El reverso afectivo de la estadística

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    El reverso afectivo de la estadstica

    Marcos Mondoedo

    destacar el afecto esa energa delcuerpo como salvadora de la humanidad nologra sino convertir a cada uno de loshombres en un caso particular de una grandey simple clase general, la humana, que sereduce al humus y a la domesticacin.

    Siempre se ha pensado que Lacan respondi de una manerainmediata a las revueltas de mayo del 68 en Pars y que se

    enfrent a los estudiantes con la sentencia: A lo que

    aspiran como revolucionarios es a un amo. Lo tendrn. En

    realidad, puede decirse que Lacan se tom su tiempo para

    responder, porque solo 19 meses despus, a principios de

    diciembre de 1969, dar comienzo a su seminario 17, El

    reverso del psicoanlisis, el seminario de su respuesta. La

    sentencia citada realmente existi, pero fue dirigida a un

    grupo de estudiantes que quizs nos recuerden, con su

    actitud contestataria y apasionada, el aura revolucionaria

    de un ao atrs. Con todo lo agresiva que pueda parecer,

    esta no fue, pues, una respuesta rpida de Lacan.

    Podemos preguntarnos, qu habra significado enfrentarse al

    apasionamiento revolucionario de manera inmediata. Acaso

    no habra sido sino una respuesta imaginaria, completamente

    especular, a la manera de o ests conmigo o ests contra

    m? Por el contrario, una respuesta mediata es aquella que

    no se deja llevar por la especularidad o el apasionamiento.

    Sin embargo, esto no quiere decir que el afecto no est

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    tomado en cuenta. Pero una cosa es considerarla y otra muy

    diferente dejarse llevar por ella.

    En este punto podran demandarnos una falta de vigencia:

    qu relevancia tiene reflexionar sobre el afecto en el

    estado actual de la civilizacin. Antes que

    apasionamiento o afecto, no sera ms adecuado

    conjugar los verbos homogenizar, estandarizar,

    uniformizar para delinear dicho estado? Efectivamente,

    estas son algunas de las palabras que se usan para

    describir el afn con el que el capitalismo hegemnico

    pretende, a travs de sus sistemas de regulacin, reducir

    la singularidad de los sujetos. Podemos aadir espritu

    estadstico, puro clculo de amos invisibles, y otras

    expresiones ms.

    Y es que Jacques-Alain Miller, con su actual defensa del

    espacio del psicoanlisis en el mundo, no se enfrenta a

    molinos de viento. Todo lo contrario, el carcter patente

    de la avanzada que pretende anular la singularidad

    defendida por el psicoanlisis tiene manifestaciones muy

    concretas. La ltima, sobre la que nos alerta Miller, es

    aquella segn la cual, en el Reino Unido y a partir de

    2011, el gobierno se preparara para regular las terapias

    por la palabra de tal suerte que el psicoanlisis sera

    puesto fuera de la ley1.

    Sin embargo, en el vigente estado de los hechos no se

    destaca con frecuencia que la exaltacin de los afectos,

    como una respuesta a los excesos de la racionalidad

    moderna, forma parte de la misma avanzada. De este modo, el

    1Cf. Miller, Jacques Alain. Al lector. Le Nouvel ne, N 9 Mircoles 23 de

    julio del 2008. http://lnaglobal.blogspot.com/ Traduccin: Silvia Baudini,difundida en EOL-Postal del 28 de julio 2008.

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    http://lnaglobal.blogspot.com/http://lnaglobal.blogspot.com/
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    nfasis en lo sensible y en lo afectivo se presenta, no

    solo en el espacio intelectual, como una respuesta

    posmoderna a la racionalidad instrumental cientfica y

    tecnolgica, aquella de las nefastas consecuencias,

    principalmente ecolgicas y de carcter mundial. Esta

    respuesta es, desde una primera mirada, completamente

    lgica y hasta plausible. No obstante, dicha reaccin es

    solidaria de aquello contra lo que arremete. En otras

    palabras, nosotros sostenemos que la respuesta posmoderna

    del nfasis en lo emocional es el revs de este afn de

    estandarizacin general; no es sino la otra cara de la

    misma pulsin.

    Uno podra pensar que la estandarizacin de los

    procedimientos para el tratamiento de las enfermedades

    psquicas, por ejemplo, es todo lo contrario de la

    exaltacin de los sentimientos de solidaridad por el

    desvalido. Utilizando la habitual metfora trmica, podra

    decirse que se oponen como la fra racionalidad y el calorde lo verdaderamente humano. Y es verdad que existe una

    diferencia, pero a ella debemos agregar una continuidad, es

    decir, una imperceptible pero real consonancia entre dos

    fenmenos aparentemente contrastantes.

    Efectivamente, es posible observar una cierta

    correspondencia entre la estandarizacin de los

    tratamientos psquicos (para seguir con nuestro ejemplo) y

    el nfasis en la dimensin afectiva; aunque parezcan dos

    fenmenos no implicados, es el mismo impulso el que se

    desarrolla en ambos. Y no es gratuito, en este sentido, que

    la disciplina que sostiene ideolgicamente los

    procedimientos de dicha estandarizacin sea la misma que

    promueve la dimensin sensible como primaria respecto de la

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    das, para denunciar en una nota que dejo en segundo plano,

    o que me saco de encima, al afecto. Es un error creer que

    descuido el afecto como si todo el comportamiento de ellos

    no bastara para afectarme3.

    Y es que en un significativo porcentaje de los estudiantes

    parisinos de aquella efervescencia contestataria, gravitaba

    la sensacin de que la enseanza de Lacan era demasiado

    formal, demasiado inclinada a la articulacin meramente

    significante; para ellos, la arbitrariedad del signo

    lingstico no tena nada que ver con la arbitrariedad de

    la violencia policial; su mpetu revolucionario, en suma,

    disenta drsticamente con De Saussure o con Jakobson, esos

    dos nombres estructuralistas que resuman la estrategia

    lacaniana de retorno a Freud.

    Podemos decir que este reproche tuvo efectos, que fue

    escuchado, rumiado durante meses y finalmente respondido

    porque la estructura de los cuatro discursos, propuesta por

    Lacan en este seminario, incluye el afecto a partir de su

    conversin en un matema cuya escritura es, simplemente, a.

    No es que dicho matema apareciese de pronto en la enseanza

    lacaniana. En realidad, proviene del Seminario 10, llamado

    La angustia. Dicha cifra es la representacin de lo que

    siempre se escapa a toda frmula, a toda representacin. Es

    la cifra de una incgnita, aquella del modo singular,

    excedente o en falta, de goce de un sujeto y que es el

    resultado de su relacin especfica con el Otro simblico.

    Sin embargo, en el contexto de su respuesta, Lacan

    transforma este objet petit a en el modo de considerar el

    afecto dentro del psicoanlisis. Y es que el goce no es

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    Lacan, Jacques. El seminario. Libro 17. El reverso del psicoanlisis. BuenosAires, Paids, 1996; p. 154.

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    simplemente disfrute o deleite, sino que es una

    complacencia que provoca displacer o, a la inversa, un

    displacer en el que se insiste deleitablemente. Se trata,

    pues, del afecto, de una energa en el cuerpo cuya

    inscripcin significante sigue caminos sinuosos y

    singulares. En consecuencia, resulta para Lacan evidente

    que la acusacin es injustificada.

    Lo importante, en todo caso, es que la mejor respuesta de

    Lacan ante dicho cuestionamiento fue, como sostiene Joan

    Copjec4, llenar de frmulas la pizarra, frmulas que

    incluan esta incgnita petit a. Y es que el impulso a

    privilegiar el afecto, es decir el modo de goce de cada

    quien, sin considerar su relacin con el lazo social fue (y

    lo es ahora tambin) una respuesta que no puede sino

    provenir de un inconsciente compromiso con la lgica del

    capitalismo tardo.

    Como crticamente ha sostenido Eric Laurent, hoy lo que

    tenemos en comn no es el lazo social ni el lazo poltico

    ni el religioso, sino nuestro cuerpo, nuestra biologa5.

    En este sentido, el Seminario 17 cobra una sorprendente

    vigencia como crtica, no solo a los mecanismos de

    estandarizacin capitalistas, sino tambin a su revs, el

    nfasis en lo sensible. Y es que destacar el afecto esa

    energa del cuerpo como salvadora de la humanidad (es

    decir, como propuesta novedosa contra la racionalidad

    instrumental que llev a la actual crisis ecolgica a

    nuestro planeta, por ejemplo), no logra sino convertir a

    cada uno de los hombres en un caso particular de una grande

    4Cf. Copjec, Joan. May 68, The Emocional Month. En: Zizek, Slavoj (Ed.)Lacan. The Silent Partners. London - New York, Verso, 2006; p. 92.5 Entrevista concedida a LA NACION. http://www.labrys.com.ar/article464.html

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    http://www.labrys.com.ar/article464.htmlhttp://www.labrys.com.ar/article464.html
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    y simple clase general, la humana, que se reduce al humus y

    a la domesticacin.

    Por el contrario, Lacan implica esta incgnita del goce

    humano en el meollo mismo del lazo social. De este modo,

    preserva la posibilidad del surgimiento de la singularidad

    subjetiva que, por un lado, no es sin dicho lazo social,

    pero que, por el otro, escapa de l en la bsqueda de los

    procedimientos incanjeables y privativos para arreglrselas

    con su modo de goce.

    La respuesta de Lacan al emocional mayo del 68 como lo

    llama Copjec fue dada aos atrs: la nica emocin que no

    engaa es la angustia, porque apunta a lo real. Pero esa

    respuesta no era suficiente, es decir, no poda ser todava

    escuchada. La convulsin de aquel entonces no permita sino

    ver a las emociones como una nueva certeza, como una nueva

    garanta. Cuarenta aos despus, podemos comenzar a

    entender que, en todo caso, no es el afecto o, ms

    precisamente, el goce aquella sustancia por la que nos

    debemos arriesgar; sino que debemos apostar, antes bien,

    por la frmula que permita maniobrar por encima de su

    persistencia.

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