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2016 26 Número EMILIO PIMENTEL GENARO V. VÁSQUEZ EDUARDO VASCONCELOS

EMILIO PIMENTEL GENARO V. VçSQUEZ EDUARDO … · Creel, Ramón Corral y Guillermo Landa y Escandón. El Lic. Pimentel se alejó del grupo de Los Cientí-ficos desde que fue nombrado

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201626Número

EMILIO PIMENTEL

GENARO V. VÁSQUEZ

EDUARDO VASCONCELOS

Mtro. Alejandro Murat HinojosaGobernador Constitucional del Estado de Oaxaca

Mtra. Ana Vásquez Colmenares GuzmánSecretaria de las Culturas y Artes de Oaxaca

Lic. Guillermo García ManzanoDirector General de la Casa de la Cultura Oaxaqueña

Lic. María Concepción Villalobos LópezJefa del Departamento de Promoción y Difusión

Lic. Rodrigo Bazán AcevedoJefe del Departamento de Fomento Artístico

Ing. Cindy Korina Arnaud JiménezJefa del Departamento Administrativo

C.P. Rogelio Aguilar AguilarInvestigación y Recopilación

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Un personajeindeleble

TRES GOBERNANTES INDELEBLES

Casi siempre se mide la obra de un gobernador en función a diversos factores del desarrollo, dando prioridad al aspecto político y la conse-

cuente gobernabilidad; a la atención a los margina-dos, al campo, a las finanzas públicas y a las principa-les obras de infraestructura que durante su régimen se desarrollaron, ya como conclusión de las iniciadas en periodos gubernamentales que le antecedieron, las que el propio gobernante inició, y las repercu-siones sociales, políticas, económicas y financieras a que hayan dado lugar. Pero si hay algo de lo cual queda mucho por cuestionar, es una casi sistemática omisión al ámbito cultural, el cual es de fácil acceso a la argumentación, pero muy limitado en cuanto al desarrollo de la población y también a la necesaria generación y consolidación de valores, que no sólo coadyuven a la identidad estatal, sino también a una óptica popular más realista y trascendental.

Por lo anterior, es muy justo el ver la obra Inde-leble que algunos gobernadores realizaron y que atendieron con visión de futuro para llevar a la cul-tura más allá del discurso y de la estadística. Aquí habremos de rendir un justo reconocimiento a tres personas preocupadas por la cultura, aclarando que no son todas, puesto que hubo otros gobernadores que la atendieron en sus más preciadas acciones, tal es el caso de Fernando Gómez Sandoval y de Pedro Vásquez Colmenares, entre otros.

Empecemos pues por loar la obra de Emilio Pi-mentel, Genaro V. Vásquez y Eduardo Vasconcelos.

Guillermo García Manzano

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Carta devida

EMILIO PIMENTEL (1902 -1911)

A fines del siglo XIX, Oaxaca vivía una atmósfera cultural elitista y aristocrática que se reflejaba en una escasa producción bibliográfica, literaria,

pictórica, etc., aunque los cultivadores de las artes no eran pocos. Podemos mencionar a Agustín y Miguel Bolaños Cacho, Adalberto Carriedo, Antonio Castillo Merino, Adolfo Fenochio, Agustín Irigoyen, Esteban Maqueo, Félix Martínez Dolz, Elisa Moreno León, Ra-món Pardo, Constancio Peña Idiáquez, Rosendo Pine-da, Andrés Portillo, Fausto Ramírez Candiani, Ricardo Sodi, José Joaquín Varela y el mismo Gobernador, afi-cionado a la música, buen intérprete del piano y com-positor de algunas canciones románticas.

La historia de la ciudad de Oaxaca se cuenta por si sola, la arquitectura y los espacios fundados para

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la preservación de la cultura han sido innumerables, pocos fueron quienes se interesaron por crearlos, los tiempos del porfiriato se ven reflejados en su fa-chada, pero el gobierno del licenciado Pimentel dejó para los oaxaqueños un teatro moderno y digno para quienes hoy día puede disfrutar de él, la obra con mayor reconocimiento del mandato de Emilio data de 1903, año en el que se inició la construcción del teatro Macedonio Alcalá.

En 1910, don Emilio ganó la campaña electoral y ocupó por tercera vez la gubernatura del Estado de Oaxaca. Pero en noviembre de ese año había esta-llado el movimiento revolucionario y en el Estado se dieron varios levantamientos armados en Tlaxiaco, Ixtlán, Tuxtepec, Zimatlán y Putla. El gobernador Pi-mentel hizo sus mejores esfuerzos para sofocar es-tas protestas sin lograrlo, por lo que en abril de 1911, viajó a la ciudad de México para entrevistarse con Don Porfirio Díaz y comunicarle que había decidido renunciar a la gubernatura, pues había comprendido que era tiempo de que el país cambiara de grupo gobernante. La renuncia se hizo efectiva ante el Con-greso del Estado, el 4 de mayo de 1911.

El Lic. Pimentel era muy cercano a Don Porfirio, pues formó parte, en 1880, de la Junta Central Porfi-rista de la cual fue uno de los vocales, y que lanzó la candidatura del General Díaz a un segundo periodo presidencial. En esta Junta Central figuraron con don Emilio varios políticos que después se agruparon en Los Científicos, tales como Pablo Macedo, Francisco Bulnes, Ramón Prida, José Ives Limantour y otros.

La ideología y práctica de Los Científicos inspiró la política gubernamental de don Emilio. En pocas palabras, este grupo trató de poner la ciencia al ser-vicio de la política. Pero no la ciencia entendida a la manera de Platón, sino como una interpretación deformada y tendenciosa del positivismo. La mues-tra de su efectividad la dio Limantour, quien con sus medidas “científicas” aplicadas a la economía, logró equilibrar el presupuesto nacional, lo que le dio la jefatura del grupo aunque él siempre lo negó.

Los Científicos no trataron de formar un grupo político pues les convenía más ser una oligarquía ad-mitida y consentida por el poder, hasta ciertos lími-tes, ya que el caudillo se guardaba la totalidad del mando para él, y correspondió su desistimiento de fundar partido, otorgándoles importantes y bien re-

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muneradas comisiones y permitiéndoles acrecentar su influencia como gestores de grandes contratos y concesiones, lo que les facilitaba obtener ingresos por igualas y regalías que muchas veces eran supe-riores al ingreso de los ministros y a veces, del mis-mo presidente. Ya avanzado el porfirismo, en su épo-ca de mayor auge, se agregaron a este grupo José Castellot, Fernando Pimentel y Fagoaga, Enrique C. Creel, Ramón Corral y Guillermo Landa y Escandón.

El Lic. Pimentel se alejó del grupo de Los Cientí-ficos desde que fue nombrado secretario general en el gobierno de don Luis Mier y Terán (1886 – 1887). Al asumir la gubernatura del Estado, en diciembre de 1902, se propuso pacificarlo dialogando con los par-tidarios de Félix Díaz, que había sido su contrincante en las elecciones en que resultó ganador Pimentel y designándoles diversos puestos administrativos. Siguiendo el lema porfirista “Mucha administración, poca política”, comenzó a darle a la ciudad de Oaxa-ca, una fisonomía más acorde con los nuevos tiempos. Aumentó la provisión de agua potable, construyó la red de drenaje, incrementó la red telefónica y de ilu-minación eléctrica. En el aspecto de infraestructura urbana, construyó los mercados: Sánchez Pascuas, Democracia, de la Merced y del Carmen. Modificó la fachada del Instituto de Ciencias y Artes aunque su obra mayor fue la construcción del teatro Luis Mier y Terán, con lo que logró una mayor participación de los ciudadanos en las actividades artísticas, por lo menos en la ciudad de Oaxaca.

Lic. Emilio Pimentel y Amparo Jordan (1902-1911)

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Una muestra de su talento

En su periodo de gobierno se terminaron las obras de muelles, atracaderos y almacenes en Salina Cruz y las del ferrocarril transistmico o

transoceánico que permitía el transporte de mercan-cías del Golfo de México al de Tehuantepec, acortan-do distancias y abaratando costos en comparación con lo que se lograba en el Canal de Panamá. Las vías férreas se prolongaron de la ciudad de Oaxaca a Tlacolula y Ejutla. Se abrió una fábrica de hilados y tejidos en Xia, en la Sierra Juárez, con todo lo cual el panorama económico de la entidad mejoró sobre manera. Pero la obra magna de Pimentel, según his-toriadores y cronistas fue la construcción del Teatro Mier y Terán, ahora conocido como Macedonio Al-calá, edificio adecuado con todas las comodidades, mobiliario y equipos para recibir a grandes compa-ñías teatrales y presentar espectáculos como en las grandes ciudades del país.

Y es que en la ciudad de Oaxaca, existían locales habilitados como teatros pero llenos de fallas y ca-rencias. En la plazuela que hoy se llama Antonia La-bastida, antes de la Sangre de Cristo, en su lado sur, funcionaba el teatro Principal inaugurado en 1840. Para 1900, se llamaba teatro Juárez y los asistentes se quejaban de su escaso alumbrado, sus asientos incómodos y sus decoraciones sucias y viejas. Hasta 1880 funcionó el teatro El Recreo y un teatro Norie-ga en la esquina de las actuales calles de Melchor Ocampo y Colón. Tenía un patio de tierra suelta cu-bierta con petates, techo de tejamanil y bancas de madera para los asistentes. Otro teatro, aún más hu-milde, era el del Chato Bado donde se presentaban funciones de títeres.

Así pues, a fines del siglo XIX, estos teatros ya no eran satisfactorios para una sociedad constituida por criollos y nuevas familias de extranjeros, españoles, franceses, ingleses y alemanes, que habían llegado

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a esta ciudad atraídos por el auge de la minería y el comercio y que buscaban no sólo incrementar su riqueza, también distinguirse socialmente, fomen-tando y participando en eventos de alta cultura. El Gobernador Pimentel, como ya lo anotamos, era un culto abogado nacido en la población mixteca de Tlaxiaco y reconocido por su afición a las Bellas Ar-tes. Así que aceptó y adoptó con entusiasmo la idea del Ing. Rodolfo Franco, quien mediante oficio (1902) le señaló que “una obra de esa naturaleza era viable y necesaria en la ciudad, por el deterioro del teatro Juárez, porque la sociedad era culta y merecía un lu-gar digno de diversión y educación y porque en él podrían presentarse diversos eventos”.

El Ing. Franco nació en la ciudad de México en 1864. Egresó del Colegio Militar en 1881 y en 1901 el General Díaz le concedió el retiro del Cuerpo espe-cial del Estado Mayor después de veinte años de ser-vicio. Ejerció su carrera en diversos estados, se radi-có en Oaxaca desde 1891, pues en esta ciudad tenía familiares. Era parte de la élite oaxaqueña y partici-paba en sus actividades sociales. En junio de 1903 el Gobernador Pimentel, le comunicó que el proyecto arquitectónico de la construcción del teatro había sido aprobado y quedaba a su cargo.

En diciembre de 1902, Pimentel tomó protesta como Gobernador en un segundo periodo y exten-dió invitación a un grupo de la iniciativa privada para constituir una sociedad anónima para construir y comercializar el teatro. Entre los invitados figuraban Constantino Rickards, Jacobo L. Grandison, licencia-dos Francisco y Jesús Acevedo, Federico Zorrilla y Guillermo Esteva. La compañía del teatro casino Luis Mier y Terán, S. A., se registró ante notario en enero de 1903 y en ella figuró don Emilio Pimentel a título personal y no como Gobernador. Sin embargo, des-de un inicio, nombró al teatro Luis Mier y Terán, (tal vez en agradecimiento a que ese gobernador lo de-signó su secretario aún cuando acababa de salir del Colegio), y lo pudo hacer porque resultó electo pre-sidente del consejo de administración de la sociedad anónima. Todos los mencionados eran de muy buen nivel económico, social o político y tenían una visión clara de cómo hacer de la ciudad un espacio más acorde con las nuevas ideas de progreso, moderni-dad y civilización.

La sociedad anónima del teatro casino, emitió ac-ciones de cien pesos cada una que fueron adquiridas

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por más de sesenta socios hasta formar un capital de 100 mil pesos, comprometiéndose a liquidarlas en plazos mensuales. En agosto de 1903, la sociedad compró tres casas ubicadas en la esquina de Inde-pendencia con Armenta y López por las cuales pagó 28 mil pesos a los propietarios Ignacio Esperón, Vi-cente Villaverde y Aurelio Díaz de León. El Consejo y el ingeniero Franco Larrainzar, firmaron un contrato por el cual el Ing. se comprometió a dirigir la obra mediante honorarios de 6 mil pesos y a terminarla en dos años a partir de septiembre de ese año. La primera piedra del edificio se colocó en el mes de agosto de 1904 en solemne ceremonia presenciada por autoridades, accionistas y más de cien invitados.

Desde comienzos de 1905, con el avance de la cimentación, los accionistas se convencieron que el costo del edificio sería mucho más elevado que los ochenta mil calculados por Franco Larrainzar. En di-versas asambleas de accionistas se propusieron al-ternativas para salir del problema: emitir más accio-nes, crear una hipoteca en una institución bancaria teniendo como garantía el edificio en construcción y traspasar el terreno y la obra al gobierno del Estado. Esta última opción fue la aceptada por la asamblea y se formalizó a comienzos de 1908. El gobierno pro-puso que para el financiamiento se ocuparan los fon-dos que los ayuntamientos tenían guardados en el Monte de Piedad y de los cuales no habían dispuesto en varios años y por lo cual se les abonaría un breve interés monetario. Todo lo anterior fue aprobado por la Cámara de Diputados y el gobierno continuó la obra en diciembre de 1906.

En enero del siguiente año, se continúan las obras y quedó terminado en agosto de 1909; esto es, 32 meses en vez de los 24 acordados en el inicio. El costo estimado fue de 463 mil pesos, casi tres veces más de lo calculado al inicio de la obra. Robert Mu-llen describe así la fachada:

“La majestuosa entrada en la esquina es redon-deada. Piedras toscas, aparentemente rústicas, for-man los pilares y contornos de las tres portadas. El principio del segundo cuerpo se determina mediante una balaustrada, con cuatro columnas corintias em-potradas que forman tres espacios; en cada uno hay una ventana rectangular, con un complicado trabajo de talla en el dintel. El entablamiento y la cornisa es-tán situadas a mayor altura que la correspondiente al nivel de la azotea. Por encima de ésta se levanta

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una alta cúpula en la cual se aprecian, a ambos lados de la sección central, unos como miradores; sobre el conjunto resalta una lira”.

En cuanto al interior, Francisco Salazar lo descri-bió después de la inauguración así: “Está dividido en tres principales departamentos: el vestíbulo o foyer, el salón de espectáculos y el escenario; el vestíbulo es de estilo Luis XV y en él hay una elegante escali-nata de mármol blanco. El salón es de estilo impe-rio, con cinco órdenes o niveles de localidades, con capacidad para 1300 espectadores. En este espacio lucen varias cariátides bronceadas a la altura de las plateas, en actitud de sostener las columnas que so-portan las localidades altas del edificio”.

“La boca del proscenio o sea el ancho del telón es de 10 metros. La entrada principal estaba en la esqui-na y en los laterales las entradas de sendos estableci-mientos comerciales. En la parte alta de éstos se ha-llaba el casino con sus departamentos para salón de fiestas, de lectura, billares, juegos de cartas, cantina, etc. La pintura del plafond es al fresco y representa al templo del arte; tiene la figura de herradura, que es el plano del salón. La cúpula de este templo está sostenida por hermosas columnas de mármol rojo; en la parte más alta se ven las alegorías de la Fama y del Premio; en la parte central del mismo templo, se ve la Armonía que preside el concierto de las artes”.

Salazar cerró su detallado artículo describiendo la pintura del telón de boca: “representa un paisaje grie-go con el Partenón y el Monte Parnaso, entre nubes se alza el carro de Apolo tirado por fogosos caballos y guiado por la Gloria; rodeando al carro se ven las nueve musas, cada una con el atributo de su oficio” .

La inauguración oficial del teatro fue el 5 de sep-tiembre, presidida por el Gobernador Pimentel y la señora Adela Cuesta, viuda del General Mier y Terán. Luego de los discursos protocolarios del Gobernador y del Ing. Franco, hubo una intervención de la Banda de Música del Estado; María Elena Brito y Mercedes Magro Soto presentaron un diálogo poético escrito por Adalberto Carriedo para la ocasión. Rosa Gavito y Emilio Díaz Ortiz interpretaron en dos pianos, un vals carnavalesco de la compositora francesa Cécile Chaminade.

El 8 de septiembre, se presentó la compañía de ópera de Miguel Sigaldi con Aida de Verdi interpreta-

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da por la soprano Emilia Leovalli, la contralto Adriana Delgado, la soprano lírica Flora Arroyo acompañadas de treinta coristas, ocho bailarinas y la orquesta del Conservatorio Nacional de Música dirigida por Mario Hediger. La primera temporada de ópera en Oaxaca, resultó entre buena y brillante, con teatro lleno en todas las funciones y un público satisfecho con los cantantes.

A las inauguraciones del teatro, sucedieron pre-sentaciones de otros géneros como opereta, zarzue-la, conciertos orquestales y de conjuntos corales. El gobierno del Lic. Pimentel procuró que el teatro fun-cionara con eficiencia, contratando todo el personal administrativo y de servicio para lograrlo, como un administrador, boleteros, tramoyistas, acomodado-res, mozos, encargados de utilería y un velador. Los precios de entrada no eran muy onerosos, buscando el acceso a todas las clases sociales y en caso de que los gastos sobrepasaran a los ingresos, el gobierno del Lic. Pimentel, cubría las diferencias con un fondo creado al respecto.

A pesar del inicio de la Revolución en 1910 y los conflictos electorales que se vivieron entre 1910 y 1915, las actividades del teatro casino Mier y Terán, continuaron sin muchos problemas. En los siguien-tes años, 1916 – 1919, la cartelera de espectáculos del teatro si resintió los efectos del movimiento armado. Dejaron de montarse obras teatrales, exhibirse pe-lículas y presentarse espectáculos musicales y au-mentaron los actos políticos, cívicos y militares. En abril de 1916 tomó protesta como gobernador Jesús Agustín Castro, General carrancista. Meses después, las autoridades municipales modificaron el nombre del teatro llamándolo “Jesús Carranza”.

Al llegar a la gubernatura el Lic. Manuel García Vi-gil (1920 - 1924) que por esas fechas aun era parti-dario de los caudillos sonorenses y ya había roto con los partidarios de Carranza, el teatro casino recuperó el nombre de Luis Mier y Terán. En este periodo, las funciones de cine alcanzaron un mayor auge por sus tarifas baratas (entre 10 y 50 centavos en galería) y por los temas poco complicados que trataban las “vistas”. Se presentaron más obras de género chico y ruidosas comedias así como peleas de box. Las fun-ciones de cine fueron tan productivas, que incluso las autoridades del Ayuntamiento exhibieron varias películas para recabar fondos destinados a la cons-trucción de obra pública.

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En 1933, siendo Gobernador Anastasio García To-ledo, el teatro casino cambió otra vez de nombre a Teatro Macedonio Alcalá que hasta la fecha lleva. En él se celebró, en el mes de noviembre de ese año, el Primer congreso mexicano de Historia organizado por el periodista oaxaqueño Fernando Ramírez de Aguilar. También recibió la visita del Presidente de la República Abelardo Rodríguez, acompañado de su Secretario de Educación Lic. Eduardo Vasconcelos.

En las siguientes décadas, la vida del teatro se vuelve circular o repetitiva pues continúan presen-tándose en sus espacios, las películas nacionales y extranjeras, las caravanas musicales formadas con actores, cómicos y bailarinas de moda y muy esca-sos espectáculos de “alta cultura”. Igual sirve para los actos políticos partidarios, toma de protesta de gobernadores y ceremonias conmemorativas de fe-chas patrióticas y celebración de victorias políticas.

La discusión sobre la función y finalidad de un espacio cultural como el Teatro Alcalá y qué espec-táculos son los apropiados para alcanzar su foro se reflejan en el comentario de Luis Olmos, director del Teatro de la Zarzuela en España, al preguntarle si sólo debía presentar zarzuela en ese teatro, el contestó lo siguiente: “Es un teatro emblemático, que ha pasado por manos privadas y públicas y en el que se ha he-cho teatro, danza, ópera y hasta boxeo en otros tiem-pos. Hay gente que considera que este teatro debería ofrecer sólo zarzuela todo el año, pero yo creo que al contar en su programación con un 70 por ciento de zarzuela, su versatilidad en el resto también es muy interesante y muy enriquecedora. Cuantas más disci-plinas metas en el cuerpo, más rico es el resultado”.

Esta opinión se puede aplicar a nuestro venerable Teatro Casino Macedonio Alcalá, que en 2009 cum-plió su primer centenario y que a pesar de su azarosa y versátil vida se mantiene como el principal escena-rio de las artes en ésta más antigua Antequera, cum-pliendo a cabalidad la idea promotora generada por su creador, el Gobernador Emilio Pimentel.

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GENARO V. VÁSQUEZ

Del 7 de noviembre de 1925 al 1 de diciembre de 1928, estuvo en la gubernatura del Estado de Oaxaca el Lic. Genaro Vicente Vásquez, “Todo

el Estado era un conjunto heterogéneo de proble-mas, ideales, intereses y aspiraciones distintos” dice don Genaro en su libro “El camino de la reconstruc-ción”. Y es que el Estado se estaba recuperando de la grave situación política y económica que produjo el movimiento soberanista organizado por grupos serranos encabezados por Onofre Jiménez, el Gene-ral Isaac M. Ibarra, Francisco Canseco y otros.

Al acceder al gobierno del Estado, don Genaro dictó decretos que favorecían el desarrollo económi-co fomentando la minería, los negocios industriales

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o agrícolas, sobre todo los que cultivaran los produc-tos regionales de mayor demanda en los mercados nacionales y extranjeros. También visitó las regiones del Estado que eran de difícil acceso por falta de vías de comunicación, lo que dificultaba también la inte-gración de las regiones en un Estado como el nuestro igual que el reconocimiento de sus habitantes con una identidad común: la oaxaqueña. Para subsanar estas carencias, el Lic. Vásquez fundó la Junta Cen-tral de Caminos, primera en la república, y reformó la ley de educación pública.

El 8 de julio de 1926, decreta un impuesto Per-sonal de Instrucción Pública que obliga a todos los ayuntamientos al cobro de 24 centavos mensuales a todo ciudadano, tuvieran hijo o no. En diciembre de ese año, nombra jefe del Departamento de Educa-ción Pública al profesor Policarpo T. Sánchez que lo reorganiza en tres secciones: Técnica, administrativa, estadística y archivo y que rinde su primer informe con motivo de la inauguración del edificio de Agui-lera adquirido y adecuado para instalar la escuela Normal.

En febrero de 1927, el Departamento de Educa-ción Pública da a conocer el plan de acción educa-tiva y social que viene a revolucionar los elementos técnicos y pedagógicos que se venían usando en las escuelas. Podemos mencionar algunos incisos del plan: semana corrida de lunes a viernes con hora-rio de ocho a catorce horas. Los maestros tendrán la obligación de regresar, por las tardes, a tomar una clase de pequeñas industrias y otra a consultar en la biblioteca obras de pedagogía moderna. Para el desarrollo de servicios escolares, se organizarán “Sociedades Cooperativas” y una “Caja escolar de ahorros”. Los sábados se fomentará la higiene con el aseo general del edificio escolar, aseo de las calles de la población, aseo de los hogares de los alumnos. Los domingos se destinarán a efectuar las “Sesiones culturales” desarrollando temas relacionados con las riquezas artísticas, arqueológicas, históricas y cien-tíficas de cada población, levantando por medio de ellas el espíritu creador de la raza.

Otros puntos interesantes del plan son: Los maes-tros exigirán a los ayuntamientos la dotación del campo agrícola y el campo deportivo. Desarrollarán una labor social dentro y fuera de la escuela, procu-rando llegar hasta el corazón del pueblo, interesando a los padres de familia, al Consejo Escolar y demás

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elementos sociales para realizar: A) Aseo y ornato de las escuelas, B) Dotación de libros y útiles escolares, C) Asistencia puntual de los alumnos, D) Coopera-ción de autoridades locales para mejorar la escuela, E) la dotación de anexos como apiario, gallinero, co-nejera, campo agrícola, deportivo, etc., F) Ayuda a los niños pobres, fundando sociedades de alumnos que organicen festivales, cuyas utilidades se desti-narán a la compra de ropa, alimentos y otros útiles.

En cuanto a las sesiones culturales, dice Javier Sánchez: “Las sesiones culturales a partir de 1926, cumplieron la responsabilidad de enlazar educa-ción y comunidad. Iniciadas con resabios porfirianos, pronto se convertirán en foros de participación po-pular. Fueron en 1927, centro de reunión y difusión de la Escuela de la Acción. Las Sesiones culturales cubren en forma permanente los domingos de cada semana de 1926 a 1935. En 1928, muy a pesar de los efectos de los temblores, no se suspendieron. Pudie-ra pensarse que este magno esfuerzo no produjo una generación de artistas. Así fue, porque este no era su propósito. En cambio, dio lugar a generaciones sensibles y comprometidas con las capacidades de la escuela y sus maestros.

“Las sesiones culturales tuvieron como centro principal el teatro Luis Mier y Terán y solamente en contadas ocasiones emplearon otro sitio. Foro indis-cutible de la Escuela de la Acción. Lo fue también de temas de actualidad. Los músicos Samuel Mondra-gón y Heriberto Sánchez encontraron ahí un ambien-te que alentó su producción personal. Los programas de mano son para 1927, verdaderos boletines con una clara intención educativa. Ahí se publicaron artículos sobre los más variados temas: Salud, filosofía, cos-tumbres, literatura, etc. Escribieron entre otros mu-chos, Muñoz Cota, Martínez Gracida, Benito Fenta-nes, Baltazar Dromundo, Manuel José Othón.”

La “escuela de la acción” proponía una enseñanza práctica de cara a la vida cotidiana, las necesidades de los pueblos y la superación colectiva. Una carac-terística de la “escuela de la acción” fue la pauta para el desarrollo de la “escuela rural” que constituyó una alternativa a la enseñanza libresca, memorista e indi-vidualista del pasado. Aquí se construyó la primera normal rural en San Antonio de la Cal en noviembre de 1926.

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En mayo de 1926 hay una gran manifestación para recordar a los Mártires de Chicago orga-nizada por el gobierno del Estado y el Partido

Regional Socialista. Al final, los discursos estuvieron a cargo de Julio Bustillos Enrique Othón y Roberto Ortiz Gris. Al día siguiente, en el salón de actos del Partido Socialista Oaxaqueño Independiente se for-ma la Confederación de Partidos Socialistas de Oa-xaca que agrupaba a más de 18 partidos socialistas regionales. Entre su programa de acción figuran los siguientes puntos: A) Desarrollar una labor intensa y firme enderezada a incorporar a la civilización mo-derna, toda nuestra población indígena, combatien-do resueltamente las plagas sociales que la explotan, extirpando sus vicios y cultivando sus numerosas vir-tudes. B) Apoyar la propaganda e implantación de las escuelas agrícolas e industriales y de la escuela de acción en la enseñanza primaria para dar al indi-viduo en vez de generalidades y manías estériles de contemplación, verdaderas armas de trabajo, hábi-tos constructivos y sentimientos de solidaridad que los signifiquen como un factor social, cualquiera que sea su sexo, y no como un ser egoísta y pernicioso. El presidente de la Confederación de partidos socia-listas, fue el Lic. Francisco López Cortés, secretario general de gobierno de Genaro V. Vásquez.

La Confederación realizó varias publicaciones aunque la más importante fue el semanario Sábado Rojo, órgano oficial de difusión, en donde se expo-nían diversos trabajos de carácter doctrinario, cultu-ral y también noticias locales y nacionales la exigen-cia de la dirección de Sábado Rojo (Porfirio Guzmán Gil, Enrique Othón Díaz y Jorge Octavio Acevedo su-cesivamente) a sus colaboradores, era que los artícu-los trataran ideas revolucionarias. Escritores asiduos fueron Enrique Othón Díaz, Alberto Vargas, León Ol-vera, Luciano Kubli, Jorge Octavio Acevedo, Roberto

Una muestra de su talento

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Ortiz Gris y el profesor Policarpo T. Sánchez. La con-federación también editó diversas obras de carácter folklórico, poesía y algunos folletos políticos del pro-pio Gobernador Vázquez.

La Confederación también impulsó los Sábados Rojos celebrados en el Teatro Mier y Terán, con un propósito ideológico y doctrinario y en donde se ofrecían conferencias o charlas sobre la lucha de clase obrera y campesina, se trataba de disminuir el fanatismo religioso y el alcoholismo y se agregaban expresiones artísticas de música, danza o literatura.

La poesía y la prosa de la época tenían un afán pedagógico, la propensión a la moraleja y la lección que habían heredado de la época porfirista. Se alentó una nueva cultura musical de raigambre oaxaqueña que pretendía la exaltación de todo lo que constituye nuestro espíritu: trajes, lugares, costumbres, etc., a fin de eliminar de la literatura y de la música vernácu-la todo sentimiento ajeno y morboso. Con esta ten-dencia compusieron música popular: Enrique Sando-val, Samuel Mondragón, Guillermo Rosas Solaegui, Mario Brena, José López Alavés, Efrén Núñez Mata, Fausto García Pujol, Alberto Vargas, Heriberto Sán-chez, Juan G. Vasconcelos, Daniel Rueda, y el propio Genaro V. Vázquez.

En 1928 se celebró el final de la “Primera etapa de la canción regional”, en ella triunfaron algunas de las canciones que se hicieron clásicas para los oa-xaqueños. El gobierno trató de encontrar la canción

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oaxaqueña por excelencia, diferente al de otras enti-dades federativas, incluso de otros países. Obtuvo el primer lugar en ese concurso “El sarape oaxaqueño” con letra de Juan G. Vasconcelos y música de Samuel Mondragón

Otras canciones que se dieron a conocer en los concursos muy difundidas en ese tiempo y que hasta la fecha siguen sonando son: Mañanitas oaxaqueñas, Siempre juntos, Madrigal, Apasionada, Tehuana, El huipil, Tortolita cantadora, El Nito, Juanita y desde luego la famosa Canción Mixteca. También cabe ano-tar que algunas expresiones culturales provenientes de épocas anteriores, fueron modificadas por el espí-ritu socialista secularizador y un poco “jacobinista”, como los viernes de cuaresma que se transformaron en “Viernes del Llano” y la fiesta de la Virgen del Car-men que se volvió el “Lunes del Cerro”.

Para cerrar podemos decir que el Lic. Genaro Vi-cente Vásquez fue un intelectual distinguido. Escri-bió sobre toda clase de asuntos, desde política, eco-nomía, sociología, historia, música popular y leyen-das. También hay que destacar que encontró tiem-po para componer diversas obras musicales, desde canciones y sones hasta marchas, corridos y shottis. En sus libros, folletos y ponencias se percibe a un hombre brillante. Jorge Fernando Iturribarría lo cali-fica de “hombre inquieto por la cultura, apasionado de nuestra historia y acucioso investigador”. Y así lo recordamos. Vale.

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EDUARDO VASCONCELOS

Nacido en 1896, en un hogar de urbanidad refi-nada como cotidiana expresión de cultura. En esos años, la vida provinciana de la centenaria

Antequera, las letras y la música eran difundidas con la discreta elegancia de la época, bastante influida por lo europeo y tal vez olvidada de todo lo popular o vernáculo, pero muy cargada de romanticismo. Se cultivaba la declamación o recitación y un incipiente arte teatral se lucía en festejos familiares, más que en espacios teatrales.

En el Instituto de Ciencias y Artes del Estado, se abrevaban las formas tradicionales, los conceptos clásicos de la cultura occidental. Y la prevalencia de esos conocimientos se reflejaba en los discursos y

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en los poemas de los estudiantes, que llegaban de todas las clases sociales, en las ceremonias de distri-bución de premios o en los concursos de los “juegos florales” o en las modestas páginas de la revista “Bo-hemia Oaxaqueña”.

En este ambiente creció Eduardo Vasconcelos. En su paso por el Instituto de Ciencias y Artes, participó en los grupos estudiantiles de teatro, actuando en papeles dramáticos y otros que ahora llamaríamos de carácter social. Su vocación periodística y sus pri-meras participaciones en la política, prestaron mayor profundidad a su pensamiento, ampliando sus hori-zontes educativos, por lo que terminó la carrera de leyes en la Universidad Nacional de México.

Una vez titulado, ocupó diferentes puestos y car-gos como: diputado al Congreso de la Unión, procu-rador de justicia del Estado de Guerrero, secretario de gobierno del Estado de México, Rector del Ins-tituto Científico de Toluca, Secretario de Educación con el Presidente Abelardo Rodríguez, embajador de México en Italia y Ministro de la Suprema Corte de Justicia.

Como Secretario de Educación Pública, se em-peñó en terminar la obra de Adamo Boari para que funcionara como Palacio de las Bellas Artes, modifi-cando la idea original de que esa construcción fuera el Teatro Nacional y se volviera la casa de las artes todas, abrigando conciertos, exposiciones de pintura y escultura, conferencias y otras actividades no sola-mente teatrales. Y al fin, en octubre de 1934, Eduardo Vasconcelos, Secretario de Educación Pública, asis-tía a la inauguración del Palacio de las Bellas Artes, donde presenció La verdad Sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón que actuaron, encabezando el re-parto, Alfredo Gómez de la Vega y doña María Teresa Montoya.

En enero de 1947, don Lalo, como lo llamaban sus amigos y compañeros del Instituto, fue nombrado Gobernador interino del Estado de Oaxaca, suplien-do por tres años al General Edmundo Sánchez Cano. Vasconcelos, culto, brillante, enérgico, comprensivo y enamorado de su provincia, recorrió el estado es-cudriñando sus más lejanos rincones, sin importar que hubiera o no caminos. Manejando con honradez el exiguo presupuesto oficial, dio nuevo aspecto a la antigua Antequera.

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Fue a nuestra hermosa y tradicional ciudad de Oaxaca, a la que el Lic. Vasconcelos, entregó su cariño y dedicación. Construyó el parque depor-

tivo que hoy lleva su nombre, de acuerdo con un plan de conservación y mantenimiento para darle auto-nomía económica para que no dependiera del pre-supuesto oficial. Construyó la escuela modelo “Presi-dente Alemán”, el hermoso jardín “Casiano Conzatti” y la Plaza de la Danza. Para realizar esta obra, mandó demoler las casas ruinosas que afeaban los atrios de los templos San José y La Soledad, dando unidad arquitectónica a los ex conventos anexos. Adquirió y demolió las construcciones accesorias al templo de San Agustín, devolviendo a este edificio su belleza monumental.

La Plaza de la Danza se inauguró el último día del mandato de Vasconcelos, 30 de noviembre de 1950, ante un público que ocupaba hasta las torres de los templos cercanos; el Ballet Nacional interpretó la “Suite mexicana” de Salvador Contreras, “La Coro-nela” de Silvestre Revueltas y “Madres” con música de la 5ª Sinfonía de Shostacovich y coreografía de Josefina Lavalle. Posteriormente se presentaron bai-les oaxaqueños entre ellos: Sones de la Costa Chica, bailados por alumnos de la Escuela de Bellas Artes, la tradicional Danza de la Pluma interpretada por bailarines de Teotitlán del Valle; el Jarabe Mixteco con jóvenes de la ciudad de Huajuapan de León y para finalizar cerró el programa inaugural la presen-tación de “Junto al mar” con la participación de vein-ticinco bellas mujeres istmeñas acompañadas de la música de Guillermo Rosas con la coreografía de las maestras de la Escuela de Bellas Artes Eva Beristain y Josefina Lavalle.

En el aspecto musical, logró que la Orquesta Sin-fónica de Jalapa bajo la dirección del maestro José Ives Limantour, presentara tres conciertos en el tea-

Una muestra de su talento

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tro Alcalá y otra en la plaza de la Constitución. Tam-bién en 1948, trajo a la Compañía de Ópera Italiana del maestro, director y concertador Guido Picco, que presentó entre otras óperas, Traviata, Rigoletto, Aida y el Barbero de Sevilla, en una temporada de nueve días, todas abarrotadas de público que ya extraña-ban ese espectáculo. También organizó la Marimba del Estado, trayendo del Estado de Chiapas a los her-manos Espinoza López.

El 1 de febrero de 1949 abrió sus puertas la Es-cuela de Música y Declamación, en la que se cursa-rían las carreras de piano, instrumentos de arco, de aliento, guitarra, canto y declamación. Vasconcelos nombró Director al músico Diego Innes, quien reci-bió a numerosos jóvenes, niños y adultos, ávidos de aprender las artes de manera gratuita, ya que el sos-tenimiento de la Escuela, corría a cargo del erario del Estado.

En ese mismo año, comenzó la restauración del convento de Capuchinas Españolas, anexo al tem-plo de San José, ocupado como cuartel de la policía montada. En junio de 1950, mediante decreto publi-cado en el Periódico Oficial, se modificaba la Escuela de Música y Declamación agregando las secciones de música y canto, arte teatral, danza, pintura y es-cultura, y transformándola en la Escuela Oaxaqueña de Bellas Artes. Cada sección tendría un director y la escuela, un Rector, título poco conveniente a un em-pleado que manejaría una institución educativa de nivel no profesional. El sostenimiento de la Escuela correría a cargo del presupuesto del Estado.

En cuanto a su organización, la Escuela contaba con un parvulario para niños de cuatro a ocho años, anexo a la sección de música; y con carreras cortas de música y canto (seis años) arte teatral (tres años) danza (tres años)pintura (cuatro años) escultura (dos años). También ofrecería, con duración de tres años, talleres de artesanado o “artes menores” como alfarería, talabartería, tejidos, bordados, herrería, pla-tería, ebanistería, cantería, hojalatería, juguetería de barro, madera, metal y carrizo. Desafortunadamente el Gobernador Vasconcelos no pudo inaugurar la Es-cuela de Bellas Artes, pues al término de su mandato el 1 de diciembre de 1950, no contaba con mobiliario y el auditorio no se había concluido.

En otro aspecto cultural podemos apuntar que la Biblioteca del Estado, fue fundada por decreto de

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26 de agosto de 1826, con un catálogo de 2,133 volú-menes. En 1859, con la nacionalización de los bienes eclesiásticos, pasaron a su poder las librerías de los conventos, con lo que ascendió a 28 mil volúmenes su acervo, la mayor parte de ciencias eclesiásticas, aunque había algunas joyas bibliográficas del siglo XV.

Totalmente descuidada, la Biblioteca del Estado sufrió pérdidas incalculables por diversos eventos desafortunados, ya que no se contaba con un ca-tálogo del acervo. En enero de 1885, el Gobernador Mier y Terán formó una comisión que se encargó del arreglo y clasificación de los volúmenes según el sis-tema de Namur, célebre bibliógrafo alemán. Una vez catalogados, los libros se trasladaron a un salón de la planta baja del Instituto de Ciencias y Artes, donde se pusieron a disposición del público. (Datos recupe-rados del informe del bibliotecario Ramón Fernán-dez del Campo. 1891).

En 1949, el Lic. Vasconcelos se propuso mejorar la situación de la ahora Biblioteca Pública del Estado y adquirió un inmueble situado en la esquina de las calles de Cinco de Mayo con Independencia, llamada Casa Magro por haber sido propiedad de don Maria-no Magro, Alférez Real del primer cabildo integrado en esta ciudad después de iniciada la Independen-cia, y propietario de la hacienda “Molinos de Lazo” ubicada en el distrito de Etla. La Casa Magro pasó a propiedad de don Rafael de la Cajiga y Toro y para los años cuarenta del siglo pasado, pertenecía a don Luis Amero quien proyectaba derribarla por hallarse bastante dañada por los temblores de años anterio-res y en su lugar construir un hotel de arquitectura moderna.

Así pues, para impedir la destrucción de esta casa colonial del siglo XVII, la adquirió el gobierno del Estado y encargó la reconstrucción al Ing. Luis Alvarez, quien la adaptó para servir de sede a la Bi-blioteca Pública del Estado. Quedó a cargo del Sr. Jorge Fernando Iturribarría quien, apoyado por el sabio polígrafo José de la Luz Bonecchi, organiza-ron las diversas salas de acopio, guarda y lectura que comenzaron a funcionar en 1951. En la planta baja, segundo patio de la casa, se instaló la primera biblio-teca infantil que existió en nuestra ciudad.

Otro proyecto del Lic. Vasconcelos, fue el rescate de la memoria histórica de Oaxaca con la creación

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de la “Biblioteca de autores y asuntos oaxaqueños”, a cargo del periodista Jacobo Dalevuelta, que inició su labor con la publicación en dos volúmenes de “Es-tudios históricos y estadísticos del Estado libre de Oaxaca” de don Juan Bautista Carriedo. En la pre-sentación del libro, Dalevuelta comenta la escases de bibliografía sobre Oaxaca y justifica el proyecto editorial con las siguientes palabras:

“…Por fortuna, hemos llegado a una época de caminos amplios y horizontes claros para Oaxaca. El Lic. Eduardo Vasconcelos iniciador de una era de bienestar para la patria chica, convencido de que “no sólo de pan vive el hombre”, está poseído de una inquietud insólita en nuestro medio, desde que a la muerte del General García Vigil, se cavaron para Oaxaca profundas simas, donde parece existir la in-tención de sepultar todo el dinamismo, la fe, la aco-metividad en cualquiera de los medios en los que se puede mover el hombre. Ahora despertamos de un sueño infecundo.

“Y no porque Vasconcelos tenga bajo su respon-sabilidad la solución de graves problemas de todos órdenes –la herencia que dejaron otros–, coloca za-guero, el renglón de la cultura. Y tan es así, que a su iniciativa personal se debe la iniciación de ésta “Biblioteca de autores y asuntos oaxaqueños”, obra que ha puesto en mis manos confiriéndome amplia autoridad directora.

“Ahora tenemos al frente la selección de obras. De acuerdo con el título genérico “Biblioteca de autores y asuntos oaxaqueños” y siguiendo las normas gene-rales dictadas por el Lic. Vasconcelos, cabrán dentro del acervo, trabajos que sin ser de autores nativos, se ocupen de lo nuestro, del solar, ya en la ciencia, en el arte, en la historia, en la economía, etc.

“Por fortuna, ahora hay un Gobernante que no solo entiende de estas cosas sino que las ha pues-to en un plano de elevación y práctica. No podemos saber hasta donde permitan las circunstancias que lleguemos en el desarrollo del plan. Se, por mi parte, que seguiré con fe laborando en esta obra dentro de mi reconocida imperfección, hasta el día en que el Lic. Vasconcelos, termine su mandato”.

A la obra ya mencionada, muy escasa y poco co-nocida siguió la publicación en dos tomos de la “His-toria de Oaxaca” del presbítero José Antonio Gay, y

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terminó el proyecto editorial con el final del mandato de Vasconcelos, como lo preveía el periodista Dale-vuelta. A propósito de periodistas, J. F. Iturribarría cuenta la siguiente anécdota: “Debido a que Vascon-celos nunca aceptó comprar publicidad a la prensa u otorgar dádivas a sus representantes, empezó a ser atacado en forma interesada, por periodistas de la ciudad de México, para ver sí así el Gobernador ter-minaba cediendo”.

Ante este ataque premeditado, Vasconcelos, no

desprovisto de humor ni de sagacidad, tomó una ac-titud desconcertante: Cada día, su secretaria recor-taba de los periódicos cuanta crítica se le hacía y la distribuía entre los demás periódicos locales para que la opinión pública tuviera conocimiento de la misma y pudiera emitir su propio juicio. El apoyo y aplauso del pueblo hizo que pronto cesara, por inútil, la propaganda calumniosa.

El 1 de diciembre de 1950, el Lic. Eduardo Vas-concelos entregó la gubernatura a Manuel Mayoral Heredia. En septiembre de ese año, había rendido su último informe de actividades de gobierno y millares de niños de las escuelas citadinas le formaron valla desde palacio de gobierno hasta la casa oficial, re-gando flores a su paso. El Lic. Vasconcelos le dio a Oaxaca belleza, gracia y cultura, ya que durante su gobierno, nuestra vieja Antequera, volvió a lucir con soberbia señorial su aspecto y su belleza tradiciona-les. Si tuviéramos que definir a Don Eduardo Vascon-celos con una sola palabra, no encontraríamos otra que lo describiera mejor que aquella que él tanto usaba: Vertical. Así fue su actitud ante la vida, ¡Fue un hombre vertical!.

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