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Elijo ser Luz

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Lo importante no es lo que nos pasa sino lo que hacemos con lo que nos pasa

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Elijo

Ser

Luz

Lo importante no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa.

Claudia González de Vicenzo

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La tapa es una foto del faro más austral de Noruega.

Lindesnes Fyr 57° 58´ 54´´ N 7° 3´ 17´´ E.

Desde ahí ilumina a los viajeros.

Kenneth Hansen me sugirió este faro y

Jostein Holgersen me llevó hasta allá para fotografiarlo.

Argentina puede ser el faro más austral del mundo.

Por eso yo (argentina hasta la muerte) ¡Elijo Ser Luz!

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Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo, en que el ser

humano gozaba de la felicidad que da la ignorancia.

Pululaba por ahí, en el Jardín del Edén, totalmente

inconciente de su desconocimiento.

Hasta que Dios dijo: “no es bueno que el hombre esté solo,

vamos a darle una ayuda proporcionada a él”. Y ¡Zas!, empezó

la diversión.

No, no voy a hablarte de la cuestión de género. Por lo

menos no por ahora. Pero así fue. Dios creó a la mujer

y se la dio al hombre. Fueron creados juntos a imagen y

semejanza como una sola alma. Conocés la historia. No

te voy a aburrir con detalles.

Empezó la diversión, pero no terminó la ignorancia.

Ahora pululaban unidos e ignorantes en el mismo jardín.

Y ese jardín era Dios. Y ellos mismos también eran Dios, y

los animales eran Dios y todo el Reino era Dios.

O el Universo, o la Luz, o el nombre que se te den las ganas

ponerle. Lo cierto es que no había conciencia de separación

o de división. Todo era una Unidad, hasta hombre y mujer

eran una sola alma.

Como seres que vienen de Adán, los humanos llevan en el

ADN la sensación de felicidad que provoca la ignorancia.

Y no quieren salir de ahí. Pero siempre algo o alguien, a la

larga o a la corta, les rompe la ilusión, les pincha el globo y

los empuja a despertar.

¡¡¡Maldita serpiente!!!

Y así fue como hubo otra vez en la que sonó el despertador

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y apareció la serpiente. Es decir, yo.

-La mujer que me diste me dio de comer, y yo comí - , dijo Adán.

-La serpiente me dio de comer, y yo comí - , dijo Eva.

-Dejensé de endilgar culpas y maduren de una buena vez

por todas, dijo Dios (o algo parecido a eso), y les pegó una

patada tan grande, que vinieron a parar acá. Y yo me tuve

que venir con ellos.

¡¡¡Malditos humanos!!!

Y ahora… ¿qué hacemos? Se dijeron.

Ajo y agua. A joderse y a aguantarse. No hay vuelta atrás.

Es lo que hay. Y tienen que hacer lo mejor que puedan con

lo que tienen porque:

Registro de quejas y reclamos no hay.

Las Iglesias, Templos, Mezquitas y demás… tienen horario

de atención al público.

El Manual de procedimientos está escrito en arameo.

Y las reglas del juego son difíciles: parirás con dolor a tus

hijos, trabajarás con el sudor de tu frente.

Entonces, vivirán y crecerán separados buscándose sin

encontrarse.

Es obvio, el trabajo lo tienen que hacer acá. La verdad

es que, allá, en el Jardín del Edén se aburrían como ostras.

Por eso me tuve que meter yo. O ¿por qué te creés que

comieron la manzanita del conocimiento que les ofrecí?

Querían despertar. Querían conocer otros mundos, tener

otras experiencias, descubrir la diferencia entre el bien y el

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mal, divertirse. Bueno, yo les estoy enseñando lo que es

divertirse, divertirse de verdad.

Entonces… ¿de qué se quejan?

No están acá para quejarse. No están acá para juzgar

tampoco. Están para divertirse mientras caminan por el

sendero del autodescubrimiento. ¿Lo pedís?, lo tenés.

Eso se llama despertar. Y por eso me llaman despertador.

Porque obligo a despertar. Aunque también me encargo de

suministrar el divertimento. Mal que le pese a muchos.

Sí. Podés llamarme “víbora”, si querés. ¡He tenido tantos

nombres! Nombres, dije nombres. No dije hombres.

En general prefiero a las mujeres. Hablan tanto que son

más fáciles cuando se trata de “enroscarles la víbora”.

Y, como habrás notado, a eso me dedico. No, a enroscar

la víbora, no. Soy un despertador, te lo dije. Y si estas

leyendo esta historia es porque te llegó la hora de

despertar.

Así que… agarrate Catalina y comete esta mandarina.

No, era manzana. Bueno, da igual.

Ya estás acá. Llegaste. Comé la fruta que se te antoje.

Pero comela de una buena vez. Es hora de despertar.

La serpiente.

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Agradecimientos

Gracias a mi mamá y a mi papá. Sin ellos no hubiera tenido

muchas de las experiencias que me empujaron a ser quien

soy. Dice mi papá que es una pérdida de tiempo intentar

despertar a gente que no quiere despertar (¿estará

llamándome serpiente?) Papá, dejame decirte que no lo

hago por el resto de la Humanidad. Lo hago por mí.

Gracias a mi abuela Juana. De ella aprendí a elegir ser Luz,

a pesar de las “circunstancias”. Porque no tenemos poder

sobre el pasado, ni sobre el futuro. Muchas veces sentimos

que ni siquiera tenemos poder sobre los acontecimientos

del presente. Pero siempre, siempre, siempre tenemos

poder sobre nosotros mismos.

Gracias a mi hija que me acorrala en el límite a cada

instante para elegir ser luz. Gracias hija por elegir esta

mamá.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto. Diría Mercedes

Sosa. Me dio miles de experiencias. Lindas, feas y patéticas.

Abandonos. Muertes. Miseria, pobreza y abundancia

también. Con casa, sin casa. Con comida, sin comida.

Dolores, resfríos y fiebres. Penas y alegrías. Rechazos,

desamparos, reconocimientos.

En los mejores momentos que te da la vida es fácil elegir

ser luz. Pero mostramos quienes de verdad somos cada vez

que elegimos ser luz aún en medio de la peor oscuridad.

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Y es en medio del vacío y del silencio donde, apenas una

tenue luz, puede iluminar el mundo. Sino, preguntale a

Victor Frankl, a Ghandi, o a Nelson Mandela.

Gracias a todos los seres humanos que eligen cada día ser

una tenue luz en un mundo que, cada vez, se está

oscureciendo más en la comodidad y el confort aparente

que suministra la tecnología. Una tecnología creada por

seres humanos oscuros que produce teléfonos celulares de

última generación pero que todavía no crea medicamentos

para sanar el cáncer.

Gracias.

Gracias por la oportunidad.

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Índice

Prólogo.............................................................................19

Vida, la mía, la tuya, la nuestra ...................................27

Una luz en la oscuridad.................................................39

Personas que cambiaron el mundo .............................55

¿Qué luz trajiste?............................................................69

Encontrando mi luz .......................................................75

¿Qué es ser?.....................................................................85

¿Qué es elegir la luz?.....................................................91

¿Por qué elegís la oscuridad?.......................................99

Y vos…¿qué trama elegís?..........................................103

Sí. La Luz me habla......................................................107

¡Es difícil!.......................................................................113

Advertencia: No resistas, ¡Soltá!................................117

Lo peor que me pasó en la vida.................................129

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Prólogo

Hacemos que nuestra vida corra por carriles controlados,

esperados, predecibles. Cada día repetimos los mismos

ritos y rituales. Hoy, como todos los días anteriores,

apagamos el despertador y prendimos el piloto

automático.

Despertador, desayuno, organizar la casa y los chicos, salir

para el trabajo, trabajar, retirar los chicos del colegio, lavar,

planchar, cocinar, sexo de vez en cuando, la T.V. prendida

todo el tiempo, bañarse, irse a dormir. Vacaciones una vez

por año.

Despertador, no quiero estudiar, facultad, colegio, amigos,

algún deporte, sexo y alcohol desenfrenados, poco baño,

mucha T.V., celular y Ipod ahuyentadores de realidad,

vacaciones eternas, tengo que buscar trabajo… ¿cómo llegué

hasta acá?, veinte años más tarde.

Despertador, tengo que levantarme porque soy muy

importante y todo depende de mí, corro todo el día, tomo

miles de decisiones, voy de reunión en reunión, leo todos

los diarios, miro poca T.V. pero estoy enterado de todo

¿Vacaciones? Pico de presión, ACV, ataque al corazón.

No tengo despertador, no tengo trabajo, no tengo dinero,

tengo familia numerosa y un subsidio del Estado, no tengo

esperanza, no tengo dignidad.

Tengo no tengo, tuve no tuve, tendré no tendré.

Hago no hago, hice no hice, haré no haré.

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Soy o no soy.

Hábitos y rutinas crean la cotidianeidad que nosotros

organizamos, en el mejor de los casos.

La pregunta que vale la pena hacerse no es ¿qué tengo? Ni

siquiera vale la pena preguntarse ¿qué hago? La mejor

pregunta es: ¿por qué?

¿Por qué somos animales de costumbres?

¿Por qué repetimos automáticamente los mismos

acontecimientos cotidianos?

¿Por qué?

Porque tenemos miedo.

Tenemos miedo de darnos cuenta que no somos lo que

tenemos ni somos lo que hacemos.

Tenemos miedo de sufrir.

Tenemos miedo de fracasar, y también tenemos miedo de

tener éxito.

Tenemos miedo a lo desconocido.

Entonces evitamos lo desconocido. Como evitamos la

muerte. Porque, en resumen, nuestro único miedo es el

miedo a morir.

Morir es dejar de ser. Y si hay algo que sabemos con toda

nuestra sabiduría interior es que, tarde o temprano, vamos

a morir.

Si nunca llegamos a ser, nunca llegamos a morir.

Y así vamos por la vida.

Todos tenemos un miedo ancestral a morir. Es una

emoción básica que viene instalada en el hardware con el

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sistema operativo.

Paradójicamente, estamos muertos.

Repetir sin cesar y hasta el cansancio el mismo ritual nos

convierte en muertos vivientes ¿Muertos vivos? ¿Vivos

muertos? Como sea. No importa.

Lo que importa es que para poder morir primero tenemos

que poder vivir.

Esa es la consigna del juego que se llama VIDA:

¡vivir!

Volvamos a la vida entonces, a esa vida que no es vida

mientras corre por carriles controlados, esperados,

predecibles. Esto nos hace la estadía más apacible. Por

supuesto. Hasta que un día, sin pensarlo, sin esperarlo, sin

quererlo… algo cambia para siempre.

Un encuentro o un desencuentro. Un nacimiento o una

muerte. Un accidente, una ganancia, una pérdida, un

despido, una enfermedad, un abandono.

Un simple y sencillo acontecimiento insignificante en

términos generales, cambia nuestra vida para siempre.

¿Y ahora?

Y ahora lo primero que nos pasa es que buscamos,

queremos, necesitamos, que las cosas vuelvan a ser lo que

eran. Que retorne la predictibilidad. No importa si todo era

una porquería, queremos que vuelva esa porquería de la

que nos quejábamos.

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No queremos sentir esta emoción nueva. Eso nos recuerda

que estamos vivos y si estamos vivos: ¡vamos a morir! Sí,

ya sé. No nos damos cuenta que funcionamos así. Pero así

funcionamos.

Dolor. Sí, dolor. Angustia, vacío. Miedo. Mucho miedo.

No hay nada ni nadie que nos pueda consolar en esa

sensación.

Nada ni nadie.

Y… las cosas nunca vuelven a ser lo que eran.

¡Socorrooooooooooooo!

Gracias al Cielo nunca vuelven a ser lo que eran porque

este acontecimiento inesperado fue puesto ahí por cada

uno de nosotros antes de nacer. Sí, antes de nacer cuando

armamos nuestro plan de vida. Es cierto, hacemos

acuerdos prenatales. No venimos a esta vida sin libretos. O

sin tramas. Sabemos lo que venimos a hacer.

Por eso las cosas que nos pasan son puestas ahí para

darnos la oportunidad de despertar, cuando no tuvimos el

coraje para hacerlo por nosotros mismos. En este sentido,

eso que nos pasa es maravilloso. Es la oportunidad que nos

dimos de seguir adelante con la novela. Aunque podemos

elegir seguir durmiendo.

Dicen los grandes kabbalistas de la antigüedad que

morimos sólo en dos oportunidades. Cuando terminamos

lo que vinimos a hacer. Cuando no existe la posibilidad ya,

de que logremos lo que vinimos a hacer. Mientras hay

vida, hay esperanza.

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Desarrollamos la trama de nuestra vida en un escenario

imaginario. Si. La vida es sólo un escenario en el cual

desarrollamos la trama de nuestro libreto. Para entender

la vida, basta con entender qué trama estamos eligiendo

y cuál es el escenario. Podemos elegir una tragedia o

podemos elegir una comedia. Es nuestra elección.

Podemos ir cambiando la trama sobre la marcha, fuimos

creados con libre albedrío. Y podemos ir corrigiendo el

estilo. Hasta podemos modificar el escenario si lo

deseamos.

Pero no podemos alterar el espacio-tiempo.

El lugar es: AQUÍ.

El momento es: AHORA.

Lo que tenemos que saber es que algunas tramas de vida

avanzan por hechos externos y por crisis. Otras tramas las

hacen avanzar los personajes con lo que deciden hacer.

Por voluntad, o por la fuerza (con dolor y sufrimiento),

tenemos que hacer lo que vinimos a hacer. Y la mejor

forma de hacerlo es siendo, siendo nosotros mismos.

¿Te gusta ver películas?

Te sugiero una: el día de la marmota.

Si el personaje decide no hacer nada la trama se detiene,

como se detiene cuando los eventos se repiten una y otra

vez de manera automática y predecible sin que haya

transformación alguna. Aunque no parezcan detenidos.

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Pero hay más películas. Hoy hay siete mil millones de

películas contándose al mismo tiempo. Y hay también

héroes y heroínas creando su propia historia e inspirando

las historias de los demás, aunque nadie las conozca.

Como hay villanos.

Vos, ¿en qué películas estás participando?

Porque nadie más que vos sos el que cruza y entrelaza los

hilos que conforman tu propia trama. Vos sos el personaje

pero, sos también el autor. Sos el héroe y el villano. Sos el

creador y lo creado. Por eso, sólo vos podés transformar tu

propia historia ¿Cómo?... Fácil, muy fácil.

Si sos de los que no hacen nada para que la trama avance,

hacé algo y vas a cambiar. Si sos de los que siempre hacen

todo, no hagas nada y preparate para advertir el

movimiento de la historia. Probá. No me creas lo que te

digo. Divertite. Hacé retoques en los libretos. Creá nuevos

personajes. Contá otras historias. Si las que te contaste

hasta ahora no te sirven, contate otras.

Mi abuelita no me leía cuentos. Pero mi mamá sí.

Primero me torturó con Cenicienta, Blancanieves, la Bella

durmiente, la Sirenita. Después creyó que iba a poder

meterme en la cabeza las novelitas de Corín Tellado. Pero

no. ¡Pude escapar! Sin embargo, el inconciente colectivo

está lleno de historias de princesas que esperan el beso de

su príncipe azul, hasta que aparece… Shrek.

Con los años me di cuenta que, como siga creyendo estas

historias, voy a terminar casada con el ogro dueño de un

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pantano. Con monstruos, ya estuve. Tengo que crearme

otras aventuras.

No, este libro no va a tratar sobre princesas adormecidas

que esperan el beso que las despierte, ni sobre ranas cuyo

beso las convertirá en algo que no son, ni serán nunca:

príncipes.

Hay tres cosas de las que puedo hablarte con conocimiento

profundo de causa y sin temor a equivocarme o caer en el

ridículo: de contabilidad, de relaciones fracasadas entre

hombres y mujeres, del dolor del alma.

Si, ya sé. Que te hable de contabilidad no va a importarte

nada ¿Relaciones entre hombre y mujer? Nunca son

fracasos. Lo mejor que pueden llegar a ser es enseñanza o

aprendizaje, aunque muchas veces terminen

convirtiéndose en… dolor del alma ¿Dolor del alma? No se

cómo podría hablarte del dolor del alma, si ¡el alma no

duele! ¿Qué cuernos es lo que duele, entonces? Porque

duele y duele mucho. Veremos, veremos, después lo

sabremos.

Dejemos las relaciones para otro momento.

Concentrémonos en el dolor porque es desde ahí desde

donde tenemos que construir la alegría de vivir.

No vinimos a esta vida a sufrir. Ni a padecer dolor.

Vinimos a experimentar.

Y la experiencia no tiene valor. La experiencia no es ni

buena ni mala. Es. El valor se lo asignamos nosotros.

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Bienvenido a la novela de tu vida.

No elijas una tragedia si podés elegir una comedia.

Acordate: siempre podés elegir una comedia porque sos el

autor de la trama.

Tu vida puede ser una epopeya y vos podés ser el héroe o

la heroína que enfrentándote a tus luchas das fuerza a los

demás a que se enfrenten con las suyas propias.

¡¡¡No desperdicies la oportunidad!!!