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EL SIGLO DE LA BIOTECNOLOGÍA JEREMY RIFKIN ENTREVISTA A JEREMY RIFKIN Jeremy Rifkin, economista y presidente de la Fundación sobre Tendencias Económicas de Washington, es conocido sobre todo por su libro El fin del trabajo, pero sus análisis sobre los riesgos de la ingeniería genética empezaron hace ya más de 20 años, en un momento en que casi nadie se preocupaba por unos avances científicos cuyas aplicaciones parecían fantasías novelescas o delirios futuristas. Ahora que el futuro ya está aquí, Rifkin vuelve a la carga con un nuevo libro, El siglo de la biotecnología (Editorial Crítica-Marcombo), en el que analiza con erudición -y también con una actitud más matizada que su plano rechazo del pasado- las implicaciones del "segundo Génesis", una revolución genética que "transformará nuestra forma de vida en las próximas décadas más profundamente de lo que la cambiaron los últimos mil años". Rifkin, de 56 años, acaba de pasar por Madrid para promocionar su libro. Pregunta. Una cosa es predecir los riesgos de la biotecnología y otra muy distinta evitarlos. Respuesta. La biotecnología se puede aplicar de dos formas, que yo llamo la vía dura y la vía blanda . Las empresas usan la vía dura cuando desarrollan alimentos trangénicos, por ejemplo introduciendo en una planta de cultivo un gen

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EL SIGLO DE LA BIOTECNOLOGÍA

J E R E M Y R I F K I N

ENTREVISTA A JEREMY RIFKIN

 

Jeremy Rifkin, economista y presidente de la Fundación sobre Tendencias Económicas de Washington, es conocido sobre todo por su libro El fin del trabajo, pero sus análisis sobre los riesgos de la ingeniería genética empezaron hace ya más de 20 años, en un momento en que casi nadie se preocupaba por unos avances científicos cuyas aplicaciones parecían fantasías novelescas o delirios futuristas.

Ahora que el futuro ya está aquí, Rifkin vuelve a la carga con un nuevo libro, El siglo de la biotecnología (Editorial Crítica-Marcombo), en el que analiza con erudición -y también con una actitud más matizada que su plano rechazo del pasado- las implicaciones del "segundo Génesis", una revolución genética que "transformará nuestra forma de vida en las próximas décadas más profundamente de lo que la cambiaron los últimos mil años". Rifkin, de 56 años, acaba de pasar por Madrid para promocionar su libro.

 

Pregunta. Una cosa es predecir los riesgos de la biotecnología y otra muy distinta evitarlos.

Respuesta. La biotecnología se puede aplicar de dos formas, que yo llamo la vía dura y la vía blanda . Las empresas usan la vía dura cuando desarrollan alimentos trangénicos, por ejemplo introduciendo en una planta de cultivo un gen bacteriano que mata a las plagas. Pero esto es ingeniería decimonónica. Los biólogos moleculares siguen pensando en términos lineales, simplistas, pasados de moda. Hace tiempo que la ecología, la física y la química se están moviendo hacia otra clase de pensamiento, basado en sistemas globales, cuyas partes están altamente interconectadas. Ésta es la vía blanda, que debe usar la nueva ciencia de los genomas completos para desarrollar una nueva agricultura orgánica.

  ¿Qué hace a la ingeniería genética de las plantas tan diferente de la agricultura tradicional, con su selección artificial de los cultivos?

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En la agricultura clásica sólo se pueden hibridar variedades muy próximas evolutivamente. Pero ahora uno puede mezclar genes de especies sin el menor parentesco evolutivo. La contaminación genética que esto genera es infinitamente peor que cualquier contaminación química, porque está viva y prolifera.

¿Admite usted que es un pesimista?

La genética puede conducirnos a un nuevo Renacimiento o a una nueva era de oscuridad, depende de cómo la manejemos.

Las armas nucleares están en manos del poder político. Los recursos genéticos pertenecen a las empresas privadas.

Lo que hace la situación mucho peor, porque en un mercado de laboratorios nadie es responsable de nada, nadie elabora un plan coherente y seguro a largo plazo, nadie invierte seriamente en evaluar los riesgos.

Las restricciones impuestas por el Congreso de su país sobre la experimentación con embriones humanos sólo han servido para dejar esas investigaciones en manos de las compañías privadas de biotecnología.

Esos experimentos no deberían hacerse, me da igual que sea el sector privado o el público quien quiera abordarlos.

Pero, intereses económicos aparte, la experimentación con genes y con embriones humanos constituye probablemente una gran oportunidad para la medicina, para salvar vidas humanas.

Nuevamente hay que distinguir entre la vía dura y la blanda. La vía dura está orientada hacia el tratamiento de las enfermedades. La blanda consistiría en utilizar la nueva ciencia de los genomas completos para desarrollar una medicina preventiva eficaz.

¿Cómo?

La mayoría de las enfermedades se deben a una combinación de predisposición genética, ambiente y estilo de vida. Dentro de unos años sabremos qué constituciones genéticas predisponen a unas u otras dolencias, y también podremos diseñar combinaciones complejas de dietas y hábitos que ayuden a cada persona a evitar la enfermedad a la que es proclive. En los Estados Unidos, 1996 fue el primer año en que los ciudadanos gastaron más dinero en prevención que en terapias. La vía blanda abre más mercados potenciales que la dura.

Aunque usted tenga la razón estadística de su parte, la gente seguirá poniéndose enferma.

De acuerdo. Si uno se pone enfermo, los fármacos y la ingeniería genética pueden ayudarle. Acepto eso, siempre que no implique la modificación genética de las células sexuales, que se transmitiría a los hijos. Pero la ciencia debe centrarse en la prevención y en la vida saludable.

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JAVIER SAMPEDRO

Jeremy Rifkin, "El estudio de la célula madre: el plan comercial oculto", El País, 7.IX.01 Jeremy Rifkin, Presidente de la Fundación sobre Tendencias Económicas de Washington. En los últimos meses se ha abierto un debate de magnitud histórica en países de todo el mundo. La cuestión estriba en el uso de las células madre humanas para fines médicos. Las células madre son las células progenitoras que se diferencian para convertirse en células específicas, tejidos y órganos durante el proceso de desarrollo del feto. Hace algunos años, los científicos aislaron estas células por primera vez, y ahora los investigadores están muy ocupados experimentando con ellas con la esperanza de poder producir algún día “repuestos para el cuerpo” y terapias para un amplio abanico de enfermedades humanas, entre ellas la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, apoplejías, infartos, la regeneración de la médula espinal, el cáncer y la diabetes.

Naturalmente, todo este poder recién descubierto tiene su lado oscuro. Como ahora ya podemos plantearnos seriamente la idea de fabricar todas las partes diversas que componen un ser humano, ¿a quién deberíamos confiar el poder de controlar el proceso de producción? Las empresas implicadas en la investigación ya están reclamando las inmortales células que dan origen a la vida humana. El estudio de la célula madre nos coloca por primera vez cara a cara frente a la perspectiva de crear una sociedad eugenésica impulsada comercialmente en el siglo XXI, y es precisamente esta posibilidad la que, hasta la fecha, se ha pasado prácticamente por alto en el debate público.

El dilema moral del estudio de la célula madre reside en que sólo hay dos formas de cosechar esas células tan preciadas: a partir de los embriones o de los individuos después de nacer. Aunque la última opción, que es la menos problemática, ha tenido resultados prometedores en las pruebas experimentales efectuadas sobre animales, cada vez hay más investigadores a favor del uso de la primera opción, la más problemática, alegando que las células obtenidas a partir de embriones podrían producir resultados mejores. Hay tres formas de obtener las células madre procedentes de embriones: utilizar los embriones descartados que sobran de los procedimientos de fertilización in vitro; crear embriones en una placa Petri de cultivo utilizando espermatozoides y óvulos donados, o clonar un embrión humano a partir de una célula humana adulta.

La Iglesia católica y los defensores del derecho a la vida alegan que el uso de embriones para obtener células madre es inmoral, dado que significaría quitarle la vida a un ser humano, y, por consiguiente, debería prohibirse el procedimiento. Los científicos alegan que negar a los investigadores el uso de embriones podría implicar que millones de seres humanos mueran innecesariamente en el futuro, porque no se intentaría aprovechar los posibles beneficios para la medicina que supone esta investigación.

A comienzos del pasado agosto, el debate cobró impulso tras el anuncio de los investigadores del Instituto Jones de Medicina Reproductora de Norfolk (Virginia) de que habían recogido óvulos y espermatozoides de donantes anónimos y habían fabricado embriones humanos por primera vez con el fin expreso de utilizarlos para obtener células madre.

Entretanto, mientras los jefes de Estado y los parlamentarios se enfrentan a la cada vez más intensa disputa entre los defensores del derecho a la vida y los investigadores, entre bastidores se desarrolla una historia mucho más amenazadora, con una enormidad de posibles consecuencias para la sociedad. Los científicos estadounidenses y británicos y las empresas de biotecnología están utilizando la tecnología embrionaria y de la célula madre para desarrollar el marco de una versión comercial de “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, e irónicamente la discusión sobre la financiación federal de este estudio les ha proporcionado una tapadera muy conveniente para enmascarar su plan.

Si ponemos las cartas boca arriba, lo cierto es que, aunque Estados Unidos y otros países prohíban el uso de fondos públicos para esta investigación -que es hasta donde llega el actual debate sobre el estudio de la célula madre-, las cosas no cambiarán demasiado. Las empresas privadas están decididas a ejercer el control sobre lo que algunos denominan la

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última frontera humana: el diseño y fabricación de embriones, células, tejidos y órganos humanos. Hasta la fecha, no ha habido muchos Gobiernos dispuestos ni siquiera a insinuar que se prohíba la financiación privada de esta investigación. La consecuencia es que la negativa del Gobierno a financiar este estudio deja la puerta completamente abierta para la explotación comercial de los embriones y el estudio de la célula madre. Estamos en el vértice de una Era de la Eugenesia comercial.

“Eugenesia” es un término acuñado en el siglo XIX por sir Francis Galton, un filósofo británico. Significa el uso de la cría tanto para eliminar rasgos genéticos no deseados como para añadir los rasgos deseados, a fin de mejorar las características de un organismo o de una especie. Cuando pensamos en la eugenesia, pensamos en el macabro plan de Adolf Hitler de crear la raza “superior”. Sin embargo, actualmente, en las salas de sesiones de las juntas directivas de las empresas y lejos del escrutinio público se prepara meticulosamente un nuevo movimiento eugenésico, una eugenesia comercial de naturaleza muy distinta a la histeria de eugenesia social que plagó el mundo durante la primera mitad del siglo XX.

Nuestra historia comienza con una pequeña empresa de biotecnología, Roslin Bio-Med. La empresa fue creada en abril de 1998 por el Instituto Roslin, una institución de investigación financiada por el Gobierno y situada a las afueras de Edimburgo, en Escocia, donde se clonó a la oveja Dolly. La empresa recibió una licencia en exclusiva sobre toda la tecnología de clonación para investigación biomédica del Instituto Roslin. Un año después, Roslin Bio-Med fue vendida a Geron, una empresa estadounidense con sede en Menlo Park (California). Después, en enero de 2000, la Oficina de Patentes británica concedió una patente al doctor Ian Wilmut para su tecnología de clonación. La patente, que actualmente es propiedad de Geron, abarca el proceso de clonación y todos los animales producidos por el proceso de clonación. Lo que la opinión pública no sabe, porque ha sido objeto de muy poca atención, es que la Oficina de Patentes británica otorgó a Wilmut y a su empresa una patente sobre to! dos los embriones humanos clonados hasta la fase de desarrollo del blastocisto, que es la fase en la que surgen las pluripotentes células madre. El Gobierno británico ha sido el primero del mundo en reconocer efectivamente al embrión humano como forma de propiedad intelectual. El Reino Unido también fue el primer país en aprobar el uso de embriones, e incluso de embriones clonados, para obtener células madre.

A pesar del éxito británico en la creación de un régimen normativo y comercial favorable para el nuevo estudio, fue la empresa estadounidense Geron la que se dio más prisa en bloquear la tecnología de clonación. Incluso antes de asegurarse la patente sobre el embrión, Geron había estado financiando secretamente el estudio de la célula madre desarrollado por dos investigadores estadounidenses, James A. Thomson, de la Universidad de Wisconsin, y John Gearhart, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en Maryland. En noviembre de 1998, ambos científicos anunciaron que habían aislado e identificado de forma independiente las células madre humanas. Este impresionante avance abrió las puertas a una era de experimentación sobre la célula madre en medicina. Las instituciones académicas de los investigadores inmediatamente solicitaron las patentes y vendieron a Geron las licencias exclusivas para el uso de las patentes. Según los términos del contrato de Johns Hopkins, Gearhart ! recibe una participación de los derechos de explotación que se recauden sobre el uso de su patente. Gearhart y Johns Hopkins también tienen participaciones en Geron, y Gearhart ejerce de asesor para la empresa. Geron, que anteriormente era la única empresa en este campo, ahora tiene un competidor. El fundador de Geron, Michael West, se marchó de la compañía y ahora dirige Advanced Cell Technology en Massachusetts. La nueva empresa de West cuenta con sus propias patentes sobre clonación embrionaria no humana y experimenta con formas alternativas de crear células madre humanas.

Al conseguir las patentes sobre el proceso de clonación, así como sobre los embriones humanos clonados y las células madre clonadas, las empresas como Geron y Advanced Cell Technology se encuentran en posición de dictar las condiciones de los avances futuros en la investigación médica que utilice las células madre. La producción en masa de embriones clonados humanos supone una fuente ilimitada de células madre. Las células madre, a su vez, son las progenitoras de los aproximadamente 200 tipos de células diferenciados que componen la biología de la vida humana. Los investigadores, los institutos y otras empresas de todo el mundo tendrán que pagar a Geron y a Advanced Cell Technology para acceder al uso de los embriones o de las células madre que producen, otorgando a las empresas una ventaja sin precedentes en el mercado. Si otros investigadores o empresas consiguen hacer células corporales concretas a partir de las células madre, es probable que tengan que formalizar contrat! os de licencia comercial de diversos tipos con Geron y Advanced Cell Technology por los derechos para producir los productos.

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Así que, mientras los defensores del derecho a la vida se pelean con los científicos, los expertos en ética y los legisladores por la moralidad de utilizar los embriones para la investigación, las empresas como Geron y Advanced Cell Technology se han adelantado al debate y ya han establecido un plan comercial para explotar tanto los embriones humanos como las células madre en la Era de la Biotecnología.

¿Qué presagia todo esto para el futuro? Para empezar, la concesión de una patente para embriones humanos clonados plantea una cuestión política formidable. ¿Pueden las instituciones comerciales reivindicar una vida humana individual, en forma de propiedad intelectual, en su fase temprana de desarrollo? La Oficina de Patentes británica ha dicho que sí. En el siglo XIX luchábamos por la cuestión de si los seres humanos, después del nacimiento, podían ser adquiridos como si de una propiedad comercial se tratase, y al final todas las naciones acabaron aboliendo la esclavitud. Pero ahora tenemos una tecnología que permite a empresas como Geron reivindicar seres humanos como propiedad intelectual entre la concepción y el nacimiento. La cuestión de si se permitirá a las empresas comerciales ser propietarias de seres humanos antes del nacimiento será probablemente uno de los temas políticos primordiales del siglo de la biotecnología.

En segundo lugar, ¿se debe permitir a empresas como Geron y Advanced Cell Technology ser propietarias -en forma de propiedad intelectual- de células humanas primarias que son la puerta de acceso para toda la composición biológica que constituye la vida humana? ¿Estamos ante el riesgo del amanecer de una nueva era de la historia de la humanidad en la que la creación de la vida humana estará cada vez más controlada por las fuerzas comerciales? ¿Serán las empresas mundiales de biotecnología dueñas del diseño, las partes y los procesos que producen una vida humana?

Es necesario examinar al completo las implicaciones comerciales de la investigación del embrión y de la célula madre. De no ser así, todos podríamos vernos atrapados en un futuro de eugenesia comercial que ni hemos previsto ni hemos elegido voluntariamente.

JEREMY RIFKIN es autor de El siglo de la biotecnología (Grijalbo / Mondadori, 1999) y Presidente de la Fundación sobre Tendencias Económicas de Washington, DC.

OTRO LIBRO DEL AUTOREL FIN DEL TRABAJO

En este libro de lectura ineludiblemente obligada, tan inquietante como útil, Jeremy Rifkin intenta demostrarnos que estamos iniciando una nueva fase de la historia humana, caracterizada por lo que ya parece una permanente e inevitable decadencia de lo que hasta ahora entendíamos por trabajo. Las actuales cifras de desempleo, a escala mundial, son las mayores desde la gran depresión de los años 30. El número de personas infraempleadas o que carecen de trabajo está creciendo a un ritmo vertiginoso, debido sobre todo a los millones de recién llegados al mercado laboral que se están convirtiendo en víctimas propiciatorias de una nueva revolución tecnológica. Y los más sofisticados ordenadores, la robótica, las telecomunicaciones y otras formas de alta tecnología están sustituyendo rápidamente a los seres humanos en la mayor parte de los sectores económicos, trátese de los procesos de fabricación, de la distribución al por menor, del transporte, de la agricultura o de las diferentes actividades funcionariales. En otras palabras, la gran mayoría de los trabajos van a desaparecer para no volver nunca jamás, de manera que el mundo acabará polarizándose en dos fuerzas, en dos tendencias potencialmente irreconciliables: por una parte, una élite bien informada que controlará y gestionará la economía global de alta tecnología; y, por otra, un creciente número de trabajadores permanentemente desplazados, con pocas perspectivas de futuro y aún menos esperanzas de conseguir un trabajo aceptable en un mundo cada vez más automatizado. Partiendo de todo eso, Rifkin afirma que deberíamos empezar a plantearnos la existencia de la era posmercado, es decir, la que estamos empezando a vivir; pensar en formas alternativas a los planteamientos más habituales en torno al trabajo, poner en marcha nuevos modos de generación de ingresos y de reparto del poder; y generar una mayor confianza en el tercer sector; que a su vez deberá permitir la reconstrucción de nuestras comunidades y nuestras culturas. Debemos concienciarnos de que, si bien el fin del trabajo puede suponer el final de la civilización tal como la hemos conocido hasta ahora, quizá también sea el inicio de una gran transformación social que traiga consigo el renacimiento del espíritu humano.

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"Entropia, hacia el mundo invernadero", de Jeremy Rifkin, Editorial Urano.

Muchos de vosotros ya conoceran este título. Creo que sea un libro para añadir a la lista de libros sobre los cimientos de la permacultura. Como podeis bien imaginar en todo el libro no se habla más que de la ley de la entropia, juntos al primer principio de la termodinamica (materia y energía son practicamente lo mismo y la cantidad de energía total en el universo es constante) y del tercero (del equilibrio térmico)...

ENTROPIA HACIA EL MUNDO INVERNADERO

Rifkin trata de hacer entender al lector, a través de cuales paradigmas del pensamiento hemos llegado a la situación actual (básicamente la mecanica clasica de Newton ha influenciado tanto el pensamiento social y politico como el económico), y como la ley de la entropia (la energía disponible se transforma de formas utilizables a formas cada vez menos utilizables: recordais el principio de diseño "Ciclar la Energía"?) acondicione siempre todos los aspectos de cualquier forma vivente y cualquier organización social, tanto que cualquier sociedad que utilize demasiada energía para realizar sus transacciones, está destinada a un declino inevitable (cosa que ya sucedió en el pasado), mientras que un utilizo bien gestionado de los recursos energéticos permite vivir con un desarrollo entropico menor, menos desorden o contaminación.

En una pagina del libro se hace también referencia a la permacultura en si (en el capitulo donde se habla de la agricultura) aunque hable de ella exclusivamente como un método muy eficiente para cultivar la tierra ... (me pregunto si una persona como Rifkin, realmente no hay entendido que tipo de ramificaciones tiene la permacultura o si ha hecho uso de la permacultura -o aquella parte de ella que se ocupa de los sistemas de producción de alimentos- solo para comparar la agricultura de la revolución verde con otros métodos sin tener que alargarse mucho).

Hay que decir que el 90% de los datos estadisticos y los ejemplos aportados se refieren a la realidad de EE.UU. y algunas cosas que explica no sean talvez aplicables aquí. La realidad de EE.UU. es el ejemplo más evidente de todo lo que no hay que hacer como sociedad (es lo que emerge del libro de Rifkin), y por eso puede ser intructivo y interesante compararlo con las practicas locales, también para ver como nostros europeos nos estamos peligrosamente americanizando.

De todas formas, creo que "Entropia" supone una muy buena introducción para entender porqué la permacultura propone las cosas que propone. Creo que ayude a comprender mejor, la "Big Picture" o sea ayuda a tener una vison global del estado de las cosas y del porque la permacultura sea tan relevante hoy en día.

Quién es Jeremy Rifkin?Jeremy Rifkin nació en 1943 en Estados Unidos, y se licenció en la Escuela Wharton de Finanzas y Comercio, de la Universidad de Pennsylvania y en Relaciones Internacionales por la Fletcher School of Law and Diplomacy. Y es el actual presidente de la Fundación de Tendencias Económicas y autor de 18 libros traducidos a más de 20 idiomas, entre ellos podemos fechar alguno y comentarlos un poco con motivo de profundizar en el estudio sobre este autor estudidado en clase como analizador de la era de biotecnología que nos acude.

Trabajo e Impacto social.

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En 1995, su libro El Fin del Trabajo fue bestseller internacional, este libro se tuvo en cuenta en gran medida en la discusion sobre la reducción de la jornada semanal de trabajo en Europa.Entrevista realizada a Rifkin por Emiliano Cotelo sobre su libro El fin del Trabajo

En 1996, su libro, El Siglo de la Biotecnología, se convirtió en referencia básica sobre los problemas críticos devenidos del campo de la biotecnología, y fue lo más leído en Europa en relación con la revolución causada por la ingeniería genética. Rifkin se transformó en un referente en la lucha contra los alimentos genéticamente modificados (GMOs) en Europa, durante la década del '90. La oposición europea a los alimentos genéticamente modificados se convirtió en una de las líneas divisorias más importantes entre Europa y Estados Unidos registradas en los últimos años. Y este sea seguramente el libro que más nos interese de cara al análisis de sus teorias estudiadas en clase sobre la Matriz Operativa

En 2000, su bestseller La Era del Acceso se convirtió en una fuente de consulta europea sobre el impacto de la globalización en las identidades culturales. El libro también ha sido adoptado por empresas líderes a lo largo de los Estados Unidos, como fuente de consulta para llevar a cabo los procesos de transición de la economía de mercado a una red económica de carácter global, y fue la clave económica de dos prestigiosas editoriales, como la Fnac–Arthur Andersen Business Book Award for Best Essay of 2001, y la Bruno Kreisky Award for Best Political Book en el citado año.

En 2002, el bestseller "La Era del Hidrógeno" contribuyó notoriamente en la instalación de un debate de alcance continental, referido a la necesidad de modificar el régimen energético y la dependencia de combustibles fósiles, para pasar a una renovación basada en el régimen energético devenido del hidrógeno. A partir de su gravitación personal, como asesor del presidente Prodi, Rifkin desarrolló el esbozo de un memorandum crítico en el que se plantea que Estados Unidos sería la principal superpotencia en tareas de implementación a largo plazo de una infraestructura completamente integrada a la economía del hidrógeno para fines de la primera mitad del siglo XXI.

Después de comprobar el impacto social que tienen sus libros no es

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de extrañar que sea considerado un autor tan relevante y tan digno de una breve mención como puede ser esta, haciéndole más merecedor tras el pie de página dedicado a él en nuestros apuntes y su posterior comentario en el aula de CTS al que no debemos olvidar se debe este Blog de medicina.

Jeremy Rifkin: 'La privacidad se puede convertir en una reliquia en el mundo en red'

El sociólogo norteamericanoafirma que la idea de Internet es más parecida a la cultura oral que a la impresa

ADOLFO ESTALELLA EL PAÍS - 29-08-2002

Jeremy Rifkin es un activista profesional, un sociólogo que colaboró con el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore durante la Administración Clinton. Si en la década de 1960 hablaba de los crímenes de guerra de su país en Vietnam, ahora combate la biotecnología y la invasión que supone de la intimidad de las personas. Jeremy Rifkin es un activista profesional, un sociólogo que colaboró con el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore durante la Administración Clinton. Si en la década de 1960 hablaba de los crímenes de guerra de su país en Vietnam, ahora combate la biotecnología y la invasión que supone de la intimidad de las personas.

PREGUNTA. 'La tecnología no es ni buena, ni mala ni neutra'. ¿Está de acuerdo? RESPUESTA. La tecnología refleja la condición humana. La tecnología es poder, y el poder nunca es neutral. Cuando uno lo ejerce siempre hay ganadores y perdedores, sean estos animales, plantas o humanos. Cada tecnología crea una extensión de nosotros, una amplificación. La neutralidad de la ciencia y de la tecnología es un gran mito que se ha creado, probablemente, por la comunidad de ingenieros. P. ¿Quién se beneficia y quién es la víctima con las tecnologías de la información? R. Ha habido tres revoluciones tecnológicas en el siglo XX, en las tecnologías de la información, en la biotecnología y en la energía. Ahora tenemos tecnologías que permiten conectar el sistema nervioso de cada ser humano con el de cualquier otro, 24 horas al día, siete días a la semana a la velocidad de la luz. Esto es un extraordinario cambio en las comunicaciones. El capitalismo actual y la economía de mercado y su modelo institucional son demasiado lentos para esta revolución digital y quedarán colapsados. P. ¿Qué pasa con la gente desconectada? R. La economía de la red cubre el 20% de la población del mundo. El problema es que crea una profunda división. El 63% de la población nunca ha hecho una llamada telefónica. Tenemos mil millones de personas conectadas a la velocidad de la luz, moviéndose en un modelo comercial en red, y en la parte inferior tenemos al resto de la sociedad desconectada, marginada y sin progresar, pegada a la geografía. La división es incluso mayor que entre quien tiene y quien no. P. ¿No hay una oportunidad para esa gente? R. Creo que sí hay esperanza. Tenemos que comenzar con una proposición central: ¿estamos preparados para esta tecnologías?, ¿cómo van a beneficiar a la gente? y ¿cómo nos aseguramos de que lo antiguo no está amenazado? particularmente si hablamos de la revolución biotecnológica. Si las jóvenes generaciones se enfrentan a esto pueden cambiar el futuro. La revolución biotecnológica se está centrando

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principalmente en cuestiones como cómo debe ser usada, quién se beneficia, quién sufre los riesgos. La revolución en la tecnología de la información tuvo el camino despejado, sólo unos cuantos libertarios se han preocupado. P. Algunas discográficas han insertado piezas de software en sus CD para evitar el plagio, ¿análogo a lo genes terminator diseñados por Monsanto para impedir la copia de las semillas? R. En estos casos hay un desplazamiento en el concepto de propiedad. En los mercados la propiedad se intercambia entre compradores y vendedores; en el mundo en red esas transacciones son demasiado lentas, en él los procesos son continuos. Pensemos en Amazon, que sigue un modelo clásico de mercado; vas a la velocidad de la luz en la web y entonces paras en el intercambio físico cuando te envían el CD a casa. En otros sitios de música, te descargas una copia del archivo sin llegar a ser su propietario, sólo tienes derechos a usarlo. Monsanto es un ejemplo de una red mala. Cuando Monsanto entrega las semillas a los agricultores no las vende realmente, es un acuerdo de uso, que permite a los agricultores usar las semillas y su ADN una sola vez. Y dependen por el resto de su vida de Monsanto. Esto es poder. Las compañías van a crear vastas redes entre suministradores y usuarios, para monopolizar el poder a la velocidad de la luz. Habrá buenas redes forzadas a un desarrollo sostenible y malas redes que monopolicen el poder, y la mayor parte de ellas serán globales. Necesitamos un mecanismo global que nos permita tratar con ellas, porque toda la legislación transnacional está basada en mercados, no en redes. P. Estamos viendo esta lucha entre redes en Internet con el software libre. R. Linux es el sistema bueno; Microsoft es un mal sistema. Linux es una cultura abierta y comprtida, como era Internet en sus inicios. En el caso de la biotecnología, ¿debería ser un bien público o privado? La cuestión es si la información debe ser de libre acceso. La gente conectada en la web ¿por qué no debería compartir música, ideas, pensamientos, su actividad? La idea detrás de Internet es más parecida a la de la cultura oral que a la cultura impresa, compartir entre pares. Los derechos de autor, las marcas registradas, etc. impiden que el sistema funcione en todas sus posibilidades, que es compartir cualquier cosa con cualquiera, como la cultura oral. En el caso de la biología la cuestión es si el acervo genético debería ser un bien público. P. El análisis genético o la monitorización en Internet invaden la privacidad, ¿nos encaminamos hacia una época en la que libertad y privacidad estarán restringidas? R. La privacidad es una criatura de la revolución industrial. Hoy, la generación puntocom sólo quiere estar conectada. Inconscientemente define la libertad como inclusión, y nuestra generación define la libertad como exclusividad (privacidad y autonomía). La privacidad se está perdiendo, porque no puedes estar conectado constantemente y al mismo tiempo mantener tu privacidad. Creo que puede ser una reliquia en el mundo en red. Lo que necesitamos son nuevos regímenes reguladores.

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El sociólogo activista

 El norteamericano Jeremy Rifkin fue un activista comprometido de izquierda en su juventud y a finales de la década de 1970 comenzó a interesarse por la tecnología y su entramado social y económico, su labor durante los últimos 30 años ha sido responder a una pregunta esencial sobre tecnologías inmaduras. 'Sólo porque lleguen a nosotros no significa que tengan que ser usadas; algunas tecnologías aportan más valor que otras, algunas deberían ser utilizadas y otras no'. Esto le ha llevado a Rifkin por derroteros muy diversos a analizar el impacto

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que las nuevas tecnologías han producido en el trabajo, El fin del trabajo, la revolución en el mundo de los genes, El siglo de la biotecnología o el cambio del mundo acarreado por La era del acceso. En estas obras muestra una visión extremadamente crítica, que carga las tintas sobre los peligros y el control que ejercen estas tecnologías sobre nosotros, lo que le ha valido en ocasiones la calificación de agitador, anticientífico y ludita moderno: un activista profesional. Rifkin rechaza las críticas: 'Yo no me opongo a la tecnología. Mi intención es ser más maduro y sofisticado en el estudio de las tecnologías y plantear las principales cuestiones con franqueza'.

Francia da marcha atrás en la semana laboral de 35 horas. Zapatero la rechaza de plano. Y, sin embargo, su máximo ideólogo, el estadounidense Jeremy Rifkin, sigue defendiéndola. Y no lo hace por ideología, sino por cuestiones pragmáticas

Por Pablo Pardo Nueva economía 10 de Abril de 2005

El autor de El fin del trabajo (1995), el libro que sentó las bases ideológicas de la jornada de 35 horas en Francia, considera inevitable que los tiempos laborales se reduzcan a medida que la tecnología copa más y más actividades que antes sólo podían realizar los seres humanos. «Mi tesis era que si se reducía la jornada laboral se generaría más productividad y más crecimiento y, por tanto, más ingresos fiscales», recuerda Rifkin.

Era una especie de curva de Laffer, pero aplicada al trabajo en lugar de a los tipos impositivos, aunque a él parece no gustarle nada la comparación. Al fin y al cabo, Laffer es el ideólogo de las reformas fiscales de la etapa presidencial de Ronald Reagan, basadas en la idea de que si se reducen los tipos tributarios la economía crece más y la recaudación, a la larga, aumenta.

La curva de Laffer nunca fue demostrada ni en la práctica ni en la teoría -de hecho, la escribió en una servilleta de papel en un almuerzo- y todo hace pensar que, al paso que vamos, pasará bastante tiempo antes de que veamos si la curva de Rifkin funciona, aunque el consenso es que no.

Pregunta.- El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha dicho que «no habrá semana de 35 horas. En España hay que trabajar más»

Respuesta.- Soy un gran fan de Zapatero, y creo que está llevando a cabo una política muy buena en cuestiones sociales y mostrando un liderazgo impresionante. Pero en este punto estoy en total desacuerdo con él. El desempleo se debe al avance de la tecnología, que elimina empleos que pueden ser sustituidos por máquinas.Es algo que lleva sucediendo desde que empezó la Revolución Industrial.Y pasa en todo el mundo.

P.- Muchos dicen que en Estados Unidos eso no pasa.

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R.- En Estados Unidos sí pasa. Según un estudio de la Universidad de Chicago realizado a finales de los 90, cuando en teoría teníamos pleno empleo, ya que la tasa de paro sólo era del 4%, nuestra tasa real de desempleo era del 9%, es decir, más o menos como la europea. ¿Por qué? Porque en EEUU el subsidio de paro sólo dura seis meses.

A partir de ese momento los trabajadores que no tienen trabajo dejan de ser oficialmente parados. A eso se suma el que el 2% de los varones adultos están en la cárcel. Y, finalmente, en Estados Unidos hay una creciente masa de población subempleada, es decir, que tiene que tener varios empleos a tiempo parcial para sobrevivir.

P.- Las 35 horas, entonces, ¿no crean paro?

R.- Eso es ridículo. Observe lo que ocurre en Estados Unidos.Trabajamos más que nadie, incluso más que los coreanos. Y en los últimos tres años no hemos sido capaces de crear un solo empleo neto. La semana de 35 horas no es la razón del desempleo.La causa del desempleo es la sustitución de trabajadores por la tecnología. Y eso pasa en todo el mundo.

P.- ¿También en los mercados emergentes que están robando empleos a los países desarrollados?

R.- La deslocalización sólo supone una parte muy pequeña de la destrucción de puestos de trabajo. Los avances tecnológicos también destruyen empleo en los mercados emergentes. En China, por ejemplo, se han destruido el 15% de los empleos del sector público industrial en los últimos siete años. El problema de los empleos industriales es global, no de Estados Unidos o la Unión Europea. En los últimos siete años han desparecido el 14% de todos los empleos industriales en el mundo. Y el proceso no se limita al sector industrial.También llega a los servicios. ¿Cuántos empleados hay hoy en las oficinas de los bancos comparados con los que había hace 20 años? ¿Cuántos operadores telefónicos en las empresas de telecomunicaciones?

P.- Entonces, la reducción de la jornada laboral ¿es un proceso imparable?

R.- Lo es. Cuando empezó la Revolución Industrial, la semana laboral era de 70 horas y la esclavitud estaba extendida por todo el mundo. Hoy, se trabajan 40 horas a la semana y la esclavitud ha desaparecido del mundo desarrollado. Así que, ¿por qué no nos movemos de la semana de 40 horas a la de 20?

P.- De nuevo, la excepción a esas reglas es Estados Unidos, donde la gente trabaja cada vez más.

R.- En gran medida porque está subempleada. Muchas personas necesitan más de un empleo para sobrevivir y, aún así, lo hacen con grandes dificultades.

P.- Pero usted da clase en el master en administración de empresas (MBA) de Wharton, en la Universidad de Pennsylvania. El graduado medio de Wharton sale cobrando un sueldo de más de 100.000 dólares al año, pero también trabajando 70 horas a la semana para Goldman Sachs, McKinsey o algún otro banco de inversión o consultora.Eso tal vez tenga que ver con que tiene que pagar un crédito de 150.000 dólares con el que ha financiado su MBA, pero no guarda relación con el subempleo.

R.- Los abogados, los consultores y los altos directivos suelen trabajar más. También ahí se ve la diferencia entre Estados Unidos y la Unión Europea. En Europa, un alto directivo trabaja de 40 a 50 horas a la semana. En Estados Unidos, de 50 a 60 horas.

Page 12: EL SIGLO DE LA BIOTECNOLOGÍA

P.- Entonces, ¿la jornada laboral tiene que ver con la cultura?

R.- Sí. Y en muchos casos con la cultura de la empresa. ¿Sabe lo que pasó el 11-S en las Torrres Gemelas?

P.- No.

R.- En las empresas en las que los jefes dieron orden de evacuar las oficinas, se salvó la mayoría de la gente. Pero en las que dijeron que había que seguir trabajando murieron todos.

P.- Parece que vamos a acabar convirtiendo el debate de las 35 horas semanales en una cuestión de vida o muerte.

R.- No. Pero sí es una cuestión de eficacia. Vivimos en una sociedad terciarizada, en la que el sector servicios es prácticamente la única fuente de empleo. Y está demostrado que una persona sólo puede utilizar su capacidad mental máxima durante tres o cuatro horas diarias. Si trabajas más tiempo, no estás utilizando todo tu potencial, y tu empresa está tirando su dinero.

P.- ¿No podría dar un seminario a ese respecto en los periódicos españoles?

R.- Tal vez debería escribir un artículo sobre ello.

JEREMY RIFKIN

Nacido: En Denver (Colorado), en 1943. Cargo: Presidente de la Fundación de Tendencias Económicas (FOET, según sus siglas en inglés) y ex asesor de Romano Prodi. Trayectoria: En los años 60 y 70 fue uno de los líderes del movimiento contracultural en EEUU, y jugó un papel destacado en la marcha sobre el Pentágono de 1968. A finales de los 70, reorientó su actividad en favor del medioambiente y en contra de la biotecnología y la manipulación genética. Desde los años 90, es un gurú especializado en desarrollo económico, nuevas tecnologías y mercado laboral. Libros publicados: El fin del trabajo (1995), El siglo de la biotecnología (1998), La era del acceso (2000), El sueño europeo (2004). Título: Según el semanario Time, Rifkin es «el hombre más odiado por los científicos».