13
EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE ENTRE LA ALEGORÍA Y EL SÍMBOLO EN EL EPISODIO ESPAÑA SIN REY Ana María Constan Soriano UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. Wifredo de Romarate es un personaje carlista de 1869 con el que el lector reco- rre todo el proceso constitucional de ese año, a través del episodio nacional Es- paña sin rey, el primero de los seis que componen su quinta y última serie, es- crito por Galdós entre 1907 y 1908. Don Wifredo será el primero de los protagonistas que se van a suceder (Vi- centito Halconero y Proteo Liviano) a lo largo de estos últimos episodios y que de alguna manera ya están simbolizando no solo la posición de periodista obser- vador que tuvo el escritor cuando vivía esos acontecimientos en su juventud, si- no también la actitud que tiene cuando los escribe desde 1907, como diputado republicano, tratando de encauzar la marcha de la política por el lado más favo- rable a las reformas democráticas. Este personaje protagonista-testigo de los acontecimientos apenas tiene nada que ver en su obligada pasividad con el optimismo operativo de antepasados co- mo Gabriel Araceli, Salvador Monsalud, Fernando Calpena o Santiago Ibero pa- dre e hijo. La experiencia constitucional de 1869 tampoco fue todo lo positiva que podría haber sido, como no lo fue, para Galdós, el proceso posterior recogi- do en los episodios restantes hasta la Restauración canovista. La historia que recoge Galdós en este episodio es el proceso constitucional de 1869 desde la apertura del proceso electoral a principios de año hasta la pro- clamación de la constitución de los revolucionarios el 1 de junio siguiente. Tratando de resumir el argumento para poder orientar mejor la presencia y función de este personaje dentro de él, debo señalar que el episodio desarrolla brevemente el proceso electoral de principios de año a través de la figura de Juan de Urríes, político unionista que acude a Vitoria, donde, además de ganarse la confianza de los progresistas históricos y los tradicionalistas, también enamo- ra y promete fidelidad a Fernanda Ibero, hija del progresista Santiago Ibero. Esa fidelidad dura poco, pues, cuando el joven diputado vuelve a Madrid, para co- menzar la legislatura constituyente en el mes de febrero de 1869, ante los incré- dulos ojos del carlista don Wifredo, amigo de Fernanda y de su familia, manten- drá relaciones con una joven de ascendencia tradicionalista a cambio de los favores económicos que hace a su madrastra, la llamada marquesa de Subijana. 137

El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATEENTRE LA ALEGORÍA Y EL SÍMBOLOEN EL EPISODIO ESPAÑA SIN REY

Ana María Constan SorianoUNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.

Wifredo de Romarate es un personaje carlista de 1869 con el que el lector reco-rre todo el proceso constitucional de ese año, a través del episodio nacional Es-paña sin rey, el primero de los seis que componen su quinta y última serie, es-crito por Galdós entre 1907 y 1908.

Don Wifredo será el primero de los protagonistas que se van a suceder (Vi-centito Halconero y Proteo Liviano) a lo largo de estos últimos episodios y quede alguna manera ya están simbolizando no solo la posición de periodista obser-vador que tuvo el escritor cuando vivía esos acontecimientos en su juventud, si-no también la actitud que tiene cuando los escribe desde 1907, como diputadorepublicano, tratando de encauzar la marcha de la política por el lado más favo-rable a las reformas democráticas.

Este personaje protagonista-testigo de los acontecimientos apenas tiene nadaque ver en su obligada pasividad con el optimismo operativo de antepasados co-mo Gabriel Araceli, Salvador Monsalud, Fernando Calpena o Santiago Ibero pa-dre e hijo. La experiencia constitucional de 1869 tampoco fue todo lo positivaque podría haber sido, como no lo fue, para Galdós, el proceso posterior recogi-do en los episodios restantes hasta la Restauración canovista.

La historia que recoge Galdós en este episodio es el proceso constitucionalde 1869 desde la apertura del proceso electoral a principios de año hasta la pro-clamación de la constitución de los revolucionarios el 1 de junio siguiente.

Tratando de resumir el argumento para poder orientar mejor la presencia yfunción de este personaje dentro de él, debo señalar que el episodio desarrollabrevemente el proceso electoral de principios de año a través de la figura deJuan de Urríes, político unionista que acude a Vitoria, donde, además de ganarsela confianza de los progresistas históricos y los tradicionalistas, también enamo-ra y promete fidelidad a Fernanda Ibero, hija del progresista Santiago Ibero. Esafidelidad dura poco, pues, cuando el joven diputado vuelve a Madrid, para co-menzar la legislatura constituyente en el mes de febrero de 1869, ante los incré-dulos ojos del carlista don Wifredo, amigo de Fernanda y de su familia, manten-drá relaciones con una joven de ascendencia tradicionalista a cambio de losfavores económicos que hace a su madrastra, la llamada marquesa de Subijana.

137

Page 2: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

138 A. M.a CONSTAN SORIANO

Sintiéndose descubierto por Wifredo, Urríes no duda en halagar la vanidad deéste, adulándole e introduciéndole en el Congreso.

Wifredo no podrá aguantar esta convivencia de intereses e ideologías y aca-bará trastornado, cometiendo graves disparates y teniendo que ser devuelto a latranquilidad de su pueblo norteño donde recobra su personalidad y se preparapara luchar contra el espíritu liberal de Madrid. Después, la abandonada Fernan-da matará con la espada de don Wifredo a Céfora, la intrusa que se había inter-puesto entre ella y Juan de Urríes.

Como indicaba antes, don Wifredo es principalmente testigo de este procesoconstituyente y de las alianzas políticas que en él confluyen. Algunas se repre-sentan de modo simbólico sentimental como es el triángulo amoroso del unio-nista Juan de Urríes con la progresista Fernanda Ibero y con la joven de ascen-dencia tradicionalista Céfora Nanclares. Otras son de tipo alegórico, como es lapresencia de Wifredo dentro de esa, a veces, interesada confraternización de losdiputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la másfuerte para él: su recepción de los explosivos discursos parlamentarios sobre lalibertad de cultos pronunciados por Castelar, y por Suñer y Capdevila.

Como símbolo, la figura estrafalaria de Wifredo, va evolucionando a lo largode la narración, desde la presencia adusta y un tanto ridicula del carlista purohasta la grotesca imitación castelariana en la borrachera que sigue al triunfo deldiputado republicano. En estos procesos nos detendremos para analizar lastransformaciones de don Wifredo y para relacionarlas con el partido carlista ycon su actuación durante 1869, reflejadas en los periódicos carlistas del mo-mento, observando la minuciosa y absoluta integración de la historia política ysocial de 1869 dentro de la estructura narrativa de España sin rey.

La primera cuestión que surge es ¿por qué Galdós utilizó como hilo con-ductor de la narración un personaje situado en las antípodas de sus tendenciaspolíticas, especialmente en 1908 (año en que escribe la obra), cuando Galdós seradicaliza y entra a formar parte del partido republicano? Dado el carácter iróni-co que utiliza el narrador al describir al personaje, en principio podría pensarseque es precisamente para poner en ridículo las opiniones ultraconservadoras, yseguramente es así en la primera parte de la obra, sin embargo, al final, el narra-dor junto a la descripción descarnada del personaje va incorporando ciertas do-sis de piedad y de cariño. Quizás, lo que movió al narrador a realizar este plan-teamiento fue el hecho de que el partido carlista en 1869, efectivamente estabarepresentado en el Congreso, pero casi dando un toque de color, con escaso pesopolítico en la correlación de fuerzas del momento. En definitiva era, para mu-chos, casi un espectador, un recuerdo del pasado que servía como contraste antela nueva situación, y que en las sesiones parlamentarias sólo pasaría a la historiapor actuar de contrapunto a los mejores oradores políticos del momento, y con-tra el que se consideraba que no merecía la pena luchar. Así en las CrónicasParlamentarias del diario de Las Cortes, de 1869, atribuidas a Galdós, podemosencontrar los siguientes fragmentos:

Page 3: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE 139

¿Para qué se enfadó tanto el señor Zorrilla contra los neos? Si los neos han con-cluido por ser unos entes tan ridículos que sólo con las armas del desdén y la iro-nía pueden ser contestados. Si a pesar de todo el aparato carlista y de toda labambolla episcopal, son impotentes, pigmeos, sin prestigio y sin fuerza, ¿quiénhace caso ya de esos pobres diablos? (Crónica Parlamentaria, Las Cortes, n.° 13,26 de febrero de 1869).

También, criticando un discurso del canónigo carlista Manterola resalta el pe-riodista Galdós, en 1869, el escaso interés que suscita y el efecto somnífero queejerce sobre los diputados:

El desventurado Sr. Manterola continuó su discurso, que, como todos los suyos,ejerció una influencia soporífera sobre los pocos Diputados que en el salón había.Su oratoria es puro beleño. Como ya no inspira curiosidad la extravagancia de suexpresión, desde que el Sr. Manterola habla, Morfeo invade el Parlamento (Cró-nica Parlamentaria, Las Cortes, n.° 64, 28 de abril de 1869).

Del mismo modo, en la revista satírica Gil Blas, se preguntan a quién preo-cupan los carlistas y responden repetidas veces: «A mí, no»; y achacan la som-bra o amenaza de levantamiento carlista a la inseguridad del gobierno:

Yo creo más bien que el gobierno, que no es moderado ni progresista, ni deunión liberal, ni demócrata-monárquico, ni monárquico a secas, ni a secas demó-crata, conoce instintivamente su debilidad, comprende que en alguna parte debeestar la fuerza del país que él no lleva consigo, recela que algún partido fuerte seproponga derribarlo y para adornarse con alguna señal exterior de patriotismo, sesupone gratuitamente remora del carlismo. (...) (Roberto Robert, «Los Carlistas»,Gil Blas, abril de 1869. Recogido en Vicente Garmendia, La Segunda GuerraCarlista [1872-1876], Madrid, Siglo XXI, 1976, págs. 81-83).

Y terminan diciendo:

Al primer ministro que me encuentre por la calle, me le pongo detrás muy ca-llandito y le grito de pronto al oído:

-¡Los carlistas!Estoy seguro que no por eso se va a espantar ninguno de ellos.Por cuya razón estoy igualmente resuelto a no espantarme yo tampoco." (Ro-

berto Robert, «El carlismo», Gil Blas, abril de 1869. Recogido en Vicente Gar-mendia, La Segunda Guerra Carlista [1872-1876], Madrid, Siglo XXI, 1976,pág. 82).

Como veremos a continuación, estas citas coinciden completamente con la des-cripción y con el tratamiento inicial que el narrador nos ofrece de don Wifredo.En esta primera caracterización del personaje vemos a don Wifredo como un serdel pasado, ridículo, ceremonioso y monolítico. Se trata de un hombre que pre-sume de poseer títulos anticuados y de pertenecer a una antigua orden de caba-llería que casi nadie conoce:

que en sus tarjetas ponía sobre el nombre un casco rematado de plumas, y de-bajo este título insigne y pomposo: Bailío de Nueve Villas en la Real y MilitarOrden de San Juan de Jerusalén... (España sin rey, pág. 15).

Page 4: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

140 A. M.a CONSTAN SORIANO

Después de darnos todos estos largos y rancios títulos con que adornaba sunombre, como primera y significativa definición de su persona, describe el na-rrador su aspecto físico, su preocupación por la cortesía y por las más añejastradiciones, y además su lenguaje, que aparece también en perfecta armonía:

era un caballero cincuentón, de corta talla y tiesura ceremoniosa, pulcro, remil-gado, afeitado, espejo de la buena crianza y diccionario vivo de las palabras finasy corteses. Cifraba su orgullo en pertenecer a una de las órdenes de caballería másilustres, y nada le halagaba como que le llamaran señor bailío, aunque todos ig-norasen el significado de la palabreja... {España sin rey, pág. 15).

Como vemos, la descripción caballeresca de don Wifredo, presenta un mar-cado tono irónico por parte del narrador, que le aporta multitud de rasgos ridí-culos antes que de la grandeza espiritual propia de un caballero.

A continuación, don Wifredo se apartará de sus costumbres habituales pararealizar un viaje, que casi podríamos llamar iniciático, a las Cortes de la Revo-lución. Allí su ser rígido se enfrentará a las nuevas costumbres que le produciránuna fuerte crisis de la que sólo podrá recuperarse volviendo a su modo de vidainicial y, paralelamente, tomando una mayor conciencia de cuál es su verdaderolugar en el mundo. Después, del mismo modo que el grupo carlista, tomará lasarmas para defender la que considera su verdadera causa.

Primero, como decíamos, se marchará del Norte a Madrid, donde se enfren-tará a una sociedad muy diferente a la de Vitoria y Laguardia, pues en ella losnuevos aires de la revolución corren con mayor fuerza. La revolución de sep-tiembre de 1868 da lugar a un inmenso entusiasmo nacional; tras expulsar a Isa-bel II, el pueblo español debe elegir la forma de gobierno e incluso el monarca,y por fin se pueden introducir las reformas económicas que son necesarias parael desarrollo de un Estado moderno.

En este contexto se trasladará don Wifredo a Madrid, para apoyar la candi-datura de Carlos VII e intentar convertirse en diplomático del carlismo. Son treslos acontecimientos principales a que se enfrenta don Wifredo en Madrid: enprimer lugar, el descubrimiento de la traición de Urríes a Fernanda (con Céfora),a la que reaccionará exclusivamente con su silencio; en segundo lugar, su visitaa las Cortes Parlamentarias, impulsado por los intentos de adulación y sobornode Urríes, donde, al escuchar los discursos de Castelar y Suñer, sus ideas y supersona se tambalearán; y, en tercer lugar, la visita con su nuevo amigo Tapia aun colmado, donde se emborrachará y se enamorará de Paca la Africana; en estemomento contrastará la actuación del personaje con su envaramiento inicial, yaque tanto su compostura como su lenguaje se descompondrán. Su incapacidadpara asumir todas estas contradicciones le llevará finalmente a la locura.

1.- Comenzaremos por desarrollar el descubrimiento de don Wifredo de latraición de Urríes a Fernanda. Viviendo ya en Madrid, realizó una visita a lamarquesa de Subijana y a su sobrina Céfora, vecinas suyas en la casa de hués-pedes, que se habían presentado a él como carlistas y, en el caso de Céfora, co-

Page 5: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE 141

mo futura religiosa y aficionada a la Teología. Grande fue la sorpresa de donWifredo al ver entrar al anochecer de aquel día, en el aposento de la Subijana, alnovio de Fernanda, don Juan de Urríes, con familiar desenvoltura. Don Wifredo,a pesar de su turbación,

advierte el extremado gozo de la señorita teóloga ante el gallardo sujeto reciénvenido (España sin rey, pág. 34).

Tras la visita de Urríes, Wifredo comienza a dudar que sean auténticas car-listas y relaciona sus hipocresías con los cambios de la nueva sociedad :

Tan ángel es como mi abuela. Y de aquellas teologías, de aquel llanto por lamuerte de doña Francisca, ocurrida treinta años ha, ¿qué debo pensar? O es locade remate o consumada histrionisa... Bien he visto que Urríes le ha sorbido el se-so... ¿Y cómo compaginamos amor de hombre y devoción del Santísimo Sacra-mento? ¡Oh, corrompida sociedad! ¡Oh, fruto venenoso de las doctrinas de lamaldita Enciclopedia! ¡Oh, burla de Dios y risotadas del Diablo! ¡A lo que ha lle-gado esta pobre España, el país de las damas honestas, de los caballeros sin man-cilla y de la exaltada fe religiosa! Aquí tenéis vuestra obra, revolucionarios; vedla sentina de vuestra España con honra (España sin rey, pág. 34).

Si comparamos con el partido carlista, encontramos esta misma aversión a laEnciclopedia y a las teorías de la Revolución Francesa como origen de todos losmales en los periódicos carlistas, que nos muestran el sentimiento y la forma depensar de este grupo político en aquella época. Concretamente en el periódicoLa Esperanza leemos:

el gobierno provisional español (...) prefiere a la política prudente de los Napo-leones los honores de la revolución francesa, hoy en práctica en España (La Espe-ranza, 14 enero 1869, pág. 1).

Y más adelante, criticando de nuevo al gobierno:

Esto no se ha visto en la misma revolución francesa, con haber sido el terror delmundo") (La Esperanza, 14 enero 1869, pág. 1).

Don Wifredo no sólo se extraña del modo de vida de Céfora y de su tía, lamarquesa de Subijana, también le sorprende que, siendo carlistas, se relacionencon un diputado de las cortes de la revolución:

¡Y quieren hacerme creer que son partidarias de los que defendemos a rajatablael trono y el altar! Si así pensaran, ¿cómo habrían de andar en contubernios conlos malditos septembristas y alcoleístas, valiéndose de ellos para negocios y en-redos que han de ser de una sociedad apestosa? (España sin rey, pág. 35).

Después, don Wifredo se plantea por fin la duda sobre su actuación personaly sobre sus deberes como caballero:

Ahora se me ocurre que yo, como amigo leal de aquella noble familia, debo to-mar cartas en el asunto... ¡Sí...! ¿Somos acaso caballeros de relumbrón, o lo so-mos para sacar el pecho bravamente en defensa de los ultrajes y adelantarnos alcastigo de los que olvidan las leyes de honor? (...) Por el nombre que llevo y elhábito que visto, no pasará el día de mañana sin que yo me plante frente al señor

Page 6: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

142 A. M.a CONSTAN SORIANO

de Urríes y le exija la reparación y le amenace con furores de mi justicia implaca-ble si no rinde su necia vanidad de seductor ante la belleza y honestidad de la sinpar Fernanda Ibero... {España sin rey, pág. 35-36).

Sin embargo, «Al despertar a la siguiente mañana lo primero que notó elpuntilloso Romarate fue una remisión notoria de la fiebre caballeresca» (pág.36), cambiando por completo su actitud ante los acontecimientos:

La noche me ha dado serenidad bastante para ver que, no siendo yo padre, nihermano ni tío siquiera de la sin par Fernanda, no me corresponde pedir cuentas aese don Juan de los agravios hechos o por hacer a tan primorosa doncella. Si fue-se huérfana o estuviese sola en el mundo, bien estaría mi metimiento en este ne-gocio y el exponer mi vida por la justicia y el honor {España sin rey, pág. 36)'.

Y continúa asustándose ante la perspectiva de un duelo:

Y has de tener muy en cuenta, Wifredo de mi alma, que si ese bergante deUrríes hace contigo el jaquetón y te arrastra a un duelo de verdad, has de verteapuradillo. Eres poco fuerte en toda clase de armas; en esgrima no pasas de discí-pulo chambón, y en tiro de pistola pones la bala en todas partes menos en el blan-co {España sin rey, págs. 36-37).

Advierte don Wifredo la contradicción de que los señoritos calaveras seanbuenos tiradores y espadachines, mientras que él, siendo caballero de la Ordende San Juan, «carezca de la más elemental destreza en el manejo de las armas»(pág.37). Para comprobar fehacientemente que sus sospechas son ciertas, comosabe que por la noche van tía y sobrina a la iglesia de San Sebastián, decide irallí. Sale embozado y encuentra a don Juan de Urríes y a Céfora, acompañadospor la muchacha, Sagrario, pero no por la Marquesa, que piensa don Wifredoestaría «embebecida en Los miserables, de Víctor Hugo» (a continuación culpael bailío de la corrupción y de los males del siglo a la Enciclopedia y a los pre-cursores de la Revolución francesa, transmitidos por los emigrados (pág.37); y,cuando se confirman sus sospechas al verlos salir a los dos solos por el patio deSan Sebastián, desapareciendo por calles desconocidas, piensa:

¡A qué ignominias ha llegado esta nación! Crea usted en purezas de niñas ange-licales, en virtudes de marquesas tronadas y codiciosas, en palabras de galanesbien vestidos y dicharacheros!... ¿En donde estoy?... Siento asco..., vuélvome acasa... ¿Dónde habrá personas decentes con quienes tú puedas hablar, Wifredo demi alma?... Sin duda, todo Madrid es pestilencia... {España sin rey, pág. 38).

Comparemos sus descalificaciones de la sociedad con otro comentario delperiódico carlista La Esperanza en el que se critica también la falta de morali-dad y de orden del siglo XIX:

¡Y se creerá todavía [el siglo XIX] con títulos bastantes a llamarse siglo de lasluces, siglo de la ilustración! ¡Con cuanto más motivo podríamos llamarlo siglode la sensualidad y de la corrupción! {La Esperanza, 14 de abril de 1869, pág. 1).

Vemos pues, a Romarate perplejo ante actuaciones que no esperaba y que noes capaz de asimilar: las de Urríes, Céfora y la marquesa de Subijana, que man-

Page 7: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE 143

tienen relaciones por encima de las ideas políticas de cada uno; y además, en elcaso de Urríes, a pesar de su compromiso con Fernanda y en el de Céfora, a pe-sar de su idea de profesar como religiosa. Pero también le resultará difícil asi-milar su cobardía y falta de resolución al no ser capaz de enfrentarse a Urríes nide decírselo a Fernanda: a la vez que se sorprende ante el comportamiento de lanueva sociedad va comprobando también su falsa personalidad de caballero.

Para ahondar más en estas contradicciones, al poco tiempo se encuentra denuevo a Urríes en la Plaza de las Cortes. Le pregunta si continúa recibiendo no-ticias diarias de Laguardia, y después le dice que ya lo ha visto «atrozmente de-rretido con la rubita candorosa de Subijana», a lo que Urríes, indeciso y alerta,responde con evasivas. Preocupado por los posibles comentarios de Romarate,le trata con exagerada amabilidad, dirigiéndose a él como «diplomático del car-lismo» (pág. 42) e invitándole al Congreso.

Vemos que este símbolo inicial del carlista don Wifredo se irá transformandopaulatinamente, incorporando un contenido alegórico-simbólico a las actuacio-nes de don Wifredo. Mientras este personaje responde al prototipo de carlistadescrito por Galdós y que, como ya hemos visto, se identifica muy claramentecon la idea que el autor tenía de los diputados de dicho partido, el símbolo es di-recto, es una simple descripción. La pregunta surge en la metamorfosis de D.Wifredo, ¿responde este cambio a algún hecho o acontecimiento del partidocarlista? Creo que sí. Con la revolución de 1868 y con la expulsión de Isabel II,el partido carlista creyó llegado el momento de entronizar al heredero de la co-rriente carlista, por lo que don Juan abdica en su hijo don Carlos. Además elpartido llama a su héroe mas carismático, Cabrera, que desde hace años vivíacómodamente en Inglaterra. Sin embargo, éste, sin duda influido por el sistemapolítico inglés, puso como condición para liderar el levantamiento carlista que lamonarquía que se instaurara fuera constitucional.

Esta mezcolanza entre fines y medios, puesta de manifiesto en la propiaobra, sin duda daría pie a un partido imposible y neurótico, ya que por un ladolas bases serían tradicionalistas, católicas y partidarias de la monarquía absolutay por otro la superestructura del partido abogaría por lo contrario.1 Además seproduciría una situación absurda: el aspirante al trono querría renunciar a lospoderes que la base le quería otorgar y que estaban entre los ideales que les mo-vía. Estas contradicciones son las que encontramos incorporadas también a laactuación del personaje de don Wifredo.

En España sin rey se describe también de modo explícito esta situación que se representará ade-más en don Wifredo de modo alegórico. Dice Cánovas, en la obra, ante la noticia de la pro-puesta de Cabrera al príncipe Carlos de apoyarle si acepta un «programa liberal a la europea»:«Si esto es cierto (...) pon una losa sobre el carlismo, que ha muerto para siempre. ¿Rechazadon Carlos las condiciones de Cabrera y se lanza a la lucha con los elementos que ahora tiene?Pues será vencido (...) ¿Acepta el liberalismo (...) Pues pronto le abandonarán los elementosclericales, que son su fuerza (...), tendrá que irse a casa porque el carlismo dejará de ser tal»(España sin rey, pág. 125).

Page 8: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

144 A. M.a CONSTAN SORIANO

2.- DON WIFREDO EN LAS CORTES

Don Wifredo había presenciado ya dos o tres sesiones desde la tribuna sinque le impresionaran, ni atenuaran «su repugnancia del parlamentarismo» (pág.42). Sin embargo, ante la invitación y los halagos de Urríes, hinchándose de va-nidad, quebrantó su propósito de no volver y, la tarde siguiente, vestido elegan-temente ,2 se dirigió al Congreso. Es así, como, casi sin darse cuenta, don Wifre-do va penetrando en el campo político de la revolución, atraído por el halago delunionista Urríes y olvidándose de sus deberes de caballero para con Fernanda.

Esta postura de desinterés e incluso repugnancia de don Wifredo ante el par-lamentarismo, se corresponde también con la que se manifiesta como propia delcarlismo y que del mismo modo podemos ver reflejada en los periódicos de laépoca. El grupo carlista en principio aconseja incluso la abstención en las vota-ciones a Cortes,3 y después, aunque se presentan a las elecciones y obtienen al-rededor de veinte diputados, acogen con escaso interés el comienzo de las se-siones, hasta el punto, que el periódico carlista La Esperanza, ni siquiera asistea la sesión de apertura de las Cortes, como lo manifiesta en su edición del si-guiente día 12 de febrero de 1869:

¡Qué discurso el que ayer tuvimos la dicha de no oír, y la desgracia de leer!¡Qué discurso! (...) si bien nuestra profesión de escritores públicos nos obligó aleer el discurso inaugural (...) quiso nuestra buena estrella que no cayéramos en latentación de asistir a la apertura de las Cortes (La Esperanza, 12 de febrero de1869, pág. 1).

Y también se critica esta apertura de las Cortes, considerándola un mero si-mulacro de sesión regia, en el periódico El Estandarte,

Ayer, mientras se verificaba el simulacro de sesión regia para la apertura de lasConstituyentes (...) (recogido en La Esperanza, 12 de febrero de 1869, pág. 2).

En cuanto a don Wifredo, se señala insistentemente en la obra el impacto quele producen estas visitas a las Cortes, en las que, en ocasiones, intenta encontrarun hueco. Ya al entrar, se ahoga por la falta de aire:

pronto dio con su estirada persona en el pasillo. A los pocos pasos hubo de que-dar preso entre la muchedumbre que por allí rebullía. El cuerpo del bailío avan-zaba, chocando ahora con codos, ahora con espaldas; la chachara de tantas bocasle aturdía; la estrechez y escasa ventilación le sofocaban. Un ratito anduvo elhombre como atontado, buscando entre los cuerpos un hueco por dónde avanzarcorto espacio (España sin rey, pág. 43).

También se sorprende enormemente ante la tolerancia y el trato cordial quese prodigaban entre sí los diputados de los distintos partidos políticos:

2 Describe el narrador con ironía el atildamiento de don Wifredo y su afectado arreglo para acudir alas Constituyentes: «vierais al caballero de San Juan peripuesto de levita y chistera, guantes,botitas de charol y un bastón muy majo con puño de marfil» (pág. 43).

3 Se puede ver en La Esperanza, de 13 de enero de 1869.

Page 9: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE 145

Hablaban los diputados familiarmente, en algunos grupos con cierta vehemen-cia; en otros, con inflexiones humorísticas. Aquí estallaban risotadas; allí, susu-rraba el secreto. La mayor sorpresa del buen señor fue ver confundidos en aquellagrillera los padres de la patria de distintos partidos, bandos y facciones, y oír queconversaban en tonos de tolerancia y amistad los que públicamente se argüían condureza (España sin rey, pág. 43).

En sus visitas al parlamento, don Wifredo se sentirá cada vez más perplejosegún se van desarrollando los discursos, especialmente al escuchar el de Cas-telar respondiendo a Manterola y el de Suñer y Capdevila, ambos sobre la li-bertad de cultos y de conciencia.

a) Ante el primero de estos discursos, el de Emilio Castelar, de 12 de abril de1869, don Wifredo se siente abrumado ante la oratoria castelariana, que al modode un terremoto, inunda el salón de sesiones. Romarate se va sintiendo mareado:

Al bailío se le iba la cabeza, se le nublaron los ojos... El suelo de la tribuna seestremecía; el soplo ciclónico pasó velocísimo, sacudiendo el cuerpo y el almadel caballero... Éste miró al techo, creyendo por un instante que tan alto llegaba lacabeza del orador (España sin rey, pág. 64).

Y continúa don Wifredo progresivamente aturdido ante el espectacular efecto pro-ducido por la recepción del discurso, tanto en él como en el resto de la Cámara:

Quedó el alavés sin resuello, viendo que la cámara ardía, que todos gritaban.Los aplausos en escaños y tribunas, el golpe y sacudida de miles de manos dere-chas contra miles de manos izquierdas, daban la impresión de innumerables avesque aleteaban queriendo levantar el vuelo. ¿Qué pasaba? ¿Era una tempestad deentusiasmo ardiente o un espasmo colectivo de terror? Sacando las palabras delpecho con dificultad, dijo a Celestino:

-Hágame el favor de darme algunas palmadas en la espalda...; no sé lo que mepasa..., no puedo respirar (España sin rey, pág. 65).

Se producen reacciones encontradas en don Wifredo: por una parte Castelarhabla a favor de la libertad de cultos, el tema más odiado por los carlistas, y porotra se siente también atraído por las palabras de Castelar, pero como él dice,porque se encuentra "magnetizado" en contra de su voluntad:

-¿Qué quiere este hombre? ¿Libertad de cultos? Yo digo: matarle, matarle...Pero habla bien; me ha conmovido... Sin quererlo, se siente uno magnetizado...Esto es un abuso, amigo; no hay derecho a magnetizar... Eso no vale, no vale... Escomo darle a uno cloroformo para dormirle y robarle..., sacándole del bolsillo odel corazón la Unidad Católica... No, no mil veces. Atrás, magnetismo; atrás, go-titas de cloroformo... ¡Castelar, fuera de aquí!... Oradores que le sustraen a unocon engaño la Unidad Católica, ¡a la cárcel, a la cárcel!... (España sin rey,pág. 65).

Y finalmente don Wifredo, trastornado por el efecto del discurso:

Se asfixiaba en aquel recinto, viendo flotar junto a sí, en jirones dispersos, laUnidad Católica... Veía los cadáveres de Manterola y de los reverendos obispostendidos en el suelo (España sin rey, pág. 65).

Page 10: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

146 A. M.a CONSTAN SORIANO

Sobre la fuerte impresión recibida por este personaje durante el discurso deCastelar vuelve de nuevo el narrador al principio del capítulo siguiente:

Ya se ha dicho que salió el hombre del Congreso, en aquella memorable tarde,atontado y desvanecido. El discurso fue para él como un golpe de maza en el crá-neo. A la impresión producida por el sublime estruendo y los fulgores de aquellatormenta oratoria se unía, para desconcertarle más, la consternación que le causa-ra el ver al orador republicano aplaudido y aclamado por tan diversa gente. Losdiputados todos, casi sin excepción, corrieron a felicitarle; en las tribunas fue te-rrible el entusiasmo; hasta las nobles señoronas moderadas batían palmas, y otrasde peor pelaje chillaban como rabaneras... Castelar era un gran magnetizadorde gentes, y, por tanto, un inmenso peligro para la paz pública (España sinrey, pág. 67).

En cuanto a la recepción del discurso de Castelar por parte de los periódicoscarlistas, en La Esperanza aparecen artículos de crítica a este discurso, casi adiario, desde el día de su alocución. Ya el primer día lo definen como

una brillante improvisación, que si, artísticamente considerada, tuvo bellezasliterarias, en cambio estaba plagada de lamentables errores y llena de odio a lainstitución de la Iglesia Católica (La Esperanza, 13 de abril de 1869, pág. 1).

El día 14 se dedican tres artículos a combatir el discurso de Castelar, el se-gundo de ellos en forma de carta, y un tercero, también remitido, titulado «Cua-tro palabras sobre el discurso del Sr. Castelar», en el que se defienden enérgi-camente los beneficios de la religión católica. Y así sucesivamente durante losdías siguientes hasta el 26 de abril. En esta fecha, pronunciará Suñer el segundodiscurso al que nos referiremos, y el inmenso impacto de éste suscitará tal canti-dad de protestas que cerrará los comentarios sobre el discurso de Castelar.

Dejaremos el segundo discurso para después del análisis del tercer hecho queafecta a don Wifredo durante su estancia en Madrid, para poder seguir así el or-den de los acontecimientos tal como aparece en la novela, y después volveremosal citado discurso de Suñer y Capdevila.

3.- El tercer motivo de impacto para don Wifredo se dará, como dijimos,cuando visita un colmado, hecho que se produce durante el tiempo que mediaentre ambos discursos parlamentarios.

En una de sus visitas al colmado, después de conocer a Paca la Africana y debeber «más de lo que acostumbraba», perdió toda su compostura y sufrió una:

rápida y monstruosa transformación; ya no era el mismo hombre; ya era ungrotesco maniquí, hecho con los despojos del atildado caballero de San Juan. (...)su comedido lenguaje se desbarató en carcajadas insolentes, como un cristal queen mil pedazos se rompe; sobre la reunión, que no quería más que divertirse,arrojó dicterios y miradas provocativas (España sin rey, pág. 74).

En el colmado, pues, don Wifredo se quita la máscara de rigidez, dejando en-trever su transformación, la metamorfosis que se está realizando en su espíritu, ypor tanto su nueva imagen. Realiza entonces un discurso o parodia del discurso

Page 11: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROM ARA TE 147

de Castelar,4 que tanto le había impresionado, en el que incluso, como aquél,habla desde lo alto:

Empujáronle para que subiese a una silla y hablar pudiera desde lugar alto. Elpobre señor desembuchó, con voz a ratos atiplada, a ratos cavernosa, estos horri-bles disparates: (...) (España sin rey, pág. 75).

Como vemos, no sólo la puesta en escena del orador, también la recepción de sudiscurso, reflejada por el narrador, constituye una parodia de la recepción deldiscurso de Castelar, aunque aquí se pone entre paréntesis como si fuese unaacotación teatral, o un comentario al que se le resta importancia:

(Locos aplausos, berridos, pataleos, escándalo) (España sin rey, pág. 75).

En esta parodia don Wifredo realiza una declaración de sus nuevos ideales yuna renuncia a los anteriores: acogiéndose a la libertad de cultos, se proclamadios del amor e incluso llega a abjurar al final de su idea, que podríamos llamarfundamental, sobre la unidad católica: «que en vuestro código fundamental lemandáis memorias a la Unidad Católica», y a cambiarlas por las denigradasideas de la Revolución Francesa: «y pongáis este letrero: Liberté, que se yoqué...» Y por último realiza una parodia de la expresión o grito de lucha «VivaEspaña con honra», característico de la Revolución del 68, cambiando a Españapor su amada Paca la africana: «¡Viva mi africana con honra!...»

2.b Después de esta transformación de don Wifredo en el colmado, acudiráal segundo de los discursos citados, el de Suñer y Capdevila, de 26 de abril de

4 Recreación del Discurso de Castelar en España sin rey: «Grande es Dios en el Sinaí; el trueno leprecede; el rayo le acompaña; la luz le envuelve; la tierra tiembla; los montes se desgajan... Pe-ro hay un Dios más grande, más grande todavía, que no es el majestuoso Dios del Sinaí, sino elhumilde Dios del Calvario, clavado en una cruz, herido, yerto, coronado de espinas, con la hiélen los labios, y diciendo: - Padre mío, perdónalos; perdona a mis verdugos, perdona a mis per-seguidores, porque no saben lo que se hacen...». Y Castelar, como si con letras de fuego escri-biera en los aires lo que decía, prosiguió así: «Grande es la religión del poder; pero es másgrande la religión del amor. Grande es la religión de la justicia implacable; pero es más grandela religión del perdón misericordioso; y yo, en nombre de esta religión, en nombre del evange-lio, vengo aquí a pediros que escribáis al frente de vuestro Código fundamental la libertad reli-giosa, es decir, Libertad, Fraternidad, Igualdad entre todos los hombres» (págs. 64 y 65).

Parodia del discurso de Castelar por parte de don Wifredo: «-Grande, grandísimo es Dios enel Sinaí..., el trueno le precede, la chispa le acompaña..., la tierra se echa a temblar, los montesse ríen a carcajadas... Pero en mí tenéis un dios más grande, más bonito... ¿No me declaráis elmás bonito de los dioses? Yo soy el amador de Paquita; yo bebo en sus ojos la idea espiritual deChinchón, y vengo a predicaros la libertad de cultos que practicaron caldeos y macabeos, feni-cios, egipcios y estropicios... Por esa idea muero, perdonando a mis verdugos. Y por eso soymás grande que aquel Dios del Sinaí, mi particular amigo... Me río yo del Dios del poder y dela justicia implacable... Yo soy el dios del amor..., dígalo la celestial Paca...; yo soy el Dios delperdón misericordioso de la Magdalena y la Meneos..., y por eso os digo que no hagáis caso delSeñor ese del Sinaí, escupe truenos y vomita rayos, y vengo a pediros que en vuestro códigofundamental..., ¡ah, señores!, dejadme reír..., que en vuestro código fundamental le mandáismemorias a la Unidad Católica y pongáis este letrero: Liberté, qué sé yo qué... y por último,/ Viva mi africana con honra!» (España sin rey, pág. 75).

Page 12: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

148 A. M.a CONSTAN SORIANO

1869, que constituirá el aldabonazo más fuerte para su espíritu, como lo fuetambién para el grupo carlista:

había empezado a discursear un orador republicano (...) de semblante un po-quito diabólico.

la emprendió luego con Jesucristo y la Virgen María, en forma tan irreverente,que toda la cámara y las tribunas respondieron con murmullos... Romarate estabaperplejo; no sabía qué pensar {España sin rey, pág. 77).

Ante el discurso del diputado republicano, don Wifredo:

cada vez más lelo, buscaba en los rostros circunstantes el efecto de aquellaspalabras (España sin rey, pág. 77).

Las afirmaciones irreverentes del diputado sobre la religión católica origina-ron un formidable escándalo en la Cámara. Del mismo modo que don Wifredoacaba anonadado, los periódicos carlistas nos muestran la reacción de este parti-do político. Abre en este caso la edición diaria de La Esperanza un artículo quebajo el título de «PROTESTA», inaugurará una larga serie de escritos en contrade las opiniones de este diputado republicano, acompañadas por innumerablesmensajes y anuncios de múltiples actos de desagravio religioso, organizados entodas las provincias del país. Comienzan protestando

contra las doctrinas impías vertidas de un modo que subleva el sentimientocristiano (...) [por] el rugido del horrible monstruo del racionalismo (La Esperan-za, 27 de abril de 1869, pág. 1).

y continúa con una media de cinco o seis artículos o comunicados diarios en losque obispos, Juntas o Asociaciones católicas manifiestan su indignación por elcitado discurso.

Tal vez don Wifredo hubiera podido asimilar su paso por las Cortes de la Re-volución, y dentro de ellas, el discurso de libertad de cultos de Castelar y tam-bién su amor reciente por Paca la Africana, pero el discurso de Suñer y Capde-vila, puso fin a sus breves veleidades revolucionarias al acabar con su capacidadde asimilación sumiéndolo en un proceso de crisis que le llevaría a precipitarseen la locura.

Sin duda la metamorfosis de D. Wifredo es una clara alegoría a esta situa-ción y a la ideología del partido carlista, que, situada fuera del tiempo, todavíaintentaba compaginar sus derechos al trono con los nuevos ideales políticos dela época y con las nuevas corrientes políticas. ¿Cómo podía tratar de llegar altrono, en un país donde se acababa de hacer una revolución para expulsar almonarca, apoyándose ahora en los derechos ligados a su nacimiento e imbuidode los antiguos ideales de derecho divino? ¿Cómo podía pretender alcanzar susobjetivos defendiéndolos en un parlamento conseguido con una revolución anti-dinástica? ¿Como podía, en fin, conseguir encardinar sus antiguas ideas casimedievales con la triunfante ideología burguesa de la época? El narrador, en unapirueta magnífica, lo simboliza en esta psicosis del personaje, que empieza a nosentir los ideales que hasta el momento habían sido su norte:

Page 13: El personaje galdosiano Wifredo de Romarate entre la ... · diputados de todas las tendencias en el congreso, y, como lo es también, la más fuerte para él: su recepción de los

EL PERSONAJE GALDOSIANO WIFREDO DE ROMARATE 149

...Ya no me asusto de oír menospreciar a Jesucristo. Agravian a la Virgen santí-sima, injurian al bendito san José, y me quedo tan fresco. ¿Es esto lo que llamanmeta... metamorfosis, o qué demontres es? (España sin rey, pág. 82).

Además comienza a tener opiniones que antes de su transformación seríanimpensables en él y más ajustadas a la realidad general del país:

Para que vea usted cómo estoy, sepa que a ratos tengo a Castelar por el primerorador entre los nacidos... (España sin rey, pág. 82).

Para resolver esta profunda crisis don Wifredo volverá a sus orígenes, al es-pacio que lo había conformado previamente, es decir, a su ciudad natal, Vitoria,y a sus costumbres rígidas y metódicas. Allí, poco a poco, irá recobrando susantiguas ideas y afianzándose en su calidad de caballero: volverá a su dama ori-ginal, Fernanda, a la que servirá, e irá preparando las armas para realizar su ven-ganza.

Del mismo modo, el partido carlista, abandonando sus esperanzas de entro-nizar pacíficamente a Carlos VII, irá preparando las suyas.

BIBLIOGRAFÍA:

Agís Villaverde, Marcelino, Del símbolo a la metáfora. Introducción a la filosofía hermenéu-tica de Paul Ricoeur, 1995.

Bobes Naves, Carmen, Teoría General de la Novela. Semiología de «La regenta», Madrid:Gredos, 1985.

Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de Símbolos, Barcelona: Labor, 1992.Chatman, Seymour, Historia y discurso, Madrid: Taurus, 1990.Garmendia, Vicente, La Segunda Guerra Carlista (1872-1876), Madrid: Siglo XXI, 1976.Mayoral, Marina, coord., El personaje novelesco, Madrid: Cátedra, 1990.Ortiz-Osés, Andrés, C. G. Yung. Arquetipos y Sentido, Pamplona: Universidad de Deusto,

1988.Pérez Galdós, Benito, España sin rey, Madrid: Alianza, 1987.Pozuelo Yvancos, «La teoría literaria en el siglo XX» y «Teoría de la narración», en Villa-

nueva, D., coord., págs. 69-96 y 219-39, respectivamente.Ricoeur, Paul, «La metáfora y el símbolo», en Teoría de la interpretación, Madrid: Siglo XXI

Editores, 1995.Villanueva, D., coord., Curso de teoría de la literatura, Madrid: Taurus Universitaria, 1994.Las Cortes, Diario Político, Madrid, 1869.La Esperanza, Periódico Monárquico, Madrid, 1869.