El Relato Policial

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POE y EL RELATO POLICIAL

EL RELATO POLICIAL: LAS FRONTERAS DE UN GNERO. Por OSCAR BLANCO Y FERMN RODRIGUEZINTRODUCCIONDe alguna manera, reconstruir la emergencia de un gnero es volver al lugar del crimen: al acontecimiento, a ese pequeo movimiento tectnico que atraviesa las masas discursivas y que produce una nueva configuracin de los territorios discursivos y, como piensa Bajtn, en los existenciales. Y si de reconstruir un acontecimiento se trata, Poe invent una figura que llevaba adelante la tarea. El detective, el que siempre llega tarde al lugar del crimen -en este sentido, se parece mucho al semilogo y al crtico literario.

Intentaremos entonces focalizar el punto de irrupcin del gnero policial. Trabajar sobre el acontecimiento que inicia la serie al tiempo que lo constituye como gnero discursivo, leyendo en su momento fundacional los rasgos, las operaciones narrativas, las estrategias textuales que conforman una ley del gnero desde el cual ste podr narrar. Trabajamos sobre un corpus de textos de Edgard Allan Poe : Los crmenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Roget y La carta robada, lo que implica una toma de posicin: acordar que el gnero policial se inicia a partir de estos textos, ya que en ellos se despliegan por primera vez los tpicos propios del gnero: un crimen que propone un enigma a revelar, un investigador y el relato de una investigacin que lo resuelve. Creemos conveniente para esta ponencia, dado el lmite de tiempo en la exposicin, circunscribirnos al anlisis de Los crmenes de la calle Morgue, ya que es el texto que cronolgicamente inicia la serie.

En el principio de un gnero, o de un relato policial, algo pas, y alguien ha desarrollado el mtodo, la forma necesaria para dominar la materia escurridiza e informe del acontecimiento. Una materia en busca de su forma, un personaje en busca de su autor: eso es lo que define la condicin de posibilidad del gnero. Todava tenemos mucho que aprender de los textos de Benjamin sobre Pars del siglo XIX, a la hora de pensar los ajustes entre percepcin, experiencia y lenguaje. En este sentido, no quedan dudas: Poe estaba ah, en el tiempo y el lugar del crimen, el tiempo y el lugar de la ciudad, de las multitudes, del anonimato.

El gnero policial se funda en Poe a travs de un problema de marco. Es preciso recordarlo: la clave del enigma de "Los crmenes de la calle Morgue", primer relato del gnero, estaba en el marco, en el resorte que abra una ventana. Primer gesto fundacional: trazar un marco, que produce una serie doble de efectos: hacia afuera, el marco se define en relacin a otros espacios discursivos; hacia adentro, recorta un espacio propio, un territorio o escena en la que el gnero va a organizar sus variaciones. De ah la necesidad de analizar con una mirada doble, por un lado, el extenso marco introductorio de "Los crmenes...", que Poe debe trazar para diferenciar al gnero policial de la literatura gtica, el periodismo y el discurso cientfico; por otro, los espacios en los que se juega el gnero, es decir, los espacios y relaciones entre espacios que propone el gnero internamente.EL PROBLEMA DEL MARCO Al transitar su lectura, al releerlo, la pregunta que aparece es porqu el relato que se anuncia en el ttulo tarda tanto en empezar? Cul es la funcin y el uso que se le dan a esta morosidad en el comienzo del relato de los hechos que se prometen a partir del ttulo? Un marco discursivo bastante ampliado, ocho o nueve pginas (segn la edicin), nos separan de la lectura de su ttulo al punto en el que los crmenes de la calle Morgue entran en escena.

Podemos fragmentar el marco discursivo inicial en al menos cuatro partes:

1) el epgrafe,

2) un episodio en donde aparece la voz del narrador y que sirve de prlogo interno - introduccin,

3) un segundo episodio en donde se narra el encuentro entre el narrador y personaje principal (Dupin), y en donde el narrador se constituye tambin como personaje, y

4) un tercer episodio, el de Chantilly, en donde se narra un ejemplo de como funciona la mente de Dupin.

Dejando de lado momentneamente el epgrafe puede verse que el marco del relato se inicia con un prologo interno que afirma la voz del narrador ( me limito a prologar un relato un tanto singular). Voz que se encarga de dar instrucciones de como leer el texto: a partir del segundo episodio que hemos marcado se seala que: El relato siguiente representar para el lector algo as como un comentario de las afirmaciones que anteceden.

Por un lado, entonces, se tiene conciencia de lo singular del relato, una narracin consciente de la fundacin de un gnero, de la imposibilidad de su clasificacin a partir del sistema literario imperante en el presente de su escritura; y por otro se anuncia que lo importante esta en el prlogo interno mediante el cual se afirma la voz del narrador. Pero, qu se despliega en este primer tramo del relato sino un tipo de pensamiento, un mtodo de anlisis y de conocimiento del cual el personaje principal (Dupin) no ser sino un ejemplo?. Un cierto ejercicio de la mente ntimamente ligado a un goce y a un placer, el de resolver acertijos, enigmas y jeroglficos. (Que en un desarrollo posterior del gnero trasladar ese goce al lector al desafiarlo a resolver el misterio del crimen antes que el detective. El relato policial como crucigrama, la novela problema al decir de Boileau- Narcejac.). Una cierta gratuidad, un saber que por fin encuentra un uso y una aplicacin. Y tambin un mtodo basado en la mirada, el poder de observacin, la lectura de los detalles que se convierten en indicios de lo probable colocado como certeza, la acumulacin de micro observaciones reactivadas mediante el recuerdo, en el momento preciso, concadenando una serie.

Pero tampoco es casual que este prlogo interno al relato ejemplifique con juegos como el ajedrez, las damas o el whist (ya sea para descalificarlos o para aclarar la operatoria de ese tipo de pensamiento o mente analtica que esta focalizando y dando a conocer), ya que lo ldico es un componente central en ese tipo de goce. Y por otro lado ubican a ese tipo de mente siempre enfrentado a un oponente, ante el cual su xito depende del poder de identificacin con el otro que logre a partir de poder leer los detalles. El analista penetra en el espritu de su oponente, se identifica con l.

Este prlogo introduccin colocar como central, entonces, un tipo de razonamiento que quizs no se adapte a las clasificaciones aristotlicas de deduccin e induccin. Un sistema de pensamiento y de conocimiento y una metodologa hecha relato, desplegada en una narracin. En donde lo central es la figura del detective, el que devela el enigma, ejemplo y representacin de la mente analtica descripta. La figura del detective, pero tambin, su oponente el asesino con el cual podr identificarse para descubrir su juego.

Pero este prlogo tambin focaliza la contracara de la figura que representa la mente analtica en cuestin, aquellos con los cuales podra ser confundido pero que sin embargo operan de otra manera y son nombrados en tanto disvalor: el jugador de ajedrez, el mero ingenioso. Incluso estos estn legalizados como analticos sin serlo (el calculista, otra vez el jugador de ajedrez, etc.), puede leerse ms tarde en el relato a la polica estatal que fracasa en la resolucin de los crmenes como su representacin. Frente a stos, el prologuista constituye a la mente analtica y le da un lugar de preeminencia.

En el segundo episodio que se despliega inmediatamente despus del prlogo interno engrosando el marco que abre este texto se narra el encuentro entre el narrador, que a partir de ese punto se constituye tambin en personaje, y el personaje central del relato, representante y ejemplo de la mente analtica descripta en el prlogo interno. Este encuentro se efecta en una librera y lo que los pone en relacin es justamente el gusto y la bsqueda de libros. El gnero policial narra de esta manera su propia fundacin. Es as que el gnero policial se constituye en el encuentro entre narrador y personaje principal (detective) en una librera. Esto por un lado remarca que este gnero pone el acento en la literatura y la ficcin, se constituye como literario, muestra expresamente que es ficcional, en esa ficcin narrativa que construye de su fundacin, y entabla una polmica con el realismo. Se propone como juego (literario) frente al realismo que juega al como si no fuera literatura. La constitucin de este gnero en tanto expresamente seala su procedencia ficcional, aparece remarcada por el epgrafe que abre el marco, una cita de Sir Thomas Browne, en donde asuntos claramente literarios como las sirenas y Aquiles no quedan fuera de lo conjetural, o la conjetura legalizada dentro de lo literario al estar al lado de referencias tan explcitas a La Iliada y La Odisea, como la cita de Rousseau en francs que cierra el relato, en el otro extremo del marco discursivo. Y por otro lado construye una ley del relato propia del gnero. El gnero, a partir de este relato, contar por medio de un dispositivo discursivo en el cual el narrador es el personaje secundario y complementario del personaje que coloca como principal (esquema narrativo que se repetir en otros clsicos del gnero (recordar que las Aventuras de Sherlock Holmes son las memorias de Watson) hasta una posterior transformacin). La ausencia de nombre del narrador y la inscripcin del nombre del personaje central (C. Auguste Dupin), as como la relacin de admiracin constante que el narrador evidencia por aquel, (similar a la relacin entre discpulo y maestro), establecen las jerarquas entre ambos al tiempo que se ubica definitivamente a Dupin y lo que representa en el centro de la escena y del relato.

En este relato ficcional de la fundacin del gnero y la constitucin de su ley de relato, se pueden focalizar an otros aspectos. En primer lugar la oposicin al mundo del trabajo. Lo que hace posible el relato es el ocio fundado en las rentas: ocupbamos nuestros espritus en soar, leyendo, escribiendo o conversando.

En segundo lugar el gnero se constituye tambin frente a otro gnero ya constituido la novela gtica, o el relato fantstico, el lugar donde van a vivir narrador protagonista secundario y Dupin as lo sealan: logr que quedara a mi cargo alquilar y amueblar...una decrpita y grotesca mansin abandonada a causa de supersticiones sobre las cuales no inquirimos , y que se acercaba a su ruina en una parte aislada y solitaria del Faubourg Saint-Germain. El escenario tpico a partir del cul se podra haber desarrollado un relato gtico pero que sin embargo queda trunco (al no dar importancia los protagonistas a las supersticiones que pesaban sobre la casa, y justamente el relato desarrollarse de puertas a fuera de esa casa). Por otro lado, el relato desechar cualquier tipo de explicacin sobrenatural o mgica, incluso y especialmente, del funcionamiento de la mente de Dupin.

Por ltimo, este relato se constituye sobre una relacin entre lo privado y lo pblico. El aislamiento dentro de la casa y la vida puertas adentro (Si nuestra manera de vivir en esa casa hubiera llegado al conocimiento del mundo, este nos hubiera considerado como locos-aunque probablemente como locos inofensivos-. Nuestro aislamiento era perfecto) se prolonga en el espacio pblico y exterior de la calle y de la ciudad, y en los itinerarios y desplazamientos que ambos personajes realizan por ella al oscurecer (Salamos entonces a la calle...entre las luces y las sombras de la populosa ciudad).

El episodio siguiente que conforma el marco discursivo que abre el relato de Los Crmenes..., cuarto punto de nuestra lista, es la narracin de un ejemplo que despliega el accionar de la mente analtica de Dupin, su operatoria. Tambin es importante marcar en este tramo del marco dos cuestiones. La primera, es que mediante este micro relato se afirma an ms la figura de Dupin como personaje central. Pero, por un mecanismo textual que al focalizar cmo opera su mente analtica despsicologiza al personaje, no podr encontrarse en este relato ninguna marca fuerte de descripcin psicolgica. Lo que establece otra confrontacin con otro gnero literario relevante del sistema literario imperante en esa poca: la novela psicolgica burguesa (con una larga tradicin desde Pamela de Richardson). La profundidad, psicolgica o de cualquier otro tipo, es un problema de Estado: Dupin dice que la polica padece de exceso de profundidad. Dupin, en cambio, se mueve por superficies, traza lneas, recoge detalles superficiales: para l, la profundidad est en los valles.

La segunda cuestin es la de lo problemtico que resulta el mundo del trabajo para esta textualidad, que ya habamos mencionado anteriormente. Aqu puede leerse en la escena en donde un frutero, que traa una gran canasta en la cabeza, tropieza con el narrador protagonista secundario y lo empuja contra una pila de adoquines (mostr enojo o malhumor, murmur algunas palabras). Ambos mundos el del trabajo y el de las rentas dedicadas al ocio creativo (lectura, escritura, conversaciones, ensoaciones) se tocan corporalmente no sin violencia pero sin dirigirse la palabra uno a otro; la narracin de su profunda separacin es evidente.

EL ESPACIO DEL GENERO

Respecto del espacio que el trazado de un marco delimita, todo comienza en una calle, la calle Morgue. Por qu el primer crimen de la historia del gnero, el que inaugura la frmula asesinato-en-un-cuarto-cerrado-con-la-llave-del-lado-de-adentro, se nombra, se marca, se firma con el nombre de una calle? De la calle que aparece en el ttulo o en el marco del texto, al cuarto cerrado que investiga Dupin, hay una pasaje, un desplazamiento el del asesino, que define el movimiento general del cuento, y tal vez, de todo el gnero: de la calle al cuarto cerrado, pasando por una ventana. No viene mal recordarlo: el problema del cuento, la clave del enigma, es cmo salir de un espacio hermticamente cerrado: "Qu buscaremos en primer lugar?", se pregunta Dupin. "Los medios de evasin empleados por el asesino". Y lo dijimos, la solucin estaba en el marco, en un resorte oculto en el marco. Este dato es importante, porque tambin es el resorte de nuestra lectura.

Todo marco produce efectos de doble, duplicando los elementos del texto. Las posiciones, los movimientos y las voces que organizan la introduccin, reaparecen en la historia propiamente dicha. As, la pareja narrador-Dupin se duplica en la pareja asesinada, madame LEspanaye y su hija, mademoiselle Camille. Las dos parejas tienen como rasgo comn el aislamiento. Nuestro aislamiento era perfecto. No admitamos visitantes. El lugar de nuestro retiro era un secreto celosamente guardado (423), dice el narrador. Tampoco las vctimas mantenan relaciones sociales, pues llevaban una vida muy retirada, no vean a nadir, salan raras veces (446). El hecho de que sean parejas las que habitan puertas adentro, obliga a tomar con cautela la oposicin excluyente entre lo pblico y lo privado. En la literatura, las oposiciones nunca son excluyentes, tal como pretende la lingstica. En efecto, no se trata exactamente de un espacio privado, porque est habitado al menos por dos personas, por un germen, un principio de sociedad. Es una clase -con sus valores, sus espacios, sus propios hroes- la que habita dentro de sus cuartos, viviendo de sus rentas. Afuera, dijimos, estaba el mundo del trabajo, encarnado en la figura de un frutero con el que el narrador tropezaba. Ahora bien: estos espacios se comunican. Hay puertas, ventanas, que lo ponen en contacto. Las persianas de la mansin de Dupin permanecen cerradas, tanto como la persiana de la calle Morgue, la clave del enigma. Y el enigma se despeja recin cuando Dupin descubre cmo abrir la ventana. Dupin, el detective, es el guardin de las aberturas, de las puertas, de la propiedad. Vigila y domina las entradas y las salidas. Frente a l, dice el narrador, "la mayora de los hombres tenan como una ventana por la cual poda verse su corazn" (423). Porque en el corazn de la ideologa burguesa, propiedad e interioridad laten al unsono, superponindose. El detective es entonces la figura que conecta los espacios, el que puede pasar de la calle a las habitaciones y viceversa. Este ida y vuelta no deja lugar a dudas acerca de quin es el dueo del sentido.

Hay otro elemento del texto que tambin circula entre uno y otro espacio: el diario, otra forma que organiza la materia del acontecimiento. Las entradas y salidas de la casa cerrada de Dupin dependen de la lectura del diario: Dupin sale de la mansin a investigar despus de leer el diario, y el dueo del orangutn es atrado por Dupin mediante la publicacin de un aviso clasificado.

El detective y el diario son los dos elementos del texto que comunican entre s lo pblico y lo privado, que pasan a travs de los lmites. Definitivamente, Poe fue un moderno, porque puso en primer plano la relacin entre el lenguaje literario y las posibilidades tcnicas de su tiempo. Su escritura registra el impacto de la nueva tecnologa del siglo XIX: el peridico. Al hacer del lenguaje una mercadera, el periodismo transforma el modo de concebir la literatura, que se convierte en un texto material manipulable, orientado, como la noticia, hacia el presente. Poe, que escribe en revistas literarias, percibe la inadecuacin entre los nuevos ritmos del presente y las formas literarias disponibles.

La literatura romntica y gtica ya no podan decir aquello que constituye el material mismo del "caso" periodstico, esto es, la verdad de los hechos catastrficos o siniestros. Pero una literatura capaz de reunir brevedad, credibilidad y efecto estar en condiciones de competir con la noticia. De eso se trata: de una competencia entre periodismo y literatura, entre el periodista y el detective. Quin llega primero a la escena del crimen, al lugar del acontecimiento? Poe inventar una esttica basada en la organizacin de detalles dentro de una forma breve para lograr un efecto nico. En relacin con la noticia, el cuento breve duplica sus ventajas: del lado de la escritura, permite un alto control del detalle narrativo en relacin al efecto buscado y al verosmil; del lado de la lectura, su vrtigo constructivo obliga a leer "contra el reloj", favoreciendo la percepcin de la unidad.

Control y unidad: son los dos rasgos que la literatura policial rene en el modo de ver que inventa, funciones que tradicionalmente corresponden al Estado. En el texto, el Estado aparece representado por la figura del Prefecto, en contraposicin a la del detective. Entre los dos se establece una competencia de saberes clsica del gnero. La verdad, encarnada por el detective, nunca coincide con la ley. Cuando el Prefecto de polica, derrotado por Dupin, deja caer entre murmullos resentidos su opinin acerca de la conveniencia de que cada uno se ocupara de sus propios asuntos, es decir, cuando le recuerda el lmite que separa los asuntos civiles de los del Estado, cuando le subraya su rol, Dupin se jacta de haberlo derrotado en su propio terreno. Frase que tiene una connotacin espacial, que a los efectos de reconstruir el mapa del texto, no puede obviarse. Derrotarlo en su propio terreno significa que Dupin cumple las funciones que el Estado desatiende. En este sentido, el gnero policial no es tanto el desarrollo de una mirada contra-estatal como para-estatal, complementaria de la mirada panptica del Estado. Al lente de aumento panptico del Estado, el policial agrega una mirada microscpica que recoge los detalles que escapan al control estatal, por medio de un nuevo tipo de mirada capaz de detectar todo aquello que amenaza los lmites, de cerrar huecos, de reparar fisuras. Se trata de dos escalas, dos niveles de una semitica perceptiva. La micropoltica perceptiva del detective es la continuacin de la macropoltica del Estado por otros medios. Ambigedad constitutiva de una mirada que se parece a la del doble agente: al mirar all donde el Estado no mira, el detalle recortado o bien puede devolverse al campo de control de la mirada estatal, o bien puede precipitar la fuga: dejar ir al hombre de la multitud, dejar ir al marinero. Y en este sentido, el detective tambin se parece al semilogo: siempre a punto de poner su mirada al servicio de algn aparato de Estado.

Los crmenes... son un caso, un particular que ha puesto en cuestin la ley estatal; la otra ley, el otro saber que pone en juego el detective en su aparente confrontacin con el aparato policial del estado no hace sino subsanar la ley estatal, repararla, neutralizando la otredad constitutiva del acontecimiento, despojando al caso de singularidad para convertirlo en ejemplo de una ley. La burguesa puede entonces seguir durmiendo tranquila, puertas adentro: hay una literatura o un modo de leerla que vela por ella.

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