3
1 El ROMANCE DE DOÑA URRACA GERMÁN AYALA POVEDANO

El romance de doña Urraca

Embed Size (px)

DESCRIPTION

romance de doña Urraca

Citation preview

Page 1: El romance de doña Urraca

1

El ROMANCE DE DOÑA URRACA

GERMÁN AYALA POVEDANO

Page 2: El romance de doña Urraca

2

El ROMANCE DE DOÑA URRACA Menéndez Pidal explica el origen del romance como desvío del cantar de gesta. Los juglares relatan, con tono acompasado, acompañado de música, heroicas hazañas. “El pueblo se hace repetir los pasajes de más agrado hasta aprenderlos de memoria y hacerlos suyos”, pasando, después, a cantar el relato de las propias historias. Momento, este, en que el canto perece como cantar de gesta y nace como romance. Ahora es el canto de la historia cercana: relato de historias de los reyes y príncipes propios, de sus amores ilegítimos - los de ley no son de cantar - y sus aventuras, de lances de guerra y amor fronterizos, de doncellas, donceles, pajes, princesas y pastores, de costumbres, unas maliciosas y taimadas, otras cumplidoras de honestos requisitos. De una, en fin, historia cotidiana. Se canta la crónica de la vida diaria, trazada según gusto del autor o del público, generalmente de ambos; resultando el relato de más nobleza o villanía, según lo quieran; nunca ciñéndose a la realidad de los hechos, pero siempre ingeniosa, y mirada la crónica desde la lejanía del tiempo, historia verdadera. De los grupos en que se clasifiquen los romances, según asuntos y figuras de que traten, uno de ellos, podría titularse de crónicas históricas, y dentro estaría “El romance de Doña Urraca” Cuenta el romance como el rey Don Fernando, moribundo, reparte reinos entre sus hijos: a Don Sancho deja Castilla la bien nombrada, León a Don Alonso, y a Don García Vizcaya, y el hijo bastardo mejor queda librado, arzobispo es de Toledo, maestro de Santiago, abad de Zaragoza, y de las Españas primado, y aún le dice que si el no muriera sería Padre Santo, más con la renta que le queda bien puede alcanzarlo. Doña Urraca se ve sin dote y se vuelve airada al rey, su padre:

A mí, porque soy mujer, - dejaísme desheredada; irme he yo por esas tierras - como una mujer errada,

y este cuerpo daría - a quien se me antojara, a los moros por dineros - a los cristianos de gracia:

de lo que ganar pudiere - haré bien por vuestra alma.

-Callédes, hija, callédes, - no digades tal palabra, que mujer que tal decía - merecía ser quemada.

Reacciona el rey a la protesta. La dota con Zamora. Zamora la bien cercada.

Allá en Castilla la Vieja - un rincón se me olvidaba, Zamora había por nombre, Zamora la bien cercada,

Page 3: El romance de doña Urraca

3

Esta brava tirada de Doña Urraca, bien podría tomarse como lema de cualquier manifestación actual que defendiera la igualdad de derechos de mujeres y hombres, e incluso traerla al momento actual de la historia de España. Pero aquí viene solamente como ejemplo de la historia que puede caber en cualquier romance popular, que refleja lo que el pueblo quiere; y en ese sentido tiene un indudable y alto valor histórico. En este caso, bien que lo tiene, porque este derecho que Doña Urraca reclama, se refleja en el “Código de las Siete Partidas”, de Alfonso X el Sabio, donde se reconocen derechos a la mujer en la sucesión de la corona. En 1713, Felipe V introduce la “Ley Sálica”, revocando la anterior y dando preferencia a los varones. En 1789 Carlos IV reinstauró las Leyes originales en la Pragmática Sanción: El hecho de que a pesar de ser aprobada por las Cortes no fuera publicada en el Boletín, motivó, a la subida al trono de Isabel II, la baladí excusa para mantener una larga, cruel y sangrienta guerra civil entre la España absolutista, clerical y conservadora y la España liberal. Tan sangrienta, que hace pensar que no sea posible, si no es milagro, que un pueblo tan mísero pueda criar tanta sangre para derramarla por su geografía, por defender si ha de ser rey, si reina. Pero el fondo del problema no era otro que la defensa de los privilegios. Lo que no aparece claro es si se peleaba por su eliminación o por su apropiación. Es necesario creer que la intención siempre fue buena, aunque la realidad, nefasta. Volviendo al contenido del romance también se tiene que reconocer un indudable y alto valor histórico al mostrar el convencimiento del autor, por anónimo más universal, del tipo de relaciones, de toma y daca, que mantiene el rey con la Iglesia. Se ha traído aquí el “Romance de Doña Urraca” con un sentido prosaico, haciendo uso libre y quizá vergonzante, de su contenido, alterando la finalidad que se propuso el autor, que no fue otra que agradar al público, con el vigor y la lírica de sus monorítmicos versos. Le pido disculpas.

10 de Mayo de 2011. Germán Ayala Povedano