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ARTÍCULO DE PLASTICA EL SUJETOAsignatura: Didáctica de la creación plástica y visual. Profesor: José Pedro Aznarez López Alumnos: Ricardo Agudo Romero Juan Díaz Molina Eladio Jesús García Álvarez

El sujeto

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ARTÍCULO DE PLASTICA

“EL SUJETO”

Asignatura: Didáctica de la creación plástica y visual.

Profesor: José Pedro Aznarez López

Alumnos: Ricardo Agudo Romero

Juan Díaz Molina

Eladio Jesús García Álvarez

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Resumen:

Las imágenes que nos rodean y bombardean los sentidos forman parte de la creación de

nuestra narrativa y de nuestro propio imaginario, tenemos que aprender a ver que nos dicen, y

como nos afectan, ya que algunas pueden coartarnos nuestra libertad, partiendo nuestro

sujeto y alienándonos.

Nos imponen valores y metas vacías de vida, ninguna nos llena

cuando la alcanzamos, y nos hacen superficiales y fríos. Nada nos

afecta y las personas pensamos solo en nuestro propio placer.

Aprender a ver las imágenes desde otros puntos de vista alimenta la creación, te hace

reflexionar, y reconocer en que puedes estar equivocado. La personalidad y la subjetividad

vuelven a resurgir, es un nuevo renacer, un escapar de esa cárcel

donde todo el mundo piensa y persigue lo mismo, volviendo a ser un

nuevo sujeto.

Palabras claves:

Creación, Sujeto, mito, mentiras, infierno, regreso, felicidad.

EL SUJETO

Desde el momento de la creación y la concepción se nos regala el hecho de ser humanos, de

ser personas, estamos llamados a ser sujetos en el mundo y llamados formar parte de unas

normas y reglas éticas que nos llevan a crear una moral determinada con el fin de obtener un

buen común.

Podríamos decir que el sujeto está formado por la unión del alma y cuerpo, sin entender

estos términos en un sentido dualista. Tanto el alma como el cuerpo dan forma al hombre. El

cuerpo “humano” se refiere al hecho de que el organismo participa en toda la realización de la

persona y que ésta se expresa y se realiza en el cuerpo y a través del cuerpo. En otras palabras,

“mi cuerpo” no es sólo un organismo que vive objetivamente e independientemente de mí;

soy yo mismo el que vivo, el que siento, el que hablo, el que sufro, etc. Con el cuerpo, el

hombre, no está solo orgánicamente en el mundo, sino “humanamente”, esto es,

expresándose y realizándose en el diálogo con los demás.

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El saber humano es la dimensión propia

del ser pues es el único ente biológico

que necesita comprenderse para saber

quién es, quién quiere ser y qué puede

hacer con su vida. Por eso la

antropología filosófica define la

concepción del hombre como una

unidad física y psíquica, que posee una

conciencia moral.

Es en el detalle de la creación, pintada por Miguel Ángel en la Sixtina, donde se observa esa interpretación de unión entre la materia humana y la esencia humana, formándose así el ser completo denominado hombre.

Una vez que sabemos que es el sujeto, trataremos de hacerlo vivir en la sociedad e iremos

viendo cómo se puede ir formando su moral dependiendo de cómo vaya percibiendo el mundo

donde vive.

Vamos a partir de la libertad, para perdernos y regresar de nuevo a ella.

Vamos a partir de la felicidad, para perderla y volverla a recuperarla.

Vamos a partir de un sujeto, e ir viendo como vuelve a ser “animal” y seguidamente como

puede dejar de serlo.

Una de nuestras fuentes para poder entender este recorrido que vamos a seguir ha sido, la utilización del cuadro del Hijo prodigo, el cual, nos ha regalado esa perspectiva y visión de ser capaces de darnos cuenta como la persona siempre debe ser persona y no solo quedarse en el mundo del instinto animal que compartimos con los demás seres vivos. Nuestro reflejo principal debe estar situado en el Hijo menor que ha tenido la capacidad de volver a la vida y ha sido capaz de darse cuenta que aquellos mitos (que vemos reflejados en el cuadro de picasso) de felicidad plena sólo eran ficticios, es decir, solo eran humo.

Y cómo colofón también hemos tenido muy en cuenta la presencia del relato de un libro (llevado incluso al cine) llamado “El retrato de Dorian Grey” donde se narra la historia de una persona joven, inocente que es retratado en un cuadro donde solo no se plasma su belleza exterior, sino que también aparece su hermosura interior, su verdadero yo, que con el paso del tiempo, habiéndose dejado manipular por otros, ha conseguido cambiar ese interior dulce por un interior grotesco, sin forma, que muestra una felicidad ficticia (fin último de toda persona) llena de miedos y oscuridades. Su cuadro ha pasado de ser perfecto a ser horrible, por eso debe de ser ocultado, enterrado por el mismo yo de la persona que desbordado pierde su sentido de ser.

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Empecemos con unos padres que verdaderamente nos amen. Lo que vamos a percibir y vivir,

partirá casi todo desde el amor. Viendo casi todo le rodea desde este punto de vista, el sujeto

se sentirá seguro y confiado con los que le rodean. Esta perspectiva favorecerá estos valores,

dotándolo de la capacidad de amar.

Ahora, coloquemos al sujeto fuera de este mundo, en un lugar donde lo percibido hasta

ahora no coincida con su imaginario. Supongamos que el sujeto llega al colegio y se encuentra

con otros sujetos algo violentos, y no es capaz de capear o asimilar esa agresividad con su

amabilidad. Ese es el primer paso que pude pegar, para esconder su sensibilidad.

Esto puede suponer el derribo de sus bases, de su confianza, de su seguridad o la venta de sus

valores y principios, creando e inventando una nueva forma de vivir, una nueva narrativa que

le haga actuar y no ser él, para sentirse algo ante los demás.

El sujeto para sentirse con éxito, reconocido, e integrado, empieza a imitar el comportamiento

de los líderes de su grupo, pues ve que aparentemente son felices, y observa y siente que es

aplaudido. Todo este mito viene de las personas que te dicen que es la panacea para la

felicidad, y en realidad son las personas que más sufren.

Todo esto lo podemos observar en este

cuadro de Picasso “La alegría de vivir ”, en el

vemos a un fauno tocando su flauta, es en esta

zona del cuadro donde encontramos la

similitud con el bombardeo que sufre el sujeto

por parte de la sociedad. De esta manera, este

ser mitológico embaucaba a las ninfas, y estas

bailaban a su ritmo, asi la manipulabas y

mantenía relaciones con ellas.

Así es como se refuerza la creación de un falso “yo”. Está encerrando su sujeto, sus valores y su

verdadera forma de ser y le está dando poder a un falso “yo”, para ser aceptado por los

demás. Cree que estas nuevas sensaciones son las que producen la felicidad, con lo que

seguirá cultivando esta forma de ser, pero lo que consigue es encerrar y presionar cada vez

más a su sujeto.

Cuando se quiere dar cuenta, lo que tiene es una máscara que no se puede quitar ya que de

quitársela perdería todo lo que lleva construido. Su pensamiento le dice que se quedará solo,

por haber traicionado durante tanto tiempo la confianza que sus amigos han depositado en él.

Llegados a este punto el sujeto cada vez lo es menos, se va convirtiendo en “animal” y tiene

que actuar según su instinto de supervivencia (el engaño), para pode así defender las mentiras

que ha ido creando, que sustentan y forman su vida.

Realmente, le sigue dominando el miedo a quedarse solo o a no ser aceptado. Es el que no

venció de pequeño, es el que le encierra, y a caído en su trampa, el que le conducirá a un

sobrevivir diario, o a lo que es lo mismo, a una muerte en vida.

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Desde este punto de vista, pocas cosas tienen valor. Tiene que estar alerta durante todo el

día, no vaya a ser que le pillen sus mentiras, desconfiando continuamente de lo que le dicen

los demás, ya que ni él mismo se cree. Al no confiar en nadie, cree que todos desconfían de él,

y empieza a no sentirse solo y no amado, ya nada tiene sentido y llega la noche oscura (del

alma). Sentirá que ha llegado al infierno, que no es otra cosa que la ausencia del Amor.

Realmente le quedan pocas salidas, y seguir así no merece la pena.

(…)

Supongamos que el sujeto ha cogido la opción de reflexionar, y piensa en desmontar todo lo

que no le sirve en su vida. No es fácil, ya que va a mover los cimientos que sustentan su falso

“yo”, que es el que conocen los demás. Cree correr el riesgo de ser rechazado públicamente

por las mentiras vividas con sus “amigos”. Y el miedo le dice que es mejor vivir tal y como lo

hace, que arriesgarse a ser quien debe ser.

Durante algún tiempo aparecerán grandes temores que intentaran oprimir al verdadero

sujeto, para que siga viviendo ese animal que representa al falso “yo”.

El falso “yo” hace años que se hizo con el poder, ha crecido, y se da cuenta que el verdadero yo

está empezando a despertar, el falso “yo” lo ve como una amenaza e intenta por todos los

medios que este se duerma de nuevo. La forma más fácil es metiéndole miedo, despertando

temores, y evidentemente sabe donde tiene que tocar.

Así que la lucha, ha comenzado.

Después de algunas batallas, el sujeto se va dando cuenta de la estrategia del falso “yo”, que

es el engaño y la mentira, el yo, empieza a ver que

estas son incompatibles con la vida. De esta forma se

va abriendo a los demás. Algunos “amigos”

desaparecen dándose cuenta que jamás lo fuero, pero

lo que lo refuerza verdaderamente son los amigos que

encuentra, y esta vez, son de verdad.

En este momento se están dando los primeros pasos

de regreso al verdadero yo o al sujeto. Está naciendo

la confianza en él, se la está dando a los demás y estos

se la están devolviendo multiplicada, está pidiendo

perdón por las mentiras vividas y está siendo

perdonado. Se está poniendo en camino a su casa, al

lugar donde esta lo que busca, el lugar donde

verdaderamente es él. Ha reflexionado y a reconocido

y va camino de su salvación como sujeto y como ser.

En este cuadro de Rembrandt “El regreso del hijo pródigo” Vemos a un sujeto de rodillas, que se perdió por vivir una vida que no era vida, y el cansancio que produce el andar por estos caminos, esto, lo podemos ver en su sandalia desgastada y en su pie descalzo. Después reflexionar tras su muerte interior, fue capaz de arrodillarse y pedir perdón a su padre por el daño que le ha causado durante años. El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo y a

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su corazón imponiendo con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan y que vuelven a dar vida.

Cuando llega a casa, su Padre le recibe con las manos abiertas pues estaba perdido y regreso a

la vida. Así completa el fin último de todo sujeto, la felicidad.

BIBLIOGRAFIA

CAMPOS, F., Antropología filosófica, Manual del alumno. POLO, L., Quién es el hombre, Madrid, Rialp, (5ª ed.), 2004. Wilde, Oscar (2006). El retrato de Dorian Gray. El retrato del señor W. H. introducción de Luis Antonio de Villena. Nueva traducción a partir de los textos originales íntegros a cargo de María Cóndor Orduña. Madrid: Editorial Gredos.

PELICULA: Ben Barnes, Colin Firth, El retrato de Dorian Grey, “Eternamente joven,

eternamente maldito”. DVD.

Nouwen, Henri J. M. (2002). El regreso del hijo pródigo: meditaciones ante un cuadro de

Rembrandt. Promoción Popular Cristiana.

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Asignatura: Didáctica de la creación plástica y visual.

Profesor: José Pedro Aznarez López

Alumnos: Ricardo Agudo Romero

Juan Díaz Molina

Eladio Jesús García Álvarez