El Santo Evangelio Según SAN LUCAS Dedicatoria

Embed Size (px)

DESCRIPTION

formato de texto TXT para poder pasarlo al móvil o MP3 o 4 es el nuevo testamento de la biblia

Citation preview

El Santo Evangelio Segn SAN LUCAS Dedicatoria a Tefilo LUCAS 1 1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas qu e entre nosotros han sido ciertsimas, 2 tal como nos lo ensearon los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, 3 me ha parecido tambin a m, despus de haber investigado con diligencia todas las cos as desde su origen, escribrtelas por orden, oh excelentsimo Tefilo, 4 para qu e conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Anuncio del nacimiento de Juan 5 Hubo en los das de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacaras, de l a clase de Abas; su mujer era de las hijas de Aarn, y se llamaba Elisabet. 6 A mbos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamie ntos y ordenanzas del Seor. 7 Pero no tenan hijo, porque Elisabet era estril, y ambos eran ya de edad avanzada. 8 Aconteci que ejerciendo Zacaras el sacerd ocio delante de Dios segn el orden de su clase, 9 conforme a la costumbre del s acerdocio, le toc en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del S eor. 10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del inciens o. 11 Y se le apareci un ngel del Seor puesto en pie a la derecha del altar d el incienso. 12 Y se turb Zacaras al verle, y le sobrecogi temor. 13 Pero el ngel le dijo: Zacaras, no temas; porque tu oracin ha sido oda, y tu mujer El isabet te dar a luz un hijo, y llamars su nombre Juan. 14 Y tendrs gozo y ale gra, y muchos se regocijarn de su nacimiento; 15 porque ser grande delante de Dios. No beber vino ni sidra, y ser lleno del Espritu Santo, aun desde el vi entre de su madre. 16 Y har que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Seor Dios de ellos. 17 E ir delante de l con el espritu y el poder de Elas, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Seor un pueblo bien dispuesto. 18 Dijo Zacaras al ngel: En qu conocer esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer e s de edad avanzada. 19 Respondiendo el ngel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. 20 Y ahora quedars mudo y no podrs hablar, hasta el da en que esto se haga, por cuanto no creste mis palabras, las cuales se cumplirn a su tiempo. 21 Y el pue blo estaba esperando a Zacaras, y se extraaba de que l se demorase en el sant uario. 22 Pero cuando sali, no les poda hablar; y comprendieron que haba vist o visin en el santuario. El les hablaba por seas, y permaneci mudo. 23 Y cump lidos los das de su ministerio, se fue a su casa. 24 Despus de aquellos das concibi su mujer Elisabet, y se recluy en casa por cinco meses, diciendo: 25 As ha hecho conmigo el Seor en los das en que se d ign quitar mi afrenta entre los hombres. Anuncio del nacimiento de Jess 26 Al sexto mes el ngel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, l lamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varn que se llamaba Jos, de l a casa de David; y el nombre de la virgen era Mara. 28 Y entrando el ngel en d onde ella estaba, dijo: Salve, muy favorecida! El Seor es contigo; bendita t entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turb por sus palabras, y pens aba qu salutacin sera esta. 30 Entonces el ngel le dijo: Mara, no temas, po rque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirs en tu vientre, y dars a luz un hijo, y llamars su nombre JESS. 32 Este ser grande, y ser ll amado Hijo del Altsimo; y el Seor Dios le dar el trono de David su padre; 33

y reinar sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendr fin. 34 Ento nces Mara dijo al ngel: Cmo ser esto? pues no conozco varn. 35 Respondiend o el ngel, le dijo: El Espritu Santo vendr sobre ti, y el poder del Altsimo te cubrir con su sombra; por lo cual tambin el Santo Ser que nacer, ser llam ado Hijo de Dios. 36 Y he aqu tu parienta Elisabet, ella tambin ha concebido h ijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estril; 37 p orque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces Mara dijo: He aqu la sierva de l Seor; hgase conmigo conforme a tu palabra. Y el ngel se fue de su presencia . Mara visita a Elisabet 39 En aquellos das, levantndose Mara, fue de prisa a la montaa, a una ciudad de Jud; 40 y entr en casa de Zacaras, y salud a Elisabet. 41 Y aconteci qu e cuando oy Elisabet la salutacin de Mara, la criatura salt en su vientre; y Elisabet fue llena del Espritu Santo, 42 y exclam a gran voz, y dijo: Bendita t entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 Por qu se me conce de esto a m, que la madre de mi Seor venga a m? 44 Porque tan pronto como lle g la voz de tu salutacin a mis odos, la criatura salt de alegra en mi vient re. 45 Y bienaventurada la que crey, porque se cumplir lo que le fue dicho de parte del Seor. 46 Entonces Mara dijo: Engrandece mi alma al Seor; 47 Y mi espritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aqu, desde ahora me dirn bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generacin en generacin A los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; Esparci a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quit de los tronos a los poderosos, Y exalt a los humildes. 53 A los hambrientos colm de bienes, Y a los ricos envi vacos. 54 Socorri a Israel su siervo, Acordndose de la misericordia 55 De la cual habl a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre. 56 Y se qued Mara con ella como tres meses; despus se volvi a su casa. Nacimiento de Juan el Bautista 57 Cuando a Elisabet se le cumpli el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un h ijo. 58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios haba engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. 59 Aconteci que al octa vo da vinieron para circuncidar al nio; y le llamaban con el nombre de su padr e, Zacaras; 60 pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamar Juan. 61 Le dij eron: Por qu? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre. 62 Ent onces preguntaron por seas a su padre, cmo le quera llamar. 63 Y pidiendo una tablilla, escribi, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 64 Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habl bendiciendo a Dios. 65 Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montaas de Judea se di vulgaron todas estas cosas. 66 Y todos los que las oan las guardaban en su cora zn, diciendo: Quin, pues, ser este nio? Y la mano del Seor estaba con l.

Profeca de Zacaras 67 Y Zacaras su padre fue lleno del Espritu Santo, y profetiz, diciendo: 68 Bendito el Seor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y nos levant un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, 70 Como habl por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; 71 Salvacin de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborreciero n; 72 Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos haba de conceder 74 Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviramos 75 En santidad y en justicia delante de l, todos nuestros das. 76 Y t, nio, profeta del Altsimo sers llamado; Porque irs delante de la presencia del Seor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento de salvacin a su pueblo, Para perdn de sus pecados, 78 Por la entraable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visit desde lo alto la aurora, 79 Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz. 80 Y el nio creca, y se fortaleca en espritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el da de su manifestacin a Israel. Nacimiento de Jess (Mt. 1.18-25) LUCAS 2 1 Aconteci en aquellos das, que se promulg un edicto de parte de Augusto Csa r, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Ciren io gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciud ad. 4 Y Jos subi de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Beln, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con Mara su mujer, desposada con l, la cual estaba encinta. 6 Y aconteci que estando ellos all, se cumplieron los das de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primognito, y lo envolvi en paales, y lo acost en un pesebre, porque no haba lugar para ellos en el mesn. Los ngeles y los pastores 8 Haba pastores en la misma regin, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebao. 9 Y he aqu, se les present un ngel del Seor, y la glo ria del Seor los rode de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ngel l es dijo: No temis; porque he aqu os doy nuevas de gran gozo, que ser para tod o el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Seor. 12 Esto os servir de seal: Hallaris al nio envuelto en pa ales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareci con el ngel una mult itud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decan:

14 Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! 15 Sucedi que cuando los ngeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se d ijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Beln, y veamos esto que ha sucedido, y que el Seor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaro n a Mara y a Jos, y al nio acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a co nocer lo que se les haba dicho acerca del nio. 18 Y todos los que oyeron, se m aravillaron de lo que los pastores les decan. 19 Pero Mara guardaba todas esta s cosas, meditndolas en su corazn. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que haban odo y visto, como se les haba d icho. Presentacin de Jess en el templo 21 Cumplidos los ocho das para circuncidar al nio, le pusieron por nombre JES S, el cual le haba sido puesto por el ngel antes que fuese concebido. 22 Y cuando se cumplieron los das de la purificacin de ellos, conforme a la le y de Moiss, le trajeron a Jerusaln para presentarle al Seor 23 (como est esc rito en la ley del Seor: Todo varn que abriere la matriz ser llamado santo al Seor), 24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Seor: Un par de trtolas, o dos palominos. 25 Y he aqu haba en Jerusaln un hombre llamado Simen, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolacin de Israel; y el Espritu Santo estaba sobre l. 26 Y le haba sido revelado por el Espritu San to, que no vera la muerte antes que viese al Ungido del Seor. 27 Y movido por el Espritu, vino al templo. Y cuando los padres del nio Jess lo trajeron al t emplo, para hacer por l conforme al rito de la ley, 28 l le tom en sus brazos , y bendijo a Dios, diciendo: 29 Ahora, Seor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; 30 Porque han visto mis ojos tu salvacin, 31 La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; 32 Luz para revelacin a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel. 33 Y Jos y su madre estaban maravillados de todo lo que se deca de l. 34 Y lo s bendijo Simen, y dijo a su madre Mara: He aqu, ste est puesto para cada y para levantamiento de muchos en Israel, y para seal que ser contradicha 35 ( y una espada traspasar tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. 36 Estaba tambin all dad muy avanzada, pues , 37 y era viuda haca endo de noche y de da a hora, daba gracias a encin en Jerusaln. El regreso a Nazaret 39 Despus de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Seor, volviero n a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 Y el nio creca y se fortaleca, y se l lenaba de sabidura; y la gracia de Dios era sobre l. El nio Jess en el templo 41 Iban sus padres todos los aos a Jerusaln en la fiesta de la pascua; 42 y cu Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de e haba vivido con su marido siete aos desde su virginidad ochenta y cuatro aos; y no se apartaba del templo, sirvi con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentndose en la mism Dios, y hablaba del nio a todos los que esperaban la red

ando tuvo doce aos, subieron a Jerusaln conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Al regresar ellos, acabada la fiesta, se qued el nio Jess en Jerusaln, si n que lo supiesen Jos y su madre. 44 Y pensando que estaba entre la compaa, a nduvieron camino de un da; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; 4 5 pero como no le hallaron, volvieron a Jerusaln buscndole. 46 Y aconteci que tres das despus le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyndoles y preguntndoles. 47 Y todos los que le oan, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, por qu nos has hecho as? He aqu, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. 49 Entonces l les dijo: Por qu me buscabais? No sabais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? 50 Mas ellos no e ntendieron las palabras que les habl. 51 Y descendi con ellos, y volvi a Naza ret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su coraz n. 52 Y Jess creca en sabidura y en estatura, y en gracia para con Dios y los ho mbres. Predicacin de Juan el Bautista (Mt. 3.1-12; Mr. 1.1-8; Jn. 1.19-28) LUCAS 3 1 En el ao decimoquinto del imperio de Tiberio Csar, siendo gobernador de Jude a Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, 2 y sien do sumos sacerdotes Ans y Caifs, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacaras , en el desierto. 3 Y l fue por toda la regin contigua al Jordn, predicando e l bautismo del arrepentimiento para perdn de pecados, 4 como est escrito en el libro de las palabras del profeta Isaas, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Seor; Enderezad sus sendas. 5 Todo valle se rellenar, Y se bajar todo monte y collado; Los caminos torcidos sern enderezados, Y los caminos speros allanados; 6 Y ver toda carne la salvacin de Dios. 7 Y deca a las multitudes que salan para ser bautizadas por l: Oh generacin de vboras! Quin os ense a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos d ignos de arrepentimiento, y no comencis a decir dentro de vosotros mismos: Tene mos a Abraham por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya tambin el hacha est puesta a la raz de los rbol es; por tanto, todo rbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, qu haremos? 11 Y respondiendo , les dijo: El que tiene dos tnicas, d al que no tiene; y el que tiene qu com er, haga lo mismo. 12 Vinieron tambin unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, qu haremos? 13 El les dijo: No exijis ms de lo que os est ordenado. 14 Tambin le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, qu haremos? Y les dijo: No hagis extorsin a nadie, ni calumniis; y contentaos co n vuestro salario. 15 Como el pueblo estaba en expectativa, preguntndose todos en sus corazones si acaso Juan sera el Cristo, 16 respondi Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno ms poderoso que yo, de quien no soy digno d

e desatar la correa de su calzado; l os bautizar en Espritu Santo y fuego. 17 Su aventador est en su mano, y limpiar su era, y recoger el trigo en su gran ero, y quemar la paja en fuego que nunca se apagar. 18 Con estas y otras 19 Entonces Herodes , mujer de Felipe su 0 sobre todas ellas, muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo. el tetrarca, siendo reprendido por Juan a causa de Herodas hermano, y de todas las maldades que Herodes haba hecho, 2 aadi adems esta: encerr a Juan en la crcel.

El bautismo de Jess (Mt. 3.13-17; Mr. 1.9-11) 21 Aconteci que cuando todo el pueblo se bautizaba, tambin Jess fue bautizado ; y orando, el cielo se abri, 22 y descendi el Espritu Santo sobre l en form a corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que deca: T eres mi Hijo ama do; en ti tengo complacencia. Genealoga de Jess (Mt. 1.1-17) 23 Jess mismo al comenzar su ministerio era como de treinta aos, hijo, segn s e crea, de Jos, hijo de El, 24 hijo de Matat, hijo de Lev, hijo de Melqui, h ijo de Jana, hijo de Jos, 25 hijo de Matatas, hijo de Ams, hijo de Nahum, hij o de Esli, hijo de Nagai, 26 hijo de Maat, hijo de Matatas, hijo de Semei, hijo de Jos, hijo de Jud, 27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, 28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo d e Elmodam, hijo de Er, 29 hijo de Josu, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, 30 hijo de Lev, hijo de Simen, hijo de Jud, hijo de Jos, hijo de Jon n, hijo de Eliaquim, 31 hijo de Melea, hijo de Mainn, hijo de Matata, hijo de Natn, 32 hijo de David, hijo de Isa, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salm n, hijo de Naasn, 33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Far es, hijo de Jud, 34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Tar , hijo de Nacor, 35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala, 36 hijo de Cainn, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de No, hijo de Lamec, 37 hijo de Matusaln, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel , hijo de Cainn, 38 hijo de Ens, hijo de Set, hijo de Adn, hijo de Dios. Tentacin de Jess (Mt. 4.1-11; Mr. 1.12-13) LUCAS 4 1 Jess, lleno del Espritu Santo, volvi del Jordn, y fue llevado por el Espr itu al desierto 2 por cuarenta das, y era tentado por el diablo. Y no comi nad a en aquellos das, pasados los cuales, tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dij o: Si eres Hijo de Dios, d a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jess, resp ondindole, dijo: Escrito est: No slo de pan vivir el hombre, sino de toda pa labra de Dios. 5 Y le llev el diablo a un alto monte, y le mostr en un momento todos los reinos de la tierra. 6 Y le dijo el diablo: A ti te dar toda esta po testad, y la gloria de ellos; porque a m me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. 7 Si t postrado me adorares, todos sern tuyos. 8 Respondiendo Jess, le dijo: Vete de m, Satans, porque escrito est: Al Seor tu Dios adorars, y a l solo servirs. 9 Y le llev a Jerusaln, y le puso sobre el pinculo del te mplo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, chate de aqu abajo; 10 porque escrito e st:

A sus ngeles mandar acerca de ti, que te guarden; 11 y, En las manos te sostendrn, Para que no tropieces con tu pie en piedra. 12 Respondiendo Jess, le dijo: Dich o est: No tentars al Seor tu Dios. 13 Y cuando el diablo hubo acabado toda te ntacin, se apart de l por un tiempo. Jess principia su ministerio (Mt. 4.12-17; Mr. 1.14-15) 14 Y Jess volvi en el poder del Espritu a Galilea, y se difundi su fama por toda la tierra de alrededor. 15 Y enseaba en las sinagogas de ellos, y era glor ificado por todos. Jess en Nazaret (Mt. 13.53-58; Mr. 6.1-6) 16 Vino a Nazaret, donde se haba criado; y en el da de reposo entr en la sina goga, conforme a su costumbre, y se levant a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaas; y habiendo abierto el libro, hall el lugar donde estaba escrito :

18 El Espritu del Seor est sobre m, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazn; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el ao agradable del Seor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sent; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en l. 21 Y comenz a decirles: Hoy se ha cumplido es ta Escritura delante de vosotros. 22 Y todos daban buen testimonio de l, y esta ban maravillados de las palabras de gracia que salan de su boca, y decan: No es ste el hijo de Jos? 23 El les dijo: Sin duda me diris este refrn: Mdico, crate a ti mismo; de tantas cosas que hemos odo que se han hecho en Capernaum , haz tambin aqu en tu tierra. 24 Y aadi: De cierto os digo, que ningn prof eta es acepto en su propia tierra. 25 Y en verdad os digo que muchas viudas hab a en Israel en los das de Elas, cuando el cielo fue cerrado por tres aos y se is meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; 26 pero a ninguna de ellas f ue enviado Elas, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidn. 27 Y muchos lepros os haba en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpi ado, sino Naamn el sirio. 28 Al or estas cosas, todos en la sinagoga se llenar on de ira; 29 y levantndose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para des pearle. 30 Mas l pas por en medio de ellos, y se fue. Un hombre que tena un espritu inmundo (Mr. 1.21-28) 31 Descendi Jess a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseaba en los das de

reposo. 32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad. 33 Estaba en la sinagoga un hombre que tena un espritu de demonio inmundo, el cual exclam a gran voz, 34 diciendo: Djanos; qu tienes con nosotros, Jess n azareno? Has venido para destruirnos? Yo te conozco quin eres, el Santo de Dio s. 35 Y Jess le reprendi, diciendo: Cllate, y sal de l. Entonces el demonio, derribndole en medio de ellos, sali de l, y no le hizo dao alguno. 36 Y est aban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: Qu palabra es esta , que con autoridad y poder manda a los espritus inmundos, y salen? 37 Y su fam a se difunda por todos los lugares de los contornos. Jess sana a la suegra de Pedro (Mt. 8.14-15; Mr. 1.29-31) 38 Entonces Jess se levant y sali de la sinagoga, y entr en casa de Simn. L a suegra de Simn tena una gran fiebre; y le rogaron por ella. 39 E inclinndos e hacia ella, reprendi a la fiebre; y la fiebre la dej, y levantndose ella al instante, les serva. Muchos sanados al ponerse el sol (Mt. 8.16-17; Mr. 1.32-34) 40 Al ponerse el sol, todos los que tenan enfermos de diversas enfermedades los traan a l; y l, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. 41 T ambin salan demonios de muchos, dando voces y diciendo: T eres el Hijo de Dio s. Pero l los reprenda y no les dejaba hablar, porque saban que l era el Cri sto. Jess recorre Galilea predicando (Mr. 1.35-39) 42 Cuando ya era de da, sali y se fue a un lugar desierto; y la gente le busca ba, y llegando a donde estaba, le detenan para que no se fuera de ellos. 43 Per o l les dijo: Es necesario que tambin a otras ciudades anuncie el evangelio de l reino de Dios; porque para esto he sido enviado. 44 Y predicaba en las sinagog as de Galilea. La pesca milagrosa (Mt. 4.18-22; Mr. 1.16-20) LUCAS 5 1 Aconteci que estando Jess junto al lago de Genesaret, el gento se agolpaba sobre l para or la palabra de Dios. 2 Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus re des. 3 Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simn, le rog que l a apartase de tierra un poco; y sentndose, enseaba desde la barca a la multitu d. 4 Cuando termin de hablar, dijo a Simn: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. 5 Respondiendo Simn, le dijo: Maestro, toda la noche hemos e stado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echar la red. 6 Y hab indolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompa. 7 Entonces hicieron seas a los compaeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundan. 8 Viendo esto Simn Pedro, cay de rodillas ante Jess, diciendo: Aprtate de m , Seor, porque soy hombre pecador. 9 Porque por la pesca que haban hecho, el temor se haba apoderado de l, y de todos los que estaban con l, 10 y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compaeros de Simn. Pero Jess di

jo a Simn: No temas; desde ahora sers pescador de hombres. 11 Y cuando trajero n a tierra las barcas, dejndolo todo, le siguieron. Jess sana a un leproso (Mt. 8.1-4; Mr. 1.40-45) 12 Sucedi que estando l en una de las ciudades, se present un hombre lleno de lepra, el cual, viendo a Jess, se postr con el rostro en tierra y le rog, di ciendo: Seor, si quieres, puedes limpiarme. 13 Entonces, extendiendo l la mano , le toc, diciendo: Quiero; s limpio. Y al instante la lepra se fue de l. 14 Y l le mand que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, mustrate al sacerdote , y ofrece por tu purificacin, segn mand Moiss, para testimonio a ellos. 15 Pero su fama se extenda ms y ms; y se reuna mucha gente para orle, y para q ue les sanase de sus enfermedades. 16 Mas l se apartaba a lugares desiertos, y oraba. Jess sana a un paraltico (Mt. 9.1-8; Mr. 2.1-12) 17 Aconteci un da, que l estaba enseando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales haban venido de todas las aldeas de Galilea, y d e Judea y Jerusaln; y el poder del Seor estaba con l para sanar. 18 Y sucedi que unos hombres que traan en un lecho a un hombre que estaba paraltico, proc uraban llevarle adentro y ponerle delante de l. 19 Pero no hallando cmo hacerl o a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, ponindole en medio, delante de Jess. 20 Al ver l la fe de ello s, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y lo s fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: Quin es ste que habla blasfemias? Quin puede perdonar pecados sino slo Dios? 22 Jess entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: Qu cavilis en vuestros corazone s? 23 Qu es ms fcil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levntat e y anda? 24 Pues para que sepis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la ti erra para perdonar pecados (dijo al paraltico): A ti te digo: Levntate, toma t u lecho, y vete a tu casa. 25 Al instante, levantndose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, de can: Hoy hemos visto maravillas. Llamamiento de Lev (Mt. 9.9-13; Mr. 2.13-17) 27 Despus de estas cosas sali, y vio a un publicano llamado Lev, sentado al b anco de los tributos pblicos, y le dijo: Sgueme. 28 Y dejndolo todo, se levan t y le sigui. 29 Y Lev le hizo gran banquete en su casa; y haba mucha compaa de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Y los escribas y los fariseos mu rmuraban contra los discpulos, diciendo: Por qu comis y bebis con publicano s y pecadores? 31 Respondiendo Jess, les dijo: Los que estn sanos no tienen ne cesidad de mdico, sino los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. La pregunta sobre el ayuno (Mt. 9.14-17; Mr. 2.18-22) 33 Entonces ellos le dijeron: Por qu los discpulos de Juan ayunan muchas vece

s y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y bebe n? 34 El les dijo: Podis acaso hacer que los que estn de bodas ayunen, entre tanto que el esposo est con ellos? 35 Mas vendrn das cuando el esposo les ser quitado; entonces, en aquellos das ayunarn. 36 Les dijo tambin una parbola : Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo; pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de l no ar moniza con el viejo. 37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romper los odres y se derramar, y los odres se perdern. 38 Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan. 39 Y ninguno que beba del aejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El aejo es mejor. Los discpulos recogen espigas en el da de reposo (Mt. 12.1-8; Mr. 2.23-28) LUCAS 6 1 Aconteci en un da de reposo, que pasando Jess por los sembrados, sus discp ulos arrancaban espigas y coman, restregndolas con las manos. 2 Y algunos de l os fariseos les dijeron: Por qu hacis lo que no es lcito hacer en los das d e reposo? 3 Respondiendo Jess, les dijo: Ni aun esto habis ledo, lo que hizo David cuando tuvo hambre l, y los que con l estaban; 4 cmo entr en la casa de Dios, y tom los panes de la proposicin, de los cuales no es lcito comer si no slo a los sacerdotes, y comi, y dio tambin a los que estaban con l? 5 Y l es deca: El Hijo del Hombre es Seor aun del da de reposo. El hombre de la mano seca (Mt. 12.9-14; Mr. 3.1-6) 6 Aconteci tambin en otro da de reposo, que l entr en la sinagoga y enseab a; y estaba all un hombre que tena seca la mano derecha. 7 Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el da de reposo lo sanara, a fin de ha llar de qu acusarle. 8 Mas l conoca los pensamientos de ellos; y dijo al homb re que tena la mano seca: Levntate, y ponte en medio. Y l, levantndose, se p uso en pie. 9 Entonces Jess les dijo: Os preguntar una cosa: Es lcito en da de reposo hacer bien, o hacer mal? salvar la vida, o quitarla? 10 Y mirndolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y l lo hizo as, y su man o fue restaurada. 11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre s qu podr an hacer contra Jess. Eleccin de los doce apstoles (Mt. 10.1-4; Mr. 3.13-19) 12 En aquellos das l fue al monte a orar, y pas la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de da, llam a sus discpulos, y escogi a doce de ellos, a los cual es tambin llam apstoles: 14 a Simn, a quien tambin llam Pedro, a Andrs su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolom, 15 Mateo, Toms, Jacobo hijo de Alf eo, Simn llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que lle g a ser el traidor. Jess atiende a una multitud (Mt. 4.23-25) 17 Y descendi con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compaa de sus disc pulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusaln y de la costa de Tiro y de Sidn, que haba venido para orle, y para ser sanados de sus enfe

rmedades; 18 y los que haban sido atormentados de espritus inmundos eran sanad os. 19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder sala de l y sanaba a to dos. Bienaventuranzas y ayes (Mt. 5.1-12) 20 Y alzando los ojos hacia sus discpulos, deca: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenis hambre, porque seris saciados. Bienaven turados los que ahora lloris, porque reiris. 22 Bienaventurados seris cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de s, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo d el Hombre. 23 Gozaos en aquel da, y alegraos, porque he aqu vuestro galardn e s grande en los cielos; porque as hacan sus padres con los profetas. 24 Mas ay de vosotros, ricos! porque ya tenis vuestro consuelo. 25 Ay de vosotros, los que ahora estis saciados! porque tendris hambre. Ay d e vosotros, los que ahora res! porque lamentaris y lloraris. 26 Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque as hacan sus padres con los falsos profetas. El amor hacia los enemigos, y la regla de oro (Mt. 5.38-48; 7.12) 27 Pero a vosotros los que os, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os c alumnian. 29 Al que te hiera en una mejilla, presntale tambin la otra; y al qu e te quite la capa, ni aun la tnica le niegues. 30 A cualquiera que te pida, da le; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 31 Y como queris que hagan los hombres con vosotros, as tambin haced vosotros con ellos. 32 Porque si amis a los que os aman, qu mrito tenis? Porque tambin los pec adores aman a los que los aman. 33 Y si hacis bien a los que os hacen bien, qu mrito tenis? Porque tambin los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestis a aquellos de quienes esperis recibir, qu mrito tenis? Porque tambin los pe cadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuest ros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y ser vuestro galardn grande, y seris hijos del Altsimo; porque l es benigno para con los ingratos y malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como tambin vuestro Padre es misericordioso. El juzgar a los dems (Mt. 7.1-5) 37 No juzguis, y no seris juzgados; no condenis, y no seris condenados; perd onad, y seris perdonados. 38 Dad, y se os dar; medida buena, apretada, remecid a y rebosando darn en vuestro regazo; porque con la misma medida con que meds, os volvern a medir. 39 Y les deca una parbola: Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? No caer n ambos en el hoyo? 40 El discpulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, ser como su maestro. 41 Por qu miras la paja que est e

n el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que est en tu propio ojo? 42 O cmo puedes decir a tu hermano: Hermano, djame sacar la paja que est en tu ojo, no mirando t la viga que est en el ojo tuyo? Hipcrita, saca primero la v iga de tu propio ojo, y entonces vers bien para sacar la paja que est en el oj o de tu hermano. Por sus frutos los conoceris (Mt. 7.15-20) 43 No es buen rbol el que da malos frutos, ni rbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada rbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los es pinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro d e su corazn saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazn saca lo malo; porque de la abundancia del corazn habla la boca. Los dos cimientos (Mt. 7.24-27) 46 Por qu me llamis, Seor, Seor, y no hacis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a m, y oye mis palabras y las hace, os indicar a quin es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cav y ahond y puso el fun damento sobre la roca; y cuando vino una inundacin, el ro dio con mpetu contr a aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 M as el que oy y no hizo, semejante es al hombre que edific su casa sobre tierra , sin fundamento; contra la cual el ro dio con mpetu, y luego cay, y fue gran de la ruina de aquella casa. Jess sana al siervo de un centurin (Mt. 8.5-13) LUCAS 7 1 Despus que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oa, entr en C apernaum. 2 Y el siervo de un centurin, a quien ste quera mucho, estaba enfer mo y a punto de morir. 3 Cuando el centurin oy hablar de Jess, le envi unos ancianos de los judos, rogndole que viniese y sanase a su siervo. 4 Y ellos vi nieron a Jess y le rogaron con solicitud, dicindole: Es digno de que le conced as esto; 5 porque ama a nuestra nacin, y nos edific una sinagoga. 6 Y Jess fu e con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurin envi a l unos amigos, dicindole: Seor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo ser sano. 8 Porque tambin yo soy hombre puesto bajo autor idad, y tengo soldados bajo mis rdenes; y digo a ste: Ve, y va; y al otro: Ven , y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al or esto, Jess se maravill de l, y volvindose, dijo a la gente que le segua: Os digo que ni aun en Isra el he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que haban sido enviados, ha llaron sano al siervo que haba estado enfermo. Jess resucita al hijo de la viuda de Nan 11 Aconteci despus, que l iba a la ciudad que se llama Nan, e iban con l mu chos de sus discpulos, y una gran multitud. 12 Cuando lleg cerca de la puerta de la ciudad, he aqu que llevaban a enterrar a un difunto, hijo nico de su mad re, la cual era viuda; y haba con ella mucha gente de la ciudad. 13 Y cuando el Seor la vio, se compadeci de ella, y le dijo: No llores. 14 Y acercndose, to c el fretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levntate. 15 Entonces se incorpor el que haba muerto, y comenz a hablar. Y

lo dio a su madre. 16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: U n gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. 17 Y se extendi la fama de l por toda Judea, y por toda la regin de alrededor . Los mensajeros de Juan el Bautista (Mt. 11.2-19) 18 Los discpulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llam Jua n a dos de sus discpulos, 19 y los envi a Jess, para preguntarle: Eres t el que haba de venir, o esperaremos a otro? 20 Cuando, pues, los hombres vinieron a l, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: Eres t el que haba de venir, o esperaremos a otro? 21 En esa misma hora san a muchos de enfermedades y plagas, y de espritus malos, y a muchos ciegos les dio la vi sta. 22 Y respondiendo Jess, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habis vis to y odo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sord os oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; 23 y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en m. 24 Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenz a decir de Juan a la gente: Qu salisteis a ver al desierto? Una caa sacudida por el viento? 25 Mas qu salisteis a ver? A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aqu, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes est n. 26 Mas qu salisteis a ver? A un profeta? S, os digo, y ms que profeta. 27 Este es de quien est escrito: He aqu, envo mi mensajero delante de tu faz, El cual preparar tu camino delante de ti. 28 Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Ba utista; pero el ms pequeo en el reino de Dios es mayor que l. 29 Y todo el pu eblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizndose con e l bautismo de Juan. 30 Mas los fariseos y los intrpretes de la ley desecharon l os designios de Dios respecto de s mismos, no siendo bautizados por Juan. 31 Y dijo el Seor: A qu, pues, comparar los hombres de esta generacin, y a qu son semejantes? 32 Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamo s, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista, que ni coma pan ni beba v ino, y decs: Demonio tiene. 34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dec s: Este es un hombre comiln y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecador es. 35 Mas la sabidura es justificada por todos sus hijos. Jess en el hogar de Simn el fariseo 36 Uno de los fariseos rog a Jess que comiese con l. Y habiendo entrado en ca sa del fariseo, se sent a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jess estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un fras co de alabastro con perfume; 38 y estando detrs de l a sus pies, llorando, com enz a regar con lgrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba su s pies, y los unga con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que le haba c onvidado, dijo para s: Este, si fuera profeta, conocera quin y qu clase de m ujer es la que le toca, que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jess, le dijo : Simn, una cosa tengo que decirte. Y l le dijo: Di, Maestro. 41 Un acreedor t ena dos deudores: el uno le deba quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qu pagar, perdon a ambos. Di, pues, cul de ellos le amar ms? 43 Respondiendo Simn, dijo: Pienso que aquel a quien perdon ms. Y l le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simn: Ves e

sta mujer? Entr en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas sta ha regad o mis pies con lgrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso ; mas sta, desde que entr, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi ca beza con aceite; mas sta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque am mucho; mas aquel a quien s e le perdona poco, poco ama. 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre s : Quin es ste, que tambin perdona pecados? 50 Pero l dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, v en paz. Mujeres que sirven a Jess LUCAS 8 1 Aconteci despus, que Jess iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con l, 2 y algunas mujer es que haban sido sanadas de espritus malos y de enfermedades: Mara, que se l lamaba Magdalena, de la que haban salido siete demonios, 3 Juana, mujer de Chuz a intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servan de sus bienes. Parbola del sembrador (Mt. 13.1-15, 18-23; Mr. 4.1-20) 4 Juntndose una gran multitud, y los que de cada ciudad venan a l, les dijo p or parbola: 5 El sembrador sali a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cay junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron. 6 Otra parte cay sobre la piedra; y nacida, se sec, porque no tena humedad. 7 O tra parte cay entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cay en buena tierra, y naci y llev fruto a ciento p or uno. Hablando estas cosas, deca a gran voz: El que tiene odos para or, oig a. 9 Y sus discpulos le preguntaron, diciendo: Qu significa esta parbola? 10 Y l dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a l os otros por parbolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. 11 Esta es, pues, la parbola: La semilla es la palabra de Dios. 12 Y los de junto al ca mino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazn la palabra, para que no crean y se salven. 13 Los de sobre la piedra son los que habiendo o do, reciben la palabra con gozo; pero stos no tienen races; creen por algn t iempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. 14 La que cay entre espinos, st os son los que oyen, pero yndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. 15 Mas la que cay en buena tierra, stos son los que con corazn bueno y recto retienen la palabra oda, y dan frut o con perseverancia. Nada oculto que no haya de ser manifestado (Mr. 4.21-25) 16 Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la c ama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. 17 Po rque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz. 18 Mirad, pues, cmo os; porque a todo el qu e tiene, se le dar; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le qui tar. La madre y los hermanos de Jess (Mt. 12.46-50; Mr. 3.31-35)

19 Entonces l por causa estn fuera is hermanos

su madre y sus hermanos vinieron a l; pero no podan llegar hasta de la multitud. 20 Y se le avis, diciendo: Tu madre y tus hermanos y quieren verte. 21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y m son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen.

Jess calma la tempestad (Mt. 8.23-27; Mr. 4.35-41) 22 Aconteci un da, que entr en una barca con sus discpulos, y les dijo: Pase mos al otro lado del lago. Y partieron. 23 Pero mientras navegaban, l se durmi . Y se desencaden una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y peligraba n. 24 Y vinieron a l y le despertaron, diciendo: Maestro, Maestro, que perecem os! Despertando l, reprendi al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonan za. 25 Y les dijo: Dnde est vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decan unos a otros: Quin es ste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen? El endemoniado gadareno (Mt. 8.28-34; Mr. 5.1-20) 26 Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que est en la ribera opuesta a Gal ilea. 27 Al llegar l a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, ende moniado desde haca mucho tiempo; y no vesta ropa, ni moraba en casa, sino en l os sepulcros. 28 Este, al ver a Jess, lanz un gran grito, y postrndose a sus pies exclam a gran voz: Qu tienes conmigo, Jess, Hijo del Dios Altsimo? Te ruego que no me atormentes. 29 (Porque mandaba al espritu inmundo que saliese d el hombre, pues haca mucho tiempo que se haba apoderado de l; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a lo s desiertos.) 30 Y le pregunt Jess, diciendo: Cmo te llamas? Y l dijo: Legi n. Porque muchos demonios haban entrado en l. 31 Y le rogaban que no los mand ase ir al abismo. 32 Haba all un hato de muchos cerdos que pacan en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. 33 Y los demoni os, salidos del hombre, entraron en los cerdos; y el hato se precipit por un de speadero al lago, y se ahog. 34 Y los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que haba acontecido, huye ron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. 35 Y salieron a ver lo que haba sucedido; y vinieron a Jess, y hallaron al hombre de quien haban sal ido los demonios, sentado a los pies de Jess, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. 36 Y los que lo haban visto, les contaron cmo haba sido salva do el endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la regin alrededor de los ga darenos le rog que se marchase de ellos, pues tenan gran temor. Y Jess, entra ndo en la barca, se volvi. 38 Y el hombre de quien haban salido los demonios l e rogaba que le dejase estar con l; pero Jess le despidi, diciendo: 39 Vulve te a tu casa, y cuenta cun grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y l se fue, pu blicando por toda la ciudad cun grandes cosas haba hecho Jess con l. La hija de Jairo, y la mujer que toc el manto de Jess (Mt. 9.18-26; Mr. 5.21-43) 40 Cuando volvi Jess, le recibi la multitud con gozo; porque todos le esperab an. 41 Entonces vino un varn llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrndose a los pies de Jess, le rogaba que entrase en su casa; 42 porque te na una hija nica, como de doce aos, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprima. 43 Pero una mujer que padeca de flujo d

e sangre desde haca doce aos, y que haba gastado en mdicos todo cuanto tena , y por ninguno haba podido ser curada, 44 se le acerc por detrs y toc el bo rde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jes s dijo: Quin es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con l estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: Quin es el que me ha tocado? 46 Pero Jess dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido q ue ha salido poder de m. 47 Entonces, cuando la mujer vio que no haba quedado oculta, vino temblando, y postrndose a sus pies, le declar delante de todo el pueblo por qu causa le haba tocado, y cmo al instante haba sido sanada. 48 Y l le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. 49 Estaba hablando an, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a d ecirle: Tu hija ha muerto; no molestes ms al Maestro. 50 Oyndolo Jess, le res pondi: No temas; cree solamente, y ser salva. 51 Entrando en la casa, no dej entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la nia. 52 Y lloraban todos y hacan lamentacin por ella. Pero l dijo: No lloris; no est muerta, sino que duerme. 53 Y se burlaban de l, sabiendo que e staba muerta. 54 Mas l, tomndola de la mano, clam diciendo: Muchacha, levnta te. 55 Entonces su espritu volvi, e inmediatamente se levant; y l mand que se le diese de comer. 56 Y sus padres estaban atnitos; pero Jess les mand que a nadie dijesen lo que haba sucedido. Misin de los doce discpulos (Mt. 10.5-15; Mr. 6.7-13) LUCAS 9 1 Habiendo reunido a sus doce discpulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. 2 Y los envi a predicar el reino de Di os, y a sanar a los enfermos. 3 Y les dijo: No tomis nada para el camino, ni bo rdn, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevis dos tnicas. 4 Y en cualquier ca sa donde entris, quedad all, y de all salid. 5 Y dondequiera que no os recibi eren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. 6 Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangel io y sanando por todas partes. Muerte de Juan el Bautista (Mt. 14.1-12; Mr. 6.14-29) 7 Herodes el tetrarca oy de todas las cosas que haca Jess; y estaba perplejo, porque decan algunos: Juan ha resucitado de los muertos; 8 otros: Elas ha apa recido; y otros: Algn profeta de los antiguos ha resucitado. 9 Y dijo Herodes: A Juan yo le hice decapitar; quin, pues, es ste, de quien oigo tales cosas? Y procuraba verle. Alimentacin de los cinco mil (Mt. 14.13-21; Mr. 6.30-44; Jn. 6.1-14) 10 Vueltos los apstoles, le contaron todo lo que haban hecho. Y tomndolos, se retir aparte, a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida. 11 Y cuando l a gente lo supo, le sigui; y l les recibi, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados. 12 Pero el da comenzaba a declinar; y acercndose los doce, le dijeron: Despide a la gente, para que vayan a las ald eas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos; porque aqu estam os en lugar desierto. 13 El les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos ms que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud. 14 Y eran como cinco mil hombres. Ent

onces dijo a sus discpulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuent a. 15 As lo hicieron, hacindolos sentar a todos. 16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los parti, y d io a sus discpulos para que los pusiesen delante de la gente. 17 Y comieron tod os, y se saciaron; y recogieron lo que les sobr, doce cestas de pedazos. La confesin de Pedro (Mt. 16.13-20; Mr. 8.27-30) 18 Aconteci que mientras Jess oraba aparte, estaban con l los discpulos; y l es pregunt, diciendo: Quin dice la gente que soy yo? 19 Ellos respondieron: U nos, Juan el Bautista; otros, Elas; y otros, que algn profeta de los antiguos ha resucitado. 20 El les dijo: Y vosotros, quin decs que soy? Entonces respon diendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios. Jess anuncia su muerte (Mt. 16.21-28; Mr. 8.31 9.1) 21 Pero l les mand que a nadie dijesen esto, encargndoselo rigurosamente, 22 y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea dese chado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer da. 23 Y deca a todos: Si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, to me su cruz cada da, y sgame. 24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la p erder; y todo el que pierda su vida por causa de m, ste la salvar. 25 Pues qu aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a s m ismo? 26 Porque el que se avergonzare de m y de mis palabras, de ste se avergo nzar el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ngeles. 27 Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que estn aqu , que no gustarn la muerte hasta que vean el reino de Dios. La transfiguracin (Mt. 17.1-8; Mr. 9.2-8) 28 Aconteci como ocho das despus de estas palabras, que tom a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subi al monte a orar. 29 Y entre tanto que oraba, la apariencia d e su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. 30 Y he aqu do s varones que hablaban con l, los cuales eran Moiss y Elas; 31 quienes aparec ieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jess a cumplir en J erusaln. 32 Y Pedro y los que estaban con l estaban rendidos de sueo; mas per maneciendo despiertos, vieron la gloria de Jess, y a los dos varones que estaba n con l. 33 Y sucedi que apartndose ellos de l, Pedro dijo a Jess: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aqu; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moiss, y una para Elas; no sabiendo lo que deca. 34 Mientras l dec a esto, vino una nube que los cubri; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35 Y vino una voz desde la nube, que deca: Este es mi Hijo amado; a l od. 36 Y cuando ces la voz, Jess fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos da s no dijeron nada a nadie de lo que haban visto. Jess sana a un muchacho endemoniado (Mt. 17.14-21; Mr. 9.14-29) 37 Al da siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les sali al encuentro. 38 Y he aqu, un hombre de la multitud clam diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el nico que tengo; 39 y sucede que un espri

tu le toma, y de repente da voces, y le sacude con violencia, y le hace echar es puma, y estropendole, a duras penas se aparta de l. 40 Y rogu a tus discpulo s que le echasen fuera, y no pudieron. 41 Respondiendo Jess, dijo: Oh generaci n incrdula y perversa! Hasta cundo he de estar con vosotros, y os he de sopo rtar? Trae ac a tu hijo. 42 Y mientras se acercaba el muchacho, el demonio le d errib y le sacudi con violencia; pero Jess reprendi al espritu inmundo, y s an al muchacho, y se lo devolvi a su padre. 43 Y todos se admiraban de la gran deza de Dios. Jess anuncia otra vez su muerte (Mt. 17.22-23; Mr. 9.30-32) Y maravillndose todos de todas las cosas que haca, dijo a sus discpulos: 44 H aced que os penetren bien en los odos estas palabras; porque acontecer que el Hijo del Hombre ser entregado en manos de hombres. 45 Mas ellos no entendan es tas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y teman pre guntarle sobre esas palabras. Quin es el mayor? (Mt. 18.1-5; Mr. 9.33-37) 46 Entonces entraron en discusin sobre quin de ellos sera el mayor. 47 Y Jes s, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tom a un nio y lo puso junto a s, 48 y les dijo: Cualquiera que reciba a este nio en mi nombre, a m me re cibe; y cualquiera que me recibe a m, recibe al que me envi; porque el que es ms pequeo entre todos vosotros, se es el ms grande. El que no es contra nosotros, por nosotros es (Mr. 9.38-40) 49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. 50 Jes s le dijo: No se lo prohibis; porque el que no es contra nosotros, por nosotro s es. Jess reprende a Jacobo y a Juan 51 Cuando se cumpli el tiempo en que l haba de ser recibido arriba, afirm su rostro para ir a Jerusaln. 52 Y envi mensajeros delante de l, los cuales fue ron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusaln. 54 Viendo esto sus discpulos Jacobo y Juan, dijeron: Seor, quieres que mandemos que desciend a fuego del cielo, como hizo Elas, y los consuma? 55 Entonces volvindose l, l os reprendi, diciendo: Vosotros no sabis de qu espritu sois; 56 porque el Hi jo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salva rlas. Y se fueron a otra aldea. Los que queran seguir a Jess (Mt. 8.18-22) 57 Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Seor, te seguir adondequiera que vay as. 58 Y le dijo Jess: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nid os; mas el Hijo del Hombre no tiene dnde recostar la cabeza. 59 Y dijo a otro: Sgueme. El le dijo: Seor, djame que primero vaya y entierre a mi padre. 60 Je ss le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y t ve, y anuncia el reino de Dios. 61 Entonces tambin dijo otro: Te seguir, Seor; pero djame qu

e me despida primero de los que estn en mi casa. 62 Y Jess le dijo: Ninguno qu e poniendo su mano en el arado mira hacia atrs, es apto para el reino de Dios. Misin de los setenta LUCAS 10 1 Despus de estas cosas, design el Seor tambin a otros setenta, a quienes en vi de dos en dos delante de l a toda ciudad y lugar adonde l haba de ir. 2 Y les deca: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, roga d al Seor de la mies que enve obreros a su mies. 3 Id; he aqu yo os envo com o corderos en medio de lobos. 4 No llevis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a na die saludis por el camino. 5 En cualquier casa donde entris, primeramente deci d: Paz sea a esta casa. 6 Y si hubiere all algn hijo de paz, vuestra paz repos ar sobre l; y si no, se volver a vosotros. 7 Y posad en aquella misma casa, c omiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os pasis de casa en casa. 8 En cualquier ciudad donde entris, y os reciban, come d lo que os pongan delante; 9 y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidle s: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. 10 Mas en cualquier ciudad donde entris, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: 11 Aun el polvo de vue stra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Per o esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. 12 Y os digo que e n aquel da ser ms tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad. Ayes sobre las ciudades impenitentes (Mt. 11.20-24) 13 Ay de ti, Corazn! Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidn se hubiera n hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que sentadas en cil icio y ceniza, se habran arrepentido. 14 Por tanto, en el juicio ser ms toler able el castigo para Tiro y Sidn, que para vosotras. 15 Y t, Capernaum, que ha sta los cielos eres levantada, hasta el Hades sers abatida. 16 El que a vosotros oye, a m me oye; y el que a vosotros desecha, a m me dese cha; y el que me desecha a m, desecha al que me envi. Regreso de los setenta 17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Seor, aun los demonios se nos suje tan en tu nombre. 18 Y les dijo: Yo vea a Satans caer del cielo como un rayo. 19 He aqu os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuer za del enemigo, y nada os daar. 20 Pero no os regocijis de que los espritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres estn escritos en los cie los. Jess se regocija (Mt. 11.25-27; 13.16-17) 21 En aquella misma hora Jess se regocij en el Espritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Seor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los s abios y entendidos, y las has revelado a los nios. S, Padre, porque as te agr ad. 22 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quin es el Hijo sino el Padre; ni quin es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 23 Y volvindose a los discpulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; 24 porque os digo que muchos profetas y reyes desearo n ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y or lo que os, y no lo oyeron.

El buen samaritano 25 Y he aqu un intrprete de la ley se levant y dijo, para probarle: Maestro, haciendo qu cosa heredar la vida eterna? 26 El le dijo: Qu est escrito en la ley? Cmo lees? 27 Aqul, respondiendo, dijo: Amars al Seor tu Dios con to do tu corazn, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prjimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirs. 29 Pero l, queriendo justificarse a s mismo, dijo a Jess: Y quin es mi prj imo? 30 Respondiendo Jess, dijo: Un hombre descenda de Jerusaln a Jeric, y c ay en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hirindole, se fueron, dej ndole medio muerto. 31 Aconteci que descendi un sacerdote por aquel camino, y vindole, pas de largo. 32 Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y vindole, pas de largo. 33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de l, y vindole, fue movido a misericordia; 34 y acercndose, vend sus herida s, echndoles aceite y vino; y ponindole en su cabalgadura, lo llev al mesn, y cuid de l. 35 Otro da al partir, sac dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cudamele; y todo lo que gastes de ms, yo te lo pagar cuando regres e. 36 Quin, pues, de estos tres te parece que fue el prjimo del que cay en m anos de los ladrones? 37 El dijo: El que us de misericordia con l. Entonces Je ss le dijo: Ve, y haz t lo mismo. Jess visita a Marta y a Mara 38 Aconteci que yendo de camino, entr en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibi en su casa. 39 Esta tena una hermana que se llamaba Mara, la cual, sentndose a los pies de Jess, oa su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercndose, dijo: Seor, no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jess, le dijo: M arta, Marta, afanada y turbada ests con muchas cosas. 42 Pero slo una cosa es necesaria; y Mara ha escogido la buena parte, la cual no le ser quitada. Jess y la oracin (Mt. 6.9-15; 7.7-11) LUCAS 11 1 Aconteci que estaba Jess orando en un lugar, y cuando termin, uno de sus di scpulos le dijo: Seor, ensanos a orar, como tambin Juan ense a sus discp ulos. 2 Y les dijo: Cuando oris, decid: Padre nuestro que ests en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hgase tu voluntad, como en el cielo, as tambin en la tierra. 3 El pan nuestro de cada da, dnoslo hoy. 4 Y perdn anos nuestros pecados, porque tambin nosotros perdonamos a todos los que nos de ben. Y no nos metas en tentacin, mas lbranos del mal. 5 Les dijo tambin: Quin de vosotros que tenga un amigo, va a l a medianoche y le dice: Amigo, prstame tres panes, 6 porque un amigo mo ha venido a m de v iaje, y no tengo qu ponerle delante; 7 y aqul, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya est cerrada, y mis nios estn conmigo en ca ma; no puedo levantarme, y drtelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a drse los por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantar y le dar tod o lo que necesite. 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; lla mad, y se os abrir. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, hall a; y al que llama, se le abrir. 11 Qu padre de vosotros, si su hijo le pide p an, le dar una piedra? o si pescado, en lugar de pescado, le dar una serpient e? 12 O si le pide un huevo, le dar un escorpin? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabis dar buenas ddivas a vuestros hijos, cunto ms vuestro Padre cel

estial dar el Espritu Santo a los que se lo pidan? Una casa dividida contra s misma (Mt. 12.22-30; Mr. 3.20-27) 14 Estaba Jess echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteci que salido e l demonio, el mudo habl; y la gente se maravill. 15 Pero algunos de ellos dec an: Por Beelzeb, prncipe de los demonios, echa fuera los demonios. 16 Otros, p ara tentarle, le pedan seal del cielo. 17 Mas l, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra s mismo, es asolado; y una casa dividida contra s misma, cae. 18 Y si tambin Satans est dividido contra s m ismo, cmo permanecer su reino? ya que decs que por Beelzeb echo yo fuera lo s demonios. 19 Pues si yo echo fuera los demonios por Beelzeb, vuestros hijos por quin los echan? Por tanto, ellos sern vuestros jueces. 20 Mas si por el de do de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros. 21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz est lo q ue posee. 22 Pero cuando viene otro ms fuerte que l y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botn. 23 El que no es conmigo, contra m es; y el que conmigo no recoge, desparrama. El espritu inmundo que vuelve (Mt. 12.43-45) 24 Cuando el espritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallndolo, dice: Volver a mi casa de donde sal. 25 Y cuando lleg a, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va, y toma otros siete espritus peo res que l; y entrados, moran all; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Los que en verdad son bienaventurados 27 Mientras l deca estas cosas, una mujer de entre la multitud levant la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. 28 Y l dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. La generacin perversa demanda seal (Mt. 12.38-42) 29 Y apindose las multitudes, comenz a decir: Esta generacin es mala; demand a seal, pero seal no le ser dada, sino la seal de Jons. 30 Porque as como Jons fue seal a los ninivitas, tambin lo ser el Hijo del Hombre a esta gener acin. 31 La reina del Sur se levantar en el juicio con los hombres de esta gen eracin, y los condenar; porque ella vino de los fines de la tierra para or la sabidura de Salomn, y he aqu ms que Salomn en este lugar. 32 Los hombres d e Nnive se levantarn en el juicio con esta generacin, y la condenarn; porque a la predicacin de Jons se arrepintieron, y he aqu ms que Jons en este lug ar. La lmpara del cuerpo (Mt. 6.22-23) 33 Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candel ero, para que los que entran vean la luz. 34 La lmpara del cuerpo es el ojo; cu ando tu ojo es bueno, tambin todo tu cuerpo est lleno de luz; pero cuando tu o jo es maligno, tambin tu cuerpo est en tinieblas. 35 Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. 36 As que, si todo tu cuerpo est lleno de

luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, ser todo luminoso, como cuando una lmpara te alumbra con su resplandor. Jess acusa a fariseos y a intrpretes de la ley (Mt. 23.1-36; Mr. 12.38-40; Lc. 20.45-47) 37 Luego que hubo hablado, le rog un fariseo que comiese con l; y entrando Jes s en la casa, se sent a la mesa. 38 El fariseo, cuando lo vio, se extra de q ue no se hubiese lavado antes de comer. 39 Pero el Seor le dijo: Ahora bien, vo sotros los fariseos limpiis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro e stis llenos de rapacidad y de maldad. 40 Necios, el que hizo lo de fuera, no h izo tambin lo de adentro? 41 Pero dad limosna de lo que tenis, y entonces todo os ser limpio. 42 Mas ay de vosotros, fariseos! que diezmis la menta, y la ruda, y toda horta liza, y pasis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hac er, sin dejar aquello. 43 Ay de vosotros, fariseos! que amis las primeras sill as en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. 44 Ay de vosotros, escri bas y fariseos, hipcritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben. 45 Respondiendo uno de los intrpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, tambin nos afrentas a nosotros. 46 Y l dijo: Ay de vosotros tambin, i ntrpretes de la ley! porque cargis a los hombres con cargas que no pueden llev ar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocis. 47 Ay de vosotros, que edific is los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! 48 De modo q ue sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la v erdad ellos los mataron, y vosotros edificis sus sepulcros. 49 Por eso la sabid ura de Dios tambin dijo: Les enviar profetas y apstoles; y de ellos, a unos matarn y a otros perseguirn, 50 para que se demande de esta generacin la sang re de todos los profetas que se ha derramado desde la fundacin del mundo, 51 de sde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacaras, que muri entre el altar y el templo; s, os digo que ser demandada de esta generacin. 52 Ay de vosotros, intrpretes de la ley! porque habis quitado la llave de la ciencia; vosotros mi smos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. 53 Dicindoles l estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecha rle en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas; 54 acechndole , y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle. La levadura de los fariseos LUCAS 12 1 En esto, juntndose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atrope llaban, comenz a decir a sus discpulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresa. 2 Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse. 3 Por tanto, todo lo que hab is dicho en tinieblas, a la luz se oir; y lo que habis hablado al odo en los aposentos, se proclamar en las azoteas. A quin se debe temer (Mt. 10.26-31) 4 Mas os digo, amigos mos: No temis a los que matan el cuerpo, y despus nada ms pueden hacer. 5 Pero os ensear a quin debis temer: Temed a aquel que des pus de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; s, os digo, a ste temed. 6 No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni un

o de ellos est olvidado delante de Dios. 7 Pues aun los cabellos de vuestra cab eza estn todos contados. No temis, pues; ms valis vosotros que muchos pajari llos. El que me confesare delante de los hombres 8 Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, tambin el Hij o del Hombre le confesar delante de los ngeles de Dios; 9 mas el que me negare delante de los hombres, ser negado delante de los ngeles de Dios. 10 A todo a quel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le ser perdonado; per o al que blasfemare contra el Espritu Santo, no le ser perdonado. 11 Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preoc upis por cmo o qu habris de responder, o qu habris de decir; 12 porque el Espritu Santo os ensear en la misma hora lo que debis decir. El rico insensato 13 Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la her encia. 14 Mas l le dijo: Hombre, quin me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 16 Tambin les ref iri una parbola, diciendo: La heredad de un hombre rico haba producido mucho. 17 Y l pensaba dentro de s, diciendo: Qu har, porque no tengo dnde guarda r mis frutos? 18 Y dijo: Esto har: derribar mis graneros, y los edificar mayo res, y all guardar todos mis frutos y mis bienes; 19 y dir a mi alma: Alma, m uchos bienes tienes guardados para muchos aos; repsate, come, bebe, regocjate . 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, de quin ser? 21 As es el que hace para s tesoro, y no es rico pa ra con Dios. El afn y la ansiedad (Mt. 6.25-34) 22 Dijo luego a sus discpulos: Por tanto os digo: No os afanis por vuestra vid a, qu comeris; ni por el cuerpo, qu vestiris. 23 La vida es ms que la comid a, y el cuerpo que el vestido. 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni si egan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. No valis vosotr os mucho ms que las aves? 25 Y quin de vosotros podr con afanarse aadir a s u estatura un codo? 26 Pues si no podis ni aun lo que es menos, por qu os afa nis por lo dems? 27 Considerad los lirios, cmo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomn con toda su gloria se visti como uno de ellos. 28 Y si as viste Dios la hierba que hoy est en el campo, y maana es echada a l horno, cunto ms a vosotros, hombres de poca fe? 29 Vosotros, pues, no os pr eocupis por lo que habis de comer, ni por lo que habis de beber, ni estis en ansiosa inquietud. 30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; per o vuestro Padre sabe que tenis necesidad de estas cosas. 31 Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os sern aadidas. Tesoro en el cielo (Mt. 6.19-21) 32 No temis, manada pequea, porque a vuestro Padre le ha placido daros el rein o. 33 Vended lo que poseis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrn no llega, ni polilla destruye . 34 Porque donde est vuestro tesoro, all estar tambin vuestro corazn. El siervo vigilante

35 Estn ceidos vuestros lomos, y vuestras lmparas encendidas; 36 y vosotros s ed semejantes a hombres que aguardan a que su seor regrese de las bodas, para q ue cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37 Bienaventurados aquellos sierv os a los cuales su seor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceir, y har que se sienten a la mesa, y vendr a servirles. 38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare as, bienaventurados son aquellos siervos. 39 Pero sabed esto, que si supiese el padr e de familia a qu hora el ladrn haba de venir, velara ciertamente, y no deja ra minar su casa. 40 Vosotros, pues, tambin, estad preparados, porque a la hor a que no pensis, el Hijo del Hombre vendr. El siervo infiel (Mt. 24.45-51) 41 Entonces Pedro le dijo: Seor, dices esta parbola a nosotros, o tambin a t odos? 42 Y dijo el Seor: Quin es el mayordomo fiel y prudente al cual su seo r pondr sobre su casa, para que a tiempo les d su racin? 43 Bienaventurado aq uel siervo al cual, cuando su seor venga, le halle haciendo as. 44 En verdad o s digo que le pondr sobre todos sus bienes. 45 Mas si aquel siervo dijere en su corazn: Mi seor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las c riadas, y a comer y beber y embriagarse, 46 vendr el seor de aquel siervo en d a que ste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigar duramente, y le p ondr con los infieles. 47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su seor, no se prepar, ni hizo conforme a su voluntad, recibir muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, ser azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandar; y al que mucho se le h aya confiado, ms se le pedir. Jess, causa de divisin (Mt. 10.34-36) 49 Fuego vine a echar en la tierra; y qu quiero, si ya se ha encendido? 50 De un bautismo tengo que ser bautizado; y cmo me angustio hasta que se cumpla! 51 Pensis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: No, sino disensin. 52 Porque de aqu en adelante, cinco en una familia estarn divididos, tres cont ra dos, y dos contra tres. 53 Estar dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. Cmo no reconocis este tiempo? (Mt. 16.1-4; Mr. 8.11-13) 54 Deca tambin a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decs: Agua viene; y as sucede. 55 Y cuando sopla el viento del sur, decs: Ha r calor; y lo hace. 56 Hipcritas! Sabis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; y cmo no distingus este tiempo? Arrglate con tu adversario (Mt. 5.25-26) 57 Y por qu no juzgis por vosotros mismos lo que es justo? 58 Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con l, no sea qu e te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la crcel. 59 Te digo que no saldrs de all, hasta que hayas pagado aun la ltima blanca.

Arrepentos o pereceris LUCAS 13 1 En este mismo tiempo estaban all algunos que le contaban acerca de los galile os cuya sangre Pilato haba mezclado con los sacrificios de ellos. 2 Respondiend o Jess, les dijo: Pensis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, e ran ms pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No; antes si no os arrepent s, todos pereceris igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cay la torre en Silo, y los mat, pensis que eran ms culpables que todos los hombr es que habitan en Jerusaln? 5 Os digo: No; antes si no os arrepents, todos per eceris igualmente. Parbola de la higuera estril 6 Dijo tambin esta parbola: Tena un hombre una higuera plantada en su via, y vino a buscar fruto en ella, y no lo hall. 7 Y dijo al viador: He aqu, hace tres aos que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; crtala; par a qu inutiliza tambin la tierra? 8 El entonces, respondiendo, le dijo: Seor, djala todava este ao, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortars despus. Jess sana a una mujer en el da de reposo 10 Enseaba Jess en una sinagoga en el da de reposo; 11 y haba all una mujer que desde haca dieciocho aos tena espritu de enfermedad, y andaba encorvada , y en ninguna manera se poda enderezar. 12 Cuando Jess la vio, la llam y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. 13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderez luego, y glorificaba a Dios. 14 Pero el principal de la sinagoga, e nojado de que Jess hubiese sanado en el da de reposo, dijo a la gente: Seis d as hay en que se debe trabajar; en stos, pues, venid y sed sanados, y no en da de reposo. 15 Entonces el Seor le respondi y dijo: Hipcrita, cada uno de vos otros no desata en el da de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? 16 Y a esta hija de Abraham, que Satans haba atado dieciocho aos, no se le deba desatar de esta ligadura en el da de reposo? 17 Al decir l estas c osas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba p or todas las cosas gloriosas hechas por l. Parbola de la semilla de mostaza (Mt. 13.31-32; Mr. 4.30-32) 18 Y dijo: A qu es semejante el reino de Dios, y con qu lo comparar? 19 Es s emejante al grano de mostaza, que un hombre tom y sembr en su huerto; y creci , y se hizo rbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas. Parbola de la levadura (Mt. 13.33) 20 Y volvi a decir: A qu comparar el reino de Dios? 21 Es semejante a la lev adura, que una mujer tom y escondi en tres medidas de harina, hasta que todo h ubo fermentado. La puerta estrecha (Mt. 7.13-14, 21-23) 22 Pasaba Jess por ciudades y aldeas, enseando, y encaminndose a Jerusaln. 2 3 Y alguien le dijo: Seor, son pocos los que se salvan? Y l les dijo: 24 Esfo

rzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarn entra r, y no podrn. 25 Despus que el padre de familia se haya levantado y cerrado l a puerta, y estando fuera empecis a llamar a la puerta, diciendo: Seor, Seor, brenos, l respondiendo os dir: No s de dnde sois. 26 Entonces comenzaris a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseaste. 27 Pero os dir: Os digo que no s de dnde sois; apartaos de m todos vosotros, h acedores de maldad. 28 All ser el llanto y el crujir de dientes, cuando veis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotr os estis excluidos. 29 Porque vendrn del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarn a la mesa en el reino de Dios. 30 Y he aqu hay postreros que sern primeros, y primeros que sern postreros. Lamento de Jess sobre Jerusaln (Mt. 23.37-39) 31 Aquel mismo da llegaron unos fariseos, dicindole: Sal, y vete de aqu, porq ue Herodes te quiere matar. 32 Y les dijo: Id, y decid a aquella zorra: He aqu, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y maana, y al tercer da termino mi obra. 33 Sin embargo, es necesario que hoy y maana y pasado maana siga mi cami no; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusaln. 34 Jerusaln, Jerusaln, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! Cu ntas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de s us alas, y no quisiste! 35 He aqu, vuestra casa os es dejada desierta; y os dig o que no me veris, hasta que llegue el tiempo en que digis: Bendito el que vie ne en nombre del Seor. Jess sana a un hidrpico LUCAS 14 1 Aconteci un da de reposo, que habiendo entrado para comer en casa de un gobe rnante, que era fariseo, stos le acechaban. 2 Y he aqu estaban delante de l u n hombre hidrpico. 3 Entonces Jess habl a los intrpretes de la ley y a los f ariseos, diciendo: Es lcito sanar en el da de reposo? 4 Mas ellos callaron. Y l, tomndole, le san, y le despidi. 5 Y dirigindose a ellos, dijo: Quin d e vosotros, si su asno o su buey cae en algn pozo, no lo sacar inmediatamente, aunque sea en da de reposo? 6 Y no le podan replicar a estas cosas. Los convidados a las bodas 7 Observando cmo escogan los primeros asientos a la mesa, refiri a los convid ados una parbola, dicindoles: 8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro ms distinguido que t est conv idado por l, 9 y viniendo el que te convid a ti y a l, te diga: Da lugar a s te; y entonces comiences con vergenza a ocupar el ltimo lugar. 10 Mas cuando f ueres convidado, ve y sintate en el ltimo lugar, para que cuando venga el que te convid, te diga: Amigo, sube ms arriba; entonces tendrs gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Porque cualquiera que se enaltece, ser humillado; y el que se humilla, ser enaltecido. 12 Dijo tambin al que le haba convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. 13 Mas cuando ha gas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; 14 y sers bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te ser recompensad o en la resurreccin de los justos. Parbola de la gran cena

15 Oyendo esto uno de los que estaban sentados con l a la mesa, le dijo: Bienav enturado el que coma pan en el reino de Dios. 16 Entonces Jess le dijo: Un homb re hizo una gran cena, y convid a muchos. 17 Y a la hora de la cena envi a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo est preparado. 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesi to ir a verla; te ruego que me excuses. 19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas d e bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de c asarme, y por tanto no puedo ir. 21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a s u seor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por l as plazas y las calles de la ciudad, y trae ac a los pobres, los mancos, los co jos y los ciegos. 22 Y dijo el siervo: Seor, se ha hecho como mandaste, y an h ay lugar. 23 Dijo el seor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y f urzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 Porque os digo que ninguno de a quellos hombres que fueron convidados, gustar mi cena. Lo que cuesta seguir a Cristo 25 Grandes multitudes iban con l; y volvindose, les dijo: 26 Si alguno viene a m, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas , y aun tambin su propia vida, no puede ser mi discpulo. 27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de m, no puede ser mi discpulo. 28 Porque quin de vos otros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29 No sea que despus que haya pue sto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer bu rla de l, 30 diciendo: Este hombre comenz a edificar, y no pudo acabar. 31 O qu rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y consider a si puede hacer frente con diez mil al que viene contra l con veinte mil? 32 Y si no puede, cuando el otro est todava lejos, le enva una embajada y le pide condiciones de paz. 33 As, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discpulo. Cuando la sal pierde su sabor (Mt. 5.13; Mr. 9.50) 34 Buena es la sal; mas si la sal se hiciere inspida, con qu se sazonar? 35 Ni para la tierra ni para el muladar es til; la arrojan fuera. El que tiene od os para or, oiga. Parbola de la oveja perdida (Mt. 18.10-14) LUCAS 15 1 Se acercaban a Jess todos los publicanos y pecadores para orle, 2 y los fari seos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ell os come. 3 Entonces l les refiri esta parbola, diciendo: 4 Qu hombre de vosotros, te niendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el de sierto, y va tras la que se perdi, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6 y al llegar a casa, rene a sus amigos y vec inos, dicindoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se haba pe rdido. 7 Os digo que as habr ms gozo en el cielo por un pecador que se arrepi ente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Parbola de la moneda perdida 8 O qu mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lmp

ara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? 9 Y cuando la en cuentra, rene a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encon trado la dracma que haba perdido. 10 As os digo que hay gozo delante de los n geles de Dios por un pecador que se arrepiente. Parbola del hijo prdigo 11 Tambin dijo: Un hombre tena dos hijos; 12 y el menor de ellos dijo a su pad re: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les reparti los bi enes. 13 No muchos das despus, juntndolo todo el hijo menor, se fue lejos a u na provincia apartada; y all desperdici sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y co menz a faltarle. 15 Y fue y se arrim a uno de los ciudadanos de aquella tierra , el cual le envi a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que coman los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y vo lviendo en s, dijo: Cuntos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia d e pan, y yo aqu perezco de hambre! 18 Me levantar e ir a mi padre, y le dir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantndose, vino a su padre . Y cuando an estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y cor ri, y se ech sobre su cuello, y le bes. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecad o contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un ani llo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se h aba perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y lleg cerca de la casa, oy la msica y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le pregunt qu era aquello. 27 El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el b ecerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enoj, y no quer a entrar. Sali por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29 Mas l, respond iendo, dijo al padre: He aqu, tantos aos te sirvo, no habindote desobedecido jams, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30 Pero cu ando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para l el becerro gordo. 31 El entonces le dijo: Hijo, t siempre ests conmig o, y todas mis cosas son tuyas. 32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos , porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se haba perdido, y es halla do. Parbola del mayordomo infiel LUCAS 16 1 Dijo tambin a sus discpulos: Haba un hombre rico que tena un mayordomo, y ste fue acusado ante l como disipador de sus bienes. 2 Entonces le llam, y le dijo: Qu es esto que oigo acerca de t? Da cuenta de tu mayordoma, porque ya no podrs ms ser mayordomo. 3 Entonces el mayordomo dijo para s: Qu har? P orque mi amo me quita la mayordoma. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergenza. 4 Ya s lo que har para que cuando se me quite de la mayordoma, me reciban en sus casas. 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: Cunto debes a mi amo? 6 El dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu c uenta, sintate pronto, y escribe cincuenta. 7 Despus dijo a otro: Y t, cunt o debes? Y l dijo: Cien medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8 Y alab el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son ms sagaces en el trato con sus semejantes que los h ijos de luz. 9 Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, pa ra que cuando stas falten, os reciban en las moradas eternas. 10 El que es fiel en lo muy poco, tambin en lo ms es fiel; y el que en lo muy

poco es injusto, tambin en lo ms es injusto. 11 Pues si en las riquezas injust as no fuisteis fieles, quin os confiar lo verdadero? 12 Y si en lo ajeno no f uisteis fieles, quin os dar lo que es vuestro? 13 Ningn siervo puede servir a dos seores; porque o aborrecer al uno y amar al otro, o estimar al uno y m enospreciar al otro. No podis servir a Dios y a las riquezas. 14 Y oan tambin todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de l. 15 Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificis a vosotros mi smos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que l os hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominacin. La ley y el reino de Dios 16 La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anu nciado, y todos se esfuerzan por entrar en l. 17 Pero ms fcil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. Jess ensea sobre el divorcio (Mt. 19.1-12; Mr. 10.1-12) 18 Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se cas a con la repudiada del marido, adultera. El rico y Lzaro 19 Haba un hombre rico, que se vesta de prpura y de lino fino, y haca cada d a banquete con esplendidez. 20 Haba tambin un mendigo llamado Lzaro, que est aba echado a la puerta de aqul, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las m igajas que caan de la mesa del rico; y aun los perros venan y le laman las ll agas. 22 Aconteci que muri el mendigo, y fue llevado por los ngeles al seno d e Abraham; y muri tambin el rico, y fue sepultado. 23 Y en el Hades alz sus o jos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lzaro en su seno. 24 E ntonces l, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de m, y enva a Lzaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acurdate que re cibiste tus bienes en tu vida, y Lzaro tambin males; pero ahora ste es consol ado aqu, y t atormentado. 26 Adems de todo esto, una gran sima est puesta en tre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aqu a vosotro s, no pueden, ni de all pasar ac. 27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le enves a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que le s testifique, a fin de que no vengan ellos tambin a este lugar de tormento. 29 Y Abraham le dijo: A Moiss y a los profetas tienen; iganlos. 30 El entonces di jo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arr epentirn. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moiss y a los profetas, tampoco se persuadirn aunque alguno se levantare de los muertos. Ocasiones de cae