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El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea Por: Francisco J. Valverde Brenes. o Resumen: Este esfuerzo con el que ahora contribuimos, ha sido escrito con la finalidad de describir y develar, una vez más, la influencia que tuvo el pragmatismo clásico en la sociedad actual, a partir de la supremacía demostrada en la ciencia, en la tecnología y en la industria a mediados del siglo pasado. Con este hecho, exponemos cómo fue trastocada la mentalidad de las sociedades y su visión de la persona y del mundo, hasta absorberlos en sus propios intereses utilitarios y estrategias de mercadeo. Se comenzará ofreciendo las generalidades de los principios del pragmatismo clásico hasta el presente, para luego desarrollar su evolución e instalación en el mundo de hoy. o Abstract: This effort which we are contributing now, it has been written with the purpose of describe and to reveal, once more, the influence which took the pragmatism classic in today’s society, from the supremacy demonstrated in the science, technology and in the industry in the middle of the last century. With this fact, we expose how was disrupting the mentality of societies and their vision of the person and the world, until absorb them in their own interests utilitarian and strategies of marketing. It will begin offering the generalities of the principles of pragmatism classic until the present, and then develop its evolution and its installation in today’s world.

El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

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Page 1: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

El pragmatismo y su influencia en la sociedad

contemporánea

Por: Francisco J. Valverde Brenes.

o Resumen: Este esfuerzo con el que ahora contribuimos, ha sido

escrito con la finalidad de describir y develar, una vez más, la

influencia que tuvo el pragmatismo clásico en la sociedad actual, a

partir de la supremacía demostrada en la ciencia, en la tecnología y

en la industria a mediados del siglo pasado. Con este hecho,

exponemos cómo fue trastocada la mentalidad de las sociedades y

su visión de la persona y del mundo, hasta absorberlos en sus

propios intereses utilitarios y estrategias de mercadeo. Se

comenzará ofreciendo las generalidades de los principios del

pragmatismo clásico hasta el presente, para luego desarrollar su

evolución e instalación en el mundo de hoy.

o Abstract: This effort which we are contributing now, it has been

written with the purpose of describe and to reveal, once more, the

influence which took the pragmatism classic in today’s society, from

the supremacy demonstrated in the science, technology and in the

industry in the middle of the last century. With this fact, we expose

how was disrupting the mentality of societies and their vision of the

person and the world, until absorb them in their own interests

utilitarian and strategies of marketing. It will begin offering the

generalities of the principles of pragmatism classic until the present,

and then develop its evolution and its installation in today’s world.

Page 2: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

"...a method of settling metaphysical

disputes that otherwise might be

interminable. Is the world one or many?

Fated or free? Material or spiritual?" W.

James, Pragmatism. Lect.II.

(Un método para resolver las disputas

metafísicas que de otro modo podrían ser

interminables. ¿Es el mundo uno o

muchos? ¿Predestinado o libre?

¿Material o espiritual?)

El pragmatismo es una corriente filosófica norteamericana que ha tenido una

enorme influencia en al siglo XX y en lo que va del siglo XXI. Su avance ha sido

práctica y teóricamente furtivo en cada una de las esferas de la cultura actual.

Está inmerso en los modelos económicos, en los modelos sociales, en los políticos

y, por supuesto, en los científicos. Sin querer, y sin darse cuenta, la sociedad es

pragmática a la hora de la toma de decisiones y en la eventualidad de sus

perspectivas futuras. Con la influencia del neoliberalismo --corriente política-

económica del presente, y que constituye un liberalismo tajante en sus

resultados— el pragmatismo se introdujo como una rama más de la mentalidad

liberal, y por ello, esparcido por la globalización a todos los rincones a donde

llegaban sus valores. El concepto proviene de la raíz griega pragma (prágma,

prágmata) que quiere decir "lo que ha sido dado, un acto, un hecho, una obra, una

acción, práctica, praxis"; y es vinculante a todos los ámbitos de la sociedad. Su

objetivo estaba centrado en la necesidad de encarar las sombras con que el

conocimiento se venía dando desde la época de Descartes, Kant y Hume. El

idealismo metafísico le estaba haciendo daño a la filosofía, así que intentaron

ofrecer una forma distinta de captar el conocimiento, de manera que no cayera en

el escepticismo positivista ni en el completo idealismo. De aquí que el

pragmatismo llegase a mostrar dos caras, una gnoseológica, dirigida al estudio del

lenguaje y de la lógica; y otra ética, estipulando una forma de conducta a través

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del estudio de los efectos y consecuencias de las cosas --muy cercana a las

propuestas utilitaristas de la escuela de Bentham y de John Stuart Mill-- y

evolutivas, bajo la influencia de Charles Darwin. En consecuencia, el pragmatismo

es un rechazo directo a la pretensión empírica del valor retrospectivo de las ideas,

las cuales determina ya no solo por la imagen sensible impresa en la mente, sino

por su proyección a futuro a partir de los efectos de las cosas para la acción y para

la práctica. El sujeto va a tener, entonces, una enorme participación en la

construcción de las ideas, puesto que éstas y aquel, formarán parte del

conocimiento como praxis, oponiéndose a la corriente en boga del positivismo y su

marco objetivo metodológico único. El conocimiento, en tanto ideas prácticas, no

se formulará por la conceptualización del pensamiento, pues si fuera así, éste no

serviría de nada, nada se habría hecho y dicho; en cambio, si se operacionaliza,

es decir, si se delimita a partir de los efectos y consecuencias que produce en la

práctica, tendremos una idea válida por su proyección y preparación para la acción

del que la piensa y de los que requieren prepararse para su uso práctico y, en ese

tanto, útil, beneficioso y ventajoso. Una idea no será representativa de algo si ésta

se establece nominalmente; la ciencia positiva debe salir de esas fronteras que la

limitan a la hipótesis, a la teoría y a la ley; porque el conocimiento logrado de esa

forma no es verdadero por su demostración, sino fundamentalmente por su

proyección en la práctica, tanto para construirla como para comprenderla. Nada

hacemos con teorías y leyes, con ideas que se absolutizan en la mente, si éstas

no implican una utilidad próxima para la acción, la cual la hace válida, y por ello,

real y efectiva. El sujeto es preponderante para la construcción de la idea en tanto

acción, él es quien capta la proyección y los efectos y consecuencias de las cosas,

él es quien se proyecta en la acción y en la práctica con respecto a la utilidad de

las cosas captadas como ideas. La ciencia positiva, por ende, no puede quedarse

en la condición absoluta de la idea, porque desde un principio debe haberla

captado como hipótesis activa que solo obtiene su sentido en la misma práctica, y

ésta, por supuesto, en la utilidad apropiada para el sujeto. La ciencia se pierde en

su intento si no da el paso práctico, pragmático, que debe contener todo saber,

aunque se precie como científico. Contemplado de esta forma, ningún

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conocimiento, en tanto idea práctica, es absoluto, permanente, inamovible; tales

intenciones no dejan de ser invenciones en la mente de la ciencia positiva; y por

esa misma razón, la practicidad de las ideas es tan subjetiva como lo es la utilidad

para cada sujeto. Si su proyección posee una implicancia mayor, para un número

mayor de individuos, entonces será más útil en tanto sus efectos prácticos lleguen

a ser más abarcadores de los intereses y deseos de aquellos que interactúan con

las cosas aprovechables.

El pragmatismo inicia con una necesidad gnoseológica y traspasa la frontera hacia

el ámbito de la praxis cotidiana, donde adquiere vigor, fuerza y permanencia con

apoyo de las tesis utilitaristas. La primera esfera la encontramos en Pierce, la

segunda esfera la localizamos en James y Dewey. Así, los más destacados

pensadores del pragmatismo han sido siempre Charles Sanders Peirce, William

James y John Dewey. Ellos son los llamados pioneros clásicos. No obstante, y

curiosamente, podríamos decir que los tres tuvieron caminos diferentes y

propósitos diversos en cuanto al desarrollo de su pragmatismo, por lo cual no se

puede hablar de que haya habido un líder ideológico que llevara la batuta del

movimiento; de hecho ninguno se asumió formando parte de una escuela filosófica

organizada y disciplinada (Rorty, 1998). Por ejemplo, cuando comenzó a resonar

el pragmatismo como filosofía, Charles S. Pierce no se sintió alagado por que se

le incluyera en él, así que escribió un artículo tratando de diferenciarse de los

otros, llamado Pragmatism and pragmaticism, donde expresó, con cierta ironía,

que el término era bastante feo como para sentirse seguro de los plagiadores:

"…the word begins to be met with occasionally in the literary journals, where it gets

abused in the merciless way that words have to expect" (Peirce: CP 5.414) (la

palabra comienza a llegar ocasionalmente a las publicaciones literarias, donde se

abusa despiadadamente de ella, más de lo que se podría esperar).

Al presente, más precisamente después de los años ochenta, sobresalieron

connotados expositores del pragmatismo norteamericano, dentro de lo que podría

entenderse como un neopragmatismo, reavivado bajo la influencia de Richard

Rorty. Aún con la tarea por definir de cuál habrá de ser su teoría ética, no se

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mantiene la tendencia tradicional que viene con los clásicos; en este nuevo

proyecto pragmático la idea pierde su carácter utilitario y se circunscribe en una

valoración propiamente semántica; incluso, encontrándose algunos énfasis en el

tratamiento de los valores individuales y privados, en oposición de los públicos.

Los últimos exponentes de este neopragmatismo al día de hoy son: Willard van

Orman Quine, (1908-2000), Hilary Whitehall Putnam (1926) y Richard McKay

Rorty (1931-2007). Este último fue distinguido como el más activo y de mayor

presencia en el movimiento filosófico, hasta la fecha de su fallecimiento el 8 de

junio del 2007. Comencemos, entonces, con una descripción general de los

autores y de sus tesis pragmáticas.

Charles Sanders Peirce (1839-1914), filósofo y científico norteamericano, creador

de la semiótica y del pragmatismo, fue el primero que introdujo el concepto y lo

comenzó a definir como tal en su artículo How to Make Our Ideas Clear, escrito en

1878. Nuestra referencia para la obra de este autor estará en sus obras completas

que llevan por títuloThe Collected Papers of Charles Sanders Peirce, 1994. Peirce

le dio una vuelta a la forma de pensar que se venía proponiendo a la fecha,

enfrentando principalmente a la metafísica escolástica vigente aún a finales del

siglo XIX, así como a las concepciones idealistas del legado racionalista

cartesiano; con la misma tenacidad se opone a los positivistas que, con todo y su

empirismo centrado en la experiencia, consideraban al método científico como el

mejor y único posible para lograr conocimiento verdadero, y en ese tanto le

otorgaban rigor absoluto. Por consiguiente, el pragmatismo nace primero que nada

como una fuerte crítica a la metodología de las ciencias positivas y a su afán por

elaborar leyes inalterables de la realidad, cuando, dirá Peirce, cuanto se conoce

no se percibe como una idea sino a partir de sus efectos sensibles en la misma

práctica. Pero tal cosa no quiere decir que el método científico se deba desechar,

mas sí tomar en cuenta que sus resultados han de ser tan inciertos como lo son

sus investigadores. Peirce, como científico que fue, lo defenderá también como el

mejor; sin embargo, sostendrá que toda investigación científica es una actividad

cooperativa, llevada a cabo mediante investigadores falibles, quienes progresan

hacia la verdad remplazando legítimas dudas por firmes creencias, las cuales

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podrán ser subsecuentemente revisadas. El falibilismo (Fallibilism) o incertidumbre

del conocimiento, está presente en el método científico por más óptimo que se le

considere, así que no es posible que se hable de consecuencias absolutas. La

idea en tanto saber, no es por sí misma, como lo pretendía el racionalismo, sino

en la medida en que se manifiesta por sus efectos y consecuencias prácticas; solo

así es posible obtener conocimiento válido con el método de las ciencias. De ahí

que la función del pensamiento fuera partir de esa experiencia práctica y proyectar

paralelamente su acción hacia el futuro. Lo perceptible de la práctica es lo que

hace que algo pueda ser parte de la reflexión sobre la realidad, sin importar cuán

sutil pueda ser esa sensación. La práctica hace la distinción en cualquier cosa que

se quiera conocer, es ella la que concreta el concepto según hayan sido sus

efectos y su influjo funcional sobre el sujeto cognoscente. Esa es la única realidad

que se puede captar, cualquier otra presupone absolutos insostenibles. Las

particularidades sensibles que las cosas muestran en sí mismas, conforman su

significado; ellas son la idea captada de sus efectos en la práctica, su esencia no

está en la imagen cognoscible, sino a partir de la captura de su practicidad. La

función del pensamiento está dirigida, entonces, a la captación de la proyección

sensible de las cosas en la realidad, no puede haber divorcio entre una y otra,

entre el pensamiento y su función, entre el conocimiento y el objeto único de éste.

Concebir los efectos de las cosas y sus relaciones con las otras, es obtener un

conocimiento proyectivo, y ese tanto, válido, útil y funcional. De este modo, el

pragmatismo sostiene la imposibilidad del conocimiento absoluto en tanto afirma

su falibilidad, solo existen creencias, y como tales estarán dirigidas hacia la

satisfacción de los deseos particulares; cualquier otra interpretación desviada de

tal concepción práctica, deberá ser, por principio mismo, rechazada. Así, la

cuestión de la validez es meramente de hecho y no de pensamiento (Thus, the

question of validity is purely one of fact and not of thinking. "The fixation of belief"

1877. CP 5.365) Porque, sea como sea, pudiendo ser el conocimiento falso o

verdadero, mientras satisfaga nuestros deseos proyectados en la acción del

objeto, se tendrá por realizado, y esa es la única razón de validez que se busca y

que puede ser alcanzada, cualquier otra interpretación disonante será objetada (It

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is certainly best for us that our beliefs should be such as may truly guide our

actions so as to satisfy our desires. Ídem CP 5.375).

Peirce expone en el ensayo How to make our ideas clear, algunas de las

características del pragmatismo de la siguiente manera: CP 5.400 Toda la función

del pensamiento es producir hábitos de acción… Nosotros procedemos de lo que

es tangible y presumiblemente práctico; y no hay distinción de significado más fina

que la que no depende de nada sino de una posible diferencia de práctica ("…the

whole function of thought is to produce habits of action (…)…we come down to

what is tangible and conceivably practical, as the root of every real distinction of

thought, no matter how subtle it may be; and there is no distinction of meaning so

fine as to consist in anything but a possible difference of practice.") CP

5.406…realidad, como cualquier otra cualidad, consiste en los particulares efectos

sensibles que las cosas tienen en común… ("…reality, like every other quality,

consists in the peculiar sensible effects which things partaking of it produce.") CP-

5.401. Nuestra idea de algo es nuestra idea de sus efectos sensibles… Es

absurdo decir que las ideas tienen alcances aislados de su única función. ("Our

idea of anything is our idea of its sensible effect… It is absurd to say that thought

has any meaning unrelated to its only function.") CP-5.402. Considerando los

efectos que podrían presumiblemente tener las relaciones prácticas, visualizamos

el objeto que nuestro conocimiento persigue. Luego, nuestra concepción de estos

efectos es el conjunto de nuestra concepción del objeto. ("Consider what effects,

which might conceivably have practical bearings, we conceive the object of our

conception to have. Then, our conception of these effects is the whole of our

conception of the object.") Obsérvese, una vez más, que los datos permiten la

inferencia de que tanto el significado de las cosas como sus consecuencias o

efectos prácticos, no son dos cuestiones divorciadas o tratadas separadamente;

ambas, para Peirce, están unidas esencialmente; una no tiene sentido sin la otra,

significado y efectos son una sola entidad práctica que responde en la praxis, no

en su conceptualización teórica.

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Podría pensarse que lo expuesto hasta ahora, sobre las proposiciones

pragmáticas de Peirce, resulta un poco oscuro para la generalidad de las

personas; sin embargo, no estaba lejos de la realidad el que así lo fuera, porque

incluso, así llegó a palparse en grandes mentes del siglo XX como lo fueron los

filósofos ingleses F. H. Bradley y Bertrand A. Russell, quienes criticaron

fuertemente a todos los pragmáticos diciendo que eran pensadores imprecisos e

insípidos. Posteriormente veremos repetirse la crítica, pero esta vez con los

discípulos del filósofo alemán Rudolf Carnap, cuando tildaron a los pragmatistas

clásicos como ausentes de precisión y de rigor argumentativo (Rorty, 1998). El

mismo Peirce tuvo problemas para que se le publicaran sus escritos pues no

encontraba un editor que se encargara de éstos, muchos de ellos llegaron a la luz

pública hasta después de su muerte, de forma póstuma.

William James (1842-1910), filósofo y psicólogo norteamericano, contemporáneo

de Peirce y por quien el pragmatismo tuvo su gran difusión y su afamada

presencia en los círculos académicos mundiales. James le concede a Peirce la

creación del concepto e introduce su interpretación a partir de las líneas con que

Peirce explica lo que debe entenderse por verdad, a partir de las diferencias

prácticas que los objetos implican. Si bien, se atribuye su difusión desde el

momento en que lo aplica a un estudio sobre la religión, para una tertulia filosófica

de la Universidad de California en 1898; asimismo, reconoce que este método no

tiene nada de nuevo, ya había sido utilizado por otros pensadores en los anales de

la historia, aunque fragmentariamente. Lo cierto es que con James, el

pragmatismo cobró fuerza y se extendió, no solo entre filósofos, sino también

entre las personas comunes y su concepción de la vida; o lo que es lo mismo, en

su concepción ética, y en este caso ética utilitarista desde que interesan los

aspectos prácticos de las conductas humanas. William James llega a denunciar

una situación social ambivalente y contradictoria entre las dos ideologías

imperantes de su tiempo: el racionalismo y el empirismo. Las cuales, a la hora de

estudiarlas en suLecture I, The Present Dilemma in Philosophy, primera

conferencia de su obraPragmatism (1907), las ordena con los calificativos

de mentalidad suave y mentalidad dura (Tender-minded, Tough-minded)

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respectivamente, y cuya caracterización resultaba ser, no solo contraria sino

intransigente y radical entre sí, a extremos de afirmarles como idealista y

materialista, uno es racionalista y el otro empírico, uno es dogmático y el otro

escéptico, etc. Y tal es el ambiente social y académico, que James provoca y

desafía las antipatías mordaces que suscita; el mundo no puede caminar

separado, dividido en dos, debe existir una propuesta que permita la unión y la

resolución de semejantes conflictos antagónicos. "Their antagonism, whenever as

individuals their temperaments have been intense, has formed in all ages a part of

the philosophic atmosphere of the time." (Pragmatism. Lect.I) (Su antagonismo,

dondequiera que sus temperamentos sean individuales, han sido intensos, han

formado en todas las edades una parte de la atmósfera filosófica de los tiempos.)

James considera que la diferencia entre uno y otro está precisamente en sus

consecuencias prácticas; si no es posible delimitar tal distinción, cualquier

discusión terminará en nada porque representarán ser, al fin y al cabo, la misma

cosa. "Whenever a dispute is serious, we ought to be able to show some practical

difference that must follow from one side or the other's being right." (Ídem. Lect.II)

(Siempre una controversia es grave, debemos ser capaces de mostrar algunas

diferencias prácticas que se deban seguir desde lo que es correcto de un lado o

del otro).

La percepción sensible de los efectos, sean estos remotos o inmediatos, es para

el pragmático el concepto mismo del objeto. No importa que las ideas sean

contrarias, seguirán significando lo mismo en tanto no produzcan efectos prácticos

que les distingan, porque un significado que no sea práctico, para nosotros, dirá,

es como si no existiera. (…meaning, other than practical, there is for us none.)

(Ídem, Lect.II) James está tan seguro de haber encontrado la forma de acabar con

los antagonismos, que afirmará con soltura la necesidad de someter a esta prueba

cualquier discusión filosófica, pues el resultado inmediato es que, en tanto no se

observen las consecuencias concretas, aquella disputa perderá definitivamente el

interés. Acerca de este punto fundamental de la filosofía pragmática sostendrá: La

función entera de la filosofía debería ser averiguar qué diferencias definitivas

harán en mí, o en usted, en instantes concretos de nuestra vida, el que esta o

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aquella fórmula del mundo, resultase o no cierta. ("The whole function of

philosophy ought to be to find out what definite difference it will make to you and

me, at definite instants of our life, if this World −formula or that world− formula be

the true one." Idem. Lect.II) Para ello es necesario, dentro de su conducta

empírica, que sean eliminadas cantidad de costumbres que vienen en detrimento

de su validez, díganse por ejemplo abstracciones, nominalismos, razones a priori,

principios inmutables, supuestos absolutos etc.

Cualquier exposición de teorías no vendría a ser esencial desde la perspectiva

pragmática, pues interesan sus resultados desde la experiencia práctica; así, se

podrá condescender con tesis antagónicas y caer en contradicción, porque lo que

importa es el hecho, el fruto, las consecuencias finales de ellas. Lo que importa es

el método, no los contenidos; cualquier idea a la que se le haya aplicado un

método, enlazado satisfactoriamente, convincente, simplificador de las cosas, y

que ahorre trabajo, etc., hace a la idea verdadera; es decir, verdadera

instrumentalmente. (…is true for just so much, true in so far forth,

true instrumentally (…) Theories thus become instruments, not answers to

enigmas, in which we can rest. (Idem. Lect.II)) No existe una sola verdad, sino

cantidad de verdades, porque son en tanto su utilidad y suficiencia, en tanto

conlleven el éxito con que operan; si un intelectualista las valora, posiblemente no

las tilde como tales, y eso puede ser cierto en parte porque sus testimonios son

subjetivos, utilitarios, nunca verdades objetivas, remotas y exaltadas. Y esto es

válido también para la religión y las mentes religiosas, porque las verdades

teológicas, en tanto demuestren su valor para la vida, es decir, su valor utilitario,

serán válidas para el pragmatismo también. William James lo ratifica de esta

forma: Si las ideas teológicas prueban tener incidencia para la vida concreta,

serán verdaderas para el pragmatismo… (If theological ideas prove to have a

value for concrete life, they will be true, for pragmatism…) (Ídem. Lect.II) Así de

sencillo y de textual. Apréciese, en consecuencia, que las consideraciones

planteadas por el pragmatismo de James, implican la necesidad de una valoración

utilitaria, y es a partir de ésta que las ideas de la realidad, en tanto verdad, llegan a

tener sentido y significado, no importa si son nacidas de tesis completamente

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opuestas, si provienen de sistemas racionalistas o empíricos, de visiones

absolutas o de hechos fácticos, serán válidas y deberán complacer a cualquiera

mientras éste mantenga una mentalidad unificadora como la del pragmático. Una

idea es válida en tanto se le crea beneficiosa para las vidas de aquellos que la

juzgan, y esto, llanamente, por su utilidad, sea individual o social.

La afirmación "la verdad es buena" es la confirmación de que "la verdad es

verdadera". Bondad y validez se conjugan en una sola expresión: utilidad. The true

is the name of whatever proves itself to be good in the way of belief… (Ibídem) (La

verdad es el nombre de lo que sea que pruebe por sí mismo ser bueno en el

camino de la creencia). De esta manera, puede haber ideas que sean verdaderas

por ser buenas. De hecho, James sentenciará diciendo que la verdad es útil

porque es verdadera, o al contrario, es verdadera porque es útil. ("it is useful

because it is true' or that 'it is true because it is useful"). (Ibíd. Lect.VI) Pero qué

sucede si la idea es falsa y se considera de todos modos buena por su beneficio

intrínseco. Pues aquí prevalece la idea cuyo beneficio utilitario sea mayor; es

decir, el bien mayor para el mayor número de individuos será la fórmula que

impere frente a una encrucijada como esa. Se puede ser ateo por convicción, y

aun así ser creyente en Dios por su valor pragmático, y esto sencillamente por el

éxito que tal idea, Dios, ha tenido y puede tener, en la mente de los individuos. El

pragmatismo defenderá como verdadero lo que es mejor para las condiciones

prácticas en que se vive, es la defensa de la concordancia total con la realidad

concreta. "What other kind of truth could there be, for her, than all this agreement

with concrete reality?" (Ibíd. Lect.II). (¿Cual otra clase de verdad podría haber,

para ella, que toda esta concordia con la realidad concreta?)

El modelo utilitarista que cobija a la idea como verdadera, permite también

determinarla subjetivamente, es decir, una idea puede ser verdadera a partir de

que el o los individuos la hagan verdadera; sus beneficios la hacen tal, así como

pueden ser verdaderas la salud, la riqueza, la fuerza, y cualquier otro recurso que

proporcione la utilidad deseada. La verdad se hace, por ende, igual que se hacen

todos los bienes anteriores. "Truth is ‘made’ (…) in the course of experience." (ibid.

Page 12: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

Lect.VI) Podemos cataloger como verdad lo que mañana podríamos tener como

falsedad. El relativismo que encierra el pensamiento utilitarista, viene inmerso en

los argumentos que William James ofrece para el pragmatismo, en tanto

armonizador de las doctrinas antagonistas. La subjetividad es categórica tanto

para la teoría utilitaria de los bienes, como para la teoría pragmática de la verdad.

Aun cuando bien reconoce que puede haber una verdad absoluta, también

reconoce que la experiencia no la muestra, pero, en última instancia, todas las

verdades fácticas tendrán que guiarse algún día hacia aquel ideal, por ser ellas

mismas parciales y temporales. Al igual que los sabios del pasado, de haber

tenido el conocimiento que se tiene al presente, dirá James, hubieran podido

resolver aquello que en su momento consideraron imposible, o inevitablemente

fragmentario.

Charles Sanders Peirce mantuvo el pragmatismo en el campo del conocimiento;

sin embargo, William James lo lleva más allá de él, pues no solo abarca el estudio

de la verdad de las ideas, sino que lo trasciende a todos los demás ámbitos del

sujeto. Uno de estos ámbitos fue el de la moral. No era de extrañar, pues desde

que James hizo valer la doctrina utilitarista dentro de su modelo pragmático,

podíamos ir sospechando su manifestación en la ética, y asumir la teoría de los

bienes junto con la relativización de los valores. Porque, nomás empezando su

ensayo, The Philosopher and the moral life (El filósofo moral y la vida moral), texto

incluido junto con otros títulos en su libro The will to believe, and other essays in

popular philosophy, de 1897, James sentencia "We all help to determine the

content of ethical philosophy so far as we contribute to the race s moral life. In

other words, there can be no final truth in ethics any more than in physics, until the

last man has had his experience and said his say." (Todos colaboramos en la

determinación del contenido de la filosofía ética en la medida en que todos

contribuimos a la vida moral de la raza. En otras palabras, no puede haber una

verdad definitiva en ética, no más que en física, hasta que el último hombre no

haya tenido su experiencia y manifestado su opinión.) Para James la ética no es

absoluta como no lo es la verdad, y tampoco es dogmática ni apriorística. No hay

nada que la ampare como tal, así que los individuos la construyen a partir de la

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utilidad que les provea en cada caso concreto. Y esa utilidad representa un bien

sugerido por las consecuencias de los actos; por tanto, la experiencia del individuo

será vital en su afán por conducirse moralmente. Así como en la física, donde los

hechos materiales no son ni buenos ni malos, simplemente son, las virtudes

morales como la bondad, la maldad o la obligación, no son buenas ni malas por sí

mismas, sino solo en la mente, en la conciencia del ser que las cobija. Si algo es

bueno para un individuo, lo será siempre que así lo capte; es su experiencia y es

su delimitación de la utilidad, lo que hacen que consienta tales o cuales valores, o

bien, que requiera construir un nuevo universo de éstos. Sin esta sensibilidad para

captar la bondad o maldad de los valores, no habrá posibilidad de que las cosas

puedan poseer algún carácter moral. El mundo material que rodea al individuo no

es moral, y la moralidad cabe solamente en la conciencia humana, en el tanto que

éste así lo determine y así lo demande. La individualidad es aquí también sagrada,

cada valor perteneces a cada uno sin interferencia de nadie, y en ese tanto, los

valores de uno no estarán sujetos a la opinión de otro, pues la bondad y maldad

de éstos, estará enmarcada dentro de cada sujeto. Por consiguiente, afirma

James en el ensayo de marras, "no puede encontrarse ninguna verdad ‘objetiva’,

solamente una multitud de opiniones ‘subjetivas’." ¿Cuál será el carácter de

bondad que el individuo como tal pueda estar valorando? Pues ningún otro más

que la felicidad, esencia del bien; y esa esencia de bien es cualquier cosa bajo el

sol que satisfaga una demanda individual. No hay pues, moral, sino muchas

morales; no hay pues, ética, sino muchas éticas. Hechos, felicidad y utilidad,

conforman una sola verdad en cada una de las mentes que la valoran. La labor del

filósofo moral está prácticamente facilitada en ese aspecto. Mas no cuando se

trata de pensar en el conglomerado de individuos; ahí es donde el filósofo tiene la

tarea más ardua, pues debe considerar la forma más apropiada para que los

ideales escogidos por uno, satisfagan las exigencias y expectativas del otro, y

entre mayor sea esa pluralidad, mayor será el número de individuos realizados en

la felicidad. James resuelve al respecto: "Invent some manner of realizing your

own ideals which will also satisfy the alien demands, that and that only is the path

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of peace!" (Piensen alguna forma de realizar sus propios ideales que también

satisfaga las necesidades exóticas, ¡ése, y solo ése, es el camino a la paz!).

John Dewey (1859-1952), filósofo y pedagogo norteamericano. Aunque bien

puede enmarcársele en la línea pragmática de la filosofía de su tiempo, Dewey

nunca se sintió dentro de ella, cosa que no era de extrañar cuando comparamos

las opiniones de los otros dos filósofos contemporáneos al respecto. Fue influido

por William James y su deseo de resolver los problemas más apremiantes que

sufría la filosofía de su tiempo. En el caso de Dewey, la necesidad de armonizar

los dualismos patentes en el pensamiento de la época, el divorcio tajante que

tenían la teoría y la práctica, el racionalismo y el empirismo, mente y acción, lo

llevaron a realizar su propio intento por cuestionar y resolver tales antagonismos.

La mentalidad científica de la época, la preponderancia de la experiencia sobre las

ideas, y la supremacía adquirida por la metodología científica, normaron el camino

de su investigación. Dewey rápidamente se adecua a la tendencia pragmática

diciendo que las ideas en la mente no son nada en tanto no se reflejen en la

experiencia, tampoco la experiencia puede ser por sí misma, sino en tanto sea una

con lo experimental en un constante hacer. Si la experiencia solo sirve para tomar

en cuenta el pasado, terminará siendo un cúmulo de ideas en la mente; pero si se

mantiene proyectiva previendo el futuro, se podrá cambiar lo que es dado como un

esfuerzo por mejorar el porvenir. Dewey nos dirá que "…la razón es la inteligencia

experimental… Liberta al hombre de la servidumbre del pasado… Proyecta un

futuro mejor y ayuda al hombre a realizarlo; y su actuar está siempre sometido a la

prueba de la experiencia." (Dewey 1964:162). Estos elementos reducen la

posibilidad de una idea sólida y permanente, la inteligencia no partirá de ellas sino

del constante fluir de la experiencia, y en ese tanto, de las consecuencias de la

acción. Esta perspectiva del conocimiento le fue abriendo un marco diferente para

trabajar la pedagogía, el instrumentalismo. El aprendizaje surge de la actividad de

la experiencia con miras al futuro; el ser humano aprende por el enfrentamiento

con la práctica y su necesidad de resolver los problemas que le desafían. Si se le

logra dotar de los medios e instrumentos requeridos para esa tarea, tendremos un

aprendizaje más significativo y práctico, con miras hacia el futuro. Y para Dewey,

Page 15: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

el método científico, como el mejor posible, debe ser acompañado por un

pensamiento regido por la Lógica. Al respecto sostiene: "Si la lógica es un tema de

profunda importancia humana es precisamente porque tiene fundamentos

empíricos y aplicaciones experimentales (…) el problema de la lógica no es otro

que el de la posibilidad de desarrollar y de emplear métodos inteligentes en las

investigaciones que guardan relación con la reconstrucción deliberada de la

experiencia." (Dewey 1964:203)

Pero la descripción de la metodología del aprendizaje solo es una consecuencia

más del modelo pragmático aquí expuesto. Así como William James indicó que el

problema de la moral era el mismo problema de los sucesos físicos, John Dewey

acordará también que "…después de todo, solo pedimos que se adopte, al meditar

en la moral, la misma lógica que al decidir sobre fenómenos físicos…" (Dewey

1964:229) Los bienes únicos y universales solo han traído discordia y libertinaje,

así que se requiere de la tenacidad y de la acuciosa investigación del modelo

científico para no caer nuevamente en esas viejas rencillas, principalmente con la

moral. Cabe recalcar aquí una afirmación que llama poderosamente la atención

con respecto a este señalamiento de Dewey, pues lo que él aprecia como un

fuerte elemento para rechazar la modalidad de ideas universales, viene a ser una

de las recriminaciones que hoy se le hace al mundo creado por la ciencia y la

tecnología. Dewey nos dice: "Una vida de holgura, de éxitos sin esfuerzos, sería

una vida horra de pensamiento, y también lo sería una vida de fácil omnipotencia.

Los seres pensantes son aquellos cuya vida se ve tan apretada y oprimida dentro

de sí misma, que no pueden llevar de inmediato el curso de la acción a su

realización victoriosa." (Dewey 1964:204) De aquí que debamos creer en la

obligación de hacer de los fines últimos fines individuales, de forma tal que cada

uno se vea alentado a conseguirlos en la acción y para su futuro, individual y

productivo. Tal disposición requiere también de que la lógica y la metodología

científica contribuyan a determinar las calidades y cualidades materiales y morales

esenciales para la convivencia humana. Con ello la moral gana en eficacia y

elimina la separación dualista que le separaba de la ciencia. Tanto las discusiones

pasadas como el apoyo de las nuevas con las ideas morales antiguas, dejarán de

Page 16: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

tener sentido ahora; porque las actitudes morales estarán enfocadas sobre la

práctica y sobre la acción, por lo cual se hará necesario que cada conducta sea

tratada tanto particular como individualmente, y cada una con sus propias

soluciones sean igualmente especificadas. Sin embargo, este procedimiento no

implicará por ningún motivo, que las resoluciones morales puedan ser

trascendentes, son simplemente hipótesis de trabajo que deberán ser propuestas

en la acción y confirmar sus posibilidades en cuanto a lo cabal del momento. De

esta manera, dice Dewey, "se evita que la vida moral caiga en el formalismo y en

la repetición rígida. Adquiere flexibilidad, vitalidad, desarrollo constante." (Ídem.

239)

Así que, después de todo, para Dewey el utilitarismo era la mejor doctrina que

podía haberse creado, en ella se reflejaba la percepción y las aspiraciones del

pensamiento de la época. Dewey reconoce todas las virtudes con que el

utilitarismo había llegado a extenderse en la sociedad de su tiempo, pero le critica

fuertemente el hecho de que atizó igualmente el materialismo, el deseo de

posesiones y la avidez por los placeres que la riqueza podía ofrecer; a pesar de

haber sido concebido con un objetivo eminentemente social. El capitalismo y la

libre competencia hicieron que los dueños de la riqueza, los mismos capitalistas,

dieran al traste con el factor social y llevara a la sociedad a una organización

clasista, dividida. Con esa actitud, nos dice Dewey, "el utilitarismo dio base

intelectual a todas las tendencias que hacen del ‘negocio’ no un medio de servicio

social y una oportunidad del acrecentamiento personal con poder creador, sino un

medio de acumular recursos para el goce particular." (Ídem. 247). De hecho,

Dewey le reprocha a Jeremy Bentham el haber empezado con una intención

filantrópica y humanitaria, desde que se propuso el principio director "la mayor

felicidad para el mayor número", y cuando se logró este fin, según su parecer,

Bentham se colocó del lado del liberalismo del laissez-faire. (Dewey, 1961: 152)

Por tanto, se hace imprescindible reconstruir el utilitarismo de una forma que

aplaque tales deseos de posesión, y conforme a una tipología diferente de

conducta, lo dirija hacia la consecución de una finalidad más social. Esa finalidad,

Page 17: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

nos dice, consiste en liberar y desarrollar las capacidades de los individuos

humanos sin preocupaciones de raza, sexo, clase o situación económica (ídem.

250). Desde luego, este utilitarismo propuesto sigue siendo individual, desde que

sus logros serán medidos en cada uno de los sujetos de la sociedad con respecto

a su condición de desarrollo personal, sea por sus individuales esfuerzos, o por la

educación liderada por el Estado, destinada a elevar las posibilidades de plenitud.

La sociedad pragmática y tecnológica. En 1968 escribía Erich Fromm: "Hasta el

momento, nuestro sistema industrial ha seguido el principio de que se acepte

indiscriminadamente todo lo que el hombre quiera o desee y, de ser posible, que

la sociedad satisfaga todos estos deseos." (Fromm, 1970:118) Y nos advierte en

otro segmento: "La suposición de que los problemas, los conflictos y las tragedias

entre el hombre y su semejante desaparecerán cuando no existan necesidades

materiales insatisfechas, es un sueño infantil." (Ídem. Pág.109).

J. E. Tiles (Department of Philosophy, University of Hawaii at Mänoa) considera

enPragmatism in ethics (1998) que una de las cuestiones determinantes del

pragmatismo es su conformidad con la actitud no dogmática hacia cualquier

precepto o principio moral. En cualquier ejercicio de investigación científica, el

conocimiento debe estar orientado por objetivos, de forma que cree un

mejoramiento en el control que ejercemos sobre nuestra conducta integral, esto

para alcanzar cualquier meta cognitiva, como la verdad. Con ello se hace posible

contar con la investigación científica como un modelo de respuesta a los

problemas morales y de sentido común, así también con la imparcialidad

demandada por el investigador científico como ejemplo de lo que debemos

esperar en las valoraciones de alcance moral. Esto hace a los pragmatistas

enfocarse en términos de consecuencias para proveer soluciones a los conflictos

de este tipo. Los apetitos humanos son tomados como la materia prima con la cual

se debe trabajar. Pero no se presupone que los deseos de la gente, a los cuales

se procura la satisfacción, sean preestablecidos y utilizados como un patrón de

evaluación de las consecuencias.

Page 18: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

Cualquier orden moral puede ser bienvenido en tanto, de sus consecuencias,

resulte un beneficio para el individuo, o para la mayor parte de ellos. No importa si

en un momento dado se deba tornar la mirada hacia un modelo como el

esencialista aristotélico, si caben tales beneficios. Esa es la prerrogativa que

William James le daba a su propuesta, pues con ella presumía congeniar los

dualismos radicales de su tiempo, y así, dirigir las intenciones hacia aquellas

finalidades preponderantes y cuyas consecuencias prácticas rindiesen superiores

utilidades. En consecuencia, la tarea primordial de la ciencia, como el mejor de los

instrumentos, y que su observancia haría de este mundo uno ideal, sería

satisfacer todo el tiempo todas las demandas requeridas por los individuos de la

sociedad, procurando un mayor estado de placer y de felicidad. Su enfoque

deberá ser éste en vista de que se acepta el principio de falibilidad con respecto al

conocimiento, donde absolutamente nada es posible entenderse con completa

certeza. Lo único cierto es la necesidad de felicidad de las personas, y esto,

dentro del pragmatismo utilitarista, se determina en la práctica.

La segunda revolución industrial que se dio a mediados del siglo XX, mostró la

capacidad que la tecnología tenía e iba adquiriendo, conforme la ciencia avanzaba

en sus inventos y descubrimientos. Las fábulas para los niños de los cincuenta

mostraban las fantasías de la industria por convertir una casa en todo un complejo

tecnológico que permitiera el menor esfuerzo de sus moradores y la mayor

comodidad posible para su disfrute. Tales fantasías continúan inundando el

mercado en lo que llevamos del siglo XXI, pero con las diferencias sustanciales

que más de 50 años pudieron haber dado a la libre carrera de consumo

tecnológico. La tecnología se asentó en todos los rincones productivos de la

industria en la segunda mitad del siglo XX, y su nacimiento y poder está dado por

el auge de la mentalidad pragmatista a mediados de período. La fuerza con que

fueron cambiando los propósitos y las metas de la investigación científica, no solo

desvirtuó sus fines de carácter humanitario, sino que permitió la explotación de

lucrativos mercados donde no se creía que pudiera haberlos. La concepción

pragmatista de que lo válido y verdadero es lo útil, fue obligando a la ciencia a

acomodarse a tales principios; de forma tal que todo lo que produjera ella

Page 19: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

estuviese asegurado por un objetivo de utilidad, con la clara pretensión de ser

usado para el beneficio material o personal de los individuos de la sociedad.

Conforme la industria fue tomando poder en los mercados, fue adquiriendo una

cuota sustancial en las decisiones de las investigaciones científicas. Poco a poco

fue ella la que determinaba aquellas necesidades hacia las cuales debía dirigirse

la inventiva de la ciencia. Incluso, las grandes industrias fueron creando sus

propios laboratorios de investigación científica para garantizarse las patentes

primarias y finales del producto que procuraban. De ahora en adelante, la utilidad

del producto debía ser la tónica que prevaleciera en las investigaciones científicas.

El capital industrial llegó a costear los resultados útiles y a desechar todos

aquellos que no fueran rentables. Si la investigación científica se centraba en

cuestiones que no fueran provechosas para la industria, la cual, en última

instancia, financiaba las exploraciones, los científicos terminaban sin la inversión

que les permitiera continuar, dando al traste con cualquier esfuerzo por más

laudable que fuera; tales estudios, como sus productos, serían desechados por

considerárseles imprácticos. Y debe hacerse la salvedad de que impráctico no

significa forzosamente inútil, pues, a pesar de que la ciencia comenzó procurando

resolver las necesidades vitales de la sociedad, la industria cambió su sentido

para dirigirlo hacia aquello que fuera rentable; es decir, que pudiese venderse bien

y producir las ganancias esperadas para recuperar lo invertido y por supuesto,

aumentar los capitales, sin importar que aquello fuera llanamente superfluo, pero

con demanda en los mercados. Utilidad y rentabilidad llegaron a significar lo

mismo. Y ambos elementos debían estar garantizados por el interesado, último en

la escala pero el sujeto principal de toda la línea de mercadeo, quien llevará el

nombre de consumidor, y por quien, de ahora en adelante, velará tanto la ciencia

como la tecnología, así como la maquinaria industrial de consumo. La fórmula

pragmatista ha creado una mentalidad científico-tecnológica dominante, y ésta a

su vez, un mundo consumista mediante el cual se ha alimentado el modelo

globalizador de los libres mercados en todo el planeta. La tecnología se adueñó de

la premisa pragmática de verdad igual utilidad, utilidad igual verdad, fortaleciendo

el modelo industrial que arrastró a toda la ciencia. La ciencia ha dejado de servir a

Page 20: El pragmatismo y su influencia en la sociedad contemporánea

la humanidad y se ha volcado a la industria, todo lo que de ella salga deberá estar

garantizado en la practicidad y la utilidad de los resultados; aquí deja de importar

si el producto es una invención de carácter científico, y si está dirigido a la

resolución de necesidades integrales; porque, aunque en un principio tales

necesidades eran propias del crecimiento humano, y por ellas se orientaba el

esfuerzo científico-tecnológico, para después llevar la solución al consumidor;

ahora, con la avaricia que les mueve y el consecuente ensanchamiento de la

industria de producción en masa, aquel sentido humano se pervertirá para poner

en práctica nuevas formas de colocar rápido y eficazmente toda la producción de

nuevos artículos; si no lo hace pierde la inversión y perderá la economía del país.

Por consiguiente, el objetivo primario de la ciencia-tecnológica se trastoca y se

enfoca a crear nuevas necesidades en el consumidor, necesidades falsas, que al

ser obviamente artificiales, requerirán de toda una completa y eficaz maquinaria

que sirva para promocionarlas y publicitarlas, y así convencer al consumidor de

que en verdad él necesita de ellas. La creación de nuevas necesidades hace que

el ciclo se complete en una interminable e imparable escalada de consumo. Aquí

está inmersa la industria farmacéutica, la industria del fitness, la industria

alimentaria, la industria de servicio y comidas rápidas, la industria de la moda, la

industria estética y plástica, la industria del modelaje, la industria del cine y la

televisión, la industria juguetera, la industria de la computación, y hasta la

saciedad…etc., etc.

Al final de cuentas, fue la tecnología la que absorbió a la ciencia, cuando en un

principio era la ciencia la que creaba y perfeccionaba la tecnología en pro de su

avance. La investigación científica está hoy supeditada a la utilidad que la

tecnología pueda observar en ella, en su intento por llevar a la práctica los

resultados que la investigación genera. Con el pragmatismo, la ciencia perdió su

calidad teórica, su capacidad para intrincarse en hipótesis alimentadas por la sana

curiosidad humana, por la incertidumbre, por su caracterización esencial de

cuestionadora del mundo y de las cosas que lo componen, y hasta su imaginación

creativa. Hoy la ciencia está subordinada a dos valores que ejemplifica muy bien

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Erich Fromm (1970: 41-47): La máxima de que algo debe hacerse porque

resulta posible técnicamente hacerlo. En ella cabe la creación de nuevas

necesidades, dejando atrás la resolución de aquellos valores humanos para su

crecimiento vital y armonioso. El otro es aquel que supedita a la máxima eficiencia

y rendimiento. Pero para ello es necesario perder al individuo como persona, y

hacerlo parte de estadísticas de mercadeo y de archivos de personal corporativo.

Aquí eficiencia significa "usar la menor cantidad posible de recursos a fin de

obtener el máximo efecto". Siendo esto verdadero hasta el día de hoy,

encontramos que tales elementos están distribuidos como principios invaluables

de trabajo en todas las áreas de la industria, las empresas, el comercio, y por

supuesto, en la misma investigación científica.

Si todo termina apreciándose por sus efectos y consecuencias, por el beneficio

que genere, por la utilidad y satisfacción de nuestros deseos, por la comodidad

placentera que logremos en lo material, el ser humano se perderá como ser con

capacidades y facultades para crecer como persona, capaz de sentir, de reír, de

llorar, de amar, de verse a sí mismo como fin último, inigualable y auténtico, donde

todos sus anhelos y esfuerzos vitales descansen en él mismo, no fuera de él, no

centrado en la demostración práctica de sus deseos ni en la complacencia utilitaria

de las posesiones materiales para sentirse ser algo o alguien. ♥

Francisco J. Valverde Brenes

Email: [email protected]

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