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En defensa de la vida humana Fecha: Martes 20 de Marzo de 2001 Pais: Chile Ciudad: Santiago Autor: Comité Permanente Santiago, 20 de marzo de 2001 1. Temas valóricos, tales como la esterilización voluntaria de hombres y mujeres y el uso de la llamada "píldora del día después", han ocupado intensamente la atención pública en el último tiempo. Tienen que ver con asuntos esenciales de la vida y la sexualidad humana, la procreación, la familia y la dignidad de las personas. 2. Sobre estos temas hay defensores y detractores de una u otra postura y cada uno señala con ardor sus personales puntos de vista. Sin embargo, como pastores nos ha parecido conveniente hacer presente claramente el parecer de la Iglesia, y así poder contribuir a orientar la conciencia de los fieles y demás personas que desean conocerlo. Están en juego no sólo principios y valores de la fe, sino también el concepto de persona humana que hay detrás de estas posturas. 3. Hay quienes piensan que cada persona es dueña absoluta de su cuerpo y puede usar los medios producidos por la tecnología según sus propios intereses y valores, cualesquiera que estos sean. Por lo tanto, la autoridad pública, no debería tomar en cuenta consideraciones éticas y sociales para autorizar su uso, sino limitarse a certificar la calidad técnica de esos medios. No nos parecen adecuadas tales ideas. Ellas implican trasladar materias tan fundamentales como las relativas a la procreación humana desde el ámbito público al privado, dejando sin protección social al ser humano más indefenso que surge de la fecundación del óvulo femenino por el espermatozoide masculino. La defensa de la vida humana y el fortalecimiento y protección del matrimonio y la familia, son deberes de la sociedad y del Estado que la representa. El derecho a la vida está garantizado por la Constitución Política de la República y constituye la base de los demás derechos. Al aplicar a estas situaciones el criterio de la tolerancia sin el contrapeso de la prudencia y la justicia se cae en un alto grado de intolerancia. La tolerancia está limitada por los derechos humanos fundamentales. No se debe entregar a decisiones unilaterales del individuo este tipo de asuntos. No siempre lo técnicamente factible coincide con lo éticamente aceptable. La esterilización masculina o femenina, o la "píldora del día después" aunque sean consideradas aceptables desde un punto de vista técnico sanitario, su uso debiera quedar determinado por consideraciones éticas. 4. La Iglesia ha sido defensora de la dignidad del ser humano y ha condenado todo lo que sea atentatorio contra su integridad física o psíquica, lo que ha sido reconocido y valorado por la sociedad. Pues bien, la resolución del Ministerio de Salud acerca de la esterilización voluntaria de hombres y mujeres es atentatoria contra la integridad física de la persona, ya que no establece distinción alguna entre la esterilización con fines terapéuticos de la que tiene otra finalidad. Parece abusivo llamar "acción de salud" a intervenciones médicas que no están destinadas a atacar una enfermedad, sino a amputar un órgano sano. La esterilización a petición de terceros abre una puerta a graves atropellos. También resulta abusivo tratar la capacidad humana de fecundar únicamente como si fuera un obstáculo al libre ejercicio de la sexualidad. Este criterio oculta en forma artificial y arbitraria la profunda y hermosa vinculación que existe entre la sexualidad y la capacidad de dar vida. Se atenta contra el alto aprecio que nuestra sociedad tiene por la

En defensa de la vida humana

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En defensa de la vida humana

Fecha: Martes 20 de Marzo de 2001Pais: ChileCiudad: SantiagoAutor: Comité Permanente

Santiago, 20 de marzo de 2001

1. Temas valóricos, tales como la esterilización voluntaria de hombres y mujeres y el uso de la llamada "píldora del día después", han ocupado intensamente la atención pública en el último tiempo. Tienen que ver con asuntos esenciales de la vida y la sexualidad humana, la procreación, la familia y la dignidad de las personas.

2. Sobre estos temas hay defensores y detractores de una u otra postura y cada uno señala con ardor sus personales puntos de vista. Sin embargo, como pastores nos ha parecido conveniente hacer presente claramente el parecer de la Iglesia, y así poder contribuir a orientar la conciencia de los fieles y demás personas que desean conocerlo. Están en juego no sólo principios y valores de la fe, sino también el concepto de persona humana que hay detrás de estas posturas.

3. Hay quienes piensan que cada persona es dueña absoluta de su cuerpo y puede usar los medios producidos por la tecnología según sus propios intereses y valores, cualesquiera que estos sean. Por lo tanto, la autoridad pública, no debería tomar en cuenta consideraciones éticas y sociales para autorizar su uso, sino limitarse a certificar la calidad técnica de esos medios.

No nos parecen adecuadas tales ideas. Ellas implican trasladar materias tan fundamentales como las relativas a la procreación humana desde el ámbito público al privado, dejando sin protección social al ser humano más indefenso que surge de la fecundación del óvulo femenino por el espermatozoide masculino. La defensa de la vida humana y el fortalecimiento y protección del matrimonio y la familia, son deberes de la sociedad y del Estado que la representa. El derecho a la vida está garantizado por la Constitución Política de la República y constituye la base de los demás derechos.

Al aplicar a estas situaciones el criterio de la tolerancia sin el contrapeso de la prudencia y la justicia se cae en un alto grado de intolerancia. La tolerancia está limitada por los derechos humanos fundamentales. No se debe entregar a decisiones unilaterales del individuo este tipo de asuntos.

No siempre lo técnicamente factible coincide con lo éticamente aceptable. La esterilización masculina o femenina, o la "píldora del día después" aunque sean consideradas aceptables desde un punto de vista técnico sanitario, su uso debiera quedar determinado por consideraciones éticas.

4. La Iglesia ha sido defensora de la dignidad del ser humano y ha condenado todo lo que sea atentatorio contra su integridad física o psíquica, lo que ha sido reconocido y valorado por la sociedad. Pues bien, la resolución del Ministerio de Salud acerca de la esterilización voluntaria de hombres y mujeres es atentatoria contra la integridad física de la persona, ya que no establece distinción alguna entre la esterilización con fines terapéuticos de la que tiene otra finalidad. Parece abusivo llamar "acción de salud" a intervenciones médicas que no están destinadas a atacar una enfermedad, sino a amputar un órgano sano. La esterilización a petición de terceros abre una puerta a graves atropellos.

También resulta abusivo tratar la capacidad humana de fecundar únicamente como si fuera un obstáculo al libre ejercicio de la sexualidad. Este criterio oculta en forma artificial y arbitraria la profunda y hermosa vinculación que existe entre la sexualidad y la capacidad de dar vida. Se atenta contra el alto aprecio que nuestra sociedad tiene por la

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familia.

Repetimos lo dicho por el Cardenal Errázuriz: "Defender y propiciar la fecundidad de las especies animales y vegetales en el cuidado ecológico y simultáneamente, con total incoherencia, malograr la fecundidad del ser humano constituye una enfermedad cultural".

5. La discusión sobre la comercialización y uso de la llamada "píldora del día después, se ha concentrado en las diversas posturas acerca del momento de la concepción. Si ella se produce en el momento de la implantación del óvulo fecundado en la capa mucosa que recubre el útero, o si la concepción ocurre en el instante mismo en que se produce la fecundación del óvulo femenino por el espermatozoide masculino.

El conocimiento científico de los últimos tiempos señala que a los pocos minutos después del acto sexual un buen número de espermatozoides ya ha llegado a las Trompas de Falopio, en donde se encuentra con el óvulo posibilitando la fecundación. Por lo tanto, el uso de "la píldora del día después" es claramente abortiva pues actúa contra un ser que ciertamente tiene ya el don inestimable de la vida. Por un medio artificial se interrumpe el desarrollo natural de una vida humana al evitar la anidación del óvulo fecundado en el útero materno. Este jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces y ninguna persona humano existe sin haber pasado por ese estado inicial.

Que el individuo humano gestado tenga mayor o menor valor para ser respetado y protegido según el estado de desarrollo en que se encuentre, viola un principio fundamental que anima a la sociedad cual es la protección del que está por nacer, reconocido en nuestra Constitución. Al respecto, un destacado especialista en bioética concluye diciendo "Toda discusión ética que aborde la temática del estatuto del embrión humano deberá tomar en consideración tres hechos científicamente incuestionables: a) se trata de un ser vivo; b) es biológicamente humano; y c) posee, en principio, la capacidad de dar origen a un recién nacido al que le atribuimos un derecho básico a la vida. Estros tres atributos hacen que a partir de la constitución de la célula cigoto estemos ante un proceso continuo de desarrollo de un sistema biológico que, de no mediar inconvenientes, podrá devenir en un recién nacido."

Para la Iglesia es claro que el efecto de la llamada "píldora del día después" es abortivo. Esta conclusión está avalada por la investigación acuciosa de médicos e investigadores de diversas Universidades del país y del extranjero y de destacados moralistas. De las conclusiones de esos estudios se desprende que su uso no es moralmente aceptable.

6. Bien sabemos que el tema de la vida, y en especial de aquella que está por nacer, ha sido una constante preocupación de la Iglesia y existe un magisterio abundante al respecto. Muchas veces el Santo Padre se ha referido a este tema, señalando que "la vida humana debe ser respetada y protegida desde el momento de la concepción."

La Iglesia tiene la vocación de insistir en la protección de toda vida humana desde sus inicios. Ante el desafío de formar adecuadamente las conciencias de sus fieles, sobre todo frente a la creciente mentalidad individualista que favorece el uso irresponsable de la sexualidad, creemos que es tiempo que en nuestra sociedad se promueva una educación afectivo-sexual orientada a vivir responsablemente la sexualidad en el contexto de la altísima vocación del ser humano al amor. En otras palabras, contraponer en estas materias a una cultura de la muerte la cultura de la vida.

Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile