El Tazon (E)

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  • 7/31/2019 El Tazon (E)

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    EL TAZON

    El hombre, ya anciano, se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro aos.

    Se mud de casa. Estaba solo y deseaba compartir en sus ltimos das.

    Los aos no pasaron en balde y ya las manos le temblaban. La vista era torpe y los pasos noeran tan fuertes como hace unos aos.

    Toda la familia coma junta en la mesa. Pero las manos temblorosas y la vista enferma delabuelo hacan del alimentarse un asunto difcil. Los guisantes caan de su cuchara al suelo ycuando intentaba tomar el vaso, no era difcil que se derramara la leche sobre el mantel.

    El hijo y su esposa se cansaron de la situacin:

    -Tenemos que hacer algo con el abuelo -dijo el hijo- Ya he tenido suficiente y estoy muy hartode esta situacin. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo.

    As fue como el matrimonio decidi poner una pequea mesa en una esquina del comedor;pasaban los das y el abuelo coma solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora decomer. Como ya haba roto varios platos, su comida era servida en un tazn de madera.

    De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podan ver una lagrima en sus ojosmientras estaba ah sentado solo. Sin embargo, las nicas palabras que la pareja le diriga,eran fros llamados de atencin cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

    El nio de cuatro aos observaba todo en silencio.

    Una tarde antes de la cena, el pap observo que su hijo estaba jugando con trozos de maderaen el suelo. Le pregunto suavemente:

    -Que estas haciendo?

    Con la misma dulzura el nio le contesto:

    -Ah, estoy haciendo un tazn para ti y otro para mam para que cuando yo crezca, ustedescoman en ellos.

    Sonri y sigui con su tarea. Las palabras del pequeo golpearon a sus padres de tal formaque quedaron sin habla. Las lgrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra sedijo al respecto, ambos saban lo que tenan que hacer.

    Esa tarde el esposo tom gentilmente la mano del abuelo y lo gui de vuelta a la mesa de la

    familia. Por el resto de sus das ocupo un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razn, ni elesposo ni la esposa, parecan molestarse mas cada vez que el tenedor se caa, la leche sederramaba o se ensuciaba el mantel.

    Que no te abandonen jams la bondad y la felicidad; tatelas al cuello, escrbelas en tucorazn. Y hallars favor y buena opinin ante Dios y ante los hombres. Proverbios 3: 3-4