En defensa del dios niño

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  • 8/13/2019 En defensa del dios nio

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    EN DEFENSA DEL NIO DIOS

    Sospecho que nuestro entusiasmo pedaggico y psicolgico contemporneo

    Por el nio tiene una intencin insincera: hablamos del nio, pero nos referimos

    Al nio en el adulto. Pues en el adulto hay un nio, un nio eterno, algo que est

    En devenir, que nunca est acabado y que necesita del cuidado, la atencin

    Y la educacin constantes. sta es la parte de la personalidad humana

    Que quiere desarrollarse hacia la totalidad. Pero el ser humano de nuestra

    poca est muy alejado de esa totalidad.

    C.G. Jung en Sobre el devenir de la personalidad.

    Mi padre mencion hace poco que Lismaco de nio iba a todas partes con un Nio Dios en el

    bolsillo. Esto trajo a mi memoria la fuerte vinculacin que tena yo con la imagen de un dios nio,

    el cual cada navidad esperaba lleno de presagios y caprichos.

    El pesebre (o nacimiento) ocupaba un lugar importante de la casa, en aquel tiempo no existan

    campaas contra la deforestacin ni nos hacan creer que ramos nosotros, con nuestras simples

    costumbres, los que acabbamos con el planeta; por ello salamos en infantil algaraba a buscar en

    el monte toda clase de follajes y pequeas plantas que pudieran servirnos para adornar elpueblito, su arrollo, su selva y, por supuesto, su pesebrera, elementos que constituan cada ao el

    pesebre.

    Pero el gran espectculo de todo el entorno era el pesebre de mi abuela. Ella haca un pesebre de

    grandes proporciones en el que trabajaba continuamente, era un espacio en construccin que

    atraa a todos los nios y en el que podamos imaginar tantas cosas como quisiramos. No pocas

    veces particip en las modificaciones y creo que mi abuela se senta complacida de que, como

    moscas por la miel, nos sintiramos tan atrados por su obra.

    Mi creencia en la fantasa de un nio que cada ao traa presentes a la casa perdur con gran

    fuerza en ese entorno, pues ese nio tena no slo una historia sino tambin un lugar especfico en

    la casa, un lugar sagrado puedo decir hoy, lo cual se constitua, para el nio que yo era, en una

    afirmacin de la realidad de esa fantasa. Durante todo el ao mi fantasa haba estado poblada

    por otros personajes, no tan benvolos, que venan en los relatos de los trabajadores (peones del

    campo) que se hospedaban en la casa: haba duendes, brujas y animales fantsticos que daban

    forma a mis miedos a la oscuridad y a la noche. Me parece ahora que en diciembre todos ellos

    eran sustituidos, cuando no vencidos, por un nio mgico y poderoso, que haca que yo deseara

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    profundamente la llegada de las noches navideas (al contexto del pesebre se le sumaban las

    noches de novena y juegos, a los que nos entregbamos aprovechando la visita de otros nios. En

    muchas ocasiones los adultos tambin jugaban, tocados, seguramente, por ese mismo espritu

    daimoninfantil).

    No tengo memoria y creo que no la hay, de una imagen concreta acerca de la forma emprica enque el Nio Dios se encargaba de traer los regalos la noche de navidad, quiero decir que no hay

    una bolsa roja o un carruaje como en el caso de Santa Claus. Pero tengo la sensacin de que no

    importaba mucho o que precisamente de eso se trataba, de un misterio tan grande que slo me

    era permitida una percepcin general de los hechos, una imagen ms amplia resultado de tantas

    cosas sumadas: la imagen de un nio, el pesebre, los cantos, los juegos y el pedido de regalos. En

    cuanto a esto ltimo recuerdo que casi nunca llegaba el regalo pedido (por lo dems yo era

    portador de esa ambicin desbordada que denotaba el rasgo arquetipal de la omnipotencia

    infantil), pero tambin que rpidamente pasaba de la decepcin a la dicha absoluta.

    Cuando lleg el momento en que un compaerito de escuela me dijo toda la verdadacerca del

    nio dios (es decir que se trataba simplemente de que los padres ponan los regalos bajo nuestra

    almohada), yo decid callarme durante todo ese ao, hice como si no lo supiera. Perciba con tanta

    claridad la manera como los adultos gozaban de nuestra inocencia, que quise regalarles a ellos y a

    m mismo, un rato ms de esa inocencia. Jugaba tambin conmigo mismo al no-saber.

    Creo que la funcin de la fantasa del nio dios, como la de toda fantasa, es mantener en nosotros

    el reino de las imgenes intacto, es proporcionarnos un punto desde el cual imaginar al mundo

    concreto de otras formas. He escuchado a muchos padres defender a capa y espada la idea de que

    a sus hijos no los van a ilusionar con esa historia para evitarles la desilusin posterior. Pienso que

    esta decisin est fundada en la prdida de la conciencia simblica en los adultos, en su

    incapacidad para sorprenderse y para soportar el no-saber-exactamente-qu-hacer-o-decir, en la

    manera como intuimos que vivir en un mundo cada vez ms literalista, fro y lleno de obviedades

    puede alejarnos de la naturaleza infantil, esa que garantiza nuestra constante transformacin

    como sugiere Jung en la cita con la cual empec este escrito. La naturaleza infantil, el nio interior,

    nos permite saber que el cambio est a la vuelta de la esquina y que la mayora de las veces este ni

    siquiera depende del ego, el cual slo tiene la responsabilidad de estar atento y dispuesto. La

    fantasa del dios nio y su contexto parece apuntar a posibilidades de completud, de integracin

    entre lo real y lo imaginal.

    Ahora bien, en el momento de la temida desilusin de los nios al enterarse de la realidad del

    Nio Dios, ser puesto a prueba el adulto que le acompaa y la forma como este ha integrado surelacin con las historias metafricas y con sus propias desilusiones. Ser el momento para ver en

    qu medida puede jugar con la realidad para no matar con sentimientos de frustracin la

    posibilidad de imaginar justamente.

    Todo ser humano tendr que lidiar tarde o temprano con la desilusin (todos lo hemos hecho y lo

    seguiremos haciendo), as como tendr que vrselas con sentimientos de abandono,

    discriminacin o fracaso. Y as como los cuentos de hadas prepararon a generaciones enteras de

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    nios para enfrentar dichos sentimientos, ofrecindoles el marco imaginario sobre el cual tejer los

    avatares futuros, la fantasa del Nio Dios ofrece una multiplicidad de posibilidades acerca de la

    esperanza, el merecer, el ser protegido, imaginar, desesperar y tambin el aceptar ciertas

    porciones de la realidad.

    Y es que el contexto de la fantasa del Nio Dios tambin estaba lleno de intuicionesenriquecedoras para el alma: la presencia de los animales en torno al nio en el pesebre nos

    conectaban con nuestra propia naturaleza como proteccin y con la humildad en el ego como

    opcin pues cmo es que alguien tan poderoso puede nacer de esa manera? Inclusive las

    historias que se iban contando daban cuenta de esos elementos arquetipales tan necesarios para

    nuestro ser, por ejemplo, la persecucin por parte de Herodes (que adems convertamos en el

    juego de las bromas el da de los inocentes), la muerte de nios por parte de un ejrcito que

    buscaba asesinar a un nio en particular, nos planteaba como un asunto serio el riesgo y la fe de

    vivir (ambas cosas al mismo tiempo): nuestra fragilidad arquetpica dada por el arquetipo del nio.

    Inclusive la presencia de un padre adoptivo como la posibilidad de confiar en los seres humanos,

    algo que perdemos en un mundo construido bajo la imagen de la inseguridad como norma. Hoy

    nos cuesta permitirnos el ser adoptados por desconocidos (representados en la natividad por el

    padre no biolgico), todo desconocido es un enemigo, ni siquiera potencial, sino real,desde ese

    realismo literalista en que vivimos. En mi niez las casas del pueblo permanecan todo el da con

    las puertas abiertas y sin rejas en las ventanas, porque la seguridad se basaba en la confianza,

    porque nos permitamos la adopcin como posibilidad, porque los nios ramos hijos de todos los

    adultos y, por lo tanto, cuidados por todos ellos. Haba ladrones, asesinos y otros personajes por

    ah?, s. No se trataba de una negacin de la realidad, se trataba de vivir la realidad con otras

    imgenes.

    En mi consultorio tengo una caja de arenacon su correspondiente variedad de figuritas. Luego de

    que mi padre recordara aquella actitud infantil ma, me conect con los pesebres y la forma como

    me diverta moviendo los personajes y escenarios e imaginando las relaciones entre ellos. Me

    pregunto para cunto ms pudo servir, de manera imperceptible, aquel gusto por el Nio Dios y su

    mundo, un mundo que, visto con ojos de nio, todava puede seguir enriqueciendo el mundo en el

    que vivo hoy.