El Trabajador - Ernst Junger

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  • 7/29/2019 El Trabajador - Ernst Junger

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    1 o o).

    Ernest JngerEL TRABAJADORDominio y figuraTraduccin deAndrs Snchez Pascual

    Ensayo

    . ..... .

    TUSnUETS>

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    Ttulo original: Der Arbeiter. Herrschaft unrl G e s ~ a l t

    l.* edicin: diciembre 19902."' edicin: abril1993

    1981 by Ernst Klett Verlage GmbH u. Ca. KG

    de la traduccin: Andrs Snchez P a s ~ a l . 1990Diseo de la coleccin y de la cubierta: MBMReservados todos los derechos de esta edicin paraTusquets Editores, S . A . ~ Iradier, 24 08017 BarcelonaISBN: 84-7223-162-3Dep6sito legal: B. 12.147-1993Fotocomposicin: Foinsa- Passatge Gaiola, 1 3 ~ 1 5 08013 BarcelonaImpreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarn, S.A.- GuipzcoaLibergraf, S.A.- Constitucin, 19.08014 BarcelonaImpreso en Espafia

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    . .

    ERNST JNGER

    Ernst Jnger naci en Heidelberg en1895. A los 19 aos particip comovoluntario en la primera guerra mun-dial. La experiencia de aquellos aosterribles qued reflejada en Tempes-tades de acero (Andanzas 53), primer tomo de sus Diarios. Termina-da la contienda, altern su aficin aescribir y viajar con los estudios dezoologa Y ilosOfa. Dentro del con-junto de s-u eXtensa Obra co.mpleta(hasta ahora de 18 volmenes), ocu-pan una posicin central los Diarios,que ofrecen el testimonio de una tra-yectoria intelectual que se extiendea lo largo de casi ochenta aos. Tus-quets Editores, tras el segundo y ter-cer tomo, R a d i a d o . ! l e _ . ~ _I y l! (Andan-ZaS 98/1 y 98/2), ir publicndolosntegramente. Jnger.es adems autorde numerosas novelas, entre las- Cuales se encuentra El tirachinas (An-danzas. 55) .. Tanto por la pql1Ilicaque lin.ido susCtando.aJ"1argo del"tiempo como Por la originalidad edependencia de sus planteamientos,merecen mencin aparte sus ensa-yos, entre los cuales, publicados enesta misma coleccin, ya han apare-cido tambin La emboscadura y Latijera (Ensayo 1 y 18) y estn enpreparacin Acercamientos, relato desus experiencias con las ms diver-sas drogas del mundo, y El coraznaventurero.

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    La edad del tercer estadocomo edad del dominio aparente

    1El dominio del tercer estado no ha sido nunca ~ a p a z en Ale-mania de afectar a aquel ncleo, el ms ntimo de todos, que de-

    -termina la riqueza, el poder y la plenitud de una vida. Si volvemoslos ojos a un siglo largo de historia alemana, nos es licito adinitircon orgullo qUe nOsotros hemos sido unos malos burgueses. No estaba cortado a nuestra medida ese traje que ahora se.encuentra ahhecho unos harapos y por debajo de cuyos jirones est apareciendo ya una Naturaleza ms inocente y fiera que ai:uella cuyas msicas sentimentales agitaron muy. pronto el teln detrs del cualocultaba el Tiempo el gran espectculo de la democracia.

    / No, ,!9s alemanes no han sido buenos burgueses; y donde~ - m e n o s ; en aquellos puntos donde mayor era su fuerza. En todoslos sitios d,onde los alemales pensafon con gran p r ~ ? f u n d i d a d yosada, donde tuvieron sentimientos muy vivos, donde asestarongolpes muy despiadadOs, en todos esos sitios era patente. su i n ~1surreccin contra los v a l ~ r e s que la gran declaracin de .indepen- .: . . e n ~ i a q e . l ~ ~ ~ z n a l ~ - . S o b q ~ Su".pav:S: Pero 1oS. 'poridqres Oe sa''reSporis8.bilidad directa que llamam.os

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    propios latidos, muchsimos los espritus egregios que consideraron bienvenido el silencio del mundo de las sombras. En ese lapsode tiempo fueron muchos los estadistas a los que les fallaron lasfuentes de su tiempo y que por ello hubieron de ir a extraer aguadel pasado con la finalidad de actuar en favor del futuro; y muchasfueron tambin las batallas en las que la sangre se puso a pruebaen victorias y derrotas que eran diferentes de las del espritu.Y as ocurre que no es satisfactoria ninguna de las posicionesque los alemanes lograron ocupar durante ese tiempo; tales posiciones se asemejan, sin embargo', en sus puntos decisivos, a esasbanderas de combate cuyo sentido estriba en sealar el orden delavance a ejrcitos que an se hallan lejos. En todas partes cabe' ) ofrecer pruebas detalladas de tal discordancia; su razn se e n c u e n ~

    / tra en que los alemanes no supieron hacer uso ninguno de esa libertad que se les ofreca con todas las artes de la espada y de la e r s u a s i ~ no supieron hacer- uso de la liber:tad que haba-quedado instaura.da con la proclamacin de fas dereChos universalesdel hombre: y es que para los alemanes era esa libertad un instrumento que n guardaba la nienor relacin con sus rganos msntimos y propios.

    Por ello en los sitios donde en Alemania comenz la gente ahablar ese lenguaje_ resultaba fcil adivinar que no se trataba deotra cosa que de m ~ l a s traducciones; y la desconfianza que acer-

    ..ca de Alemani:i. senta. un mundo que era .la-cuna- de-la civilizacin-burguesa estaba tanto ms justificada cuanto que lo que aqu enAlemania trataba una y otra vez de hacerse or era un p r o t o l e n g u a ~ je, un lenguaje primordial. sobre cuyo significado diferente y pe.ligroso no caban dudas .. Ese mundo sospechaba que. aqu en. Aleinania ..no er:an ~ a m a d a s en s e r i o . e s a ~ . v a l o r a c i n e s . s:uyaS tan. .. .

    a p r e c i a d a s ~ a.ri preciOsas;. ese .niula-o erieveia (Ue lo. qUe aqu Se ' .ocultaba bajo la mscara de esas valoi-adones era una fuerza indmita y n(l susceptible de clculo, la cual- vislumbraba que sultimo refugi estaba en una relacin originaria y peculiar - yese mundo tena razn al abrigar tales sospechas.

    Pues aqu en nuestro pas resulta impracticable un conceptode libertad que, cual si fuera un metro fijo, carente en s mismo de contenido, se deja aplicar a cualesquiera dimensiones que sele sometan. Lo que aqu ha estado vigente desde siempre ha sido,por el contrario1 esto: el grado de libertad de que dispone unafuerza es directamente proporcional al grado de vinculacin quea esa fuerza le ha sido dispensada; y lo que en la extensin de lavoluntad liberada se revela es la extensin de la responsabilidadque otorga a esa voluntad su validez y su justificacin. Esto en-zo

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    cuentra su expresin en e1 hecho de que las nicas cosas que logranpenetrar en nuestra realidad - y , por tanto, en nuestra historia,entendida esta ltima palabra en su significado ms alto, el dedestino- son aquellas que llevan en s el sello de la mencionadaresponsabilidad. No necesitamos gastar palabras en hablar de esesello; puesto que se lo otorga de manera directa, tambin lleva g r a ~hados en s unos signos que una obediencia siempre pronta sabeleer directamente.? As son las cosas: los sitios donde nuestra libertad se revelacon el mximo poder son aquellos donde su soporte es la conciencia de que la libertad es algo concedido en feudo. En todaslas divisas inolvidables con que la nobleza primordial de la nacin ha recubierto el blasn del .Pueblo ha quedado reflejada esaconciencia; ella es la que gobierna nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, nuestras. acciones y nuestras obras, nuestra poltiCa y nueStra religin. be hi que tiemblen los c i ~ I i e n t o _ s delmundo cada vez que los alemanes se percatan de qu es la libertad, lo que quiere decir: eada vez que se percatan de qu es lo necesario. No caben regateos sobre esto; y, aunque perezca el mundo,es preciso cumplir el mandato cuando se ha escuchado la llamada .

    El orden esa propiedad que" ms que ninguna 9tra se c o n s i ~dera caracterstica de los alemanes- tendr siempre una tasacinmuy baja si no logra verse que l es la imagen de la libertad refleja.d8 en un espejo de acero. L

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    mientas no se efectuasen en el seno de un elemento ajeno e inna-tural. Por as decirlo, slo utilizando escafandras lograron losalemanes hacer pie en el fondo verdadero; el trabajo decisivo seefectu en el espacio de la Muerte. Loor a esos cados que fuerondespedazados por la horrenda soledad del amor o del conocimien-to, y loor tambin a esos otros que fueron abatidos por el aceroen las incandescentes colinas del combate!

    ~Pero no hay vuelta atrs. Todos los que en Alemania estnhoy ansiosos de un poder nueva, dirigen sus miradas a los sitiosdonde ven que est trabajando una conciencia nueva d libertad

    y responsabilidad .

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    El trabajador,reflejo del mundo burgus

    2Vayamos a buscar esa conciencia primeramente en aquellostios donde est operando con mximo mpetu. Pero hagmoslocon a m o ~ , cori volUntad de interpretar ~ i e n las coSas! Dirljamos,

    ~ . u e s , nuestras mirad'as al trabajador.* guen muy pronto dejoclara suiniplacableoposici6ri. a las valoraciones burguesas y e x ~fi'a)o del sent1m1ento de esa oposicin la fuerza para ejecutar susmovimientos propios.Nos hallamos ahora lo bastante lejos de los inicios de talesmovimientos como para hacerles justicia. El pupitre escolar dondese forma nuestro carcter no _podemos elegirlo nosotros, ya queson nuestros padres_quienes_decidenJa_esc.uela. _Eero . llega_un. da--en que nuestro propio crecin1iento nos saca de ella y entonces co-bramos conciencia de cul es nuest!a vocacin. Al examinar lacontundencia de los medios del trabajador es precisO tener. en cuenta lo que acabamos de decir; y hay que tomar muy en considera.cin ~ a _ . c i r c u n s t ~ n c i ~ - q-e que tales nie_dioS h a n , . i ~ G .s1rgiendo en .elcombate y de 'que odas posiciones ocu-pdasdurante la luchase ocupan bajo la influencia del adversario. Por ello resultara demasiado cmodo el hacer al trabajador el reproche de que su complexin se halla entreverada de Valoraciones burguesas, cual unmetal que an no se ha fundido lo suficiente para alcanzar la pureza, y de que su lenguaje, el cual pertenece sin duda ninguna alsiglo XX, abunda en conceptos que han sido modelados por lamanera como en el siglo XIX se planteaban los problemas. Parahacerse entender cuando por vez primera rompi a hablar, el trabajador se vio forzado a utilizar esos conceptos; los lmites de las

    '* Al igual que otros vocablos, tambin ste de trabajador se emplea aqucomo un concepto orgnico; eso quiere decir que va experimentando modifi.caciones a medida que avanza nuestro estudio. En una mirada retrospectivahabrn de pasarse por alto tales modificaciones.

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    reivindicaciones del trabajador fueron marcados por las reivindica-ciones propias de su adversario. Fue as como empez a crecer

    1paulatinamente el trabajador, presionando desde abajo contra lacostra burguesa que lo cubra, hasta que acab por romperla. Noes de extraar, pues, que lleve en s las huellas de ese modo suyode ir creciendo.Pero no fue slo la oposicin que el trabajador hubo de ejer-cer lo que dej6 sus huellas en l; tambin las dejaron los alimen-tos de que se nutra. Antes h e m o ~ visto que en Alemania el tercerestado fue incapaz de alcanzar un dominio franco y reconocido yque hubo buenas razones para que tal cosa ocurriera. Pero esocomport que al trabajador le correspondiera efectuar tambinuna extrafia tarea accesoria, a saber: la de hacer real con retrasoel dominio que el tercer estado no fue capaz de lograr; e indiscu-tiblemente resulta muy significativa l ~ hazafia por la cual el traba-jador hubo de hacer primeramente qUe llegaSe a d O m i n ~ r eSe ingre-diente extrao que se haba mezCladO en sus aspiraciones, para aspoder luego percatarse de que tal. ingrediente no formaba partede las pecuiiaridades suyas. Como hemos dicho, esas cosas sonhuellas dejadas por los alimentos de que el trabajador se nutri6 yquedarn expulsadas tan pronto elimine de: s lo que no le es p r o ~vechoso. Y cmo iban a ser de Otro modo las cosas si los prime-ros preceptores que el .trabajador tuvo eran de procedencia bur--guesa y si el diseo de. los sistemas en que qued emplazada sufl.J.erza juvenil corresponda a p a u t a ~ burguesas!> As es como se explica que Ia: fuente de que se alimentaron y porla que se orientaron las primeras agitaciones del trabajador c o n ~sistifi!se. en el recuer9o d ~ l a ~ bodas .de sangrt; .9-e la burguesa ~ o n . e t . ~ O d e i - - , . _ " e r i el :reuerd 'dE:. f a R i i v o l o . d i l ' . F r a ~ c " e ~ a . " Ahor. bin, .

    \de igual manera "que no hay repeticiOneS dd proCeSo histricO, tarri-poco hay traspasos d s.u contenido viVo. Y as ocurri que entodos aquellos sitios donde en Alemania se crey estar efectuandoun trabajo revolucionario1 lo que estaba hacindos.e era represenwtar la mera comedia de aquella Revolucin. Era en habitacionessilenciosas o era de manera encubierta tras los incandescentes cor-tinajes de la batalla donde en Alemania estaban efectundose invisiblemente las revoluciones de verdad.Pero las. cosas que son realmente nuevas no. necesitan subra-yar que se encuentran en estado de insurreccin; en el mero hechode existir, de estar ah, es donde reside su mxima peligrosidad.

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    3De ah, en primer lugar, que el equiparar a los trabajadorescon un cuarto estado o estamento se deba a una visin desajusta

    da de las cosas.Slo a un espritu habituado a las imgenes mecnicas puedepresentrsele el procesO de los dominios sucesivos como un prcrceso en el cual, as como las agujas del reloj van proyectando susombra sobre las horas de la esfera, as un estamento tras otro vareCorriendo el marco del poder, mientras en la parte de abajo estdespertndose y cobrando conciencia de s una clase nueva.Los burgueses han sido, antes bien, los nicos que se han sentido a s mismos como un estado o estamento en ese sentido especial; esa palabra, estamento, cuya procedencia es muy antiguay buena, ellos la han disociado Q.e su contexto natura, la han despojado de su sentido. y Ia: h

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    significativas y mucho ms temibles ue las reivindicaciones proEias e un estamento.

    4>En segundo lugar, los frentes no pueden ser considerados aqusino como provisionales; son frentes en los que se libran las pri

    meras escaramuzas y que sitan. al trabajador en una posicin decombate que se limita a atacar a la sociedad. Tambin esta palabra, sociedad, ha sufrido en la edad burguesa un cambio a la bajade su valor; ha adquirido un significado cuyo sentido es 1a negacin del EStado como medio supremo de poder. -

    Lo que a esos empeos subyace en lo ms intimo es la necesi-P,ad de seguridad que la gente siente y, con ello,, la tentativa de negar lo peligrqso Y. d: obliterar tan hermticaiQente el esPaciovital que quede impedida la irrupcin en l de lo peligroso. Clal-oes que esto, lo peligroso, se halla siempre ahi y que triunfa incluso de los ms sutiles ardides en que se lo enreda; ms an, lopel!groso mismo se infiltra de manera imprevista en tales ardidespara ponerse su rpscara, y es eso lo que confiere a la civilizacinburguesa la doble faz que exhibe - de. todos son bien conocidasla:;?. _,estrechas r e l a ~ ~ o n ~ s q ~ e ~ ~ l l ~ ~ - ~ ! 1 - ~ ~ ~ . J ~ - ~ ! : ~ t ~ ~ i d a - y _ U : ~ Q . J s p _ ,entre los derechos del hombre y las batallas asesinas._,.-:Pero sera un errOi' suponer que el burgus haya hecho .sur-gir -nunca lo peligroso conjurndolo Cbn sus propias fuerzas; esC)no ha ocurrido ni en sus mejores tiempos. Todo eso se aseme:.ja, .aTitesPor.el c.ontt:..rio. a una. hor:renda carcajada burlona c.on.,que l . N a t ) l r a l Z a . : ~ ~ - - r i e d_e: sU s b O ~ d i a . C i r i a l1. rtiora"l,; s ~ .Pa- ._ ..rece a un furioso regocijo con que la sangr se mofa del espritu, una VI!Z finalizado el preludio de los bellos ...discursos. Deah que el.:_burgus niegue toda relacin entre la sociedad y loelemental y que la niegue adems con un derroche tal de medios que habr de resultarle incomprensible a quien no adivineque aqui el padre de los pensamientos es un deseo ideal secretsimo.La mencionada negaci6n se efecta relegando lo elemental alreino.delerror,.de los suefios o de una voluntad forzosamente malvada, e incluso haciendo que lo elemental signifique lo mismo quelo absurdo. En este punto el reproche decisivo es el reproche detonterla y de inmoralidad; y puesto que la sociedad se define porlos dos conceptos supremos de la razn y la moral. semejante reproche constituye el medio de expulsar al adversario fuera de la26

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    sociedad, es decir, fuera del espado de la humanidad y, con ello,fuera del espacio de la ley.A esa distincin corresponde un proceso que una y otra vez seha observado con asombro y que consiste en lo siguiente: cual siactuase obedeciendo a una consigna.- la sociedad ha declarado abolida la pena de muerte justo en los momentos en que se alcanzabanlas ms sangrientas cimas de la guerra civil, y sus mejores o c u r r e n ~cas sobre la inmoralidad y el absurdo de la guerra las ha alumbrado cada vez que se cubran de cadveres sus campos de batalla.Pero el suponer que detrs de esa dialctica sumamente extraase esconde un propsito equivaldra a sobrevalorar al burgus;en ninguna otra zona se toma ste ms en serio a s mismo que enla zona de la razn y la moral; ms an, en sus ejemplaresms Signficadvos el burgus es la UJiidad de lo racional y lomo!al. -1:-o elemental se le impone ,al burgus, antes por el contrario,d'esde una esfera que es .enteramente diferente de aquella en quereside Su mxima fortaleza, y con horror se percata l de cul esel punto donde han terminado las negociaciones. Por toda la e t e r ~nidad estara el burgus deleitndose con sus bellas incriminaciones, que tienen como pilares la virtud y la justicia, si en el i n s ~tante supremo no le obsequiase la plebe con el inesperado regalode._sU propia_.fuerza; . e s a l u e r z a ~ d e ..la.plebe_es .ms._p.oderosa quela del burgus, pero, sin embargo, es informe y extrae su a l i m e n ~to de las fuerzas ptimordiales de la cinaga, esto es, de los bajosfondos. Por toda la eternidad sabra el burgus mantener en e q u i ~llbrio a los diversos podere.s, como una obra de arte que subsiste

    por s. miSp1a. Si .de cuanclo. !!U, c i l a . A 4 o : : n o . h i c j . ~ : ' a a p a r i c i ~ n , . a r r o ~lllffidoio, :elguerrero,' alguien a quien: el brglis tolr 'de muy ..mala gana y con el cual esta cbnstantemente dispuesto a nego-' ciar. Pero lo que el burgus repudia es la responsabilidad, y esoes as' porque l ve su libertad en la moralidad universal y no enun modo propio de ser, en una especificidad propia. El mejorejemplo que de lo dicho cabe mencionar es el siguiente: el burgus extermina a quienes efectuaron y cometieron realmente losactos y los atentados que le abrieron a l por la violencia laspuertas del dominio, tan pronto como acaban su tarea. El encarcelamiento de las pasiones es el recibo con que el burgusliquida el botin de las revoluciones, y el ahorcamiento de losverdugos es la pieza satrica con que clausura la tragedia de lasublevacin.> El burgus rechaza asimismo la justificacin suprema de laguerra, esto es, el ataque; ello es as porque tiene el claro senti-

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    miento de que a l no le resulta adecuada tal justificaci(nL Y enlas ocasiones en que llama en su ayuda al soldado o se disfrazal mismo de soldado. nunca dejar el burgus de jurar y perjurar,aunque todo ello lo haga por egoismo manifiesto, que si l actade esa manera lo hace en defensa propia, ms an, a ser posible,en defensa de la humanidad. La nica guerra que el bnrgus cpnoce es la guerra defensiva, lo que viene a significar que no conocela guerra en cuanto tal, y la causa de que eso ocurra est en quesu propia esencia lo excluye de todos los elementos blicos. Porotro lado el burgus es incapaz de impedir, sin embargo, que taleselementos irrumpan en sus propios rdenes, y la causa de que esoocurra est en que todas las valoraciones que l puede oponerlesson de rango inferior.Aqui es donde interviene el artificioso juego de los conceptosdel. burgus, y para l son su poltica yaun el universo ep.tero un.espejo en que.desea ver -corroborada su propia virtud. No d_ejarade ser muy instructivo el observar al burgus entregado a esa infatigable labor de lima que sabe ir desgastando el duro y necesario cuo de la palabra

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    presenta al e:eaeeRe e:ome la imagea ideal de nna . h ~ a e l ett)a--escisin en Estados, naciones o razas no estriba fundamentalmen-te en otra cosa que en un error de razonamiento. Con el correr deltiempo, se dice, ese error ser corregido por los pactos, por lailustracin, por la civilizacin o, sencillamente, por el progreso delOs medios de transporte.

    Es sociedad el Estado, cuya esencia queda desdibujada en lamisma medida en que la sociedad lo somete a sus normas. Eseataque al Estado se efecta mediante el concepto de la libertadburguesa, un concepto destinado a transformar todos los vnculosde responsabilidad en relaciones contractuales a plazo.Finalmente, en relacin estrechsima con la sociedad se encuentra la persona singular. esa prodigiosa y abstracta modalidad delser humano, ese preciossimo descubrimiento. de la sentimentalidad burgue.s, que es .al mismo tiempo el objeto inagotable de sucapacidad artstic figurativa. As como _la 'humanidad es .el cos-.mos del pensamiento burgus, as el ser humano es su tomO. En la prctica, de todos modos, la persona singular se ve c o n f r o n t a ~da no a la humanidad, sino a la masa, la cual es su exacto reflejoen este mundo sumamente extrao, sumamente imaginario. Puesla masa y la persona singular son una misma cosa y de esa u n i ~dad se deriva la estupefaciente imagen doble en virtud de la cualuna anarqua desconcertante y muy variopinta va unida a la frareglairien-faci 'de-hcd:emoctacin:,-una imagen doble que ha cons-tituido el espectculo de todo ~ n siglo. _ . Pero una de las caractersticas de Un tiempo nuevo es que enl la sociedad burguesa est condenada a morir, y tanto da que

    ... exponga St). ~ o n ~ e p t o de_libertad. en la masa como que lo e ~ ponga...en e l - n d . i < t i i ~ l u J : A _ q ~ ~ 1 P ~ ~ ~ - p ~ ~ o c ~ : m s i S ~ e : : e n ~ e s . a r de -Pensr:ysentir. dentro de 'esas formas; y el segundO, en cesar de actuardentro de ellas.Lo qUe esto significa es nada menos que un ataque a todas

    aquellas cosas que le hacen preciosa la vida al burgus. De ahique para l sea una cuestin de vida o muerte el que el trabajador se conciba a s mismo como el portador futuro de la sociedad. Pues basta con que esto forme parte del repertorio de losdogmas para que se salve la forma bsica de la visin burguesa;con ello queda tambin asegurada la ms sutil de las posibilida-des de su dominio. -

    Por eso no puede causarnos e ~ t r a e z a el que la sociedad figurase en todas las prescripciones que tanto desde lo alto de susctedras universitarias como desde lo alto de sus sotabancos dictal trabajador el espritu burgus; y que figuraSe no en sus mani-

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    festaciunes fenomnicas, sino, lo que 1esatta mucho ms eficaz,en sus principios. La sociedad se renueva mediante ataques aparentes a s misma; el carcter impreciso de la sociedad -o , mejordicho, su falta de carcter-, comporta el que logre absorber en suinterior aun las ms virulentas de las negaciones de s misma. Dosson los medios que emplea para ello: o bieD. adjudica su propianegacin a su polo de individuos anrquicos y la incorpora a surepertorio supeditndola a su concepto de libertad; o bien la vincula al polo, aparentemente opuesto, de la masa y aqu la transforma en un acto democrtico m ~ e d i a n t e ls censos, las votaciones,las negociaciones o las conversaciones.

    La mentalidad femenina de la sociedad se delata en que notrata de apartar de s las cosas que se le oponen, sino que procura absorberlas..Siempre que tropieza con una reivindicacin que.. ~ e . califica a si m i s r p . ~ de decid_ida, el ms s ~ t i l "de lo_s - s o b o r ~ o s. practicados -por la sociedad cOnsiste en declarar que tal reiviridi

    ;;.i caci6n es una manifestacin externa de Su propio concepto de li-bertad y en legitimarla de ese modo ante el tribunal de su leyfundamental, es decir: en hacerla inocua.

    Esto es lo que ha otorgado al vocablo radical su inaguantable .regusto burgus y eso es lo que hace, dicho sea de paso, que talradicalismo sea un lucrativo negocio del cual han estado e x t r a ~yendo su nico .alimento generaciones y ms generaci_oiles_ ~ a D ; t O . _"--..--de-polticos-como de estetas; Y erltilor-efgio a:ea tontera, de la desfachatez y de la irremediable incapacidad consiste en. salirpor ah a embaucar a los bobos engala,nndose para ello con laspl"umas de pavO real de una mentalidad meramente radicaL . Hace ya mucho- tiem2o, demasiadb t i ~ l p o , .que los alemanesvieneri. < t s i S ~ ~ . n O ..a d i S P e t i _ c u l P \ ~ d i g n O ~ S..-.\uliCii e x ~ U s . a eS.t:.en elue eilos creen que. dentro .de toda forma hay neceSariamenteun contenido, y el nico consuelo se halla en que ese espectculose desarrolla. es cf:rto, en Alemania, pero de riingn modo dentrode la efectiv realidad alemana. Pues todas esas cosas caen en elreino del olvido - y no de ese olvido semejante a la hiedra que. recubre las ruinas y las tumbas de los cados en combate, sino deaquel otro olvido, ms temible, que pone al descubierto la mentira y la inanidad de algo dispersndolo en el polvo y no dejandode ello ni huellas ni frutos.Habremos de reservar para una investigacin especial, suplementaria, la tarea de poner al descubierto el grado en que el pensamiento burgus consigui introducir en los primeros esfuerzosdel trabajador, mediante una falsificad6n, la imagen de la sociedad con el pretexto _de su autonegacin. En tal investigacin se30

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    ctescub ' ba"ador es un nuevo calco delpatrn burgus de la libertad, un nuevo calco en e que a ora seinterpreta abiertamente el destino como una relacin contractuala plazo y se interpreta el triunfo supremo de la vida como unamodificacin de ese contrato. En tal investigacin se ver tamwbin que el trabajador es el sucesor directo de la persona singularvirtuosa y racional y el objeto de una segunda sentimentalidad quepor lo nico que se diferencia de la primera es por su mayor n d i ~gencia. En tal investigacin se descubrir adems, y esto se hallaen exacta correspondencia con lo anterior, que el trabajador es lacopia de la imagen ideal de una humanidad cuya mera utopa encierra ya en s la negacin del Estado y .de sus cimientos. Esto ynada ms que esto es lo que significa la reivindicacin que se esconde tras vocablos tales como (dnternacionab,, usocial>> y udemocrtiqm - o, mejor dicho, lo _que :tras. ellos_ se esco:qda, p ~ e s todoslos eXpertos e"n elarte de adivinar sentirn a la postre nicamen-:te extraeza ante el hecho de que se haya creido que poda quebrantarse el mundo burgus con aquellas demandas precisamentecon las que ese mundo se corroboraba a s mismo de la manerams inequvoca.Antes hemos calificado de (s lqu e'rite,ramente de la circunstancia de q ~ e e1 Citado instante cOin2iceracon el instante en que el Estado se encontraba en el ms grave yespantoso peligro y el guerrero alemn haca frente al enemigo.Pues el burgus ni siquiera logr aportar ese mnimo de fuerz.aelemental que en tal coyuntura vena exigida por Una nueva ofensiva aparente contra s mismo, es decir, contra un rgimen quedesde mucho antes se encontraba aburguesado en su ncleo. Nofue el burgus quien dispar los pocos tiros que se necesitaronpara hacer visible el final de un perodo de historia alemana, y suactividad no consisti siquiera en prestar su reconocimiento a esostiros, sino en aprovecharse de ellos.Desde haca mucho tiempo vena acechando el burgus la p o ~sibilidad de entablar negociaciones; y lo que el esfuerzo supremode todo un mundo no haba podido alcanzar, lo alcanzaron ellas.

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    Pero aqu es preciso que el lenguaje se imponga cortapisas as mismo y rehse ocuparse en los pormenores de esa tragicomediamonstruosa: tragicomedia que empez por los Consejos de trabajadores y soldadosn -po r cierto que los miembros de tales consejos se sealaban por la circunstancia de no haber trabajado nihaber combatido jams-; tragicomedia en la que, adems, el concepto burgus de libertad se desvel como una mera hambre depan y de tranquilidad; tragicomedia que continu luego con el actosimblico de la entrega de las armas y los buques; tragicomediaque tuvo el atrevimiento no slo de debatir acerca de una culpaalemana cometida contra la imagen ideal de la sociedad, sino dereconocer tal culpa; tragicomedia que, con una desvergenza inconcebible, trat de elevar al rango de un orden alemn los conceptos ms polvorientos del liberalismo; tragicomedia, en fin, enla que el triunfo de -la sociedad sobre ~ 1 Estado se revel comouna continuada traicin doble, la alta traicin o tr"aicin al - s o b e ~ rano y la traicn a lapatria, una doble traicin que fue perpetrada contra los alemanes por unas gentes vulgares, demasiado vulpgares. Pero en este punto cesan todas las conversaciones, pues loque aqu est mandado es el silencio, ese silencio que permite vislumbrar por anticipado el silencio de la muerte. En aquella tragicomedia mOnstruosa la juventud alemana contempl al burgusen su manifestacin ltima, sin velo ni disfraz; y el soldado y eltrabajador; las mejoresencarnaciones- deesa juventud! se declapraron inmediatamente partidarios de u n ~ rebelin mediante la cualse dio expresin al hecho de que dentro de ese espacio es infinitamente ms apetecible ser un criminal que un burgus.De lo. dicho se desprende .lo muy importante que. es el distin-. gutr entr6 .el_ trabajador. (el-cul "es .un :Poder. naciente, ~ ' i n . d. que'resd e l - d e ~ t i i i o del"" Pas)- y""Ios ropa:]es cOfl qUe el bUrgus r e v i s ~ti a ese poder para que le sirviera de marioneta en sus juegosartificiosos. Esa distincin es una distincin entre la aurora y elocaso. Y Ste es nuestro credo: que la aurora del trabajador significa lo mismo que una nueva aurora de Alemania.Haciendo que la parte burguesa de su herencia alcanzase eldominio, lo que el trabajador hizo al mismo tiempo fue apartarde s visiblemente esa parte, que era como un mueco relleno depaja seca y trillada desde haca ms de un siglo. A la mirada deltrabajador no puede escaprsele que la nueva sociedad es un calcode segunda mano, un calco ms vulgar todava, de la vieja s o ~ciedad.Por toda la eternidad seguiran hacindose copias y ms copias, por toda la eternidad continuara alimentndose con la in-

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    vencin de ~ u e v a s anttesis el funcionamiento de la mquina copiadora, si el trabajador no llegase a comprender que la relacinque l mantiene con esa sociedad no es una relacin de anttesis,sino una relacin de alteridad.El trabajador no se revelar como el verdadero enemigo mortal de la sociedad mientras no rechace pensar, sentir y ser dentrode las formas propias de ella. Y eso ocurrir cuando se percate deque hasta ahora ha venido siendo demasiado modesto en sus r e i ~vindicaciones, cuando se d cuenta de que el burgus le ense aapetecer aquellas cosas precisamente que al burgus le parecen apetecibles.Pero la vida alberga dentro de s ms cosas y cosas diferentesde las que el burgus entiende por bienes, y la reivindicacin suprema que el trabajador es capaz de plantear consiste en ser elportador, no de una sociedad nueva, sino 4e un. Estado nuevo. Hasta que no llega ese instante no declara el trabajador lalucha a vida o mueite. Y entonces la persona singular oa cual noes en el fondo sino un empleado) se transforma en un guerrero; yla masa se transforma en un ejrcito; y la instauracin de unnuevo orden de mando sustituye a la modificacin del contratosocial. Esto sustrae al trabajador a la esfera de las negociaciones,de la compasin, de la literatura, y lo alza a la esfera de la a c ~cin; esto transforma sus vnculos jurdicos en vnculos militares- es decir, en vez de abogados eL trabajador .poseer jeJ. .s_._y_s_u.____ . propia existencia, en lugar de estar necesitada de una interpreta-cin, se convertir en norma.Pues qu otra cosa han sido hasta ahora los Programas del

    ~ a \ ; l ~ j a d o r _sir:-9, comentaFios a un t.exto original que an est p ~ _ rescpbi-r? . - . . :, -: : .. .:.- . . . :- . 5

    Queda finalmente por destruir, en tercer lugar, la leyenda que di-ce que la cualidad bsica del trabajador es una cualidad econmica.

    En todo lo que sobre tal asunto se ha pensado y dicho se delata la tentativa de la aritmtica de convertir el destino en unamagnitud susceptible de ser resuelta con los medios del clculo,Tal tentatiVa podemos seguirla hasta los tiempos en que se descubra en Tahit y en la isla Mauricio, que entonces se llamabaile de France, el paradigma del hombre virtuoso y racional y,por tanto, feliz, hasta los tiempos en que el espritu empezabaa ocuparse de los peligrosos misterios de los derechos aduaneros

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    sobre el grano y eran las matemticas uno de aquellos refinadosjuegos con que se diverta la aristocracia en la vspera de su ocaso,All fue donde se cre el modelo que luego adquira su interpretacin inequvocamente econmica por el hecho de que la reivindicacin de libertad presentada por la persona singular y porla masa se justificase a s misma como una reivindicacin econmica dentro de un mundo econmico. El debate que tal reivindicacin provoc entre las escuelas materialistas y las escuelas idealistas constituye uno de los episodios de la interminable charlaburguesa; ese debate es una Copia de segunda mano de aquellasprimeras conversaciones a que se entregaron los enciclopedistas ensus mansardas parisinas. Reaparecen aqu los viejos personajes ylo nico que ha cambiado s el esquema que los enfrenta y queahora ha pasado a ser un esquema puramente econmico.Nos llevara demasiado lejos. el dedicarnos a ~ s t u d i a r en de-. alle q ~ o lo que sirve de al,meiito a la:s citadas c o n v e r s a c i o n . e ~ es la diferente dlstribucin de las viejas etiquetas y cmO es esesolo cambio lo que las a n i m ~ . Una sola cosa importa y es ver quetales conversaciones abarcan en un orden unitario tanto la disputa de las opiniones como a los propios disputadores.La imagen ideal virtuosa y racional del mundo coincide_ aqucon una utopa econmica del mundo y todos los planteamientostienen como punto de referencia las reivindicaciones econmicas.Lo ineluctable consiste en que dentro de ese mundo de explotado-res y explotados no es posible ninguna magnitud de la cual nodecida una instancia suprema; y esa instancia suprema es lo econmico. Hay aqu dos especies de hombre, dos especies de arte.dos especies de._ mqral - pero no se nece_si_ta r i 1 u c h a ~ . p ~ r $ p ~ c a c i a .para .reparar ~ n que;es ~ i . i f i a _ s . l a . , f u e i 1 ~ _ l a . q ~ ~ - ainent'a e S ~ s - d i l a -

    l i d a d ~ s ; A uno y el mismo progreso refieren tambin su justificacinquienes libran el combate econmico - cOinciden en una reivindicacin fundamental, a saber, la de ser ellos los portadores dela prosperidad, y creen poder quebrantar la posicin del adversario en la misma medida en que consiguen rebatir tal reivindicacinen l.Pero basta - cualquier participacin en esas conversacionesimplica su continuacin. Lo que h e ~ g ~ _ ver que existe . que e s ~t ah, una dictadura del pCnSaffiiento econinico en s y que esadictadura abarca dentro de su permetro cualquier otra dictadura posible y coarta las medidas que sta pueda tomar. Puesdentro de ese mundo no es posible efectuar ningn movimientoque no agite otra vez el turbio fango de los intereses, y no hay34

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    dentro de l ninguna posicin desde la cual pueda romperse elfrente. El centro de ese cosmos est formado por la economa cOmotal, por la interpretacin econmca del mundo, y es ella la queotorga su peso a cada una de las partes.Sea cual sea la parte que llegue a posesionarse de la potestaddispositiva, en todo momento depender de la economa, la cuales la potestad dispositiva suprema.Es bien sencillo el secreto que aqu se esconde: consiste, en ,primer lugar, en que la economia no es un poder capaz de otorgar libertad, y, en segundo lugar, eQ que el sentido econmico noest en condiciones de abrirse paso hasta los elementos de la libertad - con todo, para poder adivinar ese- secreto son precisoslos ojos de una generacin nueva.Acaso no est de ms el hacer en este punto una advertenciadestinada a at_ajar la posibilidad de una confusin: n e g ~ r " que el ri:lurido econnrico sea un poder determinante de'la _vida -e s dedr,D.egar que sea un poder der destino- es discutir su rango, perono es discutr su existencia. Pues lo que importa no es que seincremente esa tropa de predicadores en el desierto que creen queslo puede alcanzarse otro espacio diferente si se accede a l porlas puertas traseras. Para el poder real y efectivo no hay ningnacceso que no venga al caso.

    "--- __ j c l _ ~ ~ i s _ I _ ! ! Q o materialismo_ - sa es una anttesis propia de espritus poco i h l l P i o s ~ - - n a - a : t i ! S i S - PrOPlde espritUs-cuya capa-cidad imaginativa no est. a la altura ni de la Idea ni de la Matena. La dureza del mundo se Vence con dureza, no con juegos deprestidigitacin.: ~ n t e n ~ m ~ o s b i e f . t : ) o ) I I } p c ; > r t ~ ~ t ~ no, es_.el n ~ t r a ~ i & m p ecP:'~ m i c d , l o importante nO es qtJ"e el" esp;ritu:Se ap.tte ~ e iodas l2;s:luchas ecOnmicas; lo importante es, por el contTario, que se o t o r ~gue a esas luchas la mxima virulencia. Pero tal c o s ~ no ocurrirmientras la economa determine las-reglas del combate; n i c a m e n ~te ocurrir cuando una ley superior del combate disponga tambin de la economa.Ese es el motivo por el cual tiene tanta importancia para eltrabajador el que rechace todas las explicaciones que pretendeninterpretar su aparicin como un fenmeno econmico, ms an,como un producto de procesos econmicos, y, por tanto, en elfondo, como una especie de producto industrial; se es el motivopor el cual tiene tanta importancia para el trabajador el que calela procedencia burguesa de tales explicaciones. La medida que mseficazmente puede cortar esas funestas ataduras es que el traba-jador se declare independiente del mundo econmico. Pero tal cosa

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    no significa renunciar a ese mundo, sino subordinarlo a una reivindicacin de dominio de ndole ms amplia. Significa que el ejede la sublevacin no es ni la libertad econmica ni el poder econmico, sino el poder en s.Al introducir taimadamente sus propios objetivos en los objetivos del trabajador, el burgus restringi a la vez el objetivo delataque a un objetivo burgus. Hoy estamos vislumbrando, sin embargo, la posibilidad de un mundo ms rico, profundo y fructfero. Para hacer realidad ese mundo vislumbrado no es suficiente,sin embargo, un combate po'r la libertad cuya conciencia se alimente del hecho de la explotacin. Todo depende, antes bien, deque el trabajador se percate de su superioridad y de que se cree,sacndolas de ella, sus propias normas, por las cuales habr deregirse su dominio futuro. Esto reforzar el mpetu de sus medios- la tentativa de dar jaque mate al adversario mediante el despido se transforrp.a as en sU sometimiento: mediante la conquista.Estos rio son ya los medios propioS del empleado, cuya dih.isuprema conSiste en que se le permita dictar los trminos de sucontrato de empleo, pero que, sin embargo, en ningn momentologra elevarse por encima de la lgica ms ntima de ese contra-to. Estos no. son ya los medios propios del desheredado y engaa-do, el cual se ve confrontado, en cada uno de los niveles que conquista, a una nueva perspectiva de engaos. Estos no son losmediOs propios de los humillados y ofendidos:Pot-ercontrariO:so---los medios propi9s del verdadero seor de este mundo, los me-dios propios del guerrero, el cual es dueo de las riquezas de pro-vincias y grandes ciudades y manda en ellas con una seguridadtanto mayor cuant9 ms sepa d e s p r e _ c i ~ r l a s . 6

    VOlva.tiiOs la vista atrs: es el siglo XIX el que ha interpretadoal trabajador como el representante supremo de un estamentonuevo, como el portador de una sociedad nueva y como un rgano.de la economa.

    Esa interpretacin adjudica al trabajador una posicin aparente, dentro de la cual el orden burgus est asegurado en sus principios fundamentales decisiVos. En consecuencia, todos los ataquesemprendidos desde tal posicin no pueden ser sino ataques aparentes, que a Io nico que llevan es a que queden acuadas conmayor nitidez todava las valoraciones burguesas. En lo tericotodos los movimientos se efectan en el marco de una anticuada36

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    teora de la sociedad y de la humanidad, pero en lo prctico loque esos movimientos hacen es otorgar el dominio al personajedel comerciante habilidoso, cuyas artes consisten en saber negociar y mediar. Fcil resulta comprobar lo dicho examinando losresultados obtenidos por los movimientos de los trabajadores. Lasmodificaciones en la poltica de poder que, ms all de eso, estnhacindose ya visibles son unas modificaciones que en lo mshondo no son queridas. unas modificaciones que escapan a lasartes burguesas de la interpretacin y que estn en total contradiccin con las predicciones hechas en el sentido de la utopia humanitaria de la sociedad.Las ideas a que se intent someter al trabajador no alcanzan,empero, a solucionar las grandes tareas que corresponden a unaedad nueva. Por muy refmados que sean los clculos que se hagan-y.el resultado de talesclculos ho debera ser otro que la felicidad- , siempre queda, "sin e m b a ~ g o , u'n reSto, u,n.resto. qUe se s u s ~tra a toda solucin definitiva y que en los seres humanos se hace

    n o t ~ unas veces como renunciamiento y o_tras como desesperacincreciente.Si es que queremos atrevernos a emprender una ofensivanueva, no podemos hacerlo sino en direccin a unos objetivos nuevos. Esto tiene como presupuesto un frente diferente y unos aliaMdos diferentes. Esto tiene -como presupuesto que el trabajador se--- --cOD.dOa aS r.iSIDo ..de Una manera Clifernte y que en sus- movi.;II.lientos cese de expresarse un reflejo de la conciencia burguesa ycomience a .expresarse una conciencia peculiar de si mismo.La cuestin que en este punto se plantea es la de Si no estarg e;condidas en " f i g u r ~ del t;raPajaP.or ms cosaS que las que

    . ) i a S ~ a )ihof Se. h:i .Sa.bido : . a d ~ y i l ; t r . .. >.- ; :.:__.:. ~ - : . , :: :.:-:: .. :. .

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    La figura como un todo que abarcams que la suma de sus partes

    7Antes de pasar a dar respuesta a la cuestin que acaba de

    . . plantearse es menester estipular qu haya de entenderse por c

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    esfuerzos: ni en el arte ni en la ciencia ni en la fe es posible dejarde verlos. Tambin en la poltica todo depende de que al combateacudamos con figuras y no con conceptos, ideas o meros fenmenos.A partir del instante en que tenemos nuestras vivencias en fi-guras, todas las cosas devienen figura, se figuralizan. La figurano es, por tanto, una magnitud nueva que hubiera que descubriry agregar a las ya conocidas; por el contrario, a partir del momento en que los ojos se abren de un modo nuevo, el mundo apa-rece como un escenario de las figuras y de las relaciones entre lasfiguras. Ailadamos, para sealar un error que es caracterstico delos tiempos de transicin, que no es que la persona singular sedesvanezca y haya de recibir su sentido de unas corporaciones,unas cmunidades o unas ideas que seran unidades pertenecientes a un ord.e :?Uperior al suyo. La figura tiene su representantetambin en la persofi.a sinmlar; c;ada Una de 1as uas de los dedosde la persona singular, cada uho de sus tomos, es figura. Porcierto, es que no ha empezado ya la c i e n c i ~ de nuestro tiempo a ver los tomos como figuras, es que no ha dejado de verlos comopartes mmnas?

    Es cierto que una parte no es figura, como tampoco de unasuma de partes puede resultar una figura. Conviene tener esto en

    . . ~ u - ~ n . . t _ . _ L t ; : . __qy.e q \ l j ~ : r ~ ~ m . p l e a r s e . l a expresin ((ser .humanenen un sentido que se mueva rD.s all de las meras frases hechas.El ser humano posee fgura en la medida en que se lb concibecomo la persona singular concreta, palpable. Pero lo dicho no rigepara el ser humano sin ms, el cual es sencillamente uno de los.:}ugareS. comunes del intele.&to y puede $ i g n i f i c ; ~ r todo .Onada. pero

    e n : i i i : n g ( i n . ~ l : u i O a l g o .. dfiir:lo: ..... ;.;- :........ .- : '. ' :Lo mismo ca be decir de esas figuras ms amplias a las cualespertenece la persona singular. Tal pertenencia no puede calcularse ni por multiplicacin ni por divisi6n - de una muchedumbrede seres humanos no resulta todava una figura. y ninguna divisin de la figura arroja como cociente la persona singular. Pues

    la figura es el todo, el cual contiene ms que la suma de suspartes. Un ser humano es ms que la suma de tomos, m i e m ~bros, rganos y humores de que consta; una familia es ms queel esposo, la esposa y el hijo .. Una amistad es .ms que dos hom.,bres; y un pueblo es ms que aquello que puede expresarse porel resultado de un censo de poblacin o por una suma de votospolticos.En el siglo XIX se adopt la costumbre de relegar al mundode los sueos a todos aquellos espritus que pretendan invocar

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    ese ums>), esa ),* de relegarlos a ese mundo de los s u e ~os que, si bien resulta adecuado en un mundo ms bello, no loresulta en la realidad verdadera y efectiva.Pero no puede caber ninguna duda ni de que precisamente lavaloiacin inversa es la apropiada ni tampoco de que en la esferade la poltica poseen un rango inferior todos los espritus que c a ~recen de ojos para ver ese ms)}. Podrn acaso tales espritusdesempear un papel en la historia de la cultura, en la historiade la economia, en la historia de las ideas - pero la historia esms que eso; la historia es figra, de igual modo que tiene comocontenido propio el destino de figuras.Ciertamente -y este inciso pretende sealar con mayor precisin qu es lo que debe entenderse por figura-, ciertamente tambin casi todos los antagonistas de los lgicos y matemticos dela vida se mueven en un plano que no se diferencia por su rango.del plari (ue eUOs combaten. Pues rio hay ninguna d i f e r e n c i ~ ehtre .invocar un alma abstracta .o una idea abstracta e invocar un serhuman abstracto. Entendidas en ese sentido, ni el alma ni la ideason figuras ni hay tampoco una anttesis convincente entre ellasy el cuerpo y la materia.La experiencia de la muerte parece contradecir lo que acabade decirse;para el pensamiento rutinario el alma abandona en lamuerte el habitculo Q.el cuerpo_ y, por tanto, la parte imperecede*

    - - ---ra- del-ser humano abandona la parte perecedera: Pero es un errory una doctrina ajena a nosotros el pensar qt1e el ser humano abandona SU C\leTpO cuando muere - lo que por e1 COntrario ocurre esque la figura de ese ser h u m ~ n o ingresa en un orden nuevo, ingresa en un orde.n con respecto al. cual. resultan improcedentes ... iodas ..l;:{s -comparaciones e ~ p ~ ~ i ~ s . : ~ i n P O r a J e S . _ o : c ~ ~ - ~ e , s ~ - . D ~ : ~ - ~ . saber"bfot6-la visin propia.de nUestros antepaSadOs, . q u ~ decaque en el instante de su muerte los guerreros eran cohducidos alWalhalla - y que all eran acogidos no como almas, sino en suresplandeCiente corporeidad, de la cual eran una egregia parbolalos cuerpos de los hroes en la batalla.Es muy importante que consigamos recobrar la plena conciencia de este hecho: el cadver no es algo as como el cuerpo que se

    ha quedado sin alma. No hay la ms mnima relacin entre elcuerpo en el segundo de la muerte y el cadver en el segundosiguiente; esto es algo que apunta ya en el hecho de que el cuer- Mi escrito La movilizacin total (Berln, 1930) proporciona informa

    ciones ms detalladas acerca del vocablo total. que desempear tambinUJ?. papel en las pginas siguientes.

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    po abarca ms que la suma de sus miembros, mientfas que elcadver es igual a la suma de sus partes anatmicas. Es un errorpensar que el alma, cual si fuera una llama, deja tras s polvo yceniza. Mucha importancia tiene, en cambio, este hecho: la figurano est sometida a los elementos del Fuego y de la Tierra y, portanto, el ser humano en cuanto figura pertenece a la eternidad. Elmrito innato, inmutable e imperecedero del ser hUmano, su msalta existencia y su corroboracin ms honda residen en su figura, con entera independencia de todas las valoraciones nicamente morales y de todas las redenciones y de todos los esfuerzosafanosos>J. Cuanto ms nos dediquemos al movimiento tanto mspreciso es que estemos ntimamente convencidos de que por de-.bajo de l hay un ser en reposo, y de que tdo incremento de lavelocidad es nicamente la traduccin de un lenguaje primordialimperecedero. .

    ne la conciencia de eso res:ulta una relaci'n n u ~ v a ~ o n el serhumano y -resultan tambin un amr ms ardiente y una ms temible inmisericordia. Resulta la posibilidad de una anarqua jovial, la cual coincide a la vez con un orden rgurossimo - es seun espectculo que est ya apuntado en las grandes batallas y enlas ciudades gigantescas cuya imagen se alza en los comienzos denuestfo siglo. En este sentido el motor no es el soberano de nuestro tiempo, sino su smbolo, es la imagen sii'D;blica de un poderpara--el cual la explosin y la. precisin no constituyen anttesis.El motor es el audaz juguete de u.n tipo de hombre que e.s ~ a p a zde Saltar cdn placer por los aires y que no deja de ver en tal actouna confirmacin del orden. De esa actitud, que ni el idealismoni el materialismo pueden adoptar y a la que por eso hay que

    ~ a J . ~ ~ a r de ~ ~ ~ e ~ ~ i ~ s m q ) ~ e r ~ i c t ? ? ) ; e s .de-la; _que . ~ e s ~ ( a : e S ~ : . g r a d q ~ x - : ,tremo de 'fuerza ofesiva de que nos hallamos :neceSitados. Losportadores de tal actitud son del mismo tipo de aquellos v o l u n t a ~rios que saludaron jubilosos la Gran Guerra y q u ~ con idnticojbilo saludan todas las cosas que vinieron l:ras ella y todas lasque vendrn todava.Ya ha quedado dicho que tambin la persona singular poseefigura; y el sublime e inalienable derecho vital que ella compartecon los minerales, los vegetales y los animales es su derecho a lafigura. En cuanto figura, la persona singular abarca ms que la s u ~ma de sus fuerzas y capacidades; su profundiddes ms honda-que la que ella misma logra adivinar en sus pensamientos msprofundos, y su poder es ms poderoso de lo que puede e x p r e ~sar con la ms poderosa de sus acciones,La persona singular lleva en s misma de este modo la norma;

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    y el arte supremo de la vida, en la medida en que la persona singular vive como tal, consiste en tomarse a s misma como norma.Estas cosas son las que constituyen el orgullo y la afliccin de unavida. Todos sus grandes instantes, los sueos ardientes de la j u ~ventud, la embriaguez del amor, el fuego de la batalla, todo esocoincide con una ms honda conciencia de la figura; y el recuerdo es el retomo mgico de la figura, un retorno que conmueve elcorazn y lo convence de que tales instantes son imperecederos.La ms amarga desesperacin de una vida consiste en no habersecolmado, en no haber estado a la altura de s misma. La personasingular se asemeja al hijo prdigo; entregado a la ociosidad, hadilapidado su herencia, grande o chica, en tierras extranjeras- y, sin embargo, ninguna duda cabe de que volver a ser acogidoen su patria. Pues la parte imperecedera de la herencia de la per-. sona singular est en su pertenencia. a la eternidad; de tal hechotiene plena conciencia.en sus_ instantes ms_ excel5:os :e i n d u b i t a ~bies. La .tafea de la persona singular consste en expresar eso enel tiempo. En este Sentido su vida se convierte en una parbolad la figura. Mas la persola singular est inserta, por encima de eso, enun gran orden jerrquico de figuras. - stas son unos poderestales que nunca resultarn exageradas las ideas que nos formemos acerca de su efectividad, su corporeidad. su necesidad. En--cOmparacin con-ell:is-la-propia-personasingular se convierte enuna parbola, en un representante; y el mpetu,)a riqueza, el sen-tido de su vida dependen del grado en que participe en el orden yen las disputas de las figuras.A .las figuras .autnticas se las reconoce en lo siguiente: es a..elll)s a .las'qU

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    al trabajador dentro de un orden jerrquico determinado por lafigura. En tal edad todaS las cosas se diluan en ideas, en conceptos o en meros fenmenos, y los polos de ese espacio lquidoeran la razn y la sentimentalidad. Europa, el mundo", que se encuentran ya en el ltimo estadio de su disolucin, siguen estandorecubiertos de ese lquido, de ese plido barniz de un espritu quese ha vuelto autcrata.Pero nosotros sabemos que en Alemania esa Europa, esemundo, poseen nicamente el rango de una provincia y que suadministracin no ha estadO encomendada ni a los mejores corazones y ni siquiera a las mejores cabezas. Ya en los comienzos deeste siglo fue posible ver sublevados contra ese mundo a los alemanes; en ello estuvieron representados por los soldados alemanes del frente, que eran portadores de una figura autntica. Estoc

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    En Alemania, sin. embargo, ninguna sublevacin que vaya contra Alemania puede poseer el rango de un orden nuevo. Tal sublevacin se halla condenada al fracaso ya por el mero hecho deque atenta contra una legalidad a la que ningn alemn puedesustraerse sin despojarse a si mismo de las races ms secretasde su propia fuerza.De ah que, entre nosotros, los nicos poderes capaces de combatir por la libertad son los poderes que sean simultneamenteportadores de la responsabilidad alemana. Ahora bien, puesto queel burgus no era partcipe de tal responsabilidad, cmo iba apoder traspasrsela al trabajador? De igual manera que el burgus, mientras gobern, no fue capaz de lanzar la fuerza elemental del pueblo a una accin irresistible, as tampoCo estuvo encondiciones, mientras aspir al gobierno, de movilizar revolucio..nJ?.riamente e;sa fuerza. De ah que intentase hacer que. tambinella participase en la traicin al .destino perpetrada pOr l.Esa traicin es irrelevante en la medida en que es mera altatraicin, es decir, traicin al soberano: en ese a s p ~ c t o hay queverla como un prOceso de autoaniquilacin del orden burgus.Ahora bien, esa traicin es simultneamente traicin a la patri,en tanto en c ~ a n t o el burgus intent involucrar en su propia autoaniquilacin la figura del Reich. Al burgus no le es dado elarte de morir y por ello intent retrasar a cualquier precio el mo-. mento- de-su muerte. La culpa del burgus con respecto a la guerraest en que ni fue capaz-de hacerla realmente -e s decir. dehacerla en e1 sentido de la movilizacin total- ni fUe tampococapaz de perderla -e s decir, de ver en su propio hundimiento sulibertad suprema-. Lo que diferencia al burgus del solc;lado del

    - ~ r . e n t e ~ - A ~ ~ .:el .. p r i ~ ~ r . O et?.taba _aL acech; ~ ~ I . l . t i ~ . : g u ~ r l l . . .'decualqUier ocasiOn de negociar, en tanto que para el segu-n"do lguerra significaba un espado en el que se trataba de morir, estoes, en el q ' } ~ se trataba de vivir de tal mcinera que quedase corroborada la figura del Reich - de ese Reich que forzosamente hade quedarnos a nosotros, aunque ellos, los burgueses, se lleven elcuerpo.El burgus y el soldado del frente son dos tipos diferentes dehombre; al primero se lo reconoce en que est dispuesto a nego- .ciar a cualquier precio; al segundo, en que est dispuesto a combatir a cualquier precio. La pedagoga cue el burgUs practic enel trabajador consisti en educarlo para que fuera su socio en lanegociacin. El sentido que en .eso se esconde, y que consiste enel deseo de prolongar a cualquier precio la duracin de la vidade la sociedad burguesa, ha podido permanecer oculto en tanto esa

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    sociedad posey en el equilibrio de las potencias un fiel trasuntode s misma en la poltica exterior. Pero la tendencia antiestataldel burgus hubo de quedar forzosamente al descubierto en el preciso instante en que apareci entre las potencias una relacin diferente de la relacin de negociacin. No obstante, al burgus laltima victoria de Europa le ayud a hacer posible una vez msuno de esos espacios artificiosos desde cuyo ngulo de visin lafigura y el destino significan lo mismo que lo insensato. El secreto de la derrota alemana est en que la muy callada ilusin a b r i ~gada por el burgus era la perduraci6n de tal espacio, la perduracin de Europa.Aqu qued entonces al descubierto con total claridad tambinel papel indigno que el burgus haba pensado adjudicar al t r a b a ~jador. En poltica interior supo hacerle creer, con mucha habilidad, que era l; el trabajador, quien tena el dominio; pero, frentea una situacin de deuda en poltica exterior, las reivindicacionesprOpias de tl dominio tenan que rvelarse una y otra vez comocheques sin fondo. El plazo de protesta de tales cheques es a lavez el ltimo plazo de vida de la sociedad burgueSa; tambin enesto se e x p ~ e s a la existencia aparente de tal sociedad, pues esaexistencia intenta apoyarse en los capitales del siglo XIX, que estngastados hace ya mucho tiempo.

    Pero lo que el trabajador no ha de hacer es combatir contraese- espacia, ya que-Ei. i"tOJ?3f srem.pre--connegOCiaCiOiies-y-con-concesiones y con ninguna otra cosa; lo que .el. trabajador ha dehacer con ese espacio es, sencillamente, quitrselo de ench;na condesprecio. Las fronteras exteriores de ese espacio han surgido dela in1pqtencia; y -su.s rdenes iriternos, de -la traicl.n. As es como

    . ~ e ! I ! - . a ' Q . i 3 : Ueg. a c o h v h t i i ~ e en n a c o l o n ~ a ; 4e - E u i - ~ p a ; - en.- una..colorii.a del rriundo. Ahora bien, el acto mediante el cual logra el trabajador qui

    tarse rle encima ese espacio consiSte precisamente en verse a smismo corno figura y dentro de un orden jerrquico de figuras.En eso se basa tambin la ms honda justificacin de su combatepor el Estado, una justificacin que ahora ha de invocar no unainterpretacin nueva del contrato, sino una misin encomendadade manera directa, un destino.

    10El ver figuras es un acto revolucionario por cuanto es conocer

    un ser en la entera y unitaria plenitud de su vida.

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    La gran superioridad de ese proceso est en que se efectatanto allende las valoraciones morales y estticas cuanto a l l e n ~de las valoraciones cientficas. En esa esfera lo que por lo prontoimporta no es si algo es bueno o es malo, es bello o es feo, esfalso o es correcto, sino cul es la figura a que pertenece. El crculo de la responsabilidad adquiere as unas dimensiones que sonenteramente incompatibles con todas las cosas que el siglo XIX entendi por justicia: en pertenecer a esta o a aquella figura esdonde residen ahora la l e g i ~ i m a c i n o la culpa de la personasingular.

    En el preciso instante en que se conoce y reconoce eso d e s m o ~rn.ase todo el complejo monstruosamente complicado de aparatos que una vida que se ha vuelto muy artificial ha instalado paraprotegerse a s misma, puesto que la actitud que al comienzo denuestra investigacin calificamos de (dnocencia nis salvaje)> notienC ya necsitlad de tales aparatos. Esta es la revisina que elser somete a la vida, y quien coloce posibilidades nuevas y mawyores de vida saluda esa -revisin en lo que tiene de inexorable,de tremendamente inexorable.Uno de los medios de preparar una vida nueva y ms osadaes aniquilar' las valoraciones p r o p i a ~ de un espritu que se ha vuel-to abstraCto y autocrtico, es destruir la labor educativa que laedad burguesa e j e c ~ t en el ser h u m ~ o . " - ~ ~ a .. que e _ ~ ~ o c ~ ~ . r . - . . f i e_manera fundamental, para qUe no ocurra como una reaccin quelP nico que pretende es retrotraer el mundo a la misma situaCin en que se encontraba hace ciento cincuenta aos, es menes-ter haber pasado por esa escuela. Lo que ahora importa es t;ducar :un tipo huma.l'lo q ~ e este 4 e s e s p e r ~ ~ a m e n t e cierto .de.que las

    ' i - e i : v l n d i : ~ d 9 e s _ p-foPias:de ~ a j\:i.Stic;ia-abstraCni, de a investiga.'cin 'libl:e,. de "la conciencia artstica, han de acreditarse ante u:rlainstancia que es ms alta que la que puede hace;rse valer dentrode un mundo de justicia burguesa sin ms.

    Esto ~ algo que empieza ocurriendo en la esfera del pensamiento, pero es as porque al adversario hay que ir a buscarlo alcampo donde est su fortaleza. La mejor respuesta al delito dealta traicin contra la vida cometida por el espritu es que stecometa un delito de alta traicin contra el ; uno de losgoces ms excelsos y crueles de nuestro tiempo es estar participando en ese trabajo de voladura.

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    11Una consideracin figura! del trabajador -e s decir, una consideracin que lo vea como figura- podra conectar con los dosfenmenos de que el pensamiento burgus extrajo su concepto deltrabajador; esos dos fenmenos son el fenmeno de la comunidad

    y el fenmeno de la persona singular, los cuales tuvieron su comndenominador en la nocin que del ser humano posey el siglo XIX.Ambos fenmenos experimentan un cambio de significado cuando en ellos entra en accin una imagen nueva del ser humano.Valdrla la pena estudiar con detenimiento el modo en que, bajoaspectos heroicos, la persona singular, por un lado, aparece corrioel soldado desconocido que es aniquilado en los campos de batalla del trabajo, y, por otro, y Pt:ecisamente por ello, se pr:esenta.coma el seDar y ordenador del m u n d o ~ como un tipo imperiosoqU:e est en posesin de un poder pleno v i s l u m b r a ~ o slci oscura:..mente hasta ahora; Ambas caras perteiice:n en propiedad a la fi-gura del trabajador y es eso precisamente lo que las ana en loms hondo de s tambin en aquellos sitios donde miden susarmas en una lucha a muerte.De igual manera, tambin la comunidad aparece por un ladocomo sufriente y pasiva, por Cuanto es la portadora de una obra

    __ ~ - - t a L q u e ~ comparada._con_ sU mpetu . aun. la .ms alta_d.e_la,s_prc\.rni::_des se asemeja a la punta de.un alfiler; y, sin embargo, por otrolado aparece como una unidad significativa cuyo sentido dependeentramerite de la existencia o inexistencia de tal obra. A ello sedebe sin duda el que entre nosotros se acostumbre a .discutir sobre, nLdebe, ser el, o,den en:ef que cbe servif. .a .J', obta Y.doi\lil)ar-. , : 1 ~ . cuando en. realidd' la necesidad' de: tal obra forma' parte el,!! ', 'destino y se encuentra, por tanto, allende todas las discusiones.Lo dicho encuentra su expresin, entre otras cosas,, en lo siguiente: en ningn momento se ha" negado, ni siquiera en los movimientos de trabajadores habidos hasta ahora, que el trabajo esun hecho fundamental. Hay un fenmeno que forzosamente llenade respeto y confianza al espritu y es que, aun en aquellos sitiosdonde conquistaron ya el poder tales movimientos -que, no seolvide. fueron creciendo en la escuela del pensamiento burgus-,

    la consecuencia inmediata de ellos no fue el aminoramiento deltrabajo, sino su acrecentamiento. Ms adelante comentaremos que,por un lado, esto se basa en que el nombre mismo, trabajador,no puede sugerir sino una actitud que ve en el trabajo su misinpropia y, en consecuencia, su libertad. Por otro lado, empero, aquise manifiesta tambin con toda claridad que el resorte esencial

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    que aqu acta no es la opresin, sino un sentimiento nuevo deresponsabilidad, y que los verdaderos y efectivos movimientosde trabajadores hay que concebirlos no como movimientos de esclavos (eso fue lo que hizo el burgus, tanto si acept esos movimientos como si los rechaz), sino como encubiertos movimientosde seores. Todo el que ha visto eso ha visto tambin la necesidad de adoptar una actitud que lo haga digno de llevar el ttulode trabajador.

    Por tanto, la consideraci:q figural del trabajador, su consideracin como figura, no debe conectar ni con la comunidad ni conla persona singular, aunque tambin esos dos fenmenos hayande ser concebidos figuralmente. Claro est que, cuando se haceeso, cambia el contenido de esas dos expresiones -ncomunidad>>y persona singulam-; y ya veremos cmo dentro del mundo detrabajo es menester establecer una diferenciacin entre la _persona .siniular y la comunidad por un.lado, y el individuo y la masa delsiglo XIX por otfo. _Nuestro tiempo ha agotadO sus fuerzasen esaanttesis, de modo muy similar a como las ha agotado tambinen otras anttesis, as la de idea y materia, la de sangre y espritu, la de poder y derecho; pero lo nico que de esas anttesisresulta son interpretaciones perspectivistas que arrojan luz sobreesta o aqulla reivindicacin p a r c i a ~ . Mucho ms que eso importael ir a buscar la figura del trabajador en otro rango, en un rangotal que, vistas desde l, t a n t a I a - p e t ~ r o n a : - s i n g t a r c u n t o asifuiSmla comunidad han de ser concebidas como parbolas. como representantes. Representantes del- trabajador son en este sentido .esos encumbramientos supremos de la persona singular que fueronvislumbrados ya tempranamente er;t. el superhom}?re;* y rt;:presen . i:antes :syOs._sori.-:asjmism eS

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    Ahora bien, todo orden, sea cual sea el modo en que est constituido, se asemeja a la red de meridianos y paralelos superpuestos a un mapa; lo que otorga significado a la red es el paisaje aque la red est referida - en eso se parece a los cambiantes nombres de las dinastas, nombres que el espiritu no necesita recordar mientras se siente conmovido por los monumentos que lasconmemoran.Y asi es como la figura del trabajador est emplazada en elser ms honda y quietamente que todas las parbolas y rdenesque la corroboran, ms hondameri.te que las constituciones y lasobras, que los seres humanos y sus comunidades; todas estas cosas son como las cambiantes facciones de un rostro cuyo carcter fundamental permanece inalterado.

    12Vista en la plenitUd de su ser y en la fuerza de una improntaque acaba de empezar, la figura del trabajador aparece abundan-te en contradicciones y tensiones internas y, no obstante, provista

    de una unidad prodigiosa y de una cerrada coherencia, propia deun deStino. As, en instantes en que ninguna finalidad y ningn... P t ~ p ~ i t o _ t u r b a n el.nimo, esa figura se nos.J:evela.a.:veces.comoun poder quieto y preformado.Y as es como hay ocasiones, cuando de repente queda en si-'lencio la tempestad de martillos y ruedas que nos rodea. en quenos parece que sale a nuestro encuentro de una manera casi corp(?rea la qUietud que .Se ..estqn;l_e: t r a ~ . el .e;{ceso. 4 ~ I J 1 ' 0 V i m ~ e n t 0 ;.es.".'una. huemi cOS:tmnhre de 'nueStrt)tiemJ>o el quet.patir hori-ra."r.a los muertos o para grabar en' la conciencia un instante dotado designificacin histrica, se mande, como por una orden suprema,

    parar el trabajo por algunos minutos. Pues ese movimiento es unsmil, es una parbola de la ms intima de las fuerzas; lo es en elmismo sentido en que, por poner un ejemplo, el significado secreto de un animal donde ms claramente se revela es en su moviRmiento. Pero el asombro que nos produce esa detencin del t r a ~bajo es en el fondo el asombro que nos produce el hecho de quenuestros odos crean percibir por un instante los manantiales msprofundos, aquellos que alimentan el decurso temporal del m o v i ~miento. Esto eleva el mencionado acto de parar el trabajo al rangode un acto de culto.Las grandes escuelas del progreso se sealan por su falta derelacin con las fuentes primordiales y por el hecho de que su

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    dinmica se basa en el decurso temporal del movimiento. Tal esel motivo de que las conclusiones a que esas escuelas llegan seande suyo convincentes y, sin embargo, estn condenadas, como poruna matemtica diablica, a abocar al nihilismo. Nosotros m i s ~mas hemos tenido una experiencia. viva de tal cosa, ya que hemosparticipado en el progreso, y consideramos que la gran tarea encomendada a una generacin que por largo tiempo estuvo viviendo en un paisaje primordial consiste en restablecer el contactoinmediato con la realidad. .La relacin del progreso con la realidad es una relacin de naturaleza derivada. En l lo que se ve es la proyeccin de la realidad sobre la periferia de los fenmenos; eso es algo que cabe de-mostrar en todos los grandes sistemas del progreso y es algo quecabe decir tambin de su relacin cap. el trabajador.Y, ;sin embargo, de igu.al modo que la ilustracin es algo ~ sprofUndo que la Ilustracin,_tambin el progreso pose:e. un tras:.fondo Propio. Tambin l ha Conocido esos instantes a que acaba-mos de referirnos. Hay una embriaguez cogno:s:iva cuyo origenes ms que lgico; y hay un orgullo por los xitos tcnicos y pOrla dominacin ilimitada del espacio que posee una vislumbre de lams secreta voluntad de poder; ese orgullo considera que todasesas cosas 'son nicamente armas destinadas a unas luchas y sublevaciones nunca .antes. vistas ......y justamente_ por._ello_tiene.. .esas...

    a r m a s p ; ; p ~ e C i O S a S -y-pc,: i e ~ e s i t a d a s de unos cuidados ms amorosos.que los que jams dispens guerrero alguno a su armamento.De ah que .para nosotros no venga al caso esa actitud queintenta opOner _al p r o g r e ~ o los ~ e d i o s de orden inferior. propios. de .la i.I:.onJa _romntica.; t ~ l actitu_d constituye la . s e g u r ~ c a r a c t e r s ~

    . -ticil-:'de: un? vida .debili-fa:da\er(su: Iicleo>Ni:)'eS 'tatea . ':ritiest"ra: elser loS antagonistas en el jUego de nuestro tiempo, sirio e'l ser jugadores que dicen va banque y cuya puesta total ha de ser. comprendida t:anto en su extensin como en su profundidad. Cuandose lo ve dentro de un cuadro ms amplio, cambia de significadoel sector que nuestros padres iluminaron con una luz tan intensa.La prolongacin de un camino que pareca llevar a la comodidady a la seguridad est perietrando ahora en la zona de las cosaspeligrosas. En este sentido el trabajador aparece, allende el sectorque le adjudic el progreso, como el portador de la sustancia heroica fundamental que determina una vida nueva.Nos hallamos cerca del trabajador en todos aquellos sitiosdonde sentimos que esa sustancia est operando; y nosotros mismos somos trabajadores en la medida en que es ella una parte denuestra herencia. Todas las cosas de nuestro tiempo que sentiw

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    mos corno maravillosas y que en las leyendas de siglos todavamuy lejanos nos harn aparecer como una generacin de magospoderosos, todas esas cosas forman parte de tal sustancia, for-man parte de la figura del trabajador. Ella es la que est operan-do en nuestro paisaje, el cual no nos parece inlmitamente extraopor la sola y nica razn de que nosotros hemos nacido en l; lasangre de esa sustancia es el combustible que mueve las ruedas yhumea en los ejes.

    Al contemplar ese movimiento, el cual es, a pesar de todo, unmovimiento montono, parecido a un campo lleno de molinos deoracin tibetanos, al contemplar los rdenes rigurosos y geomtri-cos, s e m e j a n ~ e s a plantas de pirmides, de esas vctimas, las cua-les son ms numerosas que las que nunca exigieron la Inquisiciny el Moloch y cuyo nmero es acrecentado con mortal seguridadpor'cada paso .adelante que s ~ . d a -.cmo unoS 9jos ~ n t e n d i d o s realmente en ver podfafl sustra.erse a la evidencia de que por de-trs del velo de las causas y los efectos, por detrs de ese veloque las luchas del da hacen ondear, estn 'operando el destino yla veneracin?

    ..... .

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    La tcnica como' movilizacin del mundopor la figura del trabajador

    44Las declaraciones que los contemporneos saben hacer a pro*psito de la tcnica ofrecen un magro botn. En especial resultasorprendente que los tcQ..icos no logren ni .siquiera inscribir su

    . propia .definicin dentfo de. una. imagen qtie capte la vida en elconjunto de sus dimeD.siones. La razn de esto es la siguiente: el tcnico es sin duda el reMpresentante del carci:er especial de trabajo, pero lo que a l no lees dado tener es una relacin directa con el carcter total de tra-1 , bajo. En los sitios donde falta tal relacin no puede decirse que:t haya, por muy excelentes que sean las prestaciones singulares, un

    ~ orden que vincUle y q_ue en s est libre de contradicciones. Laft falta de totalidad se exterioriza en la aparicin de un especiaHs:..d mo desenfr:enado que intenta elevar .al rango decisivo el plantea-'i\ miento particular de los problemas. Mas con ello no quedara de~ cidida ni una sol:J. de las cuestiones significativas. aunque elmundo fuera objeto de una constru;cin completa.

    - Para- poer una tela9i6n -Yet-d3.i:lt:r"a y :.efec:tiva-_cori -.la: "tcni

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    y manera en que la figura del trabajador moviliza el mundo. Elgrado en que el ser humano se halla relacionado de manera decisiva con la tcnica, el grado en que no es destruido, sirio favorecido por ella, depende del grado en que sea representante de la figura del trabajador. La tcnica en este sentido es el dominio dellenguaje que est vigente en el espacio de trabajo. Ese lenguajeno es menos significativo, no es menos profundo que los dems,pues posee no slo una gramtica, sino tambin una metafisica.En este contexto )a mquina desempea un papel tan secundariocomo el que desempea el ser humano. Es tan slo uno de losrganos mediante los que se habla ese lenguaje.Si, por tanto, debe concebirse la tcnica comO el modo y manera en que la figura del trabajador moviliza el mundo, lo primeroque es preciso demostrar es que la tcnica se a c o m ~ d a al representante de esa figura - e s . e c i r ~ del_ trabajador:_ y ~ s t ,a d i s ~posicin de t merced a una r e l a ~ ; - ~ . I J : especial. P e r ~ . e ~ segundolugar, en esta relacin no se hallar integrado ninguno de lospresentantes de los vnculos situados fuera ael espacio de t r a ~bajo, como son, por ejemplo, el burgus, et cristiano, el n a c i o n a ~lista. Antes por el contrario, ~ n la tcnica habr de estar incluidauna ofensiva franca o disimulada contra tales vnculos.Ambas cosas estn ocurriendo de hecho. Nos esforzaremos en--.,--confirmarlo de la m ~ n o de algunos ejemplos. La falta de claridad-y en. especial la .'falt. romntica de claridad- que da su .co.lo--rido a la mayora de las declaraciones acerca de la tcnica provienede la ausencia de unos puntos de vista fijos. Tal falta de cla"ridad desaparece asi que reparamos en. que la figura del trabajador-es eLc.entro . q h ~ t o de -este proc'.so-' tn .Polifactlco.: La: figUra de!-"trabaj

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    naciones combatientes representan las magnitudes de trabajo queson portadoras de tal proceso. Lo que est en el centro de la confrontacin no es desde luego el distinto modo de ser de dos naciones, sino el distinto modo de ser de dos edades, una de lascuales, la naciente, devora a la que va hundindose. Esto es loque determina la autntica profundidad de este paisaje, lo que determina su carcter revolucionario. Los sacrificios que son ofrendados y solicitados adquieren una significaci9n ms alta por elhecho de que acontecen dentro de un marco que ciertamente nipuede ni debe serie visible a la conciencia, pero que desde luegosi es percibido ya en el sentimiento ms ntimo; y eso es algo quepuede demostrarse por numerosos testimonios.La imagen metafsica de esa guerra, esto es, su imagen ((figurab>, muestra unos frentes que son distintos de los que la c o n ~.ciencia de los part.cipantes es c a p ~ z de vislumbrar. Si se c o n s i . d e ~

    _ r a e s ~ gUerra como un proceso tcp.ico y, por-tanto, como un prQ.oceso muy hondo, se advertir que la intervenCin de la tcnicaquebranta ms cosas que nicamente la resistencia de esta o deaquella nacin. El intercambio de proyectiles que hubo en tantos ytan distintos frentes se acumula en un frente nico, decisivo. Si enel. centro del proceso - e s decir, en aquel sitio del que parte la sumatotal de la destruccin, pero que no est l mismo sometido a ladestrucci6D: -: . y e i i ? ~ s _l_'!.. ~ ~ E ~ ..!eJ - ~ ! ? ~ ~ i a . ~ . C ? ~ ~ - ~ ! l ! ~ n . c ; ~ s - - ~ - e nos harpatente un carcter muy unitario, muy lgico, de esa destruccin.As es como se explica, en primer lugar, que haya tanto v e n ~cedores como vencido:; en cada uno de los pases que participaron en la guerra. Cualquiera que sea el lugar a que s ~ mire, es. e n o r ~ e el nmero d ~ - q u ~ e n e S que"daron d e ~ . p ~ d ~ z a d 9 : s po'r_ esa ,de-_. . ~ v a - o f e n s i V a - l a r i Z a d a contra la e;'tjStelcia inCllviduill P e r o - - ~ l a d o de eso tropezaremos taiDbin Por doquier con un tipo de hombreque se siente fortalecido por tal ataque y que lo invoca como lafuente gnea de un sentimiento vital nuevo.No cabe duda de que este acontecimiento, cuyas verdaderasproporciones no es an posible en modo alguno medir, posee unasignificacin que es superior no slo a la que tuvo la Revolucinfrancesa. sino incluso a la que tuvo la Reforma alemana. Como sifuera un cometa, su autntico ncleo va seguido de una cola consistente en confrontaciones secundarias que aceleran todas las problemticas histricas y espirituales y cuyo trmino no es posiblever todava. El no haber participado en ese acontecimiento significa una prdida que ya hoy siente sin duda la juventud de lospases neutrales. En l se ha producido un corte que separa msque dos siglos.149

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    Si .ahora.investigamos en detalle.la amplitud- de la destruccin; -encontraremos que los blancos fueron alca.nzados por los p r o y e c ~tiles tanto ms cuanto ms alejados quedaran de la zona que lees peculiar al tipo.Por ello no puede extraarnos que, sometidos a esa presin,

    se derrumbaran cual castillos de naipes los ltimos residuos delos sistemas estatales antiguos. Esto es algo que se hace patentesobre todo en la falta de fuerza de resistencia de las formacionesmonrquicas; casi todas ellas ~ u c u m b i e r o n , con independencia deque estuvieran encuadradas en el frente del grupo de Estados vencedores o que lo estuvieran en el frente del grupo de Estadosvencidos. Sucumbe el monarca y sucumbe tanto si es el soberanode un solo pas como si es el representante de una dinasta ga-rante de la unin de territorios transmitidos hereditariamente desde la Edad Media. Susun;tbe el monarca y suc:umbe tanto si es el prncipe que reina en un: crculo de in'fluencia reducido casi puramente a tareas culturales como si es un arzobispo o es la Cspidede una monarqua constitucional.A la vez que caen las coronas caen tambin los ltimos privilegios estamentales que la aristocracia haba conservado: conjuntamente con la sociedad cortesana y con las propiedades rsticasprotegidas por disposiciones especiales sucumben ante todo, portanto, los cuerpos de oficiales en el sentido antiguo, cuerpos quetambin en la edad del servicio militar obligatorio continuaban se;-..-alndose por las caractersticas de una comunidad estamental.Lo que haca posible esa condicin cerrada de los cuerpos de o f i ~ciales era que, corno hemos visto antes, el burgus por s mismoip.d.pa_f d e , p r e ~ t ? - c i o p , e s . blicas, P ~ t : O s ~ ve.frzaf:lo 3: e_star re-

    ~ P r e s e n t ~ o pr 'tiri casta guetrer e s p e C i ~ l . Esto cambia. n 1 i : i edad:del trabajador, al cual le eS drido teriei una relacn eteniental Coflla guerra y que por ello es capaz de representarse blicamente as mismo con sus propios medios.La facilidad con que un solo soplo hace que se volatilice todaesa capa, la cual iba en cierto modo aneja al Estado absoluto1 o,ms bien, la facilidad con que esa capa se derrumba por s sola,es un espectculo que produce estupefaccin. Sin ofrecer una re-sistencia digna de mencin, esa capa sucumbe ante la ofensiva deuna catstrofe; tal ofensiva no se limita, empero, a ella, sino q u ~afecta simultneamente a las masas burguesas, las cuales se hallaban relativamente intactas an.

    Por un breve lapso de tiempo parece de todos modos, y elloocurre especialmente en Alemania, como si justo a tales masas lescayera del cielo, gracias a ese acontecimiento, un triunfo tardo Y

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    d e f i n i t i v o ~ Es precise ver, sin embargo, que -ese acontecimiento,que en su primera fase se presenta como guerra mundial, en lasegunda fase aparece comO revoluci6n mundial, para volver acasoluego a adoptar sbita y caprichosamente unas formas blicas.En esta segunda fase, que en unas partes est trabajando de unamanera franca y en otras est hacindolo de un modo encubierto,se pone de manifiesto que las posibilidades de llevar una vida burguesa van reducindose cada vez ms a cada da que pasa, sinque quepan esperanzas de arreglo.

    En todos las campos de la investigacin se nos brindan lasrazones de este fen6meno; puede vrselas en la invasin del espacio vital por -o elemental y en la simultnea prdida de seguridad; puede vrselas tambin en la disolucin del individuo, en lamengua de las posesiones tradicionales tanto m ~ t e r i a l e s como ideales; o puede vrselas, en .fin, en una ausencia de fuerzas genera

    d o r ~ s . La autntica raZn es. en.todo caso que el neVo campO -defuerzas que est centrado en tomo a la f i g u r a . ~ del trabajador d e s ~truye todos los vnculos que le son ajenos; destr:uye tambin, ppr: .tanto, los vnculos propios de la burguesa.Las consecuencias de esa intervencin provocan un fallo de lasfunciones habituales, un fallo que a veces -es casi inexplicable.La literatura se vuelve inspida, aunque sigue intentando cocinar los mismos problemas de antes; la economa marcha mal; los

    ~ - - - - P a r l a m e n t o s quedan incapacitados para desarrollar su trabajo;aunque no son a t a ~ a d o s d.esde fuera.El hecho de que f:n este tictmpo la tcnica aparezca como elnico poder que no se muestra "sometido a tilles sntomas delata.de un .modo II"!-UY claro que enaforma parte de un .sistema de re_fere.Q.!=as ,dffernte . ~ ~ u ; : P,eisivo: -E:g l breve.laP59- de tleipo_"ti-a_ru:: :irrido deSde la guei-ra l o s ~ smboloS de la tc!ca Se han exindldo hasta los rincones ms remotos del globo terrqueo y lo hanhecho con una rapidez mayor que aquella con qe se extendieronla cruz y las campanas por los bosques y las tierras pantanosasde Germania. En-los sitios donde penetra el lenguaje de hechos detales smbolos derrmbase la vieja ley de la vida; esa ley esempujada fuera de la realidad efectiva y llevada a la esfera romntica - mas para ver en esto algo ms que un proceso de aniquilacin pura son necesarios unos ojos muy especiales.

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    46Recorreramos de manera incompleta el campo de la a n i q u i l a ~cin si no reparsemos tambin en la ofensiva lanzada contra lospoderes cultuales.La tcnica, esto es, la movilizacin del mundo por la figura

    del trabajador, es la destructora de toda fe en general y, por tanto,el poder anticristiano ms resuelto que ha surgido hasta ahora.Lo es en tal grado que lo a,nticristiano que hay en ella aparececomo uno de sus atributos secundarios - la tcnica niega incluso con su mero existir. Hay una gran diferencia entre los antiguosiconoclastas e incendiarios de iglesias, por un lado, y, por otro, elelevado grado de abstraccin que permita que un artillero de laguerra del catorce considerase una catedral gtica corno un simple hito del camp de tiro.

    En los sitiOs _donde surgen- smbolos tcniCos el espacio -se vacade todas las fuerzas de ndole diferente, se vaca del grande y p e ~queo mundo espiritual que en. l se haba asentado_. Los variosintentos de hablar el lenguaje de la tcnica efectuados por la Iglesia representan tan slo un medio de acelerar su propio hundimientO, un medio de posibilitar un proceso amplsimo de secularizacin. En Alemania las verdaderas relaciones de poder no hansalido ~ o d a v a a.. J . ' ~ ! J : p ~ x _ : f J E _ ~ P . Q ! : _ q ' ! _ ~ . ! : _ l ! . a l l ~ ~ - ~ ~ . c ! l : P l ~ ! . . ! ~ - ~ - - - p _ o ~ - ~ L . .dominio aparente. de la burguesa. Lo que en pginas anterioresha quedado dicho sobre la relacin del burgus con la casta guerre.:ra rige tambin para su rlacin con las Iglesias - d burgus!S ciertamente ajeno a esos poder_es, pero depende de ellos, y e s ~to .es algo ;Cue apunta .en h ~ c h o de qUe. la: r e ~ a c i c ? n . - q u ~ c:on. ~ U o s inaritfene es la rel2:dri de' Ja_ s u _ b v e r i c i ~ . Al burg"s :le (lta 'tarit9sustancia blica cuanto sustancia' cultual, si preScindimos delpseudoculto del progreso.En cambio el tipo, el trabajador, se sale de la zona de las a n ~ t:tesis liberales - se seala no por carecer de fe, sino por teneruna -fe diferente. Es a l a quien le est reservado el volver a d e s c u ~brir el gran hecho de que la vida y el culto son idnticos - unhecho que los seres humanos de nuestro tiempo han perdido devista, si prescindimos de algunas reducidas regiones perifricas yde . algunos valles de montaa.En este sentido podemos atrevemos desde luego a decir queen medio de las filas de espectadores de una pelcula o de unacarretera automovilstica cabe observar ya hoy una piedad mshonda que la que logramos percibir debajo de los plpitos o delante de los altares. Y si esas cosas ocurren ya en el nivel ms152

  • 7/29/2019 El Trabajador - Ernst Junger

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    bjo,- ms -obtuso, en el que la- figura -nueva reivindica para si demanera pasiva al ser humano, cabe sin duda vislumbrar que estnpreparndose ya otros juegos, otros sacrificios, otras exaltaciones.El papel que la tcnica desempea en este proceso es comparabletal vez a aquella posesin formal de educacin imperial y romanade que disponan, por comparacin con los duques germnicos,los primeros misioneros cristianos que llegaron a Alemania. Unprincipio nuevo se acredita por crear hechos nuevos, por crear f o r ~mas peculiares y eficaces - y esas formas son profundas porqueestn referidas existencialmente a ese principio. En lo que es esencial no hy diferencia ninguna entre la profundidad y la superficie.Es preciso mencionar adems la demolicin, efectuada por laguerra, de la autntica Iglesia popular del siglo XIX, es decir, dela a d o r ~ c i n del progreso - y es p r e c i s o mencionarla sobre todoporque la cloble . faz de la tcnica se tora _ e s p ~ c i a l m e n t e claia ~. el espejo de ese d e r r u m b a m i e n t O ~En el espacio burguS la tcnica aparece, en efecto, como unrgano del progres, un rgano que tiende a la realizacin plenade lo racional y lo ,.-i.rtuoso. De ah que la tcnica se halle estrechamente ligada a las valoraciones propias del conocimiento, de la

    1moral, del humanitarismo, de la economa y del confort. En eseesquema encaja mal la cara marcial de su cabeza de Jano. Ahora____ ))ien, ~ s indisqJ.tible _qlle_l!_Q.a_ .19.C.9W.Qt9ra puede _ I I ! 9 V ~ r , ~ n :vez de_

    \ un vagn restaUrante, una comPaa de soldados, o que un motorpuede mover; en vez de un vehculo de lujo, un tanque - es -decir,l resulta indiscutible que el .incremento del trfico aproxima entre. si ms rpidamente no slo. a los europeos buenos, sino tambin

    :a lOs. eurOpeos- malos .pe ig}laf ~ a ~ e r a , la prod.ucciTI..ar:tificial-de.- .,,Preparados i t f b g e l ~ d o s ' teni r . e p e i - c ~ s i n e s no. slo". en la agri:.:cultura, sino tambin eri la' tcnica de los explosivos. Estas cosaspueden pasarse por alto nicamente mientras no se ha entradoen contacto con ellas.Ahora bien, puesto que no cabe negar que en el combate seutilizan medios progresistas, civilizadores, el pensamiento burgus se esfuerza en buscarles una excusa. Lo hace colocandoencima del proceso blico, a manera de capirote, la ideologa progresista y aseverando que la violencia de las armas es un lamentable caso de excepcin. un medio destinado a domear a unosbrbaros que no son progresistas. Tales medios, se dice, le corresponden de derecho nicamente al humanitarismo, a la humanidad, y aun eso, slo para el caso de la defensa. El objetivo dela util