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1 Gabriele D’Annunzio Filippo Tommaso Marinetti El Súper Hombre en el Teatro Futurista por Clara Salina PET Artes Visuales Universidad Mayor 22 de mayo 2012

El súperhombre de D'Annunzio en el Teatro Futurista

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Influencias de la visión dannunziana del súperhombre en la Italia de inicio siglo XX

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Gabriele D’Annunzio Filippo Tommaso Marinetti

El Súper Hombre en el Teatro Futurista

por Clara Salina

PET Artes Visuales

Universidad Mayor

22 de mayo 2012

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Gabriele D’Annunzio y el Superhombre: un mito que empuja hacia la guerra

El concepto de Ultra Hombre planteado por Friedrich Wilhelm Nietzsche ha tenido en Italia amplia resonancia en la obra de Gabriele D’annunzio y en particular en una novela publicada en el 1895, Le Vergini delle Rocce, que es considerado como el Manifiesto del intelectual italiano. Esta breve investigación deseaba plantear la idea de cuanto del concepto de Súper Hombre haya sido adoptado por el Futurismo y en particular por el Teatro; sin embargo, en el proceder del investigación, surgió la evidencia de que más allá de las palabras en si, fue además el estilo de vida y el linaje de D’Annunzio que contribuyeron a crear el mito a partir del cual que se desarrolló el "Superhombre". Como bien se sabe, el primer manifiesto publicado por Marinetti, el Futurisme, aparece en la portada de "Le Figaro" en París 20 de febrero 1909. La explosión industrial italiana puede situarse entre 1896 y 1907 y el Manifiesto aparece, entonces, dos años más tarde, junto con la ola de entusiasmo que acompaña la transformación del norte de Italia. Pero ya a partir de finales del siglo XIX e inicio del XX, los críticos del positivismo, estaban mostrando los "defectos" de la sociedad industrial, evidenciando desde el desvanecer de las viejas tradiciones a la explotación de los trabajadores. Los positivistas habían presentado la sociedad industrial como la realización del Edén dispensador de riqueza y estabilidad, que además traería la paz en Europa y en todo el mundo. Sin embargo, la sociedad industrial no fue el paraíso que había sido anunciado, se demostró ni estable ni armoniosa, por lo tanto, los artistas empezaron a interrogarse respeto sobre a como superarla de una u otra manera, desde luego el Decadentismo, nacido en Francia como reacción a la caída de Positivismo, ya se había expandido por casi toda Europa y más allá. Cuando los futuristas entraron en el escenario de la historia fueron saludados como verdaderos innovadores. Eran representantes de algo nuevo, de una visión en la cual el hombre aparece como dominador a través de las maquinas, de una naturaleza pasiva e inagotable, de una nueva forma de mirar que podía englobar la novedad de una velocidad sorprendente con la cual se desarrollaban los procesos de pasaje entre el viejo y el nuevo. Una posible respuesta entonces enfocada en aquel momento en que la sociedad industrial es sometida a juicio en los planos político y moral. El Futurismo se plantea en un plano completamente diferente, o sea el de una inversión de todos los valores hasta allí conversados, en cuanto pretende ser una sorprendente inversión de valores: se debe elegir la sociedad industrial, la civilización de las máquinas, exactamente por ser inestable, caótica y peligrosa. Hay que elegir la técnica ya que conduce a una revolución permanente, a una sociedad dinámica. Hay que elegirla porque “evita” lo que llamaban “el fin de la

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historia”, con su carga de estabilidad y seguridad, y por ende aburrimiento, sueño, enfermedad. Y, si en su nacimiento apunta a una renovación de las artes, en particular de la pintura, escultura, arquitectura con resultados excelentes (ej. Umberto Boccioni e Giacomo Balla pintores y Antonio Sant’Elia arquitecto), en su momento de máximo desarrollo llega a tocar todos los aspectos de la vida, publicando incluso un Manifiesto sobre la Cocina. De este modo llega finalmente a transformarse en un panfleto político fascista fuertemente intervencionista cuando las dos Guerras Mundiales, donde el mito del Superhombre se confunde y cruza con la ilusión de una victoria cierta. Filippo Tommaso Marinetti, fundador del Futurismo Nace en Alejandría el 22 diciembre 1876. Su padre Enrico, abogado, se había establecido en la ciudad en el 1873, atraído por el auge económico debido a la apertura del Canal de Suez. La reputación de Marinetti como hombre "plural" puede sospecharse por un mas bien extraño modo de usar su nombre. Aunque conocido como Filippo Tommaso Marinetti, en virtud de una serie de razones - burocráticas, lúdicas, estéticas o informales - adoptó muchos otros. Si su verdadero nombre era Emilio Angelo Carlo, escribió que su nombre era Julio Felipe Aquiles, se graduó como Achille Emilio Felipe, se tituló como Felipe y se enroló en la milicia como Emilio. Para los padres, su hermano Leo y los compañeros de la adolescencia fue Susù, Tomás o Tom. Para algunos futuristas era Effeti y alguien se sorprendió al notar que su esposa a veces lo llamaba por su apellido: Marinetti. El amor por la literatura surge en los primeros años del colegio y a los 17 funda su primera revista, Papiro. Sigue estudiando en Alejandría, hasta casi la víspera del Bachillerato, en un colegio de jesuitas que lo amenazan de expulsión por llevar a la escuela las novelas escandalosas de Emile Zola. Su familia le envía entonces a graduarse de París, donde obtiene su bachillerato en 1893 y se inscribe en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pavía para complacer a su padre que había regresado mientras tanto a Milán con una fortuna considerable. La muerte de su padre en 1897, cuando tenía sólo veintiún años, es el primer trauma real de la vida de Marinetti, quien después de graduarse en Génova en 1899, decide de abandonar la carrera de leyes y satisfacer su vocación literaria. Después de un periodo en París, en donde se pone en evidencia en algunos círculos culturales, regresa a Milán. Aunque cercano a la política socialista nunca adhiere plenamente a causa de sus ideas nacionalistas. En 1905, inicia la publicación, completamente a su cargo, de la suntuosa revista internacional "Poesía", por la afirmación del verso libre, encontrando al comienzo una hostilidad generalizada, aunque seguiría siendo publicada permitiéndole tejer una red de relaciones en Europa hasta el 1909, año de inicio de su aventura futurista. Marinetti declara: "(el Futurismo) es un movimiento anti-cultural, anti-filosófico, de ideas, instintos, bofetadas, puñetazos purificadores futuristas y aceleradores. Los Futuristas luchan contra la prudencia diplomática, el tradicionalismo, el neutralismo,

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los museos, el culto del libro.. " Sin embargo, más allá de los brillantes y provocadores Manifiestos, el teatro es la caja de resonancia principal del futurismo. El público, compuesto de cualquier nivel social, desde aristócratas, a burgueses y proletarios, es provocado con habilidad y destreza y, a menudo, la noches futuristas finalizan con la intervención de las fuerzas del orden. En el 1911, para el estallido de la guerra en Libia, Marinetti, viaja como corresponsal del diario parisino “L'intransigeant” y, en el campo de batalla, encontrará la inspiración que consagrará definitivamente las palabras en libertad. En el 1913, mientras que en Italia cada vez más artistas adhieren al futurismo, Marinetti se va a Rusia para dictar una serie de conferencias. En el 1914 publica Zang Tumb Tumb. En la víspera de la Primera Guerra Mundial, los Futuristas se proclaman intervencionistas y participan en el conflicto. Marinetti mismo obtiene dos medallas al valor. El programa político futurista fascina a Mussolini, que decide involucrarlos en su campaña de propaganda. A pesar de esto, en el 1920 Marinetti se aleja del fascismo, acusándolo de ser reaccionario y “pasadista” o sea demasiado ligado a la tradición. No dejará sin embargo de ser una personalidad respetada por Mussolini. Durante los primeros años del régimen fascista Marinetti realiza diversas giras en el extranjero para la divulgación del futurismo. En el 1929 se le honra como Letterato d'Italia y continua la publicación de poemas y "aeropoemas". En 1935 se ofrece como voluntario en África oriental. Regresando en 1936, inicia una larga serie de estudios y experimentos sobre las palabras libres. En julio de 1942 va de nuevo al frente, esta vez en la campaña de Rusia. Sin embargo su salud no le permitirá resistir al rígido otoño y será repatriado. Muere en el Bellagio en el lago Como, 2 de diciembre de 1944, a causa de un ataque al corazón, durante su estadía en un hotel a la espera de ingresar a una clínica suiza. Gabriele D’Annunzio Podemos definir a Gabriele D'Annunzio como un esteta que ha intentó hacer arte de su vida misma. Conocido por los italianos como el “Vate” (por ser una figura que ha tratado de interpretar y guiar los sentimientos de los italianos en su época), nace en Pescara en el 1863 en el seno de una familia rica burguesa, lo que favorece su vitalidad y precocidad intelectual. En el 1881 se traslada a Roma, donde entra a tomar parte de los ambientes más exclusivos, viviendo una vida rica llena de escándalos y de acontecimientos, tales como su relación con la gran actriz Eleonora Duse, que le proporcionan mucha notoriedad. En 1891 se traslada a Nápoles, donde descubre e inicia a a seguir las obras de Nietzsche. En 1895, año de la publicación de Le Vergini delle Rocce, regresa a Roma, donde dos años más tarde es elegido diputado por la extrema derecha. Sin embargo, en marzo del 1900 a causa de la política represiva del gobierno Pelloux, apoya rotundamente a la

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izquierda. En 1898 se estableció en Toscana, donde vivirá en el lujo total hasta 1910. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, huye a París, donde se manifiesta a favor de la intervención anti-alemana. En 1915 vuelve a Italia bajo el disfraz de uno de los intervencionistas más ardientes. A pesar de tener más de cincuenta años, decide prestar servicio en el frente de guerra, logrando dar una valoración estética a la guerra, así como lo había hecho con cualquier otro aspecto de su vida. Al final de la guerra, D’Annunzio decide encabezar la reconquista de Rijeka y Dalmacia, pues los tratados las asignaban a Yugoslavia y no a Italia, ganadora de la guerra. D'Annunzio logra tomar Rijeka en septiembre de 1919 y mantiene su la regencia hasta la Navidad de 1920, cuando el gobierno italiano procede a la desmovilización. En enero de 1921, se muda a una mansión en Gardone Riviera, a orillas del Lago di Garda. Allí, desde una clausura forzada, debido a su notoriedad que hasta preocupaba Mussolini, es autor de la transformación de su mansión en una casa museo sobrecargada de muebles y reliquias: el Vittoriale, símbolo de todas las experiencias de su vida y su arte. Muere de hemorragia cerebral el 1 de marzo de 1938. No hay por cierto que asombrarse de que una personalidad como la del Vate pudiera sentirse atraída por la obra de Nietzsche, ni tampoco que en el mismo Marinetti pudiera admirar a D’Annunzio, pero la pregunta es ¿cómo y a que nivel operó este traspaso ideologico? Teatro Futurista A partir del 1913 Marinetti teoriza el teatro futurista a través de tres escritos: el Teatro de Variedades (1913), el Teatro Sintético Futurista (1915) y el Teatro de la Sorpresa (1921). En cada uno de estos escritos se hace hincapié en el repudio de las representaciones naturalistas, de cualquier intento de ilusión realista y de realismo psicológico, que va en contra de la libre expresión creativa y de la imaginación. El Teatro Futurista se desarrolla en un tiempo y espacio abiertamente diferentes de lo real: el espacio de las emociones. Se privilegia situaciones que se resuelven muy rápido, a menudo en una sola rápida escena. La escenografía y la coreografía, estrechamente relacionadas con el texto, jamás son de ambientación realista, sino que abstractas, metafóricas o alusivas. El espectador se convierte a menudo en un protagonista activo de lo que está sucediendo en la escena: los mismos actores, lo involucran provocándolo, hasta llegar a diálogos que pueden conducir a peleas verbales, casi riñas. Como explica el mismo Marinetti: "El teatro futurista será capaz de exaltar su publico, hacerles olvidar la monotonía de la vida cotidiana lanzándolos a través de un laberinto de sentimientos marcado por la más extrema originalidad y tejido de formas impredecibles."

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Los ecos del superhombre en el Futurismo y en su Teatro Por lo general la estética descrita en lo Manifiestos Futuristas apela a “un hombre” que se eleva por arriba de las masas. Aunque tal ideal haya sido pensado por un hombre de elevada cultura, apela a casi exclusivamente a emociones justificando, hasta elevándola a obra, cualquier tipo de atrocidad. Lo mismo hace D’Annunzio en su "Le Vergini delle Rocce", donde justifica cualquier cosa en nombre de la afirmación de una estirpe elegida que pasa por encima de todas morales para llegar a cumplir su supuesto papel de dominador. Se trata obviamente de la base más simple del fascismo, que apela a lo que una buena parte de los seres humanos jamás podrán negar: la atracción por los sueños de poder, de grandeza, de riqueza, de belleza, de fama. Sueños tan grandes que justifican cualquier tipo de sacrificio, hasta de la vida misma. El futurismo, con la complicidad de un cierto contexto histórico favorable, ponía todo eso a disposición de las frustraciones de los italianos entre una primera guerra ganada sin gloria y una segunda esperada por un ilusorio rescate. Esto vaticinaba el “Vate”, el Poeta héroe de Italia que en su obra prospectaba el surgir de esta raza. Sin profundizar aquí en la filosofía de Nietzsche y su Ultra Hombre al cual é se inspira, es posible vislumbrar como a menudo el poeta italiano termina banalizando y, a la fuerza, introduce en su obra el pensamiento del filosofo alemán. Conceptos como el rechazo del conformismo burgués y los principios igualitarios, el rechazo de la ética de la compasión, el altruismo, las limitaciones impuestas por la moral tradicional, la exaltación del espíritu de la lucha y la afirmación de sí mismo, se desarrollan en D’Annunzio simplemente en un contesto aristocrático y reaccionario. Por el otro lado, aun si la presencia de D’Annunzio no está expresada literalmente en la Obra Futurista, parece imposible no reconocer ecos "d'Annunzianos" en las declaraciones futuristas, tajantes, violentas y totalitarias. Desde luego había una extraña relación entre los ambos personajes. Cito: “Martinetti y d’Annunzio nunca simpatizaron: de Marinetti, d'Annunzio dirá a algunos amigos que es "una nada tronando" o " un idiota fosforescente" o también -parece - "un idiota con relámpagos de estupidez"; Marinetti corresponderá de manera mas confidencial llamando a D'Annunzio “pasadista” o sea tradicionalista, un "Montecarlo de todas las literaturas", "aburrido y anacrónico". Sin embargo, en público, no sin esfuerzo, se alabarán el uno al otro e incluso durante los escasos encuentros intercambiarán flores, regalos y abrazos, quedando clara en Marinetti la admiración por la “vida futurista" de D'Annunzio, y en él Poeta una comprensión, aunque ahogada y reductora, de los cambios introducidos por el futurismo en las letras, artes, música e incluso en las expresiones más actuales de los gustos: del periodismo a la publicidad de y de moda.”(1)

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Se manifiesta entonces claramente la influencia que D’Annuncio ha tenido sobre Marinetti. Una figura tan culturalmente mastodóntica como la del “Vate” con su riqueza y su vida llena de escándalos, no podía pasar desapercibida. Desde luego en el punto 6 del Manifiesto del 1909 se lee: “Es necesario que el poeta se prodigue con ardor, con lujo y magnificencia para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales”. La obra de D’Annunzio En su obra considerada símbolo del concepto dannunciano del Superhombre, Le Vergini delle Rocce, D’Annunzio escribe que deben existir algunas elites con el derecho de afirmar a sí mismas, incluso a través del menosprecio de las leyes del bien y del mal. Estas elites, por encima de las masas, deben promover una nueva política de dominio de Italia sobre el mundo, hacia nuevos destinos imperiales, como fueron aquellos de la antigua Roma. El culto a la belleza es esencial para la elevación de la estirpe, pero no a través de un esteticismo estéril, sin poder de critica y que se limita al deseo de dominar la realidad. Para D'Annunzio ya no es suficiente anhelar a una belleza de un arquetipos perfectos, sino que se compromete a imponer, a través del culto de la belleza, el dominio de una elite violenta y refinada por sobre una vil y pequeña realidad burguesa. Al hablar del dominio de esa elite que debe conducir a las masas, el esteta tiende a convertirse en un héroe. O sea es el artista que se atribuye la tarea esencial de guiar a la humanidad a la expresión de si misma más plena y vigorosa. Después del "Triunfo de la Muerte", "Le Vergini delle Rocce" es su segundo intento de describir la figura de aquel que los historiadores luego definirían como "Superhombre". Además, esta segunda obra habría tenido que desarrollarse en una trilogía para cierto profundizar mejor el concepto, algo que D’Annunzio no hizo. El núcleo dramático de Le Vergini, se basa en la aspiraciones de Claudio Cantelmo para engendrar un niño en que se resuman las calidades de la progenie ilustre, destinado a ser el futuro rey de Roma de una poco clara restauración. Entre misticismo y divagaciones sobre la raza, se imagina seleccionar a una de 3 hermanas, herederas de una noble familia de los Borbones. El protagonista está consciente de que una de las tres hermanas será la madre del heredero dotado intelectualmente que él desea tener, pero sin embargo no logra decidirse. De hecho, cada una de ellas tiene características únicas y virtudes que pueden ser transmitidas a la descendencia. Al final, optando por una y siendo rechazado, no llegaremos a saber quien Claudio elegirá pues el final del libro de “Le Vergini” y el “Libro della Grazia” jamás llegó a publicarse. ¿Quien es ese héroe, que ganando en el campo de batalla de cada acontecimiento de la vida, sin por ahora llegar a la guerra, no tendrá a su alcance unas mujeres fascinadas?

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Y ¿quien es el macho que no sueñe tener una mujer en su manos, capaz de resumir en si todas las virtudes? Como en un sistema binario simple, banal y retorico, D’Annunzio apela a los instintos para instilar una ilusión. Y ¿que es el Superhombre sino una fácil bandera a la cual apelaron (y apelan tal vez) todos los totalitarismos para ganarse las masas y llegar al poder? Esta historia es tal vez vieja como el mundo, pues todavía los kamikaze musulmanes se inmolan para poder alcanzar un paraíso lleno de vírgenes. Sus finalidades, aunque supuestamente literarias, se pueden definir algo superficiales, en el sentido del no saber evaluar la portada de su mismas afirmaciones. Una confirma la podemos encontrar en un libro de Emanuela Scarano Lugnani (D'Annunzio, ed. Laterza, 1981, p. 43) la cual escribe: “Mucho se ha discutido sobre una supuesta distorsión de la filosofía nietzscheana por D'Annunzio, pero tales reflexiones en realidad no tienen razón de ser. El descubrimiento de Nietzsche por parte del Poeta, de hecho, no se manifiesta en el plano ideológico, sino más bien se configura como una sugestión literaria”. Las preocupaciones del “Vate” eran desde luego de natura artística y no filosófica, tema que además nunca tuvo la pretensión de interpretar, manteniendo, desde luego, su discurso relacionado con dos aspectos: una pertenencia manifestada en las apariencias y una mística de la misma, justificada por mitos ancestrales. Los estetas refinados que pueblan las novelas de D'Annunzio no tienen ningún interés en cuestionarse para alcanzar conocimientos superiores, que Nietzsche plantea, solo se limitan a afirmar/describir un estado de bienestar, lejos de en una verdadera disciplina, aún si presa de grandes pasiones y sufrimiento, que son los únicos elementos que lo acercan a los comunes mortales y/o ciudadanos comunes, los cuales si todo el aparataje cultural de los intelectuales, solo podían empatizar con esos conceptos. El “Superhombre” entonces se asomó al mundo a través del arte y fue el comienzo del camino relativamente breve con el cual contribuyó, gracias también al Futurismo y sus ultimas manifestaciones panfletarias, directamente en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. ¿Dónde coinciden? Partiendo desde una visión de genero, ya en los primos pasos de la novela, D’Annunzio pone bien en claro las expectativas que el Elegido tiene respecto a las mujeres. En un plan de total entrega por voz de las tres hermanas Massimilia, Anatolia y Violante, las mujeres se ofrecen al supuesto Superhombre para que una de ellas pueda ser aquella que llevará adelante la raza. De esta manera, en el punto 2 del Manifiesto del Teatro de Variedad, cuando leemos que “se propone distraer y divertir al publico con efectos de comicidad, de excitación erótica o de estupor imaginativo”, no debemos asociar aspiración alguna de libertad social de la mujer, sino que como luego se aclara al punto 9: “El Teatro de Variedad es una escuela de sinceridad instructiva para el hombre, porque exalta su instinto rapaz y porque arranca a la mujer todos los velos, todas las frases, todos los suspiros, todos los sollozos románticos que la deforman y la enmascaran. Esto

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hace resaltar, en cambio, todas las admirables calidades animales de la mujer, su fuerza para apresar, para seducir, su perfidia y su resistencia.” Obviamente algo sobre las mujeres no podía no estar presente también en el Manifiesto del 1909, que ni se mencionan hasta el punto 10 donde se le hace referencia: “Nosotros queremos destruir los museos (..) combatir contra el moralismo, el feminismo …” Por el otro lado en “Le Vergini”, así resuenan la palabras de las tres hermanas esperando: Habla Massimilia: “Una desenfrenada necesidad de esclavitud me hace sufrir (..) no tengo el poder de comunicar la felicidad, pero no hay criatura viviente, o cosa inanimada que pueda, como mi persona en su totalidad, convertirse en perfecta y perpetua posesión de un dominador. (P. 14) Estoy devorada por un deseo insaciable de darme por entera, de pertenecer a un ser más alto y fuerte, de disolverme en su voluntad para arder como en el fuego del holocausto de su alma infinita (P. 15) (..) Puedo tener por largo tiempo los ojos abiertos, mirando hacia arriba, porque mis párpados son leves. (P. 18) Habla Anatolia: (..) Mi corazón es incansable. Todos los dolores de la tierra no serían capaces de cansar su latido. La violencia mas feroz de la alegría no lo rompe, ni lo abate este largo y lento dolor. (P. 17) Podría asumir un alma viril ahí, en aquella región excelsa, donde el valor del acto y el esplendor del sueño convergen hacia un solo ápice; ahí, yo podría sacar las energías ocultas de las profundidades de su inconsciencia, como venas de metal en la piedra bruta. (P. 18) Por esta razón me agita este deseo de crear, para convertirme, gracias al amor, en aquella que propaga y perpetúa la idealidad de una raza favorecida por los cielos. Mi sustancia podría alimentar a una semilla sobrehumana. (P. 19) Habla Violante: (..) El recuerdo de mi infancia está permeada por visiones de asesinatos y de incendio. Mis ojos puros vieron sangre derramarse, mis delicadas narices se llenaron del olor de los cadáveres insepultos. (..) A partir de entonces guardo en mi alma el esplendor de destinos tristes y grandiosos. (P. 20) Interesante destacar como, en el Libro delle Vergini son las palabras de una mujer las que exaltan la destrucción de la guerra y de la batalla, incluso presentando la figura mítica de la Reina (de los Borbones) que aparece súbitamente, en medio de una batalla sangrienta, justificando la inmolación de nuevos héroes: así recuerda Violante evocando la batalla de Gaeta: "No faltaba nada: ni la vista o el olor de la podredumbre, poderosos estímulos de grandes pensamientos. .. " (Pág. 200) (..) Todavía conservaba en los oídos el clamor de los pueblos fieles (..) y una magnífica lucha se le ofrecía más allá de los límites de su dominio, sobre campos ya regados de sangre y saturados de una fermentación violenta, abiertos al pensamiento más fuerte, al verbo más noble y a la espada mas veloz. (pág. 201) La lluvia de hierro los agujereaba, los desmantelaba, lo aplastaba, los incendiaba cada vez mas fragorosamente, interrumpidos nada mas que por breves treguas para enterrar a los cadáveres. (P. 206) De repente, una polvorera explotaba sacudiendo los cimientos de la ciudad que quedaba sofocada por el humo y el terror, mientras que en el abismo recién abierto

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desaparecían muros, cañones, blindados, casas y cientos de hombres. Pero, en algunas pausas, en los días de sol brillante, una especie de delirio heroico, una especie de embriaguez, los empujaba hacia el peligro de las baterías donde el fuego era más terrible. A la vista del enemigo, del sonido de las cornetas, los artilleros cantaban y bailaban frenéticamente, y si alguno caía de un tiro, mas aún crecía la algarabía. (P. 207) (Aparición de la Reina) De tiempo en tiempo, hombres con los ojos ardientes, con la cara ennegrecida, con sus ropas reducidas a harapos como por las mandíbulas de un rumiante, cubiertos de polvo y sangre, se volcaban desde los cañones hacia ella... (pág. 208) Y hubo una pausa, casi de meditación y a cada uno de nosotros le pareció contemplar la figura ideal de la heroína, en medio de un campo de escombros y cadáveres. (P. 209) Por otro lado este mismo concepto se expresa en el punto 9 del Manifiesto y en el entero texto de El bombardeo de Adrianopolis, conocido también como Zang Tumb Tumb por el estilo onomatopéyico que ocupa para exaltar aún más la excitación de la batalla. Punto 9 del Manifiesto: “Nosotros queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por la que se muere y el desprecio por la mujer” En Zang Tumb Tumb (extracto): “cada 5 segundos cañones de asedio destripar espacio con un acuerdo tam-tuuumb motín de 500 ecos para morderlo desmoronarlo desperderlo en infinito en el centro de aquellos tam-tuuumb aplastados (ancho de 50 kilómetros cuadrados) saltar explosiones cortes puños baterías tiro rápido Violencia ferocidad regularidad este bajo profundo ritmo los extraños locos agitados agudos de la batalla furia afán” Y hablamos de los héroes. “El Teatro de Variedad es una escuela de heroísmo con diferentes record de dificultades a vencer y de esfuerzo por superar, que crean sobre la escena la fuerte y sana atmosfera del peligro” punto 10. En Le Vergini habla Claudio: “Y no ha salido aún de la montaña, el fierro del arado de deberá surcarme. (..) De una tal demencia se sentían invadidos, creo yo, los jóvenes de las pandillas garibaldinas cuando entraban en el Agro (2). Se sentían súbitamente transfigurados por un fuego en el que ardían como ramas secas. Y en algunos de ellos aquella fiebre ensalzaba un sueño íntimo que lo llevaba a dejar de ser parte de una chusma compacta y unánime, para asumir su propia identidad, un aspecto de luchador singular consagrado a una gesta que parecía nuevísima. Hermoso y de noble linaje como una virgen heroica de los tiempos de Ajax, en su caída parecía en si el arquetipo de las antiguas idealidades guerreras, acrecentado por un ardor sin precedentes que surgía simplemente desde la tierra que pisaban. Envidie aquel evento favorable que a mi faltaba. Varias veces, después de una meditación exaltante, devorado por una feroz necesidad de pruebas, lancé mi caballo contra un escollo demasiado alto y superando el peligro innecesario, sentí que habría sabido morir en cualquier momento y en cualquier lugar. (P. 49)

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Y el héroe mira el mundo de arriba por abajo. Punto 6: “(..) El Teatro de Variedad es, pues, la síntesis de todo lo que la humanidad ha refinado hasta ahora (...) y aún más, la fusión borboteante de todas las risotadas, de todas las sonrisas, de todas las carcajadas, de todas las contorsiones, de todas las muecas de la sociedad futura” Habla Claudio: “Esperen a emponzoñar con los mas feroces venenos las puntas de su desprecio. Haz que vuestro sarcasmo tenga tal virtud corrosiva que llegue hasta la médula y la destruya. Marquen hasta el hueso las estúpidas fuentes de aquellos.. (..) Tu risa frenética suba hasta el cielo cuando oigas a los siervos de la gran bestia vociferar en la asamblea. (P. 69) No se desesperen por ser pocos. Ustedes poseen la suprema ciencia y la suprema fuerza del mundo: la palabra. (P. 70) El héroe/superhombre reconoce en si mismo su destino: Habla Claudio: Yo había investigado si (..) mi voluntad podía, por elección y exclusión, realizar una nueva y digna obra con los elementos que la vida había en mí acumulado. (..) Es allí que me doy cuenta de mi mayor ambición, que es mi deseo de agregar algún valor nuevo a este mundo humano que eternamente se agiganta con la belleza y el dolor. (P. 27-28) Luego refiriéndose a Dante: “¡Oh venerable padre de nuestro discurso, tu que creías en la necesidad de las jerarquías y las diferencias entre los hombres; tu que creías en la superioridad de la virtud transmitida en razón de la herencia de sangre; tu que creías firmemente en las virtudes de la estirpe, la cual pudiese, poco a poco, de una elección a otra, elevar al hombre al más alto esplendor de su belleza moral. (P. 61) La fuerza es la primera ley de la naturaleza, imborrable e indestructible. La disciplina es la mas superior de las virtudes de un hombre libre. Si todas las estirpes terrestres fueran destruidas por un nuevo diluvio y nuevas generaciones surgerían de las piedras (..) los hombres lucharían entre ellos (..) hasta que uno, el más valioso, lograría imperar sobre los otros (Página 72) Este paso suena como la premisa del Manifiesto del Teatro Futurista Sintético que en sus primeras frases llega a decir: Italia deberá ser impávida, empedernidita, elástica y veloz como una pantalla de cine, indiferente a los golpes como boxeador, impasible al anuncio de una victoria que costara cinquentamil muertos, o incluso al anuncio de una derrota. Y el Superhombre puede cambiar el mundo. Dos frases más abajo siempre en el Teatro Futurista Sintético se lee: “Creemos por tanto que no hay forma hoy de poder influenciar guerreramente el alma italiana más que mediante el teatro” Sigue Claudio: El Estado construido sobre la base del sufragio popular y la igualdad, cimentada por el miedo, no solo es una construcción despreciable, sino además precaria. El Estado no debe ser mas que una institución perfectamente adaptada para promover la elevación gradual de una clase privilegiada hacia una forma ideal de existencia. (..) Y lograries, tarde o temprano, someter a las masas a vuestro favor. No será demasiado difícil, en realidad, conducir los rebaños a la obediencia. La plebe será siempre esclava, teniendo el nativo la necesidad de tender sus brazos hacia el vencedor. Aquellos que nunca tendrán, hasta el final de los siglos, el sentimiento

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de la libertad. (P. 73) Les convendrá por lo tanto, en ocasiones, dar latigazos silbando, asumir un aspecto imperioso, ingeniar algún alegre estratagema (p. 74)

Y en fin, la razón última, D’Annunzio vaticina su representación del mundo: El mundo es una representación de la sensibilidad y el pensamiento de unos pocos hombres superiores, que lo han creado, ampliado y embellecido con el tiempo y lo harán cada vez mas en el futuro. El mundo tal y como es hoy, es un maravilloso regalo otorgado de la minoría a la mayoría, de quien es libre a quien es esclavo: de aquellos que piensan y sienten a quienes deben trabajar. Es allí que me doy cuenta de mi mayor ambición, que es mi deseo de agregar algún valor nuevo a este mundo humano que eternamente se agiganta con la belleza y el dolor. (P. 28) (..) allí donde duerme el alma indestructible de nuestros ancestros - surgían súbitamente chorros de energía tan vehemente y directa .. (P. 43) (..) La vida pública no es más que un espectáculo miserable de mezquindad y deshonor. (..) Pues la arrogancia de la plebe no era tan grande como la cobardía de aquellos que toleraban o la fomentaban. (..) El sentimiento de paulatina y voluntaria individualización de un ideal de tipo latino. (P. 52) Conclusiones Resulta difícil escribir una conclusión sobre palabras que se comentan solas. Por otro lado, me parece casi evidente el hecho de que también cultura no es sinónimo de valores humanos. La genial intuición de instalar que el arte surge de la precariedad, fue sustituida por una planificada manipulación del pueblo. Cabe decir entonces que es vital, donde sea que nosotros nos encontremos, mantener un espíritu crítico frente a cualquier manifestación humana. Es necesario saber discernir quien es quien, por donde va su discurso y además tener cabal consciencia de quien es el yo que escucha. El yo formado y mediado por la historia personal, por la solidez cultural que da capacidad crítica, aleja el riesgo de ser fascinados por el proselitismo. Nos alienta a tener fe en nuestra sensibilidad. Si a pesar de esto, igual nos equivocamos, por lo menos habremos intentado realizar el ejercicio. Otro punto destacable es el poder intrínseco del Teatro como vehículo de la palabra y cuanta responsabilidad tiene por apelar exclusivamente a las emociones más básicas de ser humano. Una medida muy bien actuada por el Teatro Futurista, con asombrosa precisión, manipulando temas que abarcaban la entera sociedad a través de una sistemática destrucción de todo código, sin reemplazarlos por algo que no fuera el poder de la destrucción misma, llegando a mostrar que el Teatro es un medio tan potente cuanto nefasto, si actuado sin evaluar consecuencia, sin asumir el deber ético y moral de entregar momentos de reflexión; algo que es antípoda de toda manipulación. (1) http://www.internetculturale.it/opencms/opencms/it/pagine/mostre/pagina_893.html (2) Campo alrededor de Roma