El concepto de evolución literaria surge como respuesta a diversos cuestionamientos en relación a la falta de atención del formalismo sobre la historia literaria, pero al mismo tiempo, implica una profundización en su metodología y su pretensión de conformar una ciencia de la literatura.

El “primer formalismo” rechaza el historicismo en la búsqueda de un objeto de estudio autónomo de la historia o la psicología. Así la literaturidad (literaturnost) será buscada en las formas, y los procedimientos constitutivos de los textos, y no en la relación de estos con el contexto.

La crítica que llega por parte de Trotsky desde el marxismo, apunta fuertemente hacia esa cuestión. “los formalistas no se contentan con atribuir a sus métodos un significado puramente instrumental, en el plano de la técnica y la utilidad, análogo al significado que la estadística tiene para las ciencias sociales y el microscopio para la biología”1 La conclusión que sacaba Trotsky era justamente que los estudios formales no podían dar cuenta de por qué aparecían nuevas formas, ritmos, imágenes. Por otra parte, el pretendido objetivismo formalista, se vuelve para Trotsky, una forma de subjetivismo al no trascender lo formal. Por esto propondrá la teoría marxista para interpretar los cambios, a partir de los contextos histórico políticos.

Pero es quizás la aparición del curso de lingüística general de Saussure, lo más determinante para este ajuste en la teoría formalista. En su crítica a la gramática comparada, señala “nunca se preguntó a qué conducían las comparaciones que iba descubriendo. Fue exclusivamente descriptiva en vez de ser histórica.”2 Saussure no reniega del descriptivismo, pero plantea la dualidad de la lingüística que debe describir estados, pero también explicar el desarrollo de las lenguas.

El capítulo tercero del curso distingue la lingüística estática de la evolutiva (que derivará luego en los conceptos de diacronía y sincronía). Es Saussure el que propone que los términos “historia y lingüística histórica no son utilizables porque evocan ideas demasiado vagas”. En cambio propone la idea de evolución en oposición a los estados de una lengua. De esta manera impulsa fuertemente el estudio del lenguaje en dos frentes, uno que describa un momento de una lengua y otro que se encargue de plantear cuáles fueron los estadios en que se fue configurando el estado actual.

Quizás la contundencia del curso para las ideas formalistas tenga que ver con su insistencia en las analogías con las ciencias legitimadas, (“del mismo modo si se corta transversalmente el tronco de un vegetal …”) que no vendrían a proponer un cambio desde el historicismo, sino a exigirlo desde la metodología de las ciencias biológicas.

Es justamente de esas ciencias que Saussure y los formalistas tomarán el término evolución. En El origen de las especies, Darwin proponía este concepto para la serie de ajustes de los organismos a las variaciones que el ambiente imponía. Podríamos, usando la analogía en sentido inverso a nuestros autores, pensar en una adaptación de la forma al contexto. Esto, planteado desde una de

1 Trotsky, L. “La escuela formalista de poesía y el marxismo” en Literatura y revolución, Editorial Heresiarca, Buenos Aires, 19732 Saussure, F. Curso de lingüística general p. 47. Losada. Buenos Aires, 2007

las teorías más radicalmente cientificistas. Para observar esta variación hacía falta comparar descripciones estáticas y permitía explicarlas, desde la perspectiva de la adaptación ( “selección natural”).

Así, la evolución literaria de los formalistas se trata de un cabio que puede verse en las formas, los procedimientos, pero que expresan cambios en las funciones que estos desarrollan en la obra. “ La variabilidad de la función de tal o cual elemento formal, la aparición de tal o cual función (…) son problemas que por el momento no se intenta resolver ni estudiar. Diré solamente que todo el problema de la literatura como serie o sistema depende de los estudios futuros sobre ese tema.”3

Ese cambio tiene un fundamento más allá de sí mismo que se explicará, en principio, como el surgimiento de nuevas funciones. Será Jakobson quien finalmente desarrolle el concepto de dominante, término que ya aparecía en el artículo de Tinianov, y que intenta dar cuenta de la dinámica del cambio en el interior de la serie literaria. Los cambios de relaciones entre los elementos internos del sistema, darían lugar a un cambio de dominante, ese elemento que tomará un lugar preponderante en la jerarquía del sistema.

De esta manera, la evolución literaria estará dada por ciertos cambios formales que se explicarán estudiando el cambio de relación entre las funciones internas del sistema. Esto permite una reafirmación de los postulados del formalismo, ya que mantiene su posición metodológica e intenta dar cuenta de la historia de la literatura sin descuidar las convicciones de su primera época.

3 Tinianov, J. “Sobre la evolución literaria” en Teoría de la literatura de los formalistas rusos Todorov, T. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2008