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LA FAMILIA ELIGE Madres depresivas que hacen de sus hijos «su propia droga". Padres ausentes, que con su indiferencia respaldan la necesidad de mantener la intensidad del nexo que agobia al más débil. El «elegido», como depositario del confl icto común trata a toda costa y sin demoras de mostrarse siempre UN A e T o R lugar privlleqlado de «oveja negra». Extraído de la revis ta Uno Mismo (Número especial: Desdro- garn os, p.p. 19-23). bilidad de a ctuar separados, de a uno, por la amenaza de la indefen- sión, o huyendo del encuentro "de a todos.., por el pánico de la relación simbiótica. Protegidos por el pego- teo o por la dispersión, pero de cual- quier modo con una acentuada de- pendencia recíproca. La angust ia común neces ita una salida: alguien en quien deposit ar el conf li cto insoluble. El depos itar io -fre cuentemente el hijo- también necesita una salida, y la busca Eduardo Kalina es médico psicoanalista, tit ular en función didáctica de la Asociación Psicoanalí tica Ar· gentina e Internacinal. Especialista en Psiquiatría. Correspondi ng Member de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana. Miembro tit ular de la Asociación Americana de Psiquiatría de la Adolescencia. Con- sul ting Editor de la publicación anual «Adolescent Psychiatry», Vicepresidente de la Asociación lnterna- cional de Psiquiatría de la Adolescencia. Es autor de las siguie ntes ob ras: Psico terapia de adol escentes (1976); Hablando con padres de adolescentes, escrito en colaboración con Halin a Gryn - berg (1974), y La droga, máscara del miedo, en coautoría con Sant iago Kovadl off (1977). Su producción escr ita inclu- ye además nume rosos trabajos aparecid os en obras colec- tivas: Mania y psicopatía (1964); Aborto: un estudio psicoanalít ico (1971); Niveles profundos de psiquismo (1971); Psic op atolo gia y os iqutetrte del adolescente (1972); Adolescencia (1973); Conflictos psicológicos del adoles- cente (1973); Adoc trinamiento y psicoanálisis, además de múltiples colaboraciones en distintas revistas interna- cio nal es. "Ellos la murieron y ella se rria t ó.., dice un anónimo español del siglo XIX. Perfecta y doliente síntesis de un . proceso en el que una - la que se mató - y los otros -l os que la murieron- aparecen mezclados e in- diferenciados en el impulso y en el acto. Todos mi emb ros de un mi smo gr u- po, supongamos que una fam ilia. Con los roles repartidos pero interac- c ionando sin límites firmes. Sin posl- « z -J « O Q a: « ;:) e w dentro de la ruta conocida . Alguien -los padres- ha escrito el gu ión sobre el que actúa ese "elegido», pa- ra ejecutar los deseos que le transm i- ten. Sin hablar de la muerte , el anóni- mo español puede reformularse así: "El los la eligieron ,y ella se drogó Calificadas experiencias en el tra- tamiento de toxicómanos perm iten hablar de una con f igurac ión famil iar pread ict iva, sin que eso signifique dejar de lado situaciones personales, conte xto socioeconóm ico o la et iolog ía sociopolít ica del problema. Nadie es original en su patolog ía; el adicto no es el "d istinto.. que cree ser, sino la muestra que emerge de un contexto familiar y soc ial caracte - rizado por modelos de interacción que reflejan una ideología de "exis- tencia tóxica» con la que el ad icto es- tá irres istiblemente conectado. " Una vida contaminada, una forma de vivir que para sostenerse necesita nutrir- se de aquello mismo que la destruye, y necesariamente por eso, porqu e no puede renunciar a lo que le daña, la existencia del ser tó xico es sulcida (Kalina y Kovadloff). Toda adicc ión tiene su fuente ins- piradora en la fam ilia o en el medio social inmediato ylo mediato. Siempre, en esa fam ilia de la que uno de sus miembros "se desv ía» y " se dedica» a las drogas, hay un modelo de adi cto o varios, aun cuando ningu- no de ellos haya incursionado en los terrenos de lo ilegal. NI JUNTOS NI SEPARADOS Nos queremos , nos nec esitamos , nos sostenemos, nos reclamamos , todos somos uno. Los integrantes de un grupo que siente así se conectan 34

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LA FAMILIAELIGEMad res depresivas que hacen de sus hijos

«su propia droga" . Padres ausentes, queco n su ind ifere ncia respaldan la necesidadde mantener la intensidad del nexo que agobia al más débil.

El «elegido», como depositario del confl icto comúntrata a toda co sta y sin demoras de mostrarse siempre

« g rat~~~;~:> ~~.~e~~;~e~ UN AeTo Rlugar privll eqladode «oveja negra».

Ext raído de la revis ta Uno Mismo (Número espec ial: Desd ro­garnos, p.p. 19-23).

bilidad de actuar separados, de auno, por la amenaza de la indefen­sión, o huyendo del encuentro "de ato dos .., por el pán ico de la relac iónsimbiótica. Protegidos por el pego­teo o por la dispersión, pero de cual­quier modo co n una acentuada de­pendencia recíproca.

La angust ia común necesita unasa li da: alguien en qu ien depositar elconf licto inso luble. El depos itario-frecuentemente el hijo- tambiénnecesita una sa lida, y la busca

Eduardo Kalina es médico psicoanalista, titular enfunción didáctica de la Asociac ión Psicoanalí tica Ar·gent ina e Internacinal. Especi alista en Psiquiatría.Corresponding Member de la Asociación PsiquiátricaNorteamericana. Miembro titular de la AsociaciónAm ericana de Psiquiatría de la Adolescencia. Con­sulting Edi tor de la publi cación anual «AdolescentPsych ia try», Vicepresidente de la Asociación lnterna­c ional de Psiquiatría de la Adolescencia. Es autor delas siguientes obras:

Psico terapia de adolescentes (1976); Hablando con padresde adolescentes, escrito en co labo rac ión co n Halina Gryn ­berg (1974), y La droga, máscara del miedo, en coautoríacon Sant iago Kovadloff (1977). Su produ cción escrita inc lu­ye además numerosos trabajo s aparecidos en obr as co lec­t ivas: Mania y psicopatía (1964); Aborto: un estudiopsicoanalítico (1971); Niveles profundos de ps iquismo(1971); Psic opatologia y osiqute trte del adolescente (1972);Adolescencia (1973); Confl ic tos ps icológicos del adoles­cente (1973); Adoctrinamiento y psicoanáli sis, además demúltiples colab oraciones en dis t intas revistas interna­cional es.

" Ellos la muriero n y ella se rriat ó..,dice un anónimo español del sig loXIX.

Perfecta y do liente síntesis de un .proceso en el que una - la que semató- y los otros -los que lamurieron- apa recen mezc lados e in­di ferenc iados en el impulso y en elacto.

Todos miembros de un mi smo gru­po, sup ongamos que una fam ilia.Con los ro les repart idos pero interac­cionando sin límites fi rmes. Sin pos l-

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dentro de la ruta conocida. Alguien-los padres- ha escrito el gu iónsobre el que actúa ese "elegido», pa­ra ejecutar los deseos que le transmi­ten.

Sin hablar de la muerte, el anóni­mo español puede reformularse así :"El los la eligieron, y ella se drogó .»

Calificadas experiencias en el tra­tamiento de toxicómanos perm itenhablar de una con f iguración famil iarpreadict iva, sin que eso signifiquedeja r de lado situaciones personales,conte xto socioeconómico o laet iología sociopolít ica del problema.

Nadie es original en su patología;el adicto no es el "d istinto.. que creeser, sino la muestra que emerge deun contexto familiar y soc ial caracte­rizado por modelos de interacc iónque reflejan una ideología de "exis­tencia tóxica» con la que el adicto es­tá irres istiblemente conectado. " Unavida contaminada, una forma de vivirque para sostenerse necesita nutrir­se de aquello mismo que la destruye,y necesariamente por eso, porqu e nopuede renunciar a lo que le daña, laexistencia del ser tó xico es sulcida.»(Kalina y Kovadloff).

Toda adicc ión tiene su fuente ins­piradora en la fam ilia o en el med iosocial inmedi at o ylo mediato.Siempre, en esa fam ilia de la que unode sus miembros "se desv ía» y " seded ica» a las drogas, hay un modelode adi cto o varios, aun cuando ningu­no de ellos haya incursionado en losterrenos de lo ilegal.

NI JUNTOS NI SEPARADOS

Nos queremos, nos necesitamos,nos sostenemos, nos reclamamos,todos somos uno. Los integrantes deun grupo que siente as í se conectan

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a través de un sistema de vasos co­municantes rellenos de una sustan­cia densa y pegajosa. Componen unafamilia «simbiótica» (pegoteada).

Todos están metidos en la vida detodos, actuando sin discriminaciónde limites entre varones y mujeres,adultos y niños, jóvenes y viejos,mundo externo y mundo interno,fantasía y realidad. La personalidadde uno invade las de los otros.

Al otro no se le respeta como tal,sino que se toman decisiones por él.Por lo tanto, se va configurando unmodelo familiar donde la manipula­ción y la mentira establecen la moda­lidad comunicacional.

Cuanto menos nos juntemos, me­jor sobreviviremos. Si sucumbimos ala atracción y nos acercamos, termi­naremos aniqui lados. Este es el sen­t imiento - el pol o opuesto delanterior- de los integrantes de unafam ilia «cismática». Cuan do todosellos se juntan alrededor de una me­sa, chocan y pe lean. Intentan me­diante la agresión evitar caer en el« peqotearnlento», que es el fenó me­no vis ible del modelo si mb ióti co fa­miliar, su opuesto.

Mientras los que se rinden al u pe­goteamiento» muestran que han per­dido la capacidad de protegerse a símismos en forma autónoma, y de­sembocan en un complejo entrecru ­zam iento de ro les; los seg undos-los del grupo ..cismát ico»- huye nde esa manifestación que está igual­mente latenten en ellos.

Son , en síntesis, est ructuras narci­sistas, en las cuales es impract i­cable el rec onocimiento de ..el otrocon su propia otredad»: por lo co nt ra­rio, el ot ro es una extensión de símismo. Muchas veces, en las Iarni­li as con modelas relac ionales máspsicopáticos, lle ga a ser algo as í co­mo la prolongación de su intesti no,alguien en quien «se cagan» sin con­sideración alguna.

Porque no pueden estab lecerquién es y dónde est á el ot ro, y por­que predomina el lenguaje de acc iónsobre el verbal , están impos ibi l it adosde intercambiar mensajes correc tosy se llenan de desconfianza. Porquees un mundo muy par anoico ese en elque les toca vivir . En consecuencia,el refugio en el autismo (en su mundointerno) es uno de los recursos po­sibles, y la droga, un gran fac il itador.En especial u ese gran tranqu ilizadorde las juventudes» que es la rna­rihuan a.

«Estoy en la mía». «me vuel o», «voya viajar» son expresi ones típ icas, yciertas canciones inductoras de ladroga apelan a ser ..mansos» y «vo­lar, volar» . Algo as í como estupidizar­se tras el aparente mensaje de paz.

En síntesis, las cr eenc ias mági­cas, que encuent ran terreno propic ioen estas est ructu ras debil itadas, sonbase impo rta nte para la ..inspira­ci ón» de una búsqueda mágico­omnipotente en la droga.

EL DOBLE MEN SAJE

En una fam ilia de característ ica spread icti vas prácticamente siemprehay una mamá muy débil, general·mente una persona depres iva en foroma evidente o latente, tal vez hijatambién de una madre depresiva, yconsecuente mente neces itada de laest ima de fuera para co mpensar laque desde den t ro no se t iene. Ade­más , hay una const ante lucha inte­rior, en la cua l una par te de su perso­na lidad aniqu ila la poca autoest imaque esa persona tiene. La necesi daddel otro, entonces, es tr emenda paraesos seres ..harnbrlentos-adlct lvos»,y su vida depende siem pre del otro ode una s ustancia q uímica quecumple est a función de t ipo sedativo.

Esto es impresci ndible no perderl onunca de vis ta para entender es ta in·terac ción humana tan trágica, que secompl ementa co n la acti tud del ter ­cero, el padre , que hace «la vis ta go r·da» para que no le pidan a él lo queno ti ene y no puede dar. Así, aislado,hace «como si» fun cionara como elhom bre de la casa, a co sta de losotros.

Esa mujer, esa mad re de la quehablamos , es una persona ansiosa,confusa, con una serie de dtt lculta­des emoci onales que nun ca fuerondebidame nte resuelt as ni comprendí­das. Cuando esta mujer t iene un hijo

revi ve prob ablemen te el propio tra ca­so de su vínculo co n su mam á. Lamatern idad le crea el con fl icto de te­ner que asu mirse como mujer y comomadre. El ni ño la angusti a, le despier­ta ans iedades e inc lusive hostili da­des que no puede asumir. Por esoti ende a aba ndonarlo mu cho y acepota y promueve el hecho de que seanotros los que le atiendan.

Co mo no puede hacerse cargo desus sensaciones hostiles y tampocopuede sofocarlas y dejar de poner lasde manif iesto, hay d is tanci ami ento yansiedad en cada acercamiento al hijo.

S i el niño llora, y le odia por eso,pero tiene que acud ir para atenderlo,hará algo para tratar de d isf razar eserechazo y mos trar una actitud amorosa

Cua ndo se ace rca al hijo volunta­riamente, lo hace por su prop ia neceosld ad, y no por la de la cria tura. ..Tedoy cariño y cuidado para que meat iendas igual mente a mí. Te necesi­tooDame tu calo rc lto.»

Como la percepc ión infant il es bá­sica mente preverbal, el pequ eño rec iobe el mensaje, pero tan confuso co­mo la madre se lo presenta. Esto lemarca y le impos ibil ita par a reac­cionar adecuadamente ante los sen­t imientos que se le expresen.

Para convivir con esta madre, parano perderla, porque la necesit a parasu segu rid ad, tendrá que negar loque siente y perc ibe , y entrará en unaco municaci ón de sent imientos dls­to rsi onada que le hará dudar de suspercepciones o tapar las.

Para que la mad re siempre retorn ea buscar le, deberá darle seguridadde que pon drá a di spos ic ión «su ca­lorcl to»,

El que va a ser drogadicto empezósiendo la droga de su mamá.

Un hi jo que es depositario delnúcleo melancólico de la madre ac·t úa la depos itac ión de la que es obje­to -que su madre no to lera- me­diante su propia sedación droqadict l­va, con la que a.su vez busca al iviar ala madre, condenándo se a una esc la­vitud.

Est o se torn a más propicio al He­gar el hijo a la pube rtad, pues las de­mandas del mundo extern o terminanpor agotarle, ya que desde su infan­ci a " vive succionado», y ento ncesapela al combust ible químico, tal co­mo lo aprendió en su casa, para in­tentar co nt inuar con su s ob llqa­c iones (léanse " pact os invisible s» delealtad con su madre).

Reiter amos a modo de moraleja :" Nadie es original en su pato loq ía.»En su casa le dijeron siempre: " Hazlo que yo digo: no hay que usar dro­gas, y no lo que yo hago, drogarmepara enfrentar la vida.»

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EL PADRE AUSENTE

A esta situación de un hijo que a lafuerza y a toda costa debe mostrarse..grandioso", para satisfacer las ne­ces idades de una madre insati sfechae incapaz de alcanzar la sat isfacc ión ,se suma la actitud paterna de «hacerla vista gorda" a las presiones.

En esta constelac ión el papá , casisiempre, es una figura muy lejana.Porque no está o porque es una pre ­sencia ausente.

Sin embargo, en ese tr iángulo deexplotación, él es el máximo explota­dor, y por su propia necesidad admiteceder al hijo para salvarse él de laexigencia de la mujer. Esta es ladescripción de su propia técnica desupervivencia, y no una acusación.Nuestra intención no es moralística,es sólo describir lo más vivencial­mente posible 105 fenómenos estu­diados.

La madre sufre un déficit crónicoen su autoestima y además, de unamanera sistemát ica , debe dar pre­eminencia y nutrición a la figura delpadre, quien pasa por ser el «genio"de la familia. Esta mujer pauperiza­da, reiteramos, depende del hijo paragratificarse. Su niño, más tarde su hi­jo adolescente, se convierte en laprincipal fuente de autovaloraciónpara ella, ya que el marido no le oíre­ce sustento, mi entras reclama suconstante estima.

El hijo pasa a ser la «droga" quesostiene a la madre, y busca, a su vezya su tiempo, alivio en 105 fármacospara mitigar su propia melancolfa defondo. Es que cua ndo empieza a ere­cer, y se siente reclamado por sumadre, que se pone muy mal si avizo ­ra su independencia, sólo atina a re­currir a aquello que conoció útil parasus padres: 105 combustibles. Aun­que en 105 primeros períodos de suado lescencia, por una apariencia derebelión, éstos deben ser distintos yopuestos, si es posible, a 105 de suspadres.

Un ejemplo clásico: si sus padresson alcohólicos, el hijo usará la rna ­rihuana. Luego, tarde o temprano, seincorporará al clan de 10 5 abusado­res del alcohol , ya sin necesidad demostrarse diferente. Como dice eltango: ..Siempre se vuelve al primeramor."

Su lucha, en realidad, parece estarencaminada a "ser lo contrario de 19que ustedes son" , pero lo que se leocurre es apelar a 10 5 mismos méto­dos , aunque los elementos de apaci­guamiento sean otros.

Se configura una pirámide deexplotación reciproca, con el hijo enla parte inferior, rodeado de ausen­tes , exigido por la madre a su vezdesvalorizada por el padre. El ún ico

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cam ino que encuentra es el de la dro ­ga, necesita una sal ida inmed iata ysin dilaciones.

Como parte de una tra ma verdade­ramente siniestra, el hijo accede acumplir con el mandato que le dan ,obra de lo que nosotros denominare­mos ..pacto cr iminoso», en la med idaen que conduce a la lenta destruc­ción e inclusive a la muerte violenta.

EL PACTO CRIMINOSO

A través de la experiencia clínicaes poslble descubrir interaccioneshumanas muy trágicas, que denomi­namos «el pacto criminoso.., para de­jar claramente explicitadas las emo ­ciones e impulsos fanáticos que seponen en juego.

De distintos alcances, y armadosobre la base de sut iles transac­ciones, el " pacto crim inoso» t iene sugénes is en la trama del clás icocomplejo de Edipo , descrito porFreud, pero estudiado desd e el puntode vista del fil ic id io, en nuest ro pro­pio medio, por Arnaldo Rascovsky.

Repasemos algunas relac iones hu­manas simbol izadas a lo largo de 10 5

t iempos, en la tragedia edípica:Layo, el padre de Edipo, lo manda

matar porque el oráculo le ha advert i­do que , de lo contrario , será su hijo elque lo mate a él. Este señor, Layo, noentendió el mensa je simból ico deque todo hijo debe superar a supad re, y ac túo así , f i líc idamente, por­que tomó el mensaje en formaconcreta.

Pues bien : en las familias conpatologías graves 105 conflictos se

enfrentan y se procesan en términosconcretos, y no con un pensamientosimbólico. Un hijo, al crecer y ser él,mata simbólicamente al padre y pasaél mismo a ser padre. Allí abandonala rivalidad edíp ica infantil y res­tablece en otros términos el vínculocon el padre real.

Este juego universal es estructu­rante de la personalidad, y en casospatológ icos se dramatiza a fondo,dando lugar a una conducta quepuede terminar en desenlace fatal.

Por ejemplo, si en ese marco fami­liar aparece un suicida es porquesobre él se ha ejercido toda la pre­sión.

Podemos ir a un ejemplo de la lite­ratura clásica. Recordemos a Julieta,quien se suicida. Esta resolución nofue propia. Su padre -y a 105 que nolo recuerden les sugiero releer el tex ­to de Shakespeare - en reiteradasocasiones le manifestaba que prefe­rirá «verla muerta si no se casa conParis» , En consecuencia, Julieta sesuicida, cumpliendo un des ignio pa­terno... Ellos la murieron y ella se ma­tó."

No siempre, sin embargo, el de­senlace tiene que ser la muerte.

A veces , como forma de transac­ción, para reconformar la situaciónun hijo enferma gravemente y evita ladisgregación del grupo, que cierra fi­las para atenderlo.

Drogarse, como suicidarse, es unacto ps icóttco. El suicidio lento porla droga es, muchas veces, un regula­dor del equilibrio familiar.

Pero una familia de este tipopuede perdurar compensada y no re­currir a la consulta, o hacerlo sola­mente cuando el caso de un miembrodrogadicto les golpea, ya sea por unasobredosis o por un brote de psicosistóxica.

LOS SABOTEADORESDescubrir la adicc ión del hijo lleva

a la familia a un estado de inquietudque puede resolverse de diversos mo­dos : denunciándole, echándole de lacasa con la idea de que " muerto elperro , se acabó la rabiau , o entrandoen complic idad, en la aceptación delhecho de que "es mejor que se inyec­te y no que se enoje y se ponga mal n ,

Otra alternativa, que es frecuentepero no registra siempre el necesariogrado de convicción, es la de intentarun tratamiento para sa lvarlo. Paracurar , en forma ind ividual , al que en­fermó.

La realidad es que el descubri­miento del adicto y la aceptación desu enfe rmedad los enfrenta co n elpropio dimensionamiento de sus ro­les.

La víct ima del proceso jugaba unpape l reconf igurador de las reía -

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Entrevista a Eduardo Kalina

TOMADO EN CINTAY TRANSCRIPTO POR:Elena Aranda CaballeroEugenia Gramage Máñez

Algunos aspectossobre terapia familiar

ciones familiares, reemplazando consu síntoma los espacios de soluciónde conflictos que eran responsabili ­da de todos.

Cuando acuden al tratamiento,cuando tienen que enfrentarse alhecho de que ese integrante iniciaráun camino de diferenciación, se pro­duce una sensación compartida depeligro grupal, que en muchos casosincluye sentimientos catastróficos,porque se siente que si el vínculo seafloja, el resultado será el caos co­lectivo. Repentinas somatizaciones,fobias agudas, autoagresiones, apa­recerán como recursos para superarel «peqotearniento» perdido.

Desearían que nada cambiara. Lamadre, desprovista de la droga que elhijo representa para ella, tiende a sa­botear el tratamiento. Teme, además,que ese marido -ese padre- quepermanecía funcionando en un siste­ma en el que ella, fortalecida por elhijo, le daba su aliento, se sientadesprotegido y se vaya.

El padre, que por ser el explotadormáximo siente que es el que más

Durante los días del 2 al 7 de juniose ha realizado en Valencia un cursode psicoterapia familiar, impartidopor el Dr. Kalina. De este curso he­mos estractado algunas preguntasrealizadas por diversos asistentes ysus respuestas.

Eduardo Kalina es un médico psi ­coanalista, titular en función didácti­ca de la Asociación Psicoana líticaArgentina e Internacional , Corres­ponding Member de la Asociac iónPsiquiátrica Norteamericana .Miembro titu lar de la AsociaciónAmericana de Psiquiatría de la Ado­lescencia. Consulting Editor de lapublicación anual Adolescent Psv-

tiene que perder, haré sentir su ame­naza a la madre, su nutriente, paraque ésta influya sobre la culposa per­sonalidad del hijo. Si no tiene res­puesta podrá llegar, inclusive, a laenfermedad grave.

En todos los casos, la decisión ini ­cial será la de sabotear el tratamien­to, que además los pondrá ante supropia responsabilidad en la si­tuación en que se encuentra uno desus miembros.

Pocas familias soportan la heridanarclststlca que implica considerar­se cogestores de la "mancha tarnt­liar» que representa un drogadicto.

Es preferible ver al adicto como "laoveja negra que extravió el camino» .El mismo adicto se rebelará frente ala amenaza de verse desplazado desu "rol pr ivilegiado».

El enfoque terapéutico debe ten­der a revertir esta tendencia a la de­positación en uno de los miembrosde todo el "cargamento» fami liar, yrepa rtir la "carga» para luego proce­der a una transformación por partede todos.

chiatry. Vicepresidente de la Aso­ciación Internacional de Psiquiatríade la Adolescencia.

¿Tu sistema de trabajo te permiteelegir las familias que llevas en trata ­miento? ¿Tu medio de trabajo semueve en una institución a nivelpúblico o privado?

Todo depende del tipo de con ­sulta que uno tiene y de dóndetiene que trabajar.

En terapia fam iliar, al en frentar­nos con una familia, tenemos quetrabajar además de con los cono-

LOS HERMANOS EN EL MARCOFAMILIAR

Cuando uno de los hi jos es "el ma­lo», otro u otros son "los buenos», y aellos hay que protegerlos de la conta­minación, según el erróneo modelofamiliar.

Sucede que cuando el "malo» me­jora y comienza a curarse, el "bueno»cae y tiende a reinstalarse el triángu­lo de explotación con otra base.

Esto es preciso prevenirlo a travésde la terapia, para evitar que la cargavuelva a caer sobre uno solo. "O nossalvamos todos, o no se salva nadie»es otro de los lemas que el tratamien­to debe tener presente.

* Algunos autores prefieren hablardel "paciente identificado» o del «erner­gente del grupo familiar», etc., pero no­sotros, siguiendo una sugerencia del doc­tor Julio Aray (de Venezuela), preferimosllamarlo "el elegido», término tomado dela mitología.

cimientos técnicos, con los cono­cimientos de poder socio-político,ya que un tratamiento pasa tam­bién por poder político.

La posibilidad de hacer distin­tos tipos de tratamiento dependede quién es uno : qué institucióntiene, dónde está: consultorio pri­vado, instituto... y quién lo consul­ta.

Yo tengo actualmente dos fuen­tes de trabajo: una es mi consulto­rio particular, donde en la actuali­dad no hago ninguna terapia Iarnl­liar de tiempo prolongado, sinomás bien procesos de entrevistas,selección y orientación de casos.Mi segunda fuente de trabajo es laclínica que dirijo. Todos los díastengo entrevistas con padres deadictos, sesiones en emergen­cias, sesiones de consulta, se­siones para internación, sesionesen crisis - porque un paciente sequiere marchar, porque hubo unareincidenc ia...- y casos en losque acompaño a la familia comocoterapeuta familiar; yo soy el te­rapeuta de la familia en coterapiacon el terapeuta individua l. Consi­dero que en patologías graves, elte rapeuta individual siempre tieneque estar en la sesión, porque es­tamos trabajando con profesiona­les de la comunicación patológicay es fundamental que se puedatrabajar en la terapia individualsobre lo que ocurre en la terapiafamiliar. El hecho de que la gentede que está haciendo terapia fa-

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miliar, sig uien do un modelo cl ási­ca analítico, permita que el pa­ciente asista a las sesiones Iarni­liares con otro te rapeu ta , pero sinque exis ta comu nicación, paramantener el secreto, me parece unabsu rdo conceptual ; yo trabajosegún el modelo recién descrito.

. .Los pacient es saben que nos

comunicamos, que t rabajamos enequipo; y el modelo coter apéuticoes, además, un modelo dernocrat i­zant e que lucha contra la idealiza­ción y la omnipotencia porque noshablamos, nos preguntamos, dife­renciamos opiniones, etcétera. Eltr abajo ent re dos da un modelo in­teraccional muy interesante. Loscoterapeutas pueden ser doshombres, dos mujeres, un hombrey una mujer, siempre es mejor co­mo modelo de pareja , aunq ue yoprivilegio el ent endi miento a lossexos; es preferible que sean doshombres o dos mujeres que se en­tiendan bien y puedan t rabajar, aque sean un hombre y una mujerque tengan problemas de relaciónentre ellos, porq ue esto se tr asmi­te al grupo y puede crear si­tuac iones caóticas.

¿Utilizas normalmente al terapeutaindividual como coterapeuta en la te­rapia ~~milia?_ _ _

En los casos en que hay un pa­cien te identificado de tra tarnlen­to ,si.

Y, ¿qué pasa cuando el tratamientoindividual que está recibiendo el pa­ciente identificado es un análisis?¿Utilizas al analista como cotera­peuta?

Cuando se trata de un análisi sortodoxo, puro, no; con esa genteno t rabajo, en pri mer lugar porquela gente que está en anál isis puroortodoxo no es gente que necesiteterapia de familia , ni terap iascombin adas. Las terapias cornbi­nadas son adecuadas para casosgraves; en estos casos yo no creoque sirv a el anál isis, ya que estospac ientes no tienen un "yo.. capazde to lerar lo; se hace otra cosa,aunq ue se dig a que se hace análi­s i s ; s e h a c e psi cote rap iapsicoanalit ica , y ésta admite pará­metros, uno de estos parámetrospuede ser que los terapeutas tra ­bajen jun tos en las sesiones de fa­mili a, cuando éstas son muy neceosarias.

Desde mi punto de vista, hayque tra bajar con un sistém ico , yasi se evitan desastres; porq ue

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por seguir un mode lo ortodoxo nodiscutido ni reflexionado, se co­meten graves eq uivocaciones.Típico ejem plo de esto es la fras e,muy co tidiana, "el que se psico­analiza se divorcia... Es una ver·dad muy común que gente queempezó a anal izarse se divorcia , yello es así porque uno prOVOCéuna modificación en el sis temaque puede ocasionar crisis rnat ri­mo niales graves. También estipico el ejem plo del ado lescente,que, cuando mejora, es retiradodel tratamiento por la fami lia. Es­to ocurre porque no se trabaja conel sistema. Si sabemos que hay unsistema debemos trabajar conesas ci rcu nstancias y tratar deevi tar desastres. Yo no digo quese pueden evi tar los divorcios , si­no los divo rcios de act uación; haygente que no tie ne ot ra soluciónque divorciarse, pero hay que in­tentar no ind ucir actuaciones.

Los Kle inianos no toman a unapersona para hac er aná lisis enforma didácti ca, si no le estud ianel ambiente y saben que cuentancon alguien para respaldarse enmomentos de regresión. ¿Cómovamos a tomar en anál isis a per­sonas con estructura Yoicas muypobres y exponerlos a una reqre­sión? ¿Con quién cuentas entonoces si el paciente comienza a de­ses truct urarse, si actúa, si hayque internarlo? ¿Con qu ién vamosa tra tar? Si un analista, al haceranális is didáct icos, ti ene el cu ida-

do de ver si esa persona, en unmomento de regr esión te rap éut i­ca intensa, es deci r, si va a necesí­tar una ayuda externa, yo teng oque ser más prud ent e; creo quehay que estu dia r muy bie n el carn­po donde vamos a oper ar ynuestras indicaciones deben sercaut elos as, porque hay person asque, cuando em piezan a analizar­se y cambiar, buscan ayuda r ytie nen vínculos madur os hacia losdemás. Pero las personas quet ienen vínculos narcisistas o po­tencial de acción , apenas em­piezan a cambi ar un poc o, destru­yen a to do el que t iene en el carni­no. Entonces uno genera una ac­tuación que no le sirve para nadala persona.

Yo intento ser responsable enlas cosas que hago, y por eso , anotes de poner a un adole scente enterapia veo si esa fa milia va a tole­rar la terapia de ese paciente; sino, muchas veces, es preferible in­dicar una terapia famili ar o una te­rapia con los padr es, para ayu­darlos a que toleren que el hijo ha­ga los cam bios que tiene que ha­cero

Has dicho que en tu consultorio pri ­vado no haces terapias largas. ¿Esporque intentas evitar algún tipo desituaciones? ¿Tiene alguna relacióncon los juegos de poder?

No, con muchas familias traba­jé largo tie mpo. Ahora no lo hagomás por la misma razón que nohago ningún ps icoaná lisis, y esporque viajo mucho y no cons ide­ro ét ico pos poner a nadie a mi rno­dalidad de vida.

Además, me pasa muc has ve­ces que, habiendo estado tra ba­ja ndo mucho tiempo con la tarn i­lia de un paciente, identi fic adograve, cua ndo logramos lo quebuscamos -es decir, redist ribuirla problemáfica- , lleg a un mo­mento en que nos plantea t rabajaren tera pia de familia prop iamentedicha. En est e punto ya est ánconscientes de que el proble maes de todos, y les planteo que tra­bajen con otra gente, porque yasalie ron de la crisls y del tra bajoque nosotros est uvimos haciendoal haber aceptado la si tuac ión an­ter ior , y la terapia prolongada neocesita de gente que trabaje co n elgrupo fami liar desde un enfoquemás global.

En mi modelo, en la med ida enque, además, trabajamos en co te­rapia, si yo me voy pueden seguirt rabajando igua l; pero tra to de evi­ta r que se dé esto y no tomo más

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que psico terapias breves o entre­vistas, o situaciones cr íticas, parano perju dicar a la gente y porqueconsi dero que no teng o derecho ainvolucrar a la gente a mi ritmo devida.

Hay famil ias que a raíz de todoel desarrollo de este tema, sol ici ­tan terapia, tratamientos de unano, ano y medio, dos anos; y meparece muy pos itivo. pero yo no lohago porque no les hago bien y selo planteo así; les explico que larazón de que yo no les atienda esque no p uedo of recerles una rut i­na, una consecutividad, ya que heacomodado mi vida para haceruna serie de ac ti vidades que megustan y no me interesa hacerot ra cosa.

En el caso de dedicar, hay 'quepreparar a gente para ir a otra per­sona y explicar porqué les reco­mienda a esa. Si no lo hacemosasí, generalmente fracas amos.

Parece que tu práctica en la terapiafamiliar se inscribe a nivel de adulto:mi planteamiento es: ¿Realizas tera­pia familiar con muchos adclescen­tes?, yen ese sentido ¿matizas en al­gunas medidas las terapias breves?

La mayor parte de las terapiasfami liares son con adolescentes .Yo veo más pac ientes adolescen ­tes que adultos; aparte de tera­pías de parejas. Con ado lesce ntesno sé si hay algún mati z especial.trabajo con ellos. Ahora. con ni­nos. trato de no inclui rlos en la te­rapia si no es estrictamente nece­sario. más bien pre fie ro trabajarcon los padres. Por sup uesto quelos niños igual saben las cosas,pero yo no veo la ut ili dad de expo­ner los a peleas y situaciones a lasque ya es tán expuestos en casa.

Mi experiencia demuestra que,t rabajando con los padres. selogran modif icac iones que benefi­cian a los chic os . Yo no le en­cuentro mucho sen tido; salvo enalgunos casos en que fue inevi­tab le que vini eran para ver el tip ode interjuego de situaci ones quese produce n.

Mi experiencia en este tema noes muy grande, y no me animo adar demasiadas expi icaciones.Yo, por cari ño a los chicos, t ratode no expon erlos a situac iones te­rapéut icas que, a veces, sonviole ntísimas; hay terapias fam i­lia res y de pareja que son muyviolent as, por ejemp lo. cuandohay enfermos y si tuaci ones gra ­ves. Por supuesto que los chicosen las casas las pasan también.pero ¿para qué exigirl es más? Siuno, tra bajando sobre el sistema.

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provoca modif icaciones de lasque el nino se benef ic ia inc luso encasos en las que el paciente iden ­t if icado es el ch ico.

Alguna vez lo inclu í, incluí ju ­guetes..., pero yo no es toy conven­cido de esto.

Hay gente en Argentina que re·aliza una apología tot al del traba­jo con ninos , y t ienen técn icas ylibros sobre esto. A mi no me gus­ta nada, no es toy de acuerdo. Enmi experiencia no le encon tré sen­t ido.

------ --Tu sostienes que con las parejasmantienes un encuadre rígido y noempiezas la terapia hasta que no es­tán los dos miembros. ¿Con las Iaml­lias haces algo parecido? Y en se­gundo lugar, pienso que las caden­cias de las entrevistas y con las tera­pias individuales suelen ser de una atres veces por semana, como mucho,en terapia de familia tendr á que sermás larga. ¿Tú también las alargas?¿Cada cuánto tiempo haces las tera­pias de familia?

Con respecto a la fami lia, si mepides una modalidad uni forme nola tengo; he ido experi mentandotodas y es un tema en el que aúnno he llegado a una def inición cla­ra. Hay familias en las que hepuesto como condición que ven­gan todos, y hay algunas en lasque he aceptado que alguno queot ro no venga, espec ialmentecuando se trata de personas muyrígida s. demasiado enfermas ocon un nive l de deter ioro muy im­port ant e. en esos casos pref iero

que esa persona no venga. porq uecreo que no sirve para nada la te­rapia famil iar con est e ti po degente. Es un tema que he dlscutl ­do mucho. sobre el que he vistomuchos criterios y no logro llegara uno que me def ina a mí. Piensoque la asist encia de un miembrode estas característi cas a vecesno sólo no benef icia , sino que ac­túa como un fact or que provocaincomod idad y ten sión.

Cuando algún miembro com ien­za a falta r, eso sí lo voy trabajan­do. La técnica que utilizo cuandoocurre esto es la de mandar men­saj es absurdos que lo irri ten, lomo lesten y lo obliguen a venir aexp lica rme la situac ión. Mi expe­rienc ia es que suelen responder.

Con familias, genera lmente in­sis to en que vengan todos y traba­jo con todos, aunq ue la exigenciade participar la he restringido alos casos en que es estrictamentenecesario.

Es muy difícil a veces lograr quevengan todos los miembros de lafami lia juntos. salvo con fami liasin tegradas.

En las parejas es dife rente, por­que la expe rie nc ia me mostró. enalgunas ocasi ones, que el hech ode que no venga uno de los dospuede es tar ligado c on si ­tuaciones perversas con las queintentan hacerme entrar en elj uego de celos de uno y otro.

Con respecto a la frecuencia delas entrevistas, tampoco tengomodelos fi jos, depende del caso;lo más común es una vez por se­mana, a veces cada qu ince días....depende del t ipo de familia. Cuan­do ya la cos a va bien, se puede ha­cer una vez al mes.

La duración de las entrevistastambién es variable. Como lo quemás hago es trab ajar con fami liasgraves que. generalmente . em­piezan acampanando el tra ta­mien to de un paci ent e conpat ología grave. trabajo co n entre­vis tas de una hora. a veces. deuna hora y media.

¿Qué haces cuando. por ejemplo, enuna terapia de pareja se empiezan apelear entre ellos, no te escuchan yno son capaces de establer una me­tacomunicación, es decir. que nopueden hablar de lo que ocurre, nosólo en una entrevista. sino en cual-quier otra circunstancia~ _

Por supuesto que no hay dos si­tuaciones iguales.

Una de mi s interven cion estípi cas es interferir en esa pelea yllevarles a ver que no se es-

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cuchan. Otro abordaje clínicopuede ser señalarles que, de esaforma, no hay ninguna posibilidadde escucharse ni de entender na­da, y entonces empezar a trabajarde como habla cada uno, llevan­dolos a cambiar totalmente eso,para lo cual utilizo la técnica deVirginia Satir, de los modelos coroporales. Uno puede explicar cual­quiera de estas técnicas si llega ala conclusión de que la gente va aaprender de ellas, porque hacerlopor hacerlo no tiene sentido. Youti lizo técnicas muy variadas, pr i­mero porque las manejo, y segun­do porque lo que busco es unefecto terapéutico.

Virginia Satir trabaja con losmodelos caractereológicos. Estosmodelos son muy útiles cuandouno encuentra donde aplicarlo,porque el «lnslql it» dramático, lavivencia dramática que tiene unapersona cuando, de rependecomprende algo, es muy irnpor­tanteoEl «lns lqlit», que quiere de­cir comprens ión más aprovecha­miento, puede ser instrumento demuchas formas, y el «insiqlit» dra­mático es la primera parte de esteproceso.

Este tipo de técnicas dramáti ­cas nos ayudan a trabajar in-

tegralmente. Son altamente mov í­lizadoras y de rápido y fácil acce­so a las personas. Hablo, tunda­mentalmente, de terapias de cri ­sis, terapias de abordaje brevecon objetivos limitados..., dondenecesitamos de recursos que nospermitan fácilmente, o por lo me­nos rápidamente, acceder a laspersonas. No hablo de terapiaspro longadas, en las cua les tene­mas tiempo para trabajar con lacapacidad de elaboración de lossujetos. Con estas técni cas pone ­mas en marcha procesos elabora­ticos de los cua les podemos o notener el seguimiento . Lo ideal es,después de breves per íodos don­de uno trabaja sobre c iertos te­mas , tener la posibilidad de citar ala gente cada cierto intervalo detiempo, con el fin de ver su evolu­ción. Creo que este tipo de se­gu imiento es de gran uti lidad.

--- ----- - - - - --¿Cómo trabajas en aquellos casosen que la familia adopta una posiciónfirme y le plantea al paciente el tra ­tarse, pero éste se niega?

Nuestro esquema y nuest ras le­yes son diferentes.

Si yo llego a la conclusión deque hay riesgos y de que el pa­ciente está grave , planteo la ínter­nación contra su voluntad. Si esmenor, no tengo problemas, por­que lo internamos como sea; y sies mayor, pido orden de trata­miento al juez , lo vaya buscar y lointernamos. Creo que es tunda­mental para una gran cantidad decasos el disponer de este recurso.

Aqu í tenéis que resignaros; sal ­va que logréis capacitar a la Iami­lia para que t raigan a l paciente.Creo que la polít ica que se sigueen Europa con relac ión a este te­ma es una pol ítica basada en unaconcepción equivocada del toxi­cómano como un individuo libre,capaz de decid ir lo que hace.

Yo pienso que el tox icómano esun psicótico gobernado por unsistema de tipo del irante que diri­ge su vida; es un autómata, unamáquina de des truirse, y no estoyde acuerdo con que sea capaz dedec id ir; el adicto viene a la terapiaa perfeccionarse, no a curarse;considerándolo capacitado pa radec id i r, el terapeuta se pone alserv icio del f in que el toxicómanopersegue: el perfeccionamiento.

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