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El Racismo y la Ciencia Licenciado Marcelo F. Goyanes
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El Racismo y la Ciencia
Para comenzar creo pertinente brindar al lector una definición de racismo que
encuadrará el siguiente trabajo. Parafraseando a Albert Memmi, entendemos por
racismo:
“La valoración generalizada y definitiva de las diferencias biológicas, reales o
imaginarias, en beneficio del acusador y en detrimento de su víctima, con el fin de
justificar una agresión”.
A lo largo de la historia, el racismo ha sido el causante de la muerte y la humillación de
los individuos que eran considerados inferiores, en manos de los que creían e imponían
su superioridad. La esclavitud de los individuos de tez oscura, las muertes y
humillaciones propiciadas por el Ku Klux Klan en el sur de los Estados Unidos, el
Holocausto Nazi y la colonización de América (que irónicamente conmemoramos cada
12 de octubre) son prueba más que fehaciente de ello.
Los defensores del racismo han intentado, a lo largo de la historia, recurrir a la ciencia
con la finalidad de confirmar “científicamente” la existencia de las distintas razas entre
los seres Humanos. Claro está que si pudiesen clasificarse científicamente estas razas,
solo bastaría un paso para establecer cuál de ellas es superior y cuál la inferior.
Breve reseña Histórica
Desde los inicios de la colonización, cuando el hombre europeo sale de su continente y
se encuentra con civilizaciones distintas a la de él, ha existido un esfuerzo sistemático
para justificar la agresión en contra de un grupo que se presentaba como biológica y
culturalmente inferior. La inferioridad es el aval buscado y el pretexto ideal para la
conquista, la sodomización y el ejercicio del poder sobre el otro.
En el siglo XV, comienzan a plantearse los problemas de las clasificaciones raciales.
Aparecen las primeras descripciones, carentes de rigor metodológico, de los distintos
grupos geográficamente localizados.
En el siglo XVIII se trata de aplicar el método científico desarrollado por las ciencias
Físico Matemáticas a las ciencias del Hombre. La aplicación del método científico
estaría relacionada a la adquisición de la categoría científica de las producciones
realizadas y a la posibilidad de explicar a las distintas sociedades utilizando leyes y
generalidades.
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En esta época se sostenía que el hombre civilizado había salido del estado de naturaleza
en el cual se encontraba por su poder de pensamiento, inventando costumbres y técnicas
cada vez más inteligentes y racionales. Como todo pensamiento a la luz de la
ilustración, se ponía el acento en el progreso que era alcanzado mediante una mayor
racionalidad, pasando así las sociedades por distintos estadios, los cuales podían ser
resumidos en las sociedades primitivas, las salvajes y las civilizadas. Claro está que los
principales expositores de estas ideas (Montesquieu y Adam Smith entre otros) eran
fieles expositores de la civilización. Se pretendía entonces entender el surgimiento de la
civilización industrial a partir del estudio de las otras sociedades primitivas.
Si bien la paternidad histórica de las ideas racistas le son atribuidas al conde Joseph
Arthur de Gobineau (1816 – 1882)1, las fuentes “científicas” de dichas ideas surgen en
el siglo XVIII, cuando las transformaciones culturales de esa época desembocan en una
nueva ciencia, la antropología, producto del interés de estudiar al hombre en el marco de
la historia natural. Se comienza a delimitar un campo antropofísico constituido por la
tríada de la ciencia biológica representada por los científicos Linneo (1707), Buffon
(1707-1788) y Blumembach (1752-1840). Esta relación dada por la necesidad de
estudiar y comprender el comportamiento y características bio-culturales de las
poblaciones “exóticas” que iban siendo paulatinamente sojuzgadas por la irrefrenable
política de expansión. Surge un criterio esencialmente taxonomista.
Para Buffon el hombre superior y el ordinario difieren en su capacidad de comparar
ideas y generar nuevos razonamientos. Siendo la capacidad de producir un gran número
de ideas el común denominador que distinguiría al verdadero hombre de aquel cuyo
pequeño número de ideas es lo único que lo separa de los animales. Así es como, según
Buffon, el hombre que genera pocas ideas pierde su dignidad humana y se aproxima a la
animalidad. Tanto el hombre estúpido como el salvaje- caracterizado por su corte
grosero y supersticioso- podrían considerarse como degenerados de su especie y a
mitad de camino entre la humanidad y la animalidad. Las “sociedades salvajes” no eran
otra cosa más que un conjunto tumultuoso de hombres bárbaros que no obedecían más
que a sus pasiones particulares, para los que el robo, el hurto, el asesinato y la
promiscuidad sexual eran parte de su quehacer cotidiano
1 Diplomático y escritor francés. Desempeñó cargos diplomáticos en Suiza, Persia, Grecia, Brasil y
Suecia. Su principal obra es el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1853-1855), por la
que se convirtió en el primer teórico de las tesis sobre la supremacía de las razas arias.
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Más tarde, el naturalista alemán Johann Blumenbach contribuye al criterio taxonómico
reinante en esta época, clasificando la especie humana en cinco principales razas: la
europea, la asiática, la africana, la americana y la perteneciente a los habitantes de
Malasia, Filipinas y las Islas del Pacífico. Es de hacer notar que esta clasificación
permanece vigente hasta finales del siglo XIX.
Los filósofos sociales de este siglo, se esforzaron por formular leyes que rijan el curso
de la historia, tratando así de explicar las diferencias socioculturales exclusivamente en
términos de pensamiento y de acciones de mayor o menor racionalidad.
La gran mayoría de los estudios de las sociedades primitivas del siglo XIX estuvieron
sesgadas por un gran etnocentrismo occidental. El surgimiento de las ideas de Darwin y
la expansión de las políticas europeas enmarcan esta era del pensamiento.
La teoría de Darwin intentaba explicar el problema de la adaptación y el surgimiento de
las distintas especies. El principal nodo de esta teoría lo constituye la selección natural,
que implicaba la supervivencia de los individuos más preparados para la lucha por la
vida y la muerte de aquellos individuos que se encontraban menos adaptados. Estos
postulados no tardaron en ser tomados por aquellos que promulgaban una ideología
racista, puesto que los blancos europeos se valieron del darwinismo para justificar
“científicamente” la expansión y la agresión propiciada a los “pueblos inferiores”.
Claramente se extendía la lucha por la supervivencia y la prevalencia del más apto a la
expansión colonial. El que los grupos humanos inferiores, calificados de esta manera
por el sólo hecho de ser distintos, fuesen esclavizados y dominados por la raza humana
que poseía mayor valor adaptativo, no era más que la propia expresión del normal
proceso evolutivo que regía para todas las especies existentes. Así es como el más fuerte
tenía, no solo la capacidad, sino también el derecho natural para justificar la destrucción
del más débil. Este concepto no sólo encontraba su vigencia biológica y científica en el
caso de la destrucción y/o sometimiento de los pueblos o naciones rivales, sino que era
aplicable también para aquellas castas que cohabitaban la misma sociedad.
Hay que aclarar que la teoría expresada por Darwin lejos estaba de formular estos
principios, sino que la simplificación y la deformación de esta fue realizada por aquellos
quienes pretendían el control económico y político absoluto. Es así como, en un marco
en el cual pululaban los grupos de hombres de color, quienes resultaban en definitiva
una amenaza en los mercados laborales y en la adquisición de las ventajas sociales
ganadas por los hombres de tez blanca, surge el Darwinismo Social. Ante la amenaza y
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el miedo que presentaba lo desconocido, lo distinto, la pérdida en la hegemonía
económica y social, se respondía con la agresión. El racismo no sólo encontraba una
justificación a nivel social y económico, sino que encontraba sus bases en los
postulados científicos.
Las Ideas Racistas en torno a la Genética:
La genética constituye uno de los campos de la biología moderna que más se ha
desarrollado. La imagen de la vida como tal cambia a partir del desarrollo de esta rama
de la biología.
Los investigadores estadounidenses Charles Murray y Richard Hermstein se han
dedicado en reunir una gran cantidad de datos para demostrar una supuesta diferencia en
el promedio de la capacidad intelectual de los individuos de tez blanca con respecto a
los individuos de tez oscura. En el año 1996 publican su trabajo en el cual se afirma una
superioridad en el Coeficiente Intelectual (CI) de los “blancos”. El trabajo se basa en
una serie de tests de CI superior a 110. Por debajo de esta categoría afirman que hay 125
millones de personas que poseen un CI que varía en un valor cercano a 90. Y,
obviamente, 12 millones de personas integradas por “negros” y otras minorías que no
poseen un CI suficiente. Afirman que sería tan insuficiente su CI que no pueden
ascender socialmente. Incluso, sostienen que es una pérdida de tiempo y dinero
subvencionar o mantener a los pobres de intelecto, ya que seguirán para siempre en el
mundo del crimen, del desempleo, del alcoholismo u otras conductas antisociales.
El trabajo de Murray y Hermstein marca un determinismo biológico que implica una
herencia del Coeficiente Intelectual que establecerá para siempre la condición y la
conducta social de un individuo. Se basan en métodos indirectos y una suma de tests
que, según ellos puede medir no solo el intelecto de un individuo, sino también su
propensión a ser partícipes de actos socialmente inaceptables. Se pretende explicar con
razonamientos supuestamente genéticos, situaciones derivadas de estructuras de
explotación aún cuando no esta probado, ni este por probarse, que la inteligencia se
herede, ni sea propia de una raza inexistente de por sí.
Uno de los proyectos científicos que más publicidad y renombre ha tenido a lo largo de
la historia de la ciencia es el Proyecto Genoma Humano. Este proyecto Científico ha
poseído mayor relevancia por los descubrimientos a los cuales podría estar involucrado
en un futuro, que por los propios objetivos y logros vistos en el desarrollo del mismo.
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Es decir, a la secuenciación de bases nitrogenadas de una molécula prototipo de ADN
se le atribuyen y se le han atribuido bondades científicas inexistentes. No expreso que
un descubrimiento no pueda abrir la puerta hacia otros subsiguientes, sino que me
parece imprudente dar por cierto un descubrimiento cuando no se ha hecho, por ahora
muchos de los alcances vinculados con el P.G.H son más partícipes de un buen libro de
Ray Bradbury que de la ciencia en sí.
Uno de las agencias más importantes de noticias, como la BCC Mundo, publica el día
18 de diciembre de 2002, en su sector destinado a la ciencia, un artículo que tiene como
título “Las razas no existen”. En el cual uno de los investigadores del trabajo publicado
expresa que:
“Existe un gran consenso entre los antropólogos y genetistas humanos de que,
desde el punto de vista biológico, las razas humanas no existen". A lo que sigue
“Un grupo de científicos de Brasil y Portugal descubrió que las características
físicas generalmente asociadas con los tipos raciales -como el color de la piel o el
pelo- no reflejan necesariamente nuestros orígenes ancestrales”. ( Sergio Pena,
2002)
De lo expresado por el investigador surgen varias inquietudes. Una de ellas es qué
hubiese pasado si, a través del genoma de las personas estudiadas, se hubiese
encontrado una secuencia de bases que fuese atribuida a alguno de los grupos étnicos
que conforman la Humanidad. ¿Sería esta una razón para justificar científicamente el
racismo o, para dar vía libre a la división del hombre en castas claramente separadas y
medidas, además de con criterios fenotípicos, con avales del tipo genómico?
Creo que el titular es más que preocupante y hace acordar a las características de las
fundamentaciones racistas que se intentaban hacer a la teoría de la Evolución. Es el
reflejo de una tendencia a aseverar de una manera científica y mediante las herramientas
más evolucionadas de la biología, si en realidad puede realizarse una demarcación
estratigráfica entre los individuos de nuestra especie.
Otra de las ideas que recrudecen con los avances de la genética y de la ingeniería
genética son los postulados Eugenésicos. Según Daniel Soutullo, la Eugenesia es:
“Toda intervención, individual o colectiva, encaminada a la modificación de las
características genéticas de la descendencia, independientemente de la finalidad,
terapéutica o social, que persiga”.
Uno de los expositores actuales más importantes de la Eugenesia, Theodosius
Dobzhansky asegura que:
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“ En un plazo más o menos breve, es inevitable que la humanidad se vea
abocada a dirigir su evolución mediante lo eugenésico negativo o positivo”.
Recordemos que la Eugenesia Negativa se centra en impedir la llegada al mundo de
individuos con incapacidades, esta práctica según Dobzhansky consiste en “aligerar el
peso genético”. A diferencia de esto, la Eugenesia Positiva se centra en desarrollar los
medios, mediante la utilización de la reproducción diferencial, para mejorar el genoma
de la especie humana. Es decir que se buscaría promover la reproducción de aquellos
individuos que fuesen considerados deseables por poseer determinadas características.
La reproducción se vería así controlada, dejando de ser un proceso de incumbencia
personal, para pasar formar parte de un plan integral, que posee como finalidad la
“mejora” de la especie humana.
El Eugenismo se caracteriza en dos puntos esenciales:
1. El determinismo biológico, presente en prácticamente todos los defensores de la
eugenesia.
2. La idea de que el progreso social depende del desarrollo tecnológico y que,
como consecuencia, la mejor forma de resolver los problemas sociales es
actuando tecnológicamente sobre la herencia.
El determinismo biológico se apoya en una idea falsa, puesto que la mayoría de los
caracteres de los organismos no dependen en exclusiva de los genes que estos portan 2.
Muy pocos son los caracteres que, como los grupos sanguíneos, están determinados en
forma directa por los genes. Si en la genética nos basamos, podremos gracias al
Proyecto Genoma Humano conocer la secuenciación de bases que compone el genoma
de un ser humano, pero lejos estamos de interpretar y conocer el proteoma y el
metaboloma, los cuales no constituyen una expresión directa del primero. La expresión
de los genes constituye mucho más que la simple suma de los distintos alelos que puede
poseer un determinado genotipo.
La segunda característica vinculada al Eugenismo enuncia que el progreso social
depende del desarrollo tecnológico. Esta idea resulta hoy en día más que ingenua. Es
por demás demostrado que el desarrollo tecnológico no es sinónimo de bienestar social.
La contaminación industrial, la utilización de las armas de destrucción masiva y los
desastres ambientales provocados por la utilización de la energía nuclear dan prueba de
ello.
2 Daniel Soutullo
El Racismo y la Ciencia Licenciado Marcelo F. Goyanes
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Reducir los problemas sociales a lo biológico, a “actuar tecnológicamente sobre la
herencia” es sinónimo de subestimar, no sólo la complejidad de las sociedades
humanas, sino también al mismo ser humano.
El postular, por parte de la eugenesia, la reproducción diferencial de aquellos
individuos con características deseables trae implícito un perfil de ser humano anhelado.
No estoy hablando de la eliminación de ciertas patologías ni de ciertos padecimientos
que podrían evitarse mediante un sentido eugenista, estoy refiriéndome nuevamente a la
categorización de los individuos de la especie humana en inferiores y superiores. Los
autores de estos programas eugenésicos positivo creen saber cuál es el tipo ideal de
hombre, no sólo para el tiempo más inmediato, sino para los tiempos que han de venir.
Esto mismo es descreer en los principios evolucionistas y genéticos que sostienen la
biología moderna, principios que supuestamente propugnan para desarrollar sus planes
de reproducción controlada.
Para tratar de entender mejor las ideas eugenésicas volvamos a los dichos de
Dobzhansky:
“…No obstante, a largo plazo, el punto más importante es el siguiente: tanto si nos
proponemos limitar la población como mejorarla, debemos acuñar una nueva ética
de la responsabilidad social en la procreación. Estamos acostumbrados a que todo
el ámbito de la vida sexual y familiar sea considerado un asunto privado en el cual
los intereses individuales son los determinantes esenciales y únicos. Pero,
inevitablemente esto debe cambiar. Si no se acepta libremente esta responsabilidad
social, la única solución posible son las limitaciones. Y esta solución abre,
evidentemente, una perspectiva nefasta que debería evitarse todo lo posible. En
este terreno, la mayor dificultad es que no se trata de hacer que los intelectuales
convenzan a otros intelectuales ni tampoco de predicar a los conversos: es el
conjunto de la humanidad que debe de ser persuadido u obligado”.
Las biotecnologías parecen estar sentando las bases de un mundo placentero, un
mundo en el cual será posible aliviar o evitar un sin número de enfermedades,
prolongar indefinidamente la edad de las personas, generar individuos más
inteligentes o quizás más bellos, incluso tal vez, y porqué no, evitar la muerte. Pero
estas posturas dejan de lado las libertades individuales y las reemplazan por el
control y el dominio de los individuos en pos de una sociedad mejor. Creo que como
Educadores, la única herramienta posible para evitar el detrimento de más víctimas y
la agresión es generar más espacios para que nuestros alumnos logren un nivel de
reflexión crítica que les permita en cada momento pensar ¿Porqué he de creer en
aquello que afirman los científicos?
El Racismo y la Ciencia Licenciado Marcelo F. Goyanes
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Bibliografía
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