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El Remanente - Clifford Goldstein

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A través de los años, la palabra remanente o la frase la iglesia remanente, se ha convertido en la marca definitiva y autoproclamada de los adventistas del séptimo día. Durante un siglo y medio, los libros y periódicos que salen de nuestras prensas han llamado a este movimiento "la iglesia remanente". En el certificado bautismal, que se imprimió por primera vez poco después de 1940, la pregunta número 13 del voto bautismal decía: "¿Cree usted que la Iglesia Adventista del Séptimo Día constituye la iglesia remanente, y desea usted ser aceptado en su feligresía?" En la actualidad, el certificado pregunta si el candidato al bautismo cree que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es "la iglesia remanente que describen las profecías de la Biblia".

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    Clemente

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    MisaeLEsto es una obra de Robin Hood

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    MisaeLEsto es una obra de Robin HoodTodos los derechos estn reservados, y los zurdos? xD :P

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  • 11 eL

    Realidad bblica o ilusin sin base?

    AsOCIACION CASA EDITORA SUDAMERICANA Av. San Martn 4555, 1602 Florida

    Buenos Aires, Argentina

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  • Ttulo del original: The Remnant Pacific Press Publishing Association, Boise, ID, E.U.A., 1994.

    Editor: APIA Traductor: Armando Collins

    IMPRESO EN LA ARGENTINA Printed in Argentina

    Primera edicin Primera reimpresin MCMXCIX-2M

    Es propiedad. Pacific Press Publ. Assn. (1994) APIA (1995). ACES (1995)

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723.

    ISBN 950-573-517-0

    286 Goldstein, Clifford GOL El remanente - 1 a ed., 1 a reimp. - Florida (Buenos Aires):

    Asociacin Casa Editora Sudamericana, 1999. 144 p.; 20x14 cm. Traduccin de: Armando Collins ISBN 950-573-517-0 1. Ttulo - 1. Iglesia Adventista.

    Prohibida la reproduccin total o parcial de esta publicacin (texto, imgenes y diseo), su manipulacin informtica y transmisin ya sea electrnica, mecnica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

    Impreso, mediante el sistema otfset, en talleres propios. 040699

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  • Contenido

    Secci6n Pgina

    1. Ocurri en la iglesia remanente .......... 7

    2. El remanente entre las naciones . . . . . . . .. 17

    3. Un remanente del remanente ........... 47

    4. El remanente de la descendencia de la mujer 61 5. Un remanente dentro del remanente .... 101

    6. El abandono ........................ 125

    -',' " o o.. .;.; :. o', "

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  • Ocurri en la iglesia

    remanente

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  • 1 U na nia de doce aos es violada repetidas veces por

    su padre, miembro de la iglesia remanente, mientras su madre, tambin miembro de la iglesia remanente, no hace nada para protegerla.

    Una joven que ha ledo publicaciones de la iglesia remanente asiste un sbado al culto. Nadie la saluda, no le preguntan su nombre, ni hablan con ella... excepto una santa anciana que critica el collar de perlas que adorna el cuello de la visitante.

    Un nio llora. Sus padres, ambos dirigentes de la iglesia remanente local, se han divorciado tras aos de sonrer en pblico y pelearse en privado.

    na joven vive consumida por el odio contra el rema-nente. Su padre, que es primer anciano, maestro de Escuela Sabtica y dirigente de Conquistadores, maltrata violenta-mente a su esposa y luego se va a dar estudios bblicos.

    Un pastor de la iglesia remanente -un pastor!- es arrestado por robar un banco.

    Un maestro de un colegio de la iglesia remanente es

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  • 10 EL REMANENTE

    sorprendido acostado con la esposa de otro hombre. El esposo, ciego de ira, lo estrangula.

    Algunos denuncian las doctrinas del remanente y lo acusan de hereja. Otros, aseverando que se ha desviado de la doctrina, lo acusan de apostasa.

    Un miembro de la iglesia remanente abre su agencia de venta de motocicletas en sbado.

    Una pareja se ve torturada por el remordimiento. Despus de haberse sacrificado durante aos para enviar a sus hijos a instituciones educativas de la iglesia remanente, ven cmo todos ellos abandonan la fe del remanente.

    De pie ante un hospital de la iglesia remanente que practica abortos, un cristiano sujeta un cartel que dice: "No matars".

    Un pastor de jvenes de la iglesia remanente es acusado de haber tenido relaciones ntimas con una adoles-cente.

    La revista Vanity Fair (Feria de vanidades) publica un artculo sobre cierto mdico de California que fue arrestado por asesinar a un paciente en su consultorio. La revista dice que el facultativo haba sido un pilar de su comunidad y de "la Iglesia Adventista del Sptimo Da", la iglesia remanen-te.

    Estos srdidos recortes apenas comienzan a catalogar la letana de mentiras que se expresan y los pecados que se cometen en el seno de la "gran familia adventista" de Dios, cuyos miembros se preparan para ser trasladados en ocasin de la segunda venida de Cristo. Cuntos miembros hay que podran escribir un captulo, o hasta un libro entero, acerca de lo que han hecho los que no slo se cubren con un manto de cristianismo, sino que tambin se refugian bajo los

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  • EL REMANENTE 11

    pliegues de la "iglesia remanente"? Sin duda los jvenes adventistas podran escribir algunos de los tomos ms amargos y dolorosos.

    Como resultado, muchos se preguntan: "Cmo pueden hallarse en la iglesia remanente todos estos pecados: incesto, adulterio, y hasta asesinato?"

    O, ser sta, al fm de cuentas, la iglesia remanente?

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  • 2 Desde su comienzo como un grupito esparcido, un residuo de los mileristas, los adventistas del sptimo da se han auto denominado el remanente. Aun antes de organizarse formalmente como iglesia, los pioneros se consideraban el remanente. Quiz el uso ms temprano del trmino haya sido en 1846, en un folleto titulado "Al pequeo remanente esparcido". En 1849, Jos Bates us Apocalipsis 12:17 -que apunta a "los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jess"- para describir a los adventistas como "el remanente".1

    En 1853, Elena de White se refiri a los adventistas que guardaban el sbado usando el trmj.no "el pueblo remanente de Dios".2 En 1855, cuando J. M. Stephenson dej el movimiento, sus hermanos lo instaron a que reconsiderara su decisin de apartarse del "pueblo remanente de Dios".3En 1857, Jaime White escribi que el mensaje a Laodicea era "un llamamiento especial al remanente", y urgi a los adventistas a que obedecieran su consejo.4 En 1860, cuando

    ,los pioneros buscaban un nombre para su nueva iglesia, se consider "el remanente".5 Segn el historiador P. Gerard Damsteegt, los adventistas adoptaron el motivo del rema-nente porque "indicaba el lugar exclusivo que ocupaban los adventistas sabticos como el remanente del pueblo de Dios que continuaba adhirindose a las posiciones fundamentales

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  • EL REMANENTE 13

    del movimiento adventista".6 A travs de los aos, la palabra remanente o la frase la

    iglesia remanente, se ha convertido en la marca defmitiva y autoproclamada de los adventistas del sptimo da. Durante un siglo y medio, los libros y peridicos que salen de nues-tras prensas han llamado a este movimiento "la iglesia remanente". En el certificado bautismal, que se imprimi por primera vez poco despus de 1940, la pregunta nmero 13 del voto bautismal deca: "Cree usted que la Iglesia Adventista del Sptimo Da constituye la iglesia remanente, y desea usted ser aceptado en su feligresa?" En la actuali-dad, el certificado pregunta si el candidato al bautismo cree que la Iglesia Adventista del Sptimo Da es "la iglesia remanente que describen las profecas de la Biblia".

    La denominacin estableci oficialmente el concepto de remanente como doctrina cuando el Congreso de la Asocia-cin General de 1980, celebrado en DalIas, proclam que el adventismo era el "remanente [que] ha sido llamado a salir para guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jess". Este fraseo pas a ser la duodcima de las 27 creencias fundamentales:

    La iglesia universal est compuesta por todos los que creen verdaderamente en Cristo, pero en los ltimos das, una poca de apostasa generalizada, se ha llainado a un remanente para que guarde los mandamientos de Dios y la fe de Jess. Este remanente anuncia la hora del juicio, proclama salvacin por medio de Cristo y anuncia la proximidad de su segunda venida. Esta proclamacin est simbolizada por los tres ngeles de Apocalipsis 14; coincide con la hora del juicio en el cielo y da como resultado una obra de arrepentimiento y reforma en la tierra. Todo creyente recibe la invitacin de participar personalmente en este testimonio mundial. 7 Los adventistas pretenden que el ttulo "el remanente" o

    "la iglesia remanente" les pertenece exclusivamente a ellos. La iglesia no cree que ninguna otra institucin o iglesia sea el remanente, si bien los adventistas conceden el hecho de que "no creemos que nosotros solos seamos los verdaderos hijos de Dios --que seamos los nicos cristianos verdaderos--

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  • 14 EL REMANENTE

    presentes en el mundo hoy".8 La iglesia adventista ensea, eso s, que todas las otras denominaciones se hallan en cierto grado de apostasa teolgica, que slo el adventismo posee la "verdad presente", y que "a travs de la iglesia remanente, [Dios] proclama un mensaje destinado a restau-rar su verdadero culto, al llamar a su pueblo a salir de la apostasa y prepararse para el regreso de Cristo".9

    Por supuesto, los adventistas no son los nicos que hacen declaraciones exclusivas acerca de ellos mismos. Los mormo-nes proclaman que ellos son la iglesia verdadera y restaura-da (profeta y mensaje de salud incluidos), los nicos que proclaman "el evangelio eterno" de Apocalipsis 14 en su forma pura, original. Los testigos de Jehov ensean que ellos son los nicos que tienen la verdad, y que todas las dems denominaciones son Babilonia. La Iglesia Catlica cree que es la iglesia madre, la original, y que los protestan-tes se han desviado de la fe que fue dada una vez a los santos.

    Es evidente que el solo hecho de que un cuerpo religioso declare algo acerca de s mismo no hace que lo dicho sea verdad. Bruce Moyer escribe: "Un grupo no es un remanente simplemente por auto denominarse as. Es un remanente slo cuando se porta conforme a lo que se espera de un pueblo remanente y

    En aos recientes, algunos miembros de la iglesia han cuestionado la identificacin que los adventistas hacen de ellos como el remanente. Un artculo de la Revista Adven-tista dice: "En nuestros das Dios busca un remanente. Nosotros podemos ser ese remanente,,/l lo que implica que la iglesia, en su condicin actual, no lo es. Muchos, viendo la mundanalidad, las transigencias teolgicas y la liviandad con que muchos consideran nuestro mensaje de verdad presente, se sienten tentados a dudar de nuestra condicin de remanente. Otros arguyen que la frase es triunfalista, exclusiva, y promueve el orgullo espiritual y la arrogancia. Otros, especialmente los jvenes, ven el pecado, la hipocre-sa, ellegalismo, la frialdad, la falta de amor y las disensio-nes que abundan en la iglesia; se comprende, entonces, que

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  • EL REMANENTE 15

    pregunten: "Cmo puede ser sta la iglesia remanente?'" Adems, los adventistas pretendemos ser "la iglesia

    remanente de las profecas bblicas"'; al mismo tiempo, nos llamamos la iglesia de Laodicea. Seremos las dos cosas? Por cierto que "Laodicea'" parece describir la realidad mejor que el trmino "iglesia remanente"'. Laodicea, la iglesia que dice: "Yo soy rico, estoy enriquecido, y nada necesito"', y que en realidad es "un cuitado y miserable, pobre, ciego y desnudo'" (Apocalipsis 3:17 NRV), es una descripci6n apropiada del adventismo. Si en los 'incidentes mencionados al principio de esta obra usramos la expresi6n "Iglesia de Laodicea'" en vez de "iglesia remanente"', se leeran como sigue:

    * Una joven que ha ledo publicaciones de la Iglesia de Laodicea asiste un sbado al culto. Nadie la saluda, no le preguntan su nombre, ni hablan con ella ... excepto una san-ta anciana que critica el collar de perlas que adorna el cuello de la visitante.

    * Un nio llora. Sus padres, ambos dirigentes de la Igle-sia de Laodicea local, se han divorciado tras aos de sonrer en pblico'y pelearse en privado.

    De un modo u otro, estas frases tienen ms sentido que las primeras versiones.

    La autoidentificaci6n del pueblo adventista con Laodicea parece contradecir su percepci6n de s mismo como el rema-nente. El Seor amenaza con "vomitar'" de su boca a Laodi-cea (Apocalipsis 3:16), pero al remanente le promete que los que alcancen la "victoria sobre la bestia, su imagen, su marca y el nmero de su nombre" estarn sobre el mar de vidrio, "con las arpas de Dios'" (Apocalipsis 15:2).

    C6mo podemos ser ambas cosas? O quiz es imposible? Esta obra examina el remanente. Traza el concepto

    bblico del remanente desde el comienzo hasta el fin del tiempo, en un intento de responder estas preguntas: Qu es el remanente? Qu factores determinan el remanente? Libros Adventistas en PDF

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    MisaeLqu factores determinan

  • 16 EL REMANENTE

    Tiene uno que ser santo para ser parte del remanente? Puede el remanente incluir a los inconversos junto con los conversos? Tiene alguna validez la idea de un "remanente dentro del remanente"? Puede apostatar el remanente? Es Laodicea el remanente?

    Es el movimiento adventista el remanente? O en vista de nuestra condicin actual, necesitaremos hacer un nuevo examen de nuestras pretensiones?

    Referencias 1. Jos Bates, A Seal ofthe Living God [Un sello del Dios viviente]

    (Nueva Bedford, Massachusetts, 1849), pgs. 45-56. 2. Spiritual Gifts [Dones espirituales], tomo 2, pgs. 168, 169. 3. The Review and Herald, [La Revista Adventista], 18 de

    diciembre de 1855, pg. 93. 4. Id., 8 de enero de 1857, pg. 75. 5. Id., 25 de septiembre de 1860, pg. 148. 6. P. Gerard Damsteegt, Foundations of the Seventh-day Adventist

    Movement [Fundamentos del movimiento adventista] (Grand Rapids: Eerdmans, 1977), pg. 243.

    7. Creencias de los Adventistas del Sptimo Dla: una exposicin bblica de las 27 doctrinas fundamentales (Wshington, D.C.: Asociacin General de la Iglesia Adventista del Sptimo Da, 1988), pg. 176.

    8. Questions on Doctrine [Preguntas sobre doctrina] (Wshington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1957), pg. 187.

    9. Creencias de los Adventistas del Sptimo Da, pg. 194. 10. Bruce Moyer, "Lave in Practice" [El amor en la prctica],

    Adventist Review [La Revista Adventista], 29 de marzo de 1990, pg. 11.

    11. Id., pg. 12.

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  • El remanente entre las

    naCIones

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  • 3 "E ' 1 tema del remanente -escribe Gerhard Hasel-, se halla entretejido como una hebra escarlata a travs de la Biblia, desde el Gnesis hasta el Apocalipsis".1 Hay seis diferentes races hebreas que forman docenas de palabras,2 las cuales se usan centenares de veces en gran variedad de contextos en el Antiguo Testamento (si bien se puede trazar el tema mismo del remanente aun sin usar ninguna de estas palabras). Es un tema rico en contenido, a la vez que muy complejo, el cual los estudiosos han debatido por mucho tiempo.

    La familia de No form6 el primer remanente que registra la Sagrada Escritura. Despus de que "todo ser viviente" (Gnesis 7:4) fue rado de la tierra, los nicos sobrevivientes fueron No y su familia: " ... y qued3 sola-mente No, y los que con l estaban en el arca" (Gnesis 7:23), que eran su esposa, sus hijos y sus nueras.4

    Por qu fueron ellos los nicos que se salvaron? En primer lugar, la Escritura dice que No era un "var6n

    justo, ... perfecto en sus generaciones" y que "con Dios camin6 No" (Gnesis 6:9). En segundo trmino, el Seor dijo a No: "A ti he visto justo delante de m en esta generaci6n" (Gne-sis 7:1). Y rmalmente, No "hizo conforme a todo lo que Dios le mand6" (Gnesis 6:22).

    No debemos extraarnos, entonces, de que Dios le dijera

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  • 20 EL REMANENTE

    a No: "Establecer mi pacto contigo" (Gnesis 6:18). Un pacto o contrato slo puede funcionar si las partes contratan-tes aceptan los trminos propuestos. A pesar de que el resto de la humanidad "haba corrompido su camino sobre la tierra" (Gnesis 6:12), No, que camin con Dios e hizo todo lo que Dios le mand, consinti en cumplir su parte del contrato, que inclua construir el arca y luego entrar en ella. De la innumerable multitud que poblaba el mundo, solamen-te ocho personas -aun despus de 120 aos. de predicacin-entraron en el arca. Esto indica que, adems de No, los otros siete tambin permanecan blijo el pacto.

    No y su familia, a diferencia del resto del mundo, creyeron en la "verdad presente", que en esa poca consista en el menslije de que el mundo iba a ser destruido por un diluvio. Este mensaje especfico, y el hecho de que aceptaran su validez, ayud a identificarlos como el remanente.

    Pero el relato no termina aqu. No "plant una via; y bebi del vino, y se embriag, y estaba descubierto en medio de su tienda" (Gnesis 9:20, 21). El patriarca no se limit a saborear una copa de vino tinto con su nuevo rgimen a base de carne; se embriag, al punto de quedarse dormido desnu-do en su tienda. Sin duda, Dios le perdon a No su indiscre-cin, pero el incidente demuestra que aun No", el victorioso lder del remanente, poda caer.

    La ebriedad de No, sin embargo, fue slo el comienzo. En Cam, que "vio la desnudez de su padre" (Gnesis 9:22), "haca mucho que la reverencia haba desaparecido de su alma, y revel la impiedad y la vileza de su carcter". 5 Vemos as que el remanente original era corrupto desde el comienzo, y el mismo No predijo que la descendencia de Cam sera maldita (vase Gnesis 9:25-27). A pesar de que No dijo cosas positivas acerca de sus otros dos hijos y su posteridad, los descendientes de ellos tambin apostataron.

    Es evidente que la participacin en el remanente no se hace posible por herencia ni por matrimonio. El hecho de estar unido al remanente por lazos de sangre no lo hace a uno miembro de la familia remanente. No importa cun justo fuese No, era de todos modos imposible que le traspa-

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  • EL REMANENTE 21

    sara su justicia a su posteridad. Su esposa, sus tres hijos y sus nueras, no importa cules fueran sus defectos intrnse-cos, tenan que elegir personalmente si queran entrar o no en el arca. As llegaron a integrar el remanente, que en este caso se compona slo de una pequea familia.

    La calidad de miembro de este remanente "familiar", por consiguiente, se obtena como resultado de una eleccin individual. El remanente tuvo que acceder a los trminos propuestos por Dios, y luego cumplirlos por fe. Despus del diluvio, la mayora de los descendientes de No no quisieron hacerlo. Por rebelda, comenzaron a construir la torre de Babel. A pesar de que el Seor haba prometido: "No destrui-r ms todo ser viviente con aguas de diluvio" (Gnesis 9:11, versin Nueva Reina-Valera), y haba pintado un arco iris en el cielo como smbolo de esa promesa, porfiaron en construir la torre para su propia seguridad en caso de otro diluvio. No creyeron en la promesa de Dios, ni en su arco iris. Entre ellos y el Seor no exista una relacin contractual, como haba sido el caso de la familia de No, en la que se form el primer remanente.

    Referencias 1. Gerhard Hasel "The Remnant in Scripture and the End" [El re-

    manente en la Biblia y el fin], Adventist Affirm, otoo de 1988, pg. 5. 2. Esas races son sha'ar ("quedar", "ser dejado"), palat ("escapar"),

    malat ("resbalar"), yathar ("quedar", "ser dejado"), sarad ("escapar"), y 'achar ("demorar", "esperar"). A partir de ellas se forman numerosas palabras, como ciertos sustantivos o sustantivos abstractos, por ejemplo, "residuo", "escape", "fugitivo", "exceso", "resto", "estorbo", "parte".

    3. La raz sha'ar es la que ms comnmente se usa para el remanente, la que ha sido estudiada con mayor atencin que cualquiera de las otras. En la visin de Ezequiel relativa a la matanza de los habitantes de Jerusaln que no tuvieran la seal en sus frentes, el profeta se postr sobre su rostro y clam: "Seor, Eterno! Destruirs a todo el resto [derivado de sha'ar] de Israel derramando tu ira sobre Jerusaln?" (Eze. 9:8).

    4. Traduccin del autor. 5. Patriarcas y profetas, pg. 110.

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  • 4 A pesar de las palabras positivas que pronunci No acerca de su hijo Sem ("Bendito por Jehov mi Dios sea Sem", Gnesis 9:26), la posteridad de Sem apostat. Por eso Abram (ms tarde llamado Abrahn), un descendiente de Sem, tuvo que dejar a su familia idlatra. "Pero Jehov haba dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrar" (Gnesis 12:1).

    Como uno de los pocos seguidores del "Seor, Dios de Sem" que quedaban, Abrahn comenz un nuevo remanente, desde su lugar -genealgicamente hablando- al final de la lnea del rbol familiar de Sem (vase Gnesis 11). Como lo hiciera No antes de l, Abrahn entr en una relacin contractual -es decir, basada en un pacto- con el Seor. "Era Abram de edad de noventa y nueve aos, cuando le apareci Jehov y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de m y s perfecto. Y pondr mi pacto entre m y ti, y te multiplicar en gran manera" (Gnesis 17:1, 2).

    Abrahn tambin tena la verdad presente para su tiempo: que el Seor Jehov era el Creador, y que slo a l se le deba adorar. Al seguir al Dios verdadero en un mundo que oraba a estatuas de madera y piedra, y las adoraba, Abrahn gozaba indiscutiblemente de la mayor luz que brillara sobre su generacin.

    A pesar de sus faltas (minti a Faran, y no confi en las

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  • EL REMANENTE 23

    promesas divinas al tomar como esposa a Agar), Abrahn mantuvo una relacin salvadora con el Seor en medio de un mundo que no hizo lo mismo. En este sentido estableci un nuevo linaje, un remanente familiar, nico grupo que preservara el culto a Jehov mientras se mantuviera fiel a las condiciones del pacto: "Porque yo s que mandar a sus hijos y a su casa despus de s, que guarden el camino de Jehov, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehov sobre Abrahn lo que ha hablado acerca de l" (Gnesis 18:19).

    Estos versculos nos muestran que el llamamiento que Dios le hiciera a Abrahn no fue arbitrario. "Yo s -dijo el Seor- que mandar a sus hijos ya su casa despus de s". El Seor dio testimonio del carcter de Abrahn y del modo como afectara a sus descendientes. Con todo, la nica forma como el Seor podra hacer venir sobre Abrahn "lo que ha hablado acerca de l", era por la obediencia de ste, y la de su posteridad. La fe de Abrahn y su relacin con Dios no seran traspasadas automticamente a su descendencia. Cualquiera puede nacer dentro de una familia (o iglesia) remanente; pero si queremos compartir la fe del remanente, no tenemos ms remedio que "nacer de nuevo".

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  • 5 El linaje prometido a Abrahn sali de su hijo Isaac, cuya simiente form una "nacin grande y poderosa", la nica que preserv la verdadera fe en medio de los pueblos paganos e idlatras. Por contraste, los descendientes de Ismael no adoraron a Dios (vase Gnesis 25). "Mas yo establecer mi pacto con Isaac, el que Sara te dar a luz por este tiempo el ao que viene", declar Dios (Gnesis 17:21). Este pasaje no establece un decreto arbitrario, una profeca de predestina-cin que garantizara a Isaac una relacin contractual con el Seor. Isaac tendra que elegir cooperar, de modo que el Seor pudiera hacer venir "sobre Abrahn lo que ha hablado acerca de l" (Gnesis 18:19). Para que el pacto pudiera establecerse con Isaac, ste deba obedecer, y as lo hizo. Por lo tanto, el Seor renov para con Isaac las promesas hechas a Abrahn.

    Este privilegio tampoco pas automticamente a la des-cendencia de Isaac. No todos los hijos de Isaac formaron el remanente. Los hijos del patriarca fueron dos mellizos, Jacob y Esa. "Dos naciones hay en tu seno", dijo el Seor a Rebeca (Gnesis 25:23). Uno fue el padre de una nacin pagana. El otro engendr al remanente. En qu consisti la diferencia?

    Esa naci primero, y a l perteneca la primogenitura, es decir, los mismos privilegios y promesas que Isaac hered

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  • EL REMANENTE 25

    de Abrahn. Tal como en el caso de No, Abrahn e Isaac, dichas promesas eran de naturaleza contractual. Pero Esa "por una sola comida vendi su primogenitura" (Hebreos 12:16). Hizo la decisin deliberada de no seguir al Seor, a pesar de las especialsimas oportunidades que se le ofrecan.

    Jacob, su hermano, estimaba en mucho las promesas. Si bien las obtuvo por fraude (vase Gnesis 27), sus acciones mostraron cun profundamente las respetaba. Jacob se arrepinti, y su vida dio testimonio de su determinacin de seguir al Seor a pesar de las consecuencias negativas que resultaron de su engao.

    Esa, cansado despus de un da de cacera, desech las bendiciones a cambio de una gratificacin momentnea; Jacob, en cambio, luch con Dios toda una noche con tal de no perderlas. "No te dejar -le dijo al Seor- si no me bendices" (Gnesis 32:26). Con razn no fue Esa quien heredara las promesas, sino Jacob! Con razn Esa camin en oscuridad y Jacob en luz! Con razn la simiente de Esa se convirti en una nacin pagana, y la de Jacob ... en el remanente!

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  • 6 En la Escritura, el tema del remanente aparece a conti-nuacion conectado con Jos. Despus que sus hermanos vil:ijaron a Egipto en busca de ayuda para sobrevivir a la hambruna, Jos -habiendo probado su fidelidad y la profundidad de su arrepentimiento- finalmente se reve16 a ellos y les dijo: "Dios me envi delante de vosotros, para preservaros un remanente sobre la tierra, y para mantener vivos por causa vuestra a muchos sobrevivientes" (Gnesis 45:7).*

    Los hermanos de Jos ciertamente no mostraron la fe de Abrahn, Isaac y Jacob, el remanente que los haba precedi-do. El acto de vender a Jos como esclavo y luego contarle a su padre una mentira para cubrir lo hecho hace que por comparaci6n No, Abrahn y Jacob, aun con todos sus defectos, parezcan gente lista para ser llevada al cielo. Y aun as, la Escritura se refiere a los hermanos de Jos como un "remanente"?

    S, porque a pesar de lo nefando de su crimen, esos hombres haban madurado, crecido en carcter, y hasta haban mostrado verdadero arrepentimiento, como podemos ver en sus relaciones con Jos. Cuando ste, todava ocultan-do su identidad, demand6 que llevaran consigo a su hermano ms joven, se dejaron echar en la crcel antes que causarle un nuevo pesar a su padre por la prdida de otro hijo.

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  • EL REMANENTE 27

    Adems, se acusaron amargamente de su pecado contra Jos, mostrando su arrepentimiento: "Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia" (Gnesis 42:21).

    Cuando por fin llevaron a Benjamn, Jos hizo un banquete en el cual sirvi a Benjamn, el ms joven, ms alimento que a los dems hermanos. "Y Jos tom viandas de delante de s para ellos; mas la porcin de Benjamn era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos" (Gnesis 43:34). Jos quera ver si en su trato con el hermano menor, manifestaban la misma envidia que haban mostrado para con l. No ocurri as, porque el pasaje termina diciendo que "bebieron, y se alegraron con l".

    Ms tarde, cuando Jud pens que Benjamn iba a ser puesto en esclavitud, se ofreci para tomar su lugar: "Te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo -de mi Seor, y que el joven vaya con sus hermanos. Porque cmo volver yo a mi padre sin el joven? No podr, por no ver el mal que sobrevendr a mi padre" (Gnesis 44:33, 34).

    Satisfecho ahora Jos acerca del cambio que haban experimentado sus hermanos, les revel su identidad. Despus, toda la familia se traslad a Egipto, y all sobrevi-vieron al hambre. Esta familia remanente, la nica que caminaba en la verdad presente exaltaba a Jehov como el Creador -mientras que el resto del mundo adoraba dioses falsos-, lleg a ser la nacin de Israel.

    * Traduccin del autor

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  • 7 En Sina, los hijos de Israel, recin escapados de Egipto, entraron en una relacin pactual con Dios, que era muy semejante al pacto que Dios haba establecido con Abrahn, Isaac y Jacob. De hecho, el pacto con Israel en Sina cumpla las promesas que Dios haba hecho a los patriarcas, de que su simiente llegara a ser una "gran nacin". Ahora, sin embargo, las promesas se extendan a toda una nacin, a diferencia de lo sucedido en los tiempos patriarcales, en los que las promesas al remanente existieron slo en unas pocas generaciones de una familia especfica.

    "Ahora, pues -dijo el Seor a los hebreos en Sina-, si diereis odo a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seris mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque ma es toda la tierra. Y vosotros me seris un reino de sacerdotes, y gente santa" (Exodo 19:5, 6).

    La Biblia coloca a Israel en un lugar prominente; su historia se halla al centro del Antiguo Testamento y tambin de buena parte del Nuevo. Sin embargo, la nacin misma fue siempre una entidad de menor cuanta en el antiguo Cerca-no Oriente. "Palestina slo representa una minscula porcin del territorio del Medio Oriente -escriben John Hayes y J. Max Miller-, y el perodo de la historia antigua de Israel y Judea representa apenas un pequeo segmento del amplio panorama que abarca la historia del Medio

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  • EL REMANENTE 29

    Oriente". 1 En primer lugar, los hebreos llegaron tarde al antiguo

    Medio Oriente. "Todo lo que uno diga acerca de los orgenes de Israel -escribe John Bright- debe ser dicho con plena conciencia de que dichos orgenes no se hallan de manera alguna cerca del amanecer de la historia".2 Ya haban surgido y cado una docena de dinastas egipcias antes que Israel surgiera de los de Abrahn. Para la poca en que naci la nacin hebrea, la Gran Pirmide de Egipto -dos millones de bloques, cada uno de los cuales pesa dos tonela-das y media- tena ya casi mil aos de edad.

    Segundo, Israel ocupaba un sector relativamente despo-blado, en comparacin con los imperios que lo rodeaban, como Babilonia y Egipto, cuyas poblaciones eran mucho mayores que el nivel jams alcanzado por la nacin hebrea. Y el conjunto de las multitudes que componan las antiguas entidades paganas del Medio Oriente empequeeca dram-ticamente a la nacin juda.

    Tercero, geogrficamente Israel era pequeo en relacin con los grandes poderes del mundo antiguo. Los mapas del antiguo Medio Oriente muestran que, aun en la poca cuan-do las doce tribus haban expandido sus fronteras a su mayor extensin, Israel nunca posey un territorio muy amplio. Asiria, Babilonia, Persia y hasta Egipto, en su apogeo, tuvieron imperios mucho ms vastos de lo que los judos jams llegaron a controlar.

    En cuarto lugar, excluido un siglo en que, bajo la monarqua unida de David y Salomn, Israel fue una fuerza regional digna de consideracin, la nacin hebrea nunca constituy un gran poder militar. A lo ms, era simplemente un poder local, capaz de subyugar las pequeas naciones que lo rodeaban, y por un tiempo, de mantener en jaque a Egipto. En diversas pocas de su historia, especialmente despus que la nacin se dividi en dos reinos hostiles, fue invadida y saqueada por los egipcios, los asirios, los babilo-nios, los persas, los griegos, y finalmente, los romanos.

    Por lo ya dicho, vemos que la importancia de Israel no se basa en su tamao, su poblacin o su destreza militar. Lo

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  • 30 EL REMANENTE

    que hizo de Israel el centro de la Biblia fue su religin. Slo Israel se adhiri, si bien espordicamente, a la fe original que lo una con Abrahn, No y Adn. En lo colectivo, permaneci como la nica avanzada del conocimiento de Dios durante una poca en que la verdadera religin de la humanidad se vio ahogada por una explosin de paganismo e idolatra que cubri el mundo con los escombros de la supersticin y las falsas enseanzas. En este sentido, Israel era "un remanente de las naciones",3 un residuo en un mundo que no conoca al Dios verdadero ni su doctrina, ni mantena una relacin con l.

    Referencias 1. John Hayes y J. Max Miller, A History of Ancient Israel and

    Judah [Historia del antiguo Israel y Jud] (Filadelfia: Westminster, 1986), pg. 25.

    2. John Bright, The History of Israel [La historia de Israel] (Filadelfia: Westminster Press, 1981), pg. 23.

    3. Edgar Johnson, Aspects of the Remnant Concept in Matthew [Aspectos del concepto de remanente en Mateo] (Disertacin doctoral, Universidad Andrews, 1984), pg. 27.

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  • 8 El papel de Israel como "remanente entre las naciones" se destaca en su mayor claridad cuando se compara su fe con el paganismo que lo rodeaba.

    Desde el Nilo hasta el Eufrates, el antiguo habitante del Medio Oriente adoraba un elaborado panten de dioses y diosas que se manifestaban en la naturaleza. En una tor-menta estaba el dios de las tormentas; en la luz solar, el dios sol. Del mismo modo como la naturaleza no era pacfica, tampoco lo eran los dioses, a quienes se describa a menudo con atributos humanos: venganza, celos, inconsecuencia, pasin y violencia. De hecho, con frecuencia las descripciones que se hacan de ellos los mostraban peleando y matndose, y hasta violndose unos a otros.

    De pronto, en medio de este desfile de politesmo, surge una pequea nacin de ex esclavos, refugiados sin tierra propia, peregrinos sin patria, que proclaman una' de las ideas ms radicales de la antigedad: "Shema Yisrael, Adonai Elohanu, Adonai Echad", que significa: "Oye, Israel: Jehov es Dios, Jehov uno es" (Deuteronomio 6:4).1

    Esta idea tan radical no era, sin embargo, nueva. El monotesmo y la adoracin exclusiva de Jehov haba sido la religin original de la humanidad, la fe de Adn, Eva, Abel, Matusaln, Enoc y No. Los judos -en vez de reconocer un panten de dioses y diosas (en hebreo ni siquiera existe una

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  • 32 EL REMANENTE

    palabra que signifique diosa)- adoraban a un solo Dios, el Creador, porque l es el Creador y el Dios nico, el Ser que desde el principio ha sido adorado. Esta verdad casi se haba perdido entre el politesmo que permeaba el antiguo Medio Oriente. Los hebreos, una naci6n remanente que se aferraba a la fe original, eran los nicos que la seguan. De este modo, al adorar a un solo Dios, Jehov, los hebreos no estaban creando algo nuevo e innovativo; simplemente se estaban adhiriendo a una prctica antigua y original. Lo nuevo era el politesmo.

    Lo mismo se puede decir en cuanto al rechazo que hacan los judos de la necedad que significaba confundir a Dios con la naturaleza. A diferencia de los paganos, la naci6n hebrea no identificaba a Dios como parte de su propia creacin. En cambio, consideraban que la creacin era un producto de Dios, y no era portadora ni poseedora de las cualidades individuales de Dios. Como lo hicieran Adn y Eva, ellos aprendieron a conocerlo como el Creador, y lo adoraban como tal.

    Este concepto tambin, tan diferente de lo que crean las naciones circundantes, no haca ms que recobrar las verda-des originales que Dios haba revelado a la humanidad en el Edn.

    Adems de ser politestas, los paganos del antiguo Medio Oriente estaban empapados de idolatra. Los vecinos de Israel haban labrado ejrcitos de dolos, dioses de madera y piedra, para representar las deidades a las cuales servan. Es posible que el antiguo habitante del Medio Oriente no haya considerado que el dolo mismo era el dios, sino una representacin de esa deidad en la cual resida su espritu, permitiendo que el dios estuviera simultneamente en diferentes lugares. Como resultado, el pagano se inclinaba, ofreca sacrificios y oraba ante estatuas de toros, chivos, ranas y aun seres humanos. En el antiguo mundo del Medio Oriente, la idolatra se hallaba ms difundida de lo que el Islam est en el mundo moderno.

    Con todo, cuando el polvo de Egipto an ensuciaba las sandalias de los hebreos, Dios les dijo: "No te hars imagen,

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  • EL REMANENTE 33

    ni ninguna semejanza de lo que est arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinars a ellas ni las honrars" (Exodo 20:4, 5).

    Isaas se burla del idlatra: "Corta cedros, y toma ciprs y encina... Parte del leo

    quema en el fuego; con parte de l come carne, prepara un asado y se sacia; despus se calienta, y dice: Oh!, me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un dolo suyo; se postra delante de l, 10 adora, y le ruega dicien-do: LI1>rame, porque mi dios eres t" (lsaas 44:14-17). En este punto, no importa cun diferente fuera la fe de

    Israel comparada con la de las naciones circundantes, tampoco era algo nuevo. El Seor nunca quiso que los seres humanos adoraran la naturaleza. La idolatra representa una apostasa posterior, una separacin del Dios viviente.

    "Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrpedos y de reptiles ... cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador" (Romanos 1:22, 23; 25). Al rechazar la idolatra, Israel no hizo otra cosa que

    restaurar el culto al Dios verdadero, como se lo practicaba antes que fuese transformado en una "mentira", como dice San Pablo. El Seor le dijo a Adn que iba a tener dominio sobre "los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Gnesis 1:28), no que tendra que inclinarse ante ellos y adorarlos. La idola-tra surgi despus de la cada, cuando los hombres se apartaron del Dios verdadero. De este modo, lejos de adhe-rirse a un concepto nuevo y radical, los hebreos simplemente se volvieron a la fe original, que imperaba antes que el hombre cambiara "la gloria del Dios incorruptible" por los dolos.

    El antiguo Medio Oriente se hallaba tambin saturado de magia, adivinacin y astrologa, prcticas que se usaban con propsitos religiosos, polticos y militares. Para discernir

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  • 34 EL REMANENTE

    el futuro, los sacerdotes paganos estudiaban aun los hgados de ovejas y otros animales. Si este mtodo resultaba muy caro, se usaban otros medios, otras formas de magia y adivinacin para predecir el futuro, como la configuracin del humo que se elevaba de un incensario, la observacin de algn beb deforme, la forma que asuma el aceite al ser derramado en el agua, y hasta la trayectoria de las flechas que se disparaban con ese fm.

    De nuevo Israel se haba apartado radicalmente de la norma imperante, por lo menos en teora. Desde los prime-ros das junto al monte Sina, aun antes de entrar en la tierra prometida, los judos haban sido amonestados en contra de participar de la adivinacin y magia que prevale-can en las naciones que los rodeaban.

    "Cuando entres a la tierra que Jehov tu Dios te da, no aprenders a hacer segn las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinacin, ni agorero, ni sortJ.1ego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos... Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros ya adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehov tu Dios" (Deuteronomio 18:9-14). Por qu? Sencillamente porque no eran sos los mtodos

    que el Seor haba escogido originalmente para comunicarse con su pueblo. Adn y Eva no tuvieron que estudiar el hgado de un cordero para aprender acerca del Redentor venidero. No no ley las estrellas para saber cmo construir el arca. Abrahn no condujo a Isaac al monte Moria por algn mensaje ledo en las configuraciones del aceite derra-mado en el agua. Y no fue por la observacin de infantes ,deformes como J acob supo que su descendencia heredara Canan. Desde el comienzo, el Seor tena medios directos para comunicarse con su pueblo: visitas de ngeles, visiones y sueos profticos, o las palabras admonitorias de los profetas.

    "Enoc posea una mente poderosa, bien cultivada, y pro-fundos conocimientos. Dios le haba honrado con revelaciones

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  • EL REMANENTE 35

    especiales ... Por medio de santos ngeles, Dios revel a Enoc su propsito de destruir al mundo por medio de un diluvio, y tambin le hizo ms manifiesto el plan de la redencin. Mediante el espritu de profeca lo llev a travs de las generaciones que viviran despus del diluvio, y le mostr los grandes eventos relacionados con la segunda venida de Cristo yel fin del mundo".2 No estaban inventando nada nuevo los judos al rechazar

    la magia, la adivinaci6n y la hechicera de las naciones que los rodeaban. Por el contrario, Israel estaba aferrndose de las verdades cuyo origen era el Edn. Lejos de ser novedosa e innovadora, la religi6n hebrea era en realidad un dep6sito conservador de verdades que antecedan al paganismo. Y era este acto de aferrarse -no importa cun dbil y espordica-mente- a esta verdad remanente, lo que haca de ellos un pueblo remanente.

    Referencias 1. Traduccin del autor. 2. Patriarcas y profetas, pgs. 72, 73.

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  • 9 Desde luego, Israel no posea la fe remanente slo porque rechazaba el politesmo, la idolatra y la adivinacin. Los judos posean luz cuyo origen se poda rastrear hasta los comienzos de la humanidad, luz que los paganos no tenan del todo, o que haban pervertido en gran medida.

    En primer lugar, Israel guardaba el sptimo da, sbado, institucin que se remonta al Edn antes de la cada. "Y bendijo Dios al da sptimo, y lo santific, porque en l repos de toda la obra que haba hecho en la creacin" (Gnesis 2:3). As, el sptimo da sbado no era nada nuevo; en cambio, era una antigua verdad perdida, que los judos recuperaron y conservaron.

    Israel tena el Declogo en su expresin ms pura. Si bien es cierto que las naciones circundantes tambin tenan cdigos legales, algunos de los cuales reflejan ideas conteni-das en los Diez Mandamientos, ninguna tena lo que los hebreos haban recibido en el Declogo. Pero tampoco en esto se dio a los judos algo nuevo. La ley exista a travs de la historia patriarcal, y aun antes. Por qu el asesinato de Abel a manos de Can (vase Gnesis 4) fue un acto de maldad, as como la mentira de Abrahn (vase Gnesis 12), o si Jos hubiera cometido adulterio con la esposa de su amo (vase Gnesis 39), si esos aspectos de la ley no hubieran sido ya conocidos? En Sina, la ley no slo fue dada a los

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  • EL REMANENTE 37

    hebreos en toda su pureza, sino que se les amonest f'rrme-mente a guardarla en toda su extensin, incluyendo el cuarto mandamiento. '

    Israel comprenda con especial claridad la creacin. Entre sus vecinos paganos circulaba toda clase de relatos ridculos, como el Enuma Elish, que enseaba que el mundo fue creado como resultado de una fiera batalla entre los dioses, la cual comenz porque algunos de ellos interrum-pieron el sueo de los otros. En contraste, los judos crean en las profundas verdades del Gnesis, el cual ensea que Dios cre el cielo y la tierra como un acto deliberado, y luego en un gesto de intimidad cre al hombre del polvo de la tierra, a su propia imagen. Al aceptar el relato de nuestros orgenes que presenta el Gnesis, los hebreos volvieron atrs para aferrarse de las primeras y ms puras verdades referentes a la creacin.

    A Israel se le dio el santuario del Seor y el mensaje sin igual que ste conlleva. Si bien es cierto que los paganos tambin tenan santuarios y templos, las prcticas asociadas con ellos -prostitucin y sacrificios humanos, por ejemplo-muestran que esos santuarios no enseaban lo mismo que el de Israel. El santuario judo se basaba en los sacrificios de animales. La Biblia comprueba que esa prctica se remonta hasta Adn y Eva. Antes que existiera el tabernculo del desierto, construido despus que se' estableciera el pacto en el Sina (vase Exodo 28:8), los adoradores del Dios verdade-ro nunca sacrificaron animales en un templo. En vez de ello construyeron altares sobre los cuales ofrecieron "holocaustos" (Gnesis 8:20). Esos holocaustos u ofrendas encendidas siguieron constituyendo el sacrificio fundamental en el santuario hebreo (vase Exodo 29:38-42). Si bien la forma misma era diferente -ms elaborada e instructiva que en pocas anteriores-, las verdades esenciales que enseaba el santuario reflejan las que enseaba el primer animal sacrifi-cado fuera del Edn.

    "En el desarrollo del plan divino -escribe Frank Hol-brook-, lleg6 el tiempo en que el pueblo de Dios deba recibir una comprensin ms amplia de la naturaleza de la Deidad,

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  • 38 EL REMANENTE

    el problema del pecado, y el medio por el cual Dios efectua-ra la reconciliacin con el hombre, restaurando as la unidad y armona que la entrada del pecado haba roto. La nueva luz no anula la luz anterior. Los aspectos esenciales del sacrificio y la mediacin, vistos en la era patriarcal a travs de la vctima y el padre-sacerdote, se presentan en mayor detalle y en un nuevo contexto: el taberncuIo-templo-santuario, la morada de Dios".l

    Los hebreos, que ocupaban un lugar exclusivo entre los pueblos del mundo antiguo, tambin saban la verdad acerca de la muerte. "En la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, quin te alabar?" (Salmo 6:5). Comprendan que en la muerte "sale su aliento [el del hombre], y vuelve a la tierra; en ese mismo da perecen sus pensamientos" (Salmo 146:4). Saban que la muerte es un sueo. "Y durmi David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad" (1 Reyes 2:10): Esta enseanza se apartaba radicalmente de la forma como el mundo antiguo comprenda la muerte, con sus elaborados rituales religiosos y prcticas funerarias centradas en la creencia de que el alma es inmortal. Muchos faraones gastaban aos de su vida y grandes fortunas construyendo elaboradas tumbas para el ms all. La literatura de los vecinos paganos de Israel se halla repleta de relatos acerca de la vida ms all de la tumba.

    En este punto tambin la verdad acerca del estado de los muertos y la no inmortalidad del alma se remonta a la Creacin, cuando el Seor "form al hombre del polvo de la tierra, y sopl en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Gnesis 2:7). La palabra hebrea que se traduce como "ser" es nephesh, la misma que se usa para los animales en el relato de la Creacin: "Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres [nephesh] vivientes segn su gnero, bestias y serpientes y animales de la tierra segn su espe-cie" (Gnesis 1:24). En la Creacin, Dios ense que el alma es lo que somos, y no algo que poseemos hasta la muerte. El Seor dijo a Adn: "Polvo eres, y al polvo volvers" (Gnesis 3:19), una antigua verdad que los israelitas comprendan, en agudo contraste con las naciones circundantes.

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  • EL REMANENTE 39

    Israel tambin tena un mensaje de salud. Si bien es cierto que el rgimen alimentario original del Edn era vegetariano (y los israelitas no lo eran), la distincin entre alimentos limpios e inmundos que los judos reconocan, se remonta por lo menos hasta No (vase Gnesis 7:2). El principio de un rgimen alimentario adecuado, sin embargo, aparece ya en el Edn, puesto que el Seor instruy a nuestros primeros padres acerca de lo que deban comer (vase Gnesis 1:29). En esto tambin los hebreos iban delante de sus vecinos, no por haber elaborado nuevas verdades, sino por haberse aferrado a verdades antiguas.

    Adems, la nacin hebrea comprenda el gran conflicto. Se podan hallar esparcidas a travs de la Sagrada Escritura suficientes evidencias como para ensear a los lectores lo relativo a la batalla entre Dios y Satans por la lealtad del hombre. El libro de Job -el ms antiguo de la Biblia-bosqueja con claridad el conflicto fundamental que se libra entre el Seor y Satans, el cual comenz en el cielo, pero cuyos encuentros se realizan en la tierra (vanse los captu-los 1 y 2 de Job). Otros pasajes, como Gnesis 3:1-15, Ezequiel 28:12-15, e Isaas 14:12-14, aaden detalles a esta importante verdad. Si bien los paganos tenan toda clase de ideas relativas al bien y el mal, ninguno comprenda el tema como los judos; y esto tambin slo porque los judos pose-an antiguas verdades.

    Israel tambin tena el espritu de profeca. Durante gran parte de la historia de la nacin, los profetas -can-nicos y no cannicos- proclamaron mensajes especficos, muchos de los cuales fueron ms tarde incluidos en la Biblia. Mientras sus vecinos paganos estudiaban hgados para discernir el futuro, Isaas proclamaba que "Ciro ... cumplir todo lo que yo quiero, al decir a Jerusaln: Sers edificada" (Isaas 44:28), un siglo y medio antes que naciera el rey y fundador del Imperio Persa, y por lo tanto, pudiera cumplir esta declaracin proftica al libertar a los judos que estaban en Babilonia y permitirles reconstruir. Durante la era patriarcal el Seor haba estado hablando mediante profetas y el don proftico. Israel slo experiment una extensin del

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  • 40 EL REMANENTE

    fenmeno. Finalmente, Israel posey gran luz acerca del Redentor

    venidero, tanto referente a su primer advenimiento como al segundo, pero especialmente con referencia al primero. A los judos se les concedi el privilegio especial de anunciar su llegada, y ellos mismos deban prepararse para ella (vase Isaas 42). Unicamente Israel posea las grandes profecas de Isaas 53, Daniel 9, Miqueas 5 y Salmo 22, y tena el deber de esparcirlas por el mundo. Tampoco era nueva esta ense-anza acerca del Redentor venidero. Gnesis 3:15, conocido como el protevangelicum (las primeras buenas nuevas) ha sido por mucho tiempo considerado como la primera promesa mesinica. El Seor dijo a la serpiente: "Y pondr enemistad entre ... tu simiente y la simiente suya [de la mujer]; sta te herir en la cabeza, y t le herirs en el calcaar".

    La esperanza de un Redentor se remonta a nuestros primeros padres: "Los ngeles se comunicaron con Adn despus de su cada y le informaron acerca del plan 'de salvacin, y que la raza humana no estaba fuera del alcance de la redencin. Si bien haba surgido una aterradora separacin entre Dios y el hombre, se haba hecho provisin por medio de la ofrenda de su Hijo amado, por la cual el hombre podra ser salvO".2 Los judos no slo estaban en posesin de esta antigua verdad, que se originaba en el Edn, sino que recibieron ms luz referente a ella que las generaciones anteriores.

    El pueblo de Israel se destacaba claramente entre sus vecinos paganos debido a las verdades que slo l posea, y a la relacin que mantena con el Dios verdadero. Moiss proclam ante Israel:

    "Mirad, yo os he enseado estatutos y decretos, como Jehov mi Dios me mand, para que hagis as en medio de la tierra en la cual entris para tomar posesin de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabidura y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirn todos estos estatutos, y dirn: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nacin grande es esta. Porque qu nacin grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como

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  • EL REMANENTE 41

    lo est Jehov nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y qu nacin grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?" (Deutero-nomio 4:5-8). Eran estas cosas -las leyes y estatutos, la verdad presen-

    te y la promesa de obediencia que hicieron los judos-lo que haca de los hebreos un pueblo remanente, aferrado a verdades perdidas desde el comienzo del mundo, verdades que no slo deba comprender y obedecer, sino tambin esparcir.

    Referencias 1. Frank Holbrook, "The Israelite Sanctuary [El santuario

    israelita], en The Sanctuary and the Atonement [El santuario y la expiacin], editado por Arnold V. Wallenkampf y W. Richard Lesher (Washington, D. C.: Asociacin General de la Iglesia Adventista del Sptimo Da, 1981), pgina 2.

    2. The Spirit of Prophecy [El espritu de profeca], tomo 1, pgs. 58,59.

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  • 10 Por desgracia, desde el episodio del becerro de oro (vase Exodo 32) hasta el apedreamiento de Esteban (vase Hechos 7), quince siglos ms tarde, el remanente nunca vivi en armona con las verdades que se le haban revelado. El tema de las Escrituras, especialmente del Antiguo Testamento, no es tanto el llamamiento de Israel al pacto, como su fracaso en obedecerlo.

    El compromiso con los paganos destruy la nacin duran-te el perodo del Primer Templo. Cun frecuentemente los profetas amonestaron a Israel por su fornicacin con la cultura circundante! En vez de elevar a los paganos a su norma de justicia, Israel absorbi y asimil las creencias y la conducta de los mismos paganos.

    Sofomas advirti acerca de "los que sobre los terrados se postran al ejrcito del cielo, y a los que se postran jurando por Jehov.y jurando por Milcom" (Sofonas 1:5). Algunos israelitas adoraban a los astros, una prctica que apren-dieron de sus vecinos, mientras que otros mezclaban su fe en el Seor con el culto al dios amonita, Milcom. N o haban rechazado completamente su antigua religin; en cambio, quisieron ponerla al da con el pensamiento contemporneo.

    Ezequiel, en visin, vio paganismo en los terrenos del templo; mujeres que "estaban all sentadas, endechando a Tamuz" (Ezequiel 8:14), y aun varones que "adoraban al sol,

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  • EL REMANENTE 43

    postrndose hacia el oriente" (versculo 16). El templo mismo tena "todos los dolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor" (versculo 10). Aqu tambin los israelitas no haban abandonado completamente su fe ancestral, sino en parte, lo suficiente como para permitirles asimilar creencias y prcticas religiosas extra-as, incorporndolas a las suyas propias.

    Debido a su asociacin con los que no conocan al Seor, los israelitas tambin perdieron su conocimiento de l. El Seor les advirti que "no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra" (Oseas 4:1). "Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios ms que holocaustos" (Oseas 6:6).

    A pesar de todo, los judos crean que, por cuanto tenan "la verdad" y eran el pueblo especial, escogido de Dios -por as decirlo, el "remanente"-, siempre seguiran siendo el nico pueblo fiel de Dios. Jeremas escribi acerca de los que, a pesar de su pecado y transigencia, iban a las puertas del templo y decan: "Templo de Jehov, templo de Jehov, templo de Jehov es este" (Jeremas 7:4). No importaba lo que hicieran, crean que el templo de Dios los salvara.

    La transigencia y la asimilacin tambin hicieron que muchos de ellos se dejaran engaar por conceptos falsos relativos a la justicia y al juicio. Muchos pensaban que Dios los aceptara, no importaba cul fuese su conducta, y que no seran juzgados: "Habis hecho cansar a Jehov con vuestras palabras. Y decs: En qu le hemos cansado? En que decs: Cualquiera que hace mal agrada a Jehov, y en los tales se complace; o si no, dnde est el Dios de justicia?" (Mala-quas 2:17).

    Desde luego, las perversiones religiosas de Israel se reflejaron tambin en el terreno de la tica y la moral. "Toda cabeza est enferma, y todo corazn doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en l cosa sana, sino herida, hinchazn y podrida llaga" (Isaas 1:5,6). Entre ellos abundaban el asesinato, el adulterio, el hurto, el incesto, la opresin, la idolatra, la fornicacin, la envidia, el orgullo y la mentira -todos los pecados clsicos contra los cuales Dios

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  • 44 EL REMANENTE

    los haba amonestado-, hasta que el Seor clam diciendo: "Prncipes de Sodoma, od la palabra de Jehov; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra ... Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos ... Cuando extendis vuestras manos, yo esconder de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquis la oracin, yo no oir" (Isaas 1:10, 11, 15).

    Un grave problema era que la nacin hebrea sufra por la accin de dirigentes corruptos, vacilantes y transigentes. Ya fuera el caso del rey Acab y la reina Jezabel, que provo-caron el asesinato de Nabot para quedarse con su via (vase 1 Reyes 21), el del rey Manass, que indujo a Jud a "hacer ms mal" que las naciones paganas (2 Crnicas 33:9), o el de los prncipes de Jud, que urgan al rey Sedequas para que hiciera matar a Jeremas (vase Jeremas 38:4), nos revelan cmo una serie de dirigentes inconversos sumie-ron a la nacin en una crisis tras otra, hasta que todo el edificio se vino abajo.

    Muchos sacerdotes -los pastores espirituales de la nacin- tambin apostataron. Desde los das de Nadab y Abi, que ofrecieron "fuego extrao" sobre el altar (vase Levtico 10), hasta los das finales de Jud, cuando Pasur el sacerdote azot a Jeremas y lo puso en el cepo (vase Jeremas 20:2), hubo falsos pastores que hacan que el pueblo se desviara. Sofonas se lamentaba porque los "sacer-dotes contaminaron el santuario, falsearon la ley" (Sofonas 3:4); Isaas hizo advertencias contra los sacerdotes que "erraron con sidra, fueron trastornados con el vino" (Isaas 28:7); y Ezequiel escribi: "Hijo de Adn, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza, y di a los pastores: As dice el Seor, el Eterno: Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a s mismos! No deben los pastores apacentar el rebao?" (Ezequiel 34:2, Nueva Reina-Valera).

    Los servicios de adoracin de Israel tambin llegaron a ser inaceptables para el Seor. Malaquas amonest a los que ofrecan "animal ciego en sacrificio, no es malo? Cuando ofrecis el lisiado o enfermo, no es malo? Presntalo a tu prncipe, se agradar de ti, o le sers acepto? -dice el Seor

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  • EL REMANENTE 45

    Todopoderoso" (Malaquas 1:8, NRV). El Seor expres6 su disgusto con su adoracin: "No me traigis ms vana ofren-da; el incienso me es abominacin; luna nueva y da de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniqui-dad vuestras fiestas solemnes" (Isaas 1:13).

    La desviaci6n de la Palabra de Dios hizo que la naci6n se dividiera en dos reinos que espordicamente entraban en guerra unos con otros. De ese modo, cuando la nacin escogida de Dios ms necesitaba presentar un frente unido, obedeciendo la voluntad divina al esparcir la verdad por el mundo, se hallaba tan debilitada por las luchas y controver-sias intestinas, que cay fcilmente presa de sus enemigos externos. Tras siglos de acomodarse a las prcticas paganas, los judos ya no tenan proteccin divina contra los ejrcitos paganos.

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  • Un remanente del remanente

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  • 11 A pesar de la capitulacin, cautividad y eventual servi-dumbre de Jud e Israel, el Seor prometi preservar un remanente. Mezclada con las advertencias de guerra, sufri-mientos y ruina hechas por los profetas, se hallaban sus promesas de que un remanente escapara de la destruccin y restablecera la nacin.

    "Asimismo acontecer en aquel tiempo, que Jehov alzar otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que an quede en Asiria, Egipto ... y en las costas del mar" (Isaas 11:11; nfasis aadido).

    "Y yo mismo recoger el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las ech, y las har volver a sus moradas" (Jeremas 23:3; nfasis aadido).

    "Y pondr los cuerpos muertos de los hijos de Israel de-lante de sus dolos, y vuestros huesos esparcir en derredor de vuestros altares ... Mas dejar un resto, de modo que tengis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seis esparcidos por las tierras" (Ezequiel 6:5, 8; nfasis aadido). El Seor cumpli sus promesas. Circunstancias que

    debieran haber terminado para siempre con la nacin juda (su capital destruida, su pueblo muerto, esparcido o cautivo), no provocaron ese resultado. En cambio, el Seor hizo volver

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  • 50 EL REMANENTE

    a la tierra un remanente para que construyera el templo y restableciera la nacin. "Y los traer, y habitarn en medio de Jerusaln. Y me sern por pueblo, y yo ser a ellos por Dios en verdad y en justicia" (Zacaras 8:8).

    Desgraciadamente, a este "remanente del remanente" lo afligan severos defectos espirituales, muy semejantes a los que haban arruinado a sus padres en la generacin ante-rior. "El glorioso cuadro -escribe John Bright- que se pinta del nuevo y triunfante xodo, y del establecimiento del reino universal de Jehov en Sin, en nada se parece a la reali-dad".1

    En primer lugar, a pesar de cun liberales eran los trminos del decreto de Ciro, el cual no slo permita a los judos volver a Jerusaln (vase Esdras 1), sino tambin re-construir el templo con fondos provistos por el propio tesoro real (vase Esdras 6), muchos judos se sentan tan cmoda-mente asimilados a las culturas extranjeras, especialmente la de Babilonia, que no quisieron volver. Setenta aos des-pus del retorno de los primeros exiliados, a Esdras le cost no pocos esfuerzos persuadir a algunos levitas para que salieran de Babilonia y ministraran como sacerdotes en el nuevo templo.2

    En segundo lugar, cuando se complet el fundamento de la nueva estructura, muchos de los ms ancianos entre los que volvieron, al recordar la gloria del templo de Salomn, lloraban al compararla con la inferioridad del nuevo edificio, a tal punto que "no poda distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegra, de la voz del lloro" (Esdras 3:13). Sus murmuraciones, quejas y llantos, escribe Elena de White, "ejercieron una influencia deprimente en el nimo de muchos, y debilitaron las manos de los constructores".3

    Tambin el pueblo de la tierra -es decir, los samarita-nos- "intimid al pueblo de Jud, y lo atemoriz para que no edificara" (Esdras 4:4). Este problema,junto con las privacio-nes causadas por el retorno en medio de gran pobreza, descorazonaron de tal manera al pueblo, que el remanente abandon durante unos quince aos el proyecto de recons-truir el templo. En vez de eso, se dedicaron a construir y em-

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  • EL REMANENTE 51

    bellecer sus propios hogares. Esta actitud termin por atraer la reprensin de Dios, quien retir sus bendiciones, "por cuanto mi casa est desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos" (Hageo 1:9, 10).

    Muchos de entre el remanente, incluso los dirigentes espirituales, se haban casado con paganos, prctica que haba atrado la ira de Dios sobre sus padres. Al or de esos matrimonios, dice Esdras, "rasgu mi vestido y mi manto, y arranqu pelo de mi cabeza y de mi barba, y me sent angustiado en extremo" (Esdras 9:3). Cuando crecieron, muchos hijos de esos matrimonios paganos ni siquiera "saban hablar judaico" (Nehemas 13:24).

    Los miembros ms acomodados del remanente se aprove-chaban de los pobres cobrndoles inters hasta que "hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus herma-nos judos" (Nehemas 5:1). Otros expresaban desnimo por las dificultades que surgan al construir el muro de la ciudad: "Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro" (Nehemas 4:10). Algunos conspiraron con los paganos para frustrar la obra (vase Nehemas 6:10-12), mientras que Eliasib el sacerdote, "siendo jefe de la cmara de la casa de nuestro Dios" (Nehemas 13:4), lleg al extremo de permitir que un pagano usara la cmara como su apartamento personal! Muchos tambin hacan negocios en sbado (vase Nehemas 13:15, 16).

    Por supuesto, los arrepentimientos ocasionales provo-caban reavivamiento; y eventualmente, Israel reconstruy la ciudad y el templo. Sin embargo, a la luz de las grandes promesas concernientes a la nacin hebrea, ese remanente fracas en su misin espiritual, la cual era el centro de su sagrado pacto con Jehov.

    A medida que transcurra el tiempo, la situacin empeo-raba. Bajo el gobierno de Grecia, que comenz en el cuarto siglo antes de Cristo, el remanente asimil con gran rapidez las creencias y costumbres helensticas. Los griegos estable-cieron numerosas polioi en Judea, ciudades que llegaron a Libros Adventistas en PDF

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    MisaeLpoliois en Judea, ciudades

  • 52 EL REMANENTE

    ser los centros de la religi6n, la cultura y el gobierno griegos. Bajo el sumo sacerdote Jas6n, que compr su posici6n sobornando al gobernante griego Antoco IV, la misma ciu-dad de Jerusaln fue convertida en una polis completa con un estadio en el cual los miembros de la iglesia remanente -siguiendo las mejores tradiciones griegas- podan competir desnudos (algunos se sometan a dolorosas operaciones con el fin de esconder su circuncisin). En el ao 172 a. C., otro sacerdote de Jerusaln, llamado Menelao, rob el tesoro del templo intentando usar el dinero para sobornar a Antoco para que lo nombrara sumo sacerdote en lugar de Jasn.

    En respuesta a las atrocidades cometidas ms tarde por Antoco, el cual declar6 ilegales la circuncisi6n y la observan-cia del sbado, y ofreci6 sacrificios id61atras sobre el altar, los macabeos (conocidos tambin como hasmoneos) se empe-aron en una guerra de guerrillas que en tres aos tuvo xi-to en desarraigar de Jerusaln al ejrcito enemigo. En unos diez aos convirtieron a Judea en un Estado independiente por primera vez en ms de cuatrocientos aos.

    Por desgracia, esta libertad no dur6 mucho tiempo. Los romanos, aprovechndose de las luchas por el poder que surgieron entre los gobernantes hasmoneos, capturaron Jerusaln en el ao 63 a. C., y nuevamente los judos se hallaron bajo un yugo extranjero.

    De este modo, la "iglesia" remanente organizada, que de-ba haber conquistado el mundo pagano con el Evangelio, se hall6 en cambio conquistada por el mundo pagano. A pesar de todas las oportunidades que se le dieron para cumplir las condiciones del pacto, el remanente fracas continuamente.

    Poco ms tarde iba a afrontar -y fallar- la prueba ms importante de todas.

    Referencias 1. Bright, pg. 367. 2. Vase Profetas y reyes, pgs. 450, 451. 3. Id., pg. 413.

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  • 12 En el Antiguo Testamento, el gran pecado de Jud e Israel fue el acomodo con el paganismo; en los tiempos del Nuevo Testamento, el pndulo haba oscilado hasta el otro extremo. Temerosa de contaminarse con las influencias extranjeras, la iglesia remanente se aisl hasta anular casi por completo su utilidad para la causa de Dios. Encerrados en su legalismo inflexible, muchos de los miembros del remanente rechazaron a Jess, porque no se ajustaba a su forma prejuiciosa de definir los "pilares" de la fe, y tampoco obedeca ciertas normas de justicia y buena conducta que ellos haban establecido como inviolables.

    Las batallas que se libraban entre Cristo y los dirigentes religiosos en torno al sbado proveen buenos ejemplos de este fro formalismo. "Este hombre no procede de Dios -di-jeron, refIrindose a Jess-, porque no guarda el da sbado" (Juan 9:16). Tan empapados estaban ellos de sus reglas, leyes y tradiciones, que ya ni siquiera comprendan el significado de las mismas. Tan ptrea haba llegado a ser su actitud mental, que ni siquiera los milagros del Salvador pudieron suavizarla. "Dejando el mandamiento de Dios -les dijo Jess-, os aferris a la tradicin de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacis otras muchas cosas semejantes" (Marcos 7:8).

    La nacin hebrea se haba obsesionado a tal extremo con

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  • 54 EL REMANENTE

    las normas de la justicia -muchas de las cuales reflejaban sus propias opiniones e interpretaciones-, que los reglamen-tos se haban convertido en fines, en vez de ser medios para alcanzar blancos ms nobles. En vez de considerar que la ley era parte de su religin, permitieron que la ley misma se convirtiera en su religin, excluyendo todo lo dems. De este modo, Israel, que tena los mandamientos, desconoci al Dador de los mandamientos; oy hablar del amor de Dios, pero cuando ese Amor vino en la carne, no lo reconoci. Saba de la salvacin, pero no conoci al Salvador; tan obsesionados estaban con la idea de preservar la verdad, que no aceptaron la Verdad cuando sta se personific entre ellos.

    En la mente de los dirigentes, las leyes, reglamentos y tradiciones eran ms importantes que el amor, el perdn y la tolerancia. Preocupados por proteger el histrico", rechazaron a Cristo porque su enseanza difera de sus normas de santidad. Podan estar sumidos en el pecado ms inmundo, y sin embargo atacar a Uno que no obedeca sus regulaciones.

    "Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas!, porque diezmis la menta, el eneldo y el comino, y dejis lo ms importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. Guas ciegos, que colis el mosquito, y tragis el camello!" (Mateo 23:23, 24). Tambin, a la manera de sus padres, que vivan conven-

    cidos de que eran los elegidos de Dios y que nada cambiara su privilegio, los dirigentes de la poca de Cristo estaban seguros de que la sinagoga perdurara para siempre. Por cuanto eran descendientes literales de Abrahn, los judos crean que siempre seran los "hijos de Abrahn" en el sentido espiritual, contractual.

    "Los judos abrigaban la idea de que eran los favoritos del cielo, y que siempre haban de ser exaltados como iglesia de Dios. Eran los hijos de Abrahn, declaraban, y tan firme les pareca el fundamento de su prosperidad, que desafiaban al cielo ya la tierra a que los desposeyeran de sus derechos".1

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  • EL REMANENTE 55

    Sin embargo, poco antes de su muerte, Jess contempl la Ciudad Santa, y clam:

    "Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cuntas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aqu vuestra casa os es dejada desierta" (Mateo 23:37, 38). Desde luego, comenzando con el peregrinaje por el

    desierto hasta cuando Cristo fue colgado en la cruz, muchos judos permanecieron fieles, sin participar de la apostasa. Dice Pablo que rehusaron doblar "la rodilla delante de Baal" (Romanos 11:4). Estos fieles creyentes existieron a travs de toda la historia de Israel. En la poca de Cristo, y ms tarde, haban de formar el ncleo de la nueva iglesia. As tambin -dice Pablo-, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia" (versculo 5; nfasis aadido).

    Esos judos, llamados al verdadero conocimiento de Dios, habran de inaugurar la iglesia cristiana, que a su vez era el remanente de Israel.

    Referencias 1. Palabras de vida del gran Maestro, pgs. 236, 237.

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  • 13 Los escritores del Nuevo Testamento consideraban que la naciente comunidad cristiana era la continuacin de Israel, habiendo adquirido por fe en Cristo las promesas del rema-nente hechas a Israel en el Antiguo Testamento: "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abrahn sois, y herederos segn la promesa" (Glatas 3:29).

    El autor de Hebreos cita a Jeremas -"He aqu vienen das, dice el Seor, en que establecer con la casa de Israel y la casa de Jud un nuevo pacto" (Hebreos 8:8)- en el contexto de la iglesia del Nuevo Testamento, compuesta por judos y gentiles. Pedro, reflejando las imgenes que en el Antiguo Testamento se aplicaban a la nacin de Israel, . escribe a los cristianos esparcidos "en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia" (1 Pedro 1:1), llamndolos "linaje escogido, real sacerdocio, nacin santa, pueblo adquirido por Dios" (1 Pedro 2:9).

    De este modo, y en todo sentido, la iglesia se convirti en el nuevo Israel, el nuevo remanente. Adopt las mismas funciones, se apropi de las mismas promesas y absorbi el mismo propsito del antiguo Israel, que era ensear al mundo acerca de Jehov, el Creador de los cielos y la tierra; pero ahora se le aada el conocimiento del Hijo de Dios que haba muerto por los pecados del mundo. Uno de los grandes temas del Nuevo Testamento es el concepto de un remanen-

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  • EL REMANENTE 57

    te de judos y gentiles, llamado a salir de la oscuridad y pasar a la luz de Cristo. Tal como los remanentes que lo precedieron, ste tambin aceptara por fe el conocimiento del Dios verdadero, conocimiento que se remontaba al mismo Edn, en donde se pronunci por primera vez la promesa del Mesas (vase Gnesis 3:15). Su tarea era preservar y esparcir antiguas verdades, excepto que ahora la iglesia del Nuevo Testamento caminaba en la brillante luz de Jess de Nazaret, el Salvador crucificado y resucitado.

    "Los primeros cristianos llegaron a comprender su propia situacin, no como la de un remanente exclusivo, sino uno abierto y universal, que ya no se hallaba limitado a los confines de Israel, sino esparcido por todo el mundo".1

    Desgraciadamente, este nuevo remanente no era muy distinto de los anteriores, aun teniendo por aadidura el conocimiento de que el mismo Seor vino, sufri y muri. como sacrificio por el pecado. Pablo escribi a cierta iglesia lo siguiente: "De cierto se oye que hay entre vosotros fornica-cin, y tal fornicacin que ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre" (1 Corintios 5:1). El prejuicio tnico (vase Hechos 6:1), aun entre los dirigentes (vase Glatas 2:11-14), caus problemas en el nuevo remanente. La presencia de apstatas (vase 2 Pedro 2:19-22), falsos maestros (vase 2 Pedro 2:1) y personas "chismosas y entremetidas" (1 Timoteo 5:13), contaminaba tambin a la iglesia remanente.

    Los desacuerdos teolgicos tambin la plagaban, especial-mente en relacin con la ley y la gracia. En Hechos 15:1,2, se lee: "Entonces algunos que venan de Judea enseaban a los hermanos: Si no os circuncidis conforme al rito de Moiss, no podis ser salvos". Esto hizo que Pablo y Bernab "tuviesen una discusin y contienda no pequea con ellos" (nfasis aadido). En este caso, Pablo y Bernab estaban del mismo lado; sin embargo, en el mismo captulo aparecen estos dos dirigentes enzarzados en una amarga controversia en torno a un ayudante:

    "Despus de algunos das, Pablo dijo a Bernab: Volvamos

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  • 58 EL REMANENTE

    a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Seor, para ver cmo estn. Y Bemab quera que llevasen consigo a Juan, el que tena por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le pareca bien llevar consigo al que se haba apartado de ellos desde Panfilia, y no haba ido con ellos a la obra. Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro" (Hechos 15:36-39; nfasis aadido). Haba falsa teologa que se haba introducido solapa-

    damente: "Oh, glatas insensatos!, quin os fascin para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucifica-do?" (Glatas 3:1). En 2 Timoteo 2:17 y 18, Pablo advirti: "Y su palabra carcomer como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurreccin ya se efectu, y trastornan la fe de algunos". Pedro, refirindose a las cartas de Pablo, advierte: " ... casi en todas sus epstolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como tambin las otras Escrituras, para su propia perdicin" (2 Pedro 3:16).

    Desde luego, estos problemas eran insignificantes com-parados con lo que vino despus. Pablo haba dejado la advertencia que vendra una gran "apostasa" (2 Tesaloni-censes 2:3), y eventualmente la iglesia cristiana se corrompi a tal punto que se convirti en la iglesia "anticristiana". El verdadero pueblo de Dios tuvo que vivir oculto. "Y la mujer huy al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que all la sustenten por mil doscientos sesenta das" (Apoca-lipsis 12:6).2 Este remanente de creyentes -al igual que los patriarcas, el antiguo Israel y los cristianos primitivos-tambin se esforz por aferrarse a las antiguas verdades en medio de la apostasa prevaleciente.

    Si bien la persecucin tenda a purificar a los santos, no por eso dejaban de tener sus defectos. Las carlas a la iglesia durante esta peregrinacin clandestina, as como despuS que volvi a la superficie, revelan claramente sus problemas. "Arrepintete" (Apocalipsis 2:16), le dice el Seor a Prgamo;

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  • EL REMANENTE 59

    a Tiatira, "tengo unas pocas cosas contra ti" (2:20); y a Sardis, la iglesia de la Reforma, le dice que hay slo "unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidu-ras" (3:4).

    Durante la poca de la Reforma, las iglesias reformadas se dividieron en numerosos grupos que luchaban unos contra otros cuando no luchaban contra Roma. Los protestantes se mataban unos a otros por millares. Calvino quemaba a sus herejes; Zwinglio ahogaba a los suyos; y Lutero en cierta ocasin urgi al gobierno a "herir, matar y acuchillar, secreta o abiertamente... como si estuvieran entre perros rabiosos" a los campesinos que se haban rebelado.

    Adems, todas las iglesias protestantes adolecan de errores doctrinales. A medida que pasaba el tiempo, la teologa protestante se divida en tantas direcciones como telogos protestantes haba. La predestinacin, "una vez salvos, para siempre salvos", el antinomianismo (la leyes innecesaria), el bautismo de los infantes, la inmortalidad del alma, y un milenio terrenal, eran tan slo algunas de sus enseanzas.

    Las iglesias oscilaban entre el escolasticismo extremado, en el cual la religin se reduca a puros credos, y el pietismo extremado, en el cual las emociones y la experiencia consti-tuan la esencia de la fe verdadera. En pocos. siglos, el racionalismo, y hasta la negacin de lo sobrenatural, se hizo presente en muchas denominaciones. Tambin sucedi lo mismo con la evolucin como el origen de todas las especies. Haba cristianos que negaban la divinidad de Cristo y su preexistencia antes de la encarnacin. Otros enseaban que Cristo haba vuelto, esta vez como mujer, o que despus de abandonar Palestina vino a las Amricas. Algunos ensea-ban que, una vez convertida una persona, no poda pecar. El Seor tuvo que usar a Toms Jefferson y James Madison, hombres claramente marginados de la tradicin protestante, para rescatar de la Biblia sus principios de libertad religiosa, que eran casi desconocidos entre los protestantes. Muchas iglesias aprobaban la esclavitud, diciendo que provena de Dios. Otras comenzaron un lento retorno a Roma.

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  • 60 EL REMANENTE

    Desde luego, Dios tena sus fieles, y todava se podan hallar elementos de las puras doctrinas bblicas a pesar de que tantas iglesias enseaban tantas cosas distintas, mu-chas de ellas equivocadas. Numerosas verdades bsicas que se remontaban a los comienzos de la historia humana, verdades que los primeros hijos de Dios guardaron y promul-garon, se perdieron o se diluyeron a tal grado que dejaron de estar disponibles para las multitudes. En el aspecto doc-trinal, la cristiandad se sumi profundamente en un estado que la transform en una Babilonia espiritual.

    Por y tal como lo hiciera miles de aos antes, cuando su iglesia estaba cautiva en la Babilonia literal, el Seor se dispuso a sacar de all un pueblo para recapturar, promulgar y restaurar las verdades distintivas cuyo origen se remontaba al comienzo de todo.

    Una vez ms, Dios llamara a un remanente.

    Referencias 1. Santo Calarco, "God's Universal Remnant" [El remanente

    universal de Dios], Ministry, agosto de 1993, pg. 6. 2. Vase tambin Apocalipsis 12:14 y 13:15.

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  • El remanente de la

    descendencia de la mujer

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  • 14 El siguiente remanente bblico aparece en Apocalipsis 12 en un panorama de engaos, conflictos y persecucin. En los primeros seis versculos, una mujer sufre "dolores de parto" (versculo 2); un dragn echa por tierra "las estrellas del cielo" (vers. 4), y luego procura "devorar a su hijo" (de la mujer, verso 4) tan pronto como nazca; y la mujer "huy al desierto" (vers. 6). En los siguientes tres versculos hay "una gran batalla" en el cielo" (vers. 7), a raz de la cual el diablo y sus ngeles son lanzados a la tierra, y se dedican a engaar "al mundo entero" (vers. 9). Los versculos siguientes hacen referencia al "acusador de nuestros hermanos" (vers. 10), luego a los mrtires que "menospre-ciaron sus vidas hasta la muerte" (vers. 11), ya la "gran ira" del diablo (vers. 12). El dragn, entonces, "persigui a la mujer" (vers. 13); luego, la serpiente tras la mujer "agua como un ro, para que fuese arrastrada por el ro" (vers. 15). En el versculo final, el dragn, airado contra la mujer, "se fue a hacer guerra contra el resto de la des-cendencia de ella" (vers. 17).

    Este captulo, evidentemente, no describe un da en la vida de Bambi. Por el contrario, usando la tcnica de narra-cin retrospectiva (un elemento tpico del Apocalipsis), presenta en forma panormica la historia del gran conflicto entre Cristo y Satans. En ningn otro lugar de la Sagrada

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  • 64 EL REMANENTE

    Escritura se describe ms breve y grficamente el tema de la gran controversia, que en estos 17 versculos. De este modo, el remanente del pueblo de Dios que corresponde al tiempo del fm, aparece presentado en el contexto de la gran contro-versia: "Entonces el drag6n se llen6 de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto [o remanente] de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (vers. 17).

    Apocalipsis 12:17, cerca del final de la Biblia, est vincu-lado con un versculo que aparece casi al comienzo, a saber, Gnesis 3:15. Despus de la cada, el Seor dijo a la serpiente, que acababa de engaar a Eva:. "Y pondr enemis-tad entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya".

    Apocalipsis 12:17 y Gnesis 3:15 son textos paralelos. Ambos se refieren a Satans, descrito no s610 como drag6n, sino tambin como una serpiente (vase Apocalipsis 12:9). Ambos hacen referencia a la "mujer" y a su "simiente" o descendencia; y as como Gnesis 3:15 habla de "enemistad" entre la mujer (la iglesia de Dios)1 y Satans (Apocalipsis 12:17), por su parte, dice que "se llen6 de ira" contra la mujer, e hizo "guerra" contra su descendencia. He aqu los paralelos que hay entre los dos versculos:

    Gnesis 3:15 (1) Satans (serpiente) (2) mujer (3) simiente de la mujer (4) enemistad

    Apocalipsis 12:17 (1) Satans (dragn) (2) mujer (3) descendencia de la mujer (4) ira, guerra

    En realidad, Apocalipsis 12:17 es Gnesis 3:15 casi seis mil aos despus. Ambos son como dos sujetalibros que abarcan casi toda la Biblia, que no es otra cosa que una descripcin de la gran controversia entre Cristo y Satans.

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  • EL REMANENTE 65

    Ahora bien, quines componen este "resto de la descen-dencia de ella", contra quienes el dragn hace guerra?

    Un factor crucial para determinar la identidad de este grupo es la poca en que surge el remanente. En Apocalipsis 12, el remanente aparece no slo al fin de la visin misma, sino tambin al final de los sucesos cronolgicos descritos en dicha visin.

    En primer lugar se presenta la guerra en el cielo entre Miguel y sus ngeles, por una parte; y Satans y sus nge-les, por la otra (vanse los versculos 7-9); una guerra en la cual Satans y sus ngeles terminan siendo arrojados a la tierra.

    A continuacin, la mujer da a luz un nio, evidente-mente Cristo (verso 5), quien naci en este mundo, en donde el dragn -expulsado del cielo- se hallaba listo para "devo-rar a su hijo tan pronto como naciese" (verso 4; vase tam-bin el captulo 2 de Mateo).

    Luego el dragn ataca a la mujer: "Y cuando vio el dragn que haba sido arrojado a la tierra, persigui a la mujer que haba dado a luz al hijo varn" (verso 13).

    Como resultado de este ataque, la mujer, la iglesia de Dios, huye al desierto, hecho que se menciona dos veces: "Y la mujer huy al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que all la sustenten por mil doscientos sesenta das" (vers. 6). "Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran guila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo" (verso 14).

    Finalmente, al terminarse este perodo en que la mujer huye al desierto, se introduce el remanente: "Entonces el dragn se llen de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (verso 17).

    Por consiguiente, la primera caracterstica del remanente es que debe hacerse presente despus del lapso que la mujer pasa escondida en el desierto, es decir el "tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo" (verso 14), o los "mil doscientos

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  • 66 EL REMANENTE

    sesenta das" (vers. 6). "La visin aclara el hecho de que despus de los 1260

    das (tres tiempos y medio) -escribe William Johnsson-, el dragn concentrar sus esfuerzos en los descendientes de la mujer".2

    Debido a que "tiempo" se traduce como ao, "tiempos" como dos aos, y "medio tiempo" como medio ao, la expre-sin "tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo" equivale a tres aos y medio, o segn Apocalipsis 12:6, a "mil doscien-tos sesenta das". Por cuanto ambos versculos describen el mismo suceso -la mujer que huye de la presencia del dragn al desierto-, el perodo a que aluden ambos versculos tiene que ser el mismo.