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EL SILLÍN EN EL CICLISMO: El sillín es uno de los 3 apoyos básicos que se tienen sobre la bicicleta, y es curioso ver cómo, ahora que la bicis son cada vez más ligeras, la gente opta por elegir sillines que no suelen cumplir con su función básica en busca de rebajar unos gramos allí donde se debería buscar comodidad por encima de todo para poder pasar horas y horas rodando, entrenando y disfrutando. Ante todo un sillín ha de ser cómodo y la ligereza ha de ser secundaria, más si cabe cuando 100g más en una bici no supone ningún lastre. Matemáticamente, la diferencia en esfuerzo (medido en vatios de potencia) entre llevar 100g más o menos de peso total en el conjunto bici-ciclista es inapreciable. Antes de pasar a dar unas indicaciones básicas sobre la elección del sillín, voy a mostrar cómo nos apoyamos sobre él Para conocer si un sillín es adecuado o no para nosotros, nos debemos fijar en cómo nos colocamos sobre él. APOYO SOBRE EL SILLÍN: El apoyo sobre el sillín se hace en la pelvis o cintura pelviana. La pelvis está formada por tres elementos: el sacro (por detrás) y dos huesos ilíacos (los laterales). Cada hueso ilíaco está compuesto a su vez por otros tres: el ilion, el isquion y el pubis. Sobre este último, en concreto, sobre la tuberosidad isquiática es sobre la que nos sentamos, ya sea en una silla o en un sillín de ciclismo. Al colocarnos sobre el sillín, entre la pelvis (isquiones) y este, se encuentra presionada la capa del perineo y el nervio pudendo, nervio que inerva los genitales. Si el sillín se adapta a nuestras características, no habrá problema, pero si no se adapta es probable que podamos sentir síntomas como: insensibilidad, incontinencia urinaria, adormecimiento, etc. Síntomas que pueden incrementarse aún más en las épocas frías. La mayoría de las veces estos síntomas son pasajeros, pero a medida que pasemos más tiempo sobre la bici o los descansos entre sesiones sean menores, tardarán más en desaparecer.

EL SILLÍN EN EL CICLISMO: ver cómo, ahora que la … · menos de peso total en el conjunto bici-ciclista es inapreciable. Antes de pasar a dar unas indicaciones básicas sobre la

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EL SILLÍN EN EL CICLISMO:

El sillín es uno de los 3 apoyos básicos que se tienen sobre la bicicleta, y es curioso

ver cómo, ahora que la bicis son cada vez más ligeras, la gente opta por elegir

sillines que no suelen cumplir con su función básica en busca de rebajar unos

gramos allí donde se debería buscar comodidad por encima de todo para poder

pasar horas y horas rodando, entrenando y disfrutando.

Ante todo un sillín ha de ser cómodo y la ligereza ha de ser secundaria, más si cabe

cuando 100g más en una bici no supone ningún lastre. Matemáticamente, la

diferencia en esfuerzo (medido en vatios de potencia) entre llevar 100g más o

menos de peso total en el conjunto bici-ciclista es inapreciable.

Antes de pasar a dar unas indicaciones básicas sobre la elección del sillín, voy a

mostrar cómo nos apoyamos sobre él

Para conocer si un sillín es adecuado o no para nosotros, nos debemos fijar en cómo

nos colocamos sobre él.

APOYO SOBRE EL SILLÍN:

El apoyo sobre el sillín se hace en la pelvis o cintura pelviana. La pelvis está formada

por tres elementos: el sacro (por detrás) y dos huesos ilíacos (los laterales). Cada

hueso ilíaco está compuesto a su vez por otros tres: el ilion, el isquion y el pubis.

Sobre este último, en concreto, sobre la tuberosidad isquiática es sobre la que nos

sentamos, ya sea en una silla o en un sillín de ciclismo.

Al colocarnos sobre el sillín, entre la pelvis (isquiones) y este, se encuentra

presionada la capa del perineo y el nervio pudendo, nervio que inerva los genitales.

Si el sillín se adapta a nuestras características, no habrá problema, pero si no se

adapta es probable que podamos sentir síntomas como: insensibilidad,

incontinencia urinaria, adormecimiento, etc. Síntomas que pueden incrementarse

aún más en las épocas frías. La mayoría de las veces estos síntomas son pasajeros,

pero a medida que pasemos más tiempo sobre la bici o los descansos entre sesiones

sean menores, tardarán más en desaparecer.

Vista de los órganos de la zona perineal y el nervio pudendo.

Recorrido del nervio pudendo y posible presión.

Así pues, es en función de cómo apoye nuestra pelvis sobre el asiento el que

debamos elegir un sillín u otro. Y este apoyo dependerá a su vez del grado de flexión

que poseamos en la cadera, que depende a su vez de la tensión de los músculos

isquiotibiales, aquellos que unen los isquiones con las tibias y que se encargan de

flexionar la rodilla y el fémur, básicamente. Una escasa flexibilidad en estos

músculos hará que la pelvis se coloque vertical sobre el sillín, recayendo la flexión

de la espalda sobre la zona lumbar. Una buena flexibilidad de estos músculos

permitirá que la pelvis bascule hacia delante, recayendo la flexión sobre la

articulación de la cadera y manteniendo la espalada plana.

A continuación se muestran dos ciclistas, el primero con una buena flexibilidad que

le permite bascular la cadera hacia delante manteniendo la espalda recta. El

segundo con poca flexibilidad, lo que le obliga a llevar la cadera más erguida y a

flexionar más la espalda en la parte media para poder inclinarse hacia delante. A

pesar de haber modificado la posición del segundo ciclista para evitar molestias en

el cuello, elevando un poco la potencia, la cadera se sigue manteniendo con las

misma inclinación, lo que cambia es la flexión de la espalda.

Buena flexibilidad que permite colocar la cadera basculada hacia delante

manteniendo al espalda recta. Obsérvese la línea amarilla de la espalda.

Poca flexibilidad que impide que la cadera bascule hacia delante recayendo la

flexión del tronco sobre la parte media de la espalda. Parte baja de la espalda

tendiente a la vertical.

Para conocer el grado de flexión que poseemos podemos hacer dos pruebas:

- Sentados en el suelo, con las piernas estiradas y la espalda libre. Si somos capaces

de apoyarnos sobre los isquiones manteniendo la espalda recta, es que nuestra

flexibilidad es buena. Si por el contrario no podemos apoyarnos sobre los isquiones

y tenemos que flexionar la parte baja de la espalda para no caernos hacia atrás, es

que nuestra flexibilidad es mala.

Izquierda: buena flexibilidad, isquiones apoyados y espalda recta. Derecha: mala

flexibilidad, espalda curva e isquiones sin apoyar.

- De pie con los pies juntos, tratar de tocar, sin doblar las rodillas, las puntas de los

pies. No es necesario llegar. Si al realizar el movimiento, la flexión recae sobre la

parte media de la espalda, quedando la parte baja de esta (los lumbares) de forma

plana y casi horizontal al suelo, es que nuestra flexibilidad es escasa. Si por el

contrario la flexión recae sobre la cadera y los lumbares tienden a alinearse con el

resto de la espalda, nuestra flexibilidad es buena. Esta última posición permite bajar

más cuerpo.

ELECCIÓN DEL SILLÍN E FUNCIÓN DE NUESTRO APOYO:

Una vez que conozcamos nuestro grado de flexibilidad de la cadera y sepamos si

nuestra cadera se coloca de manera vertical o inclinada hacia delante en el sillín,

podremos elegir el sillín apropiado.

En el mercado encontramos, básicamente, dos tipos de sillín: los planos y los

curvos.

- Los sillines planos: son apropiados para aquellas personas con escasa flexibilidad

en la cadera (en los músculos isquiotibiales, más concretamente) y que colocan esta

verticalmente sobre el asiento, pues dejan espacio en la zona perineal, no la

comprimen entre los isquiones y el sillín, con lo que evitan molestias asociadas.

Estos sillines, además, permiten un movimiento más libre del ciclista hacia delante y

hacia detrás, en función de la situación en la que se encuentre pedaleando. Así pues,

se podrá colocar en la parte posterior del sillín en aquellas situaciones en las que

deba ejercer mucha fuerza, como en las subidas, y en la parte delantera cuando

pedalee en llano y agarrado a la parte baja del sillín.

Ejemplo de sillín plano

- Los sillines curvos: son adecuados para aquellas personas que tengan una buena

flexibilidad de cadera y que coloquen esta inclinada hacia delante, manteniendo la

espalda recta o casi recta. En esta posición un sillín plano apenas dejará espacio

entre los isquiones y el sillín, contrayendo la zona perineal y acarreando las

molestias típicas que se indicaban al principio. Un sillín curvo aumentará este

espacio presionando menos la zona perineal y evitando molestias. El grado de

curvatura del sillín dependerá del grado de flexibilidad de la cadera o del grado de

basculación de la cadera, debiendo ser más curvo cuanto más se incline la cadera y

más recta esté la espalda. A diferencia de los sillines planos, los curvos no permiten

mucho cambio de posición sobre ellos, debiendo estar más estáticos sobre él

independientemente de si se rueda en llano, cuesta arriba, agarrado a la parte alta

del manillar o no.

Ejemplo de sillín curvo.

Ejemplo de sillín con curvatura media.

Ejemplo de sillín con mucha curvatura.

En la página de Fi´zi:k podemos ver en una animación cómo se coloca la cadera en

función del grado de flexibilidad y cómo contactan o no los isquiones dependiendo

del sillín. Si bien es cierto que los de Fi´zi:k indican que son los sujetos con más

flexibilidad, que ellos denominan “serpiente-snake”, los que han de utilizar los

sillines planos y los sujetos con menos flexibilidad, “toros-bull”, los que han de

utilizar los sillines curvos, esto no es así sino al contrario, ya que es debido a la poca

flexibilidad de los músculos isquiotibiales el que la cadera se coloque más o menos

vertical, y se puede ver perfectamente en la alineación de la cadera y la espalda en

cada opción señalada.

ANCHURA Y ALTURA DEL SILLÍN:

Sin embargo, la elección del sillín no solo depende de la forma de este. También

depende del ancho de la zona de apoyo y de su altura.

Ya hemos visto que el sillín apoya sobre las tuberosidades isquiáticas, sobre los

isquiones, por lo que el grado de separación entre ambas nos indicará la necesidad

de un sillín más o menos ancho o más o menos alto.

El elegir un sillín más estrecho de lo normal supondrá que el peso recaiga sobre la

zona situada entre los isquiones, ya que se “clavará” entre estos, la zona perineal,

asegurando una sobrepresión en esa zona tan delicada. Por lo que deberemos elegir

un sillín algo más ancho.

Ejemplo de cómo puede afectar la anchura y la altura del sillín en la presión sobre la

zona perineal.

Por altura de un sillín se indica la mayor o menor curvatura que este tenga en todo

su largo. Una sillín alto tendrá más curva que uno bajo. Esta curvatura longitudinal

se hace más evidente en la zona de apoyo de los isquiones, en la zona trasera del

sillín.

Así pues, aunque el acho del sillín sea el adecuado, si es demasiado alto para

nuestra morfología, se “clavará” entre los isquiones pudiendo provocar las molestias

indicadas al principio.

En un sillín alto el área (círculo negro) entre apoyos es menor, lo que supondrá más

presión en esa zona.

Sillín alto y curvo.

Sillín de media altura y plano.

En el mercado, algunas marcas poseen sistemas de medición de la anchura de los

apoyos (como Specialized), pero no de la altura, ya que es más difícil de medir, con

lo que será la experiencia la que nos indique la idoneidad de un sillín u otro, por

desgracia para nuestro bolsillo.

COLOCACIÓN DEL SILLÍN:

Aunque hayamos elegido el sillín más adecuado a nuestras características, si este

está mal colocado en la tija, es probable que nos pueda producir molestias, por lo

que su correcta colocación es tan importante como su correcta elección.

Colocación sobre la tija:

Atendiendo a la morfología de los huesos de la cadera, si se coloca el sillín con la

punta hacia arriba estaremos reduciendo el espacio existente entre los isquiones y

el sillín, con lo que aumentaremos la presión en la zona perineal.

Sin embargo, si bajamos en exceso la punta podremos tener varios problemas:

- El primero de ellos que nos deslicemos hacia la parte estrecha del sillín con lo que

ya no apoyamos los isquiones de manera correcta y tendremos el mismo efecto que

si elegimos un modelo más estrecho y alto del que nos correspondería.

- El segundo problema es que para evitar deslizarnos más haremos fuerza con el

cuerpo hacia atrás (especialmente con los brazos y los hombros), lo que además de

crear tensión en esa zona supondrá una mayor presión para la zona de apoyo sobre

el sillín, que ahora se verá reducida al colocarnos en la parte estrecha de este.

- El último problema puede venir asociado a la forma del sillín, ya que si nos

colocamos hacia la punta de una sillín curvado es muy probable que la “nariz”, la

punta del sillín, por la forma de este, se clave en la zona perineal presionándola más

de lo debido.

Colocación en la bicicleta:

Por último, y tan importante como la colocación del sillín en la tija, está la

colocación de este respecto a las medidas de la bicicleta. Este aspecto está muy

relacionado con la talla del cuadro y con nuestras medidas, por lo que una elección

inadecuada de este puede suponer molestias de todo tipo, incluidas las de la zona

de apoyo sobre el asiento.

A grandes rasgos, cuanto más erguidos nos coloquemos sobre la bici (manillar alto,

potencia, alta, etc.) menos presión se ejercerá sobre la zona perineal. Y al revés,

cuanto más tumbados (inclinados hacia delante) vayamos en la bici, mayor presión

sobre dicha zona.

Diferentes posiciones y sus respectivos apoyos sobre el sillín.

Por lo tanto, un cuadro más largo de lo debido o con un tubo vertical con un ángulo

demasiado cerrado puede provocar molestias relacionadas con el sillín ya que nos

obligará a tumbarnos más, a inclinar más el tronco y a cerrar el ángulo de la cadera.

Además de las posibles molestias asociadas en la zona lumbar por exceso de

tensión.

EL SILLÍN EN LA MUJER:

Si ya puede ser un problema la elección de un asiento confortable en el hombre,

esto se agrava en el caso de la mujer debido a la escasez de sillines adaptados a su

morfología. Y es que la pelvis de la mujer es más ancha que la del hombre. El

espacio entre isquiones es mayor debido a que está preparada para facilitar el parto

y la gestación.

Por lo tanto, un sillín de mujer ha de ser más ancho que uno de hombre para

permitir un correcto apoyo de los isquiones, además de ser más bajo para evitar

presiones en una zona más sensible, ya que el área de apoyo es menor.

Por último, existe una tendencia a hacer los sillines de mujer muy acolchados,

cuando tendrían que ser firmes. El acolchado lo único que va a permitir es que los

isquios se claven más, consiguiendo el mismo efecto que un sillín alto y presionando

la zona perineal en exceso.

Así pues, la elección ha de ser más cuidadosa, pero el problema es que no existe en

el mercado una gran variedad de sillines para ellas y esta tarea se hace más difícil

aún.

Diferente anchura entre isquiones y menor área de apoyo (círculo negro) entre el

hombre y la mujer.

No obstante, una correcta posición sobre la bicicleta, en el caso de las mujeres es

indispensable, por lo comentado con anterioridad.

SILLINES CON CANAL CENTRAL Y CORTOS:

Hace un tiempo que salieron al mercado sillines con canal central para evitar las

presiones en la zona del perineo. Su conveniencia o no depende de muchos factores,

pero lo que es fundamental es que el sillín se adapte a nuestra morfología a pesar

de tener dicho canal. Así pues, si el sillín no nos es apropiado puede que las

presiones se agudicen al recaer más peso sobre una menor superficie de apoyo (los

bordes del canal o la parte frontal del agujero) sintiendo una sensación como si se

clavase.

Por lo tanto, lo primero que el sillín sea adecuado en forma y anchura. Si además

posee canal central, permitiremos un mayor espacio para el apoyo del área perineal,

con lo que se reducirán las presiones, pues es esa su función. Pero no debemos

supeditar la elección del sillín a este aspecto.

Lo mismo ocurre con los sillines cortos, tipo Duopower. Su diseño trata de evitar una

sobre presión en la zona perineal. Sin embargo, el carecer de nariz y el tener que

estar ligeramente inclinado hacia delante, así como ser muy bajo (completamente

plano), lo que hace que los isquiones reciban todo el peso del cuerpo, pueden hacer

que no nos resulte apto. Además de poder ser un inconveniente a la hora de

movernos sobre el sillín o utilizarlo de apoyo para diferentes maniobras (soltarnos

de manos, colocarnos en un descenso, etc.).

CONCLUSION FINAL:

Con este artículo he tratado de mostrar los aspectos que han de determinar la

elección de un sillín u otro en función de nuestras características morfológicas y

necesidades. Sin embargo, el conocerlas puede resultarnos difícil, para lo cual

deberemos ponernos en manos de un experto. No obstante, observándonos y

analizando nuestras molestias podemos acercarnos bastante al modelo de sillín

idóneo para nosotros. Solo requiere tiempo, pruebas y no desesperar. Por desgracia,

en España son pocas las tiendas que dejan probar sus productos, por lo que puede

que probar diferentes sillines sea dificultoso, pero si preguntamos a conocidos y

amigos, seguro que tienen sillines antiguos que nos pueden servir como muestra

para conocer nuestras necesidades.

Y hay que tener en cuenta que buscar la ligereza en este elemento puede que solo

traiga problemas, pues son los sillines más ligeros los más estrecho y los más planos

(por ahorro de material), lo que puede que no nos sea óptimo. Sin embargo, si un

sillín ligero se adapta a nuestro “culo” no deberemos tener problemas.

Así pues, lo mejor, estar cómodos…

[Artículo original de Juan Ocampo en http://deporterendimiento.com ]