27

El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

Circular del Superior general

Page 2: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

CAPÍTULOI Preparando la peregrinación

Escribo esta circular para nosotros, hermanos del Instituto, y para las personas con quienes compartimos nuestra vida y misión. Quiero subrayar en ella la necesidad y la urgencia de volver en nuestra vida a lo esencial, en fidelidad al carisma recibido del P. Andrés Coindre, encarnado y transmitido por el Venerable Hermano Policarpo y por nuestros antepasados.

No es fácil decir algo que pueda servir a personas con mentalidades tan distintas. Quedaría muy satisfecho si el mensaje de esta circular nos ayudara a vivir en profundidad el espíritu de nuestro Capítulo general de 2006 y nos estimulara a emprender nuestra peregrinación de esperanza con una profunda disposición de conversión a Dios y con el deseo de que el Padre nos haga experimentar su inmenso amor en el encuentro íntimo con Jesús-Hermano (cf. Una peregrinación de esperanza, Ordenanza).

Además de la confianza en Dios y del apoyo de mis hermanos, otro de los motivos que me animaron a aceptar mi servicio como Superior general del Instituto fue pensar que no tenía que preocuparme por hacer un programa. Ha sido siempre muy claro para mi que nuestra vida religiosa se fundamenta en la Palabra de Dios y en el Carisma de André Coindre, tal como los encontramos expresados en nuestra Regla de Vida y en el legado de nuestros antepasados. El Capítulo general tenía que señalar los puntos fuertes de dicho programa. Lo importante, pues, era estar atento a él y escuchar en él la voz del Espíritu.

El 8 de abril de este año, domingo de la resurrección del Señor, publicábamos las informaciones y decisiones del Capítulo general. Decíamos en la introducción que los capitulares, “movidos por la esperanza“, quisieron avanzar “mar adentro“, es decir, vivir hoy la vida religiosa con radicalidad. Propusieron para ello emprender “Una peregrinación de esperanza por el camino de la comunión”. Afirmábamos también que en las palabras peregrinación, esperanza, camino y comunión está la clave “para vivir con autenticidad nuestra vida religiosa y ser signos de esperanza en el mundo actual” (Una peregrinación de esperanza, p. 3).

Por eso, quiero detenerme a explicar un poco cada una de estas palabras. Les invito, hermanos, a iniciar nuestra peregrinación con los ojos y el corazón puestos en el Corazón de Dios que nos llama a vivir una creciente comunión con Él. Mediante ella, hermanos y colaboradores avanzaremos en la peregrinación de esperanza por el camino de la comunión fraterna y de la comunión en el carisma y en la misión.

Peregrinación, camino“¡Oh, qué alegría cuando me dijeron:

vamos a la casa de Yahveh!”(Sal 122, 1)

“¡Qué amables tus moradas, oh Yaveh Sebaot!...

- 2 -

Page 3: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Hasta el pajarillo ha encontrado una casa,y para sí la golondrina un nido

donde poner a sus polluelos:¡tus altares, oh Yaveh Sebaot,

rey mío y Dios mío!”(Sal 84, 2-4)

Peregrinar es algo característico de la persona humana. El hombre, antes de ser sedentario, fue nómada, desplazándose a distintos lugares para poder encontrar el alimento y proveer a sus otras necesidades. La condición peregrinante del hombre se manifiesta en su sed de viajar, de descubrir nuevos mundos, como si buscara permanentemente algo que le falta. El viaje se convierte a veces en una huída para no encontrarse consigo mismo ni con los demás.

Ponerse en camino es también una actitud cristiana. La vida cristiana se ha entendido desde siempre como una peregrinación: venimos de Dios y hacia Él vamos. El pueblo de Israel camina cuarenta años a través del desierto. Jesús recorre con nosotros los caminos de este mundo. La Virgen María, peregrina en la fe y en la esperanza, se pone también en camino. Lo mismo tantos santos: Santiago el Mayor, Bartolomé, Francisco de Asís, Ignacio de Loyola... y tantos misioneros... y tantos hermanos nuestros.

El hombre religioso se pone en camino hacia los lugares consagrados a Dios y a sus santos. Desde los primeros siglos del cristianismo los discípulos de Jesús peregrinaron a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela, Le Puy, Fourvière… Yo nací en un pequeño pueblo de Navarra, España, cerca del Camino de Santiago. Miles de peregrinos hicieron el camino en la época medieval; todo parecía olvidado cuando, en la segunda mitad del siglo XX, renace esta peregrinación. Hoy es casi imposible salir al camino, a cualquier hora del día y en cualquier época del año, y no encontrar peregrinos.

¿Qué motivos puede tener esta gente para hacer el camino a pie, con el morral a la espalda, solos o en pequeños grupos? Unos caminan para sentirse libres en un mundo de tantas esclavitudes; otros para hacer ejercicio físico y mantener o mejorar sus condiciones de salud; a otros les atrae el contacto con la naturaleza; a otros su afición a la historia y al arte; otros caminan como reacción al mundo de hoy, en el que se vive a un ritmo frenético; otros como expresión de gratuidad frente al ídolo de la eficiencia; otros como rechazo a la sociedad del confort; otros para experimentar su propia precariedad al sentir la sed y el cansancio; otros para descender a la profundidad de sí mismos, sentir la necesidad de los demás, liberarse de la reducción egoísta del yo, abrirse a encuentros importantes y recobrar la alegría de existir; finalmente, otros peregrinan para vivir una profunda experiencia del Dios que sale a su encuentro en el camino.

¿Qué motivos me impulsan a peregrinar en la vida religiosa respondiendo a la llamada del Señor? Hermanos, les abro mi cuaderno de ruta. La imagen del peregrino me pide ser un religioso más auténtico, me ayuda a buscar el sentido de mi vida religiosa en Dios. Él, Padre-Madre, me ha dado la existencia; en la persona de Jesús, su Hijo y mi hermano, se ha hecho mi compañero de camino; me da su Espíritu para amarlo y amar a los hermanos y me espera al final del camino para recibirme en su casa que será también la mía. Como religioso, no estoy en el mundo para un fin

- 3 -

Page 4: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

exclusivamente humanitario. Soy un consagrado para vivir la experiencia gozosa del “sólo Dios basta”.

Vivo la experiencia profunda de Dios en el encuentro íntimo con Jesús-Hermano, identificándome con él, con su forma de ser y de vivir. Esto me lleva a apreciar todo lo que hay de bueno en el mundo y en la cultura de hoy: el cuidado de la naturaleza, el interés por el conocimiento, los avances científicos y tecnológicos, la valoración adecuada del cuerpo humano, la sensibilidad ante el dolor ajeno, la solidaridad, la dignificación de la mujer… Pero también me lleva a ser crítico, rechazando los falsos ídolos del individualismo, materialismo, consumismo, confort, de la búsqueda de la eficiencia a cualquier precio, de la superficialidad, del hedonismo…

En un mundo en el que la gente vale por su capacidad de compra y por la cantidad de cosas que posee, vivir para Dios me lleva a peregrinar ligero de equipaje, con lo indispensable, en el desprendimiento de las cosas y de mi mismo, alejado de todo apego, siempre en búsqueda, vigilante, lejos de la mediocridad y de la instalación.

Como peregrino, trato de dejarme conducir por el Espíritu Santo y de vivir en estado permanente de conversión al Dios Amor. Esta disposición me ayuda a orar “en espíritu y en verdad”. Esta relación alienta y da forma a mi vida de comunión con los demás y a mi compromiso por el Reino.

Esperanza“En Dios sólo el descanso de mi alma,

de él viene mi salvación;sólo él mi roca, mi salvación,

mi ciudadela, no he de vacilar.”(Sal 62, 2.3)

“El Seƒor nos ama demasiado, querido Hermano,ya que después de habernos mostrado el fondo del abismo,quiere alejarnos de él. Mantengamos siempre la esperanza.

Abraham llegó a ser el Padre de los creyentesporque esperó contra toda esperanza.”

(André Coindre, Escritos y Documentos, 1, Cartas 1821-1826, Carta VIII, p. 87)

El 4 de junio de 2005, Fiesta del Inmaculado Corazón de María, el hermano Bernard Couvillion publicó la circular Un patrimonio de esperanza. Os recomiendo que volváis sobre ella para tenerla muy presente. A riesgo de repetir sus ideas, hago algunas consideraciones a propósito de la esperanza.Dios espera en nosotros

Dios espera en nosotros antes de que nosotros esperáramos en Él. Y Dios espera en nosotros porque nos ama. Espera en nosotros cuando crea este mundo, cuando nos crea a su imagen y semejanza, cuando, después pecado del hombre, nos da a su propio Hijo que se hace hombre como nosotros y que, sin hacer alarde de su categoría de Dios, renuncia a librarse del poder mismo de la muerte (cf. Flp 2, 6); Dios espera en nosotros cuando sufre con Jesús en la cruz, cuando lo resucita como garantía de nuestra propia resurrección.

- 4 -

Page 5: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Dios es nuestra esperanzaDios se hace esperanza para nosotros en Jesucristo, por obra del

Espíritu. Él es el “’Dios de la esperanza’ (cf. Rm 15, 13): el ’Padre de la gloria’ que en su Hijo descubre al hombre su ’inmensa gloria’ (cf. Ef 1, 18) y le abre su Reino” (cf. Mc 1, 15; Lc 17, 21) 1.

En Jesucristo, el Padre bueno nos descubre su rostro de Padre, nos revela que somos hijos, llamados a la intimidad con Él y que nuestra vida es un camino hacia la resurrección. Cristo es nuestra esperanza, pues en Él se han cumplido ya todas las promesas (cf. Hch 2, 25-35; Lc 4,21; Rm 8, 11; Col 1,18; Hb 10,23).

El texto de la primera carta de San Pedro es más expresivo que cualquier comentario que podamos hacer:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación.” (1 Pe1, 3-5)

Nosotros esperamos en DiosLa esperanza forma parte de lo más profundo de la persona humana,

está siempre en camino entre su ser de hoy y su futuro deber ser; es un proyecto que se construye día tras día. En esta proyección de la persona vemos los creyentes una sed de Dios. Decíamos antes que es Dios quien espera primero en nosotros. Por ello la verdad completa podríamos expresarla así: la esperanza es tendencia de Dios hacia nosotros y tendencia de nosotros hacia Dios.

Puesto que la esperanza cristiana es una virtud teologal, no es obra nuestra sino del Espíritu Santo; tiene su fuente en nuestra participación en la vida trinitaria, pues por el don del Espíritu somos en Cristo hijos del Padre y, por lo tanto, herederos de Dios (cf. Rm 8, 16-17). La esperanza emana de la certeza del amor de Dios y conduce, por lo tanto, al abandono filial en las manos del Padre; es la seguridad confiada de recibir la herencia de los hijos de Dios, en cumplimiento de las promesas. Para el cristiano, el Reino ya ha comenzado, aunque todavía no ha llegado a su plenitud.La esperanza es el presente de los hijos de Dios, peregrinos, que ya están en camino, aunque todavía no han llegado a la meta.

Puesto que Cristo es nuestra esperanza, ésta se mantendrá viva en nosotros si permanecemos enraizados en Él (cf. Col 2, 6; 1 Co 3, 10-11). El encuentro con el Resucitado reavivará nuestra esperanza como les sucedió a los discípulos de Emaús. Nuestro amor a Jesús nos llevará a identificarnos con Él y a la confianza absoluta en el Padre. Como Jesús, seremos capaces de esperar aún en la noche oscura de Getsemaní. Como Él seguiremos confiando en el Padre, incluso a pesar de su silencio, cuando no haya motivos para esperar ni garantías de éxito. La esperanza es una osadía desde la fe que lleva a esperar, como Abrahán, contra toda esperanza (cf. Rm 4, 18-19). Es la certeza de obtener lo que todavía no poseemos

1BORILE, Eros y otros. Diccionario de pastoral vocacional. Salamanca, Ed. Sígueme, 2005, p. 437

- 5 -

Page 6: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Llamados a ser y a construir la esperanzaDiariamente los medios de comunicación nos informan de desastres

naturales, injusticias, pobreza, hambre, enfermedades, guerras y muerte. No podemos encerrarnos en un castillo para soñar en un mundo perfecto, cerrando los ojos a la realidad. Pero tampoco podemos caer en el derrotismo o en el pesimismo. El cristiano es un realista esperanzado. La vocación cristiana es una llamada a la esperanza (cf. Ef 4, 4). Nuestro optimismo se fundamenta en la fe en el Dios creador – “y vio Dios que era bueno” (Gn 1,4) – y liberador. Sepamos descubrir los signos de esperanza: sepamos mirar los signos de vida sin limitarnos a ver únicamente los signos de muerte. Como profetas, denunciemos los signos de muerte y anunciemos los signos de vida que pueblan la historia humana, y la historia de la Iglesia. Creamos en la bondad de la creación y en que nuestra historia es historia de salvación. Esperemos que el Dios que resucitó a Jesús resucitará esta humanidad.

¿Nos contentaremos con vivir la esperanza para nosotros mismos? No, porque nuestra esperanza es misionera y nos mueve a comprometernos en la construcción del Reino desde este mundo. La esperanza es incompatible con una vida cristiana desencarnada, alienada, alejada de las responsabilidades históricas. Dice el Concilio Vaticano II: “Se alejan de la verdad quienes, sabiendo que nosotros no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la futura, piensan que pueden descuidar por ello sus deberes terrenos” (Gaudium et spes 3). En el mismo documento leemos: “En efecto, la esperanza escatológica no disminuye la importancia de los compromisos terrenos, sino que añade nuevos motivos para sostenerlos y realizarlos” (GS 21).

No hay esperanza sin caridad: no podemos separar el amor a Dios y al prójimo. Por eso, estamos llamados a ser esperanza para los demás, para los niños y jóvenes y en particular para los más necesitados. Lo seremos en la medida en que hagamos nuestra la preocupación del P. Coindre: “Librar a los jóvenes de la ignorancia, prepararlos para la vida y darles el conocimiento y el amor de la religión” (Regla de vida, Preámbulo, p. 15).

Muchas personas se preguntan hoy si la vida religiosa tiene porvenir. Ante la disminución del número de hermanos nos preguntamos cuál será nuestro futuro. ¿Qué hacer? El temor, la desesperación y la angustia no son propios de quien vive en esperanza. Tampoco la pasividad, pues sabemos que la salvación es fruto del encuentro del don de Dios con el esfuerzo humano Por lo tanto, vivamos con fidelidad nuestra vocación, trabajemos al máximo por la promoción de las vocaciones y la formación y, a la vez, esperemos y dejemos el futuro en las manos de Dios.

ComuniónEn nuestros días, la población se va concentrando en las grandes

ciudades. Las personas están cada vez más juntas pero viven más aisladas. La soledad y el individualismo caracterizan al hombre de nuestro tiempo. Pero, por otra parte, hay también una fuerte tendencia a estrechar los lazos entre las personas y grupos, a intensificar la comunicación y la colaboración; esto se constata en la multiplicación de los gestos de

- 6 -

Page 7: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

solidaridad, de las asociaciones nacionales e internacionales y de las instituciones de ayuda a las gentes más desfavorecidas del planeta. Vemos también que en el mundo del pensamiento se insiste cada vez más en la dimensión social de la persona, la cual sólo puede realizarse en la convivencia con las demás.

Sin el ánimo de generalizar, el hombre religioso del pasado corría más riesgo de vivir su relación con Dios como una relación individual, en la que lo importante era hacer méritos para su propia salvación. Hoy las cosas han cambiado mucho y la Iglesia comprende mejor que la fe se expresa también por la vivencia de la comunión y del servicio. Esto se debe a los cambios culturales y sociales y a una lectura del Evangelio en clave de comunión.

Ciertas corrientes teológicas actuales nos presentan a Dios como Dios-Familia y subrayan su dimensión trinitaria: El Padre, al darse completamente, suscita al Hijo y de su don recíproco surge el Espíritu. Dios, esencialmente don y comunión, crea al hombre a su imagen y semejanza (cf. Gn 1, 27). Puesto que somos imagen y semejanza del Dios comunión, nosotros también estamos llamados a la comunión. Y esa es, al mismo tiempo, la realidad más profunda de la Iglesia. El amor es la misma vida de Dios (cf. 1 Jn 4, 8.16, R 1) y la caridad es la esencia de la Iglesia y signo de su vida: “si no tengo amor, nada soy” (1 Co 13, 2).

La Iglesia es sacramento del Reino; de ese Reino que no es de este mundo (cf. Jn 18, 36). El Evangelio nos presenta el Reino como un banquete, un lugar de encuentro y de comunión (cf. Mt 22, 2). El Reino es, por lo tanto, un lugar de encuentro; es la comunidad de los que viven los valores del Evangelio de Jesús.

La Iglesia en los últimos cincuenta años ha venido insistiendo en la comunión como elemento constitutivo de la vida cristiana y eclesial. En los documentos del Concilio Vaticano II se encuentra claramente expresada esta enseñanza. Ya en los primeros párrafos de la Constitución Lumen Gentium, leemos que la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, es “el sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Más recientemente la Iglesia se ha presentado como “casa y escuela de comunión” (Caminar desde Cristo 25). La Iglesia es sacramento del Reino viviendo y construyendo la comunión.

Si la Iglesia debe vivir la comunión, con mayor razón los religiosos y, especialmente, los religiosos hermanos y nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón. El 29 de octubre de 2005, en una presentación de la identidad del religioso hermano a los religiosos y religiosas de Colombia, destacaba que nuestra Regla, cuya versión postconciliar fue aprobada en 1984, tiene un esquema similar al de la Exhortación Apostólica Vita Consecrata, publicada el 25 de marzo de 1996. Esta tiene tres partes: la confessio Trinitatis, el signum fraternitatis y el servitium caritatis. Nuestra Regla de vida, de manera significativa, prefiere comenzar mas bien por subrayar la unidad, el signum fraternitatis, en sus tres primeros capítulos; vienen después la confessio Trinitatis (la consagración) y el servitium caritatis (la misión).

Estamos convocados y reunidos para vivir la comunión. Y esto interpela a los hermanos a vivir en común. Pero la vida en común, bajo el mismo techo y con un horario y actividades comunes, es insuficiente. Vivir en comunión implica cultivar el diálogo, las buenas relaciones, el

- 7 -

Page 8: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

conocimiento mutuo, la amistad verdadera y, en una palabra, el auténtico amor fraterno que llega hasta el olvido de sí y la corrección fraterna.

Suelo repetir que la única vocación en esta vida es la vocación a la comunión. En ella se resume el amor a Dios y al prójimo, que es “toda la ley y los profetas”. La comunión es también nuestra vocación definitiva, que viviremos en plenitud cuando el Padre nos reciba en su bienaventuranza eterna.

La comunión fraterna no se cierra en sí misma. Estamos en comunidad para los demás. Ella es expresión de la comunión con Dios y su finalidad es formar comunidad. Un obispo de Colombia me decía: “Admiro en los hermanos que no solamente son una verdadera comunidad sino que forman comunidad a su alrededor”.

Sólo podemos amar de verdad y vivir en comunión en un espíritu de conversión profunda al Dios Amor que nos mueve a ser verdaderos hijos y hermanos de todos. Para entrar en el Reino de la comunión hay que pasar por la puerta estrecha del don de sí mismo hasta dar la propia vida por amor.

CAPÍTULO IILa comunión con Dios

La frase “Una peregrinación de esperanza por el camino de la comunión” resume la decisión fundamental de nuestro Capítulo general de 2006. El texto central de la Ordenanza es el siguiente:

• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente por el camino de comunión para la que estamos reunidos (cf. R 22).

• Reafirmamos así nuestra esperanza: que por la gracia de la comunión recibida en el bautismo, nosotros y nuestros colaboradores, en fraternidad universal, lleguemos a ser signos de esperanza para nuestro mundo herido y para sus hijos.

• Nos comprometemos a emprender, de aquí al año 2012, una peregrinación de esperanza por el camino de la comunión: bajando a la vida interior, revitalizando las relaciones interpersonales y encendiendo el fuego en el santuario de la misión”.

La ordenanza comienza así: “en respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado”. Ello quiere decir que no emprendemos la peregrinación únicamente por iniciativa propia, o por voluntarismo, sino porque Jesús resucitado sale a nuestro encuentro en el camino de la vida, como les sucedió a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35).

El segundo párrafo destaca cómo hermanos y colaboradores, “en fraternidad universal”, “por la gracia de la comunión recibida en el

- 8 -

Page 9: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

bautismo”, estamos llamados a ser signos de esperanza para nuestro mundo.

El tercero nos hace ver que el camino de la comunión tiene tres dimensiones: “la vida interior”, “las relaciones interpersonales” y la “misión”. Por lo tanto, estamos llamados a vivir la comunión simultáneamente en cada una de sus tres dimensiones. Éstas se explican de la siguiente manera:

“Es una comunión con Cristo resucitado; con Aquél que nos apasiona y nos devuelve al amor del primer encuentro (cf. Os 2, 16-21). Es una comunión que se fundamenta en la comunión del Dios Trinidad: para que seamos uno como el Padre y el Hijo en el Espíritu (cf. Jn 17,21).Una comunión con nuestros hermanos, porque es el mismo Señor quien nos sigue llamando a ser testigos de fraternidad en un mundo en busca de sentido y de esperanza. Una comunión para responder a la llamada de la Iglesia: que nuestras comunidades sean casa y escuela de comunión (cf. Caminar desde Cristo, nº 25).Una comunión con nuestros colaboradores para responder juntos, desde un carisma compartido, al grito de los niños y jóvenes, especialmente de los más necesitados. Hermanos y colaboradores debemos ser testigos de unidad y signos de esperanza.En cada una de estas dimensiones el Capítulo propone medios concretos para responder a las interpelaciones del Señor: “Hermano, ¿me amas lo suficiente como para descubrir… compartir… abrir…?”. Nuestro compromiso de comunión con Dios, con nuestros hermanos y con nuestros colaboradores expresa cuánto amamos a Dios, a nuestros hermanos, a los niños y jóvenes y a todas las personas”.

Encontrar a Jesús“Dios, tú mi Dios, yo te busco,

sed de ti tiene mi alma,en pos de ti languidece mi carne,

cual tierra seca, agotada, sin agua.”(Sal 63, 2)

Iniciamos la reflexión sobre este tema presentando el texto de la primera dimensión de la comunión, tal como se explica en la Ordenanza del Capítulo.

Hermano, ¿me amas lo suficiente como para descubrir cada día

en los acontecimientos, en las personas y en tu vida de oración cuánto te amo?

Deseamos vivamente experimentar el amor del Padre. Nos invita a conocerle en un encuentro íntimo con Jesús-Hermano, que quiere llenarnos de su compasión salvadora y transformarnos para una más profunda comunión con los demás.

Ponemos nuestra frágil esperanza en la gracia del Espíritu Santo, siempre activo para unificar nuestra vida y liberarnos de las coacciones que

- 9 -

Page 10: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

nos impiden dedicar tiempo para comulgar de corazón a corazón con Jesús en la oración.

Nos atrevemos a arriesgar la transformación del ritmo trepidante de nuestra vida, tomando el “camino necesario” de la ascesis “para orar ‘en espíritu y en verdad’ (Jn 4, 23)” (R 131; cf. R 133, 139).

El primer párrafo de este texto expresa nuestro fuerte deseo de “experimentar el amor del Padre”, sin olvidar que la primera iniciativa viene de Dios mismo. Él es quien despierta en nosotros el deseo de conocerlo en un encuentro íntimo con Jesús-Hermano. Y de este conocimiento surge el amor. El encuentro continuo con Jesús nos identifica progresivamente con Él, nos llena de su compasión salvadora y nos transforma para una creciente comunión con los demás.

Vivir la compasión y la comunión exige salir de nosotros mismos, venciendo nuestra tendencia al egoísmo. Y ello requiere de la gracia del Espíritu Santo, quien actúa permanentemente en nosotros para “unificar nuestra vida”, es decir, para vivir en cada instante el encuentro con Dios que nos va transformando en personas de compasión y de comunión. El mismo Espíritu nos ayuda a superar nuestras resistencias para comulgar de corazón a corazón con Jesús en la oración, hasta llegar a orar en espíritu y en verdad.

Hay diversas expresiones para referirnos a la comunión con Dios. Por ejemplo, hablamos de ella en términos de encuentro con Dios, vida interior, experiencia de Dios, espiritualidad. Estas dos últimas son las que emplearé con más frecuencia de aquí en adelante. Sobre todo la última. Pero antes de hablar de la espiritualidad como algo propio de la persona humana, quiero exponer muy brevemente la unidad fundamental de la misma.

La persona humana, una unidadLa persona humana es una unidad de espíritu y cuerpo. A quienes

hablan hoy de espiritualidad se les mira a veces como sospechosos de un espiritualismo desencarnado y de buscar egoístamente su equilibrio y felicidad personal, desconectados del mundo y de sus necesidades. Es la actitud de la “fuga mundi”, de la falta de compromiso por construir el mundo en que vivimos, de la espera pasiva e irresponsable. Esta disposición tiene su origen, en buena parte, en la exclusiva valoración de la dimensión espiritual del hombre en detrimento de su dimensión corporal. Entonces las realidades materiales no tienen importancia e importa poco que las personas carezcan de alimento, vivienda digna, medios para la salud y educación, etc. Esta forma de ver no está de acuerdo con el Evangelio

Para nosotros la persona humana es una unidad de cuerpo y espíritu. El hombre es formalmente cuerpo y formalmente espíritu. “El hombre se halla compuesto de una sustancia psíquica y de millones de sustancias materiales, pero todas ellas constituyen una sola unidad estructural. Cada sustancia tiene por sí sus propiedades, pero la estructura les confiere una sustantividad única, en virtud de la cual la actividad humana es absolutamente nueva”2.2 ZUBIRI, Xavier. Cinco lecciones de filosofía, 2ª ed., Madrid: Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1970, p. 25.

- 10 -

Page 11: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

El Concilio Vaticano II reconoce esta unidad substancial cuando afirma: “En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima” (GS 14).

El Dios de nuestra oraciónPuesto que, como vamos a ver, la espiritualidad es la vivencia de

nuestra relación con Dios, es importante precisar cuál es nuestra concepción de Dios. ¿Es el Dios de los filósofos? ¿Es el Dios del Antiguo Testamento? ¿Es el Dios de Jesús?

Para nosotros Dios no es una energía sin rostro, al modo del Dios de la nueva era, pues si así fuera no podríamos tener una relación ni un diálogo personal con Él. Tampoco es un Dios espectáculo que hace milagros a cada instante, realizando lo que nos corresponde hacer a nosotros. No es el Dios comerciante que se da solamente en la medida en que nosotros le damos. No es el Dios que quiera nuestro mal y a quien podamos reprochar diciéndole: “¿Por qué has querido que me suceda esto?”.

Nuestro Dios es el Dios Padre-Madre que ama entrañablemente a sus hijos. Es el Dios-Amor que se da gratuitamente a todos, aún a aquéllos que pensamos no lo merecen. Es el Dios-Familia, Padre, Hijo y Espíritu Santo; es el Dios-Comunión, que nos ha creado a su imagen y semejanza, para que vivamos la comunión. Es el Dios-de-Jesús, encarnado, uno de los nuestros, débil, siervo, igual en todo a nosotros, que padece, compasivo, compañero de camino, sediento de justicia, que muere por el perdón y la reconciliación y es resucitado por el Padre. Es el Dios de la vida que quiere que todas las personas vivan y sean salvadas. Es el Dios que respeta nuestra madurez y libertad, pues hace lo que está de su parte y espera nuestra respuesta responsable. Es el Dios del encuentro que hace arder nuestros corazones mientras nos explica las Escrituras.

Espiritualidad cristianaLa palabra espiritualidad viene de espíritu que significa soplo, aire,

aliento vital: “El espíritu de Dios revoloteaba sobre las aguas” (Gn 1, 1). Está asociada también al fuego. “Vieron aparecer como lenguas de fuego que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos” (Hch 2, 3). Avanzando un poco más, debo decir que la palabra espiritualidad se refiere al Espíritu, tercera persona de la Trinidad. Vivir la espiritualidad cristiana es vivir según el Espíritu de Jesús. Y puesto que el Espíritu es relación de amor, podemos afirmar que la espiritualidad es la manera particular de vivir nuestra relación con Dios y la repercusión de esta relación en nuestra vida.

Bauer dice que la vida interior o espiritualidad es “una elevada disposición de amor de Dios, cimentada en un profundo espíritu de fe y de confianza en Él; en una actitud permanente del alma, una alegre prontitud de nuestra voluntad a hacer todo lo que Dios quiere y como lo quiere”3.

3 BAUER, Benito. En la intimidad con Dios. Barcelona: Herder, 1997, 13a edición, p. 204.

- 11 -

Page 12: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Relaciones, intercambio de conocimientos, sentimientos y servicios

Para profundizar un poco más en el significado de la espiritualidad, y puesto que estamos diciendo que la espiritualidad es relación, se me ocurre afirmar que en las relaciones interpersonales intercambiamos conocimientos, sentimientos y servicios. Podríamos señalar, por lo tanto, que la espiritualidad es la relación permanente con Dios en la que intercambiamos conocimientos, sentimientos y servicios.La espiritualidad cristiana como intercambio de conocimientos

En este sentido forma parte de la espiritualidad lo que Dios me dice de sí mismo, lo que yo sé de él (gracias sobre todo a su Palabra) y lo que yo le digo a Dios de mi mismo (lo que pienso, lo que deseo, lo que hago, lo que me pasa…). En mi relación con Dios aprendo a ver a Dios como Él es y aprendo a verme como Dios me ve, es decir, con ojos de compasión, de aceptación, de misericordia, de amor. En la misma relación aprendo a ver al mundo y a las personas como Dios los ve: con ojos de admiración y de amor.

La espiritualidad nos lleva a ver en los demás el rostro de Cristo y a ver la vida con los ojos de Dios.La espiritualidad cristiana como intercambio de sentimientos

Esto significa que la espiritualidad es escuchar lo que Dios siente por mí (en su Palabra, sobre todo) y expresar a Dios mis sentimientos de admiración, reconocimiento, humildad… amor. Son estos los sentimientos que el Espíritu pone en mi corazón. En mi relación con Dios aprendo a tener para con Él, para conmigo mismo, para con los demás y para con toda la creación los mismos sentimientos de Dios, que son los sentimientos de Jesús. De este modo sigo el consejo de S. Pablo: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo ” (Flp 2, 5). Vivimos la espiritualidad en el encuentro íntimo con Jesús-Hermano; la espiritualidad es una experiencia íntima de amistad con Dios.La espiritualidad cristiana como intercambio de servicios

Nuestro Dios es un Dios que está siempre en actitud de servicio. Recibo de Él la vida física, la vida espiritual, los sacramentos, el perdón, etc. Por mi parte, lo sirvo amándole y por las buenas obras a favor del prójimo, pues “cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi me lo hicisteis” (Mt 25, 40), y no puedo decir que amo a Dios a quien no veo si no amo al prójimo a quien veo (cf. 1 Jn 4, 20).

Los encuentros especiales con Dios son momentos fuertes de relación con Él. En ellos comparto conocimientos, sentimientos y servicios. En ellos estrecho mi unión íntima con el Padre por el encuentro íntimo con Jesús-Hermano, que me enriquece con “su compasión salvadora y (me transforma) para una más profunda comunión con los demás” (Una peregrinación de esperanza, Ordenanza, primera dimensión). Dichos encuentros me permiten vivir la compasión y la comunión en las demás actividades y momentos de mi peregrinar cotidiano de hombre de acción.

- 12 -

Page 13: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

La persona espiritualEn los siguientes párrafos trataré de presentar algunos de los rasgos

que caracterizan una persona espiritual. Con respecto a su relación con Dios, la persona espiritual vive en sintonía y en intimidad con Él por el encuentro con Jesús, medita la Palabra de Dios, dedica un buen tiempo a la oración, celebra y vive la liturgia y los sacramentos y acompaña a María, la mujer orante, en la contemplación de los misterios de Dios.

La relación de una persona espiritual consigo misma se caracteriza por su amor a ella misma, su alegría y su paz interior, su equilibrio, su coherencia de vida, su capacidad de silencio, su motivación para vivir y por el dinamismo de su vida.

La relación de una persona espiritual con las otras personas se destaca por el respeto, su capacidad para la escucha y el diálogo, su sensibilidad para con el dolor ajeno, su compasión, su bondad, su sencillez, su cercanía, su acogida, su ayuda, su solidaridad como opción afectiva y efectiva por los más pobres, por su generosidad en su entrega a la misión.

La relación de una persona espiritual con la creación se distingue por su aprecio a la naturaleza, por el interés que pone en cuidarla y conservarla.

A modo de síntesis de este apartado podemos decir que la persona espiritual vive una profunda experiencia de Dios, es decir que sale de sí misma para conocer al Dios Amor, para verse, para ver a los demás y al mundo con los ojos de Dios; al mismo tiempo, para amarse a sí misma, amar a los demás y al mundo con el Corazón de Dios, en una vivencia de compasión y servicio. Su vida está llena de los frutos del Espíritu que son, entre otros, “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Ga 5, 22.23).

La espiritualidad de nuestro Instituto4

“Hay que trabajar por mantener la unión con Diosno para disfrutar del goce de la paz,

sino para sostenerse en el ardor del combate.La paz total la tendremos en el otro mundo.”

(André Coindre, Escritos y Documentos, 1, Cartas 1821-1826,Carta XXII, página 142)

Una espiritualidad: múltiples rostrosLa única espiritualidad es la vida según el Espíritu o según el espíritu

de Jesús. Ahora bien, la persona de Jesús es tan rica, tiene tantas facetas, que cada uno puede acercarse a Él atraído por un rasgo particular. Este puede ser la pobreza de Jesús, su intimidad con el Padre, la obediencia a su voluntad, su entrega al anuncio del Reino, su sensibilidad para con los que sufren, su preferencia por los pobres, su mansedumbre, su amor total e incondicional a todas las personas, etc.

4 He tomado ciertas ideas de esta sección de conferencias dadas por el hermano René Sanctorum en los años noventa. Alguna otra, de la circular del hermano Bernard Couvillion, “La opción por la compasión”.

- 13 -

Page 14: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Un instituto religioso reúne a personas que tienen una forma particular de vivir el Evangelio, es decir, de relacionarse con el Dios de Jesús y de expresar esta relación en su forma de ser, en la relación con sus hermanos y con toda la creación, en un esfuerzo por construir el Reino de Dios. Dicho grupo, al ver a Jesús, se fija en algún rasgo característico de su persona y centra su atención en algunos pasajes preferidos del Evangelio; y su forma de ver a Jesús influye en la forma de verse a sí mismo, de ver a los demás, a toda la creación y a la Iglesia. Los Hermanos del Sagrado Corazón tenemos una forma particular de aceptarnos y de amarnos, de ver a nuestros colaboradores y a las personas a quienes servimos, de convivir con los demás, de ver el mundo y de comprometernos en él.

Nuestro fundador, Andrés Coindre, y después el hermano Policarpo, han vivido una verdadera espiritualidad del Sagrado Corazón. Encontramos las huellas de la misma en muchas frases de sus escritos, pero ninguno de los dos nos dejó un estudio ordenado del tema. Tal vez esa es la razón de que hayamos podido identificar la espiritualidad con determinadas prácticas de piedad, buenas por cierto, pero claramente insuficientes.

En el apartado siguiente intento presentar algunos rasgos de la espiritualidad del Instituto. No pretendo hacer una presentación exhaustiva, pues iría más allá de la finalidad de esta circular. Reconozco el valor de los pocos estudios que se han realizado hasta el presente y, al mismo tiempo, soy consciente de que siempre será posible profundizar el tema, precisarlo cada vez más y presentarlo con un lenguaje actualizado. Tengo la firme convicción de que en la Regla de vida encontramos la naturaleza de nuestra espiritualidad y cómo vivirla hoy. Ella nos presenta una espiritualidad centrada en Cristo, que surge de la contemplación, que se expresa en el amor, que abarca toda la vida, en estrecha relación con la misión, en la que la oración y la liturgia ocupan un lugar especial, iluminada por la presencia de María, Madre, educadora y modelo.Espiritualidad centrada en Cristo

“… Mientras ellos conversaban y discutían,el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;

pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran…Se dijeron uno a otro:

‘¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotroscuando nos hablaba en el camino

y nos explicaba las Escrituras?’…”(Lc 24, 13-35)

La espiritualidad de nuestro Instituto es una espiritualidad cristiana. Y cristiana viene de Cristo, Camino, Verdad y Vida (cf. Jn 14, 6). La Regla de vida en el artículo 112 dice al respecto: “Cristo, en su misterio de amor, ocupa por ello un lugar primordial en nuestra vida de Hermanos del Sagrado Corazón. Está en el centro de nuestras motivaciones y referencias, así como en el principio de nuestro don total y de nuestra acción apostólica”. El hermano del Sagrado Corazón tiene el Espíritu de Cristo: manso, bueno, humilde, sencillo, sensible, servicial, agradecido, filial, fraterno, generoso, desprendido, firme, valiente…Contemplación de Cristo con su costado atravesado

- 14 -

Page 15: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Nuestra espiritualidad “brota de la contemplación de Cristo, cuyo corazón abierto significa y manifiesta el amor trinitario a los hombres” (R 14). Juan, por su parte, nos invita a contemplar a Jesús con el costado abierto. A quien contemplamos es al que traspasaron, es decir, a la persona entera de Cristo, recapitulada en su corazón traspasado. Juan nos presenta el costado abierto de Cristo con solemnidad e insistencia (cf. Jn 19, 33-37 y 20, 19-29), como el artista que quiere perpetuar en una de sus obras la vida entera de una persona.

Decíamos antes que la espiritualidad es intercambio de conocimientos. Al contemplar el costado abierto comprendemos el gran amor de Dios (cf. R 113) y acogemos lo que nos dice en San Juan (cf. 1 Jn 4, 8) que encontramos en el primer artículo de nuestra Regla de vida: “Dios es amor” (R 1). El costado abierto es testimonio de la solicitud del Corazón de Jesús por el mundo (cf. R 64). Esa mirada nos ayuda a “creer en el amor de Dios, vivir de él y difundirlo” (R 13). La contemplación del costado abierto requiere que cuidemos con esmero nuestra vida de oración (cf. R 128-148). Y ésta permitirá que encontremos al Señor en cada uno de los momentos de nuestra vida.

Hablábamos también de la espiritualidad como de un intercambio de sentimientos. Nuestra espiritualidad consiste en revestirnos de los sentimientos del Corazón de Jesús, lo que implica abrazar su estilo de vida casto, pobre y obediente (cf. R 61).

Hemos dicho también que la espiritualidad es un intercambio de servicios. Dios nos da su Palabra, su Hijo y su gracia; nosotros le respondemos con nuestra oración, el culto y el servicio a los demás. Nuestra espiritualidad aporta un matiz propio a nuestras relaciones con el prójimo (cf. R 15) y al servicio a nuestros contemporáneos (cf. R 6), a los pobres (cf. R 10, 50, 126, 150), a los niños y jóvenes, especialmente a los más necesitados (cf. R 11, 13, 18, 118, 149, 151, 155).Espiritualidad del amor

“La salvación y [la preocupación] por la perfección de las almases uno de los fines de la congregación.

Los Hermanos del Corazón de Jesús recordarán a menudo estaspalabras de Jesucristo:

He venido a traer fuego a la tierra y no deseo sino que arda.Procurarán extender este fuego en todos los corazones,

después de haberlo prendido ellos mismosdel corazón sagrado de Jesucristo.”

(Andrés Coindre, Escritos y Documentos 2, Reglas y Reglamentos, p. 25)“Acercaos frecuentemente

a quien funde el hielo de los corazones más fríos.Continuad amando a nuestro Salvador, permaneciendo fieles a él,

pues solamente en él se encuentranla paz y la felicidad verdaderas,

la fuente del amor y el tesoro de los bienes celestiales.”(Positio del hermano Policarpo, pp. 439-440)

“Sed todos, sin cesar y en todo lugar el buen olor de Jesucristo,por la práctica fiel de todas las virtudes cristianas y religiosas.”

(Hermano Policarpo, Carta a los hermanos de América, 28 de febrero de 1847)

El costado abierto nos invita a mirar el amor de un Dios compasivo que nos llena de su gracia.

- 15 -

Page 16: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

¿Qué significa el símbolo del costado abierto? Dice nuestra Regla de vida: “El Evangelio nos muestra al Salvador con el costado traspasado como la fuente del Espíritu vivificador, el camino y el signo del amor divino” (R 114). El costado abierto de Cristo nos invita a contemplar el inconmensurable amor recíproco del Padre y el Hijo, y el amor del Padre y del Hijo a nosotros. Jesús es el nuevo Cordero Pascual que nos da la vida y nos libera. De su costado abierto brotan la sangre y el agua, es decir la Iglesia y los sacramentos, por los que recibimos la vida de Dios (cf. Jn 19,34). De la fuente del amor de Dios, de su corazón, nace un río de gracia : la creación, la redención, la Palabra, la Iglesia, los sacramentos, la vida religiosa, nuestro querido Instituto; todas estas realidades son gotas de ese río de gracia cuya fuente es el Corazón de Dios que se nos muestra en el Corazón de Jesús.

Es en el momento de la muerte de Jesús cuando Dios se nos da del todo. Conocedor de la incapacidad de nuestro pobre corazón para amar, Dios nos regala el Corazón de su Hijo para que con Él, animados por el Espíritu, podamos amar al Padre en espíritu y en verdad. Y para que podamos amar a nuestros hermanos y a todas las criaturas de Dios. De este modo, Dios, que pone en nosotros la sed y el hambre de amor, nos regala el agua y el pan de dicho amor para que podamos seguir caminando hacia la meta del amor pleno, hacia el momento del ágape definitivo, cuando ya solo quedará el Amor.

El costado abierto nos revela también a un Dios humilde, lento a la cólera; a un Dios compasivo que ‘sufre con’ – como la madre con su hijo enfermo –,‘sufre por causa de’ – como los padres, al comprobar la falta de reconocimiento y de amor de sus hijos – y ‘sufre para’ nosotros – como los padres que se imponen mil trabajos y sacrificios por el bien de sus hijos.

Sufrir con los que sufren. Esto supone empatía y sensibilidad especial para con los más necesitados, para con nuestros hermanos, los profesores, alumnos y todas las personas. Sufrir con los que sufren implica capacidad de escucha, asumir riesgos para responder a las necesidades de los demás, tener gestos amables y acompañar a Jesús cuya pasión se prolonga en los que sufren.

Sufrir, como el Hijo, por causa de otros. Todos estamos llenos de imperfecciones y de defectos: el egoísmo, la soberbia, la envidia, la tendencia a dominar a los demás… Todas estas limitaciones hacen que nos causemos heridas en nuestra convivencia diaria. Sufrir con paciencia las limitaciones propias y ajenas requiere de una gran fortaleza espiritual para perdonar de verdad y amar a pesar de las dificultades.

Sufrir, con el Padre, para los otros. Esto nos exige comprometernos por el bien de los demás, empeñarnos en el difícil trabajo de la educación de los niños y jóvenes, cuidar con solicitud a nuestros hermanos enfermos y a aquellos que tienen especiales dificultades y estar permanentemente en actitud de servicio a los demás.El Amor llama al amor

El amor inconmensurable de Dios reclama nuestro amor. La experiencia de su amor nos lleva a la estima y aceptación propias, a la compasión y a la misericordia para con nosotros mismos.

- 16 -

Page 17: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

El amor de Dios nos lleva, igualmente, a amar a los demás y amar el mundo a la manera de Dios, es decir, a vivir la pasión de Dios por el hombre y el mundo. En el contacto con el Corazón abierto, el hermano del Sagrado Corazón va llegando a ser corazón abierto. Y un corazón abierto derrama benevolencia, compasión, bondad, ternura, aprecio, comprensión, acogida, amor incondicional, ánimo conciliador, perdón, misericordia hacia todos, especialmente para los niños y jóvenes que se nos confían. Vivir la espiritualidad del Instituto es ser apasionados, con la pasión de quien ama sin medida, porque ha recibido del Corazón de Dios el don del amor; es mirar a todas las personas con cariño, hasta aquéllas que son difíciles – y sobre todo a ellas –, vivir para ellas, dándoles ayuda, servicio, orientación, acompañamiento, apoyo, escucha y comprensión.

La espiritualidad del Corazón traspasado penetra también enteramente nuestra misión. Ella nos impulsa a mostrar la ternura de Dios en un mundo en el que hay tantas personas que carecen de afecto, tantos niños y jóvenes no queridos, despreciados y abandonados. Esta espiritualidad nos lleva a abrir nuestro corazón a la miseria de los más pobres, de los niños y jóvenes con mayores dificultades, al dolor de los heridos por la vida, a los hundidos en el infierno del alcohol o de las drogas. En principio, la exclusión de los alumnos más difíciles de nuestras obras educativas no va con el Evangelio ni con la práctica de Jesús.Espiritualidad unificadora

La visión que presentamos es la de una espiritualidad unificadora gracias a la cual la vida de oración, la vida comunitaria y la misión están íntimamente unidas. La espiritualidad penetra la vida comunitaria y la misión, dinamizándolas y dándoles una forma particular; y la vida comunitaria y la misión imprimen también a la espiritualidad un sello característico. Así como no podemos separar en una persona el cuerpo, la mente y el espíritu, tampoco podemos separar cada uno de estos tres elementos. La vida espiritual es impulsada por el Espíritu de Amor y se expresa en la práctica del amor exigente, “vivido en la relación personal con el Señor, en la vida de comunión fraterna, en el servicio a cada hombre y a cada mujer” (Caminar desde Cristo 20).

Sin espiritualidad, la misión se convierte pronto en activismo o, en el mejor de los casos, en profesionalismo. Por supuesto, tenemos que ser muy profesionales en el ejercicio de nuestra misión apostólica; pero ésta debe estar siempre marcada por el sello de nuestra relación íntima con Jesús-Hermano que nos transforma en hombres de Dios y hombres para los demás. Por el contrario, si no hay compromiso auténtico en la misión, hay que dudar de la espiritualidad. Existe, pues, una estrecha relación entre espiritualidad y misión.

El Decreto Perfectæ Caritatis subraya que los religiosos están llamados a vivir una profunda espiritualidad:

“Los que profesan los consejos evangélicos busquen y amen ante todo a Dios, que nos amó primero (cf. 1 Jn 4, 10), y procuren con afán fomentar en toda ocasión la vida escondida con Cristo en Dios (cf. Col 3,3), de donde fluye y se urge el amor al prójimo para la salvación del mundo y la edificación de la Iglesia” (PC 6).

- 17 -

Page 18: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

El mismo Decreto, tras afirmar que la acción apostólica y de beneficencia pertenece a la naturaleza misma de los institutos de vida activa, subraya con las siguientes palabras la unidad que hay entre espiritualidad y misión:

“Por eso, toda la vida religiosa de sus miembros debe estar imbuida de espíritu apostólico, y toda la acción apostólica, informada de espíritu religioso. Así, pues, a fin de que sus miembros respondan ante todo a su vocación de seguir a Cristo y sirvan a Cristo mismo en sus miembros, es necesario que su acción apostólica proceda de la íntima unión con Él. Con lo cual se fomenta la caridad misma para con Dios y el prójimo” (PC 8).

Quiero insistir en el hecho de que la espiritualidad es un estilo de relación con Dios que informa toda nuestra manera de ser y de obrar, tanto en el ámbito personal como en el comunitario. No podemos reducirla al intercambio íntimo individual con Dios, ya que está presente también en nuestras relaciones fraternas y en toda nuestra acción apostólica, marcándolas con una especial impronta o estilo, y contribuyendo así a la unificación de nuestra existencia.

Aunque toda comparación es imperfecta, podemos considerar la espiritualidad como el perfume del encuentro con el Señor que da el buen olor a la misma persona espiritual, a todos sus encuentros, a todas sus relaciones, a todas sus actividades. La espiritualidad, por lo tanto, involucra todo nuestro ser: ilumina nuestra inteligencia, refuerza nuestro sentido común, anima nuestra oración, guía nuestras opciones, mueve nuestra voluntad, ordena nuestros sentimientos e impulsa nuestro obrar.

Hace algún tiempo decía a los religiosos y religiosas de Colombia que no podemos separar la espiritualidad de la misión, el amor a Dios del amor al mundo, la pasión por Cristo de la pasión por la humanidad, el seguimiento de Jesús del compromiso por el Reino, la opción por Jesucristo de la opción por el pobre. Asimismo, no podemos separar la meditación de la atención al enfermo, la eucaristía de la clase de matemáticas, la oración del taller, la contemplación de Dios de la contemplación de las personas que atiendo en la oficina, de los niños que llegan al colegio, de las madres que se desviven por ellos, de la persona saludable, de las personas agobiadas por problemas que llegan a nosotros resentidas y agresivas. Tenemos que ser religiosos las veinticuatro horas del día y día tras día, en el ora y en el labora, unidos al Señor en la escucha de la Palabra de Vida: oración, lectio divina, lectura espiritual, meditación, sacramento del perdón, eucaristía… Y unidos al Señor en una vida cotidiana en la que encarnamos la Palabra de Vida, en una vida según la Palabra. Activos en la contemplación y contemplativos en la acción. El mundo de hoy nos necesita, no tanto para que le digamos palabras importantes sino para que seamos Palabra viva, Palabra encarnada.

Hermanos, les describo el comienzo de mi peregrinación como religioso hermano: estoy en el Instituto porque al comienzo de mi vida religiosa viví la experiencia de la cercanía de Dios. En aquel momento sentí especialmente el amor de Dios para conmigo; al mismo tiempo, desde lo más profundo de mi corazón, surgió en mi el deseo de corresponder a dicho amor haciendo algo por Él y por los demás, y tomé la decisión de entregarme a Dios del todo y por toda mi vida.

- 18 -

Page 19: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Esta primera experiencia del encuentro con Jesús que vive, continúa todavía influyendo en mi vida cotidiana. A lo largo de ella, con momentos de más ánimo y otros de menos, perdura en mí el gozo de encontrarme con Jesús cada día, de escuchar su voz y de experimentar las delicadezas de su amor. Esta experiencia me llena de paz suficiente para afrontar la vida en los momentos desagradables y para soportar las dificultades y desencantos de mi existencia. El hecho de vivir la experiencia del Dios que me ama, me da fuerza, dinamismo, alegría y paz.

Una de mis mayores cruces en el poco tiempo que llevo como Superior general ha sido tener que dar curso a la solicitud de algunos hermanos para abandonar el Instituto. Cada uno de ellos expresa sus motivos: la dificultad para vivir los votos, la vida comunitaria, el apostolado… Pero en la mayoría de los casos se advierte un denominador común: un déficit de espiritualidad. Hermanos, es urgente profundizar nuestra espiritualidad: sin espiritualidad no hay futuro para nuestra vida religiosa. Sin ella no podemos hablar de vida sino de muerte religiosa. Un cuerpo sin espíritu está muerto. Es imprescindible que verifiquemos, tanto a nivel personal y comunitario, la calidad de nuestra espiritualidad, acogiendo la invitación de la Regla de vida: “Ante Dios y ante los hermanos aceptamos verificar nuestros objetivos de acción, nuestro obrar apostólico y nuestra disponibilidad” (R 27).Espiritualidad mariana

El nombre que el Padre Coindre quiso darnos fue Hermanos de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Con el tiempo se perdió la alusión a María en nuestro nombre oficial. Pero la disposición y la práctica de vivir el encuentro con el Señor en compañía de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, se han mantenido. Nuestro fundador y todos los hermanos, a lo largo de nuestra historia, han tenido siempre el nombre de María en los labios y el amor a ella en el corazón. La Regla de vida nos la presenta como “el modelo acabado de la fidelidad al Señor” (R 66), como la consagrada por excelencia, como modelo “que persevera en la intimidad de su Señor” (R 74), como la madre que Jesús nos dio en la cruz (cf. R 119) y a quien dirigimos nuestra oración (cf. R 138) y como “nuestra madre y educadora” (R 178).

Reconozcamos en María a la madre que, como en Pentecostés, nos reúne a sus hijos en Iglesia, para vivir la comunión con Dios y anunciar y construir su Reino. Verdaderamente María es, también, artífice de nuestra comunión.Nutrientes de nuestra vida espiritualLa oración ocupa un lugar especial en la espiritualidad.

Desarrollaré este tema en la próxima circular, que publicaré en mayo del próximo año. Veremos la manera de vivir nuestro encuentro diario de intimidad con Jesús-Hermano.

Por el momento les invito, hermanos, a reflexionar, orar y compartir esta circular. Que ella nos ayude a avanzar en la peregrinación de esperanza por el camino de la comunión con Dios que, en la persona de Jesús, sale diariamente a nuestro encuentro.

- 19 -

Page 20: El camino · Web view• “En respuesta a las interpelaciones del Señor resucitado (cf. Jn 21,15s), nosotros, Hermanos del Sagrado Corazón, nos comprometemos a avanzar más radicalmente

El camino de la comunión con DiosCircular del superior general Hermanos del Sagrado Corazón

Que María, peregrina en la fe y en la esperanza, nos acompañe y proteja.

Hno. José Ignacio Carmona

Roma, 30 de septiembre de 2007186 aniversario de la fundación del Instituto.

PREGUNTAS SUGERIDAS PARA LA REFLEXIÓNPERSONAL Y PARA EL COMPARTIR COMUNITARIO1. ¿Qué entiendes por espiritualidad?2. ¿Cuáles son los rasgos fundamentales de la espiritualidad del Instituto?3. ¿Qué señales nos llevan a afirmar que un hermano vive una profunda espiritualidad?4. En estos últimos tiempos, ¿qué textos de la Sagrada escritura inspiran más tu encuentro con Jesús? Escoge uno o dos y explica el por qué.5. En estos últimos tiempos, ¿qué textos de la Regla de vida inspiran más tu encuentro con Jesús? Escoge uno o dos y explica el por qué.6. ¿Qué motivos te impulsan a peregrinar hoy en la vida religiosa, a permanecer y realizarte en ella?

CELEBRACIONES DE LA PALABRA.Sugiero, para favorecer la vida espiritual tanto a nivel personal como comunitario, que los equipos provinciales de animación y acompañamiento preparen, para ser realizadas en las comunidades locales, algunas celebraciones de la Palabra sobre algunos de los temas de esta circular, y los iluminen con la Palabra de Dios y con la Regla de Vida. Donde no existan dichos equipos, se pueden preparar las celebraciones en cada comunidad local. Es importante emplear signos en ellas. Los temas pueden ser:1. Una peregrinación de esperanza.2. Mirar al que traspasaron.3. El encuentro íntimo con Jesús.

- 20 -