El Patriota y Otros Ensayos de Samuel Johnson

7/25/2019 El Patriota y Otros Ensayos de Samuel Johnson

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Samuel Johnson es, sin duda, una

de las figuras ms notables de laiteratura inglesa de todos lotiempos. Sin embargo, se hamantenido hasta ahora como u

gran desconocido para el lectohispano. Tan slo hace tres aos sepublic por primera vez en espao

a biografa que sobre l escribi sdiscpulo James Boswelconsiderada por muchos crticocomo la mejor biografa jamescrita.

Ms conocido como Doctor Johnson

ha pasado a la historia como e


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autor de su famoso Diccionario dea Lengua Inglesa, que escribidurante nueve aos, ayudado taslo de unos cuantos libros y devarios copistas. El resultado fue detal calidad que se ha mantenido

como el diccionario ingls dereferencia hasta hace tan soloalgunas dcadas. Pero lo cierto e

que resulta imposible encorsetar aJohnson en un solo mbito: fueeducador, poeta, ensayista, crticobigrafo, articulista, lexicgrafo

un magnfico y respetado tertulianoUn hombre de letras de unadimensin formidable, a quie

tambin acompa hasta la


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eyenda su carcter hurao complejo. Un escritor de geniocomo demuestra el hecho de ser eescritor ingls ms citado, tan slopor detrs de Shakespeare.

La presente seleccin de artculose compone de los mejores escritopublicados por Johnson en loperidicos The Rambler, The

Adventurer y The Idler . El nicque apareci separadamente es eque da nombre a esta obra, E

patriota, un ensayo que nomuestra lo mejor del genio literariode Samuel Johnson como articulistay como filsofo moral.


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Samuel JohnsonEl patriota y

otros ensayos

ePub r1.1


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Titivilius 27.01.15


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Ttulo original:El patriota y otrosensayosSamuel Johnson, 1784

Traduccin: Ana M Nuo Lpez &Mariano Jos Vzquez AlonsoRetoque de cubierta: Titivilius

Editor digital: Titivilius

ePub base r1.2


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EL PATRIOTAY OTROS ENSAYOS


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INTRODUCCIN.RETRATO DE

SAMUEL JOHNSONPARA EL LECTOR

ESPAOL

Samuel Johnson es, sin duda, una de lafiguras ms notables de la literaturnglesa de todos los tiempos. Si

embargo, se ha mantenido hasta ahorcomo un gran desconocido para el lectohispano. Tan slo hace tres aos s

public por primera vez en espaol l


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biografa que sobre l escribi sdiscpulo James Boswell consideradpor muchos crticos como la mejo

biografa jams escrita.Ms conocido como Doctor Johnson

ha pasado a la historia como el autor d

su famoso Diccionario de la Lengunglesa, que escribi durante nuev

aos, ayudado tan slo de unos cuanto

ibros y de varios copistas. El resultadfue de tal calidad que se ha mantenidcomo el diccionario ingls de referencihasta hace tan slo algunas dcadas

Pero lo cierto es que resulta imposiblencorsetar a Johnson en un solo mbitofue educador, poeta, ensayista, crtico

bigrafo, articulista, lexicgrafo y u


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magnfico y respetado tertuliano. Uhombre de letras de una dimensiformidable, a quien tambin acompa

hasta la leyenda su carcter hurao complejo. Un escritor de genio, comdemuestra el hecho de ser el escrito

ngls ms citado, tan slo por detrs dShakespeare.

Nacido en 1709 en Lichfield, s

padre, Michael Johnson, fue librero dprofesin, con medios econmicoimitados. Samuel tuvo una nie

protagonizada por la enfermedad, por l

debilidad fsica y por algunas pequeaaras que le hacan objeto de frecuente

burlas. Sin embargo con el tiempo e

oven Johnson fue fortalecindose hast


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convertirse en un hombre robusto y caspodramos decir que atltico sprestamos atencin a algunas de su

costumbres. Hasta bien entrada lmadurez montaba a caballo, caminaba nadaba, de forma que mantuvo siempr

una presencia fsica fuerte que ibpareja a su admirable fuerza y tenacidanterior, virtud que le llev a lo ms alt

de la historia de la literatura inglesa.Desde el ao 1728 hasta diciembrde 1729 estudi en Oxford, institucique tuvo que abandonar por falta d

recursos econmicos. No obstante, lmpronta del ambiente cultural de l

universidad y la admiracin que suscit

entre alguno de sus maestros


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compaeros le marcaran de por vida.Una de las lecturas que ms l

mpact en sus das oxonianos fue la d

un libro de carcter religioso A SeriouCall to a Devout and Holy Life, dWilliam Law, que le sacara de s

ndiferencia religiosa y le convertira eel anglicano devoto que fue hasta smuerte. El anglicanismo le servir d

base para fundamentar buena parte de spensamiento.Tras contraer matrimonio co

Elizabeth Porter y dedicarse a l

enseanza por un breve perodo diempo, se traslad a Londres en 173

para trabajar como redactor en la que e

considerada como la primera de la


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revistas modernas: la Gentlemanagazine. Ya unos aos antes Johnso

haba publicado algn ensayo en Th

irmingham Journal, al mismo tiempque escriba traducciones de distintaobras.

Mientras que Gentlemans Magazinmantena una lnea editoriapolticamente neutral, Johnson adoptab

una actitud de oposicin al gobierniberal whig del primer ministrWalpole, poltico al que no obstantuego le reconocera gran val

personal. Johnson se identificaba a smismo ms con la oposiciconservadora tory pero esto n

quiere decir que se libraran de su


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ataques y sus comentarios satricoscomo en el caso de Edmund Burke, quien la crtica contemporne

considera el modelo de conservadodieciochesco, pero por quien Johnson nsenta ninguna simpata en su faceta d

hombre pblico aunque no dudaba eafirmar abiertamente que Burke era uautntico caballero en el trato personal.

La poltica entonces se divida eres grandes partidos: los whigs, loories y los jacobitas, estos ltimo

normalmente tambin conservadores

unidos por la reivindicacin del Tronpara la dinasta de los Estuardo. Caduno de estos partidos contena tambi

sus propios grupsculos formado


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alrededor de los distintos ministros quban ocupando puestos de poder. L

crtica est de acuerdo en considerar

Johnson un conservador, un tory, aunqucon matices tan personales que ibadesde el acercamiento a los jacobitas

mantener distancia de los conservadoreo a atacar ferozmente a los gobiernowhigs. De cualquier manera, su cualida

de humanista cristiano lleva a Johnson situarse ms como un outsider de lpoltica que como miembro de upartido, parece disfrutar m

observando la sociedad desde su atalayque participando en el debatparlamentario.

Es necesario entender que a pesar d


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o que la crtica histricnmediatamente posterior ha dicho, eory del siglo XVIII no tena mucho e

comn con los conservadores del siglXIX y del XX. El tory del XVIII ernormalmente un propietario rura

relativamente pequeo, muy preocupadpor la agricultura y por los impuestosobre la tierra. Su representacin en e

Parlamento no sobrepasaba un cuarto doda la cmara y su voto apoyaba todaaquellas iniciativas polticas que fueraa favor de sus intereses, si

preocuparles mucho el partido en quenan su origen esas medidas

Afirmaban que el Establishment o

como diramos ahora, el gobierno de


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Estado, deba inmiscuirse lo menoposible en las condiciones de vida dos ciudadanos, ya que cualquie

ntromisin supona un alza dmpuestos y un recorte de las libertades

Por estas mismas razones, las guerra

exteriores y en general las polticaimperiales les eran bastante ajenascomo por ejemplo la guerra con Espa

de 1739 impulsada por Pitt con loposicin del propio Walpole. En estsentido eran lo que actualmentdenominamos aislacionistas. El esquem

decimonnico de que los whigs eran lzquierda y los tories la derecha e

hartamente simplista y desde luego no e

aplicable en absoluto a la poltic


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britnica de los tiempos de Jorge II Jorge III y, en sentido amplio, a toda lpoltica de la dinasta Hannover, desd

el primer Jorge a Guillermo IV.Haba whigs imperialistas a favor d

a guerra y del monopolio comercial e

as colonias y tories que en nombre de libertad se oponan a esas misma

polticas. Al complejo mundo de l

poltica britnica del momento ldescriba Johnson como una ciertensin entre lo inmoral de lo pblico o moral de lo privado. No hay qu

olvidar tampoco que Johnson es antodo un moralista y que su preocupaci

poltica gira primordialmente sobr

cmo actuar en la cosa pblica teniend


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en cuenta unos altos principios moraleque estn por encima del oportunismcoyuntural. Si no fuera porque tena est

visin de la sociedad no se entenderapor ejemplo, con la perspectiva deector actual poco familiarizado con la

circunstancias de aquel momento, senorme preocupacin por la situacin ddesamparo de las prostitutas en l

ciudad de Londres, por el papel de lmujer en el matrimonio o las injusticiacometidas a los agricultores comerciantes. Estas cuestiones, qu

ahora no dudaramos en definir comsociales, eran las tpicas de upensamiento genuinamente tory aunqu

muy a la medida de su autor


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britnico. Esto incluso llev a suprimeros bigrafos, por ejemplo a samigo Boswell, a considerar a Johnso

como un escritor poltico espordicobien sea porque no compartiese suposicionamientos polticos o porqu

nunca lleg a comprender el gran pesque la lucha por la moral representaben los escritos de su biografiado.

Buena parte de su vasta obra, desdel largo poema London[1] y su stirState of Affairs in Lilliput, ambas d1738, a sus ltimos escritos sobr

Escocia, contienen reflexiones que sucontemporneos leeran sin duda eclave poltica y no solo social. Tal ve

sea esta forma de acercarse a la realida


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o que le hace ser un ensayista con umodo muy moderno de plantear lodebates.

A Johnson le importan las cosas da vida, la realidad circundante. Lmporta ms analizar las consecuencia

de la poltica en la vida diaria queorizar sobre ella. En otras palabras, e

ms importante comprobar la honestida

de la vida poltica por suconsecuencias sociales que justificadeolgicamente actos que inclus

pueden llegar a traicionar los principio

morales a cambio de no perder cuota dpoder.

Marzo de 1750 supone una fech

mportante en la vida de Johnson, ya qu


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es entonces cuando sale por primera veThe Rambler, una publicacin peridicde dos ejemplares semanales qu

durara tan solo dos aos, pero que pesar de la fra acogida que tuvo en vidde su autor, con unas ventas de uno

quinientos ejemplares, le permitirecibir inmediatamente despus de smuerte un gran reconocimiento pblico

con diez ediciones vendidas de lcoleccin completa. Posteriormente, e1753, colabora con su amigo JohHawkesworth en The Adventurer

peridico muy en la lnea de ThRambler, donde Johnson publica agudareflexiones morales sobre tema

variados.


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Pero no hay que pensar que lontereses de Johnson en esta poca so

slo los de un ensayista moralizante

Tambin le dedica tiempo a una de laobras que lo iban a hacer inmortal paras letras inglesas: el clebr

ictionary of the English Language, eel que llevaba trabajando desde 1746 que vera la luz en 1755.

A partir de 1756 hasta 176publicaba simultneamente la revistThe Literary Magazine y la serie dartculos The Idler, cada una co

objetivos distintos pero con puntos ecomn. Aunque no los vamos a repasadada su enorme extensin, s diremo

que estas dos colecciones fueron e


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medio por el que Johnson fue dando conocer no slo sus ideas polticas en lforma que decamos antes, sino tambi

odo su saber enciclopdico sobre lcreacin intelectual de su tiempo. ThLiterary Magazine fue la plataforma qu

utiliz para componer las ms agriacrticas a la Guerra de los Siete Ao1756-1763); pero como suele se

habitual en l tambin para otros temascomo la publicacin de biografas ysobre todo, para la innovacin en emundo de las letras por medio de u

gnero incipiente que l ayud consolidar: la revisin de libros y lcrtica literaria.

Su genio literario creativo, adems


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no dejaba de producir. En 1759escribi en apenas dos semanas lnovela Rasselas[2], con la que pag efuneral de su madre. Una parbolmoral, muy alejada de la novela realistaescrita en forma alegrica, donde lo

personajes son generalizaciones de tipohumanos, los hechos son verosmilepero ficticios, y la trama moralizante

Fue un xito de ventas y algunos halegado a comparar su influencia moracon la que tuvo el Cndidode Voltaireambin de ese mismo ao.

La obra ms notable y que lreportara ms fama en el mundacadmico aparte de suDiccionario fu

a edicin crtica de las obras d


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Shakespeare. Esta obra monumental eocho volmenes apareci en 1765 Johnson fue el responsable tanto de s

edicin como del prlogo y notas. Esprlogo es sin duda lo mejor de su obrcrtica, recompensa del gran esfuerz

ntelectual que supuso profundizar nslo en la lectura, actualizacin correccin de los textos shakespeariano

de ediciones anteriores sino tambin eas posibles fuentes utilizadas por epropio Shakespeare.

Este meritorio esfuerzo acadmic

e fue retribuido con el otorgamienthonoris causa del ttulo de DoctoDoctor of Laws) por el Trinity Colleg

de Dubln. Una dcada despus l


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Universidad de Oxford, con la qumantuvo contacto toda su vida, tambie rindi homenaje otorgndole otr

tulo de doctor (Doctor of Civil Laws)Aunque Johnson no lo utiliz, a sprimer bigrafo Boswell le debemos l

popularizacin del ttulo doctorefirindose a l, y de ah que desdentonces las generaciones posteriores l

conozcamos mayoritariamente comDoctor Johnson.A partir de la dcada de 1770 hast

su muerte acaecida en Londres en 178

escribe una serie de panfletos polticodonde expresa todo su pensamiento dmadurez. Hay que aclarar que en Espa

hablar de panfleto es hablar de u


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escrito propagandstico, sin inters nadms que para los convencidosnormalmente demaggico o clarament

mentiroso por exceso de apologtica, y veces por razn de sucesos histricorelevantes tan inductor de violencia qu

Menndez Pelayo no duda en decir qums que en los anales de la literaturael panfleto en Espaa] debe figurar e

os del pugilato (Historia de loeterodoxos Espaoles, vol. 6).Nada ms lejos de la realida

histrica y literaria en el mund

anglosajn. El panfleto tradicionalmentha sido un escrito donde el autor coge lpluma con pasin, desarroll

normalmente una idea principal en una


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cuantas pginas sin intencin de ofreceal lector grandes razonamientohistricos o filosficos y s denuncia

claras y abiertas de una situacin que ssupone que el pblico conoce en detalleEl artculo periodstico se queda corto

a hora de concatenar experiencias razonamientos, el libro tiene undifusin ms difcil y la extensin l

hace perder la fuerza provocadora ncendiaria que se busca para lsituacin poltica inmediata. Lequidistancia entre uno y otro es la qu

hace que el gnero del panfleto sconsolide a lo largo del tiempo.

Los primeros panfletos datan de

siglo XVI, cuando los luterano


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escribieron breves obras, a veces dsolo unas pocas pginas, contra el Papo la Iglesia Catlica. Desde 1523

1589 se publicaron enormes cantidadede panfletos por ambos bandos hasta quun edicto imperial puso fi

emporalmente a su difusin. En el siglXVII fue el medio de comunicacihabitual para las diatribas entr

puritanos y anglicanos, entre partidariodel Rey y del Parlamento durante lGuerra Civil inglesa y, posteriormente, partir de 1688 se convirti en uno de lo

ms eficaces instrumentos dcomunicacin poltica, por ejemplo pargrandes escritores de la talla d

Jonathan Swift, el famoso autor de lo


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Viajes de Gulliver, en quien Johnson snspira en algunos de sus primero

escritos. Durante los aos previos a l

Revolucin francesa los panfletos eraconsiderados como uno de los medionormales de hacer poltica. En ellos s

vertan opiniones de lo ms variopintasunas veces con pretensiones filosfica otras veces abiertament

revolucionarias. Fue precisamente lRevolucin francesa el tema de uno dos panfletos polticos ms importante

de la literatura inglesa Reflections o

he Revolution in France[3] (1790) dea citado Edmund Burke, considerad

como uno de los mejores escrito

polticos de la historia contempornea.


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En los aos inmediatamentposteriores a la separacin de lacolonias americanas de la Coron

britnica se editaron los ochenta y cincederalist Papers, ejemplo ya clsic

del subgnero, escritos por John Jay

Alexander Hamilton y James Madisoen la dcada de los ochenta. Por eso nes de extraar que Johnson, unos ao

antes, utilizara tambin este gnero parhacer llegar sus ideas al gran pblico dnglaterra y de sus colonias.

El primero de los panfleto

publicados por Johnson en esta poca eThe False Alarm (1770), en el quapoya la decisin de expulsar de l

Cmara de los Comunes a


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parlamentario John Wilkes, acusado ddifamacin. En 1771 publica otro que lvaldra muchas crticas por parte de s

gobierno y de los parlamentarios que lsustentaban: Thoughts on the LatTransactions Respecting Falkland

slands. Johnson se opona rotundamenta una guerra con Espaa por lreivindicacin de las islas Malvinas y

que en su opinin semejante dispendide dinero y vidas humanas no sera mque el resultado de una tonta disputsobre quienes se convertiran en lo

seores de una tierra estril golpeadpor el mal tiempo.

The Patriot(1774) fue escrito con e

fin de influir en los votantes en u


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proceso electoral, pero contienreflexiones tan agudas sobre epatriotismo y su significado en la vid

pblica e individual que trascienden epaso del tiempo. En l Johnson brilla eodo su esplendor, como articulista

iterato y, como no podra ser menoscomo moralista. La actividad depoltico afirma sin ambages deb

subordinarse siempre al bien comn. Eesto reside la esencia del patriotismo.El ao siguiente ve la luz otro de su

nfluyentes y polmicos escritos

Taxation No Tyranny, sposicionamiento ante endependentismo de las colonia

americanas en las que l aseguraba e


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una frase que se hizo famosa que gritaibertad aquellos que se la niegan a lo

negros. Su oposicin a l

ndependencia y su justificacin decobro de impuestos precisamente parque los colonos pudieran tener su

cauces de representacin poltica hlevado a que Johnson sea juzgado e

Amrica, bastante injustamente, como e

prototipo de tory ultramontano, imageque como hemos visto no scorresponde con la realidad.

Hasta aqu el Samuel Johnso

poltico. Pero como sucedi siempre esu quehacer literario, la inquietupoltica era perfectamente compatibl

con otros retos intelectuales. Los ao


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1779 a 1781 son testigos de lpublicacin de los diez volmenes qucomponen Prefaces, Biographical an

Critical, to the Works of the Englisoets, ms conocido como The Lives o

he Poets[4], que iba a ser otra y l

ltima de sus magnas obras, dreferencia posterior para muchoacadmicos y especialistas en literatur

nglesa.Samuel Johnson fue ante todo untelectual, un estudioso y erudito de l

cultura, historia y literatura tant

nglesas como clsicas, tal y como spone de manifiesto en sus muchas obrasanto las tres grandes, el Diccionario

as obras de Shakespeare y las Vidas d


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os poetas[5], como en muchos otroestudios crticos, biografas y artculosSus firmes convicciones moralesnacidas de la fe y de un sentidrascendente del ser humano le llevan

mantener durante toda su vida una

nquietudes que no duda en dejar clarasaunque en ocasiones eso le reportara npocas contradicciones.

La aportacin del doctor Johnson aector moderno es con poca duda la da reflexin sobre la responsabilida

social del oficio de poltico. La vida d

as personas individuales importa y epoltico no debe permanecer indiferentante lo que es injusto o inhumano

perjudicial para el bien comn


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Denunci toda su vida lo que crea quera un abuso del poder, pero ssubordinaba a l cuando lo crea justo

adecuado. Era en esencia conservadora que era escptico de que el cambi

por s mismo fuese sinnimo d

progreso, sino que el cambio resultnecesario cuando aporta alguna ventajreal. Siendo conservador no dudaba e

cuestionar muchos de los principios qualgunos conservadores continentaleconsideraban como dogma, como poejemplo el derecho divino de l

monarqua. Profundamente monrquicoconsideraba la monarqua como ergimen que mayores beneficio

aportaba a la nacin, pero esa defens


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no la confunda con un pretendido origedivino. De hecho fue rotundamentcrtico y duro con los tres Jorges de lo

que fue sbdito debido principalmente su ineptitud, postura que trajo comconsecuencia que acercase posicione

con los jacobitas en ms de una ocasinDurante una cena con amigos en 177asegur que Jorge I era un ladrn

Jorge II un tonto y Jorge III era idiota.A pesar de las apariencias sobediencia y respeto por el poderesultaba evidente, pero eso no l

mpeda criticar ferozmente los intentode censura gubernamental sobre la vidntelectual del pas. Apoyaba las ayuda

a los agricultores y los controles a l


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exportacin al mismo tiempo qucriticaba el expansionismo colonial os abusos de los colonos, desde l

esclavitud de los negros a la masacre dos nativos americanos. En definitiva

Samuel Johnson aporta una visi

ndependiente, personal, trascendente ajena a cualquier seguidismo con epoder. Una visin genuinament

conservadora.La seleccin de textos qucontempla esta edicin trata de mostraal lector espaol la profundidad de

pensamiento de Samuel Johnson. Se hadescartado numerosos artculos sobrmaterias relativas al Parlamento,

candidatos a elecciones, a problema


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suscitados dentro del seno deanglicanismo, a personajes pblicoajenos a la realidad actual y otra

cuestiones sociales excesivamentocales que son de inters solo para lo

historiadores. Esta edicin demuestra l

gran calidad literaria de su autor y scarcter clsico, incluye temas muniversales y perennes para que pueda

ser utilizados como fuente y referencide la reflexin poltica y sociacontempornea.

CARLOSSEGADE


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IEL PATRIOTA

DISCURSO A LOSELECTORES DEGRAN BRETAA

1774


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They bawl for freedom in theirsenseless mood,

Yet still revolt when truth would setthem free,

Licence they mean, when they cryliberty,

For who loves that must first be wiseand good.

JOHNMILTON[1]

En estimar el dorado instante de loportunidad y aprovechar el bien a

alcance de nuestra mano consiste el graarte de vivir, en virtud del cual no pocade las privaciones que nos han sid

mpuestas hubiesen podido evitarse. Y


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es que dedicamos demasiado tiempo amentar el ayer perdido.

Cada siete aos llegan la

Saturnalias, y los ciudadanos de GraBretaa pueden disfrutar del privilegide escoger a sus representantes. H

legado ahora ese feliz da[2], y aun upoco antes de lo que caba esperar.

La eleccin y designacin d

quienes habrn de redactar las leyes distribuir los bienes es una alta dignida una importante responsabilidadmporta a cada elector, en efecto

decidir la manera en que esa dignidasea ejercida y esta responsabilidafielmente cumplida.

A todos y cada uno de quiene


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participan en este debate nacionamporta en grado sumo trasladarles ldea de que no son merecedores de u

escao en el Parlamento quienes no seapatriotas, porque slo ellos estn edisposicin de proteger nuestro

derechos, y slo en ellos podemodepositar nuestra confianza.

Patriota es el hombre cuya conduct

pblica est sometida a un principinico: el amor por su pas; quien, en sactividad parlamentaria, no albergesperanzas o temores personales n

aguarda favores o agravios, sino quodo lo somete al inters comn.

Quin se atrevera a decir que est

poca degenerada es capaz de arrojar


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entre quinientos hombres, una mayorque responda a tan virtuoso principioPero el desaliento no es la solucin

mantenerse alerta y activos, en cambiosuele arrojar mejores resultados de lodeseados. Busquemos patriotas dond

sea posible hallarlos, pero, para nengaarnos con falsas aparienciashabremos de estar atentos a distingui

as certeras de las seales engaosas, yque un hombre puede tener todas larazas del patriota y, sin embargo

carecer de sus cualidades constitutivas

del mismo modo que las falsas monedasque suelen brillar lo mismo que laverdaderas, sin embargo pesan meno

que stas.


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Hay quienes reclaman el derecho dfigurar en la nmina del patriotismo posu encarnizada y constante oposicin

a Corte[3].Esta seal rara vez es infalible. E

patriotismo no es forzosamente atribut

de la rebelda. Se puede odiar al rey, sin embargo no estimar al pas. Quien vrechazadas sus pretensiones, sean o n

razonables, quien piensa que sus mritoson insuficientemente valorados, quieasiste al declive de su influencia, nardar en discurrir sobre igualda

natural, sobre lo absurdo de que haymucho en beneficio de unos pocos[4]sobre contratos originarios, sobre lo

fundamentos de la autoridad y l


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majestad del pueblo. Y a medida quvaya en aumento su melancola, sealar tal vez soar con el fortalecimient

de los privilegios y los peligros depoder arbitrario. Pero en ninguna destas manifestaciones su intenci

buscar el beneficio de su pas, sino lrecompensa a su astucia.

Con todo, estos opositores a

gobierno son los ms honestos: spatriotismo es una forma de enfermedaden parte sienten lo que dicen. Pero l

mayora, la inmensa mayora de quiene

se quejan y despotrican, inquieren acusan, no lo hacen movidos por dudarazonables o porque alberguen temor

sientan preocupacin por la vid


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pblica, sino porque aspiran a hacefortuna al calor del resentimiento y lnvectiva, y con su vehemencia

vituperios buscan a quien se ofrezccuanto antes a comprarles su silencio.

Para que un hombre descubra a

patriota que hay en l, a veces basta cosembrar el descontento y propalanoticias de tramas ocultas, peligrosa

nfluencias, violaciones de derechos usurpaciones encubiertas.Estas actividades nada tienen qu

ver con el patriotismo. Infundir rabi

con nimo peor que la provocaciequivale a suspender la felicidad depueblo, cuando no a destruirla. N

puede considerarse amigo de su pa


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quien perturba innecesariamente su pazPocos son los errores y defectos de logobiernos que puedan alegarse par

ustificar el alboroto de lmuchedumbre, que en ningn caso ha dnstituirse en juez de lo que es incapa

de comprender, ya que sus opiniones nse propagan por la razn, sino que sransmiten por contagio.

Que esta especie de patriotismo euna falacia salta a la vistaespecialmente cuando, tras habersreparado el mal, sin embargo no cesa e

umulto. Quienes hoy nos ladran al odcon el caso del seor Wilkes y loerratenientes de Middlesex contina

quejndose por un motivo que ha dejad


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de existir. El seor Wilkes tiene lposibilidad de ser electo, en caso de qualguien quisiera tal cosa, y no hay u

solo hombre honesto y decente qupueda sentirse amenazado por eprecedente de su exclusin.

Es cuando menos lcito sospechaque el ttulo de patriota no es una justrecompensa a la stira annima y e

escarnio pblico. Llenar los peridicocon taimadas insinuaciones dcorrupcin e intrigas, distribuir e

iddlesex Journal o el Londo

acquet, puede que sean muestras ddiligencia, pero tambin pueden serlo dmalicioso inters. Introducir un escrito

sabiendas de que la solicitud qu


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contiene no ser satisfecha, insultar arey con una amonestacin[5] descortsel simple hecho de que estos actos dnsolencia legal no sean pasibles d

castigo y que quien los comete no sexponga a peligro alguno, no basta par

hacer de ellos una manifestacin dvalor. Tampoco de patriotismo, ya quales actos, al socavar el respeto debid

a la autoridad suprema, promueven lsubversin del orden y son causa dmales para todos.

Del patriotismo son distintivas l

cautela y la vigilancia, la prevencin dasechanzas encubiertas, la previsin dpeligros en ciernes. El verdadero amig

de su patria se apresta a manifestar su


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emores y dar la voz de alerta en cuantdetecta la inminencia de una amenazapero lo que nunca hace es tocar a rebat

en ausencia de enemigos, o infundierror entre sus compatriotas sin motivo

Es legtimo, por tanto, dudar de

patriotismo de quienes acostumbradejarse trastornar por inverosimilitudeso de quienes sostienen que la recient

paz[6]

es fruto del soborno de la princesde Gales y que el rey ambiciona upoder arbitrario, o que debido a que lofranceses han cosechado nuevos xitos

sido capaces de dotarse de nuevas leyesa corte est urdiendo un plan par

abolir en Inglaterra la participacin de

urado en los juicios.


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An menos patriota ser quien sempee en propagar opiniones sabiendas de que son falsas. Nadie qu

ame a su pas difunde la clamorosacusacin de que la religin protestantcorre peligro porque los papistas se ha

hecho fuertes en la vasta provincia dQuebec[7], una falsedad tan patente descarada que no necesita ser refutad

por quienes conocen unos hechos que nel ms obtuso fantico es capaz dgnorar, y que me permito aqu recordar

Que Quebec se encuentra al otr

ado del Atlntico, y tan lejos que npuede hacer ni bien ni mal al mundeuropeo.

Que sus habitantes, ya que so


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franceses, siempre han sido papistas, ciertamente ms de temer comenemigos que como sbditos.

Que a pesar de la vastedad de esprovincia, son escasos sus pobladoresprobablemente menos numerosos que lo

que habitan cualquier gran condadngls.

Que la persecucin no es ms just

porque la ejerza un protestante en vez dun papista, y que si reconvenimos a LuiXIV por sus brutales soldados y sarmadas[8], cuando el poder recae e

nuestras manos debemos ejercerlo comayor equidad.

Que cuando se hizo entrega d

Canad y sus habitantes, se acord s


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ibre ejercicio de la religin, condicista de la que el rey Guillermo, de quieno puede decirse que sea un propagado

del papismo, dio ejemplo ms cerca dnosotros, en la rendicin de Limerick.

Con ello quiero decir que, ahora qu

odas las bocas claman por la libertade conciencia, es equitativo tener dalguna manera en consideracin l

conciencia de los papistas, que estautorizados, al igual que otros hombresa sentirse seguros en su propia fe, y qual menos quienes son objeto d

olerancia[9] no debieran negrsela nuestros nuevos sbditos.

Si la libertad de conciencia es u

derecho natural, no debiramo


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permitirnos denegarla, y si resulta seuna indulgencia, habramos dconcederla a los papistas cuando no l

prohibimos a otras sectas.Un patriota es necesariamente

siempre un amigo del pueblo. Pero hast

esta seal puede a veces ser engaosa.El pueblo es una masa mu

heterognea y confusa de ricos y pobres

sabios y necios, buenos y malos. Antede conceder el ttulo de patriota a quiese declara afecto al pueblo, hemos dexaminar a qu parte del mismo dirig

su reclamo. El proverbio dice que quiedisimula su verdadero carcter lo revela travs del de sus amigos[10]. Si e

candidato a patriota se esfuerza po


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nculcar opiniones correctas entre laclases superiores, para que mediante snfluencia puedan stas regular a la

nferiores; si se relacionprincipalmente con personas juiciosasecunimes, confiables y virtuosas, s

amor al pueblo puede ser consideradracional y honesto. Pero que no satreva a jactarse de su amor al puebl

quien ante todo y principalmente sdirige a los indigentes, siemprproclives a la exaltacin; a los dbilesque por naturaleza son suspicaces; a lo

gnorantes, fciles de inducir a error, o os disolutos, que slo aspiran a causa

dao y sembrar la confusin. No pued

razonablemente aspirar a l


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consideracin de amigo de la patriquien se dedica a asar bueyes, quemabotas[11]o asistir a mtines en Mile Eno registrarse en Lumber Troop[12]. Eposible que entre borrachos goce de lconsideracin de ser un buen tipo,

que algn que otro artesano sobripiense que es un caballero sin pelos ea lengua, pero habra de tener otra

credenciales para fungir depatriota.Patriota es quien siempre estdispuesto a apoyar causas justas alentar esperanzas razonables en epueblo, recordndole sin tregua suderechos y animndole a reconocer prevenir abusos.

Todo lo cual, no obstante, pued


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hacerse sin verdadero patriotismo. Dafalsas esperanzas para obtenebeneficios inmediatos slo preludi

desencanto y disgustos. Prometegrandes empresas a sabiendas de que lamismas son ineficaces equivale

engaar a terceros con hueramanifestaciones de intil celo.

El patriota verdadero no se dedica

sembrar promesas. Tampoco se esfuerzen abortar parlamentos, revocar leyes cambiar el modo de representaciegado por nuestros antepasados. Porqu

sabe que el futuro no depende de svoluntad y que no todas las pocas sogualmente propicias al cambio.

An menos se compromete co


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confusas vaguedades a obedecer laexigencias de sus electores. Conoce bieos peligros de las facciones y l

nconstancia de las multitudes. Anteprocurar conocer la importancia alcance de las opiniones de su

electores. Los programas popularegeneralmente son obra, no de los msabios y constantes, sino de lo

violentos y temerarios. Quienes atiendemtines para conferir con surepresentantes suelen ser individuoociosos y licenciosos. Y no andar

errados quienes sospechen que, comsucede con cualquier otra congregacihumana, los ms sabios de su

representados suelen ser una minora.


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El patriota es consciente de habesido elegido para promover el biepblico y defender a sus electores, junt

con el resto de sus compatriotas, no sldel dao que otros puedan infligirlesino del que pudieran hacerse a s

mismos.Una vez reconocidas las seale

comnmente atribuibles al patriotismo,

habindose visto que pueden sefalsificadas con artimaas o malogradapor insensatos, no estar de mdeterminar si existen maneras precisa

de hablar y actuar que sean propias dos no patriotas.

En esta parte de nuestr

nvestigacin, es posible que se pueda


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aducir pruebas ms claras y alcanzaconclusiones ms seguras, pues suele sems fcil detectar lo falso que l

verdadero, descubrir lo que hemos devitar antes que lo que debiramoprocurar alcanzar.

La guerra es uno de los males mabrumadores para la nacin, uncalamidad que trae consigo toda suert

de miserias, ya que pone en peligro lseguridad de todos, suprime el comerci arrasa las tierras, y expone a gra

nmero de personas a privaciones

peligros, cautiverio o muerte. Siendesto as, quien aspire a la prosperidade su nacin no puede al mismo tiemp

exacerbar resentimientos generale


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ahondando en heridas particulares mponiendo derechos dudosos y d

escasa relevancia.

Se puede razonablemente concluirpor tanto, que no son patriotas quienesen la necesidad de vindicar el hono

nacional ante Europa, y cuando loespaoles, tras haber invadido lo quconsideraban sus posesiones, se haba

arrugado al punto de desistir de sempeo y rebajar sus pretensiones, siembargo han insistido en llevarnos a lguerra por un pedazo de tierra yermo

deshabitado[13] en el ocano dMagallanes, al que era imposible que ldiramos utilidad alguna, como no fuer

a de servir de destino a los desterrado


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por falso patriotismo.Pero conviene no olvidar que l

extraordinaria violencia del desenfren

patritico consigui desquiciar de tamodo a la nacin, que podramos estaahora mismo luchando y muriendo po

una roca desierta bajo un cielormentoso, de no haber sido porqu

nuestros rivales se mostraron ms sabio

que nosotros. Como tampoco hay quolvidar que quienes hoy compiten poos favores del pueblo con ruidosa

proclamas de valor colectivo, cuando

a sazn calculaban los beneficios ques reportara su engao, hubiese

podido acabar disfrutando del patritic

placer de recibir de vez en cuando l


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noticia de que millares de los nuestrohaban sido masacrados en el campo dbatalla, o descubrir que algn buque d

a armada haba quedado yermo de viddebido al aire irrespirable y laprovisiones en mal estado.

Quien aspire a que su pas se vedespojado de sus derechos no puede seconsiderado un patriota.

Por consiguiente, no ser patriotquien justifique los ridculos derechode los usurpadores americanos pretenda desposeer a la nacin de l

autoridad legal y natural que sta ejercsobre sus colonias. Unas colonias qufueron pobladas gracias a la protecci

de Inglaterra, instituidas gracias


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estatutos ingleses y defendidas posoldados ingleses.

La idea de que, al colonizar otra

ierras, la nacin constitua un podendependiente, y que los emigrantes, tra

haberse enriquecido gracias

ndulgencias y favores, podan decidir su antojo si han de contribuir a su propidefensa y dejar de participar, como l

hacen millones de otros sbditos, en esistema de representacin generasemejante idea supone tal cmulo dnsensateces, que slo el disfraz de

patriotismo sera capaz de ocultarlas.Quien acepta proteccin s

compromete a obedecer. Siempre hemo

protegido a los americanos: podemos


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por tanto, gobernarlos.Lo pequeo cabe en lo grande. E

poder de quitar la vida puede confisca

propiedades. Si el Parlamento tiene lcapacidad de legislar para Amrica lpena capital, tambin la tiene de defini

a modalidad y cuanta de sus impuestosSin embargo, hay quienes lamenta

a situacin en la que se encuentran lo

pobres bostonianos[14]

, por el hecho dno poder suponerles a todos lperpetracin de actos de rebelda. Perel hecho cierto es que todos son pasible

de las sanciones adoptadas. Tal cosaafirman, es una violacin de la primernorma de la justicia, ya que con ello s

est condenando a los inocentes a se


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castigados con los culpables.Esta objecin merece algun

reflexin, pues parece dictada por l

equidad y la humanidad, por ms qumueva a desprecio por la ignorancia qusupone de la condicin humana y e

orden de cosas. Confundir inocentes culpables sin duda es un mal, pero es umal que ni la previsin ni la cautel

bastan para evitar. Los crmenenacionales reclaman castigonacionales, que forzosamente habrn daplicarse a muchos que no so

personalmente culpables. Cuando lorebeldes se atrincheran en un pueblo, locaones de la autoridad legtim

amenazan por igual las vidas de su


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nofensivos habitantes y las de lguarnicin felona.

En ocasiones sufren ms la

consecuencias quienes menos spretende perjudicar. Si en la ltimguerra los franceses hubiesen tomad

una ciudad inglesa y permitido que suhabitantes conservaran sus viviendascmo habramos podido recuperarla si

derramar la sangre de nuestros amigosLas bombas matan por igual a ingleses franceses, y todos sabemos que lhambruna de un asedio mata en prime

ugar a los lugareos.Las consecuencias de la violenci

ndiscriminada pueden ser lamentables

mas no culpables. El poder del gobiern


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egtimo ha de ser defendido, y ladesgracias desatadas por las rebelionehan de imputarse nicamente a lo

rebeldes.Tampoco son patriotas quienes n

reconocen al gobierno los mritos que l

corresponden y ocultan al pueblo lobienes que de l reciben. Por ello nienen ni remotamente derecho a ostenta

an ilustre ttulo quienes acusan de faltde espritu cvico al anterioParlamento, una asamblea de hombreque, a pesar de alguna vacilacin en su

decisiones y debilidad en su aplicacina nacin debiera siempre recordar co

gratitud, ya que est en deuda con ell

por haberse mostrado tan generosa en e


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recorte de inmunidades[15]y tan sabia honesta al mejorar la Constitucin en epresente ejercicio reformando eribunal electoral[16].

El derecho a amparo, necesaricuando fue instituido y tan consecuent

con la generosa concesin dnmunidades que prodigaba e

ordenamiento feudal, por su mism

naturaleza era una fuente de abusos, y erealidad haba sido ms de una veaplicado errneamente para sortear ley y evadir la justicia. El mal tal vez n

fuera tan grande como el escndalopero asimismo no puede decirse que ebien que haya podido derivarse de est

privilegio no fuera al menos comparabl


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con sus posibles males. En todo casosalta a la vista que esta medidasupusiera o no un beneficio para e

resto, al menos para ellos ha significadel tener que renunciar a algo: sudignidades han aceptado desprenders

de un esplndido privilegio y se hamostrado ms dispuestas que supredecesoras a igualarse con los otro

sbditos del reino.El nuevo mtodo de convalidar laelecciones, si lograse demostrar sutilidad, tendra efectos mucho m

amplios de lo que a primera vistparece. Por lo visto, una mayorconsidera que ser ventajoso nicament

para quienes aspiran a ocupar un esca


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en el Parlamento. Pero si es cierto quel derecho a elegir a sus representantees uno de los ms preciados para lo

ngleses, no habr votante que nconsidere que esta ley es benfica aumenta la eficacia del sufragio, en l

medida en que antes se votaba en vanal quedar las elecciones al arbitrio dotros poderes.

Huelga recordar el abusivdesprecio a los derechos instituidos dantao y la descarada arbitrariedad coque los anteriores parlamentos dirima

as elecciones controvertidas. Rara vezni tan siquiera en apariencia, suzgaban en conciencia la

reivindicaciones de los candidatos y lo


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derechos de los electores, sino que lodictmenes respondan a las rivalidadeentre partidos, las emociones, lo

prejuicios o la mera frivolidad demomento. De poco vala contar coapoyos en la circunscripcin a quie

aspirara a tenerlos tambin en lCmara: cualquier excusa era buenpara evitar las mayoras, y los escao

recaan en ltima instancia no en quiereciba los votos de los electores, sinos de sus colegas senadores.

De este modo, la nacin se ve

sometida a escarnio por una farselectoral, y el Parlamento se llenaba drepresentantes espurios. Una de la

aspiraciones ms importantes, la d


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ejercer el derecho a ocupar un escao ea asamblea suprema del reino, er

abordada con frivolidad, y ni las causa

ms justas tenan el triunfo asegurado.A partir de ahora, las eleccione

cuestionables podrn ser sometidas

examen con el mismo rigor y seriedaque cualquier otro ttulo. El candidatque haya sabido granjearse los favore

de sus vecinos, ahora est seguro dpoder disfrutar de las consecuencias deapoyo recibido, y los electores quvoten honestamente por mrito

reconocidos sabrn que no han votaden vano.

As es el Parlamento que algunos

que hoy aspiran a ser miembros de otr


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muy diferente asamblea, han enseada la chusma a considerar como unreunin ilegal de hombre

despreciables, venales y prostituidosesclavos de la corte y tiranos depueblo.

Que la prxima Cmara de loComunes acte segn los principios da anterior, pero con ms perseveranci

altura de miras, ha de ser el deseo dquienes quieran lo mejor para todos. Yquisiera creer que no es mucho pedique la nacin se deshaga de sus falsa

lusiones y consiga unirse parmanifestar su repulsa a quienes se hadedicado a engaar a los crdulos co

falsos agravios, avasallar a los dbile


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con mentiras descaradas, halagar laopiniones de los ignorantes y satisfacea vanidad de los mezquinos, y que co

su desprecio a la honestidad y suofensas a la dignidad han sabidrodearse de todo lo que el reino cuent

de ruin, burdo e inmoral. Son lomismos que, habiendo por mritascendido a esta funest

preeminencia[17]

, se arrogan el ttulo datriotas.


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IISELECCIN DEARTCULOS DETHE RAMBLER

(1750-1752)


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El futuro

N. 2. Sbado, 24 de marzo de 1750

Estare loco nescit, pereunt vestigiamille

Ante fugam, absentemque ferit gravisungula campum.

ESTACIO[1]

Que la mente del hombre no ssatisface nunca con los objetos que tien

ms a mano, y en cambio siempre busc


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iberarse del momento presente ensimismarse en planes de felicidafutura, y que solemos olvidar el correct

uso del tiempo a nuestra efectivdisposicin para ir en pos del disfrutde lo que tal vez jams nos se

concedido, es una observacin qucualquiera puede hacer. Esta costumbreobjeto habitual de burlas para lo

vivarachos y diatribas para locircunspectos, ha sido puesta en ridculcon la agudeza propia del ingenio exagerada con la caracterstic

ampulosidad de la retrica. No haejemplo de su flagrante sinsentido quno haya sido diligentemente recogido n

epteto despectivo que no la hay


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desfigurado, y sobre ella han llovidodos los tropos y figuras posibles.

Es fcil ceder a la censura, porqu

sta siempre lleva aparejada algunforma de superioridad, y los hombres scomplacen en pensar que han ido m

ejos y ms hondo que otros en sureflexiones y consideraciones, y que hasabido detectar errores y desatinos qu

escapan a la observacin vulgar. Eplacer de jactarse de opiniones comunees tan tentador para el escritor, qudifcilmente es capaz de resistrsele

siempre puede apoyarse en ideas quodos dan por buenas para brillar si

esfuerzo y triunfar sin dar batalla. Si

decir nada de lo fcil que es hacer mof


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de la insensata costumbre de vivisumido en las ideas, trocar lsatisfaccin inmediata por placere

ejanos y, en vez de disfrutar de labendiciones de la vida, preferir naferrarse a ella y preparar venidero

gozos. Son tantas las oportunidades dgloriarse en el propio triunfdemostrando lo incierto de la human

condicin y despertando de su sueo os mortales para informarles del pasraudo y silencioso del tiempo, que no esorprendente que tantos autores s

empeen en transmitir ms que eexaminar tan aventajados principios, que sean ms proclives a deslizarse po

an fcil y florida senda que a pararse


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pensar si conduce a la verdad. Dichpropensin a proyectarse hacia eporvenir parece condicin inevitable d

seres condenados a progresagradualmente y a vivir siempravanzando. Como su capacidad e

imitada, han de fiarse de expedientepara alcanzar sus metas, y sueleconcebir de entrada lo que slo e

ltima instancia pueden ejecutar; comno dejan de avanzar desde que dan suprimeros pasos, el horizonte de suproyectos cambia incesantemente, y as

han de encontrar nuevas razones parsus actos, nuevos motivos para temer gracias que anhelar.

Por eso la finalidad que hoy acapar


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odo nuestro esfuerzo, en cuanto lhemos alcanzado se nos aparece comun medio ms para alcanzar otra a

ms lejana. El natural vuelo de la menthumana no la conduce de un placer otro, sino de esperanza a esperanza[2].

Quien dirige sus pasos hacia udeterminado lugar, con frecuencia ha devantar la mirada hacia el punto que s

ha propuesto alcanzar; quien estsometido a penosas labores procursuperar el desnimo imaginando sfutura recompensa. En la agricultura, qu

es una de las ocupaciones ms simples necesarias, nadie se dedica a abrisurcos en la tierra como no se

pensando en la cosecha, la mism


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cosecha que las plagas pueden malograras inundaciones arrasar, o que la muert las calamidades pueden impedirle a

abrador recoger.Pero as como las pocas mxima

reconocidas por todos y recordadas

pesar del paso del tiempo presentaalguna correspondencia con la verdad a naturaleza, habremos de convenir qu

a prevencin contra la costumbre dfijar la vista con demasiada insistencien lejanas recompensas no deja de tenesentido y utilidad, por ms que s

ncurra en ella sin ton ni son o saplique a diestro y siniestro. Y es queaun sin considerar ese ardor vehement

que no repara en nada hasta habers


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satisfecho o esa inquieta ansiedad en lque es acertado ver una muestra ddesconfianza en el cielo asuntos sto

excesivamente graves para lo que aquse pretende exponer, a menudo sucedque, por querer probar cuanto antes la

mieles del triunfo, desatendamos lanecesarias disposiciones paralcanzarlo y echemos a volar l

maginacin en el disfrute de un bieprobable, dejando que el tiempnecesario para lograrlo se nos deshagentre las manos.

Con todo, es cierto que en pocaempresas pondramos todo nuestresfuerzo o arrojo para superar la

dificultades que entraan, si no furamo


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capaces de exagerar las recompensaque nos creemos autorizados a esperade ellas. Cuando el caballero de L

Mancha, con perfecta gravedad, ldescribe a su compaero las aventuraque le permitirn destacar y sealarse,

merced a las cuales ser llamado rescatar imperios, aceptar la mano de lheredera de la corona que ha defendido

gozar a manos llenas de honores riquezas, y hasta generosamentofrecerle una isla a su fiel escudero, somuy pocos los lectores que, movidos

risa o compasin, se atreveran a decique nunca han concebido ensoacioneparecidas, por ms que tal vez nunc

hayan deseado vivir aventuras ta


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extraas o disponer de medios tanadecuados[3]. Cuando no

compadecemos de este caballeroestamos recordando nuestras propiadesilusiones, y cuando nos remos de el corazn nos dice que no es ms dign

de burla que nosotros, salvo porque dice en voz alta lo que nosotros slhemos pensado.

El entendimiento del hombre, ponaturaleza optimista, de hecho puednublarse fcilmente al entregarse sifreno a la esperanza, por ms que st

sea necesaria para la creacin de lgrandioso y excelente, del mismo moden que hay plantas que se malogran po

exceso de exposicin al mismo sol qu


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es el responsable de la vida y bellezdel mundo vegetal. En la especihumana tal vez no haya una clase m

necesitada de ser prevenida contra laexpectativas de la felicidad que lformada por quienes aspiran a l

condicin de autores. Los hombredotados de una robusta imaginacin npueden concebir el ms tenue indicio d

dea sin inmediatamente saltar exponerla en la prensa y ante el mundobastar con el impulso del halago par

que entonces se atrevan a adentrarse e

el porvenir y predecir los honores quhabrn de recibir, cuando se hayaextinguido las envidias y olvidado la

polmicas, y cuando quienes hoy s


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dejan cegar por los prejuicios hayacedido su lugar a otros, tan frvolos efmeros como estos de ahora.

Quienes as se hayan arriesgado apelar al tribunal de los tiempos futurodifcilmente podrn curarse de s

nsensatez. Pero todos los esfuerzos sopocos para prevenir enfermedades quesi se dejan prosperar libremente, rar

vez pueden curarse con los remedioque crecen en el jardn de la filosofapor ms que esta dama se jacte de supcimas para la mente, sus purgas par

os vicios y sus lenitivos para lapasiones.

Por todo ello, y ahora que an esto

a tiempo y apenas me afectan levement


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os sntomas del mal de los escritoreshabr de procurarme algn medicamenttil para no sucumbir a esa dichos

nfeccin. Con la esperanza, por tenuque sea, de que mi medicina tendr lvirtud de propagarse a otros, tambi

expuestos, por su oficio, a los mismopeligros:

Laudis amore tumes? Sunt certa

piacula, quae teTer pure lecto poterunt recreare

libello[4].

Sabiamente advierte Epicteto[5] que ehombre ha de acostumbrarse a pensafrecuentemente en lo ms espeluznante

pavoroso, porque estas ideas le librar


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de aspirar con excesivo ardor a bieneaparentes y sucumbir abatido ante malereales. Nada hay ms temible para e

escritor que el desprecio, comparadcon el cual las crticas, los odios y lanimadversin se le antojan variedade

de la dicha. Y no obstante, esta suerte, lms funesta de todas, no hay hombrdedicado a escribir que no teng

motivos de temerla.Deja que la muerte, el exilio, y todaas dems cosas que parecen terribles t

resulten cotidianas. Pero, sobre todo, n

emas a la muerte, y as nunca tendrs upensamiento innoble ni desears nadexcesivamente.


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I nunc, et versus tecum meditarecanoros[6].

Tal vez no sea del todo intil, para quiese adentra por vez primera en el mundde las letras, saber que es preferiblfiarse ms bien poco de las propiahabilidades y ser capaz de imaginar quposiblemente no le valgan ms qudesprecio; que es posible que l

naturaleza no lo haya escogido paraumentar o embellecesignificativamente el conocimiento, ni l

haya sealado, por su indiscutiblsuperioridad, para legislar la conductdel resto de la humanidad; que si bien ecierto que el mundo se encuentra a


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sumido en la ignorancia, nadie lo hdestinado a despejar los nubarrones brillar con luz propia como una de la

uminarias de esta vida. Si duda de estaverdades, no hay catlogo de bibliotecque no se las confirme al punto

meridianamente: all podr consultamultitudes de nombres de autores quehoy ya olvidados, un da fueron n

menos laboriosos y confiados, y que, agual que hoy le sucede a l, se sintierosatisfechos de sus obras, queridos posus protectores y ensalzados por su

amigos.Por lo dems, tambin sucede co

autores excelentes que sus mritos pase

desapercibidos, inadvertidos entre l


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gran variedad de cosas y confundidocon la gran miscelnea de la vida. Quieaspira a la fama a travs de la escritura

pretende la admiracin de unmuchedumbre que oscila entre diversoplaceres o que vive inmersa en su

negocios, y que no tiene tiempo para ladiversiones intelectuales; los jueces os que apela estn absortos en su

pasiones o corrompidos por prejuicioque les impiden aplaudir nuevaproezas. Algunos son demasiadndolentes para leer nada que no goc

previamente de fama, y otros demasiadenvidiosos para promoverla, porque leduele engrandecerla. Lo novedoso e

combatido porque la mayora no quier


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ser enseada, y lo ya conocido erechazado porque a menudo se olvidque los hombres prefieren que le

recuerden las cosas y no que lenformen sobre ellas. Los entendido

prefieren no divulgar sus opiniones d

entrada, por miedo a poner su reputacien entredicho; los ignorantes suponeque dan muestras de exquisitez cuand

se niegan a ser complacidos. Y quieentre tantos escollos consigue fraguarsuna reputacin, si es sincero reconocerque sta se debe a otras causas, distinta

de su destreza, sus conocimientos o sngenio.


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El oficio de escribir

N. 16. Sbado, 12 de mayo de 1750

[] Multis dicendi copia torrens,Et sua mortifera est facundia []

JUVENAL[7]

Seor:Soy el humilde joven a quien, en ureciente artculo[8], agraci usted cosus consejos, pero como estoy lejosiquiera de sospechar que haya podidprever las numerosas molestias que aseguirlos he tenido que arrostrar, m

atrevo a exponerle en qu han consistid


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stas, pues le considero la persona mndicada para despejar las dudas que sundicaciones, sin duda ofrecida

nocentemente, han contribuido sembrar en mi nimo.

Se dign usted recordarme, y n

dudo que al hacerlo estuviera pensanden mi provecho, que cualquier escritoen ciernes puede fcilmente divulgar s

genio, dado que en Inglaterra smprime libremente. Una realidad quhe podido, fatalmente, comprobarcualquiera, en efecto, puede imprimir u

ibro.

[] Facilis descensus AverniNoctes atque dies patet atri janua

Ditis[9].


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Las armas capaces de hacernos dasiempre estn a nuestro alcanceEnseguida busqu a un impresor, a quie

contrat para imprimir varios miles dejemplares de mi panfleto. Mientraestuvo imprimindose, casi nunca m

alej de su establecimiento, donde mdedicaba infatigablemente a animar a lorabajadores para que concluyeran s

faena cuanto antes, prodigndoleruegos, promesas y recompensasCualquier otro placer desapareci dmis das, consagrados al placer d

corregir pruebas, y el sueo desert casodas mis noches, en previsin de l

dicha que el paso de las horas acercaba

Al fin estaba prximo el momento de l


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publicacin, y mi arrobamiento de autohaca que el corazn me latiera mfuerte. Ajeno a nimias precauciones

ndiferente a la envidia y la crticaestamp mi nombre en el ttulo, sipararme a pensar que todo lo que sal

de la imprenta es imposible deshacerlo que si bien es cierto que sta pued

compararse con las regiones infernales

por lo fcil que le resulta al autor entra lo difcil que le es salir de ellas, siembargo se distingue de ellas en que lograndes genios no pueden recuperar s

anterior condicin bebiendo un simplsorbo de las aguas del olvido. Y ahoraseor Rambler[10], resulta que soy u

autor conocido y me veo condenado


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rremediablemente condenado, a ladesgracias de tan excelsa fama. A lmaana siguiente de haberse publicad

mi libro, mis amigos vinieron buscarme, y, como es habitual, a caduno le entregu un ejemplar. Examinaro

as primeras pginas, pero sadmiracin era tal que hubieron dnterrumpir su lectura. Las primera

pginas, lo reconozco, son bastantelaboradas. Algunos pasajes lelamaron especialmente la atencin

parecindoles ms obviamente hermoso

que otros, y de algunos trazos delicado elegancias ocultas me encargu y

mismo de sealarles la existencia, por s

hubieran escapado a su atencin. Hech


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o cual, y tras rogarles que cesaran esus halagos, los invit a acompaarme comer en una taberna. En la sobremes

retomamos el asunto de mi libro. Persus palabras de elogio eran por lgeneral tan excesivas, que en m

modestia me vi obligado a ofrecerlevarias rondas, y casi no hubo otrmanera de calmar sus manifestacione

de admiracin que ordenavigorosamente al escanciador que nosirviera una tras otra varias botellas.

Al da siguiente, otro grupo d

conocidos vino a felicitarme por mproeza, pero dieron tan importunamuestras de admiracin, que de nuev

me vi obligado a esquivar sus cortesa


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con otra invitacin. Al tercer da fue amayor el nmero de jaleadores que hubde silenciar con el mismo mtodo, y y

al cuarto volvieron a presentarse minvitados del primer da, pues entretant

haban tenido tiempo de ojear el resto d

mi libro, y al hacerlo haban descubiertfrases tan memorables y observacionean magistrales, que me result

sencillamente insoportable orledeclamar sus alabanzas. Con lo queobviamente, los convenc otra vez dque deban acompaarme a la taberna,

busqu cualquier otro tema dconversacin para el grupo. Pero smostraron incapaces de esquivar e

asunto de mi hazaa libresca, que a ta


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punto se haba adueado de sus mentesque por ms que les rogu no hubmanera de que cambiaran de tema, co

o que me vi obligado a ahogar eclarete unas loas que ni mi discrecipoda acallar ni impedir m

ncomodidad.De ese modo se fue toda la semana

en una especie de festividad literaria

Ahora s que nada sale tan caro como egran talento, salvo que se veacompaado por una sed insaciable dhalagos. Y es que para evitar la molesti

de or mi nombre exaltado an con mvehemencia que las mejorereputaciones de los ms grandes autores

vivos o muertos, he tenido que costea


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dos barriles de oporto, quince galonede aguardiente, diez docenas de claretcuarenta y cinco botellas de champn

Resolv entonces que no permaneceren mi casa esperando que tal volviera suceder, y un buen da me levant

emprano y me dirig al caf. En malhora, ya que con ello slo descubr qume haba vuelto tan famoso que no pod

disfrutar del placer de mezclarme, egualdad de condiciones, con el resto da humanidad. En cuanto llego a u

establecimiento, descubro que una part

del pblico echa espumarajos denvidia, aunque procure ocultarlo, veces, aparentando rer, cuando n

simulando desprecio, pero es tan burd


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el disfraz que no me cuesta naddescubrir el rencor que anida en sucorazones. Eso s, como la envidia suel

ser su propio y merecido castigo, mdoy a menudo el placer de atormentarlocon mi presencia.

Dicho lo cual, y aunque reconozcque alguna leve satisfaccin he obtenidal mortificar a mis enemigos, result

que, adems de benevolente, tambisoy incapaz de sentir placer causndoldao a mis amigos. He tenido sumcuidado, desde la publicacin de m

ibro, de no darme ms aires estudiadode superioridad que los que impone lms tasada humildad. No es improbable

o reconozco, que alguna vez hay


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podido expresar mi opinin de tal modque dejara claro que no soy inconscientde mis dotes expositivas, o que hay

nterrumpido una conversacin al ver ecariz que sta tomaba y sin darle tiempa mi contertulio para que lo perdier

ventilando sus sentimientos. Es msreconozco que me abandon, durante upar de das, al hbito de tamborilear e

a mesa cuando a mis acompaantes ledaba por divagar y proferir disparates abundar en temas que los sncapacitados para abordar. Pero por l

dems, me he comportado dandsiempre muestras de respeto, inclusante quienes me mueve a piedad s

estupidez. Con todo, y pese a ta


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ejemplar moderacin, es tageneralizado el temor reverencial qunspira el talento fuera de lo comn y ta

pertinaz el rechazo de los hombres mejorar su inteligencia, que desde hacunos das mis conocidos han dado e

evitar mi presencia. Cuando toco a unpuerta, nadie est en casa; cuando voy acaf, tengo todo un compartimento par

m solo. Vivo en la ciudad como un leen el desierto o un guila sobre unroca, demasiado encumbrado para lamistad o la compaa y condenado a l

soledad por mi desdichada grandeza emida superioridad. No slo a los otroes resulta formidable mi persona, sin

que tambin a m ha acabad


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pesndome. Disfruto naturalmenthablando sin mucha reflexinprodigando mi buen humor si

cortapisas y aliviando mi mente coobservaciones absurdas y evocacioneocurrentes. Pero mis opiniones se ha

vuelto tan importantes que ya no matrevo a proferirlas, por miedo a verlaraducidas de inmediato a mximas qu

pudieran inducir a error a medio pas, cuando estoy a punto de abrir la boca eal la actitud expectante de quienes m

rodean, que a menudo me paro a cavila

si lo que me dispongo a decir ser dignde mi reputacin. Como puede verSeor, esta circunstancia es, de suyo

bastante infeliz, pero an escond


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peores calamidades. Habr ledo ePope y en Swift cmo los hombres coposibles estn expuestos a qu

desaprensivos hurguen en sus efectopersonales e invadan sus aposentos poorden de impresores fraudulentos qu

aspiran a sacar provecho de suobras[11]. Por otro lado, es innegable qumuchos de los ttulos actualmente e

venta en libreras son atribuidos personas que nadie podra sospechaque puedan dedicarse a estaactividades, pero que la popularidad d

su nombre ha expuesto al hurto de sdentidad y la venta de su semblanza

Estas consideraciones me llevaron

ponerme en guardia al comienzo, y e


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caso es que acab descubriendo que mcautela no era excesiva, al reparar evarias personas dedicadas estudiar mi

facciones con un celo que delataba sntencin de retratarlas. De inmediat

cambi de domicilio, pero he topad

con la misma actitud en otros lugaresTal vez otros sean tambin objeto dpersecucin, pero lo que soy yo, ahor

vivo obsesionado. Tengo razonesuficientes para sospechar que hastonce pintores estn dedicados a seguimi rastro, convencidos de que e

primero que consiga dibujar mi cara shar rico. A menudo me veo obligado cambiar de peluca, y siempre llevo e

sombrero encajado hasta los ojos


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expedientes con los que aspiro, de algmodo, a escapar a sus pesquisas. Yque, como comprender, no sera lcit

vender mi retrato, privndome de esmodo del beneficio de la venta.

Sin embargo, temo menos por e

robo de mi semblante que por mimanuscritos, y no me atrevo a llevarloconmigo pero tampoco a desprenderm

de ellos. Confieso que alguna medida hadoptado para protegerlos: los hmetido en una caja de hierro y he puestun candado en mi puerta. Cambio d

direccin cinco veces por semana, y mmudo siempre en plena noche. En sumaque por haberme mostrad

excesivamente acreedor de probad


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alento, ahora vivo tan solitario como uermitao, tan angustiado como un pobrtan receloso como un delincuente. Co

el temor siempre de mostrar mi cara, posi alguien pudiera copiarla, de hablar epblico, por si al hacerlo daara m

reputacin, y de escribir una sola lneapor si a alguno de mis correspondientese le ocurriera publicar mis cartas

Siempre inquieto por si mis sirvientelegasen a robar mis papeles parvenderlos o mis amigos hicieran lpropio para ganar fama. Esto es, qu

duda cabe, elevarse por encima de lodems; extremo que me permitexponerle a fin de solicitar de usted qu

me informe de lo que conviene que hag


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para renunciar a estos laureles, tancmodos de llevar, y poder bajar d

nuevo a disfrutar de esa paz que h

descubierto le est fatalmente vedada os escritores de primera categora.

Sobre las pasiones, la

fe y la virtud

N. 17. Martes, 15 de mayo de 1750[] Me non oracula certum,Sed mors corta facit.


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LUCANO[12]

Dcese de un monarca oriental quena un funcionario a su serviciencargado de recordarle su condicin dmortal pronunciando cada maana, a un

hora prefijada: Recordad, prncipeque habis de morir[13]. Y sabemos qua contemplacin de la precariedad

ncertidumbre de nuestra comcondicin era tan importante para Solde Atenas, que acu para las futura

generaciones la siguiente mximaNunca apartes la vista del trmino da vida[14].

Considerar a menudo y atentament


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el instante que habr de poner fin odos nuestros sueos y despojarnos dodos nuestros bienes es, en verdad, e

mtodo ms eficaz para regular nuestravidas de manera justa y racional, y sempezramos cada nuevo da meditand

que para morir hemos nacido, nemprenderamos o nos empearamos erealizar acciones infames y tan a menud

absurdas.Los grandes perturbadores de lfelicidad de nuestras vidas son nuestrodeseos, pesares y temores, y el mod

ms certero y adecuado de evitarlos nes otro que la contemplacin de lmuerte. Piensa, aconseja Epicteto

frecuentemente en la pobreza, e


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destierro y la muerte, y no te entregara la furia de tus deseos ni abrirs tcorazn a sentimientos vulgares[15].

Que la mxima de Epicteto estbasada en una justa observacin es cosfcil de establecer: basta con pensar e

a vehemente insistencia con qunuestras mentes se inclinan por objetode inters comn. Si imaginamos lo

placeres que en el futuro podra llegar procurarnos una ansiada posesin y eellos dejamos que se centren nuestropensamientos hasta que ocupen tod

nuestra imaginacin, de manera que nseamos ya capaces de concebir ningunotra felicidad como no sea alcanzarla n

pena ms grande que perderla, cualquie


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otra satisfaccin que la munificentprovidencia haya derrochado sobrnuestras vidas ser tenida en poco

comparada con el grandioso objeto quhayamos puesto ante nuestros ojos, y ldespreciaremos por interferir en nuestr

empeo, cuando no la pisotearemos sims por obstaculizar nuestro camino.

Cualquier hombre que, aquejado d

alguna enfermedad grave o debilitadorahaya visto la muerte de cerca habrpodido experimentar la mengua de estforma de pasin. La abarcador

nfluencia de la grandeza, ldeslumbrante riqueza, los halagos de loadmiradores, la diligente atencin de lo

buscadores de privanza resultan bie


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poca cosa cuando parece llegada lltima hora, y tal los juzgaramos sperdurara aquella impresin, ya qu

entonces veramos cun absurdo eempearnos constantemente en conseguio que est fuera de nuestro alcance

malgastar la vida en coronar coorrecillas superfluas la ambicin

cuando es todo el edificio el que s

ambalea y se deshacen sus fundamentosLa envidia es siempre proporcionaa los anhelos. Nos afectan los logroajenos en la medida en que suponemo

que nuestra felicidad aumentara si no shubiese visto privada de lo que otros shan apropiado. Y es por ello por lo qu

cualquier cosa que contribuya a frustra


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os deseos excesivos, al mismo tiempayudar al corazn a liberarse de lcorrosiva envidia, protegindono

contra ese vicio que, ms que cualquieotro, es una tortura para quien lo padecedetestable en todos los casos y sl

prdigo en expedientes deleznables ramas srdidas. Quien es consciente d

que pronto habr de despedirse de l

vida, sabe que nada hay ms importantque hacerlo bien, y por tantcontemplar con indiferencia todo lque no contribuya a ese fin. Quien teng

por costumbre meditar sobre lo inciertde su perduracin descubrir fcilmentque la vida de otros no es m

permanente que la suya, que lo que no l


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raiga nada deseable tampoco mejorara situacin de su rival ni lo har mmportante que quienes no ganaron e

rofeo que l haya obtenido, y que esrofeo es demasiado despreciable par

merecer su terca enemistad.

Ni tan siquiera la afliccin y la penapasiones a las que estn especialmentexpuestas las mentes virtuosas

delicadas, pueden resistirse al paliativque conllevan estos pensamientos. Dhecho, es posible evitarlas, a condicide saber disfrutar de los bienes que no

otorga nuestro estado con la permanentconciencia de lo inciertos que son. Srecordramos que podemos gozar d

nuestras posesiones durante muy poc


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iempo, y que lo poco que puedebrindarnos nuestras ms fervienteesperanzas es susceptible de mengua

por mil y un imprevistos, lamentaramobastante menos perderlas. Porque npodemos calcular su valor, pero s

sabemos, y con suficiente certeza, quaunque furamos capaces de asignarlun precio cualquiera, ni siquiera el m

alto de todos nos movera a lamentar sprdida.Aun as, en caso de que hubisemo

dejado que una pasin cualquier

nublara nuestro entendimiento al puntde volvernos incapaces de disfrutar das ventajas que el uso de la raz

procura, tampoco sera demasiado tard


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para aplicar este remedio cuando noencontremos abrumados por la pena entados de aorar lo que hayamo

perdido y no podemos recuperar. tiser entonces dar vueltas a lo incierto dnuestro estado y considerar que e

ocura lamentar lo que de todos modosde haber perdurado, a la postre nohabra sido arrebatado.

En lo que respecta al motivo de penms acuciante y desgarrador, que esiempre el ocasionado por la prdida dnuestros seres ms tiernamente queridos

conviene recordar que los lazos entrmortales estn siempre sometidos a lnvariable condicin de que uno de lo

dos haya de llorar la muerte del otro


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Pero ste es un pesar que ofrece asobreviviente un consuelo proporcionaa su afliccin: el saber que, por intens

que sea, el dolor que siente le ha sidahorrado al amigo.

Tampoco el miedo, la m

rresistible y avasalladora de todas lapasiones, puede librarse del influjmoderador de esta universal medicin

para la mente. La contemplacifrecuente de la muerte no slo desvela lvanidad de todos los bienes humanosambin pone al descubierto l

superficialidad de los males de estmundo, puesto que, en efecto, no soms duraderos que los sujetos sobre lo

que actan, y adems, como de anta


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ha sido observado, por su carcteviolento han de ser de ms cortduracin. La ms cruel calamidad frut

de la desventura, por necesidad naturaser pronta en desaparecer: el alma nadmite un cautiverio prolongado,

prefiere levantar el vuelo y abandonar a humana maldad el cuerpo sin vida.

[] Ridetque sui ludibria trunci[16].

El mayor mal que podemos infligimomutuamente es precisamente la muerteque somos capaces, en efecto, dprecipitar, pero de ningn modo retrasarPor tanto, as, no es de hombres sabioprocurarse un indulto a costa de l


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virtud. Y es que nadie sabe qu porcide tiempo habr comprado, pero segurpuede estar de que, sea mucho o poco, e

precio que habra de pagar poobtenerlo bastara para devaluarlo en smemoria. Podr entonces estar cierto d

haber destruido su felicidad, mas no dhaber prolongado su existencia.

As como la certeza de la breveda

de la vida debera moderar nuestrapasiones, del mismo modo y con lmisma pertinencia habra de limitanuestros proyectos. No es bastante e

iempo para que el genio ms arrolladoo el espritu ms emprendedor puedarascender por sus actos un mbito ta

precisamente acotado. Aspirar a l


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conquista del mundo es locura propia dprncipes poderosos, como ambicionaa excelencia en todas las esferas de

conocimiento ha sido el delirio dalgunos hroes literarios. En ambocasos, sus protagonistas acabaro

descubriendo que la meta que se habapropuesto alcanzar superaba con crecesu humana capacidad, y que haba

desperdiciado muchas oportunidades dvolverse tiles y ser felices por la vanambicin de recibir un tipo de honoreque las eternas leyes de la providenci

han puesto fuera del alcance de lohombres.

De grandiosos planes de prncipe

que acabaron en fracaso estn llenas la


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pginas de la historia universal, pero dpoco sirven estos ejemplos a la masa dos hombres, poco proclives a atender

advertencias sobre los errores que screen incapaces de cometer. Pero el biedocumentado destino de tale

ambiciones es materia de estudiapropiada para cualquier personnstruida. Quin no ha tenido ocasi

de arrepentirse de haber dispersado sgran talento en una variedad informe dactividades? Quin no ha lamentado lsbita desaparicin de excelente

oportunidades por haber atendido a unesperado proyecto, cuya noveda

pareca irresistible? Y quin se h

ibrado de descubrir lo imprecisas


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nsuficientes que son las labores quhubimos de dejar a medio hacer, pohaber querido abarcar ms de l

conveniente?Sin duda es placentero observar qu

a mente es capaz de concebir much

ms que lo que el cuerpo de realizar, sin embargo nuestro deber, mientras ncambie nuestra compleja constitucin, e

procurar que una y otra parte puedaarmonizarse. No debemos saciar loapetitos corporales con placeres quperjudiquen nuestro vigor intelectual, n

ampoco halagar la mente con proyectoen cuya realizacin sabemos que nuestrvida puede naufragar. Lo incierto d

nuestra duracin debera bastarnos par


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poner coto a las ambiciosaensoaciones en nuestras labores. Ycuando sintamos la tentacin d

alimentar desmedidamente nuestraambiciones o flojear en nuestro trabajosiempre es bueno pensar que somo

capaces de resistir, y podemoanimarnos con slo recordar lapalabras del padre de la medicina: qu

el arte es duradero, pero la vida ebreve[17].

Ingenio y erudicin


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N. 22. Sbado, 2 de junio de 1750

[] Ego nec studium sine divite ven,

Nec rude quid prosit video ingenium:alterius sicAltera poscit opem res, et conjurat

amice.

HORACIO[18]

El Ingenio y la Erudicin eran hijos dApolo, nacidos de madres distintasngenio tena por madre a Eufrosine,

quien se pareca por su alegra

vivacidad; Erudicin haba nacido dSofa, de quien hered su seriedad cautela. Como las dos madres erarivales, educaron a sus criaturas, desd


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el primer momento, para que fueraenemigas. Tanto empeo pusieron ambaen que aprendieran a odiar y desprecia

al otro, que por ms que Apolopreviendo las nefastas consecuencias deste antagonismo, procur atenuar su

enseanzas manifestando por igual safecto a sus dos hijos, no logr surtiefecto su cariosa imparcialidad. L

animosidad materna haba echadslidas races, inextricablemente unidaa las primeras cogitaciones de lovstagos, y luego se vio fortalecida cad

vez que stos tenan la oportunidad ddemostrarla. En cuanto alcanzaron ledad de ser admitidos en la

dependencias de las otras divinidade


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celestes, Ingenio se las arregl pardivertir a Venus en su gabinete con sualegres parodias de la solemn

Erudicin, y Erudicin distrajo de suabores en el telar a Minerva con su

representaciones de las meteduras d

pata y la ignorancia de Ingenio.As fueron creciendo las do

criaturas y, al tiempo, tambin fu

fortalecindose su malignidad, animadcada una por los miembros de su entornque las madres haban designado parbrindarles consejo y apoyo. Aspiraba

ambas a ser admitidas en el festn dJpiter, no tanto porque ambicionarahonores, sino por el placer de ver a s

rival excluido de tan insigne distincin


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as poner coto, pensaban, a unnfluencia que en el otro atribua

nicamente a sus malas artes y falsa

apariencias.Al fin lleg el da en que los do

hermanos, con la acostumbrada pompa

fueron recibidos en el crculo de ladivinidades superiores y autorizados beber del nctar escanciado por Hebe

Pero en ese mismo da y hora, lConcordia dej de ejercer su autoridaen la mesa de Jpiter. Los rivalesanimados por su reciente promocin

aleados por los aplausos que por turnoreciban de sus poderosos valedores, ncesaban de hostigarse con envites

retos, y entre los triunfos del uno y la


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victorias del otro, ninguno se daba povencido. Era fcil observar cmo, anicio de cada nuevo enfrentamiento, l

ventaja recaa siempre en el campo dengenio, y que con las primera

escaramuzas la asamblea toda er

recorrida, segn la frase de Homero, pouna risa inextinguible[19]. Mas lErudicin reservaba sus fuerzas pa

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El Patriota y Otros Ensayos de Samuel Johnson