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Resumen de la Obra Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaña un joven muchacho llamado manolito, con quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero éste tuvo que dejarle por otros pescadores con más fortuna en sus pescas porque el viejo tenía muy mala suerte. Sin embargo, él le seguía ayudando. Un día el viejo salió a la mar con el objetivo de terminar con su mala racha en la pesca . El muchacho le había conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez picó el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte , si era preciso. La barca navegó a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predecía que el pez le podía matar, pero tenía una fuerte determinación por conseguir sacarlo del agua , y no le importaba si tenía que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no creía que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho más grande al costado del suyo". Todo su empeño habría sido inútil si no consiguiese llevar el pez a tierra firme. Sin embargo, y para su desilusión, apareció un tiburón. Cuando el escualo se acercó a comer el pez el viejo le asestó un mortal golpe en la cabeza con su arpón. Se había librado del tiburón, pero no tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logró batirlos, pero se habían comido medio pez. Por la noche se le acercaron más, que acabaron con él, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaña. Así, llego por fin a puerto. Era de noche y no había nadie para ayudarle a recoger. Cuando terminó se fue a su casa a dormir. A la mañana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cómo estaba y le prometió que saldría a pescar con él. Los demás pescadores reconocieron el mérito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un tiburón.

El Viejo y el mar

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El Viejo y el mar

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Resumen de la Obra

Santiago es un viejo pescador cubano. Le acompaa un joven muchacho llamado manolito, con quien el sentimiento de aprecio es mutuo, pero ste tuvo que dejarle por otros pescadores con ms fortuna en sus pescas porque el viejo tena muy mala suerte. Sin embargo, l le segua ayudando.Un da el viejo sali a la mar con elobjetivode terminar con su mala racha en lapesca. El muchacho le haba conseguido cebo. Al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez pic el anzuelo. Era un pez enorme, dispuesto a luchar hasta lamuerte, si era preciso. La barca naveg a capricho del pez mar adentro. Las fuerzas del viejo cada vez iban a menos y predeca que el pez le poda matar, pero tena una fuerte determinacin por conseguir sacarlo delagua, y no le importaba si tena que dejar su vida en el intento. Tras una larga y dura batalla, el pez tuvo la peor suerte, y el viejo, rebosante de felicidad, ya que no crea que el pez fuese tan inmenso, lo amarro al costado de la barca, para poner rumbo a la costa."Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho ms grande al costado del suyo". Todo su empeo habra sido intil si no consiguiese llevar el pez atierrafirme. Sin embargo, y para su desilusin, apareci un tiburn. Cuando el escualo se acerc a comer el pez el viejo le asest un mortal golpe en la cabeza con su arpn. Se haba librado del tiburn, pero no tardaran en acercarse otros ms siguiendo el rastro de lasangredesparramada del pez herido. El viejo logr batirlos, pero se haban comido medio pez. Por la noche se le acercaron ms, que acabaron con l, dejando solo la cabeza, la espina y la cola, suficientes para dar testimonio de la hazaa.As, llego por fin a puerto. Era de noche y no haba nadie para ayudarle a recoger. Cuando termin se fue a su casa a dormir. A la maana siguiente el muchacho, muy preocupado, fue a su casa para ver cmo estaba y le prometi que saldra a pescar con l.Los dems pescadores reconocieron el mrito de Santiago, al ver los restos del pez, que era un tiburn.IntroduccinEl presentetrabajotiene por finalidad realizar unanlisisliterario dela noveladel autor norteamericano Ernest Hemingway.La eleccin de la presentenovelaobedece alinterspersonalpor que nos da a conocer que la novela tiene una altacalidadliteraria, tanto en el plano de expresin, como en el plano del contenido.Me pareci interesante de parte del autor que nos da a conocer la vida de Santiago u viejecito de buencorazn, que a pesar de las crticas de las personas, l no se dio por vencido y sigui con supensamientode pescar no perdi la fe.Ms acerca de la genialidad del autor, considerado por muchos uno de los ms eximios escritores de narrativa. Asimismo, porque consideramos que el contenido delcuentotransmite un mensaje de reflexin para que las personas pases todas las adversidades que se interfiere uno tiene que seguir adelante frente a la vida cotidianaEl viejo y el marPRIMERA ENTREGA

Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y haca ochenta y cuatro das que no coga un pez. En los primeros cuarenta das haba tenido consigo a un muchacho. Pero despus de cuarenta das sin haber pescado los padres del muchacho le haban dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salado, lo cual era la peor forma de la mala suerte, y por orden de sus padres el muchacho haba salido en otro bote que cogi tres buenospecesla primera semana. Entristeca al muchacho ver al viejo regresar todos los das con su bote vaco, y siempre bajaba a ayudarle a cargar los rollos de sedal o el bichero y el arpn y la vela arrollada al mstil. La vela estaba remendada con sacos de harina y, arrollada, pareca una bandera en permanente derrota.El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cncer de lapielqueel solproduce con sus reflejos en el mar tropical estaban en sus mejillas. Esas pecas corran por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenan las hondas cicatrices que causa la manipulacin de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un rido desierto.Todo en l era viejo, salvo sus ojos; y estos tenan elcolormismo del mar y eran alegres e invictos.Santiago le dijo el muchacho trepando por la orilla desde donde quedaba varado el bote. Yo podra volver con usted. Hemos hecho algndinero.El viejo haba enseado al muchacho a pescar y el muchacho le tena cario.No dijo el viejo. T sales en un bote que tiene buena suerte. Sigue con ellos.Pero recuerde que una vez llevaba ochenta y siete das sin pescar nada y luego cogimos peces grandes todos los das durante tres semanas.

Lo recuerdo dijo el viejo. Y yo s que no me dejaste porque hubieses perdido la esperanza.Fue pap quien me oblig. Soy al fin chiquillo y tengo que obedecerle.Lo s dijo el viejo. Es completamente normal.Pap no tiene mucha fe.No. Pero nosotros, s, verdad?S dijo el muchacho. Me permite brindarle unacervezaen la Terraza? Luego llevaremos las cosas a casa. Por qu no? dijo el viejo. Entre pescadores.Se sentaron en la Terraza. Muchos de los pescadores se rean del viejo, pero l no se molestaba. Otros, entre los ms viejos, lo miraban y se ponan tristes. Pero no lo manifestaban y se referan cortsmente a la corriente y a las hondonadas donde se haban tendido sus sedales, al continuo buentiempoy a lo que haban visto. Los pescadores que aquel da haban tenidoxitohaban llegado y haban limpiado sus agujas y las llevaban tendidas sobre dos tablas, dos hombres tambalendose al extremo de cada tabla, a la pescadera, donde esperaban a que el camin del hielo las llevara almercado, a La Habana. Los que haban pescado tiburones los haban llevado a la factora de tiburones, al otro lado de la ensenada, donde eran izados en aparejos de polea;

les sacaban los hgados, les cortaban las aletas y los desollaban y cortaban su carne en trozos para salarla.Cuando el viento soplaba del Este el hedor se extenda a travs del puerto, procedente de la fbrica de tiburones; pero hoy no se notaba ms que un dbil tufo porque el viento haba vuelto al Norte y luego haba dejado de soplar. Era agradable estar all, al sol en la Terraza.Santiago dijo el muchacho.Qu dijo el viejo. Con el vaso en la mano pensaba en las cosas de haca muchos aos.Puedo ir a buscarle sardinas para maana?No. Ve a jugar albisbol. Todava puedo remar y Rogelio tirar la atarraya.Me gustara ir. Si no puedo pescar con usted me gustara servirlo de alguna manera.Me has pagado una cerveza dijo el viejo. Ya eres unhombre.Qu edad tena cuando me llevo por primera vez en un bote?Cinco aos. Y por poco pierdes la vida cuando sub aquel pez demasiado vivo que estuvo a punto de destrozar el bote. Te acuerdas?Recuerdo cmo brincaba y pegaba coletazos, y que elbancose rompa, y elruidode los garrotazos. Recuerdo que usted me arroj a la proa, donde estaban los sedales mojados y enrollados. Y recuerdo que todo el bote se estremeca, y el estrpito que usted armaba dndole garrotazos, como si talara un rbol, y el pegajoso olor asangreque me envolva.Lo recuerdas realmente o es que yo te lo he contado?Lo recuerdo todo, desde la primera vez que salimos juntos.El viejo lo mir con sus amorosos y confiados ojos quemados porel sol.Si fueras hijo mo me arriesgara a llevarte, dijo. Pero t eres de tu padre y de tu madre y trabajas en un bote que tiene suerte.Puedo ir a buscarle las sardinas? Tambin s donde conseguir cuatro carnadas.Tengo las mas que me han sobrado de hoy. Las puse en sal en la caja.SEGUNDA ENTREGAMarcharon juntos camino arriba hasta la cabaa del viejo y entraron; la puerta estaba abierta. El viejo inclin el mstil con su vela arrollada contra la pared y el muchacho puso la caja y el resto del aparejo junto a l. El mstil era casi tan largo como la habitacin nica de la choza. Esta ltima estaba hecha de las recias pencas de la palma real que llaman guano, y haba una cama, una mesa, una silla y un lugar en el piso detierrapara cocinar con carbn. En las paredes, de pardas, aplastadas y superpuestas hojas de guano de resistente fibra, haba unaimagenencoloresdel SagradoCoraznde Jess y otra de la Virgen delCobre. Estas eran reliquias de su esposa. En otro tiempo haba habido una desvada foto de su esposa en la pared, pero la haba quitado porque le haca sentirse demasiado solo el verla, y ahora estaba en el estante del rincn, bajo su camisa limpia.Qu tiene para comer? pregunt el muchacho.Una cazuela de arroz amarillo con pescado. Quieres un poco?No. Comer en casa. Quiere que le encienda la candela?No. Yo la encender luego. O quizs coma el arroz fro.Puedo llevarme la atarraya?Desde luego.No haba ninguna atarraya. El muchacho recordaba que la haban vendido. Pero todos los das pasaban por esta ficcin. No haba ninguna cazuela de arroz amarillo con pescado, y el muchacho lo saba igualmente.El ochenta y cinco es un nmero de suerte dijo el viejo. Qu te parece si me vieras volver con un pez que, en canal, pesara ms de mil libras?Voy a coger la atarraya y saldr a pescar las sardinas. Se quedar sentado al sol, a la puerta?S. Tengo ahel peridicode ayer y voy a leer los resultados de los partidos de bisbol.El muchacho se pregunt si el "peridicode ayer" no sera tambin una ficcin. Pero el viejo lo sac de debajo de la cama. Perico me lo dio en la bodega explic.Volver cuando haya cogido las sardinas. Guardar las suyas junto con las mas en el hielo y por la maana nos las repartiremos. Cuando yo vuelva, me contar lo del bisbol.Los Yankees de Nueva York no pueden perder.Pero yo les tengo miedo a los Indios de Cleveland.Ten fe en los Yankees de Nueva York, hijo, piensa en el gran DiMaggio.Les tengo miedo a los Tigres de Detroit y a los Indios de Cleveland.Ten cuidado, no vayas a tenerles miedo tambin a los Rojos de Cincinnatti y a los White Sox de Chicago.Usted estudia eso y me lo cuenta cuando vuelva.Crees que debiramos comprar unos billetes de la lotera que terminen en un ochenta y cinco? Maana hace el da ochenta y cinco.Podemos hacerlo dijo el muchacho. Pero, qu me dice de su gran rcord, el ochenta y siete? No podra suceder dos veces.Crees que puedas encontrar un ochenta y cinco?Puedo pedirlo.Un billete entero. Eso hace dos pesos y medio. Quin podra prestrnoslos?Eso es fcil. Yo siempre encuentro quin me preste dos pesos y medio.Creo que yo tambin. Pero trato de no pedir prestado. Primero pides prestado; luego pides limosna.Abrguese, viejo dijo el muchacho. Recuerde que estamos en septiembre.El mes en que vienen los grandespecesdijo el viejo. En mayo cualquiera es pescador.Ahora voy por las sardinas dijo el muchacho.

Cuando volvi el muchacho, el viejo estaba dormido en la silla. El sol se estaba poniendo. El muchacho cogi de la cama la frazada del viejo y se la ech sobre los hombros. Eran unos hombros extraos, todava poderosos, aunque muy viejos, y el cuello era tambin fuerte todava, y las arrugas no se vean tanto cuando el viejo estaba dormido y con la cabeza derribada hacia adelante. Su camisa haba sido remendada tantas veces, que estaba como la vela; y los remiendos, descoloridos por el sol, eran de varios tonos. La cabeza del hombre era, sin embargo, muy vieja y con sus ojos cerrados no haba vida en su rostro. El peridico yaca sobre sus rodillas y el peso de sus brazos lo sujetaba all contra la brisa del atardecer. Estaba descalzo. El muchacho lo dej all, y cuando volvi, el viejo todava estaba dormido.Despierte, viejo dijo el muchacho, y puso su mano en una de las rodillas de ste. El viejo abri los ojos y por un momento fue como si regresara de muy lejos. Luego sonri.Qu traes? pregunt.La comida dijo el muchacho. Vamos a comer.No tengo mucha hambre.Vamos, venga a comer. No puede pescar sin comer.Habr que hacerlo dijo el viejo, levantndose y cogiendo el peridico y doblndolo. Luego empez a doblar la frazada.No se quite la frazada dijo el muchacho. Mientras yo viva, usted no saldr a pescar sin comer.Entonces vive mucho tiempo, y cudate dijo el viejo. Qu vamos a comer?Frijoles negros con arroz, pltanos fritos y un poco de asado. El muchacho lo haba trado de La Terraza en una cantina. Traa en el bolsillo dosjuegosde cubiertos, cada uno envuelto en una servilleta de papel.Quin te ha dado esto?Martn. El dueo.Tengo que darle las gracias.Ya yo se las he dado dijo el muchacho. No tiene que drselas usted.Le dar la ventrecha de un gran pescado dijo el viejo. Ha hecho esto por nosotros ms de una vez?Creo que s.Entonces tendr que darle ms que la ventrecha. Es muy considerado con nosotros.Mand dos cervezas.Me gusta ms la cerveza en lata.Lo s. Pero sta es en botella. Cerveza Hatuey. Y yo devuelvo las botellas.Muy amable de tu parte dijo el viejo.Comemos? Es lo que yo propona le dijo el muchacho. No he querido abrir la cantina hasta que estuviera usted listo.Ya estoy listo dijo el viejo. Slo necesitaba tiempo para lavarme. "Dnde se lava?", pens el muchacho. El pozo del pueblo estaba a dos cuadras de distancia, camino abajo. "Deb de haberle tradoaguapens el muchacho, y jabn, y una buena toalla. Por qu ser tan desconsiderado? Tengo que conseguirle otra camisa y una chaqueta para el invierno, y algunaclasede zapatos, y otra frazada".Tu asado es excelente dijo el viejo.Hbleme de bisbol le pidi el muchacho.En la Liga Americana, como te dije, los Yankees dijo el viejo muy contento. Hoy perdieron le dijo el muchacho.Eso no significa nada. El gran DiMaggio vuelve a ser lo que era. Tienen otros hombres en el equipo. Naturalmente. Pero con l la cosa es diferente. En la otra liga, entre el Brooklyn y el Filadelfia, tengo que quedarme con el Brooklyn. Pero luego pienso en Dick Sisler y en aquellos lineazos suyos en el viejo parque. Nunca hubo nada como ellos. Jams he visto a nadie mandar la pelota tan lejos. Recuerdas cuando vena a La Terraza? Yo quera llevarlo a pescar, pero era demasiado tmido para proponrselo. Luego te ped a ti que se lo propusieras, y t eras tambin demasiado tmido.Lo s. Fue un gran error. Pudo haber ido con nosotros. Luego eso nos hubiera quedado para toda la vida. Me hubiese gustado llevar a pescar al gran DiMaggio dijo el viejo. Dicen que su padre era pescador. Quizs fuese tan pobre como nosotros y comprendiera. El padre del gran Sisler no fue nunca pobre, y jug en las Grandes Ligas cuando tena mi edad.Cuando yo tena tu edad me hallaba de marinero en un velero de altura que iba alfrica, y he visto leones en las playas al atardecer.Lo s. Usted me lo ha contado. Hablamos de frica o de bisbol?Mejor de bisbol dijo el muchacho. Hbleme del gran John J. McGraw. A veces, en los viejos tiempos, sola venir tambin a La Terraza. Pero era rudo y bocn, y difcil cuando estaba bebido. No slo pensaba en la pelota, sino tambin en los caballos. Por lo menos llevaba listas de caballos constantemente en el bolsillo y con frecuencia pronunciaba nombres de caballos portelfono.Era un gran director dijo el muchacho. Mi padre cree que era el ms grande. Quin es realmente mejor director: Luque o Mike Gonzlez?Creo que son iguales. El mejor pescador es usted. No. Conozco otros mejores.Qu va dijo el muchacho. Hay muchos buenos pescadores y algunos grandes pescadores. Pero como usted, ninguno. Gracias. Me haces feliz. Ojal no se presente un pez tan grande que nos haga quedar mal. No existe tal pez, si est usted tan fuerte como dice. Quiz no est tan fuerte como creo dijo el viejo. Pero conozco muchos trucos, y tengo voluntad.TERCERA ENTREGALa puerta de la casa donde viva el muchacho no estaba cerrada con llave; la abri calladamente y entr descalzo. El muchacho estaba dormido en un catre en el primer cuarto, y el viejo poda verlo claramente a laluzde la luna moribunda. Le cogi con suavidad un pie y lo apret hasta que el muchacho despert y se volvi y lo mir. El viejo le hizo una sea con la cabeza y el muchacho cogi su pantaln de la silla junto a la cama y, sentndose en ella, se lo puso.El viejo sali afuera, y el muchacho vino tras l. Estaba sooliento y el viejo le ech el brazo sobre los hombros y dijo:Lo siento.Qu va dijo el muchacho. Es lo que debe hacer un hombre.Marcharon camino abajo hasta la cabaa del viejo; y a todo lo largo del camino, en la oscuridad, se vean hombres descalzos portando los mstiles de sus botes.Cuando llegaron a la choza del viejo, el muchacho cogi de la cesta los rollos del sedal, el arpn y el bichero; y el viejo llev el mstil con la vela arrollada al hombro.Quiere ustedcaf? pregunt el muchacho. Pondremos el aparejo en el bote y luego tomaremos un poco.Tomaron caf en latas delechecondensada en un puesto que abra temprano y serva a los pescadores.Qu tal ha dormido, viejo? pregunt el muchacho. Ahora estaba despertando aunque todava le era difcil dejar su sueo.Muy bien, Manoln dijo el viejo. Hoy me siento confiado.Lo mismo yo dijo el muchacho. Ahora voy a buscar sus sardinas y las mas y sus carnadas frescas. El dueo trae l mismo el aparejo. No quiere nunca que nadie lleve nada.-Somos diferentes -dijo el viejo-. Yo te dejaba llevar las cosas cuando tenas cinco aos.Lo s dijo el muchacho. Vuelvo enseguida. Tome otro caf. Aqu tenemoscrdito.Sali, descalzo, por lasrocasde coral hasta la nevera donde se guardaban las carnadas.

El viejo tom lentamente su caf. Era lo nico que bebera en todo el da, y saba que deba tomarlo. Haca mucho tiempo que le mortificaba comer, y jams llevaba un almuerzo. Tena una botella de agua en la proa del bote, y eso era lo nico que necesitaba para todo el da.El muchacho estaba de regreso con las sardinas y las dos carnadas envueltas en un peridico, y bajaron por la vereda hasta el bote, sintiendo la arena con piedrecitas debajo de los pies, y levantaron el bote y lo empujaron al agua.Buena suerte, viejo.Buena suerte dijo el viejo. Ajust las amarras de los remos a los toletes, y echndose adelante contra los remos, empez a remar, y sali del puerto en la oscuridad. Haba otros botes de otras playas que salan a la mar, y el viejo senta sumergirse las palas de los remos y empujar, aunque no poda verlos ahora que la luna se haba ocultado detrs de las lomas.A veces alguien hablaba en un bote. Pero en su mayora los botes iban en silencio, salvo por el rumor de los remos. Se desplegaron despus de haber salido de la boca del puerto, y cada uno se dirigi hacia aquella parte del ocano donde esperaba encontrar peces. El viejo saba que se alejara mucho de la costa y dej atrs el olor a tierra y entr remando en el limpio olor matinal del ocano. Vio la fosforescencia de los sargazos enel aguamientras remaba sobre aquella parte del ocano que los pescadores llaman "el gran hoyo" porque se produca una sbita hondonada de setecientas brazas, donde se congregaba toda suerte de peces debido al remolino que haca la corriente contra las escabrosas paredes del lecho del ocano. Haba aqu concentraciones de camarones y peces de carnada, y a veces manadas de calamares en los hoyos ms profundos, y de noche se levantaban a la superficie, donde todos los peces merodeadores se cebaban en ellos.En la oscuridad el viejo poda sentir venir la maana y, mientras remaba, oa el tembloroso rumor de los peces voladores que salan del agua y el siseo que sus rgidas alas hacan surcando elaireen la oscuridad. Senta una gran atraccin por los peces voladores, que eran sus principales amigos en el ocano. Senta compasin por lasaves; especialmente por las pequeas, delicadas y oscuras golondrinas de mar que andaban siempre volando y buscando, y casi nunca encontraban, y pens: "Las aves llevan una vida ms dura que nosotros, salvo las de rapia y las grandes y fuertes. Por qu habrn hecho pjaros tan delicados y tan finos como esas golondrinas de mar, cuando el ocano es capaz de tanta crueldad? La mar es dulce y hermosa. Pero puede ser cruel, y se encoleriza muy sbitamente, y esos pjaros que vuelan picando y cazando, con sus tristes vocecillas, son demasiado delicados para la mar".

Deca siempre la mar. As es como le dicen enespaolcuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera unamujer. Algunos de los pescadores ms jvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenan botes demotorcomprados cuando los hgados de tiburn se cotizaban alto, empleaban el artculo masculino, le llamaban el mar. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o un enemigo. Pero el viejo lo conceba siempre como perteneciente algnerofemenino y como algo que conceda o negaba grandes favores, y si haca cosas perversas y terribles era porque no poda remediarlo. La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer.Remaba firme y seguidamente, y no le costaba un esfuerzo excesivo porque se mantena en su lmite develocidad, y la superficie del ocano era plana, salvo por los ocasionales remolinos de la corriente. Dejaba que la corriente hiciera un tercio de sutrabajo; y cuando empez a clarear, vio que se hallaba ya ms lejos de lo que haba esperado estar a esa hora."Durante una semana pens he trabajado en las profundas hondonadas, y no hice nada. Hoy trabajar all donde estn las manchas de bonitos y albacoras, y acaso haya un pez grande con ellos".Antes de que se hiciera realmente de da, haba sacado sus carnadas y estaba derivando con la corriente. Un cebo llegaba a una profundidad de cuarenta brazas. El segundo, a sesenta y cinco, y el tercero y el cuarto descendan hasta el agua azul a cien y ciento veinticinco brazas.Cada cebo penda cabeza abajo con el asta o tallo del anzuelo dentro del pescado que serva de carnada, slidamente cosido y amarrado; toda la parte saliente del anzuelo, la curva y el garfio, estaba recubierta de sardinas frescas. Cada sardina haba sido empalada por los ojos, de modo que hacan una semiguirnalda en elacerosaliente. No haba ninguna parte del anzuelo que pudiera dar a un gran pez la impresin de que no era algo sabroso y de olor apetecible.El muchacho le haba dado dos pequeos bonitos frescos, que colgaban de los sedales ms profundos como plomadas, y en los otros tena una abultada cojina y un cibele que haban sido usados antes, pero estaban en buenestadoy las excelentes sardinas les prestaban aroma y atraccin. Cada sedal, del espesor de un lpiz grande, iba enroscado a una varilla verdosa, de modo que cualquier tirn o picada al cebo hara sumergir la varilla; y cada sedal tena dos adujas o rollos de cuarenta brazas que podan empatarse a los rollos de repuesto, de modo que, si era necesario, un pez poda llevarse ms de trescientas brazas.El hombre vio ahora descender las tres varillas sobre la borda del bote y rem suavemente para mantener los sedales estirados y a su debida profundidad. Era da pleno y el sol poda salir en cualquier momento.El sol se levant tenuemente del mar y el viejo pudo ver los otros botes, bajitos en el agua, y bien hacia la costa, desplegados a travs de la corriente. El sol se torn ms brillante y su resplandor cay sobre el agua; luego, al levantarse ms en el cielo, el plano mar lo hizo rebotar contra los ojos del viejo, hasta causarledao; y sigui remando sin mirarlo. Miraba al agua y vigilaba los sedales que se sumergan verticalmente en la tiniebla de sta. Los mantena ms rectos que nadie, de manera que a cada nivel en la tiniebla de la corriente hubiera un cebo esperando, exactamente donde l quera que estuviera, por cualquier pez que pasara por all. Otros los dejaban correr a la deriva con la corriente y a veces estaban a sesenta brazas cuando los pescadores crean que estaban a cien."Pero pens el viejo, yo los mantengo con precisin. Lo que pasa es que ya no tengo suerte. Pero, quin sabe? Acaso hoy. Cada da es un nuevo da. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estar dispuesto".El sol estaba en ese momento a dos horas de altura, y no le haca tanto dao a los ojos mirar al este. Ahora slo haba tres botes a la vista, y lucan muy bajo y muy lejos hacia la orilla."Toda mi vida me ha hecho dao en los ojos el sol naciente pens. Sin embargo, todava estn fuertes. Al atardecer, puedo mirarlo de frente sin deslumbrarme. Y por la tarde tiene msfuerza. Pero por la maana es doloroso".

Justamente, entonces, vino una de esas aves marinas llamadas fragatas con sus largas alas negras girando en el cielo sobre l. Hizo una rpida picada, ladendose hacia abajo, con sus alas tendidas hacia atrs, y luego sigui girando nuevamente.Ha cogido algo dijo en voz alta el viejo. No slo est mirando.Rem lentamente y con firmeza hacia donde estaba el ave trazando crculos. No se apur y mantuvo los sedales verticalmente. Pero haba forzado un poco la marcha a favor de la corriente, de modo que todava estaba pescando con correccin, pero ms lejos de lo que hubiera pescado si no tratara de guiarse por el ave.El ave se elev ms en el aire y volvi a girar, con sus alas inmviles. Luego pic de sbito, y el viejo vio una partida de peces voladores que brotaban del agua y navegaban desesperadamente sobre la superficie.Dorados dijo en voz alta el viejo. Dorados grandes.Mont los remos y sac un pequeo sedal de debajo de la proa. Tena un alambre y un anzuelo de tamao mediano, y lo ceb con una de las sardinas. Lo solt por sobre la borda y lo amarr a una argolla a popa. Luego ceb el otro sedal y lo dej enrollado a la sombra de la proa. Volvi a remar y a mirar al ave negra de largas alas que ahora trabajaba a poca altura sobre el agua.Mientras l miraba, el ave pic de nuevo ladeando sus alas para el buceo, y luego sali agitndolas fiera y sutilmente, siguiendo a los peces voladores. El viejo poda ver la leve comba que formaba en el agua el dorado grande siguiendo a los peces fugitivos. Los dorados corran, disparados, bajo el vuelo de los peces y estaran, corriendo velozmente, en el lugar donde cayeran los peces voladores. "Es un gran bando de dorados pens. Estn desplegados ampliamente: pocas probabilidades de escapar tienen los peces voladores. El ave no tiene oportunidad. Los peces voladores son demasiado grandes para ella, y van demasiado velozmente".El hombre observ cmo los peces voladores irrumpan una y otra vez, y los intiles movimientos del ave. "Esa mancha de peces se me ha escapado pens. Se estn alejando demasiado rpidamente, y van demasiado lejos. Pero acaso coja alguno extraviado, y es posible que mi pez grande est en sus alrededores. Mi pescado grande tiene que estar en alguna parte".Las nubes se levantaban ahora sobrela tierracomo montaas, y la costa era slo una larga lnea verde con las lomas azul-grises detrs de ella. El agua era ahora de un azul profundo, tan oscuro que casi resultaba violado. Al bajar la vista, vio elcolorrojo del plancton en el agua oscura, y la extraa luz que ahora daba el sol. Examin sus sedales, y los vio descender rectamente hacia abajo, y perderse de vista; y se sinti feliz viendo tanto plancton, porque eso significaba que haba peces.La extraa luz que el sol haca en el agua, ahora que el sol estaba ms alto, significaba buen tiempo, y lo mismo la forma de las nubes sobre la tierra. Pero el ave estaba ahora casi fuera del alcance de la vista y en la superficie del agua no aparecan ms que algunos parches de amarillo sargazo requemado por el sol, y la violada, redondeada, iridiscente y gelatinosa vejiga de una medusa que flotaba a corta distancia del bote. Flotaba alegremente como una burbuja con sus largos y mortferos filamentos purpurinos a remolque por espacio de una yarda.Agua mala dijoel hombre. Pura.Desde donde se balanceaba suavemente contra sus remos, baj la vista hacia el agua y vio los diminutos peces que tenan el color de los largos filamentos y nadaban entre ellos y bajo la breve sombra que haca la burbuja en sumovimientoa la deriva. Eran inmunes a su veneno. Pero el hombre, no, y cuando algunos de los filamentos se enredaban en el cordel y permanecan all, viscosos y violados, mientras el viejo laboraba por levantar un pez, sufra verdugones y excoriaciones en los brazos y manos, como los que producen el guao y la hiedra venenosa. Pero estos envenenamientos por el agua mala actuaban rpidamente y como latigazos.Las burbujas iridiscentes eran bellas. Pero eran la cosa ms falsa del mar, y el viejo gozaba viendo cmo se las coman las tortugas marinas. Las tortugas las vean, se les acercaban por delante, luego cerraban los ojos, de modo que, con su carapacho, estaban completamente protegidas, y se las coman con filamentos y todo. El viejo gustaba de ver a las tortugas comindoselas y gustaba de caminar sobre ellas en la playa, despus de una tormenta, orlas reventar cuando les pona encima sus pies callosos.

CUARTA ENTREGANo recordaba cunto tiempo haca que haba empezado a hablar solo en voz alta cuando no tena a nadie con quien hablar. En los viejos tiempos, cuando estaba solo, cantaba; a veces, de noche, cuando haca su guardia al timn de las chalupas y los tortugueros, cantaba tambin. Probablemente haba empezado a hablar en voz alta cuando se haba ido el muchacho. Pero no recordaba. Cuando l y el muchacho pescaban juntos, por lo general hablaban nicamente cuando era necesario. Hablaban de noche o cuando los coga el mal tiempo. Se consideraba una virtud no hablar innecesariamente en el mar, y el viejo siempre lo haba reconocido as y lo respetaba. Pero ahora expresaba sus pensamientos en voz alta muchas veces, puesto que no haba nadie a quien pudiera mortificar.Si los otros me oyeran hablar en voz alta, creeran que estoy loco dijo. Pero, puesto que no estoy loco, no me importa. Los ricos tienen radios que les hablan en sus embarcaciones y les dan lasnoticiasdel bisbol."sta no es hora de pensar en el bisbol pens. Ahora hay que pensar en una sola cosa. Aquella para la que he nacido. Pudiera haber un pez grande entornoa esa mancha. Slo he cogido un bonito extraviado de los que estaban comiendo. Pero estn trabajando rpidamente y a lo lejos. Todo lo que asoma hoy a la superficie viaja muy rpidamente y hacia el nordeste. Ser la hora? O ser alguna seal del tiempo, que yo no conozco?".Ahora no poda ver el verdor de la costa; slo las cimas de las verdes colinas que asomaban blancas como si estuvieran coronadas de nieve, y las nubes parecan altas montaas de nieve sobre ellas. El mar estaba muy oscuro, y la luz haca prisma en el agua. Y las miradas de lunares del plancton eran anuladas ahora por al alto sol, y el viejo slo vea los grandes y profundos prismas en el agua azul que tena una milla de profundidad, y en la que sus largos sedales descendan verticalmente.Los pescadores llamaban bonitos a todos los peces de esa especie, y slo distinguan entre ellos por sus nombres propios cuando venan a cambiarlos por carnadas. Los bonitos estaban de nuevo abajo. El sol calentaba fuertemente y el viejo lo senta en la parte de atrs del cuello, y senta el sudor que le corra por la espalda mientras remaba."Pudiera dejarme ir a la deriva pens, y dormir, y echar un lazo al dedo gordo del pie para despertar si pican. Pero hoy hace ochenta y cinco das, y tengo que aprovechar el tiempo".Justamente entonces, mientras vigilaba los sedales, vio que una de las varillas se sumerga vivamente.S dijo. S y mont los remos sin golpear el bote.Cogi el sedal y lo sujet suavemente entre el ndice y el pulgar de su mano derecha. No sinti tensin, ni peso, y aguant ligeramente. Luego volvi a sentirlo. Esta vez fue un tirn de tanteo, ni slido, ni fuerte; y el viejo se dio cuenta, exactamente, de lo que era. A cien brazas ms abajo, una aguja estaba comiendo las sardinas que cubran la punta y el cabo del anzuelo en el punto donde el anzuelo, forjado a mano, sobresala de la cabeza del pequeo bonito.El viejo sujet delicada y blandamente el sedal, y con la mano izquierda lo solt del palito verde. Ahora poda dejarlo correr entre sus dedos sin que el pez sintiera ninguna tensin.A esta distancia de la costa, en este mes, debe de ser enorme pens el viejo. Cmelas, pez. Cmelas. Por favor, cmelas. Estn de lo ms frescas; y t, ah, a seiscientos pies en el agua fra y a oscuras. Da otra vuelta en la oscuridad y vuelve a comrtelas".Senta el leve y delicado tirar; y luego, un tirn ms fuerte cuando la cabeza de una sardina deba de haber sido ms difcil de arrancar del anzuelo. Luego, nada.Vamos, ven dijo el viejo en voz alta. Da otra vuelta. Da otra vuelta. Ven a olerlas. Verdad que son sabrosas? Cmetelas ahora, y luego tendrs un bonito. Duro y fro y sabroso. No seas tmido, pez. Cmetelas.Esper con el sedal entre el ndice y el pulgar, vigilndolo, y vigilando los otros al mismo tiempo, pues el pez pudiera virar arriba o abajo. Luego volvi a sentir la misma y suave traccin.Lo coger dijo el viejo en voz alta. Dios lo ayude a cogerlo.No lo cogi, sin embargo. Se fue y el viejo no sinti nada ms.No puede haberse ido dijo. No se puede haber ido, maldito! Est dando una vuelta. Es posible que haya sido enganchado alguna otra vez y que recuerde algo de eso.Luego sinti un suave contacto en el sedal y de nuevo fue feliz.No ha sido ms que una vuelta dijo. Lo coger.Era feliz sintindolo tirar suavemente, y luego tuvo la sensacin de algo duro e increblemente pesado. Era el peso del pez, y dej que el sedal se deslizara abajo, abajo, llevndose los dos primeros rollos de reserva. Segn descenda, deslizndose suavemente entre los dedos del viejo, todava l poda sentir el gran peso, aunque lapresinde su ndice y de su pulgar era casi imperceptible.Qu pez! dijo. Lo lleva atravesado en la boca, y se est yendo con l."Luego virar y se lo tragar", pens. No dijo esto porque saba que cuando uno dice una buena cosa, posiblemente no suceda. Saba que ste era un pez enorme, y se lo imagin alejndose en la tiniebla con el bonito atravesado en la boca. En ese momento sinti que haba dejado de moverse, pero el peso persista todava. Luego el peso fue en aumento, y el viejo le dio ms sedal. Acentu la presin del ndice y el pulgar por un momento, y el peso fue en aumento. Y el sedal descenda verticalmente.Lo ha cogido dijo. Ahora dejar que se lo coma a su gusto.Dej que el sedal se deslizara entre sus dedos mientras bajaba la mano izquierda y amarraba el extremo suelto de los dos rollos de reserva al lazo de los rollos de reserva del otro sedal. Ahora estaba listo. Tena tres rollos de cuarenta brazas de sedal en reserva, adems del que estaba usando.Come un poquito ms dijo. Come bien."Cmetelo de modo que la punta del anzuelo penetre en tu corazn y te mate pens. Sube sin cuidado y djame clavarte el arpn. Bueno. Ests listo? Llevas suficiente tiempo a la mesa?".Ahora! dijo en voz alta y tir fuerte con ambas manos; gan un metro de sedal; luego tir de nuevo, y de nuevo, balanceando cada brazo alternativamente y girando sobre s mismo.

No sucedi nada. El pez segua, simplemente, alejndose con lentitud, y el viejo no poda levantarlo ni una pulgada. Su sedal era fuerte; era cordel cataln y nuevo, de este ao, hecho para peces pesados, y lo sujet contra su espalda hasta que estuvo tan tirante que solt gotas de agua.Luego empez a hacer un lentosonidode siseo en el agua.El viejo segua sujetndolo, alinendose contra el banco e inclinndose hacia atrs. El bote empez a moverse lentamente hacia el noroeste.El pez segua movindose sin cesar y viajaban ahora lentamente en el agua tranquila. Los otros cebos estaban todava en el agua, pero no haba nada que hacer.Ojal estuviera aqu el muchacho dijo en voz alta. Voy a remolque de un pez grande, y yo soy la bita de remolque. Podra amarrar el sedal. Pero entonces pudiera romperlo. Debo aguantarlo todo lo posible y darle sedal cuando lo necesite. Gracias a Dios que va hacia adelante, y no hacia abajo. No s qu har si decide ir hacia abajo. Pero algo har. Puedo hacer muchas cosas.Sujet el sedal contra su espalda y observ su sesgo en el agua; el bote segua movindose ininterrumpidamente hacia el noroeste."Esto lo matar pens el viejo. Alguna vez tendr que parar".Pero, cuatro horas despus, el pez segua tirando, llevando el bote a remolque, y el viejo estaba todava slidamente afincado, con el sedal atravesado a la espalda.Eran las doce del da cuando lo enganch dijo. Y todava no lo he visto ni una sola vez.Se haba calado fuertemente el sombrero de yarey en la cabeza antes de enganchar al pez; ahora el sombrero le cortaba la frente. Tena sed. Se arrodill y, cuidando de no sacudir el sedal, estir el brazo cuanto pudo por debajo de la proa, y cogi la botella de agua. La abri y bebi un poco. Luego repos contra la proa. Descans sentado en la vela y el palo que haba quitado de la carlinga, y trat de no pensar: slo aguantar.Luego mir hacia atrs y vio que no haba tierra alguna a la vista. "Eso no importa pens. Siempre podr orientarme por el resplandor de La Habana. Todava quedan dos horas de sol, y posiblemente suba antes de la puesta del sol. Si no, acaso suba al venir la luna. Si no hace eso, puede que suba a la salida del sol. No tengo calambres, y me siento fuerte. l es quien tiene el anzuelo en la boca. Pero para tirar as, tiene que ser un pez demarcamayor. Debe de llevar la boca fuertemente cerrada contra el alambre. Me gustara verlo. Me gustara verlo aunque slo fuera una vez para saber con quin tengo que entendrmelas".El pez no vari su curso ni sudireccinen toda la noche; al menos, hasta donde el hombre poda juzgar, guiado por las estrellas. Despus de la puesta del sol haca fro, y el sudor se haba secado en su espalda, sus brazos y sus piernas. De da haba cogido el saco que cubra la caja de las carnadas y lo haba tendido a secar al sol. Despus de la puesta del sol, se lo enroll al cuello de modo que le caa sobre la espalda. Se lo desliz con cuidado por debajo del sedal, que ahora le cruzaba los hombros. El saco mulla el sedal, y el hombre haba encontrado la manera de inclinarse hacia adelante contra la proa en una postura que casi le resultaba confortable. La postura era, en realidad, tan slo un poco menos intolerable, pero la concibi como casi confortable."No puedo hacer nada con l, y l no puede hacer nada conmigo pens. Al menos mientras siga estejuego".Una vez se enderez, orin por sobre la borda, mir a las estrellas y verific el rumbo. El sedal luca como una lista fosforescente en el agua, que se extenda, recta, partiendo de sus hombros. Ahora iban ms lentamente y el fulgor de La Habana no era tan fuerte. Esto le indicaba que la corriente deba de estar arrastrndolo hacia el este. "Si pierdo el resplandor de La Habana, ser que estamos yendo ms hacia el este", pens, pues si el rumbo del pez se mantuviera invariable vera el fulgor durante muchas horas ms."Me pregunto quin habr ganado hoy en las Grandes Ligas pens. Sera maravilloso tener unradioporttil para enterarse". Luego reflexion: "Piensa en esto; piensa en lo que ests haciendo. No hagas ninguna estupidez". A poco, dijo en voz alta:Ojal estuviera aqu el muchacho. Para ayudarme y para que viera esto."Nadie debiera estar solo en suvejezpens. Pero es inevitable. Tengo que acordarme de comer el bonito antes de que se eche a perder, a fin de conservar las fuerzas. Recuerda: por poca gana que tengas, tendrs que comerlo por la maana. Recuerda", se dijo.Durante la noche acudierondelfinesen torno al bote. Los senta rolando y resoplando. Poda percibir la diferencia entre el sonido del soplo del macho y el suspirante soplo de la hembra.Son buena gente dijo. Juegan y bromean y se hacenel amor. Son nuestros hermanos, como los peces voladores.Entonces empez a sentir lstima por el gran pez que haba enganchado. "Es maravilloso y extrao, y quin sabe qu edad tendr pens. Jams he cogido un pez tan fuerte, ni que se portara de un modo tan extrao. Puede que sea demasiado prudente para subir a la superficie. Brincando y precipitndose locamente pudiera acabar conmigo. Pero es posible que haya sido enganchado ya muchas veces y que sepa que sta es la manera de pelear. No puede saber que no hay ms que un hombre contra l, ni que este hombre es un anciano. Pero, qu pez ms grande! y qu bien lo pagarn en el mercado, si su carne es buena. Cogi la carnada como un macho, y tira como un macho, y no haypnicoen su manera de pelear. Me pregunto si tendr algnplano si estar, como yo, en la desesperacin".Record aquella vez en que haba enganchado una de las dos agujas que iban en pareja. El macho dejaba siempre que la hembra comiera primero, y el pez enganchado, la hembra, present una pelea fiera, desesperada y llena de pnico, que no tard en agotarla. Durante todo ese tiempo, el macho permaneci con ella, cruzando el sedal y girando con ella en la superficie. Haba permanecido tan cerca, que el viejo haba temido que cortara el sedal con la cola, que era afilada como una guadaa y casi de la misma forma y tamao. Cuando el viejo la haba enganchado con el bichero, la haba golpeado sujetando su mandbula en forma de espada y de spero borde, y golpeado en la cabeza hasta que su color se haba tornado como el de la parte de atrs de los espejos; y luego cuando, con ayuda del muchacho, la haba izado a bordo, el macho haba permanecido junto al bote. Despus, mientras el viejo levantaba los sedales y preparaba el arpn, el macho dio un brinco en el aire junto al bote para ver dnde estaba la hembra. Y luego se haba sumergido en la profundidad con sus alas azul-rojizas, que eran sus aletas pectorales, desplegadas ampliamente y mostrando todas sus franjas del mismo color. "Era hermoso", recordaba el viejo. Y se haba quedado junto a su hembra."Es lo ms triste que he visto jams en ellos pens. El muchacho tambin haba sentido tristeza, y le pedimos perdn a la hembra y le abrimos el vientre prontamente".QUINTA ENTREGAAlgo antes del amanecer cogi uno de los sedales que tena detrs. Sinti que el palito se rompa y que el sedal empezaba a correr precipitadamente sobre la regala del bote. En la oscuridad sac el cuchillo de la funda y, echando toda la presin del pez sobre el hombro izquierdo, se inclin hacia atrs y cort el sedal contra lamaderade la regala. Luego cort el otro sedal ms prximo, y en la oscuridad sujet los extremos sueltos de los rollos de reserva. Trabaj diestramente con una sola mano y puso su pie sobre los rollos para sujetarlos mientras apretaba los nudos. Ahora tena seis rollos de reserva. Haba dos de cada carnada, que haba cortado, y los dos del cebo que haba cogido el pez. Y todos estaban enlazados."Tan pronto como sea de da pens, me llegar hasta el cebo de cuarenta brazas y lo cortar tambin y enlazar los rollos de reserva. Habr perdido doscientas brazas del buen cordel cataln y los anzuelos y alambres. Eso puede ser reemplazado. Pero este pez, quin lo reemplaza? Si engancho otros peces, pudiera soltarse. Me pregunto qu peces habrn sido los que acaban de picar. Pudiera ser una aguja, o un emperador o un tiburn. No llegu a tomarle el peso. Tuve que deshacerme de l demasiado pronto".En voz alta dijo:Me gustara que el muchacho estuviera aqu."Pero el muchacho no est contigo", pens."Nocuentasms que contigo mismo, y haras bien en llegarte hasta el ltimo sedal, aunque sea en la oscuridad y empalmar los dos rollos de reserva".Fue lo que hizo. Fue difcil en la oscuridad, y una vez el pez dio un tirn que lo lanz de bruces, y le caus una herida bajo el ojo. La sangre le corri un poco por la mejilla. Pero se coagul y se sec antes de llegar a su barbilla, y el hombre volvi a la proa y se apoy contra la madera. Ajust el saco y manipul cuidadosamente el sedal de modo que pasara por otra parte de sus hombros y, sujetndolo en estos, tante con cuidado la traccin del pez y luego meti la mano en el agua para sentir la velocidad del bote."Me pregunto por qu habr dado ese nuevo impulso pens. El alambre debe de haber resbalado sobre la comba de su lomo. Conseguridadsu lomo no puede dolerle tanto como me duele el mo. Pero no puede seguir tirando eternamente de este bote por grande que sea. Ahora todo lo que pudiera estorbar est despejado y tengo una gran reserva de sedal: no hay mas que pedir".Pez dijo, dulcemente en voz alta, seguir hastala muerte."Y l seguir tambin conmigo, me imagino", pens el viejo, y se puso a esperar a que fuera de da. Ahora, a esta hora prxima al amanecer, haca fro, y se apret contra la madera en busca decalor. "Voy a aguantar tanto como l", pens. Y, con la primera luz, el sedal se extendi a los lejos y hacia abajo en el agua. El bote se mova sin cesar y cuando se levanto el primer filo de sol fue a posarse sobre el hombro derecho del viejo.Se ha dirigido hacia el norte dijo el viejo."La corriente nos habr desviado mucho al este pens. Ojal virara con la corriente. Eso indicara que se estaba cansando".Cuando el sol se hubo levantado ms, el viejo se dio cuenta de que el pez no se estaba cansando. Slo una seal favorable, el sesgo del sedal, indicaba que nadaba a menos profundidad. Eso no significaba, necesariamente, que fuera a brincar a la superficie. Pero pudiera hacerloDios quiera que suba dijo el viejo. Tengo suficiente sedal para manejarlo."Puede que si aumento un poquito la tensin le duela y surja a la superficie pens. Ahora que es de da, conviene que salga para que llene de aire los sacos a lo largo de su espinazo y no pueda luego descender a morir a las profundidades".

Trat de aumentar la tensin, pero el sedal haba sido estirado ya todo lo que daba desde que haba enganchado al pez y, al inclinarse hacia atrs, sinti la dura tensin de la cuerda y se dio cuenta de que no poda aumentarla. "Tengo que tener cuidado de no sacudirlo pens. Cada sacudida ensancha la herida que hace el anzuelo y, si brinca, pudiera soltarlo. De todos modos me siento mejor al venir el sol y por esta vez no tengo que mirarlo de frente".Haba algas amarillas en el sedal, pero el viejo saba que eso no haca ms que aumentar laresistenciadel bote, y el viejo se alegr. Eran las algas amarillas del Golfo el sargazo las que haban producido tanta fosforescencia de noche.Pez dijo, yo te quiero y terespetomuchsimo. Pero acabar con tu vida antes de que termine este da..."Ojal", pens.Un pajarito vino volando hacia el bote, procedente del norte. Era una especie de curruca que volaba muy bajo sobre el agua. El viejo se dio cuenta de que estaba muy cansado. El pjaro lleg hasta la popa del bote y descans all. Luego vol en torno a la cabeza del viejo y fue a posarse en el sedal, donde estaba ms cmodo.Qu edad tienes? pregunt el viejo al pjaro. Es ste tu primer viaje?El pjaro lo mir al orlo hablar. Estaba demasiado cansado siquiera para examinar el sedal y se balance asindose fuertemente a l con sus delicadas patas.Ests firme le dijo el viejo. Demasiado firme. Despus de una noche sin viento no debieras estar tan cansado. A qu vienen los pjaros?"Los gavilanes pens salen al mar a esperarlos". Pero no le dijo nada de esto al pajarito, que de todos modos no poda entenderlo y que ya tendra tiempo de conocer a los gavilanes.Descansa, pajarito, descansa dijo. Luego ve a correr fortuna como cualquier hombre o pjaro o pez.Lo estimulaba a hablar porque su espalda se haba endurecido de noche y ahora le dola realmente.Qudate en mi casa si quieres, pajarito dijo. Lamento que no pueda izar la vela y llevarte a tierra, con la suave brisa que se est levantando. Pero ests con un amigo.Justamente entonces el pez dio una sbita sacudida; el viejo fue a dar contra la proa; y hubiera cado por la borda si no se hubiera aferrado y soltado un poco de sedal.El pjaro levant el vuelo cuando el sedal se sacudi, y el viejo ni siquiera lo haba visto irse. Palp cuidadosamente el sedal con la mano derecha y not que su mano sangraba.Algo lo ha lastimado dijo en voz alta, y tir del sedal para ver si poda virar al pez. Pero cuando llegaba a su mxima tensin, sujet firme y se ech hacia atrs para formar contrapeso.Ahora lo ests sintiendo, pez dijo. Y bien sabe Dios que tambin yo lo siento. Mir en derredor a ver si vea al pjaro, porque le hubiera gustado tenerlo de compaero. El pjaro se haba ido."No te has quedado mucho tiempo pens el viejo. Pero a dnde vas, va a ser ms difcil, hasta que llegues a la costa. Cmo me habr dejado cortar por esa rpida sacudida del pez? Me debo de estar volviendo estpido. O quiz sea que estaba mirando al pjaro y pensando en l. Ahora prestaratencina mi trabajo y luego me comer el bonito para que las fuerzas no me fallen".Ojal estuviera aqu el muchacho, y que tuviera un poco de sal dijo en voz alta.Pasando la presin del sedal al hombro izquierdo y arrodillndose con cuidado, lav la mano en el mar y la mantuvo all sumergida, por ms de un minuto, viendo correr la sangre y deshacerse en estela, y el continuo movimiento del agua contra su mano al moverse el bote.Ahora va mucho ms lentamente dijo. Al viejo le hubiera gustado mantener la mano en el agua salada por ms tiempo, pero tema otra sbita sacudida del pez y se levant y se afianz y alz la mano contra el sol. Era slo un roce del sedal lo que haba cortado su carne. Pero era en la parte con que tena que trabajar. El viejo saba que antes de que esto terminara necesitara sus manos, y no le gustaba nada estar herido antes de empezar.Ahora dijo, cuando su mano se hubo secado tengo que comer ese pequeo bonito. Puedo alcanzarlo con el bichero y comrmelo aqu tranquilamente.Se arrodill y hall el bonito bajo la popa con el bichero y lo atrajo hacia s evitando que se enredara en los rollos de sedal. Sujetando el sedal nuevamente con el hombro izquierdo y apoyndose en el brazo izquierdo, sac el bonito del garfio del bichero y puso de nuevo el bichero en su lugar. Plant una rodilla sobre el pescado y arranc tiras de carne oscura longitudinalmente desde la parte posterior de la cabeza hasta la cola. Eran tiras en forma de cua y las arranc desde la proximidad del espinazo hasta el borde del vientre. Cuando hubo arrancado seis tiras las tendi en la madera de la popa, limpi su cuchillo en el pantaln y levant el resto del bonito por la cola y lo tir por sobre la borda.No creo que pueda comerme uno entero dijo, y cort por la mitad una de las tiras. Senta la firme tensin del sedal y su mano izquierda tena calambre. La corri hacia arriba sobre el duro sedal y la mir con disgusto. Qu clase de mano es sta? dijo. Puedes coger calambre si quieres. Puedes convenirse en una garra. De nada te va a servir. "Vamos", pens, y mir al agua oscura y al sesgo del sedal. "Cmetelo ahora y le dar fuerza a la mano. No es culpa de la mano, y llevas muchas horas con el pez. Pero puedes quedarte siempre con l. Cmete ahora el bonito".Cogi un pedazo, se lo llev a la boca y lo mastic lentamente. No era desagradable."Mastcalo bien pens, y no pierdas ningn jugo. Con un poco de limn o lima o con sal no estara mal". Cmo te sientes, mano? Pregunt a la que tena calambre y que estaba casi rgida como un cadver. Ahora comer un poco para ti.SEXTA ENTREGAMir por sobre el mar y ahora se dio cuenta de cun solo se encontraba. Pero vea los prismas en el agua profunda y oscura, el sedal estirado adelante y la extraa ondulacin de la calma. Las nubes se estaban acumulando ahora para la brisa, y mir adelante y vio una bandada de patos salvajes que se proyectaban contra el cielo sobre el agua, luego formaban un borrn y volvan a destacarse como un aguafuerte; y se dio cuenta de que nadie est jams solo en el mar.Record cmo algunos hombres teman hallarse fuera de la vista de tierra en un botecito; y en los mares de sbito mal tiempo tenan razn. Pero ahora era el tiempo de los ciclones, y cuando no hay cicln en el tiempo de los ciclones es el mejor tiempo del ao."Si hay cicln, siempre puede uno ver lassealesvarios das antes en el mar. En tierra no las ven porque no saben reconocerlas pens. En tierra debe notarse tambin por la forma de las nubes. Pero ahora no hay cicln a la vista".Mir al cielo y vio la formacin de los blancos cmulos, como sabrosaspilasde mantecado, y ms arriba se vean las tenues plumas de los cirros contra el alto de septiembre.Brisa ligera dijo. Mejor tiempo para m que para ti, pez.Su mano izquierda estaba todava presa del calambre, pero la iba soltando poco a poco."Detesto el calambre pens. Es una traicin del propio cuerpo. Es humillante ante los dems tenerdiarreaproducida por envenenamiento de promanas o vomitar por lo mismo. Pero el calambre lo humilla a uno, especialmente cuando est solo. Si el muchacho estuviera aqu podra frotarme la mano y soltarla, desde el antebrazo pens. Pero ya se soltar".Luego palp con la mano derecha para conocer la diferencia de tensin en el sedal; despus vio que el sesgo cambiaba en el agua. Seguidamente, al inclinarse contra el muslo, vio que cobraba un lento sesgo ascendente.Est subiendo dijo. Vamos, mano. Ven, te lo pido.El sedal se alzaba lenta y continuamente. Luego la superficie del mar se comb delante del bote y sali el pez. Surgi interminablemente y manaba agua por sus copados. Brillaba al sol, y su cabeza y lomo eran de un prpura oscuro, y al sol las franjas de sus costados lucan anchas y de un tenue color azul-rojizo. Su espada era tan larga como un bate de bisbol, yendo de mayor a menor como un estoque. El pez apareci sobre el agua en toda su longitud, y luego volvi a entrar en ella dulcemente, como un buzo, y el viejo vio la gran hoja de guadaa de su cola sumergindose, y el sedal comenz a correr velozmente.Es dos pies ms largo que el bote dijo el viejo. El sedal segua corriendo veloz pero gradualmente, y el pez no tena pnico. El viejo trataba de mantener con ambas manos el sedal a la mayor tensin posible sin que se rompiera. Saba que si no poda demorar al pez con una presin continuada, el pez poda llevarse todo el sedal y romperlo."Es un gran pez y tengo que convencerlo pensNo debo permitirle jams que se d cuenta de su fuerza ni de lo que podra hacer si echara "a correr". Si yo fuera l empleara ahora toda la fuerza y seguira hasta que algo se rompiera. Pero, a Dios gracias, los peces no son tan inteligentes como los que los matamos; aunque son ms nobles y ms hbiles".

El viejo haba visto muchos peces grandes. Haba visto muchos que pesaban ms de mil libras, y haba cogido dos de aquel tamao en su vida, pero nunca solo. Ahora, solo, y fuera de la vista de tierra, estaba sujeto al ms grande pez que haba visto jams, ms grande que cuantos conoca de odas, y su mano izquierda estaba todava tan rgida como las garras convulsas de un guila."Pero ya se soltar pens. Con seguridad que se le quitar el calambre para que pueda ayudar a la mano derecha. Tres cosas se pueden considerar hermanas: el pez y mis dos manos. Tiene que quitrsele el calambre". El pez haba demorado de nuevo su velocidad y segua a su ritmo habitual."Me pregunto por qu habr salido a la superficie pens el viejo. Brinc para mostrarme lo grande que era. Ahora ya lo s pens. Me gustara demostrarle qu clase de hombre soy. Pero entonces vera la mano con calambre. Que piense que soy ms hombre de lo que soy, y lo ser. Quisiera ser el pez, con todo lo que tiene, frente a mi voluntad y a miinteligenciasolamente"Se acomod confortablemente contra la madera y acept sin protestar su sufrimiento. Y el pez segua nadando sin cesar, y el bote se mova lentamente sobre el agua oscura. Se estaba levantando un poco de oleaje con el viento que vena del este, y al medioda la mano izquierda del viejo estaba libre del calambre.Malas noticias para ti, pez dijo, y movi el sedal sobre los sacos que cubran sus hombros. Estaba cmodo, pero sufra, aunque era incapaz de confesar su sufrimiento.No soy religioso dijo. Pero rezaran diez padrenuestros y diez avemaras por pescar este pez, y prometo hacer una peregrinacin a la Virgen del Cobre si lo pesco. Lo prometo.Comenz a decir sus oraciones de modo mecnico. A veces se senta tan cansado que no recordaba la oracin, pero luego las deca rpidamente, para que salieran automticamente. "Las avemaras son ms fciles de decir que los padrenuestros", pens.Dios te salve, Mara, llena eres de gracia, el Seor es contigo, bendita t eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jess. Santa Mara, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestramuerte, Amn.Luego aadi: Virgen bendita, ruega por la muerte de este pez. Aunque es tan maravilloso.Dichas sus oraciones y sintindose mejor, pero sufriendo igualmente, y acaso un poco ms, se inclin contra la madera de proa y empez a activar mecnicamente los dedos de su mano izquierda.El sol calentaba fuerte ahora, aunque se estaba levantando ligeramente la brisa.Ser mejor que vuelva a poner cebo al sedal de popa dijo. Si el pez decide quedarse otra noche, necesitar comer de nuevo y queda poca agua en la botella. No creo que pueda conseguir aqu ms que un dorado. Pero si lo como bastante fresco, no ser malo. Me gustara que viniera a bordo esta noche un pez volador. Pero no tengo luz para atraerlo. Un pez volador es excelente para comerlo crudo y no tendra que limpiarlo. Tengo que ahorrar ahora toda mi fuerza."Cristo! No saba que fuera tan grande!".Sin embargo, lo matar dijo. Con toda su gloria y su grandeza."Aunque es injusto pens. Pero le demostrar lo que puede hacer un hombre y lo que es capaz de aguantar".Ya le dije al muchacho que yo era un hombre extrao, dijo. Ahora es el momento de demostrarlo.El millar de veces que lo haba demostrado no significaba nada. Ahora lo estaba probando de nuevo. Cada vez era una nueva circunstancia y cuando lo haca no pensaba jams en el pasado."Me gustara que se durmiera ypoderdormir yo, y soar con los leones pens. Por qu, de lo que queda, sern los leones lo principal? No pienses, viejo se dijo. Reposa dulcemente contra la madera y no pienses en nada. El pez trabaja. Trabaja t lo menos que puedas".Estaba ya entrada la tarde y el bote todava se mova lenta y seguidamente. Pero la brisa del este contribua ahora a la resistencia del bote, y el viejo navegaba suavemente con el ligero oleaje, y el escozor del sedal en la espalda le era leve y llevadero.Una vez, en la tarde, el sedal empez a alzarse de nuevo. Pero el pez sigui nadando a un nivel ligeramente ms alto. El sol le daba ahora en el brazo y el hombro izquierdos y en la espalda. Por eso saba que el pez haba virado al nordeste.Ahora que lo haba vino una vez, poda imaginrselo nadando en el agua con sus purpurinas aletas pectorales desplegadas como alas y la gran cola erecta tajando la tiniebla. "Me pregunto cmo podr ver a tanta profundidad pens. Sus ojos son enormes, y un caballo, con mucho menos ojo, puede ver en la oscuridad. En otro tiempo yo vea perfectamente en la oscuridad. No en la tiniebla completa. Pero vea casi como los gatos".El sol y el continuo movimiento de sus dedos haban librado completamente de calambre la mano izquierda, y empez a pasar ms presin a esta mano contrayendo losmsculosde su espalda para repartir un poco el escozor del sedal.Si no ests cansado, pez dijo en voz alta, debes de ser muy extrao.Se senta ahora muy cansado y saba que pronto vendra la noche y trat de pensar en otras cosas. Pens en las Grandes Ligas. Saba que los Yankees de Nueva York estaban jugando contra los Tigres de Detroit."ste es el segundo da en que no me entero del resultado de los juegos pens. Pero debo tener confianza y debo ser digno del gran DiMaggio, que hace todas las cosas perfectamente, aun con el dolor de la espuela de hueso en el taln. Qu cosa es una espuela de hueso? se pregunt. Nosotros no las tenemos. Ser tan dolorosa como la espuela de un gallo de pelea en el taln de unapersona? Creo que no podra soportar eso, ni la prdida de uno de los ojos, o de los dedos, y seguir peleando como hacen los gallos de pelea. El hombre no es gran cosa junto a las grandes aves y a las fieras. Con todo, preferira ser esa bestia que est all abajo en la tiniebla del mar".No s dijo en voz alta. Nunca he tenido una espuela de hueso.El sol se estaba poniendo. Para darse ms confianza, el viejo record aquella vez, cuando, en la taberna de Casablanca, haba pulseado con el gran negro de Cienfuegos, que era el hombre ms fuerte de los muelles. Haban estado un da y una noche con sus codos sobre una raya de tiza en la mesa, y los antebrazos verticales, y las manos agarradas. Cada uno trataba de bajar la mano del otro hasta la mesa. Se hicieron muchas apuestas y la gente entraba y sala del local bajo las luces de queroseno, y l miraba al brazo y a la mano del negro, y a la cara del negro.SPTIMA ENTREGAJustamente antes del anochecer, cuando pasaban junto a una gran isla de sargazo que se alzaba y bajaba y balanceaba con el leve oleaje, como si el ocano estuviera haciendo elamorcon alguna cosa, bajo una manta amarilla un dorado se prendi en su sedal pequeo. El viejo lo vio primero cuando brinc al aire,oroverdadero a los ltimos rayos del sol, doblndose y debatindose fieramente. Volvi a surgir, una y otra vez, en las acrobticas salidas que le dictaba su miedo. El hombre volvi como pudo a la popa, y agachndose y sujetando el sedal grande con la mano y el brazo derecho tir del dorado con su mano izquierda, plantando su descalzo pie izquierdo sobre cada tramo de sedal que iba ganando. Cuando el pez lleg a popa, dando cortes y zambullidas, el viejo se inclin sobre la popa y levant al bruido pez de oro de pintas violceas por sobre sta. Sus mandbulas actuaban convulsivamente en rpidas mordidas contra el anzuelo y bati el fondo del bote con su largo cuerpo plano, su cola y su cabeza, hasta que el viejo le peg en la brillante cabeza dorada. Entonces se estremeci y se qued quieto.El viejo desenganch al pez, volvi a cebar el sedal con otra sardina y lo arroj al agua. Despus volvi lentamente a la proa. Se lav la mano izquierda y se la sec en el pantaln. Luego pas el grueso sedal de la mano derecha a la mano izquierda y lav la mano derecha en el mar mientras clavaba la mirada en el sol que se hunda en el ocano, y en el sesgo del sedal grande.No ha cambiado nada en absoluto dijo.Pero observando el movimiento del agua contra su mano, not que era perceptiblemente ms lento.Voy a amarrar los dos remos uno contra otro y a colocarlos de travs detrs de la popa: eso retardar de noche su velocidad dijo. Si el pez se defiende bien de noche, yo tambin."Sera mejor limpiar el dorado un poco despus para que la sangre se quedara en la carne pens. Puedo hacer eso un poco ms tarde y amarrar los remos para hacer un remolque al mismo tiempo. Ser mejor dejar tranquilo al pez por ahora y no perturbarlo demasiado a la puesta del sol. La puesta del sol es un momento difcil para todos los peces".Dej secar su mano en el aire, luego cogi el sedal con ella y se acomod lo mejor posible y se dej tirar adelante contra la madera para que el bote aguantara la presin tanto o ms que l."Estoy aprendiendo a hacerlo pens. Por lo menos esta parte. Y luego, recuerda que el pez no ha comido desde que cogi la carnada, y que es enorme, y necesita mucha comida. Ya me he comido un bonito entero. Maana me comer el dorado. Quiz me coma un poco cuando lo limpie. Ser ms difcil de comer que el bonito. Pero, despus de todo, nada es fcil"Cmo te sientes, pez? pregunt en voz alta. Yo me siento bien, y mi mano izquierda va mejor, y tengo comida para una noche y un da. Sigue tirando del bote, pez.No se senta realmente bien porque el dolor que le causaba el sedal en la espalda haba rebasado casi el dolor y pasado a un entumecimiento que le pareca sospechoso. "Pero he pasado cosas peores pens. Mi mano slo est un poco rozada y el calambre ha desaparecido de la otra. Mis piernas estn perfectamente. Y adems, ahora te llevo ventaja en la cuestin del sustento".Ahora es de noche, pues en septiembre se hace de noche rpidamente despus de la puesta del sol. Se ech contra la madera gastada de la proa y repos todo lo posible. Haban salido las primeras estrellas. No conoca el nombre de Venus, pero la vio, y saba que pronto estaran todas a la vista, y que tendra consigo a todas sus amigas lejanas.El pez es tambin mi amigo dijo en voz alta. Jams he visto un pez as, ni heodohablar de l. Pero tengo que matarlo. Me alegra que no tengamos que tratar de matar a las estrellas."Imagnate que cada da tuviera uno que tratar de matar a la luna pens. La luna se escapa. Pero, imagnate que tuviera uno que tratar diariamente de matar al sol! Nacimos con suerte".Luego sinti pena por el gran pez que no tena nada que comer, y su decisin de matarlo no se afloj por eso un instante. "Podra alimentar a mucha gente pens. Pero, sern dignos de comerlo? No, desde luego que no. No hay persona digna de comrselo, a juzgar por sucomportamientoy su grandignidad"."No comprendo estas cosas pens. Pero es bueno que no tengamos que tratar de matar al sol o a la luna o a las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a nuestros verdaderos hermanos"."Ahora medit tengo que pensar en el remolque para demorar la velocidad. Tiene sus peligros y sus mritos. Pudiera perder tanto sedal que pierda al pez si hace su esfuerzo y si el remolque de remos est en su lugar y el bote pierde toda su ligereza. Su ligereza prolonga el sufrimiento de nosotros dos, pero es mi seguridad, puesto que el pez tiene una gran velocidad que no ha empleado todava. Pase lo que pase, tengo que limpiar el dorado a fin de que no se eche a perder y comer una parte de l para estar fuerte".

"Ahora descansar una hora ms, y ver si contina firme y sin alteracin antes de volver a la popa, y hacerel trabajo, y tomar una decisin. Entre tanto, ver cmo se porta y si presenta algncambio. Los remos son un buen truco, pero ha llegado el momento de actuar sobreseguro. Todava es mucho pez, y he visto que el anzuelo estaba en el canto de su boca, y ha mantenido la boca hermticamente cerrada. El castigo del anzuelo no es nada. El castigo del hambre y el que se halle frente a una cosa que no comprende, lo es todo. Descansa ahora, viejo, y djalo trabajar hasta que llegue tu turno".Descans durante lo que crey seran dos horas. La luna no se levantaba ahora hasta tarde y no tena modo de calcular el tiempo. Y no descansaba realmente, salvo por comparacin. Todava llevaba con los hombros la presin del sedal, pero puso la mano izquierda en la regala de proa y fue confiando cada vez ms resistencia al propio bote."Qu simple seria si pudiera amarrar el sedal pens. Pero con una brusca sacudida podra romperlo. Tengo que amortiguar la tensin del sedal con mi cuerpo y estar dispuesto en todo momento a soltar sedal con ambas manos".Pero todava no has dormido, viejo dijo en voz alta. Ha pasado medio da y una noche, y ahora otro da, y no has dormido. Tienes que idear algo para poder dormir un poco si el pez sigue tirando tranquila y seguidamente. Si no duermes, pudiera nublrsete la cabeza."Ahora tengo la cabeza despejada pens. Demasiado despejada. Estoy tan claro como las estrellas, que son mis hermanas. Con todo, debo dormir. Ellas duermen, y la luna y el sol tambin duermen, y hasta el ocano duerme a veces, en ciertos das, cuando no hay corriente y se produce una calma chicha"."Pero recuerda dormir pens. Oblgate a hacerlo e inventa algn modo simple y seguro de atender a los sedales. Ahora vuelve all y prepara el dorado. Es demasiado peligroso armar los remos en forma de remolque y dormirse"."Podra pasarme sin dormir se dijo. Pero sera demasiado peligroso".Empez a abrirse paso de nuevo hacia la popa, a gatas, con manos y rodillas, cuidando de no sacudir el sedal del pez. "ste pudiera estar ya medio dormido pens. Pero no quiero que descanse. Debe seguir tirando hasta que muera".De vuelta en la popa, se volvi de modo que su mano izquierda aguantaba la tensin del sedal a travs de sus hombros y sac el cuchillo de la funda con la mano derecha.Ahora las estrellas estaban brillantes, y vio claramente el dorado, y le clav el cuchillo en la cabeza y lo sac de debajo de la popa. Puso uno de sus pies sobre el pescado, y lo abri rpidamente desde la cola hasta la punta de su mandbula inferior. Luego solt el cuchillo y lo destrip con la mano derecha limpindolo completamente y arrancndole de cuajo las agallas. Sinti la tripa pesada y resbaladiza en su mano, y la abri. Dentro haba dos peces voladores. Estaban frescos y duros, y los puso uno junto al otro, y arroj las tripas a las aguas por sobre la popa. Se hundieron dejando una estela de fosforescencia en el agua. El dorado estaba ahora fro y de un leproso blanco-gris a la luz de las estrellas; y el viejo le arranc el pellejo de un costado mientras sujetaba su cabeza con el pie derecho. Luego lo vir y pel la otra parte, y con el cuchillo levant la carne de cada costado desde la cabeza a la cola.Solt el resto sobre la borda y mir a ver si se produca algn remolino en el agua. Pero slo se perciba la luz de su lento descenso. Se volvi entonces y puso los dos peces voladores dentro de los filetes de pescado y, volviendo el cuchillo a la funda, regres lentamente a la proa. Su espalda era doblada por la presin del sedal que corra sobre ella mientras l avanzaba con el pescado en la mano derecha.De vuelta en la proa, puso los dos filetes de pescado en la madera y los peces voladores junto a ellos. Despus de esto, afirm el sedal a travs de sus hombros y en un lugar distinto, y lo sujet de nuevo con la mano izquierda apoyada en la regala. Luego se inclin sobre la borda y lav los peces voladores en el agua notando la velocidad del agua contra su mano. Su mano estaba fosforescente por haber pelado al pescado y observ el flujo del agua contra ella. El flujo era menos fuerte y al frotar el canto de su mano contra la tablazn del bote salieron flotando partculas de fsforo y derivaron lentamente hacia popa.Se est cansando o descansando dijo el viejo. Ahora djame comer este dorado, y tomar algn descanso, y dormir un poco.Bajo las estrellas en la noche, que se iba tornando cada vez ms fra, se comi la mitad de uno de los filetes de dorado y uno de los peces voladores limpio de tripa y sin cabeza.Qu excelente pescado es el dorado para comerlo cocinado dijo. Y qu pescado ms malo es crudo. Jams volver a salir en un bote sin sal o limones."Si hubiera tenidocerebro, habra echado agua sobre la proa todo el da. Al secarse, habra hecho sal pens. Pero el hecho es que no enganch el dorado hasta cerca de la puesta del sol. Sin embargo, fue una falta de previsin. Pero lo he masticado bien y no siento nuseas".OCTAVA ENTREGALa luna se haba levantado haca mucho tiempo, pero l segua durmiendo, y el pez segua tirando seguidamente del bote, y ste entraba en un tnel de nubes.Lo despert la sacudida de su puo derecho contra su cara y el escozor del sedal pasando por su mano derecha. No tena sensacin en su mano izquierda, pero fren todo lo que pudo con la derecha y el sedal segua corriendo precipitadamente. Por fin su mano izquierda hall el sedal, y el viejo se ech hacia atrs contra el sedal, y ahora le quemaba la espalda y la mano izquierda, y su mano izquierda estaba aguantando toda la traccin, y se estaba desollando malamente. Volvi la vista a los rollos de sedal y vio que se estaban desenrollando suavemente. Justo entonces el pez irrumpi en la superficie haciendo un gran desgarrn en el ocano, y cay pesadamente luego. A poco, volvi a irrumpir, brincando una y otra vez, y el bote iba velozmente aunque el sedal segua corriendo, y el viejo estaba llevando la tensin hasta su mximo de resistencia, repetidamente, una y otra vez. El pez haba tirado de l contra la proa, y su cara estaba contra la tajada suelta del dorado y no poda moverse."Esto es lo que esperbamos pens. As pues, vamos a aguantarlo"."Que tenga que pagar por el sedal pens. Que tenga que pagarlo bien".No poda ver los brincos del pez sobre el agua: slo senta la rotura del ocano y el pesado golpe contra el agua al caer.La velocidad del sedal desollaba sus manos, pero nunca haba ignorado que esto sucedera, y trat de mantener el roce sobre sus partes callosas y de no dejar escapar el sedal a la palma, para evitar que le desollara los dedos."Si el muchacho estuviera aqu, mojara los rollos de sedal pens. S. Si el muchacho estuviera aqu. Si el muchacho estuviera aqu".El sedal se iba ms y ms, pero ahora ms lentamente, y el viejo estaba obligando al pez a ganar con trabajo cada pulgada de sedal. Ahora levant la cabeza de la madera y la sac de la tajada de pescado que su mejilla haba aplastado. Luego se puso de rodillas y seguidamente se puso de pie con lentitud. Estaba cediendo sedal, pero ms lentamente cada vez. Logr volver adonde poda sentir con el pie los rollos de sedal que no vea. Quedaba todava suficiente sedal y ahora el pez tena que vencer la friccin de todo aquel nuevo sedal a travs del agua."S pens. Y ahora ha salido ms de una docena de veces fuera del agua y ha llenado de aire las bolsas a lo largo del lomo y no puede descender a morir a las profundidades de donde yo no pueda levantarlo. Pronto empezar a dar vueltas. Entonces tendr que empezar a trabajarlo. Me pregunto qu le habr hecho brincar tan de repente fuera del agua. Habr sido el hambre, llevndolo a la desesperacin, o habr sido algo que lo asust en la noche? Quizs haya tenido miedo de repente. Pero era un pez tranquilo, tan fuerte, y pareci tan valeroso y confiado... Es extrao".Mejor ser que t mismo no tengas miedo y que tengas confianza, viejo dijo. Lo ests sujetando de nuevo, pero no puedes recoger sedal. Pronto tendr que empezar a girar en derredor.El viejo sujetaba ahora al pez con su mano izquierda y con sus hombros, y se inclin y cogi agua en el hueco de la mano derecha para quitarse de la cara la carne aplastada del dorado. Tema que le diera nuseas, y vomitara, y perdiera sus fuerzas. Cuando hubo limpiado la cara, lav la mano derecha en el agua por sobre la borda, y luego la dej en el agua salada mientras perciba la aparicin de la primera luz que precede a la salida del sol."Va casi derecho al este pens. Eso quiere decir que est cansado y que sigue la corriente. Pronto tendr que girar. Entonces empezar nuestro verdadero trabajo".

Despus de considerar que su mano derecha llevaba suficiente tiempo en el agua, la sac y la mir.No est mal dijo. Para un hombre, el dolor no importa.Sujet el sedal con cuidado, de tal forma que no se ajustara a ninguna de las recientes rozaduras, y lo corri de modo que pudiera poner su mano izquierda en el mar por sobre el otro costado del bote.Lo has hecho bastante bien y no en balde dijo a su mano izquierda. Pero hubo un momento en que no poda encontrarte.

"Por qu no habr nacido con dos buenas manos? pens. Quiz yo haya tenido la culpa, por no entrenar sta debidamente. Pero bien sabe Dios que ha tenido bastantes ocasiones de aprender. No lo ha hecho tan mal esta noche, despus de todo, y slo ha sufrido calambre una vez. Si le vuelve a dar, deja que el sedal le arranque lapiel".Cuando le pareci que se le estaba nublando un poco la cabeza, pens que deba comer un poco ms de dorado. "Pero no puedo se dijo. Es mejor tener la mente un poco nublada que perder fuerzas por lanusea. Y yo s que no podr guardar la carne si me la como despus de haberme embarrado la cara con ella. La dejar para un caso de apuro hasta que se ponga mala. Pero es demasiado tarde para tratar de ganar fuerzas por medio de laalimentacin. Eres estpido se dijo. Cmete el otro pez volador".Estaba all, limpio y listo, y lo recogi con la mano izquierda, y se lo comi todo, hasta la cola, masticando cuidadosamente."Era ms alimenticio que casi cualquier otro pez pens. Por lo menos me dar el tipo defuerzaque necesito. Ahora he hecho lo que poda pens. Que empiece a trazar crculos, y venga la pelea".El sol estaba saliendo por tercera vez desde que se haba hecho a la mar, cuando el pez empez a dar vueltas.El viejo no poda ver, por el sesgo del sedal, que el pez estaba girando. Era demasiado pronto para eso. Senta simplemente un dbil aflojamiento de lapresindel sedal y comenz a tirar de l suavemente con la mano derecha. Se tens, como siempre, pero justo cuando lleg al punto en que se hubiera roto, el sedal empez a ceder. El viejo sac con cuidado la cabeza y los hombros de debajo del sedal, y empez a recogerlo suave y seguidamente. Us las dos manos sucesivamente, balancendose y tratando de efectuar la traccin, lo ms posible, con el cuerpo y con las piernas. Sus viejas piernas y sus hombros giraban con esemovimientode montoneo a que lo obligaba la traccin.Es un ancho crculo dijo. Pero est girando.Luego el sedal termin de ceder, y el viejo lo sujet hasta que vio que empezaba a soltar las gotas al sol. Luego empez a correr, y el viejo se arrodill y lo dej ir nuevamente, a regaadientes, alaguaoscura.Ahora est haciendo la parte ms lejana del crculo dijo."Debo aguantar todo lo posible pens. La tirantez acortar su crculo cada vez ms. Es posible que lo vea dentro de una hora. Ahora debo convencerlo y luego debo matarlo".Pero el pez segua girando lentamente y el viejo estaba empapado en sudor y fatigado hasta la mdula dos horas despus, pero los crculos eran mucho ms cortos; y, por la forma en que el sedal se sesgaba, poda apreciar que el pez haba ido subiendo mientras giraba.Durante una hora, el viejo habaestadoviendo puntos negros ante los ojos, y el sudor salaba sus ojos y salaba la herida que tena en su ceja y en su frente. No tema los puntos negros. Eran normales a la tensin a que estaba tirando del sedal. Dos veces, sin embargo, haba sentido vahdos y mareos, y eso lo preocupaba.No puedo fallarme a m mismo y morir frente a un pez como ste dijo. Ahora que lo estoy acercando tan lindamente, Dios me ayude a resistir. Rezar cien padrenuestros y cien avemaras. Pero no puedo rezarlos ahora."Considralos rezados pens. Los rezar ms tarde".Justamente entonces, sinti de sbito una serie de tirones y sacudidas en el sedal, que sujetaba con ambas manos. Era una sensacin viva, dura y pesada."Est golpeando el alambre con su pico pens. Tena que suceder. Tena que hacer eso. Sin embargo, puede que lo haga brincar fuera del agua, y yo preferira que ahora siguiera dando vueltas. Los brincos fuera del agua le eran necesarios para tomaraire. Pero despus de eso, cada uno puede ensanchar la herida del anzuelo, y pudiera llegar a soltar el anzuelo".No brinques, pez dijo. No brinques.El pez golpe el alambre varias veces ms, y cada vez que sacuda la cabeza, el viejo ceda un poco ms de sedal."Tengo que evitar que aumente su dolor pens. El mo no importa. Yo puedo controlarlo. Pero su dolor pudiera exasperarlo".Despus de un rato, el pez dej de golpear el alambre y empez a girar de nuevo lentamente. Ahora el viejo estaba ganando sedal gradualmente. Pero de nuevo sinti un vahdo. Cogi un poco de agua del mar con la mano izquierda y se moj la cabeza. Luego cogi ms agua y se frot la parte de atrs del cuello.No tengo calambres dijo. El pez estar pronto arriba y tengo que resistir. Tienes que resistir. De eso, ni hablar.Se arrodill contra la proa y, por un momento, desliz de nuevo el sedal sobre su espalda. "Ahora descansar mientras l sale a trazar su crculo, y luego, cuando venga, me pondr de pie y lo trabajar", decidi.Era una gran tentacin descansar en la proa y dejar que el pez trazara un crculo por s mismo sin recoger sedal alguno. Pero cuando la tirantez indic que el pez haba virado para venir hacia el bote, el viejo se puso de pie y empez a tirar en ese movimiento giratorio y de contoneo.NOVENA ENTREGAEl mar estaba bastante ms agitado. Pero era una brisa de buentiempoy el viejo la necesitaba para volver atierra.Pondr, simplemente, proa al sur y al oeste dijo. Unhombreno se pierde nunca en la mar. Y la isla es larga.Fue en la tercera vuelta cuando vio al pez. Lo vio primero como una sombra oscura que tard tanto tiempo en pasar bajo el bote, que el viejo no poda creer su longitud.No dijo. No puede ser tan grande.Pero era tan grande, y al cabo de su vuelta sali a la superficie slo a treinta yardas de distancia, y el hombre vio su cola fuera del agua. Era ms alta que una gran hoja de guadaa, y de uncolorazuloso-rojizo muy plido sobre la oscura agua azul. Volvi a hundirse, y mientras el pez nadaba justamente bajo la superficie, el viejo pudo ver su enorme bulto y las franjas purpurinas que lo cean. Su aleta dorsal estaba aplanada; y sus enormes aletas pectorales desplegadas a todo lo que daban.En ese crculo pudo el viejo ver el ojo del pez y las dos rmoras grises que nadaban entornoa l. A veces se adheran a l. A veces saltaban disparadas. A veces nadaban tranquilamente a su sombra. Cada una tena ms de tres pies de largo, y cuando nadaban rpidamente meneaban todo su cuerpo como anguilas.El viejo estaba ahora sudando, pero por algo ms que porel sol. En cada vuelta que daba plcida y tranquilamente el pez, el viejo iba ganando sedal y estabasegurode que en dos vueltas ms tendra ocasin de clavarle el arpn."Pero tengo que acercarlo, acercarlo, acercarlo pens. No debo apuntar a la cabeza. Tengo que metrselo en elcorazn".Calma y fuerza, viejo dijo.En la vuelta siguiente, el lomo del pez sali del agua; pero estaba demasiado lejos del bote. En la siguiente vuelta, estaba todava lejos, pero sobresala ms del agua, y el viejo estaba seguro de que cobrando un poco ms de sedal habra podido arrimarlo al bote.Haba preparado su arpn mucho antes y su rollo de cabo ligero estaba en una cena redonda, y el extremo estaba amarrado a la bita en la proa.

Ahora el pez se estaba acercando, bello y tranquilo, a la mirada, y sin mover ms que su gran cola. El viejo tir de l todo lo que pudo para acercarlo ms. Por un instante el pez se vir un poco sobre un costado. Luego se enderez y emprendi otra vuelta. Lo movdijo el viejo. Esta vez lo mov.Sinti nuevamente un vahdo, pero sigui aplicando toda la presin de que era capaz el gran pez. "Lo he movido pens. Quiz esta vez pueda virarlo. Tirad, manos pens. Aguantad firmes, piernas. No me falles, cabeza. No me falles. Nunca te has dejado llevar. Esta vez voy a virarlo".Pero cuando puso en ello todo su esfuerzo empezando a bastante distancia antes de que el pez se pusiera a lo largo del bote, y tirando con todas sus fuerzas, el pez se vir en parte, y luego se enderez, y se alej nadando.Pez dijo el viejo. Pez, vas a tener que morir de todos modos. Tienes que matarme tambin a m?"De ese modo no se consigue nada", pens. Su boca estaba demasiado seca para hablar, pero ahora no poda alcanzarel agua. "Esta vez tengo que arrimarlo pens. No estoy para muchas vueltas ms. S, cmo no! se dijo a s mismo. Ests para eso y para mucho ms".En la siguiente vuelta estuvo a punto de vencerlo. Pero de nuevo el pez se enderez y sali nadando lentamente."Me ests matando, pez pens el viejo. Pero tienes derecho. Hermano, jams en mi vida he visto cosa ms grande, ni ms hermosa, ni ms tranquila, ni ms noble que t. Vamos, ven a matarme. No me importa quin mate a quin. Ahora se est confundiendo mi mente pens. Tienes que mantener tu cabeza despejada. Mantn tu cabeza despejada y aprende a sufrir como un hombre. O como un pez", pens.Despjate, cabeza dijo en voz que apenas poda or. Despjate!Dos veces ms ocurri lo mismo en las vueltas."No s pens el viejo. Cada vez se haba sentido a punto de desfallecer. No s. Pero probar otra vez".Prob una vez ms y se sinti desfallecer cuando vir al pez. El pez se enderez y sali nadando de nuevo lentamente, meneando en el aire su gran cola."Probar de nuevo", prometi el viejo, aunque sus manos estaban ahora pulposas, y slo poda ver bien a intervalos.Prob de nuevo y fue lo mismo. "Vaya pens, y se sinti desfallecer antes de empezar. Voy a probar otra vez".Cogi todo su dolor y lo que quedaba de su fuerza y del orgullo que haba perdido hacia mucho tiempo y lo enfrent a la agona del pez. Y ste se vir sobre su costado y nad suavemente as, de costado, tocando, casi con el pico la tablazn del bote y empez a pasarlo: largo, espeso, ancho, plateado y listado de prpura e interminable en el agua.El viejo solt el sedal y puso su pie sobre l, y levant el arpn tan alto como pudo y lo lanz hacia abajo con toda su fuerza, y ms fuerza que acababa de crear, al costado del pez, justamente detrs de la gran aleta pectoral que se elevaba en el aire, a la altura del pecho de un hombre. Sinti que elhierropenetraba en el pez y se inclin sobre l y lo forz a penetrar ms, y luego le ech encima todo su peso.Luego, el pez cobr vida, conla muerteen la entraa, y se levant del agua, mostrando toda su gran longitud y anchura y todo supodery su belleza. Pareci flotar en el aire sobre el viejo que estaba en el bote. Luego cay en el agua con un estampido que arroj un reguero de agua sobre el viejo y sobre todo el bote.El viejo se senta desfallecer y estaba mareado y no vea bien. Pero solt el sedal del arpn y lo dej correr lentamente entre sus manos en carne viva, y cuando pudo ver, vio que el pez estaba de espalda, con su plateado vientre hacia arriba. El mango del arpn se proyectaba en ngulo desde el hombro del pez y el mar se estaba tiendo de lasangreroja de su corazn. Primero era oscura como un bajo en el agua azul que tena ms de una milla de profundidad. Luego se distendi como una nube. El pez era plateado y estaba quieto y flotaba movido por las olas.El viejo mir conatencinen el intervalo de vista que tena. Luego dio dos vueltas con el sedal del arpn a la bita de la proa y se sujet la cabeza con las manos.Tengo que mantener clara la mente dijo contra lamaderade la proa. Soy un hombre viejo y cansado. Pero he matado a este pez, que es mi hermano, y ahora tengo que terminar la faena."Ahora tengo que preparar los lazos y la cuerda para amarrarlo al costado pens. Aun cuando furamos dos y anegramos el bote para cargar al pez y achicramos luego el bote, no podra jams con l. Tengo que prepararlo todo y luego arrimarlo y amarrarlo bien y encajar el mstil y largar vela de regreso".Empez a tirar del pez para ponerlo a lo largo del costado, de modo que pudiera pasar un sedal por sus agallas, sacarlo por la boca y amarrar su cabeza al costado de proa. "Quiero verlo pens, tocarlo, y palparlo. Creo que sent el contacto con su corazn pens, cuando empuj el mango del arpn la segunda vez. Acercarlo ahora y amarrarlo, y echarle el lazo a la cola y otro por el centro, y ligarlo al bote".Ponte a trabajar, viejo dijo. Tom un trago muy pequeo de agua. Hay mucha faena que hacer ahora que la pelea ha terminado.Alz la vista al cielo y luego la tendi hacia su pez. Mir al sol con detenimiento. "No debe ser mucho ms de medioda pens. Y la brisa se est levantando. Los sedales no significan nada ya. El muchacho y yo los empalmaremos cuando lleguemos a casa".Vamos, pescado, ven ac dijo. Pero el pez no vena. Segua all, flotando en el mar, y el viejo llev el bote hasta l.Cuando estuvo a su nivel y tuvo la cabeza del pez contra la proa, no pudo creer que fuera tan grande. Pero solt de la bita la soga del arpn, la pas por las agallas del pez y la sac por sus mandbulas. Dio una vuelta con ella a la espalda y luego la pas a travs de la otra agalla. Dio otra vuelta al pico y anud la doble cuerda y la sujet a la bita de proa. Cort entonces el cabo y se fue a popa a enlazar la cola. El pez se haba vuelto plateado (originalmente era violceo y plateado) y las franjas eran del mismo color violceo plido de su cola. Eran ms anchas que la mano de un hombre con los dedos abiertos y los ojos del pez parecan tan neutros como los espejos de un periscopio o como un santo en una procesin.Era la nica manera de matarlo dijo el viejo. Se estaba sintiendo mejor desde que haba tomado el buche de agua y saba que no desfallecera y su cabeza estaba despejada."Tal como est, pesa mil quinientas libras pens. Quiz ms. Si quedaran en limpio dos tercios de eso, a treinta centavos la libra?".Para eso necesito un lpiz dijo. Mi cabeza no est tan clara como para eso. Pero creo que el gran DiMaggio se hubiera sentido hoy orgulloso de m. Yo no tena espuelas de hueso. Pero las manos y la espalda duelen de veras."Me pregunto qu ser una espuela de hueso pens. Puede que las tengamos sin saberlo".Sujet el pez a la proa y a la popa y albancodel medio. Era tan grande, que era como amarrar un bote mucho ms grande al costado del suyo. Cort un trozo de sedal y amarr la mandbula inferior del pez contra su pico a fin de que no se abriera su boca.DCIMA ENTREGANo necesitababrjulapara saber dnde estaba el suroeste. No tena ms que sentir la brisa y el tiro de la vela. "Ser mejor que eche un sedal con una cuchara al agua y trate de coger algo para comer y mojarlo con agua". Pero no encontr ninguna cuchara, y sus sardinas estaban podridas. As que enganch un parche de algas marinas con el bichero y lo sacudi, y los pequeos camarones que haba en l cayeron en el fondo del bote. Haba ms de una docena de ellos y brincaban y pataleaban como pulgas de playa. El viejo les arranc las cabezas con el ndice y el pulgar y se los comi, masticando las cortezas y las colas. Eran muy pequeitos, pero l saba que eran alimenticios y no tenan mal sabor.El viejo tena todava dos tragos de agua en la botella y se tom la mitad de uno despus de haber comido los camarones. El bote navegaba bien, considerando los inconvenientes, y el viejo gobernaba con la caa del timn bajo el brazo. Poda ver al pez y no tena ms que mirar a sus manos y sentir el contacto de su espalda con la popa para saber que esto haba sucedido realmente y que no era un sueo. Una vez, cuando se senta mal, hacia el final de la pelea, haba pensado que quiz fuera un sueo. Luego, cuando haba visto saltar al pez del agua y permanecer inmvil contra el cielo antes de caer, tuvo laseguridadde que era algo grandemente extrao y no poda creerlo. Luego empez a ver mal. Ahora, sin embargo, haba vuelto a ver como siempre.Ahora saba que el pez iba ah y que sus manos y su espalda no eran un sueo. "Las manos curan rpidamente pens. Las he desangrado, pero el agua salada las curar. El agua oscura del Golfo verdadero es la mejor cura que existe. Lo nico que tengo que hacer es conservar la claridad mental. Las manos han hecho su faena y navegamos bien. Con su boca cerrada y su cola vertical navegamos como hermanos".Luego su cabeza empez a nublarse un poco y pens: "Me llevar l a m o lo llevar yo a l? Si yo lo llevara a l a remolque no habra duda. Tampoco si el pez fuera en el bote ya sin ningunadignidad". Pero navegaban juntos, ligados costado con costado, y el viejo pens: "Deja que l me lleve si quiere. Yo slo soy mejor que l por mis artes y l no ha querido hacermedao".Navegaban bien y el viejo empap las manos en el agua salada y trat de mantener la mente clara. Haba altos cmulos y suficientes cirros sobre ellos: por eso saba que la brisa durara toda la noche. El viejo miraba al pez constantemente para cerciorarse de que era cierto.Pas una hora antes de que le acometiera el primer tiburn.

El tiburn no era un accidente. Haba surgido de la profundidad cuando la nube oscura de la sangre se haba formad