18
NOTA EL DIARIO DE COLÓN EN EL OTOÑO DEL PATRIARCA: UNA LECTURA EN CONTRAPUNTO Por su condición libresca e hipertextual de texto que habla de otro texto y lo comenta desde la ficción, y porque contribuye a la autono- mía del campo literario desde la práctica literaria, la reescritura es una de las formas literarias predilectas de la crítica contemporánea. Esto no significa, de ninguna manera, que el recurso de la intertex- tualidad se deba a una moda; no sólo es medular, desde El Quijote, en la novelística europea, sino también en las narrativas exógenas de las antiguas colonias. Entre las distintas formas que la reescritura pueda tomar en éstas, hay por lo menos una que tiene un valor estratégico particular, en la medida en que constituye una contraescritura de las obras canónicas de las literaturas europeas. De esta manera, la in- tertextualidad como fenómeno literario adquiere un contenido innegablemente político, pues pretende mostrar y desmantelar los presupuestos ideológicos del canon literario europeo al invertir sus representaciones y evidenciar lo que en ellas hay de complicidad con el imperio 1 . La naturaleza doble, parasitaria, de esta práctica literaria -llamada "reinscripción" por Edward Said 2 - exige un itinerario de lectura igualmente doble, del texto matriz y del que lo revisita, lo cual desemboca en una lectura que Said ha llamado "en contrapun- to" y que confronta el, o los textos matriz, con la creación ulterior. Al lector se le demanda esta lectura en contrapunto en nume- rosas novelas latinoamericanas de las últimas décadas, novelas que "canibalizan" obras literarias del "Viejo Mundo", o indagan en el pasado colectivo del subcontinente al revisitar las crónicas de la con- quista para desentrañar las premisas ocultas que las sustentan. La narrativa de Gabriel García Márquez se presta bien a investigaciones sobre los distintos modos de intertextualidad con esas obras canónicas 1 Cf. MARÌA JOSÉ VEGA, Imperios defxipel Introduction a la critica, poslcolonial, Critica, Barcelona, 2003, p. 235. 2 En Culture, and imperialism, Vintage, London, 1993. NRFH, LIII (2005), num. 2, 519-536

el otoño del patriarca y colón

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: el otoño del patriarca y colón

N O T A

E L DIARIO D E C O L Ó N E N EL OTOÑO DEL PATRIARCA: U N A L E C T U R A E N C O N T R A P U N T O

Por su c o n d i c i ó n libresca e h iper textua l de texto que habla de otro texto y lo comenta desde la ficción, y porque contribuye a la autono­m í a del campo l i terar io desde la práct ica l iteraria, la reescritura es una de las formas literarias predilectas de la crítica c o n t e m p o r á n e a . Esto no significa, de n inguna manera, que el recurso de la intertex-tual idad se deba a una moda; no sólo es medular , desde El Quijote, en la novelíst ica europea, sino t a m b i é n en las narrativas e x ó g e n a s de las antiguas colonias. Entre las distintas formas que la reescritura pueda tomar en éstas, hay por lo menos una que tiene u n valor es tratégico particular , en la medida en que constituye una contraescritura de las obras canón ica s de las literaturas europeas. De esta manera, la i n -tertextual idad como f e n ó m e n o l i terar io adquiere u n contenido innegablemente pol í t ico , pues pretende mostrar y desmantelar los presupuestos ideo lóg icos del canon l i terar io europeo al invert ir sus representaciones y evidenciar lo que en ellas hay de compl ic idad con el i m p e r i o 1 . La naturaleza doble, parasitaria, de esta práct ica l i teraria - l l a m a d a " re inscr ipc ión" por Edward S a i d 2 - exige u n i t inerar io de lectura igualmente doble, del texto matriz y del que lo revisita, lo cual desemboca en una lectura que Said ha l lamado "en contrapun­t o " y que confronta el, o los textos matriz, con la creac ión ul ter ior .

A l lector se le demanda esta lectura en contrapunto en nume­rosas novelas latinoamericanas de las úl t imas d é c a d a s , novelas que "canibalizan" obras literarias del "Viejo M u n d o " , o indagan en el pasado colectivo del subcontinente al revisitar las crónicas de la con­quista para de sen t rañar las premisas ocultas que las sustentan. La narrativa de Gabriel Garc ía M á r q u e z se presta b ien a investigaciones sobre los distintos modos de intertextualidad con esas obras canónicas

1 Cf. M A R Ì A JOSÉ V E G A , Imperios defxipel Introduction a la critica, poslcolonial, Critica, Barcelona, 2003, p. 235.

2 E n Culture, and imperialism, Vintage, L o n d o n , 1993.

NRFH, L I I I (2005), num. 2, 519-536

Page 2: el otoño del patriarca y colón

520 K R I S T I N E V A N D E N B E R G H E NRFH, L U I

y fundacionales. Si aceptamos lo que Jacques Joset afirma, sin embar­go, la ingente bibl iograf ía sobre el escritor colombiano cubre relati­vamente pocos aspectos intertextuales de su obra y, a este respecto, muestra dos hiatos mayores 3 . Por u n lado, los críticos suelen recorrer u n campo l imi tado de unas obras repetidas que, por lo general, son las tempranamente seña ladas por M a r i o Vargas Llosa en García Már­quez. Historia de un deicidkfi: Faulkner, Rabelais, Camus y Sófocles son los autores de algunos intertextos cuya influencia en Garc ía M á r q u e z ha sido m á s verificada. Por o t ro lado, estas verificaciones, siempre en o p i n i ó n de Joset, no son s i n ó n i m o de investigaciones ya que, con frecuencia, se l i m i t a n a seña lar influencias sin estudiar el funciona­miento concreto de éstas o su inserc ión precisa en la obra mar-queciana. Ejemplos de esta manera de proceder son, en medidas variables, distintas pesquisas sobre la re inscr ipción que Garc ía Már­quez hizo de u n fragmento del Diario de C o l ó n en su novela El otoño del patriarca5.

Se sabe que la re inscr ipc ión del texto co lombino en El otoño, y en otras partes de la vasta obra marqueciana, no es, de n i n g ú n m o d o , única , sino que m á s b ien ilustra la importanc ia que ésta y las d e m á s crónicas de Indias t ienen para la moderna novela hispanoamerica­na 6 . T a m b i é n lo es el hecho de que forme parte de u n extraordina­r io corpus de versiones sobre la figura de C o l ó n y de u n con junto de reescrituras de su Diario; f e n ó m e n o que estudia Han Stavans7, qu ien ha configurado el mapa de algunos de los m á s de cien textos litera­rios -novelas, obras de teatro, oratorios, poemas- sobre el personaje del A l m i r a n t e publicados en los dos ú l t imos siglos. Stavans distingue entre tres maneras novelísticas de aproximarse a Co lón . Si algunos novelistas, sobre todo los europeos y del norte del Río Grande, lo han p intado como u n mes ías o u n profeta cuyo destino divino lo lle­vó a "descubrir" u n "nuevo" cont inente , otros lo han descrito como u n h o m b r e convencional con cualidades y defectos, como cualquie­ra. La tercer ca tegor ía incluye a escritores, con procedencia sobre todo de A m é r i c a Latina, que crean u n personaje vi l lano, char latán, mentiroso y codicioso que simboliza el mal . Entre los escritores his­panoamericanos que contr ibuyeron a asentar esta úl t ima imagen de C o l ó n , Stavans estudia a R u b é n Dar ío , Carlos Fuentes, Abe l Posse y Ale jo Carpentier. El f ragmento de Garc ía M á r q u e z no se incluye en

s V é a s e Historias cruzadas de novelas hispanoamericanas, Vervuert-Iberoamericana, Frankfurt/M.-Madrid, 1995, p. 92.

4 Barrai, Barcelona, 1971. 5 Sudamericana, Buenos Aires, 1975. Cito por esta e d i c i ó n . E n adelante, El

otoño, seguido de n ú m e r o de p á g i n a entre p a r é n t e s i s . 6 Cf. R O B E R T O G O N Z Á L E Z E C H E V A R R Í A , Crítica práctica/práctica crítica, F . C . E . , Méxi­

co, 2002, pp. 33 et passim. 7 E n Imagining Columbus. The literary voyage, Palgrave, New York, 2001.

Page 3: el otoño del patriarca y colón

NRFH, L U I E L immom. C O L Ó N E N E L OTOÑO DEL PATRIARCA 521

su corpus de i m á g e n e s del A l m i r a n t e y reinscripciones de sus diarios, ausencia que se explica, quizá , porque só lo se trata de u n fragmento breve en una novela larga y porque el personaje de C o l ó n puede pa­recer inútil para la acc ión y sin consistencia ps ico lóg ica , para decir lo con los calificativos usados por Mar tha L.Canfield, calificativos que la p r o p i a crítica luego problematiza 8 . De otro lado, t ambién puede pensarse que Stavans no toma en cons iderac ión la re inscr ipc ión por­que escapa a sus ca tegor ía s metodo lóg i ca s , en El otoño di f íc i lmente se deja encasillar.

Esto no ha i m p e d i d o que varios lectores de la obra de Garc ía M á r q u e z se hayan ocupado del tema. E n u n texto sobre las i m á g e n e s que el autor co lombiano ha creado de C o l ó n , Bolívar y Santander, G e r m á n I ) . Carr i l lo recuerda la o p i n i ó n de Garc ía M á r q u e z respecto a la in terpre tac ión tendenciosa que C o l ó n hubiera hecho de la reali­dad latinoamericana, lo que no sólo ha desvirtuado ésta sino que ha causado la soledad de L a t i n o a m é r i c a . Carr i l lo apunta que Garc ía M á r q u e z plantea la distors ión operada por C o l ó n en El otoño median­te una

inversión imaginaria, pero no menos reveladora de su propósito, del primer encuentro narrado desde este lado, o sea, desde la perspectiva del indio caribe quien no acaba de comprender el porqué de tanta alga­rabía. Para lograrlo, García Márquez se reviste como nadie de los mági­cos poderes que concede la intertextualidad como arma de dos filos en circunstancias también extraordinarias. Veamos cómo se efectúa el sa­queo del Diario de Colón en El otoño del patriarca*.

Sigue una cita parcial del "saqueo" sin que el crítico llegue a anali­zar el f ragmento o que siquiera haga, en to rno a él, mayores co­mentarios. - Si b ien la inter textua l idad es el tema pr inc ipa l de su investiga­ción acerca de la sátira en Garc ía Márquez , Isabel Rodr íguez-Vergara se l imi ta esencialmente a seña lar que la vers ión ficcionalizada mar-queciana carnavaliza la versión de C o l ó n al representar la visión del co lonizado 1 0 . En c o m p a r a c i ó n , el estudio de Mar tha L. Canf i e ld 1 1

sobre la figura de C o l ó n en El otoño cala m á s h o n d o , como veremos adelante. Sin embargo, tampoco d e s e n t r a ñ a el func ionamiento con­creto de la reescritura. O t r o avance representan, a este respecto, las

8 E n " E l patriarca de G a r c í a M á r q u e z : padre, poeta y tirano", Revlb, 1984, n ú m s . 128/129, p. 1053.

9 G E R M Á N D . C A R R I L L O , " L a d ia léct ica de la ant ipat ía : C o l ó n , Bol ívar y Santander en la obra de G a r c í a M á r q u e z " , Revlb, 1996, n ú m . 175, p. 480; las cursivas son del autor.

1 0 Cf. El mundo satírico de Gabriel García Márquez, Pliegos, Madrid, 1991, p. 65. 11 El "patriarca " de García Márquez. Arquetipo literario del dictador hispanoamericano,

Opusl ibri , Firenze, 1984 y " E l patriarca de G a r c í a M á r q u e z : padre.. ." .

Page 4: el otoño del patriarca y colón

522 K R I S T I N E V A N D E N B E R G H E NRfrTl, L U I

investigaciones de Michael Palencia-Roth 1 2 , qu ien demuestra con ejemplos concretos c ó m o Garc í a M á r q u e z elabora sus metamorfosis míticas de, respectivamente, Ju l io César , Cristóbal Co lón y R u b é n Dar ío . N o obstante, el análisis de Palencia-Roth, si b ien repara algo m á s en las distintas inversiones del d iar io , tampoco agota el tema. La índo le elaborada de la re inscr ipc ión merece que se afinen los análi­sis citados en lo concerniente a ciertos aspectos filológicos y genea ló ­gicos (en el sentido de Foucault ) , lo cual haré en lo que sigue.

Dado que el fragmento que nos ocupa constituye la reescritura de u n pasaje del Primer diario de C o l ó n , supone una lectura en con­trapunto . Por tanto, e m p e z a r é por presentar el texto matriz escrito por C o l ó n , siguiendo las grandes l íneas de lectura trazadas por los críticos c o n t e m p o r á n e o s - c o m o Lzvetan L o d o r o v y Beatriz Pastor B o d m e r 1 3 - que, hasta cierto p u n t o , v como lo demuestra la reins­cr ipc ión en El otoño, son compartidas por Garc ía M á r q u e z .

I N S C R I P C I Ó N

El f ragmento reinscrito por Garc í a M á r q u e z procede del Diario del primer viaje de C o l ó n , viaje cuyos resultados se reducen a la demostra­ción de la posibi l idad del camino occidental hacia la India , al descu­b r i m i e n t o del tornaviaje y a la imperfecta e x p l o r a c i ó n de algunas islas. A pesar de ello el viaje fue importante , sobre todo porque i n ­fundió en los á n i m o s de los europeos una pr imera "i lusión indiana" . Ya que el texto or ig inal del Diario, que q u e d ó en la Corte, como su copia en los archivos de la famil ia C o l ó n han desaparecido, se suele reproduc i r el Sumario del or ig ina l co lombino hecho por B a r t o l o m é de las Casas cuando confeccionaba su Historia general de las Indias.

En el Sumario, d e s d e el punto de vista de la redacción, hay que dist inguir tres elementos b ien diferenciados que corresponden a tres niveles de enunc iac ión : "las citas textuales de C o l ó n , las citas indirec­tas en tercera persona introducidas por Las Casas y las interpolacio­nes del domin ico que a m o d o de observaciones comenta lo que transcr ibe" 1 4 . Si b ien Consuelo Váre la afirma que el Sumario es u n fiel reflejo del Diario de a bordo de C o l ó n - "Has ta tal p u n t o es fiel co-

1 2 V é a n s e , Gabriel García Márquez: la línea, el círculo y las metamorfosis del mito, Cre­dos, Madrid, 1983 e "Intertexlualities: T h r e e metamorphoses ofmyth in The autumn ofthe palriardi, en Gabriel García Márquez and the powers ofjictíon, e d . J . Ortega, Uni¬versity of Texas Press, Austin, 1988, pp. 34-60.

1 3 T . T O D O R O V , La conquista de América. La cuestión del otro, Siglo X X I , M é x i c o , 1987 v B. PASTOR B O D M E R , El. jardín y el peregrino. Ensayos sobre el. pensamiento utópico lati­noamericano 1492-1695, Rodopi, Amsterdam, 1996.

1 4 C O N S U E L O V Á R E L A , " I n t r o d u c c i ó n " a Los cuatro viajes. Testamento, de Cr i s tóba l C o l ó n , Alianza, Madrid, 1986, p. 15. Cito por esta e d i c i ó n . E n adelante, Viajes, segui­do de n ú m e r o de p á g i n a entre p a r é n t e s i s .

Page 5: el otoño del patriarca y colón

NBFH, L U I E L DIARIO D E C O L Ó N E N EL OTOÑO DEL PATRIARCA 523

pista fray B a r t o l o m é que cuando no entiende el texto lo seña la o de­j a u n espacio en b l a n c o " - , opina contradictor ia y s i m u l t á n e a m e n t e que " t ambién Las Casas oculta in formación y a buen seguro no trans­cr ibió a l gún que o t ro pár ra fo que pensara pudiera d a ñ a r a C o l ó n a los ojos de sus futuros lectores" 1 5 . Es decir que la re inscr ipción en cierto m o d o ya empieza con el p r i m e r copista y transcriptor " f i e l " del Diario. O , para decir lo con palabras de Roberto Gonzá lez Echevarr ía : " E l texto del or igen es siempre ya un i n t e r t e x t o " 1 6 .

E l Diario de C o l ó n comienza el tres de agosto, el d ía de su part ida en Palos, con una cita en pr imera persona que, sin embargo, aparece sin entrecomil lado en el texto de Las Casas: "Partimos viernes 3 días de Agosto de 1 4 9 2 años de la barra de Saltés, a las ocho oras" (Viajes, [ ) . 4 5 ) . L o que viene d e s p u é s es citado en discurso indirecto en terce­ra persona por Las Casas quien se refiere a C o l ó n con el título de "el A lmirante " . La pr imera cita larga entrecomillada en pr imera persona incluye la descr ipc ión que Co lón hace de su llegada a la t ierra nueva y de los habitantes de ésta, con fecha del 11 de oc tubre 1 7 . A u n q u e sea larga, vale la pena transcribirla en su total idad, p r i m e r o por el estatu­to enunciativo especial que tiene en el Sumario de B a r t o l o m é de las Casas al ser citada excepcionalmente in extensis, segundo, porque Garc ía M á r q u e z , por su parte, le concede igualmente u n lugar desta­cado al usarla como intertexto en su novela. Pero, sobre todo, en el marco de este análisis, es preciso conocer sus detalles para poder cali­brar todos los aspectos de la re inscr ipción de Garc ía Márquez :

' Y o " , d ize é l , " p o r q u e nos tuv ie sen m u c h a ami s t ad , p o r q u e c o g n o s c í q u e e r a gente q u e m e j o r se l i b r a r í a y c o n v e r t i r í a a n u e s t r a s anc ta fe c o n a m o r que n o p o r m e r c a , les d i a a l g u n o s d 'e l los u n o s bonete s c o l o r a d o s y u n a s c u e n t a s de v i d r i o q u e se p o n í a n al p e s c u e c o , y otras cosas m u ­c h a s de p o c o va lor , c o n q u e o v i e r o n m u c h o p l a z e r y q u e d a r o n tanto nues t ro s q u e e r a marav i l l a . L o s cua les d e s p u é s v e n í a n a las barcas de los nav ios a d o n d e nos e s t á v a m o s , n a d a n d o , y nos t r a í a n papagayos y h i l o d e a l g o d ó n e n ovil los y azagayas y otras cosas m u c h a s , y nos las t rocavan p o r otras cosas que nos les d á v a m o s , c o m o cuentez i l l a s de v idr io y casca-veles . E n fin, todo t o m a v a n y d a b a n d e a q u e l l o q u e t e n í a n de b u e n a vo­l u n t a d , m a s m e p a r e c i ó q u e e r a gente m u y p o b r e de todo . E l l o s a n d a n todos d e s n u d o s c o m o s u m a d r e los p a r i ó , y t a m b i é n las m u g e r e s , a u n ­q u e n o v ide m á s de u n a farta m o c a , y todos los q u e vi e r a n todos m a n c e ­bos, q u e n i n g u n o v ide de e d a d de m á s de X X X a ñ o s , m u y b i e n h e c h o s , d e m u y f e rmosos c u e r p o s y m u y b u e n a s caras , los cabe l los gruessos cua­si c o m o sedas de c o l a d e caval los e cortos . L o s cabe l los t r a e n p o r e n c i ­m a d e las cejas, salvo u n o s p o c o s d e t r á s q u e t r a e n largos , q u e j a m á s

13 Loe. al. 16 Op. al, p. 45. 1 7 Hav algunas citas breves, de no m á s de una frase, que corresponden al 16, 17,

19, 22, 23 y 30 de septiembre, y al 2, 5 v 8 de octubre.

Page 6: el otoño del patriarca y colón

524 K R I S T I N E V A N D E N B E R G H E NRFH, L I I I

c o r t a n . D ' e l los se p i n t a n de pr i e to , y [d ' ] e l los s o n de l a c o l o r de los ca­nar io s , n i n e g r o s n i b l a n c o s , y d 'e l los se p i n t a n de b l a n c o y d ' e l lo s d e c o l o r a d o y d 'e l los d e lo q u e fa l l an ; y d 'e l los se p i n t a n las caras , y d 'e l los todo e l c u e r p o , y d 'e l los solos los ojos, y d 'e l los solo e l na r i z . E l l o s n o t r a e n a r m a s n i las c o g n o s c e n , p o r q u e les a m o s t r é espadas y las t o m a v a n p o r e l filo y se c o r t a v a n c o n i g n o r a n c i a . N o t i e n e n a l g ú n f i e r ro ; sus aza­gayas s o n u n a s varas s in fierro y a lgunas d 'e l la s t i e n e n a l c a b o u n d i e n t e de p e c e , y otras d e otras cosas. E l l o s todos a u n a m a n o s o n de b u e n a es­ta tura de g r a n d e z a y b u e n o s gestos, b i e n h e c h o s . Y o v ide a l g u n o s q u e t e n í a n s e ñ a l e s d e fer idas e n sus c u e r p o s , y les h i z e s e ñ a s q u é e r a aque­l lo , y el los m e a m o s t r a r o n c ó m o a l l í v e n í a n gente de otras islas q u e esta-v a n a c e r c a y les q u e r í a n t o m a r y se d e f e n d í a n . Y yo c r e í e c r e o q u e a q u í v i e n e n de t i e r ra firme a tomar lo s p o r captivos . E l l o s d e v e n ser b u e n o s serv idores y d e b u e n i n g e n i o , q u e veo q u e m u y presto d i z e n todo lo que les d e z í a . Y c r e o q u e l i g e r a m e n t e se h a r í a n cr i s t ianos , q u e m e p a r e c i ó q u e n i n g u n a secta t e n í a n . Y o p l a z i e n d o a N u e s t r o S e ñ o r l e v a r é d e a q u í a l t i e m p o de m i p a r t i d a seis a V u e s t r a s A l teza s p a r a q u e d e p r e n d a n fa-blar . N i n g u n a best ia d e n i n g u n a m a n e r a v ide , salvo papagayos e n esta i s la" . T o d a s s o n pa labras d e l A l m i r a n t e (Viajes, p. 6 3 ) .

El sistema p r o n o m i n a l usado en el f ragmento demuestra que el autor p r i m e r o y narrador, C o l ó n , no tarda en integrar a los actantes en u n esquema oposicional, esquema que, en opin ión de Mary Louise Pra t t 1 8 , estructura todo discurso sobre los civilizados y los primit ivos . Asimismo, el uso de la pr imera persona del "yo" vs. la tercera de "ellos" muestra, inmediatamente , al i n d í g e n a como el o tro , otredad que se convierte en el instante en el objeto de la descr ipc ión del na­rrador sujeto. Éste , desde el p r i m e r encuentro, no sólo establece los p a r á m e t r o s de la descr ipc ión física de "ellos" sino que, a d e m á s , con­trola su ident idad ps íqu ica - v o l u n t a d y sent imientos- y no duda un m o m e n t o en su capacidad de interpretar sus señas sin margen de error. Los verbos "conocer", "ver" y "creer" que pertenecen al campo semánt i co de la p e r c e p c i ó n física e intelectual se conjugan única­mente en la pr imera persona.

Esta as imetr ía en el poder enunciativo e interpretativo entre suje­to y objeto se desdobla en otra ya que al sujeto que es una pr imera persona singular le hace j u e g o u n objeto p lura l . El uso insistente del yo por C o l ó n y, a falta de ser expl íc i to , su presencia en la desinencia de los verbos, es u n signo del papel providencial que se atribuye a sí mismo y de su deseo de ser reconocido y recordado como h é r o e pol­los lectores de su diar io , especialmente por sus destinatarios direc­tos, los Reyes Catól icos . En ese sentido aisla a C o l ó n , lo individualiza como actante entre los d e m á s conquistadores. Cabe resaltar que C o l ó n hubiera pod ido destacar a u n o o varios individuos entre los

1 8 Cf. Imperial eyes: Travel writing and transculturation, Routledge, L o n d o n , 1992.

Page 7: el otoño del patriarca y colón

NRFH, L U I E L B M O D E C O L Ó N E N E L OTOÑO DEL PATRIARCA 525

ind ígenas , que hubiera pod ido reconocer entre ellos a u n portavoz o u n cacique; no obstante, no se dirige a n i n g ú n ind iv iduo sino que "se ent iende" con toda la colectividad de los otros.

A u n q u e en este fragmento el objeto de la escritura de C o l ó n no sea su prop ia figura, impl íc i t amente y en la medida en que el discur­so revela determinados aspectos del narrador, tiene u n alto grado de autorreferencial idad. El narrador y personaje C o l ó n aparece en efec­to como el je fe de los conquistadores, suficientemente intel igente para entender de inmediato a sus interlocutores , bastante capaz de ganar la confianza de éstos y con el sentido u t i l i t a r io necesario para n o tardar en asociar posibilidades práct icas con lo que cree enten­der. U n o de los pr imeros mensajes que el A l m i r a n t e piensa descifrar trata de la existencia de otro grupo de ind ígenas que hacen d a ñ o a los a u t ó c t o n o s presentes. Es la ún ica d i ferenciac ión dentro del grupo , amorfo e indi ferenciado, que acoge a los conquistadores, d i ­ferenc iac ión que será conocida y d i fund ida m á s tarde como la oposi­c ión entre el bueno y el mal a u t ó c t o n o .

Que sean buenos o malos, ya en esta descr ipc ión queda claro que la civilización a ú n no ha llegado a esa parte "nueva" del m u n d o y los tópicos del salvajismo se asientan mediante una e n u m e r a c i ó n - a l g o encubierta, por c i e r t o - de ausencias. C o n ella, C o l ó n constata la fal­ta de las variadas formas de m e d i a c i ó n s imból ica que caracterizan la re lac ión del h o m b r e "civil izado" con la naturaleza. "Desnudo" es e l p r i m e r adjetivo calificativo usado por Las Casas en el fragmento que in t roduce la cita co lombina : "el d ía viernes que l legaron a una isleta de los lucayos, que se llamava en lengua de indios G u a n a h a n í . Luego v ieron gente desnuda" (Viajes, p. 61) ; y es el segundo adjetivo (des­p u é s de "pobre") en la cita de C o l ó n : "mas me p a r e c i ó que era gente m u y pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los pa r ió " . La temprana m e n c i ó n de la desnudez y la insistencia poste­r i o r en ella constituyen ingredientes medulares en la imagen del i n d í g e n a como salvaje, ya que los civilizados andan vestidos, por lo menos desde su expu l s ión del para í so . C o l ó n a ú n a ñ a d e t a m b i é n que los au tóc tonos se p in tan el cuerpo.

La segunda ausencia observada desde esta pr imera descr ipc ión , concierne a las armas. El hecho de que C o l ó n repare en este dato y lo consigne permite deducir que a los ind ígenas ya los está viendo como enemigos potenciales. Finalmente, entre los verbos empleados por C o l ó n para describir a los ind ígenas o referirse a sus acciones, están ausentes los que pertenecen al campo semánt ico de la enuncia­ción. Si el Almirante logra comunicarse con ellos o si piensa lograr lo 1 9 ,

1 9 T O D O R O V dice que C o l ó n usa una estrategia "finalista" de i n t e r p r e t a c i ó n , lo cual implica que su c o n v i c c i ó n siempre es anterior a la experiencia, que no se preo­cupa por entender porque lo sabe todo de antemano (op. cit, p. 25).

Page 8: el otoño del patriarca y colón

520 K R I S T I X E V A N D E N B E R G H E NRFH, L U I

es porque "le amostraron" cosas. Si hablan, es porque rep i ten lo que oyen, como los papagayos que traen de regalo a los rec ién llegados: "muy presto dizen todo lo que les dezía" . Es claro que para C o l ó n los i n d í g e n a s no saben hablar, el sintagma "deprendan fablar" lo indica. Promete en efecto a los reyes: 'Yo plaziendo a Nuestro S e ñ o r levaré de a q u í al t i empo de m i part ida seis a Vuestras Altezas para que de­prendan fablar". Todorov adjudica esta act i tud, ex t r aña de parte de u n h o m b r e po l íg lo ta que empleaba al mismo t iempo bien y mal el genovés , el latiné el p o r t u g u é s y el e spaño l , al hecho de que cre ía en el carácter natural de la lengua lo cual hizo que confundiera los nombres con las cosas: "Para él, todo el vocabulario está hecho a ima­gen de los nombres propios y éstos vienen naturalmente de las pro­piedades de los objetos que seña lan : el colonizador debe llamarse C o l ó n . Las palabras son, y sólo son, la imagen de las cosas"20. Por lo tanto, no hay n inguna posibi l idad de pensar la diversidad lingüística.

Por otra parte, y de acuerdo con nuestras observaciones relativas a la ausencia de ropa y de armas, es leg í t imo ver en la testarudez con que C o l ó n se niega a reconocer el carácter l ingüíst ico de los signos utilizados por los au tóc tonos una voluntad de negar que éstos tengan una lengua. Que la falta de ropa, armas y lengua pueda interpretarse como una estrategia usada por C o l ó n para cuestionar la índo le civi l i­zada de los indígenas , es apoyada por la c o m p a r a c i ó n que hace entre los ind ígenas y los caballos, best ia l ización que se e fectúa con base en el tertio comparationis que son los cabellos, "gruessos cuasi como sedas de cola de cavallos e cortos".

Los elementos que constituven la imagen del i n d í g e n a contras­tan de manera evidente con las característ icas del colonizador que anda vestido, armado v que sabe hablar. Demuestra que la civiliza­ción occidental se define mediante los otros, que son la imagen invert ida de sí misma. T a m b i é n es como si C o l ó n , mediante las suce­sivas calificaciones y el carácter acumulativo de éstas, preparara el terreno para la conc lus ión final en la que los dos actantes se encuen­tran en una re lac ión de amos y esclavos: "Ellos deven ser buenos servidores y de buen ingenio" . El desequil ibrio en las relaciones so­ciales y laborales encuentra su pendiente en u n desequil ibrio en las primeras relaciones comerciales. Mientras que los au tóc tonos dan utensilios - e x t r a í d o s de la natura leza- a los conquistadores: "papa­gayos v h i l o de a l g o d ó n en ovillos y azagayas y otras cosas muchas", éstos les dan regalos -fabricados por l o s n o m b r e s - que n i para unos n i para otros t ienen valor o u t i l idad alguna: cuentecillas y cascabeles, como si fueran niños fáciles de contentar con cualquier cosa que d é b r i l l o o haga r u i d o . Los ind ígenas dan todo por nada, lo cual raya en la tontería ; el rasgo de la generosidad que el conquistador debe-

20 Ibid., p. 37.

Page 9: el otoño del patriarca y colón

NRFH, L U I E l , DIARJODE C O L Ó N EN El. OTOÑO DEL PATRIARCA 527

r ía apreciar en tanto cristiano, contr ibuye a q u í a elaborar el m i t o de l salvaje.

REINSCRIPCIÓN

A u n q u e u n estudio de la intertextual idad siempre deba considerar la pos ibi l idad de una pol igénes i s va que los elementos que contr ibuyen a la (re) c reac ión de u n texto pueden proceder de una biblioteca de varios textos apenas recordados o poco conscientemente integrados, la reescritura por Garc í a M á r q u e z es tan rigurosa v cercana al "or ig i ­n a l " co lombino , que lo m á s lóg ico es part i r de su m o n o g é n e s i s .

Como se sabe, Garc ía M á r q u e z ha hablado en numerosas ocasio­nes acerca de la figura de Co lón y de la s ignif icación que t ienen las primeras crónicas de Indias para él. A l Diario de Cristóbal Colón lo ha calificado de pr imera obra m á g i c a del Car ibe 2 1 , a t r ibuc ión con la que reconoce el valor l i terar io de C o l ó n como fundador de una vena impor tante de la l i teratura ca r ibeña y lat inoamericana. Por otra par­te, cuando Apuleyo Mendoza le p r e g u n t ó "a la manera de las revistas femeninas" cuál era el personaje his tór ico que m á s detestaba, Garc í a M á r q u e z t a m b i é n se refirió a C o l ó n , que tenía la pava, lo cual en el e s p a ñ o l de Colombia quiere decir que tiene u n efecto maléf ico , que atrae la mala suerte 2 2 . Puede decirse, por tanto, que el escritor reco­noce el valor de Co lón h o m b r e de letras mientras odia al C o l ó n h o m b r e de armas, u n acercamiento doble que se puede rastrear en El otoño.

S e g ú n el c ó m p u t o hecho por Canf ie ld 2 3 , la figura de C o l ó n ha­b r í a dejado ocho huellas en la novela. Canfield t a m b i é n puntual iza que la presencia del A l m i r a n t e permanece u n poco ambigua ya que no se p o d r í a decir si corresponde a una a luc inac ión del patriarca, o no. Sin embargo, la parodia del diario el contraste entre la voz na­rrativa or ig ina l co lombina y la nueva que se le opone generando u n efecto burlesco o i r ó n i c o - , que es la p r imera presencia - i n d i r e c t a -de C o l ó n , sugiere que por lo menos no todas las apariciones son el f r u t o de la a luc inac ión del patriarca ya que éste detecta, como vere­mos, indicios materiales de la presencia física de los conquistadores y recibe u n reporte sobre ella. El fragmento siguiente, en el que se basa la segunda parte de m i análisis , lo demuestra:

Y c o n t e m p l a n d o las islas e v o c ó o t ra vez y v i v i ó de n u e v o e l h i s t ó r i c o vier­nes d e o c t u b r e e n q u e s a l i ó de su cuar to al a m a n e c e r y se e n c o n t r ó c o n

2! El olor de la guayaba. Conversaciones con Pimío Apuleyo Mendoza, Bruguera, Bar­celona, 1982, p. 74.

22 Ibid., p. 172. 2?' E n " E l patriarca de G a r c í a M á r q u e z : p a d r e . p . 1053.

Page 10: el otoño del patriarca y colón

528 K R I S T I N E V A N D E N B E R G H E NRFH, L U I

q u e todo e l m u n d o e n la casa p r e s i d e n c i a l t e n í a pues to u n b o n e t e colo­r a d o , q u e las c o n c u b i n a s n u e v a s b a r r í a n los s a lones y c a m b i a b a n e l a g u a d e las j a u l a s c o n b o n e t e s c o l o r a d o s , q u e los o r d e ñ a d o r e s de los es­tablos , los c e n t i n e l a s e n sus pues tos , los p a r a l í t i c o s e n las e sca leras y los l epro so s e n los rosales se p a s e a b a n c o n b o n e t e s c o l o r a d o s de d o m i n g o d e c a r n a v a l , de m o d o q u e se d i o a a ve r i gua r q u é h a b í a o c u r r i d o e n e l m u n d o m i e n t r a s é l d o r m í a p a r a q u e la gente de s u casa y los hab i t an te s d e l a c i u d a d a n d u v i e r a n l u c i e n d o bone te s c o l o r a d o s y a r r a s t r a n d o p o r todas par tes u n a r i s t ra de cascabe les , y p o r f in e n c o n t r ó q u i é n le conta ­r a l a v e r d a d m i g e n e r a l , q u e h a b í a n l l egado u n o s forasteros q u e par lo­t e a b a n e n l e n g u a l a d i n a p u e s n o d e c í a n e l m a r s i n o l a m a r y l l a m a b a n papagayos a las guacamayas a l m a d í a s a los cayucos y azagayas a los ar¬p o n e s , y q u e h a b i e n d o visto q u e s a l í a m o s a r e c i b i r l o s n a d a n d o e n t o r n o d e sus naves se e n c a r a p i t a r o n e n los palos de l a a r b o l a d u r a y se g r i t a b a n u n o s a otros q u e m i r a d q u é b i e n h e c h o s , de m u y fe rmosos c u e r p o s y m u y b u e n a s caras , y los cabe l lo s gruesos y cas i c o m o sedas de caba l los , v h a b i e n d o visto q u e e s t á b a m o s p i n t a d o s p a r a n o d e s p e l l e j a r n o s c o n e l so l se a l b o r o t a r o n c o m o co tor ra s m o j a d a s g r i t a n d o q u e m i r a d q u e de e l los se p i n t a n de pr ie to , y de l lo s s o n de l a c o l o r de los canar io s , n i b l an­cos n i negros , y de l lo s de lo q u e haya , y nosot ros n o e n t e n d í a m o s p o r q u é cara jo nos h a c í a n tanta b u r l a m i g e n e r a l si e s t á b a m o s t a n n a t u r a l e s c o m o nues t ra s m a d r e s nos p a r i e r o n y e n c a m b i o e l los e s taban vesti­dos c o m o l a sota de bastos a p e s a r d e l ca lor , q u e el los d i c e n l a c a l o r c o m o los cont raband i s t a s h o l a n d e s e s , y t i e n e n e l p e l o a r r e g l a d o c o m o m u j e r e s a u n q u e todos s o n h o m b r e s q u e del las n o v i m o s n i n g u n a , y gri­t a b a n q u e n o e n t e n d í a m o s e n l e n g u a de cr i s t i anos cuando^ e r a n e l los l o s q u e n o e n t e n d í a n lo q u e g r i t á b a m o s , y d e s p u é s v i n i e r o n h a c i a noso­tros c o n sus cavucos q u e el los l l a m a n a l m a d í a s c o m o d i c h o t e n e m o s y se a d m i r a b a n d e q u e nues t ro s a r p o n e s t u v i e r a n e n l a p u n t a u n a e s p i n a d e s á b a l o q u e el los l l a m a n d i e n t e de p e c e y nos c a m b i a b a n todo lo q u e t e n í a m o s p o r estos bone te s c o l o r a d o s y estas sartas de pepitas de v i d r i o o u e nos c o l e á b a m o s e n e l 13 esc ue xo p o r h a c e r l e s e r a d a y t a m b i é n 13 o r estas sonajas de l a t ó n de las q u e v a l e n u n m a r a v e d í y p o r bac ineta s y es-p e j u e l o s y otras m e r c e r í a s de F l a n d e s de l a s m á s baratas m i g e n e r a l y c o m o v i m o s q u e e r a n b u e n o s serv idores y d e b u e n i n g e n i o nos l o s f u i ¬m o s i i e v a n u o n a c í a l a p iaya su i q u e se t u e i a n c u e n t a , p e í o l a v a i n a l ú e

e n t r e e l c á m b i e m e esto ñ o r aciuel lo v le c a m b i o esto o o r esto o t ro q u e c i i u c c i t d i u u i c u i c c s i u p o i ¿ t q u c n o y i c c t t i n u i o c s i o p o i C ^ L U O U U

se f o r m ó u n c a m b a l a c h e de l a p u t a m a d r e y a l cabo rato todo e l m u n d o e s r a D a c a m D a i a c n a n a o sus loros , su taDaco, sus ooias a e c n o c o i a t e , sus Vi 11 P V O S H P i c m a n a m a n t o F í i o c , rr\n m i pe. H p t o r i o í n m a h a n v H a h a n H P

a n i I P I I O m i p t p n í a n H P h i i e n a v o l u n t a r ! v h a s t a n n p r í a n r a m h i a r a u n o

H e n o s o t r o s ñ o r „ n i n h ó n H e t l ^ ^ l n ^ ^ ^ ^ r ^ 7 u ^ F n 7 o

pL, i m a g f a e s ^

La parodia del d iar io de C o l ó n aparece en la novela como u n re­porte pasado al patriarca por u n "yo" a n ó n i m o , una voz ind iv idua l que representa al pueblo en general, que "forma parte de u n narrador p lura l , al que entrega su mensaje antes de retornar al coro narrativo

Page 11: el otoño del patriarca y colón

NRFH, L U I E L DIARIO D E C O L Ó N E N EL OTOÑO DEL PATRIARCA 529

l a tente " 2 4 . La ident idad del "yo" se conf ía , como a m e n u d o es el caso e n la novela, a la e x p r e s i ó n conativa " m i general", e x p r e s i ó n que en este caso hace juego al título de a p e l a c i ó n "vuestras Altezas", usado p o r C o l ó n en su diar io . E n ambos casos, u n subalterno da cuenta de l o o c u r r i d o a una instancia superior, u n paralelismo que l lama la a t e n c i ó n sobre u n aspecto menos recordado de C o l ó n quien , pese a ser el A l m i r a n t e de la Mar O c é a n a que recluta súbdi tos para los Re­yes, no es m á s que otro subdito que debe dar cuenta de sus hazañas a los que financian sus viajes.

E n la novela el narrador no enfoca directamente al subdito pa­sando el reporte sino al patriarca cuando recuerda el m o m e n t o del i n f o r m e , remembranza que le es suscitada por el panorama de las islas del Caribe, cuya a soc iac ión con C o l ó n resulta evidente, y que le es sugerida m á s e spec í f i camente por la visión del mar que, en opi­n i ó n de Canfield, adquiere valor deíct ico con respecto a C o l ó n en la m e m o r i a del patr iarca 2 5 . E n la novela el mar representa la infamia y la impotencia del patriarca todopoderoso qu ien se ve forzado a ven­der lo a los norteamericanos para evitar el desembarco de los infan­tes de mar ina (estos sucesos t a m b i é n hacen pensar en la impotencia de los ind ígenas y en el desembarco de C o l ó n ) . Igualmente favorable al recuerdo de C o l ó n es el hecho de que el patriarca esté en compa­ñ ía de u n grupo de dictadores ca ídos en desgracia en sus respectivos pa í ses y acogidos por éste en una casa de los arrecifes. U n o no puede menos que asociar la suerte de los p r ó f u g o s con la de C o l ó n a qu i en estos se parecen por sus ambiciones iniciales y su fracaso posterior.

En u n art ículo dedicado al "c í rculo h e r m e n é u t i c o " en El otoño, Palencia-Roth demuestra que Garc í a M á r q u e z considera una enor­me di f icul tad establecer la verdad por medio de la vista y de los otros sentidos 2 6 . A l contrar io , la realidad se fabrica, la i lusión se crea y la fi­gura del patriarca se mit i f ica . Esto hace que sea tan llamativa la apari­c ión de la palabra "verdad" con referencia al reporte del súbdi to : " e n c o n t r ó q u i é n le contara la verdad". E l p r i m e r efecto del lexema consiste en l lamar la a tenc ión sobre la credul idad del patriarca, a qu ien no le pasa nunca p o r la cabeza que u n súbdi to p o d í a burlarse de su autor idad al fingir o decir falsedades. Pero t ambién adquiere u n valor metatextual y autorreferencial al referirse al estatuto que Garc í a M á r q u e z otorga al relato co lombino y a la versión alternativa contada en su prop ia novela. La palabra "verdad" está cargada de crí­tica ya que pone en entredicho que la vers ión de C o l ó n sea la ú n i c a verdadera de los hechos, y desenmascara la falacia representacional

2 4 J . O R T E G A , "El otoño del patriarca: texto y cultura", HR, 46 (1978), p. 441. 25 El "paínarca" de García Márquez. Arquetipo..., p. 90. Canfield observa que el ar­

c a í s m o usado por C o l ó n , "la mar", se emplea en toda la novela (loe. cil). 26 " E l c í r c u l o h e r m e n é u t i c o en El otoño del patriarca , Revlb, 1984, n ú m s .

128/129, p. 1003.

Page 12: el otoño del patriarca y colón

530 K R I S T I N E V A N D E N B E R G H E NRFH, L U I

de lo que fue establecido en el colonial ismo como historia y repre­sentac ión únicas . E n este sentido, se p o d r í a sugerir que la vers ión del colonizado en El otoño es, en efecto, la verdadera. Sin embargo, el macronivel del relato, su carácter de re inscr ipción, p a r a d ó j i c a m e n t e , t a m b i é n nos muestra que el m u n d o emerge como u n constructo, que la real idad y la ident idad nunca son reflejadas sino construidas en la r epre sentac ión . La vers ión "verdadera", por consiguiente y según esta lectura, no sería m á s que otra versión de los hechos y la i n ­tención del autor no sería exponer falsedades n i decir verdades sino indagar los modos por los que se construye la "verdad", palabra que, entonces, no só lo se carga de crítica sino t ambién de ironía .

Ya que esta "verdad" ocurr ió cuando d o r m í a , el patriarca pide in formac ión sobre los "hechos": en efecto, cuando se despierta es confrontado con la imagen de sus súbdi tos vestidos con bonetes co­lorados, lo que le hace pensar en u n "domingo de carnaval". El lexe-ma "carnaval" está tan cargado de significaciones como el lexema "verdad" y lo refuerza. Sin embargo, que yo sepa, tampoco ha llama­do m u c h o la a tenc ión . Pr imero , presenta los bonetes como disfraces que cambian el o rden c o m ú n de las cosas e invierten y desjerarqui­zan las reglas 2 7 . En segundo té rmino , el carnaval que, como f e n ó m e ­no religioso - e l hecho de que el patriarca piense en u n domingo no es casual-, precede a la cuaresma e inaugura, por lo tanto, u n per ío­do de abstinencia. El desembarco de los conquistadores se presenta­ría de esta manera como la ú l t ima fiesta de una serie iniciada con el Día de Reyes, como el p r i n c i p i o de una é p o c a de escasez, y el in ic io de u n p e r í o d o durante el cual se espera la salvación. M u c h o m á s tarde en la novela C o l ó n vuelve a ser asociado con la cuaresma cuan­do otro "yo" a n ó n i m o describe al general d ic iendo que "era m á s ce­nizo que el o r o " {El otoño, p. 259), cal if icación cuyo adjetivo no sólo hace pensar en la mala suerte del A lmirante -es u n verdadero cenizo que trae mala sombra- , sino t ambién en el miérco les de ceniza.

Claro que, incluso si el carnaval inaugura u n p e r í o d o de sobrie­dad, en sí mismo es una fiesta. La apar ic ión del lexema por lo tanto presenta la conquista bajo el signo de la risa y la a legría . En efecto, en El otoño el desembarco de Co lón se narra como u n relato burlesco que desiste de la trágica solemnidad con la que las narraciones de la conquista suelen revestirse. Si se enfoca este aspecto de la versión de Garc í a M á r q u e z , la voz "carnaval" adquiere valor autorreferencial y se convierte en una s e ñ a mediante la cual el p rop io texto se refiere a sí mismo y hace patente su carácter de vers ión alternativa frente a las visiones de los vencidos y los reversos de la conquista a los que es­tamos acostumbrados. Garc ía M á r q u e z , al mostrar el lado festivo y

2 7 L a palabra carnaval se p o d r í a asociar, igualmente, con la v e r s i ó n popular de la dictadura ya que, como apunta J U L I O O R T E G A , "el texto trabaja la m i t o l o g í a carna­v a l a d a del poder" {"El otoño del patriarca: texto y cultura", p. 424).

Page 13: el otoño del patriarca y colón

NRÍTÍ, L U I E L DIARIOVÌL C O L Ó N E N EL OTOÑO DEL PATRIARCA 5.31

carnavalesco de la conquista, expulsa la solemnidad, la queja y el vic-t imismo que a m e n u d o caracterizan dichas visiones.

Empero, el carnaval de García M á r q u e z presenta el texto colombi­no al revés, al sacar a la luz sus premisas interiorizadas y desenmascarar sus pretensiones de objetividad mediante una serie de inversiones su­cesivas. Esto lleva directamente a las consideraciones de M i j a i l Baj t in sobre el carnaval como or igen de la novela po l i fónica en que distin­tas estructuras l ingüísticas se presentan s i m u l t á n e a m e n t e y entran en c o m p e t e n c i a 2 » . Son dos los procedimientos bás icos que contr ibuyen a la cons t rucc ión de la parodia po l i fónica de C o l ó n . A la manera del pastiche, el reporte que el "yo" pasa al patriarca incluye fragmentos originales que provienen del d iar io c o l o m b i n o y que describen a los ind ígenas , pero cuya pert inencia es cuestionada por el " y o " 2 9 . A l mismo t iempo, este relato incluve una serie de calificativos, emplea­dos por C o l ó n en su diario , aplicados a los ind ígenas , pero referidos a q u í a los conquistadores. Ambos procedimientos son posibles gra­cias al desplazamiento del lugar de e n u n c i a c i ó n y local ización que impl ica , en p r i m e r té rmino , u n intercambio s intáctico entre sujeto y objeto. Foca l izac ión y e n u n c i a c i ó n se mueven de u n conquistador europeo a u n súbdi to americano, intercambio que incide en la des­cr ipc ión y evaluación de los dos bandos y al que parece hacer eco el lexema popular "cambalache", que aparece m á s tarde en el fragmen­to. De esta manera se desmonta u n eje de la historiograf ía occidental que enfoca exclusivamente la actividad del conquistador. El h o m b r e europeo se convierte, de ser el po lo d i n á m i c o de la re lac ión, en el po lo observado al t iempo que el o t ro , usualmente silencioso, tam­b i é n habla, op ina y percibe. Los au tóc tonos se transforman en su­jetos de la e n u n c i a c i ó n mientras que los europeos se m u d a n en objetos, lo cual permite a aqué l los moldear la imagen de éstos .

En su l ib ro , dedicado al estudio del patriarca, Canfield af irma que la novela de la dictadura es siempre la contrahistoria de la dic­tadura que se i m p o n e a la historia o f i c i a l 3 0 . E n la medida en que el f ragmento analizado constituye la descons t rucc ión de una de las ver­siones historiográf icas dominantes sobre la conquista, la parodia del Primer diario de C o l ó n puede leerse como una venganza textual y for­mar parte de una estrategia descolonizadora. Muestra la conquista no tanto como u n descubrimiento sino como un proceso r e c í p r o c o de cons t rucc ión de representaciones e identidades entre culturas.

28 V é a s e L'œuvre de François Rabelais el la culture populaire au Moyen Âge et sous la Renaissance, Gall imard, Paris, 1976.

2 9 PAI .F .NCIA-ROTH (Gabriel Garcia Marquez: la línea..., p. 196) subraya en su texto las palabras que refieren al diario de C o l ó n . Sin embargo, olvida fragmentos impor­tantes, como los que tratan de la pintura del cuerpo, cíe la mujer y del intercambio de productos.

M El "patriarca" de García Márquez. Arquetipo..., p. 128.

Page 14: el otoño del patriarca y colón

532 KRISTINF. V A N D E N B E R G H E NRFH, L U I

Del Primer diario, Garc ía M á r q u e z empieza p o r tomar prestado el tema de la lengua y por d e s e n t r a ñ a r la retórica en t o r n o a ella. A l emplear el verbo "parlotear", el súbdi to rebaja el habla del "foraste­r o " mediante u n lexema peyorativo. Mientras que, para C o l ó n , el ca­rácter natura l de la lengua hac í a imposible que hubiera varias maneras de referirse a las cosas, en la versión de El otoño se contrapo­nen dos s i n ó n i m o s y se reconocen, por tanto, varias lenguas. Sin em­bargo, las variantes no t ienen la misma validez ya que en cada pareja léxica una voz se reconoce como apropiada mientras que la otra se define como "forastera" y " ladina" . Concretamente, Garc í a M á r q u e z confronta dos series léxicas . La p r imera integra palabras de or igen á r a b e , " a l m a d í a " y "azagaya", y una cuyo or igen, el i)RAE. califica de inc ier to , "papagayo", pero que es empleada por C o l ó n en su Diario. La otra serie incluye dos palabras de or igen taino, "guacamaya" y "cayuco", así como la palabra " a r p ó n " , cuya e t imolog ía es incierta, se­g ú n lo que se lee en el DFLAE. El súbdi to sugiere que los americanis­mos t ienen u n carácter "natura l " mientras que la índole de los d e m á s lexemas es la de u n producto de impor tac ión .

A la d i c o t o m í a entre americanismos léxicos y palabras de uso pe­ninsular viene a añad i r se otra entre a rca í smos de g é n e r o s y usos ac­tuales. "E l mar" y "el calor" se encuentran en el paradigma de los americanismos mientras que "la calor" y "la mar" se catalogan entre los lexemas peninsulares. Este anacronismo dentro del anacronismo de la re inscr ipc ión del d iar io de C o l ó n (cuyo desembarco coincide con el de los marines estadounidenses) ha sido advertido por pocos críticos. Palencia-Roth, que sí ha l lamado la a tenc ión sobre él, dice al respecto: " I r ó n i c a m e n t e , el inexistente (!) castellano (!) de l Nuevo M u n d o se considera m á s correcto que el corr iente de E s p a ñ a . Los nombres señalan realidades distintas; y éstas por su parte ind ican valores culturales opuestos" 3 1 . N o estoy segura de que a q u í la reins­cr ipc ión i m p l i q u e una referencia a realidades distintas o a valores culturales incompatibles . E n cambio, sobre la inexistencia del caste­l lano en el Nuevo M u n d o no cabe discutir; de ah í que las contraposi­ciones léxicas posiblemente no sólo pueden leerse como una parodia del d iar io de C o l ó n y de las maneras en las que en él se cons­truye la otredad l ingüíst ica en té rminos de necedad y barbarie, sino que pueden interpretarse, asimismo, en func ión de las experiencias personales de Garc ía M á r q u e z y la s i tuación l ingüística que, hasta ha­ce poco, imperaba en el ámbi to h i spánico .

Sabemos de las dificultades encontradas por el escritor colombia­no, a ú n no consagrado, para publ icar en E s p a ñ a , debidas, entre otros factores, al uso no acomplejado, por parte de Garc ía M á r q u e z , de voces americanas. Conocemos t ambién la consagrac ión de la no-

31 Gabriel García Márquez: la línea..., p. 199.

Page 15: el otoño del patriarca y colón

NRFH, L U I E L DIARIO D E C O L Ó N E N E L OTOÑO DEL FA TRIARCA 533

vela hispanoamericana desde mediados del siglo xx. Es como si Gar­cía M á r q u e z hubiera tomado s i m b ó l i c a m e n t e revancha al asociar las voces e s p a ñ o l a s "correctas" con el pasado y al proclamar el valor que significan para el presente las voces americanas. De manera lúdica reivindica la l eg i t imidad del uso de u n e spaño l no castizo, la posibili­dad de alternar los cód igos , y la d ignidad de las distintas modalidades léxicas del e spaño l . Si las voces peninsulares han sido importadas por forasteros en tierras americanas, la asociac ión - t a m b i é n a n a c r ó n i c a -de u n elemento del paradigma peninsular con los contrabandistas holandeses, sugiere, a d e m á s , que esta impos i c ión fue i legít ima, con lo que elabora ar t í s t icamente el viejo tema tratado, por ejemplo, en el ensayo u n poco anterior , Calibán, de Roberto F e r n á n d e z Reta­m a r 3 2 . El lugar ocupado por el cuestionamiento de la n o r m a y la rei­v ind icac ión de las variantes e x ó g e n a s en la re inscr ipc ión ilustra, de esta manera, la importanc ia que les ha sido concedida en las discu­siones sobre el proceso de la de sco lon izac ión cul tura l y l i teraria de H i s p a n o a m é r i c a .

Otra inversión operada por el autor concierne a la descr ipción fí­sica de los dos pueblos que se encuentran. Los conocedores de su obra han observado la obses ión de Garc ía M á r q u e z con los animales y han destacado c ó m o suele asimilar sus personajes a los animales 3 3 . E n el caso del patriarca, muchas i m á g e n e s zoomórf icas que se le aplican reflejan cambios de h u m o r o de s ituación. Transmiten una visión iró­nica y reduci iva, o sugieren la existencia de u n residuo divino o totè­m i c o 3 4 . Por tener la re inscr ipción u n carácter satírico, no cabe hablar de u n residuo divino cuando el súbdi to compara a los forasteros que se alborotan con "cotorras mojadas". A l contrario, impl ica una degra­d a c i ó n del conquistador mediante el rebajamiento de su estatura y d ign idad y constituye una répl ica a la bestialización de los ind ígenas por Co lón ; bestialización que es recordada al lector mediante la re­p r o d u c c i ó n en discurso indirecto del texto co lombino original cuan­do éste compara el pelo de los ind ígenas con "sedas de caballos". Luego, el súbdito también retoma la observación de Co lón -"dellas no vimos n i n g u n a " - sobre los indígenas , al observar la ausencia de mujeres entre los "forasteros". Pero en la répl ica el tema del g é n e r o se desarrolla mediante la femenizac ión del conquistador: " t ienen el pelo arreglado como mujeres". Casi tan denigrante como la c o m p a r a c i ó n con u n animal debe haber sido para estos conquistadores, machos, va­lientes y ávidos de poder, ser comparados con mujeres. En la versión carnavalizada de la conquista, incluso los géneros se invierten.

32 Calibán. Apuntes sobre la cultura en nuestra América, D i ó g e n e s , M é x i c o , 1 9 7 2 . 3 3 V é a n s e , J. J O S E T , Gabriel García Márquez coetáneo de la eternidad, Rodopi, Amster¬

dam, 1 9 8 4 , p. 3 9 y EDWARD W A T E R S H O O D , La ficción de Gabriel García Márquez. Repeti­ción e intertextualidad, P . Lang , New York, 1 9 9 3 .

3 4 Cf. M. C A N F I E L D , " E l patriarca de G a r c í a M á r q u e z : padre. . ." , p. 1 0 3 2 .

Page 16: el otoño del patriarca y colón

534 K R I S T I N E VANDF.N B E R G H E NRFH, L U I

El texto co lombino , y con él los d e m á s textos que construyen la otredad lat inoamericana desde una mirada imper ia l , es asediado desde todos los ángu lo s posibles, y Garc ía M á r q u e z lo uti l iza t ambién para tejer una vers ión carnavalesca sobre la famosa d i c o t o m í a entre civilización y barbarie. Desde la perspectiva de C o l ó n , la desnudez y la p i n t u r a corpora l de los ind ígenas demostraban su falta de civiliza­c ión, se ve ían como una ausencia de signos mediadores entre el h o m b r e y la naturaleza: "Ellos andan todos desnudos como su madre los pa r ió " . La frase se vuelve a p r o d u c i r en boca del súbdi to , con una sola t rans formac ión : "desnudos" se transforma en "naturales": "está­bamos tan naturales como nuestras madres nos par ieron" . La míni­ma sust i tución léxica tiene u n significado mayor ya que desplaza los referentes de la barbarie por otros, eco lóg icos , desplazamiento que se e fectúa de manera m á s expl íc i ta unas l íneas antes cuando el súbdi­to af irma que la p i n t u r a del cuerpo sirve para protegerse del sol.

Tras evacuar la voz "desnudo" y descartar sus implicaciones de barbarie, la re inscr ipción se ocupa de redef inir la "civilización" de los conquistadores decentemente vestidos, acabando así con la dicoto­m í a civilización vs. barbarie. Si la barbarie se redefine como act i tud eco lóg ica , la civilización se desenmascara como i n a d e c u a c i ó n al medio natural . El patriarca, que está j u g a n d o a las cartas con los dic­tadores pró fugos , recuerda que el súbdi to le r epor tó que los foraste­ros: "estaban vestidos como la sota de bastos a pesar del calor". Los conquistadores establecen, por tanto, relaciones totalmente i n ­adecuadas con el ecosistema que los rodea. De hecho, la vestimenta europea no sólo se critica como inadaptada, sino que incluso se asi­mi la a la desnudez. Esto es i rón icamente sugerido por Garc ía Már­quez en la voz que clausura la re inscr ipción: "despelote". Con este sustantivo el súbdi to califica en su reporte la vo luntad de los foraste­ros de cambiar a u n i n d í g e n a por u n j u b ó n de terciopelo para mos­trar en "las Europas". Aquí , el autor sugiere que lo que sirve en una cultura no tiene siempre el mismo valor en otra. El j u b ó n de tercio­pelo -vest ido y material de lu jo en Europa y que recuerda el j u b ó n de seda que, s e g ú n Las Casas, el A l m i r a n t e p r o m e t i ó a quien pr ime­ro viera t ierra {Viajes, p. 6 1 ) - , en otra no tac ión geográ f i ca se asocia con la desnudez, con u n striptease, u n desplumar de aves. La aso­ciac ión de ambos lexemas permite reparar en la índo le relativa y, al mismo t iempo, en la falsedad de muchos valores supuestamente ci­vilizados. La inversión total y c ó m i c a de los presupuestos del texto co lombino causa el deleite de los lectores por ser u n verdadero des¬pelote que hace t ronchar de risa. U na vez más , la répl ica p a r ó d i c a a C o l ó n puede leerse como u n comentario con el que el autor se refie­re al efecto causado por su prop io texto.

Pero las posibles interpretaciones de la voz "despelote" a ú n no se han agotado, pues ésta t a m b i é n p o d r í a leerse como una a lus ión a

Page 17: el otoño del patriarca y colón

NRtH L U I E L DIAPJODE C O L Ó N E N EL OTOÑO DEL PATRIARCA 535

la vo luntad de los europeos de desplumar y robar a los ind ígenas me­diante u n trueque injusto. Ese trueque o "cambalache de la puta madre" es el ú l t imo p u n t o de m i r a de la re inscr ipc ión. Miefrtras Co­lón interpretaba la generosidad de los ind ígenas como u n ind ic io de su imbeci l idad y el hecho de que se contentaran con tan poco como una falta de inteligencia; en la vers ión contada al patriarca se invier­ten los polos, ya que los a u t ó c t o n o s saben que los regalos que reci­ben no valen nada. Si los aceptan, es por amabil idad: "por hacerles gracia". E n cambio, los forasteros se dejan llevar a la playa "sin que se d ieran cuenta", como "buenos servidores y de buen ingenio" . Como el p r o p i o autor, el pueblo se ríe de la falsa autor idad y de la imagen inflada del conquistador.

Es clara la re lac ión de parentesco entre C o l ó n y el patriarca, que se conocieron porque aqué l le rega ló a éste una espuela de oro para que la llevara en señal de la m á s alta autor idad (El otoño, p. 179). El anacronismo expresa la desesperante inmovi l idad del t iempo históri­co bajo las dictaduras. T a m b i é n se entiende que el t ipo de dictadura que cuenta la novela comienza con C o l ó n y los conquistadores que parecen haber incubado la semilla de la m e g a l o m a n í a en los dictado­res latinoamericanos. Esta ascendencia aun es sugerida en la novela p o r una serie de rasgos compartidos por los dos personajes: ambos carecen de nombre , acerca de ambos los lectores han formulado la pregunta de si t ienen una existencia real o si só lo son fantasmas, ambos se presentan como pobres hombres mortales, objeto y, hasta cierto p u n t o , víctimas de u n proceso de miti f icación. El fracaso y la soledad son los tr ibutos que deben pagar por su desmesura. En los dos personajes se ilustra lo que jo se t ha s e ñ a l a d o como tema bás ico de la novela: la lucha imposible por conquistar una eternidad iluso­r i a 3 5 . O, en términos de Palencia-Roth, El otoño, como Cien años de soledad, t e rmina con el mensaje de la ine ludib le verdad del o l v i d o 3 6 . T a m b i é n se ha s eña l ado el opt imismo impl icado al final de la novela, en el tono serio de la voz del pueblo quejuzga al dictador. La apertura de la espiral de las dictaduras mediante una pro fe s ión de fe en la de­mocracia y el destino futuro de la humanidad ya se anuncia, en cierto sentido, en la reescritura del diar io co lombino . Ésta no sólo permite conc lu i r que las relaciones de fuerzas se repi ten a lo largo de la histo­ria, sino t ambién que se puede r o m p e r la espiral y "tentar lo imposi­b le " mediante la imag inac ión l i teraria .

Pero, por encima de todo, la parodia de C o l ó n en El otoño re­chaza la idea de que haya una sola verdad, e incluso se resiste a la b ú s q u e d a de la verdad def in i tor ia por parte del crítico l i terar io que quiera encasillarla b ien en una de las series propuestas por Stavans,

33 Gabriel García Márquez coetáneo..., p. 67. 3 6 " E l c í r c u l o h e r m e n é u t i c o . . . " , p. 1016.

Page 18: el otoño del patriarca y colón

536 KRISTINE VANDEN B E R G H E NRFH,

bien en u n o de los paradigmas que entran en competencia en los actuales estudios poscoloniales, encabezados, respectivamente, por Edward Said - q u i e n se concentra en la opos ic ión entre colonizados y colonizadores- , y H o m i Bhabha - q u i e n enfoca, sobre todo, la h i -bridez que resulta de su e n c u e n t r o 3 7 . Si b ien el relato del "yo", me­diante el desplazamiento de los actantes, propone una inversión de la pol í t ica imper ia l de la r epr e sen tac ión , es, al mismo t iempo, una sub­versión grotesca de distintos discursos sobre la conquista, puesto que establece una re lac ión compleja, mimét ica y ambivalente con el texto matriz y con otras versiones de los vencidos. Por lo d e m á s , esta ambi­valencia se hace patente en el hecho de que Garc ía M á r q u e z , en la re inscr ipc ión, desmantela los elementos constitutivos de la represen­tación imper ia l en los textos de C o l ó n , pero al mismo t iempo hace suyos estos textos, reconociendo, de esta manera, su valor fundacio­nal para una l i teratura de la que él mismo es u n o de los m á x i m o s exponentes.

KRISTINE VANDEN BERGHE

F U N D P - N a m u r - F U S L

Brussel

3 7 V é a n s e , E . SAID, op. cit. y H O M I K. B H A B H A , The location of culture, R o u Ü e g d e ,

L o n d o n , 2004.