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EL PROBLEMA DEL SER COMO PROBLEMA CAPITAL DE LA FILOSOFÍA por Juan Manuel del Moral Desde el comienzo de la filosofía, el problema del ser representó el asunto capital del pensar. La pregunta por el origen de todas las cosas es la cuestión fundamental que se plantea el pensamiento griego presocrático: la pregunta por el arché, por el ser primigenio de donde todo proviene, la cuestión relativa a la estructura del universo entendido como un todo, las primeras cosmologías, las concepciones metafísicas iniciales. Puede decirse que la filosofía entendida en un sentido muy general como la reflexión del hombre sobre sí mismo y sobre el mundo es tan originaria como la humanidad pensante misma, pero es en Grecia donde el asombro despierta el interés racional y donde surge por lo tanto en sentido estricto el pensar filosófico en cuanto tal. Se trata del pensamiento teórico, que no está sometido al servicio del hacer y que tiene como objeto lo más general, el ser, lo que es común a todas las cosas. Fue, como sabemos, la escuela de Mileto la que marcó el inicio de la historia de la filosofía. Bajo la dirección de la pregunta por el principio generador de todos los entes, los filósofos jónicos trazaron el rumbo de todo el pensamiento presocrático. Con Platón y Aristóteles se abre una nueva ruta de reflexión y análisis. Ya no se trata propiamente de la pregunta por el principio de todo lo que existe en el sentido de la sustancia o actividad de donde todo se deriva, sino de la acuñación de los conceptos racionales mediante los cuales pueden ser representados los aspectos que son comunes a todas las cosas: el ser de los entes. Las Ideas platónicas son las formas universales de las que participan los entes individuales, por eso el asunto central de la doctrina del eidos estriba en la determinación de los distintos modos en que puede explicarse dicha participación. Con Platón se inaugura como tema fundamental de la filosofía el cultivo del planteamiento de este problema: ¿qué relación se da entre lo inmutable y

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EL PROBLEMA DEL SERCOMO PROBLEMA CAPITAL DE LA FILOSOFÍApor Juan Manuel del Moral

Desde el comienzo de la filosofía, el problema del ser representó el asunto capital del pensar. La pregunta por el origen de todas las cosas es la cuestión fundamental que se plantea el pensamiento griego presocrático: la pregunta por el arché, por el ser primigenio de donde todo proviene, la cuestión relativa a la estructura del universo entendido como un todo, las primeras cosmologías, las concepciones metafísicas iniciales. Puede decirse que la filosofía entendida en un sentido muy general como la reflexión del hombre sobre sí mismo y sobre el mundo es tan originaria como la humanidad pensante misma, pero es en Grecia donde el asombro despierta el interés racional y donde surge por lo tanto en sentido estricto el pensar filosófico en cuanto tal. Se trata del pensamiento teórico, que no está sometido al servicio del hacer y que tiene como objeto lo más general, el ser, lo que es común a todas las cosas. Fue, como sabemos, la escuela de Mileto la que marcó el inicio de la historia de la filosofía. Bajo la dirección de la pregunta por el principio generador de todos los entes, los filósofos jónicos trazaron el rumbo de todo el pensamiento presocrático.

Con Platón y Aristóteles se abre una nueva ruta de reflexión y análisis. Ya no se trata propiamente de la pregunta por el principio de todo lo que existe en el sentido de la sustancia o actividad de donde todo se deriva, sino de la acuñación de los conceptos racionales mediante los cuales pueden ser representados los aspectos que son comunes a todas las cosas: el ser de los entes. Las Ideas platónicas son las formas universales de las que participan los entes individuales, por eso el asunto central de la doctrina del eidos estriba en la determinación de los distintos modos en que puede explicarse dicha participación. Con Platón se inaugura como tema fundamental de la filosofía el cultivo del planteamiento de este problema: ¿qué relación se da entre lo inmutable y eterno (el mundo eidético) y lo variable y finito (el mundo empírico). Aristóteles, por su parte, denominó filosofía primera a la ciencia de los primeros principios y las primeras causas. A ella pertenece necesariamente la reflexión sobre Dios como causa primera, la teoría del motor inmóvil. Pero también le concierne la elaboración de los conceptos más generales a partir de los cuales puede ser aprehendido el ser de los entes (las categorías). Teología y ontología constituyen, pues, las dos direcciones en que Aristóteles desarrolla la filosofía primera. Esta duplicidad habrá de resultar decisiva en el desenvolvimiento de la filosofía subsiguiente; de ella proviene la esencia ontoteológica de todas las metafísicas posteriores.

No obstante, Aristóteles nunca escribió el tratado de Metafísica que conocemos. Los catorce libros que componen dicho texto fueron reunidos después de su muerte, tomándose como criterio las conexiones y puntos de contacto entre materiales que habían sido redactados en tiempos y circunstancias distintas y con propósitos muy diversos. No es entonces que la teología y la ontología fuesen desarrolladas desde la perspectiva de su articulación unitaria, sino que se trata de dos momentos diferentes de la

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producción intelectual aristotélica: la teoría del motor inmóvil corresponde a los escritos tempranos, al período en que Aristóteles era todavía miembro de la Academia de Platón, la teoría de las categorías y su orden, pertenece en cambio al Aristóteles tardío. Con todo,

la doble dirección (ontología y teología) de los estudios que fueron compilados bajo el nombre de Metafísica —cuya acuñación no designa más que el lugar en que fueron colocados en la edición de Andrónico de Rodas: los escritos que siguen a los tratados de física— esta doble dirección marca la pauta de la filosofía posterior. Pues a pesar de que el nombre de “metafísica” no se deriva del contenido temático de los escritos aristotélicos editados bajo dicho título, pronto aparecieron las justificaciones de su pertinencia: la metafísica entendida como doctrina de las cosas que están más allá de la física, las cosas suprasensibles. Esta acepción domina por entero la historia de la filosofía

occidental. Metafísica es desde entonces el conocimiento del ente en cuanto ente y del ente en total, lo mismo que el conocimiento del ente supremo a partir del cual se determina el ente en total: Dios, lo más elevado de todas las cosas. El problema de la falta de una suficiente aclaración de la conexión entre ontología y teología en la metafísica aristotélica encuentra su pretendida superación en la metafísica cristiana. La totalidad de los entes pasa a ser dividida en tres grandes regiones: Dios, la Naturaleza y el hombre. De estas tres regiones se ocupa respectivamente la teología, la cosmología y la psicología, juntas forman la llamada metaphysica specialis; mientras que del estudio del ente en cuanto ente, el ente en general, se ocupa lametaphysica generalis.

Con el advenimiento de la modernidad surge la preocupación por fundamentar la metafísica como ciencia rigurosa. La búsqueda de los criterios de certidumbre del conocimiento representa la problemática central de la filosofía moderna, en torno a ella giran las principales discusiones entre los autores más representativos de la época. Se exige para la metafísica un rigor y una solidez semejantes a las de la física. Se piensa que la matemática concebida como ciencia universal del orden puede proporcionar el cumplimiento de esa exigencia. En los siglos XVII y XVIII el cultivo de la metafísica atiende principalmente al establecimiento de los criterios normativos del saber y de las posibilidades de su aplicación fuera del mundo empírico. ¿De qué se puede tener certidumbre y cuáles son sus límites? Esta nueva orientación del quehacer metafísico, que antes de dirigirse a su objeto se cuestiona sobre las condiciones de posibilidad de su conocimiento, tiene como fundamento la nueva posición que el hombre pasa a ocupar en el mundo moderno. La modernidad es el movimiento de la liberación del hombre de la autoridad de la Iglesia y de la fe y, como consecuencia de esta liberación, el surgimiento de una nueva posición en la que la única autoridad que se reconoce es la de la razón fundada en sí misma. La figura del ego cogito cartesiano como fundamento único de certidumbre constituye el reemplazamiento del Ente Supremo de la metafísica medieval por la Razón como instancia única de legitimidad y de validez en toda empresa del conocimiento. Sólo es verdadero aquello que es transparente a la razón, aquello que la

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razón puede poner a disposición del representar humano y mantenerlo dentro de los límites de su certeza, cuyas reglas provienen de la razón misma. La consolidación de la física-matemática moderna como modelo de cientificidad pone en circulación la convicción de que el éxito de toda empresa cognoscitiva depende del proceder metódico y del rigor sistemático de su realización.

La confianza en el poder de la razón regida estrictamente a partir de reglas que se fundan en ella misma, abre el camino a la idea de que ningún sector de la realidad, tampoco el de los problemas de la metafísica, puede resistirse a su potencia y capacidad. Pero igualmente da lugar también a la creencia de que la auténtica y única función de la razón es la auscultación de la naturaleza y su disposición al servicio del hombre. Mientras el siglo XVII se distingue por la aspiración a la construcción de grandes sistemas metafísicos, el XVIII se caracteriza por la posición contraria, por acabar por ver en el cultivo de los problemas metafísicos tradicionales un campo temático inútil y sin sentido. En lugar de las explicaciones generales sobre la esencia de las cosas o sobre la búsqueda de sus causas últimas, la atención del hombre debe concentrarse en la simple observación de los fenómenos y de sus encadenamientos empíricos. El materialismo mecanicista del siglo XVIII surge como una reacción contra la metafísica anterior. Todos los procesos de la naturaleza, todo el orden de las cosas se reduce por completo a la materia y a su movimiento. Los problemas relativos al mundo suprasensible son pseudoproblemas. La esfera de lo que se suele denominar espiritual no es más que un epifenómeno del acontecer material. No hace falta reflexionar mucho para advertir que esta nueva visión no supone la cancelación de la metafísica en cuanto tal, sino que constituye más bien la sustitución de una metafísica por otra, en la medida en que se trata de la elaboración de una nueva concepción de la totalidad de lo existente.

Este es el estado de cosas con el que se encuentra Kant. Por un lado la existencia de grandes construcciones metafísicas inconsistentemente elaboradas debido a la ausencia de una previa crítica de los alcances de la razón humana: una metafísica dogmática –dirá Kant. Por el otro, la convicción de que la metafísica en cuanto tal, catalogada tradicionalmente como la reina de las ciencias, constituye de suyo un campo de problemas sin sentido o una empresa imposible para la razón humana. Fue Hume, dice Kant, quien lo hizo despertar de su sueño dogmático. Kant se apropia por su cuenta del propósito principal que Hume se planteó respecto de la construcción de una ciencia de la naturaleza humana: la determinación de los alcances y límites de la razón. La Crítica de la Razón Pura tiene como objetivo capital responder a la pregunta por las condiciones de posibilidad internas de la metafísica mediante el análisis riguroso del uso de la razón respecto de los problemas que trascienden la esfera del mundo empírico. Como sabemos, la conclusión a la que llega Kant es negativa: el uso especulativo de la razón no puede

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conducir a conocimientos firmes, la metafísica no es posible como ciencia. Este resultado, sin embargo es altamente provechoso: la razón humana obtiene un gran beneficio, dice Kant, si es capaz de establecer la línea de demarcación entre lo que se puede saber legítimamente y lo que no. Por otra parte, no queda excluida la metafísica en su totalidad. La única dimensión en la que la razón no puede tener control de su propio desempeño es sólo la metaphysica specialis (el conocimiento del ente suprasensible) no así la determinación del ente sensible: la metaphysica generalis. En la propia búsqueda del establecimiento de los límites y alcances del conocimiento reside el carácter ontológico de la investigación emprendida por Kant. Pues no se trata sólo y exclusivamente de la determinación de la capacidad de nuestras facultades cognoscitivas, sino también y en la misma medida de la determinación de la naturaleza y estructura del objeto del conocimiento. En ese sentido, la Crítica de la Razón Pura es una ontología del ser del ente empírico en su totalidad.

Con Kant se inicia el movimiento del denominado idealismo alemán. Fichte, Schelling y Hegel son sus principales exponentes. El desarrollo de la filosofía trascendental iniciada por Kant y la búsqueda de las condiciones de la fundamentación de la metafísica como ciencia siguen siendo la tarea principal. Es Hegel la figura predominante. El denominado sistema de la dialéctica especulativa es la elaboración última que la filosofía hegeliana ofrece como la fundamentación y el establecimiento definitivo de la metafísica como ciencia. La auténtica figura en que existe la verdad no puede ser más que el sistema científico de ella, pues lo absoluto es concepto y en esa misma medida la exposición sistemática es su única representación adecuada. Hegel estaba convencido de que todo el pensamiento

anterior no era más que el camino que conducía a su sistema, presentado como la verdadera realización de la filosofía. Por eso el sistema hegeliano representa la figura en la que la metafísica llega a su consumación propiamente dicha: lo absoluto puede ser objeto legítimo de conocimiento. Pero lo absoluto no es lo suprasensible puro trascendente al mundo; lo absoluto es inmanente a lo finito y empírico y tiene en esta dimensión su única y auténtica realidad.

Ahora bien, el pensamiento hegeliano es el último gran sistema de la historia de la filosofía. Fuera de los ulteriores intentos de Husserl de establecer en el método fenomenológico la constitución de la filosofía como ciencia, prácticamente todo el pensamiento posterior al idealismo clásico alemán se caracteriza por rehuir del espíritu de sistema. En Marx, Nietzsche y Kierkegaard, la filosofía hegeliana encuentra sus más inmediatos oponentes. Los dos primeros por cuanto reniegan del carácter teológico de toda la metafísica, incluyendo la de Hegel; Kierkegaard, al contrario, porque coloca el valor de la fe por encima del saber. Al margen de sus diferencias, las posiciones marxista y nietzscheana comparten un propósito común: la desmitificación de la metafísica como

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conocimiento de lo suprasensible y de su necesidad. Pero se trata estrictamente de la metafísica tradicional, no de la cancelación de toda ontología en cuanto tal. Independientemente de las discrepancias de Marx con Hegel, el pensamiento marxista se mueve dentro de la órbita de la dialéctica hegeliana. Mediante la inversión de ésta, el marxismo elabora una nueva ontología del ser social en oposición a las interpretaciones metafísicas de la historia, cuyo último ejemplar es la de Hegel. Es indiscutible que se trata de un rompimiento con la filosofía tradicional, pero no en manera alguna de la negación de la validez de toda ontología. Lo mismo pasa con Nietzsche, cuya teoría de la voluntad de poder es la concepción ontológica que Nietzsche ofrece a cambio de la metafísica tradicional a la que fuertemente se opone: la negación del mundo suprasensible, la reducción de la totalidad de lo existente a la esfera del mundo empírico concebido como el único mundo real.

Por el lado del positivismo la reacción contra la metafísica tradicional tiene sus propias peculiaridades. El positivismo refrenda las mismas objeciones del materialismo del siglo XVIII: debe prohibirse a nuestra inteligencia toda investigación sobre las causas últimas de los fenómenos, éstos están sujetos a cierto número de leyes invariables que no son otra cosa más que las relaciones constantes de semejanza y sucesión que los hechos tiene entre sí, el objeto del conocimiento se circunscribe al ámbito de las relaciones empíricas. El positivismo no desecha la metafísica por considerarla imposible para la razón humana, sino por pensar que la pretensión de ir más allá de los hechos constituye un paso en falso de nuestra razón. No es que el conocimiento metafísico le sea inaccesible al hombre, lo que sucede es que más allá de la experiencia no hay nada que buscar. Todo lo que existe es físico y como tal pertenece al complejo de la naturaleza. Pero esta concepción fisicalista o naturalista es ya por sí misma una concepción ontológica del ente en su totalidad. Todas las posiciones que niegan la validez de la metafísica como conocimiento de lo suprasensible y restringen la totalidad del ente al mundo empírico no dejan de ser, por ello mismo, posiciones metafísicas. También el neopositivismo o positivismo lógico —al sostener que además de las proposiciones formales (las de la lógica y la matemática pura) las únicas proposiciones significativas son las proposiciones fácticas, es decir, las que son verificables empíricamente— al sostener esto, asume necesariamente una posición ontológica que consiste en recortar la totalidad de lo real en la totalidad de los hechos.

En este recorrido histórico sobre el concepto de metafísica la figura de Heidegger no puede faltar. Se trata de un pensador cuya producción intelectual entera está dedicada a los problemas de la ontología. Desde El ser y el tiempo toda la obra de Heidegger se

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caracteriza por llevar a cabo una interpretación crítica de la historia de la metafísica a partir de lo que su autor denomina la experiencia fundamental del olvido del ser. El olvido del ser es para Heidegger el olvido de la diferencia ser y ente, y abarca la historia entera de la filosofía. Toda metafísica desde Aristóteles hasta Nietzsche, dice Heidegger, en la medida en que concibe el ser como fundamento, piensa el ser desde su referencia al ente. Pero el olvido del ser en cuanto tal no es una omisión de la metafísica en el sentido de un defecto o error, sino un rasgo de su naturaleza propia. La metafísica, concebida desde Aristóteles como indagación de los primeros fundamentos y causas, es, para Heidegger, una dimensión cerrada a la posibilidad de la experiencia del ser como develamiento.

Heidegger hace hincapié en que desde su comienzo propiamente dicho, con Platón y Aristóteles, la metafísica se inscribe en el ámbito de la interpretación técnica del pensar. La filosofía es concebida como “técnica de aclaración desde las últimas causas... el procedimiento del meditar se pone al servicio del hacer y del ejecutar”. Este fenómeno también está ligado al olvido metafísico del ser: “el ser como elemento del pensar ha sido abandonado en la interpretación técnica del pensar” a la cual pertenece originariamente la metafísica. Por eso el olvido del ser no es una limitación de ésta que pueda corregirse dentro de ella misma. La experiencia del ser como develamiento representa un salto fuera de la dimensión del pensamiento tradicional.

No es extraño, entonces, que para Heidegger la consumación de la metafísica sea el dominio planetario de la técnica contemporánea. Sólo a la luz de la interpretación de la metafísica como técnica de aclaración de fundamentos y causas puede entenderse cómo y por qué Heidegger declara que la consumación de la metafísica es la cibernética, que esta consumación es la reconcentración de sus posibilidades más extremas y que por ello es menester salir de la dimensión técnica del pensar, es decir, salir de la metafísica, en cuyo final se encuentra situado el hombre contemporáneo. Toda reflexión sobre lo que ahora es, dice Heidegger, sólo puede prosperar si se mantiene un diálogo con la historia de la filosofía, pues en la configuración

científico-técnica del mundo contemporáneo se cumple en su máxima plenitud el sentido esencial de todo el pensamiento filosófico occidental en su conjunto. La importancia que Heidegger le atribuye a la modernidad a este respecto es decisiva. La modernidad abre el ámbito del dominio técnico del mundo, cuyo despliegue planetario se consuma en la época actual. La agudeza de Heidegger estriba en desentrañar el sentido ontológico de los fenómenos que caracterizan la época moderna y mostrar la pertenencia esencial de la configuración del mundo contemporáneo al proceso histórico que se inicia con ella. Según él, sólo a la luz de una reflexión sobre el significado de la técnica como destino histórico, cuyo origen se remonta a la antigüedad clásica y cuya consumación se inicia en la modernidad, puede el hombre actual hacerse cargo de su situación histórica fundamental.

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Otra figura importante, respecto del significado y sentido del concepto de metafísica en el panorama de la filosofía actual, es Bergson. Seguramente se trata de un pensador de menor estatura que Heidegger y por lo mismo menos leído y menos nombrado, pero al fin y al cabo de un filósofo que asume una posición propia. Para Bergson la tarea principal que le corresponde a la filosofía por lo que respecta a la metafísica es su deslinde de la ciencia positiva. El conocimiento, dice Bergson, transita en dos direcciones completamente distintas: una es la de la disposición de su objeto en vista de la medida, a través de relaciones y comparaciones; la otra es la interiorización directa e inmediata en la esencia del objeto. El primer método, agrega Bergson, conviene al estudio de la materia y el segundo al del espíritu. Bergson denomina respectivamente ciencia y metafísica a estos dos conocimientos.

La dirección que sigue el conocimiento cuando procede a establecer relaciones y comparaciones a través de las cuales describe y analiza su objeto, desemboca en la obtención de un saber meramente relativo del mismo, pues todo análisis es, dice Bergson, una traducción, un desarrollo a través de símbolos por cuya mediación expresamos una cosa en función de lo que ella no es, a diferencia del otro camino que consiste en instalarse de un salto en el interior del objeto y en virtud del cual se alcanza la aprehensión de su esencia absoluta. En esta dirección no se requiere de símbolos ni de esquemas de traducción ningunos, aquí opera sólo la intuición como un acto puro por medio del cual se aprehende de manera directa e inmediata lo que la cosa tiene de única e inexpresable. La ciencia positiva, dice Bergson, trabaja ante todo sobre símbolos, la metafísica en cambio es una ciencia que puede prescindir de ellos.

Hay por lo menos una realidad que todos aprehendemos desde adentro, por intuición y no por simple análisis. Se trata de nuestro propio ser en su fluencia a través del tiempo. Este es el auténtico objeto de la metafísica: nuestro yo como “yo que dura”, el tiempo como tiempo vivido, como duración pura, cuya esencia no puede ser captada más que por intuición. Esta intuición reside ante todo en la duración interior, es, dice Bergson, “la visión directa del espíritu por el espíritu”. Bergson hace hincapié en la necesidad de pensar la esencia del tiempo fuera del horizonte de la ciencia positiva. Sostiene que el pensamiento científico como prolongación del uso de la inteligencia al servicio de la vida proporciona un concepto de tiempo inerte y vacío que nada tiene que ver con el tiempo real, con la duración pura. La metafísica tiene su propio objeto y su propio método, es un error querer fundarla a partir del modelo proporcionado por la idea de la ciencia.

El recorrido que hemos hecho muestra claramente la importancia del quehacer de la metafísica a lo largo de toda la historia de la filosofía. Indudablemente falta la incorporación de muchos nombres, como hacen falta también muchos pormenores,

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matices y precisiones, pero es un hecho que los autores aquí mencionados representan las figuras más relevantes de la filosofía occidental.

PROBLEMAS ONTOLÓGICOS (PROBLEMA DEL SER)

La ontología suele identificarse con la metafísica, la cual es aquella parte de la filosofía que se ocupa en determinar el por qué de las cosas. Para Aristóteles la metafísica se ocupará de los primeros principios y las primeras causas de las cosas. Esta filosofía primera, metafísica, es la que deberá explicar los fundamentos últimos de todas las cosas.

De este modo, podríamos decir que la metafísica de Aristóteles es una teoría del ser o una ontología. Pues bien: “preguntarse sobre el sentido del ser equivale a tratar de explicar la sustancia del universo, siempre que entendamos por sustancia el sustrato último, la base o punto de apoyo de la realidad. Así, Aristóteles no se preocupa de aquellos elementos del ser que pueden ser variables y contingentes, sino de aquellos que son constantes y comunes a todos los individuos.”

Aristóteles no busca definir el ser de las cosas por sus accidentes, sino por lo que él denomina sustancia, es decir, por aquello que no cambia o bien, que permanece invariable. Por ejemplo, lo sustancial en el hombre es que sea racional y viva en sociedad, y accidental será que sea alto, delgado, blanco, moreno, etc.

Los primeros filósofos de la antigüedad griega (Tales de Mileto, Anaxímenes, Anaximandro) tienen como problema fundamental un problema metafísico. El mundo sensible es un mundo cambiante, en un eterno nacer y morir (ser y no ser). En otras palabras, el mundo a los ojos del hombre aparecen como lleno de contrariedades. Ante esta visión cambiante del mundo natural, los filósofos griegos se preguntan ¿cuál es el verdadero ser de las cosas? ¿existe un principio al que en medio del cambio infinito (generación y corrupción) se le puede considerar como permanente y estable? Llegar a conocer este principio explicativo de las cosas es sólo posible por la vía del logos o de la razón y no por vía de los sentidos que sólo registran un mundo de contradicciones y de meras apariencias.

El problema del ser, visto antológicamente, es sólo una parte o enfoque sobre la pregunta del ser en general; incluso, para algunos no habría diferencia entre Ontología y Metafísica. Pero, preferimos diferenciar ambas disciplinas, así que hablaremos del problema del ser desde el punto de vista de las formalidades de los objetos materiales o concretos.

Lo primero que se debe explicar es que todo lo que existe en la realidad como seres concretos, son seres orgánicos e inorgánicos, y dentro de esta realidad no existen más seres; pero en una realidad abstracta hay seres que existen, pero no son concretos.

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Lo segundo es el nombre de cada ser, que no es lo mismo qua cada ser; por ejemplo, tú no te agotas en el nombre Pedro, eres más que eso.

En tercer lugar, la forma como se utiliza el concepto ser es, a veces, a manera de afirmaciones: “yo soy un ser humano, racional, etc.”, y, otras, como un atributo: “ser bueno, honesto, malo, etc”. Asimismo, el concepto ser es una relación al actuar como verbo.bueno, honesto, ser malo, etcétera”. Asimismo, el concepto ser es una relación al actuar como verbo.

En cuarto lugar se explica que lo que soy, en parte son mis características, que en conjunto conforman mi ser.

ONTOLOGIAINTRODUCCIÓN

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La metafísica se centra en la naturaleza de la realidad última, este estudio se divide en Ontología, que es el estudio de los principios que componen el universo, y de la metafísica propiamente hablando, que estudia los rasgos generales de la realidad. La metafísica permite realizar un análisis acerca del ser y su trascendencia, a través de la realidad, al principio estas cuestiones se dieron respecto al cosmos y el principio del arjé, pero luego fue evolucionando hacia el hombre y su papel como ser en el entorno que le rodea.

La metafísica como ciencia siempre ha sido un punto fuerte de discusión para los filósofos, ya que es difícil establecer un principio que explique porque el hombre es ser, vivo, pensante y mucho más tratar de otorgar un método que asista en la carrera continua del hombre para ser mejor, es decir que permita que las capacidades especiales que reconocen al hombre como algo especial se desarrollen completamente y permitan llegar al ser. La metafísica es importante en las “ciencias” de la filosofía, pues define al hombre como hombre y lo reconoce como un ser superior que trasciende.

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Identificar las características de la metafísica en la filosofía a través de la historia

OBJETIVOS ESPECIFICOS

-Reconocer la importancia de la metafísica como ciencia del ser

-Comprender las características de la metafísica en cada una de las épocas de la filosofía

- Explicar cuales fueron los principales filósofos de cada época y en que consistían sus puntos de vista

VOCABULARIO

APEIRÓN: El principio de todas las cosas según Anaximandro, es una sustancia intangible, invisible e infinita.

DEMIURGO: Es el responsable último de la creación del universo material, que atrapa la esencia divina de la humanidad.

DEVENIR: Realidad entendida como proceso de cambio, proceso mediante el cual algo se hace o llega a ser.

DOGMA: Punto capital de un sistema, filosofía o religión que es proclamado cierto e innegable

METAFÍSICA: Disciplina filosófica que trata de la esencia de la realidad total y entraña una concepción total de la vida y del universo.

SER: esencia o naturaleza, ente

SUSTANCIA: Lo que hay de permanente en un ser, a lo cual son inherentes las cualidades estados y actividades perceptibles

RACIONALISMO: Doctrina epistemológica, opuesta al empirismo que considera a la razón como fuente principal y única del conocimiento humano en general.

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REALISMO: Afirma la existencia de objetos reales independientes de la conciencia y asequibles a nuestras capacidades cognoscitivas.

ONTOLOGÍA Y METAFÍSICA

La metafísica es la filosofía primera según Aristóteles, fue llamada así por el filósofo peripatético griego Andrónico de Rodas en el siglo I a. C. (año 70 a. C.), cuando recopilo los 14 libros de Aristóteles que estaban “más allá de la física”. Esta palabra a adquirido un carácter que la hace referirse a cosas que trascienden la realidad humana, que no pueden ser explicadas por leyes o causas. Al contrario, para la filosofía la palabra se refiere a todo lo que es la realidad. El nombre más reciente que se le ha dado es el de ontología (óntos-lógos, ciencia o tratado del ente, o idea del ser), fue utilizado por primera vez por Johannes Clauberg (1974), se popularizo en el siglo XVII y en el siglo XVIII con Christian Wolf. Tanto así los dos nombre pasaron a se sinónimos, aunque en la filosofía contemporánea tienen significados ligeramente distintos aunque ambos sean derivados de la ciencia Metafísica.

La diferencia entre la metafísica y la ontología esta en que la primera investiga los principios de la realidad, y como esta realidad es en todos los universos, esta adquiere un carácter más general y abstracto. La ontología en cambio, estudia las divisiones ultimas de este universo, porque lo que se centra más en la parte física de la modo humano. La ontología o metafísica tuvo origen es las preguntas acerca del hombre por parte de los griegos y al igual que la metafísica fue adquiriendo matices distintos en las diversas épocas históricas.

ONTOLOGÍA GRIEGA

Los primeros paradigmas fueron la pregunta por el cosmos, es decir comprender el principio del arjé ( de donde nacen las cosas y a adonde revierten cuando mueren), y el de esta totalidad que nace y muere a la cual denominaron Physis (naturaleza). Estas preguntas fueron planteadas por los presocráticos a quien Aristóteles denomino “fisiólogos”. La pregunta sobre ¿Que es lo que es?, brota del principio del Physis, las sustancias que tienen un ciclo y que son el modo primerísimo del ser y conforman esta naturaleza. A su vez el Arjé es el principio generador de la Physis de donde vienen y a donde llegan esas sustancias, donde las cosas se reducen a él aunque él no se reduzca a ninguna. Respecto al arjé se dieron distintas propuestas, de las cuales se distinguen dos clases; los principios físicos, como principio que son elementos materiales, de la naturaleza , y los principios lógicos, cuando el arjé era indeterminado, un producto del pensamiento, es decir, no era natural ni material.

Tales y Anaxímides, destacaron cada uno con el agua y el aire como el arjé. Después surgió el Apeirón, planteado por Anaximandro, que contenía toda causa de nacimiento y destrucción del mundo, pero el mismo era inmutable. También esta el ser como principio, que fue planteado por Parmenides de Elea quien lo explico como el ente que constituía todas las cosas y les daba su existencia, pero es perceptible nada más que por la razón. Este ser es lo permanente e inmóvil que puede ser captado por nuestra razón, a diferencia de la realidad o el devenir que es captada por los sentidos y es la apariencia mudable y cambiante de este.

Platón en cambio dividió la realidad en dos esferas; la esfera o mundo inteligible, de las ideas o formas perfectas, eternas o indivisibles y el mundo sensible, es decir el devenir, lo

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material y lo conocido a través de los sentidos. Para platón la verdadera y necesaria realidad se encontraba en el mundo de las ideas, pues no esta sujeto a cambios ni a corrupción, sino que están descritas siempre sin contradicciones, el mundo real era en cambio sombrío y cambiante a los sentidos, son la sombra de las ideas. Para ejemplificar esto Platón expuso el mito de la caverna, en el cual muestra a la humanidad prisionera de una caverna que confunde las sombras proyectadas en una sombra con la realidad y considera al filosofo como una persona que penetra el universo fuera de la caverna de la ignorancia y alcanza una visión de la verdadera realidad, el mundo de las ideas. Sin embargo existe aún un problema pues era difícil separar las cosas de las ideas ya que estas eran las causantes de las otras, esta cuestión fue tratada de resolver con la postulación del Demiurgo, un ser creador que relacionaba los dos mundos, sin embargo esta respuesta no fue totalmente satisfactoria por lo que Aristóteles presento otra en el que el ser es Sustancia. Esta sustancia es una combinación entre potencia y acto, entre aquello que puede ser (pero todavía no es) y aquello que ya es (también conocido como materia y forma). Las cosas eran un compuesto de materia y forma, y lo que distinguía una cosa de otra eran los accidentes que caracterizaban su forma. Estos eran percibidos por los sentidos pero no eran estos la sustancia sino solo la diferencia.

ONTOLIGÍA MEDIEVAL

La época medieval se caracterizo por el surgimiento de filósofos cristianos, quienes intentaron acomodar la idea de la Physis a la de Dios. Es decir que para ellos la physis es la creación. La doctrina cristiana se constituyo por dos dogmas principales, el dogma trinitario, en el cual en Dios hay una sola sustancia en tres personas distintas y el dogma cristológico, que distingue una sola persona, Cristo, como hombre y Dios perfecto, unión de las dos naturalezas divina y humana.

En esta época se tomaron las mismas categorías metafísica griegas y se adecuaron al cristianismo, por lo que es criticada por ser una época oscura para la filosofía sin embargo, respecto a esto Zubiri escribe

“El cristianismo tiene una idea del mundo distinta ala de los griegos. La idea de mundo fue uno de los más importantes puntos de encuentro del cristianismo con la filosofía, y lo que forzó a los pensadores cristianos a elaborar un pensamiento filosófico propio, Puede decirse que originariamente toda la radical innovación que el cristianismo introduce en la filosofía es una nueva idea del mundo. Mientras los metafísicos cristianos, salvo en puntos concretos, absorben, depuran y elevan la metafísica griega, en cambio rompen con esta por su idea del mundo. Y ante todo por la raíz de este: el mundo esta “creado”. Este es su carácter último y para muchos pensadores un carácter formal e intrínseco del mundo en ciato tal. Mundo es entonces la totalidad del ente creado qua creado. Con ello, la metafísica se convierte en teoría de la creación”.

Para los escolásticos medievales el objeto propio de la metafísica fue un motivo de gran preocupación y se ocuparon en gran medida de las relaciones entre la metafísica y la teología. Agustín de Hipona reconcilia el pensamiento platónico con el dogma cristiano, esta obra se resume en la sentencia de “cree para entender”, pues la verdad buscada por la filosofía era Dios, y su acción intelectual quien es Cristo. En ontología San Agustín identifico a Dios con Ser, por ser el la identidad, la esencia. Dios es para el la inteligencia que contiene las ideas de las cosas del mundo sensible, esto significa que todas las cosas son obra e inspiración del El.

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En esta época se manifestó el problema de los universales, que es la pregunta sobre el tipo y el conjunto de todo aquello que se asume como existente, es el nombre que se le da a un conjunto de cosas que comparten alguna característica, por ejemplo Hombre (cuando no referimos a todos los hombres), caballos, libros, etc. El problema surge cuando no se sabe real la existencia de estos términos. Boecio expreso especto a esto que lo universal no podía ser sustancia, pues esta es singular (las cosas son singulares), y que lo universal era inmaterial y existía unido y confuso a los accidentes de las cosas (las cosas son universales , sin embargo esta proposición resultaba problemática para los filósofos a la hora de explicar la Trinidad la unidad de tres sustancias en una sola.

En la época medieval cabe destacar dos corrientes contrarias, el realismo y el normalismo, que intentaban dar respuesta a la pregunta sobre los universales. Los realistas pensaban que lo universal existe como una sola cosa, y que la existencia de las cosas estaba premeditada por la existencia de los universales. El más importante realista fue Santo Tomás de Aquino. El describió la metafísica como “la ciencia de la verdad, no de cualquier verdad, sino de aquella verdad que es el origen de toda la verdad, esto es, que pertenece al primer principio por el cual las cosas son. La verdad que pertenece a tal principio es, evidentemente, la fuente de toda la verdad” (Contra Gent., I, 1,2). Esto da como resultado que Dios sea el objeto de la metafísica y a la vez sea el estudio de el ser o el ente, lo que da a pensar en una subordinación ante la teología por parte de la física, que es justificada por Santo Tomás por un acuerdo fundamental entre estos dos que dan como resultado la metafísica. Para Santo Tomás el propósito de la metafísica era el conocimiento de Dios a través de los seres finitos sensibles.

Los nominalistas, al contrario, consideraban los universales como irreales y abstracciones del pensamiento, pues para ellos pensar en la realidad de los universales era limitar la inteligencia y el poder de Dios.

El principal nominalista fue Guillermo de Ockham, quien considero a los universales como meros instrumentos del lenguaje que tomaban el lugar de las cosa cuando se hablaba de ellas. Lo universal eran simples términos para designar las cosas.

ONTOLOGÍA MODERNA

Los filósofos modernos fueron muy influidos por los avances de la ciencia experimental y la matemática, por lo que intentaron desarrollar ideas que concordaran con esos conocimientos. Esta búsqueda planteo la postulación del sujeto cognoscente, como el fundamento de la realidad.

El conocimiento de la metafísica en la época moderna se caracterizo por ser a priori es decir, que deriva solo de la razón, para que se diferenciara del conocimiento a posteriori, que lo hace solo de la experiencia.

Con Descartes se inicia este periodo y se inaugura la subjetividad, que planteaba la necesidad de postular un principio de verdad para postular una verdad. El yo-pienso, se convierte en el primer principio indudable de la nueva filosofía. La metafísica dará en teórica critica del conocimiento, y la ontología no tratará el ser, sino de la idea del ser.

El racionalismo será la primera corriente filosófica que se desarrollara en este siglo, y a su vez esta desencadenara otras corrientes que serán muy importantes en el pensamiento moderno y que culminaran con el pensamiento de Kant, Hegel y Comte. Este trata acerca

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del conocimientoa priori, principios derivados del conocimiento de la razón. Se subdividirá en el monismo y en el dualismo. El monismo será una corriente que creía que solo existía una sustancia básica, el “monismo idealista” sostenido por el irlandés George Berkeley decía que la sustancia es mental; el “monismo materialista” aseguraba que solo es física, y era seguido por el inglés Tomas Hobbes, y el “monismo neutro” afirmaba que la materia no es ni solo mental ni solo física, y era seguido por el holandés Baruch Spinoza. Este último filósofo expuso una visión panteísta de la realidad en la que el universo es similar a Dios y cada cosa lo contiene a Él.

El dualismo será la corriente liderada por Descartes, según el cual el cuerpo y el alma son unidades diferentes (substancialmente unidas en el hombre) y constituyen las únicas sustancias del universo. Para Descartes, la metafísica es una prima philosophia, que trata de cuestiones de ka existencia de Dios y la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre.

Todas las corrientes racionalistas creían que la realidad es de carácter racional y que el criterio para llegar a la verdad estaba en la conciencia.

La corriente contraria al racionalismo se llamo empirismo, esta consideraba los sentidos como el criterio más adecuado para llegar a la verdad. Según esta, son las sensaciones las que componen las ideas y por lo tanto la realidad solo e perceptible mediante los sentidos. Estas doctrinas se derivan del conocimiento a posteriori, para la cual este no es una representación de la realidad sino solo un reflejo de las percepciones humanas. Para los empiristas, toda especulación que no derivara de la experiencia era un sinsentido u por lo tanto la metafísica tradicional no aportaba ningún contenido real. De esta corriente se destacan David Hume, John Locke y George Berkeley.

De esta época al principio de la modernidad, muchos autores rechazaron a la metafísica como ciencia por ser una realidad trascendente, y que contrariaba los principios de realidad objetiva que caracterizaban la época. Se destaca el caso de Hume, quien dijo que todo conocimiento en conocimiento de hechos o de relaciones de ideas deja sin base el conocimiento de cualquier objeto metafísico y que por lo tanto la metafísica no existe. Augusto Comte. También escribió: “La metafísica, como la teología, trata sobre todo de explicar la naturaleza íntima de los seres, del origen destino de las cosa..., pero en lugar de operar con los agentes sobrenaturales propiamente dichos, los reemplaza cada vez más por esas entidades o abstracciones personificadas, cuyo cuso verdaderamente característico a permitido designarla con el nombre de ontología”

Estas corrientes derivaron en Kant, quien creo una filosofía crítica distinta llamada “trascendentalismo”. Su obra es agnóstica pues niega la posibilidad de un conocimiento estricto de la realidad última, es empírica pues afirma que el conocimiento deriva de los sentidos y es racionalista pues mantiene el carácter a priori en estos principios empiristas. El sin embargo distingue otro propósito distinto al de estas vías filosóficas; definir los límites del conocimiento humano o encontrar las condiciones de la posibilidad de conocimiento en general. Inmanuel Kant trata de negar la metafísica para “fundarla” ante la crítica, y demuestra que no hay posibilidad de juicios sintéticos antes de la experiencia en metafísica. Por este punto la metafísica se convierte de una ciencia teórica, a una razón practica, en la cual es más una realidad moral que una ciencia. Para Kant los conocimientos de la razón son necesarios para aplicarlos a la experiencia, ya que solo en esta se manifiestan, así ya sean anteriores. Para el de las cosas solo podemos conocer

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sus impresiones en cada uno de nosotros, a esto es lo que llamó fenómeno. Esto es lo que nuestra cabeza descubre a partir de la experiencia que no son sino datos o intuiciones del ser. La lógica de estos racionamientos es la que hace a la experiencia trascendental, tanto a la real como a la posible. Lo que Kant quería demostrar es que el conocimiento solo era alcanzable en los terrenos de la experiencia, y que por lo tanto la razón estaba delimitada por esta; el error estaba en que la razón fuera tomada como las ideas constitutivas de las cosas, cuando no eran más que ideas regulativas. La metafísica debía tener un “uso”, servir para la vida practica, para la moral. Las ideas no debían dar razón de la existencia; si más bien regular el conocimiento humano. La filosofía a partir de esto empezó a conocerse como epistemología. Kant también intento reconciliar ciencia y religión, realizando una critica desde la lógica, para llegar a un mundo de dos niveles; este mundo incluye los moumena, objetos concebidos por la razón pero no percibidos por los sentidos, y los phenomena, las cosas tal y como aparecen en los sentidos y que son accesibles al estudio material. En este orden, Dios, la libertad y la inmortalidad humana son para Kant son realidades moumenales que se asimilan a través de la fe moral y no del conocimiento científico.

En el siglo XIX los críticos del kantismo tomaron dos vías opuestas respecto a la metafísica, que revivieron el problema del ser; el idealismo y el positivismo.

El idealismo negó la crítica de Kant en sus explicaciones a la metafísica trascendental y rechazaron el concepto de las cosas en-sí-mismas, este movimiento fue liderado por Wilhelm Friedrich Hegel, quien consideraba incorrecta la teoría de que la realidad última no puede ser entendida. También creía que los mayores logros del espíritu humano (ciencia, cultura, religión y estado) no son resultados de procesos mentales que se dan naturalmente sino que son concebidos y mantenidos por la dialéctica. Hegel consideraba al ser como devenir, un movimiento continuo del cual la razón pretendía explicar las estructuras lógicas. La realidad esta constituida por relaciones de negación. Para continuar en movimiento y cambiar de una cosa a otras, se debe renunciar a lo que se es anteriormente para conseguir ser algo distinto. La realidad, es el cambio de las cosas en la negación de unas con otras. El pensamiento es el único capas de reducir este problema para poder comprender las relaciones entre contrarios, por esto supera el devenir y se convierte en el ser mismo de la realidad, por lo que esta comienza a ser solo en el pensamiento. Hegel intenta construir una filosofía capaz de explicar la naturaleza y el hombre, el pasado y el futuro, toda la realidad de forma absolutamente completa. De el idealismo derivan otras teorías metafísicas, como el la época prekantiniana. Entre estas últimas teorías metafísicas sobresalen el empirismo radical o pragmatismo (modalidad metafísica expuesta en Estados Unidos por Charles Sanders Peirce, desarrollada por William James y adaptada como instrumentalismo por John Dewey), el voluntarismo (cuyos máximos representantes fueron el filósofo alemán Arthur Schopenhauer y el estadounidense Josiah Royce), el fenomenalismo (patente en los escritos del pensador francés Auguste Comte y del filósofo británico Herbert Spencer), la evolución emergente o evolución creativa (definida por el francés Henri Bergson) y la filosofía del organismo (elaborada por el matemático y filósofo británico Alfred North Whitehead.

La otra corriente filosófica importante derivada de las ideas de Kant es el positivismo. Las ideas de Comte son contrarias a las de Hegel y expresan que lo único real y existente es lo que puede ser experimentado, medido y catalogado a través del método científico.

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Esto quiere decir que las preposiciones de la metafísica son verdaderas, pues no derivan de la experiencia. Según Comte, la metafísica es un modo de conocer propio de una época de la humanidad, donde las ilusiones de la razón que no tienen base en la realidad positiva, son rechazadas y olvidadas. La metafísica es un modo de conocer propio de una época de la humanidad, destinado a se superada por la época positivista.

Durante la época moderan, la metafísica sufrió muchas diversificaciones de filosofías que la exaltaron y la humillaron, que la relevaron o que la tomaron como centro de su filosofía. Sin embargo, podemos llegar a la conclusión de que a pesar de esto la metafísica es y será uno de los temas más importantes de la filosofía, bien porque se considere el más importante, o bien porque se resista y se pretenda dejar de lado.

ONTOLOGIA CONTEMPORANEA

La negación de la metafísica en el siglo XIX representaba a veces la negación del saber filosófico, lo que resultaba una contrariedad y desemboco en que en el siglo XX surgieran corrientes que refutaran esto. Los principales contradictores fueron la filosofía analítica (principio de la verificación del significado), el existencialismo, el marxismo y el materialismo dialéctico.

De la Ontología contemporánea se destacan tres autores; Nietzshe, Heidegger y Zubiri.

Para Friedrich Nietzshe era necesario derrumbar una serie de supuestos que caracterizaban la filosofía occidental. El principal supuesto era la fábula del otro mundo, que concebía la metafísica como una explicación del ser como parte de otro mundo, explicación que venía desde Platón con su tesis acerca de un mundo de ideas inventada por la razón humana. Para Nietzshe los valores tradicionales (representados por el cristianismo) habían perdido su poder en las personas, a lo cual llamaba nihilismo pasivo. Expreso su idea en la cortante expresión de “Dios a muerto”. Para el Dios estaba justificado en la fábula del otro mundo, desde cuando Platón insto la idea del bien supremo, y esta idea había perdurado en la metafísica a través de la historia. Esta idea estaba representada en los valores tradicionales que enseñaban una “moralidad esclava”, una moralidad de personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión y el conformismo porque los valores incluidos en tales conductas servían a sus intereses. El representante principal de estos valores fue para él el cristianismo, llamado por Nietzshe un platonismo para el pueblo, y era necesario desaparecer esta fábula, para poder iniciar de nuevo con la cuestión primera que se habían planteado los griegos acerca de la Physis y retomar el camino que Platón abandono. Por esta razón, Nietzshe considero su filosofía como un platonismo al revés, pues frente a lo verdadero e inmutable el privilegiaba lo real, lo temporal, mudable e instintivo. La postulación del mundo físico o sensible como el mundo de lo que verdaderamente es. De esta derogación de los valores hacia un principio opuesto, nace la necesidad de crear nuevos valores que reemplazan los tradicionales y conforman a un superhombre. Este superhombre es distinto a las masas, que son como rebaño; en cambio el es independiente e individualista. Siente con intensidad, pero sus pasiones son refrenadas por la razón, vive la realidad, sin centrarse en las recompensas que promete la religión el afirma la vida. El superhombre es un modelo de la “eticidad maestra” que rechaza lo envilecido de la humanidad por la religión, excepto solo lo que es totalmente vital. Para Nietzshe todo acto

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o proyecto humano esta limitado por la voluntad de poder, no solo sobre otros, sino sobre uno mismo, algo que es necesario para la creatividad y que se manifiesta enteramente en su modelo de superhombre. A este concepto de superhombre se le critica su concepción de una sociedad de amos y esclavos y a menudo se le identifica con las filosofías autoritarias. Nietzshe quería responder la cuestión del inicio y composición de las cosas, dejando de lado el platonismo pero no alcanzo su propósito, ya que la locura lo sorprendió en el momento de empezar a elaborar la solución, sin embargo dejo planteado para la posteridad la cuestión de la vigencia de la metafísica.

Martín Heidegger reformula al igual que Nietzshe la historia del la metafísica, pero atacando la subjetividad, la actitud elemental y manipuladora que privaba de sentido al ser y se convertía en un estado de nihilismo, que permitía a los filósofos modernos sobre valorar los alcances y probabilidades de la razón e intentar responder la pregunta de la realidad cuestionándose a sí mismos.

Heidegger comenzó por preguntarse que es el ser y que clase de ser es, esto le llevo a establecer una relación entre el modo de ser de los objetos y de la humanidad, de la estructura del tiempo. Debe hacerse la pregunta acerca del sentido del ser , pues este es algo existente, que no esta fuera del mundo sino que se encuentra en el , como en la existencia humana se encuentra el hombre. Esto no quiere decir que la investigación sea subjetiva, sino que debe partir del hombre porque es el único ente abierto al ser. El individuo, sin embargo, esta en peligro de caer en la rutina, la cotidianidad, desde la cual el hombre es un ser arrojado al mundo y abierto a las cosas como a las demás existencias. En este espacio el hombre se da cuentas de que todas sus esperanzas y proyectos están limitados por la muerte, lo que lo lleva a pensar que su existencia esta destinada a ella y lo hace sentir un sentimiento de angustia, La angustia de reconocer que es un ser arrojado al mundo para morir en el. El hombre es un ser para la muerte, su vid esta fundada en la nada y la existir es solo sostenerse dentro de la nada. Para Heidegger, la filosofía debe reconocer que el hombre es un ente sin ninguna razón para existir. Por lo tanto, el ser que se ha concebido no es posible, pues se fundamenta en cosas que a su vez se fundamentan en la nada, como Dios o el sujeto cognoscente; concepciones de la subjetividad que no tienen sentido pues no reconocen que el hombre y su subjetividad son entes-para-la-muerte. Esto es lo que critica Heidegger a la metafísica, la estructura fundamental del ser que se descubre es el ser-en-el-mundo, el estar-en-el-mundo. Esto es una realidad total, en donde no solo esta el sujeto en el mundo, ni el mundo en el sujeto, ni el mundo como conjuntote cosas. El ser es una totalidad, un misterio, no porque este fuera de toda comprensión, sino porque no es comprensible a través de un solo fundamento o concepto. El seres solo presencia, es la existencia misma. Una existencia para la muerte que hay que afrontar para poder adquirir un autentico sentido del ser y de la libertad.

La época que vivimos es una época sin metafísica, las ideas positivistas a moldeado nuestra cultura al punto de hacer desaparecer la ontología. La realidad no es asunto ya de la filosofía sino de las ciencias empíricas. Esto sin embargo fue promovido por la misma filosofía, que vio la metafísica muy complicada y se dedico a desentrañar los contenidos del lenguaje con la excusa de no caer en los errores de esta misma. Sin embargo, para algunos filósofos contemporáneos, el objetivo del positivismo acerca de vivir sin metafísica a sido catastrófico en el desarrollo de los sucesos de nuestra época, con el desatar de las guerras y los demás problemas actuales. Además de Heidegger, filósofos

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como Nicolai Hartmann, Edmund Husserl y Jean Paul Sastre, representan distintas visiones de la ontología, que coinciden en el rechazo de la filosofía centrada en las esencias, lo universal, y la preocupación por lo concreto y singular; y la utilización del análisis fenomenológico como base de la filosofía.

Para Xavier Zubiri, el hombre es un “animal de realidades” que posee una “inteligencia sentiente”, su función consiste en acerca a la realidad de las cosas sintiéndolas, el hombre es un ser metafísico, abierto al mundo de lo real. El mundo real es lo primero inteligible y se da como ”realidad sentida” es decir que la expresión de la realidad es lo que sentimos; esta realidad es tratada desde el hombre desde distintos ángulos: El entorno, que es todas las cosas que lo rodean y lo que descubre por sus sentidos, este entorno es social, ecológico y técnico, y todos juntos son los que determinan el entorno vital del hombre; El medio, que son los elementos del entorno que el hombre utiliza para sus fines y objetivos, estos elementos son los medios de vida para el hombre. El mundo, que es la totalidad de lo real. El horizonte, el estímulo y el reto para el hombre, es el marco dentro del cual realizará su propia experiencia terrenal y elaborará su propio mundo. La situación, que se establece por la manera como el hombre esta en el mundo, su experiencia, su circunstancia, su situación general; y la Habitad, la manera como el hombre desafía su realidad, la forma como se enfrenta a las cosas.

Es la inteligencia del hombre la que permite al hombre aprehender todas las cosas como reales, aprensión que el denomina logos y que le permiten sentirlas, pero no saber de que se tratan. Es la capacidad de razonamiento la que le permite pasar del entendimiento racional al conocimiento, mediante la razón se conoce de verdad lo que es la realidad y se alcanza el sentido de la existencia humana como ligada y abierta a la trascendencia.

Esta metafísica planteada por Zubiri es una metafísica del hombre en relación con lo otro, con el otro, es una metafísica de la alteridad en la cual el hombre es un ser personal social moral cultural que crea su mundo dentro del conocimiento de su realidad.

5. CONCLUSIONES

La ontología (o metafísica) a sufrido diversas metamorfosis en su manera de ser vista a través de la historia y de cada una de las épocas podemos sacar una conclusión que resume su pensamiento, de los cuales podemos decir:

La ontología griega juzgaba al ser como una composición de cuerpo y alma, y de cada una de estas partes los distintos filósofos griegos plantearon distintas hipótesis, se destacaron la definición de Platón, que decía que las ideas eran verdadero ser y que lo material era solo la cárcel de estas, y Aristóteles, que decía que el ser era una sustancia compuesta por alma y cuerpo.

La ontología medieval consideraba al ser como Dios, que era el ser supremo de toda la creación y a quien el hombre debe fidelidad y obediencia, en esta época se destacaron San Agustín con el realismo y Santo Tomás con el normalismo.

La ontología moderna se destaca por la influencia que tuvo en ella las ciencias y los conocimientos empíricos, la metafísica será tratada después de la razón y no será tan importante el que es el ser sino más bien cual es la idea del ser. De

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esta época se destacan muchos filósofos pero el más importante en la metafísica será Inmanuel Kant con sus ideas acerca del ser libre.

La ontología contemporánea abra casi desaparecido pues se considera que la metafísica por tratar asuntos que son trascendentes y subjetivos no se puede estudiar y saber cual es su esencia en verdad, sin embargo se destacan autores como Hediegger, Nietszhe y Zubiri, cada cual tratando de ver al ser como parte del racionamiento humano y como ser existente que posee una razón para existir, así sea solo ser arrojado al mundo para morir.