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El poder de las palabras BOLETÍN INFORMATIVO DEL AÑO DE LA COLABORACIÓN VICENTINA “Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño món por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” (Sanago 3,5)

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El poder de las palabras

BOLETÍN INFORMATIVO DEL AÑO DE LA COLABORACIÓN VICENTINA

“Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.

Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

(Santiago 3,5)

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Las palabras que hablamos pueden traer:AlivioÁnimo

ConsueloSanidad

RestauraciónBendición

Vida

“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.”Proverbios 12, 18

Hay personas que usan las palabras para causar dolor, heridas, desanimo, des-trucción. . . por eso se afirma que “la muerte y la vida están en poder de la lengua”.

“Escucha, oh Dios, mi voz cuando me quejo, me amenaza el enemigo, guar-da mi vida; escóndeme del complot de los malvados y de las maniobras de los criminales. Afilaron sus lenguas como espada, tienen sus flechas, pala-bras de amenaza, que tiran a ocultas con-tra el inocente, las lanzan de improviso y sin miedo”(Salmo 64, 2-4).

Maldecir quiere decir “hablar mal de algo o de alguien”, esto es “MAL – DECIR”. Que va unido a desear mal. Cuando hablamos mal de nuestro seres cercanos, estamos hablando maldición, cuando hablamos mal de la Iglesia, estamos hablando maldición . . . y cuando lo hacemos es-tamos de algún modo deseando mal. Bendecir es “hablar bien de algo o de alguien”, esto es “BIEN – DE-CIR”. Por lo que estamos deseando el bien al otro. Por tanto, hablemos bien de nuestros amigos, de nues-tros esposos, de nuestras espo-sas, de nuestros hijos, de nues-tras familias, de nuestras Iglesia, de nuestras ciudades . . .

SALUDOColaborar y unirnos en un prposito fundamental para el Reino sobre la tierra: servir con las palabras justas, sencillaz y anunciadoras del Evan-gelio de Jesuscristo. Esa es nuestra misión en el Año de la Colaboración Vicentina en todo el mundo. En este segundo número queremos darle importancia a la Palabra y a las palabras, en cuanto nos hemos conformado como familia vicetina y no como grupos aislados. Por lo que les presentamos algunas reflexiones sobre los usos de las palabras en la vida cotidiana, en el pensar y en el compartir, ya que en las palabras ra-dica un poder importante que hace cambiar la realidad tanto para bien como para mal. Pero como vicenti-nos que compartinos y celebramos la Palabra de Dios, esto no nos es indiferente sino todo lo contrario, nos anima a al cambio, la transfor-

mación desde y por la caridad.

Equipo REVIC

“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;

Mas la lengua de los sabios es medicina.”

(Proverbios 12, 18)

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Jesús conocía el poder de la palabra.

En Marcos 11, 14 Jesús dijo algo a la higuera muy significativo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti.” A la mañana si-guiente Pedro le dijo a Jesús (v. 21): “Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.”Jesús pronunció una maldición con sus palabras, habló muerte a la higuera y la higuera se secó desde las raíces.En otra ocasión, Jesús se dirigió a un hombre que llevaba muerto cuatro días y le dijo:“¡Lázaro, ven fuera!” (Juan 11, 43)Cuando Jesús dijo esto, Lázaro salió de la tumba, Lázaro resucitó. Jesús conocía el poder de la palabra. En Mateo 8, 5-13 un centurión se acercó a Jesús y le dijo que su criado estaba paralítico y atormentado, en el versículo 8b podemos leer: “Solamente dí la Palabra, y mi criado sanará.” Las palabras pueden sanar, pueden herir, pueden edificar, pueden destruir, pueden dar vida, pueden producir muerte, pueden bendecir, pueden maldecir . . . Puede que estés pensando que Jesús pudo hacer todas estas cosas porque Él era Dios, pero la Biblia nos enseña que:

“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, por-que yo voy al Padre”. (Juan 14, 12)

Si somos como Jesús:Vamos a dar de comer al hambriento.

Vamos a predicar las Buenas Noticias a los pobres.Vamos a sanar a los enfermos.Vamos a liberar a los cautivos.

Vamos a echar fuera demonios.Vamos a escandalizar a los religiosos.

Todo esto es lo que queremos decir cuando decimos “Je-sús yo quiero ser como tú”. Jesús sabía que las palabras que hablamos son poderosas y nosotros debemos enten-der y asimilar esta verdad. “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será he-cho lo que dice, lo que diga le será hecho. (Marcos 11, 23)

El verbo “DECIR” aparece tres veces, el verbo “CREER” aparece solamente una vez. Esto nos muestra que Jesús pone el énfasis en el “decir”.No debemos ser cristianos pasivos ante las circunstancias de la vida. Debemos ser activos, debemos levantarnos y actuar en el nombre de Jesús. Debemos hablar . . .

A nuestra montaña.A nuestra situación económica.

A nuestra familia.A nuestra enfermedad.

Al mal.

“Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.” (2° Corintios 4, 13b)

No hablamos lo que sentimos, no hablamos lo que vemos, hablamos lo que creemos, por eso en Joel 3, 10 podemos leer:“. . . diga el débil: Fuerte soy.”Si creemos bien, vamos a hablar bien, si creemos mal,

vamos a hablar mal. Nuestras palabras revelan la fe que tenemos y no solamente la fe que tenemos, sino también lo que hay en nuestro corazón.“. . . porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6:45b)

Lo que hay en nuestro corazón saldrá por nuestra boca. ¿Hay duda en nuestro corazón? ¿Hay incredulidad? ¿Hay temor? . . . De la abundancia del corazón habla la boca.Por eso, es muy importante que leamos las Escrituras cada día porque “la fe viene por el oír, y el oír, por la Pala-bra de Dios” (Ro. 10, 17).

La Palabra de Dios debe estar en nuestra boca y en nues-tro corazón.

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley . . .” (Josué 1, 8ª)

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.” (Romanos 10, 8ª)

Nuestras palabras son poderosas, pueden dar vida o pueden matar.

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Nuestras palabras revelan la fe que tenemos.

Nuestras palabras revelan lo que hay en nuestro corazón.

Ahora vamos a ver que nuestras palabras revelan lo que somos.

¿Por qué sabemos que Dios es bueno? porque su Palabra es buena.¿Por qué sabemos que Dios es Santo? porque su Palabra es santa.

¿Por qué sabemos que Dios es verdadero? porque su Palabra es verdad.

La Palabra de Dios nos revela cómo es Dios, de igual forma nuestras palabras revelan nuestro carácter, nuestra forma de ser.

La muerte y la vida están en poder de la palabra.

Si creemos esta verdad vamos a:

Vigilar las palabras que hablamos de nosotros mismos. Confesemos lo que Dios dice acerca de nosotros, proclamemos las promesas que Dios nos ha dado.“El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.”(Proverbios 13, 3)

Como padres, madres y educadores debemos bendecir (Decir – desear Bien) a nuestros hijos, hijas o educandos. Elimi-nemos frases como:

¡Eres malo!¡Nunca me obedece!

¡Siempre estas enfermo!¡No sirves para nada!

¡Eres igualito que tu padre!¡Nunca vas a cambiar!

¡Nunca vas a hacer las cosas bien!

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”(Mateo 12,36-37)

“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios. La muerte y la

vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.”

(Proverbios 18,20-21)

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Algunas palabras o expresiones tienen un poder incalculable que las hace abandonar su estado de “dicho” para pasar al “hecho”.En 1955, el filósofo estadounidense John L. Austin (1911-1960), dictó una serie de conferencias en la Universidad de Harvard, en las que reflexionaba sobre un tipo de ex-presiones que, más que describir o enunciar una situa-ción, parecían constituir, en sí mismas, una acción. Son las llamadas “expresiones performativas” y tienen la capa-cidad de convertirse en acciones, transformando la reali-dad y el entorno. Austin señaló que verbos como “jurar”, “declarar”, “apostar”, “legar”, “bautizar”, etc. producían oraciones que, de por sí, eran ya una acción. Un ejemplo muy sencillo podría ser cuando un juez dice: “Yo os decla-ro marido y mujer”. Al pronunciar la frase, el matrimonio se constituye y, obviamente, esto cambia la realidad que existía hasta entonces. CSegún esto, podríamos conside-rar a algunas palabras o frases, como instrumentos ac-tivos que logran un resultado mucho mayor que el que sospechamos que ocurre cuando hablamos. He hablado muchas veces en mis artículos del enorme poder que po-seen las palabras, pero ahora descubro además, que ese poder va mucho más allá de lo que yo misma pensaba. Ya no se trata sólo de lograr ejercer en el otro (quien las es-cucha) lo que nosotros queremos provocar al hablar, sino que se trata de palabras que producen realidades distin-tas a partir de haber sido dichas. Como ejemplo, vienen bien las expresiones orales tan usa-das como “Yo te bautizo…”; “Amén”, o “¿Quieres casarte conmigo?”. Pero no son estas expresiones cargadas de formalidad y ayudadas de cierto ritualismo que las acom-paña, las que tienen únicamente este poder. También, ex-presiones aparentemente más simples y más usadas aún, que pertenecen a un lenguaje más coloquial, como “Te fe-licito…”; “Juro que…”; “Te lo dije…”; etc., pueden provocar hechos que cambien completamente la realidad de quien las escucha y a veces, también de quien las pronuncia. Antiguamente, se daba mucho valor a la palabra dada. Un apretón de manos tras haber dado la palabra a alguien, servía mejor que cualquier contrato. Hoy, sin embargo, parece que hemos olvidado la validez de dar nuestra pa-labra. Ya no podemos quejarnos si alguien nos jura o pro-mete algo y después no lo cumple. Al parecer, si no lo ha firmado por escrito, ya no hay ninguna obligación. Sin em-bargo, es curioso que este tipo de expresiones performa-tivas jueguen aún con este valor y mantengan su poder, sin necesidad de contratos que las avalen. Seguramente, tú has dicho alguna o varias expresiones performativas en tu vida. Y seguramente, también las has escuchado. Piensa ahora si es cierto que hubo un antes y un después, tras aquella expresión, en tu vida, en tu tra-bajo, o en cualquier otro ámbito que recuerdes, porque

quizá del dicho al hecho, no haya tanto trecho.

¿Y tú, qué opinas? ¿Qué expresiones performativas has dicho en tu vida que

ha cambiado en un antes y un después?

“Contador de palabras... Cuando la tecnología lo permita, deberían implantarnos debajo de la piel a todos y cada uno de los contribuyentes un contador de palabras mi-núsculo que registrará lo que hablamos, al modo en que el contador de la luz registra los vatios que consumimos. Al final de mes, cuando llegara la factura, nos daría un pa-tatús. Y utilizaríamos la lengua con más sentido. No digo que se cobrará desde la primera palabra pronunciada. El ‘buenos días’ dado a los demás, podría salir gratis, igual que el resto de las alocuciones de orden práctico impres-cindible para el funcionamiento de la vida cotidiana. Aho-ra bien, sobrepasado ese límite, a céntimo el vocablo. Y a dos céntimos los utilizados en las conversaciones amoro-sas, para que los amantes dejaran de decirse tonterías. De ese modo, sólo hablarían los enamorados de verdad. En cuanto a los políticos, les pondríamos el adjetivo a precio de oro” (Juan José Millás).

¿Cuantas palabras o “decires” pronunciamos a diario sin sentido o peor aun causando dolor?¿Sabemos medir nuestras palabras?

En el texto de la Desiderata leemos:

“Camina plácido entre el ruido y la prisa,y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.En cuanto te sea posible y sin rendirte, mantén buenas

relaciones con todas las personas.Enuncia tu verdad de una manera serena y clara,

y escucha a los demás,incluso al torpe e ignorante,

también ellos tienen su propia historia.Evita a las personas ruidosas y agresivas,ya que son un fastidio para el espíritu”.

(Cf. Las palabras que se hacen realidad. Mar Cantero Sánchez)

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Breve historia de las Hijas de la Caridad en Paraguay

Hace 135 años llegaron a Paraguay tres religiosas Hijas de la Caridad de Vicente de Paul para servir a los más necesita-dos. Para asistir a los enfermos se ubicaron en el Hospital de Clínicas; luego fundaron el colegio La Providencia, y desde hace poco tiempo, atienden el hogar Juan Pablo II que alberga a varios niños que padecen de sida. "Hermosas criaturas abandonadas a su suerte, que ni siquiera conocen la enfermedad que padecen".

Tres religiosas, una mexicana, una francesa y una paraguaya iniciaron hace 135 años la obra de servir a los necesitados en Paraguay, su llegada fue con la ilusión de colaborar con la evangelización, y al poco tiempo de ese arribo, ya se ins-talaron en el Hospital de Clínicas. Asistían a los enfermos, eran las primeras enfermeras y al mismo tiempo el paño de lágrimas de familiares que llegaban a la capital en busca de alivio a sus enfermos.

Sin dudas el crecimiento fue fructífero y se lanzaron a la educación. Así crearon el Colegio de La Providencia.En un pri-mer momento la casa de Paraguay dependía de la Provincia de Buenos Aires. La compañía también atiende el Hogar de Niños y Ancianas ubicado sobre la avenida Venezuela. Esta obra es una opción por la vida, en un momento en que varias corrientes materialistas quieren relativizar este don de Dios.

A más del colegio de La Providencia, la comunidad tiene otras siete instituciones educativas que apuestan a la forma-ción de niños y jóvenes. También ayuda en las actividades pastorales de las parroquias. En su haber figura también la evangelización de centenares de creyentes a quienes inculcaron la vocación y el carisma de sus fundadores.

El espíritu de servicio de las religiosas llevó a la comunidad a extender las manos a los enfermos del VIH. Pero esta opción tiene una preferencia muy especial: los niños y niñas.

NOTICIASClausura de la Asamblea General 2015

El día 12 de junio llego a su fin la Asamblea General de las Hijas de la Caridad, se dio gracias a Dios y acogi-da el mensaje de envío de la nueva Superiora General, con su llamada a ser, en todas las Provincias, por la intercesión de la Santísima Virgen y según el ejemplo de los Santos Fundadores, san Vicente y santa Luisa, “documentos vivos” de “la audacia de la Caridad para un nuevo impulso misionero”.Agradecemos, por otra parte la hermosa labor y entrega realizada por la madre JUANA ELIZONDO que durante los últimos años tuvo la misión de llevar adelante los destinos de la Compañía de las Hijas de la Caridad.

Beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo RomeroEl día 23 de mayo de 2015, pasará a la historia de la Iglesia y del mundo como una fecha importante e inolvidable. En ese día señalado tuvo lugar la esperada y ansiada beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero, el Arzobispo de San Salva-dor que fue asesinado mientras celebraba la Eucaristía el 24 de marzo de 1980. Nosotros como vienctinos celebramos la beatificación de Oscar Romero, por su infatigable labor en defensa de los pobres y explotados frente a los grandes poderes políticos y económicos. El fue un estandarte en la lucha latinoamerica-na por los Derechos Humanos y la dignidad de los pobres.

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Procura que tus palabras sean dulces y suaves

por sí algún día tienes que tragártelas.

¿Qué haríaCristo en mi lugar?

San Vicente de Paúl