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EL PROFETA MUHAMMAD (saws) COMO PERSONA Llegar a Conocerlo, a Amarlo “Aquel que está con el que ama” -Hadíz- Yusuf Sancaktar

EL PROFETA MUHAMMAD (saws)

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Page 1: EL PROFETA MUHAMMAD (saws)

EL PROFETA MUHAMMAD (saws) COMO PERSONA

Llegar a Conocerlo, a Amarlo

“Aquel que está con el que ama”

-Hadíz-

Yusuf Sancaktar

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CONTENIDO

Prefacio

Modesto

El líder

Inteligente

Compasivo

El padre

Generoso

Tolerante

El esposo

Valiente

Leal

Bromista

El amor por los animales

Gentil

Después de Él (saws)

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PREFACIO Cuando mencionamos el nombre del Profeta Muhammad (saws), generalmente lo personificamos en nuestras mentes como una personalidad sublime que no se puede imitar rodeado por una aureola inalcanzable de santidad y de situaciones extraordinarias y milagrosas a lo largo de su vida. Por supuesto, este mecanismo de pensamiento es correcto hasta cierto punto. Esto sucede porque es un ser supremo, glorioso, recto, carismático y un ser humano que está lejos de ser una personalidad histórica. Es el último de los profetas; seres humanos especiales actuando como mensajeros entre los seres humanos y Allah, aunque esta no es toda la verdad sobre él, pues fue un ser humano también y tuvo una misión importante como tal. Ha presentado a la humanidad una religión cómoda y pacífica, y ha enseñado una manera de vivir libremente del clero. Su religión y prácticas han traído “simplicidad” y “sencillez” aplicables para cada individuo a sus vidas. Esta exposición es el fruto de un esfuerzo que intenta derramar una luz sobre las características poco conocidas del Profeta Muhammad (saws). Podría haber personas que duden sobre la confiabilidad del contenido de este libro. Sin embargo, deberíamos recordar que la vida del Profeta estuvo bajo un seguimiento muy cercano por parte de todos, amigos y enemigos, particularmente luego del comienzo de su profecía. Incluso los detalles menores de su vida han sido cuidadosamente observados, memorizados e inscritos en papel, comenzando en el tiempo en que el Profeta Muhammad (saws) aún vivía. Estos registros han sido repetida y cuidadosamente estudiados, llegando hasta hoy libres de cualquier información falsa. Incluso las reproducciones originales de algunos de los registros guardados personalmente por los Compañeros del Profeta Muhammad (saws) aún están disponibles en algunas regiones del mundo, los cuales son totalmente complacientes con algunos otros textos reproducidos de estos originales dentro de los siglos siguientes.

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MODESTO

El Profeta Muhammad (saws), definido como “Mayor que los hombres, menor que Allah” por un historiador Occidental, se ocupó de preservar en su vida diaria la modestia de sus días de juventud como un pastor de 15 años, incluso cuando había llegado a la cima en su destino como Profeta. Esta modestia estaba circunscripta por una disposición completamente natural. Nunca fue transformada, dentro de una envestidura actual, en hipocresía focalizada en la aclamación y la apreciación que está oculta debajo de una cortina de modestia, como lo encontramos en algunas personalidades carismáticas. Cuando conquistó La Meca junto a un ejército de diez mil hombres, en un momento en el que había logrado por el propio curso de su vida la victoria política y militar, entró a la ciudad inclinado y con la cabeza apoyada sobre la silla de su camello. A su muerte quiso que de sus bienes, compuesto de siete monedas de plata, cinco sean distribuidas a las familias pobres de Medina. En esa época, su armadura de guerra le había quedado como aval a un mercader judío a cambio de noventa kilos de cebada. Se sentía genuinamente incómodo al ser alabado: “No vayan demasiado lejos al alabarme y no caigan en la misma situación que los cristianos con Jesús.” Al decir esto agregaba: “Hablen de mí sólo como el siervo y mensajero de Allah.” Nunca comió pan de trigo puro y aseguró su subsistencia con la leche de siete cabras que le fueron prestadas del tesoro estatal durante un período de su vida como Profeta. Un día, mientras un compañero que se había acercado a su casa estaba buscando un paño o un almohadón para sentarse, él rápidamente se sacó su ropa y se la entregó diciendo: “Toma esto y siéntate.” Años después, mientras estaba acompañado por sus parientes, encontró a su madre adoptiva que lo había amamantado cuando era un bebé y actuó de la misma manera sin vacilar. Ponía su ropa debajo de cada uno de ellos, a pesar de que en ese momento era un comandante y jefe de estado. Los compañeros que entraban a la casa del Profeta Muhammad (saws) podían encontrarlo reparando una pared. Almohazaba él mismo Su camello y no le ordenaba a nadie más su trabajo personal; rehuía de ser una carga para otros. Su principio en la vida era: “Vivir como cualquier ser humano entre los seres humanos.” El día en que murió su hijo Ibrahim, siendo sólo un bebé, hubo un eclipse de sol y sus amigos trataron de establecer una relación entre los dos acontecimientos pero él no aceptó nada de eso. -“La luna y el sol son sólo dos evidencias entre muchas otras que prueban la existencia de Allah. No se eclipsan por el nacimiento o la muerte de nadie.” Un pensador Islámico comentó años después: “La verdadera medida de la grandeza entre lo espléndido es la modestia, y el verdadero indicador de la pequeñez de la mente entre lo insignificante es el engaño.”

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En vista de tales criterios, el lugar que el Profeta Muhammad (saws) ocupa en la historia de la humanidad es muy claro. EN LAS TAREAS DE LA CASA Luego de su muerte, la comunidad le preguntó a su esposa y madre de todos los creyentes, Aisha (as): -¿Cuál era la conducta del mensajero de Allah dentro de la casa? -Le gustaba hacer su trabajo él solo. A pesar de que sus compañeros estaban más que dispuestos para hacer todo el trabajo, él no lo aceptaba. Mientras estaba en la casa cocía sus ropas, barría el piso, ordeñaba las cabras, ataba a los camellos y los alimentaba. Además, reparaba sus zapatos y los agujeros de las pieles para llevar el agua, y ayudaba a los sirvientes a amasar la pasta. Llevaba la comida desde el mercado, y cuando alguien decía; “¡OH mensajero de Allah! Permíteme llevarla,” él respondía diciendo: “Todos los creyentes deberían llevar su propia carga si pueden hacerlo.”

(1) ¿NO QUERRÍAS, OH OMAR? Cierto día Omar (ra) entró en silencio en la habitación donde el Profeta (saws) descansaba. Miró a su alrededor y vio un trozo seco de cuero colgando del techo, unos pocos kilos de cebada dentro de un saco, un puñado de hojas de árbol junto a la pared y sobre el suelo, una estera de junco ordinario tejida con fibras de dátiles en la que el Profeta Muhammad (saws) dormía. Comenzó a llorar delante de él y el Profeta (saws) se despertó con sus sollozos. Al levantarse, Omar (ra) observó que la estera de juncos había dejado marcas sobre su cuerpo y la sangre se había juntado alrededor de estas marcas, provocando que sus sollozos fueran mas fuertes mientras los hombros se le estremecían. El Profeta Muhammad (saws) le preguntó con sorpresa: -¡Oh, Hijo de Hattab! ¿Por qué estás llorando? -¡Oh Mensajero de Allah! Mientras los Iraníes alojan a sus emperadores en palacios, mientras los Bizantinos arrullan a sus Césares en el lujo y la magnificencia, tú que eres el enviado de Allah... ¿no podrías permitir que nosotros...? El propósito estaba claro, pero el Mensajero de Allah interrumpió las palabras de su futuro califa con una suave sonrisa y una noble acción de su mano, mientras recitaba el verso: “Esta vida de aquí no es sino distracción y juego, pero la Morada Postrera, ésa sí que es la Vida. Si supieran....” [29:64] Y agregó:

-¿No querrías, Oh Omar, que este mundo fuera suyo, y el otro nuestro?

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ABRIENDO SU PECHO Eran las últimas horas antes de la campaña de Badr y mientras el Profeta Muhammad (saws) inspeccionaba la hilera por última vez, poniendo en orden a sus soldados, empujó ligeramente el pecho de Usaid ibn Hudair, uno de sus compañeros, pidiéndole que vuelva a la misma línea que los demás ya que se encontraba situado un poco más adelante. Usaid tenía una personalidad humorística: -“¡OH mensajero de Allah!”, le dijo, “me has herido, permíteme tomar represalias.” El Profeta Muhammad (saws) inmediatamente se puso delante de él: -“¡Acércate, toma lo que te corresponde!”, le respondió. A esto, Useyd replicó con un porte muy serio: -“Pero, ¡Mensajero de Allah! Mi pecho estaba desnudo, y tú llevas ropa.” El Profeta Muhammad (saws) se desató la camisa inmediatamente: -“¡Adelántate!” dijo, “¡ahora toma lo que te corresponde!” Usaid ibn Hudair envolvió los brazos alrededor del Profeta (saws) y comenzó a besarle el rostro, diciendo: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¡Que mi madre y mi padre sean tu rescate! quería, antes que mi vida termine, besarte en la mejilla.”

(3) “NO ME GUSTA QUE ME SIRVAN” Cierto día el Profeta Muhammad (saws) estaba entrando a la mezquita con Amir ibn Rabia, uno de sus compañeros, y los cordones de una de sus sandalias estaban desatados. Amir se arrojó al suelo para atarlo pero el Profeta (saws) evitó que lo hiciera, atándolos él mismo. En ese mismo momento se dirigió a Amir diciendo: -Esto es que uno sirva a otro, y a mi no me gusta que me sirvan.

(4) NO SON EN ABSOLUTO MÁS FUERTES Los musulmanes se encontraban marchando hacia Badr, un importante campo de batalla en donde el primer juicio del Islam tomaría lugar. Había muy pocos camellos, uno cada tres personas, que montaban por turnos. Los compañeros que compartían el mismo camello con el Profeta Muhammad (saws) cedieron voluntariamente su derecho a montarlo y le pidieron que cabalgue el camello durante toda la marcha. Pero él rechazó este tratamiento de favor: -“No son en absoluto mas fuertes que yo, también tengo la necesidad de obtener mérito tanto como ustedes en la causa de Allah.”

(5) UNO PARA EL HERMANO Mientras todavía era un bebé de cuna se encontraba en las altas llanuras de Hejaz con su madre adoptiva Halima. Compartía la leche de

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Halima con un hermano adoptivo, el propio hijo de Halima. Pero el Profeta (saws) sólo se alimenta de un pecho. Cuando la familia se dio cuenta de esto, en su asombro, lo pusieron a prueba. Y cada vez, cuando lo colocaban en el pecho que le correspondía a su hermano adoptivo, él cerraba los labios y no se alimentaba.

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SIEMPRE LLORO CUANDO COMO HASTA SACIARME En los años siguientes a la muerte del Profeta Muhammad (saws), un pariente realizó una visita a Aisha (as) y esta preparó una comida para el visitante. En un momento Aisha (as) no pudo contener más las lágrimas y comenzó a llorar. Su pariente le preguntó la razón de esto y Aisha (as) dijo: -“Siempre lloro cuando como hasta saciarme.” Su pariente se puso aún más curioso y preguntó: -“¿Por qué?” -Porque el Mensajero de Allah (saws) nunca comió hasta saciarse en toda su vida. Siempre estaba en la calamidad y nunca comió dos veces en un mismo día. Cuando tenía pan, no tenía dátiles, cuando tenía dátiles, no tenía pan. Vivió así porque siempre prefirió antes a los demás. Mientras, en nuestros días, la gente usa medicinas para digerir lo que han comido. El Profeta Muhammad (saws) nunca vio una oveja entera asada en toda su vida.

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TODOS TIENEN UNA, ÉL TIENE DOS Los enemigos de Meca, junto a unas pocas tribus del desierto que se habían enlistado, se las idearon para constituir un ejército de diez mil hombres y marcharon hacia Medina. Los musulmanes de Medina capaces de tomar parte en la batalla ascendían sólo a trescientos por lo que decidieron quedarse en la ciudad para hacer una guerra defensiva. Comenzaron a cavar una enorme zanja alrededor de la ciudad y el Profeta Muhammad (saws) trabajaba llevando afuera de las zanjas la tierra que había sido excavada. El polvo y la tierra lo habían cubierto totalmente. Una de las consecuencias más difíciles de la excavación, que duró tres días, era el hambre y la penuria vividas con toda intensidad. Sus compañeros se habían atado una piedra en el estómago para no desmayarse y declinar por el hambre mientras trabajaban. En cierto momento, se alinearon frente a él (saws) y le pidieron que atestigüe el sacrificio realizado por ellos para el otro mundo, mientras se quitaban las camisas para mostrarle las piedras. Él sonrió y luego se quitó su camisa... Había dos piedras atadas a su estómago.

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TAMBIÉN REUNIRÉ LEÑA El Profeta Muhammad (saws) y otros compañeros se encontraban de viaje y en un breve descanso otorgado para comer, cada uno de sus compañeros asumió una tarea. El Profeta Muhammad (saws) dijo: -“Reuniré leña para el fuego.” Pero sus compañeros trataron de evitar que lo hiciera. -¡Oh, Mensajero de Allah! Descansa y nosotros cuidaremos de esa tarea. A lo que el Profeta (saws) respondió con toda seriedad: -“Sé que en verdad lo harán voluntariamente. Pero no me gusta estar en una posición privilegiada en una comunidad. A Allah no le gusta ninguna de estas cosas.” Y comenzó a reunir leña.

(9) ACOSTADO EN SILENCIO SOBRE SU CAMA Durante los primeros días de la Hégira los musulmanes de Medina compartían todo con sus hermanos de La Meca quienes habían dejado todos sus bienes allí. Cada casa recibía y cobijaba a diez invitados y el Profeta Muhammad (saws) también compartía una de estas casas con otros compañeros refugiados. Mikad, el hijo de Aswad, relató: “En la casa había unas pocas cabras que eran la subsistencia de la familia. Cuando las cabras eran ordeñadas, cada uno de nosotros bebía la leche y nos retirábamos a dormir, pero la parte que le correspondías al Profeta Muhammad (saws) quedaba en su cuenco. Una noche el Profeta (saws) llegó tarde al hogar. Cada uno de nosotros había bebido su porción de leche y nos habíamos ido a dormir. Él encontró el cuenco vacío pero no dijo nada; sólo rezó de esta manera: -“¡Oh Allah que me diste de comer hoy, Quieras darles de comer también a ellos!” Mikad se despertó y fue a matar una de las cabras para cocinarla y satisfacer el hambre del Profeta (saws), pero él no se lo permitió. En su lugar bebió unas gotas de leche obtenidas de una cabra ordeñada por segunda vez y se retiró a dormir en silencio.

(10) NO SOY UN REY El Profeta Muhammad (saws) se encontraba de compras en el mercado junto con Abu Hurayrah. Una vez terminada la compra, el Profeta (saws) disertó con el vendedor sobre el precio, y dijo: -“Ten cuidado, pesa lentamente.” El vendedor le dijo con asombro que nunca antes había oído tal admonición por parte de un cliente, a lo cual Abu Hurayrah le informó al vendedor que su cliente era el Profeta (saws). El vendedor inmediatamente se dirigió a las manos del Profeta Muhammad (saws) para besárselas pero él no se lo permitió. -“Los iraníes hacen esto con sus reyes. Yo no soy un rey, soy uno de vosotros.”

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Camino de regreso, Abu Hurayrah quiso ayudarlo llevando su compra pero tampoco se lo permitió. -“Una persona debería llevar sus pertenencias siempre que pueda hacerlo.”

(11) SÓLO POR ALLAH Cada vez que el Profeta Muhammad (saws) se reunía con sus compañeros ellos se ponían de pie inmediatamente en señal de respeto. Hasta que un día él (saws) les dijo: -“Ya que los iraníes se levantan porque se ven a si mismos como personas magníficas, no se levanten por mí. Porque yo soy un siervo que come como cualquier otro siervo y se sienta como cualquier otro siervo.” En otra ocasión similar, agregó lo siguiente a su advertencia: -“Uno no debe levantarse por nadie. Sólo se debe quedar de pie por Allah.” A partir de eso sus compañeros se contenían, aunque con dificultad, y cada vez que él (saws) llegaba se quedaban sentados.

(12) TUVE HAMBRE DURANTE TRES DIAS El Profeta Muhammad (saws) no había comido durante tres días. Fue hacia Fátima (as) para preguntarle si tenía algo de comer en la casa: -¡Oh, hija mía! ¿No tienes algo para comer? Tengo mucha hambre. Fátima (as) respondió: -“¡Que mi vida pueda ser sacrificada por ti, querido padre! Juro que no tengo nada para darte como alimento.” En ese momento, aparte de su Profecía, también era el jefe de estado. En otra ocasión, su hija Fátima le trajo a su padre una porción de comida hecha con cebada que había cocinado. El Profeta Muhammad (saws) le dijo: -“¡Créeme hija mía! Tu padre no ha comido nada durante tres días.”

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SIN PRESUNCION

El Profeta (saws) se encontraba en la peregrinación de despedida rodeado de cien mil creyentes y su autoridad había sido reconocida por toda la Península Arábiga. En Su parte del botín de guerra contaba con cien camellos sacrificados los cuales fueron distribuidos entre los musulmanes pobres. Durante la peregrinación en la que alcanzó la victoria, su misión como profeta y la cima de sus logros, lo cual puede ser visto como un final para su vida, había puesto en el lomo de su camello un simple pedazo de tela de terciopelo, no más cara que cuatro monedas de plata, y se había sentado sobre ella. Mientras culminaba la peregrinación de despedida, realizó la siguiente plegaria abriendo sus

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manos: -“Oh, Allah! Acepta esto como una peregrinación en la que no existe presunción y como una intención ante tu creación”

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¿ACASO HAY UN ESCLAVO MEJOR QUE YO? La Meca había sido conquistada y el Profeta (saws) vivía una época en la que la lucha política y militar había terminado en victoria. Se encontraba sentado almorzando con sus compañeros en la calle cuando una mujer desequilibrada mentalmente pasó por su lado y al encontrar esta situación extraña, exclamó: -“¡Mírenlo! Se sienta en el suelo, comiendo como un esclavo.” El Profeta Muhammad (saws) le respondió sonriendo: -¿Acaso hay mejor esclavo que yo? Porque soy el esclavo de Allah. En otra ocasión, su esposa Aisha (as) le dijo: -“Por favor, come con las piernas cruzadas y siéntate más cómodo.” El Profeta (saws) se dobló hacia adelante hasta el punto de tocar el suelo con su frente. -“Me alimento como un esclavo y me siento como un esclavo porque no soy nada más que un esclavo.”

(15) UNA VEZ MÁS El Profeta Muhammad (saws) se encontraba en Medina montando un burro cuando se encontró de casualidad con Abu Hurayrah, uno de sus compañeros, y le preguntó: -¿Abu Hurayrah, te gustaría que te llevara en el burro? -¡Si, Mensajero de Allah!, respondió. -“¡Entonces monta!,” dijo el Profeta (saws) Abu Hurayrah saltó pero no tenía suficiente fuerza para montar, por lo que se agarró de la manga del Profeta Muhammad (saws) y ambos rodaron por el suelo. El Profeta (saws) volvió a montar al burro y le dijo a Abu Hurayrah: “Inténtalo una vez más.” Pero el segundo intento no fue más victorioso que el primero y nuevamente ambos rodaron por el suelo. El Profeta (saws) montó el burro otra vez y sin demostrar la menor señal de fastidio, le dijo a Abu Hurayrah: -“¡Adelante! Una vez más.”

(16) HASTA QUE HABBAB REGRESE

Khabab, el hijo de Eret, era un esclavo liberado y uno de los primeros musulmanes que habían emigrado de La Meca a Medina. Era considerado, debido a su estatus como antiguo esclavo, entre los estratos inferiores de la sociedad. En Medina le fue asignada por el

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Profeta (saws) una tarea por la que debía marchar y ocuparse por largo tiempo. Mientras tanto y hasta su regreso, el Profeta (saws) se ocupó de inspeccionar y realizar personalmente las tareas diarias de la casa de Khabab que dependían de él, como el ordeñar sus vacas y cabras.

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ESTARÉ ENTRE ELLOS

Para Su tío Abbas era una fuente constante de preocupación que los árabes nómadas convertidos recientemente al Islam, y que no conocían las reglas básicas de cortesía y buena educación, importunaran al Profeta (saws). Un día, el Profeta (saws) se encontraba rodeado por un grupo de nómadas, y Su tío Abbas lo vio sentado en la tierra, rodeado de polvo y bajo el sol ardiente. No pudiendo aguantar más esta visión exclamó: -¡Oh, Mensajero de Allah! ¡Si al menos pudieras dejarnos que te construyamos una pérgola para que puedas protegerte del sol y continuar así escuchando el padecimiento de los musulmanes! Pero el Profeta (saws) le respondió: -Me quedaré entre ellos hasta que Allah me lleve a Su lado. Permitiré que estas personas caminen muy cerca de mí y no diré nada cuando tironeen de las mangas de mi ropa.

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NO; ¡TENGO HAMBRE!

Abu Hurayrah encontró al Profeta (saws) realizando sus plegarias, sentado y le preguntó: -¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Estás enfermo? Él respondió: -No, ¡tengo hambre!

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EN EL CAMINO DE ALLAH El Profeta (saws) había nombrado a Mu'adh el hijo de Yabal gobernador del Yemen, y mientras se despedían Mu'adh se sintió incómodo por el hecho de que iba montando un caballo, mientras que el Profeta Muhammad (saws) estaba a pie: -“¡Oh, mensajero de Allah!,” dijo, “Si me permites, desmontaré y caminaré contigo.” Pero él no aceptó la proposición: -“¡Oh, Mu'adh! Deseo que estos pasos sean los pasos tomados en el camino de Allah.”

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CUANDO HABLAMOS DEL MUNDO Zaid, el hijo de Sabit, uno de los principales escribas de los versos Coránicos, relató: -“Era vecino del Profeta Muhammad (saws). Cuando él recibía una revelación, me enviaba un mensaje y yo iba a anotarla. Cuando hablábamos del mundo en su presencia, él hablaba del mundo con nosotros; cuando hablábamos del otro mundo, él hablaba del otro mundo, cuando hablábamos de la carne, él hablaba de la carne. Lo que quiero decir es que él se conformaba con nosotros y permanecía a nuestro nivel.”

(21) ALLAH ES GRANDE Una delegación extranjera llegó para hacerle una visita al Profeta Muhammad (saws) y, siguiendo las costumbres, comenzaron su discurso exclamando: -“¡Eres el más grande entre nosotros!” El Profeta (saws) respondió: -“Allah es el Grande.” Los de la delegación dijeron: -“Si es así, eres superior y el más fuerte entre nosotros.” El Profeta (saws) respondió: -“No vayan demasiado lejos. No permitan que Satanás los separe del camino haciéndoles decir cosas que no creen.”

(22) SOLVENTEMOS NUESTRAS DEUDAS AHORA El Profeta Muhammad (saws) se encontraba haciendo sus abluciones corporales. Mientras tanto uno de sus compañeros lo protegía sosteniendo una tela para cubrirlo. Cuando terminó sus abluciones, el Profeta (saws) dijo: -“Vamos, solventemos nuestra deuda ahora.” A pesar de la insistencia de su compañero para evitarlo, esta vez fue el Profeta (saws) quien sostuvo la tela para cubrirlo. Su compañero le preguntó: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Por qué te tomas esta molestia?” A esto él le respondió: -“No es ninguna molestia.”

(23) POR EL CAMINO QUE QUIERAS Una mujer mentalmente incapacitada entró a la mezquita y exclamó: -“¡Oh, Profeta Muhammad! Ven a hacer el trabajo de mi casa.” El Profeta Muhammad (saws) sonrió y respondió con respeto: -“Bien, vayamos por el camino que desees.”

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Siguió a la mujer y detrás de ellos los siguieron sus compañeros con asombro y admiración...

(24) CALMA, AMIGO MIO Un nómada que se había convertido recientemente al Islam se presentó frente al Profeta Muhammad (saws) por primera vez y comenzó a temblar de exaltación. El Profeta (saws) exclamó: -“¡Amigo mío! ¡Cálmate! No soy un rey. Soy el hijo de una mujer de la tribu de los Quraysh y que come carne seca como tú.”

(25) LOS MUNDOS COMPLETOS El Profeta Muhammad (saws) le preguntó a uno de sus compañeros, señalando a alguien que pasaba caminando: -“¿Qué dices sobre esta persona?” Su compañero respondió: -“Es una de las personalidades líderes de la comunidad. A él le sería entregada en casamiento cualquier hija que escogiese, y recibe la ayuda necesaria para sus negocios de cualquiera a quién le pida.” El Profeta Muhammad (saws) se quedó en silencio. Poco después le hizo la misma pregunta señalando a otro hombre que pasaba caminando. Esta vez, su compañero respondió: -“Él es un hombre muy pobre. Nadie le entregaría a su hija en casamiento ni lo ayudarían en su negocio.” Esta vez, el Profeta Muhammad (saws) exclamó: -Este hombre pobre es mejor que el otro mundo entero.

(26) DEVOLVIENDO EL POZO Luego de una batalla, Sahr le pidió al Profeta Muhammad (saws) un pozo de agua como botín de guerra. Tiempo después la tribu enemiga, que eran los propietarios originales del pozo, se convirtieron al Islam por lo que correspondía que les sean devueltas todas sus posesiones. El Profeta Muhammad (saws) se dirigió tímidamente hacia Sahr e inclinando la cabeza le dijo que el pozo debía ser devuelto a lo que Sahr no puso ninguna objeción. -¡Está bien, Oh Mensajero de Allah!, respondió. El rostro del Profeta Muhammad estaba sonrojado por tener que reclamar algo que había dado con su propia mano.

(27) INCLUYEME EN TUS PLEGARIAS Omar (ra) le pidió permiso al Mensajero de Allah (saws) para viajar a La

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Meca y realizar el ‘Umra, la peregrinación menor. Él alegremente le dio permiso y le pedió: -“¡Oh, hermano mío! No me olvides en tus plegarias...” Ese día, para Omar (ra), fue el día más feliz de su vida.

(28) EL AJUAR DE FATIMA Para su casamiento, Fátima (as), la hija del Profeta (saws) que se le parecía más y la única que lo sobrevivió, recibió como ajuar una tela de terciopelo usada como manta, un tamiz, una toalla, una copa, un molinillo de mano, la piel de una oveja, dos jarras para agua, un almohadón de cuero relleno con fibras de dátiles, un recipiente hecho de cuero y una piel para llevar agua. La tela de terciopelo dada como manta era algo corta, cuando se ponía en la cabeza, los pies quedaban al descubierto y cuando se ponía en los pies, la cabeza quedaba al descubierto.

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LO HUBIERAMOS PUESTO SOBRE EL PAN Años posteriores a la muerte del Profeta Muhammad (saws), Aisha la Madre de los Creyentes (as), les contaba a sus compañeros cómo ella y el Mensajero de Allah (saws) habían cortado en pedazos unos trozos de las patas de una oveja enviada por su padre, Abu Bakr. Uno de los oyentes preguntó: -¿Hicieron esto en la oscuridad? Aisha (as) respondió con una leve sonrisa: -Si hubiéramos tenido aceite para poner en la lámpara, lo hubiéramos puesto sobre el pan y nos lo hubiéramos comido.

(30) CUANDO ERA UN PASTOR Un día, sus compañeros se acercaron a él (saws) con las frutas espinosas de un árbol llamado Arak. El Profeta Muhammad (saws) notó que estas frutas todavía estaban un poco descarnadas y dijo con una voz muy natural: -“Junten las frutas de ese árbol cuando se hayan ennegrecido y alcanzado la madurez completa. Cuando era un pastor, solía juntar también estas frutas para comerlas.” En ese tiempo, era un Profeta que gobernaba la Península Arábiga y los corazones de cientos de miles de personas.

(31) DIGAN LA VERDAD Algunas jóvenes musulmanas cantaban un himno que incluía versos como estos: “Entre nosotras hay un Profeta que sabe lo que sucederá mañana.”

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Al oír esto, el Profeta Muhammad (saws) advirtió a las muchachas: -“Si van a decir algo, digan la verdad.”

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EL LIDER

El libro ‘Los Cien Más Influyentes,’ publicado por el escritor e investigador Michael Hart en 1982 que trata sobre las cien personalidades más importantes en la historia de la humanidad, reserva el primer lugar al Profeta Muhammad (saws). Esta declaración es la confirmación de que, incluso alguien que no acepta su profecía, puede verlo como el líder más influyente en la historia mundial. Es un juicio común de todos aquellos, amigos o enemigos, que han examinado su vida con la integridad de los valores positivos que constituyen el carisma supremo, que fue descripto a través de términos como “el líder, el pionero, el gran hombre, “etc., y que se han unido en el Profeta Muhammad (saws) en los grados más apropiados. Desde su estilo abarcativo con el que, mientras respondía una pregunta, le daba respuestas a las variaciones que no estaban necesariamente dentro de la pregunta, pero posiblemente estaban en la mente de la persona que la había formulado, hasta su majestad natural que impresionaba a los que lo encontraban por primera vez, y a pesar de toda su modestia, el Profeta Muhammad (saws) poseía todas las virtudes inherentes y derivadas que un líder de una comunidad debe tener. Si miramos algunas de esas virtudes para darnos una idea del todo, vemos que: Advertía a los que habían cometido actos equivocados y feos sin divulgar su identidad en público y usando expresiones tan vagas como ‘alguno de ustedes’ para no incitarlos a que hicieran actos más serios de la misma clase. Advertía a algunos de sus compañeros que veían a los árabes como una raza superior, diciendo: “El Árabe no es la madre ni el padre de nadie. Todos los que hablan árabe son Árabes,” y tomaba precauciones para purificar el Islam de toda clase de racismo. Nunca abusaba de sus poderes majestuosos para fines personales. Incluso se dice que fue el primero en haber enfocado la recaudación de impuestos de la gente únicamente para la gente. Para los creyentes, el Profeta Muhammad (saws) es el más grande de los siervos y profeta de Allah, e incluso para los que no creen, fue un gran hombre y líder. LA MARCHA OBLIGATORIA

El ejército había comenzado las operaciones contra el clan de ibn Mustaliq. La victoria fue conseguida con facilidad pero un acontecimiento que ocurrió durante el viaje de regreso fue el presagio de un enorme peligro. En un lugar de descanso surgió una disputa por una simple razón entre un musulmán de Medina y otro que había emigrado desde La Meca. La

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pelea se extendió rápidamente y se comenzó a transformar en un conflicto entre los Mecanos y los nativos de Medina. Si no se tomaba alguna precaución, el espíritu de la unidad interior y la hermandad que había constituido la fuente más importante del poder de los musulmanes hasta ese momento estaba al borde de la desaparición. El Profeta Muhammad (saws) intervino rápidamente y dio órdenes de continuar la marcha. El ejército se puso en marcha durante las horas más calientes del día, las que usualmente se dedicaban al descanso. La marcha continuó con paso rápido hasta el anochecer y durante toda la noche. Al día siguiente finalmente se dio permiso para descansar durante las horas del mediodía. Luego de que el ejército había marchado casi por veinticuatro horas, nadie tenía ya las fuerzas para continuar la discusión del día anterior. Todo el ejército permanecía dormido a causa del agotamiento. Mientras el Profeta Muhammad (saws) había tomado las acciones necesarias para impedir el peligro inminente; y las horas más críticas para una posible prolongación de la disputa se habían evitado.

(33) EL HOMBRE TIENE RAZON Un compañero le había prestado cierta cantidad de dátiles al Mensajero de Allah (saws). Cuando llegó el momento de devolvérselos, el Profeta (saws) no disponía de los medios para cumplir con el pago y le pidió a otro musulmán de Medina que reembolse la deuda en su lugar. Pero los dátiles dados en el reembolso eran de una calidad inferior por lo que el acreedor no los aceptó. El hombre de Medina se enojó: -“¿Estás rechazando los dátiles enviados por el mensajero de Allah?, dijo. El acreedor inclinó la cabeza: -“Si el Mensajero de Allah no se comporta de una manera justa, ¿quiénes somos nosotros para esperar justicia?” preguntó. Cuando se le informó al Profeta Muhammad (saws) de esta situación se entristeció y sus ojos se humedecieron: -“El hombre tiene razón,” dijo. Y pidió que los dátiles fueran reemplazados.

(34) VENDETTA Mientras se daba un sermón en la mezquita, un musulmán recientemente converso se puso de pie y buscó una vendetta. Interrumpió el discurso del Profeta (saws): -“¡OH Mensajero de Allah!”, dijo señalando a un grupo sentado en la mezquita: “Sus ancestros mataron uno a uno a nuestros familiares. Por lo tanto, exigimos que uno de ellos sea matado como compensación.” El Profeta Muhammad (saws) respondió de una manera tranquila pero decidida: -“La venganza del padre no puede ser tomada por el hijo.” (35)

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CUANDO SE EXTIENDE EL BASTON Mientras se distribuía un botín de guerra entre los compañeros la multitud reunida comenzó a apretujarse. Uno de ellos puso todo su peso contra el Profeta Muhammad (saws) y él apartó a esta persona con el pequeño bastón que tenía en la mano, pero accidentalmente el bastón lastimó el borde de la boca del hombre haciéndolo sangrar un poco. Al ver esto, el Profeta Muhammad (saws) detuvo inmediatamente la distribución del botín y, extendiendo el bastón hacia el hombre le pidió con actitud seria que haga lo mismo con Él, para compensar el error. El hombre, luego de dudar un momento, apartó el bastón con su mano y dijo: -“¡Oh, Mensajero de Allah! Te perdono.

(36) NUNCA DIJO UNA MENTIRA Transcurrían los primeros y más difíciles años de la misión del Profeta Muhammad (saws). De las cien puertas que golpeaba para trasmitir La Revelación, quizás solamente una se abría. Un día reunió a sus parientes más cercanos al pie de una colina cerca de La Meca. La intención era mostrar su personalidad e integridad ante La Revelación como pruebas de la veracidad de su aclamación de profecía por lo que les preguntó a sus parientes: -“Si les dijera que “Detrás de esa colina hay un ejército enemigo y que se está preparando para una invasión,” ¿creerían sin pedir una prueba de ello? “ -“Sí,” dijeron, “porque hasta ahora nadie atestiguó ninguna mentira de tu parte. Juramos que eres el “Confiable.” Durante el resto de la conversación, las mismas personas aún rehusaron la invitación al Islam y su profecía, pero sin ser concientes lo estaban aprobando...

(37) EL SOL EN UNA DE MIS MANOS, Y LA LUNA EN LA OTRA El temor se elevaba entre la gente prominente de la tribu Quraysh y a pesar de todas las precauciones que habían tomaron, la cantidad de gente alrededor del Profeta Muhammad (saws) aumentaba constantemente, por lo que organizaron una reunión y acordaron “utilizar la diplomacia.” Escogieron a uno de entre ellos que consideraron tendría influencia con el enviado de Allah. Este emisario comenzó diciendo frente al Profeta Muhammad (saws): -“Oh, Muhammad (saws), has herido a nuestros dioses, plantaste semillas de disputa y disturbio entre nosotros, molestaste nuestra solidaridad y unidad, trajiste dolor y tristeza a todos nosotros. Si esta es la riqueza que quieres, te haremos el más rico de nuestras tierras. Si este es el poder, la autoridad y el liderazgo que quieres, te haremos

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nuestro líder. Si hay una mujer hermosa que quieras, dínoslo y ella será tuya inmediatamente. Si estás enfermo y estas aclamaciones de profecía provienen de esa enfermedad, encontraremos a los mejores doctores para que te curen.” El emisario terminó su discurso confiando que ningún hombre hubiera podido resistirse a estas proposiciones y esperó su respuesta. Ahora era el turno del Profeta Muhammad (saws) quien respondió: -“No quiero pertenencias. No deseo lo principesco. No tengo ojos que no sean para Jadiyah (as). Tampoco estoy enfermo. Sólo soy un pobre siervo de Allah. Allah me envió entre vosotros como mensajero. Si aceptan el mensaje, vengan detrás de mí. Si no, tengan siempre en cuenta que, aunque pongan el sol en una de mis manos y la luna en la otra, no me alejaré de la causa de Allah.”

(38) DESPUES DE QUINCE DIAS Uno de sus compañeros se acercó al Profeta Muhammad (saws) y le pidió dinero. El Profeta (saws) no estaba de acuerdo con esto pues estaba a favor de que cada uno se pueda sustentar por si mismo y no constituya una carga para nadie más. En lugar de darle una pequeña limosna y despedirlo, le preguntó: -“¿No tienes nada de valor en tu casa?” -“Hay una tela ordinaria que uso como cama y cobertor y un cuenco en el que bebo agua.” -“¡Ve a traerlos”! Las dos cosas fueron traídas a la mezquita y ofrecidas en una subasta. Se vendieron por dos monedas de plata. El Profeta Muhammad (saws) le entregó el dinero y le aconsejó: -“Compra comida con una moneda de plata y un hacha con la otra, luego tráemela.” Su compañero hizo lo aconsejado y volvió con el hacha en la mano. El Profeta Muhammad (saws) estaba preparando un mango para el hacha con sus propias manos. Pegó el hacha al mango y se la entregó a su compañero diciendo: -“Ahora ve al bosque, corta algo de leña y véndela. Encontrémonos de nuevo en quince días.” A los quince días su compañero volvió con el rostro sonriente: -“¡Oh, Mensajero de Allah! Pude ahorrar diez monedas de plata,” exclamó mostrándole el dinero. El Mensajero de Allah (saws) sonriendo también, dijo: -“Compra algo de comida y ropa. Satisface tus necesidades y no olvides que para un hombre, es más honorable satisfacer sus propias necesidades que mendigar. Pedir sólo es para los enfermos y los minusválidos.”

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CUANDO PERDIÓ SU CAMINO Un árabe nómada llegó hasta el Profeta Muhammad (saws) con la intención de convertirse en musulmán, pero aún no se encontraba seguro de su decisión por lo que le formuló algunas preguntas al Profeta (saws) para aclarar su mente: -“¿Por qué motivo llamas a la gente?” -“Sólo para adorar a Allah. Allah es Aquel que cuando estás en problemas Lo llamas y Él te libera. Allah es Aquel que cuando hay una sequía, Lo llamas y Él te extiende un manto de césped en el suelo. Allah es Aquel que, cuando pierdes tu camino en el desierto, Lo llamas y Hace que lo encuentres.” Todas las dudas que se encontraban en la mente de este hombre se desvanecieron porque el Profeta Muhammad (saws) le explicaba la religión con palabras que pudiera entender.

(40) ALGUNAS VECES SUCEDE Un compañero le manifestó al Profeta Muhammad (saws) una preocupación que era incapaz de compartir con nadie más. -¡Oh, Mensajero de Allah! Mi esposa dio a luz un niño, y su piel es oscura, mientras que yo soy de piel blanca. El Profeta Muhammad (saws) comprendió la cuestión y por cortesía evitó que el compañero continuara. Interrumpiéndolo le preguntó: -¿Tienes camellos? -Sí. -¿De qué color son? -Generalmente rojizos. -¿Hay entre ellos alguno grisáceo? -Sí, algunas veces hay uno. -¿De dónde viene ese color grisáceo? -Probablemente de uno de los ancestros del camello. -Y el niño que tu esposa dio a luz probablemente obtuvo su piel oscura de uno de tus ancestros. Su compañero se retiró con una conciencia satisfecha y un rostro feliz.

(41) UNA CRIADA PARA FATIMA Su hija Fátima (as) llevaba una vida muy atareada luego de contraer matrimonio. En palabras de su marido Ali (ra): “No teníamos criadas en nuestra casa y todos los quehaceres los hacía Fátima. Vivíamos en una vivienda que consistía en una sola habitación. En esa diminuta habitación, Fátima se tomaba grandes molestias para encender el hogar y trataba de cocinar comida en un fuego insignificante. Con mucha frecuencia, mientras se inclinaba para soplar el fuego se quemaba la ropa. Por esa razón, su ropa estaba llena de agujeros. Y ese no era el único sacrificio; molía la harina, cocinaba el pan, llevaba el agua. Sus

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manos tenían callos por hacer girar la piedra del molino y su espalda tenía callos por llevar el agua.” En aquellos días, los prisioneros de guerra eran llevados a Medina. Estos prisioneros estaban ubicados entre los musulmanes necesitados para ayudarles en sus quehaceres. Ali (ra) le dijo a su esposa: -“Ve con tu padre y pídele a alguien para que nos ayude.” Fátima fue a hablar con su padre pero la respuesta del Profeta (saws) fue negativa: -“Hija mía,” dijo, “las necesidades de mis compañeros que viven y duermen en la mezquita y pasan su tiempo aprendiendo y educándose tienen prioridad sobre los míos. Perdóname, pero no puedo hacer nada por ustedes sin antes satisfacer sus necesidades.”

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INCLUSO SI FUERA FATIMA, LA HIJA DEL PROFETA MUHAMMAD (saws) La Meca había sido conquistada recientemente y la hija del jefe del clan Ibn Mahzum estaba involucrada en un robo. El nombre de la ladrona era Fátima. Ella fue llevada ante el Profeta Muhammad (saws) para ser castigada, pero las uniones políticas del momento requerían que se preservaran las buenas relaciones con el clan Ibn Mahzum. Algunos de los compañeros que evaluaban la sensibilidad de la situación enviaron a alguien que creían no sería rechazado como emisario por el Profeta Muhammad (saws). Este era el hijo del hijo adoptivo Zaid del Profeta, el joven Osama. En otras palabras, su nieto por adopción. Osama dijo: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿No podrías perdonar a esta mujer por amor a su padre?” Pero se enfrentó a una dura respuesta: -“Lo que me pides, es la razón de por qué las sociedades anteriores cayeron en el olvido. En esas sociedades también, cuando una persona poderosa e influyente cometía un crimen, era perdonada, y cuando algún hombre común cometía un crimen, era castigado. Juro por Allah, que si la persona que cometió este acto hubiera sido Fátima, mi propia hija, en lugar de ser Fátima, la hija del jefe de Ibn Mahzum, hubiera aplicado el mismo castigo.” Dio las órdenes y la ladrona cumplió su castigo.

(43) AQUEL QUE NOS ENGAÑA

El Profeta Muhammad (saws) se encontraba inspeccionando el mercado y metió la mano en un saco de trigo que estaba en la mesa de una tienda. Los granos de trigo de la superficie eran grandes, brillantes y de buena calidad, pero los que extrajo del interior del saco eran granos húmedos de baja calidad. Frunció el ceño y le preguntó al mercader la razón de esto: -“Si no hago esto, no puedo venderlos,” respondió el mercader. A esto el Profeta (saws) respondió:

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-“Aquél que nos engaña no es de los nuestros.” Y dio las órdenes para que los granos húmedos sean colocados en la superficie del saco y vendidos como tales.

(44) MIS PROPIAS MEDIDAS El Islam estaba atravesando su primera prueba significativa en el campo de batalla en la llanura de Badr. El Profeta Muhammad (saws) había colocado a su pequeño ejército en posición de guerra mientras esperaban al ejército enemigo que lo triplicaba en hombres. En ese momento, uno de sus compañeros, Hubab el hijo de Al Mundhir, entendido en asuntos de guerra, se acercó a él y le preguntó: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Es Allah quién ordenó colocar al ejército de esta manera?” -“No, estas son mis propias medidas”, respondió. -“En ese caso, ¡Oh, Mensajero de Allah! Permíteme informar que el ejército no está bien colocado.” Le explicó la manera correcta en términos de estrategia militar y el Profeta Muhammad (saws) siguió su consejo sin mostrar la menor señal de reacción o negativa. La posición del ejército fue modificada y en pocas horas el Islam obtuvo su primera victoria.

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INTELIGENTE Desde que el Profeta Muhammad (saws) comenzó a recibir las revelaciones, el término que mejor explica sus capacidades intelectuales superiores es “astucia”. Pero en nuestro lenguaje actual hablado, reemplazamos este término con un sinónimo, con el riesgo de corroer un poco sus matices, y lo llamamos “inteligencia.” Esta inteligencia, una de sus cinco cualidades principales como Profeta, compaginada con el sentido común y la conciencia, mostraban sus virtudes idealmente equilibradas. Como manifestó la famosa declaración de Aristón: “Cuando educas a una persona intelectualmente, y descuidas sus valores morales, estás preparando una calamidad para la sociedad”. Muchas personas que poseían capacidades intelectuales superiores, causaron tormentos en sus alrededores, en su sociedad e incluso en la humanidad en general, ya que su intelecto no estaba balanceado con los otros valores humanos y positivos, que llevaron a un gran número de catástrofes. Cuando se observa este aspecto, el Profeta Muhammad (saws) se sitúa en la mismísima cima de este equilibrio. Su intelecto superior nunca ha sido utilizado como herramienta para actos negativos, ganancia personal o necesidad ni una sola vez en su vida. Por el contrario, incluso durante sus primeros años antes de la profecía, era reconocido y llamado entre las gentes de La Meca con el título de “el-Emin”, el Confiable. Incluso cuando resolvía las cuestiones más difíciles de su vida, su actitud era tranquila, cómoda y natural. Y ciertamente ha debido decidir las cuestiones más difíciles. Bernard Shaw, que tiene en cuenta esta particularidad suya junto con otras cualidades superiores que lo hicieron un profeta, dice: “En nuestra época cuando los problemas de la humanidad se acumulan unos tras otros y llegan a un punto insoluble, necesitamos al Profeta Muhammad (saws) más que nunca. Si estuviera entre nosotros, hubiera resuelto todo estos problemas con la misma facilidad que si estuviera bebiendo una taza de café.”

CON LOS MEDINENSES EN HUNEIN

Con la victoria de Hunayn, se obtuvo un botín de guerra de proporciones inimaginables. El Profeta Muhammad (saws) distribuyó una parte considerable entre la gente de La Meca recién convertida, y especialmente entre los notables en cuyos corazones la religión aún no estaba fuertemente asentada. Esto produjo el efecto esperado. Los gobernantes de la Meca exclamaron: -“El Profeta Muhammad es en verdad un profeta, de otra manera no se hubiera comportado tan generosamente.” Pero esta situación también provocó un cierto malestar entre algunos jóvenes de Medina lo que generó ciertas habladurías: -“El Mensajero de Allah (saws) unió a su gente y parientes y

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probablemente se quede junto a ellos a partir de ahora.” Cuando estos chismes llegaron a sus oídos no perdió ni un minuto de tiempo dando órdenes de que se reunieran todos los de medinenses. Se presentó frente a la multitud mientras lo esperaban curiosos y excitados: -“¡Oh, Medinenses!” dijo, “Oí que algunos de ustedes dicen sobre mi que ahora he reunido a mi gente y parientes y que probablemente los prefiera a ellos antes que a ustedes.” Todo los Medinenses sintieron pena al oír una acusación tan grave y pronunciada por su boca, y comenzaron a llorar y disculparse. Pero él (saws) continuó diciendo: -“¿Acaso no fueron una comunidad confundida adoradores de ídolos? Allah los ha puesto en el sendero correcto a través de mi mano.” -“¡Sí, Mensajero de Allah! Toda nuestra gratitud a Allah y a ti.” -“¿Acaso no eran enemigos unos de otros, derramando sangre entre ustedes y se encontraban divididos en muchas fracciones? Allah los ha unido a través de mi mano y los ha vuelto más fuertes.” El remordimiento y la vergüenza aumentaba entre la multitud. -“¡Sí, Mensajero de Allah! Toda nuestra gratitud a Allah y a ti.” Y continuó diciendo: -“¿Acaso no eran pobres, hambrientos y miserables? Allah los ha vuelto ricos y honorables a través de mi mano.” -“¡Sí, Mensajero de Allah! ¡Así es!” Hizo un silencio y luego continuó diciendo: -“Pero si lo desean pueden reprocharme de esta manera: “Tu pueblo y tus parientes declararon ser tus enemigos y no te permitieron vivir entre ellos. Nosotros te abrimos los brazos y te hemos adoptado a ti y a tu religión.”” Muchos Medinenses, bajo la carga de la vergüenza que sintieron luego de estas palabras comenzaron a llorar con más fuerza. Le rogaron que termine sus palabras y los perdone. Él continuó diciendo: -“O también pueden reprocharme de esta otra manera: “Cuando todos los negaban, nosotros los confirmamos. Cuando todos se volvieron sus enemigos, nosotros hemos compartido nuestras vidas y nuestras pertenencias por amor a ustedes y los protegimos.”” Los Medinenses no pudieron soportar más estas palabras e hizo un silencio. Cuando todos se calmaron un poco, retomó sus palabras: -“¿Qué sucede si les doy a los que se convirtieron recientemente al Islam un poco más que a ustedes de dinero y pertenencias? Mientras aquellas personas vuelven a su país con rebaños de ovejas y camellos, ustedes vuelven a Medina con el Mensajero de Allah como parte del botín. ¿Acaso no lo prefieren? Juro por Allah, que si Él no me hubiera creado como un inmigrante, hubiera preferido ser un Medinense. Juro por Allah que si toda la humanidad entrara en un valle, y los Medinenses en otro, permanecería con los Medinenses.”

(46) ¿Y SI FUERA TU MADRE? Un joven musulmán le pidió permiso al Profeta Muhammad (saws) para

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cometer adulterio, manifestando una razón supuestamente coherente. Como tal, las mujeres honradas serían salvaguardadas del peligro que él representaba. El Profeta Muhammad (saws) le preguntó: -“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu madre lo que tú quieres hacer?” -“No, ¡lo juro!” -“Y los demás no aceptarían que sus madres fueran tratadas de ese modo.” -“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu hija lo que tú quieres hacer?” -“No, ¡lo juro!” -“Y los demás no aceptarían que sus hijas fueran tratadas de ese modo.” -“¿Te gustaría ver a otros haciendo con tu hermana lo que tú quieres hacer?” -“No, ¡lo juro!” -“Y los demás no aceptarían que sus hermanas fueran tratadas de ese modo.” Apeló al sentido común del joven y le expuso el grado de lo malo y feo de la situación por la que le pidió permiso. Lo persuadió y luego le dijo: -“¡Acércate!” Colocó su mano sobre el corazón del joven y rezó por él: -“¡Oh, Allah! Perdona sus pecados, purifica su corazón y protégelo del pecado.” Desde aquel día el joven vivió como un ejemplo de virtud.

(47) ¿EN CUANTOS DIOSES CREEN? Transcurrían los primeros y más atormentados años de la profecía en La Meca y los creyentes no superaban un puñado. Uno de estos creyentes era Imrân cuyo padre Hussein, reconocido como una de las personas más inteligentes de La Meca y uno de los mejores oradores, al oír que su hijo se había convertido al Islam, decidió reivindicarlo de su error manteniendo una discusión con el Profeta Muhammad (saws) y poniendo fin a su acción divisiva. Hussein se acercó, bien preparado, hasta donde se encontraba el Profeta (saws) y le preguntó: -“Muhammad, ¿Qué es aquello que hemos oído? Se dice que estás rechazando a nuestros dioses; mientras que tu padre, tu abuelo y antepasados creían en estos dioses junto con todos los demás y eran personas inteligentes y honorables.” El Profeta Muhammad (saws) respondió: -“Dejemos a tus antepasados y a los míos al margen de este momento”, y continuó diciendo: “¿En cuántos dioses creen?” -“En ocho.” -“¿Cuántos de ellos están en la tierra, y cuántos en el cielo?” -“Hay siete en la tierra, y uno en el cielo.” -“Si les llega una calamidad, ¿a quién le rezan, para pedirle ayuda?” -“Al que está en el cielo.” -“Si su propiedad es destruida, ¿a quién le rezan?” -“Al que está en el cielo.”

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-“¿De quién piden su sustento?” -“Del que está en el cielo.” -“¿De quién esperan remedio y recuperación cuando están enfermos?” -“Del que está en el cielo.” -“Ya que Él es el único que acepta sus plegarias, ¿por qué atribuyen a los otros como asociados a Él?” -“Nunca antes he hablado con alguien como tú,” dijo Hussein. El Profeta Muhammad (saws) agregó: -“Imrân se hizo Musulmán para que puedan obtener la salvación.” Hussein exclamó: -“Pero entonces, ¿qué voy a decirle a mi clan y a mis parientes? ¿Cómo iré y los miraré a la cara?” -“Di: “¡OH Allah! Muéstrame el sendero más verdadero.”” Hussein se hizo Musulmán y su hijo Imrân abrazó a su padre con alegría, mientras el Profeta Muhammad (saws) miraba la escena con lágrimas de alegría y alabanzas a Allah.

(48) SI LO COMES, SE CONVERTIRÁ EN TU SUSTENTO Un judío de Medina se topó con el Profeta Muhammad (saws). Durante el encuentro un grupo de diversas personas (musulmanes, judíos, idólatras, e hipócritas) se amontonaron a su alrededor. El hombre judío, que llevaba un trozo de pan en la mano, se lo mostró al Profeta (saws) y dijo: -“¡OH Profeta Muhammad! ¿Este pan es mi sustento?” La trampa era clara. Si el Profeta Muhammad (saws) respondía que sí el judío no lo comería y lo tiraría, y si respondía que no el judío lo comería, negando así la condición de profeta y negándolo ante los ojos de la gente. El Profeta Muhammad respondió sin pensarlo: -“¡Si lo comes, se convertirá en tu sustento!”

(49) MAESTRO DE LA GENTE El Profeta Muhammad (saws) se encontraba junto a sus compañeros en la mezquita cuando un emisario extranjero entró apurado. Traía una carta diplomática importante y sin conocer Medina ni a los musulmanes, preguntó sin aliento: -¿Quién es el amo de esta gente? En ese momento, el Profeta (saws) estaba de pie distribuyendo ofrendas a sus compañeros sentados. Cuando oyó la pregunta del emisario, respondió sin pensar: -“El maestro de la gente es aquél que sirve a la gente.” Con esta respuesta había respondido a la pregunta del emisario y les había dado una lección de cortesía a sus compañeros y a todos los musulmanes. Se estableció así un principio importante de filosofía política.

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(50) CONDÚCENOS Una delegación que representaba a los Cristianos de Najran le hizo una visita al Profeta Muhammad (saws) en Medina. Repetían sus aclamaciones que Jesús era el Hijo de Dios y le pidieron al Profeta Muhammad (saws) que aprobara sus aclamaciones; mientras él los invitaba a la lógica y el sentido común: -“¿Saben acaso que Allah nunca murió, y que Jesús fue condenado a muerte?” -“Sí, lo sabemos.” -“¿Saben acaso que Allah es El Protector y El Proveedor de todo?” -“Sí.” -“¿Puede Jesús hacer estas cosas?” -“No.” -“¿Saben que ni en la tierra ni en el cielo nada podría permanecer oculto para Allah?” -“Sí.” -“¿Puede Jesús saber cualquiera de estas cosas?” -“No.” -“¿Saben que Allah le dio forma a Jesús en el útero de su madre, y que no comió, ni bebió, ni perdió las abluciones?” -“Sí.” -“¿Y que, como cualquier madre, la madre de Jesús estuvo embarazada, y le dio a luz como cualquier otra madre, y que lo alimentó con leche como cualquier otra madre le da leche a su hijo, y que comió y bebió y perdió las abluciones?” -“Sí.” -“Entonces ¿cómo puede ser esta su aclamación?” Los Cristianos de Najran se quedaron mirándolo fijamente. No se hicieron musulmanes, pero le pidieron que los gobernara a partir de ese día y el Profeta (saws) delegó a uno de sus compañeros como gobernador de Najran.

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COMPASIVO

En la época en que vivió el Profeta Muhammad (saws), hasta una fecha reciente, el Imperio Romano, generalmente visto como el principal representante de la civilización, dejaba que las bestias hicieran pedazos a las personas en las arenas ya que sus creencias diferían de la mayoría de la población y las imposiciones de la estructura estatal, en el que, mientras un comandante romano victorioso conducía la marcha de la victoria organizada en su nombre en la capital, el comandante del ejército opuesto que había sido derrotado era estrangulado en una ceremonia. La sociedad en la que había nacido el Profeta Muhammad (saws), absteniéndonos a un largo discurso sobre este tema, era una sociedad en la cual la gente podía matar a sus propias hijas con las manos sin que su conciencia tambaleara, repitiendo esta acción cientos de veces. Así, en la sociedad arábiga pre-islámica, una sola persona que se hubiera sublevado contra este salvajismo hubiera podido, a través de sus esfuerzos personales, salvar cientos de niñas de ser asesinadas. En palabras del famoso poeta Mehmed Akif: “El hombre ha sobrepasado a los monstruos en salvajismo. Si un hombre no tiene dientes, es comido por sus propios hermanos.” Estos actos salvajes fueron abolidos al principio de su profecía. El Profeta Muhammad (saws) revolucionó, sólo con su existencia, la perspectiva de todos los valores positivos y superiores de la humanidad, y nos impresionó con los incontables ejemplos de compasión que demostró. “Encontradme a los débiles de entre vosotros, porque vuestro sustento y la ayuda que recibís es gracias a los débiles que hay entre vosotros.” Cuando un compañero se quejó de que su corazón se había endurecido recientemente, le recomendó acariciar la cabeza de un huérfano. Cuando le pedían que maldijera a las comunidades más crueles; las cuales desplegaban los peores actos hacia él (saws) y sus compañeros debido a la incredulidad, él rezaba por ellos para que encontraran el camino recto. Pero la compasión que desplegaba en tiempos de guerra sobrepasaba todos los otros momentos. En los campos de batalla en donde cualquier hombre por su naturaleza es muy duro y desconsiderado, y hasta a veces cruel, eran para el Profeta Muhammad (saws) las ocasiones en donde actuaba con delicadeza en términos de compasión. Prohibía que el enemigo sea atacado sin ser invitado primero al Islam. Prohibía que aquellos que no combatían como las mujeres, los niños, los ancianos y los enfermos sean heridos. Ordenaba el buen trato a aquellos capturados con vida en las batallas. Trajo al mundo una riqueza de compasión tal, en la guerra y en la paz, en las relaciones personales y sociales, que las actitudes positivas atestiguadas durante toda su vida nunca se repetirán en la historia de la humanidad.

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LADRON POBRE Medina estaba en tiempos de sequía y un musulmán hambriento entró a un jardín y tomó algunos dátiles de los árboles para comerlos. Pero fue sorprendido por el dueño del jardín quién lo golpeó y confiscó sus ropas como reembolso de los dátiles que había comido. Sin estar conformes con esta situación el ladrón pobre y el jardinero fueron ante el Profeta Muhammad (saws). El ladrón elevó una queja contra el jardinero por el mal trato que le había infligido y el Profeta Muhammad (saws) oyó a ambos cuidadosamente. Luego le dijo al jardinero: -“Este hombre era ignorante, debiste haberle enseñado; tenía hambre, debiste haberle dado de comer.” El jardinero tuvo que regresarle la ropa al ladrón y luego, como recompensa por el mal trato que le había infligido, tuvo que darle trigo de su propio granero.

(52) AYUDA AL ENEMIGO Hamame, el jefe de un clan que satisfacía todas las necesidades de cereales de La Meca, se convirtió al Islam y con esto dejó de venderles cereales a los mecanos. Los idólatras, que repentinamente se enfrentaron a la hambruna se dirigieron a Hamame logrando un resultado negativo. Como último remedio, enviaron una delegación para dialogar con el Profeta Muhammad (saws): -“Si no encontramos una solución de tu parte moriremos todos de hambre”, dijeron. En ese momento, el Profeta (saws) no tuvo en cuenta ni por un instante que los habitantes de La Meca no le dieron ni un solo grano de trigo a él y a los otros musulmanes en el transcurso de tres años luego de la revelación. Ni tuvo en cuenta que les negaron el derecho a vivir en sus países y los obligaron a emigrar porque él y sus compañeros habían defendido que su dios era Allah. Tampoco tuvo en cuenta los intentos de acabar con su vida en incontables ocasiones ni las muchas veces que habían puesto ejércitos enteros para que marcharan sobre Medina. Eligió olvidar y le pidió a Hamame que provea otra vez cereales a La Meca.

(53) NO DEBE TORTURARSE Cierto día el Profeta Muhammad (saws) observó a un anciano que iba a pie hacia la peregrinación en La Kaaba en medio de sus dos hijos que montaban un camello cada uno. Preguntó la razón de esto y se enteró que esta conducta se debía a un voto que el anciano había hecho. Aún así vio que el hombre caminaba con mucha dificultad y le envió un mensaje:

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-“Allah no necesita la tortura de este anciano. Dile que monte un camello.”

(54) CUANDO LA CIUDAD DE TAIF ESTABA HAMBRIENTA Luego de la conquista de La Meca los musulmanes habían sitiado la ciudad de Taif. El sitio se había prolongado y las muertes comenzaron a acontecer debido al hambre. A pesar de que el enemigo estaba a punto de rendirse, se puso fin al asedio ya que el Profeta no estaba a favor de tomar una ciudad que sería obtenida a causa de la muerte por hambre de su población. Aunque esta misma ciudad, años atrás, había hecho víctima al Profeta Muhammad (saws) de apedreadas y escupitajos haciéndole vivir, con sus propias palabras “el día más amargo de su vida.”

(55) EL ASESINO DE ZAINAB Habbar hijo de Al Aswad fue quien asesinó a Zainab, una de las hijas del Profeta Muhammad (saws). Mientras Zainab estaba emigrando de La Meca hacia Medina para unirse con su padre, cayó en una emboscada de un grupo de idólatras de La Meca, entre los que se encontraba Habbar. Al rodearla, este con su lanza hizo que Zainab cayera del camello provocándole que pierda su embarazo y luego causándole la muerte como consecuencia. Cuando La Meca fue conquistada, Habbar se escondió por temor a que el Profeta Muhammad (saws) buscara la venganza de su hija y se preparó para huir a Irán. Pero el Enviado de Allah le envió un mensaje prometiéndole seguridad para su vida. Cuando Habbar llegó a su presencia, el Profeta (saws) aceptó su palabra de fidelidad y lo perdonó.

(56) UHUD: EL PUNTO MÁS ELEVADO DE SENSIBILIDAD Uhud fue el segundo gran campo de batalla de prueba del Islam. La batalla de Uhud, que terminó con una derrota en cuanto a la táctica, fue un sitio donde todos los musulmanes, incluyendo el Profeta Muhammad (saws) padecieron sufrimiento. Perecieron martirizados decenas de los más grandes y queridos compañeros del Profeta (saws) y su ejército se disolvió. Al Profeta (saws) le fueron arrojados más de setenta espadazos, sus dientes se rompieron, sus mejillas se partieron y partes del hierro se clavaron en sus encías. En los momentos más intensos, el Profeta (saws), levantó sus manos y suplicó, rodeado de los paganos mecanos, mientras limpiaba la sangre que caía de su mejilla y su boca evitando que esta cayera en la tierra: -“Oh Allah, perdona a mi nación porque no pueden ver la verdad. Si la hubieran visto, nunca se hubieran comportado así.”

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Algunos de sus compañeros, extrañados por esta situación, le preguntaron: -“¡Oh Mensajero de Allah! ¿Por qué lidiaste tanto para que tu sangre no cayera en la tierra?” -“Es la ley de Allah. Si una nación lastima a un profeta enviado como misericordia de Allah hasta el punto de que su sangre cae en la tierra, no se les otorga ninguna oportunidad. Son completamente abolidos.”

(57) EL NIÑO MARTIR El día de la batalla de Uhud, al anochecer, el hijo de un musulmán martirizado le preguntó al Profeta Muhammad (saws), que se encontraba herido y con dolor: -“¿Dónde está mi padre?” -“Tu padre fue martirizado.” El hijo del mártir comenzó a llorar y el Profeta Muhammad (saws) acariciando su cabeza lo tomó en su regazo y le dijo: -“Déjame ser tu padre y Aisha tu madre.”

(58) ¿LOS HAN CONVOCADO AL ISLAM? El Profeta Muhammad (saws) al ver a los prisioneros de guerra que habían sido traídos a Medina, les preguntó a sus compañeros: -“¿Los han convocado al Islam?” Al obtener como respuesta un “No”, les preguntó a los prisioneros: -“¿Los han convocado al Islam?” Al escuchar también como respuesta un “No”, ordenó que los prisioneros sean liberados y devueltos a sus países.

(59) NO PUEDES DARLE A LOS POBRES LO QUE TÚ MISMO NO COMES Uno de sus compañeros le entregó al Profeta Muhammad (saws) un reptil como regalo para que él comiera. Sin embargo no lo comió ya que no acostumbraba a hacerlo. Hz. Aisha (as), sabiendo esto, le pidió permiso para entregarle el reptil a un pobre que se encontraba en ese momento pidiendo algo para comer. Él (saws) no se lo permitió diciendo: -“No puedes darle a la gente pobre lo que tú misma no comes.”

(60) MI QUERIDO PADRE, MI QUERIDO PADRE Entre los árabes pre-Islámicos, matar hijas era una tradición común. Luego de algunos años, uno de sus compañeros relató enfrente al Profeta Muhammad (saws) cómo había aplicado esta tradición, la cual fue severamente prohibida en el Islam. -“¡OH Profeta de Allah! He enterrado a mis hijas con mis propias manos.

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En una de estas ocasiones tomé la mano de mi hija que estaba en la edad de florecimiento y la llevé hasta donde pude en el desierto. Llegamos frente a un pozo ciego, me incliné y comencé a mirar dentro como si buscara algo.” En ese momento el Profeta Muhammad (saws) comenzó a llorar. El hombre continuó: -“Repentinamente la empujé. Mientras caía al pozo de espaldas gritaba por mi ayuda: “Mi querido padre, mi querido padre.”” Ahora el corazón del Profeta (saws) estaba llorando. Sus compañeros que llegaron en ese momento, cerraron su boca y lo llevaron afuera.

(61) PARA QUE NO SE VUELVA UNA OBLIGACION Hz. Aisha (as) dijo: -“Una noche, el Profeta de Allah, realizó una plegaria voluntaria en la pequeña mezquita y unas pocas personas lo siguieron. A la noche siguiente la realizó de nuevo pero esta vez la comunidad religiosa había aumentado. En la tercera noche la comunidad religiosa congregada en la mezquita había aumentado considerablemente, pero el Mensajero de Allah no se presentó. Al día siguiente explicó la razón de su ausencia. -“Vi la congregación y lo que evitó que me uniera fue mi temor a que esta plegaria se convierta en una obligación para ustedes.”

(62) UN CORDERO LACTANTE

El hijo del Profeta Muhammad (saws), Abraham, contaba con tan sólo dieciocho meses cuando se encontraba agonizando en su regazo. El Mensajero de Allah (saws) estaba extremadamente sensible. Lavó a Abraham con lágrimas, lo besó y lo olió por última vez. -“Era un cordero lactante cuando murió mamando. Pero qué se puede hacer contra la voluntad de Allah.”

(63) MÁS POBRE QUE YO Un amigo del Profeta Muhammad (saws) cometió un pecado durante el mes de Ramadán cuando estaba ayunando. Luego se acercó al Mensajero de Allah (saws) y le preguntó cómo podría ser perdonado. El Profeta (saws) preguntó: -“¿Podrías liberar un esclavo?” -“No, no tengo dinero.” -“¿Podrías ayunar durante setenta días sin ningún intervalo?” -“Oh Profeta de Allah, esta situación me sucedió cuando estaba ayunando.” -“¿Podrías darle comida a setenta personas?” -“No puedo proporcionarla.” -“Entonces espera conmigo hasta que Allah otorgue alguna facilidad...”

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Su amigo se sentó y comenzó a esperar en la pequeña mezquita. Al cabo de un rato, llegó una cesta de dátil como regalo de una persona de Medina. El Profeta Muhammad (saws) extendió la cesta a su compañero que esperaba: -“Toma esto y distribúyelo entre los pobres para que haya expiación de tu pecado.” -“¡Oh, Profeta de Allah! No conozco a ninguna familia más pobre que la mía.” Una sonrisa apareció en el rostro del Profeta Muhammad (saws): -“Entonces tómala, llévala a tu familia y come.”

(64) LAS MONEDAS DE PLATA El Profeta Muhammad (saws) tenía diez monedas de plata en su bolsillo. Con cuatro monedas compró una camisa en el mercado de Medina, pero en la puerta un pobre le pidió la camisa. Volvió a comprar otra camisa quedándole dos monedas de plata. Un rato más tarde vio a una muchacha llorando en el camino. Se le acercó y le preguntó por qué estaba llorando. La muchachita era una criada: -“Mi propietario me ha dado dos monedas de plata para comprar harina, pero las he perdido.” El Profeta (saws) le dio las últimas dos monedas de su bolsillo y dijo: -“No llores, puedes comprar la harina.” La criada aún estaba ansiosa y le respondió: -“Tengo miedo de que me regañe por llegar tarde a la casa.” El Profeta Muhammad (saws) le tomó la mano y juntos compraron la harina. Luego fueron a la casa en la que ella servía y los propietarios los recibieron sorprendidos y felices. El Profeta (saws) dijo señalando a la pequeña: -“Tenía miedo de que la castiguen por llegar tarde. Nunca la golpeen.” El propietario respondió sorprendido: -“¡Oh, Profeta de Allah! Ya que ella hizo que tú honraras nuestra casa, sé testigo de que la voy a liberar, de ahora en más, es libre.” El Profeta Muhammad (saws) abrió sus manos y alabó a Allah: -¡Oh, Allah, qué abundante fueron estas diez monedas de plata! ¡Con ellas pusiste una camisa a un pobre y otra a mí, e hiciste feliz a una muchachita y le otorgaste la libertad!

(65) EL PODER DE ALLAH ES MAYOR QUE EL TUYO Un hombre estaba golpeando a un esclavo con un látigo. El Profeta Muhammad (saws) se acercó silenciosamente por detrás y dijo a la persona que golpeaba: -“Deberías saber que el poder de Allah sobre ti es más grande que el tuyo sobre este pobre esclavo.” El dueño, lleno de temor, temblaba de la cabeza a los pies y el látigo cayó de sus manos. Se dirigió al Profeta Muhammad (saws):

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-“¡Oh, Profeta de Allah! Sé testigo, voy a liberar a este esclavo.” El Profeta Muhammad (saws) le respondió: -“Si no te hubieras comportado así, habrías ardido en el infierno.”

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CIENTO VEINTE OVEJAS Abu Zur’a, uno de los compañeros que acompañaba al Profeta Muhammad (saws) durante algunos de sus viajes, relató: -“Durante un viaje el Profeta de Allah me había llevado en la grupa de su camello. Cada tanto el látigo que utilizaba para mover el camello tocaba mi pierna y me lastimaba. Al poco tiempo se dio cuenta de la situación y preguntó: -“Oh, Abu Zur’a, ¿mi látigo también te tocó a ti?” Yo respondí tímidamente: -“Sí, ¡Oh, Profeta de Allah!” No dijo ni una palabra. Un rato después llegamos a un lugar en donde se encontraban algunos botines de guerra que le pertenecían. Me concedió ciento veinte ovejas como regalo y dijo: -“Oh, Abu Zur’a, estas ovejas son el equivalente a la herida que te he causado sin querer.”

(67) EL AMADO DEL AMANTE Su hijo adoptivo Zaid fue martirizado en la guerra de Mute. El día en el que llegaron las noticias a Medina, la casa y los hijos del hijo adoptivo fueron visitados por el Profeta Muhammad (saws). La hija más joven de Zaid, sintiendo dolor por su padre, se abrazó a su camisa y comenzó a llorar. El Profeta Muhammad (saws) abrazó a los huérfanos y lloró con sollozos. Uno de los compañeros que lo acompañaban no puedo dejar de preguntarle: -“¡Oh, Profeta de Allah! ¿Qué significa esto?” -“Es el anhelo del amante por el amado.”

(68) LA CONQUISTA DE LA MECA El Profeta Muhammad (saws) estaba viviendo el apogeo de su misión profética que le había sido prohibida con su propia vida. La Meca, su tierra natal, el hogar paterno en donde no se le permitió hablar de su religión, la ciudad capital y los cuarteles del odio del Islam, ahora estaban conquistados desde cinco direcciones por un ejército de tal magnitud, nunca visto en la península arábiga de la época, que consistía en miles de hombres musulmanes armados. El ejército había sitiado La Meca y había acampado. Era de noche... las montañas de La Meca centelleaban con los fuegos del campo. A cada soldado se le había ordenado encender un fuego y la oscura Meca había sido rodeada con diez mil luces. Abu Sufyân, el líder enemigo, había

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dejado la ciudad y se presentó frente al Mensajero de Allah (saws) con su pequeño muchacho tomado de la mano. Conociendo la naturaleza compasiva del Profeta (saws) dijo: -“Juro por Dios que si no me perdonas cometeré suicidio con este niño.” Abu Sufyân, quién fue su enemigo durante años, ahora estaba pidiendo perdón utilizando a su hijo como medio. Fue perdonado... Al día siguiente, luego de la plegaria matutina, el ejército entró en acción. La gente de La Meca se había paralizado por la magnificencia de lo que estaba viendo. Abu Sufyân se encontraba sobre una colina junto a Hz. Abbas, el tío del Profeta Muhammad (saws), observando al ejército musulmán mientras entraba en La Meca como una marea. Le preguntó a Hz. Abbas por quiénes estaba compuesta cada tropa o tribu, y con cada respuesta su asombro se hizo mayor hasta convertirse en admiración. Luego, impaciente, comenzó a preguntar: -¿El Profeta Muhammad aún no ha pasado? Finalmente, el Profeta Muhammad (saws), sobre su camello Qaswa, apareció llevando las armaduras de guerra. Para mostrar que a una ciudad declarada sagrada por Allah sólo se puede entrar con modestia se inclinó sobre su camello hasta que su cabeza tocó el lomo, en postura de alabanza a Allah. Mientras tanto, Sad, el hijo de Ubâdah, uno de los comandantes que venía desde Medina, se dirigió a Abu Sufyân diciendo: -“Hoy es un día de algarabía. Hoy es el día de vengarse por lo de Uhud. Hoy es el día de desacreditar el honor de la tribu Quraysh. Hoy es el día de la destrucción.” El Profeta Muhammad (saws) detuvo a Sad haciéndole un gesto con la mano y dijo: -“Hoy es el día de la misericordia y la piedad. Hoy es el día de elevar el honor de los Quraysh. Hoy es el día en el que el respeto por La Kaaba y La Meca llegarán a la cima.” Luego ordenó que se le quitara a Sad el cargo de comandante y en su lugar nombró al hijo de este. La Meca fue reconquistada y el calor de la tarde había llegado. Sus compañeros (saws) le preguntaron: -“¡Oh, Profeta de Allah! ¿Adónde te gustaría descansar?” Una sonrisa triste apareció en su rostro. Recordó su hogar, su casa paterna. Sin embargo, esa casa había sido destruida por su primo Akil con el sólo propósito de que el Profeta (saws) se sintiera lastimado y triste cuando se enterase. -“Akil,” dijo el Profeta (saws), “¿Has dejado una casa para que descansemos?” Sin embargo, nadie piensa en tocar ni un pelo de Akil. Akil es también una de las garantías dadas a toda la gente pagana de La Meca. Tiene inmunidad. La gente de La Meca no podía creer que toda la tiranía, opresión, tortura y hostilidad que habían generado durante años haya quedado sin equivalencia y venganza. Para asegurarse de que no serían tocados y vengados, se reunieron con el Profeta Muhammad (saws) en la puerta de La Kaaba donde se habían limpiado los ídolos.

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Se encontraban tímidos, vacilantes y temerosos. El Profeta Muhammad (saws) entendió bien lo que significaban sus cabezas inclinadas y su silencio: -“Nuestra situación” dijo, “es como la situación de Hz. Yusuf y sus hermanos. Al igual que les dijo a sus hermanos: “Hoy no existe disputa con vosotros. Que Allah pueda perdonaros porque Él es el Más Misericordioso de los Misericordiosos.” Yo les digo lo mismo a vosotros. Iros, sois libres.”” Durante el día y hasta el anochecer, toda La Meca se convirtió al Islam. Y al día siguiente, el ejército de miles de hombres se marchó de La Meca ya que no había necesidad de que permaneciera allí. Sin embargo, cuando se supo que La Meca iba a ser conquistada, algunos huyeron lejos de la ciudad. Estas fueron las personas que no conocieron al Profeta Muhammad (saws), y que creyeron que ninguna misericordia ni poder indulgente era suficiente para que sean perdonados. Uno de ellos era Wahshi, el asesino del tío del Profeta Muhammad (saws). Le fue enviado un emisario pidiéndole que regrese y se convierta al Islam, pero Wahshi temía. En su carta dijo: -“¡Oh, Muhammad! Dices “el que mata a un hombre, comete un acto a la vista de Allah igual al adulterio, será castigado y su tormento aumentará el día del juicio y quedará inmortal en el tormento mientras es insultado e indigno.” Yo he hecho todas estas cosas, ¿aún así podría de alguna manera ser salvado? Debido a esto, descendió el versículo 70 de la Sura Al-Furqân (El criterio) del Sagrado Corán. El Profeta Muhammad (saws) envió a Wahshi la aleya 70 anotada: “No así quien se arrepienta, crea y haga buenas obras. A éstos Allah les cambiará sus malas obras en buenas. Allah es indulgente, misericordioso.” (25:70) Pero Wahshi no estuvo satisfecho con esto. -“¡OH Muhammad! “arrepentirse, creer y las buenas acciones” es una condición de peso, posiblemente no sea tan capaz.” La respuesta a esto vino de la aleya 48 del Sura An Nisâa (Las Mujeres): “Allah no perdona que se Le asocie. Pero perdona lo menos grave a quien Él quiere. Quien asocia a Allah comete un gravísimo pecado...” (4:48) Wahshi continuó dudando y escribió una nueva carta: -“¡OH Muhammad! ¿Esto significa que “si Allah lo desea, Hará Su voluntad.?” No sé si Allah desea tal cosa para mí. Sobre esto la aleya 53 del sura Az zumar fue entregada: “Di: “¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! ¡No desesperéis de la misericordia de Allah! Allah perdona todos los pecados. Él es el Indulgente, el Misericordioso.” (39:53) Wahshi regresó a La Meca y se hizo musulmán. La gente preguntó: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Todos estos milagros son sólo para Wahshi o para todos nosotros? Él (saws) respondió: -“Para todos.”

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Safwan el hijo de Umayyah, del pueblo de los Koraichitas, quien envió asesinos a Medina para matar al Profeta Muhammad (saws) años anteriores en venganza de sus parientes asesinados en Badr, fue otro de los que escapó. Para convencerlo de que regresara, Wahb, el hijo de Umayr, uno de los enviados para matar al Profeta Muhammad, fue enviado como emisario. Con él llevó su turbante que el Profeta (saws) le dio como un documento de promesa de “inmunidad.” Safwan confió en esto y regresó. Pero aún no estaba preparado para el Islam y situado frente al Profeta Muhammad (saws) dijo: “-Otórgame dos meses de permiso. Déjame pensar si adopto tu religión o no.” El Profeta (saws) respondió: -“Si lo deseas puede tomarte cuatro…” Antes de que se cumplan los cuatro meses, Safwan se hizo musulmán. El tercer ejemplo de los que huyeron fue Ikrima, el hijo de Abû Yahl quién provocó la hostilidad hacia el Islam y hacia Profeta Muhammad (saws) hasta que fue muerto en Badr y quien definió despectivamente al Profeta (saws) como: “El faraón de la comunidad.” Ikrima también había hecho muchas cosas pero el Profeta Muhammad (saws) dijo sobre él: “No he sufrido tanto por él como por su padre.” La tarea de convencer a Ikrima y facilitar su regreso fue asignada a su mujer. Lo encontró a bordo de una embarcación en la costa del Yemen, a punto de emigrar a África. Tan pronto se informó que Ikrima estaba por entrar en La Meca, el Profeta Muhammad (saws) les advirtió a sus compañeros: -“No hablen en contra de su padre ni lo hieran.” Ikrima entró y el Profeta Muhammad (saws) lo recibió y abrazó: -“Bienvenido, el capitán emigrante”, exclamó. E hizo que se sentara cerca de él. Ikrima, asombrado por lo que había visto, oído y experimentado realizó una promesa: -“¡Oh, Profeta de Allah! Sé testigo que gastaré al menos dos veces más el dinero y mis esfuerzos de lo que he gastado para impedir que tu religión sirva en hacer que esta prospere.” Ikrima mantuvo su promesa y luego de años al servicio del Islam, durante la era del califato de Hz. Omar (ra), en la batalla de Yermuk que llevó a que Medio Oriente se hiciera musulmán, fue uno de los tres guerreros por la fe del Islam que fue martirizado sin beber una sola gota de agua. En su cuerpo, se encontraron setenta marcas de heridas de espada.

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EL PADRE El Profeta Muhammad (saws) sentía un profundo interés por los niños. Los tomaba en serio y los respetaba al igual que un adulto. Cuando cometían errores o una travesura pensaba que sólo eran niños. La conciencia de que los futuros hombres crecieran con todo tipo de valores positivos nos permite observar fácilmente sus actitudes más detalladas. Una noche, se quedó como invitado en la casa de su hija Fátima (as), y su nieto Hasan se despertó y pidió agua. El Profeta Muhammad (saws) fue más rápido que su hija y le alcanzó el vaso. Casi al mismo tiempo su otro nieto Husayn también se despertó y pidió agua. Pero el Profeta Muhammad (saws) le dio primero a Hasan. Hz. Fátima (as), poniendo cuidado en sus palabras, preguntó: “¿Querido padre, te gusta más Hasan?” -“No,” dijo, “pero ha pedido primero.” En la época en que comenzó el deber de la Profecía, el Profeta (saws) vivía en una sociedad, que por tradición, acostumbraba a enterrar vivas a las niñas pequeñas. Pero aquellas que lograban salvarse de esta costumbre y que pudieran "considerarse afortunadas", continuaban viviendo tratadas como si fueran criaturas, entre humana y animal, como si fueran mercancía que se pudiera comprar y vender... Pero la comunidad aprendió un nuevo comportamiento al observar el trato del Profeta Muhammad (saws) hacia todas las mujeres y niñas, especialmente hacia las más cercanas. Esta costumbre fue de las primeras en ser abolida. “En cuanto a los obsequios, las buenas actitudes y gestos de aprobación” decía, “manténganse equitativos con vuestros hijos”, y agregó “si antepusiera un hijo a otro, le daría preferencia a las niñas.” Cuando limpiaba el rostro de su nieto adoptivo Usâmah, lo acariciaba diciendo “Si mi Usâmah fuera una niña, lo adornaría con aros y joyas.” Y cuando una de las niñas de Medina le tomaba la mano, él paseaba con ella hasta que la niña lo soltaba. Su nieta Umama, muchas veces se abrazaba alrededor de su cuello cuando el Profeta Muhammad (saws) realizaba la plegaria quedando colgada por detrás. Umama se colocaba con cuidado en el suelo al momento de arrodillarse en el rezo y volvía a abrazarse a su cuello al momento de pararse… Luego de que sus hijas se casaron, cada vez que se encontraban las besaba en la frente, cuando lloraban secaba sus lágrimas con sus manos y con confianza y comodidad le contaban todos sus problemas a su padre... Un día una de ellas le dijo que el marido de su hermana era mejor, y comenzó a llorar... El Profeta (saws) la escuchó con interés y ternura... Educó a la comunidad en cuanto al trato hacia las niñas, no sólo dando ejemplo a través su conducta sino que también la reforzó con sus palabras... “Si alguien tiene una hija y no la lastima, ni la trata con

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desprecio ni prefiere más a sus niños que a ella, Allah lo destinará al Paraíso.” Niñas o niños, los aceptaba a todos como lo más valioso y amado de la humanidad. En sus costumbres, cuando le daban un regalo, se lo entregaba al más joven de los que lo acompañaban. Y sobre el aroma de un niño decía: “el aroma del cielo.” Durante la plegaria, para no caerse y lastimar a su nieto que subía por su espalda durante la prosternación, no se levantaba, esperaba a que el niño se bajase por propia voluntad. Al no realizarse la prosternación, los compañeros alineados detrás de él pensaban: “¡Oh, Profeta de Allah! Suponemos que te ha sucedido algo o te ha llegado alguna revelación.” Cuando veía que los niños corrían carreras, se unía a ellos y competía. Llevaba al ganador en su camello y paseaban por las calles de Medina. En su corazón lleno de ternura por todas las criaturas vivas, el lugar de los niños era muy especial. No podía ni siquiera soportar su llanto. Decía: “Quienquiera satisfaga y trate bien a un niño que llora hasta que pare, Allah le dará bendiciones suficientes para estar complacido en el cielo.” VISITA A ABRAHAM Su criado Enes se refería a él (saws) con estas palabras: “Nunca he visto una persona que tratara a los miembros de su familia tan misericordiosamente como él...” Mientras presidía el estado que gobernaba toda la península Arábiga, con frecuencia visitaba a su hijo Abraham nacido en la casa de su madre adoptiva... La casa estaba ubicada en los barrios bajos de Medina y el marido de su madre adoptiva era herrero. El interior de la casa estaba generalmente llena de humo que proveía de la forja. En cada visita, ponía sobre su falda a Abraham y lo besaba oliéndolo muchas veces.

(70) LA VOZ DE UN NIÑO QUE LLORA Un día conducía la plegaria matutina en la apequeña mezquita. Lo usual era realizar una plegaria larga leyendo lentamente cien aleyas en dos posternaciones obligatorias, pero esa mañana completó la plegaria en corto tiempo y realizó el saludo final. Sus compañeros le preguntaron: -¡Oh, Profeta de Allah! ¿Por qué hoy has conducido la plegaria tan rápido? -“Oí la voz de un niño llorando. Me preocupaba que los padres se inquietaran por él.”

(71) NO ATESTIGUARÉ Un padre deseaba hacer una concesión pero solamente para uno de sus hijos. Fue hasta el Profeta Muhammad (saws) pidiéndole que atestigüe

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este evento, pero el Profeta (saws) le preguntó si también había realizado concesiones para los otros hijos. Cuando el hombre respondió que no le preguntó: “¿te gustaría que los demás sean equitativos contigo?” El hombre respondió: “Por supuesto que sí.” El Profeta Muhammad (saws) dijo: -“Entonces no atestiguaré. Sé justo con todos tus hijos.”

(72) TAMBIÉN LAS AMO El viaje de inmigración llegó a su fin y entraron en Medina. Las muchachas musulmanas de Medina lo recibieron cantando esta canción: “La Luna Llena se levantó sobre nosotros desde las colinas del Adiós”. El Profeta Muhammad (saws) les preguntó al pasar junto a ellas: -“Pequeñas, ¿me aman?” Las niñas dijeron: “¡Sí!”, y él les respondió con una sonrisa de felicidad: -“Yo también las amo.”

(73) TEN MISERICORDIA DE ÉL Un compañero del Profeta Muhammad (saws) fue hacia él con su hijo en su regazo. Constantemente lo abrazaba, lo besaba y lo olía. Ante esta visión, el Profeta Muhammad (saws) le preguntó sonrientemente: -“¿Tienes misericordia de él?” Cuando su compañero respondió “Sí”, dijo: -“Según cuánta misericordia le tengas, Allah tendrá más misericordia para ti.”

(74) DEBE HABERSE MERECIDO EL CIELO Una madre hambrienta con sus dos hijitas en su regazo le pidió algo para comer a Hz. Aisha (as). En la casa del Profeta Muhammad (saws), tan sólo había tres dátiles. La madre le da una a cada una de sus hijas, y cuando está por comerse la tercera, las niñas aún con hambre estiraron sus manos; y la madre se las dio. Al anochecer, Hz. Aisha (as) todavía se encontraba bajo la influencia de este evento y se lo contó al Profeta Muhammad (saws) ni bien llegó a su casa. El Profeta (saws) dijo: -“Esa madre merece el Paraíso por su comportamiento misericordioso.”

(75) BIENVENIDA HIJA MIA Fátima (as), la única de los siete hijos del Profeta (saws) que lo sobrevivió y que partió al Más Allá seis meses después de su muerte, tenía un lugar especial en el corazón del Profeta Muhammad (saws). Cada vez que ella entraba él siempre la recibía de pie.

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-“Bienvenida hija mía” decía y la besaba, le sostenía las manos y la hacía sentarse a su lado. Fátima (as) trataba a su padre de la misma manera. Así expresaba su amor por su hija: -“Fátima es una parte de mi, quién la mortifique me está mortificando a mí.” Una sociedad compuesta de personas que mataban a sus hijas con sus propias manos, cinco o diez años antes, los observaba comprendiendo cuan digno es una hija en realidad.

(76) LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS FUERON DIFERENCIADOS Su criado Enes relató: -“Un hombre estaba sentado cerca del Profeta Muhammad (saws). Mientras tanto, llegó su hijo. El hombre lo hizo sentarse en sus rodillas y comenzó a besarlo y a acariciarlo. Un rato después, su hija llegó también. El hombre la hizo sentarse cerca pero nunca mostró interés. El rostro del Profeta de Allah (saws) cambió y preguntó de una manera seria: -¿Por qué no los has tratado igual?”

(77) CORRAN HACIA MÍ Un día el Profeta Muhammad (saws) sorprendió a su primo Yafer y a los hijos de su tío Abbas frente a él y les dijo: -“Corran hacia mi. Al que llegue primero le daré un regalo”. Los niños corrieron hacia el Profeta Muhammad (saws) y se abrazaron a su pecho. El Profeta (saws) los besaba, los levantaba, jugaba con ellos... Solía hacer esto con mucha frecuencia a lo largo de su vida.

(78) SON MIS DESCENDIENTES Su amigo iraní Selman relató: “Comenzaba la tarde y estábamos sentados en la pequeña mezquita. Nos llegó la noticia de que Hasan y Huseyn estaban perdidos. Todos juntos con el Profeta Muhammad (saws) nos dispersamos por Medina y los alrededores, y comenzamos a buscar a los niños. Finalmente, los encontré en la ladera de una montaña. Estaban abrazados con miedo y mirando una víbora enfrente de ellos. La víbora estiró la cabeza, sacó la lengua y siseó... Llamé al Profeta de Allah (saws) que llegó inmediatamente. Tan pronto como vio la situación, corrió hasta la serpiente y esta escapó. Luego volvió con sus nietos y mientras los consolaba dijo: -“Ustedes son mis descendientes, cuan dignos son en el estado de Allah.” Cuando el temor de los niños se calmó, subió a cada uno a sus hombros y comenzó a caminar lentamente hacia Medina.”

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(79) ¿ESTÁ EL HOMBRECITO? Un día iba hacia la casa de su hija Fátima (as) con su leal amigo Abu Hurayrah. Quería ver y acariciar a sus nietos. Tan pronto como entraron, buscó a Hasan: -¿Está el hombrecito? ¿Está el hombrecito?, preguntó. Mientras abrazaba a su nieto que venía contoneándose, por otra parte estaba rogando: -“¡Oh, Allah! Lo amo, deseo que Tú lo ames y que lo amen.”

(80) LES TENGO MISERICORDIA En una rodilla el Profeta Muhammad (saws) tenía sentado a Usâmah, el hijo de su hijo adoptivo Zaid, y en la otra a su nieto Hasan. Luego juntó sus cabezas una con la otra, apoyó la suya con la de ellos y se dirigió a Allah: -“¡Oh Allah! Deseo que les tengas misericordia porque yo se las tengo.”

(81) MIS FLORES Una noche, un compañero del Profeta Muhammad (saws) lo visitó y se sorprendió al ver que dentro de la ropa del Profeta (saws) había algo que se movía. Cuando la tela se abrió el secreto se reveló. Hz. Hasan y Hz. Huseyn, a quienes él amaba llamándolos “Mis flores” aparecieron en su regazo. El Profeta (saws) rezó: -“¡Estos son mis hijos, los hijos de mi hija! ¡Oh Allah!, los amo y deseo que Tú los ames y que los amen.”

(82) QUÉ BELLOS JINETES Su hija Fátima (as) le dio al Profeta Muhammad (saws) dos nietos, Hasan y Huseyn. Un día sus nietos le pidieron al Profeta (saws) que les compre un camello y al no disponer en ese momento de ningún dinero para complacerlos, se puso en cuatro patas y bromeando dijo: -“Vamos, súbanse, ¿hay algún camello mejor que este?” Otro día, mientras estaba jugando a “cabalgar” con Hasan y Huseyn sobre su espalda, se encontraron con Hz. Omar (ra). El amante del Profeta (saws) les dijo a los niños: -“Tienen un bello caballo.” El Profeta (saws) respondió: -“Ellos son bellos jinetes.”

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CAMINANTES CON DIFICULTAD Un día se habían congregado miles de fieles en la pequeña mezquita y escuchaban al Profeta (saws) con gran atención. En la entrada había dos bebés con sus camisas rojas tratando de caminar con dificultad. Las cabezas se les iban hacia un costado, sin embargo nadie se atrevió a interrumpir el discurso del Profeta de Allah (saws) y a tomar a los niños. Pero el Profeta Muhammad (saws) interrumpió el discurso, bajó del púlpito y los agarró. Luego volvió al púlpito y continuó desde donde había quedado. Mientras tanto, no descuidó el disculparse con los que lo estaban escuchando. -“Observaba a estos dos niños que caminaban con dificultad y no pude dejar de interrumpir mi discurso para levantarlos.”

(84) AISHA TU MADRE Y YO TU PADRE

Una mañana el Profeta Muhammad (saws) regresaba a su hogar de una fiesta religiosa. En la calle vio a niños jugando vestidos con la ropa de la fiesta, pero uno especialmente llamó su atención. Estaba sentado a un lado con la ropa sucia y vieja y mirando a los demás. El Profeta Muhammad (saws) se le acercó: -“Hijo mío, ¿por qué no te unes a tus amigos?” El niño respondió con tristeza: -“Profeta de Allah, soy huérfano...” Tomó al niño de la mano y lo llevó a su casa. Allí lo lavaron, lo vistieron con ropa nueva, lo alimentaron, le dieron afecto… Luego, el Profeta Muhammad (saws) tomó su rostro entre las manos: -“¿Te gustaría que yo fuera tu padre, Aisha tu madre y Hasan y Huseyn tus hermanos?” -“¡Sí, Oh, Profeta de Allah, sí!” El niño feliz saltaba de alegría entre los demás. Sus amigos le preguntaron admirados: -“¿Qué te ha sucedido...?” El huérfano respondió: -“El Profeta de Allah se ha vuelto mi padre, Aisha mi madre y Hasan y Huseyn mis hermanos.”

(85) ¿QUE DEBIO HACER ENES?

Enes era un niño medinense de diez años, inteligente y travieso, que realizaba trabajos diarios para Profeta Muhammad (saws). Lo sirvió hasta su muerte durante un período de diez años...Enes el hijo de Malik... Este período de diez años estuvo lleno de travesuras. Según su propio relato: “El Profeta Muhammad (saws) solía enviarme a comprar al mercado. Cuando veía jugar a los niños en la calle, comenzaba a jugar con ellos y olvidaba comprar. Luego acostumbraba a ir ante él en silencio. Cuando me veía con timidez y miedo, solía decir: “¿qué debió

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hacer Enes que no tiene nada en la mano? Allah ha hecho que se olvide de realizar sus tareas” y solía complacerme. Un día Enes se dijo así mismo en relación a la tarea que le fue asignada: “Juro por Allah que no iré.” Luego se arrepintió y se puso en marcha; pero al encontrarse a los niños jugando en la calle, se olvidó capturado por el juego. Poco tiempo después, una mano lo tomó por detrás. Al volverse, vio al Profeta Muhammad (saws) de pie frente él, sonriente. -“Mi querido Enes,” dijo. “¿Has ido al lugar que te envié?” Enes respondió: “Ahora mismo estaba por ir allí...” El Profeta Muhammad (saws) continuó sonriendo sin decirle nada. En sus años de adulto, al hacer una valoración del tiempo que estuvo junto al Profeta (saws), Enes, el hijo de Malik, dijo: -Me uní a él en mis primeros años de juventud y estuve a su servicio diez años completos. Nunca se enojó conmigo ni siquiera una vez; nunca me golpeó, nunca me culpó por un error que cometí o un deber que descuidé diciéndome: “¿por qué no hiciste esto o por qué no hiciste aquello?” Nunca me dedicó un mal gesto.”

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LEE AQUI UN ADHAN

Un niño llamado Abu Majdhurah se encontraba imitando al muecín y se burlaba del adhan. El Profeta Muhammad (saws) lo llamó a un lado y como si no se diera cuenta de que se estaba burlando del adhan, le dijo de una manera seria y suave: -“Ven y lee aquí un adhan.” Abu Majdhurah lleno de timidez, puso esta vez especial intención y leyó un adhan con sumo cuidado. El Profeta Muhammad (saws), mientras corregía sus errores le puso en su bolsillo un poco de dinero y le acarició la espalda con su mano: -“Que esto sea bendecido”, dijo. Abu Majdhurah estaba sorprendido por esta apreciación y por ser perdonado. Le pidió permiso para ser muecín en La Meca; deber que realizó durante años.

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NUNCA ENGAÑES A LOS NIÑOS

Una madre de Medina le dijo a su niño: “Ven aquí y mira lo que te daré”, para conseguir de esta manera que su hijo entre en la casa. Al atestiguar el evento, el Profeta Muhammad (saws) preguntó: -“¿Qué le darás al niño?” Cuando la madre respondió que le daría un poco de dátil le hizo una advertencia: -“¡Ten cuidado! Si viene a ti y no le das nada, el pecado de mentir se anotará para ti.”

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GENEROSO

Sus compañeros hablaban sobre su generosidad comparándola con “las olas del océano.” Ellos se hicieron musulmanes convencidos de su profecía sólo por esta virtud. No se conoce ninguna circunstancia en que haya vacilado ni siquiera un instante prefiriéndose a él antes que a los necesitados. Yabir, el hijo de Abdullah, dijo sobre su carácter: “Nunca se ha advertido que le hayan preguntado algo y haya dicho “’No.’” Él Profeta (saws) dijo: “Si la Montaña Uhud fuera mía y de oro, no la guardaría en mi mano más que tres días y lo distribuiría todo.” No obstante, toda su vida está llena de hechos que prueban la fidelidad de sus palabras. Luego de repartir el oro llegado de las afueras de Medina, no pudo dormir aquella noche debido a las seis monedas de oro que le quedaban. Luego de repartirlas a la mañana siguiente, Dijo: “Ahora me siento cómodo.” Un día, después de dirigir la plegaria de la tarde, se marchó velozmente a su casa. Cuando regresó les respondió a los compañeros que preguntaron por su prisa: -“Recordé que había una cantidad de oro y lo distribuí para desentenderme de él.” En sus últimos momentos, mientras giraba en su mano las siete monedas de plata que eran todo su efectivo, dijo: -“Si Muhammad llega a Allah con estas monedas…” Dio indicaciones y cinco de ellas debían ser distribuidas a los pobres, las otras dos a sus esposas. También dijo: “Los profetas no dejamos ninguna herencia.” Luego de su muerte, la poca cantidad de sus pertenencias fue incluida en el tesoro del estado. Al finalizar de la guerra de Huneyn, su parte del botín fueron cuarenta mil ovejas, veinticuatro mil camellos, seis mil esclavos y doce mil kilos de plata. Todo lo distribuyó entre los necesitados. El resto de su vida lo pasó realizando ayunos ya que generalmente no había nada para comer en la casa. Un día, le llegaron de ofrecimiento mil monedas de plata. Hasta ese momento no había tenido tanto dinero. Lo esparció sobre una estera y no se marchó hasta que hubo distribuido todo el dinero. Uno de sus compañeros le dio tres kilos de dátiles y unos pepinos como regalos. Él le entregó un puñado de joyas hechas de oro, plata y perlas. Un nuevo musulmán que no podía creer con sus ojos y oídos estas experiencias, definió la generosidad del Profeta Muhammad (saws) de esta manera: -“Realmente no hay duda de que él es el Profeta de Allah. Porque un hombre que no está apoyado en la espada del poder eterno de Allah no podría ser tan generoso, no podría dar sin contar.”

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LIBERAME DE LAS DOS Bilâl-al Habasi relató: -“Solía encargarme de las cuentas del Profeta de Allah (saws). Él acostumbraba indicarme que si un pobre le pedía ayuda y no teníamos dinero, nos pusiéramos en deuda con alguien y así satisfacer la necesidad de ese pobre. Un pagano rico conocedor de esta situación y con la intención de simpatizar con el Profeta Muhammad (saws) un día me dijo: -“Si necesitas algo de dinero, no vayas a ninguna otra parte, déjame proveértelo a mí.” Confiamos en su promesa y buena voluntad y así lo hicimos, aumentando nuestra deuda tranquilamente. Pero al cabo de un tiempo el pagano rico demostró su verdadera intención. Nos encontramos en el mercado y me gritó: -“¡Eh, negro!” -“¿Qué sucede?” dije. -“¿No sabes cuántos días faltan para que empiece el nuevo mes?” -“Pocos”, respondí. -“Verás, al principio del nuevo mes amortizaré mi préstamo y te convertiré otra vez en esclavo.” Este mal trato fue demasiado para mí e inmediatamente fui ante el Profeta Muhammad (saws) y le conté la situación. Él también se molestó pero confió en Allah y comenzó a buscar una solución. Me fui a casa, pero aquella noche no pude conciliar el sueño debido a mi tristeza. En el momento de la plegaria matutina, me avisaron que el Profeta (saws) me llamaba. Inmediatamente fui allí y pude ver su rostro sonriente. Señalando los cuatro camellos que estaban en la puerta cargados de mercancías, dijo: -“¡Buenas noticias Bilâl! Estas cosas han venido recientemente del imperio Fadak. Vendámoslas y paguemos nuestras deudas.” Inmediatamente cumplí su orden. Al terminar de pagar las deudas, especialmente con el pagano, fui a verle y le informé. El Profeta (saws), que se encontraba sentado en la pequeña mezquita, me preguntó: -“¿Ha quedado algo?” -“¡Sí, Profeta de Allah! ¡Quedan dos monedas de oro!” dije. -“Libérame de ellas, no iré a casa a menos que le sean entregadas a los necesitados.” Busqué por toda Medina hasta el anochecer del día siguiente, pero no pude encontrar a ningún necesitado para poder entregárselas. Finalmente, yendo al mercado me crucé con dos peregrinos pobres que recientemente habían llegado a Medina y se las di. Al llegar a la pequeña mezquita le informé al Profeta (saws), y luego de alabar a Allah, después de esperar dos días, regresó a su casa.

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UNA BELLA CHAQUETA Un día una mujer musulmana trajo una chaqueta que había sido tejida por ella misma para entregársela al Profeta Muhammad (saws) como regalo. Con la nueva chaqueta en sus espaldas, se sentó entre sus compañeros en la pequeña mezquita. A uno de ellos le gustó tanto la chaqueta que, alentado por la generosidad conocida del Profeta Muhammad, dijo: -¡Oh, Profeta de Allah! ¡Es una hermosa chaqueta! ¿Me la darías como regalo? El Profeta (saws) se la quitó y sencillamente se la dio.

(90) COMIDA DE BODAS Uno de los compañeros del Profeta (saws) pronto contraería matrimonio pero no había nada para ofrecer en la comida de bodas tradicional. El Profeta Muhammad (saws) al ser informado de esta situación entregó como presente toda la harina que tenían, quedándose sin nada para comer en su propio hogar.

(91) TODA PARA EL INVITADO Un invitado llegó desde muy lejos y pasó la noche en la casa del Profeta Muhammad (saws). Para cenar sólo había un poco de leche de cabra que fue obsequiada al invitado, el cual se la bebió toda. La familia del Profeta (saws) pasó la noche con hambre sin lamentarse por ello.

(92) ME HA SIDO ORDENADO Un día un pobre nómada árabe llegó ante el Profeta Muhammad (saws) y le pidió que le diera algo. Pero ese día el Profeta (saws) no tenía nada, ni mercancías ni dinero. -“Ahora no tengo nada para darte, pero lo que necesites cómpralo en mi nombre. Luego pagaré la deuda.” El hombre se puso feliz y se marchó. Pero los compañeros que estaban cerca de él se incomodaron por su apresuramiento. Uno de ellos se puso de pie y dijo: -“¡Oh, Profeta de Allah! Esta persona vino dos o tres veces con anterioridad, te pidió algo y tú también se lo diste. Ahora no tienes nada para darle y posiblemente Allah no te cargue una responsabilidad que no puedas asumir.” Luego otro compañero se puso de pie y dijo: -“¡Oh, Profeta de Allah! ¡Da cuanto desees! ¡No temas porque Allah, poseedor del Noveno Cielo, me haga pobre!” Con una sonrisa en su rostro, exclamó: -“Me ha sido ordenado.”

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(93) TODA ES NUESTRA Hz. Aisha (as) cuenta: -“Un día cortamos una oveja y distribuimos toda la carne menos una pierna.” El Profeta de Allah (saws) preguntó: -“¿Qué has hecho con la oveja?” Le dije que la habíamos distribuido toda, menos una pata. -“Oh, Aisha” dijo, “es como si nos hubiéramos quedado con todo.””

(94) EL BANQUETE DEL CAMELLO Nuayman, el hijo de Amir, era uno de los compañeros más bromistas. Sin embargo, sus bromas no eran del tipo de las que todos se reían. Un día, cortó el camello de un árabe nómada que se encontraba en la pequeña mezquita realizando la plegaria. El árabe al ver que su camello había sido cortado comenzó a gritar y llorar. La gente se agrupó a su alrededor y dijeron al Profeta Muhammad (saws): -“¡Oh, Profeta de Allah! La única persona que hace este tipo de cosas es Nuayman.” Nuayman fue encontrado y confesó su pecado. Cuando le pidieron explicaciones se dirigió al Profeta (saws) y dijo con una tímida sonrisa: -“¡Oh, Profeta de Allah!, creí que pagarías el precio del camello y así podíamos tener un banquete.”

(95) TU DEUDA DOS VECES El Profeta (saws) pidió prestado ciento veinte kilos de grano a alguien. Cuando aquel que se lo prestó necesitaba dinero, el Profeta (saws) le devolvió el equivalente de la deuda de los ciento veinte kilos de grano y luego le entregó ciento veinte kilos más como regalo por ayudarlo cuando lo necesitaba.

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TOLERANTE

El Profeta Muhammad (saws) perdonó al asesino de una de sus hijas, perdonó al asesino de su tío, y también perdonó a Taif quién lo esperó con una piedra y le proliferó una lluvia de insultos, a pesar de que había ido a pedirle ayuda. Se colocó en un punto separado de la humanidad para evitar tomar represalias a pesar de todas las oportunidades que pudo tener, por su indulgencia y tolerancia. Debido a su naturaleza, su religión y la comunidad musulmana han funcionado como el símbolo de la tolerancia en todo el mundo durante siglos. A pesar del hecho de que el ser humano moderno ha asesinado a millones de personas inocentes por pertenecer a otras religiones y razas a partir de la mitad del siglo XX, la religión islámica y su comunidad han sido la última isla en la que los oprimidos y los despreciados por sus identidades étnicas o morales en todo el mundo han sido protegidos durante siglos. La dinámica principal que contribuye a la cultura de la comunidad musulmana y este carácter de la historia del Islam es “la tolerancia” que se enseña y es impuesta por las palabras y conductas del Profeta Muhammad (saws). ES UN SER HUMANO El Profeta Muhammad (saws) se encontraba sentado en una plaza de Medina junto a algunos de sus Compañeros y frente a ellos comenzó a pasar un cortejo fúnebre de un hombre perteneciente a la religión judía. El Profeta Muhammad (saws) se puso de pie en señal de respeto hasta que el cortejo hubiera pasado. Sus compañeros quedaron sorprendidos y le advirtieron con la idea de que “quizás no entendiera la situación”: -¡Oh, Profeta de Allah! Este hombre era Judío. (Es decir que, al no ser musulmán, no era necesario permanecer de pie) Pero el Profeta Muhammad (saws), respondió: -Era un ser humano.

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NO SE METAN CON ABDULLAH

Algunos de sus compañeros se quejaron al Profeta (saws) de Abdullah, el hijo de Huzzafa: -“Hace muchas bromas y no se ocupa de nada”, dijeron. -No se metan con Abdullah, porque en verdad es un amante de Allah y de Su enviado (saws).

(98) MALDICIENDO AL EBRIO Cierta vez un hombre musulmán fue llevado ante el Profeta Muhammad

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(saws) al ser encontrado ebrio en reiteradas ocasiones. Uno de los hombres que lo acompañaba no pudo soportarlo, y dijo: -“Que Allah pueda maldecirte.” El Profeta (saws), frunciendo el ceño se dirigió al hombre que maldijo: -“No lo maldigas. Por Allah que desde que lo conozco ama a Allah y a Su enviado (saws).”

(99) UNA BUENA SÚPLICA PARA TAIF Bajo la orden de ser entregada luego de suspender el asedio, los compañeros del Profeta (saws) le pidieron que maldiga a la ciudad de Taif. Taif lo había esperado años atrás con una piedra y una lluvia de insultos cuando se dirigía allí en busca de ayuda para esparcir Su religión. Elevó sus manos y suplicó: -“Oh Allah, Bendice al pueblo de Taif con la riqueza del Islam y envíalo a Medina con el alma amistosa.” Su rezo fue aceptado inmediatamente.

(100) LO QUE SEA MEJOR PARA CADA UNO Durante un viaje, el Profeta Muhammad (saws) y sus compañeros realizaron un descanso a media tarde. El Profeta (saws) se acostó bajo la sombra de un árbol alejado del resto del grupo y al cabo de un rato pasó por allí Gavres, el líder de una tribu infiel y hostil, el cual al verlo tumbado lo reconoció. El corazón de Gavres se llenó de felicidad y entusiasmo pues aprovecharía la inconciencia del Profeta (saws) para matarlo y conseguir una fama sin igual entre todos los árabes. Entusiasmado, se le acercó sigilosamente y tomó la espada del Profeta (saws) que se encontraba apoyada en una de las ramas del árbol y se la puso en la garganta. El Profeta Muhammad (saws), al sentir el contacto del frío acero, abrió los ojos y observó a Gavres sonriendo orgullosamente sobre su cabeza. Gavres se sentía seguro de su victoria y quiso disfrutar del momento. De manera caprichosa preguntó: -“Muhammad, ¿quién te librará ahora de mi mano?” El Profeta Muhammad (saws), sin indicios de sentir temor ni exaltación, respondió: -“¡Allah!” En ese momento, con el estupor de escuchar el nombre “¡Allah!”, Gavres rodó por los suelos y la espada se escapó de su mano. El Profeta (saws) se levantó rápidamente, tomó la espada y la apoyó en la garganta de Gavres que estaba en el suelo. La situación se había revertido. El profeta (saws) le preguntó sonriente y con tranquilidad: -“¡Oh, Gavres! ¿Ahora quién te librará de mi mano?” Desafortunadamente Gavres no tenía la oportunidad de gritar “Allah” ya que era un incrédulo. Pero demostrando inteligencia, respondió: -¡Oh, Muhammad! Cada uno debe hacer lo que mejor considere. Ante esta respuesta, el Profeta (saws) retiró su espada y le dijo: “Vete,

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eres libre.” (101)

MAGO Un mago de Medina llamado Labid realizó un hechizo contra el Profeta Muhammad (saws) que le hacía permanecer confuso y mareado. Pero Allah, Exaltado Sea, lo salvó de esta magia indicándole donde se encontraba enterrado el hechizo para que sea desecho y revelándole el nombre del mago. Sin embargo, pese al agravio, nadie fue a molestarlo, ni a decirle ni a hacerle nada. Labid fue perdonado en silencio.

(102) SI YO NO FUERA JUSTO… El Profeta Muhammad (saws) se encontraba repartiendo un botín entre los compañeros, cuando un nuevo musulmán disconforme gritó: -“¡Esta repartición no es justa!” Y el hombre se marchó enojado. El Profeta Muhammad (saws), susurrando exclamó: -“Me compadezco de ti. Si yo no fuera justo, ¿quién lo sería?” Y dirigiéndose a sus compañeros, dijo: -“Tráiganlo de vuelta con tranquilidad, sin reprenderle.”

(103) INEXPERTO EN LA PLEGARIA Muawiya, el hijo de Abu Sufyân, había abrazado el Islam recientemente por lo que desconocía que no es correcto hablar durante la plegaria. Cierto día, mientras la comunidad realizaba la plegaria dirigida por el Profeta (saws), le dijo a un hombre que había estornudado: -“Que Allah te bendiga.” El resto de compañeros, apresurados para que la plegaria no se rompiera, comenzaron a advertirle con gestos y miradas. Muawiya, sin comprender lo que pasaba, continuó hablando: -“¿Qué sucede, por qué están mirándome?” Los compañeros callaron a Muawiya dándole pequeñas palmadas en las piernas. Al finalizar la plegaria Muawiya se encontraba alterado por el desconcierto y la culpa. El Profeta (saws) se acercó a él y le dijo: -“Al realizar la plegaria abandonamos el mundo. La plegaria está compuesta por los nombres de Allah, por la afirmación de que Allah es Grande, por la recitación del Sagrado Corán.” Años más tarde, Muawiya relató sobre ese día: “Nunca he visto a nadie enseñar mejor que él (saws). Ni me riñó ni me criticó.”

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MALDAD POR MALDAD Un nómada árabe, para pedirle al Mensajero (saws) algunas mercancías y dinero se colgó de su ropa con todas sus fuerzas hiriéndole. El Profeta Muhammad (saws) se tambaleó y su ropa se rasgó. Le pidió que se calmara y le dijo: -“Ahora dime, ¿tendría que haber alguna represalia contra tu mala conducta?” El nómada árabe respondió con seguridad: -“No.” -“¿Por qué?” -“Porque no tratarás el mal con maldad, por eso.” El Profeta Muhammad (saws) sonrió ante la respuesta y pidió que los camellos del nómada fueran cargados con mercancías.

(105) LOS QUE COMEN CARNE DE CAMELLO Cierto día un grupo de compañeros se encontraba sentado en la mezquita. Recientemente, todos habían comido carne de camello y a uno de ellos se le escapó una flatulencia sin querer. Todos se miraron con incertidumbre y timidez. Al poco rato se realizaría la plegaria y se entendería que el que saliera a realizar la ablución sería “aquel”. Evaluando la cortesía de la situación, el Profeta Muhammad (saws) dijo: -“Que todos los que hayan comido carne de camello realicen la ablución.” Los compañeros se alinearon en fila para realizar la ablución y el culpable fue protegido.

(106) MALDICE A LOS DEVS Algunos compañeros le pidieron al Profeta (saws): -“¡OH Profeta de Allah! Nuestra fuerza no es suficiente para los daños y la ferocidad de la tribu de los Daws. Maldícelos y que se enmienden.” El Profeta Muhammad (saws) se dirigió a la Kiblah y abrió sus manos. Todos estaban esperando que la maldición saliera de sus labios y susurraban entre ellos: -“¡La tribu de los Daws se ha destruido!” Sin embargo, el Profeta Muhammad (saws) suplicó: -¡Oh Allah!, otorga a la tribu de los Daws el camino recto y provéelos para que puedan ver la verdad.” Repitió la súplica tres veces.

(107) FRENTE A SU ASESINO Cierto día, un hombre que quería matar al Profeta Muhammad (saws) fue llevado ante él. El hombre sin saber qué sucedería estaba

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temblando de miedo. El Profeta (saws) le sonrió y tratando de calmarlo le dijo: -“No temas, incluso si lo hubieras intentado, no hubieras tenido éxito.” Luego dio la orden y fue liberado.

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EL ESPOSO

El Profeta Muhammad (saws) se casó por primera vez cuando contaba con veinticinco años. Su esposa Jadiyah (as), tenía cuarenta años, era viuda y madre de dos hijos. Estaban unidos con un amor ejemplar y compartían sus ideales de forma notable. Tuvieron seis hijos, cuatro mujeres y dos varones, y estuvieron juntos durante veinticinco años hasta la muerte de Jadiyah (as) Sus virtudes y méritos quedaron siempre alojados en el corazón del Profeta Muhammad (saws) quién la recordaba constantemente en diferentes ocasiones. Unos años mas tarde de la muerte de Jadiyah, contrajo varios matrimonios influenciados por razones humanitarias y sociales. En este segundo período, su esposa más querida fue Hz. Aisha (as), quien hasta su muerte, firmaría como “Aisha, la hija de Abu Bakr, la amante del amado de Allah.” La mujer, en la sociedad musulmana, experimentó un cambio de estatus social motivado por el ejemplo de la conducta y las palabras del Profeta Muhammad (saws) hacia sus esposas. NUESTRA INTENCION NO ERA ESTA

El Profeta Muhammad (saws) y Aisha (as) mantuvieron una pequeña discusión. Finalmente decidieron llevar el asunto a un arbitraje. El Profeta (saws) sugirió a Abu Bakr (ra), el padre de Aisha (as) como mediador. Aisha aceptó y tan pronto como el Profeta (saws) comenzó a relatar el tema a Abu Bakr, Aisha interrumpió su discurso y le advirtió: -“Sé justo en tus palabras.” Abu Bakr (ra) consideró esta advertencia como una insolencia contra el Profeta Muhammad (saws) y abofeteó a su hija. El Profeta (saws) se quedó atónito y mientras consolaba a Aisha (as), reprendió severamente a Abu Bakr (ra): -“¡Oh Abu Bakr! No era esta nuestra intención al hacerte mediador.”

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¡AY MI ESPOSA!

Durante un viaje, el camello que llevaba a Aisha (as) comenzó repentinamente a correr. El Profeta Muhammad (saws) exclamó: -“¡Ay mi esposa!” Y no se tranquilizó hasta que el camello fue atrapado y el peligro acabó.

(110) NO PUEDES HACER QUE TU HIJA SE CASE POR LA FUERZA

Uno de los compañeros del Profeta Muhammad (saws) estaba a punto de casar a su hija con un hombre al que ella no quería. La muchacha se dirigió al Profeta (saws) para remediar su situación:

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-“¡Oh Profeta de Allah! Mi padre me va a casar por la fuerza con el hijo de mi tío, a pesar de que yo no quiero.” El Profeta Muhammad (saws) llamó al padre y le dijo: -“No tienes derecho de hacer que tu hija se case con alguien que no quiere.” El padre se arrepintió y la boda se canceló.

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MI PADRE, EL PROFETA HARUN Algunas personas solían llamar a Safiya, una de las esposas del Profeta Muhammad (saws), “muchacha judía”, para molestarla. Safiya con tristeza se dirigió al Profeta (saws) para contarle la situación y él (saws) le aconsejó: -“Cuando alguien nuevamente te llame así, respóndele: “Mi esposo es el Profeta Muhammad, mi Padre es el Profeta Harun y mi tío es el Profeta Moisés. En esto, ¡estoy en mejor situación que tú!””

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AHORA ESTAMOS PAREJOS Luego de un tiempo de matrimonio con Hz. Aisha (as) realizaron una carrera y Hz. Aisha ganó. Al cabo de unos años realizaron otra carrera, y esta vez el Profeta Muhammad (saws) ganó. Sonriendo le dijo: -“Ahora estamos parejos.”

(113) ¿PODRIA MI ESPOSA TAMBIEN VENIR? Cierto día, un iraní vecino del Profeta Muhammad (saws) en Medina, lo invitó a compartir una sopa especial que había preparado para la cena. El Profeta (saws), refiriéndose a Aisha (as), preguntó: -“¿Puede mi esposa también venir?” El iraní no quería por lo que el Profeta (saws) no aceptó la invitación. Al cabo de un rato, el hombre regresó y repitió la invitación. El Profeta (saws), volvió a preguntar: -“¿Junto con mi esposa?” Pero el hombre levantó las cejas nuevamente en señal de desaprobación. El tiempo pasaba; y por tercera vez el hombre repitió su invitación, pero el Profeta (saws) continuó en el mismo punto: -“¿Mi esposa también…?” El hombre iraní esta vez aceptó y compartieron la sopa junto con Aisha (as).

(114) CONSOLACION DE SAFIYA Safiya, una de las esposas del Profeta Muhammad (saws), provenía de

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la tribu judía de Khaybar. Su padre y su anterior marido fueron muertos por los musulmanes en una batalla. Refiriéndose a la primera noche, Safiya relató: -“El Profeta de Allah (saws) pasó todo el tiempo hasta la mañana siguiente intentando consolarme y me dijo: ‘¿Que puedo hacer?, tu padre siempre nos ha maltratado e intentó enfrentar a todos los árabes con nosotros.’ A pesar de que tenía razón, se disculpó conmigo muchas veces por esto.”

(115) EL SIRVIENTE Y LA CONCUBINA Hz. Ali (ra) y Hz. Fátima (as) se acababan de casar y el Profeta Muhammad (saws) poniendo a ambos frente a él, dijo: -“OH, Ali, te estoy dando a mi hija como esposa, pero nunca olvides que tú eres el sirviente de ella.”

(116) ¿ESTAS SATISFECHA? En un lugar cercano a la pequeña mezquita, unos hombres de Etiopía se encontraban jugando a un juego local. El Profeta Muhammad (saws) pensó que esto le gustaría mucho a Aisha (as) y fue a su casa diciendo: -“¡Aisha, ven aquí, mira!” Aisha (as) refiriéndose a ese momento, relató: -“Comencé a mirar el juego hasta que mi mejilla se fue inclinando en el hombro del Mensajero de Allah (saws). El juego duraba demasiado, y el Profeta (saws) ya cansado, cada tanto me preguntaba: -¿Estás satisfecha? Aisha, en sus propias palabras “para probar su amor por mí”, respondía: -¡No! A pesar de estar cansado, el Profeta Muhammad (saws) no dijo una palabra y continuó parado cambiando la postura de la pierna.”

(117) DEL MISMO LUGAR El Profeta Muhammad (saws) ponía especial atención cuando comía con Aisha (as). Bebía del mismo lugar que Aisha había bebido; si estaban comiendo carne, el Profeta (saws) tomaba la carne que Aisha había mordido y comía del mismo lugar; he incluso a veces daba de comer cariñosamente a Aisha con sus propias manos.

(118) A LA QUE MAS, AISHA Cierto día se encontraba un grupo reducido de compañeros y uno de

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ellos preguntó: -“Oh Profeta de Allah (saws), ¿A quién amas mas?” Sin vacilar en la respuesta, dijo: “A Aisha” La misma pregunta fue realizada por Aisha (as) al principio de su matrimonio: -“¿Cuánto me amas, Oh Mensajero de Allah?” -“Con fuerza.” Aisha (as) estaba tan complacida por la respuesta que solía repetir la pregunta con frecuencia a lo largo de los años. -“Oh Mensajero de Allah, ¿con cuanta fuerza?” -“Igual que el primer día.”

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VALIENTE

Era valiente…. Hz. Ali (ra) dijo: “Cuando una batalla era muy violenta, y los ojos estaban rojos por la ira, solíamos protegernos detrás de él.” Otros relataron que “el más valiente de entre nosotros en la batalla era aquel que se encontraba en la misma línea con el Profeta Muhammad (saws)” Cuando los voluntarios comenzaron a ir a las batallas para ser escritas, existía una costumbre que nunca cambiaría: Su nombre (saws) aparecía en primer lugar. Pero su bravura nunca se convirtió en crueldad hacia los tiranos…Si batía a un enemigo, lo perdonaba… También perdonó a aquellos que lo maltrataron durante años. Pero el ejemplo mas destacable lo encontramos en las palabras dirigidas al asesino de su tío: “No dejes que te vea demasiado… porque cada vez que te veo, recuerdo a Hamza en el desierto de Uhud, tirado como los ojos de aquellos que fueron cincelados, como la nariz, los oídos y los labios de aquellos a los que les fueron cortados; como el corazón y los pulmones de aquellos a quiénes les fueron quitados. Y cada vez que te veo siento ese dolor una vez más” Termina siendo el más valiente por ser el más tolerante... AQUELLAS DOS PERSONAS La Emigración, que es el comienzo del calendario Islámico, había comenzado. Uno a uno, a medio metro de la cueva, en la ladera de una montaña cerca de La Meca en la que el Profeta Muhammad (saws) y Hz. Abu Bakr (ra) se habían ocultado; doscientos enemigos armados desde arriba hasta abajo movieron hasta la última piedra. Lo que les evitó extender sus cabezas un poquito más y ver al Profeta Muhammad (saws) y a su compañero (ra) fue la tela de araña y el nido de pájaro en la puerta de la cueva. En aquellos peligrosos momentos que la vida de ambos dependía de una espada, el Profeta Muhammad (saws) con fe y paz interior, calmó la ansiedad de su amigo: -“Hermano mío, "No te apenes, ni te aflijas, que Allah está con nosotros. ¿Acaso no piensas que entre dos compañeros el tercero es Allah?".”

(120) EMBOSCADA NOCTURNA EN MEDINA Una noche se escuchó un gran ruido en Medina y se temió que el enemigo hubiera puesto una emboscada en la ciudad. Se tomaron inmediatamente las medidas necesarias y se establecieron las posiciones de defensa; pero en ese momento montado en un caballo sin montura y con una espada alrededor de su cuello el Profeta Muhammad (saws) salió de la oscuridad. Venía de las afueras de la ciudad diciendo: “¡No teman, no hay peligro!”, y el pueblo se calmó. Más tarde se dieron

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cuenta que el Profeta (saws) había tomado su espada tan pronto se sintió el ruido y había saltado al caballo más cercano para comprobar uno por uno los puntos que presentaban un peligro potencial; sin pretender que ningún otro lo hiciera en su lugar.

(121) NO HAY MENTIRA EN ESTO Después de la conquista de La Meca, para someter la rebelión de Hawazin, el ejército del Islam marchó hacia Hunayn. Con la adición de dos mil nuevos soldados que se habían convertido recientemente al Islam, el ejército alcanzó un número de doce mil hombres, que era de un tamaño extraordinario para las condiciones de la península árabe de aquel tiempo. Algunos musulmanes comenzaron a exclamar que semejante ejército era imposible de abatir debido a su gran número. Pero, una vez hubieran entrado al valle de Hunayn, fueron sorprendidos en una emboscada por un enemigo mucho más pequeño en número. El pánico se acrecentó entre las filas y todos comenzaron a esparcirse. La situación rápidamente se convirtió en casi una derrota. En esos momentos de extrema tensión, solamente una persona continuó, a diferencia del resto del ejército y de la tentativa de los ataques del enemigo que se cerraba en ondas sucesivas: Muhammad (saws). A pesar de ser el representante de Allah en la tierra, vivió uno de los momentos de más disgusto de su vida. Al ver que su ejército estaba dispersándose, a horcajadas en su caballo blanco, gritó con toda su voz: "¡Soy el mensajero de Allah; no hay mentira en esto! ¡Soy el hijo de Abdul Muttalib, la clase de hombre que nunca huye del enemigo; no hay mentira en esto!”, y comenzó a atacar con todas sus fuerzas a las tribus de Hawazin que estaban arrojando flechas con violencia sobre los musulmanes. Mientras tanto, sus dos compañeros más cercanos sostenían su caballo con dificultad. Finalmente la batalla fue ganada por el ejército del Islam.

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LEAL

Con su fidelidad, el Profeta Muhammad (saws) transformó el amor de aquellos que lo amaron en admiración, y el odio de sus enemigos, a través de la fuerza de las circunstancias, en aprecio. Como todos los rasgos de su carácter, su fidelidad no era artificial, sino sincera y profunda. Estos rasgos encontraron su fuente en su creencia en Allah y en su respeto por la misión profética. En la noche de la emigración a Medina, su preocupación más grande no era su propia vida. Por el contrario, lo preocupaba poder devolver a los legítimos dueños de La Meca las valiosas mercancías que le habían sido confiadas en su carácter de "Amin" (el confiable). Debido a esto, Hz. Ali (ra), pasó la noche en los aposentos del Profeta (saws) para despistar a aquellos que intentaron acabar con su vida. Al día siguiente el Profeta Muhammad (saws) devolvió todas las propiedades a sus dueños. Cuando se dirigían a una batalla, el Profeta Muhammad (saws) solía decir a sus compañeros: "si hay entre vosotros alguno que haya perturbado a sus vecinos, no deberían venir a la guerra con nosotros.” A sus compañeros más pobres, en términos de estatus sociales, les hacía sentir de manera constante su plena fidelidad. "Que la alabanza y la gloria sean con Allah. Quién no ha tomado mi vida antes de ordenarme que soporte junto a vosotros", solía decir y continuaba: “Sepan que, mientras viva, viviré entre vosotros, y cuando muera, moriré entre vosotros." Cuando escuchaba a alguien maldecir a sus compañeros, fruncía el ceño e invitaba a esta persona a retirarse, y a partir de ese momento su testimonio no era admitido. Se consideraba a sí mismo en deuda de por vida con Suwaybah, quién fue su nodriza durante los primeros meses después de su nacimiento. Se preocupaba regularmente por su salud, y por enviarle alimentos y ropas. Luego de la muerte de Suwaybah, se ocupó de saber si ella había dejado algún pariente cercano. Con el fin de destacar los derechos de la madre sobre los hijos, respondió, a uno de sus compañeros quién había preguntado sobre “aquellos a los que se le debía hacer el bien”, tres veces consecutivas “a tu madre.” También agregó: “Una de las cosas que una persona compasiva a de hacer es visitar a los amigos de su difunto padre.” DEUDA DE UNA MADRE Cierto día, un compañero fue a quejarse ante el Profeta Muhammad (saws) de su madre: -“Su carácter y su moral son malos”, dijo. El Profeta (saws) le replicó: -“Ella no tenía mal carácter cuando te llevó en su vientre durante nueve meses.”

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-“¡Oh Mensajero de Allah!, ¡ella en verdad posee un mal carácter!” -“Ella no tenía mal carácter cuando te amamantó durante tus primeros dos años de vida”, respondió. El hombre insistió: -“Pero ella no tiene mal carácter cuando se queda en vela debido a ti, y además ya he pagado la deuda debido a su sacrificio hacia mí.” -“¿Qué has hecho?”, le preguntó el Mensajero (saws) -“Le he pagado el peregrinaje.” Una amarga sonrisa se trazó en los labios del Profeta (saws): -“No has pagado la deuda con el esfuerzo de un simple trabajo.”

(123) ABU BAKR ME CONFIRMÓ Abu Bakr (ra) y Omar (ra) tuvieron una disputa. Cuando el Profeta Muhammad (saws) vio que Abu Bakr (ra) se lamentaba, intervino reuniendo a sus compañeros frente a él: -“Allah me ha enviado a vosotros como un profeta. Cuando me llamaron mentiroso, Abu Bakr me confirmó. Cuando se hicieron mis enemigos, él me protegió con su vida y con sus posesiones. Por amor a esos días, que nadie mas moleste a mi compañero.” A partir de ese día todos tuvieron un cuidado particular por no herir los sentimientos de Abu Bakr.

(124) PRIMERO LO SUYO AL DUEÑO Al comenzar la guerra con los judíos en Khaybar un hombre que trabajaba como pastor en la región, decidió convertirse al Islam, por lo que se acercó al Profeta Muhammad (saws) y le expresó su deseo. Pero el profeta Muhammad (saws) no lo aceptó inmediatamente: -"Primero", le dijo, "debes devolver la manada a su legítimo dueño. Si deseas hacerte musulmán y participar en la guerra junto a nosotros, no rompas el compromiso de las mercancías que te han sido confiadas." El pastor así lo hizo. Devolvió por completo la manada a su legítimo dueño y luego partió para unirse a su nueva religión y compromiso.

(125) LA AMIGA DE JADIYAH Jadiyah (as) fue su primera esposa, su primer amor, con la cual el Profeta Muhammad (saws) compartió veinticinco años de matrimonio y la cual fue madre de seis de sus siete hijos. Después de la muerte de Jadiyah (as) y hasta su propia muerte, él recordaba el amor que sentía por ella en cada ocasión. Cierto día, cuando ya se encontraba casado con Hz. Aisha (as), una anciana mujer visitó su casa. El Profeta (saws) la reconoció, pero aún así le preguntó su nombre. La mujer respondió:

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-“Djessame” (la fea) Pero el Profeta (saws) la corrigió: -“¡No!, tu no eres Djessame, ¡eres Hassana! (la hermosa) Los elogios que dedicó a la anciana mujer atrajeron la atención de Hz. Aisha; y cuando la mujer se marchó no pudo evitar preguntar: -“¡Oh Mensajero de Allah! ¿Por qué halagaste tanto a esta mujer?” El Profeta Muhammad (saws) con la mirada inmersa en sus pensamientos, respondió: -“Esta mujer era amiga de Jadiyah, solía visitarnos a menudo cuando nos casamos.”

(126) EL REGALO DE LA AMIGA DE JADIYAH Jadiyah (as) había partido al Más Allá hacía tiempo, y su cuerpo yacía en los territorios de La Meca, mientras que el Profeta Muhammad (saws) había tenido que emigrar hacia Medina. Una de las amigas de Jadiyah también se encontraba entre los emigrados, y según relató Enes el hijo de Malik, cuando se le entregaba un regalo al Profeta (saws) solía enviárselo a esta mujer diciendo: “Puesto que ella era muy amiga de Jadiyah y la quería mucho.”

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LA HERMANA DE JADIYAH La hermana de Jadiyah (as) se llamaba Hale y tenía lo voz increíblemente parecida a ella. Cierto día, Hale le pidió permiso para entrar a su casa y hablar con él (saws). El Profeta Muhammad (saws) al escuchar la voz comenzó a temblar por el sobresalto y exclamó: -“¡OH, Quiera Allah que la persona que pide permiso sea Hale!” Y, en efecto, era ella.

(128) EL COLLAR DE JADIYAH Uno de los presos capturados al final de la campaña de Badr fue Abul As, su yerno, el marido de su hija Zainab. Zainab envió como rescate para Abul As el collar de oro que su madre Jadiyah (as) le entregó para su matrimonio. El Profeta Muhammad (saws), al ver entre el rescate enviado de La Meca el collar de Jadiyah (as), que había muerto hacía unos años, con los ojos llenos de lágrimas dijo a sus compañeros: -“Si aceptáis, devolveré este collar a Zainab y liberaremos a Abul As sin rescate.” Sus compañeros, al ver su sensibilidad, respondieron: -“¡Muy bien, Oh Mensajero de Allah! Lo haremos como tu dices.” Y el collar de Jadiyah (as) fue devuelto a Zainab.

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MEJOR QUE JADIYAH Aisha (as) un día no pudo aguantar más el hecho de que el nombre de Jadiyah (as) no dejaba de estar en la boca del Profeta Muhammad (saws), y dijo: -“¡OH Mensajero de Allah!” (saws) ¿Acaso Allah no te ha dado esposas más jóvenes, mejores y más hermosas? Por supuesto ella se refería a ella misma. El Profeta (saws) respondió siendo consciente de la posibilidad de lastimar el corazón de su esposa pero siendo fiel a lo que sentía hacia su primer amor Jadiyah (as). -“Juro que Allah no me dio mejor esposa que ella (as). Cuando todos negaban mi profecía, ella me aprobó. Cuando todos me acusaban de ser un mentiroso, ella me confirmó. Cuando todos me negaban todo, ella me confió sus mercancías y su bondad. Ella me dio seis hijos.” Aisha (as) dejó pasar sus propias palabras y guardó silencio.

(130) SEIS AÑOS MÁS TARDE Luego de seis años el Profeta Muhammad (saws) se enteró que como resultado de la campaña de Hunayn, su hermano adoptivo y sus parientes habían sido capturados. Los mandó llamar, se informó sobre su bienestar, les dio obsequios y los liberó. Sus compañeros, al enterarse, se sintieron molestos por el hecho de que ellos también tenían parientes como prisioneros. Por lo tanto, todos los prisioneros fueron liberados, sin pedir rescate.

(131) A MIS COMPAÑEROS Una delegación de enviados había llegado a La Meca desde Abyssinia. El Profeta Muhammad (saws) realizó todos los servicios, abasteció todas sus necesidades con sus propias manos y acomodó a sus compañeros. -“¡Oh, Mensajero de Allah! Permite que realicemos nosotros mismos el servicio”, dijeron. Pero el Profeta (saws) no aceptó el ofrecimiento y les dijo: - “Han demostrado honor a mis compañeros que emigraron a Abyssinia y los adoptaron. Ahora, a través del placer que siento, quisiera devolver un poco de eso honor.”

(132) TU SANGRE ES MI SANGRE Puesto que los Mecanos no estaban preparados para escuchar al Profeta Muhammad (saws) sin ningún prejuicio; el Profeta (saws) dirigió sus esfuerzos hacia las tribus vecinas. Estos eran los años más difíciles para él y para los musulmanes en general. Durante mucho tiempo, trató que su voz fuera escuchada, pero

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no recibió respuestas positivas de casi nadie; hasta que se encontró con los Medinenses. Tiempo después, fijaron un encuentro en un lugar llamado Aqaba cerca de La Meca y unos sesenta musulmanes de Medina convertidos recientemente juraron protegerlo al igual que protegían a sus esposas e hijos, incluso si tuvieran que enfrentarse al mundo entero. Uno de ellos preguntó con curiosidad: -“¡Oh, mensajero de Allah! Si tienes éxito en el futuro ¿regresarás junto a tus parientes y a tu ciudad? Él (saws) respondió confidencialmente: -“Tu sangre es mi sangre. Tu necrópolis es mi necrópolis. Estoy en ti y tú estás en mí.” Y eso es exactamente lo que cumplió. Un día, la península Arábica entera, incluida La Meca, lo aceptó. Pero él, justo como había prometido, regresaba a Medina luego de cada campaña. Medina se convirtió en su hogar y en su ciudad natal hasta su muerte. Murió allí, fue enterrado allí, y todavía sigue allí en Medina.

(133) LEAL AL TRATADO El tratado de Hudaybiyyah había sido recientemente firmado. Uno de los musulmanes secretos residentes de La Meca, Abu Yandal, tuvo la oportunidad y se escapó de allí para unirse y refugiarse con los demás musulmanes. Una de las cláusulas del tratado decía que los que sean recibidos entre los musulmanes que huyeran de La Meca serían devueltos a la ciudad; por lo que el Profeta Muhammad (saws) le dijo a Abu Yandal: -“¡Oh, Abu Yandal! ¡Sé paciente! No podemos retroceder sobre las palabras, pero Allah pronto abrirá tu camino.” Y Abu Yandal regresó a La Meca.

(134) FIEL A SU PALABRA Dos musulmanes fueron capturados por los mecanos mientras intentaban emigrar a Medina y encontrarse con el Profeta Muhammad (saws). Los mecanos les hicieron jurar que no usarían armas contra ellos, luego los dejaron libres y pudieron completar la emigración. Llegaron a Medina y encontraron a los musulmanes justo en la víspera de la campaña de Badr. Al encontrarse con el Profeta (saws) le contaron el juramento que habían tenido que tomar. El ejército enemigo superaba tres veces el número de hombres del ejército musulmán. A pesar de esto, el Profeta Muhammad (saws) no aceptó que el juramento tomado sea infringido por lo que les indicó la ciudad de Medina ubicada detrás de los compañeros que ya estaban en formación y agregó: -“Debéis regresar, nosotros mantendremos vuestro juramento bajo

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cualquier circunstancia.” Sólo necesitamos a Allah y Allah es el único que puede ayudarnos.

(135) DOS VECES EMIGRACION Asma el hijo de ‘Umais, era uno de los musulmanes que emigraron a Abisinia y posteriormente a Medina. Cierto día mantuvo una disputa con otro musulmán que también había emigrado a Medina. Ambos aclamaban que sus emigraciones pesaban más ante los ojos de Allah. Finalmente el Profeta Muhammad (saws) exclamó: -“Aquellos que han emigrado a Abisinia primero y luego a Medina, se considera que han emigrado dos veces mientras que los que emigraron a Medina han emigrado sólo una vez.”

(136) LEAL INCLUSO AL ENEMIGO Abu Rafi, quien fue enviado como emisario desde La Meca al Profeta Muhammad (saws), se convirtió en musulmán a los pocos días, bajo la influencia de lo que había visto y experimentado en Medina. Con la nueva fe que había adoptado, expresó el deseo de permanecer en Medina y entregó su dimisión como embajador. Pero el Profeta (saws) no la aceptó. -“No puedo infringir el tratado y no puedo ampararte como embajador. Después de tu regreso a La Meca, si todavía piensas de la misma manera, entonces puedes regresar y te saludaremos y aceptaremos como nuestro hermano.” Abu Rafi regresó a La Meca; luego emigró y se instaló en Medina como musulmán.

(137) EN EL MISMO SEPULCRO El Profeta Muhammad (saws) y sus compañeros se encontraban enterrando a los setenta y dos hombres caídos en la batalla de Uhud cuando el Profeta (saws) se detuvo frente a las tumbas de Amr, hijo de Al-Jamuh, y Abdullah el hijo de Amr. Sus ojos se llenaron de nostalgia: -“Colóquenlos en la misma tumba ya que se quisieron mucho durante sus vidas.”

(138) LEALTAD PARA CON LOS MEDINENSES Unos días antes de su partida al Más Allá, el Profeta Muhammad (saws) se subió al púlpito con dificultad y se dirigió a los Medinenses

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emigrantes que doblaban a la población de la ciudad varias veces. -“Traten bien a los nativos de Medina porque los hombres se multiplicarán, pero el número de verdaderos Medinenses no aumentará. Me han dado refugio. Devuelvan sus buenos actos con buenos actos, y perdonen sus malas acciones.”

(139) ELLA FUE UNA MADRE PARA MI DESPUES DE MI MADRE Cuando el Profeta Muhammad (saws) tenía ocho años su abuelo murió y su tío Abu Talîb asumió la tutela, y junto con su esposa Fátima, la hija de Asad, hicieron todo lo posible para atenuar los sufrimientos de la orfandad. En los años siguientes durante la profecía, murió su tío y al poco tiempo su tía, provocándole una tristeza particular: “Mi querida madre ha muerto hoy”, dijo. Entregó su camisa como mortaja, pronunció setenta veces “Allahu akbar” y dirigió las oraciones del entierro. Se dirigió a la tumba y antes de que depositaran el féretro se quedó junto a él tumbado durante un rato. Sus compañeros luego le preguntaron por este trato especial tan extraordinario. -“Ella era una madre para mí después de mi madre”, respondió.

(140) LA SIERVA DE LA MEZQUITA Una anciana era la encargada de realizar los trabajos en la mezquita de Medina. Era una musulmana pobre y silenciosa. Durante tres días el Profeta Muhammad (saws) no la vio y sintió curiosidad por saber donde estaba. Sus compañeros le informaron de que había fallecido y que había sido enterrada. El Profeta (saws) ofendido y con sorpresa les dijo: -“¿No debieron haberme informado?” Fue hasta la sepultura y dirigió las plegarias del entierro, recitando varias veces las oraciones.

(141) SI ME LLAMAN IRÍA En los días de juventud del Profeta Muhammad (saws) en La Meca y en toda Arabia existían socialmente normas y prácticas crueles desmesuradas. Un grupo de hombres de conciencia, incluyendo al Profeta Muhammad (saws), que conservaban su sensibilidad humana viva, se reunieron en una casa de La Meca y realizaron un acuerdo llamado Hilf-al Fudul. A partir de este acuerdo no sería permitido para cualquier mecano o extranjero ser sometido a prácticas desleales tan sólo por ser más débil o esté solo. Cuarenta años más tarde, cuando el Profeta Muhammad (saws) cursaba su profecía y era jefe de estado, recordó el acuerdo que habían realizado y dijo: -“Tomé parte de ese acuerdo en la casa de Abdullah el hijo de Yudan, y

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no lo cambiaría por ninguno de los bienes más preciados entre los árabes. Incluso hoy, si fuera llamado como un requisito de dicho acuerdo, iría.”

(142) ALCANZA EL MARTIRIO EN SU REGAZO Said el hijo de Mu’adh, uno de los primeros musulmanes de Medina y que estuvo al lado del Profeta Muhammad (saws) en los momentos de angustia, fue mortalmente herido en una batalla librada contra los judíos. Después de sufrir agonía durante días, el momento de la muerte finalmente llegó… El Profeta Muhammad (saws) se encontraba a su lado. La herida se abrió de repente y la sangre comenzó a brotar. Ambos se abrazaron y la cara del Profeta (saws), su barba y su ropa se mancharon de sangre. Los demás compañeros intentaron separarlos pero ellos continuaron abrazados y llorando. Said dio su último aliento en el regazo del Profeta Muhammad (saws).

(143) ZAID ES MI HIJASTRO El día anterior a que comenzara la profecía, el padre y el tío del esclavo del Profeta (saws), Zaid, el hijo de Harisa, llegaron a La Meca después de haberlo buscado durante años, y le pidieron al Profeta Muhammad (saws) que se los vendiera para poder recuperarlo. El Profeta (saws) respondió con una sonrisa: “Pregúntenle a él. Si Zaid desea ir, puede marcharse, es libre y ningún pago será necesario.” Pero Zaid decidió quedarse. Todo el mundo se sorprendió, incluyendo sus parientes. A raíz de esta actitud de Zaid, el Profeta Muhammad (saws) lo tomó de la mano y lo llevó a la plaza principal de La Meca, frente a la Kaaba, y anunció en voz alta para todos los mecanos: “Este es mi esclavo Zaid, el hijo de Harisa. Ahora es libre y será mi hijastro.” A partir de ese momento fue llamado Zaid el hijo de Muhammad.

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BROMISTA Para cualquier líder es difícil combinar una posición respetable ante los ojos de la comunidad con una personalidad humorística, y mantener ambos aspectos equilibrados y en armonía. Si, además, esta persona no es cualquier líder, sino un Profeta, la situación se vuelve aún más complicada. El Profeta Muhammad (saws) poseía una personalidad seria y respetable incomparable, pero al mismo tiempo se protegió a sí mismo de no caer en una actitud fría y distante, un riesgo fácil para alguien en su condición. Y llegó a ser conocido como el encantador, el cálido, el profeta del humor. Sus compañeros fácilmente podían gastarle una broma. Y él (saws) a ellos. Pero esto no dio lugar al menor abuso; aparte de la calidez del humor, los límites de la seriedad y el respeto se mantenían cuidadosamente. Existen dos riesgos potenciales negativos en todas las bromas en los que es fácil caer. El peligro de ir más allá de las normas básicas de cortesía y civismo, y la mentira y la exageración. Las bromas del Profeta Muhammad (saws) mantenían un equilibrio ideal sobre estos riesgos potenciales, y nunca incluía elementos que traspasaran estas normas básicas. Cierto día, un compañero le preguntó: “Oh, Mensajero de Allah ¿estás bromeando con nosotros?”, y él (saws) respondió: “Si, pero nunca os diré una mentira.” Nunca hizo una excepción, incluyendo sus bromas, en su virtud de no mentir jamás ni una sola vez en su vida. Durante sus veintitrés años de profecía, el Profeta Muhammad (saws) no sólo trajo nuevos conceptos y orden para la humanidad, sino que era un hombre completo, incluyendo el humor. LA CRÍA DE LA CAMELLA Cierto día un compañero del Profeta Muhammad (saws) le pidió un camello. -“Esta bien, te pondremos sobre la cría de una camella.”, le respondió. Su compañero asombrado le objetó: -Pero, Mensajero de Allah, ¿qué haré con la cría de una camella? No me servirá. -¿Acaso no son todos los camellos crías de una camella?

(145) NO TIENES PRECIO Zahir era uno de los musulmanes que vivían en el desierto. Él solía llevar los mensajes del Profeta Muhammad (saws) al desierto y ayudaba al Mensajero (saws) a realizar sus compras en la ciudad. Hablando sobre estos aspectos de su relación, el Profeta (saws) una vez dijo: “Zahir es nuestro desierto y nosotros somos su ciudad.”

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Sin embargo, Zahir tenía un problema grave. A causa de un defecto físico de nacimiento no fue muy querido entre las personas, y cuando se encontraba mezclado entre una gran muchedumbre por obligación se sentía acomplejado porque todo el mundo lo miraba; y este sentimiento se fue agravando con el tiempo. El Profeta Muhammad (saws) era conciente de lo que le pasaba a Zahir y un día encontró una oportunidad para ayudarlo. Zahir se encontraba haciendo las compras en el mercado de Medina a la hora más concurrida. El Profeta (saws) se acercó sigilosamente por detrás, le tapó los ojos con sus manos y lo atrajo hacia él. Zahir reconoció el perfume y, entusiasmado por la alegría, se inclinó con todo el peso de su cuerpo sobre el Profeta Muhammad (saws). Los musulmanes que se encontraban allí nunca había visto al Profeta (saws) en una actitud de tanta confianza con alguien, y asombrados se reunieron alrededor de ellos. El Profeta (saws) llamó a todos con una sonrisa: -“Tengo un esclavo y quiero venderlo. ¿Quién quiere comprármelo?” Zahir, con un gesto de amargura por un lado y consternado por ser el centro de atención por el otro, respondió tímidamente con otra broma: -“Oh, Mensajero de Allah, te juro que el esclavo que estás vendiendo no vale un centavo.” Esta era la oportunidad que el Profeta Muhammad (saws) estaba esperando. Enseñar un tratamiento especial hacia Zahir, para que a partir de ese día pueda vivir sin el complejo de que todos lo miran, tranquilo y sin la menor duda sobre él mismo. El Profeta Muhammad (saws) con el rostro serio interrumpió a Zahir y dirigiéndose a la multitud que los había rodeado dijo: -“¡No, tú no tienes precio en el nivel de Allah ni en el nivel del Mensajero de Allah! Ese fue el día de mayor alegría para Zahir.

(146) NO TENGO DINERO Uno de los compañeros más bromistas y pobre del Profeta Muhammad (saws) quería comprarle un presente. Los presentes solían ser mantequilla, aceite o miel. Pero cuando el vendedor se dirigió a reclamar el pago, el compañero le dijo al Profeta (saws): -“Oh, Mensajero de Allah” (saws), ¡el vendedor viene a reclamar su dinero!” El Profeta Muhammad (saws) quiso gastarle una broma, y dijo con actitud seria: -“Pero ¿No habías traído esto como un regalo?” Y su humorista compañero respondió: -“No tengo dinero. ¿Cómo voy a pagar los regalos que te he traído?” El Profeta (saws) se rió y pagó la deuda con el vendedor.

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EL QUE TIENE EL BLANCO DE LOS OJOS Una musulmana se encontraba relatando un deseo que tenía. En cierto momento, el Profeta Muhammad (saws) la interrumpió y le preguntó: -“Eres la mujer de aquel que tiene blanco los ojos, ¿no?” La mujer se asombró y exclamó: -¡Oh, Mensajero de Allah! Mi marido no tiene blancos los ojos.” -“Todos lo tenemos”, respondió.

(148) QUE NO SE TE ROMPAN LOS VIDRIOS Durante un viaje, uno de sus compañeros de nombre Endjeshe, cantaba delante de los camellos para marcarles el ritmo para que fueran más de prisa. La canción se fue acelerando, el ritmo fue subiendo y los camellos avanzaban cada vez más rápido. El Profeta Muhammad (saws), comenzó a preocuparse por las mujeres que iban en los camellos, y le gritó: -¡Endjeshe, ten cuidado! ¡Que no se te rompan los vidrios!

(149) PEPITAS DE ACEITUNA El profeta Muhammad (saws) se encontraba desayunado con Hz. Ali (ra). Con una sonrisa traviesa en la cara, fue acumulando delante de Hz. Ali (ra) las pepitas de las aceitunas que se había comido sin que él se diera cuenta. -“¡Ali! ¡Te has comido un montón de aceitunas!, le dijo. Hz. Ali, con una expresión muy seria replicó: -“¡Si, Mensajero de Allah! Pero tú te has comido hasta las pepitas ¡Mira, no hay ninguna delante de ti!

(150) PUEDE QUE ENTRES TODO El ejército se encontraba en la campaña de Tabuk. Uno de sus más antiguos compañeros, Awf el hijo de Malik, fue hasta la entrada de la tienda del Profeta (saws) mientras estaba sentado en el interior durante un descanso. Lo saludó y le pidió permiso. Cuando escuchó desde el interior la respuesta “¡Entra!”, Awf preguntó: -“¿Todo, Oh Mensajero de Allah? El Profeta (saws), respondió: -“¡Sí, todo!”

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UNA JOVEN EN EL PARAISO Una anciana llegó a la mezquita, se acercó al Profeta (saws) y dijo: -“¡Oh, Mensajero de Allah!, reza por mi, para que Allah me acepte en Su Paraíso.” -“Las ancianas no entran al paraíso”, respondió. La mujer se entristeció y comenzó a llorar. Una dulce sonrisa apareció en el rostro del Profeta Muhammad (saws): -“¡No te lamentes!”, dijo. “Quise decir que tú no entrarás al Paraíso como anciana sino como joven.”

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EL AMOR POR LOS ANIMALES

El Profeta Muhammad (saws) sentía una compasión especial por todos los seres vivos. Esto era un requerimiento de su fe. Cuando comenzó su misión profética, conceptos como el que los animales también tenían sus derechos y que necesitaban compasión, era muy exóticos para la sociedad árabe de aquella época. Las reflexiones de la ignorancia que había en general sobre el mundo de los animales se encontraban en tales dimensiones que romperían cualquier corazón. Por ejemplo: Solían colocarse anillos de dolor alrededor del cuello de los camellos; y especialmente en los viajes más largos solían cortarles algunas venas a los animales de monta para beber su sangre. También cortaban parte de sus carnes para comer mientras estaban vivos, y se ocupaban de curarles las heridas después de haber comido. Estas prácticas fueron eliminadas en la época del Profeta Muhammad (saws). Incluso se prohibió cortarles el pelo de la cola: “La cola es como un cepillo y un ventilador y su cabello es como una manta para los animales.” Se prohibió que fueran sometidos a excesivo trabajo. Y las ceremonias de retórica y poesía que duraban horas con los participantes montados cara a cara sobre los animales, una tradición que llevaba siglos, también fueron prohibidas. A los propietarios de los animales se les permitió montarlos únicamente por el tiempo que sea necesario. A los poetas y oradores se les dijo especialmente: “El lomo de vuestros animales no son sillas. Allah les otorga un control inmediato sobre ellos con la condición de que los utilicen para ir con facilidad a lugares que no hubieran sido capaces de ir por vosotros mismos sin haber pasado por una dificultad extrema. Allah también creó la tierra. Satisfaced vuestras otras necesidades con ella.” Se prohibió estrictamente el ejercicio de tiro al blanco mediante el uso de animales vivos. Un día, mientras el Profeta (saws) caminaba por los alrededores vio a un burro con la cara marcada y dijo: “Que la maldición de Allah sea sobre aquel que haya marcado a este animal.” Se permite marcarlos solamente si es necesario indicar el propietario, en dimensiones muy pequeñas y en aquellas partes del cuerpo del animal donde se le haga menos daño. El Profeta Muhammad (saws) se encontraba enseñando a sus compañeros en congregación sobre el Día del Juicio. Explicó que un hombre que había tenido piedad por un perro que estaba sediento un día de mucho calor, y que a pesar del problema que esto le causó, bajó a un pozo para traerle un poco de agua al perro. Por este acto, entró al Paraíso. Y también agregó que una mujer fue al infierno porque había puesto en una jaula a un gato y le causó la muerte. Al ver que su esposa Aisha (as) era bastante dura con el trato hacia su camello, le advirtió diciendo: “Aquél o aquella que esté privado de piedad, está privado de cualquier bien.”

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Durante un viaje que estaba realizando con sus compañeros dijo con dureza a algunos de ellos que habían tomado a dos pájaros bebés de un nido mientras la madre volaba en pánico sobre sus cabezas: “¿Quién causa dolor a estos animales tomando a sus crías? ¡Devolvedles a sus bebés! EL CENTINELA El Profeta Muhammad (saws) se encontraba frente a un ejército de más de diez mil hombres en dirección a La Meca hacia la mayor victoria de su vida. En toda Arabia se había reconocido su soberanía. Mientras marchaba a la cabeza del ejército observó que en su camino una perra había dado a luz a sus cachorros. Llamó a Ju’ayl el hijo de Suraqah, y le ordenó que se parara en guardia frente a la madre y sus cachorros hasta que todo el ejército hubiera pasado para protegerlos de un atropello seguro. La perra y sus cachorros no fueron perturbados, aunque el ejército de diez mil hombres tuvo que cambiar de dirección.

(153) ESTE ANIMAL QUE NO HABLA Un día, el Profeta Muhammad (saws) se encontraba caminando y vio a un camello cuyo vientre estaba pegado a su lomo por hambre. Su rostro se nubló y se dirigió al dueño del camello: -“¡Teme a Allah mientras cuidas a este camello que no puede hablar!”

(154) DELANTE DE LOS OJOS DE LA OVEJA Su primo Abdullah el hijo de Abbas, relató: -“Un día, estábamos yendo a un sitio con el Mensajero de Allah y en el camino vimos a alguien que había atado a un carnero para matarlo, y estaba afilando el cuchillo adelante del animal. El Profeta Muhammad (saws) le gritó: -“¿Quieres matar a este animal una y otra vez?”

(155) NADIE MÁS PUEDE TOCARTE El Profeta Muhammad (saws) se encontraba sentado con sus compañeros. De repente un camello se acerca a toda velocidad y se detiene a su lado. Su actitud era la de alguien que buscaba refugio. Un poco más tarde, llegaron los propietarios que lo estaban persiguiendo. -“¡Oh, Mensajero de Allah!”, dijeron. “Este es nuestro camello, lo estamos buscando desde hace tres días y finalmente lo encontramos a tu lado.” El camello estaba parado detrás del Profeta (saws), y el Mensajero de

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Allah (saws) se dirigió a los propietarios sin soltar la soga del cuello del camello: -“Sin embargo, su camello tiene quejas acerca de ustedes.” Los propietarios, asombrados, preguntaron: -“¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Qué estás diciendo?” -“Creció a su lado, ha llevado miles de cargas en su espalda para ustedes, es más, les ha dado un montón de crías, y en el final, ustedes deciden matarlo y comer su carne.” -“Si, Mensajero de Allah, así es exactamente.” El Profeta (saws) sacó cien monedas de plata de su bolsillo y compró el camello. Volviéndose al animal, le dijo: -“¡Oh, camello, vete! Por la causa de Allah eres libre y nadie puede volver a tocarte.”

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GENTIL

Su dulzura y delicadeza no dependían del entorno y las condiciones. Eran el resultado de su propia naturaleza. A través de su bondad y temperamento, primero se ganó a las personas más duras, vulgares e ignorantes del desierto, y luego los convirtió en instructores de la civilización y líderes para el mundo. Esto lo hizo en un breve período de tiempo, en una generación. Muhammad (saws) fue el propio corazón de esta educación de civismo-civilización que no tiene otro ejemplo en la historia de la humanidad. Incluso se ganó el aprecio de sus enemigos. Solía escuchar a quien le hablaba con total atención. Se volcaba hacia la persona completamente; y al terminar la conversación y darse la mano, nunca la retiraba antes que el otro, ni se marchaba antes que su interlocutor. Gracias a su total preocupación y elegancia para relacionarse, sus compañeros pensaban que cada uno era el que él más apreciaba. En las reuniones donde estaba presente nunca permitió que nadie mostrara malos modales ni se hiera a nadie. Incluso cuando alguien estaba en estado de embriaguez y era reprochado, el Profeta Muhammad (saws) había llegado a fruncir el seño como muestra de desaprobación. Cuando veía malos modales, usaba expresiones generales evitando divulgar los nombres de los responsables de estos actos, dando así un claro mensaje y ejemplo a la sociedad en su conjunto. Cuando alguien le llevaba alimento como presente, nunca comía hasta que aquel que se lo llevaba comiera primero. Nunca extendía la planta de los pies a alguien que estuviera sentado, y se ocupó siempre de visitar a los enfermos brindándoles su atención y reforzándoles la moral, incluso si los enfermos se encontraban en los lugares más recónditos de Medina. Muchas veces ponía sus propias prendas de vestir para que los visitantes puedan sentarse. Y cuando veía que alguien se acercaba para pedirle algo mientras estaba realizando la plegaria, interrumpía sus oraciones para satisfacer las necesidades de esta persona, y luego continuaba sus oraciones. A parte de los raros momentos en que estaba enojado o preocupado, siempre llevaba una sonrisa melancólica en su rostro. Cuando más tarde, sus compañeros hablaban de estas particularidades añadirían que en toda su vida nunca habían visto a alguien que estuviera siempre listo para una sonrisa. En los momentos de mayor enojo, las palabras más duras que podían salir de su boca eran: “Que un poco de tierra se le pegue en su frente. ¿Porqué lo habrá hecho de esa manera?” La influencia que dejó a sus compañeros con su cortesía y elegancia fue tan profunda que cuando se le preguntó a uno de ellos si el rostro del Mensajero de Allah (saws) era tan brillante como una espada, respondió: “¡No, no! ¡Era tan brillante como la luna llena!”

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CON LOS DIENTES LIMPIOS El Profeta Muhammad (saws) había apoyado su cabeza en el regazo de Aisha (as), eran sus últimos momentos, sus últimos alientos antes de entregar su alma a Allah. Y uno de sus últimos actos antes de partir de este mundo fue limpiarse los dientes con un cepillo con la ayuda de Aisha (as), para regresar a Allah con un aspecto limpio y cuidadoso.

(157) COMO EL DIABLO Uno de sus compañeros entró en la mezquita totalmente despeinado y con la barba desordenada. La expresión del rostro del Profeta Muhammad (saws) cambió y su descontento era evidente. El compañero, que había comprendido al Profeta (saws), salió rápidamente, se afeitó y limpió. A su regreso, se sentó frente al Profeta (saws) con la cara sonriendo tímidamente. El Profeta (saws) también sonreía. -“¿Acaso no estás mejor ahora, que cuando estabas con el pelo y la barba desordenados como el diablo?”

(158) HASTA QUE NO TE LAVES LAS MANOS La Meca fue conquistada y aquellos que en su momento no pudieron liberarse de su obstinación entraron en fila por propia voluntad frente al Profeta Muhammad (saws) y le juraron fidelidad. Una de estas personas era Hind, la mujer del gobernante de La Meca, Abu Sufyân, y el asesino de su tío Hamzah. Cuando ella estaba por declarar su adhesión al Islam, el Profeta Muhammad (saws) miró las manos de Hind, e interrumpiendo su juramento de fidelidad le dijo: -“Mientras no te laves las manos ni te cortes las uñas, no aceptaré tu adhesión.”

(159) TRES VECES SÍ SEÑOR Alguien gritó tres veces diciendo: “Oh, Mensajero de Allah (saws)” Cada vez, el Profeta (saws) se dirigió al que gritaba respondiendo: -“¡Sí señor!”

(160) NO LO HAGAS OTRA VEZ El Profeta Muhammad (saws) entró en la mezquita y observó a un árabe nómade recientemente convertido que desconocía las reglas de conducta, ya que tiró el trapo con el que acababa de limpiarse la nariz. El Profeta (saws) tomó el trapo sucio del suelo, y dirigiéndose a su

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dueño dijo con una voz suave: -“No hagas eso otra vez.”

(161) REZO EN CASA DE AMAN Uno de sus compañeros tenía problemas de visión y estaba prácticamente ciego. Al no poder ir hasta la mezquita y para poder rezar en su casa con paz interior, le pidió al Profeta Muhammad (saws): -“Oh, Mensajero de Allah ¿Podrías venir a mi casa y rezar dos veces?” Al día siguiente, el Profeta Muhammad (saws) junto a Abu Bakr, rezaron en casa de su compañero ciego.

(162) SI ESTÁS OBLIGADO El Profeta Muhammad (saws) se sentó en la mezquita en dirección a La Meca, y de repente se le ensombreció el rostro. Frente a él (saws), en la pared de la Kiblah, había una enorme masa de mucosidad. Era evidente que este acto era obra de un árabe nómada que no conocía las reglas de conducta del Islam. El Profeta Muhammad (saws) se puso de pie en silencio, limpió la pared y regresó a su sitio frente a los ojos de la multitud expectante que guardaba silencio. -“Ninguno debe escupir en dirección a La Meca. Pero si alguno se siente obligado, que lo haga en el suelo, a la izquierda de sus pies.”

(163) ÉL LO COMPRÓ PRIMERO Uno de los compañeros más pobres del Profeta Muhammad (saws) se había casado y se encontraba en el momento más delicado de su pobreza. El Profeta (saws), que deseaba liberar a su compañero de este momento de angustia pero sin causarle ningún perjuicio en su orgullo, le preguntó a Yabir cuales eran sus posesiones. Pero Yabir no poseía otra cosa que un débil camello. El Profeta Muhammad (saws) le ofreció un trato y acordó pagar el precio del camello luego de su regreso de un viaje. Al volver a Medina pagó su deuda y cuando la transacción hubo terminado, el Profeta (saws) le dio el camello a Yabir como un regalo. Un incrédulo que había escuchado lo sucedido le preguntó con insistencia: -“¿Porqué primero comprarle el camello y luego dárselo como regalo? Más tarde, esa noche, el Profeta Muhammad (saws) rezó largo tiempo por la felicidad de Yabir en este mundo y en el otro.

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DESPUES DE ÉL (saws)

Ningún hombre fue más querido que él (saws); por su personalidad y sus cualidades. Ningún ser temporal al morir encendió tanto los corazones de aquellos que se quedaron, excepto él. Ningún ser creado pudo estar tan vivo y ser tan amado luego de transcurrir tanto tiempo desde su muerte. Incluso en nuestro siglo XXI el nombre masculino más común es el suyo, según lo registrado por el Libro Guinnes de los Récords. Y especialmente para aquellos que han podido convivir con él y saborearlo, el dolor y la pena han caído en el curso de sus vidas después de que él haya tomado proporciones legendarias. Su esposa Umma Salamah relató: -“El día de su muerte llegamos juntos y todos llorábamos. Lloramos toda la noche hasta la mañana siguiente y encontramos una cierta consolación al tener su cuerpo entre nosotros. De madrugada repentinamente escuchamos los sonidos de excavación y nuestros llantos se intensificaron. Sus compañeros, que se habían congregado en la mezquita, también lloraban y todo Medina se había convertido en un sólo sollozo. Entonces Bilâl recitó el llamado del rezo de la mañana. Cuando mencionó la palabra “Muhammad” durante el llamado el sufrimiento había llegado a un punto insoportable.” Su hija Fátima llamó a rendir cuentas a aquellos que se encontraban enterrando su cuerpo: -“¿Cómo podéis comprometeros a enterrarlo y regresar a vuestros hogares así? ¿Cómo os atrevéis a hacer esto con su cuerpo de rosas?” Cada musulmán miró en una dirección. Todas las cabezas se inclinaron. Cada hombro y cada cuerpo se sacudieron. Todos guardaron silencio. El dolor que quedó detrás de él no se limitó a los pocos días después de su muerte. Algunos de sus compañeros comprendieron que no tendrían suficientes fuerzas para continuar viviendo en la misma ciudad rodeados de sus recuerdos, por lo que emigraron de Medina. Uno de ellos fue Bilâl el abisinio. Se fue a Damasco y desde ese día no pudo volver a recitar el llamado a la oración porque el nombre Muhammad era mencionado. Pero cierto día, Bilâl vio al Profeta (saws) en un sueño: -“¡Oh, Bilâl!”, le dijo. “Me has ofendido, has abandonado mi ciudad, no me has visitado.” Inmediatamente Bilâl se levantó y marchó camino a Medina. Una vez en Medina comenzaron a pedirle e insistirle que recitara el llamado a la oración, y él no pudo negarse. Se subió al mismo sitio que solía utilizar en los días del Profeta Muhammad (saws). Ya era el mediodía, puso su mano en la oreja y al recitar “Allahu akbar”, el pueblo de Medina, que conocía muy bien los motivos de su silencio pero que al mismo tiempo habían anhelado la voz de Bilâl durante años, abarrotó las calles dejando una imagen que parecía el Apocalipsis y creyendo que el Profeta Muhammad (saws) había vuelto a vivir.

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Una vez que el llamado a la oración hubo terminado, Bilâl dijo: -“¡Amigos míos, buenas noticias! Aquellos ojos que derramen lágrimas por él, no irán al infierno.” Uno de sus compañeros tenía lastimado uno de los nervios del pié. La siguiente persona que le hizo una recomendación le dijo: -“Di el nombre de aquel a quién tú más amas, y te pondrás bien.” -“Muhammad”, respondió. Abdullah el hijo de Omar (ra) lloraba cada vez que mencionaba su nombre desde la muerte del Profeta (saws) y hasta la suya propia. Aquel niño travieso que había estado al servicio del Profeta (saws) durante diez años, Enes, había cumplido cien años, y decía a los nietos que estaban a su alrededor: “Hace ya ochenta años que estoy separado de mi amado y no he pasado ni una noche en la que no lo haya visto en sueños.” No se pueden decir más palabras sobre Él, sólo citaremos las palabras de un historiador francés: “Mayor que los hombres, menor que Allah, Él es Muhammad (saws)”

29 de Diciembre de 2004, Estambul