de las empresas de alta tecnología existentes, han surgido de los programas de investigación y desarrollo ejecutados en las universidades, financiados fundamentalmente por el estado.19

Estas experiencias inducen a pensar en la efectividad de estos programas. Sobre todo, si los mismos forman parte de una visión estratégica de los estados, que, rápidamente entendieron la necesidad de articular y armonizar las políticas de desarrollo tecnológico y económico.

La crisis de las instituciones de investigación

Otro aspecto que coadyuvó a una mediatización del impacto social de la actividad de investigación fue la pérdida de dinamismo del sector. Como bien puede apreciarse en las figuras 1 y 2, durante los últimos veinte años fueron pocos los centros de investigación científica y tecnológica que se crearon. Las pocas experiencias recientes se concentran en el área tecnológica, lo cual sería muy bueno si no se tratará de experiencias muy frágiles que, en forma general, no cuentan con el respaldo de eficientes programas de política.

Durante los años ochenta, como consecuencia de la crisis económica, muchos centros de investigación se vieron seriamente afectados por una merma significativa de recursos humanos altamente capacitados.20 Aunado a esto, se experimentó una caída significativa de los salarios reales de los profesores universitarios e investigadores en los últimos 15 años. Esto ha generado una serie de problemas que van desde la búsqueda individual de complementación salarial, que determina una disminución de la atención a las actividades de investigación, hasta la aparición de una pequeña pero importante fuga de cerebros.

Esta situación dificulta diversos esfuerzos que se vienen adelantando para recuperar y fortalecer los centros de investigación (particularmente en las universidades).21 La baja remuneración hace poco atractivo para un joven profesional la posibilidad de hacer carrera como investigador. Revertir esta situación, constituye una de las prioridades de los organismos de política científica y tecnológica en la actualidad.

19 Niosi, J. [1998].20 Mercado, A.; Testa, P. [1998].21 El CONICIT adelanta importantes programas como el del investigador novel (PIN), el cual pretende incorporar jóvenes profesionales para que se desarrollen como docentes-investigadores.

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Esto ha generado algunas respuestas institucionales. A partir de los ochenta, comienza a verificarse un proceso interesante de adecuación de las estructuras organizativas de diversas instituciones académicas y de investigación. Agobiadas por la crisis económica, comienzan a crearse espacios de interacción con el mundo productivo bajo la figura de empresas, fundaciones y otras modalidades. El desarrollo de algunas de estas experiencias se han documentado en diversos estudios de caso,22 los resultados, no obstante, son disimiles y, en la mayoría de los casos, poco satisfactorios. Sin embargo, su efectividad debe ser analizada a la luz de los objetivos particulares de las instituciones en las que se insertan.

El CONICIT, por su parte, a través de un programa iniciado a principios de los noventa: el programa de parques tecnológicos, intentó apoyar directamente estas iniciativas. Sin embargo, la adopción de modelos de política ajenos a las condiciones locales, que no toma en cuenta las realidades estructurales anteriormente descritas, han incidido en que los resultados no hayan tenido la efectividad esperada.

Conclusiones

El Sistema Nacional de Innovación venezolano se caracteriza por presentar una serie de condiciones estructurales que limitan seriamente sus posibilidades de expansión. La marcada desarticulación entre los diferentes actores y/o instituciones, la limitada cultura tecnológica tanto del sector industrial como el de investigación, y la baja capacidad de evaluación de los organismos de política, dificultan el desarrollo de un proceso de coevolución que estimule el desarrollo de capacidades de creación de conocimiento y la consolidación de estructuras competitivas.

La situación anterior se ha atribuido, entre otras cosas, al enfoque ofertista adoptado en los inicios de la política científica y tecnológica. A pesar de las críticas, pensamos que este enfoque resultó exitoso en la creación de una «masa crítica» para el desarrollo de capacidades científicas. Sin embargo este éxito se ve opacado por el insuficiente estímulo a la creación de espacios institucionales para el desarrollo tecnológico; espacios que pudieran garantizar un soporte de conocimiento al desarrollo industrial.

Experiencias de países de reciente industrialización como Corea, revelan la eficacia que puede tener un modelo ofertista con una concepción amplia. Este modelo se concentró en el desarrollo de capacidades de generación de conocimientos tanto científicos como tecnológicos. Esta estructura, a su vez, se articulaba en forma armónica con los programas de política de desarrollo industrial, creando un tejido socioinstitucional vigoroso. De esta forma, se garantizaba un soporte de conocimiento tecnológico para el desarrollo industrial.

22 Vessuri, H. [1995].

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Referencias

Anderson, P. W.; Arrows, K. J.; Pines, D. [1988] The economy as an evolving complex system. Addison-Wesley Publishing, Reading, MA

Freeman, C. [1987] Technology policy and economic performance: lessons from Japan. Pinter Publishers, London

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Fuente: http://www.revistaespacios.com/a99v20n02/10992002.html