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Ensayo sobre el positivismo en el pensamiento político mexicano del siglo XIX
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El Positivismo: Discurso Legitimante de las Transformaciones Capitalistas en México, 1857 – 1910.
Andrés Brignardello Valdivia
Historia Contemporánea de América Latina II Profesor: Leopoldo Benavides
Magíster en Historia de Chile y América
2
Presentación Mucho se ha especulado sobre la identidad de la Revolución Mexicana y su verdadera
vocación de transformación de las estructuras sociales que imperaron en México en
el siglo XIX. Para algunos, la idea de revolución podría entenderse como una sobre
valorización de los aspectos ideológicos y políticos que movilizaron a bastos grupos
sociales a derrocar el orden oligárquico del General Porfirio Díaz, para otros, se
acerca más bien a un ordenamiento doctrinal de carácter estratégico, fundado en la
supeditación de los sectores protagónicos del proceso, campesinos e indígenas, al
orden social, eminente urbano, burgués e intelectual, que terminó capitalizando
todos los esfuerzos por cambiar el epicentro intelectual desde donde se pensaba el
poder, construyendo una nueva cultura y realidad política, que utilizando el nombre
de la revolución terminó reproduciendo gran parte de los mecanismos de dominación
a los que estaba sometido el pueblo mexicano.
Más allá de lo estrictamente político, la revolución destruyó el aparato autocrático y
tecnocrático que permitió el establecimiento de un Estado oligárquico entregado a
los capitales extranjeros y blindados bajo la idea de progreso y el orden. El esfuerzo
principal de la revolución estuvo entonces en modificar la forma de la política,
manteniendo de una forma u otra el patrón de dominación pero constituyendo una
nueva correlación de fuerzas entre la burguesía y los sectores obreros y campesinos.
Las luchas y revueltas, la construcción de la mexicanidad y la alianza entre sectores
aparentemente antagónicos para el derrocamiento de Porfirio Díaz solo pudieron ser
posibles gracias a la identidad filosófica de la oligarquía mexicana. Durante más de
30 40 años la burguesía constituida en oligarquía en el periodo de la República
Restaurada asumió al positivismo como su pensamiento dominante y legitimador de
todo su proceso de institucionalización.
3
Esta filosofía positivista debe ser examinada con detenimiento debido a su particular
constitución, la que se aleja de los postulados de Comte y se acerca a un original
proyecto liberal que sacudió la segunda mitad del siglo XIX con un proyecto
modernizador que solo a principios del siglo XX pudo ser derrotado gracias a su
propio desgaste y desvirtúo.
A continuación abordaremos el desarrollo de esta filosofía en México, su origen,
desarrollo y sus principales características hasta llegar a su debilitamiento en los
años de la revolución mexicana.
Las Condiciones Históricas para la recepción del Positivismo en México
Los grupos oligárquicos mexicanos habían buscado desde los albores de la república
reproducir los modelos de desarrollo de las naciones anglosajonas, sin embargo, las
condiciones sociales y políticas de estos países, que les habían dado las
oportunidades de desarrollo y crecimiento, no existían en México.
La inestabilidad política convertía a México en un territorio impredecible. Entre 1821
fecha de su independencia frente al imperio español y 1871 existieron 45
administraciones distintas las que se sumieron en un gasto fiscal ruinoso donde los
gastos del gobierno superaron a los ingresos y los créditos se hicieron escasos y las
deudas se fueron acumulando y convirtiéndose en sumas inmanejables1.
En la realidad mexicana de la primera mitad del siglo XIX, los obstáculos para la
industrialización fueron variadas, pero entre los más destacados están la inseguridad
de los derechos de propiedad, el bajo crecimiento per capita resultante de una
1 Revolución, democracia y Populismo en América Latina, Alan Knigth Centro de Estudios Bicentenario. Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 2005.
4
organización agrícola precapitalista y la carencia de un mercado nacional, debido a
un transporte ineficiente, al bandolerismo y los aranceles internos2.
La economía mexicana durante la mayor parte del siglo XIX se desarrolló con bajos
niveles de renta. Para 1845, el PIB per capita era solo de 56 dólares (de 1950) y se
proyectaba a la baja. Incluso, es posible advertir, que una gran cantidad de
población en el país ni siquiera funcionaba en la economía monetaria3.
La industria más desarrollada en el siglo XIX fue la del algodón, la que extendida
fundamentalmente en los estados de México y Puebla consideraba cerca de 59
fábricas que transformaban 10,6 millones de kilos anuales de algodón en rama de
hilaza producto dirigido a tejedoras independientes y en menor medida a fábricas de
paños4.
La mayor dificultad para el desarrollo productivo de México fueron los costes de
transportes. A diferencia de las sociedades industriales de la época, el territorio no
estaba unido por vías de comunicación, el transporte fluvial y a través de puertos
marítimos no permitía cubrir el territorio debido a que la mayoría de los
asentamientos humanos se ubican en las mesetas y montañas del interior quedando
solo un tercio habitante tierras llanas o cercanas al litoral.
Esta falta de conectividad permitió que no pudiera desarrollar un comercio regular
con las provincias lejanas y que tampoco pudiera imponer su autoridad, perdiendo
vastos territorios por el norte frente a los tejanos y en el sur en el golfo de Yucatán5.
El dinamismo de los proyectos de obras públicas estaba supeditado a la capacidad de
los gobiernos para sacarlos adelante. Un ejemplo de ello es la construcción del
2 La Economía Mexicana 1830 – 1940: Obstáculos a la Industrialización, Stephen H. Haber. Revista de Historia Económica Año VIII Nº 1 – 1990 Stanford Universita. 3 Ídem. 4 Stephen H. Haber, Op. Cit. 5 Ídem.
5
ferrocarril Ciudad de México – Veracruz concesionado en 1837 pero recién terminado
por impulso de Maximiliano en 18736.
En la precaria realidad económica de una nación tan compleja como la mexicana, el
surgimiento del idea liberal permitió construir un imaginario de progreso que caló
hondo en los agentes económicos y políticos trascendiendo los distintos momentos de
la historia del país permitiendo que desde el triunfo liberal de la década de 1850,
pasando por el llamado “Segundo Imperio” 1864 – 1867, el gobierno liberal de Benito
Juárez 1867 - 1872 y durante la dictadura porfirista 1876 – 1910, la idea del progreso
y el orden, estuvieran en el centro del ideal de república a construir. Para ello, un
elemento común de los regímenes surgidos a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
fue la convicción por la atracción de capitales extranjeros hacia las actividades
productivas, especialmente en el transporte, donde el gobierno redujo los riesgos
que las empresas extranjeras percibían, a través de subsidios, exenciones de
impuestos y concesiones especiales7 en la política de construcción de los tendidos
del ferrocarril en diferentes puntos del país.
En el espíritu de la construcción del estado nacional debía surgir una filosofía que
sustentara la superación del atraso y legitimara la transformación de la economía
agraria por una capitalista e industrial, esta filosofía fue el Positivismo que fue
traída desde Europa de la mano del maestro Gabino Barreda8 y permitió dar un
sentido a las iniciativas impulsadas por la oligarquía mexicana de fines del siglo XIX.
6 Luis González, “El liberalismo triunfante”, , El Colegio de México, 1987, PDF en http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/historia-mexico-etapa-nacional-liberalismo-triunfante-1867-1911/id/38182632.html
7 John H. Coatsworth “Los Orígenes del Autoritarismo Moderno en Mexico” , Beacon Press, Boston 1966. 8 Barreda, Gabino (1820-1881), médico, filósofo y político mexicano. Nacido en Puebla, fue alumno de Augusto Comte entre 1847 y 1851 en París e introdujo el positivismo en la tradición de la filosofía mexicana. Barreda creía que lo que no está en los límites de la experiencia debe ser considerado como inaccesible. La influencia de Barreda se encuentra en el inicio de la tradición positivista en la filosofía mexicana. Una de sus obras más notables tiene por título De la educación moral (1863).
6
El Positivismo
El pensamiento positivista es una filosofía surgida en Francia entre 1830 y 1842 por
parte de Augusto Comte y tiene como objetivo desarrollar un marco teórico de
pensamiento que justifique el orden social por sobre los valores que dieron impulso a
la Revolución Francesa y su concepción de la democracia, la participación y la
libertad.
Según Comte, el hombre recorre la historia construyendo una forma de entender y
realizar su práctica humana. En ese camino, según el filósofo, ha recorrido 3
estados, un primer estado que le llama Estado Teológico, donde el hombre busca
espiritualmente las respuestas a sus condiciones sociales y culturales en la religión y
sus divinidades. Un segundo estado que llama Estado Metafísico, donde la humanidad
ya no entrega a los agentes sobrenaturales la explicación de los fenómenos sino que
reemplaza a dichos agentes por entidades o abstracciones personificadas en
instituciones de poder que esconde tras su representación una forma teológica
desnaturalizada y sobrenatural. Finalmente, propone Comte, el Estado Positivo como
destino de la humanidad, el lugar donde la inteligencia emancipada renuncia a los
absoluto para adentrarse a una observación de los fenómenos desde una perspectiva
de irrevocable cientificidad, donde la imaginación pierde supremacía dando paso a
un estado de la lógica donde la realidad se resignifica como lo positivo y se proyecta
como ley material9.
La construcción filosófica de Comte, es parte de un arco de pensamiento compartido
con otros filósofos contemporáneos que deseaban dar un sentido a la vida social y
económica de Europa, en especial en Francia, donde la revolución de 1789 había
desencadenado las fuerzas de la burguesía logrando el poder bajo el paradigma de
9 Berthier, A., (2007) “Cronología de Auguste Comte”, en Conocimiento y Sociedad.com, http://www.conocimientoysociedad.com
7
los valores de la ilustración dando paso a largos periodos de anarquía que
repercutían en la economía y en las relaciones sociales de los ciudadanos.
La conciencia de clase desarrollada por la burguesía en el poder llevó a buscar la
forma de tener un pensamiento que objetara el deseo de poder de otros grupos en
pugna, se requería terminar con la anarquía a través de un modelo que anulara toda
la filosofía que durante el pasado había sido útil a la captura del poder, pero que
ahora ponía en riesgo su propio proyecto histórico.
La significación social de la nueva filosofía debía orientarse a un destino
contrarrevolucionario, donde el orden, diera sentido a los esfuerzos sociales de la
burguesía por construir el Estado necesario que aboliera la libertad como símbolo de
desorden y que al mismo tiempo estableciera las condiciones para no volver al viejo
régimen.
Comte acuñó la frase: “No hay orden sin progreso ni progreso sin orden”10, en
abierta alusión al germen destructivo de la ideología que sustentaba cuando ya había
cumplido su objetivo de alcanzar el poder. Los valores esgrimidos contra el viejo
orden podrían ser amenazantes al nuevo orden burgués, la iglesia debía dejar de ser
el lugar de adoración sino que debía ceder ese lugar a la ciencia como religión del
estado positivo.
La interpretación de la historia desarrollado por Auguste Comte tiene sus
contradicciones prácticas cuando establece que el orden del viejo régimen es
necesario pero puesto ahora al servicio de otros agentes. La idea fundamental del
positivismo, es constituir un pensamiento legitimante de un proyecto histórico
revolucionario que una vez victorioso requiere una nueva interpretación para
10 Auguste Comte, “Curso de Filosofía Positiva” citado por en Leopoldo Zea, “El Positivismo y la Circunstancia Mexicana” Fondo de Cultura Económica” México DF 1997
8
asegurar la continuidad del proyecto aun que este se convierta en un sistema
contrarrevolucionario y conservador.
El Positivismo Mexicano
La recepción del positivismo en México estuvo marcada por las condiciones históricas
vividas en el país a causa de la guerra de liberación contra el “Segundo Imperio” y el
liderazgo de Benito Juárez. Fue en el marco de la lucha contra la invasión de
potencias extranjeras, y ante la debilidad del Estado mexicano, a merced de
minorías liberales y conservadoras, que la burguesía quiso dar un sentido histórico a
la construcción de una nación con un marcado deseo de industrialización y
desarrollo. Surge en ese contexto la personalidad del maestro Gabino Barreda,
discípulo de Comte en Paris, quien promueve sus ideas y se destaca en su rol de
polemista, cuando el 16 de septiembre de 1857 realiza su discurso en Guanajuato,
llamado “Oración Cívica”11, donde desarrolla una interpretación positivista de la
historia mexicana exaltando el espíritu científico y configurando un proceso
emancipatorio que proviene de la colonia y continúa en las luchas de independencia
hasta dar con su fase final positiva donde el mexicano se emancipa mentalmente
para construir desde el liberalismo un proyecto nacional para México12.
La inestabilidad política que había caracterizado a Mexico desde su independencia
de España en 182113, justificaba gran parte del análisis de Barreda. La pugna entre
conservadores y liberales había expuesto al país a la invasión extranjera, obligando a
un proceso de recuperación de la república que permitió expulsar a las tropas
extranjeras, sentando las bases de un nuevo Estado, donde las ideas positivas y el
espíritu científico fueran las que orienten los destinos nacionales. La interpretación 11 “Oración Cívica”, Gabino Barreda, en Fuentes para la Cultura Latinoamericana, de Leopoldo Zea Editorial Fondo de Cultura Económica, México 1995. 12 “Augusto Comte y Gabino Barreda Dos Personalidades una misma Ideología” Guadalupe Alvarez Lloveras, Revista Trabajadores, Universidad Obrera de México, Vicente Lombardo Toledano Nº68 Septiembre – Octubre 2008, México DF. 13 Mauricio Beuchot , Filosofía Política de México, Torres Asociados México DF, 2006
9
positivista de la guerra de liberación, enfrentaba a las fuerzas positivas, aquellas
herederas de los deseos de cambio y liberación expresadas en las luchas de
independencia nacional y las fuerza negativas aquellas que desean retrotraer la
historia hacia la dependencia social, política y económica de una Europa presa por
las huestes de Napoleón III.
La doctrina positivista tuvo una pretensión universal pero quienes la utilizaron y la
aplicaron a la realidad mexicana la acomodaron para justificar su propio momento
histórico14. La importación de la doctrina estuvo fuertemente marcada por los
intereses de un determinado grupo social en pugna con otros grupos: la burguesía.
Uno de los elementos particulares de la apropiación de la filosofía positivita en
México, es que esta fue modificada respecto a la filosofía original. Gabino Barreda,
en la “Oración Cívica”, realiza dos modificaciones sustanciales; por una parte
modifica los estados de desarrollo histórico y a diferencia de Francia, le otorga al
estado metafísico un rol revolucionario, al entregarle un grado de desarrollo que le
permite generar la conciencia de la misión por establecer un nuevo orden y declara
que las fuerzas que se oponen al progreso no son aquellas encarnadas en los ideales
liberales sino el clero y la milicia, agentes negativos que han sido los principales
causantes de la anarquía y los caudillismos expresados en rebeliones y procesos de
agresión extranjeros que ha sufrido el país15. Por otra parte, incorpora a lo ideales
comtianos el concepto de libertad contradiciendo la filosofía original que los
catalogaba como fuerzas negativas ajenas al orden y el progreso. Barreda ve al
liberalismo como un espíritu positivo y extiende el concepto de libertad como un
componente fundamental de la realidad mexicana entendiéndola como aquella que
permite que en el ámbito de la particularidad y la familia se expresen libremente las
14 Leopoldo Zea, Op. cit 15 “El Positivismo en México” Guadalupe Alvarez LLoveras, Revista Trabajadores, Universidad Obrera de México, Vicente Lombardo Toledano Nº 61 Julio – Agosto de 2007. http://www.uom.edu.mx/rev_trabajadores/pdf/61/61_Guadalupe_Alvarez.pdf
10
ideas religiosas o políticas, y dejando que en la sociedad imperen las ideas que
sustenten el orden como elemento consustancial al progreso16.
El Positivismo durante la República Restaurada
La recuperación de la república trae consigo el desafío del diseño de un nuevo país.
Benito Juárez y el grupo liberal dirigente, manifiestan su deseo de que esa tarea
recaiga en la intelectualidad mexicana. Para ello, requieren que las tareas
principales sean la pacificación del territorio, el ejercicio constitucional, la
vigorización de la hacienda pública, la educación de los habitantes y la atracción del
capital extranjero. Para estos desafíos debía imponer el orden social a cualquier
costo, o el proyecto de país se vería seriamente afectado por las condiciones
culturales arraigadas por siglos de oscurantismo español colonial17.
Es durante República Restaurada, que Benito Juárez como presidente de México hace
llamar a Gabino Barreda para solicitarle la organización de la educación pública. En
1867 se consagra la secularización de la educación en las escuelas públicas y se
suprime la educación religiosa. Son las primeras manifestaciones de la separación de
la iglesia y el Estado, dándole al poder público un rol activo en la educación
promoviendo desde allí la nueva filosofía del orden estructurada en la formación de
ciudadanos libres de profesar en forma privada sus creencias pero que, en un
contexto de libertad, tuvieran la conciencia de derechos y deberes respecto al
Estado y la sociedad.
En 1868 se funda la Escuela Nacional Preparatoria donde se educaba a estudiantes y
se les formaba como profesionales en ausencia de una institución de formación 16 Leopoldo Zea, “El Pensamiento Latinoamericano” , Editorial Ariel, Barcelona 1976. 17 Coincide con este periodo, la presencia en Latinoamérica, de lo que Leopoldo Zea llama “los emancipadores mentales” líderes intelectuales que reclaman que derrotado los ejercitos del rey en américa dejan tras de si una cultura que reproduce formas de dominación cultural que es necesario derrotar en la mente de los ciudadanos. Zea identifica entre los emancipadote mentales a José María Luis Mora, uno de los fundadores del movimiento liberal mexicano.
11
profesional que hiciera frente a estudios superiores. Para 1875 la educación se
legisló como obligatoria para todos los mexicanos constituyendo una de las primeras
diferencias entre positivistas, encabezados por Barreda y los liberales, agentes
políticos con larga tradición en el país quienes tenían un proyecto modernizador que
abrió paso al pensamiento positivista sin que ello dejara fuera de la relación los
conflictos asociados a las dimensiones morales y cívicas que trae consigo la
aplicación filosófica. Para los liberales, en la idea de enseñanza universal se
expresaba un atentado a la libertad personal debido a un cierto adoctrinamiento de
las masas por parte del Estado. Por su parte Barreda y los positivistas contestaban
que la libertad del hombre estaba supeditada al bienestar social de la comunidad.
El proyecto modernizador se desarrolló paralelamente a los esfuerzos por constituir
el orden y el control ciudadano. Juárez entregó en concesión a la empresa de
inversionistas ingleses “Imperial Mexicano” miles de kilómetros de vía férrea y
comenzó poco a poco a vencer la incomunicación entre los mercados internos de
México18.
Junto a los proyectos de infraestructura, de comunicaciones y de formación de la
administración pública mexicana, se desarrolló una fuerte campaña de construcción
de iniciativas de educación en vastos sectores del territorio. La educación basada en
la filosofía positivista fue parte sustancial del proyecto de pacificación del país. La
idea del orden se desarrolló a través de las iniciativas de educación sustentada en un
proceso de concientización que renegó de los dogmas y el escepticismo que permitía
anarquía y violencia.
El Estado controló, desde la óptica de los positivistas, el derecho de promover una
filosofía que aseguraba la convivencia social, defendiendo el derecho de
18 “Inauguración del ferrocarril Mexicano” Mario Díaz Mercado, en Mirada Ferroviaria Boletín nº 7 Enero – Abril 2007. http://www.museoferrocarriles.org.mx/secciones/cedif/boletines/boletin_7/boletin_7/mf7_8_silbatos_ypalabras_inauguracion_ferrocarril_mexicano.pdf
12
pensamiento de los ciudadanos pero atacando a todos quienes traten de imponer sus
propias ideas a la población en general. Para Barreda, la educación fue la mejor base
para conseguir un orden social permanente y planteó que la verdad es algo que cada
individuo debe buscar por su cuenta y por medio de su propia razón.
Los Positivistas durante el Porfiriato
A la muerte de Barreda en 1881, el grupo de intelectuales identificados con el
positivismo se había hecho carne en el Estado mexicano. La transformación
económica que permitió la modernización del país se había convertido en un sistema
de corte oligárquico que excluía a las grandes mayorías y que suponía el derecho de
quienes tenían el poder político y económico a reproducirlo en las acotadas
dimensiones de sus relaciones sociales.
Los positivistas mexicanos, representantes de la burguesía mexicana, pasaron a
situarse políticamente en el sector de los conservadores, pero no de aquellos que
fueron derrotados a mitad de siglo sino de una nueva concepción del
conservadurismo donde el progreso fue su seña y el cual debía ser defendido del
asalto de los sectores obreros y campesinos que buscan la transformación sin el
proceso natural de la evolución que fue la idea defendida por quienes veían en la
ciencia un discurso legitimador del sistema oligárquico.
Es en ese marco donde la figura de Porfirio Díaz pasó a convertirse en el instrumento
ideal para conseguir que se cumplieran todas las condiciones para asegurar el
proyecto liberal modernizante cuyo modelo fueron las repúblicas sajonas de
Inglaterra y Estados Unidos.
En 1884 se inició de manera ininterrumpida un largo periodo de gobierno autoritario
encabezado por el militar Porfirio Díaz. La profunda huella dejada en el país a causa
13
de su ejercicio despótico del poder hace que se reconozca ese periodo como el
“Porfiriato”19.
En lo estrictamente económico, Díaz abrió el país a la inversión extranjera
instalando un sistema neocolonial que al poco tiempo llevó a los capitales ingleses,
norteamericanos y alemanes a controlar gran parte de la economía, especialmente
las del transporte terrestre como el ferrocarril, de las comunicaciones con el
telégrafo y el teléfono que llegó tempranamente al país, los puertos, la energía,
construyendo las primeras centrales hidroeléctricas y explotando el petróleo20.
La producción industrial tuvo un importante crecimiento durante la dictadura de
Porfirio Díaz debido al aumento de las comunicaciones internas del país,
consolidando un mercado interno que fue capaz de absorber la producción en las
áreas de los textiles, calzados, alimentos y cemento y siderurgia.
El crecimiento económico durante el Porfiriato no trajo consigo un necesario
equilibrio en las desigualdades de los distintos territorios mexicanos. Las grandes
ciudades se vieron beneficiadas y sus comercios beneficiados con las reformas
implementadas, pero el desarrollo productivo del país trajo consigo la aparición de
un actor nuevo actor social en la escena de una sociedad que había superado sus
condiciones precapitalistas y liberado su fuerza de trabajo para superar el régimen
feudal que se vivió en la hacienda mexicana: el proletariado.
Durante el Porfiriato, el pensamiento positivista se expresó ya no solo como una
inspiración filosófica sino como un proyecto político. Fue encarnado por el propio
dictador que representaba el orden y la autoridad, llegando incluso el grupo de
19 Alan Knight , Op. Cit 20 Luis Lara Pardo, “De Porfirio Díaz a Francisco I. Madero. La sucesión dictatorial de 1911”, México, INERHM, 1985 en http://www.bicentenario.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=241:de-porfirio-diaz-a-francisco-i-madero&catid=87:biblioteca-coleccion-revolucion
14
positivistas, discípulos de Gabino Barreda, a justificar los excesos del dictador y su
régimen denominándola una “dictadura honrada” la que se orientaba por el objetivo
de progreso y no por sus propios intereses económicos.
Sin embargo, los positivistas tuvieron en ese periodo una triste actuación debido a su
protagonismo en el desarrollo de una gran cantidad de iniciativas económicas que
permitieron el enriquecimiento de un grupo social, exclusivo depositario de las
granjerías dejadas por el capital extranjero, que dejó una realidad social,
especialmente campesina, con altos índices de pobreza y miseria que iniciaron de
manera silenciosa un progresivo descontento con el gobierno eterno del general
Díaz.
No contentándose solamente con la justificación filosófica a través del pensamiento
de Comte respecto al espíritu de las políticas, sino también asumiendo el Darwinismo
Social de Herbert Spencer como explicación a las desigualdades sociales de la
población, los positivistas constituyeron una fuerza política de fuerte influencia en el
régimen que fue reconocida como el “Partido de los Científicos”21. Dentro de sus
más significativos miembros estuvieron el ministro de hacienda y crédito público del
Porfiriato José Yves Limantour quien se destacó por el diseño liberal de la economía
abriéndola a mercados internacionales y entregando las riquezas nacionales a la
inversión extranjera. Otro destacado miembro del grupo de “los científicos” fue el
abogado Justo Sierra Méndez, varias veces diputado, Presidente de la Corte Suprema
durante el Porfiriato y fundador de la Universidad Nacional de México, la hoy
llamada Universidad nacional Autónoma de México.
El ideal positivista se representaba a través del pensamiento y acción de este grupo.
El orden y la ciencia fueron los elementos centrales de su elaboración política. Su
21 Claudio Lomnitz, en Historia de los Intelectuales en América Latina. Carlos Altamirano Compilador,
Editorial Katz, Madrid 2008
15
elaboración doctrinaria tuvo solo un norte y este fue la defensa de los intereses de la
burguesía mexicana.
Los científicos desdeñaron las reclamaciones de diversos grupos sociales en pugna
con el Porfiriato. La idea de revolución levantada por el movimiento obrero
mexicano la enfrentaron con la óptica spenceriana22 de la evolución y la cientificidad
de su proceso. Invalidaron la violencia popular y justificaron la violencia del Estado a
partir de la idea del progreso y su identificación con los postulados positivistas
contrarios a los de origen socialista.
La idea esgrimida por el primer positivista Gabino Barreda de que el orden y
progreso debían estar por encima de los credos y las posiciones políticas de los
mexicanos vuelve para fines de 1890, en medio del periodo de la dictadura de Díaz,
para orientar la forma de construir consenso político. La forma ya no es la educación
sino que la fuerza del Estado para hacer cumplir las obligaciones y sancionar a
quienes amenazan los derechos de los propietarios. El nuevo orden reconoce por este
medio, los derechos del más fuerte y del más capaz23. El enemigo es todo quien
cuestione la naturalización de la realidad que propugna la idea del progreso, como
medio y como fin de una sociedad encerrada en una concepción de mundo afín a sus
propios intereses.
22 El método spenceriano tiene relación con Herbert Spencer,(Derby, 1820 - Brighton, 1903) Filósofo
inglés, la más destacada figura del evolucionismo filosófico. ue el primero en aplicar las teorías darwinistas de la evolución al campo social. Influyó directamente sobre los primeros economistas evolucionistas como Thorstein Veblen o William Graham Sumner. El resurgimiento actual de los análisis bio-evolucionistas en la economía ha renovado la atención y el respeto de los economistas actuales hacia su figura. Las obras principales de Spencer son los once tomos delSystem of Synthetic Philosophy. Durante los años en cuyo transcurso no pudo atender a su labor filosófica (1886-89) empezó a componer la Autobiography, que terminó en 1894 y quiso publicar póstumamente; vio la luz, efectivamente, en 1904, en dos volúmenes. Muy numerosos son los ensayos del autor, reunidos luego (1891) en tres tomos bajo el título de Scientific, Political and Speculative Essays.
23 Leopoldo Zea, Op. Cit
16
La burguesía mexicana llegó a su más alta expresión como clase dirigente durante el
Porfiriato y encontró en el positivismo un instrumento ideológico y en el General
Díaz un instrumento material para asegurar su proyecto y defender sus intereses.
Con la llegada al punto más alto de influencia política por parte de los positivistas a
través del grupo de los científicos, se inicia el cuestionamiento respecto a sus
sustentos filosóficos y a los conceptos que animan un orden que se justifica a través
de un proyecto político. La corrupción pasa a ser un elemento consustancial a la
influencia obtenida en el Porfiriato y la identificación de la decadencia
gubernamental con los miembros de los científicos comienza a minar las relaciones
establecidas dentro de la burguesía mexicana.
El Ocaso del Positivismo y el clima Pre Revolucionario.
A inicios del siglo XX, la burguesía mexicana inicia un proceso de comprensión de la
realidad social del país y comienza a resquebrajarse la férrea unidad de la
“dictadura honrada”.
El elemento abandonado de la burguesía, la libertad, comenzaba a resignificarse en
un momento de especial agotamiento del modelo de modernización y transformación
capitalista que había vivido el país. La figura del dictador ya no aseguraba el orden
ni el progreso, es más, Porfirio Díaz había pasado a convertirse, para la joven
burguesía, en un estorbo en la defensa de sus intereses. La falta de frescura del
régimen lo convertía en un elemento disociador que exigía un cambio de gobierno y
estilos para renovar los mecanismos de dominación que permitían el desarrollo del
modelo de acumulación capitalista que se había establecido en la república.
Los “científicos”, fueron el último estertor de un pensamiento que había
interpretado, en un momento determinado, las ansias de progreso y orden de una
república renacida luego de una invasión extranjera. La filosofía positivista se había
17
estancado debido a la comprensión por parte de sus promotores en el gobierno, de
que el progreso ya había sido realizado en el país.
Las nuevas generaciones de positivistas consideraban que una nueva concepción de
la realidad debía establecer vínculos con los rasgos espirituales de los seres
humanos. La materialidad y su relación de experiencia con la idea del progreso
habían terminado por limitar el pensamiento, y su contrario, el elemento espiritual,
empezaba a constituirse como el elemento motivador de la reflexión intelectual y
política. La irracionalidad ganaba terreno en Europa y faltaba poco para que entrara
en los círculos intelectuales mexicanos asociados a la burguesía. Al decir de
Leopoldo Zea: “A la filosofía materialista del positivismo se va a oponer una
filosofía de la vida”24. La materia se representaba como un fetiche que conecta
relaciones humanas pero que no ofrece esperanza, para eso se presenta la vida sin
los límites que ofrecía el positivismo.
Conclusión
El proyecto modernizador de la oligarquía mexicana tuvo en el positivismo el
discurso legitimante de su acción durante el proceso de la república restaurada y en
especial en el Porfiriato. Logró establecer un orden político y social que tenía como
principal objetivo convertirse en el principal defensor de los intereses de la
burguesía mexicana. A través de un proceso desarrollista respecto a las aperturas
económicas de la economía, logró una alianza estratégica con el capitalismo
internacional para la concreción de obras públicas que permitieron el desarrollo de
mercado interno y robusteciendo las haciendas como principal la unidad de
desarrollo productivo agropecuario del país.
24 Leopoldo Zea, “El Positivismo y la Circunstancia Mexicana” Fondo de Cultura Económica” México DF 1997.
18
El positivismo adecuado a la circunstancia mexicana constituyó una unidad de
pensamiento que permitió la generación de las condicionantes para el
establecimiento de una dictadura oligárquica que gobernó al país durante más de 30
años y que profundizó las relaciones de dependencia económica del país a niveles
semicoloniales.
Este mismo positivismo, que promovió la educación pública y el desarrollo
intelectual de los mexicanos bajo los supuestos de la cohesión social respecto a la
libertad personal pero supeditada a compartir de manera obligatoria los preceptos
de paz, orden y progreso que permitan asegurar la convivencia pacífica de todos los
grupos en pugna presentes en el país.
Sin embargo, esta filosofía del progreso terminó prisionera de si misma. No amplió
su interpretación a otros momentos históricos, sino que se ancló en una irrestricta
alianza con la burguesía mexicana bajo una concepción de gobierno que la terminó
estigmatizando durante el periodo de polarización de la crisis oligárquica por parte
de los sectores mesocráticos en alianza con el campesinado.
Cuando se iniciaron los primeros enfrentamientos de la revolución Mexicana, el grito
de ¡Mueran los Científicos!, representó el extendido odio de los revolucionarios por
la élite tecnocrática del Porfiriato convirtiéndolo en sinónimo de traición y
corrupción25. El positivismo de Gabino Barreda y su influencia trascendente en la
educación pública mexicana se vio mermado por la imagen final de quienes
expresaron el pensamiento de Auguste Comte en un periodo de contradicciones como
los ocurridos a fines del siglo XIX y a comienzos del XX en México.
Más allá del final de una época y la opacidad de un pensamiento que revolucionó
una nación, nos quedamos con las palabras de Leopoldo Zea cuando dice: “La
25 Claudio Lomnitz, Op. Cit
19
burguesía mexicana educada por Gabino Barreda logró el orden y con ello la paz,
asimilándose a todos los grupos de mexicanos que antes eran contendientes; logró
establecer un orden político y social en el cual cabían aparentemente los intereses
de todos los mexicanos, pero los intereses no ideológicos, sino estrictamente los
materiales. La burguesía mexicana logró establecer un gobierno en el cual pareció
que cabían todos los mexicanos”26.
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