7
Dicen que la estupidez es una enfermedad extraordinaria, pues no sólo la padecen sus poseedores, sino quienes los rodean. Con las enfermedades de los grandes líderes de la humanidad pasa algo parecido: sus padecimientos a veces se trasladan a la sociedad que dirigen. ¿Hubieran actuado de otro modo de no estar agotados por la enfermedad? ¿Algunos no se hubieran convertido en tiranos de no vivir asfixiados por el dolor? Una vez dijo el mítico, y para algunos oscuro, primer ministro italiano Giulio Andreotti que el poder desgasta… a quien no lo tiene. Fue el líder de su país siete veces y murió a los 94 años entre acusaciones (no probadas) de haber pertenecido a la mafia. Pero esa máxima que hacía latir el corazón de Andreotti no es la norma entre los grandes dirigentes de la historia. Desde el emperador Julio César a George Bush, pasando por grandes monstruos como Hitler o Stalin, sus biografías muestran como sus enfermedades en muchos casos condicionaron sus decisiones o su personalidad. ¿La historia sería de otro modo sin sus dolencias? Julio César Año 43 antes de Cristo. Las tropas del emperador romano Julio César se disponían a cargar contra los restos del ejército de Pompeyo en la famosa batalla de Tapso. De repente, César cayó al suelo y, arrebatado en convulsiones, se desvaneció. El historiador griego Plutarco describió el episodio utilizando el término epileptikos. Era epilepsia, una enfermedad envuelta en un aura de divinidad en esa época. Y de ese supuesto han partido todas las investigaciones de la figura del emperador.

El Poder y Los Poderosos

Embed Size (px)

DESCRIPTION

El material es un resumen de una publicación realizada por Outloock

Citation preview

Dicen que la estupidez es una enfermedad extraordinaria, pues no slo la padecen sus poseedores, sino quienes los rodean. Con las enfermedades de los grandes lderes de la humanidad pasa algo parecido: sus padecimientos a veces se trasladan a la sociedad que dirigen.Hubieran actuado de otro modo de no estar agotados por la enfermedad? Algunos no se hubieran convertido en tiranos de no vivir asfixiados por el dolor?Una vez dijo el mtico, y para algunos oscuro, primer ministro italiano Giulio Andreotti que el poder desgasta a quien no lo tiene. Fue el lder de su pas siete veces y muri a los 94 aos entre acusaciones (no probadas) de haber pertenecido a la mafia.Pero esa mxima que haca latir el corazn de Andreotti no es la norma entre los grandes dirigentes de la historia.Desde el emperador Julio Csar a George Bush, pasando por grandes monstruos como Hitler o Stalin, sus biografas muestran como sus enfermedades en muchos casos condicionaron sus decisiones o su personalidad.La historia sera de otro modo sin sus dolencias?Julio CsarAo 43 antes de Cristo. Las tropas del emperador romano Julio Csar se disponan a cargar contra los restos del ejrcito de Pompeyo en la famosa batalla de Tapso.De repente, Csar cay al suelo y, arrebatado en convulsiones, se desvaneci. El historiador griego Plutarco describi el episodio utilizando el trmino epileptikos.Era epilepsia, una enfermedad envuelta en un aura de divinidad en esa poca. Y de ese supuesto han partido todas las investigaciones de la figura del emperador.Eso hasta hace dos semanas, cuando Francesco Galassi y Hutan Ashrafian, investigadores del Imperial College de Londres reabrieron el caso, asegurando que lo que tena Julio Csar eran ictus.Su tesis, publicada en la revista Neurological Sciences, es que la sintomatologa de sus ataques descrita por Plutarco y despus por el bigrafo Suetonio se corresponde ms con la de los derrames cerebrales. La epilepsia rara vez se presenta en la edad adulta, arguyen.Segn le cuentan los investigadores al peridico britnico The Guardian, hacia el fin de su vida, cuando su poltica avanzaba hacia el poder absoluto, estos ataques provocaron una gran depresin en el emperador, que hizo que cambiara su personalidad.En ese estado se hallaba cuando acudi a la cita donde sera asesinado por sus senadores en los idus de marzo del 44 A.C aun siendo prevenido del compl.Enrique VIII de Tudor era apuesto y sensible en su juventud. Luego algo cambi y comenzaron a rodar cabezas.Enrique VIIIPero la historia avanza y nos lleva a la Inglaterra del siglo XVI.All un joven y apuesto prncipe, amante de la msica y las artes, se dispona a convertirse entre grandes esperanzas en el segundo monarca de los Tudor. Era Enrique VIII. En ese ambiente comenz su reinado.Nada haca sospechar que se convertira en su madurez en un tirano obeso y deforme.Enrique VIII se enamor locamente de Ana Bolena. Pero eso no la salv de ser ejecutadaSe cas seis veces, decapit a dos de sus esposas, separ a Inglaterra de la Iglesia Catlica para casarse locamente enamorado de Ana Bolena (ejecutada sin miramientos despus) y puso en el cadalso a todo aquel que os a cuestionar su poder, incluido al filsofo Toms Moro.El historiador David Starkey, especializado en su figura, sostiene en su obra que clarsimamente hubo dos Enrique. El viejo y el joven, el gentil y el tirano. Qu paso en el camino?Para arrojar luz sobre esta cuestin, las investigadoras Catrina Whitley y Kyra Kramer publicaron en 2010 un studio en Journal of History de la Universidad de Cambridge.Enrique VIII se obsesion con la idea de que Dios lo haba maldecido. Sus continuos matrimonios buscaban, segn los historiadores, garantizar una descendencia adecuada: nueve de sus hijos murieron antes de nacer o poco despus.Las investigadoras encuentran una explicacin en su salud. Aseguran que el problema se hallaba en l y no en sus esposas.El monarca tena, en su opinin, un trastorno gentico que afecta a las personas con un tipo de sangre denominado Kell positivo. Este tipo de carga gentica afecta a la inmunologa del feto, explican las autoras. De ah los numerosos abortos espontneos.Y su obesidad y sus cambiantes y rabiosas decisiones? Ah entra el sndrome de McLeod, segn el estudio, un trastorno que afecta slo a personas con Kell positivo y que debilita los msculos y produce deterioro cognitivo y demencia.El siglo XX: Hitler, StalinEl viaje histrico por los glbulos rojos palaciegos nos hace desembarcar en el siglo XX. Siglo de democracias, pero, sobre todo, de guerras, monstruos y muertes. En cunto de lo vivido tuvo influencia la salud de sus lderes?David Owen es un mdico britnico especialista en neurologa. Escribi un libro llamado "En el poder y en la enfermedad" donde repasa la influencia de enfermedades y depresiones en las decisiones de los lderes.Por qu tiene un valor especial su anlisis? Algo que podramos llamar informacin privilegiada: convivi con algunos. Fue ministro de Asuntos Exteriores de su pas en los 70.Por seguir un orden cronolgico, se puede comenzar con el presidente estadounidense Woodrow Wilson.Durante su presidencia, Wilson tuvo que lidiar con la I Guerra Mundial y la posguerra.Para esa poca, un rumor sordo se haba apoderado del crculo cercano al presidente. Su cambio de actitud. Se le describa como "cada vez ms egocntrico y receloso", segn Owen. Obsesivo.Este comportamiento tuvo su momento lgido durante la Conferencia de Pars de 1919, donde los Aliados acordaban las condiciones del armisticio de la gran guerra.All, las intervenciones de Wilson tenan un tono mesinico; se comportaba como un iluminado. El primer ministro francs de la poca (tambin mdico) Georges Clemeanceu dijo que pareca tener una "neurosis religiosa".Este comportamiento qued explicado meses despus, escribe Owen. Wilson tuvo un ictus que paraliz su hemisferio derecho y disminuy su conciencia.Wilson desapareci durante siete meses, pero sigui con sus tareas. Cmo era posible en ese estado?En ese tiempo gobern en la sombra su mujer, Edith Wilson, segn diferentes fuentes. Habra sido, pues, la primera mujer presidente de Estados Unidos. Un "ttulo" que quiz no guste del todo a Hillary Clinton si logra lo que anhelaDe una guerra mundial a la siguiente. Y all los dos lderes que pasaron a la historia como los ms sangrientos dictadores: el nazi Adolf Hitler y el sovitico Joseph Stalin.De Adolf Hitler se sabe que invadi Europa, asesin a millones de personas y que ejerci un liderazgo de hierro en Alemania. Por qu se comportaba as?Los informes psicolgicos de la CIA citados por David Owen hablan de que "sufra histeria, paranoia, esquizofrenia, tendencias edpicas", as como sifilofobia (miedo a contaminacin de la sangre). Concluyeron que Hitler era "un psicpata neurtico".Pero eso no lo converta en loco. Saba lo que haca, sostiene el autor.Del origen de estos traumas no hay conclusiones. Una autopsia sovitica sostuvo que slo tena un testculo y eso influy, otros informes hablan de traumas infantiles.En sus ltimos das perdi el contacto con la realidad, defiende Owen. Hitler estaba muy disminuido fsicamente, comenz a asediarle el Parkinson e incluso consumi cocana durante el asedio a su bnker.Los trastornos mentales tambin acosaron al dictador sovitico Joseph Stalin.El libro describe cmo su rasgo ms caracterstico era la paranoia. Algo que se acrecent en el poder y que impuls parte de sus purgas.Como muestra, un macabro botn. Cuentan que hizo fusilar a uno de sus guardias personales al enterarse de que ste haba pedido que arreglasen sus botas para que no le crujieran al andar. Cmo enterarme de si se me acerca por detrs para matarme?, hubo de pensar Stalin.Esa desconfianza demencial le llev a purgar a sus mdicos cuando le diagnosticaron arterioesclerosis. Despeda a aquellos que le recomendaban relegar sus funciones o, incluso, ejecut a alguno.Tal era su desconfianza hacia ellos, que en sus momentos finales, cuando le dio un ataque cardiovascular, nadie le avis a ninguno de ellos hasta que pasaron doce horas.

De Eva Pern a Blair: la salud, cuestin de estadoLa salud de los lderes es una cuestin de Estado. Tambin en los clculos de costo de imagen y estabilidad de los gobiernos de turno.Hay numerosos casos en los que se mantuvo en secreto. Por ejemplo, el presidente francs Franois Miterrand escondi durante aos su cncer a los franceses. Orden silencio a su mdico hasta el punto de que ni su esposa ni sus hijos se enteraron de su dolencia.Algo similar pas con Eva Pern. La revista The Lancet desvel que la Primera Dama argentina muri de un cncer de cuello de tero sin conocer que lo tena.Cuando en 1950 el gobierno de Juan Domingo Pern se enter de su enfermedad, decidi ocultarlo tanto a la sociedad como a ella misma. Le fueron extirpados el tero y los ovarios en una operacin sin su consentimiento. Muri en 1952.Parece, pues, que la salud de los lderes afecta en diverso grado a sus decisiones. Especialmente su salud mentalEl sndrome Hybris lo sufren algunos dirigentes al llegar al poder y desaparece tras dejar de ejercerloEl profesor de psiquatra de la Universidad de Duke (EE.UU), Jonathan Davidson, defini junto a David Owen el sndrome de Hybris.Estos especialistas aseguran que muchos mandatarios sufren este trastorno cuando acceden al cargo y que se libran de l un tiempo despus de dejar de ejercer.Bsicamente es una sintomatologa que incluye estados de euforia, irritabilidad, poco sueo, exceso de autoconfianza, negacin de la realidad, distraccin y otros que acaban haciendo que gobiernen sin atender ningn consejo y de una forma narcisista.Como ejemplos contemporneos ponen a George Bush junior y Tony Blair en los preparativos de la guerra de Irak.El propio Davidson sostiene en sus estudios que el 75% de los primer ministros britnicos desde 1700 han tenido algn tipo de trastorno mental de diversa gravedad.Tanto es as que hay psiclogos que opinan que los polticos deberan someterse a test psicolgicos peridicamente. Posiblemente, muchos ciudadanos estn de acuerdo con ellos.