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EL SÍNTOMA COMO RESPUESTA SINGULAR FRENTE AL DISCURSO DEL OTRO
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El síntoma como respuesta singular frente al discurso del Otro: un abordaje psicoanalítico1
Alejandra Franco Cruz2
Asesor: César Alberto Soto Echavarría3
Resumen
El presente trabajo se traza el objetivo de discernir la concepción del síntoma como respuesta
singular al discurso del Otro en la literatura de Freud y Lacan, teniendo presente las
concepciones más precisas del síntoma y el discurso -cultura en la literatura de estos autores;
también es preciso ubicar la noción de lo singular desde el psicoanálisis y la discusión en
términos del estatuto de respuesta singular que puede tener el síntoma. Resultan como categorías
emergentes la noción de sujeto y la relación del síntoma con el deseo y el goce.
La propuesta es de tipo cualitativo, valiéndose de un diseño monográfico. La revisión
bibliográfica, se realiza a partir del análisis de contenido y el comentario de texto logrando así un
ejercicio de descripción de categorías, pero además, una posición crítica por parte del
investigador.
Se concluye que el síntoma es una respuesta singular del sujeto frente al discurso del Otro;
puesto que se ubica del lado femenino en las lógicas de la sexuación. Así, el síntoma se enmarca
1 Artículo resultado de proyecto de investigación para optar a título de pregrado de Psicología, realizado
en el año 2015.
2 Estudiante de la Universidad Católica de Pereira, Facultad de Ciencias Humanas, Sociales y de la
Educación. Programa de Psicología, X semestre. Pereira, Colombia. 2015. Contacto:
3 Psicólogo de la Universidad Católica de Pereira. Candidato a magister en Investigación Psicoanalítica de
la Universidad John F. Kennedy, Buenos Aires, Argentina. Docente de la Universidad Católica de
Pereira.
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como una respuesta al Otro en términos de lo que este causa por medio del significante en la
estructura del sujeto; este último toma una posición respecto a su significante primordial y, de
acuerdo a ella, responde.
Palabras clave: Síntoma, discurso, singular, deseo, goce, significante.
Abstract:
This work aimed to discern the conception of the symptom as a singular response to the
discourse of the Other in the literature of Freud and Lacan, bearing in mind the most accurate
conceptions of symptom, culture/ discourse from psychoanalytical literature; it is also necessary
to place the notion of the singular from psychoanalysis and discussion in terms of the status of
singular response can have the symptom. There are emerging categories as the notion of subject
and relationship of symptoms with a desire and jouissance.
Key words: symptom, discourse, singular, jouissance.
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Introducción
El síntoma es una noción fundamental en la cosmovisión psicoanalítica y ha tenido
transformaciones importantes en la obra freudiana y lacaniana, tanto dentro de sus mismas obras
como en los avances de autores actuales que se han interesado por el tema. Así mismo el
discurso/cultura –concepción de Lacan y de Freud respectivamente- ha promovido la
investigación frente a lo que se puede llamar hoy síntoma de acuerdo a los imperativos que
determina la época.
El cuestionamiento fundamental de este trabajo gira en torno a una mirada del síntoma y el
discurso de una forma estructural en el sujeto, abriendo así el debate con otras posturas que
hablan de la pluralidad en los síntomas y de un discurso hegemónico, como el Capitalista.
En esta vía de interés, De Castro (2012) propone como hipótesis la relación existente entre
el síntoma y el discurso, en este caso el discurso capitalista, a partir de la revisión y lectura actual
del texto La moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna, obra de Freud publicada en el
año 1908. El artículo evidencia la influencia y efecto del discurso capitalista sobre la estructura
del sujeto y la función del síntoma. Según la autora, el síntoma permite al sujeto no quedarse sin
elementos para objetar al Otro del discurso, pues es por medio de este que puede sustraerse o
quitarse a ese movimiento que impera goce absoluto.
Pensando el síntoma como respuesta, Rovira (2013) en su trabajo El discurso capitalista y
la promesa de la felicidad plantea cómo la ciencia conjugada con la tecnología ha propiciado
múltiples opciones para el encuentro de la felicidad del individuo a partir de las respuestas
objetalizadas, que hacen que el sujeto se vaya desvaneciendo; por ejemplo, la depresión que
considerada como síntoma es intervenida a partir de fármacos que regulan el estado del ánimo
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para el buen funcionamiento del individuo en sus múltiples funciones de la vida cotidiana. Otro
punto, son las adicciones enmarcadas en diversos objetos –droga, internet, figura corporal- que
prometen el encuentro con la anhelada felicidad.
Siguiendo en la línea del desvanecimiento del sujeto, Recalcati (2004) en La cuestión
preliminar en la época del Otro que no existe, señala que los síntomas contemporáneos aparecen
en virtud de una ―expulsión-cancelación‖ del sujeto del inconsciente en el discurso capitalista,
expresa también que las demandas en la clínica actual surgen como consecuencia de un
debilitamiento en el orden simbólico y, siguiendo a Miller, plantea que las demandas no están
dentro de la dialéctica del deseo, sino que se expresan a partir de la falta del mismo.
Por otra parte, Correa (2012) expone, sobre los síntomas, en su texto A propósito de la
perversión generalizada y el discurso capitalista que en la época actual se debe hablar de
envolturas, que según él, es lo que cambia de acuerdo a la época, más no se debe hablar de
síntomas contemporáneos ya que las apariciones fenomenológicas no tienen el estatuto de
síntoma que refiere al psicoanálisis.
A partir de la revisión bibliográfica emerge como pregunta central ¿Cuál es la concepción
teórica que desde el psicoanálisis freudiano y lacaniano se puede encontrar del síntoma como
respuesta singular frente al discurso del Otro?, para su abordaje se tendrá en cuenta como
objetivo general: discernir la concepción del síntoma como respuesta singular al discurso en la
literatura psicoanalítica de Sigmund Freud y Jacques Lacan. Para ello se plantean como objetivos
específicos, los siguiente: describir y reflexionar en torno a las concepciones más precisas del
síntoma en Sigmund Freud y Jacques Lacan; analizar el concepto de cultura y discurso desde
Freud y Lacan respectivamente; ubicar la noción de lo singular desde la perspectiva
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psicoanalítica y finalmente, problematizar la concepción del síntoma como respuesta singular
frente al discurso.
Metodología
Es necesario aclarar que la investigación está guiada desde el paradigma de investigación
cualitativo, valiéndose de un diseño monográfico para su desarrollo ya que permite elaborar un
texto sobre un tema determinado, permitiendo hablar sobre este teniendo en cuenta el panorama
que lo acompaña, no obstante, la monografía se centra más en el tema de interés sin ahondar del
todo en aquello que lo rodea. ―Una cosa es pintar el retrato de un caballero sobre un campo con
un río, y otra pintar valles, campos y ríos‖. (Eco, 2006, p.29)
Según Romero (2010) la monografía ―es un trabajo que tiene la particularidad de versar
sobre un tema único, bien delimitado y preciso (…) resulta un escrito breve en el que se prefiere
sacrificar la extensión de los asuntos a tratar en beneficio de la profundidad‖ (p.12), esto muestra
que puede ser una buena herramienta en esta investigación dadas las características del método
psicoanalítico, no porque sean igual, sino que en la medida en que el detalle prime, se podrá
hacer un trabajo más profundo que extenso, pues serán estos detalles los que permitan una
interpretación y lectura crítica sobre el tema específico por el que se indaga.
Así, el presente trabajo es llevado a cabo teniendo como principal interés desarrollar lo que
tiene que ver conceptualmente con el síntoma tomándose como una manera de responder frente
al discurso contemporáneo (ordenamiento social-cultural), tomando conceptos importantes
dentro de los postulados de Sigmund Freud y de Jacques Lacan como referentes principales,
teniendo en cuenta otros autores importantes con nuevas propuestas conceptuales que puedan
aportar en este encuentro teórico.
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Es pertinente aclarar que es una investigación en psicoanálisis y no con el psicoanálisis; la
primera implica el trabajo con elementos conceptuales propios de la teoría psicoanalítica –lo que
se pretende en este trabajo- y la investigación con esta disciplina sugiere la lectura de fenómenos
sociales o contextuales que sean susceptibles de ser leídos desde esta perspectiva. Haciendo
referencia a la conferencia de Ramírez (2014) la investigación en psicoanálisis ―es una invención
permanente‖ porque no sólo se desarrolla en el campo teórico de sus conceptos, sino que es
susceptible de llevarse a contextos sociales en los que constantemente su método y sus
concepciones se reinventan.
Se utiliza el análisis de contenido con el fin de hacer un trabajo descriptivo y a su vez
crítico, según López (2009) el análisis de contenido oscila entre dos momentos
complementarios: ―el rigor de la objetividad y el de la fecundidad de la subjetividad. Disculpa y
acredita en el Investigador esa atracción por lo oculto, lo latente, lo no aparente, lo potencial
inédito, lo «no dicho», encerrado en todo mensaje‖ (p.173) Esto implica que no sólo sea la
recolección de significaciones o conceptualizaciones de las categorías de investigación, sino que
se realice una elaboración y transformación de la información a partir de la postura del
investigador, soportándose siempre en los elementos conceptuales que se presentan en los
documentos.
Además, se complementa con el comentario de texto, como una herramienta desde el
psicoanálisis que da lugar a un abordaje exhaustivo del material bibliográfico revisado, teniendo
en cuenta los cuestionamientos que ante él surgen y logrando mantener una transferencia con el
mismo, pues dicho material ha de tener un saber que se preste para la indagación actual en la
medida en que sea interpretado y cuestionado para lograr la formalización de su contenido.
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―En el campo psicoanalítico el comentario de un texto auténtico consiste en hacer responder
al texto las preguntas que él nos plantea a nosotros. Esto implica poner de manifiesto lo que el
texto propone y encontrar sus respuestas‖. (López, sf., p.2) la propuesta no es buscar un
argumento del texto en general, sino explorar en detalle todo el contenido para que sea el texto
mismo el que responda las preguntas que él plantea. En otras palabras, el texto es el que plantea
el problema y él mismo es el que debe permitir encontrar las respuestas; es decir, él es el que
tiene un saber en sus letras.
De esta forma, el uso del comentario de texto evita repetir lo dicho en otras investigaciones,
permitiendo un constante diálogo entre el texto y el investigador, logrando dilucidar o hallar
nueva información, porque el método psicoanalítico conlleva al encuentro de cosas nuevas, sin
partir de los prejuicios con los que se emprende una búsqueda. En virtud de esto es que en el
psicoanálisis no se busca, sino que se encuentra, se da el lugar a la sorpresa y a la posibilidad de
descubrir otros caminos hacia el conocimiento.
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Discusión
El tema de los síntomas en relación al discurso contemporáneo ha sido de amplio interés para el
psicoanálisis. Sin embargo una de las cosas que se alcanza a observar y a leer en numerosos
trabajos es que ha crecido el interés por el estatuto del síntoma y su forma de presentarse, o más
bien, la envoltura con la que este aparece en la época actual.
Pareciera entonces, que al estudiar las formas en las que se manifiesta el síntoma se hiciera
una especie de nosología de las patologías de la época actual, la pregunta que emerge es por qué
se ha instaurado en algunos trabajos desde el psicoanálisis un querer saber cuáles son los
síntomas que hoy se presentan; y vale puntualizar un poco más la pregunta ¿Desde el
psicoanálisis existe la posibilidad de hablar de los síntomas? ¿En la clínica psicoanalítica, como
principal fundamento de la teoría, es válido hablar de síntomas, en plural?
Precisamente tomando como base que el psicoanálisis nace de la experiencia clínica es que
es necesaria la pregunta por cómo actualmente se está leyendo el síntoma, puesto que esta
disciplina no parte de categorías psicopatológicas, sino más bien, buscando un diagnóstico
diferencial en términos de estructura, como la neurosis, la psicosis y la perversión y en esa vía
poder trabajar con lo que se presenta como molestia para el sujeto.
Los estudios que hacen este tipo de nosología refieren a síntomas de la época como la
anorexia, la bulimia y las toxicomanías, e incluso Castaño (2013) en su estudio señala que en la
época actual el síntoma no tiene el carácter metafórico que se plantea desde el psicoanálisis y
que además lo hace diferente a otras formas de abordaje desde otras disciplinas, como la
psiquiatría.
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La definición del síntoma permite saber qué clase de sujeto hay al frente, es decir, si se
habla de una etiqueta psicopatológica seguro que la concepción de sujeto no coincide con el
sujeto del inconsciente, porque este no precisa un síntoma para medicarlo, para diagnosticarlo; el
sujeto propuesto por Lacan, comporta un síntoma que quiere ser hablado y además hablante, de
allí que la clínica psicoanalítica no sea una clínica muda o que pretenda nombrar antes de que el
sujeto lo haga.
―El punto en que el psicoanálisis va más allá de la clínica psiquiátrica, sin oponerse a ella, es
cuando permite ubicar el síntoma singular de cada uno, que es homólogo al nombre propio‖
(Mattera, Pérez, Salinas, Pesich & Ventoso, 2009, p. 95) en este punto surge la pregunta, si como
tal, es el síntoma lo singular; en este caso, sería pertinente plantear que el síntoma porta algo de
la singularidad del sujeto, que no es precisamente su aparición fenomenológica. Es importante
situar en este momento la disyunción que se esboza entre: hablar de patologías como síntomas y
un síntoma que habla. Precisamente, es el segundo, el que le da lugar al sujeto del inconsciente.
¿A qué se refiere un síntoma que habla? Esto quiere decir que es un síntoma necesario, que
es menester mantenerlo y no desparecerlo, mucho menos doparlo. La permanencia del síntoma
es necesaria en cuanto habla de la historia del sujeto, de sus lazos, de lo que ha trenzado en su
entramado discursivo; lo que permite el trabajo analítico es precisamente hablar sobre lo que ha
aparecido como molestia, quizás por eso es válido decir que al principio es un síntoma del cual
se habla, hasta que este encuentra un momento lógico para manifestarse con una estructura
gramatical para ser leída.
Cuando el síntoma es hablado y en esa vía pasa a ser hablante por estar articulado en la
cadena significante, es porque puede ser leído, traducido y ser bordeado de sentido hasta el límite
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que el lenguaje mismo marca, ―Llamo síntoma a lo que viene de lo real. Quiere decir que eso se
presenta como un pescadito cuya boca voraz no se cierra más que si se le pone sentido bajo el
diente‖ (Lacan, 1974, p.84)
Ahora es pertinente remontarse al título del presente trabajo ―El síntoma como respuesta
singular del sujeto frente al discurso del Otro‖, en primera medida es importante reconocer que
el síntoma como formación del inconsciente remite a una estructura clínica, pero además en el
título se ve una relación entre el síntoma que responde y el discurso, lo que quiere decir que ese
síntoma refiere a un sujeto que está en la lógica discursiva y este, en cuanto a estructura, implica
a la neurosis.
Sí bien, hablar no significa responder, responder sí significa decir algo y en este caso el
sujeto se vale de su síntoma para poder hacerlo frente al discurso. En esta vía se puede traer a
discusión el planteamiento de De Castro (2012) sobre la objeción que representa el síntoma hacia
el discurso, es decir, el síntoma le permite al sujeto objetar lo que viene del discurso. Sin
embargo, cuando se habla de objeción tampoco se trata en el pleno sentido de una respuesta,
puede ser una forma, pero no la única. La objeción precisa una oposición, una razón opuesta; lo
que no define a una respuesta.
Es preciso entonces interrogarse desde la etimología a qué refiere el verbo responder. Según
el Diccionario de la Real Academia Española este verbo viene del latín respondĕre del cual se
derivan el prefijo “re” que significa reiteración y el verbo ―spondere‖ que se traduce como
prometer y ofrecer. Pero además, del verbo respondĕre se deriva la palabra responsum , que
quiere decir responsabilidad. De allí que según la RAE la palabra responsabilidad signifique
―tener la capacidad de dar respuesta‖
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El responsum se hace a un interrogatio anterior. El negocio típico de donde deriva el
término la sponsio. El que quería resultar acreedor — stipulator — preguntaba: "spondes
mihi X dari", a lo que el promissor respondía: "spondeo" (…) responder quiere decir ser
responsable — lo que se explica porque la sponsio es la forma originaria de la garantía de
los fiadores. (D‘ORS, 1949, p.64) 4
El verbo responder desde sus raíces etimológicas permite dilucidar elementos que tienen
que ver con la noción de síntoma propuesta desde el psicoanálisis. Primero, el prefijo ―re‖
muestra un carácter de repetición o reiteración, lo que se puede leer de dos formas; Sigmund
Freud (1996) expuso que el síntoma tiene un sentido retroactivo lo que implica una función de
repetición de una experiencia traumática de antaño en la vida del sujeto, es inclusive, esa
repetición la que posibilita responder al sujeto a esa experiencia en la que en el primer momento
no encontró los medios o herramientas para hacerlo.
Freud expone sobre la compulsión a la repetición, donde se abriría camino para plantear lo
que refiere a la pulsión de muerte, aquella que va más allá de un principio de placer; es aquella
boca voraz del pez que dice Lacan, a la cual sólo se le puede cerrar si se le pone sentido entre los
dientes. El síntoma en su compulsión a la repetición puede representar un carácter mortífero, que
si bien trae una ganancia de placer para el sujeto también puede estar pisando el terreno de lo que
Lacan nombró como el goce.
4 El responsable se hace un cuestionamiento anterior. El negocio típico de la promesa. El que quería resultar
acreedor -stipulator- preguntaba: ―Prometes darme X‖, a lo que el prometedor o fiador respondía: lo prometo.
Responder quiere decir ser responsable — lo que se explica porque la sponsio -promesa- es la forma originaria de la
garantía de los fiadores.
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De esta manera el prefijo re del verbo respondĕre se puede articular con la noción de
síntoma en su vertiente de repetición, como una actualización de una situación traumática
primera y como una compulsión a la repetición en tanto se presenta una ganancia de placer.
Ahora, en un segundo punto, es preciso mirar a qué refiere spondere, que traduce prometer y
ofrecer. Esta palabra alude a la garantía del fiador a hacerse cargo de una deuda en el momento
en que el acreedor no cumpla, es decir, el acreedor es quien en un primero momento es el
responsable de pagar, sin embargo, cuando este no cumple es el fiador quien se encuentra con la
deuda del primero y de quien se espera, la asuma, que se haga cargo de ella; se trata de la
promesa que hace un fiador a pagar; pero ¿acaso el síntoma es la forma de asumir una deuda? Y
de ser así, ¿de qué deuda se trata?
Esencialmente esta deuda deviene de la elección forzada del sujeto en cuanto a su alienación
al Otro; la elección, como lo indica Lacan (2001) en la clase 16 del Seminario XI, implica poder
conservar una de las partes, pero la otra irremediablemente se debe perder. La elección se da en
la medida en que el sujeto es atravesado por el lenguaje y es representado por un significante
para otro significante, a partir de allí se esboza lo que deviene como deuda en tanto no todo
queda representado por el recurso de la palabra en el plano simbólico, de esta manera Lacan
(2000a) indica sobre una ―deuda simbólica de la que el sujeto es responsable como sujeto de la
palabra‖ (p.417)
En preciso anotar que el sujeto elige, de manera forzada en cuanto a su aparición en el
campo del Otro, de esta manera cuando se habla acerca de la causalidad del sujeto en su destino
es de acuerdo a esta elección que empieza a marcar su estructura y abrirse a la posibilidad de
responder en el campo del Otro por medio de su articulación en la cadena significante.
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De esta manera, cuando se habla del síntoma se hace alusión a la lógica de la cadena
significante, porque aunque aparece como precario de sentido posibilita al sujeto la elección de
trabajar con él para traducirlo, haciéndose de esa manera cargo de su padecer y acercarse a la
verdad de su deseo, es decir, con la elección de trabajar con el síntoma aparece el sujeto
responsum, palabra del latín que se deriva del verbo respondĕre y que traduce al adjetivo
responsable.
Cuando el sujeto se pregunta por lo que le aqueja, cuando encuentra en su malestar un vacío
en la respuesta, es que entra en juego el fiador –el sujeto- ya que aquel acreedor al que se le
reconocían los recursos para responder -el Otro- dejó suspendida una promesa edípica, una deuda
simbólica de la que el fiador ahora es responsable; es decir, que puede responder, asumir y
hacerse cargo del encuentro del sentido sobre su síntoma, porque hay una pregunta que lo
implica, no es una pregunta aislada sino en la que también aparece una responsabilidad en
términos de sus propias causalidades, elecciones.
Cuando se piensa al sujeto responsable es posible hacerlo en dos momentos, en el que
reconoce que su propio tejido, en cuanto a su elección, lo ha llevado al malestar psíquico y
cuando decide asumir esa responsabilidad respondiendo por lo que ha hecho; lo que quiere decir,
que el síntoma más que una queja se convierte en la principal vía de una nueva experiencia de
descubrimiento, porque el sujeto responsable es el que desea saber, es el que desea encontrar una
verdad más allá de una aparición fenomenológica.
En esta vía el síntoma no es ya la aparición de un padecimiento, el síntoma es la forma
semántica en la que este se revela cuando está presto a la interpretación, es decir, cuando el
sujeto le hace pregunta y encuentra respuestas en su propia historia, la cual está sostenida por el
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significante que viene del Otro. En esta vía se puede considerar el síntoma como un ―síntoma
analítico (…) como un mensaje, y decir que la doctrina del síntoma es una semántica‖ (Miller,
1998, p. 129)
Lacan (1973) en el texto Televisión expone que el síntoma refiere a un nudo de significantes
y que anudar y desanudar vía la palabra es lo que da cuenta de esa materia significante que lo
constituye; de allí que el síntoma sólo se considera como tal cuando pasa de ser un goce sentido -
un padecimiento repetitivo, síntoma conversivo en la histeria o ideas obsesivas- a un sentido
gozado –en donde se goza del sentido que trae el síntoma cuando es hablado -, en donde impera
para cada significante un significado, esto hace hablar al síntoma y va acotando poco a poco el
discurso para ir enlazando los significantes primordiales que lo anudan.
La pregunta que emerge ahora es saber si este síntoma es el síntoma con el que llega el
paciente. Este llega con una pregunta sobre la causa de su malestar, por ende para que haya un
inicio de análisis debe haber un síntoma, un sujeto responsum que se cuestione y una posición
de deseo de saber. Es por esto que el síntoma analítico es el que se presenta dentro de una
experiencia de análisis, es el que lleva al sujeto a cuestionarse y a elaborar sobre su pregunta: es
para Miller (1998b): ―un síntoma hablado por el paciente y, más aun, es un síntoma hablante, se
vuelve hablante a partir del momento en que es descongelado a partir del análisis‖ (p.105)
Pero dentro del síntoma analítico no sólo se expresa la interpelación del sujeto por su
molestia y el encadenamiento significante que se da a partir de su discurso, sino que es necesaria
la presencia del analista; es decir, que el sujeto haga al analista parte de su síntoma. A partir de
ese momento se empieza a esbozar el lazo transferencial necesario en el análisis, en donde el
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analista está ubicado en el lugar del sujeto supuesto saber, es decir, de quien puede saber de la
causa de ese malestar.
Volviendo al síntoma ya no como el padecimiento, sino como una respuesta articulada a la
cadena significante y asumido por el sujeto de manera responsable; es que se hace necesario
entenderlo desde la perspectiva clínica, aquella que permite pensar el síntoma como algo que va
más allá de unas categorías universales que pueden estar reveladas en las etiquetas
psicopatológicas: ―no hay sentido común de los síntomas‖ (p.117) indica Torres (2012).
Es importante la referencia a Torres (2012), ya que entra a exponer la posibilidad de hablar
de síntomas, en plural. El síntoma puede ser una categoría visto desde lo universal, en tanto cada
sujeto neurótico al tener un lugar en la cadena discursiva puede hacer parte de esta al síntoma, es
decir, hacerlo parte de la cadena significante en la medida que sea trabajado y abordado vía la
palabra. Sin embargo, el que no haya sentido común de los síntomas ya indica que hay al menos
un sentido que no se inscribe dentro de ese universal.
De hecho es importante traer a colación las palabras de Soler (citada en Lombardi 2009) ―El
sujeto es de una singularidad universal (…) todos somos singulares‖ (p.19) y es que es
precisamente que haya un límite para la palabra lo que hace que el sujeto se deba detener en un
momento dado en su discurso, porque hay en la estructura un significante primordial que no se
modifica, pero con el cual sí se puede llegar a tener un posicionamiento diferente.
El que haya un sujeto marcado por el significante lo pone tanto del lado de lo universal
como del singular, del primero porque es posible indicar que todo sujeto está marcado por el
significante –el ―para todos‖- y el segundo, porque el significante revela lo que no se inscribe
dentro de lo simbólico, hay algo que a él escapa -―el no todo‖-.
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De esta manera el síntoma en el neurótico se puede revelar de la siguiente manera: es un
universal en tanto para todos los sujetos con esta estructura pueden padecer síntomas, sin
embargo, el síntoma en su singularidad aparece como un extraño que ha de cuestionarse y
descubrirse dentro de un trabajo analítico, así lo expresa Lombardi (2009):
La singularidad no es normal ni universal, que el síntoma es algo suyo pero también
ajeno, que le es familiar pero también extranjero ya que le ocurre a otros neuróticos que
padecen la misma neurosis que él. El síntoma es algo extraño que lo habita desde hace
algún tiempo, y el proceso mismo del diagnóstico psicoanalítico tiene como función
revelarlo en su extrañeza. (p.20)
Ahora bien, si se entiende el universal desde la premisa ―todo sujeto efecto del significante
es singular‖, la singularidad se juega en este caso con referencia a lo universal; sin embargo
Torres (2012) plantea que del lado femenino se encuentra lo singular y tiene su argumento en la
lógica del ―no todo‖, de allí que se encuentre en el lado femenino el objeto a como pérdida en lo
real; el Otro tachado en cuanto a su inconsistencia como sujeto atravesado por el lenguaje y LA
tachado que indica que ―la mujer no existe‖; de acuerdo a estos elementos que refieren en todo
momento a la falta es que la autora plantea lo singular en cuanto no se inscribe dentro del ―para
todos‖, que es lo universal, ni dentro de algún elemento de ese universal, que indica lo particular.
Si para Lombardi (2009) el síntoma no es universal, y es singular por su extrañeza que lo
hace trabajable en un análisis, y se tiene en cuenta que lo singular en Torres (2012) alude a lo
femenino, entonces cabría la pregunta ¿es el síntoma una respuesta femenina? Esto no
necesariamente debe indicar que el síntoma sólo pueda aparecer en un sujeto que haga una
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elección hacia lo femenino, sino que implica que hay algo de lo masculino, de la lógica del ―para
todos‖ que tiene conexión con lo singular, con ―el no todo‖.
Hay que volver entonces a las fórmulas de la sexuación, allí el sujeto dividido, que se
encuentra del lado masculino, tiene relación con el objeto a, que se ubica del lado femenino. Allí
ya se evidencia que del ―para todos‖ sí hay algo que se inscribe dentro de la lógica del ―no todo‖,
lo que explica que aun un sujeto inscrito en el lado masculino y de lo universal, sigue estando en
falta, de todos modos, ¿acaso sin falta es posible hablar de sujeto?
Ahora bien, eso que feminiza el lado masculino por hacer parte de la lógica femenina que es
el objeto a ¿podría ser la causa del síntoma?, Lacan (2009), indica la articulación del síntoma en
la cadena significante, e incluso, hace unos párrafos atrás se ubicaba el síntoma como aquello
que viene como respuesta en el lugar de la deuda, es decir, como un recurso simbólico que
permite referenciar al objeto a en lo simbólico como falta, en este caso, de sentido. Incluso así lo
indica Soler (2015) ―el síntoma es una suplencia, significa el síntoma es un real que suple la falta
de proporción sexual‖ (p.15).
Es importante llegar a este punto, porque entonces se tiene la connotación del síntoma en
dos vertientes, como un recurso en lo simbólico, pero además tiene como causa, según Soler
(2015), la verdad y lo real. Hay que remontarse nuevamente al objeto a, ¿a qué refiere este objeto
si no es a la imposibilidad del discernimiento de lo real? Es que es precisamente este objeto el
que impone la imposibilidad de la proporción sexual, que está marcada por el atravesamiento del
lenguaje y lo que refiere que ―no todo‖ es posible.
Que el síntoma devenga del vacío de lo real del objeto a, es el enigma al que se refiere
Lacan (1999) en Las máscaras del síntoma, y que no da cuenta sino de la articulación del
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síntoma con el deseo, este último como una cara del nombrado objeto, que al no ser susceptible
de pasar a la consciencia debe usar al síntoma como un recurso para revelar algo de su verdad;
incluso desde Freud esto se evidencia en su definición del síntoma como formación de
compromiso entre las representaciones reprimidas y represoras, en las que algo de las primeras
logra pasar de manera desfigurada al plano de la consciencia. Acá se ubica entonces una de las
causas del síntoma: que el deseo está en la base del síntoma y este a su vez se encuentra causado
por el objeto que falta –objeto a-.
Esa articulación del síntoma con el objeto causa de deseo e incluso, en su dimensión de goce
en su compulsión a la repetición, ya aguarda un lugar en lo real, porque ese objeto que se ha
perdido es una imposibilidad, es una pérdida de sentido que ―no toda‖ se tramita por el lenguaje,
de allí que el síntoma devenga como recurso para responder a una deuda de sentido, tanto en lo
simbólico como sentido en lo real, como lo señala Soler (2015):
(…) ven que cuando hablamos del sentido del síntoma debemos tener en la mente de un
doble sentido, ya que están: los equívocos de lo simbólico, está el sentido que proviene de
lo simbólico y del imaginario de la verdad –es este el sentido producido en la cadena
significante- pero hay otro sentido, un sentido que Lacan designa como real y que impide
que las cosas marchen (p.14)
Y es que cuando el síntoma aparece las cosas dejan de marchar, la vida del sujeto que lo
padece se altera, hace cosas ―sin sentido‖ y no en vano, el síntoma revela la deuda de sentido. En
este caso ya hay que ubicar entonces al síntoma como singular en tanto es causado por lo real y
la verdad que devienen del objeto a, se ubica en la lógica femenina del ―no todo‖, lógica que
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según la elaboración de Torres (2012) da cuenta de la singularidad, de lo que no se inscribe en el
discurso.
El síntoma causado por lo real se convierte así mismo en un imposible, porque como se ha
dicho, en lo real se revela la imposibilidad de la proporción sexual es decir que la desaparición
del síntoma en un análisis también sería un imposible, en tanto pertenece a lógica del ―no todo‖.
No todo de él desaparece: ―este real de la proporción sexual es lo que hace que el síntoma
subsista más allá de la reducción terapéutica producida por la operación de la verdad‖ (Soler,
2009, p.14)
Hasta el momento se puede concluir que el síntoma es una respuesta singular y además
femenina por parte del sujeto, incluso es preciso evocar las palabras de Lacan en la Conferencia
en Ginebra sobre el síntoma ―la mujer es aquello con lo que el hombre nunca sabe arreglárselas‖,
lo que traduce en el mismo texto, el síntoma del hombre es La Mujer.
En este sentido hay que avanzar con el objetivo de este trabajo. Si el síntoma es una
respuesta singular, como se ha mostrado anteriormente, ¿a qué es lo que responde? Tanto en De
Castro (2012) se habla de un Discurso contemporáneo, el capitalista, como un imperativo de
goce que se fundamenta en los avances de la ciencia moderna con el fin de postergar el
encuentro con la falta. Esta autora plantea que frente a este Discurso el síntoma en el sujeto
aparece como una suerte de oposición, una manera de responder a los imperativos de goce.
De esta misma manera Rovira (2013) toma el Discurso Capitalista como un mercado en
cual el sujeto queda expuesto al consumo en una búsqueda de felicidad prometida por la alianza
entre el la ciencia y el capitalismo; pero lo más interesante es que indica que en esta época la
individualidad llega a sobreponerse a la singularidad, ya que el hombre pretende darle sentido a
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su falta a partir de los objetos de consumo sin darle lugar a la falta que expone lo singular del
sujeto.
Por otra parte, Recalcati (2004) habla sobre la posibilidad de hablar sobre la ―abolición de la
dialéctica del deseo‖, es decir, que la imposición de goce con el consumo de los objetos de la
realidad no permite que haya lugar a la falta y con ella la aparición del deseo, sino que esta –la
falta- se ve cada vez más colmada por la adquisición desmedida de los objetos.
Teniendo estos referentes sobre el discurso es preciso preguntarse si es a ese llamado
Discurso Capitalista al que responde el sujeto por medio del síntoma. Es claro que hay unas
disposiciones marcadas en el capitalismo por sus avances tecnológicos y el ofrecimiento de
objetos ―para todos‖; sin embargo, hace unas líneas atrás se planteaba cómo algo de lo Universal
no se inscribe, quedando ese algo, como falta, relegado a lo singular.
El Discurso se puede plantear en esa misma lógica, como un universal que se representa en
lo simbólico en cuanto ―para todos‖ hay, su pluralidad en los objetos no exilia a nadie de un
posible encuentro con lo que realmente desea, sin embargo, no se debe olvidar que en la génesis
del sujeto hay un discurso que marca las causalidades, pero además, es un discurso que hace lazo
con el Otro y que garantiza la elección de la neurosis. ¿Acaso en la relación con el Otro algo ha
cambiado?
―La modalidad de respuesta ya es un posicionamiento del sujeto respecto del Otro‖
(Mattera, Pérez, Salinas, Pesich & Ventoso, 2009, p. 90), esto es importante señalarlo, porque si
la respuesta se da como una forma de posición frente al Otro, es que este último existe y si este
existe, entonces el sujeto, en este caso neurótico, tiene un fundamento de su deseo. El Otro, para
esta estructura neurótica, le da lugar al deseo del sujeto.
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Lacan (2000b) habla sobre las marionetas que se mueven de acuerdo a las reglas del juego,
y la primera pauta está dada con el significante primordial que deviene de la estructura familiar,
de ahí en adelante, según ese significante, el sujeto asume una posición frente a las reglas del
discurso y con ella se abren las posibilidades que tiene dentro de él, las posibilidades están
marcadas por la interpretación de esas reglas, por la forma en que las entiende. Esto lleva a
recordar que el deseo es el deseo del Otro en cuanto ese deseo está presto a la interpretación y es
de acuerdo a esa interpretación que el sujeto se posiciona.
Si se sigue esta lógica, es posible pensar en las disposiciones del capitalismo, pero primero,
¿por qué llamarlo Discurso si en esencia no hace lazo? Soler (2015) lo expresa así: ―no hay lazo
social en el mundo, no hay lazo social generado por el capitalismo‖. Puede ser que impere en él
la individualidad, pero más allá, parece que no hace otra cosa que la función de la cultura como
la propuso Freud (1992), él expone que el poder del individuo es sustituido por el poder de la
comunidad y las consecuencias de esto son las restricciones a las que se ve sometida la pulsión
en cuanto a su satisfacción en la meta genuina ¿cambia algo de la cultura freudiana al
capitalismo de hoy? Tal vez la velocidad en que se generan nuevos objetos, pero la relación con
estos está siempre mediada por un significante primero.
De igual manera sucede con el lazo social, tal vez hoy cada individuo aspire a su
―realización‖ en el mercado, las finanzas, en lo laboral y en todo lo que la época impera, pero su
relación con los otros tiene que ver con ese primer lazo que permite hablar de un discurso y si
hay discurso hay sujeto; lo que implica que haya falta, la cual causa la revelación de algo del
deseo y de la repetición propia del goce por medio del síntoma.
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En este caso el sujeto responde al Otro del que hereda su significante, a ese que interpreta y
con el cual asume una posición, como decía Lacan, lo reafirma o lo contradice, pero siempre
respecto a él: ―El mensaje fundamental viene del Otro, y sólo es retomado por el sujeto que habla
siempre la lengua del Otro, habla siempre al lugar del Otro‖. (Miller, 2010, p. 214) Esto refiere
siempre a las consecuencias del ser hablante, estar prestos a la interpretación y además a la
división que marca la no proporción sexual y hay que entender que esto último –la no proporción
sexual- no es un imperativo de la cultura, es un efecto estructural causado por el Otro como
sujeto del lenguaje (Soler, 2015)
¿Acaso siendo el inconsciente atemporal será el capitalismo un impedimento para sus
formaciones? Hasta hoy el síntoma sigue existiendo, revelando el deseo de saber del sujeto y
además es el síntoma analítico el que se presta para este trabajo. Puede ser que hoy el sujeto se
escabulla fácilmente entre tanta prisa por el encuentro con el objeto que se pierde y se repone y
que da garantía a la lógica del capitalismo, el consumo, sin embargo el psicoanálisis sigue
existiendo y con él la oportunidad de hacer lazo y de descubrirse como sujetos en falta.
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Conclusiones
El síntoma puede ser tomado como una respuesta del sujeto en tanto haya una posición de
responsabilidad subjetiva frente a él, lo que implica un deseo de saber sobre la verdad que
este trae. En este sentido ya no es un síntoma a nivel de lo fenomenológico, es un síntoma
que inquiere al sujeto y le posibilita un trabajo con él para devenir síntoma analítico,
instancia del análisis en la que se puede ubicar la singularidad en cuanto se empiezan a
dilucidar los significantes primordiales que anudan ese síntoma.
El síntoma es una respuesta en lo simbólico, al ser un recurso con el cual el sujeto puede
pagar la deuda de sentido, sin embargo, el síntoma como singular se remonta a su sentido
en lo real, al sin sentido, porque es de allí de donde deviene y la razón por la cual se
inscribe dentro de la lógica del ―no todo‖, lo que implica que sea una respuesta que ubica
del lado femenino.
Para pensar en la respuesta por medio del síntoma es pertinente cuestionarse de dónde
viene la pregunta, la cual hay que ubicar en el lugar del Otro, porque a nivel estructural es
la primera posibilidad de lazo social que tiene el viviente, ya que ese Otro marca con el
significante primordial con el cual se dan las coordenadas dentro de un plano simbólico
en la instancia de la relación con el otro y con los objetos de la realidad.
La respuesta se da de acuerdo a la posición del sujeto frente a su significante primordial
heredado del Otro, lo puede reafirmar u oponerse, pero siempre su respuesta será en
referencia a esa regla primera.
Es preciso advertir la importancia para el psicoanálisis del conocimiento de las
disposiciones de la época, porque para muchos autores ya citados, se trata de un discurso
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capitalista y en el cual se puede hablar de síntomas en plural, sin embargo, la lógica de
este trabajo lleva a pensar que independientemente del discurso que impere en estos días,
sigue habiendo sujetos del inconsciente causados por el efecto del significante que viene
del Otro, por lo tanto todavía deseantes y gozantes. Aunque el capitalismo impere
posibilidades ―para todos‖, es decir, desde lo universal y la lógica masculina, hay algo
que en él no se logra inscribir por completo y ese algo está del lado del sujeto, aquel que
no se educa y tiene su tiempo lógico.
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