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“EL TAMBORILERO NOCTURNO” 5.A MAILAKO IPUINAK

EL TAMBORILERO NOCTURNO

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Colección de cuentos escritos por el alumnado de 5, A de CP San Francisco de pamplona

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Page 1: EL TAMBORILERO NOCTURNO

“EL TAMBORILERO NOCTURNO”

5.A MAILAKO IPUINAK

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AINTZANE HUARTE

Había una vez un tamborilero nocturno que vivía en el bosque y se comunicaba con los animales gracias a su tambor. En los alrededores andaba una bruja malvada que sentía envidia, pues ella no podía comunicarse con los animales de ninguna forma. Un día decidió vengarse del tamborilero y...

-¡Hola buen tamborilero! He comprobado que gracias a tú tambor te consigues comunicarte con los animales.

-Así es, buena mujer -contestó amablemente-

Y, ¿no te gustaría que los animales del bosque hablaran nuestro idioma? -preguntó la bruja maliciosamente-

-¡Cómo no! Sería mi gran ilusión.

-Pues esta es la oportunidad que esperabas. Yo soy bruja y domino cantidad de hechizos. Si quieres, echaré uno al tambor para que los animales, al oírlo, puedan hablar nuestro idioma.

El tamborilero aceptó sin darse cuenta de las intenciones malvadas de la bruja. A partir de entonces cada vez que tocaba el tambor no sonaba para los oídos de los animales, sino para el de las abejas, y cuando hacía barán, barán... aparecía un enorme enjambre de abejas enfurecidas dispuestas a atacarle. Por fortuna, cada vez que le atacaron consiguió escaparse y ponerse a salvo. Un buen día el tamborilero caminaba triste y sin rumbo, porque no podía tocar el tambor. En esto, se encontró con una viejecita:

-¿Qué te ocurre joven que vienes tan triste? -preguntó al tamborilero-

-Una malvada bruja ha hechizado el tambor, y cada vez que toco, aparece un enorme enjambre de abejas enfurecidas dispuestas a atacar

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-respondió el tamborilero-

-Y, ¿por qué lo ha hecho?

-Cuando toco el tambor me comunico con los animales. Yo creo que tiene envidia, pues ella, a pesar de ser bruja jamás lo ha conseguido -explicó el tamborilero-

-No te preocupes. Hace tiempo que conozco remedios para dejar sin efecto los hechizos malignos -dijo la viejecita-

Y sin perder más tiempo deshizo el malvado hechizo.

-El contra-hechizo que he aplicado deja sin valor al de la malvada bruja y te permitirá, si así lo deseas, convertirte en murciélago para pasar desapercibido.

El tamborilero dio las gracias a la viejecita y se despidieron. No obstante, decidió dar un escarmiento a la malvada bruja. Llamó a todos los animales del bosque y, una vez reunidos, se dirigieron al castillo de la bruja. Allí, se convirtió en murciélago y se hizo pasar por uno de sus compinches. De esta forma, consiguió vencerla después de largas horas luchando con sus amigos, los animales del bosque. Castigó a la bruja encerrándola durante toda una eternidad en una botella de cristal negro como el carbón. El tamborilero nocturno vivió en paz y armonía el resto de su vida. Su fantasma vigila a la bruja tocando todas las noches en la puerta de su castillo.

FIN

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AMAIUR LIZASO

Cierta ocasión, un soldado que alegremente caminaba por la noche encontró un tambor en la calle casi roto y muy sucio. Había tenido uno de pequeño, pero se le rompió. Por eso le hizo mucha ilusión el hallazgo. Empezó a tocar sin perdida de tiempo; barambam... baramban..., y se fue tocando mientras caminaba. De repente, una luz salió del tambor y enfocó la luna, esa luz se convirtió en una escalerita brillante hacia el satélite y empezó a subir con cuidado. Estuvo tanto tiempo subiendo que se quedó dormido un rato. Al despertar continuó subiendo hasta que, por fin, pisó suelo firme. Comenzó de nuevo a tocar, barambam, baramban... y, para su sorpresa, una lluvia de estrellas se precipitó hasta donde él estaba. Se colocaron a su lado y comenzaron a tocar imitándole. Así pasó toda la noche, pero por la mañana, quedó profundamente dormido. Al despertarse se encontraba en su habitación y quiso ir a la luna. Tocó y tocó pero de el tambor no salia la música; no salía ni un triste bram... Entonces entendió que solo podía tocar a la noche. Esa misma noche tocó y otra vez hizo lo mismo y lo mismo... Organizó montones de conciertos, su nombre artístico era el Tamborilero Nocturno. El tamborilero siempre esperaba impaciente la noche para ir con su grupo. Pasaron años hasta que el tamborilero se hizo viejo y murió. Todas las estrellas se pusieron muy muy tristes y le organizaron un funeral. Tiraron el tambor a la Tierra donde vivía el tamborilero y desde entonces todo el mundo se pregunta dónde esta.

FIN

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ANNEYA GELIS RUIZ DE LARRAMENDI

Había una vez un tamborilero que se hizo rico de tanto tocar, pero ambicioso, egoísta y déspota. Como no tenía amigos, un buen día decidió ir a la Luna.

-¡Estoy harto de esta gente! todos me tienen envidia. No soportan que sea el tamborilero mejor y más rico del mundo. ¡No aguanto más! Construiré un cohete e iré a la luna. Al menos allí nadie me mirará con mala cara -pensó para sí mismo-

Comenzó a construir el cohete en secreto, y al cabo de un año, poco más o menos, lo terminó.

-He de hacer la lista de lo que necesitaré -se dijo-

Cuando la hubo terminado, cargó todo en la nave y despegó hacia la luna sin detenerse a pensar en nada.

-¡Qué bien! Ahora seré feliz -comentó en voz alta-

Al llegar a la luna encontró unos seres que no le recibieron con muy buena cara.

- Tocaré el tambor y todo cambiará -murmuró-

Pero el tambor no estaba. Con las prisas lo había olvidado en casa.

- Tocar el tambor es lo único que sé hacer para divertir a la gente. Si no puedo ofrecer nada no creo que me acepten -se lamentó-

Y así fue. Nadie le hacía el más mínimo caso. Sólo y apesadumbrado intentó regresar a la tierra pero la nave no arrancó. Todos los días se

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lamentaba de lo que había perdido en su pueblo. Por fortuna, uno de aquellos seres se compadeció y le ayudo a reparar la nave. Finalmente, consiguió llegar a la tierra y, una vez en su pueblo, todo cambió. Aprendió a convivir con los demás y a compartir todo lo suyo. De esa forma, sus vecinos le aceptaron y quisieron. Dio todo su dinero a los pobres. A veces, se oye como toca el tamborilero en las frías noches para alegrar a los tristes y hacer cambiar a los egoístas y déspotas.

FIN

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ERIK OCHAGAVIA SENOSIAIN

En un pueblecito cercano a la montaña vivía, cerca del riachuelo, el tamborilero nocturno. La gente del pueblo le conocía como “Mikel el músico”, y todas las noches de verano salia con su tambor con el fin de entretener a los vecinos del valle. Una de estas noches que la luna llena se reflejaba en el agua, Mikel y los habitantes del pueblo fueron hasta el lago para hacer una fiesta en sus alrededores. Mikel comenzó a tocar y al poco rato notaron la presencia de un ser desconocido para ellos.

-¿Quién eres? - preguntó Mikel acercándose a su lado-

-Soy la Dama del Agua y vivo en el lago desde hace muchos años -respondió amablemente-

-¿Por qué vives en el lago? -continuó Mikel-

-Cuando era pequeña desobedecí a mis padres. Ellos me habían prohibido acercarme sola al lago, pues decían que era muy peligroso -explicó la Dama-

-Y, ¿qué ocurrió? - volvió a preguntar Mikel intrigado-

-Que resbalé y caí. Como no sabía nadar, pronto me hundí y comencé a ahogarme -continuó el relato-

-Pero no te ahogaste. De lo contrario ahora no estarías hablando conmigo -dijo Mikel-

- Así es. Al llegar al fondo alguien me rescató y me llevó a un refugio del fondo del lago. Allí, me quede profundamente dormida, y al despertar, estaba rodeada de bellas mujeres que tenían cola de sirena. Ellas me explicaron que eran las Lamías, habitantes del lago, mitad humanas, mitad

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animales. Cuidaban de los animales del bosque, y de todo aquel que hiciera bien a la naturaleza. Sin embargo, eran implacables con todo aquel que intentaba hacer daño a los animales del lago, del bosque y a la propia naturaleza -explicó la Dama del lago-

-Pero,tu no eres una Lamía. Podrías salir del lago y venir al pueblo a vivir. Seguro que serías muy bien recibida -dijo Mikel-

-No, no es tan fácil. Puedo salir del lago y pasear por el bosque, pero sólo de noche. Cuando amanece debo regresar al lago, de lo contrario moriría. No obstante, no me importa. Aquí soy feliz, pues ayudo a todos los animales del bosque -añadió la bella Dama-

-Y, ¿Por qué has salido hoy?

-He oído la música, me he puesto muy contenta y me han entrado unas terribles ganas de bailar. Me gustan mucho las fiestas, pero aquí, en el lago, no son muy frecuentes. Así que he decidido salir y sumarme a la fiesta. ¿Os he asustado? -preguntó preocupada-

-Un poco, pero es normal. La gente ha oído muchas historias y tiene miedo. Yo les explicaré la verdad y todo se aclarará.

Así lo hizo el tamborilero. La gente del pueblo entendió lo sucedido, y propusieron acudir cuatro veces al año para celebrar fiestas nocturnas a las que invitarían a la Dama del Lago, y a todos los animales del bosque. Desde entonces los habitantes del lugar, la Dama del Lago y todos los animales del bosque viven en paz y armonía. En adelante, a Mikel le apodaron el “tamborilero nocturno”.

FIN

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EUNATE ARRUTI REDÍN

Érase una vez un soldadito que escapó de la guerra . Iba asustado porque, al parecer, tenían intención de matarlo. Por el camino encontró a un punky que intentaba hacerse invisible .

-Hola amigo, ¿qué haces? -preguntó el soldadito-

-Me gusta tocar el tambor, y me han dicho que si consigues hacerte invisible puedes tocar el tambor allá donde quieras -contestó el punky-

-Pero, ¿cómo conseguirás hacerte invisible?

-He de leer un hechizo que compré a una ancianita curandera

-Y, ¿cuál es el problema?

-Pues que resulta muy difícil de leer. Si no se lee correctamente no tiene efecto. La ancianita me explicó que tengo tres oportunidades. Si no acierto, el hechizo pierde su efecto. Me he equivocado las dos veces que lo he intentado, y me temo que lo voy a desperdiciar -dijo el punky preocupado-

-¿Y te haces invisible para siempre? -insistió el soldadito-

-No. Si quieres volver a hacerte visible solo tienes que tocar muy fuerte

-Soy un soldado tamborilero. Me he escapado de la guerra y me buscan para matarme. Me interesaría hacerme invisible para poder llegar a casa -indicó el soldadito-

-Pues, si quieres, lo intentamos los dos -ofreció el punky-

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-De acuerdo. Yo leeré. Se me da muy bien, pues en la escuela aprendí con mis compañeros y compañeras. Además traigo el tambor que tocaba en las batallas.

Dicho y hecho. Leyó el hechizo y los dos se hicieron invisibles. Al poco rato, pasaron los soldados que buscaban al soldadito tamborilero para matarlo. De esta forma el punky vio cumplido su deseo, y el soldadito salvó la vida. En adelante, el soldadito tocaba por las noches y se hacía visible, pero durante el día permanecía invisible, por si las moscas. Utilizó el hechizo hasta que la guerra terminó, y en adelante fue conocido como el tamborilero nocturno. En cuanto al punky, lo único que se sabe es que ahora toca la pandareta.

FIN

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GORKA OTADUY LÓPEZ

Hace años vivía en un pequeño pueblo un hombre cada noche tocaba el tambor para molestar a sus vecinos. Hacia un ruido tan fuerte que los vecinos apenas dormían. Muchas veces habían intentado detenerle, pero como no tenían luz no lo conseguían.

-¿Has de callar? No podemos dormir -gritaban los vecinos enfurecidos-

-Barabam...barabam...pam, pam, pam... -respondía el pesado tamborilero-

Por las mañanas todos los vecinos parecían sonámbulos.

-¡No he podido pegar ojo! Ni yo, ni yo tampoco... -comentaban entre ellos-

-Habrá que hacer algo para detener a ese tamborilero nocturno -dijo uno de ellos-

-Pero ¿Qué podemos hacer?

A los pocos días se supo en el pueblo que Thomas Edison había inventado la luz. Hicieron una colecta y reunieron el suficiente dinero para pagar el alumbrado del pueblo. Al poco tiempo, el pueblo contaba con unas magníficas farolas. A partir de entonces el tamborilero dejó de tocar por miedo a ser detenido. Un día, el pueblo se quedo sin luz pero el tamborilero tampoco salió pensando que podría tratarse de una trampa. El segundo tampoco para asegurarse, pero al tercer día no pudo aguantar más y volvió a tocar. Para su desgracia, en plena noche volvió la luz y lo detuvieron. Poco pudieron hacer los vecinos cuando comprobaron que se trataba del “tonto del pueblo”. Todos se rieron y devolvieron el tambor con la condición de que no volviera a tocar de noche.

FIN

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IBAI BAZTAN

Había una vez un tamborilero al que gustaba pasear por las noches. Un día, en uno de esos paseos, cayó al suelo y se hizo mucho daño en un brazo.

-¡Demonios!, creo que me roto el brazo. ¡Qué dolor! ¡Ya no podré tocar más el tambor en mi vida! -se lamentó-

Al poco, apareció un mago que se dispuso a ayudarle.

- No te preocupes, yo te curaré. Te aplicaré una pomada, y a los cinco minutos estarás como nuevo.

Le puso la pomada, pasaron cinco minutos y el tamborilero comenzó a mover el brazo como si no hubiese sucedido nada.

El tamborilero, para compensarle, le dio las pocas monedas que llevaba encima:

-Toma buen amigo. Son mis únicas monedas. Te las doy con gusto porque me has salvado. Gracias a tu acción podré volver a tocar el tambor y no me moriré de hambre -dijo agradecido-

-Eres muy generoso. Ciertamente soy pobre y me vendrán muy bien estas monedas para comer unos días. Has de saber que soy mago y, como muestra de mi gratitud, deseo darte el siguiente poder: Cada vez que toques el tambor se hará de noche y, si entre los que escuchan hay algún malvado, no podrá aguantar con los ojos abiertos y caerá dormido al instante -habló el mago-

-Gracias, gracias de todo corazón. Lo utilizaré para hacer el bien -respondió el tamborilero-

Se despidieron dándose un abrazo, y cada uno tomó su camino. Al cabo de

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un rato, el tamborilero encontró a dos menores amenazando a un niño con un cuchillo. Acordándose del poder concedido por el mago, el tamborilero decidió tocar el tambor: baraban, ban, ban, baraban... Los agresores, en pocos segundos, cayeron derrotados al suelo dormidos. Momentos más tarde, el tamborilero llevó al niño a su casa y a los agresores a la policía. Un día después ya era portada en el periódico:

“ Un amable tamborilero salva a un niño de las manos de unos facinerosos. Los padres del niño agradecen la valiente acción del tamborilero”

-Puedo seguir haciendo el bien con mi tambor mágico – se dijo el tamborilero al leer el periódico-

De repente sonó el timbre y cuando abrió la puerta, vio una cesta con oro y mucho dinero. Vivió feliz para toda la vida ayudando a la gente.

FIN

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IOAR LOPETEGI

Había una vez un tamborilero que volvía de una guerra perdida. Los vencedores de esa guerra, sus enemigos, deseaban detenerlo para matarlo. Un buen día que iba por la carretera con los ojos muy abiertos, se encontró con un anciano que era incapaz de andar.

-¿Qué te pasa buen anciano? -preguntó el tamborilero-

-Que soy incapaz de dar un paso. Soy muy viejo y mis piernas ya no quieren separarse -explicó el viejecito-

-Puesssssss... mm...tengo una idea, ¡ya veras como funciona! Levántate -pidió el tamborilero-

Cuando el anciano se hubo levantado, el tamborilero le dijo que cada vez que el tambor sonara tenía que dar un paso. Así lo hizo; cuando el tambor sonaba él daba un paso y al rato consiguió andar.

-Veo, según tu uniforme, que has perdido la guerra. Toma buen soldadito este uniforme del bando vencedor. Yo no lo necesito y a ti veo que te hará falta. Puede salvarte la vida -dijo el viejecito-

Se despidieron. Cada cual tomo su camino, y el tamborilero se puso el traje que que le dio el anciano. De repente, aparecieron los enemigos y el tamborilero pensó en echar a correr. Sin embargo, se acordó de que tenía el traje que le dio el anciano y actuó como si fuera de su bando.

-¿A dónde vas soldado? -preguntaron sus enemigos-

-A casa. El comandante me ha dado permiso -respondió-

-Si es así, puedes continuar tu camino. Que disfrutes del permiso -añadieron sin darse cuenta de nada-

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-¡Esos soldados no se han dado ni cuenta de que soy del otro bando! ¡He pasado desapercibido! -exclamó contento-

Andando y andando llegó a su país, y antes de cruzar la frontera, se cambio de traje guardando debajo el uniforme que llevaba puesto. Ya estaba en la ciudad principal, la capital, pero su casa estaba a cientos de kilómetros de allí. Para llegar a su destino el único transporte era el tren, y no tenía dinero para pagarlo.

-¿Como puedo conseguir dinero para que el tren me lleve a la ciudad donde vivo? -se preguntó preocupado-

-¡Trabajando!- respondió una voz de un desconocido.-

-¿Quién eres tu? -pregunto el soldado-

-Soy alguien que te puede dar trabajo en una cabalgata -contestó el desconocido-

-¿Y que hago yo en esa cabalgata? -pregunto el soldado-

-Tocas el tambor, ¿no? Veo que tienes un excelente tambor -afirmó el desconocido-

-Gracias por darme el trabajo ¿Cuándo empiezo? -preguntó-

-Ahora mismo, si no te importa, claro.

-Una pregunta, ¿Tenéis algún sitio donde pueda dormir?

-Claro que si, puedes dormir en un hotel, yo te lo pago -ofreció amablemente el desconocido-

-Gracias, muchísimas gracias. Bueno, supongo que ahora toca ensayar -afirmó el soldado-

-Has acertado -respondió el desconocido-

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Cuando acabaron el ensayo todos se fueron a sus casas, y el tamborilero al hotel. Después de una larga y dura semana de entrenamiento tocaba actuar. Sonaban las charangas y demás músicas. Si lo hacía bien ya tendría pagado el viaje a su ciudad.Cuando hubo terminado, el organizador desconocido pagó al soldado y éste pudo comprar el billete de tren. El tamborilero dio las gracias y se fue en el primer tren. Desde entonces solo toca por las noches para pasar desapercibido para sus enemigos. Por eso, sus amigos lo conocen como el “tamborilero nocturno”.

FIN

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LUCAS SÁNCHEZ RODRÍGUEZ

Érase una vez un príncipe bellísimo, con ojos azules, alto, pálido pero no exageradamente, y con pelo castaño. Ala y pechuga, era el hombre más tonto y chulo que haya existido. Se hacía conocer como “arturo”, sin mayúscula. “arturo” se gustaba de la princesa de al lado, vamos, del otro reino.Ella era un pelín alta, flaca, pelo castaño, el carácter muy fuerte y algo contradictoria. Sabía que el señor “arturo”, sin mayúscula, se gustaba de ella. Sin embargo a ella solo le parecía “guapillo” y no tenía ninguna intención de casarse con él, sino con el tamborilero de su padre.Un día como otro cualquiera, “arturo” se presentó ante el padre de “Lorrein”, la princesa, y le pidió matrimonio.El rey, al ver su nobleza y belleza, aceptó. La boda se celebraría el fin de semana siguiente.Lorrein naturalmente no estaba de acuerdo, pero no pudo hacer nada para impedirlo. Lorrein y el tamborilero quedaban todas las noches para estar juntos, pues era su turno de trabajo. Un día, un guardia les descubrió y les llevó a presencia del rey. Él estaba furioso y exclamó:

– Estoy muy disgustado cariño, y me veo obligado a llevar a ese tamborilero a la guillotina.

La reina no asistió a la boda, y en lugar de ello estuvo en el aguillotinamiento del tamborilero.

Desde entonces se dice que el alma del tamborilero toca por las noches en busca de Lorrein.

FIN

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OIER ZABALETA VENTURA

Érase una vez, en un pueblo, un tamborilero que siempre tocaba desde las 12:00 de la noche hasta las 8:00 de la mañana. No tocaba mal, pero no dejaba dormir a los vecinos. Aún así, todo el pueblo le quería porque era como el alma del pueblo. Le llamaban el tamborilero nocturno,y durante el día se dedicaba a dormir.Una noche el tamborilero no apareció, no se oía por ninguna parte y los vecinos se preocuparon. Uno de ellos propuso que se pusieran a buscar, y así lo hicieron. Al cabo de un rato se cansaron de buscar y se fueron a sus casas. Pero al día siguiente... barabán, barabán el tamborilero volvió, y todos los vecinos organizaron una fiesta en su honor. El tamborilero, cuando vio que todo el pueblo le quería, pensó que podría sacarle beneficio. Agradeció el detalle y se dirigió a casa pensativo. Pensando y pensando, ideó un plan que consistía en tocar todo el día y que la gente le diera dinero, para convertirse en el más rico del pueblo. Así lo hizo: Llegó a ser el más rico del pueblo, y se hizo egoísta. Pero cuando el los vecinos vieron que el tamborilero era rico y egoísta, decidieron no darle más dinero. El tamborilero avergonzado, dio el dinero a los más pobres, se hizo majo, y se convirtió en el más apreciado del pueblo.

FIN

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OIHANA VERA

Érase una vez un tamborilero nocturno que iba por las calles tocando.

-Eh, tú, ¡Calla!, ¡Intentamos dormir! -le gritaban-

El tamborilero, muy triste, se iba a su casa. Así todos los días.

Un día, decidió irse a otra ciudad. Por el camino se encontró a un viejecito que le dijo:

-Hola muchacho, ¿qué haces por aquí?

-Quiero ir a la ciudad más cercana de aquí, ¿sabe dónde está? - dijo el tamborilero nocturno-.

-Claro, giras a la izquierda y ya has llegado – contestó el viejecito-El tamborilero giró a la izquierda y vio un pueblecito pequeño. En él, vivían viejecitos y viejecitas. El tamborilero nocturno pensó que a lo mejor le dejaban tocar. Alquiló una casa, la ordenó y se fue a conocer el lugar.Llegó la noche y empezó a tocar: Trrr, trrr, trrr...

-¡Muchacho!, si no nos dejas dormir, ¡vete a tocar a otro sitio, y a vivir!, ¿entendido? -le dijo una anciana-

-Sí señora, lo siento.

El tamborilero nocturno se fue a otro pueblo. Por el camino tocaba, pero los animales se escapaban corriendo, y paró para no asustarlos. Al final, le entró sueño y se durmió entre la hierba. Más tarde vio unas moras, las cogió y se las comió.Volvió a tocar por la noche, y para su sorpresa, vio que los animales

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nocturnos bailaban; les gustaba mucho su música. El sonido del tambor atrajo a otro tamborilero nocturno:

-Hola, ¿qué haces aquí? -le dijo el otro tamborilero-.

-Buscar una casa para vivir.

-Yo también busco lo mismo, -le dijo el otro-, pero no vayas a ese pueblo que no les gusta la música.

-Ni tu a ese otro - dijo el primer tamborilero-.

-Ya sé, ¿y si nos quedáramos aquí? -dijo el otro- Podríamos construir una cabaña y vivir en este lugar.

Y eso mismo hicieron. Cuando terminaron, empezaron a tocar y vieron a un grupo de música, hablaron con ellos y les dejaron entrar en el grupo. Se lo pasaban muy bien tocando en todos los pueblos, y cuando ganaron mucho dinero, se compraron una casa en la ciudad de al lado y vivieron allí.

FIN

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SAIOA ALONSO

Érase una vez un tamborilero que trabajaba de noche en una cafetería tocando para los clientes.

-¿Por qué no te apuntas a un concurso de música? -le preguntaron los clientes-

-Pues no sé...tengo que pensarlo -les contestó-

Al tamborilero le costó mucho aceptar, pero un día dijo que sí. En el concurso había toda clase de instrumentos; baterías, flautas, violines...salió al escenario, se puso nervioso, tocó muy mal y le descalificaron. Avergonzado desapareció y nadie supo de él.

Querréis saber fue del tamborilero, ¿no?

En su huida pensó: ¿Por qué no toco para los animales? No sabemos si lo hizo pero desde la cafetería donde trabajaba, todas las noches se oye un tambor en la lejanía, y se divisan miles de aves nocturnas acudiendo a su llamada.

FIN

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ZURIÑE OCHOA

Érase una vez un soldadito, que a las noches solía tocar el tambor por soledad. Cierto día salió de paseo para airearse y se encontró con otro soldadito que le pidió ayuda:

-Hola buen hombre,¿Me podrías dejar una pieza para la computadora?

-¡Pues claro!, como no.

-Muchas gracias, me sentiré mejor. Por cierto me llamo David, y ¿tú?

-Fermín y me alegro de conocerte.

Fermín cogió la piezas y se dirigieron a casa del otro soldadito con intención de arreglar la computadora. La casa estaba bien recogida y ordenada, pero la maquina estaba tan estropeada que sacaba humo:

-Está muy estropeada; saca chispas y humo . Me gustaría que cambiaras las piezas, por favor.

-¡Faltaría más! Espera un poco que me costará.

Al cabo de una hora el ordenador estaba arreglado y funcionaba de maravilla.

-Muchas gracias ¿Cómo te lo puedo agradecer?

-No es necesario que me des nada. Lo he hecho con mucho gusto.

-Hum... tengo una idea. Te daré un encantamiento contra los ladrones: Si intentan robarte, toca el tambor. Caerán rendidos, pues bailarán hasta quedar sin fuerzas.

-Me encanta este encantamiento, me sera muy útil y mi casa estará protegida. Gracias David, ya nos veremos algún otro día ¿vale?

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-Vale.

Fermín llegó a casa muy cansado y con ganas de cenar. Cenó se acostó y, al poco rato, se había dormido como un tronco.Por la noche un gran ruido le despertó. Unos ladrones habían tirado la puerta y se disponían a robar. Cogió el tambor, empezó a tocar y el encantamiento hizo su efecto: Los ladrones bailaron hasta caer rendidos.Su fama como cazaladrones se extendió tanto que no le faltó trabajo, ya que, sus vecinos, le contrataban para proteger sus casas. De esta manera, se ganó la vida y pudo tocar el tambor todos los días de su vida. Y esta es la historia del tamborilero nocturno y su amigo David.

FIN

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IKER PERÉZ

Érase una vez un tamborilero que trabajaba muy duro, y el único tiempo que tenía para tocar el tambor era de noche en el bosque .Baram , baram , baram … tocaba y tocaba todas las noches .Los animales del bosque no podían dormir, y el veterinario del pueblo no paraba de trabajar porque los animales no podían dormir . Entonces, los animales decidieron hablar con el tamborilero : - ¡No nos dejas dormir ! Tocas todas las noches y es imposible dormir se quejaron los animales-

- Lo siento, pero trabajo durante el día y no tengo otro tiempo para tocar el tambor. Además, los vecinos del pueblo no me dejan tocar durante el día -argumentó el tamborilero-

-Podrías tocar en la ciudad. No lo haces mal, y seguramente te contratarían en algún teatro -dijeron los animales-

No le pareció mala idea al tamborilero. Aquella misma semana preparó sus bártulos, y marcho a la ciudad en busca de una oportunidad. Al llegar a Pamplona, sacó su tambor y se puso a tocar en la puerta del teatro Gayarre. No habría pasado una hora, cuando un señor se le acercó y le dijo:

-Toca usted muy bien el tambor, ¿le interesaría tocar en la orquesta del teatro?

-¡Ya lo creo! Me encantaría -contestó el tamborilero sin pensarlo dos veces-

De esta manera el tamborilero encontró trabajo de lo que le gustaba: tocar el tambor. Los vecinos del pueblo y los animales del pueblo solían acudir al teatro para verle tocar. A partir de ese momento, todos vivieron felices y contentos.