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Lo que nos rodea siempre ha estado ahí, nuestra contemplación no. Los objetos son más que cosas útiles. El Uso es la manera que le es mas propia de relacionarse al hombre con las cosas. 1 2 Br colag s i e cont dos a Jaime Cerón Colectivo Bricolage contenido M.D.I. Eduardo Naranjo Proyecto Dendrita El Uso presentación p02 Acercarse al Uso no debería ser tarea difícil para el diseñador de productos. p04 D.I. William Vásquez Reyes El Uso es la manera que le es mas propia de relacionarse al hombre con las cosas. p09 Comenzamos a utilizarlo porque de eso de usar ya no sabemos casi, mal usamos la palabra y no nos damos cuenta. p15 Es mediante la presencia de objetos de uso que los espacios cotidianos adquieren vida. p20 p24 Pero por qué la rueda se volvió patrón de medida de las civilizaciones? Cristian Sabogal p25 Negociar con la realidad de lo “real” es una proeza que suele adquirir proporciones titánicas. p30 Qué fue realmente lo que quería la persona que diseñó el Mp4. p33 p38 p41

El Uso

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Revista Dendrita El Uso

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Page 1: El Uso

Las introducciones a cada uno de los artículos de esta edición fueron escritas por el comité editorial de larevista dendrita. (r. de ddta)

Johanna GalindoCristina RuizJosé MuñozGermán GonzálesJuan Camilo Caicedo

Dendrita no mantiene comunicación escrita con losautores de los textos enviados sin solicitud previa, sin embargo es posible escribir comentarios al correoelectrónico [email protected]

Las tipografías utilizadas son Syntax, Formata, Schadow,Trebuchet, Garamond3, Georgia. La Portada fue impresa enPropalcote de 200 grs. y las páginas interiores en Propalmatede 115 grs.

Fotografía e Investigación Gráfica

Alvaro Acero Edith Gonzalez Afanador

Dirección, Escuela de Diseño IndustrialLo que nos rodea siempre ha estado ahí, nuestra contemplación no.

Los objetos son másque cosas útiles.

El Uso es la manera que le esmas propia de relacionarse alhombre con las cosas.

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Jaime CerónColectivo Bricolage

contenido

M.D.I. Eduardo Naranjo

Proyecto DendritaEl Usopresentación

p02

Acercarse al Uso no debería sertarea difícil para el diseñador de productos.

p04

D.I. William Vásquez Reyes

El Uso es la manera que le es mas propia de relacionarse alhombre con las cosas.

p09

Comenzamos a utilizarloporque de eso de usar ya no sabemos casi, mal usamos la palabra y no nos damos cuenta.

p15 Es mediante la presencia de objetos de uso que losespacios cotidianos adquieren vida.

p20

p24

Pero por qué la rueda se volviópatrón de medida de las civilizaciones?

Cristian Sabogal

p25

Negociar con la realidad de lo“real” es una proeza que sueleadquirir proporciones titánicas.

p30

Qué fue realmente lo que quería la persona que diseñóel Mp4.

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proyecto dendrita el uso

Términos como uso, usabilidad, fruición de uso etc. Independientemente de las

discusiones que se generen entorno a estos conceptos bastante comunes hoy en el

mundo del diseño, nos hacen pensar que en la concepción más amplia de éste se

evidencia el retorno a su razón de ser….el hombre.

Este número pretende dar diferentes puntos de vista, desde las visiones

más teóricas hasta las más pragmáticas, aproximándonos al concepto

desde diversas miradas disciplinares del diseño, como un primer punto

de aproximación a la participación de otras escuelas, y de esta forma

lograr que la filosofía de dendrita (construcción de conocimiento en

diseño a partir de la reflexión) adquiera y vaya construyendo su real

importancia como foco de discusión del diseño en el campo disciplinar

y profesional.

La respuesta a la invitación a participar en este número de la revista de los estudiantes,

permiten ver que se está generando un proceso reflexivo en la academia; el artículo sobre

las Consideraciones Preliminares que generan un recorrido sobre el objeto, la cosa y el

uso son prueba de ello, o en el otro extremo Nuevos usos, Viejas funciones, nos permiten

ver el recorrido alzado por los articulistas y sus miradas sobre el tema. El estudio sobre

el diseño cada día toma más importancia en la medida que en un mundo fundamentado

en la economía de mercado, el papel de la demanda (usuarios-consumidores) cada día

adquiere más relevancia por el carácter multi y pluricultural que está tomando nuestro

planeta. El concepto moderno de la uniformidad y de lo universal se va resquebrajando en

la medida que lo diverso hace su aparición en el escenario del consumo.

Page 3: El Uso

Hablar de inteligencia de consumo, de diseño participativo y de procesos de cocreación, hoy

es la síntesis de esa evolución del consumo, ese retornar al origen en términos de que los

objetos producto deben ser el resultado, la evidencia y ser satisfactores de las expectativas,

deseos y aspiracionales del hombre como ser individual y como ser colectivo, en una

sociedad cada vez más compleja, aproximan al diseño a esa dimensión del uso que se había

desdibujado en las últimas décadas.

Es pues este número el resultado del segundo esfuerzo del colectivo

Dendrita; agradecimientos especiales al profesor Ricardo Rivadeneira por

su participación y colaboración en el proceso de construcción de la revista,

a los estudiantes y profesores que participaron en este número y muy

especialmente a nuestro invitado especial el Dr. Fernando Martín Juez de la

Universidad Nacional Autónoma de México por servirnos de abrebocas para

el tercer número: El patrimonio.

Este construir dendritas permitirá que la

refl exión sobre el diseño adquiera la real

importancia en un país en donde casi todo está

por construir frente a las nuevas realidades que

se consolidan día a día, no siendo más queda

abierta la invitación a participar en nuestro

tercer número, y como aparece en las revistas

importantes… las opiniones expresadas en esta

revista son responsabilidad de los autores.

MDI. Eduardo Naranjo C.

Page 4: El Uso

Consideraciones Preliminares acerca del Concepto USOD.

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La construcción de conceptos como el uso es una de las características de profesiones como el diseño industrial, sin embargo no sabemos tanto saben los diseñadores sobre el tema, más aun cuando se introducen otros conceptos como la utilidad y variables como los objetos y las cosas.

Acercarse al uso no debería ser una tarea difícil para el diseñador de productos, la academia lo ha formado bajo este concepto y a la larga es la columna vertebral de su quehacer. Pero en esta ocasión quiero revelar las consi-deraciones que no hemos hecho acerca del uso.

—El significado de uso está más cercano a “fruir” que significa “disfrutar”, el uso es un “dar”, es una donación; el uso se esconde a quien utiliza los objetos, a quien quiere servirse de ellos [1]. Desde hace varios siglos, el hombre oc-cidental olvidó la esencia del Uso. La utilidad es la forma moderna

Para Hegel, “Sujeto” y “Objeto” son me-ros “esto”. Solo un señalar y algo señalado y la verdad de esta certeza no consiste más que en lo que éste objeto meramente es.

—El objeto no es solo un “esto” inmedia-to, es una “estidad” que se relaciona con el “aquí” y el “ahora”, los tres conceptos “son para si”; en otras palabras, aparecen el tiempo y el espacio. El objeto como un

Introducción al concepto

cosa

del uso y por lo tanto no es la forma común de acer-carnos a las cosas; en esta aproximación a las cosas hay algo más que la utilidad, ese algo más es lo que hay que pensar [2].

—“Los objetos se utilizan, las cosas se usan”. Éste es el concepto principal y la columna vertebral de éste articulo porque pensar o hablar de las cosas como cosas, no es algo que hagamos habitualmen-te, nunca nos detenemos a preguntar ¿Qué son las cosas? ¿Qué realmente es aquello a lo que solemos llamar cosas? ¿Qué es lo que hace a la cosa ser cosa?

“esto” tiene una percepción particular determinada por el “aquí” y el “ahora”, y existe para mí porque lo conozco como puntualmente señalado, ejemplifi-cado en mi certeza subjetiva, pero el objeto existe por si solo, así lo conozca yo o no [3].

—De éste modo, en nuestra cotidianidad decimos: “Préstame esto”, preguntamos “¿Qué es esto?” y refunfuñamos “¡Se daño esto!”. Con el “esto” no pode-mos decir todo lo que queremos decir, y sin embargo, la verdad de lo que queremos decir es lo que decimos [4]. Hegel expone enton-ces, que una cosa sensible es una unidad de propiedades sensibles y lo que consideramos real ya no reside en el objeto mismo sino en su percibir subjetivo, con lo que el objeto toma un nuevo carácter, una nueva significación.

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—La “estidad” es introducida como la verdad de la percepción, pero contradictoria a la percepción clásica, es decir, a la que se basa únicamente en los sentidos. Los sentidos son la forma más superficial de acercarnos a las cosas, con ellos no podemos encon-trar la verdad de las mismas y en este orden de ideas “los sentidos humanos son imperfectos, por lo tanto tenemos una visión imperfecta del mundo.” [5]

—A estas alturas de la lectura, pareciera que la pregunta ¿Qué es una cosa? ya está en parte respondida, ya no es más una pregunta; aparece un personaje que desbaratará todo lo planteado por Hegel y otros filósofos como Husserl, pero se basara en ellos para crear sus postulados, su nombre, Mar-tín Heidegger…

Cosa [6]

¿Qué es una cosa?, así versa la pregunta de Heideg-ger. Para entender la pregunta debemos conocer primero el ámbito al que pertenecen todos aquellos entes que designamos con el nombre cosa. Por cosa comúnmente entendemos los objetos que saturan nuestro entorno, son cosas la mesa, el computador, la llave, el vaso, el reloj, la obra de arte, en fin, todas las cosas acabadas e inacabadas. También llamamos cosa a la lagartija, al insecto y a otras tantas cosas animadas e inanimadas.

—Pero si, por ejemplo, vemos algo extraño preguntamos ¿Qué es esa cosa?, si necesitamos decir un secreto “Ven te digo una cosa” y cuando “No hay que precipitar las cosas” no estamos refiriéndonos a atributos o elementos tangibles como la mesa y el reloj sino consideraciones de otro tipo.

¿Es acaso Dios una cosa? sin duda nos da miedo llamarlo una mera cosa, de la misma forma que no nos atrevemos a llamar cosa al campesino, al diseñador, al artista o al abogado; el hombre sencilla-mente no es cosa. Tampoco llamamos cosa al numero 10 o a una actitud que asumimos y por lo general lo inánime de la naturaleza y del uso es lo que comúnmen-te se llaman cosas [7].

También decimos “Que cosa tan grande”, “Que cosa tan rara”, “Tu no entiendes de esas cosas” y muchas tantas expresiones en donde hablamos de cosa. “La palabra cosa nombra aquí todo aquello que no es absolutamente nada”

[1]Adaptado: VASQUEZ, William. Teoría del Objeto: Lecciones del primer semestre de 2006. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.

[2]Ibíd.[3]Adaptado: MURE, G.R.G. La

Filosofía de Hegel, Pág. 77-78. España: Cátedra Colección Teorema.

[4]Ibíd. Pág. 78[5]DE LOS REYES, David (2005).

Concepto de Diseño: Con-ferencia. Taller Internacional de Arquitectura y Diseño. Cartagena: Universidad de los Andes.

[6]Adaptado: HEIDEGGER, Martín, (1962). La Pregun-ta por la Cosa, Cap. A: Los distintos modos de preguntar por la cosa. España: Ed. Orbis, S.A. 1986.

[7]Adaptado: El Origen de la Obra de Arte y la Verdad en Heidegger, Pág. 30 (1953). SOLER Grimma, Francisco. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Filosofía y Letras.

Nos rodeamos de cosas y cosas que llegaN a coNvertirse eN algo muy Normal y cotidiaNo, algo a lo que Nos hemos...

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cosa = cualquier cosa = “todo” = “nada”

—Entonces nos preguntamos: Si lo racional (la ciencia) no logra definir la cosa por el olvido de ella, quizás debamos remitirnos a los sentimientos y al estado de ánimo, ya que se hace más “racional” en la medida que es más captador, porque está más abierto al “ser” más allá de toda razón. [8]

—Kant habla por ejemplo de “cosa en sí” distinguiéndola de “cosa” para nosotros, es decir, de la cosa como fenómeno. Una “cosa en sí” es aquella que no nos es accesible por la experiencia como son los objetos, las plantas, las piedras, los animales. En ese caso, Dios seria una “cosa en sí” más que una mera cosa.

—Según esto podríamos entender cosa como: 1) lo objetivamente presente; 2) planes, decisio-nes, reflexiones, mentalidad, hechos, lo histórico; 3) pero además todo lo otro que es un algo cual-quiera y no es nada. Para explicar estos conceptos, desarrolle está sencilla pero ilustrativa formula:

Esta fórmula demuestra que cotidianamente no comprendemos el concepto cosa y que es tan di-fuso que a nuestra mente le cuesta mucho trabajo asociarlo con algo concreto.

De la Estidad de Hegel a la Cosidad de Heidegger

“Cada cosa es un esto concreto y no otro” ¿Podrá tener validez y estar libre de excep-

ciones esta afirmación?. Hay cosas que no se diferencian unas de otras, ésto lo vemos con mayor énfasis en

elementos de producción seriada, dos vasos, dos sillas, dos televisores, etc. En apariencia son idénticos, tienen las mismas propiedades (color, peso, etc.) y las mismas dimensiones.

—Habría que preguntarnos si, ¿El hecho de no poder diferenciar dos cosas quiere decir que sean iguales? Sin embargo, aunque se reconozca que hay dos cosas absolutamente iguales, cada una es “esta cosa concreta”, pues cada uno de los vasos está en distin-to lugar, y si ocupasen el mismo lugar eso sólo podría acontecer en instantes distintos. Localización e instante, hacen que dos cosas absolutamente iguales sean “está concreta”, pues cada uno de los vasos está en distinto lugar. [10]

—¿Radica en el tiempo y el espacio el carácter fundamental de la cosa, de la misma forma que el aquí y el ahora en la estidad de Hegel?

—La pregunta ¿Qué es una cosa? supon-dría entonces preguntar ¿Qué es el espacio?, ¿Qué es el tiempo? La pregunta acerca qué es el espacio-tiempo, conceptos en su esencia inseparables, parece ser hasta el momento la que determina aquel carácter fundamental de la cosa, ser solo un “esto concreto”. Vale la pena entonces verificar si espacio y tiempo son determinantes reales de la cosa.

—Las cosas están “rodeadas” por un espacio exterior pero a su vez tienen un espacio interior ¿Estará en el espacio interior la esencia de la cosa como cosa? Imaginemos una crayola que se encuentra sobre una mesa en una habitación cualquiera, en su exterior la rodea las paredes del espacio y a su vez la mesa que la soporta. La tomamos con las manos y la rompemos para entrar en su interior. ¿Estamos ahora en su interior? Es-tamos igual que antes, otra vez afuera, nada

El concepto erróneo de cosa está entonces representado por “lo dado” por los sentidos, el color, la forma, la dureza, etc; todo lo sensorial se convierte en insensato por ser no más que una simple inmediatez y además mucho más allá de las sensaciones nos están las cosas mismas. [9]

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ha pasado, sólo tenemos dos pedazos más pequeños. En el momento que queremos abrir la crayola, quebrar-la para captar su esencia interior, ya se ha cerrado a sí misma, y podemos continuar indefinidamente quebrando y quebrando la crayola, e incluso podemos despedazarla, volverla polvo y analizarla con un microscopio y aun así, solo encontramos el cuánto y no el qué (esencia).

—Evidentemente no encontramos el espacio interior de la crayola, el interior es en último término algo “exterior anterior”, incluso el interior de la crayola es entonces exterior.

—Analicemos ahora el tiempo. ¿Realmente es el tiempo una determinante de la cosa? No podemos negar que las cosas cambian con el tiempo y en el curso del tiempo ¿Pero qué tan fácil es per-cibir esos cambios? Sentémonos al lado de la crayola para

La Cosa y la Verdad

“Esto” está relacionado con “este” que nos da una idea más próxima de algo que está a la mano, como una proximidad inmediata, mientras que con el “aquel” significamos algo más alejado. Cuando nombramos la crayola no siempre usamos su nombre sino “esto”, pero sin embargo no nombramos el carácter de la cosa misma. El “esto” afecta a la cosa solamente en cuanto éstas son objeto de una indicación y en lugar de ser un carácter de la cosa misma el “esto” es solo un agregado subjetivo nuestro. [11]

—La verdad es relativa, lo que es verdad para uno se convierte en falsedad del otro por una simple contrapo-sición de experiencias, de este modo, como la verdad de las cosas es aun más relativa, lo más adecuado es que la retengamos en nosotros mismos sin miedo al subjetivismo.

—Heidegger afirmará que “una cosa es el soporte exis-tente de muchas propiedades que están presentes en él y cambian” . Ese cambio es subjetivo; la cosa no cambia por sí misma, cambia mi percepción de sus propiedades y lo que ellas me evocan. ¿Será está la verdad definitiva? Verdad es adecuación a las cosas, coincidencia con las cosas, es por ello que debemos encontrar la esencia de la verdad.

[8]Adaptado: Ibíd. Pág. 34[9]Adaptado: Ibíd.[10]Adaptado: HEIDEGGER,

Martín, (1962). La Pregun-ta por la Cosa, Cap. A: Los distintos modos de preguntar por la cosa, Pág. 21. España: Ed. Orbis, S.A. 1986

[11]Ibíd. Pág. 28[12]Ibíd.[13]Adaptado: Ibíd. Pág. 36

determinar si el tiempo la modifica, pronto nos daremos cuenta que demoraría mucho apreciar el más insignificante cambio y aún si ocurriera, por ejemplo, una veloz degra-dación de la materia, la crayola como cosa sigue siendo la misma porque en esencia soy yo el que cambia la idea que tengo de ella.

No pueden acceder a las cosas porque son determinaciones que no pertenecen a las cosas mismas y en conclusión: espacio y tiempo son solo marcos para la cosa misma. En ello radica la evolución de la estidad de Hegel a la cosidad de Heidegger para deter-minar la esencia de la cosa.

—Ni espacio ni tiempo tienen que ver realmente con lo que es una cosa como cosa.

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—La esencia de la verdad nos proporciona una prueba inequívoca para la verdad de la determinación que se le atribuye a la estructura de la cosa. Podemos decir entonces al preguntar ¿Qué es una cosa? Hablar de tres determinaciones: [13]

—1) La determinación de la cosa como soporte de propiedades se da con toda “naturalidad” desde la experiencia cotidiana.

2) Está determinación de la cosidad se formuló en la filosofía desde la antigüedad, porque ella se ofrece como naturalidad.

3) La determinación de la esencia de la cosa está comprobada y funda-mentada en la esencia de la misma verdad, esencia de la verdad que es, de igual modo, evidente por sí, es decir “natural” y por lo tanto subjetiva.

Como ya se había planteado “Los objetos se utilizan, las cosas se usan”. Pero todavía no hay una explicación

convincente que demuestre está afirmación. —El uso es un valor indefinido, contrario

a la utilidad del mundo moderno que puede ser definible, medible, cuantificable. En todo objeto está el olvido de la cosa que hay en él

y la clasificación de las cosas (de la misma manera que hacemos con los objetos) las convierte en un prejuicio objetualizante.

—Por otra parte, las cosas como cosas jamás llegarán por el hecho de que nosotros nos limitemos a rehuir los objetos y llamemos a la memoria (re-cordemos, interio-ricemos) viejos objetos de antaño que quizás alguna vez estuvieron en camino de convertirse en cosas e incluso de estar presentes como cosas. Entonces podemos hablar de la destrucción, como la perdida objetualizante de los objetos; cuando a un esfero se le acaba la tinta, se libera de su utilidad y tiene todo el potencial para convertirse en cosa, llamarlo “basura” sólo sería otro prejuicio objetualizante.

—Hablar de las cosas y entender las cosas tiene que ver con el uso. Cuando cuestiono la utilidad, de alguna manera estoy rompiendo el objeto en la medida que la acción del pensar puede lograrlo, pues todo pensar es uso. El diseñador industrial debe proponer más allá de la utilidad, entendiendo que la relación entre utilidad y uso no es considerada en la academia.

—Del diseño industrial, el “diseño” como ciencia antropocéntrica, puede llegar a reconocer los matices del hombre, las variaciones que existen entre cada uno de los individuos, la individualidad del ser mucho más allá de simples análisis antropométricos o estudios de

Breve Introducción

al Uso

tiempos y movimientos. La ciencia, y en éste caso el Diseño Industrial, anula la cosa en la medida en que no admite las cosas como lo real decisivo, pero entonces ¿Qué es lo que hace falta para que el Diseño Industrial reconozca las cosas?

—Quizás el camino es tomar un poco de distancia de lo “industrial” ya que siempre desconoce al hombre. Desco-noce a quien proyecta el objeto, des-conoce a quien colabora en su fabrica-ción y por su condición de producción seriada, es necesario que desconozca al hombre visto ahora tan solo como un “consumidor”.

—“La cosidad de la cosa nunca se fabrica, es un estar-en-sí pero sin las li-mitantes del objeto ni las del producir.”

—Por ahora, puedo concluir que para entender el uso falta todo por decir, sin embargo, se ha trazado un pequeño esbozo para determinar que el uso es subjetivo al igual que la determina-ción de la cosa. Si bien ejemplificamos preguntas esenciales y argumentación correcta, queda por considerar si éstas llegan a lo decisivo.

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El siguiente trabajo hace parte de uno de los textos de promoción académica titulada “El Sistema Relacional, Hombre, Maquina, Entorno” en Febrero de 2004. En este texto el uso y la utilidad son el eje de la reflexión.

Martín Heidegger nos sorpren-de por la importancia que le da a los términos “uso” y “utilidad” en sus teorías filosóficas, en dos de sus libros se entiende con estos términos en particular: el primero de ellos en “caminos de Bosque”, en el capitulo dedicado a la máxima de Anaximandro, en el cual intenta traducir para occiden-te lo contenido en idioma griego de aquello que se entiende por «uso», intento falli-

“La relación del hombre para con las cosas”

do como él mismo lo expresa, pero logra un acercamiento a lo que habita en él y a su decir más originario.

—La máxima, esta manera oracular de recibir el saber originario trata del “uso” y de su diferencia con la “utilidad”, esta ultima entendida como la mirada con que el hombre habita temporalmente esta tierra, y para la segun-da intentando traducirla expresa: «… a lo largo del uso; en efecto dejan que tengan lugar acuerdo y atención mutua en la reparación del des-acuerdo» (M.H.C.B.-335).

—Considera que el «uso» es la manera que le es más propia de relacionarse al hombre con sus cosas, dejando a las cosas ser lo que tienen que ser estando atento y mantenién-dose en la reparación del des-acuerdo y para la “utilidad” la considera como añadida a su ser propio ocultando la esencia en esa mirada moderna superficial que valora todo en función de la capacidad de disponibilidad funcional, estética o simbó-lica que contenga el artefacto.

—El segundo libro es “ser y tiempo” en donde responde a la pregunta permanente hoy del “para qué sirve”, y que le da sentido al pararse frente a algo que merezca la pena. Esta pregunta alejadora, es la expulsión del objeto de la cosa mis-ma, y como en un espejo a su vez es la retirada del Subjetum de la relación.

así lo tangible puede permanecer en un ente, pero su utilidad pue-de transformarse o diversificarse dependiendo de la estructura interpretativa con que se asuma, de allí la idea del “uso” originario del dejar a las cosas ser lo que tienen que ser, y esperar atento ante ellos es escucha de aquello que nos llega por legado.

—«Los griegos tenían adecuado el término para “cosas”:πράγ-ματα, esto es, aquello con lo que se tiene que ver en el “andar” que “se cura de” (πραζξις). Pero dejaron ontológicamente en la oscuridad justo el carácter espe-cíficamente “pragmático” de los

—Lo útil como condición que se le impone al objeto es transitoria, no siendo inherente en lo esencial a él, el útil es cultural,

Im á g e n e s d e C ata l I n a Pa r r a

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πράγματα y los definieron “inme-diatamente” como “meras cosas”. Nosotros llamamos al ente que hace frente en el “curarse de” “útil”. En el “andar” se encuentra uno con el útil para escribir o el palillero, el útil para coser o la aguja, el útil para hacer algo o el instrumento, el útil para caminar o el vehiculo, el útil para medir o el instrumento de medida. Hay que poner de manifiesto la for-ma de ser del útil. Se pone siguiendo el hilo conductor del previo acota-miento de lo que hace de un útil, un útil del “ser útil”.

—Un útil no “es”, rigurosamente tomado, nunca. Al ser del útil es inherente siempre un todo de útiles en que puede ser este útil que es. Un útil es esencialmente “algo para…”. Los diversos modos del “para”, como el servir “para”, el ser adecuado “para”, el poderse emplear “para”, el poderse manejar “para”, originan una totalidad de útiles. En la estruc-tura expresada con el “para” hay una “referencia” de algo a algo. El fenómeno designado con este térmi-no tiene una génesis ontológica que únicamente puede hacerse visible en los análisis subsiguientes. Por el momento se trata de hacer caer bajo la mirada el fenómeno de un plexo de referencia. El útil, respondiendo a su ser “útil”, “es” siempre por la ads-cripción a otro útil: palillero, pluma, tinta, papel, carpeta, mesa, lámpara, mobiliario, ventanas, puertas, cuar-to. Estas “cosas” jamás se muestran inmediatamente por sí, para luego llenar como una suma de cosas reales un cuarto. Lo que hace frente inmediatamente, si bien no aprehen-dido temáticamente, es el cuarto, pero tampoco éste como lo “entre

las cuatro paredes”, es en un sentido espacial, geométrico, sino como útil para habitar una habitación. Partiendo de esta se muestra el “arreglo” de la misma y en el útil “singular” del caso. Antes que este último es en cada caso ya al descubierto una totalidad de útiles.

—El “andar”, en cada caso hecho a la medida del útil y lo único en que este puede mostrarse genuinamente en su ser, por ejemplo, el martillar con el martillo, no aprehende este ente temáticamente como cosa que se ofrece, y menos aun el usar sabe de la estructura de útil en cuanto tal. El martillar no se limita simplemente a te-ner un saber del carácter de útil del martillo, sino que se ha “apropiado” éste útil como más adecuadamente no es posible. En semejante “andar” usando se somete el “cu-rarse de” al “para” constitutivo del útil del caso; cuanto menos se mire como con la boca abierta la cosa martillo, cuanto mejor se la agarre y se la use, tanto más original se vuelve el atenérselas a ella, cuanto mas desembozada-mente hace frente a ella como lo que es, como un útil.

—El martillar mismo es el que descubre la específica “manejabilidad” del martillo. A la forma de ser del útil, en que este se hace patente de sí mismo, la llamamos “ser a la mano”. Solo porque el útil tiene este “ser en sí” y no se limita simplemente a ofrecerse, es manejable en el sentido más lato y “disponible”. El más agudo dirigir la vista a los “aspectos”, sea éste o aquél, de las cosas, si es “no más que” un dirigir la vista al “aspecto” de éstas, no es capaz de descubrir lo “a la mano”. El simple dirigir la vista “teoréticamente” a las cosas carece de la comprensión del “ser a la mano”. Pero el “andar “manipulando y usando no es ciego, tiene su peculiar forma de ver, que dirige el manipular y le da esa especifica adaptación a las cosas que posee. El “andar” con un útil se somete al plexo de referencia del “para”. El ver de semejante ajustarse a las cosas es el “ver en torno.» (M.H.S.T.-81).

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—En Ser y Tiempo cuatro conceptos desarrollados permiten vislumbrar la naturaleza de la relación que el hombre tiene con el aparente exterior, todos ellos a partir del mirar y manipular el entorno; estar “a la mano”, estar “a la vista”, “ser a la mano” y “ser a la vista”.

—El primero de ellos corresponde a la habitual imagen de poseer algo “a la mano”, teniendo clara su utilidad y servicio, en él la condición utilitaria y del cómo proceder aleja al hombre de la relación, en cuanto este ya no requiere ocupar su pensamiento en ello, a este “a la mano” le corresponde el “a la vista” en el cual lo utilitario se percibe y en este percibirse surge su condición utilitaria, pero ya no es posible estar a la escucha de aquello que trasciende lo permanente,

—«La conducta “práctica” no es “ateorética” en el sentido de la falta de vista, y aquello en lo que se diferencia de la conducta teorética no reside sólo en que aquí se contemple y allí se opere, ni en que el operar, para no permanecer ciego, aplique el conocimiento teorético, sino que el contemplar es tan radicalmente un “curarse de” como por su parte el operar tiene su vista.» (M.H.S.T.-83).

—“el ser a la mano” y el “ser a la vista”sumergen del pensar del hombre, son fundamentalmente un estado, un evento en el que el se trasciende la pro-pia operatividad y el pensamiento calculador, es el habitar la relación siendo.

—El artista, el niño y el viejo se abandonan a esta práctica, a recibir lo que les es dado, de esto trata el siguiente texto.

operativo o utilitario, son ambas formas existenciales de estar en el mundo, creándolo y reevaluándolo, así lo que en mano reposa se comprende y se ve lo que atento se escucha, y en ello aflora autenticidad y talento.

«La obra que hay que producir es el “para qué” del martillo, del cepillo de carpintero, de la aguja, y en cuanto tal tiene por su parte la forma de ser del útil. El zapato que hay que producir es para portarlo, el reloj ya acabado para saber el tiempo. La obra que hace frente principalmente en el “andar” “curándose de” “la que se encuentra en el trabajo” permite que en el “se empleable” que le es esencialmente inherente que hagan frente en cada caso ya el “para qué” de su “ser empleable”. La obra encargada sólo es por su parte sobre la base de su uso y del plexo de referencia de entes descubier-tos en este uso.» (M.H.S.T.-83)

«Pero no sólo la obra que hay que producir es “empleable para…”, el mismo producir es en cada caso un empleo de algo para algo. En la obra hay al par de la referencia a “materiales”. La obra es en referencia a cuero, hilos, agujas, etc. El cuero, a su vez, está producido con pieles. Éstas se sacan de animales que son criados por otros animales. Los animales se ofrecen dentro del mundo también

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En El parquE dE la florida vi como una familia jugaba un partido dE fútbol y al no tEnEr las canchas rEglamEntarias sE las arrEglaron EntErrando dos zapatos En El pasto, dando la idEa dE los tubos dEl arco.

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sin ser objeto de cría, y también en ésta se producen estos entes a sí mismos en cierto modo. En mundo circundante también resultan accesibles, según esto, entes en sí mismos no menesterosos de producción, que siempre ya son “a la mano”. El martillo, las tenazas, la aguja, “se refieren en sí mismo a”, “son de” acero, hierro, bronce, piedra, madera. En el útil usado es codescubierta por medio del uso la “naturaleza”, a la luz de los productos de la naturaleza.» (M.H.S.T.-83)

—«Un andén cubierto tiene en cuenta el mal tiempo; las instalaciones publicas de alumbrado, la oscuridad, es decir, la específica alternación de la presencia y la ausencia de la luz del día, la “posición del sol”. En los relojes se tiene en cuenta una determinada constelación del sistema del mundo. Cuando miramos el reloj, hacemos tácito uso de la “posición del sol”, por la que se lleva a cabo la regulación astronómica oficial de la medida del tiempo. En el uso del útil llamado reloj, útil “a la mano” inmediatamente y que no “sorprende” es “co-a la mano” la naturaleza del mun-do circundante.» (M.H.S.T.-84)

—«A la cotidianeidad del “ser en el mundo” son inherentes modos del “curarse de” que permiten a los entes “de” que “se cura” hacer frente de tal suerte que se hace visible la “mundiformidad” de lo intra-mundano. Los entes inmediatamente “a la mano” pueden darse en el “curarse de” como inempleables, como no a punto para su determinado empleo. El instrumento se revela estropeado; el material, inapro-piado. El útil es en todo caso “a la mano”. Pero lo que descubre la inempleabilidad no es el constatar “diri-giendo la vista” peculiaridades, sino el “ver en torno” del “andar” usando. En este descubrir la inempleabi-lidad “sorprende” el útil. Este “sorprender” da el útil “a la mano” en un cierto “no ser a la mano”.

Pero esto implica: lo inusable se limita a estar ahí, se muestra como una cosa-útil que tiene tal o cual aspecto

de aquello que se encuentra en el “volver a poner en estado”. Este “ser ante los ojos” de lo inusable, aun no carece absolutamente de todo “ser a la mano”; el útil “ante los ojos” así, aún no es una cosa que se limite a ofrecerse en algún punto. El estar estropeado del útil aun no es una mera alteración de la cosa, un cambio de pro-piedades que se ofrezca simple-mente en algo “ante los ojos”.» (M.H.S.T—86)

—«Los modos de la “sorpresa”, la “impertinencia” y la “insisten-cia” tienen la función de hacer visible en lo “a la mano” el ca-rácter de “ser ante los ojos”. Pero en ellos aun no se mira como con la boca abierta ni se considera lo “a la mano” simplemente como “ante los ojos”; el “ser ante los ojos” que se hace notar esta en-vuelto aún en el “ser a la mano” del útil. Este “aún” no se emboza en las meras cosas. El útil se vuel-ve el “chisme”, el “trasto”, en el sentido de aquello que se quisiera tirar lejos; pero en esta tendencia a tirarlo lejos se muestra lo “a la mano” en su impertérrito “ser ante los ojos”.» (M.H.S.T.-87)

y que en su “ser a la mano” era ya constantemente “ante los ojos” como teniendo ese aspecto. El puro “ser ante los ojos” se enuncia en el útil, más para volver a retraerse al “ser a la mano” de aquello “de” que “se cura”, es decir,

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—«Como ejemplar de señal elegimos una que ha de funcio-nar de la misma manera, bien que a otros fines, en un análisis ulterior. En los vehículos de motor se ha puesto últimamente una flecha roja que puede girar, para señalar con su posición en cada caso, por ejemplo, en un cruce de calles, qué camino tomará el vehiculo. La posición se la de a la flecha el conductor. Esta señal es un útil que no es “a la mano” solo en el “curarse de” peculiar del conductor (el conducir). También los que no van en el ve-hículo -y justamente ellos- hacen uso de este útil, a saber, en el modo de apartarse hacía el lado correspondiente o del quedarse parado. Esta señal es “a la mano” “intramundanamente” en el todo del plexo de útiles constituido por los medios de comu-nicación y los reglamentos de circulación. En cuanto útil, está constituida esta señal por una referencia. Tiene el carácter del “para”, tiene su determinado “servir para”, es para señalar.

—«El “referir a…” en el sentido de señalar se funda más bien en la estructura del ser del útil, en el “servir para”. Éste no hace ya de un útil una señal. También el útil llamado “mar-tillo” esta constituido por un “servir para”, sin que por ello sea el martillo una señal. El “referir a…” que es el señalar es la concreción óntica del “qué” de un “servir para” y destina un útil a este “qué”. La referencia “servir para…” es, por lo contrario, una determinación ontológico-ca-tegorial del útil tal que el “qué” del “servir para” cobre su concreción es el señalar. De una manera tosca se hace visible ya en este ejemplo de la señal la diferencia entre la referencia como “servir para” y la referencia como señalar. Ambas distan tanto de ser una, que únicamente en su unidad hacen posible la concreción de una determinada especie de útiles. Más si es cierto que el señalar es funda-mentalmente distinto del “referir a…” como constitución del útil, no menos indiscutible es que la señal dice por su parte una peculiar y hasta

Este señalar de la señal puede tomarse como un “referir a… ”Pero bien entendido que este “referir a…” en el sentido de señalar no es la estructura ontológica de la señal como útil.”

señalada relación a la forma del ser del todo de útiles en cada caso “a la mano” en el mundo circundante y a la “muniformidad” de este todo. El útil-señal tiene en el “andar” “curándose de” un empleo preferente. Pero ontológicamente no puede bastar el hacer constar sim-plemente este factum. Tienen que aclararse el funda-mento y el sentido de esta preferencia.» (M.H.S.T.-92)

—«La precedente exégesis de la señal debía simple-mente suministrar el punto de apoyo fenoménico para la caracterización de la referencia. La relación entre señal y referencia es triple: 1. El señalar, como posible concreción del “qué” de un “servir para”, esta fun-dado en la estructura del útil en general, en el “para2 (referencia). 2. El señalar de la señal es inherente, como carácter de útil de algo “a la mano”, a una totalidad de útiles, a un plexo de referencias. 3. La señal no es solo “a la mano” con otro útil, sino que en su “ser a la mano” se vuelve el mundo circundante en cada caso expresamente accesible para el “ver en torno”. La señal es algo ónticamente “a la mano”, que en cuanto es tal determinado útil funciona al par como algo que señala la estructura ontológica del “ser a la mano”, la totalidad de referencias y mundanidad.» (M.H.S.T-96).

...doNde vivimos, casi hasta igNor arlos completameNte, pero No imagiNamos que fuer a del propósito par a el cual fueroN...

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—Se recuerda que en la máxima de Anaximandro propone el “uso” como un usufructuar algo que esta disponible, plantea un estar coligado a las cosas, en una unidad que es otorgada eventualmente y como producto del cuidar –producto de la atención mutua-, que las cosas sean lo que tienen que ser. Es un acontecimiento reparador, que vincula lo expulsa-do del Subjetum-Objetum otorgándole al hombre la potencia de ser en el relacionarse con las cosas.

algo y, de este modo, usarlo, «disfrutar», «deleitarse», sólo significa, mero consu-mir y saborear en un sentido derivado. Agustín acierta en el citado significado fundamental de ‘brauchen’ como frui cuando dice: «Quid enim est aliud quod dicimus frui, nisi praesto habere, quod diligis?» (De moribus eccl., lib, I., c. 3; vid. De Doctrina christiana, lib. I., c. 2-4). En el frui se encierra el praesto habe-re; praesto, praesitum significa en griego ύποχείμενον, lo que ya yace ante lo ojos en lo no oculto, la ονσ ία, lo presente en cada caso. Según esto brauchen significa dejar que se presente algo presente como presente; frui, bruchen, brauchen, Brauch significan entregar o dar algo en mano a su propia esencia y mantener-lo, como eso así presente, en la mano mantenedora.» (M.H.C.B.-331)

—«Como concesión de la parte del ajuste, el uso es el disponer que distribuye: la disposición del acuerdo y, con él, de la atención. El uso entrega en mano acuerdo y atención, desde el momento en que se reserva de antema-no lo entregado, lo recoge junto a sí y lo oculta como presente en la presencia.» (M.H.C.B.-332)

—«Se suele traducir la palabra χρεών por «necesidad». Con ella se alude a una obligación, un deber ineludible. Pero nos equivocamos si nos atenemos exclusivamente a este significado derivado. En χρεών se encuentra también χράω, χράομαι Desde ellos, habla ή χείρ, la mano; χράω dice: yo manejo algo, persigo algo, lo afe-rro y le hecho mano. Así χράω significa al mismo tiempo: dar en mano, entregar y por lo tanto dejar en manos de, abandonar a un pertenecer. Este modo de dar en mano es de tal tipo que conserva en mano la entrega y por tanto lo entregado.

—Así pues en el participio χρεών no se menciona originariamente ninguna obligación o deber. Pero, del mismo modo, esta palabra tam-poco significa en primer lugar o en general una aprobación y ordenamiento.» (M.H.C.B.-330)

—« ¿En qué medida τό χρεών es un uso? Lo extraño de la traducción se ve atenuando cuando pensamos mas claramente este termino de nuestra lengua. Normalmente, en alemán en-tendemos ‘brauchen’ en el sentido de utilizar y necesitar en el contexto de un uso o usufructo. Lo necesitado en el ejercicio de la utilización o uso se convierte en lo usual. Lo usado o necesi-tado se encuentra en uso. No debemos entender aquí «el uso», a modo de termino traductor de τό χρεών, en estos sentidos habituales y deriva-dos. Por el contrario, nos atenemos al significa-do de su raíz: ‘brauchen’ es ‘bruchen’, esto es, el latín frui, nuestro alemán ‘fruchten’ [fructificar], ‘frucht’ [fruto]. Traducimos libremente por «dis-frutar», «gozar de », «deleitarse», «saborear»; pero disfrutar de algo significa alegrarse con

Bibliografía

HEIDEGGER, MARTIN. “Caminos de bosque”. Alianza Editorial. 1996 1ª impresión. Madrid (España). Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte. M.H.C.B.

HEIDEGGER, MARTIN. “el ser y el tiempo”. Fon-do de Cultura Económica. 1998 3ª impresión, 2ª Edición. Bogotá (Colombia). Traducción de José Gaos. M.H.S.T.

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hacE docE años rEcogí unos rEcipiEntEs cuadrados dE lata En dondE antEs vEnía El acEitE, los corté, lEs abrí unos huEcos para amarrarlEs unos palos, y sE convirtiEron En rEcogEdorEs.

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Lo que una vez fue una fuerza vital para una sociedad que veneraba y agradecía su presencia, mas tarde en nombre de los santos sus orillas se convertirían en el punto desde donde comenzó a crecer nuestra capital querida. Hoy el río San Francisco camina tímidamente entre Transmilenios y edificios, nos dice con su mirada que ayer fue un río de verdad, que fue grande y que en su lecho no solo se enterró el mugre sino que aun conserva sumergidas cientos de historias, hay vida y que aún hoy tiene mucho mucho que contar…solo aguarda la llegada de alguien que lo escuche.

Risueña metralla desborda de esos asientos, asientos de agua, asientos de cemento. Ese muladar se oscurece y no parece lugar de alguien, es escenario, allí no nace cosa, ese bicho-río-artefacto no tiene historia pero sí y no se necesita salir muy lejos para entender que allí sí hay algo y que siempre hay algo, la historia, la historia siempre se resuelve en el futuro...

—Lo llamaban Vicachá. Palabra emparentada con Cocha, que significa “laguna”. Junto a él, aborígenes americanos vivieron a sus orillas y le respetaron. Debie-ron creer en eso que comienza diciendo T. S. Eliot en su poderoso poema:

—I do not know much about gods, but I think that the river is a strong, brown, god [1] pensamos idealistas, lo esperamos, lo deseamos para poder esperar del futuro…

—Para los Mwyscas o Chibchas, el mundo nace del agua, y es fácil pensarlo así si la meseta Bogotana era un conjunto inmenso de humedales de donde una que otra vez aparecía un pastizal… O si no, pensemos en la diosa de la fertilidad Bachué que sale de la laguna de Iguaque con su esposo-hijo Bochica a poblar la tierra… Los ríos acompañaban todos los momentos importantes de su vida; Miguel Triana, uno de los primeros estudiosos de los Chibchas nos cuenta que “cuando a la doncella le venía su vez por primera vez, la hacían estar sentada seis días en un rincón, tapada con una manta cabeza y rostro, después de los cuales se juntaban algunos indios que llamaban para esto, y puestos en dos hileras como en procesión, llevándola en medio, iban hasta un barrio (río) donde se lavaba, y después le ponían el nombre Daipape, que es lo mismo que nosotros llamamos Doña fulana y volvién-dola con esto a la casa, hacían las fiestas que solían de Chicha (Fray Pedro Simón Vol II P. 29)” [2] , y que “las mujeres en

[1]No sé mucho de dioses, pero creo que el río, es un fuerte y pardo dios ELIOT, THOMAS STEARNS. The dry Salvages, The Four Quartets, Editorial Altazor 1970.

[2]MIGUEL TRIANA. La Civilización Chibcha. Escuela Tipográfica Salesiana. Bogotá, 1922, Pág.37.

Sin título Lápiz sobre papelDiana Menestrey

En la palabra habla el uso

(…) el vocabulario es esencial pues teje la trama de las costumbres, educa la mirada, informa el paisaje.

Marc Augé, Los No Lugares, Espacios del Anonimato, pág. 111.

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cinta, para dar a luz, se retiraban solas a la orilla de un río, donde se bañaban con su hijo inmediatamente des-pués del parto. La consagración de los Jeques o sacerdo-tes chibchas también se hacía mediante un baño solem-ne, para estar purificados en una vida de penitencia. Los fieles que querían hacer ofrendas por el intermedio de los Jeques también debían purificarse previamente en las aguas sagradas para que los dioses les fueran propicios. Algunos Caciques disponían que al morir, se arrojasen sus cuerpos, con riquezas como ofrenda al seno de las lagunas y en ciertas ocasiones los Jeques, a cuyo cargo estaban las honras fúnebres de los grandes Jefes, des-viaban el cauce de los ríos para hacer allí las sepulturas, volviendo después a cubrirlas con las aguas, bajo cuyo amparo habrían de dormir el sueño eterno.” [3]

—Por otro lado, el sentido de su orfebrería se rea-lizaba en tanto iba a parar al fondo del agua o en un hueco dentro de la tierra en colinas o lugares sagrados.

y son las profundidades el lugar de los dioses, aun-que también hubiera joyas para demostrar posición, usadas como ornamento personal, en fin. La vida avanzaba con algunas disputas cuando desde Santa Marta llegó don Jiménez, recibido como “hijo del sol y la luna” por parecerse por sus barbas a Bochica, por venir atravesando el eje de los solsticios (rumbo NE-SO en la cosmología chibcha) y por haber pasado por todas las lagunas ceremoniales de los chibchas… y en la alegría de recibimiento que les dieron (ah sí, porque no iba solo), no se entiende por qué se dedicó a acabar tantos chibchas si buscaba era el Perú que tenía mucha fama de estar repleto de oro, pero me imagino que algo lo habrá despertado el famoso ataque a retaguar-dia... el caso es que sin muchas ganas y esperanzado por un cuento de revelación del dorado[4] , vio unos bonitos hitos para enmarcar una ciudad que demostra-ra que había conquistado esas tierras; hitos para una ciudad bien abastecida entre dos ríos, o según algunas versiones solo al pie de la quebrada San Bruno aunque igualmente entre los dos ríos solo que más arriba entrando a los montes.

—Uno de esos dos, el situado más al norte es el mismo Vicachá que rebautiza-ron Boquerón y que más tarde, nombraron en honor al Santo Francisco de Asís. El río más al sur lo nombraron San Agustín, y así ese santo tampoco se quedó atrás. Los que los nombraron fueron los clérigos unos de la orden Franciscana que establecieron ese convento llamado Las Aguas, nombre que recogió luego la ciudad para nombrar el barrio que se desarrolló a su alrededor, y los clérigos de la orden Agustina que se establecieron a las orillas del otro río.

—A San Francisco se le deshonró como se deshonra hoy a Dios en muchas esqui-nas: no debemos angustiarnos mucho; además Dios se murió así como el Arte, la santidad y la historia… (ah no, esa no)…

—Yo suelo pensar que el estado de las palomas citadinas es semejante al del Espí-ritu Santo estos días, pero el asunto está en usar, y se les comenzó a ver a los Bogotaes que ya no había relación cultual [5] , nin-guna relación de entrañamiento con la vida a través del río y se petaqueo el asunto, mucha lavada de ropas y uso del “baño” bien arriba y eso de “pelar” los bosques cercanos al nacimiento no ayuda mucho. Y es cierto que durante su prolija vida, les

Esto porque las piezas se vinculaban a ser mediums que le permitían a un hombre relacionarse con los espíritus y el mundo inferior y pedir ayuda,

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rEcogimos En un parquE y unos palos hicimos un corral para pollos; con los palos construimos las rEjas y con unas canalEs hicimos la loza para darlEs El maíz.

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el ZancudoVol. 1 No 6 Santafé de Bogotá, Mayo 14 de 1790. Dibujantes Rump y Reff - Grabadores Riff Y Raff

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convidó de ese carácter destructor de los ríos y que aca-bó con más de 17 puentes [6] ¡pero no es para tanto!, para el final del siglo XIX terminó como un muladar, “el depósito de sus excreciones”, así les disgustaba llamarlo [7] … a algunos… así queda atestiguado en el perió-dico el Zancudo en un relato titulado Policía de Aseo y Ornato, con algo de surrealista ya en 1791 [8] , donde se relata un sueño donde se reúne el concejo municipal, y en donde hablan desde los perros y los burros hasta el río San Agustín y el Río San Francisco:

que la ciudad hace el cauce de sus ríos el depósito de sus excreciones, todas sin excepción, y que el suelo de Bogotá está penetrado por todas partes de aquellos productos” [9]

—Ahí no más llegaron los protec-cionistas, los que guardan la vajilla y nunca la usan para que no se rompa, para no exponerla porque el dolor de la muerte es poderoso, el dolor de la ausencia es terrible, y comenzó a llamarse Avenida Jiménez de a poquitos, “más preci-samente entre 1884 y 1938” [10] para que finalmente a partir de la mitad de los cuarentas, la Secreta-ría de Obras Públicas (SOP) tomará su primera obra como proyecto y le diera unidad de perfil urbano…

[3]Óp. Cít. MIGUEL TRIANA, Pág. 38.[4]Sobre todo esto revisar EDUARDO LONDOÑO L. La

conquista del cacicazgo de Bogotá. Boletín Cultural y Bibliográfico, Número 16, Volumen XXV, 1988 Publica-ción digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República de Colombia.

[5]Resulta interesante al respecto remitirse a distintos libros que hablan de la fundación de Bogotá, donde se discute que la primera fundación (no tan oficial), se realizó en la plaza del chorro de Quevedo, lugar estra-tégico y no tan húmedo para poder soportar alguna revuelta Chibcha el 6 de agosto de 1538. Fue unos meses después cuando llegaron Belalcazar y Federman que al final hicieron propicia la fundación en el sitio de la actual plaza de Bolívar o plaza mayor dónde se llevó a cabo la celebración con sacerdotes y todas la galas 27 de Abril de 1539, enmarcando la ciudad entre los dos ríos. Remítase a Santafé Capital del Nuevo Reino de Granada de Carlos Martínez.

[6]Relación cultual hace referencia a la que se establece construyendo valor cultual. Acerca de esto consúltese un diccionario antiguo, bastante antiguo, y el libro de Discursos Interrumpidos de Walter Benjamin, en espe-cial, La obra de Arte en la Época de la Reproductibilidad Técnica. (Editorial Taurus, 1971).

[7]** El librito ese de sala España, mirar la cita.[8] En un texto del señor David Arias que debe estar pron-

to a publicarse en la revista de la Maestría en Teoría e Historia del Arte y la Arquitectura, titulado La canali-zación de los Ríos San Francisco y San Agustín, se cita un aparte de las razones para iniciar las canalizaciones de estos dos ríos, y entre ellas figura esta de haberse convertido en una “corriente de inmundicias”, palabras más, palabras menos.

[9]El periódico el Zancudo data del año 1790 a 1791 en la época del Virreinato de la Nueva Granada según los entretenidos periodistas, como Serafín Boquiflojo (director), o El….Oy Rey (redactor)… pero la verdad es que llamándose Periódico Cándido, Antipolítico, de Caricaturas, Costumbres y Avisos, y hablando de los temas candentes de la Nueva República de Colombia, demuestra nuestra temprana afición a la caricaturi-zación de todo, aún del tiempo, y el periódico se está publicando en 1890 y 1891.

¡Es para morirse uno de risa con esto de los sueños! (…) –Pido la palabra, dijo un ciudadano haraposo que debía de ser un muladar. / –Tiene la palabra, respondió el presidente. / –Es para sostener que, en mi humilde opinión, la ciudad de Bogotá marcha hacia el Norte, y que no obstante el acueducto, llegará día en que seca de sed se arrastrará por el Sur á beber en Tunjuelo. / –Agua! agua! gritaron varias voces. / pregunté quién gritaba y me contestaron que las alcantarillas, los ríos San Francisco y San Agustín, algunos otros rezumaderos y unas cuantas fuentes públicas en las cuales no hay agua ni cuando llue-ve. / –Pido la palabra! Pido la palabra! Pido la palabra! / La obtuvo un personaje lleno de fango é inmundicias, que parecía un espectro según lo seco que estaba. / Averigüe quién era el honorable señor que iba a hablar y un vecino me dijo que era el río San Agustín. Alguien observó que lo llamaban río por mal nombre. / –Señor Presidente, dijo, ya que se habla de agua, debo decir que tengo más sed que el desierto del Sahara. / –Y yo también, interrumpió el río de San Francisco. / –Y advierto, continuó el de San Agustín, que si no es posible dármela ó si al menos no se me ponen unas murallas que me libren de la gente que me visita y de las miradas del sol, tengo de lanzar sobre Bogotá las viruelas, el tifo y todas las pestes que conmigo viven. / El río de San Francisco desde su asiento hizo una señal de aprobación al orador. (…) Vol. 1 No 6 Santafé de Bogotá, Mayo 14 de 1790.

—Y también en el Repertorio Colombiano de 1898 como no lo cuenta el Arquitecto David Arias: “nadie igno-ra aquí que nuestros ríos, tan escasos de agua, son el re-ceptáculo de gran cantidad de desperdicios de toda clase: es imposible pintar su constante asqueroso aspecto, sus fermentaciones y todas las emanaciones que de allí van a infectar la atmósfera. Sin exageración se puede sostener

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—“Todas estas aguas corren en cauces descubiertos, convertidos en muladares por el acumulamiento de viviendas miserables en sus orillas. Si encauzamos estas corrientes y transformamos el actual lecho de cada riachuelo en una alcantarilla, se evitarían las infecciones de las aguas y podrían aprovecharse las áreas que ocupan los lechos actua-les para formar avenidas centrales o para edificaciones importantes” [11] Pensamientos de este tipo ayudaron mucho para que llegara a ser esa en donde ocurrió tanto que “no solo se dirigió a solucionar un problema de salubridad sino que la SOP la dimensionó como el eje de la modernización a largo plazo de la ciudad” [12] ; La avenida de la go-bernación, esa tan cerca de donde mataron a Gaitán, la calle amplia e importante donde se desarrollaba la vida de Bogotá. Se protegió el río evitándolo, entendiendo que si no hay respeto no se usa, solo se utiliza.

—La siguiente intervención tardó algunos años en llegar; durante las últimas décadas del siglo pasado (XX),

Dentro de ese espíritu, primero se trazó la décima para mejorar la cir-culación de la ciudad, pero no funcionó mucho, con lo que hubo que pensar en otra estrategia, que llevó a establecer la troncal de la caracas siendo amables con los peatones pero poco con los muchos árboles que tumbaron, y tampoco funcionó; dentro de las dificultades de establecer un metro en Bogotá apareció una alternativa que enamoró a las políticas estatales que se llama Transmilenio, ejemplo patente de que lo bonito es bueno pues hay que ver que Transmilenio sí ha durado haciendo caso omiso de los dineros que se han robado con los chanchullos de la compra de materiales rendidos y otros vericuetos, porque las vistosas casetitas metálicas ni las pintan ni rayan ni nada de eso, el uso cotidiano no más… También, enmarcado en esta misión espiritual existió un plan llamado Plan Centro por el que se arregló la Jiménez para volverla únicamente peatonal y dentro del cual unos años más tarde se gestionara el proyecto del Eje Ambiental para trazar cierto espíritu ambiental a través de la desolada y gris ciudad. Resultó que este espacio se pensó a última hora para el mencionado Transmilenio y la planeada avenida peatonal se convirtió en el hogar de los grandes peces rojos del río, como le gusta llamar a cierta compañera diseñadora. [13]

—Si hablamos de lo ambiental, que se halla ahí, su nombre habla del sen-tir del mundo, de la relación contractual que lo media todo, que lo media para tratar de hablar con esas relaciones abrumadoras que llevan mucho tiempo haciendo que todo sea no-ambiental, esa relación que lo hace

fueron profusos en propagar un espíritu Institucional con el que querían amistar a los ciudadanos con su ciudad, realizando proyectos de intervención cultural para hacer que la vida en la ciudad sea agradable y nos sintamos bien por ver bonito.

[10]Citado por David Arias así : Gómez Josúe. “Las epidemias de Bogotá”. En: El repertorio Colombiano. Septiembre de 1898. Citado en Anales de Ingeniería Volumen XXIII, Números 269 y 270. Bogotá, Julio y Agosto de 1915.

[11]Léase SUÁREZ ZÚÑIGA, ÁLVARO. Bogotá obra pública. Vol. 1 SOP. Noventa años. IDU, 2000, Pág. 113-131 y en el mencio-nado texto del arq. David Arias sobre el proceso detallado.

[12]Cita de David Arias de ALFREDO ORTEGA Pág. 197 en ”Saneamiento de Bogotá” En Anales de Ingeniería. Volumen XIII, Número 155. Bogotá, Enero de 1906.

[13]Óp. Cít. SUÁREZ ZÚÑIGA, ÁLVARO, pág. 129.

[14]Si le interesa saber algo más sobre esto, los resultados del taller 7 de diseño conceptual del 2 semestre de 2005, a cargo del profesor William Vásquez y un gran grupo interdis-ciplinar, en la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Javeriana, deberían ser consultados; referencias posibles consultar la bibliografía y contactos del presente.

El puente de San Francisco (El primero de Santafé) Grabado. Papel periódico Ilsutrado1880-1887

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El puente de San Francisco (El primero de Santafé)

Grabado. Papel periódico Ilsutrado1880-1887

objeto-disfrute-la-ciudad-hecho-por-el-estado-para-que-te-sien-tas-mejor… y en realidad, ¿sí nos sentimos mejor?... parafraseando al señor arquitecto Germán Tellez que reseña los proyectos de Sal-mona en el libro Rogelio Salmona: Obra Completa 1959/2005 [14] ¿por dónde caminaría la gente de Bogotá antes del Plan Centro?, ¿Por dónde estaría lo ambiental antes del eje ambiental?

—Se le descubrirá simulación, como se hace con todo en esta épo-ca, se simulan hasta las relaciones personales… pero digamos algo peor, refirámonos a algo de lo más sagrado, ¿qué es lo más sagrado hoy?... se simulan las caídas dentro del área… los jugadores de fútbol ya no se las guapean todas hasta hacer gol, pero por eso mismo es que queremos a los que sí se guapean a los masudos defensas…

—Entonces se simula la relación cosmológica con el río, y comen-zamos a utilizarlo porque de eso de usar ya no sabemos casi, mal usamos la palabra y no nos damos cuenta, el río no era un pedazo de la gran alacena, para la sopa, para hacer el compuesto alcalino para el polímero de esa lonchera, o para rebajar el ácido sulfúrico, o lavar la ropa, o rendir la leche, o como disoluto de ese jugo que es un éxito, el río era, es, el agua es. Pero en esto se me escapa que no hay relación, que es escenográfico, que el río que vemos en la calle gue-rreándose, exponiéndose a todos no es el mismo que sale por la llave de la casa… pero sí que lo es; otra cosa es que no estemos ahí… acuérdate de que en algún punto el sistema de agua y alcantarillado se nutre de muchos ríos y lagunas y ellos continúan en esas de fluir…

—¿Y quien puede venerar un grifo así sea de alguna empresa alemana finísima?, se le aprecia si acaso; los Diseñadores lo alaban estéticamente y agradecen esa forma de caer como en llovizna tan agradable y los médicos alaban poder bañarse a diario para lo de las enfermedades, y los higienistas adoran no acordarse de que son hombres con olores, pero nadie va a venerar un vaso de agua que se toma de la llave, nadie lo va a hacer; antes bue-na pero hervida, y ojalá en botella de algún manantial. Y la idea tampoco es que lo hagan.

—Aún así, hay gente que usa el agua, y no le levanta un altar; superaron el asunto de remitir la creación a Bachué y su Bochica claro que sí, pero luego quedaron vacíos, y algunos pensaríamos que eso ayuda a enfrentarse con calma a la nada pero es mejor escuchar el cla-mor de la vida como parte de uno mismo; el agua se puede usar, he visto niños jugando con mangueras, y a mujeres que lavaban mientras entendían su vida, (talvez al revés y eso ya no importa), he visto hombres poniendo barquitos a andar dentro del agua, he visto que crecen algas porque el agua se estancó y nacen pequeños nemátodos y poblaciones de bacterias insospechadas en el fondo, en el fondo… en el fondo sabíamos que la vida no se enfrenta metiendo la cabeza debajo de la tierra, ese diseño del Eje Ambiental que erige por fuera el agua parece maquillar la ciudad pero era por la vida, la vida siempre estaba esperando afue-ra, la vida nos estaba esperando y entonces, siempre hay algo, en el fondo el uso encuentra el camino, nos muestra que no estamos aislados, que en ese afuera estamos adentro de la vida que no está hecha de desocupar alacenas… afuera estamos adentro.

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Con algunos ejemplos de la pintura renacentista, se muestra cómo a través de la perspectiva, definida geométricamente por Brunelleschi, se revelan los espacios de uso mediante planos que se superponen; espacios donde los objetos son claramente usados, como se presenta en la obra de Vincenzo Campi: Labores en una cocina, pintada entre 1580 y 1590, que, además, hace reflexionar a cerca de los procesos de elaboración de la comida, las recetas, como manuales de uso y guías para obtener resultados: procesos asociados y desarrollados en el Diseño Industrial.

Entre el 5 de octubre de 2006 y el 7 de enero de 2007 se pudo apreciar en el Museo Victoria & Albert de la ciudad de Londres (Cromwell Road, SW7 2RL, South Kensington) , la exposición titula-da La casa en el Renacimiento Italiano. La exhibición que se hizo en paralelo a una muestra sobre los diseños de maquinaria realizados por Leonardo Da Vinci incluía obras de Vittore Carpaccio, Sandro Botticelli, Antonello da Messina, Paolo Veronese, Donatello y Tiziano, además le destinó sendos análisis a las colecciones de la familia Médicis e hizo una reconstrucción de los principales ambientes de la casa italiana de los siglos XV y XVI; quedaron así develados los usos de la sala (Reception room), la camera (Bedroom), scrittoio (Study) y la cucina (Kitchen) [1] . El recorrido museográfico se organizó teniendo como guía un bello dibujo que mostraba el corte de la casa de la familia Gaddi de Florencia en 1560, estuvo además apoyado de objetos y pinturas que con-tribuían a la reconstrucción del espíritu de cada uno de los espacios.

—Sin duda son cada vez más atractivas las referencias a los ambientes cotidianos en el marco de la pintura,

La escuela británica es la que de una mejor manera se ha aproximado al tema, los trabajos realizados por E. H. Gombrich, E .Panofsky en la tradición de Aby Warburg marcan notablemente la diferencia. Fiel a esa tradición, Frances Borzello ha publicado recientemente un agrada-ble libro titulado At Home (London, Thames and Hudson, 2006), dice entonces Borzello que “el interior doméstico en la pintura es un lugar cargado de encanto” [2] . El encanto sin duda es el resultado de la construcción de ambientes mediante procesos plásticos ilusorios, donde el arte como recreación de imágenes tiene mucho que decir.

así los interiores domésticos de diferentes épocas constituyen un archivo importante de imágenes susceptibles de ser analizadas de una manera iconográfica pero también social.

El nacimiento de la Virgen Vittore Carpaccio, Venecia entre 1504 y 1508 Óleo sobre tela Academia Carrara, Bergamo http://www.vam.ac.uk/vastatic/microsites/1487_renaissance/camera.html

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—La imagen de un lugar mediante un registro visual, como una pintura ó una fotografía, es algo que posee un gran poder de crear memoria. La imagen como registro la aprovecha el pintor de escenas domesticas para lograr un dibujo o una pintura, donde el espacio se expresa en función del tiempo, no cronológico sino dilatado o do-méstico. En este breve texto nos concentraremos tan solo en citar algunos ejemplos del periodo del Renacimiento; sin embargo, es necesario indicar que la iconografía de Borzello incluye además referencias a la pintura holandesa y francesa de los siglos XVII, XVIII y XIX e incluso norteameri-cana del siglo XX.

—Es a través de los hallazgos y desarrollos de cono-cimiento propuestos desde la pintura del Renacimiento temprano (Duccio y Cimabue) que el trabajo empieza a adquirir sentido mediante el desarrollo de la perspecti-va, pero es mediante la incursión de Filippo Brunelleschi que esta manifestación artística adquiere una base geométrica definida. La representación de los espa-cios utilizando puntos de fuga y vanos abiertos hacia paisajes interminables es una característica de la pintura flamenca y además constituye la esencia primordial de la pintura del Quatroccento. Un buen ejemplo de esta forma de crear espacios de manera imprecisa y un tanto intuitiva, que buscaba el fondo de la pintura de alguna manera, la encontramos en la obra de Robert de Campin, Virgen y niño frente a una pantalla de mimbre de 1440 ó en la famosa pintura de Jan van Eyck los Es-posos Arnolfini de 1434 (ambos en la National Gallery of London).

[1]http://www.vam.ac.uk/vastatic/microsites/1487_re-naissance/renaissance_house.html

[2]FRANCES BORZELLO, At home, London, Thames and Hudson, 2006, pag. 10.

—Se puede indicar, a manera de hipótesis, que en estas imágenes la perspectiva devela los espacios de uso mediante los diferentes planos que se van super-poniendo en la imagen. La habitación que conduce a otra por medio de un pasillo, la porción de jardín que podemos ver tras las habitaciones, la fuga de nuestras miradas hacia un vacío estético que sugiere lo indescriptible. Es en la movilidad de la mirada del observador que el arte del Renacimiento adquiere cuerpo, es en el uso de la imagen que el artista se consolida de manera autónoma,

es mediante la presencia de objetos de uso que los espacios cotidianos adquieren vida,

es en la dialéctica de apropiación y uso que los objetos adoptan sentido para el mundo moderno, es-tamos hablando de escenas donde lo mundano y lo atávi-co campea, nos referimos a una serie de manifestaciones previas a la consolidación de un pensamiento relacionado con la idea de comodidad presente en el Diseño Industrial como disciplina. Estamos parados entonces en el antiguo testamento del diseño, en un terreno tradicionalmente baldío, un espacio de conocimiento que tiene como base la iconografía del arte.

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En un salón comunal dE suba algunos habitantEs dEl barrio practican gimnasia diario y En vEz dE utilizar pEsas, rEllEnan botEllas plásticas dE gasEosa con arEna mojada.

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—Si nos concentramos en una de las pinturas de la exposición presentada en el Museo Victoria & Albert, se trata de la escena en la cocina pintada por Vincenzo Campi entre 1580 y 1590 [3] , podríamos comprender entonces que en ella el uso de todos los objetos (o por lo menos de la mayoría) se encuentra activado, es decir que cada uno de los individuos des-empeña en la pintura un vinculo directo con el obje-to, nos preguntamos ¿por qué se da esta situación? En el ámbito de la representación pictórica se podría hablar del sentido de énfasis que tiene la pintura,

su autor requiere de una exageración para destacar el hecho del uso de las cosas,

Este recorrido visual es también un recorrido por el proceso de elaboración de la comida,

esto sucede desde el degüello y fraccionamiento de la carne mediante el uso de los cuchillos a la izquierda, el enharinado y preparación de la masa, la maceración y prueba las de especias con el metate en el piso[4], muy interesante es la actitud del niño que juega inflando la vejiga para hacer una pelota, no menos es la actitud de la mujer que se encuentra en el centro de la imagen rayando lo que parece una porción grande de queso, quirúrgica parece la manera como el hombre de la izquierda ensarta los pollos que deben ir a girar sobre las brasas, complaciente es la mirada de la mujer que en primer plano observa al gato y al perro luchar por una víscera mientras se arregla un ave que ira a parar en un caldo o en la ya citada brasa. Esta laboriosa escena se refuerza calidamente mediante la presencia del fuego en la parte posterior de la imagen, allí donde la alquimia de la cocina se consolida para ir luego a la mesa: al fondo de la imagen.

evoca el proceso productivo que tanto preocupa al ingeniero industrial contemporáneo, sin duda la cocina se fundamenta como un escenario que actúa en función de los tiempos y los movimientos. Para Sabine Coron (conservadora y chef de la Biblioteca del Arsenal en Paris) la gastronomía del fuego se resume en cuatro procesos básicos: la ebullición (caldos o her-vidos), la cocción lenta a manera de estofado, la fritura y el asado[5] . Estas actividades quedan insinuadas en la pintura de Vincenzo Campi, asistimos con el cuadro al momento previo de la cocción, la imagen brinda

Labores en una cocina Vincenzo Campi realizada probablemente entre 1580-90, Cremona, LombardíaÓleo sobre tela, Academia de Bellas Artes de Brera en Milan

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la posibilidad de una lectura pregnante en la que los procesos del fuego podrían desarrollarse en la escena;

Es obvio que los procesos culinarios a los que hace

alusión Sabine Coron son los que están presentes en el ámbito medieval francés, ellos también estarán presentes en el escenario renacentista e incluso nos acompañan hasta hoy. La receta de cocina se cons-tituye en una metáfora importante para lo que hoy conocemos como procesos asociados al diseño, esto porque la confección de una guía de procedimiento para alcanzar una resultado previsto es una actividad que esta presente en la agenda del diseñador. Algu-nos de los recetarios renacentistas más conocidos son los textos de Bartolomeo Platina (On right pleasure and good health, 1475) y Cristoforo Messisbugo (Banquets, 1549), los cuales conformaron una refe-rencia importante en la exposición realizada por el Victoria & Albert. En Platina aparecen los macarrones a la siciliana, el potaje con nabos, los huevos escal-fados (poached); sobresale especialmente el pollo asado que se remoja previamente en jugo de naranja ó de uvas, a este último se le agrega agua de rosas y canela con azúcar[6] . El libro de los banquetes de Messisbudo demuestra su gran gusto por las tortas, ya sea con adiciones dulces y frugales o muy saladas para adobar los peces y las aves; sobresale la sopa de ternera al estilo húngaro, la salsa verde (perejil, hinojo fresco, albahaca, vino tierno y pan). Todas estas delicias se nos aproximan a manera de una des-cripción somera de los ingredientes y procedimientos, son los recetarios unos perfectos manuales de uso. No podemos olvidar a Antonio Formoso Permuy, el español que hizo famosa su obra titulada 2000 procedimientos industriales al alcance de todos (La Coruña, Litografía e Imprenta Roel, 1933) y que se constituye en una lectura obligada para todos los in-teresados no solo en las curiosidades protoindustrial, sino en algunas delicias culinarias, muchas de ellas dignas de ser investigadas para encontrar las grandes fuerzas que rigen el devenir de la vida cotidiana en la cocina no solo europea, sino su proyección en un ámbito más cercano.

[3]http://www.vam.ac.uk/vastatic/mi-crosites/1487_renaissance/highlig-hts_kitchen_scene.html

[4]La acción e iconografía de probar un alimento tiene su paradigma en el fa-moso tapiz de la Dama y el Unicornio del siglo XV, el primer recuadro que se encuentra en el Museo Nacional de la Edad Media en las Termas y el Hotel de Cluny en Paris hace alusión al arte de probar (Le Goût). http://www.musee-moyenage.fr/homes/home_id20393_u1l2.htm

[5]Sabine Coron (comp.), Livres en bouche. Cinq siècles d’art culinaire français, Paris, Bibliothèque national de France, Hermann, 2001.

[6]http://www.vam.ac.uk/vastatic/mi-crosites/1487_renaissance/recipes-platina.html

...coNcebidos puedaN escoNder uN iNmeNso poteNcial al ser observados desde uN puNto de vista eseNcialmeNte estético, y a veces...

mundos y sensaciones OBJETOS...

la escena funciona, ya no como mera representación, sino como insinuación o invitación a una indagación mas profunda

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Hace pocos años cuando los padres compraban un vestido lo que adquirían en realidad era un paño. Luego se volteaba para el hermano mayor y de nuevo para el siguiente por varias veces, hasta cuando llega-ba el día del dicho popular: le “sacaron brillo al paño”. Pero aun así no se botaba, servia para limpiar el polvo y luego como trapo de cocina.

—El mundo de las cosas era casi eterno y poco cambiaban los entornos. Las niñas no se desprendían de su única muñeca, que la acompañaban como una fiel hermanita hasta la pubertad, cuando se la pasaban a la hermana menor.

—Hoy, el mundo se llena de nuevas basuras. Quien iba a pensar hace pocos años que un televisor se podía encontrar tirado en una esquina. Pero menos se podía imaginar, ni siquiera hace dos años, que los ciudadanos terminarían comprando la tinta y recibir como encime la impresora, que termina nueva en un basurero. Que la comida dejaba de alimentar para solo engordar y venderse orgullosa bajo el genero co-mida-basura. Que los teléfonos se moverían con uno, era una promesa, pero no que se usarían para un viaje y luego depositarlos en la basura del aeropuerto.

—Entonces la nueva palabra que reemplaza a paseo

urbano es esta, única, poderosa y pronunciada en inglés: shopping. Pero ir de compras no solo es pasear sin comprar, sino también comprar para botar.

—Así que compra y basura se hermanan cada vez más. Quizá el sustantivo basura ya es hora de recono-cerlo en su audacia y volverlo verbo: “basurar”. Suena hasta bien, por ser verdadero. Todos basuramos.

Ciudad ImaginadaLa que ya no huele mal representa el futuro

Nuevas basuras (Noviembre 28 de 2005)

—Pero lo contrario también es novedad. Las basuras valen. Tanto que bien seleccio-nados papel, botellas y residuos biológicos bajan las facturas del aseo. Lo biodegrada-ble, como los excrementos caninos, vacunos y humanos o cáscaras y otros, son valiosos para el ciclo de la naturaleza.

—También pedazos de cuerpo adquie-ren precio: ojos, hígados, corazones o piel, cordones umbilicales o rostros completos son sumamente costosos y hasta hay bandas internacionales dedicadas a traficar con estos órganos y se llega hasta matar a alguien para arrebatarle su riñón. Y qué decir de espermas y óvulos antes tirados en la intimidad, des-perdiciados con solo el valor sexo; hoy valen, pues podrían ser futuros seres programados.

—En fin, mi conclusión es simple: el futuro es basura. O dicho de manera menos con-

movedora: la basura, esa que ya no huele mal, pues no es inmundicia sino residuo, representa el futuro. En la medida que avanzamos, más co-sas se irán tirando. Ejercite su mente

con esta pregunta esencial: ¿Qué objetos des-aparecerán en el inmediato futuro?

—Propongo algunos. Para comenzar, el teléfono fijo, en dos años; el televisor como audiencia planetaria (pues todos no veremos lo mismo), cinco años; las casas con muros duros (las paredes serán blandas en espacios abiertos), en diez. Y, por ultimo, desaparece-rán niños y niñas sin alto cociente de inteli-gencia y sin perfiles suficientes de belleza en 30 años. Todos serán divinos.

—O sea, nos llenamos de objetos que ya no poseen el aura fetiche para conservar, adorar y guardar y por esto hoy la economía es del

consumo y no de la producción.

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El Diseño Automotriz:

Al revisar la historia de la movilidad urbana se puede comprender que algunas de las consideraciones que se realizan sobre los paradigmas constituidos en el oficio del diseñador, se pueden segmentar sólo a condiciones de mercado, descuidando de alguna manera el impacto social que puede llegar a tener el desarrollo de un nuevo producto. Es así como vemos el ejemplo de los automóviles y su inmodificable paradigma de la movilidad por medio de la rueda y toda la infraestructura construida a su alrededor.

Anotaciones sobre la influencia del absolutismo imperante de la rueda en el ejercicio del diseñador automotriz y su consiguiente uso desmesurado.

—Si el diseño industrial es una discipli-na joven, el diseño automotriz lo es aún más. Y como típico ente joven nacido en la modernidad, padece de cegueras selectivas permanentes. Una de tantas –que también se manifiesta en las diversas áreas del dise-ño e incluso del conocimiento- es la pérdida de objeto de su oficio. De un tiempo acá, el concepto de innovación que se maneja en gestión de diseño ha llevado a una gran masa de diseñadores, quizá sin mala inten-ción, a crear para el consumidor antes que para las personas. Pienso que la innovación debe ir mucho más allá del contacto de un producto con su mercado y su conse-cuente aceptación. A mi juicio, continuar con la definición que es aceptada hoy por la industria y el comercio ha llevado a que el bienestar económico pase de ser una consecuencia de las decisiones de diseño, a ser el fin último de las organizaciones.

Abrazado ciegamente a la rueda

—El caso del diseño automotriz no es la excepción. Aunque en sus inicios la industria del automóvil buscó satisfacer necesidades de movilidad de las poblacio-nes, ese principio empezó a modificarse con cierta prontitud. Para ese entonces –primeras décadas del siglo pasado- la noción de segmento de mercado no era muy clara. Aunque existían varias tipologías de carrocería, la diferenciación se hacía más por el estatus social de los vehículos –relacionado al costo y al carrocero- que por sus usos, ya que todos cumplían su función a cabalidad: transportar personas y algu-nos bienes. Sin embargo, la popularización en que había intervenido Henry Ford hacia 1908, estimuló el crecimiento de la demanda lo que generó un desarro-llo acelerado de otras compañías y, por consiguiente, dio cabida a nuevos conceptos en los mercados.

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—Uno de estos fue el de competencia, el cual fue comprendido casi a la perfección por Alfred P. Sloan, gerente de General Motors a finales de los 30. A Sloan se le adjudica un aporte que cambiaría la forma de pensar de los compradores: convenció al mundo entero de que era posible comprar un automóvil nuevo a pesar de tener uno viejo en perfecto estado[1] . Sin embargo, para poder divulgar su pensamiento en la sociedad necesitó de la ayuda de quien los historiadores nombran como el primer diseñador de auto-móviles concepto de la historia: Harley Earl. El oficio de Earl en la primera división de diseño de la industria automotriz –la sec-ción de Arte y Color de General Motors- era entender las preferencias de los compradores para crear nuevos vehículos acordes a su demanda estética y funcional. En efecto, era un estudio de mercado tal cual. La producción de Earl y de los nacientes estudiosos del diseño de las demás organi-zaciones –en especial norteamericanas- dio como resultado nuevos vehículos concepto de los que se tomarían ideas para aplicar en los vehículos de producción. Desde ese entonces los segmentos básicos, como los familiares, las pick-up, y algunos vehículos fa-bricados por pedido, empezaron a fusionarse entre ellos o con nuevas tipologías creando unos segmentos de más. Sin embargo, es hasta hace una veintena, que la urgencia por innovar (en el claro sentido de los mercados en el diseño) ha hecho que los diseñadores de automóviles hayan creado tantos seg-mentos como se pueden encontrar hoy en el listado de precios de una revista local como Motor, y piensen en crear aún más tomando como premisa que necesitaremos automó-viles para servicios mucho más específicos y superfluos en el futuro, en lugar de centrarse en el objeto real de su oficio: el problema del transporte.

—No obstante, a pesar de mis disputas con la noción de innovación aceptada por el gremio, es interesante ver como, sobre esa plataforma, la innovación no ha llegado a interve-nir en el objeto del diseño automotriz. En cuanto a innova-ción se plantea que hay dos niveles básicos: la incremental y la radical. La incremental es aquella que se ejerce modi-ficando las propiedades, o incorporando algunas nuevas a un satisfactor de una necesidad; es decir, haciéndolo más eficiente. La radical consiste en cambiar por completo el satisfactor, reemplazándolo por otro que sea mucho más eficaz. En esos términos es evidente que, tanto en el diseño automotriz como en el industrial, pocas veces se llega a innovar de manera radical. Muestra de esto es el sinnúme-ro de segmentos en los que se ha ramificado el automóvil, con lo que se prueba que por más que los cambios hayan sucedido de manera rápida, el principio del automóvil sigue siendo el mismo de la carreta halada por bueyes. De hecho, es probable que en esas sigamos durante un buen tiempo, porque incluso ahora, los diseñadores encargados de plas-mar los vehículos concepto del futuro, ¡siguen empezando sus dibujos por las ruedas!, lo que es significa que tenemos innovación incremental para rato.

...la urgencia por innovar (en el claro sentido de los mercados en el diseño) ha hecho que los diseñadores de automóviles hayan creado tantos segmentos como se pueden encontrar hoy en el listado de precios de una revista local como Motor...

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una vEz mi mamá calEntó El chocolatE para El dEsayuno sobrE la plancha dE la ropa porquE sE acabó El gas dE la Estufa.

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[1]Es difícil para mi generación, tal vez, entender que era posible no pensar en comprar algo nuevo cuando se tenía algo que aún servía, pero tal vez en la generación de nuestros abuelos se pueda notar con qué dificultad se convence a alguien de 70 años o más de comprar un nuevo tele-visor o incluso un nuevo pantalón si el que usa aún tiene sanos los bolsillos.

[2]BASALLA, George, La Evolución de la tecnología, Barcelona-Espa-ña, Ed. Crítica, 1991, p. 20

—Esto puede tener varias justificaciones o razones. Una fundamental es el pensamiento occidental moderno que ha asumido que la solución de transporte está dada, por defecto, con el automóvil, la rueda y la carretera. Sin em-bargo, dicha razón es difícil de percibir, luego son las más superficiales las que identificamos con facilidad. Por ejem-plo está que no es necesario pensar en que se necesite un cambio radical en la manera de movilizarnos: el automóvil es un producto emocional que funciona muy bien en el entorno que creamos para él; a la gente le gusta (de he-cho ya lo considera una necesidad); la gran mayoría de las personas llegan a identificarse con algún modelo; tenemos una infraestructura monstruosa para que el automóvil funcione de manera óptima; y, lo más importante, se ha configurado socialmente como ejemplo de realización personal, luego ¡se vende muy bien! La segunda es que si se viera la necesidad de empezar a movilizarse de otra forma, es altamente probable que no fuera viable econó-micamente, ya sea por la inversión para investigación y la consiguiente escasa demanda en el mercado (relacionada directamente a la recuperación del capital invertido).

—Pienso que, indiscutiblemente, existe un estancamiento en cuanto a la innova-ción en el campo del diseño automotriz; pero no sólo con relación a la innovación para la satisfacción de los mercados, sino a la urgencia de tener diseñadores auto-motrices que no estén buscando crear más necesidades al interior de los vehículos, sino soluciones más eficaces en el tema de transporte. Porque es en este punto en donde considero que el diseño automotriz padece de otra ceguera selectiva perma-nente: la ceguera ante el fenómeno de la rueda. O ¿quién la ha cuestionado a pro-fundidad para ver si es necesaria otro modo de transporte terrestre?

Pensamiento moderno de occidente

y la rueda absoluta

El pensamiento moderno ha configurado cier-tos patrones de juicio en cuanto a las civilizacio-nes. George Basalla, en su libro La evolución de

la tecnología, cuenta como la mayoría de las personas, sin importar su grado de conocimiento histórico, opinan que el uso de transporte rodado es señal

de civilización: “Ambos –transporte rodado y civilización- se consideran tan estrechamente ligados que el progreso experimentado por una cultura se ha juzgado de acuerdo con la medi-da en que ha explotado el movimiento rotativo para el transporte. Mediante este estándar, el hecho de no conocer la rueda basta para situar a una cultura lejos del mundo civilizado” [2] , dice. ¿Pero por qué la rueda se volvió patrón de medida de las civilizaciones? Precisamente eso es lo que critica Basalla. Dice que, aunque con su escrito, no pretende aminorar la importancia real de la rueda en la tecnología moderna, sí plantea serias dudas sobre su uso como criterio para evaluar otras culturas.

un día fui a tomar masato a una rEpostEría dEl barrio villas dE granada,y mE llamo la atEnción quE En El sitio utilizaban los cd’s como portavasos.

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—Y no es para menos, ya que, aunque hoy es difícil concebir el transporte terrestre sin rueda, cita algunos casos en los que ésta no se hizo solución abso-luta de transporte, porque el contexto proveía al hombre –muy racional y muy lógico, por cierto- una lectura diferente para buscar alternativas.

—A lo largo de la región mesoamericana, en donde se ubicaron las civilizaciones Maya y Azteca, se han encontrado pequeñas figu-ras de barro dotadas con ruedas construidas entre los siglos IV y XV d.C., que dan fe de la comprensión de su principio mecánico[3]. No obstante, aunque no experimentaron el transporte rodado hasta la llegada de los es-pañoles, sería casi un atropello decir que no lo habían logrado desarrollar por algún tipo de estancamiento intelectual. Para George Basalla, en el ejemplo de dichas civilizaciones se encuentra una inquietud fascinante a la que él mismo responde a modo de hipótesis:

Los mesoamericanos no utilizaron vehículos con ruedas porque no era factible hacerlo dadas las características topográficas de su tierra y la fuerza animal de que disponían”. Para Basalla, el contexto, demarcado por las condiciones en que vivían –densas junglas, paisaje accidentado, la carencia de animales domésticos que tiraran la carga- y la forma de pensar, fueron los factores que hicieron que no buscaran una aplicación de la rueda en el transporte. Tenían las soluciones que necesitaban y no implicaban una gran inter-vención del espacio físico que los rodeaba, lo cual era una postura bastante lógica y sensata con su entorno.

—Otro ejemplo que propone Basalla puede resultar más convin-cente que el anterior. Dice que entre los siglos III y XII d.C., en Oriente Próximo y el norte de África, a pesar de una conocida difusión de las bondades de la rueda, los lugareños optaron por el camello en lugar del carro tirado por bueyes. Las pres-taciones de un camello superaban notoriamente las de los bueyes: po-día transportar más carga, a mayor velocidad y con mayor autonomía, lo que significaba mayores distancias de recorrido con menos alimento y agua. Además, como no tenía que halar la carreta, no desperdiciaba parte de su fuerza arrastrando ese peso muerto, ni dependía de la exis-tencia de caminos o puentes.

—El optar por seguir cruzando la jungla caminando o de montar camellos a través del desierto, muestra que en aquellos contextos la rueda no era considerada un invento magnífico o una solución universal. Esto, por una parte, muestra que la noción con que se etiqueta a la rueda hoy en día –de ser uno de los dos logros tecnológicos más importantes de la historia- es muy reciente con respecto a la edad que tiene; y por otra, que la lógica de aquellos lugare-ños puede ser perfectamente más lógica con respecto a la relación con el entorno natural, que la de nuestra civilización. ¿Por qué? Porque la rueda no tenía un funcionamiento óptimo en esos espacios, luego ¿para qué modificar todo su entorno para poder usarla?

“¿Cómo explicar la no explotación de un invento comúnmente considerado como uno de los dos logros técnicos mayores de todas las épocas? […]

21 brIcOlAjEs cOnTAdOsdon humbErto arbolEda construyó una mEsa dE cEntro dE sala, con la partE trasEra dEl cuErpo dE una guitarra, simplEmEntE lE incorporó cuatro patas, y una dE Ellas Era El diapasón.

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Las decisiones de diseño y el

uso contextual de la rueda

En nuestro contexto casi se podría afirmar que todas, si no la mayoría de las personas, piensan que el en-torno debe modificarse para utilizar la rueda. Sin embargo, la perti-nencia en el uso de la rueda puede cobrar una importancia grandísima hablando de eficiencia en procesos, bajo impacto ambiental e incluso de innovación. Un ejemplo mucho más

excedieran los tiempos de entrega. Mientras la mayoría de las consultoras pensaban en la forma de construir la carretera superando las dificultades del terreno y el tiempo perdido, la nacional Tecniavance Ltda. –representada en ese entonces por el Ingeniero Hernando Sala-zar- se centró en el problema real del proyecto: subir los equipos a lo alto del cerro. Esto le permitió al equipo de asesores comprender el contexto en el que se hallaban y entender que la rueda y la carretera no eran la solución para ese caso. Por esa razón, mientras las demás alternativas continuaban condicionadas por la magnificencia de la rueda, ellos sugirieron la contratación de un número de arrieros de la zona que conocían el sector y hacían parte del entorno cultural de la región, con lo que aho-rrarían los costos y el tiempo requerido para la construcción de una carretera, y de paso, disminuían el impacto ambiental negativo que implica ese tipo de infraestructura.

cercano a nuestros días se dio durante la construcción del Oleoducto Colombia[4] , a finales de la década de los ochenta, y principios de los noventa. Para su cons-trucción era necesario ubicar una bomba de succión en lo alto de una montaña de la cordillera antioqueña. Quienes tenían a su cargo la realización del oleoducto tenían planeada la construcción de una carretera que les permitiera llevar en camiones la infraestructura y equipos necesarios para montar el campamento y ubicar la bomba. Los inconvenientes no tardaron en hacer que la construcción de la carretera se tardara más de lo esperado, debido a que aquella montaña tenía una alta presencia de manantiales que acababan con los avances de los ingenieros encargados. Bajo esas circunstancias la entrega del oleoducto se atrasaría, por lo que la firma italiana Saipem S.p.A. (encargada de la ejecución), solicitó la asesoría de alguna firma, de tal forma que no

La fuerza de un paradigma se nota cuando éste ese hace invisible en la obviedad de la cotidianidad. No creo que ante un ejemplo

como el anterior quede en duda el poder de la predisposición a la que es-

tamos sometidos inconcientemente quienes nos dedicamos al ejercicio del diseño, y en particular a la rama del diseño de transporte. Y aunque por espacio se quedan ejemplos importantísimos de diseño con y sin con-ciencia sobre la rueda[5] y el impacto que ésta ha tenido en la humanidad, espero que el uso de la rueda en el diseño de transporte no siga siendo obvio como hasta ahora, sino mucho más conciente y pertinente.

El paradigma

[3]STUART PIGOTT, The Earliest Wheeled Transport, Nueva York, Ed. Ithaca, 1983, p.15.

[4]Éste oleoducto recorre el país desde Vasco-nia, municipio de Puerto Boyacá (Boyacá), hasta el municipio de Coveñas, en el departa-mento de Sucre.

[5]Recomiendo que visiten el sitio de Theo Jansen. Quien plantea de alguna forma que el ser humano se quedó estancado en la rueda. www.strandbeest.com

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En El barrio santa hElEnita hay una tiEnda En la quE supliEron las sillas y las mEsas con troncos dE árbolEs.

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Page 30: El Uso

Las crecientes fallas en el test de usabilidad de muchos diseños, hace que se preste cada vez más atención a los usuarios y sus comportamientos. La etnodiseñografía es una herramienta utilizada en el estudio del usuario que apela al trabajo interdisciplinar para plantear nuevos mecanismos de observación, en la ejecución de un proyecto de diseño; dichos mecanismos acuden a métodos utilizados en la etnografía como la observación del participante, los mapas de parentesco, un día en la vida de, estudio de tendencia, entre otras. Observar no es solo apuntar datos y recopilar información, el proceso de observación implica ir y venir desde nuestra cultura a la del otro, el proceso de observación participante es observar y participar.

El creciente interés en el usuario y sus experiencias con los productos, debe entenderse a la luz de las fallas presenta-das por los diseños actuales, pues no se ha logrado una completa aprobación de los productos por parte de los usuarios, y la intención de uso de un producto no se expresa en el manejo que realmente se le da. Esto se debe en parte al desco-nocimiento de las características de sus usuarios, sus capacidades, necesidades y deseos, por tal razón se ha motiva-do a mejorar e incrementar este tipo de conocimiento, a través de métodos para estudiar a los usuarios probando prototipos ó involucrando a potenciales usuarios en el proceso de diseño, lo cual se ha denominado “Diseño Centrado en el Usuario” (DCU), el interés en las experiencias del usuario es un esfuerzo por incrementar el conocimiento sobre el y como una búsqueda por lograr ampliar lo propuesto por la usabilidad y la utiliza-bilidad de los productos.

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—Durante los últimos años se ha visto como pro-ductos premiados con el primer puesto al mejor diseño, han fallado un test de usabilidad, y es allí donde se observa que los criterios para un buen diseño, difieren de forma radical de los aspectos que tienen que ver con el usuario, de esta manera el diseño necesita ser redefinido en términos de lo que la gente experimenta y/ó sus experiencias, no en la simple concepción del objeto. Los requerimientos geométricos y estáticos del diseño industrial deben abandonarse en la búsqueda de un enfoque dinámico y multisensorial para el usuario de los productos del Diseño Industrial. Y si, el interés hacia el usuario, sus necesidades, deseos y experiencias se le sumara a esos objetos que no pasaron un test de usabilidad, se obtendrían resultados que realmente satisfacen las necesidades de los usuarios, los cuales serian productos “bien diseñados”.

Cómo entendemos y aplicamos el Diseño Centrado en el Usuario”

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—La manera como el grupo de investigación en diseño “Taller 11” de la escuela de Diseño Industrial de la UPTC, ha aplicado el DCU, en el desarrollo de sus proyectos de investigación puede resumirse con el término etnodiseñografía[1] .

—Que es resultado de la unión entre el proce-so de diseño y la forma de conocer al usuario de los productos a través de la etnografía, apelando al trabajo multidisciplinar como tendencia de los mercados competitivos. Esta alianza parece ser la más acertada para el desarrollo de productos que realmente sirvan a los usuarios del mundo moderno.

—El primer intento por acercar al usuario al proceso de Diseño vino desde la ergonomía, la cual pretendía que sumado a los requisitos técni-cos, se añadiera el concepto de que los produc-tos son pensados por humanos para humanos, los cuales tienen unas características funcionales definidas que pueden ser fácilmente generali-zables y estandarizadas por la industria. Esto genero muchos cambios a nivel formal, estético, funcional y económico, puesto que se convertía en un anexo por el cual el usuario debería pagar. Así como algunos fabricantes decidieron utilizar el amplio campo que la ergonomía abrió para el Diseño Industrial como: valor agregado ó ele-mento diferenciador de sus productos; muchos otros no lo hicieron y continuaron elaborando sus productos bajo sus consideraciones particu-lares. Continuando así con la insatisfacción de las necesidades de los usuarios por parte de los productos, generando esto una reacción en

Al observar esto los investigadores del ramo hacen el siguiente intento por satisfacer en mayor medida las expectativas y necesidades de los usuarios a través de un profundo cono-cimiento de su ser, sus expectativas deseos, entrono social, educación y cultura, al tener mas conocimiento de quien es el futuro usuario, que

—La forma como los productos han sido concebidos a través del tiempo por el Diseño Industrial, ha tratado de responder a las necesidades que la industria le propone, como lo es la disminución de costos, la reducción de tamaño y/o peso, la estandariza-ción. Esto lo podemos evidenciar en la famosa frase de Henrry Ford de hace mas de un siglo “Puedes escoger cual-quier color que te guste – mientras sea negro” [2] en referencia al Mode-lo T, el primer automóvil exitoso de la historia. Lo que nos permite pregun-tarnos ¿y si no quiero negro que?, ¿y si lo necesito blanco, rojo o amarillo?, para la época las limitaciones técnicas podían ser una perfecta excusa, “solo podemos pintarlo de ese color, por que es el único que puede proteger las laminas de la corrosión” podría ser un argumento técnico, lo suficiente-mente valido como para que el cliente quedara satisfecho.

[1]Concepto propuesto por el autor.[2]Articulo “La cultura del hazlo-tu-mismo

(DIY)”, publicado en la pagina web http://blog.duopixel.com/articulos /ha-zlo-tu-mismo.html, fecha de consulta 10/Noviembre/2006

el publico, quien para esta época es mucho mas culto, es decir, tiene acceso a mas información, quien comienza a personalizar los objetos de la vida cotidiana generando algún tipo de identificación y sentido de pertenencia.

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con los tarros dE las botEllas dE whisky, hago capEruzas para lámparas, haciéndolEs unos cortEs vErticalEs por todos los lados y dándolE una forma para quE salga la luz.

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la mayoría de las veces no es el mismo comprador, concluirá en productos que satisfacen de mejor manera sus necesidades y expectativas; la mejor manera de conocer a los usuarios es a través de la etnográfica y las herramientas con que cuenta para caracterizar describir y entender una población, las cuales han comenzado a formar parte integral del proceso de diseño desde su comienzo para: definir claramente las necesidades de una población, plantear requisitos desde el usuario, motivar a la compra y uso de productos sencillos, fáciles de usar, que motiven al usuario en sus actividades de la vida diaria.

—La etnografía es un termino que se deriva de la antropolo-

—Observar es: ver como ocurren las cosas, pero sabiendo que observar nunca equivale a mirar. Observamos no solo con

los sentidos; además obser-vamos con nuestras catego-rías: con nuestras ideas y con nuestras hipótesis. Lo que realmente observamos es la distancia mental desde nues-

tra propia cultura. Por eso, la observación participante no consiste simplemente en trasladarse al lugar de la observación y ver. Esta comienza mucho antes, con la formación del observador y la preparación y diseño de su investigación. Observar implica ir y venir desde nuestra cultura (desde nuestra formación) a la del otro.

—Como conclusión se puede decir que un basto conocimiento y una asidua bús-queda del entendimiento del usuario, es lo que el diseñador necesita para desarrollar mejores soluciones.

gía, puede considerarse también como un método de trabajo de esta; se traduce etimológicamente como el estudio de las etnias y significa el análisis del modo de vida de una raza o grupo de individuos, mediante la observación y descripción de lo que se hace, como se comportan e interactúan entre si, para describir sus creencias, valores, motivaciones, perspectivas y como estas pueden variar en diferen-tes momentos y circunstancias.

—Los métodos que se suelen utilizar en una in-vestigación etnográfica pueden ser: La observación participante, hacer mapas de parentesco, hacer en-trevistas informales, hacer entrevistas for-males, hacer grupos de discusión recoger historias de vida (autobiografías), un día en la vida de, una aproximación contextual, tendencias y cambios culturales, recoger y grabar (en cintas) historias, cuentos, mitos, leyendas, hacer censos o consultar los censos.

—La observación participante es el método utilizado en el proyecto “Detección de necesidades objétales en actividades de terapia y rehabilitación en el Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt, mediante la aplicación de un modelo de diseño cen-trado en el usuario” y para utilizarlo se han tenido en cuenta las siguientes consideraciones:

—Hay que ganarse la confianza mostrando simpatía por la forma de vida del paciente. Después de haber logrado la empatía o identificación con los pacientes, el investigador puede emplear sus propios sentidos y sentimientos como instrumentos que señalen qué rumbo tomar en las entrevistas, observaciones e hipótesis.

El proceso de observación participante

es observar y participar

Ruven Fuentes

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Nuevos usos, viejas funciones: recorriendo la ciudad de la mano de un MP4

Los acontecimientos cotidianos relacionados con los objetos de uso de alta tecnología y su incidencia en los modos de comportamiento y aceptación en sociedad, son las principales preocupaciones de estos estudiantes al abordar el tema de la ciudad, sus dinámicas, tiempos ymovimientos a partir del estudio de un MP4.

En la actualidad, lo cotidiano se presenta con nuevas formas de comportamientos y estilos de vida que edifican y fundamentan el sentir y el vivir la ciudad, revelándola como espacio emblemático y escenario por excelencia donde se desarrolla la modernidad. Somos testigos de una sociedad, movida por un deseo compulsivo de creación y perfeccionamiento de todo lo que la rodea a un ritmo acelerado, en el cual, la con-ciencia del tiempo, adquiere dominio y relevancia en el ser, quien tiene la necesidad de aprovechar-lo al máximo y distribuirlo para el cumplimien-to de diversos objetivos, como la búsqueda y acumulación pronta de capital para aumentar su capacidad adquisitiva de bienes y productos que facilitan y hacen más cómoda su vida.

—Por otra parte, la reflexión de un objeto tan vigente en la vida cotidiana de las ciudades como lo es, el dispositivo portátil de reproducción de música MP4[1] ; nos ha llevado ha descubrir y a comprender los diversos procesos que se mani-fiestan en la actualidad, reflejados en los objetos y sus usos en la sociedad.

Texto desarrollado en el marco de la asignatura de Teoría III, a cargo del profe-sor César Peña

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[1]Las siglas MP4, provienen de un for-mato de compresión de vídeo (MPEG) desarrollado por el Moving Pictures Experts Group.

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—Profundizar en lo anterior, permite desde un principio, formular las siguientes preguntas: ¿Qué fue realmente lo que quería la persona que concibió el MP4?, ¿Con que fin? Ciertamente estos cuestiona-mientos pueden conducirnos a identificar la filosofía moderna que impulsa el desarrollo de nuevos productos y el impacto que este nuevo objeto a tenido en el desarrollo de la vida de la sociedad.

—El contexto en el que se desarrolla el pen-samiento occidental, marca una nueva pauta y significación de las cosas que en él existen. Par-te de lo que ahora se concibe y la causa de tales afirmaciones se apoyan en lo que ha producido el avance tecnológico y científico en nuestras vidas, beneficiando al hombre, disponiendo para él mayores posibilidades y caminos por los cuales adquirir conocimiento, facilitando en gran medida sus actividades y deberes y aumentar el tiempo que dedica al ocio para utilizarlo de manera productiva. La productividad y efecti-vidad de una persona, es muy importante hoy en día. El sentir del hombre moderno se caracteriza por el individualismo y la autosuficiencia, por la búsqueda de una independencia que le permita moverse con seguridad en un sistema que le exige productividad acompañada de velocidad y eficiencia. Ya no prima únicamente el cono-cimiento acerca de gran cantidad de temas, sino que además, es clave la aplicación de tales saberes en el desarrollo de conceptos que entren a formar parte de la dinámica capitalista, de manera que su aplicación sea inmediata y se renueven las estrategias continuamente para lograr ser competitivos. La competitividad, en el capitalismo, es un aspecto que determina la velocidad en la modernidad, de hecho, es lo que asegura el progreso y la continua innovación en las diferentes áreas de una sociedad, pero ade-más, es el catalizador que acelera los procesos y actividades en la misma.

—El MP4 es un desarrollo tecnológico cuyas bondades le aportan al usuario tener a su disposición, desde el punto de vista funcional, lograr almacenar una buena cantidad de música y reproducirla eliminando la estructura física de un cas-sette, Cd´s y emisoras; incluso dispositivos reproductores de audio como Discmans o Grabadoras se convierten en objetos obsoletos, ya que, el MP4 posee un tamaño y peso reducido en comparación con los anteriores elementos facilitando su transporte; por otra parte, tiene una memoria de almacenamiento de gran ca-pacidad permitiendo guardar en ella más de 50 temas musicales de la preferencia del usuario y todo lo anterior complemen-tado con la función de reproducir video. Analizando el efecto que estas funciones producen en la persona, encontramos una justificación simbólica del objeto, pues éste se ha convertido en

aislándose por momentos de lo que sucede a su alrededor para pesar en si.

un producto que le permite al hombre rescatarse a si mismo y reunirse con su yo interno,

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abriéndolE un pEquEño orificio por un lado a una tapa dE botElla, luEgo partió un EsfEro a la mitad y sE lo adhirió calEntándolo con fuEgo.

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—Cuando por medio del MP4, el usuario, logra extraerse del mundo habitado, se aparta también de la medida del tiempo a la cual está someti-do constantemente y es sustituida por la velocidad y ritmo de la música. Se elimina todo tipo de presión y exigencia, debido a que en el momento de su uso, la información que llega de manera directa y en la que está con-centrada toda la atención, es la que alberga el producto, que a su vez, es la única deseada por el usuario, pues él es quien decide lo allí contenido. Esto por supuesto, causa una disminución en los niveles de estrés al no estar en contacto con el entorno por algunos momentos. Tal es la razón para que en ocasiones el usuario genere cierta dependencia del elemento.

—El MP4 hace parte incluso, de la continuación y mejoramiento de otro objeto que planteó este nuevo cambio

en el tema del almacenamiento, transporte y reproducción de música, que es el MP3. Aquel

usuario que haya tenido contacto con este tipo de objeto, ya poseerá un cono-cimiento previo y posiblemente le será más sencillo manejar el nuevo y más evo-lucionado, es decir, aprende su uso por recordación o experiencia. Se dice que las personas que se encuentran inmersos en la moderna contemporaneidad, poseen mayores conocimientos e información en su mente que las personas de edad más avanzada. ¿Qué es lo que nos diferencia de una época a otra? Lo que sucede es que la información que poseemos, en su mayoría son saberes prácticos; en cuanto al saber científico, ya no hay la necesi-dad de conservarlo en la mente por la facilidad de poder acceder a este cada vez que lo necesitemos y esto marca una gran diferencia entre el pensar y sentir de una época a otra.

Semántica del objeto

—La semántica del MP4 suele ser muy limpia, es decir, no tiene muchos indicadores o controles con los cuales los usuarios, en su mayoría jóvenes, se relacionan. Hace parte de la gran cantidad de objetos que se encuen-tran actualmente y para los cuales se necesita cierto conocimiento previo. Cualquier persona, en especial los adultos cuyos conocimientos pertene-cen a las vivencias y experiencias de una generación en donde el ámbito tecnológico no estaba tan avanzado. La relación usuario-objeto se presen-taba con relativa facilidad e incluso se podía entrar a interactuar directamente con el objeto sin siquiera haber visto el manual de instrucciones. Había cierta moral implícita en los objetos, que per-

...resulta difícil creer como puedeN llegar a verse cuaNdo se logr aN descubrir todos sus áNgulos desde uNa cámar a.

mundos y sensaciones OBJETOS...

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mitía acercase a su función sin intermediaciones. Hoy en día los diversos productos generan esa ne-cesidad de entender ciertas cosas sobre ellos antes de comprenderlos empíricamente, sin embargo, esto no quiere decir, que sea estrictamente nece-sario este paso de revisar el manual antes; pero es importante retomar este ejemplo, porque los adultos logran hacer parte de esta interface tecno-lógica que envuelve la actualidad de esta forma. De hecho se podría decir que un niño posee más conocimientos, o mejor dicho, tiene a su disposi-ción gran cantidad de información que puede ser más rápidamente asimilada en su mente, debido también a la juventud de su sistema nervioso.

—Es preciso aclarar que la imagen maneja muchas connotaciones de diversos ámbitos para el hombre y la sociedad, su estudio es tema de muchas discu-siones y ha sido abordado por distintos teóricos del arte, del diseño, la comunicación y otras disciplinas. En este artículo no llevaremos el tema a tal nivel de profundidad, sin embargo no podíamos dejarlo a un lado de nuestro objeto de análisis.

—Vivimos en una cultura que permanentemente incrementa la utilización de imágenes con distintos propósitos y efectos para mantener el interés de la sociedad. La imagen marca la pauta en la generación de estilos y modas, teniendo como principal objetivo la generación de identidades, las cuales son inten-samente buscadas y asimiladas en nuestra cotidia-neidad; por éste motivo el conocido ciudadano de la modernidad se encuentra en un dilema en el cual intenta lograr dos objetivos en su relación social con el entorno: lo primero que busca es la manera de encontrar una relación con el medio que lo rodea y de ser aceptado en el nicho social al cual pertenece y la segunda parte del dilema, consiste en cómo éste intenta evidenciar su individualidad, separándose del resto de su grupo social. Por lo tanto, el dilema radica en la manera como el sujeto moderno maneja su balanza para ser reconocido y buscar al mismo tiempo una manera de formar parte del total.

La imagen en lo cotidiano

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En nEiva a un tanquE dE pintura partido por la mitad lE pusiEron una parrilla En la supErficiE y unas ruEdas a los lados y quEdó un asador rodantE.

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—Con respecto a lo anterior, podemos observar la manera en que un objeto hecho para reproducir música, se convierte en un elemento diferenciador de lo que es un nicho o grupo social. Es decir, al adquirir el producto MP4, el sujeto no se beneficia únicamente de lo que éste le puede ofrecer a través de sus funciones principales (reproducir música y videos, guardar información, etc.), sino que además le permite apro-piarse de la identidad y la imagen que posee, comenzando por el icono de la marca y por el mensaje utilizado para po-der venderse y seducir al público. La persona entra a formar parte del grupo social que sigue el estilo o la moda que el objeto presenta. En éste punto, el dilema de lo cotidiano del sujeto es evidente en el logro de ser aceptado por un grupo específico de personas al poseer un MP4, y a su vez, encon-trar algo con lo que se identifica y lo diferencia.

—A partir del transcurso de ésta reflexión, recono-cemos que el MP4 justifica y fundamenta los sucesos del entorno para el cual fue creado, que es la contem-poraneidad, donde el progreso tecnológico permite la miniaturización de los objetos y el almacenamiento de

gran cantidad de información. Es testi-go silencioso de la crisis de un mundo acelerado y asfixiante que aporta una salida en la recuperación de la indi-vidualidad del ser y al mismo tiempo conforma grupos en la sociedad. Por lo tanto los diseñadores Industriales en el

momento de desarrollar un producto deben pensar en la comunicación de un mensaje, evocar significados que aporten conocimiento y abra espacios para el debate.

—El objeto es forjador de cultura, representa emo-ciones y vivencias de la sociedad, puede ser un medio que ayude a la construcción de una mejor calidad del mundo y a partir de su uso puede sugerir y rescatar la identidad moral y la naturaleza propia del ser humano.

los objetos que nos rodean reflejan nuevas maneras de pensar y

presentan una transformación en las costumbres y los hábitos de las

personas en lo cotidiano.

—El reproductor de música portátil, maneja tanto el aspecto musical como el aspecto visual, es un elemento de alta tecnología y calidad, al que la persona moderna accede al buscar elementos que destaquen su personalidad y man-tengan su aceptación social y estatus.

—A partir de todo lo anterior, pode-mos llegar a que todos los objetos que nos rodean, son mas que presencias físi-cas acompañantes de nuestra existencia, y medios por los cuales satisfacemos ciertas necesidades, sino que además conservan en su concepción un lenguaje que habla de un contexto, un momento de la vida en el mundo, reflejan nuevas maneras de pensar y presentan una transformación en las costumbres y los hábitos de las personas en lo cotidiano.

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BricolagesBricollage, piensa, mira y valoriza los objetos “inventados” o diseñados por individuos en la ciudad, brinda la posibilidad de mostrar y resaltar su ingenio con objetos poco convencionales, que suplen ciertas necesidades en su quehacer diario partiendo del uso de herramientas inexistentes o inasequibles desarrolladas por ellos.

residuos culturales, rastros urbanos y textos fotográficos

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Negociar con la realidad de “lo real” es una proeza que suele adquirir proporciones titánicas cuando sobreviene la precariedad económica. En este sentido, individuos, grupos humanos y comunidades enteras en el tercer mundo, ven abocada su supervivencia a la posibilidad de recurrir a estrategias primigenias de transforma-ción de la materialidad de sus contextos inme-diatos ante la ausencia de otros mecanismos o sistemas de transacción simbólica y económica. Estos sujetos están rescribiendo la propia génesis del pensamiento humano en relación con el universo concreto de su experiencia cultural que a diferencia de la de los pueblos primigenios, que hicieron el tránsito de la naturaleza a la cultura, está altamente saturada de representaciones.

Uno —Nuestros antepasados más remo-tos, colonizaron su entorno natural, con proyecciones, saberes y destrezas que les permitían intervenir cada vez de forma más sofisticada en aquella realidad con-creta que los precedía. Elaborar un hacha a partir de una tosca piedra, atada con un junco a un trozo de madera implica generar un instrumento inexistente hasta entonces, sin perder de vista su vínculo con aquello que ya existía. Muchas de esas actitudes persisten en nuestros ámbitos domésticos contemporáneos en donde permanentemente recurrimos a procedi-mientos intelectuales similares para resol-ver necesidades primarias. ¿Quién no ha tomado un refrescante vaso de jugo en un ex-frasco de mermelada? ¿Cuántas veces hemos colocado lápices o bolígrafos en tazas de café? ¿En que casa de familia no se guardan puntillas o clavos en antiguos envases de cremas o desodorantes? Los ejemplos posibles de estos procedimientos

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don darío hacE los organizadorEs dE puntillas, clavos y tornillos, con los rollos dE cinta ancha quE sE tErminan poniEndo una basE dE cartón a uno dE los ExtrEmos.

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son tan amplios y diversos que no tendría sentido intentar delimi-tarlos. Ellos sin embargo señalan hasta que punto estamos familiari-zados con la paradoja de que todas las formas de invención, o todos los procesos creativos, se enuncian desde una intervención sobre situaciones dadas de antemano. Como solían decir los posmodernos: la originalidad no existe.

—Esta forma de conciencia es muy cercana a la que tuvieron los artistas que dieron forma a la vanguardia histórica de comienzos del siglo XX en Europa, que necesitaron actuar sobre o contra un campo, que parecía estar estructurado de antemano, y que no era otra cosa que “la institución arte”. Estrategias formales como el collage, el readymade, o el ensamblaje en las primeras vanguardias, o el performance, la instalación, la fotografía y el video en las segundas, tendrían como denominador común su poder para intervenir sobre sistemas de valor preexistentes. Incluso, técnicamente hablando, todos esos procedimientos artísticos involucran la alteración de situaciones dadas de antemano por lo que nos hacen entender el punto hasta el cual las prácticas artísticas están más abocadas a la intervención sobre sistemas de signos pre-existentes que a la creación propiamente dicha de nuevos signos. La palabra que el antropólogo francés Levi Strauss aportó para el análisis de este tipo de procesos intelectuales y principios comunicativos fue la de bricolage, que in-volucraba a la vez procedimientos materiales y conceptuales de resignificación y refuncionalización de toda suerte de hechos y artefactos.

—Como lo señala el mismo Strauss:.....lo propio del bricolage (...), consiste en ela-

borar conjuntos estructurados, no directamente con otros conjuntos estructurados, sino utilizando residuos y restos de acontecimientos; odds and ends, diría un inglés, o, en español, sobras y trozos, testigos fósiles de la historia de un individuo o de una sociedad. [1]

las prácticas artísticas están más abocadas a la intervención sobre sistemas de signos preexistentes que a la creación propiamente dicha de nuevos signos

[1]Ver El pensamiento salvaje de Claude Levi Strauss, capítulo I, La ciencia de lo concreto. Fondo de Cultura Económica, Breviarios, México, 1964. 42- 43.

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—En la segunda mitad del siglo XX, estos procedimientos se fueron reubicando y replanteando en el arte producido en el contexto euro-peo, norte y sur americano, cuando se hizo imperativo un enlace con problemáticas sociales y culturales más amplias, poniendo a los artistas nuevamente en contraposición con los propios límites formales de sus prácticas. Los “nuevos” movimien-tos artísticos que surgieron en los sesenta y los setenta señalan la importancia de acciones que involu-cran la apropiación o la intervención en campos culturales externos al quehacer artístico como estrategia de trabajo. En ellos fueron caracte-rísticas las posturas de señalamiento hacia problemas latentes en los campos sociales, o los de la sexua-lidad, así como también fueron constantes las incursiones en las formas de operación de los sistemas económicos que rodean o subyacen a las prácticas culturales e incluso las convenciones políticas que es-tructuran la experiencia subjetiva.

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El nombre del colectivo Bricolaje, conformado por Pablo Adarme, Sandra Mayorga y Carolina Salazar alude a esa práctica cultural en dos ni-veles. Inicialmente, su tarea consiste en realizar expediciones por diferentes ámbitos de la ciu-dad, que tienen como fin analizar y documentar las ingeniosas y elocuentes soluciones que se abren paso dentro de la informalidad laboral que caracteriza nuestra economía.

—Bogotá parece emerger de un sin número de relatos sopor-tados por discursos diversos e incluso antagónicos que se hacen visibles en las maneras de apropiación del espacio público. Estas “salidas”, emprendidas por nuestros vendedores ambulantes conjugan relatos entrecruzados de funciones actuales y preté-ritas -de los objetos o materiales utilizados- que hacen visibles necesidades específicas. En este sentido es común para ellos “improvisar” la movilidad de sus puestos de servicio a través del ensamblaje de diferentes elementos provenientes en muchos ca-sos de ambientes domésticos. El proyecto ha involucrado paula-tinamente la revisión de otras prácticas culturales que amplifican las referencias y desexotizan sus potenciales actores sociales.

— Una segunda tarea que lleva a cabo el colectivo Bricolaje, es la resignificación, o bricolización (si este término es permitido) de esos bricolages “originales” a través de la fotografía. Este proceso conduce un tipo de realidad socioeconómica y cultural marginalizada hacia el centro simbólico de otra realidad, hege-mónica y formal, el campo del arte y sus instituciones. Por este motivo está lejos de cualquier forma de estetización metafórica y muy cerca de un señalamiento metonímico.

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Patrimonios

Los objetos que usamos, las cosas a las que damos nombre, las escalinatas o los puentes que cruzan nuestros pasos, nunca son los mismos; su historia de vida lleva la impronta de nuestra biografía, y con nosotros persiste la memoria del encuentro. Los objetos, como espejos de nuestras creencias, son un refe-rente indispensable para ejercer el consenso y comprender, con él, el espacio y el tiempo que habitamos. Las cosas configuran escenografías imprescindibles para cultivar pautas y rituales distintivos, o transcurrir en lo cotidiano sin sobresaltos. El objeto reconstruye al contexto y a los personajes, y los personajes reconstruyen un sentido para el objeto: un bucle ordinario donde el azar y el ruido, el ejercicio de la vo-luntad, el poder o la norma, van dando forma a las dinámicas del cambio y la conservación. Las cosas, los objetos, cualesquiera que éstos sean, son prótesis útiles y son también metáfo-ras que permiten reconocernos como parte de alguna comunidad y sus creencias compartidas (Martín, 2002).

Publicado en: Patrimonios, Revista Cuicuilco Nueva Época, Escuela Nacional de Antropología e Historia, Vol. 11, número 30, México, (2004 ). (ISSN 1405-7778), Mayo de 2003

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—Al utilizar las cosas, al nombrarlas, les atribuimos un sentido: a veces sutil como un murmullo, en otras ocasiones fuerte y repleto de emociones; algunas veces personal, otras, colectivo. Los objetos son más que cosas útiles; son más que una plaza, un templo, un ideograma o una indumenta-ria que se usan. Las cosas se hacen solidarias con nuestra biografía, con nuestro buen o mal humor, con la esperanza y las desdichas. Los objetos de todos los días y de los días especiales hacen parte de un escenario donde cada cosa adquiere sentido en proximi-dad con la otra, y el conjunto provoca afecto o extrañeza según nuestro inventario de creencias y verosimilitudes (Kopytoff, 1991).

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—Las cosas que vemos, los objetos que utilizamos, el escenario en conjunto, es, en suma, una geometría peculiar que se despliega en el tiempo; un espacio organizado por pautas singulares: complexus[1] de re-presentaciones, tangibles e intangibles, bordadas con nuestros afectos. Este escenario y cada uno de los objetos que lo componen es un acervo de relatos; una agrupación de diseños que adquieren sentido de acuerdo a la lógica de nuestras percepciones circunscrita por nuestros paradigmas. Esas cosas provechosas para nosotros y quienes comparten habilidades similares para comprenderlas y destrezas comunes para utilizarlas, pueden convertirse en patrimonio. Porque eso suele ser el patrimonio: un objeto tangible lleno de relatos intangibles que estimamos; desde una ciudad o un paisaje hasta un guisado o un tocado de plumas, que apreciamos porque confiamos en los usos que facilitan y hacemos entrañables las ideas que nos evocan. Sin estima, sin aprecio, las cosas pueden sernos útiles y vincularnos con muchas ideas, pero no solemos considerarlas patrimonio[2].

—El patrimonio es una metáfora[3] entrañable: una idea trasladada a un objeto, a una práctica, a un vínculo, a un modo de hacer, que decidimos conver-tir en medio y depositario de creencias estimadas. Una obra arquitectónica, cualquier producción artística, un uten-silio o indumentaria, una parcela para la producción o la conservación in situ de alguna especie biológica, las tradi-ciones, los usos y costumbres, los temas de conmemoración y celebración, una escalinata o un templo, la gastronomía, la poesía, la música, las representacio-nes y manifestaciones tradicionales, la lengua, los signos, los símbolos, los ritos, los mitos, los dichos, las leyendas, la religiosidad popular, los deportes, los va-lores asignados a los recursos disponibles que se utilizan para la vida económica, etcétera, pueden todos ser patrimonio, porque más allá de su utilidad directa y ordinaria son soportes de afecto y vehículos de eventos extraordinarios. Algo que hablando de sí, nos habla tam-bién por otras cosas que consideramos especiales.

...Porque eso suele ser el patrimonio: un objeto tangible lleno de relatos intangibles que estimamos; desde una ciudad o un paisaje hasta un guisado o un tocado de plumas...

Patrimonios diversos

[1]Complexus: Complejo, procede del latín y significa “que abarca” (“yo abarco, abrazo”). Aquello que unido se ensambla junto, como en un tejido trama y urdimbre.

[2]Por ello el objeto arqueológico o el tema histórico son tan complejos y delicada su interpretación, tan difícilmente comprendidos a cabalidad por quienes no son diletantes o especialistas. Los objetos arcai-cos son, mayormente, objetos sin sujeto: diseñador y usuario ya no están aquí. El objeto en desuso ha perdido su carácter específico y no hay sujeto atribuible vivo; tampoco están las escenografías ni coreografías originales; las creencias se han perdido o el tiempo las ha desgastado, mezclado o diluido entre otras. Objeto tangible y relato intangible suelen ser, tan sólo, re-presentaciones (a veces incapaces de conmovernos, y siempre difíciles de distinguir entre un patrimonio emergente o un patrimonio con raigambre). Muchos propósitos para los que el objeto fue diseñado y las metáforas que le fueron asignadas por los usuarios originales pasan desapercibidos para nuestro sistema de habilidades y destrezas; suelen prestarse a interpre-taciones y usos distintos a lo prescrito en la función y el sentido originales. Sin embargo, lo que sí puede haber es un nuevo contexto de significación apropiado a otras creencias y verosímiles —los nuestros—, donde las metáforas e incluso algunas funciones readaptadas para el uso y el sentido sirvan de recreación y estímulo a la imaginación.

Una plaza, un templo, una ornamentación, un vestido o una imagen, un utensilio de trabajo, un ritual o una narración pueden conmovernos por contener elementos que son familiares, que permiten la interpretación analógica de su utilidad y, también, la evocación de alguna metáfora creíble. Podemos evocar metáforas creíbles cuando éstas son parte de una tradición que pervive y comprendemos, o cuando a pesar del sincretismo y la sobreposición podemos reconocerlas o logramos reconstruirlas entre vestigios y testimonios diversos; sin embargo, siempre lo haremos integrándolas a nuestra propia mentalidad y contextos. A pesar de nuestra curiosidad, entusiasmo, apertura y disciplina, la interpretación (con la que nos apropiamos del objeto y el sujeto re-creados), cae inevitablemente dentro de una media ponderada por un sistema de certidumbres: el propio.

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—Una fábula puede describir nuestras aspiraciones, cierta vestimenta resolver nuestro deseo de distinción, una imagen expresar nuestro vínculo con lo divino; sin embargo, ni narración, ropa o imagen poseen más atributo que facilitar esos afectos; ninguna de ellas por sí misma es capaz de provocarnos emoción, elegancia o éxtasis; en el mejor de los casos, en tanto cosas útiles, nos proporcionarán entretenimiento, abrigo o cierta información. Es cuando a las cosas las hacemos portadoras de ciertas creencias que ellas expresan algo más de lo que propiamente son. No es la cosa, sino la metáfora adherida a ella la que nos conmueve. Una imagen o un templo, una prenda o el vestuario, una narración o un mito, son buenos para usar porque son buenos para pensar; inclusive, buenos para convertirse en algo estimado como heredad o acervo, como sustento de identidad, como un bien o un capital: valores diferentes que asignamos a lo que llamamos patrimonio, y que, ya veremos, no son lo mismo aunque cohabiten en nuestra percepción como asuntos entrañables.

Patrimonios diversos

¿Cómo nos hicimos de esas cosas estimadas que consideramos un elemento de identidad, un acervo valioso o un bien? Repasemos una historia conocida:

—Un rasgo en el género Homo: su capaci-dad para adaptarse a ecosistemas diversos y adaptarlos en su provecho, le permitió, aunado a cualidades singulares de sus especies, avanzar a través de la superficie del planeta clasifican-do, al compilar, toda clase de ideas y objetos que le parecieron útiles o interesantes. Curio-sidad de mamífero que aprendió a coleccionar y atesorar la memoria en objetos, actividades y metáforas más allá de su cuerpo [4].

—En su andar, antes de fundar ciudades y diseñar confines, el género al que pertene-cemos tuvo que atravesar entornos extraños ejerciendo destrezas y habilidades inusuales; allí confrontó hábitos, recuerdos, paradigmas y algunos cuantos objetos que formaban ya su patrimonio, con nuevos materiales y recur-sos probables, con los hallazgos que consi-deró ofrecerían continuidad a su existencia y satisfacciones. El colectivo, con su memoria compartida, y cada sujeto en él, con las singularidades de sus propias interpretaciones, pudo equiparar lo que conocía con lo nuevo; reconocer lo que parecía similar y lo que era diferente; comparar la colección de ideas y cosas que portaba con el inventario de cosas nuevas que encontraba. Una buena parte de

lo reciente era readaptado al molde de percepciones, y usos conocidos; así, se re-diseñaron, sobre la base del mismo proyecto (aunque a veces con otros materiales) objetos y recursos consabi-dos; y en otros casos (los menos, aunque notables) se desarrollaron innovaciones. Poco a poco surgieron variedades de lo mismo y algunas novedades; aprendimos a distinguir formas, composición y efec-tos; creció el acervo de ideas sobre la naturaleza y nuestras relaciones, sobre el

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En una casa ubicada En El barrio tabora hay unas canchas dE tEjo hEchas a partir dE guacalEs dE frutas, y El matErial quE rEEmplaza El barro Es tiErra mojada adEmás los bocinEs son tubos dE pvc.

[3]Metáfora procede del latín metaph˘ora; tomada del griego metaphorá, propiamente “traslado, transporte”, derivado de metaphérõ “yo transporto” (phérõ “yo llevo” y meta “más allá”) (Corominas, 1973).

Consiste en vincular a cierto objeto, acción o relación, con ideas e imágenes cuyo signi-ficado, de acuerdo con la tradición, designa objetos, acciones o relaciones diferentes, pero que guarda un parecido o cierto paralelismo, según las experiencias que se tenga de ellos o de sus partes o manifestaciones.

[4]Tenemos referencias de practicas muy antiguas en la creación de colección. En un yacimiento en Singi Talat, Rajastan (India) con una antigüedad de entre 150,000 a 200,000 años, “fueron encontrados seis cristales de una roca que no existe en la región y que, por tanto, se importaron como para constituir una pequeña colección” (Clottes, 1999: 63).

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uso y beneficio de las cosas; fue construyéndose en la me-moria de la comunidad una cosmogonía, un grupo de na-rraciones, un conjunto de vínculos, a través de metáforas, entre las cosas y las actividades que se ajustaban mejor a la forma de vida y al ecosistema. Nos fuimos convirtiendo los miembros del género en extraordinarios taxónomos y expertos compiladores; en hábiles creadores de propósitos y obstinados constructores de ellos.

—Mucho tiempo el patrimonio fueron, mayormente, ideas: creencias sin necesidad de manifestación objetual (más allá de su presentación en el acto de convertirse en un remedio, una comida, una habitación, un objeto útil, un medio de producción, un relato, etcétera). Muchas eran las ideas y conocimientos que como patrimonio-acer-vo (saber, conocimiento) se conservaban exclusivamente en la memoria y los precep-tos cotidianos de la comunidad;

Viajábamos ligeros: Podríamos representar ese largísimo periodo “como una era de las balsas, sobre las que pequeños grupos de hombres son arrastrados por la corriente a través de enormes espacios temporales” (Sloterdijk, 1994: 21). Así fuimos conser-vando, recreando muy poco a poco, según bien nos parecía, las cosas del mundo y nuestras relaciones con ellas; un par de millones de años de hominización y algunas decenas de miles de años de humanización dan cuenta de esta diversa y riquísima acu-mulación de los patrimonios de las comu-nidades (de los balseros) a través de mucha memoria y muy pocas cosas.

—Con el tiempo, lo que llevábamos aden-tro se hizo más y lo pusimos afuera: en más y más objetos, ornamentos, rituales y señales que nos recordarían prácticas y creencias, usos y costumbres. A ello colaboraron mejoras y mayores facilidades en la producción y los asentamientos permanentes en localidades. Fue así, tal vez sin querer, que congelando el tiempo a través de las cosas dejamos de ser trashumantes: grande era la carga ya y muchos los apegos para dejarlos atrás. La memoria fiel de las creencias sólo podía entonces garantizar-la la presencia viva de las cosas.

—El acervo de distinciones entre las cosas y entre nuestras relaciones, aquellos modos de comprender el mundo y conservar lo que garantizaba la pervivencia o nos provocaba la atención, el asombro y el placer, encontra-ron muchas vías tangibles para manifestarse. Además de la oralidad y la acción directa sobre los objetos, de los gestos e ideas compartidos, de la celebración de rituales o la preparación de platillos y medicamentos, las cosas en la mente, en la memoria de las comunidades, comenza-ron a ser representadas en multitud de nuevos diseños, escenarios y coreografías; reseñadas en íconos e ideogramas capaces de trascender el diálogo entre generaciones contemporáneas. Con el consenso de la comunidad se sobrepu-sieron a las cosas —de acuerdo con el sistema de creencias compartidas— metáforas, alego-rías y narraciones peculiares. Esto permitió a los objetos y los rituales cumplir la doble misión de ser útiles y permitir conservar (supusimos inalterable) la memoria colectiva de los vínculos y los eventos especiales, de las percepciones e ideas importantes relacionadas con los hechos cotidianos y los extraordinarios; creció así el patrimonio como forma de identidad.

los objetos eran solamente los suficientes para ejercer un uso conciente de su carácter práctico, de su eficiencia para retribuir un deseo.

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—Si el patrimonio-acervo nos dice qué es o qué hacer, el patrimonio-identidad nos dice qué es para nosotros y qué hacemos nosotros con ello. Cargados con esas metáforas los ob-jetos y nuestras formas de relacionarnos serían garantía de continuidad, modelos que san-cionarían formas de trascendencia del vínculo entre nuestra gente, las cosas y la naturaleza. A la capacidad de persistencia de la memoria co-lectiva, cualquiera que sea el empeño, se sumó un repertorio extraordinario de sucedáneos tangibles, de re-presentaciones entrañables [5].

—No obstante, aunque nos empeñamos tenazmente en conservar, en esta-blecer y definir, ocurre lo previsible: con el tiempo se nos suele perder el signi-ficado dado a las cosas. La metáfora, el sentido que estaba antes ahí represen-tado, se desdibuja en la dinámica incierta que suele tomar la vida; cambian las opiniones, nuestras creencias y destrezas se hacen otras. Sincretismo, acciden-tes, novedades, imposiciones, reformas, sobreponen metáforas, y muchas otras se confunden entre el ruido. Pero los objetos permanecen ahí: en ruinas o en el desván se quedaron para ser reinterpretados y tal vez confundidos;

para oficio de la historia y dignidad del pasado; o para darle validez a la cons-trucción de credibilidad a través de discursos de factura y manipulación política y religiosa. El patrimonio-identidad se convirtió, poco a poco, en un recurso más de la política.

—Con la construcción de los Estados-Nación, en apenas los milenios más recientes y especialmente en los últimos siglos, las cosas cambiaron mucho más; mejor dicho, las cosas se multiplicaron mucho más abarrotando el mundo de usos y sentidos por triplicado. Una extraordinaria variedad de lo mismo, cargado de metáforas a veces muy contradictorias y otras veces obscuras, llenó los paisa-jes de las poblaciones. Ocurrió también que objetos en apariencia similares, equivalentes en sus propósitos y algunas de sus metáfo-ras, tomaron entonces dos caminos muy diferentes: algunos fueron sobrestimados como mercancías muy valiosas (en ocasiones por el trabajo invertido en su creación, aunque generalmente a efecto de especular con ellas), otros siguieron la vía de lo ordinario al con-siderarse artísticamente inferiores o poco rentables a la luz de los dictados del comercio. Surgió la forma de patrimonio-capital, donde el objeto, uso o costumbre se hace entrañable por los beneficios (económicos y políticos) de su posesión o usufructo; donde las cosas y sus metáforas, lo tangible e intangible, adquieren significados adi-cionales como fuente de riquezas y de distinción personales.

para ser revalorados y alimentar nuevos propósitos; para oficio de la historia y dignidad del pasado;

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juan pablo tiEnE una batEría dE música, la cual gEnEra sonidos tan fuErtEs quE puEdEn molEstar a los dEmás, EntoncEs él, forró todo El cuarto con cartonEs dE huEvos, y así El ruido sE aisló.

[5]Hay que señalar al respecto que cierta-mente la conservación de las cosas y el apego a ciertos fetiches han sido distintos para cada comunidad y particularmen-te diferentes de lo que son hoy entre nosotros. Entre algunos, hoy y antes, el olvido y el desapego ocupan una posición tan digna y privilegiada como el afecto y el recuerdo, mismos que nosotros hemos convertido en obsesión y padecimiento.

Basta como ejemplo la pregunta recurrente de por qué o cómo es que fueron des-atendidas ciertas tradiciones, edifica-ciones u obras de arte. La interrogante, entre nosotros, suele estar sesgada por un prejuicio que se plantea la dificultad de aceptar que un bien o una obra calificada como admirable (por nosotros) fuera así nada más abandonada; que se renunciara, “de la noche a la mañana”, a su persisten-cia como objeto o idea, en apariencia, tan funcionales y valiosos. Para los usuarios originales, probablemente, aquello perdió importancia práctica y sentidos; dejó de ser útil y sus metáforas pudieron ser desplazadas a otros objetos o relación. Para aquellos que se esforzaron tanto por crear, embellecer y conservar tal lugar u objeto no costó demasiado trabajo, en un acto de omisión voluntario, abandonar lo que dejó de serles bueno para usar, pensar y estimar.

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—Hoy, lo que llamamos patrimonio (más aún, lo que la intuición y los sentimientos nos dicen que es patrimo-nio) habla de la coexistencia complementaria de varios niveles de realidad que cohabitan en la percepción de las cosas que estimamos[6].

—En un nivel de realidad las cosas son un saber estimado, consciente —un saber que sabe que sabe, autoreferente (Morin, 1988)—; un conocimiento que compila y clasifica, colecciona y distingue a efecto de conocer una mejor manera de hacer las cosas para aprehenderlas (concebirlas sin hacer juicio de ellas o sin afirmar ni negarlas) y asombrarse con lo diverso reconociendo mejores opciones. Éste es el patrimonio-acervo, donde las cosas (quienquiera que las creara o descubriera, o dondequiera que se encuentren) se reconocen como herencia de lo humano y permiten evolucionar —biológica y culturalmente— al individuo más allá de la comunidad o la agrupación social a la que pertenece. Son un legado cuyo reconocimiento nos deja descubrir la riqueza de metáforas adheridas a las cosas, el sinnúmero de usos y sentidos que los objetos y el mundo pueden adquirir. Hablando por ellas, las cosas nos hablan de otras cosas y relaciones, de conexiones que otros han descubierto o imaginado, de estructuras abiertas y sistemas dinámicos donde son posibles nue-vos vínculos, hipótesis y respuestas.

(por el Estado, una institución, un grupo académico, religioso, etcétera), se compartimenta y sesga, se em-pobrece y hace incomprensible para quien recibiéndolo como imposición no ve en él más que información sin conexión con su vida.

El patrimonioacervo

Cuando este patrimonio se utiliza como recurso político para la manipulación

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—En otro nivel de realidad (que comparte temas y distinciones con otros patrimonios), está el patrimonio-identidad. En él, las cosas son el soporte de metáforas que representan creencias entrañables con las que nos reconocemos como miembros de algunas comunidades. —Por comunidades me refiero a cualquiera de las mu-chas a las que pertenecemos cada uno: las que pun-tualiza una lengua, una religión, un grupo profesional, un territorio, una familia, una militancia, una práctica deportiva, una empresa, etcétera (cada uno de noso-tros somos la suma de los personajes desiguales que pertenecemos a comunidades diversas). Un conjunto de creencias y prácticas define a cada una, y en cada una actuamos, aprendemos y opinamos sutil o notablemen-te diferente. Coherencias e incoherencias convergen y los intereses muchas veces se contraponen (de la incon-ciencia de ello o la pérdida de control emerge el bárbaro al que somos propensos; pero también, de su manejo creativo surge ese homo demens capaz de innovar y aportar atractivas ideas).

El patrimonioidentidad

—El patrimonio como forma de identidad nos permite conocer los usos de las cosas y las costum-bres, el sistema compartido de creencias que modelan lo cotidiano y califican lo extraordinario en cada comunidad (Martín, 2003). El patrimonio, así considerado, prescribe las formas de vida y aspi-raciones que solamente nosotros podemos conservar y transformar. El patrimonio, aquí, es una me-táfora que está entre nosotros: en la experiencia y la memoria colectivas; es decir, aunque se asigne a un objeto o habite en la mente de un sujeto, no es ahí donde actúa su sentido como patrimonio: la utilidad y los propósitos de las cosas y sus metáforas lo son cuando circulan entre nosotros y entre nosotros se viven y ejercen. El patrimonio como forma de identidad es el consenso de un colecti-vo; un colectivo que se comporta como un campo de vinculación (cfr. Martín 2002: 125-128). En

estos campos de los consensos colectivos, el objeto o el sujeto pueden ser las fuentes, pero el campo, propiamente, lo pode-mos representar como una geometría peculiar (con sus vértices, superficies y limites) que se despliega durante un tiempo; un espacio (un escenario y coreografía característicos) organizado por pautas singulares donde las conductas surgen en los encuen-tros y resonancias de los consensos que recrean los miembros de la comunidad. Es ahí donde se pone en circulación la metáfora y en esas conductas donde reside su valoración (desigual y a veces en contrasentido como sus miembros e interrelaciones). Un ejemplo: yo puedo pensar que una fiesta (patronal, de familia o

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mi papá utiliza los dirEctorios tElEfónicos para ElEvar El tElEvisor dE la mEsa cuando quiErE vEr pElículas dEsdE su cama.

[6]En la Complejidad y la Transdis-ciplina (que guían el desarrollo de este texto), y en las formas de episteme que nos invitan ellas a practicar, atendemos a los diversos niveles de realidad con los que percibimos el mundo desde las discordantes creencias de las comunidades a las que pertenecemos, desde las meto-dologías y modelos de las muchas disciplinas que concurren, y desde las percepciones singulares de los individuos —que se manifiestan a través de los distintos estados de conciencia que temporalmente nos ocupan. Esto nos permite comprender la coexistencia y com-plementariedad de paradigmas, reconocer cómo subsisten y dia-logan los opuestos, lo que parece contrario y excluyente, aquello que emerge de la complejidad de procesos que cohabitan.

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conmemorativa de un personaje), o que una cons-trucción (iglesia, plaza o campo deportivo), que una montaña, una planta, un pensamiento mismo, un objeto cualquiera, es representativo y apreciado por alguna comunidad a la que pertenezco; puedo así expresarlo y estar dispuesto a participar en el ritual y su reconocimiento; pero sin otros miembros de la comunidad que hagan lo propio, el sentido de la fiesta, la ceremonia, el valor asignado a la construc-ción, el paisaje o la idea no se realizan.

no están quienes pueden ser impelidos a ejercer el tema de afecto y reconocimiento. El patrimonio-identidad sin los nosotros, es una quimera.

—Una variante del patrimonio como forma de identidad es nuestro propio repertorio de objetos personales y rituales privados entrañables; de esas cosas que conservamos, o añoramos, porque nos recuerdan quiénes fuimos, somos o deseamos ser. La nostalgia y la esperanza a través de ellos nos hacen sentir singulares (individuos), sabernos con algo más, a través del tiempo y la distancia, vinculados; darle al calendario y la agenda de nuestra vida fechas y señales espe-ciales e íntimas. A diferencia del colectivo, donde el coloquio es necesario, aquí el soliloquio es suficiente.

—En el patrimonio-identidad cuando los objetos y los rituales que representan las ideas entrañables son amenazados hay al menos dos opciones: en una, las metáforas suelen ser trasladadas a otros objetos y co-reografías que disimulan el sentido (corriendo el riesgo de hacerse obscuras o con el tiempo desvanecerse); en la segunda, rituales y objetos concretos permanecen como una forma de resistencia que encara cualquier incomprensión e intolerancia; aquí el sentido original puede transformarse poco a poco bajo las influencias —si se trata de una resistencia que es incluyente y comprende la pertinencia de las aportaciones— o puede trascender si resiste lo suficiente hasta que desaparezcan las amenazas.

—El patrimonio-identidad suele tener también dos manifestaciones extremas: una, cuando los usos y costumbres, las representaciones tangibles y las ideas han sufrido tantas transformaciones que finalmente se ha borrado el sentido original y se convierte la práctica y la creencia en una caricatura. Y otra, cuando los usos y costumbres se convierten en trinchera (no defensiva) y el etnocentrismo, el egocentrismo, o las muchas maneras de la xeno-fobia separan radicalmente al nosotros de los que consideramos los otros, los distintos. Es entonces cuando actuamos, por miedo o por ignorancia, con prepotencia y abuso sometiendo y humillando el patrimonio-identidad de los otros.

Sin el colectivo, reunido de alguna manera, la identidad no encuentra resonancia;

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con un tElEvisor antiguo construí un armario para la ropa, lE saqué la pantalla y todo lo quE tEnía por dEntro, lE hicE una puErta y lE instalé unas tablas para los sEparadorEs.

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—Una última y delicada consideración: todo patri-monio es legítimo en tanto una comunidad —o un individuo— así lo consideren. La sensibilidad a la belleza y los sentimientos humanos (como señalara Arnold Whitehead, 1965: 15) califican su calidad y validez ética. Cuántas veces encontramos usos y costumbres, objetos e ideas apreciadas por indi-viduos y comunidades que representan opresión e intolerancia, abuso y dolor para lo humano y la naturaleza; cuántas veces más tendremos que opo-nerlos con ejemplos de tolerancia y sensibilidad, de resistencia y lucha.

—Es importante tener presente el carácter especial del patrimonio-capital para diferenciarlo de aquellos otros bienes, llamados también patrimonios, que solamente aseguran por su posesión un recurso económico cuando haga falta. Éstos se obtienen y conservan como formas de reserva, de ahorro, de producción, de mantenimiento; son herramientas, utensilios, propiedades y artículos diversos adquiri-dos como retribución de un intercambio equitativo. Ellos conforman un inventario enorme de objetos que solemos aprovechar y apreciar, conservar y proteger; son cosas que, llegado el caso, sustituimos por equivalentes o a cambio de algo que nos parece más necesario. Su diferencia con los patrimonios a los que me he referido en este texto es que éstos se convierten en cosas imprescindibles (así pensamos), insustituibles, “necesarias” para ser quienes somos; cosas con las que establecemos vínculos temporales y significativos que las hacen parecer extraordina-rias; y que en el caso del patrimonio-capital son, además, vehículo para la especulación como mer-cancías y prebendas del poder.—La capacidad de mutación de las cosas y las rela-ciones en ordinarias o extraordinarias, en entraña-bles o sin importancia, es cómplice que acompaña al patrimonio y las vicisitudes que ahora describiré: —Artefactos y rituales que parecen similares, decía párrafos arriba, tomaron caminos distintos con el aumento en el intercambio comercial, el potencial

El patrimoniocapital

las tradiciones, los usos y costumbres, los temas de conmemoración y celebración, una escalinata o un templo, la gastronomía, la poesía, la música, las representaciones y manifestaciones tradicionales,

la lengua, los signos, los símbolos,

los ritos, los mitos,

los dichos, las leyendas,

la religiosidad popular, los deportes,

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productivo y la acumulación de riqueza pri-vada. Es interesante observar que la mayoría de las cosas y de las prácticas que se elaboran de manera preciosa, ardua, cuidadosa, a las que asignamos una estima alta en el inter-cambio, no son en función —en propósitos utilitarios— muy diferentes de aquellas otras similares consideradas artísticamente inferio-res, de sencilla ejecución o poco rentables a la luz de los dictados comerciales; tampoco son muy diferentes las metáforas que sostienen. Si sus analogías no explican la predilección por unas u otras (partiendo, por supuesto, de que todas tengan calidad), lo que las hace distintas es esa otra metáfora peculiar que les adicionamos (con toda su carga de referentes) para hacerlas vías de la diferencia entre los que la poseen y quienes no.

—Al principio sólo unos cuantos se mostraron interesados en atesorar como patrimonio-capital las cosas, que no eran muchas. El peculio no establecía distinción notable entre los miem-bros del grupo (en extremo interdependientes); la distinción, para algunos, provenía de cierta ascendencia en la comunidad y el manejo (no necesariamente el control) del patrimonio acer-vo e identidad.

sin ostentación grosera para los miembros del grupo, las usan como atavíos o parafernalia de eventos comunitarios y distinciones adqui-ridas por consenso. En una etapa posterior (y me refiero a una secuencia en que conviven etapas) surgieron las condiciones sociales para convertir la riqueza acumulada en capital de inversión; destinado no sólo a la producción de nuevas y múltiples variantes de las cosas, sino especialmente interesado en la apropiación de algunas calificadas como extraordinarias. Con el tiempo, el acopio, la propiedad o control de dichas cosas se convirtió en un comercio muy rentable de obras de arte, colecciones, bienes muebles, tierras y edificaciones, administración de conmemoraciones y rituales, que permitían al dueño distinguirse por encima de los demás controlando la producción, el comercio, y los criterios respecto a la valoración de las cosas, la naturaleza... y los hombres.

La mayoría de las cosas, tarde o temprano, se redistribuyen o colectivizan siendo accesibles para todos o las poseen algunos que,

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cuando Entré a la casa dE EstrElla, llamó mi atEnción, quE dEl tEcho dE su cuarto colgaba una rEsistEncia dE Estufa Eléctrica conEctada a un intErruptor dE luz. al prEguntarlE por El objEto mE contó quE lo tEnía para rEEmplazar la incubadora quE lE Exigían los médicos En El hospital (con El fin dE mantEnEr EstablE la salud dE su bEbé); los mismos médicos quE días atrás hubiEran ido a su casa para comprobar y aprobar dicho método dE calEfacción.

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—Sin embargo, los bienes comenzaron a fluctuar cada vez más rápido (entre extraordinarios u ordinarios) según los dictados de los especuladores ávidos de obtener ganan-cias económicas y políticas rápidas. Desde hace tiempo es impredecible el calculo real de cuánto realmente valen las cosas y qué tiempo conservarán ese valor e importancia; por cuánto y por qué serán intercambiadas o substituidas; cuándo serán necesariamente retiradas de la circulación como mercancías, o cuándo dejaran de tener efecto como instrumentos de manipulación social. Dada la velocidad con la que mudan de mérito las cosas y somos atraídos por nue-vas ofertas, los patrimonios-capitales difícilmente pueden seguir fincándose como capital que, además de distinguir a su propietario, garantice el poder y control a largo plazo.

ahora, a través de objetos y relaciones virtuales. Los bienes tangibles no necesariamente representan mejor fianza que la posesión de bienes virtuales en la bolsa y el mercado de dinero. A salto de mata el capital financiero se desplaza por el mundo sin mayor deseo por la apropiación permanente de propiedades y menos aún por los rasgos de distinción que pudieran evocar. Estas propiedades, que ellos mismos se encargarán de evaluar según la conveniencia financiera, les son a mediano plazo un riesgo y un ancla que en su transnacionalidad es inconveniente. Los patrimonios acervo e identidad colectiva —por su importancia estratégica como un saber o por su arraigo como forma de pervivencia de la comunidad— aunque siempre fueron susceptibles a conver-tirse en mercancías, son hoy el nuevo negocio.

—Sin embargo, hoy también estos patrimonios mudan de importancia y rentabilidad rápidamente por la exigencia de propuestas novedosas para el consumo, por la necesidad de conocimientos especializados que ofrezcan mayores ventajas en la competencia, o por el agotamiento como fórmulas de manipulación. Los ámbitos del conocimiento y las tradiciones, reconver-tidos en temas atractivos para la especulación, son presionados a no perder sus características como patrimonios acervo o identidad, permitiendo, no obstante, suplantar sus propósitos y metáforas por usos y sentidos más rentables para el ejercicio financiero y político (inquietante paradoja). Lo que finalmente se ha logrado, es restar importancia a los conocimientos como acervo, y desgastar los usos y costumbres patrimoniales.

El patrimonio-capital deja de ser lo primero para convertirse, solamente, en capital financiero para la especulación,

Juan Camilo Caicedo

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—Por ahora, lo que llamamos patrimonio-acervo, -identidad, -capital (y variantes), con sus metáforas peculiares y dinámicas de intercambios de sentidos, con sus perspectivas distintas para valorar lo que apreciamos (reconociendo su mérito y poniéndole precios), y sus diferentes etapas de coevolución, coexisten en nuestras mentes como niveles de realidad complementarios: cada uno permitiendo al otro realizarse. Tal vez por ello es difícil diseñar un programa, una política que nos indique claramente qué es y qué hacer con el patrimonio. —Hay un camino simple y uno complejo para reco-nocer y determinar qué es, qué no es, y qué hacer hoy con el patrimonio[7]. El primero, el camino fácil, con predilección por lo tangible, eleva a la categoría de patrimonio todo aquel bien que alguna historia oficial o un compromiso político define como sustento necesario para mantener la credibilidad en su discurso y la continuidad de sus consensos. Es el que califica como un bien lo que está en vías de extinción —cuando los síntomas de la posible de-función están muy avanzados y las recomendaciones de los especialistas son ya exigencias—, y también a todo aquello que le parece “folklórico” (a pesar de las deformaciones y contrasentidos que existan con respecto a otras tradiciones y patrimonios).

¿Qué sigue?

—El primer camino, que se reduce a reglas de pensamiento simple[8] para deter-minar cuándo un bien debe ser valorado como patrimonio —cuándo es aceptable la inversión para reproducirlo, conservarlo, restaurarlo de ser necesario, protegerlo y divulgarlo—, suele excluir muchos temas en torno al patrimonio en cuestión, y suele terminar disgustando a las comunidades encargadas; que, cansadas de sostener entre pinzas la producción o la conservación, delegan a las veleidades de alguna institución la responsabilidad final de su destino. El patrimonio, así, termina siendo un asunto burocrático, o, en el mejor de los casos, un bien abandonado a la suerte de un grupo de diletantes. El patrimonio, sin el afecto, comprensión y ejercicio de las creencias que lo sostienen, deja de ser entrañable, circula como una mercancía cuya fetichización se desdibuja a fuerza de no decirnos ya nada.

[7]Utilizo a continuación algunas ideas expre-sadas en el artículo: “Una nueva visión del patrimonio cultural” (Martín, 2001).

[8]Cfr. Morin, 1996.

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cuando rEmodElamos la Entrada dE mi casa hicimos una banca para El jardín utilizando un fragmEnto rEctangular dEl muro quE sE tumbó como silla y trEs ladrillos anchos como patas.

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—El segundo camino atiende a la construcción de las creencias —aceptando las dinámicas y temporalidad de éstas, y sin perder de vista la tolerancia y la inclu-sión—, y se ejerce a través del trabajo transdisciplinario y el pensamiento complejo (Morin, 2001). Es un camino para conceder dignidad a las cosas de la naturaleza y a las creaciones de las comunidades, sin perder de vista la perspicacia necesaria para modificar el camino, los paradigmas y la moral que lo sostienen. Su dificultad reside en descubrir y valorar las muchas variables que definen los componentes tangibles e intangibles de un bien. Su gracia reside en la riqueza que se deriva de la colección de opiniones de las comunidades, en la comprensión de las conexiones sutiles entre ob-jetos e ideas, en el esfuerzo por conciliar deseos y necesidades diversas, en el uso de tecnologías para el rescate y la divulgación que no contrapongan intereses diferentes, y, sobre todo, en su práctica democrática e incluyente —preocupada por involucrar, más y más, a la comunidad a la que le concierne la creencia y disposición hacia el patrimonio en cuestión; permitiendo a los individuos y las comunidades ser los agen-tes morales de la gestión, no ya a los Estados (propensos al paternalismo), ni a los capitales financieros (propensos a la especulación), ni a los individuos sin escrúpulos que están lejos de dar dignidad a lo que manipulan como un discurso útil (y fugaz) o un negocio rentable (de provecho para muy pocos).

—El patrimonio —como un conjunto de creencias y pautas de predi-lección por ideas y formas de vida que se atribuyen (temporalmente) a un objeto y a una relación—, es más que el objeto y su utilidad, más que un buen propósito o un escenario de propaganda, algo más que motivo de jactancia y veneración por lo extinto; es, generalmen-te, la vía de reflexión sobre nosotros y lo diverso (es conocimiento e historia); el contexto donde ejercer habilidades y destrezas entra-ñables que estimulan la creatividad; una forma de vida (ética) que se confronta con otras elecciones y puede aspirar, así, a rescatar lo mejor de todas.

Juan Camilo Caicedo

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Miguel Angel [email protected]

Egresado de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

William [email protected]

Profesor asociado de la Escuela de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Leandro Muñ[email protected]

Estudiante de 10 semestrede Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Ricardo [email protected]

Profesor Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional de Colombia.

Armando [email protected]

Autor invitado. Doctor en literatura comparada de la universidad de California. Investigador Emérito de la universidad Nacional de Colombia.

Cristian Camilo [email protected]

Estudiante de 9 semestre de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Juan Francisco Rodríguez [email protected]

Semillero de investigación “Prever”Grupo de investigación “Taller XI”Universidad Pedagógica y Tecnología de Colombia UPTC.

Juliette [email protected]

Estudiante de 4 semestre de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Cindy [email protected]

Estudiante de 4 semestre de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Mario Muñ[email protected]

Estudiante de 4 semestre de DiseñoIndustrial de la Universidad Nacional de Colombia.

Colectivo [email protected]/[email protected] Sandra Mayorga - Carolina Salazar Pablo Adarme - Egresados de la facultad de Artes Plásticas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Fernando Martin JuezAutor invitado. Diseñador y Antropologo. Profesor de la Universidad Nacional Autonoma de Mexico.

Juan Camilo [email protected]

Estudiante de 6 semestre de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Colombia.

autores

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patrimonio

2 semestre de 2007

próxima edición