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Fernando-Alonso Ramírez unca antes, alguna generación como la actual se forjó para el liderazgo. ¿Acaso el campesino Manuel Grisales, habitante de Manizales desde sus primeros días, recibió curso de cómo debía liderar los equipos, sacar a cada quién lo mejor de sí, cómo empuñar el machete de la época o el calabozo para descuajar la montaña? ¿O cómo debía iniciar el cabildeo con el Gobierno Nacional para solucionar el pleito con la concesión Aranzazu? Sin embargo, fue pieza clave en el desarrollo de la ciudad como lo fueron la mayoría de los fundadores, quienes se abrieron paso en esta tierra desde 1949 con el fin de fundar a Manizales. No, los de hoy tienen cartilla suficiente para go- bernar el mundo. Asisten a clases llamadas con el rimbombante nombre de "liderazgo". No sé cómo los califican. ¿Sacarán 3,0 si no son capaces de describir al líder, eso sí con una presentación en "Power Point" que no se baje de 50 diapositivas, perdón, "slides"? ¿O 4,0 si se atreven a llevar a cabo una empresa en la que convoquen a muchos? ¿O 5,0 si acaso logran al final un cargo de elección popular o clasificar a alguna beca de la Fundación Carolina o haber gestio- nado recursos para que se pueda graduar la próxima promoción? Siempre me han llamado la atención esos cursos o instituciones de liderazgo, pero últimamente más. Quiénes, sino las actuales generaciones, se han forma- do en cursos de este tipo, han tenido la oportunidad de asistir a conferencias, seminarios, diplomados, y ¿cuándo, como ahora, se había visto a tanto jovencito bien formado esquilmando los recursos públicos, usu- fructuando su posición de líder para sacarle provecho al interés colectivo, en su propio beneficio? No sé, algo debe estar fallando en ese pénsum. Debo reconocer que me motiva el prejuicio. Des- confío de quienes asumen el título de líderes y lo ponen en su hoja de vida, como si "Neo", no Nemo el pececito, sino 'El elegido' de Matrix, pusiera este signo del destino en su hoja de vida. Prefiero pensar que este rasgo se gana con el tiempo, con las ejecu- torias y convenciendo con hechos, no con discursos montados con música de fondo y mirada al infinito y más allá. Otros, más optimistas, creen que el líder viene con el cargo. Y entonces, en esta era postmoderna en que no se debe hablar de imposiciones verticales, les dio por cambiar el nombre del sempiterno jefe, maltratado y desvalorizado, por el de líder. Y es así como a todo pichón recién egresado de una buena universidad y, con buen apellido para ocupar el cargo en Manizales, no vaya a ser que el cargo se lo gane por ahí alguien con méritos, le ponen esa chapa. No es sino verlos para darse cuenta de lo grande que les queda. Hay que decir que el liderazgo tampoco tiene que ver con la edad. Hay culicagados, siempre los ha habido, que muestran ese rasgo desde bien peque- ños y saben liderar desde la protesta para cambiar a un profesor hasta la que busca proteger el medio ambiente. Los siguen y así avanzan. ¿Dónde está la rendición de cuentas de esas universidades que dicen formar a los "líderes del futuro"?, ¿dónde están los profesores que les dieron cartilla a esos líderes?, ¿por qué como sacan a relucir a sus egresados de mostrar, no asumen también la responsabilidad por las 'joyitas' que se les colaron? Eso sería más valioso para la democracia que sacar pecho por los de mostrar. Decir, por ejemplo: "por aquí pasó el condenado tal...", "el prófugo fulanito...", "el cuestionado señor gerente de...", "el confeso pa- ramilitar...", "el terrorista de las Farc zutanito...", etc. Pero es solo un sueño, se me olvidaba que el liderazgo de hoy tiene mucho que ver con tapar las cosas malas y magnificar las buenas. Por eso estamos como estamos, en el mundo al revés Toque final Julio, 2011 22

En la era del liderazgo 07 cereza 15 07 11

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Una columna dedicada a los autodenominados líderes y a quienes se formaron dizque para para serlo.

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En la era del liderazgoFernando-Alonso

Ramírez

unca antes, alguna generación como la actual se forjó para el liderazgo. ¿Acaso el campesino Manuel Grisales, habitante de Manizales desde sus primeros días, recibió curso de cómo debía liderar los equipos, sacar a cada quién lo mejor de sí, cómo empuñar el machete de la época o el calabozo para descuajar la montaña? ¿O cómo debía iniciar el cabildeo con el Gobierno Nacional para solucionar el pleito con la concesión Aranzazu?

Sin embargo, fue pieza clave en el desarrollo de la ciudad como lo fueron la mayoría de los fundadores, quienes se abrieron paso en esta tierra desde 1949 con el fin de fundar a Manizales.

No, los de hoy tienen cartilla suficiente para go-bernar el mundo. Asisten a clases llamadas con el rimbombante nombre de "liderazgo". No sé cómo los califican. ¿Sacarán 3,0 si no son capaces de describir al líder, eso sí con una presentación en "Power Point" que no se baje de 50 diapositivas, perdón, "slides"? ¿O 4,0 si se atreven a llevar a cabo una empresa en la que convoquen a muchos? ¿O 5,0 si acaso logran al final un cargo de elección popular o clasificar a alguna beca de la Fundación Carolina o haber gestio-nado recursos para que se pueda graduar la próxima promoción?

Siempre me han llamado la atención esos cursos o instituciones de liderazgo, pero últimamente más. Quiénes, sino las actuales generaciones, se han forma-do en cursos de este tipo, han tenido la oportunidad de asistir a conferencias, seminarios, diplomados, y ¿cuándo, como ahora, se había visto a tanto jovencito bien formado esquilmando los recursos públicos, usu-fructuando su posición de líder para sacarle provecho al interés colectivo, en su propio beneficio? No sé, algo debe estar fallando en ese pénsum.

Debo reconocer que me motiva el prejuicio. Des-confío de quienes asumen el título de líderes y lo ponen en su hoja de vida, como si "Neo", no Nemo

el pececito, sino 'El elegido' de Matrix, pusiera este signo del destino en su hoja de vida. Prefiero pensar que este rasgo se gana con el tiempo, con las ejecu-torias y convenciendo con hechos, no con discursos montados con música de fondo y mirada al infinito y más allá.

Otros, más optimistas, creen que el líder viene con el cargo. Y entonces, en esta era postmoderna en que no se debe hablar de imposiciones verticales, les dio por cambiar el nombre del sempiterno jefe, maltratado y desvalorizado, por el de líder. Y es así como a todo pichón recién egresado de una buena universidad y, con buen apellido para ocupar el cargo en Manizales, no vaya a ser que el cargo se lo gane por ahí alguien con méritos, le ponen esa chapa. No es sino verlos para darse cuenta de lo grande que les queda.

Hay que decir que el liderazgo tampoco tiene que ver con la edad. Hay culicagados, siempre los ha habido, que muestran ese rasgo desde bien peque-ños y saben liderar desde la protesta para cambiar a un profesor hasta la que busca proteger el medio ambiente. Los siguen y así avanzan.

¿Dónde está la rendición de cuentas de esas universidades que dicen formar a los "líderes del futuro"?, ¿dónde están los profesores que les dieron cartilla a esos líderes?, ¿por qué como sacan a relucir a sus egresados de mostrar, no asumen también la responsabilidad por las 'joyitas' que se les colaron?

Eso sería más valioso para la democracia que sacar pecho por los de mostrar. Decir, por ejemplo: "por aquí pasó el condenado tal...", "el prófugo fulanito...", "el cuestionado señor gerente de...", "el confeso pa-ramilitar...", "el terrorista de las Farc zutanito...", etc.

Pero es solo un sueño, se me olvidaba que el liderazgo de hoy tiene mucho que ver con tapar las cosas malas y magnificar las buenas. Por eso estamos como estamos, en el mundo al revés

Toque final

Julio, 201122