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TALLER “LOS SONIDOS DEL ALMA” Enero 2012 Dr. Víctor Muñoz Pólit INSTITUTO MEXICANO DE MUSICOTERAPIA HUMANISTA – DERECHOS RESERVADOS © 1

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TALLER

“LOS SONIDOS DEL ALMA”

Enero 2012

Dr. Víctor Muñoz Pólit

INSTITUTO MEXICANO DE MUSICOTERAPIA HUMANISTA – DERECHOS RESERVADOS © 1

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EL TRABAJO CON LOS SENTIMIENTOS EN LA MUSICOTERAPIA HUMANISTA

EXTRACTO DEL LIBRO: Muñoz, Victor (2008), Musicoterapia Humanista: Un Modelo De Musicoterapia Musical, México: Ediciones Libra. Capítulo VIII

INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS DE LA MUSICOTERAPIA HUMANISTA

Es importante contextualizar la forma en la cual tanto la filosofía humanista como las teorías propias de nuestro modelo se llevan a la práctica, principalmente por medio de conductas conocidas como actitudes humanistas. Las actitudes humanistas de un musicoterapeuta están fuertemente vinculadas a convicciones afectivas y cognitivas que se vierten en nuestra metodología.

Las formas como se desarrolla la metodología de la musicoterapia se dan a través de distintas técnicas como el manejo de sentimientos con música, el trabajo corporal, el uso de música pregrabada, los instrumentos musicales, la voz, el trabajo con grupos, etc. Cada una de estas herramientas tiene sus formas particulares de aplicación para lograr los objetivos psicoterapéuticos.

En resumen, cada uno de los modelos de la psicoterapia están sustentados en bases teórico-filosóficas que en la práctica se concretan en la correspondencia de un método (qué hacer), y que se llevan a cabo por medio de actitudes (crear el contexto para realizar habilidades y técnicas). Para llevar a cabo el método es necesario llegar al cómo (técnicas) para proceder a la práctica. Por ello, las técnicas deben corresponderse con las herramientas de trabajo y con la problemática que se va a resolver. Y por eso mismo el musicoterapeuta tendrá que elegir la técnica adecuada para elaborar el experimento terapéutico que se desenvolverá en la metodología.

El sistema de las técnicas tiene una implicación en la persona que las llevará a cabo en los planos intelectual, psicocorporal, emocional y tecnológico. El desarrollo del nivel técnico se relaciona con un complejo de aprendizajes en distintos niveles, en los cuales los aspectos cognitivos y experienciales están estrechamente ligados.

El dominio técnico es fundamental para el proceso creativo de los experimentos psicoterapéuticos como espacio fenomenológico que el musicoterapeuta propone al paciente. Si el sistema técnico no se desarrolla con suficiencia no será posible contar con la claridad necesaria para construir creativamente las dinámicas que faciliten el proceso de crecimiento personal del paciente. La innovación sólo es posible si las reglas se transgreden, pero para hacerlo es necesario dominarlas.1 “La libertad creadora es el futuro de la esclavitud a la técnica” [Tavira, 2003, s/p].

Este cuerpo de sistemas se corresponde de forma lógica, ordenada, coherente y correlacionada. En la técnica se reconoce el origen filosófico y teórico de un terapeuta. A lo largo de este estudio hemos desarrollado distintas técnicas de trabajo con música pregrabada. A continuación presentaremos de forma general nuestras distintas técnicas de trabajo en la musicoterapia humanista activa tanto de procesos individuales como grupales.

EL TRABAJO CON LOS SENTIMIENTOS2 EN LA MUSICOTERAPIA HUMANISTA

1 Véase el artículo de El arte y la creatividad en la Musicoterapia Humanista.

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La aportación de Myriam Muñoz a la teoría de los sentimientosLa investigación y la construcción de la visión en torno a los cinco sentimientos básicos: miedo, alegría, tristeza, enojo y afecto (MATEA), fue desarrollada por Myriam Muñoz Pólit.En las psicoterapias, aun en las de corte no humanista, como la racional-emotiva y psicoanalítica, en las que también se trabaja con sentimientos, y por supuesto la gestalt, el enfoque centrado en la persona, la musicoterapia, la core energética, etc., constantemente se hace referencia a la importancia del trabajo con los sentimientos3

como fuente de información de la persona sobre sí misma. El darse cuenta sin contenido emocional es sólo conocimiento racional sobre el sí mismo, mas éste no significativo.

Una de las grandes aportaciones de Myriam Muñoz es la creación de un mapa que traza y centra sintéticamente el complejo proceso que permite elaborar hipótesis en el trabajo con los sentimientos en terapia.

Otro acierto de su investigación es la relación sentimiento-necesidad,4 que vincula el ciclo de la experiencia de la gestalt proporcionando una línea de trabajo humanista, con un sentido organísmico. Este punto es muy importante en el trabajo con los sentimientos porque en ellos encontramos el reflejo de nuestra naturaleza humana, es en donde reside el legado de creencias que se concretan en acciones. La mente, al igual que el cerebro, es parte del cuerpo, y en nuestras acciones nos reconocemos; en ellas estamos impresos y nos expresamos, ya sea de manera congruente o no.

Es importante mencionar que la materia prima de los sentimientos es la energía psíquica encarnada en el cuerpo por medio de la sensación; la naturaleza del sentimiento no es buena (+) ni mala (-), simplemente es energía; lo que hagamos con esta energía es lo que le confiere cierta connotación ética o moral. “En toda creencia hay una promesa de acción y, precisando más, diremos que ahora que toda idea lo es, así como todo recuerdo” [Pierre, 2000: 25].

A partir de los cinco sentimientos básicos —MATEA— existen otros sentimientos que son variaciones, por los matices o cualidades energéticas de éstos, volviendo más compleja la experiencia, como el sentido existencial de la vida. Este proceso se despliega a través de los sentimientos que están alrededor de los cinco sentimientos primarios o innatos. “Y lo más elevado sólo es posible cuando la vida es muy compleja; sólo en la complejidad acontece lo más elevado” [Osho, 2002: 74].

Existe otra categoría de sentimientos llamados existenciales o de desarrollo, como la soledad, la angustia existencial, la frustración, el amor, la ternura, la plenitud, etc., que promueven el desarrollo y la trascendencia, siempre y cuando sean sentimientos

2 Myriam Muñoz, al igual que Carlos Castilla, habla sobre lo que significa sentir como la relación que implica estar en algo: con un ser humano, en una situación, una actividad, un recuerdo, etcétera.3 Es importante distinguir entre el significado de la emoción y el sentimiento, ya que algunos autores los emplean como sinónimos cuando en realidad son dos procesos que tienen una estrecha relación, pero que no son el mismo proceso. De hecho, Damasio distingue dos categorías de emoción: 1) emociones primarias (innatas, preorganizadas) dependen de los circuitos del sistema límbico, siendo la amígdala y la cingulada anterior los principales actores, mientras que 2) en las emociones secundarias las estructuras del sistema límbico no son suficientes para soportar el proceso de las emociones secundarias. Debe ampliarse la red, y ello requiere el concurso de las cortezas cerebrales prefontales y somatosensoriales. En conclusión, la emoción es la combinación de un proceso evaluador mental, simple o complejo, con respuestas disposicionales a ese proceso, la mayoría dirigidas hacia el cuerpo propiamente dicho, que producen un estado corporal emocional, pero también hacia el mismo cerebro (núcleos neurotransmisores en el tallo cerebral), que producen cambios mentales adicionales. Adviértase que por el momento deja fuera de la emoción la percepción de todos los cambios que constituyen la respuesta emocional, ya que el término sentimiento es la experimentación de esos cambios. (Observo que el planteamiento que realiza Damasio se refiere a la sensación en gestalt, por lo tanto se concluye que toda necesidad auténtica tiene un sentimiento de base y todo sentimiento tiene una sensación; este proceso se relaciona con el planteamiento de la emoción secundaria y la emoción primaria sería parte del fondo que sostiene la sensación secundaria.)4 Detrás de todo sentimiento hay una necesidad [Myriam Muñoz, 1999].

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que expresen la congruencia en la persona, ya que podrían ser sentimientos aprendidos.

Finalmente, en la tercera categoría estarían sentimientos como la depresión, la culpa, la vergüenza, la lástima, etc., catalogados como de introyección o aprendidos. Estos últimos provienen de un aprendizaje social y tienen como resultado detener el desarrollo de la persona.

Las restricciones externas que primero los padres y luego otros cuerpos sociales han impuesto sobre el individuo son introyectadas en el ego y llegan a ser su conciencia; de ahí en adelante, el sentido de culpa —la necesidad de ser castigado generada por las transgresiones o por el deseo de transgredir estas restricciones (esencialmente en la situación edipiana)— atraviesa la vida mental. Como regla, el ego desarrolla represiones al servicio y por mandato de su superego. Sin embargo, las represiones llegan a ser pronto inconscientes, automáticas como quien dice, así que una gran parte del sentido de culpa permanece inconsciente [Marcuse, 2002: 43].

En resumen:

1. Innata - modelos biológicos.2. Aprendida - modelos sociales.[Muñoz, 1999: 5].

La música, un facilitador del contacto y la expresión de sentimientosPor la naturaleza energética y por la forma en que se procesa la música en nuestro cerebro, ésta puede facilitar el contacto y la expresión con los sentimientos. La musicoterapia humanista trabaja con el sentimiento que está en frente, la materia prima más importante. Sentimientos, sensaciones e imágenes, con énfasis en las sensaciones y los sentimientos. La musicoterapia también trabaja con los estados energéticos, que en ocasiones están incluidos dentro de algunos sentimientos. Si el musicoterapeuta trabaja con el sentimiento existente, ¿cómo puedo empatizar con ese sentimiento por medio de la selección de música?

La labor del musicoterapeuta no es sencilla por cuanto requiere de la suficiente habilidad para percibir al otro, para comprenderlo en su estado anímico, para ayudarlo a esclarecer cuál sentimiento es el que está tocando con más presencia. Es de suma importancia respetar y no alterar nada de lo que está en frente, así como adquirir la habilidad especial para hacer una adecuada elección musical para empatizar con ese sentimiento. Para hacer una elección de música apropiada es indispensable contar con un extenso acervo musical que comprenda cualquier manifestación experimentada por el paciente, lo cual no es fácil ya que a veces no se cuenta con la cantidad necesaria de obras, o no somos capaces de desplegar la sensibilidad para elegir la obra precisa para percibir y empatizar con al menos los cinco sentimientos básicos o primarios.

En ocasiones el paciente llega al consultorio con temas meramente existenciales, como “Quiero trabajar la separación de mi pareja”. Un tema que para cada persona es diferente y con distintos significados y sentimientos. Lo primero que debe indagar el terapeuta es qué significa para el paciente esa separación, qué experiencias contiene ese evento, qué cuestión de todo ese gran tema se quiere trabajar, qué intención de trabajo y, desde luego, qué sentimientos están presentes o escondidos.

En ocasiones la persona no está tocando el sentimiento pero desea tocarlo, o quiere trabajar esa situación de vida. También ahí se utiliza música, aunque no exactamente para empatizar con el sentimiento ya que no lo hay en el primer momento, pero sí con el deseo de trabajarlo. Un ejemplo de esto es cuando alguien llega a terapia y dice “Quiero trabajar este tema...”, iniciándose un proceso de clarificación y de exploración del sentimiento; es aquí cuando usamos música exploratoria que empatice con el

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deseo de trabajar el sentimiento que comienza a hacer figura en el paciente, distinto a cuando sabemos con claridad de qué sentimiento se trata y solamente se necesita empatizar con él directamente. Es necesario entrar primero musicalmente a la exploración del sentimiento para que después surja el contacto, esto es, otra obra musical o la misma obra que le permita contactar y después seguir con lo que sería la intensificación a través de la música para llegar finalmente a la resolución y terminar con el procesamiento verbal. De estas dos formas puede trabajarse con los sentimientos básicos: explorándolo y empatizándolo directamente.

LAS DIFERENTES PROPUESTAS DE LOS SENTIMIENTOS BÁSICOS Y LAS EMOCIONESMyriam Muñoz plantea que hay tres tipos de sentimientos: los básicos o innatos, los de desarrollo y los aprendidos o introyectados.

a) Sentimientos básicos Promueven la supervivencia y el desarrollo. Nos mantienen vivos. Provienen de la esencia de la persona.Son cinco: miedo, alegría, tristeza, enojo y afecto (MATEA).

b) De desarrolloPromueven el desarrollo y la trascendencia.Son producto del desarrollo de los innatos.

c) Introyectados o aprendidosDetienen el desarrollo. Son producto del aprendizaje social.Pueden ser una distorsión de los innatos.

Los sentimientos existenciales y de desarrollo son aquellos que integran los sentimientos innatos, los cuales tienen que ver con el desarrollo de la MATEA: soledad, angustia existencial, amor, frustración, responsabilidad, impotencia real, ternura, seguridad, confianza, plenitud, paz, comprensión, etc. Estos sentimientos van en dirección de una conciencia de mayor amplitud que los innatos, ya que el matiz de cada uno de éstos es el resultado de un proceso de complejidad en el cual se integra más de un sentimiento innato, desde un flujo sencillo —mas no simple— con el sentido existencial de la vida.

Los aprendidos o introyectados —que tienen una cierta relación con los metasentimientos de Castilla— son aquellos que detienen el desarrollo y provienen de la domesticación cultural: depresión, melancolía, culpa, vergüenza, aislamiento, devaluación, angustia neurótica, desprecio, lástima, aburrimiento, impotencia irreal, rencor, envidia, celos, etcétera.

He observado que los sentimientos introyectados están relacionados con la máscara y con formas de manipulación —en la creencia de que de esta manera nos integramos al mundo siendo aceptados por los otros—, pudiendo ser la distorsión de los mismos sentimientos innatos el origen de la distorsión; por ejemplo, si en casa el sentimiento aceptado era el afecto y el rechazado el enojo, se crea una pauta neurótica al usar el sentimiento del afecto para manipular al mundo y satisfacer la supuesta necesidad —que es neurótica— tapando el enojo con el afecto.Es importante revisar cuál es el sentimiento que es más fácil de contactar por el paciente y cuál es el sentimiento innato que más dificultad tiene para registrar, con el objeto de trazar un mapa que vaya orientando el proceso sobre las pautas a frustrar y las pautas de desarrollo que serán las promovidas por el terapeuta en el paciente.

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La diferencia entre los metasentimientos de Castilla y los sentimientos introyectados es que Castilla no precisa que éstos sean desarrollados como un medio de manipulación o de la educación; aunque en la práctica se relacionan ya que ambos cubren otro sentimiento. Por ejemplo, la impotencia puede estar cubriendo enojo o cubrir un sentimiento con otro que se genera por proceso mental, como el hecho de enojarse por sentir envidia.Para Myriam Muñoz los sentimientos siempre tienen una base fisiológica que los sustenta, llamada sensación, creando un énfasis en el cuerpo como un todo en donde habita la conciencia de la persona y por tanto estrechamente relacionada con las necesidades organísmicas o auténticas. Las características de las necesidades auténticas son las siguientes:

1. Van acompañadas de sentimientos innatos o existenciales.2. Generalmente no hay conflicto en cuanto a su jerarquización, y la necesidad más apremiante toma el primer sitio.3. La persona queda satisfecha al contacto con el satisfactor.4. Tenemos los recursos personales para satisfacerlas. Nuestro organismo no nos pide aquello de lo que no somos capaces.5. Amplitud de satisfactores.6. Proceden de sensaciones estables y duraderas [Muñoz, 2000: 7].

En Inteligencia emocional Daniel Goleman elabora una síntesis de los sentimientos recurrentes en distintos autores, estos sentimientos innatos son ira, tristeza, temor, placer, amor, sorpresa, disgusto y vergüenza. Cada uno de éstos es presentado con sus distintos matices, con un núcleo básico, formando ondas a partir de ese núcleo de incontables mutaciones.

Los sentimientos surgen por el proceso del pensamiento de verificar lo que nuestro cuerpo experimenta y hace. Si una emoción es un grupo de cambios en el cuerpo relacionados con imágenes mentales que han activado un sistema cerebral específico, la esencia de sentir una emoción es la experimentación de tales cambios en yuxtaposición con las imágenes que iniciaron el ciclo. Un sentimiento siempre depende de la yuxtaposición de una imagen del cuerpo (que puede ser cualquier tipo de imagen derivada de cualquiera de los cinco sentidos), por tanto su lenguaje verbal es la metáfora. “El sustrato de un sentimiento se completa con los cambios en los procesos que son inducidos simultáneamente por sustancias neuroquímicas” [Damasio, 2001: 141].

Una primera síntesis de la primera variedad que se basa en las emociones o las más universales (básicas) son felicidad, tristeza, ira, miedo, asco, según los distintos autores que se integraron a esta investigación teórica.

La segunda síntesis de la diversidad de sentimientos que se basan en las emociones que son variaciones (sutiles) de las cinco más universales son la euforia y el éxtasis, que son variaciones de la felicidad, la melancolía y la nostalgia, que son variaciones de la tristeza; el pánico y la timidez son variaciones del miedo.

Por último, es importante nombrar una conclusión que rompe con las lógicas del pensamiento o la visión del ser humano puramente racional; a pesar de que las razones de la emoción no son las de la razón lógica, la emoción sí es un elemento importante en proceso de adquirir y desarrollar la razón humana, ya que ésta tiene una base sólida en las órdenes inferiores de nuestro organismo.Los sentimientos como las emociones son el faro que guía hacia la dirección adecuada en donde se desarrollan los instrumentos de la lógica. La esencia de un sentimiento no está propiamente en la mente que se relaciona con un objeto, sino en el valor perceptual del lenguaje meramente corporal.

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El proceso de centrar la conciencia a través del desarrollo de la sensibilidad, la percepción y concentración de la atención mental en el cuerpo, construye un centro que permite la fuerza y el arraigo en el sí mismo corporal para indagar nuevos puertos o fronteras internas de inagotables mundos propios en el ser humano.

Diferencias en el trabajo terapéutico con los sentimientos básicos, introyectados y de trascendenciaMe centraré de nuevo en la investigación de Myriam Muñoz para desarrollar este tema, y posteriormente expondré las distintas concepciones teóricas de otros autores.

Existe una diferencia teórica entre los tres tipos de sentimientos (básicos, de desarrollo e introyectados). Los innatos o básicos (MATEA), que promueven el crecimiento, la supervivencia y el desarrollo, nos mantienen vivos, viven en el centro de la persona, de su ser más esencial. Los sentimientos de trascendencia o existenciales promueven el desarrollo y tienen que ver o son producto de un flujo sano de los sentimientos innatos son la soledad, la impotencia real, la ternura, la paz, etc. Finalmente, los introyectados, que son la reproducción de algún sentimiento en que aprendimos a detener el flujo corporal y psíquico para ser aceptados por el exterior, provienen de la domesticación social y detienen el desarrollo: la depresión, la melancolía, la culpa, la vergüenza, etcétera.

Para fines prácticos, cualquiera de estos sentimientos puede aparecer en una sesión de terapia. El paciente puede llegar al consultorio con alguno de estos tres tipos de sentimientos. Por lo general el ser humano ha aprendido una manera de responder emocionalmente a la vida, lo cual quiere decir que ha sido influenciado por sus primeros entornos —sociales y familiares—, se encuentra influenciado por lo que se permitía o no en casa, de tal forma que los sentimientos naturales o innatos pudieron haber sido aceptados y quizá otros rechazados, por lo que el niño aprendía a evitar el contacto con aquellos que no eran aceptados y a expresar aquellos que se aceptaban sin problema. Así, el infante —y después el adulto— muestra mayor facilidad para contactar y expresar los sentimientos que fueron aceptados en su familia. Por esto hay pacientes que llegan con cierta tendencia o facilidad para sentir algunos sentimientos y con dificultad de contactar otros. Por ejemplo, si en casa era aceptada la tristeza pero no el enojo, muy difícilmente este último podrá sentirse o expresarse, ese sentimiento difícilmente podrá liberarse sin un proceso de sensibilización y de reconocimiento —darse cuenta.

La labor del musicoterapeuta —después de varias sesiones con el paciente— es detectar hacia cuáles sentimientos le es más fácil contactar y expresar. Éste es el inicio del proceso del trabajo con los sentimientos con los cuales el paciente contacta y expresa con más facilidad.

Sigamos con el ejemplo del paciente a quien le resulta más fácil contactar su tristeza que su enojo y que ante diferentes eventos de su vida reacciona siempre con tristeza. Una de las facultades que proporciona el enojo es precisamente la posibilidad de fijar límites, y quizá por la carencia de esa energía el paciente permite que sus límites sean pisados, por lo cual queda más triste y sin poder energético en su vida; incluso puede quedarse con un sentimiento de devaluación o vivirse como víctima. Con este paciente debe trabajarse desde la sensibilización de su capacidad para percibir su enojo hasta su plena expresión.

Cuando un paciente toca una pequeña gama de sentimientos, el terapeuta tiene que empatizar primero con éstos que le son más fáciles de reconocer y experimentar, mientras va conociendo al paciente en su proceso. Posteriormente, el facilitador irá percatándose de que hay otros sentimientos detrás de éstos que permanecen ocultos, que no son solamente sentimientos, sino que conllevan comportamientos, conductas y actitudes que estancan su vida. Al desencadenarse en el paciente la posibilidad de

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reconocer “nuevos” sentimientos, seguramente percibirá un enriquecimiento y una revitalización de sus relaciones. Esto se produce de forma natural; después de haber contactado la gama de sentimientos aceptados y expresados el paciente puede darse cuenta de que hace falta incorporar a su vida y a su conciencia la presencia de aquellos sentimientos relegados por su autoimagen. Estos sentimientos se han escondido porque en un momento temprano aprendimos que no era correcto tenerlos y, mucho menos, mostrarlos.

El sentimiento es un proceso que sucede en el cuerpo, es decir, lo detectamos con una base completamente corporal que es la sensación y que se desencadena con la emoción —la cual puede ser primaria o secundaria, según Damasio—, pero al que el paciente le da un nombre, identificando el cambio de su organismo debido al bagaje conformado con sus experiencias anteriores. Hay personas cuyos organismos no aprendieron a reconocerlos como tales, llevarlos a la conciencia y nombrarlos claramente, ya que no reconoce esos sentimientos.

Sentir nuestros estados emocionales, que es lo mismo que decir ser conscientes de las emociones, nos ofrece flexibilidad de respuesta basada en la historia particular de nuestras interacciones con el ambiente. Aunque necesitemos dispositivos innatos para empezar a hacer rodar la pelota del conocimiento, los sentimientos nos ofrecen algo adicional [Damasio, 2001: 130].

Mi impresión es que en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado ciertos sentimientos sin poder reconocerlos. El sentimiento se da cuando se reconoce una experiencia emocional que sucede en el cuerpo y que nos significa en el nivel psicológico.

Durante mi práctica he observado que hay pacientes que contactan sus sentimientos, es decir, su conciencia está puesta en el fenómeno experiencial del sentir, pero no los pueden expresar. En el proceso terapéutico un aspecto consiste en facilitar al paciente que los contacte, y el otro en facilitarle que les dé salida. En ese sentido, la musicoterapia es un gran facilitador natural, ya que en el momento en que la música entra en el organismo —del escucha— se abre una gama de mayores posibilidades para contactar sentimientos, pues la música provee en su forma un espejo limpio y permite que se proyecte5 el mundo interno del paciente —sentimientos, estados emocionales, actitudes, etc.—, esto es, la proyección es pura. Al decir que la música se mete al organismo me refiero a que la música se dirige hacia diferentes niveles del sistema nervioso central, algunas veces llega a la corteza cerebral, otras no; algunas veces llega al tálamo y al hipotálamo, a la red del sistema límbico, en donde la pieza principal es la amígdala, para desencadenar y desarrollar el proceso de facilitación del contacto y la expresión emocional.

La presencia de la música desencadena el proceso de proyección únicamente de la imagen emocional porque la música tiene acceso a las estructuras cerebrales. Es una proyección que el paciente tiene como parte de su realidad y la coloca en la música —y no es que la música este generando una experiencia de manipulación. Una persona que no necesite proyectar un sentimiento o una emoción es porque en ese momento no era necesario en el nivel terapéutico para su autorregulación u homeostasis.

La música también es un contenedor que permite explorar, intensificar o conectar con un sentimiento. Por supuesto, entre mayor sea la empatía del musicoterapeuta en la selección de las obras —en términos de los sentimientos que están presentes implícita o explícitamente— más pura será la respuesta. Es como si la música se convirtiera en un cofacilitador emocional, como cuando trabajamos en grupo y nos emociona o conmueve una persona que trabaja en el centro.

5 El concepto de proyección se debe a la escuela Freudiana (Anna Freud desarrolla la teoría de los modos de defensa), pero traspasó los límites teóricos de su psicoanálisis y se incorporó en el humanismo, específicamente con Perls.

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La música tiene el poder de reconstruir los canales del organismo (cerebro-cuerpo) para los sentimientos que han sido inhibidos por el proceso de la relación entre la persona y el ambiente y dar paso a respuestas fisiológicas, bioquímicas y neuronales relacionadas con la dinámica compleja que ocurre en su interior para desencadenar los sentimientos y reconstruir, a partir de la conciencia, su memoria emocional, así como también su expresión. En concreto, el proceso va de la memoria a la conciencia a través de la música.

Otra de las facultades de la música es facilitar la experiencia emocional y hacerla más vívida, de manera que las memorias celulares, o memorias del alma, en el momento en que la música se presenta, florecen a la conciencia. Una persona en cuyo aprendizaje no se le permitió darse cuenta de que poseía sentimientos de enojo, de odio o de rabia, al recibir la música, ésta se mete en ella y, con su orden estructural, su presencia respetuosa, sin presión, facilita profundizar suavemente con su ritmo y contactar la emoción presente.

Una vez que se haya contactado, la energía contenida en la música abre la psique, desata las memorias y emergen las imágenes —visuales, sonoras, olfativas, gustativas, etc.— fundamentales para la sanación de la persona. Con la imagen vienen la emoción y el sentimiento que se pudieron haber guardado durante la formación de una herida. Por ejemplo, en una experiencia de violación en la que se guardaron celosamente emociones, sentimientos, imágenes, etc., la experiencia de escuchar música en el proceso terapéutico destapa una caja de Pandora, apoyando la movilización de la energía y la salida de imágenes y sentimientos hasta llegar a su expresión más completa. Esto ocurre porque la música es energía movilizadora, es un proceso que se desencadena de manera natural.

Lo anterior ha podido constatarse y reafirmarse en la observación de los procesos de musicoterapia, en los que se trabaja el miedo o el enojo, sin tener que darle al paciente una sola indicación, y sin tener que guiarlo llega a esos lugares, a esas memorias, a esos impulsos reprimidos plenos de sentimientos guardados durante su historia. El facilitador puede reconocer que hay sentimientos que no toca su paciente, y en alguna parte del proceso terapéutico éste puede contactar con esos sentimientos y expresarlos.

La misma experiencia repetida varias veces en distintas sesiones de musicoterapia le proporciona al paciente la conciencia de ir incorporando los recursos que traen consigo los sentimientos. Por ejemplo, en la persona que no sabe contactar su corazón en el afecto hacia sí mismo o hacia los otros, o que se le dificulta contactar su tristeza o la alegría y el sentido del humor, la memoria abre su ruta en el organismo, se levantan los sentimientos que conllevan sus dones y ella recupera nuevas posibilidades o recursos internos.

Algunos sentimientos que en su primer impulso o en su origen fueron aceptados en casa terminan siendo no auténticos, como el sentimiento del afecto, que fue aceptado en alguna familia y terminó siendo para la persona una muleta para manipular a los otros. La persona, en su máscara, utiliza esos sentimientos sobrevalorados para defenderse del mundo. Esta respuesta defensiva se vuelve una respuesta neurofisiológica habitual ante diferentes circunstancias, convirtiéndose en el único medio para conseguir lo que necesita.6 Se trata de una distorsión en la cual detrás de esos sentimientos existen otros,7 más auténticos o más reales, que pudiera ser ese sentimiento con el que se manipula. Por ejemplo, en el caso de un paciente que usa el sentimiento de la tristeza para manipular puede llegar a ese sentimiento desde un

6 En este sentido es importante considerar que toda la energía que pedimos y que recibimos desde la máscara no nutre el ser esencial del ser humano. Esta energía manipulada tan sólo calma el dolor y el miedo, sin llegar a sanarlos.7 Carlos Castilla del Pino define este proceso sentimental de tapar un sentimiento con otro como la formulación de un metasentimiento.

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lugar verdadero, y al decir desde un lugar verdadero se habla sobre el valor en sí del contacto y la expresión, sin que tenga un premio o efecto sobre el mundo, sin tener que obtener nada a cambio del mundo o de la persona que está enfrente; es secundaria la respuesta del mundo ante la expresión, ya que la intención no está puesta en el objetivo de obtener una respuesta del exterior.

Nuestra capacidad de sentir debe usarse para ampliar la gama de vida con el simple hecho de haber contactado un sentimiento, ya que cada sentimiento trae sus propios recursos, sin que tenga que sobrevenir ningún cambio en su entorno.

Cuando la expresión de un sentimiento viene desde la máscara se trata de un cliché8

en la persona; el paciente puede estar enojado, pero solamente tiene una forma de expresión, puede estar triste y su único medio de expresión es una sonrisa. En realidad no hay conexión, o si la hay se aprendió otra cosa entre el contacto de un sentimiento y la salida de otro. Hay personas que lloran ante todos los sentimientos; puede ser que esta expresión sea real para ellas, pero algo me dice que esas personas no se han abierto hacia otras formas expresivas diferentes. Si se toca enojo y se llora ante este sentimiento, no necesariamente esa expresión corresponde ante el sentimiento de enojo. De alguna manera su energía se distorsiona y las lágrimas no corresponden ante el enojo, la energía no surge como enojo. Poder contactar toda la gama de nuestros sentimientos da vida, y se obtiene crecimiento y responsabilidad al poder expresarlos desde el lugar del cual provienen.

Hay sentimientos reactivos, esto es, respondemos ante la vida con cierto tipo de sentimientos, pero detrás hay otros que si se exploran un poco más con ayuda de la música brotan a la luz y pueden completar su ciclo real sin distorsión. En este sentido la música es una potente facilitadora, ya que desnuda el alma y va más allá de las formas aprendidas. A fin de cuentas, la música es una expresión del ser humano, razón por la cual es una fuente de expresión en sí misma.

Para identificar los sentimientos ocultos es importante identificar primero los sentimientos que se le facilitan al paciente, aunque la pauta la da su propio cuerpo. Cuando el paciente permanece en un sentimiento repetitivo ocurre algo en su cuerpo, es como si el hecho de contactar ese sentimiento lo estancara en el proceso terapéutico; la energía se reduce y ya no va más allá, cómo si la misma expresión del paciente quedara enquistada.9 Esto puede ser un aviso para el terapeuta de que detrás de éste hay otro sentimiento que puede salir. En el proceso verbal de la musicoterapia pueden hacerse intervenciones con preguntas para saber cuál otro sentimiento está escondido. Llega a suceder que el paciente descubre su verdadero sentimiento y puede llegar a nombrarlo, pudiendo comprometerse con él y sobre todo responsabilizándose de lo que realmente le ocurre.10 A partir de este momento podemos facilitar lo que hay detrás. La constante repetición de un sentimiento, y la constancia de experiencias que el paciente trae a su proceso de terapia, pueden ser síntomas del estancamiento interno de la persona11 en el plano emocional.

Los sentimientos que afloran con facilidad son sentimientos que hemos aprendido. Los que permanecen detrás los aprendimos también, pero los ocultamos. Si bien se trata de sentimientos que corren hacia el flujo del desarrollo del ser humano, el paciente no se permite contactarlos. Este lugar permite llegar a un punto crucial en el proceso de la musicoterapia en el que es indispensable ir más allá del ego de la persona.

8 Los cinco estratos de la neurosis de la gestalterapia en los que puedne expresarse los sentimientos son clichés, juegos y roles, impasse, estrato implosivo, estrato explosivo.9 En los cinco estratos de la neurosis de la gestalterapia, esto sería el nivel del estrato implosivo.10 El último estrato en que la persona se libera de la neurosis el explosivo.11 En los cinco estratos de la neurosis de la gestalterapia esto sería el nivel del estrato del impasse.

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Al hablar de estos sentimientos reactivos, que pertenecen a la máscara, se habla de los sentimientos en los cuales el ego ha aprendido a expresarlos y que significan un lugar de seguridad y de control para el paciente. Es necesario ir más allá de esos sentimientos que han creado un círculo vicioso y limitado el potencial o los recursos que el paciente; ir hacia lo conocido nos limita respecto de todo lo que es desconocido —que es todo lo demás y que seguramente es el recurso que requiere el paciente.

LOS SENTIMIENTOS Y LA HERIDAExisten sentimientos que se originaron en el proceso de la construcción de la herida. Este proceso profundamente traumático en la persona contiene elementos distintos a los sentimientos antes mencionados. Por un lado hay una memoria corporal en la que las reacciones del cuerpo tienen un camino muy estrecho, que es la respuesta corporal que quedó impresa como respuesta ante el evento que creó la herida traumática, son respuestas meramente de reacción.

Cuanto más intenso es el despertar de la amígdala, más fuerte es la huella; las experiencias que más nos asustan o nos estremecen en la vida están entre nuestros recuerdos más imborrables. Esto significa que, en efecto, el cerebro tiene dos sistemas de memoria, uno para los datos corrientes y uno para aquellos que poseen carga emocional [Goleman, 1998: 40].

Lo anterior está relacionado con los procesos cerebrales en los cuales la amígdala12

recibe información externa o del ambiente que toca algún elemento que estuvo presente durante la formación de la herida y que es parte del “recuerdo: consciente o inconsciente activando la extensa red de conexiones nerviosas de la amígdala”.

Algunas reacciones emocionales y memorias emocionales pueden formarse sin la menor participación consciente y cognitiva. La amígdala puede albergar recuerdos y repertorios de respuestas que efectuamos sin saber exactamente por qué lo hacemos porque el atajo desde el tálamo hasta la amígdala evita completamente la neocorteza [Goleman, 1998: 39].

Esta conexión tan extensa permite que durante el estímulo externo —que se parece al que estuvo presente durante la formación de la herida— se viva una emergencia emocional en que la amígdala encabeza o toma la dirección de gran parte del cerebro, incluso la mente racional.

LeDoux descubrió un conjunto pequeño de neuronas que conduce directamente desde el tálamo hasta la amígdala, además de aquellas que corren la vía más larga de neuronas a la corteza. Esta vía más pequeña y más corta —una especie de callejón nervioso— permite a la amígdala recibir algunas entradas directas de los sentidos y comenzar una repuesta antes de que queden plenamente registradas por la neocorteza [Goleman, 1998: 37].

Por otro lado, según el Pathwork,13 el niño nace con algunas heridas de otra vida, eligiendo una familia para sanarlas, para lo cual no hay otra manera de hacerlo que volver a vivirlas. Si este ser encarnado en humano viene al mundo con un impulso de sanación, elegirá un ambiente familiar en donde estas heridas volverán a reproducirse. En Pathwork se les llama imágenes, lo que es un término muy general por cuanto lo que este proceso representa. A este respecto Antonio Damasio dice que las representaciones disposicionales almacenadas en la pequeña comunidad sináptica del niño no son una imagen per se, sino un medio de reconstruir una imagen; ésta es la manera como se almacena información en el cerebro en relación con el vínculo indisociable entre el cuerpo y esta parte de él mismo.

12 El significado de la amígdala cerebral se deriva de la palabra griega que quiere decir almendra, ya que su forma anatómica es la de un racimo de almendras, con estructuras interconectas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca de la base del anillo límbico —palabra latina que significa borde. Hay dos amígdalas en cada costado del cerebro.13 Camino de crecimiento y desarrollo espiritual creado por Eva Pierrakos.

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Me parece más oportuno diferenciar el significado de estas imágenes con el nombre de la herida. Cuando el nuevo ser viene en estas condiciones está muy abierto a la experiencia en general. La herida se forma por dos caminos: 1) constantes estímulos externos del entorno familiar o cualquier entorno significativo para el niño fueron lastimándolo de modo constante, viviendo esos estímulos “negativos” y dolorosos más de una vez; 2) el estímulo externo fue tan intenso y demoledor que con una o dos veces que se haya vivido la experiencia quedará impresa como herida. En cualquiera de estos dos procesos el niño experimenta una violación o invasión sin saber cómo reaccionar, pues se trata de un evento que va más allá de él, sus reacciones son devaluadas o minimizadas tanto por el entorno familiar como por él mismo. El niño no encuentra la manera de responder ante el evento más que viviendo al otro: maestros, padres, hermanos, abuelos, etc., con más poder que él. A esto se suma el hecho de que si el niño reacciona puede ser reprimido, ya que las expresiones que serían naturales ante este tipo de eventos no son aceptadas por su entorno, por lo cual tendrá que detener toda la carga emocional y energética en su interior.

Una metáfora de esto es la imagen de las olas del mar, se alzan alcanzan su cúspide y descienden naturalmente, en la herida hay una resistencia que por lo general es externa que detiene éste proceso natural y se observa el alza de la energía en la persona pero la energía de alguna manera se congela y la ola nunca rompe.

En la herida se genera una defensa que permite que el niño acomode un comportamiento o una manera de estar, que le permita sobrevivir. Si el niño que es constantemente humillado por su padre se expresara con su defensa natural sería más castigado aún, más humillado y por consiguiente más herido. Por eso el niño aprende a guardar o desconectarse de esas emociones y sentimientos hacia el padre, pero generará otro tipo de defensas con conductas que serán aceptables para los otros, incluso por quien lo ha lastimado, como una manera de adaptación. Es así como se construye el ego o la máscara. En el fondo yace una gran cantidad de sentimientos guardados, sentimientos que cuando el niño se convierte en adulto buscan diferentes salidas, a veces en las adicciones, en procesos autodestructivos o actividades delictivas que hacen que un ser humano no pueda manejar de manera favorable sus sentimientos.

La verdadera sanación permitiría al paciente hacerse responsable de eso que acarrea en el fondo y darle una salida energética adecuada. Si no hay una salida energética adecuada el organismo buscará un camino, aunque, desgraciadamente, por medio de conductas autodestructivas o destructivas hacia el mundo. Al facilitar el contacto y las expresiones de estos sentimientos se permite sanar poco a poco la herida no sólo del adulto, sino también la del niño.

En el momento en que se crea la herida se forma también una lectura o interpretación con la cual se elabora internamente un paradigma personal que será el modelo que se seguirá en la vida. Un paradigma que tiene una connotación conductual, con un peso en el pensamiento, en la neurofisiología, la emotividad e incluso en la manera en como experimentamos el mundo. Desde la herida distorsionamos la visión; si la madre humillaba al niño éste generalizará e interpretará que todas las mujeres lo humillarán. El niño o el adulto distorsionan la vida como si dentro suyo hubiera filtros que no les permiten experimentarla tal cual es.

La herida: nuestro maestro internoEl trabajo con la herida es un trabajo de por vida; el problema aparece de forma más clara en ciertos tiempos de la persona como un asunto cíclico. El significado de la herida con todos los paradigmas se reelabora cobrando nuevos significados y nuevos matices emocionales. El trabajo de la herida es como encontrarse con un maestro o un

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guía interno severo pero que nos muestra lo fundamental que trabajar sobre los temas inherentes a la vida.He observado que durante el proceso de trabajo con la herida hay un mapa emocional que responde de manera dominante ante el evento y que por lo tanto delimita de manera muy rígida los sentimientos que llegan a experimentarse, y que son los sentimientos que no pudieron ser expresados por el niño durante la formación de la herida.

El margen de respuesta emocional que se experimenta durante el trabajo con este proceso se repite una y otra vez. Reelaborar internamente el flujo energético que permita al paciente nuevas maneras de responder es una de las conquistas más significativas que puede alcanzar en el trabajo de su herida.

Por un lado está la reacción ante la herida, y por el otro ese campo limitado de sentimientos que se quedan pegados —como la tecla de un piano en el teclado—, en donde lo único que se escucha es una sola posibilidad ya conocida. Siguiendo con esta imagen, puede decirse que el potencial que existe en un piano se quedaría muy reducido al querer crear algo nuevo si tan sólo el compositor se limitara a tocar una o dos teclas. Esto mismo ocurre con el paciente cuando trabaja con la herida, su rango de potencial queda limitado o petrificado.

Puede llegar a observarse con claridad cuando se trabajan directamente los temas relacionados con la herida y el paciente tiene la sensación de no poder salir del mismo espacio interno, es como si lo único que existiera en ese momento fueran los sentimientos que quedaron guardados o que se callaron durante la herida.

La tarea del terapeuta es acompañar al paciente en el proceso de descubrir las posibilidades de mover la energía que se quedó dentro de la herida. En el caso del niño humillado que posiblemente sintió enojo, impotencia, dolor, resentimiento, etc., encontrar la manera de mover esa energía y facilitar el proceso expresivo desde ese lugar de la herida. Entonces nos encontraríamos con la posibilidad de limpiar, abrir y darle salida a los sentimientos agazapados en ese proceso infeccioso dentro de la herida.

Existen mecanismos que refuerzan la inhibición de esos sentimientos ocultos. Lo que nos ofrece el ambiente no es recibido con nitidez, se distorsiona lo que se recibe, sin olvidar que los mecanismos de introyección para evitar el contacto y la expresión de los sentimientos son reforzados en el momento en que las imágenes de poder o de autoridad no reciben la energía guardada y acumulada. En el caso del abandono de un niño, éste no tiene las condiciones para expresar su posible enojo, entonces introyectará las formas de repudiar la expresión de su enojo.Siguiendo este mismo ejemplo, podemos suponer, si hay enojo, pero también tristeza y un dolor muy profundo, que no necesariamente es el que está en su máscara o en su forma de reaccionar y que es el sentimiento que aparece cada vez que toca su herida de abandono; es como si no hubiera un movimiento hacia otro lugar. Lo realmente significativo es facilitar la gama de posibilidades emocionales de contactos en el paciente y abrir nuevas puertas energéticas, en donde habrá sentimientos más profundos dentro de la misma experiencia. Esto sería reconocer la experiencia desde otros lugares y ampliar tanto las posibilidades de expresión de los sentimientos como tomar los tributos o nuevos recursos que trae consigo cada nuevo sentimiento que se va limpiando.

El modelo de Krishnananda en relación con los sentimientosDesde la visión de Krishnananda, que a su vez está inspirada en el pensamiento de Osho, el ser humano experimenta la vida desde tres partes o capas: la esencia, la vulnerabilidad y la protección. Cuando somos creados nuestra alma viene de un estado de unidad, y en la esencia viven los sentimientos más luminosos, como el

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amor, la compasión, la alegría verdadera, etc. Cuando somos niños los constantes estímulos adversos hacia nuestro ser por parte de nuestros padres y de figuras de autoridad golpean la esencia, por lo que el niño empieza a defenderse creando una capa de defensa en la que existen sentimientos y comportamientos que nos protegen del exterior: aislamiento, sentimientos reactivos exagerados, adicciones, etc.; esto evita que toquemos la capa de en medio, llamada vulnerabilidad, y en la que habitan los sentimientos que más trabajo nos cuesta experimentar, como la vergüenza, la inseguridad, el odio, la tristeza, etcétera.

[Krishnananda, 2004: 20].

Existe una diferencia entre los sentimientos de la capa de protección o máscara y los sentimientos más auténticos y profundos que están en la capa de vulnerabilidad de la herida, y que pueden ser los mismos sentimientos que están en la máscara; por ejemplo, la tristeza en la capa de protección es un sentimiento que puede llevar a la persona a vivirse como víctima, en un estado de devaluación, de pérdida del sentido, etc., lo que da como resultado una forma de manipular al mundo y protegerse de otros sentimientos; pero este mismo sentimiento desde la vulnerabilidad trae aprendizaje y crecimiento cuando la persona logra quedarse con ese sentimiento, observarlo, aprendiendo a estar con él sin evitarlo y desde un lugar de mayor conciencia —incluso desde una actitud compasiva hacia él—, entonces puede llegar a encontrar la fuerza o el autoapoyo desde ese lugar, que es más verdadero.

Krishnananda y Amana dicen que desde la vergüenza es necesario estar con la gama de sentimientos sin tener que hacer nada especial, únicamente aprender a estar con ellos, sin formular cómo fue la consecuencia de haberlos experimentado. El niño que está triste porque fue abandonado y que revive la experiencia acompañado de su adulto y con una actitud compasiva, entrará en la posibilidad de sanación.

Existe la posibilidad de tocar la herida desde otro lugar o de otras maneras, y esa es estar con el sentimiento acompañándolo, como si la esencia o el ser de la misma persona fuera el sanador de esa herida; estar con ese sentimiento, observarlo y abrirle la puerta a un estado de compasión hacia nuestro niño interior para darnos cuenta de que hay nuevos aprendizajes que nos llevarán hacia nuevas conductas y no a identificaciones falsas, erróneas o parciales de la vida; esto implica abandonar la reacción de hacer algo más y permanecer con nuestra experiencia.

En el componente de la herida o de la vergüenza de esa experiencia infantil se formula un gran juez interno que califica y llega a conclusiones falsas que casi siempre van en contra de sí mismo; el paciente puede llegar a darse cuenta de que experimenta ciertos sentimientos que provienen de su propio juez. El juez tiene que ser sustituido por un estado compasivo, en el que no está ni bien ni mal sentir lo que sentimos, ni bien ni mal ser lo que somos. Experimentar los distintos sentimientos no nos vuelve más buenos ni más malos, ya que los sentimientos son energía natural que

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proviene de interior del ser humano. Cuando nace esta posibilidad compasiva se permite resignificar la propia experiencia de ese sentimiento.

En lo particular, desde mi proceso, experimentar los distintos sentimientos y dejar fluir las distintas gamas de conductas ha sido de enorme ayuda, pues se trata de energía natural que busca una salida. Pero hemos aprendido que hay sentimientos que no se deben contactar, vivencias que no se deben experimentar, emociones que no deben expresarse; éstos son los lugares del juez interno y que deben ser diluidos por un estado amoroso.

En este sentido, la presencia de la música es un buen modelador para el paciente de cómo ser o cómo llegar hacia la presencia energética sin juicios, que además permite experimentar distintos sentimientos en un estado terapéutico de contención. Así, el lugar de terapia que integran el paciente, el musicoterapeuta y la música crea las condiciones para que aquél experimente sus sentimientos con la posibilidad de que el juez sea sustituido por un estado únicamente experiencial del sentimiento. Por supuesto, experimentar ciertos sentimientos nos causa culpa, la culpa es la presencia del juez por experimentar esos sentimientos. El juez no es otra cosa que la energía que tomamos del exterior cuando somos niños y fuimos juzgados, cuando fuimos maltratados, por permitirnos sentir lo que experimentamos. Esa energía se introyecta, aparentemente es nuestra y se incorpora al ego. El juez vive en el ego. Más allá del ego hay una experiencia que sólo es, sin ninguna connotación.

En mi propia experiencia con el trabajo con Krishnananda y Amana, en el cual mi energía asustó a muchas personas en el grupo, fui juzgado por mi expresión energética que no llevaba una dirección hacia nadie, simplemente era una expresión de quien yo soy; sin embargo, varios integrantes del grupo se sintieron lastimados con esa energía. Pude experimentar la dignificación de mi energía gracias a la intervención de Krishnananda y Amana. A la conclusión que llegué entonces es que mi energía es como es, y a algunos les disgusta, a otros los mueve, y cualquier respuesta externa no depende de mí. Entendí que cuando la energía no lleva ninguna intención hacia los otros es pura, y puedo darme cuenta de que el juez que arremete contra mí es solamente eso: un juez aprendido que necesita ser observado desde un estado meditativo.Cuando aparece la compasión nace la posibilidad de contactar los sentimientos transpersonales14 que permiten ir más allá de la pauta de la herida; se rompe la rueda o el círculo que se crea en el momento de la herida, un lugar que buscamos repetir una y otra vez en distintos lugares y con distintas personas y, desde luego, en distintos tiempos.

En la experiencia de encontrarse con sentimientos más complejos y de un alcance más integrador no necesariamente tiene que vivirse una experiencia transpersonal. En la medida en que trabajamos el ego-juez, que valora y critica, y que esta pauta se acomoda o se transforma en aceptación y respeto, el paciente ingresa en un proceso de dignificación y conciliación con su Ser y viene la posibilidad de aceptación, sin juicio.

Las experiencias forman parte de la energía que nos sostiene y de la dualidad que existe sin que una experiencia sea buena o mala. Cuando ya no existe una intención en contra del otro o del mundo es porque la herida se ha limpiado. Cuando experimentamos un sentimiento es eso y nada más. El problema con las conductas del

14 La experiencia transpersonal tiene características esencialmente distintas a las experiencias místicas o de trance místicas. La experiencia transpersonal es la expansión del estado de conciencia. La experiencia mística está acompañada de sentimientos transpersonales, pero definitivamente no son sinónimos, aunque algunas experiencias pueden ser ambas cosas. Por otro lado, no todas las experiencias transpersonales son místicas. En resumen, los procesos de experiencias místicas tienen que ver con el encuentro de los arquetipos, y las experiencias transpersonales pueden ser estos encuentros, pero con conciencia expandida, nunca sin conciencia.

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ser humano, con los sentimientos, es que los asociamos con aprendizajes anteriores que nos orillan a ir en contra de nosotros mismos y del mundo. La energía solamente es.

Lo primero que debe hacer un terapeuta es aceptar y respetar la experiencia del paciente, sea ésta cual sea. Esto tiene distintos niveles de dificultad, pues es más sencillo hacerlo en términos verbales, esto es, recibir el discurso verbal del paciente, pero cuando viene el movimiento energético de la expresión del paciente con todo lo que implica movilizar la energía es cuando se sopesa el proceso personal del terapeuta, con la posibilidad de estar limpio y en verdad acompañar al paciente, sobre todo en algunos sentimientos que rompen la pauta cotidiana en la forma social en la que estamos inmersos la mayoría de nuestro tiempo.

La energía del paciente tiene la fuerza para mover la del terapeuta, lo que hace en un plano interior, y éste puede experimentar sentimientos de dolor o rechazo, etc. Así, ¿desde donde facilita el facilitador?15

Si el terapeuta ha trabajado con su energía y con sus distintos sentimientos, tiene mayor capacidad de recibir los sentimientos de su paciente sin engancharse. Cuando se habla de trabajar no necesariamente significa haber resuelto, sino sólo de acompañar al paciente, dándose cuenta de sus propias reacciones internas, con la conciencia no sólo de lo que sucede en frente sino de lo que ocurre dentro de él. Al ser conscientes ya hay una puerta de supervisión propia: esto que está pasando es mío, no del paciente. No sólo saber si uno se está enganchando; los terapeutas con mayor trabajo son los que menos se enganchan, los que desde su ego no formulan sus intervenciones terapéuticas; el terapeuta se vuelve un receptor limpio y consciente, empático y respetuoso de lo que pasa enfrente.

Los pacientes llegan con conductas, sentimientos y formas de vivir la vida tal como ésta se les ha presentado. El facilitador, desde la empatía y el respeto, acompaña al paciente. Pero es indiscutible que el proceso terapéutico no se queda allí. Lo que el terapeuta hace es facilitar el proceso de desarrollar una conciencia en la que cada uno de los sentimientos que experimenta el paciente pudieran ser o no sentimientos que detienen su crecimiento; un proceso lento y que se da poco a poco.

Cuando el terapeuta, desde una creencia, aprendizaje teórico, hipótesis o juicio, cree que su paciente debe experimentar tal o cual cosa y éste no está preparado para vivenciarlo, ocurrirá una retraumatización de la herida; es decir, si a una persona que tiene conductas retroflexivas, formas de auto lastimarse, se la confronta y presiona, se entra en el antiguo papel que creó la herida. El terapeuta se convierte en un elemento más que golpea y abre la experiencia traumática, por eso no puede trabajarse, aunque sepamos que en el fondo de la herida hay “algo”, hasta que la persona experimente el trauma y sin ningún tipo de presión o violencia, únicamente trabajando con lo que está allí en el momento, en su experiencia de su aquí y su ahora.

Si bajo sus hipótesis el terapeuta genera experiencias catárticas o experiencias que desde su concepción lo ayudarán y la persona no esta lista para experimentarlas, se abrirá la herida y provocará más infección a la herida; es como si la vergüenza, la culpa y el dolor se nutrieran.

Ésta es una guía en la que se puede trabajar con el cuerpo de una manera más humanista, con la que no fomentaremos o presionaremos absolutamente nada, sólo trabajaremos lo que aparece en el cuerpo. Las corrientes corporales ortodoxas dirían que el terapeuta, desde sus hipótesis teóricas, debe llevar a su paciente a sacar su

15 Ver capítulo Que actitudes sustentan a la musicoterapia.

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enojo. Y yo digo: únicamente cuando la persona está lista, cuando tenga necesidad de tocar ese sentimiento, cuando aparezca ese sentimiento de una manera natural; entonces es cuando estará lista la persona para experimentarlo, no antes.

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